CAPÍTULO 1:



1. Hemos dado un primer esbozo de la Tierra; a continuación vamos a hacer una descripción de sus distintas partes. Éste es el plan proyectado, y hasta ahora tal distribución del tema nos parece recta. Como antes, y por las mismas causas, es preciso comenzar de nuevo por Európe y sus regiones(1).

2. La primera parte de ella es, como decíamos, el Occidente; es decir, Ibería(2); ésta, en su mayor extensión, es poco habitable, pues casi toda se halla cubierta de montes, bosques y llanuras de suelo pobre y desigualmente regado. La región septentrional es muy fría por ser accidentada en extremo, y por estar al lado del mar se halla privada de relaciones y comunicaciones con las demás tierras, de manera que es muy poco hospitalaria. Así es el carácter de esta región. La meridional casi toda ella es fértil, principalmente la de fuera de las Stélai(3). Tal es lo que hemos de destacar en cada una de las descripciones siguientes, ateniéndonos en primer lugar a la forma y extensión.

3. Se parece [Ibería] a una piel(4) tendida en el sentido de su longitud de Occidente a Oriente, de modo que la parte delantera mire al Oriente, y en sentido de su anchura del septentrión al Mediodía. Tiene seis mil stadios de longitud; pero su latitud allí donde ésta es mayor, alcanza los cinco mil stadios, aunque en ciertos lugares desciende a menos de tres mil, especialmente hacia el Pyréne(5), que forma el lado oriental. Esta montaña, en efecto, extiéndese sin interrupción de Sur a Norte, limitando la Keltiké(6) de la Ibería. Como la Keltiké y la Ibería son de distinta anchura, y como es en el Pyréne donde se aproximan más ambos países, presentan su menor anchura de las riberas del Mar Nuestro(7) a las del Océano. Tanto, pues, del lado del Océano como del Mar Nuestro, forman golfos. Los golfos célticos, llamados también galáticos(8), son mayores, haciendo al isthmo más estrecho por la parte de Ibería. En cuanto al lado meridional, está determinado en parte por Nuestro Mar, desde el Pyréne hasta las Stélai, y en parte por el Mar Exterior(7) hasta el Hierón Akrotérion(9). El tercer lado es el occidental, que se extiende en sentido paralelo al Pyréne, desde el Cabo Hierón hasta el cabo de la parte de los ártabroi(10), al cual se le llama Nérion(11). El cuarto lado se extiende desde éste a la extremidad septentrional del Pyréne.

4. Hagamos una descripción detallada, empezando por el Hierón Akrotérion. Éste es el punto más occidental no sólo de Európe, sino también de toda la "oikouméne"(12), pues el mundo habitado se termina por el ocaso con los dos continentes, es decir, con la península de Európe y con la extremidad de Libýe(13), de las cuales una ocúpanla los íberes(14) y otra los mauroúsioi(15). Los confines de Ibería se extienden unos mil quinientos stadios(16) más allá de la citada extremidad. De ahí el nombre con que se designa al territorio contiguo a dicho confín, que en lengua latina llaman "Cuneus", con lo que quieren significar "sphén"(17). Este promontorio se proyecta dentro del mar, y Artemídoros(18), que según afirma visitó el lugar, lo compara a una nave, y dice que tres pequeñas islas contribuyen a darle esta figura: una ocupa el lugar del espolón, y las otras dos, con regulares condiciones para aportar, el de las "epotídes"(19). Y dice que no hay allí ningún templo de Heraklés(20), como falsamente afirmó Éphoros(21), ni ningún altar dedicado a él ni a ningún otro dios, sino piedras esparcidas por doquier en grupos de tres o cuatro, las cuales, según una antigua costumbre, son vueltas del revés por los que visitan el lugar y después de ofrecida una libación reintegradas a su postura primera. Y no está permitido ofrecer sacrificios ni aun estar allí durante la noche, pues dicen que los dioses lo ocupan en aquellas horas. Los que van a visitarlo pernoctan en una aldea próxima, y después, de día, entran allí llevando consigo agua, ya que el lugar no la tiene.

5. Estas afirmaciones cabe que respondan a la verdad, y debemos creerlas; pero lo que nos cuenta [Artemídoros], siguiendo las tradiciones populares, hemos de recharzarlo por entero. Según Poseidónios(22), es opinión vulgar que en las orillas del Océano el Sol es más grande en su ocaso, y se pone con ruido casi como si al extinguirse, en el momento de caer en lo profundo, la mar chirriase. Pero esto -dice- es falso, como lo es que la noche siga inmediatamente tras la puesta del Sol, sino que sobreviene después de un breve iontervalo, tal como acaece en los otros grandes mares; porque en las regiones donde el Sol se pone detrás de montañas, el día perdura después de oculto el Sol por virtud de la luz difusa; pero en las costas no sigue ningún intervalo considerable, si bien las tinieblas no acvienen al instante, como tampoco advienen al punto en las dilatadas llanuras. En cuanto a la ilusión visual del tamaño del Sol, en los mares éste crece a la puesta como a la salida, porque del agua se eleva en tales ocasiones una mayor cantidad de vapor; es decir, que los rayos visuales, al pasar a través de este vapor como a través de una lente, se refractan, y por ello la imagen se hace mayor, como sucede cuando el Sol o la Luna se ven en su puesta u orto a través de una niebla seca y tenue, en cuyos casos los astros aparecen algo rojizos. Y dice [Poseidónios] que se convenció de la falsedad de las mencionadas aserciones cuando, durante su estancia de treinta días en Gádeira(23), pudo observar las puestas del Sol. Mas Artemídoros afirma que el Sol al ocultarse es cien veces mayor que de ordinario, y que la noche adviene de un modo repentino. Si nos atenemos a sus propias manifestaciones, no es creíble que él mismo haya visto este fenómeno desde el Hierón Akrotérion, puesto que afirma que nadie puede pisarlo durante la noche, y como la noche sucede bruscamente al día, no habría podido permanecer en él a la caída del Sol. Tampoco pudo ver esto en otro lugar a orillas del Océano, porque, aunque Gádeira está ciertamente sobre él, Poseidónios y otros más atestiguan lo contrario.

6. La parte del litoral adyacente al Hierón Akrotérion forma el comienzo del lado occidental de Ibería, y va por una parte desde la desembocadura del río Tágos(24) hasta el comienzo del lado meridional, y por la otra hasta el río Ánas(25) y su desembocadura. Ambos proceden de la parte de Levante; pero el primero, mucho mayor que el otro, corre derecho hacia Poniente, mientras que el Ánas vuélvese hacia el Mediodía, formando así entre ambos una "mesopotamía"(26), cuya población está integrada en su mayor parte por keltikoí(27) y algunas tribus de lysitanoí(28), trasladadas por los rhomaíoi(29) a la orilla opuesta del Tágos. En las zonas altas habitan los karpetanoí(30), oretanoí(31) y ouéttones(32) en gran número. Este país es regularmente fértil; pero aquel que le sigue hacia el Oriente y el Mediodía no cede a ninguno de los már ricos territorios de la "oikouméne" por las excelencias de sus bienes, tanto terrestres como marítimos. Esta región es la que riega el río Baítis(33), que tiene principio en los mismos parajes del Ánas y el Tágos y que, por su tamaño figura entre estos dos. Corre, igual que el Ánas, primero hacia el Occidente; después dobla hacia el Mediodía, desembocando en el mar por las mismas playas que aquél. Dicha región se llama Baitiké(34), del nombre del río, y Tourdetanía(35), del nombre del pueblo que la habita; a estos habitantes llámaseles tourdetanoí(36) y tourdoúloi(37), que unos creen son los mismos; mas, según otros, dos pueblos distintos. Polýbios(38) está entre estos últimos, pues dice que los tourdetanoí tenían como vecinos por su Norte a los tourdoúloi. Hoy día no se aprecia ninguna diferencia entre ambos pueblos. Tienen fama de ser los más cultos de los íberes; poseen una "grammatiké"(39), y tienen escritos de antigua memoria, poemas y leyes en verso, que ellos dicen de seis mil años(40). Los demás íberes tienen también su "grammatiké"; mas ésta ya no es uniforme, porque tampoco hablan todos la misma lengua(41). Dicha comarca, sita al lado de acá del Ánas, se extiende hacia el Este hasta la Oretanía(42), y por el Sur hasta la costa comprendida entre las bocas del Ánas y las Columnas. Pero es necesario hablar de ella más ampliamente, así como de las regiones contiguas, y de la cuantía de lo que contiene, con el fin de dar a conocer la fertilidad y la excelencia de sus regiones.

7. Entre la parte del litoral donde desembocan el Baítis y el Ánas, y el extremo de la Maurousía(43), una invasión del Mar Atlanticós(7) ha formado el estrecho de las Columnas, por el que hoy comunica el Mar Interior con el Exterior. Aquí, entre los íberes que llaman bastetanoí(44), conocidos también por bástouloi(45), se levanta el monte Kálpe(46), de perímetro no grande, pero de mucha elevación y pronunciada pendiente, de tal modo que, visto de lejos, se presenta como una isla. Al salir navegando de Nuestro Mar y entrar en el Exterior, se queda a la derecha. Más lejos, a cuarenta stadios, se ve la ciudad de Karteía(47), ilustre y antigua, antes estación naval de los íberes. Algunos atribuyen su fundación a Herakles(48), y Timosthénes(49), que es uno de ellos, dice que antiguamente se llamó Herákleia, y aún eran visibles su gran recinto y sus arsenales.

8. Viene a continuación Menlaría(50), con industria de salazón(51), y tras ella la ciudad y el río de Belón(52). Habitualmente se embarca aquí para pasar a Tíngis(53), de la Maurousía, y tiene también mercado y salazones. Tíngis tuvo antes por vecina a Zélis; mas los rhomaíoi trasladaron esta ciudad a la orilla opuesta, con parte de la población de Tíngis; enviaron aún una colonia de ciudadanos romanos, y llamaron a la ciudad Ioulía Íoza(54). Sigue después Gádeira(23), isla separada de la Tourdetanía por un estrecho canal y alejada de Kálpe en unos setecientos cincuenta stadios, que otros calculan en ochocientos. Esta isla, que en nada difiere de otras, gracias a la intrepidez de sus habitantes en las cosas del mar y a su adhesión a los rhomaíoi(29), ha experimentado un tal incremento en su fortuna de todo orden que, a pesar de alzarse en el extremo de las tierras, es la más famosa de todas. Pero volveremos a hablar de ella cuando tratemos de las demás islas(55).

9. Sigue el puerto llamado de Menestheús(56), y el estero que está junto a Ásta(57) y Nábrissa(58). Se llaman esteros a las escotaduras litorales que el agua del mar llena en la pleamar, y por las que se puede navergar remontando la corriente como por los ríos hasta el interior de las tierras y las ciudades de sus orillas. Inmediatamente después se halla la desembocadura del Baítis(33), dividida en dos brazos; la isla comprendida entre ambas bocas abarca un trecho de costa que tiene cien stadios o más, según algunos. Allí es donde se encuentra el oráculo de Menestheús(56) y donde se alza el "Kaipíonos Pýrgos"(59), construido sobre rocas a las que circundan las olas, obra admirablemente hecha y destinada, como el Pháros(60), a evitar la pérdida de los navegantes; pues como los aluviones arrojados por el río producen bajíos y sus proximidades están sembradas de escollos, se hizo necesaria una señal perceptible de lejos. De aquí, remotando el Baítis, está la ciudad de Eboúra(61) y el santurario de Phosphóros(62) llamado también "Lux Divina"(63). Más adelante se abren las entradas de otros estuarios, tras los cuales sigue el río Ánas, también de doble embocadura, ambas navegables. Luego, finalmente, se halla el Cabo Hierón(9), que dista de Gádeira(23) menos de dos mil stadios. Otros dicen que del Hierón Akrotérion hasta la desembocadura del Ánas(25) hay sesenta millas, y que desde allí a la desembocadura del Baítis hay un centenar, así como de éste a Gádeira se cuentan setenta.

CAPÍTULO 2:



1. La Tourdetanía, a la cual riega el río Baítis, extiéndese al interior de esta costa por la parte de acá del Ánas. Se halla limitada al Occidente y al Septentrión por el curso del Ánas; al Oriente, por parte de los karpetanoí(30) y algunos oretanoí(31); hacia el Mediodía, por los bastetanoí(44), que habitan la estrecha faja costera que se extiende de Kálpe a Gádeira y del Mar Exterior hasta el Ánas. También pueden adscribirse a ella los bastetanoí, de los cuales dije ya que habitaban en la Tourdetanía, así como las gentes que ocupan el otro lado del Ánas, y gran parte de sus vecinos. Tanto en su latitud como en su longitud, el tamaño de esta región no excede de los dos mil stadios(64). Las ciudades son, empero, numerosísimas, pues dicen ser doscientas. Las más importantes por su tráfico comercial son las que se alzan junto a los ríos, los esteros o el mar. Entre ellas destacan Kórdyba(65), fundación de Markéllos, y por su gloria y poderío, la ciudad de los gaditanoí(66); ésta sobresale además por sus empresas marítimas y su adhesión a su alianza con los rhomaíoi(67); y aquélla, que domina un gran trecho del Baítis, por la fecundidad y amplitud de su territorio. Habitáronla desde el comienzo un núcleo selecto de rhomaíoi y de indígenas vecinos, pues fue ésta la primera colonia(68) que los rhomaíoi enviaron a dicho territorio. La más ilustre, después de esta ciudad y de la de los gaditanoí, es Híspalis(69), también fundación de los rhomaíoi. Su emporio aún hoy pervive; pero su importancia ha sido superada desde que hace poco se establecieron en Baítis(70) soldados de Kaísar(71), colonia, sin embargo, no muy ilustre en su fundación.

2. Trás ellas se destacan Itálica(70) e Ílipa(72), sobre el Baítis; Ástigis(73), más alejada de él; Kármon(74) y Oboúlkon(75); después, en la comarca donde fueron derrotados los hijos de Pompéios(76), Moúnda, Atégoua, Oúrson,Toúkkis, Oulía y Aígoua, todas ellas(77) cercanas a Kórdyba. Moúnda es, en cierto modo, la metrópolis de este territorio. Moúnda dista mil cuatrocientos stadios(78) de Karteía, donde se refugió tras su derrota Gnaíos(79). De ella partióse en una nave a otro punto montañoso de la costa, donde fue muerto. Su hermano Séxtos salvóse huyendo de Kórdyba, y tras de haber luchado por poco tiempo entre los íberes, se fue a sublevar la Sikelía(80). Expulsado de ella, pasóse al Asíe(81), donde sorprendido por los generales de Antónios en Míletos(82), perdió la vida. Entre los keltikoí(27), es Konístorgis(83) la ciudad más famosa; pero en los esteros lo es Ásta, donde los gaditanoí se suelen reunir a menudo, ya que no está mucho más de cien stadios(84) del arsenal de la isla.

3. Las orillas del Baítis son las más pobladas; el río puede remontarse navegando hasta una distancia aproximada de mil doscientos stadios(85), desde el mar hasta Kórdyba, e incluso hasta algo más arriba. Las tierras están cultivadas con gran esmero, tanto las ribereñas como las de sus breves islas. Además, para recreo de la vista, la región presenta arboledas y plantaciones de todas clases admirablemente cuidadas. Hasta Híspalis(69), lo que supone cerca de quinientos stadios(86), pueden subir navíos de gran tamaño; hasta las ciudades de más arriba, como Ílipa(72), sólo los pequeños. Para llegar a Kórdyba es preciso usar ya de barcas de ribera, hoy hechas de piezas ensambladas, pero que los antiguos las construían de un solo tronco(87). Más arriba de Kastoulón(88) el río deja de ser ya navegable. Varias cadenas montañosas y llenas de metales siguen la orilla septentrional del río, aproximándose a él unas veces más, otras menos. En las comarcas de Ílipa y Sisápon(89), tanto la antigua como la moderna, existe gran cantidad de plata. Cerca de las llamadas Kótinai(90) nace cobre y también oro. Cuando se sube por la corriente del río, estas montañas se extienden a la izquierda, mientras que a la derecha se dilata una grande y elevada llanura, fértil, cubierta de grandes arboledas y buena para pastos. El Ánas es también navegable, pero no por tanto trecho ni en navíos tan grandes. Su orilla septentrional va también bordeada por montes metalíferos que se extienden hasta el Tágos(24). Las comarcas donde hay metales son por naturaleza ásperas y estériles; así son también las contiguas a la Karpetanía(91), y aún más las que confinan con los keltíberes(92). Tal es, igualmente, el aspecto de la Baitouría(93), cuyas secas llanuras bordean el curso del Ánas.

4. La Tourdetanía es maravillosamente fértil; tiene toda clase de frutos y muy abundantes; la exportación duplica estos bienes, porque los frutos sobrantes se venden con facilidad a los numerosos barcos de comercio. Esto se halla favorecido por sus corrientes fluviales y sus abras, semejantes, como dijimos, a ríos, y como tales, remontables desde el mar hasta las ciudades de tierra adentro, ya por navíos grandes, ya por otros más pequeños. Toda la tierra que se extiende trans la costa comprendida entre el Hierón Akroterión y las Stelai(3) es llana. Ábranse en ella frecuentes escotaduras semejantes a hondonadas de regular tamaño, o a valles fluviales, por las que el mar penetra tierra adentro hasta muchos stadios de distancia; las aguas ascendentes de la pleamar invádenlas de tal modo que los barcos entonces pueden subir por ellas como si lo hiciesen por un río, y hasta más fácilmente; en efecto, su navegación se parece a la fluvial, libre de obstáculos, ya que el movimiento ascendente de la pleamar la favorece, como lo haría el fluir de un río. En estas costas las mareas ascendentes son mayores que en otras, pues impulsadas las aguas desde el Gran Mar(94) contra la estrecha boca que forma la Maurousía(43), al avanzar sobre Ibería, al verse obligadas a retroceder, invaden entoncers fácilmente las tierras circundantes. Algunas de estas depresiones costeras se vacían con la marea baja, aunque las hay también que no desalojan el agua por entero; otras suelen contener islas. Así son las abras comprendidas entre el Hierón Akroterión y las Stélai, donde las mareas son más vivas que en otras partes. Estas mareas proporcionan ciertas ventajas a los navegantes: por ellas las abras son más numerosas y mayores, lo cual permite que las naos, en algunos casos, puedan ascender por sus aguas hasta ochocientos stadios(95) tierra adentro. Así, pues, siendo la región navegable en todos sentidos, tanto la importación como la exportación de mercancías se ve extraordinariamente facilitada. Sin embargo, presentan también algunos inconvenientes: la navegación en los ríos es extremadamente peligrosa, tanto para las naves que lo suben como para las que lo bajan, porque la fuerza de la pleamar choca con violencia contra las aguas descendentes de los ríos. En los esteros es el reflujo lo peligroso; en efecto, de modo análogo estos peligros se acentúan en las pleamares, pues con la velocidad del agua ascendente, a menudo los navíos se quedan en seco. Ocurre también que los animales que pasan a las islas del río antes de la pleamar, sorprendidos por ésta, y al subir, ya al bajar, suelen perecer por falta de fuerza para luchar con la corriente al intentar el regreso. Dicen que los toros, acostumbrados al hecho, esperan a que se termine el reflujo para volverse entonces a la tierra firme.

5. Los indígenas, conocedores de la naturaleza de la región, y sabiendo que los esteros pueden servir para lo mismo que los ríos, han construido sus ciudades y poblados sobre aquéllos, tal como lo hacen en las riberas de los ríos. Así fueron levantadas Ásta(57), Nábrissa(58), Ónoba(96), Ossónoba(97), Maínoba(98) y otras más. La serie de canales que han sido abiertos por doquier ayudan al tráfico y a las relaciones, tanto entre ellos mismos como con los forasteros. Del mismo modo, también en la pleamar se utilizan los brazos confluentes cuando los isthmos que los separan se hacen navegables al quedar anegados. Las naos pasan entoces de los ríos a los esteros, y viceversa. Todo el tráfico se hace con Italía(99) y Rhóme(100). La navegación hasta las Columnas, aunque a veces el paso del estrecho suele tener dificultades, es buena, así como la de Nuestro Mar, donde, efectivamente, gracias a la bonanza del tiempo, las travesías se llevan felizmente a cabo, sobre todo en la navegación de altura; ello es especialmente ventajoso para los navíos de carga. Además, en alta mar los vientos son regulares; añádase a esto que, gracias a la extirpación de la piratería(101), la paz es hoy general, todo lo cual hace la navegación segura. Poseidónios(22), empero, observó algo peculiar a su regreso de Ibería: dice que los "eúroi"(102) soplan en aquel mar hasta el golfo de Sardó(103), en una determinada época del año, y que por ello necesitó tres meses para llegar penosamente a Italia, siendo desviado de su ruta hacia las islas Gymnésiai(104) y Sardó y hacia las costas de Libýe(13), a ellas opuestas.

