Percepción Varios

Trampantojos, Ilusión de Irvin Rock, Efecto Ponzo

 

 

 

Efecto Ponzo, 1813. El segmento horizontal superior parece mayor que el inferior.

 

 

 

 

Efecto Ponzo, 1813. Asociamos las líneas convergentes a líneas de fuga, por lo que el segmento de arriba, al estar más próximo al horizonte, lo percibimos mayor de lo que es.

 

 

 

M.C. Escher, "Profundidad" (1955). Observa cómo el espacio que se quiere representar se ha dividido en cubos, tanto más pequeños y difusos cuanto más lejanos queremos aparentar que estén.

 

 

 

M.C. Escher, "Procesión en la cripta" (1927). El dibujo adquiere en este caso profundidad gracias al juego de columnas y arcos. El tamaño relativo nos permite percibir los distintos planos.

 

 

M.C. Escher, "Tarjeta de felicitación para el año nuevo" (1947). Literalmente, esta imagen representa lo que es "salir del pozo". Escher emplea el efecto túnel para aumentar la profundidad del dibujo

 

 

 

En el siglo XVIII, el el insigne matemático Euler escribía lo siguiente: "Los pintores son los que con más frecuencia saben convertir en provechosa esta percepción ilusoria general y afín a todos. En ella se basa todo el arte pictórico. Si estuviéramos acostumbrados a juzgar las cosas por la propia verdad, este arte no podría existir, lo mismo que si fuéramos ciegos. En vano consumiría el pintor todo su arte en mezclar colores; nosotros diríamos: en esta tabla hay una mancha roja, una azul, aquí una negra y allí varias líneas blanquecinas; todo estaría en un plano, no se vería en él ninguna diferencia en las distancias y no sería posible representar ni un solo objeto. Cualquier cosa representada en un cuadro nos produciría la misma sensación que una carta escrita en un papel, y puede ser que hasta procurásemos comprender la significación de todas las manchas polícromas. Con toda nuestra perfección, ¿no seríamos dignos de lástima al privarnos de la satisfacción que diariamente nos produce un arte tan útil y agradable?"

 

 

La máscara japonesa Noh pertenece a la dinastía Kamakura (1192-1333). Se creía que era mágica, por su cambio de expresión según el ángulo desde el que se la miraba. La forma de esta máscara acentúa rasgos concretos, especialmente la comisura de los labios. Si varías tu ángulo de visión, también cambiará la posición de la boca y de la nariz. Nuestro sistema visual es especialmente sensible a cambios ínfimos en los rasgos faciales. Como estos rasgos son tan expresivos, este efecto provoca la impresión de encontrarnos ante diferentes estados emocionales.

 

¿Qué cara parece más feliz?. Tendemos a ver la cara de la derecha con una expresión más feliz que la de la izquierda, a pesar de ser simétricas. Lo que ocurre es que la expresión de la cara de la izquierda impacta más a nuestro sistema perceptivo. De hecho, existe controversia respecto si el hemisferio derecho del cerebro (que dirige la parte izquierda del cuerpo) domina en la percepción de los estados anímicos de los rostros que miramos.

 

 

¿Qué Mona Lisa te está mirando? La dirección de la mirada es la misma, como puedes comprobar en la parte inferior de la imagen. Existen al menos dos componentes que determinan la dirección de la mirada. El primero es la localización de la pupila y el segundo es la posición de la cabeza. Normalmente, combinamos estas dos fuentes de información. En este caso nos encontramos ante una ilusión, ya que la imagen de la izquierda es el resultado del reflejo de la imagen de la derecha en un espejo, a excepción de los ojos, que se han mantenido en la misma posición. Esto provoca un cambio en la percepción de la dirección de la mirada. El científico de Harvard, Shinki Ando, creó esta demostración. El primero en descubrir este efecto fue W.H. Wollaston, en 1824.

 

Aquí tienes otro ejemplo. Estos dos hombres miran en la misma dirección. Tapa lo que hay debajo de los ojos

 

 

Los ojos y el dedo parecen que se dirigen directamente a ti y que te siguen cuando te desvías del dibujo hacia la derecha o hacia la izquierda.

CUADROS QUE TE SIGUEN

La curiosa peculiaridad de algunos retratos que parece que siguen con los ojos al que los mira y que hasta vuelven toda la cara hacia él, cualquiera que sea el punto desde el cual se observa el retrato, es conocida desde muy antiguo. En primer lugar, esta ilusión no sólo es peculiar de los retratos, sino también de otros cuadros. Un cañón dibujado o fotografiado de manera que apunte al que lo mire, volverá su boca hacia él cuando se retire hacia la derecha o hacia la izquierda. Un coche representado como dirigiéndose al observador, no hay manera de esquivarlo. Todos estos fenómenos tienen una causa común y extraordinariamente simple. Si en un cuadro vemos la boca de un cañón dibujado de manera que apunta directamente hacia nosotros, al desviarnos hacia un lado lo seguiremos viendo en la misma posición que tenía; esto es completamente natural en las imágenes planas, lo contrario sería absurdo; pero cuando se trata de un cañón de verdad, esto sólo puede ocurrir si gira hacia nuestro lado. Y como quiera que cuando miramos el cuadro pensamos no en él, sino en los objetos reales que él representa, nos parece que dicho objeto cambió de posición. Cuando el cuadro es bueno, el efecto que produce es sorprendente. Está claro que no es extraño que los retratos tengan esta propiedad. Lo que seria extraño es que no la tuvieran. En efecto, ¿no sería acaso maravilloso que, al desviarse hacia un lado del retrato, vieras la parte lateral de la cara, como ocurre en un holograma?

 

 

 

Richard Haas, "Fachada de Prince Street, 112". Ejemplo de "trampantojo", una fachada pintada con todos los detalles, incluidas sombras y ventanas. A la derecha unos meses antes.

 

 

 

Ejemplo de "trampantojo". Es una fachada pintada de una casa de Milán.

 

 

Ejemplo de "trampantojo". Es sólo un mural en la calle. Observa cómo el pintor utiliza las luces y sombras para intentar dar más realismo a la escena.

 

 

 

algunos trampantojos

 

 

 

Examina esta fotografía de Jerry Downs. ¿Qué ves? Ten en cuenta que las primeras impresiones no siempre son las correctas. El círculo blanco no es la luna, sino el reverso de una señal de tráfico. El contexto, al contrario de lo que suele suceder, es lo que despista a la mayor parte de los que miran esta imagen.

 

Muchas veces las ilusiones se producen por el contexto y las expectativas. Este madero flotante no resultaría equívoco salvo para algunos turistas que acuden al Lago Ness. Uno de ellos fotografió este tronco, pensando que había capturado una instantánea del famoso monstruo.

 

 

El contexto es también clave para nuestro sentido del humor. Esta fotografía es un ejemplo.

 

 

La luna la percibimos más grande cerca del horizonte porque tenemos con qué comparar su tamaño relativo, cosa que no pasa cuando está en lo alto del cielo.

 

 

 

¿Convergen los rayos del sol en un punto situado justo encima de las nubes?. Los rayos del sol son paralelos, como las vías de un tren, pero parecen converger debido a la perspectiva.

 

 

Ilusión de Irvin Rock. Tapa el hombre y aparecerá el pez en su tamaño real. Tapa la mano y el pez se volverá enorme. Lo que percibimos depende muchas veces del contexto.

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