La vida de Frans y Guillis Mostart , pintores de Hulst

Biografía desde

Karel van Mander , Schilder-boeck

 

No sucede ni una vez entre cien, ni siquiera entre mil, que la naturaleza produjo dos individuos tan exactamente iguales en tamaño y cara, que no se pueden distinguir por alguna particularidad. Sin embargo, se vio lo contrario con respecto a los hermanos gemelos Frans y Guillis Mostart, tan parecidos entre sí, que sus propios padres no podía distinguirlos.

Habían nacido en Hülst, en Flandes, un lugar que no está muy lejos de Amberes, ciudad en la que vivían con su padre, pintor muy mediocre. Sin embargo, descendían del viejo Mostart, de Harlem, y eran de Holanda.

Ocurrió un día, que Guillis llegado a considerar la obra de su padre, sin darse cuenta se sentó en el asiento donde estaba la paleta de Éste. Cuando el padre vio los colores de su paleta así desdibujados, le gritó a Frans que subiera y, al encontrarlo impecable, reconoció la inocencia del chico. Así que llamó a Guillis, quien tomó consejo con su hermano; Frans llevaba una gorra especial que le servía de  signo distintivo; Guillis se la puso y fue a buscar a su padre, al no ver ninguna mancha, creyó que sus dos hijos no eran culpables, y se sorprendió en voz alta, porque no podía identificarlos.

Guillis aprendió pintura con Jan Mandyn, el pintor de fiestas y Frans con el severo Henri de  Bles; ambos se convirtieron en buenos maestros, Frans destacándose como paisajista, y Guillis pintando figuras, especialmente las pequeñas.

Frans comenzó pintando sus propias figuras; un poco más tarde, confió la ejecución a otros.

Los dos hermanos ingresaron en el gremio de pintores de Amberes en 1555.

Frans murió de fiebres cuando aún era muy joven, cuando ya había logrado hacerse un nombre, el principal de su alumnos fue Hans Soens, un hábil maestro que se instaló en Parma, en Italia, y sobresale en paisaje y figuras pequeñas, y no cede a ningún otro, ni en Roma ni en Parma, como prueban las obras con su mano diestra.

Guillis fue muy distinguido en figuras y composiciones, y un conversador tan encantador, que mucha gente se complacía en encontrase con el. No era el más inclinado, ni por su religión ni por los españoles, y daba más de una vuelta.
Es así, por ejemplo, que al tener que hacer una Virgen para un español, y éste no queriendo pagarle muy generosamente, Guillis tomó un pincel y cubrió toda su pintura con una capa de blanco a la cola. Vistió a la Virgen desaliñadamente, y le dio la apariencia de una cortesana. Fingiendo estar fuera, dio la orden de dejar ir al español, que se apresuró a devolver el cuadro, que sabiendo hecho a propósito, viendo tal Virgen, entró en una gran rabia, y corrió a buscar el Margrave.

Esto estaba pasando bajo Ernesto
(Archiduque Ernesto de Austria, 1594). Mientras tanto, Guillis había lavado la pintura, y la había puesto en el caballete.
Llegó el Margrave, y Guillis apostrofando le dijo: "¿Has venido para prender a Guillis?. Sería una fechoría de tu parte lo que me apena. ¿A qué entonces, estás pensando en hacer algo así?". El pintor lo presentó y le mostró el cuadro, todo estaba en orden, y el español no supo qué decir.
Así que fue el turno de Guillis de hacer sus quejas sobre el español, que se negó a pagar un precio justo por su trabajo, y porque estaba liándose con él, para conseguir el cuadro a cambio de nada. Cortado, el español tenía todos los males del mundo.

Podría citar una serie de otras parodias parecidas de él; la historia de una Última Cena donde se peleó y que también supo modificar al lavarlo; un Juicio Final, en el que se puso en el infierno, jugando trictrac
(Backgammon) con un amigo, y muchas buenas palabras que él sería demasiado largo informar, porque tendría suficiente para escribir un volumen.

Al morir legó el universo a sus hijos, diciendo que encontrarían allí de bien en abundancia, con la reserva que necesitarían encontrar una manera de ganarlo.
Murió a una edad avanzada, el 28 de diciembre de 1598.

Hay en Middelburg, en casa del señor Wijntgis, un cuadro grande y hermoso de él, donde los señores de Schetz, son recibidos con gran pompa por los campesinos, como señores de Hoboken. Todavía hay un portando  la cruz #, y una perspectiva, con efecto de noche, donde San Pedro es liberado de prisión conducido por el ángel, y varias otras cosas muy bien hechas.


 

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