6. De Tourdetanía(35) se exporta trigo, mucho vino y aceite; éste, además, no sólo en cantidad, sino de calidad insuperable. Expórtase también cera, miel, pez, mucha cochinilla y minio mejor que el da la tierra sinópica(105). Sus navíos los contruyen allí mismo con maderas del país. Tiene sal fósil y muchas corrientes de ríos salados, gracias a lo cual, tanto en estas cosas como en las de más allá de las Columnas, abundan los talleres de salazón de pescado, que producen salmueras tan buenas como las pónticas(106). Antes se importaba de aquí cantidad de tejidos; hoy mismo, sus lanas(107) son más solicitadas que las de los koraxoí, y nada hay que las supere en belleza. Por un carnero reporductor se paga no menos de un "tálanton"(108). De gran calidad son también los tejidos ligeros que fabrican los saltiétai(109). La abundancia de ganados de toda especie es allí enorme, así como la caza. Los animales dañinos son raros; excepción hecha de unas liebrecillas(110) que agujerean la tierra y a las que algunos llaman "leberídes". Estos animales, como se alimenta de raíces, destruyen plantas y semillas. Así ocurre en casi toda Ibería, extendiéndose el mal también hasta Massalía(111), e incluso las islas(112). Cuentan que en cierta ocasión los indígenas de las Gymnésiai enviaron legados a los rhomaíoi pidiéndoles otras tierras, pues se veían expulsados de las suyas por estos animnales imposibles de combatir, dada su multitud. Y en verdad tal recurso puede ser útil cuando -lo que no siempre acaece- una invasión de este género sobrepasa sus proporciones habituales y se propaga como la peste, al modo de las plagas de serpientes o de ratas de los campos. Mas para los casos normales se han descubierto diversos modos de caza, como el de la comadreja salvaje(113), que, acostumbrada a este menester, produce la Libýe. Para ello dichas comadrejas, una vez atadas, son colocadas en las bocas de las madrigueras; entonces, con sus uñas extraen a las liebrecillas para que las apresen, o, en otros casos, las obligan a huir buscando una salida, donde los cazadores allí apostados las capturan. La excelencia de las exportaciones de Tourdetanía manifiéstase en el gran número y el gran tamaño de las naves; los mayores navíos de carga que arriban a Dikaiárcheia(114) y a Óstia(115), puerto de Rhóme, proceden de aquí, y su número es casi igual al que viene de Libýe.

 



7. Si son así las tierras del interior de la Tourdetanía, podría decirse que sus costas son comparables a las riquezas del mar; en general, todas las ostras y las conchas excenden en cantidad y dimensión a las del Mar Exterior. Aquí, sobre todo, pues siendo también mayores las pleamares y las bajamares, estos movimientos de la mar las hace aumentar en número y tamaño. Lo mismo pasa también con todas las especies de cetáceos, orcas, ballenas y marsopas, que cuando respiran parece de lejos que lanzan al aire una columna de vapor. Los congrios se desarrollan allí enormemente y sobrepasan por su tamaño en mucho a los nuestros(116); también hay murenas y otros peces de la misma especie. Dícese que en Karteía se han hallado buccinas y múrices que pueden contener hasta diez "kotýlai"(117); y en la costa de afuera se pescan murenas y congrios de más de ochenta "mnai"(118), pulpos de un "tálanton"(108) de peso, calamares de dos codos de longitud, y así por el estilo Muchos atunes que del Mar Exterior llegan a estas costas son gordos y grasosos. Nútrense de las bellotas de cierta encina que crece en el mar muy rastrera, y que produce frutos en verdad abundantes. Esta encina se da también profusamente en el interior de Ibería, y, aunque tiene raíces muy grandes, como las de una encina completamente desarrollada, su tronco es menor que el de una pequeña; produce, sin embargo, tanto fruto, que después de la marea alta, así la costa de la parte interior como de la exterior de las Columnas, queda cubierta de las que arroja la pleamar. No obstante, las bellotas de la parte de dentro de las Columnas son siempre más pequeñas y se encuentran en mayor cantidad. Y dice Polýbios(38) que dichas bellotas llegan hasta el Mar Latino, si no las produce también, añade, Sardó(103) y la tierra vecina. Y cuanto más se acercan los atunes viniendo desde el Mar Exterior a las Columnas, tanto más adelgazan, por falta de alimento. Son estos peces una especie de cerdos de mar, porque apetecen las bellotas y engordan extraordinariamente con ellas, hasta el punto que nacen tanto más atunes cuanto más bellotas produce el mar.

8. A tanta riqueza como tiene esta comarca se añade la abundancia de minerales. Ello constituye un motivo de admiración; pues si bien toda la tierra de los íberes está llena de ellos, no todas las regiones son a la vez tan fértiles y ricas, y con más razón las que tienen abundancia de minerales, ya que es raro se den ambas cosas a un tiempo, y raro es también que en una pequeña región se halle toda clase de metales. Pero la Tourdetanía y las regiones comarcanas abundan de ambas cosas, y no hay palabra digna para albar justamente esta virtud. Hasta ahora, ni el oro, ni la plata, ni el cobre, ni el hierrro nativos se han hallado en ninguna parte de la tierra tan abundantes y excelentes. El oro no se extrae únicamente de las minas, sino también por lavado. Los ríos y torrentes arrastran arenas auríferas. Otros muchos lugares desprovistos de agua las contienen también; el oro, empero, no se advierte en ellos, pero sí en los lugares regados, donde el placer de oro se ve relucir; cuando el lugar es seco, basta irrigarlo para que el placer reluzca; abriendo pozos, o por otros medios, se lava la arena y se obtiene el oro; actualmente son más numerosos los lavaderos de oro que las minas. Según los galátai, sus minas del monte Kémmenon(119) y las que tiene al pie del Pyréne son más importantes; sin embargo, son más preciados los metales de allí. Dícese que a veces se encuentran entre los placeres del oro lo que llaman "palas"(120), pepitas de un "hemílitron"(121), que se purifican con poco trabajo. Se dice también que al hendir las rocas suelen hallarse pepitas menores emejantes a ubres. Sometido el oro a una cocción y purificado por medio de cierta tierra aluminosa, se obtiene un residuo que es el "élektron"(122). Éste, cuando va mezclado de plata y oro, se cuece de nuevo; la plata entonces se quema y queda el oro, pues siendo de naturaleza grasa, se puede licuar sin trabajo. En efecto, el oro se funde con facilidad mayor por medio de la paja, ya que su llama es más floja y se adapta mejor a su fin, fundiendo el metal fácilmente, Por el contrario, el carbón, con la vehemencia de su fuego, liquida el metal demasiado pronto, consumiéndolo. En los ríos, el oro se extrae y se lava allí cerca, en pilas o en pozos abiertos al efecto y a los que se lleva la arena para su lavado. Los hornos de la plata se hacen altos, con el fin de que los vapores pesados que desprende la masa mineral se volatilicen, ya que son gases densos y deletéreos. A algunas de las minas de cobre se las suele llamar áureas, pues se supone que de ellas se obtenía antes oro.

9. Poseidónios, alabando la cantidad y excelencia de los metales, no prescinde de su habitual retórica, sino que, poseído de un entusiasmo poético, se entrega a exageraciones. Así, no da como falsa la leyenda de que habiéndose incendiado una vez los bosques, estando la tierra compuesta de plata y oro, subió fundida a la superficie; pues que todo el monte y colina es como dinero acumulado allí por una pródiga fortuna(123). Y, en general, dice, cualquiera que haya visto estos lugares podría decir que son los eternos almacenes de la Naturaleza o los tesoros inagotables de un imperio. Porque el país es, según dice, no sólo rico en lo que muestra, sino también en lo que oculta; y en verdad, para sus habitantes, el subsuelo se halla regido, no por Háides, sino por Plóuton(124). Esto es lo que en forma florida dijo [Poseidónios] acerca de este asunto, sacando él mismo, como de una mina, buena parte de su lenguaje. Hablando de la industria de los mineros, cita a Phalereús, quien, refiriéndose a los de las minas de plata del Attiké, dijo que los hombres trabajan con tanto ahínco como si esperasen dominar al mismo Ploúton(125). Y supone que la industria y la energía de éstos [los tourdetanoí] es semejante, por cuanto abren sinuosas y profundas galerías, reduciendo a menudo las corrientes que en ellas encuentran por medio de los tornillos egypcios(126). Sin embargo, no todo es igual entre estos mineros y los attikoí, ya que para los últimos la minería es como un enigma, pues lo que recogen, dice, no lo toman, y lo que tenían lo pierden; por el contrario, para aquéllos la minería es sumamente provechosa, ya que una cuarta parte del mineral recogido por los trabajadores del cobre es cobre puro, y los propietarios de minas argénteas obtienen en tres días un "tálanton"(108) euboico. Mas el estaño -dice [Poseidónios]- no se encuentra en la superficie de la tierra, como repetidamente afirman los historiadores, sino excavando. Y se produce tanto en la región de los bárbaros que habitan más allá de los lysitanoí(28) como en las Islas Kattiterídes(127), siendo transportado a Massalía(111) desde el país de los brettanikoí(128). Entre los ártabroi(10), que habitan en lo más lejano del Septentrión y del Ocaso de Lysitanía(129), el suelo tiene, según dicen, eflorescencias de plata, estaño y oro blanco, mezclado con plata. Esta tierra es arrastrada por los ríos, y las mujeres, después de haber amasado la arena, la lavan en tamices tejidos en forma de cesta. Tal es lo que aquél [Poseidónios] ha dicho sobre los metales.

10. Polýbios, al mencionar las minas de plata de Néa Karchedón(130), dice que son muy grandes, que distan de la ciudad unos veinte stadios, que ocupan un área de cuatrocientos stadios(131), que en ellas trabajaban cuarenta mil obreros y que en su tiempo reportaban al pueblo romano veinticinco mil drachmas(132) diarias. Y omito todo lo que cuenta del proceso del laboreo, porque es largo de contar; pero no lo que se refiere a la ganga argentífera arrastrada por una corriente, de la que, dice, se machaca y por medio de tamicers se la separa del agua; los sedimentos son triturados de nuevo y nuevamengte filtrados y, separadas así las aguas, machacados aún otra vez. Entonces, este quinto sedimento se funde y, separado el plomo, queda la plata pura. Actualmente, las minas de plata [de Néa Karchedón] están todavía en actividad; pero tanto aquí como en otros lugares, han dejado de ser públicas, para pasar a propiedad particular; las de oro, sin embargo, son en su mayoría públicas. En Kastoulón y otros lugares hay un metal peculiar, de plomo fósil, el cual, aunque contiene plata, es en tan pequeña cantidad que su purificación no reporta beneficio.

11. Cerca de Kastoulón hay un monte que por sus minas de plata llaman Argyrós(133); se dice que de él mana el Baítis. Polýbios refiere que éste y el Ánas vienen de la Keltibería y distan entre sí unos novecientos stadios(134). Parece ser que en tiempos anteriores llamóse al Baítis Tartessós(135), y a Gádeira y sus islas vecinas Erýtheia(136). Así se explica que Stesíchoros, hablando del pastor Geryónes, dijese que había nacido "casi enfrente de la ilustre Erýtheia, junto a las fuentes inmensas de Tartessós, de raíces argénteas, en un escondrijo de la peña.(137)" Y como el río tiene dos desembocaduras, dícese también que la ciudad de Tartessós, homónima del río, estuvo edificada antiguamente en la tierra sita entre ambas, siendo llamada esta región Tartessís, la que ahora habitan los tourdoúloi(37). Eratosthénes acostumbra a llamar Tartessís a la región cercana a Kálpe, y a Erýtheia "isla afortunada"(138). Más Artemídoros, opinando en contra, afirma que es esto falso, como lo es que de Gádeira al Hierón Akrotérion haya cinco días de navegación, cuando la distancia efectiva no pasa de mil setecientos stadios; que la pleamar no se siente ya allí, cuando ésta se deja sentir en toda la periferia de la "oikouméne"; y que las partes septentrionales de Ibería sean más accesibles por la Keltiké que navegando por el Océano; y cuántas otras cosas ha dicho por arrogancia, dando crédito a Pythéas(139).

12. El poeta [por antonomasia Hómeros(140)], que tantas cosas cantó y de tanto dio noticia, brinda ocasión para pensar si no tuvo realmente conocimiento de estos lugares. Si alguien quisiera juzgar rectamente de la cuestión, tendría que considerar tanto las cosas que dijo con poca fortuna como las que manifestó con más razón y verdad. Así, pues, no acierta al decir que [Tartessós] está situada hacia el final del Ocaso, cuando, como él mismo afirma, cae en el Océano "la brillante lumbrera del Sol, arrastrando tras sí la noche negra sobre la tierra de fecundos senos.(141)" Pero como la noche, por su nombre siniestro, evoca evidentemente la idea de un lugar próximo al Háides, y éste a su vez confina con el Tártaros(142), pudo creerse que [Hómeros] se sirvió de lo que había oído de Tartessós, asimilando este nombre al de Tártaros, para aplicarlo luego a la parte más alejada de las regiones subterráneas, no sin embellecerlo de mucha ficción, conforme al uso de los poetas. Así también, sabedor de que los kimmérioi(143) habitaban junto al Bósporos, en los lugares situados al Norte y al Poniente, los transportó al Háides, dejándose llevar en esto por el odio común de los íones(144) contra aquel pueblo, del que se dice invadió en tiempo de Hómeros, o poco antes, la Aiolís y la Ionía(145). Así, del mismo modo, tomando siempre sus fábulas de algún hecho real, identificó las Kyáneai con las Planktaí, imaginándolas como escollos peligrosos, a ejemplo de lo que dicen eran las Kyáneai, llamadas también Symplegádes(146), añadiendo por esto la navegación de Iáson(147) a través de ellas; igualmente el estrecho de las Columnas(3) y el de Sikelía(80) le sugirieron el mito de las Planktaí. Por todo ello, de la ficción del Tártaros aunque basada en datos falsos, podría creer cualquiera que [Hómeros] había conocido los lugares cercanos a Tartessós.

13. Pero es mejor aún lo que vamos a recordar: la expedición de Heraklés(20) y la de los phoínikes(148) a estos parajes diéronle [a Hómeros], de sus habitantes, la idea de un pueblo rico y de buena condición; así, pues, su sujeción a los phoínikes fue tan completa, que hoy día la mayoría de las ciudades de Tourdetanía y de las regiones vecinas están habitadas por aquéllos. Me parece cierto, asimismo, que Odysseús(149) llegase hasta aquí en su expedición, la cual le sirvió [a Hómeros] de pretexto para que, como en la Iliás, también en la Odýsseia(150) conviertiera lo histórico en narración fabulosa, según costumbre de los poetas. En efecto, no sólo se hallan vestigios de estas cosas en Italía, Sikelía y otros lugares, sino en Ibería, donde hay una ciudad de nombre Odýsseia(151), un templo Athená(152) y mil otros indicios de las andanzas del héroe y de los demás que sobrevivieron a la guerra troyana, tan funesta para los defensores como para los conquistadores de Troía. Efectivamente, no lograron sino una "victoria Kadmeía"(153) y, en cambio, perdieron sus casas, sin conseguir cada uno más que una pequeña parte de botín; así, pues, se vieron obligados a echarse a la piratería, tanto los héllenes(154) como los que habían escapado y sobrevivido a la destrucción de su patria, unos por valor, los otros por venganza. Porque cada uno se había dicho que es bochornoso estar largo tiempo lejos de los suyos y volverse de vacío(155) a ellos. Así, al lado de las andanzas de Aineías, de Anténor y de los Henetoí, la Historia ha registrado las de Diomédes, de Menélaos, de Menestheús(156) y de muchos otros. Ahora bien, instruido por la voz de la Historia de todas estas expediciones guerreras a las costas meridionales de Ibería, conocedor también de la riqueza de estas regiones y de los bienes de todas clases que poseen y que los phoínikes dieron a conocer [Hómeros], tuvo la idea de colocar aquí la mansión de las almas piadosas, y el "Elýsion Pedíon"(157) donde, según la predicción de Proteús, Menélaos debía vivir algún día: "En cuanto a vos [Menélaos], los inmortales os conducirán al Elýsion Pedíon, en los fines mismos de la Tierra: donde reina el rubio Rhadámanthys, donde los humanos gozan de una vida feliz al abrigo de la nieve, de la escarcha y de la lluvia, y donde desde el seno del Okeanós se levante el soplo armonioso y refrescante del Zéphyros."(158) La pureza del aire y la dulce influencia del zéphyros son, en efecto, caracteres propios del Ibería, que vuelta por completo al lado del Occidente, posee un clima verdaderamente templado. Además está situada en los últimos confines de la tierra habitada, es decir, en los mismos lugares donde la fábula -como hemos dicho- ha colocado el Háides; porque la mención de Rhadámanthys en los versos que preceden implica la vecindad de Mínos, y ya se sabe lo que dice [Hómeros]: "Allí vi a Mínos, el noble hijo de Zeús, que con su cetro de oro en la mano administraba justicia a los muertos.(159)" Poetas venidos después han imaginado cosas semejantes a éstas: el robo [por Heraklés] de los ganados de Geryónes(160), y la expedición con el fin de conquistar la manzana de oro de las Hesperídes(161), y estas islas de los Makáron(162), en las que reconocemos hoy algunas de las islas sitas no lejos de la extremidad de la Maurousía, que está frente a las Gádeira.

14. Pero las primeras noticias fueron debidas a los phoínikes, que dueños de la mejor parte de Ibería, de la Libýe, desde antes de la época de Hómeros, quedaron en posesión de estas regiones hasta la destrucción de su hegemonía por los rhomaíoi. En cuanto a las riquezas ibéricas, atestíguanlas también lo que dicen los escritores, que los karchedónioi, guiados en una expedición por Bárka(163), hallaron los pueblos de la Tourdetanía sirviéndose de pesebres y de toneles de plata; por ello podría preguntarse si no sería por su gran felicidad por lo que estos hombres tuvieron reputación de longevos, sobre todo sus reyes, y quie por ello Anakreón pudo decir en este pasaje: "Yo mismo no desearía ni el cuerno de Amalthíe ni reinar ciento cincuenta años en Tartessós." Heródotos recogió a su vez el nombre del rey, al que llama Arganthónios(164).

15. Tienen los tourdetanoí, además de una tierra rica, costumbres dulces y cultivadas, debidas a su vecindad con los keltikoí, o como ha dicho Polýbios, a su parentesco, menor, no obstante, para aquéllos, pues la mayor parte viven en aldeas. Sin embargo, los tourdetanoí, sobre todo los que viven en las riberas del Baítis, han adquirido enteramente la manera de vivir de los rhomaíoi, hasta olvidar su idioma propio; además, la mayoría de ellos se han hecho "latínoi", han tomado colonos rhomaíoi, y falta poco para que todos se hagan rhomaíoi(165). Las ciudades ahora colonizadas, como Paxaugoústa, entre los keltikoí; Augoústa Emérita, entre los tourdoúloi; Kaisaraugoústa, entre los keltíberes, y otras semejantes, muestran bien claro el cambio que se ha operado en su constitución política(166). LLámanse "togátoi"(167) a los íberes que han adoptado este régimen de vida; los keltíberes mismos son hoy día entre ellos, aunque hayan tenido fama en otro tiempo de ser más feroces. Tal es lo que tenía que decir de éstos.

CAPÍTULO 3:



1. Principiando de nuevo por el Hierón Akrotérion, la otra parte de la costa, la que se dirige hacia el Tágos, forma un golfo. Después viene el Ákra Barbárion(168), cercano a las bocas del Tágos, hasta el cual hay navegando en línea recta ...stadios. Aquí hay también esteros, de los que destacaremos uno que, partiendo del "pýrgos"(169), ya mencionado, penetra en más de cuatrocientos stadios, pudiendo llegar las naos hasta Salákeia(170). El Tágos, cuya amplitud en su desembocadura es de unos veinte stadios, tiene gran profundidad, pudiendo ser remontado por grandes naves de transporte. Como al inundarse las tierras vecinas en la pleamar se forman dos esteros de anchura de ciento cincuenta stadios, toda esta parte llana se halla abierta a la navegación. En el estero superior hay una isla de treinta stadios, aproximadamente, de larga y otro tanto de ancha, con olivos y viñas. Esta isla está cerca de Móron, ciudad bien situada sobre una montaña cercana al río y a distancia de unos quinientos stadios del mar, con ricos campos en sus alrededores y bien comunicada por vía fluvial, ya que las mayores naves pueden subir el río en buena parte, y más lejos por medio ya de barcos de ribera(171). Por encima de Móron es aún mayor la distancia navegable. En esta ciudad, Broútos el Kallaikós estableció sus bases de operaciones en las campañas contra los lysitanoí, a los que derrotó. Fortificó a Olysipón, en la orilla del río, con el fin de tener libre el paso y llevar los aprovisionamientos necesarios. Ambas ciudades son las más fuertes de cuantas se levantan en el Tágos(172). El río abunda extraordinariamente en peces y ostras. Nace entre los keltíberes y cruza por entre los ouéttones, karpetanoí y lysitanoí, corriendo hacia el Occidente equinoccial. Va paralelo al Ánas y al Baítis hasta cierto punto; luego sepárase de ellos, corriendo hacia la costa meridional(173).

2. De los pueblos que habitan en las partes dichas, los más meridionales son los oretanoí, que llegan hasta la costa comprendida dentro de las Columnas. Después de ellos están los karpetanoí, hacia el Septentrión, y más lejos los ouéttones y ouakkaíoi, por entre los que corre el Doúrios. En Akontía, ciudad de los ouakkaíoi(174), está el paso del río. Siguen, últimamente, los kallaikoí, que habitan en gran parte las montañas. Por haber sido difíciles de vencer, dieron su nombre al vencedor de los lysitanoí, y hoy la mayoría de los lysitanoí se llaman kallaikoí(175). Las ciudades principales de Oretanía son Kastoulón y Oría(176).

3. Al septentrión del Tágos se extiende la Lysitanía(129), la más fuerte de las naciones iberas y la que durante más tiempo luchó contra los rhomaíoi. Limitan esta región: hacia el lado Sur, el Tágos; por el Oeste y el Norte, el Océano, y al Este, las teirras de los karpetanoí, los ouéttones, los ouakkaíoi y los kallaikoí, por no citar sino los más conocidos. Los demás pueblos no son dignos de mención por su pequeñez y poca importancia; aunque, contrariamente a lo dicho, algunos autores modernos llaman a éstos también lysitanoí. Hacia la parte de Oriente los kallaikoí limitan con los ástoures(177) y con los [kelt]íberes, y los demás con los keltíberes. Su longitud es de trescientos stadios, y su anchura, muchos menor desde el lado oriental a la costa opuesta. La parte oriental es elevada y áspera, y la otra parte hasta el mar es llana, excepto algunas montañas de poca altura. Por esto Poseidónios dice que Aristotéles no piensa bien al suponer que este litoral y el de Maurousía es causa de los flujos y reflujos, ya que el mar baja y sube, porque como la costa es alta y escarpada, recibe y rechaza las olas con fuerza; pero hablando rectamente la verdad es todo lo contrario, pues las costas son en su mayor parte bajas y arenosas(178).

