La vida de Jan Mabuse , pintor

Biografía desde

Karel van Mander , Schilder-boeck

 


La facultad pictórica que yace en germen, en el fondo del pensamiento o la imaginación, antes que la práctica pueda dar forma perfecta en sus expresiones tangibles, reclamará de quienes la poseen una mente tranquila, y una vida regular, para que puedan disfrutar sin inquietud en una obra intelectual de tan alto alcance.

Sospechamos que esto difícilmente pasaba por la mente, por la forma de vida que tenía el inteligente Jeannin, o Jan de Mabuse. Que vino al mundo en un pequeña ciudad de Hainaut o Artois, llamada Maubeuge, y que fue contemporáneo de Lucas de Leyden, y de muchas mentes eminentes.

Era un hombre de moral relajada y, sin embargo, sorprendentemente, jamás se vio pintor más hábil, más cuidadoso o más paciente en su trabajo.
La habilidad artística no le llegó mientras dormía. En su juventud se dedicó con ardor al estudio de la naturaleza, para llegar a la perfección, porque es un camino escabroso para el que se conduce hacia allí.

Visitó Italia y otros países, y fue uno de los primeros en informar en Flandes, la forma correcta de componer y hacer obras religiosas, poblado de desnudos, y temas sacados de las fábulas, que no habían entrado hasta ahora en los usos de nuestro país.

Entre muchas otras obras, la principal y más gloriosa de sus creaciones, fue un gran retablo de Middelburg, con postigos dobles, que era necesario apoyar con caballetes cuando estaban abiertos.
El ilustre Alberto Durero, estando en Amberes, hizo el viaje expresamente para ver esta pintura, y la elogió mucho. El abad que lo pidió hacer, fue Lord Maximiliano de Borgoña, quien murió en 1524. El trabajo representaba un Descendimiento de la Cruz, cuya ejecución había costado mucho del tiempo y que pereció, al mismo tiempo que la iglesia, en el fuego causado por un rayo. Pérdida inmensa para el arte.

Varias obras de Mabuse permanecieron en Middelburg, en particular bellas imágenes de la virgen. Pero está sobre todo en Delft, en casa del Señor Magnus, que vemos una excelente obra, de las más hermosas que tenemos de él. Es un Descendimiento de la Cruz, en altura, alrededor del cadáver, ya descendido, los diversos personajes, que tienen alrededor de un pie y medio de altura, se agrupan con gran arte
(Tríptico de Salamanca #,#,#). La pintura está cuidada, las poses son hermosas, así como las ropas, muchas desgarradas, y las expresiones de dolor están muy bien conseguidas.

Vemos, en casa del gran aficionado Melchior Wijntgis, en la misma ciudad, una bella Lucrecia
(Todas las múltiples Lucrecias, y Tarquino Lucrecias que quedan, son flojas, se dan al taller).

En Ámsterdam, en la Waermoestraat, en casa de Martin Papenbroeck, hay una deliciosa pintura en altura de Adán y Eva, figuras que son casi de tamaño natural y muy cuidadosamente ejecutadas, resultando una pintura preciosa, y por la que se han ofrecido sumas considerables
(Tiene al menos 5 que cumplirian).

En la casa de Jean Nicquet en Ámsterdam, vemos una gran representación de la Decapitación de Santiago, pintada en grisalla, y por así decirlo sin color. Es una simple capa o barniz, y puedes enrollar y arrugar el lienzo sin temor a dañarlo. Está magníficamente bien hecho.

Mabuse pintó otra Virgen, estando al servicio del Marqués de Veren. La marquesa había posado para la Virgen, y el Niño Jesús fue pintado tomando de su hijo. Esta pintura fue tan notable y tan cuidadosamente ejecutada, que las otras obras del maestro parecían groseras a su lado. La ropa azul era tan hermosa y tan genial, que parecía como si acabara de ser pintado. Esta pintura apareció más tarde en Gante, en casa del señor  de Froidmond.
(Entre los que cabría por la descripción, destaca éste # con un corte de ropa del sur, pero si se trata de Anna van Bergen, Marquesa de Veere, no se parece a éste  # con ropa acorde)

En Londres hizo varios retratos finos. En la galeria de Whitehall hay, o hubo, de su pincel, unas cabezas de muchachos jóvenes o niños, que fueron pintados de manera excelente #.

Mabuse estuvo, durante varios años, al servicio del marqués de Veren. Sucedió, que este señor quiso recibir al emperador Carlos V espléndidamente, y que por esta ocasión regaló a toda su gente, ricos trajes de damasco blanco. El pintor, que miraba por todos lados el medio de conseguir dinero para satisfacer sus gustos desordenados, se las arregló para que le entregaran el tejido para que se lo hiciese él mismo, pero lo vendió y gastó las ganancias. Cuando se acercaba el momento de celebrar la fiesta, Mabuse tomó un fino papel blanco, y se hizo un vestido que luego decoró con flores adamascadas y adornos
El marqués tenía en su corte un sabio filósofo, un pintor y un poeta, que tenían que desfilar en protocolo frente al palacio, donde el emperador y su anfitrión ocupaba una ventana. Durante el desfile, cuando el marqués preguntó a su majestad -¿Qué damasco le gustaba más?, - El emperador fijó sus ojos en el del pintor, que era de una deslumbrante blancura, y estaba salpicado de flores más bellas que la de todos los otros trajes.
Por ello, Mabuse se sentó a la mesa para dar el servicio. Cuando, por invitación del marqués, que todo lo sabía, compareció ante el emperador, éste último palpó el tejido y estableció el fraude.
Enterado de la aventura, el emperador se divirtió mucho, pero al marqués no le gustó la broma, aunque le hubiera complacido de suerte al soberano.
Mabuse, que era bastante liberal en su comportamiento, estuvo por alguna razón, encarcelado en Middelburg, y durante su encarcelamiento, hizo varios hermosos dibujos.
Tuve la oportunidad de ver algunos de ellos, que estaban muy bien trazados a carboncillo.

La fecha de su nacimiento y la de su muerte me son desconocidas.


 

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