4. La región de que hablamos es rica y está regada por ríos grandes y pequeños que proceden de Oriente y corren paralelos al Tágos. La mayor parte de ellos son navegables y tienen gran cantidad de placeres de oro. De estos ríos los más conocidos, a partir del Tágos, son el Moúndas y el Ouakoúa, navegables sólo en corto trecho(179). Sígueles el Doúrios, de lejanas fuentes, que pasa junto a Nomantía y otras muchas ciudades de los keltíberes y ouakkaíoi. Los grandes navíos pueden remontarlo por espacio de unos ochocientos stadios(180). Después vienen otros ríos. Tras ellos el Léthes(181), llamado por unos Limaía y por otros Belíon. Éste también viene del país de los keltíberes y ouakkaíoi. Lo mismo pasa con el Baínis, llamado por otros Mínion, el mayor de todos los ríos de Lysitanía, e igualmente navegable en unos ochocientos stadios; Poseidónios dice que procede también del país de los kántabroi(199). En su desembocadura hay una isla con dos muelles, a los que pueden arrimar los barcos(182). Tiene una disposición natural digna de alabanza, pues los ríos éstos, encajados entre orillas tan altas, pueden contener las mareas ascendentes, evitando así los desbordamientos y las inundaciones de las tierras bajas. Aquí terminó la expedición de Broútos(172). Más adelante hay otros ríos que corren paralelos a los ya nombrados.

5. Los últimos son los ártabroi, que habitan cerca del cabo que llaman Nérion, donde se une el lado occidental y el septentrional. En sus cercanías se hallan también los keltikoí, parientes de los que viven sobre el Ánas. Éstos emprendieron con los tourdoúloi una campaña, y dicen que pasado el río Limaía desertaron; y como tras la reyerta adviniese la muerte de su jefe, permanecieron allí dispersos, lo que hizo que a este río se le llamase también Léthes(181). Los ártabroi tienen sus ciudades aglomeradas en la bahía, a la que los marineros que por allí navegan llaman "Puerto de los Ártabroi". Hoy día a los ártabroi se les llama también arotrébai(183). En la región sita entre el Tágos y el país de los ártabroi habitan unas treinta tribus. Esta región es naturalmente rica en frutos y en ganados, así como en oro, plata y muchos otros metales; sin embargo, la mayor parte de estas tribus han renunciado a vivir de la tierra para medrar con el bandidaje(184), en luchas continuas mantenidas entre ellas mismas, o atravesando el Tágos, con las provocadas contra las tribus vecinas. Pero los rhomaíoi, poniendo fin a este estado de cosas, las han obligado en su mayoría a descender de las montañas a los llanos, reduciendo sus ciudades a simples poblados, mejorándolos también con el establecimiento de algunas colonias entre ellos. El origen de tal anarquía está en las tribus montañesas, pues habitando un suelo pobre y carente de lo más necesario, deseaban, como es natural, los bienes de los otros. Mas como éstos, a su vez, tenían que abandonar sus propias labores para rechazarlos, hubieron de cambiar el cuidado de los campos por la milicia, y, en consecuencia, la tierra no sólo dejó de producir incluso aquellos frutos que crecían espontáneos, sino que además se pobló de ladrones.

6. Dicen que los lysitanoí son diestros en emboscadas y persecuciones, ágiles, listos y disimulados. Su escudo es pequeño, de dos pies de diámetro, y cóncavo por su lado anterior; lo llevan suspendido por delante con correas, y no tiene, al parecer, abrazaderas ni asas. Van armados también de un puñal o cuchillo; la mayor parte llevan corazas de lino, y pocos cota de malla y cascos de tres cimeras. Otros se cubren con cascos tejidos de nervios; los infantes usan "knemídes" y llevan varias jabalinas; algunos sírvense de lanzas con punta de bronce(185). Entre los pueblos que habitan sobre el río Doúrios dicen que hay algunos que viven al modo lacónico(186), y usan de aceite (?), calientan sus recipientes con piedras enrojecidas al fuego, se bañan en agua fría y no hacen más que una comida, mesurada y sencilla. Los lysitanoí hacen sacrificios y examinan las vísceras sin separarlas del cuerpo; observan asimismo las venas del pecho y adivinan palpando. También auscultan las vísceras de los prisioneros, cubriéndolas con "ságoi". Cuando la víctima cae por mano del "hieroskópos", hacen una primera predicción por la caída del cadáver. Amputan las manos derechas de los cautivos y las consagran a los dioses(187).

7. Todos los habitantes de la montaña son sobrios: no beben sino agua, duermen en el suelo, y llevan cabellos largos al modo femenino, aunque para combatir se ciñen la frente con una banda(188). Comen principalmente carne de cabrón; a Áres sacrifican cabrones, y también cautivos y caballos; suelen hacer hecatombes de cada especie de víctima, al uso griego, y por decirlo al modo de Píndaros, "inmolan todo un centenar". Practican luchas gýmnicas, hoplíticas e hípicas, ejercitándose para el pugilato, la carrera, las escaramuzas y las batallas campales. En las tres cuartas partes del año los montañeses no se nutren sino de bellotas, que, secas y trituradas, se muelen para hacr pan, el cual puede guardarse durante mucho tiempo. Beben "zýthos", y el vino, que escasea, cuando lo obtienen se consume en seguida en los grandes festines familiares. En lugar de aceite usan manteca(189). Comen sentados sobre bancos construidos alrededor de las paredes, alineándose en ellos según sus edades y dignidades; los alimentos se hacen circular de mano en mano; mientras beben, danzan los hombres al son de flautas y trompetas, saltando en alto y cayendo en genuflexión. En Bastetanía las mujeres bailan también mezcladas con los hombres, unidos unos y otros por las manos(190). Los hombres van vestidos de negro, llevando la mayoría el "ságos"(191), con el cual duermen en sus lechos de paja. Usan de vasos labrados en madera, como los keltoí(192). Las mujeres llevan vestidos con adornos florales. En el interior, en lugar de moneda practican el intercambio de especies o dan pequeñas láminas de plata recortadas(193). A los criminales se les despeña, y a los parricidas se les lapida, sacándolos fuera de los límites de su patria o de su ciudad. Se casan al modo griego. Los enfermos, como se hacía en la Antigüedad entre los assýrioi, se exponen en los caminos para ser curados por los que han sufrido la misma enfermedad(194). Antes de la expedición de Broútos, no tenían más que barcas de cuero para navegar por los estuarios y lagunas del país; pero hoy usan ya bajeles hechos de un tronco de árbol, aunque su uso aún es raro. Su sal es purpúrea, pero se hace blanca al molerla(195). Así viven estos montañeses, que, como dije, son los que habitan en el lado septentrional de Ibería; es decir, los kallaikoí, ástoures y kántabroi, hasta los ouáskones y el Pyréne, todos los cuales tienen el mismo modo de vivir(196). Podría hacer la lista de estos pueblos más larga; pero renuncio a una descripción aburrida, pues a nadie le agradaría oír hablar de los pleútauroi, bardyétai, allótriges, y otros nombres menos bellos y más ignorados(197).

8. Su rudeza y salvajismo no se deben sólo a sus costrumbres guerreras, sino también a su alejamiento, pues los caminos marítimos y terrestres que conducen a estas tierras son largos, y esta dificultad de comunicaciones les ha hecho perder toda sociabilidad y toda humanidad. Sin embargo, hoy el mal es menor gracias a la paz y a la llegada de los rhomaíoi. Allí donde estas dos ventajas no han penetrado, conservan un carácter más feroz y brutal, sin tener en cuenta que esta disposición natural entre la mayoría de ellos ha podido aumentarse por causa de la aspereza del país y el rigor del clima(198). Mas, repito, todas estas guerras están hoy día acabadas; los mismos kántabroi, que de todos estos pueblos eran los más aferrados a sus hábitos de bandidaje, así como las tribus vecinas, han sido reducidos por Sebastós Kaísar(199); y ahora, en lugar de devastar, como antes, las tierras de los aliados del pueblo romano, llevan sus armas al servicio de los mismos rhomaíoi, como acaece precisamente con los koniakoí(200) y con los plentouísoi, que habitan hacia las fuentes del Íber. Tibérios(201), además, por indicación de Sebastós Kaísar, su predecesor, ha enviado a estas tierras un cuerpo de tres legiones, cuya presencia ya ha hecho mucho no sólo pacificando. sino también civilizando una parte de estos pueblos.

CAPÍTULO 4:



1. Réstanos hablar ahora de la costa de Ibería, sita sobre Nuestro Mar desde las Stélai al Pyréne, y cuyas tierras interiores son de una anchura desigual y de una longitud poco mayor de cuatro mil stadios. La longitud de sus costas es dos mil stadios mayor, distribuyéndose así: el tramo de costa que va de Kálpe, cuyo monte está sobre las Stélai, hasta Karchedón Néa, mide una longitud de dos mil doscientos stadios, y en él viven la mayoría de los bastetanoí -a los que se les suele llamar también bástouloi- y una parte de los oretanoí; la randa costera que se extiende desde allí [Karchedón Néa] hasta el río Íber es casi igual en longitud y está ocupada por los edetanoí(202); tras del Íber hasta el Pyréne y los Trofeos Pompeianos(203) se extiende una faja litoral de mil seiscientos stadios, en la que viven parte pequeña de los edetanoí, coupando el resto los indikétai(204), que están divididos en cuatro grupos.

2. Partiendo de la región de Kálpe, cruza la Bastetanía y el país de los oretanoí una cordillera cubierta de densos bosques y corpulentos árboles, que separa la zona costera de la interior. En ella hay muchos lugares con oro y otros metales(205). En la costa, la primera ciudad es Málaka(206), que dista tanto de Kálpe como ésta de Gádeira; en ella hay un emporio(207), que usan los nomádes que viven en la costa opuesta, y grandes talleres de salazón(208). Algunos creen que es la misma Maináke(209), que la tradición dice haber sido la última de las ciudades de los phókaioi(210) hacia el Occidente; pero no es así, pues ésta se halla más lejos de Kálpe, y los vestigios de sus ruinas demuestran ser una ciudad griega, mientras que Málaka está más cerca y presenta planta fenicia(211). Sigue después la ciudad de los exitanoí(212), de la cual tamibén se alban sus salazones.

3. Después viene Ábdera(213), fundación de los phoínikes igualmente. Allende estos lugares, en la región montañosa, se dice está Odýsseia, y en ella el santuario de Athená, como atestiguan Poseidónios, Artemídoros y Asklepiádes el Myrleanós(214), que enseñó "grammatiké" en la Tourdetanía y publicó una descripción detallada de sus pueblos. Éste dice que en el templo de Athená había suspendidos escudos y espolones de navío en memoria de los viajes de Odysseús, y que algunos de los que hicieron la expedición de Teúkros vivían entre los kallaikoí, donde en otro tiempo hubo dos ciudades, una llamada Héllenes y la otra Amphílochoi, proque no sólo Amphílochos murió allí, sino que sus compañeros llegaron en sus andanzas hasta el interior del país. Y dice además que él había llegado a saber que algunos de los compañeros de Heraklés y los que partieron de Messéne colonizaron Ibería; añadiendo él mismo, y otros, que parte de Kantabría fue sojuzgada por los lákones. Aquí también está Okéllas, ciudad que se dice fue fundada por Okélla cuando Anténor(215) y sus hijos pasaron a Italía. En Libýe, si hemos de prestar crédito a las noticias de los comerciantes de Gádeira, como han hecho algunos que cita Artemídoros, más allá de la Maurousía, junto a los aithíopes occidentales, viven los "lotophágoi", así llamados porque como el "lótos", cierta hierba-raíz que les quita la sed y con la que no les falta el agua; este pueblo se extiende más allá de la región de Kyréne(216). Hay otros llamados también "lotophágoi", y son los que viven en Ménix, una de las dos islas sitas ante la pequeña Sýrtis.

4. No es de admirar que el poeta [Hómeros] describiese los viajes de Odysseús de una manera novelesca, suponiendo que la mayor parte de sus hazañas las había llevado a cabo más allá de las Stélai, en el Atlantikón Pélagos(217) (y no forja una fábula increíble, puesto que los lugares y demás circustancias aducidas por él, difieren en poco de los históricos); no fueron tampoco inhábiles los que, admitiendo la veracidad de estas narraciones y la ágil destreza del poeta, vertieron la poesía de Hómeros en la ciencia, tal como hizo Krátes el de Mallós y algunos otros. Pero hay quienes, entendiendo de un modo harto torpe la obra de aquél, no sólo la despojan de todo interés científico, como si el poeta hubiese sido un cavador o un segador, sino que juzgan de locos a los que intentan interpretarla; de tal modo, ninguno de los maestros de "grammatiké" o de ciencias se atrevieron a defender sus aseveraciones, o a rectificar lo que éstos decían, o a hacer cosa semejante; realmente, según mi parecer, muchas de las opiniones manifestadas pueden ser rebatidas o defendidas, sobre todo aquellas con las que Pythéas embaucó a sus seguidores, que desconocían los lugares sitos en el occidente y el septentrión del Océano(218). Más dejemos ya este tema, que requeriría un largo y especial tratado.

5. Es de creer que las emigraciones de los héllenes a los pueblos bárbaros tuvieron por causa su división en pequeños estados(219) y su orgullo local, que no les permitía unirse en un lazo común, todo lo cual les privaba de fuerza para repeler las agresiones venidas de fuera. Este mismo orgullo alcanzaba entre los íberes grados mucho más altos, a lo que se unía un carácter versátil y complejo. Llevaban una vida de continuas alarmas y asaltos, arriesgándose en golpes de mano, pero no en grandes empresas, y ello por carecer de impulso para aumentar sus fuerzas uniéndose en una confederación potente; así, pues, si hubieran logrado juntar sus armas, no hubieran llegado a dominar la mayor parte de sus tierras ni los karchedónioi, ni antes los tyrioi, ni los keltoí, los mismos que ahora se llaman keltíberes y bérones(220), ni el bandolero Ouríathos(221), ni Sertórios(222) tras él, ni ciertos otros celosos de ensanchar su poder. Luego vinieron a combatir a los íberes los rhomaíoi(29), venciendo una a una a todas las tribus, y aunque tardaron en ello mucho tiempo, acabaron, al cabo de unos doscientos o más años, por poner al país enteramente bajo sus pies. Y ahora, reanudo la descripción.

6. Tras de Ábdera está Karchedón Néa, fundación de Asdroúbas, sucesor de Bárka, padre de Anníbas, la más importante de todas las ciudades de esta zona. Tiene una situación fuerte, unas murallas bien construidas y está enriquecida por puertos, una laguna y por las minas de plata, de las que ya hemos hablado. En ella y en sus cercanías abundan los talleres de salazón(223); es el principal emporio para las mercancías que, llegando del interior, han de ser cambiadas por las que vienen del mar, y éstas por las que proceden de tierra adentro. Entre ella y la desembocadura del Íber, y a mitad de la distancia, se halla el río Soúkron, su desembocadura y la ciudad del mismo nombre; procede de la cordillera que domina a Málaka y la región de Karchedón; es vadeable y corre paralelo al Íber(224), pero algo más alejado de Karchedón que del Íber. Entre el Soúkron y Karchedón, no muy lejos del río, hay tres fundaciones de los massaliótai; de ellas la más conocida es Hemeroskopeíon, que tiene sobre el promontorio un santuario dedicado a Ártemis Ephesía, muy venerado; Sertórios estableció allí su base marítima. Es un lugar bien defendido y apto para nido de piratas; de lejos es visible para los que se acercan navegando. Su nombre es Diánion, es decir, Artemísion(225); en sus cercanías hay buenas minas de hierro y dos islas, la de Planesía y la Ploumbaría(226). Más arriba hay una laguna(227) de cuatrocientos stadios de perímetro. Arribando a Karchedón se ve al punto la isla de Heraklés, a la que llaman también Skombraría(228), de los escombros, que sirve para obtener el mejor "gáros"; se halla de Karchedón a veinticuatro stadios. Más atrás, al otro lado del Soúkron, yendo hacia las bocas del Íber, hállase Sagoúnton(229), fundación de los zakynthioi, que Anníbas, violando los tratados que había acordado con los rhomaíoi, destruyó, lo que dio origen a la segunda guerra contra los karchedónioi. En sus cercanías están las ciudades de Cherrónesos, Oléastron y Kartalías(230). Luego, en el paso del Íber, la colonia Dertóssa(231). El Íber, que tiene sus fuentes en el país de los kántabroi, fluye hacia el Mediodía por una gran llanura, corriendo su cauce paralelamente a los Montes Pyrenaíoi.

7. Entre las bocas del Íber y el extremo del Pyréne, allí donde se alzan los Exvotos de Pompéios(203), la primera ciudad es Tarrákon(232), que, aunque no tiene puerto, está levantada sobre un golfo y se halla bien acondicionada en las demás cosas, sin que su población sea menor que la de Karchedón. Encuéntrase también bien situada como centro para los viajes de los prefectos, pues sirve de metrópoli no sólo para las tierras sitas en la parte de acá del Íber, sino también para las de una gran parte de las del otro lado. Las islas Gymnésiai y Ébysos, islas famosas, se hallan cerca, lo cual explica la importancia de la situación de la ciudad. Dice Eratosthénes que también tiene una estación máritima; mas Artemídoros le contradice, negando que tenga un lugar propicio para echar el ancla.

8. Toda la costa, desde las Stélai hasta aquí, escasea en puertos; mas, desde este punto, los puertos son ya con frecuencia buenos, así como la tierra que habitan los leetanoí, lartolaiétai(233) y demás pueblos que ocupan esta zona hasta Empórion. Dicha ciudad es una fundación de los massaliótai y se halla sita a unos cuarenta stadios del Pyréne y de los límites entre la Ibería y la Keltiké. También es buena esta tierra y cotiene buenos puertos. Aquí está, asimismo, Rhóde(234), pequeña factoría de los emporítai, pero fundación, según algunos, de los rhódioi. Aquí, como en Empórion, se venera a la Ártemis Ephesía por los motivos que se dirán al hablar de Massalía. Primeramente los emporítai se establecieron en cierta islita cercana, que hoy llaman Palaiá Pólis; pero ahora viven ya en la tierra firme. La ciudad forma una "dípolis", dividida por un muro, porque en sus comienzos algunos indikétai que vivían en su proximidad, y con el fin de gozar con seguridad de su propia administración, quisieron tener un recinto separado del de los héllenes, el cual fue doble, pasando de por medio. Mas con el tiempo formaron una sola ciudad, mezclándose leyes helenas con bárbaras, tal como acaece en otros muchos lugares(235).

9. Cerca corre también un río cuyas fuentes están en el Pyréne y cuya desembocadura sirve de puerto a los emporítai. Los emporítai son diestros en teher el lino. Poseen las tierras del interior, de las cuales unas son buenas; otras no producen sino esparto, el junco palustre de menor utilidad, por lo que a esta llanura se la llama Iounkárion Pedíon(236). Parte de ellos habitan también lo que va desde los extremos del Pyréne hasta los Exvotos de Pompéios(203), lugar por donde pasa la vía quellaman "exterior" y que va de Italía a Ibería: concretamente, a la Baitiké. Esta vía se acerca a veces al mar; otras, se aleja de él, sobre todo en los tramos occidentales. TRas de los Trofeos de Pompéios va a Tarrákon, pasando por el Iounkárion Pedíon, por los béteres y el Marathónos Pedíon, así llamado en lengua latina por la gran abundancia del "márathon"(237) que allí crece. De Tarrákon va al paso del Íber, en la ciudad de Dertóssa; de aquí, por la ciudad de Sagoúnton y la de Saítabis(238), apártase paulatinamente de la costa, llegando luego al llamado "Spartárion(239) -como si nosotros dijéramos 'de schoínos'- Pedíon", un gran campo sin agua, donde crece abundantemente la especie de esparto que sirve para tejer cuerdas y se exporta a todos los países, principalmente a Italía. Antes la vía cruzaba por medio del "Campo [de esparto]" y por Egelástai(240); mas era difícil y larga. Ahora, por ello, transcurre junto a la marina y no cruza más que una pequeña parte del espartizal. Luego pasa, como la antigua vía, por Kastoulón y Oboúlkon, para seguir de allí el rumbo a Kórdyba y Gádeira, que son dos de los mayores centros comerciales. Oboúlkon dista de Kórdyba unos trescientos stadios. Dicen los historiadores que Kaísar tardó en llegar de Rhóme o Oboúlkon, donde estaba su ejército, veintisiete días, cuando llegó el momento de acometer la acción de Moúnda(241).

10. Tal es el aspecto que presenta en conjunto la costa desde las Stélai hasta los límites entre los íberes y los keltoí. En cuanto a la región interior, situada por encima de esta costa (aludo a la que se extiende tras los Montes Pyrenaíoi y la parte septentrional, hasta los ástyres), está bordeada principalmente por dos cordilleras: una, llamada Idoúbeda(242), corre paralela al Pyréne y comienza entre los kántabroi para terminar en las orillas de Nuestro Mar; la otra, que tiene el nombre de Orospéda(243), se deriva de la región media de aquélla, prolongándose hacia el Poniente, para inclinarse luego en dirección Sur hacia la costa que se inicia en las Columnas. Ésta, en sus comienzos, es poco elevada y desprovista de vegetación, cruzando el llamado Spartárion Pedíon; mas luego se entronca con la región selvosa sita tras la comarca de Karchedón y la zona cercana a Málaka(244). Entre el Pyréne y la Idoúbeda está el Íber, río que se desliza paralelamente a una y otra cadena, nutriéndose de los afluentes y otros cursos de agua que descienden de ellas. A orillas del Íber se alza la ciudad llamada Kaisaraugoústa(245) y la de Kélsa(246), una colonia por donde se cruza el río sobre un puente de piedra. Esta comarca está habitada por muchos pueblos, de los cuales el más conocido es el de los iakketanoí(247), cuyo territorio comienza en las estribaciones del Pyréne y se extiende por la llanura, llegando hasta los alrededores de Ílerda(248) y de Óska(249), ciudades pertenecientes a los ilergétai(250) y sitas no lejos del Íber. Ambas poblaciones, con Kalágouris(251), una de las ciudades de los ouáskones(252), y las zonas costeras de Tarrákon y Hemeroskopeíon, fueron testigos de los últimos esfuerzos de Sertórios tras de su expulsión de entre los keltíberes, y fue en Óska donde cayó asesinado. Más recientemente, en las cercanías de Ílerda, Aphránios y Petréios, lugartenientes de Pompéios, fueron derrotados por el divino Kaísar(253). Ílerda dista del Íber, para el que camina hacia el Oeste, ciento sesenta stadios; Tarrákon, unos cuatrocientos sesenta para el que va hacia el Sur, y Óska, quinientos cuarenta stadios para el que marcha hacia el Norte(254). Esta misma región está cruzada por la vía que parte de Tarrákon y va hasta los ouáskones del borde del Océano, a Pompélon(255) y a Oiáson(256), ciudad alzada sobre el ismo Océano. Esta calzada mide dos mil cuatrocientos stadios y se termina en la frontera entre Akyitanía e Ibería(257). Los iakketanoí están en la región donde poco ha lucharon Sertórios y Pompéios, y es en ella donde más tarde tuvo lugar la lucha de Séxtos, hijo del gran Pompéios, contra los lugartenientes de Kaísar. Después, por encima de la Iakketanía, en dirección al Norte, está la nación de los ouáskones(252), que tiene por ciudad principal a Pompélon, como quien dice "la ciudad de Pompéios"(255).

11. La vertiente ibérica del Pyréne tiene hermosos bosques de árboles de todas las especies, singularmente de hoja perenne. La vertiente céltica está desnuda; pero las zonas centrales contienen valles perfectamente habitables. La mayoría de ellos están ocupados por los kerretanoí(258), pueblo de estirpe ibérica, entre los que se hacen excelentes jamones, comparables a los cantábricos, lo que proporciona ingresos no pequeños a sus habitantes.

12. Más allá de la Idoúbeda comienza inmediatamente la Keltibería, región amplia y de vario aspecto, pero cuya mayor parte es áspera y está regada por ríos. Por ella cruzan, en efecto, el Ánas y el Tágos y una serie de otras corrientes, la mayor parte de las cuales van a dar en el Mar Occidental, tras surgir de la [Kelt]ibería; entre ellas está el Doúrios, que pasa cerca de Nomantía y de Sergontía(259). El Baítis, que tiene sus fuentes en la Orospéda, atraviesa la Oretanía, fluyendo hacia la Baitiké. Al norte de los keltíberes, lindando con los kántabroi-konískoi(260), habitan los bérones, nacidos también de la emigración céltica, y cuya ciudad principal es Ouáreia(261), sita junto a un puente que cruza el Íber; confinan también con los bardyétai, a los cuales se les llama hoy bardoúloi(262). Hacia el Oeste habitan algunas tribus de los ástyres(177), de los kallaikoí y de los ouakkaíoi, así como también parte de los ouéttenes y karpetanoí. Por la parte meridional están los oretanoí y todos aquellos pueblos que habitan la Orospéda(243); es decir, los bastetanoí y edetanoí. Hacia el Este se halla la Idoúbeda(242).

13. De las cuatro naciones en que están dividados los keltíberes, la más poderosa es la de los arouákoi(263), que habitan la región oriental y meridional y son limítrofes con los karpetanoí y vecinos de las fuentes del Tágos. La más famosa de sus ciudades es Nomantía, cuya virtud se mostró en la guerra de veinte años que sostuvieron los keltíberes contra los rhomaíoi; luego de haber destruido varios ejércitos con sus jefes, los nomantínoi, encerrados tras sus murallas, terminaron por dejarse morir de hambre, a excepción de los pocos que rindieron la plaza(264). Los loúsones(265), que pueblan la parte oriental, confinan también con las fuentes del Tágos. De los arouákoi son las ciudades de Segéda y de Pallantía(266). Nomantía dista unos ochocientos stadios(267) de Kaisaraugoústa que, como hemos ya dicho, se alza en la orilla del Íber. Tanto Segobríga como Bílbilis(268) son ciudades de los keltíberes; en los alrededores de la última lucharon Métellos y Sertórios. Polýbios, al hablar de los pueblos ouakkaíoi y keltíberes y de las localidades que les pertenecen, cita, entre otras ciudades, las de Segesáma e Interkatía(269). Poseidónios dice que Márkos Markéllos pudo sacar de la Keltibería un tributo de seiscientos "tálanta"(108), de lo que se puede deducir que los keltíberes eran muchos y dueños de abundantes bienes, aunque habitasen en una región tan poco fértil; pero también censura la afirmación de Polýbios, según el cual Tibérios Grákchos, dando el nombre de ciudades a simples torres, como se suele hacer en las pompas triunfales. Bien pudiera ser que tuviese razón, porque tanto los generales como los historiadores se dejan llevar a menudo a este género de mentiras, embelleciendo los hechos; así me parece que los que han contado más de mil ciudades en Ibería, lo han hecho por haber dado el nombre de ciudades a aldeas grandes, pues la naturaleza del país no es apta para dar vida a un gran número de ciudades, siendo como es sumamente mísera, de una situación excéntrica y de un aspecto inclulto; por otra parte, ni el género de vida de sus habitantes ni sus actividades (excepto, naturalmente, las ciudades sitas sobre la costa de Nuestro Mar) dan pie para ello. Los pobladores de las aldeas son salvajes y así son también la mayoría de los íberes; las ciudades mismas no pueden ejercer su influjo civilizador cuando la mayor parte de la población habita los bosques y amenaza la tranquilidad de sus vecinos(270).

14. Tras los keltíberes, y en dirección Sur, siguen los pueblos que habitan la Orospéda y las tierras que baña el Soúkron(224). Estos pueblos son: los edetanoí(202), hasta Karchedón, y los bastetanoí y oretanoí, hasta cerca de Málaka.

15. Los íberes, en sus guerras, han combatido, pudiéramos decir, como "peltastaí"(271), porque luchando al modo de bandoleros, iban armados a la ligera y llevaban sólo, como hemos dicho de los lysitanoí, jabalina, honda y espada. La infantería llevaba también mezcladas fuerzas de caballería; los caballos están habituados a escalar montañas y a flexionar rápidamente las manos a una orden dada en momento portuno. Ibería produce un gran número de rebecos y de caballos salvajes; en sus lagunas abundan también las aves, como cisnes y otras especies análogas, o como avutardas, que son muy numerosas. Los ríos crían castores; pero el castóreo de Ibería no tiene las mismas excelencias que el póntico, pues las propiedades medicinales no se hallan sin en el póntico, como acaece en otras muchas cosas más. Así, Poseidónios dice que el cobre chipriota es el único que da la piedra cadmía, el vitriolo azul y el "spóndion". Poseidónios añade, empero, que es sólo cosa propia de Ibería que las cornejas no sean negras, y que el pelo de los caballos de los keltíberes, que es atabanado, cambie de color al llegar a las zonas costeras de Ibería; agrega que se parecen a los caballos párticos, teniendo incluso mucha más velocidad y una más bella carrera(272).

16. Las raíces tintóreas abundan; el olivo, la vid(105), la higuera y otras plantas semejantes crecen cuantiosas en las costas ibéricas que bordean Nuestro Mar, y también en las del Exterior. En cambio, las costas septentrionales ribereñas del Océano carecen de ellas a causa del frío; en el resto del litoral faltan, más que por negligencia de los hobmres, que viven sin preocupaciones, porque dejan transcurrir su vida sin más apetencia que lo imprescindible y la satisfacción de sus instintos brutales. Si no se quiere interpretar como un regimen confortante de vida el que e laven con los orines guardados durante algún tiempo en cisternas, y que tanto los hombres como las mujeres de estos pueblos se froten los dientes con ellos, como hacen, según dicen, los kántabroi y sus vecinos. Esto, y el dormir en el suelo, en común, es propio de los íberes y de los keltoí(273). Según ciertos autores, los kallaikoí son ateos(274); mas no así los keltíberes y los otros pueblos que lindan con ellos por el Norte, todos los cuales tienen cierta divinidad innominada, a la que, en las noches de Luna llena, las familias rinden culto danzando, hasta el amanecer, ante las puertas de sus casas. Los ouéttones, que fueron los primeros que compartieron con los rhomaíoi la vida de campamento, viendo una vez a ciertos centuriones ir y venir en la guardia, como paseándose, creyeron que se habían vuelto locos y quisieron llevárselos a sus tiendas, pues no concebían otra actitud que la de estar tranquilamente sentados o la de combatir(275).

17. También podrían tenerse como formas bárbaras los ornamentos de algunas mujeres, ornamentos que describe Artemídoros(18). En ciertas regiones -dice- llevan collares de hierro con garfios que se doblan sobre la cabeza, saliendo mucho por delante de la frente; en estos garfios pueden, a voluntad, bajar el velo, que al desplegarlo por delante sombrea el rostro, lo que tienen por cosa de adorno. En otros lugares se tocan con un "tympánion" redondeado por la parte de la nuca y ceñido a la cabeza por la parte de las orejas, el cual disminuye poco a poco de altura y anchura. Otras se depilan la parte alta de la cabeza, de modo que resulta más brillante que la frente. Finalmente, otras se ciñen a la cabeza una pequeña columnilla de un pie de altura, alrededor de la cual enrollan sus cabellos, que luego cubren con un manto negro(276). Junto a estas extrañas costumbres, se han visto y se han dicho muchas cosas acerca de todos los pueblos ibéricos en general, y en particular de los septentrionales, y no sólo sobre su bravura, sino también sobre su dureza y su rabia bestial. Se cuenta, por ejemplo, que en las guerras de los kántabroi, las madres mataron a sus hijos antes de permitir cayesen en manos de sus enemigos. Un muchacho cuyos padres y hermanos habían sido hechos prisioneros y estaban atados, mató a todos por orden de su padre con un hierro del que se había apoderado. Una mujer mató a sus compañeras de prisión. Un prisionero que estaba entre guardianes embriagados, precipitóse en la hoguera. Todos estos rasgos se cuentan también de los pueblos keltikoí, thrákioi y skýthai; como es cosa común entre ellos, la valentía, no sólo en los hombres, sino también en las mujeres(277). Éstas cultivan la tierra; apenas han dado a luz, ceden el lecho a sus maridos y los cuidan(278). Con frecuencia paren en plena labor, y lavan al recién nacido inclinándose sobre la corriente de un arroyo, envolviéndole luego. Dice Poseidónios que en la nación ligura oyó referir a un cierto Charmóleos, ciudadano massalliota, huésped suyo, que habiendo tomado para cavar un campo a hombres y mujeres a jornal, una de éstas, que había sentido los anuncios del parto, por no perder el salario, se apartó cerca del lugar donde trabajaba, dio a luz y se volvió al punto a su tarea. [Charmóleos] se dio cuenta de que trabajaba con dificultad; pero no sospechaba la causa, hasta que lo supo luego de la jornada, y entonces la pagó y la despidió. Ella llevó al niño a la fuente, lo lavó, lo envolvió en lo que tenía y lo llevó a su casa salvo(279).

18. No es costumbre privativa de los íberes la de montar dos en un mismo caballo, de los cuales uno, llegado el momento del combate, lucha como peón. Ni tampoco es cosa exclusiva de ellos la plaga de ratas y las enfermedades epidémicas que por lo regular las siguen. Esto fue lo que advino a los rhomaíoi en Kantabría; hasta tal punto, que hubieron de dar a aquellos que las capturasen una prima a tenor del número de ratas presentadas, y aun así escaparon del peligro difícilmente. Ocurrióles también escasez de otras cosas, principalmente de trigo, teniendo que proveerse del de la Akyitanía(257), lo que se hacía penosamente por las dificultades del terreno. Se cuenta también de los kántabroi este rasgo de loco heroísmo: que habiendo sido crucificados ciertos prisioneros, murieron entonando himnos de victoria(280). Tales rasgos denotan cierto salvajismo en sus costumbres; mas otros, sin ser propiamente civilizados, no son, sin embargo, salvajes. Así, entre los kántabroi es el hombre quien dota a la mujer, y son las mujeres las que heredan y las que se preocupan de casar a sus hermanos; esto constituye una especie de "gynaikokratía#281"(281), régimen que no es ciertamente civilizado. Costumbre ibérica es también la de llevar un veneno obtenido de cierta planta parecida al apio y que mata sin dolor, con lo que tienen un remedio siempre pornto contra los acontecimientos imprevistos(282); igualmente es costumbre suya el de consagrarse a aquellos a quienes se unen, hasta sufrir la muerte por ellos(283).

19. Como he dicho, esta tierra la dividen algunos en cuatro partes; otros cuentan cinco divisiones. Pero a este respecto nada es posible precisar a causa de los cambios advenidos en ellos y de la falta de renombre de los lugares. En regiones bien conocidas y famosas se pueden saber los movimientos de población, las divisiones territoriales, los cambios de nombre y otras circunstancias análogas, porque de ello puede informarse mucha gente, principalmente los héllenes. Mas cuando se trata de regiones bárbaras y lejanas, pequeñas y subdivididas, los informes son ya poco seguros y escasos, y la ignorancia sobre ellas se acrece tanto más cuanto más lejanas están de los héllenes. Es cierto que los escritores romanos imitan a los griegos; pero no lo logran en mucho: traducen lo que han dicho los héllenes, sin mostrar por sí mismos una curiosidad muy despierta. Así, resulta que cuando faltan aquéllos, los otros no llenan el vacío. Por lo demás, la mayoría de los nombres geográficos en uso son de origen griego. Con el nombre de Ibería, por ejemplo, los antiguos [griegos] designaron todo el país, a partir del Rhodanós(284) y del isthmo que comprenden los golfos galáticos(448); mientras que los de hoy día colocan su límite en el Pyréne, y dicen que as designaciones de Ibería e Hispanía son sinónimas. Según otros, el nombre de Ibería no designó más que la región de la parte de acá del Íber, a cuyos habitantes, en un principio, llamaban iglétes(285) y ocupaban una región pequeña, al decir de Asklepiádes el Myrleanós. Los rhomaíoi han designado a la región entera indiferentemente con los nombre de Ibería e Hispanía, y a sus partes las han llamado ulterior y citerior, reservándose el modificarla aún si las circunstancias exigiesen una nueva división administrativa(286).

20. En este tiempo se han distribuido las provincias entre el pueblo y el Senado, por una parte, y el príncipe, por otra. La Baitiké se ha atribuido al pueblo, enviándose a ella un "praetor" asistido por un "quaestor" y un "legatus". Su límite oriental pasa por las cercanías de Kastoulón(88). El resto [de Ibería] pertenece al Kaísar, que envía en su representación dos "legati": el uno "praetorianus" y el otro "consularis". El "praetorianus", que se halla asistido, a su vez, por un "legatus", está encargado de administrar justicia a los lysitanoí, es decir, a la población comprendida entre las fronteras de la Baitiké y el curso del Doúrios hasta su desembocadura, porque toda esta parte ha recibido el mismo nombre y comprende también a Augoústa Emeríta(287). Todo lo que ahora está fuera de ella [de la Lysitanía], que es la mayor parte de Ibería, se halla bajo la autoridad del "legatus consularis", que dispone de fuerzas considerables: unas tres legiones(288) y tres "legati". Uno de ellos, a la cabeza de dos legiones, vigila toda la zona situada al otro lado del Doúrios, hacia el Norte, a cuyos habitantes se les llamaba antes lysitanoí, mas hoy día se les cita como kallaikoí(289); dentro de esta región se incluye la parte septentrional, con los ástyres y los kántabroi. A través de los ástyres fluye el río Mélsos; un poco más lejos está la ciudad de Noíga, y después, muy cerca de ella, una abra del Océano, que señala la separación entre los ástyres y los kántabroi(290). Toda la longitud de la cordillera, hasta el Pyréne, está bajo la inspección del segundo legado y de la otra legión. El tercero tiene a su cargo el interior de esta comarca, incluso a los que ahora llaman "togátoi", por ser gentes casi pacificadas, que parecen haber adquirido con la blanca vestidura el aire civilizado y hasta el tipo itálicos. Éstos son los keltíberes y los pueblos que residen en ambas orrillas del Íber, hasta la zona costera(291). El mismo "praefectus" reside, durante el invierno, en la región marítima, principalmente en Karchedón y en Tarrákon(292), en las que administra justicia; durante el verano recorre la provincia en viaje de inspección, enmendando los errores. Hay también procuradores del Kaísar elegidos entre los équites y encargados de distribuir a las tropas lo necesario para su mantenimiento.

CAPÍTULO 5:



1. De las islas cercanas a Ibería(293), las dos Pityoússai(294) y las dos Gymnésiai, llamadas también Baliarídes(295), se hallan situadas frente a la costa comprendida entre Tarrákon y el Soúkron, en la que se levanta Sagoúnton; las Pityoússai están más alejadas hacia alta mar, mientras las Gymnésiai yacen más hacia el Occidente; una de éstas llámase Ébousos(296) y tiene una ciudad del mismo nombre; boja cuatrocientos stadios, y su anchura y longitud son parejas. Ophioússa(297), que se halla cerca de ella, está desierta y es mucho menor. De las Gymnésiai, la mayor tiene dos ciudades, Pálma y Polentía, de las cuales Polentía se alza en la parte oriental, mientras la otra se levante en la occidental; la isla tiene una longitud algo menor de seiscientos stadios y una anchura de doscientos, aunque Artemídoros duplica estas dimensiones(298), tanto en la anchura como en la longitud; la isla menor(299) está separada unos [doscientos] setenta stadios de Polentía, y aunque es de una extensión mucho más reducida que la mayor, no cede a ella en lo tocante a riqueza; ambas son fértiles y poseen buenos puertos [?], bajo cuyas entradas hay escollos que deben prever los que vienen de la mar. Sus habitantes, gracias a las riquezas de los campos, son pacíficos, así como los que viven en Ébousos; mas la presencia entre ellos de algunos malhechores que habían hecho causa común como los piratas, comprometió a todos y fue motivo de la expedición de Métellos(300), en la que éste adquirió el sobrenombre de Baliarikós y fundó las dos ciudades ya mencionadas. No obstante sus sentimientos pacíficos, la defensa de su codiciada riqueza ha hecho de ellos los honderos más famosos, y dicen que esta destreza data, sobre todo, desde que los phoínikes ocuparon las islas(301). Dicen también que fueron los primeros hombres que vistieron el "chitón platýsemos#302"(302). En el combate se presentan sin ceñir, teniendo el escudo de piel de cabra en una mano y en la otra una jabalina endurecida al fuego; raras veces una lanza provista de una pequeña punta de hierro. Alrededor de la cabeza llevan tres hondas(*: el texto lleva interpolada esta aclaración, ajena, sin duda, a Strábon: "Hechas de "melánkranis", una especie de esparto del cual se hacen las cuerdas. Y por ello dice Philetás en Hermeneía(303): mugriento y con "chitón"(304) miserable; envuelve sus delgadas caderas con una mandil de junco negro, como si la cintura fuera ceñida con junco.") de junco negro, de cerdas o de nervios: una larga, para los tiros largos; otra corta, para los cortos, y otra mediana, para los intermedios. Desde niños se adiestran en el manejo de la honda(305), no recibiendo el pan si no lo han acertado antes con ella; por esto, Métellos, cuando navegando hacia las islas se acercó a ellas, mandó tender pieles sobre la cubierta de los navíos para defenderse de los tiros de honda. Introdujo tres mil colonos(306) sacados de entre los romanos de Ibería.

2. A la fertilidad de la tierra únese el no tener apenas animales dañinos; las mismas "liebrecillas"(110), según dicen, no son indígenas, sino descendientes de una pareja introducida de la tierra firme vecina; la especie se propagó en tal abundancia, que los habitantes, viendo derribadas sus moradas a causa de las glerías abiertas bajo tierra por ellas, y destruidos sus árboles, tuvieron, como ya hemos dicho, que pedir auxilia a los rhomaíoi; pero ahora la destreza adquirida en su caza no da lugar a que el mal se reproduzca, sino que los propietarios cultivan sus campos con fruto. Estas islas están situadas en la parte de acá de las llamadas Columnas Herákleias.

3. Junto a ellas(307) hay dos islotes, a uno de los cuales llaman isla de Hera(308); algunos llámanlos también "Stélai". Fuera de las Columnas están las Gádeira(309), de las cuales no dijimos más sino que distaban de Kálpe unos setecientos cincuenta stadios; se hallan cerca de la desembocadura del Baítis. Pero hay mucho más que hablar de ellas. En efecto, sus habitantes son los que navegan en más y mayores naves, tanto por Nuestro Mar como por el Exterior; y puesto que no habitan una isla grande ni dominan extensas tierras en la parte opuesta de la costa firme, ni poseen otras islas, la mayoría viven en la mar(310), siendo pocos los que residen en sus casas o están en Rhóme, podría pasar por la ciudad más poblada del orbe, pues he oído decir que en un censo hecho en nuestro tiempo fueron contados hasta quinientos caballeros gaditanoí(311), más que cualquier otra ciudad de los italiótai(312), excepto la de los pataouinoi(313); a pesar de este número, su isla no mide más de cien stadios de longitud, siendo su anchura a veces de un stadio(314). En un principio vivían en una ciudad muy pequeña(315); mas Bálbos el Gaditanós(316), que alcanzó los honores del triunfo, levantóles otra que llaman "Nueva"; de ambas surgió Didýme(317), cuyo perímetro, aunque no pasa de veinte stadios(318), es lo suficientemente grande para no sentrise agobiada de espacio; efectivamente, en ella residen pocos, ya que la mayoría pasan en la mar gran parte del tiempo(310), o viven en la tierra firme frontera, y sobre todo en la vecina islita, porque ésta es fértil; tanto es así que, agradándoles el lugar, han hecho de la islita una como "antípolis#319"(319) de Didýme; pero en proporción son pocos los que habitan en ella y en el arsenal(320) que les ha construido Bálbos en la tierra firme frontera. La ciudad yace en la parte occidental de la isla, y cerca de ella, en la extremidad que avanza hacia el islote, se alza el Krónion(321). El Herákleion(322) está en la otra parte, hacia el Oriente, en el lugar donde la isla se acerca más a la tierra firme, de la que no está separada más que por un canal de un stadio de ancho. Dicen, además, que la ciudad dista del santuario doce millas(323); esto es, un número de millas igual al de los trabajos [de Heraklés]; pero, en verdad, la distancia es algo mayor: tanta como es de larga la isla midiendo la longitud de ella desde su extremo occidental hasta el oriental.

4. Para Pherekýdes(324), parece ser que las Gádeira son Erýtheia(325), en la que el mito coloca los bueyes de Geryónes(326); mas, según otros, es la isla sita frente la ciudad, de la que está separada por un canal de un stadio(327). Justifican su opinión en la bondad de los pastos y en el hecho de que la leche de los ganados que allí pastan no hace suero. En efecto, es tan grasa que para obtener queso hay que mezclarle mucya agua, y si no se sangrasen las bestias cada cincuenta días, se ahogarían. La hierba que pacen es seca, pero engorda mucho; de ello deducen haberse formado la fábula de los ganados de Geryónes. En general, todo el litoral está habitado(328).

5. Sobre la fundación de Gadeira, he aquí lo que dicen recordar los gaditanoí: que cierto oráculo mandó a los tyrioi(329) fundar un establecimiento en las Columnas de Heraklés; los enviados para hacer la exploración, llegaron hasta el estrecho que hay junto a Kálpe, y creyeron que los promontorios que forman el estrecho eran los confines de la tierra habitada y el término de las empresas de Heraklés; suponiendo entonces que allí estaban las columnas de que había hablado el oráculo, echaron el ancla en cierto lugar de más acá de las Columnas, allí donde hoy se levanta la ciudad de los exitanoí(330). Mas como en este punto de la costa ofreciesen un sacrificio a los dioses y las víctimas no fueran propicias, entonces se volvieron. Tiempo después, los enviados atravesaron el estrecho, llegando hasta una isla consagrada a Heraklés, sita junto a Ónoba, ciudad de Ibería, y a unos mil quinientos stadios(331) fuera del estrecho; como creyeran que estaban allí las Columnas, sacrificaron de nuevo a los dioses; mas otra vez fueron adversas las víctimas, y regresaron a la patria. En la tercera expedición fundaron Gádeira, y alzaron el santuario en la parte oriental de la isla, y la ciudad en la occidental(332). Por esto unos creen que los promontorios que forman el estrecho son las Columnas, mientras que otros las identifican con las Gádeira, habiendo quien cree que están fuera, más lejos que las Gádeira. Por otra parte, algunos suponen que las Stélai son Kálpe y el monte Abílix, que se alza frente a él por la parte de Libýe, el cual, según dice Eratosthénes, está en Metagónion(333), región ocupada por pueblos nomádes(207); otros, a su vez, creen que son las dos islitas próximas, a una de las cuales llaman isla de Hera(308). Artemídoros menciona también esta isla de Hera, así como su santuario; pero no dice haya otra isla, ni una montaña de nombre Abílix, ni un pueblo metagónion. Algunos también trasladan aquí las Planktaí y las Symplegádes(334), creyendo que son éstas las Stélai, a las que Píndaros llama "Pýlai Gadeirídes"(335), diciendo ser los últimos hitos de las empresas de Heraklés. Por otra parte, tanto Dikaíarchos(336), como Eratosthénes, como Polýbios y como la mayoría de los autores griegos, aseguran que las Columnas están en el estrecho. Los íberes y los líbyes aseveran que están en Gádeira, y sostienen que no hay nada en las orillas del estrecho que se asemeje a columnas. Otros dicen reconocerlas en las columnas de bronce, de ocho codos de altura, del Herákleion(322), que se alza en Gádeira, y en las cuales se han inscrito los gastos de la construcción del santuario; como los que han terminado su navegación van a ellas y sacrifican a Heraklés, ello pudo dar lugar a la fama de que allí estaba el fin de la tierra y del mar. Para Poseidónios, esta opinión es la más verosímil de todas; pero en lo que se refiere al oráculo y a las varias expediciones, dice ser mentiras fenicias. Mas, sobre dichas expediciones, ¿qué se podría afirmar, en pro o en contra, siendo unas razones y otras igualmente admisibles?; pero, en cambio, la objeción de que las islitas o las montañas no se parecen en nada a las columnas, y que hay que entender como columnas verdaderas las que se han dicho de los términos de la tierra habitada y de los viajes de Heraklés, parece no estar desprovista de razón. Fue, en efecto, costumbre antigua levantar hitos terminales de este tipo, tal como la pequeña columna en forma de torrecilla alzada por los rhegínoi(337) en el estrecho [de Messina], y el llamado torreón del Péloron, que se yergue frente por frente; o, por ejemplo, los llamados "Bómoi Philaínon", alzados hacia la mitad del intervalo que separa a las Sýrteis(338); otro testimonio más es la columna que se levantaba hace poco, según se recuerda, en el isthmo de Kórinthos(339), y que los íones, convertidos en dueños del Attiké(340) y de la Megarís(341), tras su expulsión del Pelopónnesos(342), costruyeron a medias con los nuevos poseedores, escribiendo en el haz que mira a la Megarís: Esto no es el Pelopónnesos, sino la Ionía; y en la faz opuesta: Esto es el Pelopónnesos, y no la Ionía. Añadamos que Aléxandros, para señalar el término de su expedición a la Indiké, levantó altares terminales en los mismos lugares hasta donde alcanzó en su ruta hacia el oriente de los indoi, imitando así lo que hicieron Heraklés y Diónysos(343). Esto era, por tanto una costumbre.

6. Es natural suponer también que los lugares donde fueron erigidos tales monumentos tomasen sus mismos nombres, sobre todo después que el tiempo destruyese los hitos terminales en ellos alzados. Los "Philaínon Bómoi", por ejemplo, no existen hoy día, pero el lugar donde se erigieron conserva su nombre; tampoco se han visto en la Indiké columna alguna de Heraklés ni de Diónysos, y ha podido ocurrir que el nombre y el aspecto de ciertos lugares recordase a los makedónes(344) tal o cual detalle de la historia de Diónysos o de la de Heraklés, haciéndoles creer, por tanto, estaban allí las columnas. Se puede suponer que los primeros conquistadores han querido señalar el término de sus viajes alzando, de mano del hombre, altares, torres o columnas en los lugares más notables del lejano país adonde habían llegado (sitios excelentes para señalar el comienzo y el fin de una tierra son los estrechos, las orillas que los limitan y los islotes); cuando estos monumentos construidos por seres humanos hubieron desaparecido, su nombre habría pasado a los lugares, ya fueran aquellas pequeñas islas de que hemos hablado, ya los promontorios que forman el estrecho. Es difícil decidir, empero, a quién de los dos accidentes conviene mejor, ya que ambos pueden semejar columnas; y digo semejar, porque se alzan en lugares que evidentemente parecen confines, de donde llaman "boca" no sólo a este estrecho, sino a otros; tal boca es principio para el que entre navegando y fin para el que sale. Las dos islitas colocadas en la boca, como tienen una silueta clara y bien dibujada, cualquiera las podría confundir, no sin razón, con columnas; así acaece también con las montañas que se alzan sobre el estrecho y con sus cúspides, que semejan ser columnas más o menos grandes. Si, como se pretende, las columnas [de Heraklés] se alzan sobre la boca del estrecho, Píndaros dice bien al llamarlas "Puertas Gadeirídes", pues las bocas, en efecto, parecen puertas. Sin embargo, las [islas de] Gádeira no se hallan en un lugar tal que denuncien marcar un término, sino que, por el contrario, se yerguen en medio de una amplia costa abierta en forma de golfo; es más, me parece menos razonable todavía el relacionarlas con las columnas que están en el Herákleion(322), pues la fama de este nombre más bien procede de conquistadores que de mercaderes, lo mismo que ocurre con las columnas alzadas en la Indiké. Por otra parte, la inscripción que estas columnas muestran, no es una dedicatoria piadosa, sino una relación de gastos; ello testifica en contra de aquella suposición, pues es de pensar que las columnas de Heraklés sean monumentos conmemorativos de las grandes empresas del héroe, y no lista de los dispendios fenicios.

7. Según Polýbios, hay en el Herákleion de Gádeira una fuente de agua potable, para bajar a la cual hay que descender algunos peldaños; su régimen es inverso al del mar, ya que desciende en la marea alta y se llena en la baja. Explica el hecho diciendo que como el aire sube del interior de la tierra a la superficie, cuando ésta se ve cubierta por la marea alta se cierran las vías habituales de salida, obligando entonces al aire a volverse hacia adentro, lo que obstruye los conductos de la fuente y da lugar al corte del caudal; descubierta de nuevo la superficie y libres ya las venas de la fuente, el agua brota entonces copiosa. Artemídoros contradice esta explicación y al mismo tiempo da su parecer, recordando también la opinión del escritor Silanós(345); pero a mí no me parecen dignas de ser aquí recogidas, puesto que tanto éste como Silanós son incompetentes en esta materia. Poseidónios declara, por su parate, que estas cosas son falsas, y dice que hay dos pozos en el Herákleion, el más pequeño, como continuamente se le saca agua, se va agotando al mismo tiempo, llenándose de nuevo al cesar en su extracción; el mayor tiene agua durante el día; pero, como todos los demás pozos, disminuye al extraerla, llenándose de noche porque nadie la saca. Puesto que el reflujo coincide a menudo con el momento en que este pozo se llena, las gentes del país han podido creer en una oposición entre el régimen de dicha fuente y el fenómeno de las mareas. Al menos [Poseidónios] atestigua la creencia general del hecho en cuestión; por mi parte, lo he sacado de entre el número de las cosas maravillosas. Hemos oído decir también que hay pozos en los huertos de las afueras de la ciudad y dentro de ella misma; pero por la mala calidad del agua, aquí se suele preferir la de las cisternas(346). Si hay también otros pozos que apoyen la suposición de un régimen inverso al de las mareas, no lo sabemos. Por lo demás, suponiendo que las causas fueran las dichas, habría que considerar el caso como difícil de resolver. Es probable que sean ésas las causas, según dice Polýbios, como lo es también que algunas de las venas que alimentan la fuente se dilaten, desaguando por los lados en lugar de impulsar sus aguas por las vías ordinarias hasta la fuente; ello es inevitable cuando en la marea alta las olas lo invaden todo. Si es verdad, además -como pretende Athenódoros(347)-, que el flujo y reflujo de la mar es semejante a la inspiración espiración de los animales, podría ocurrir entonces que algunos cursos de agua broten naturalmente a la superficie de la tierra a través de ciertos conductos, cuyas bocas llamamos fuentes o manantiales, mientras que otros vayan a dar a las profundidades del mar; las aguas de estos conductos submarinos se levantan con el mar cuando éste sube en su espiración, abandonando entonces sus conductos habituales; pero se vuelven nuevamente hacia sus vías acostumbradas cuando el mar, a su vez, comienza a refluir(348).

8. Pero no sé por qué Poseidónios, que en ocasiones presenta a los phoínikes como gente aguda, les atribuye aquí más estupidez que sagacidad. Es sabido que la duración de un día y de una noche corresponde a una revolución completa del Sol, y que durante esta revolución se encuentra éste una vez debajo y otra encima de la Tierra. Ahora bien, dice [Poseidónios] que el movimiento del Océano es como el curso de los astros; es decir, que se halla sometido a una marcha periódica, y tiene, como la Luna y armónicamente con ella, un período diurno, un período mensual y otro anual; añade que cuando la Luna ha recorrido toda la extensión de un signo por encima del horizonte, la mar comienza a elevarse e invade las orillas, como puede comprobarse por los mismos sentidos, hasta el momento en que el astro toca el meridiano; y que cuando el astro declina, la mar se retira poco a poco hasta que la Luna no dista de su ocaso sino un solo signo. El mar queda entonces estacionado todo el tiempo que tarda la Luna no sólo en alcanzar su ocaso, sino también en recorrer el espacio de un signo por devbajo del horizonte; después el mar reanuda su subida hasta que la Luna toca el meridiano inferior, retirándose de nuevo hasta el momento en que la Luna -que avanza hacia Levante- se halle a la distancia de un signo del horizonte. Finalmente, la mar permanece estacionada hasta que el astro se ha elevado un signo por encima del horizonte, para comenzar de nuevo a subir. Tal es [según Poseidónios] el fenómeno de la marea en el período de un día. En cuanto al período mensual, las más fuertes mareas de una lunación coinciden con el momento de la conjunción, tras la cual disminuyen hasta que la Luna llega a su primer cuarto; luego aumentan de nuevo en intensidad hasta el plenilunio, y disminuyen durante el resto de su curso hasta el último cuarto, al cual sucede una nueva crecida hasta la conjunción siguiente, una crecida mayor, tanto en duración como en velocidad(349). En cuanto al fenómeno de las mareas en un período anual, [Poseidónios] dice que lo aprendió en Gadeira, donde le enseñaron(350) que hacia el solsticio de verano, las mareas altas y las bajas eran más fuertes que durante el resto del año, y supo por sí mismo que a partir de este solsticio las mareas disminuían de altura hasta el equinoccio, para volver a aumentar hasta el solsticio de invierno y disminuir otra vez hasta el equinoccio de primavera, para volver a acrecer de nuevo hasta el solsticio de verano. Con estos movimientos periódicos de la mar, que se reproducen todos los días y noches, el mar sube dos veces y baja otras dos en intervalos regulares, tanto diurnos como nocturnos. Y ahora, volviendo al problema del pozo, ¿cómo es posible que el reflujo marino coincida corrientemente con el momento en que el pozo en cuestión se halla lleno, y raramente con su momento de vacío, o, si se quiere, no con tanta frecuencia como el otro? Y si se supone una coincidencia tan frecuente en un caso como en otro, ¿cómo ocurre que los gadeirítai no hayan sido capaces de observar lo que pasaba a diario y ante sus ojos, cuando habían sabido reconocer la periodicidad de las mareas por la observación paciente de un hecho que no se producía más que una sola vez por año? Porque no se puede dudar que [Poseidónios] les presta creencia, ya que de ellos saca su hipótesis sobre el descenso y ascenso sucesivo de las mareas en el intervalo de un solsticio a otro y sobre la vuelta a estas mismas variaciones. No es verosímil, empero, que siendo [los gadeirítai] tan observadores, no hayan advertido los hechos reales y hayan supuesto como verdades cosas no ocurridas.

9. Mas [Poseidónios] dice que, según Séleukos(351), escritor oriundo de las orillas del mar Erýthras(352), las mareas pueden ser irregulares o regulares, según que los signos se hallen en una fase o en otra; que cuando la Luna está en el signo equinoccial, las mareas ofrecen las mismas apariencias en todo lugar, mientras que se observan irregularidades en su amplitud y velocidad cuando la Luna se encuentra en el signo de solsticio; y que cuando está en uno de los signos intermedios, son irregulares o regulares, según que el astro se halle más próximo a los signos solticiales o a los equinocciales. [Poseidónios] dice que, en efecto, habiendo pasado varios días en el Herákleion de Gádeira durante el solsticio de verano, y cuando la Luna estaba en su plenitud, no pudo sorprender en las mareas ninguna de estas diferencias que señalan el período anual, aunque sí pudo observar, durante el novilunio del mismo mes, que en el reflujo del Baítis, en Ílipa, se operaba un cambio grande en relación con lo que había visto anteriormente: las aguas del río, que de ordinario no llegaban siquiera a la mitad de la altura de las orillas, crecieron entonces de tal modo, que los soldados podían hacer aguada en ellas mismas (Ílipa está a unos setecientos stadios(353) del mar). Del mismo modo, añade [Poseidónios], mientras que las llanuras litorales estaban anegadas por la marea alta hasta una distancia en el interior de treinta [¿cincuenta?] stadios(354) -hasta el punto de formar islas-, la mar había cubierto diez codos(355) de altura de los fundamentos en que se alza la nave del Herákleion y de la escollera que precede al puerto de Gádeira. Ahora bien; si duplicásemos la altura para el caso en que esta misma marea se eleve aquí aún más, ello no equivaldría todavía a la altura que representa la distancia alcanzada por las aguas en la llanura del litoral. Tales anomalías suelen producirse, según se dice, en toda la extensión de las costas oceánicas. Lo mismo dice respecto al Íber, en el que se observan crecidas que advienen sin lluvias ni nieves, pero sí bajo la frecuencia de los vientos del Norte. La causa puede ser el gran lago(356) del cual fluye el río, una parte de ciuyas aguas, empujadas por el viento, se escapan de él al tiempo de las fluviales.

10. [Poseidónios] habla también de que en Gádeira hay un árbol(357) cuyas ramas se curvan hacia el suelo, y sus hojas, a veces de un codo de largas y de una anchura de cuatro dedos, presentan la forma de una espada. Después habla de otro árbol(358) de Néa Karchedón, de cuyas espinas se extrae una corteza fibrosa que sirve para hacer magníficos tejidos. Nosotros hemos visto en Aígyptos(359) un árbol que semeja al de Gádeira por la curvatura de sus ramas, aunque la forma de las hojas no es ciertamente la misma ni daba frutos, mientras que éste, dice [Poseidónios], los da. Por lo que atañe a tejidos de corteza de espina, se hacen también en Kappadokía(360), si bien la espina cuya corteza se emplea no es la de un árbol sino la de un arbusto enano. Sobre el árbol de Gádeira se añde esta circunstancia: que si se le corta una rama, exuda leche; mietras si es una raíz, destila un licor rojo. Esto es lo que hay de Gádeira.

11. Las [islas] Kattiterídes(361) son en número de diez, todas ellas muy cercanas entre sí y sitas hacia el norte del "Puerto de los Ártabroi(183)", en plena mar. Una de ellas está desierta; las demás están habitadas por hombres que visten mantos negros y llevan encima túnicas talares sujetas alrededor del pecho, y que caminan con báculos, asemejándose por ello a las Poinaí(362) de la tragedia. Viven, en general, del producto de sus ganados, a la manera de los pueblos nómadas. Tiene metales de estaño y plomo, y los cambian, así como las pieles de sus bestias, por cerámica, sal y utensilios de bronce que les llevan los mercaderes(363). En un principio este comercio era explotado únicamente por los phoínikes desde Gádeira, quienes ocultaban a los demás las rutas que conducían a estas islas. Cierto navegante, viéndose seguido por los rhomaíoi, que pretendían conocer la ruta de estos emporios, varó voluntariamente por celo nacional en un bajo fondo, donde sabía que habrían de seguirle los rhomaíoi; pero habiendo logrado salvarse él de este naufragio general, le fueron indemnizadas por el Estado las mercancías que perdió. Pero los rhomaíoi, a fuerza de numerosos intentos, acabaron por descubrir la ruta de estas islas. Fue Póplios Krássos el que pasó el primero y conoció el poco espesor de los filones y el carácter pacífico de los habitantes, dando luego todas las indicaciones para facilitar la libre práctica de estos parajes, más alejados de nosotros que lo que está el Mar de Bretannía(364).

Esto es lo que hay de Ibería y de las islas sitas en sus cercanías.

-1. Strábon dedica el Libro III a la Península Ibérica. Los dos anteriores sirven de introducción a la parte descriptiva y monográfica, que comienza por el extremo occidental de España.

-2. El nombre de "Ibería" es el acostumbrado entre los griegos desde tiempos remotos. Procede del de un
río Íber, que acaso no fue en un principio el Ebro, sino uno homónimo de la región de Huelva, donde ciertos textos de muy viejo origen citan un río Iberus, y un pueblo, al que llaman Ibero. Tanto los griegos como los púnicos conocieron antes y mejor las costas meridionales de la Península que las levantinas. En las meridionales les atraía la riqueza minera. El nombre latino de Hispania (de donde el actual de España) es, al parecer, de origen púnico; alude a la abundancia de conejos, que tanto sorprendió a los mismos griegos y romanos (Stráb., III, 2, 6, y III, 5,2). La voz fenicia i-shepham-im, de la que se supone derivaría, pudo significar "costa o isla de los conejos". La H de Hispania es añadido romano, como es en Hiberia y en Híspalis. Los romanos debieron usar de tal nombre por influjo de sus vecinos los carthagineses.
José R. Pellón

-3. Stélai, se sobrentiende Herákleioi o Herakléous (de Hércules), es el nombre con que los griegos conocían de antiguo el Estrecho de Gibraltar. Stélai significa columnas; de ahí el nombre latino de Columnae Herculis=Columnas de Hércules. Se suponía que aquí alzó Heraklés (Hércules) dos columnas, una enfrente de la otra, como término de sus hazañas legendarias por extremo occidental del mundo. En lo sucesivo nosotros, respetando el texto original, preferiremos el término Stélai al de Columnas, y desde luego al de Estrecho de Gibraltar, designación muy posterior que procede de las voces árabes "Gabal" y "Tarik", es decir, "montaña de Tarik", uno de los generales que entraron por allí en España cuando la invasión mahometana (Siglo VIII).

-4. De aquí procede la comparación de la Península a una piel de toro, tantas veces repetida. Strábon alude dos veces más a ella (II, 1, 30, y II, 5, 27). Para el texto que sigue, en el que se dan las medidas fundamentales de la Península, véase el mapa, y téngase en cuenta que cada stadio equivale casi a 185 metros. La orientación de los Pirineos es para Strábon de Norte a Sur, lo que es evidentemente erróneo, así como la anchura del isthmo, que en realidad es de unos 390 kilómetros en lugar de 555. El resto es más exacto. Nótese que el carácter peninsular está bien apreciado (nota 139).

-5. Pyréne llamaban los griegos (en singular) a los montes Pirineos. En la zona del Cabo de Creus hubo una ciudad de nombre Pyréne. Los griegos creyeron que derivaba de "pyr"=fuego, creándose alrededor de esta falsa etimología la leyenda de que una vez se incendiaron sus bosques, manando de la tierra plata fundida (nota 123).
José R. Pellón

-6. Keltiké, la región céltica, en este caso Francia.
José R. Pellón

-7. Mar Nuestro y Mar Interior, el Mediterráneo, por contraposición al Mar Exterior o Mar de Afuera, el Atlántico (así llamado también algunas veces). En latín, Mare Nostrum; la designación no tiene, pues, un valor posesivo, sino locativo (vide notas 94 y 217).

-8. Véase IV, 1, 6.

-9. Hierón Akroterión, o Cabo Sagrado, el Cabo de San Vicente, donde termina el Algarve. Los antiguos creyeron siempre que era el extremo más occidental de Europa, siéndolo, en realidad, el Cabo Roca, al Oeste de Lisboa, aunque con pequeña diferencia, que explica el error.

-10. Ártabroi, pueblo que ocupaba parte de la actual provincia de la Coruña (véase nota 183).

-11. El Cabo Nérion, en la región de los ártabroi (nota 183).

-12. Con la palabra "oikouméne" designaban los griegos la parte de las tierras que sabían habitadas y, por extensión, el mundo conocido en general. Európe es la designación griega para Europa (latín y castellano). Se ignora el verdadero origen de tal nombre. La leyenda griega hizo de Európe la hija de Agénor, un rey fenicio; Zeús (el Júpiter latino), adoptando la forma de un toro, la raptó, llevándola sobre su grupa y por encima del mar hasta Creta, isla del Egeo. Por esto recibió esta parte de la "oikouméne" el nombre que hoy lleva.

-13. Libýe, nombre que los griegos daban a toda el África, singularmente a la zona Norte, mediterránea.

-14. Íberes, los iberos en general.
José R. Pellón

-15. Mauroúsioi, los moros o habitantes de Maourousía o Marruecos (véase comentario 457).

-16. 1.500 stadios= unos 277 kilómetros, lo que conviene casi exactamente con la realidad.

-17. Cuneus, igual al griego "sphén"=cuña.

-18. Artemídoros, una de las fuentes más importantes de Strábon. Vino a España hacia el año 100 a. de J. C.

-19. "Epotídes", pieza de madera que formaba en los navíos griegos como dos orejetas salientes a ambos lados de la proa.

-20. Hércules.
José R. Pellón

-21. Éphoros, célebre historiador nacido en Kýme, de Asia Menor, hacia el año 408 a. de J. C. Fue autor de la primera historia general de los griegos, que dividió en 30 libros; recogía noticias muy viejas y a menudo ya corruptas. Así son, por lo general, las referentes al extremo occidental, en particular las de España. Termina la obra hacia el 330, fecha en que debió morir. Strábon lo cita varias veces.

-22. Poseidónios. Fue una de las grandes mentalidades de la época helenística. Militó entre los estoicos, ejerciendo gran influjo sobre sus secuaces romanos. Nació en Apámeia, en Syria; pero se hizo ciudadano de Rhódos, donde en el 78 a. de J. C. tuvo como oyente a Cicero. Fue visitado también por Pompeius. Sus preocupaciones de todo orden, y en nuestro caso las geográficas, astronómicas, naturales e históricas, le llevaron a efectuar grandes viajes, visitando nuestra Península, las Galias, Liguria, el Adriático, Egipto y Nubia. Hacia el 100 estuvo en Massalía (Marsella), de donde, por el año 90, pasó a España, siguiendo, al parecer, la costa mediterránea. Residió en Gádeira (Cádiz), que por ser el más importante emporio del Occidente, y una de las ciudades de más tráfico y vida del mundo de entonces (véase libro III, cap. quinto, de Strábon), era lugar obligado para todo el que visitase España; doblemente para los geógrafos, pues por su situación sobre el Atlántico la convirtió en el punto ideal para los estudios oceanográficos. Pythéas, Polýbios, Eúdoxos, Artemídoros como Poseidónios, estuvieron también en Cádiz. Poseidónios residió en ella unos treinta días. La descripción de la Turdetania, en Strábon, está tomada casi íontegramente de Poseidónios, que como resultado de sus estudios fisicogeográficos, hechos en parte en Cádiz, escribió una famosa obra, que tituló "perí okeanoú" (Acerca del Océano), muy aprovechada por Strábon. Persiguiendo el fenómeno de las mareas en el interior de las rías llegó, por lo menos, hasta más arriba de Sevilla (III, 5, 8-9). Regresó por mar a Italia.

-23. Gádeira es el nombre con que conocían los griegos a la actual Cádiz. Los romanos llamábanla Gades; pero el nombre actual parece más bien derivado del púnico (vide núm. 309).
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-24. Tágos, el Tajo (en portugués Tejo). Los latinos le llamaban Tagus.

-25. Ánas, hoy Guadiana, voz mixta formada por el árabe Wadi (río) y el antiguo nombre Ánas.

-26. Entre el Tágos y el Ánas se forma, en efecto, una "mesopotamía", que en griego significa simplemente "país entre ríos".

-27. Los keltikoí son los celtas. Había, pues, celtas entre el Tajo y el Guadiana.
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-28. Los lysitanoí son los lusitanos, que, según esta referencia y otras, no eran celtas, pues los distingue el texto claramente de ellos. Su cultura es, sin embargo, de rasgos célticos, pero su estirpe parece era ibérica (sobre los lusitanos, véase III, 3, 6). La Lysitanía ocupaba gran parte de Portugal; pero se extendía, en parte, por las provincias españolas de Extremadura, precisamente por la zona comprendida entre el Tajo y el Guadiana.
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-29. Los rhomaíoi; así llamaban los griegos a los romanos. El texto dice que parte de los lusitanos fueron trasladados a la orilla opuesta por los romanos. Estas migraciones forzosas eran frecuentes tras las guerras, y se hacían con el fin no sólo de darles tierras de labor y pacificarlos, sino también para desarraigarlos de sus nidos serranos, de donde hacían frecuentes incursiones sobre las tierras ricas de las llanuras (III, 3,5).
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-30. Los karpetanoí, o carpetanos, ocupaban gran parte de Castilla la Nueva occidental.
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-31. Los oretanoí, u oretanos, se extendían por la parte oriental de Castilla la Nueva, hacia Ciudad Real y Jaén.
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-32. Los ouéttones (ou=v) son los vettones, que vivían hacia la provincia de Salamanca.
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-33. El Baítis (latín Baetis) es el Guadalquivir. Supone el texto que nace por donde el Tajo y el Guadiana, lo que es cierto, dentro de un amplio margen; pero ya no lo es que sea en longitud mayor que el Guadiana.

-34. Baitiké, la Bética (ai=e), latín Baetica.

-35. Tourdetanía, la Turdetania (ou, diptongo=u).
José R. Pellón

-36. El nombre de tourdetanoí contiene aún muy transformada la raíz tart-, que dio Tartessós.
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-37. Tourdoúloi; de aquí la confusión a que alude el texto.

-38. Polýbios, el gran historiador de la grandeza romana. Era de Megalópolis, en el Pelopónnesos. Siendo joven fue llevado a Roma, en 166, como rehén. Se conquistó al amistad de Scipio el Menor. Polýbios jugó un papel importante en la alta sociedad romana, contribuyendo a su helenización. Cruzó las Columnas, entrando por vez primera en el Océano en 148; durante el sitio de Carthago fue testigo ocular junto a su destructor, Scipio (146). Entonces navegó parte de las costas del Marruecos atlántico. Años más tarde vino a España en el séquito de Scipio, cuando éste se hizo cargo de la dura guerra numantina, presenciando la caída de la heroica ciudad (133). De la Meseta, que entonces pudo conocer directamente, debió de trasladarse al Mediodía, estando en Gádeira y recorriendo la Turdetania y quizá también el Algarve, y desde luego la región de Cartagena, cuya mejor descripción procede de su pluma. La presencia de Polýbios en España marca una fecha decisiva en nuestra historiografía. El verdadero conocimiento de nuestra Península, incluso de su interior, data de estas visitas. El libro XXXIV de sus Historíai debía de ser un tratado geográfico y etnográfico escrito como introducción al siguiente, dedicado a las guerras celtibéricas y lusitanas (153-133), de las que, en parte, fue testigo ocular. Murió hacia el 120.
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-39. Grammatiké, lengua y escritura; pero también sólo caracteres alfabéticos.

-40. Texto dudoso, pues pudiera ser que el original en lugar de "etón" (años) pusiese "epón" (versos).

-41. Párrafo importante que demuestra que ni las lenguas ni los alfabetos eran iguales en España, lo que está bien comprobado por la epigrafía.
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-42. Oretanía (nota 31). Una de sus ciudades se llamó Oretum, cuyas ruinas se ven aún en Granátula (Ciudad Real).

-43. Maurousía, Marruecos (nota 15). Sobre la teoría del origen del Estrecho, vide I, 3, 4 y 7.

-44. Bastetanoí reciben nombre de Basti, la actual Baza (provincia de Granada); ocupaban la provincia de Almería, parte de las de Granada y Murcia. Coincide con la extensión habitada por los mastienoí, que no cita Strábon, pero que se recuerdan en textos anteriores, y cuya capital hubo de ser Mastía (donde la actual Cartagena). En todo caso ambos nombres encierran una raíz similar, así como la designación de bástouloi, con que también son conocidos, según el texto.
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-45. Bástouloi, con que también son conocidos, según el texto los bastetanoí.

-46. Kálpe, el Peñón de Gibraltar.

-47. Karteía, al nordeste de Algeciras, sobre la bahía.

-48. Se le suponía fundación de Hércules, en alusión a la leyenda y por su proximidad a las Columnas del héroe.

-49. Timosthénes de Rhódos. Escribía hacia el 280 a. de J. C. Hizo un tratado sobre los puertos.

-50. Menlaría o Mellaría, acaso en la orilla oriental del río del Valle, donde se han descubierto aljibes para salar pescado.

-51. Salazones. Los pueblos de la costa meridional vivían en su mayoría de la pesca, y salaban los pescados, confeccionando una salsa muy sabrosa (el "gáros" o "garum"), que se exportaba hasta Athenas ya en el siglo V y fue muy solicitada en Roma en la época imperial.
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-52. Belón, Bolonia, despoblado cerca de Tarifa. Las excavaciones han puesto al descubierto varios talleres de salazón que, como los de Mellaría y otras estaciones pesqueras y conserveras del Mediodía, datan de época romana.

-53. Tíngis, Tánger.

-54. Ioulía Íoza es Iulia Transducta, que alude al traslado de las poblaciones de Zélis y Tíngis. Éstas debían de ser fundamentalmente púnicas. El sobrenombre de Íoza es precisamente una voz fenicia que significa lo que transducta. Se identifica con la ciudad de Tingentera, nombre que viene aquí del origen de la población. Esta multiplicidad de nombre y el hecho de que Mela (II, 96) diga también de Karteía que estaba poblada de fenicios de África, ha hecho dudar de su exacta ubicación; probablemente los nombres de Ioulía Íoza, Iulia Transducta y Tingentera son de una misma ciudad, que ha de reducirse a la actual Tarifa. En Tingentera nació Mela el geógrafo. Tingentera sería, acaso, igual a Tingis altera. Otros identifican Tingentera con Algeciras e Ioza=Transducta con Tarifa.

-55. La distancia de 750 stadios entre Kálpe y Gádeira es, navegando, aproximadamente exacta.

-56. Menestheús era el jefe de las tropas athenienses en Troya. Según unos murió ante esta ciudad; pero otros dicen que en Athenas, tras haber recorrido el mundo fundando ciudades en la Aiolís de Asia Menor, en el sur de Italia y hasta España. Strábon cita con su nombre el puerto (acaso el Puerto de Santa María, frente a Cádiz) y un oráculo, y según Philóstratos, era venerado por los gaditanos, quienes sacrificaban en su honor.

-57. y 58. Ásta es Asta Regia, cerca de Jerez (Mesas de Asta), y Nábrissa es Nebrija o Lebrija, cerca de la desembocadura del Guadalquivir, en región llana. Ambas ciudades estaban antaño a orillas de sendas rías o esteros, hoy cubiertas por arenas y marismas.

-59. Kaipíonos Pýrgos, o Caepionis Monumentum (Mela, III, 4). Se trata, por la descripción, de una especie de faro. Fue levantado por Q. Servilius Caepio, cónsul en 140-139, para que los navegantes que habían de entrar en el Guadalquivir pudiesen evitar los escollos del islote de Salmedina. Caepio luchó contra Viriato, los vettones y los galaicos. Caepionis ha dado Chipiona, pueblo alzado a la entrada del Guadalquivir.

-60. Pháros, isla a la entrada del puerto de Alexándreia (Alejandría). En ella Sóstratos de Knídos levantó, hacia el 280 a. de J. C., un "faro" (del nombre de la isla) que fue destruido por un terremoto en el siglo XIV. La mejor descripción ha sido descubierta recientemente por el profesor español Asín en un texto árabe escrito en el siglo XII por el malagueño Ibn al-Sayj.

-61. Eboúra (ou=u), ciudad desconocida (¿Sanlúcar de Barrameda?), citada también por Mela (Ebora castellum, III, 4). Un cortijo de Ébora hay aún cerca de Sanlúcar, acaso resto tópico del Eboúra antiguo.

-62. Phosphorós=Lucifer, que lleva la luz; es el planeta Venus, divinidad muy venerada por los navegantes, lo que explica su santuario en la desembocadura del Guadalquivir, quizá donde Sanlúcar.

-63. Lux Divina en lugar de Lux Dubia, que han leído algunos; lo acreditan inscripciones. Lux Divina ha debido de dar el nombre a Sanlúcar (algo así como Santa Luz).

-64. Las dimensiones que da Strábon (2.000 stadios de anchura y otros 2.000 de longitud) son, aproximadamente, exactas; es decir, unos 400 kilómetros en ambas direcciones axiales. Comprendía, pues, la región de la Baetica gran parte de la Andalucía actual, más las zonas de Badajoz y Ciudad Real, al sur del Guadiana. La arteria fluvial principal era el Baítis. Étnicamente comprendía no sólo a los turdetanos, que reciben nombres de la región, sino también a parte de los bastetanos y otros pueblos cercanos.

-65. Kórdyba, o Corduba, es Córdoba. Fue fundada por Marcellus en 152 antes de J. C. Nombre indígena y población mixta; lo brillante de la colonia romana explica que poco tiempo después, en el 74, Metellus tuviese en Córdoba una camarilla de poetas "de rudo y bárbaro acento" (Cicero), núcleo literario del que luego habían de surgir Lucanus y los dos Sénecas.
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-66. Gaditanoí, los gaditanos. Aquí emplea Strábon la voz latina, pues en griego se les nombraba gadeirítai.

-67. Cádiz pactó alianza con los romanos cuando la conquista en el 206. Roma les dejó el disfrute de una amplia autonomía y el libre ejercicio de su comercio. En tiempos de Cicero, y acaso en el de Strábon, aún estaba en vigor.

-68. La primera colonia fue Itálica (vide nota 70).
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-69. Híspalis, Sevilla. Nombre indígena con H parásita (como en Hiberia). Otra colonia romana importante aún en tiempos de Caesar, pero ya en decadencia en los de Strábon.
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-70. Parte dudosa en el texto; parece que alude a Itálica (Santiponce, cerca de Sevilla), pero lo contradice el párrafo que sigue. Fue fundada por Scipio (206); patria de Traianus y Hadrianus.

-71. Kaísar (ai=ae), Caesar. (El nombre de Caesar se hizo sinónimo de emperador; de ahí que en alemán se diga Kaiser y en ruso Kzar.)

-72. Ílipa, actual Alcalá de Río, unos 16 kilómetros al norte de Sevilla.
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-73. Ástigis, Écija, un centenar de kilómetros al este de Sevilla.

-74. Kármon, Carmona, al nordeste de Sevilla.

-75. Oboúlkon=Obulco, actual Porcuna, entre Córdoba y Jaén.

-76. Lat. Pompeius, general romano; estuvo en España combatiendo a Sertorius. Él y sus hijos Cnaeus y Sextus lucharon luego contra Caesar; los hijos, en las acciones a que alude el texto.

-77. Estas ciudades no están todas bien localizadas; pero quedan, poco más o menos, cercanas a Córdoba. Oúrson es, empero, la indígena de Ursao, que ha dado nombre a Osuna, al este de Sevilla; Toúkkis=Tucci, o Itucci, es la actual Martos, al suroeste de Jaén; Moúnda, o Munda, es probablemente Montilla; Atégoua, Teba la Vieja; Oulía, o Ulia, Montemayor.

-78. 1.400 stadios= 250 kilómetros desde Karteía, cerca de Algeciras.

-79. Vide 76.

-80. Sicilia.

-81. Asia.

-82. Antónios es Marcus Antonius, triunviro con Octavius. Míletos es Mileto, en la costa de Asia Menor; algunos corrigen por Midaion, en Phrygia (Asia Menor).

-83. Konístorgis, en el Algarve. Debía de ser capital de los conios o cunios (recuérdese nota 17). En esta misma región se citaba antes a los cynetes, que sin duda son las mismas gentes (cynetes o cunetes). La misma raíz se ve en Conim-briga, actual Coimbra. Konístorgis es citada aquí como céltica y, en efecto, los cynetes lo eran.

-84. Entre Asta Regia (Mesas de Asta, cerca de Jerez) y el arsenal de Gádeira (por donde el Trocadero) hay, en efecto, unos 18 kilómetros.

-85. Sobre la navegabilidad del Baítis hablan las líneas que siguen.

-86. Híspalis (Sevilla) era puerto donde atracaban barcos de gran calado, a pesar de estar, como dice el texto, a 500 stadios del mar (casi 100 kilómetros). Ílipa (Alcalá del Río), unos 16 kilómetros río arriba de Sevilla, es aún sensible a la marea ascendente (III, 5, 9); pero ya el río es menos caudaloso.

-87. A Córdoba se llegaba, no ya por barcos de comercio, sino por gabarras que los indígenas construían de un tronco de árbol, si bien en tiempos de Strábon, y por influjo romano, se hacían ya, como dice el texto, de piezas ensambladas. Con estas barcazas se podía ir hasta cerca de Cazlona, es decir, hasta la región minera de La Carolina y Linares.

-88. Kastoulón, o Cástulo, ciudad ibérica importante sita en el Alto Guadalquivir; sus ruinas están en Cazlona (corrupción de Castulona), al sudeste de Linares, sobre el Guadalimar, afluente del Guadalquivir.

-89. Sisápon, la antigua y la moderna; debe de referirse con ello a la ciudad ibérica y a la romana. En todo caso parece poderse asegurar que se trata de Almadén (suroeste de la provincia de Ciudad Real), cuyas riquísimas minas de azogue eran explotadas ya en la Antigüedad. Una cita de Theóphrastos (siglo IV a. de J. C.) sobre el cinabrio de Ibería debe de referirse al de Almadén. Plinius y otros también hablan de él. Eran y siguen siendo una de las minas de mercurio más ricas del mundo.

-90. No se sabe qué son las Kótinai.

-91. Karpetanía, o Carpetania, región habitada por los carpetanos; comprendía casi toda Castilla la Nueva occidental, es decir, gran parte de las provincias de Madrid y Toledo.

-92. Los keltíberes, o celtíberos, se decía que era un pueblo resultante de la mezcla de celtas e iberos; habitaban en casi toda Castilla la Vieja, el Alto Aragón y la zona nordeste y oeste de Castilla la Nueva. Su ciudad mejor conocida y más famosa fue Numantia, al nordeste de Soria (véase lo dicho en la nota 264).

-93. Baitouría (ai=ae; ou=u), Baeturia; es decir, una región que parece recibir nombre del Baítis, o Guadalquivir. Por el texto se entiende, empero, que no es lo mismo que la Baitiké, o Baetica. La Baitouría es la zona que se extiende concretamente por la parte sur de la provincia de Badajoz.

-94. Gran Mar (Megálon Pélagos), el Océano (Okeanós). Equivale a Mar de Afuera, o Mar Exterior, y a Atlántico, todas las cuales son designaciones empleadas por Strábon para lo que nosotros llamamos Océano Atlántico (vide notas 7 y 217).

-95. Interesante párrafo en el que Strábon, siguiendo a Poseidónios principalmente, explica la influencia del mar y de las mareas en el desarrollo económico y humano de la Turdetania. Los 800 stadios que, según Strábon, pueden navegar los navíos de alta mar ascendiendo en los ríos por sus estuarios, se refieren aquí concretamente al Guadalquivir y al Ánas, que aunque no era tan apto podía ser remontado acaso hasta Mérida (Emerita). La salinidad marina es apreciada en el Guadalquivir hasta algo más arriba de Sevilla, justamente hasta Alcalá del Río, la antigua Ílipa, lugar donde también es sensible la pleamar oceánica (en III, 5, 9, Strábon recoge de boca de Poseidónios sus observaciones en esta ciudad).
Los 800 stadios (unos 150 kilómetros) suponen un trecho que llega desde la costa hasta algo más arriba de Ílipa, después de la cual, y hasta más arriba de Córdoba, se hacia el comercio en barcazas (notas 86-88). Toda esta zona litoral, comprendida entre el Estrecho de Gibraltar y el Cabo de San Vicente , está animada por recortes y escotaduras formadas por los ríos o por el mar; pero en la Antigüedad este fenómeno estaba más acusado, pues las aportaciones fluviales y marinas, y aun las eólicas, han acabado por convertir en marismas gran parte de lo que antes eran amplias y profundas penetraciones costeras. Además, para juzgar sobre la navegabilidad de los ríos y esteros ha de tenerse en cuenta que el calado de las naves antiguas era mucho menor que el de las actuales.

-96. Ónoba, Huelva.

-97. Ossónoba, cerca de Faro, en el Algarve.

-98. Maínoba, desconocida aquí (nota 209).

-99. Italía, Italia.

-100. Rhóme, Roma.

-101. Alude acaso a las campañas marinas hechas por Pompeius en el 67 contra esta plaga, siempre endémica en el Mediterráneo hasta plena Edad Moderna. En tiempos de Pompieus llegaron a ser una amenaza para toda Italia.

-102. Eúroi son los euros o vientos del Este-Sudeste.

-103. Sardó es el antiguo nombre con que los griegos llamaban a la isla de Cerdeña.

-104. Gymnésai, o islas Baliarídes, son sólo Mallorca y Menorca. Ibiza y Formentera componían las Pityoússai (vide III, 5, 1).

-105. Ya en el siglo I a. de J. C. la región meridional de España era exportadora de vino y de aceite; éste, además, como recalca el texto, abundante e insuperable.
La vid fue introducida por los griegos o púnicos acaso hacia el siglo VI o V a. de J. C. Un viejo nombre situable hacia el sudeste de la Península es el de Oinoússa, que alude al vino (oínos). El vino de la Turdetania es el actual de Jerez, Montilla, Málaga, etc. Un ámphora romana llevaba la marca de "vinum gaditanum". Plinius menciona el vino de Lauro, en la Bética, como uno de los mejores de la Tierra. Una inscripción alude a plantaciones de cepas de Falernus (tierra de la Campania) en la Bética, y algunas monedas de esta región llevan el racimo como emblema. Abundaba también en las zonas de Levante, Cataluña (famoso el que hoy llamamos del Maestrazgo, Tarragona) y Aragón. En el Algarve, en tiempos de Polýbios (mediados del siglo II a. de J. C.), un litro venía a costar un real de nuestra moneda actual.
En cuanto al olivo, era ya conocido en España, en estado silvestre, el acebuche. Cádiz es llamada una vez por los griegos Kotinoússa (kótinos=olivo silvestre), y Mela conoce en esta misma costa un bosque llamado Oleastrum. Ya hacia el siglo VI a. de J. C. al Ebro se le llama Oleum Flumen. La Bética exportó a Roma tal cantidad de aceite, que con los fragmentos de las ámphoras rotas se llegó a formar en un siglo el actual monte Testaccio, así llamado por los tiestos. El olivo cultivado fue introducido aquí por los griegos y los púnicos.

-106. Abundancia de salinas y minas de sal, que favorecía la industria de las salazones y de rechazo las de la pesca (nota 51).

-107. Se exportaba lana muy buena de nuestras merinas de entonces, y se fabricaban tejidos de calidad, como los de Salacia (Alcácer do Sal) y Saítabis (Játiva), etc., que también eran exportados. Los koraxoí son pueblos del Cáucaso.

-108. Tálanton; el talento áttico pesaba unos 26 kilógramos; si era de oro valía unas 58.000 pts oro; si de plata, que al que debe referise el texto, unas 5.800.

-109. Saltiétai, nombre dudoso. Otros han interpretado salakítai; pero Salacia no está en la Turdetania.

-110. Ni los griegos ni los púnicos conocían el conejo. Por ello no tiene nombre especial, siendo designados en el texto como "liebrecillas". De sus destrozos se habla también en III, 5, 2.
He aquí la curiosa descripción que Polýbios (quien pudo conocerlos de visu) hace del conejo: "Visto de lejos se asemeja a una liebre pequeña; mas cuando se le apresa en la mano se ve que tiene otra figura muy diferente, sabiendo también de modo distinto al comerlo; vive la mayor parte del tiempo bajo tierra." Es muy interesante advertir que el nombre que Polýbios le da es el de "kýniklos", nombre sin duda ibérico, del que se derivaría el latino de cuniculus, que ha dado conejo (vide también nota 2). El conejo debió de pasar de la región de Marruecos a España ya en tiempos prehistóricos, pues se conocen restos óseos de él en pleno paleolítico. Pero no pasó sino más tarde a las Baleares.

-111. Massalía, que ha dado Marseille (Marsella).

-112. Se entiende las Baleares (vide III, 5, 2).

-113. La comadreja salvaje es también animal desconocido para los griegos y típicamente líbyco, como el texto dice. Es sin duda el hurón nuestro, y su modo de empleo coincide, en general, con el actual.

-114. Dikaiárcheia, puerto donde el actual Pozzuoli (latín Puteoli), cerca de Nápoles.

-115. Ostia, puerto de Roma, de nombre idéntico en la actualidad.

-116. Se refiere a los del Mar Mediterráneo. Toda esta brillante descripción de las riquezas del mar turdetano proceden de Poseidónios.

-117. Kotýle, medida griega de capacidad que equivale a 1/4 de litro.

-118. Mná, mina, medida de peso griega. La mina áttica pesaba 436 gramos. Es la sesentava parte del talento (nota 108).

-119. Galátai son los galos, en este caso los de las Gallias, Francia. Equivale en cierto modo a keltoí (nota 6). Kémmenon, el Cevenna mons, actuales montes Cevenes, que bordean por el Occidente la cuenca del Ródano. Strábon dedica estas páginas a hacernos saber las riquezas de todo orden que encierra el subsuelo de la Bética y que de nuevo toma de Poseidónios. No puede hacerse ponderación mayor que la de la frase en que dice que ni el oro, ni la plata, ni el cobre, ni el hierro nativos se encuentran hasta el día en tanta abundancia y calidad como en la Turdetania. Es muy interesante la alusión al oro fluvial que, como se sabe, arrastran algunos ríos españoles, como el Genil (antiguo Singilis), el Tagus (Tajo), el Durius (Duero) y el Minius (Miño). Sobre el beneficio del oro en el Noroeste habla Strábon más adelante. Esta abundancia de metales explica algunos rasgos de nuestra historia en la Edad Antigua, y, naturalmente, dio lugar a un vocabulario propio, del cual conocemos algunas palabras como...(siguiente nota)

-120. "Palas", que recoge Strábon de Poseidónios, y otras conocidas principalmente por Plinius, quien habla de "palagae" en el mismo sentido que la "pala" de Strábon. Palantia, Palarus, nombres indígenas de ciudad y persona, pudieron estar emparentados por la misma raíz.

-121. El hemílitron es la media libra.

-122. El élektron es la aleación de 4/5 de oro y 1/5 de plata; por el color se le llama también así al ámbar. Ha de aclararse que el carbón ("ánthrax") mencionado en el texto no es el de piedra, cuyo uso en Europa es recentísimo, como se sabe, sino el de madera o vegetal.

-123. Leyenda muy vieja recogida aquí por Poseidónios y copiada por Strábon, aunque sin darle crédito. Se contaba también, mas esto ya con aspecto histórico, que los fenicios, cuando llegaron a Tartessós, volvieron trayendo, a cambio de aceite y pacotilla, un cargamento de plata tan grande que los barcos no podían cargar nada más, viéndose obligados para aprovechar la superabundancia de ella a tirar sus anclas y rehacerlas con el blanco metal. Decía la tradición que los fenicios, por la constante práctica de este comercio, se enriquecieron y pudieron fundar las demás colonias del Occidente. Era, en efecto, la plata uno de los metales más abundantes de España y también uno de los que más se negociaba entonces. Se contaba que en Andalucía había reyezuelos que tenían de plata hasta los pesebres. Los hallazgos de vajillas de plata, collares, pulseras, etc., de época ibérica, son, en verdad, muy frecuentes en el Mediodía, singularmente en Jaén.

-124. Haídes es el rey de los Infiernos, es decir, del interior de la Tierra. Ploúton es una divinidad equivalente a Haídes, y Ploútos es el dios de la riqueza. En la Antigüedad ambas divinidades se solían confudir, pues además de la semejanza del nombre, Ploúton, por ser señor de todo lo subterráneo, era rico como su homónimo Ploútos. Aquí Poseidónios juega de intento con esta confusión, haciendo una especie de chiste, que podría ponerse en otras palabras, diciendo que en Ibería la riqueza del subsuelo es tal que más que reinar en él Haídes, la sombría divinidad de los muertos, reina el dios de la riqueza, es decir, Ploúton (=Ploútos).

-125. Otra imagen como la poseidónica antes citada.

-126. En la apertura de galerías subterráneas se puede tropezar con venas de agua que entoces eran achicadas con el tornillo egipcio, o tornillo llamado de Archimédes.

-127. Islas Kattiterídes, o Cassiterides (tt=ss), así llamadas por la abundancia de estaño ("kassíteros" en griego). No tuvieron en la Antigüedad una localización fija, aunque parece que fueron las Británicas. En un principio se las suponía cercanas a la Península por la parte del Noroeste, es decir, de Galicia; así, en el mismo Strábon se las describe, no en el capítulo dedicado a Bretaña, sino en el Libro III, dedicado a Ibería (III, 5, 11), donde dice que están hacia los ártabros, en alta mar. Esta confusión tiene su fundamento en que también Galicia, Asturias y norte de Portugal fueron ricos en explotaciones de estaño, que, como el mismo Poseidónios dice, era fácilmente recogido de la superficie, o en las arenas de los ríos, por decantación. Sin embargo, la alusión al comercio con Marsella indica que se trata de las de Bretaña francesa, o de las Islas Británicas (Cornualles).

-128. Los brettanikoí son los habitantes de Brettanía, o Bretaña inglesa.

-129. Lysitanía, o Lusitania, es, en parte, el actual Portugal, aunque de fronteras algo confusas para la época antigua (vide nota 28, y III, 3, 3).

-130. Néa Karchedón, nombre que los griegos daban a Cartagena. Fue fundada por Asdrúbal, en el último tercio del siglo III a. de J. C., en el lugar donde antes estuvo, al parecer, una ciudad ibérica llamada Mastía, cabeza de los mastienoí (nota 44). El nombre púnico dado a la nueva fundación fue el de Qart-Hadaschat, que significa "ciudad nueva", acaso refiriéndose a la ciudad anterior (Mastía), o quizá también por recuerdo de la capital púnica Karthago, cuyo nombre en fenicio era el mismo: Qart-Hadaschat. Los griegos, traduciendo el significado púnico, llamaron a la Cartagena de España Kainé Pólis, que significa Ciudad Nueva; pero también la designaron con el de Karchedón, transcripción alterada del nombre púnico original, con el cual, como hemos dicho, conocían a la Carthago de África. También se encuentra en griego el de Néa Karchedón, forma mixta de los dos antes citados. Entre los latinos se usó el de Carthago Nova. Cartagena procede del acusativo latino Carthaginem.

-131. Los 400 stadios equivalen a 75 kilómetros, y los 20, a casi cuatro.

-132. Los 25.000 drachmas son, poco más o menos, 25.000 pesetas oro. Las minas de Cartagena pertenecían al Estado romano en la época de Polýbios (siglo II a. de J. C.). En tiempos de Strábon sólo eran del Estado las de oro; pero las de plata y algunas de plomo habían pasado a propiedad de particulares, hecho que refiere el geógrafo líneas más adelante.

-133. El Argyrós Óros, o Mons Argentarius, no se ha localizado precisamente; pero estaba en la región montañosa que se alza en los límites de las provincias de Jaén, Granada y Albacete, a juzgar por la referencia del texto, que dice que de allí manaba el Guadalquivir. Ya hemos dicho antes que Kastoulón se hallaba cerca de Linares, en la zona minera más importante en plomo y palta de esta región; por ello el Argyrós Óros podría situarse mejor en la misma zona de Linares.

-134. 900 stadios equivalen a unos 150 kilómetros. No es exacto que el Guadalquivir y el Guadiana vengan de la Celtiberia, como dice Polýbios; pero es aproximadamente justo que la separación de estos dos cursos de agua, que corren virtualmente paralelos, como se sabe, sea en términos medios de 150 kilómetros.

-135. La noticia de que el antiguo nombre del Baítis fuese Tartessós es iteresante y coincide con otras referencias, aunque ello no imlica seguridad absoluta en la reducción. Otro nombre antiguo del Guadalquivir fue, según T. Livius, el de Certis, que no se ha conservado más que en esta noticia.

-136. En efecto, son varias las referencias a una isla sita en Gádeira, o cerca de ella, que los griegos llamaban Erýtheia, acaso la Isla de León.

-137. Es precisamente esta cita de Stesíchoros la más antigua y está relacionada con el mito, de fondo histórico, referente a Geryónes, rey de Tartessós, simbolizado en un pastor de bueyes, alusión a la riqueza ganadera del valle del Guadalquivir, donde aún hoy se crían los toros de lidia más selectos de España (vide III, 2, 4, y III, 5, 4). Las fuentes argénteas aluden al Argyrós Óros. Stesíchoros de Métauros vivió en Himera (ambas de Sicilia) hacia el 640-555; fue uno de los grandes líricos de antigüedad griega. En su poema Geryonís narró las aventuras de Heraklés y sus luchas con Geryónes. Sin duda que en ello utilizó informes del lejano Occidente, entonces comenzado a explotar por los focenses, que habían de tener en Sicilia un punto de escala para sus largos viajes entre Phókaia, en Asia Menor, y Tartessós, en el extremo del mundo conocido.

-138. El nombre de Tartessós equivale, pues, al de Baitiké, o Bética, y se conservaba además en el de sus habitantes, llamados tourdetanoí (vide notas 35 y 36).
Eratosthénes nació en Kyréne (Cirenaica) y vivió, aproximadamente, entre el 275 y 195. Su erudición estuvo favorecida por el hecho de ser el director de la Biblioteca de Alexándreia, en Egipto, por lo que tuvo a su disposición cantidad de manuscritos. No obstante, y acaso por abarcar demasiados campos (ciencias naturales, astronomía, matemáticas, física, geografía, cronografía, historia literaria, poesía, etc.(, no llegó a lacanzar en muchos de ellos el puesto de primera figura, por lo que sus colegas le llamaban en broma "Béta", es decir, "el segundo" (la letra beta viene la segunda, tras el alpha). Pero ello no era justo, pues en geografía y en cronografía hizo realmente obras primordiales. Eratosthénes fue uno de los creadores de la geografía como ciencia, a la que puso el nombre que aún lleva, convirtiéndola en una ciencia de tipo matemático gracias a las mediciones terrestres llevadas a cabo tanto por él como por su antecesor Dikaíarchos, otra gran cumbre de la geografía (nota 336). Su espíritu científico le llevó a rechazar a Hómeros como fuente autorizada de la geografía, lo que suponía mucho atrevimiento. En los párrafos que siguen verá el lector cómo para Strábon, que escribe dos siglos y medio después de Eratosthénes, es Hómeros una autoridad indiscutible en estas tareas, por lo que a veces zahiere a Eratosthénes.
Su cálculo sobre las dimensiones del globo terráqueo es famoso tanto como ingenioso. Determinó por la sombre del Sol en el solsticio de verano que en Alexándreia el astro rey estaba a 7 1/6 grados de su cenit; al mismo tiempo comprobó que en Syene, localidad sita sobre el mismo meridiano, pero 5.040 stadios más al Sur, el Sol estaba precisamente en su cenit, ya que sus rayos iluminaban hasta el fondo de un profundo pozo abierto verticalmente en la tierra. Por este medio llegó a calcular el valor del grado terrestre y, por tanto, la circunferencia de la Tierra, que resultó ser 25.200 stadios, es decir, unos 46.000 kilómetros (en realidad, son unos 40.000, como se sabe.) Estas mediciones y otras menores, tomadas de viajeros y navegantes, le facilitaron el levantamiento de un mapa de la "oikouméne" con los grados de longitud y latitud de muchos de los principales puntos de ella.
En cronografía llegó a establecer un cálculo muy preciso de los acontecimientos más importantes, desde la guerra de Troya (que fija en el 1184, fecha comprobada hoy día por este y otros conductos) hasta la muerte de Alejandro (en 323). A los setenta años, y por una enfermedad en la vista que amenazaba con ceguera, buscó la muerte voluntaria por hambre (año 195). Eratosthénes es uno de los mejores representantes del espíritu científico griego y principalmente del de su época. Strábon lo utilizó mucho, y aunque no era de su completa devoción, la verdad es que gran parte de lo que de aquél sabemos como geógrafo y físico lo debemos a él. Uno de sus méritos fue precisamente el haber hecho caso de Pythéas, por lo que Strábon, como se en este mismo párrafo, lo increpa totalmente.

-139. Pythéas era de Massalía (Marsella). En el último tercio del siglo IV a. de J. C. hizo uno de los viajes más famosos de la Antigüedad, llegando por el Océano hasta las Islas Británicas y Thule (acaso Noruega), donde observó las noches de dos o tres horas. Pythéas advirtió ya la concomitancia entre las mareas oceánicas y las fases lunares, observaciones que después habían de ser mejoradas por Poseidónios en Gádeira y otros puntos. Con referencia a España, sabemos que Pythéas reconoció y comprobó su naturaleza peninsular, pues suya es la aseveración recogida por Eratosthénes, contradicha por Artemídoros y ridiculizada por Strábon, que aquí comentamos, concepto ya claro en el siglo VI, aunque después se perdió para los griegos a causa de la sistemática obstrucción por parte de los carthagineses del Estrecho (el mismo Eratosthénes nos lo dice en Strábon, XVII, 1, 19). Las cosas "raras" que contaba de sus viajes hizo que algunos sabios, tan crédulos, por otra parte, para noticias e inventos más extraños aún, desdeñasen las enseñanzas de Pythás como absurdas. Así fue que ni Polýbios, ni Artemídoros, ni Strábon lo creyeron; por fortuna, Tímaios, Hípparchos, Eratosthénes y Poseidónios le prestaron el crédito merecido, por lo que Strábon les dirige frecuentes reproches. Gracias las polémicas entabladas por su causa, hoy día conocemos algunos fragmentos de las ideas de Pythéas, como el importante que aquí comentamos.

-140. Hómeros, vulgar Homero, es "el poeta" por antonomasia.

-141. Ilíada, canto VIII, 485.

-142. Tártaros es un lugar sombrío sito en lo profundo de la tierra, donde se hallan encerrados los Titánes, los temibles hijos de Ouranós (el Cielo) y Gaía (la Tierra).

-143. Los kimmérioi vivían en la región del Mar de Azow (costa norte del Mar Negro), donde estaba el llamado Bósporos kimmeriano. Había otro en el canal de Constantinopla, al que llamaban thrakio. Ambas regiones eran consideradas en la Antigüedad como el límite entre Europa y Asia. Bósporos es palabra tracia, transformada a veces por los griegos en Bósphoros, según falsa etimología, pues soían colocar en el estrecho de Constantinopla el "vado de la vaca" (que es lo que significa Bósphoros) de Ío.

-144. Íones, los jonios.

-145. Aiolís es la Aeolía, e Ionía, la Jonia, regiones del Asia Menor costeras con el Mar Egeo.

-146. Las llamadas hai Kyáneai pétrai son los Cianeas; según el sentido de la plabra griegoa, "Las rocas azulosas" (propiamente de azul oscuro; kýanos=lapislázuli, sustancia y mineral de azul fuerte, casi negro). Las Kýaneai estaban a la entrada del Bósporos; por creer que se movían, acercándose y separándose (imagen frecuente en el concepto griego como interpretación mítica de las sinuosidades de un estrecho o canal marino), eran llamadas también Planktaí, Symplegádes y Syndromádes, voces que encierran en su composición estos significados.

-147. Iáson, héroe griego que hizo con los argonautas el viaje a la Kolchís en busca del vellocino de oro. Aquí se enlaza con la leyenda de Médeia (Medea). La Kolchís estaba en la zona costera del Mar Negro, donde acaban las estribaciones del Caúcaso (grie, Kaúkasos).

-148. Los phoínikes son los fenicios.

-149. Odysseús, Ulises.

-150. Iliás, la Ilíada; Odýsseia, la Odisea, los dos grandes poemas griegos atribuidos a Hómeros.

-151. Una tradición muy posterior, de origen más poético que histórico, hizo creer que Ulises había estado en España, así como otros héroes griegos dispersos y errantes tras la conquista de Troya. A Ulises se le atribuía la fundación de una ciudad, llamada por ello Odýsseia y sita en la región de Sierra Nevada, en la provincia de Granada.

-152. Allí dicen que había un templo consagrado de Athená, es decir, a Atenea, divinidad griega epónima de Athénai, o Atenas. La noticia procede de Asklepiádes (nota 214) y la confirman Poseidónios y Artemídoros. Sobre esto y otras colonizaciones míticas de España, véanse números 56, 214 y 215.

-153. Victoria kadmeia llamaban los griegos a una victoria sin vencedor ni vencido. Procede de la victoria obtenida por Eteoklés y por Polýnikos (vulgar Polinice) luchando uno con otro y cuyo resultado fue la muerte de ambos contendientes y hermanos, episodio que forma parte del ciclo legendario thebano (Los Siete contra Thébai).

-154. Héllenes se llamaban a sí mismos los griegos; su patria común era Héllas. El nombre de griegos y de Grecia es de fuente latina y procede los graeci, tribu cercana a Italia. Graecus dio griego, y Graecia, Grecia.

-155. Ilíada, II, 298.

-156. Aineías (Eneas), Anténor, Domédes, Menélaos y Menestheús son todos personajes del ciclo legendario troyano. Sobre Menestheús, vide nota 56. Sobre Anténor, vide nota 215. Aineías dio luego lugar a la Eneida, en que Vergilius narra el viaje a Italia de Eneas, leyenda oriunda del ciclo de "los Nóstoi" (Regresos). Los henetoí es un pueblo de la Paphlagonía (Asia Menor) que figura en el ciclo troyano.

-157. Elýsion Pedíon, o Campo Elysio (en singular). Más adelante Elýsia Pedía=Campos Elíseos, hoy corriente. Era un lugar apacible, donde a su muerte hallaban reposo los héroes y los seres predilectos de los dioses. Se suponía sito en el lejano Occidente, en los confines de la Tierra, por donde el Sol se ocultaba. Se contrapone al concepto anterior del Haídes, mansión subterránea (nota 124).

-158. Proteús era una de las personificaciones de la divinidad suprema del mar. Significaba el primer hombre o el primer nacido; era omnisciente; conociendo el Pasado, el Presente y el Porvenir. Los versos son de la Odisea, IV, 563. Rhadámanthys es el juez de los muertos, junto con Mínos.

-159. Odisea, XI, 567. Mínos, rey de Creta, constructor del laberinto (labýrinthos), unido también a la leyenda del Minotauro. Su reinado fue modelo en la administración de justicia, por lo que en el Infierno pasó a ser juez de los muertos con Rhadámanthys. Zéphyros= el Céfiro.

-160. Geryónes, rey mítico de Tartessós, rico en ganados de todas clases. Heraklés los venció, arrebatándole sus bueyes, que condujo a Tíryns (Tirinto). Se decía que era un gigante de tres cuerpos (vide núm. 137).

-161. Hesperídes, de Hésperos, la tarde; por extensión el Occidente, el Ocaso. Sus hijas son las Hesperídes, que vivían en un hermoso jardín que daba frutos de oro. Heraklés hizo el penoso camino en busca de sus áureas manzanas, que tras muchos trabajos logró llevar a Mykénai (Micenas). El Jardín de las Hesperídes se situaba hacia España y Marruecos, pero en pleno Océano.

-162. Hay Makáron Nésoi, o Fortunatae Insulae, eran las Canarias, donde se suponía reinaba la felicidad eterna (Isla de los Bienaventurados) (nota 366).

-163. Bárka es Amílcar. Karchedónioi son los carthagineses (nota 130).

-164. Anakréon, poeta lírico (hacia el 550). Arganthónios era rey histórico de Tartessós y entabló relaciones con los griegos, por lo que su fama, acrecentada por la de su longevidad, cundió rápidamente. Amáltheia, cabra que amamantó a Zéus (Júpiter). Heródotos fue un famoso historiador griego del siglo V.

-165. Valiosa aportación de Strábon sobre los progresos de la romanización de la Bética en su tiempo. Según él, el idioma indígena se había perdido, sustituido por el latín. Rhomaíoi son los romanos.

-166. Paxaugoústa (Beja) era céltica, mientras Augoústa Emérita (Mérida) era túrdula. Los latinos las llamaban Pax Augusta y Emerita Augusta, de donde las formas griegas que transcribimos. Eran colonias de fundación romana.

-167. Los togati son los que llevaban toga, como signo de ciudadanía romana y de cultura. -168. Barbárion es el Cabo Espichel. El golfo es el que se extiende entre el Cabo San Vicente y el Cabo Espichel.

-169. "Pýrgos", voz griega, que en este caso significa cabo abrupto o alto promontorio, alude al Barbárion.

-170. No es seguro que el texto diga Salákeia (Salacia de los latinos); Salákeia está al fondo del estero del cual dice que penetra más de 400 stadios, es decir, más de 74 kilómetros, contando esta distancia a partir del Cabo Espichel, lo cual es aproximadamente exacto. El estero es, sin embargo, una mitad más corto. De la ciudad sólo conocemos su interesante necrópolis, que ha proporcionado vasos griegos de los siglos IV-III, sin duda procedentes del comercio púnico, exclusivo en estas costas del Océano.

-171. Móron es Almourol, en la confluencia del Zécere con el Tajo. Móron>Mourol y el al-árabe=Almourol. La distancia que da Strábon (500 stadios=+-100 kilómetros) coincide con la de Almourol, aproximadamente, pero en exceso. Otros suponen que es Almeirím, unos 35 kilómetros antes de Almourol y, por tanto, más conforme con Strábon en la distancia. La isla podría ser cualquiera de las sitas a la desembocadura del Tajo, en el fondo de la ría (30 stadios=unos 5 1/2 kilómetros). Los lusitanos cultivaban ya desde mucho antes, no sólo la vid y el olivo, sino la cebada, el trigo y otras plantas. A mediados del siglo II a. de J. C. se quedó admirado Polýbios de la extraordinaria baratura de los productos lusitanos: 52 litros de cebada costaban 1 peseta oro; 52 de trigo, 1,50 pesetas; un litro de vino, 2,5 céntimos; un cerdo de 50 kilogramos, 5 pesetas; una oveja, 2 pesetas; un ternero, 5 pesetas; un buey de arar, 10 pesetas, y un kilogramo de higos, 2 céntimos.

-172. Decimus Iunius Brutus, cónsul en 138 a. de J. C., "pacificó" en esta fecha la Lusitania, entrando en 137 en Galicia. Tras de atravesar el Duero y el Limia (véase más adelante, nota 181), llegó al Miño. Por su victoria, recibió el sobrenombre de "galaico" (cfr. III, 3, 2). Olysipón es Lisboa, nombre que no tiene nada que ver con Ulises (vide número 214).

-173. El curso del Tágos está bien conocido, salvo el error de considerar la costa portuguesa como meridional.

-174. Los ouakkaíoi son los vacceos, que ocupaban parte de Castilla la Nueva. Las sierras del Guadarrama y Gredos debían de servir de límite entre los karpetanoí y los ouakkaíoi. El Doúrios (Duero) cruzaba por ellos. Akontía es desconocida. Tal vez haya error en la grafía de los códices.

-175. Los kallaikoí o callaeci son los gallegos. Ocupaban, aproximadamente, la actual Galicia y algo más: por el Este hasta el Navia y por el Sur hasta el Duero. Fue dominada en parte por Brutus, que llegó al Miño (138-137 antes de J. C.). Luego reconoció el interior Caesar (año 60), quien tomó a Brigantium (La Coruña). Sin embargo, la constante rebelión de las tribus hizo que Augustus llevase también las guerras cántabras hasta Asturias y Galicia (29-19 a. de J. C.). No todos los kallaikoí eran célticos. Strábon sabe poco de este rincón (vide más adelante, en III, 3, 5, donde habla de los ártabroi). Antes de Brutus y Caesar se llamaba lysitanoí a todos los pueblos de este lado de la Península; pero luego se distinguió entre los lysitanoí propiamente dichos y los kallaikoí, que comenzaban al norte del Duero (vide nota 289).

-176. Kastoulón es Cazlona (véase nota 88). Oría= Oretum es la actual Granátula (sur de Ciudad Real), donde hay extensas ruinas romanas y prerromanas.

-177. Ástoures o ástyres, los astures. Ocupaban una extensión mucho mayor que la actual provincia de Asturias. Por la costa se extendía desde el Navia (al Oeste) hasta el Sella (al Este). Por el interior, hasta más abajo de Astorga (Asturica Augusta), llegando en algún punto al Duero. La cordillera cantábrica dividíala en dos: la Asturia Transmontana, al norte de las sierras, y la Asturia Augustana, al sur. En esta última estaban las ciudades principales: Asturica Augusta, Lancia (cerca de León), Legio VII (León, con restos romanos importantes). Los textos antiguos dicen que los astures se llamaban así de un río Astura que parece ser el actual Esla.

-178. 300 stadios son unos 55 kilómetros. La costa portuguesa, en general, es baja.

-179. Arenas auríferas de los ríos atlánticos. La explotación de ellas fue muy activa en la Antigüedad. En la región oeste y noroeste de la Península aparecen con frecuencia joyas de oro muy pesadas. El Moúndas es el actual Mondego, que nace en la Sierra de la Estrella (el Mons Herminius, nido de bandoleros lusitanos, a los que venció Caesar) y desemboca en Figueiras da Foz. El Ouakoúa, en latín Vacua, es el actual Vouga, que corre entre el Mondego y el Duero, desaguando en la pintoresca y complicada ría de Aveiro.

-180. El conocimiento del Doúrios (Duero, portugués Douro) es exacto. En efecto, pasa por Numantia. Era navegable para barcos de gran porte, hasta unos 800 stadios (=+-150 kilómetros), lo que equivale, aproximadamente, a la distancia que hay entre el mar y la frontera hispanoportuguesa.

-181. El Léthes se llamaba, en realidad, Limaía (latín Limia), actual Limia, que nace en Orense y desagua en Portugal por Vianna do Castello. Otro nombre, según Strábon, fue el de Belión, del cual es caso recuerdo el topónimo actual Beón, que lleva el lago del cual nace el Limia. El nombre de Léthes es griego y significa olvido; surgió de la leyenda que refiere también Strábon (III, 3, 5), según la cual los tourdoúloi de Andalucía llegaron a estas regiones y se olvidaron de su patria, por lo que se establecieron allí. Léthes equivale al latín Oblivio, nombre que también llevó el Limia. Es, pues, un río con cuatro nombres. El origen del Limia es en Strábon falso; no procede de tan lejos.

-182. Tampoco es exacta aquí la oriundez del Mínion, actual Miño. Poseidónios, de quien procede este dato y el anterior del Limaía, no llegó a conocer estas zonas más que por referencias. El Miño nace y corre por entero entre los kallaikoí o callaeci. Strábon lo considera aquí lusitano, cuando en otro lugar dice que los kallaikoí comienzan en el Doúrios (III, 4, 20). Era navegable en unos 150 kilómetros, es decir, hasta su confluencia con el Sil, aproximadamente. Otro nombre del Mínion era Baínis. La isla, con su muelle, debe de ser la isla Canosa o la Airiño del Pasaje, frente a Santa Tecla, donde se alzan todavía las importantes ruinas de un castro coetáneo de Strábon.

-183. Los ártabroi o arotrébai eran los ocupantes de la zona costera comrendida sobre las tres rías de Coruña, Betanzos y El Ferrol. El Cabo Nérion ha de identificarse con el Finisterre, sito algo antes que el lugar ocupado por los ártabroi. Este cabo recibe su nombre de la tribu de los nerios, citados por Mela. Estos nerios son los mismos keltikoí parientes de los del Ánas de que habla Strábon en el párrafo que comentamos.
El "Puerto de los Ártabroi" de Strábon debe situarse acaso en la misma Coruña. Strábon tiene pocos y malos informes de esta región; por eso se limita vagamente a aludir a las varias ciudades que se alzaban en las orillas de estas rías; pero no nombra a ninguna de ellas. Una era Brigantium, acaso el lugar designado como "Puerto de los Ártabroi"; otras eran Adobrica (Mela), Claudiomerium y Novium (Ptolomaíos). La región esta se halla mejor descrita en los geógrafos posteriores.

-184. Este párrafo straboniano es, desde un punto de vista histórico, muy importante. (Véase también comentario núm. 443). En la España antigua resultó frecuente la práctica de una vida aventurera, en la que los hombres se reunían en pandillas y vivían del saqueo de las tribus vecinas o de las ricas ciudades. Tal régimen de vida era frecuente entre los lusitanos y, en menor grado, entre los celtas de la meseta y los iberos de la costa. Donde menos se daba, al parecer, era en la región andaluza y levantina, y ello no sólo por ser más rica, sino además por estar más fuertemente romanizada.
La misma riqueza de la Bética hizo de ella la víctima predilecta de los depredadores lusitanos o celtas. Durante las guerras de independencia, los bandoleros sirvieron de núcleo para la recluta de gentes de todas clases, ansiosas de oponerse a la injusta dominación romana. Así, hubo momentos en que estas bandas crecieron hasta formar verdaderos ejércitos, a veces de más de 10.000 hombres, que pusieron en durísimos aprietos a los romanos y sus aliados indígenas.
Viriato fue uno de los jefes más destacados. Los romanos llamaban a estas tropas aguerridas "bandoleros", y siguiendo sus textos se ha solido hablar del bandolerismo español de la Antigüedad como ejemplo vetusto de una modalidad de nuestro carácter; pero ello no es cierto.
Los ejércitos lusitanos no iban animados, en tiempos de las guerras de independencia (Viriato, por ejemplo), por un ansia de saqueo, sino que iban impulsados por una noble rebeldía contra las traiciones, matanzas, saqueos y desmanes de todo orden con que los romanos querían imponerse a gentes indómitas por naturaleza. En tiempos de paz estos bandoleros surgían espontáneamente de entre las clases menesterosas o de los segundones y desheredados, en virtud de una injusta distribución de la tierra o de los bienes paternos.
En tiempos de la conquista romana, a esta calamidad endémica se unieron pronto los insultos a la dignidad, las traiciones a la palabra dada, los saqueos, las matanzas en masa, las confiscaciones y robos cometidos por los mismos romanos; desmanes que afectaban a todas las clases sociales por igual, dando origen a que las bandas de salteadores profesionales se convirtiesen en recptoras de todos los demás descontentos o enemigos del invasor, convirtiéndose lo que antes eran sólo pandillas en verdaderos ejércitos, con jefes conscientes y dignos, como lo fue Viriato y otros menos conocidos. Que en su origen este bandolerismo no era sino una consecuencia de desigualdades sociales, lo dice bien claro el hecho frecuente de que los romanos, cuando querían remediar el mal en su raíz, no dudaban en ofrecer a estos "bandoleros" tierras de labor en propiedad para reducirlos a la paz. Estas ofertas eran eficaces en extremo, y ante ellas llegaron a deponer su actitud y hasta a entregarse inermes; rasgo éste de crédula confianza que más de una vez pagaron con la muerte.
En 150 a. de J. C. Galba concertó una paz con los lusitanos, sobre la base de darles buenas tierras para que no necesitasen robar por hambre. Los lusitanos se comprometieron a concentrarse en tres puntos. Galba fue a uno y les pidió entregasen las armas, y cuando lo hicieron, los cercó y mató sin piedad. Luego fue a los otros dos campos de concetración e hizo lo mismo. Sólo unos pocos, entre ellos Viriato, pudieron huir. (Más informes en Strábon, III, 3, 8; 4, 5; 4, 13; 4, 15; 5, 1; IV, 4, 2. Vide comentario 443.)

-185. Sobre el escudo lusitano, y en general ibérico, se han encontrado figuras de guerreros ibéricos en bronce, con espada al cinto, casco, escudo, y lanza, como los de Sierra Morena.

-186. La vida al modo lacónico o espartano; una vida austera, sobria y de ejercicios continuos, para endurecer el cuerpo y el ánimo. Los líquidos contenidos en recipientes de madera (vide número 192) eran calentados echando dentro piedras candentes.

-187. Prácticas de adivinación sobre cadáveres humanos. Los "ságoi" son mantos especiales de lana, con que se cubrían los indígenas de estas regiones y las vecinas. Ofrenda de miembros humanos (vide también el párrafo siguiente).

-188. Aquí da algunos caracteres que justifican el epíteto de "lacónico" dado al régimen de vida de los lusitanos y vecinos. La palabra banda tiene aquí un sentido muy lato, incluyendo el de cinta, pañuelo, etc.; algo al modo de los aragoneses.

-189. Tienen una divinidad semejante al Ares griego (Marte romano), es decir, una divinidad guerrera a la cual sacrificaban cabrones, prisioneros y caballos. La sangre de estos últimos, al menos, era bebida, según ciertos textos. No conocían el trigo, puesto que su pan era de harina de bellota. Tampoco conocían el vino, si no es el importado; pero sí la cerveza, que llamaban "zýthos". No usaban aceite; pero ello, tratándose de pueblos norteños, es lógico, pues el olivo no llega más que hasta el Guadarrama o poco más; en su lugar, hacían uso de manteca.

-190. Curiosas noticias sobre danza y música entre estos pueblos, y de las que aún hay supervivencias. Se asemejaban, pues, en el salto y la caída, a los bailes rusos. Strábon, al hablar de ellas, recuerda las de Bastetanía, en el sudeste de la Península, conocidas por representaciones pictóricas coetáneas del geógrafo (vide fig. de la pág. 147).

-191. Véase núm. 187.

-192. Vasos de madera siguen en uso en algunos puntos de la zona pirenaica. El contenido se calentaba metiendo en él una piedra candente (cfr. 186).

-193. Curioso es que las mujeres llevasen vestidos con adornos policromos, acaso bordados. La moneda, en efecto, no llegó a acuñarse en todo el ángulo noroeste de España.

-194. Interesantes noticias sobre la justicia y la sanidad de aquellos pueblos.

-195. La expedición de Brutus Callaicus fue (vide núm. 172) en el 138-7. En toda España, a la llegada de los romanos, estaban en uso, ya las barcas de cuero, ya las de un solo tronco, como piraguas. Adviértase que éstas se usaban, como Strábon dice, para la navegación fluvial o lacustre. Sal purpúrea, que al molerla se hace blanca. Debe de aludir a las minas aún en explotación de Cabezón de la Sal (al oeste de la provincia de Santander).

-196. Es claro que todo lo dicho en el párrafo séptimo no es ya de los lusitanos, sino de los pueblos serranos que viven en la zona montañosa del Norte, desde Galicia hasta Vasconia; es decir, los galaicos, astures, cántabros y vascos.

-197. Los pleútauroi son los mismos plentouísoi que cita en el párrafo siguiente como habitantes hacia las fuentes del Ebro. Los bardyétai son los vardulli. Strábon los llama luego (nota 262), más correctamente, como bardoúloi. Ocupaban gran parte de las provincias de Guipúzcoa y Álava. Los allótriges son los autrigones, gentes que residían al oeste de Álava y Vizcaya, y al este de Santander; por el Sur, hasta cerca de Burgos.

-198. La región Norte es montuosa, como se sabe. Antiguamente estaba mucho más poblada que hoy de bosques, en los que abundaba la caza. Confróntese con la descripción de la misma zona en III, 1, 2. El carácter del terreno, unido a la dificultad de comunicaciones y al atraso de estos pueblos, explica la dureza de las guerras catábricas, a las que Strábon alude aquí como terminadas ya.

-199. Para las guerras cántabras, una de las mejores fuentes es precisamente Strábon. Estas famosas campañas, a las que asistió personalmente el emperador, comenzaron en el año 29 antes de J. C. y no terminaron hasta el 19. Su campo fue no sólo la Cantabria, sino Asturia y Callaecia; en junto, unos 400 kilómetros, lo que absorbía mucha tropa. De la feroz y heroica condición de estos pueblos norteños, véase lo que el mismo Strábon cuenta en III, 4, 17 y 18. Sin embargo, se sabe que en el año 16 antes de J. C. se sublevaron de nuevo los cántabros, y que en tiempos de Nero (mediados del siglo I d. de Jesucristo) hubo otro levantamiento de los astures, ambos de poca monta. Augusta Emerita (actual Mérida) nació como consecuencia de estas campañas, en el año 25 a. de J. C. (vide núm. 287). Respecto a los kántabroi, la primera mención de ellos ha de datarse en el año 195 a. de J. C., en que Cato (Catón), con motivo de sus campañas en el NE. y la Celtiberia tiene referencias de que el Ebro nace en Cantabria.
Poseidónios, hacia el año 100 a. de J. C., menciona a los cántabros, creyendo, por error, que el Bainís (Miño) nacía entre ellos (vide Strábon, III, 3, 4). Los cántabros ocupaban en tiempos de Strábon y Mela la parte central de la costa catábrica. Sebastós Kaísar es Caesar Augustus.

-200. Koniakoí son los konískoi citados en III, 4, 12 (vide nota 260), vecinos de los plentouísoi (los pleútauroi de III, 3, 7, vide nota 197).

-201. Tibérios es Tiberius, el sucesor de Augusto. En su época comienza a notarse la romanización del Norte (las termas de Gijón, por ejemplo, son del comienzo del siglo I antes de J. C.). -202. Strábon va a describir ahora la costa mediterránea desde el Estrecho de Gibraltar hasta los Pirineos. Esta costa mide para el geógrafo unos 6.000 stadios=1.110 kilómetros, los cuales se distribuyen así: de Gibraltar (Kálpe) a Cartagena (Karchedón), 407 kilómetros; de Cartagena al Ebro (Íber), otros 407, poco más o menos, y del Ebro a los Trofeos Pompeyanos (Pirineos), 296 kilómetros, lo que suma justamente 1.110 kilómetros. Los edetanoí, mencionados aquí, son los que habitaban la zona de Alicante, Valencia y Castellón, poco más o menos. Recibían nombre de la ciudad de Édeta, llamada también Leíria, o Líria (Ptolemaíos), actual Liria, cerca de Valencia, cuyas ruinas, sitas en el cerro de San Miguel, han dado el conjunto más interesante que tenemos de la cerámica ibérica.

-203. Los Trofeos o Monumento de Pompeius, citados por varios autores además de Strábon, han de situarse en el punto más alto de la vía sobre el Col Pertus, en el Pirineo catalán, por donde actualmente pasa la carretera general de Francia, llamada de La Junquera (cfr. núm. 236). Debió de ser una torre similar a la que se alzó en honor de Augusto cerca de Mónaco. Arriba debió de estar la estatua de Pompeius. Este famoso general romano, una de las figuras más grandes de la historia romana, fue el vencedor de Sertorius, de los piratas que infestaban el Mediterráneo y de Mitrídates. Los Trofeos Pompeyanos se alzaron para conmemorar sus victorias sobre Sertorius en España.

-204. Los indikétai habitaban la región del Ampurdán. Su ciudad, Indike, o Undike, estaba junto a Empórion (núm. 235).

-205. Alude a Sierra Nevada.

-206. Es Málaga, fundación púnica no tan vieja como se dice, acaso creada por el 500 a. de J. C. Era un humilde puerto pesquero con industria de salazón muy estimada.

-207. Se refiere al puerto de Málaka y al uso que hacían de él los pescadores de las costas fronteras, los nómades o indígenas mauritanos, propiamente los habitantes de la región del Cabo Metagonion (Tres Forcas, junto a Melilla), pues la voz nomádes alude al género de vida más que a la étnica. En efecto, para los griegos de esta época "nomádes" eran, en general, todos los pueblos del norte de África. Númidas y nómadas son la misma cosa. El adjetivo genérico "nómada" procede de aquí y se aplica a los pueblos trashumantes, pastores, ganaderos, que es lo que significa en griego la raíz contenida en esta voz (confróntese Strábon, III, 5, 5). De Málaga a Gibraltar hay sensiblemente la misma distancia que del Peñón a Cádiz.

-208. Los centros pesqueros eran abundantes en toda la costa mediterránea y atlántica. Famosas eran las conservas de Séxi (Almuñécar), Ábdera (Adra), Carthago Nova (Cartagena), Gádes (Cádiz), etc., en cuyas monedas se halla a veces, como emblema alusivo a estas pesquerías y sus industrias derivadas, la figura del atún. Son las almadrabas antiguas. Del atún y de otros pescados también se hacían varias pastas similares a la nuestra de anchoa, que eran muy solicitadas. Esto era lo que llamaban "gáron" los griegos y "garum" los latinos. De Gádir se exportaba ya a Athenas mismo en el siglo V a. de J. C., compitiendo con productos similares del resto del Mediterráneo. Las de Séxi gozaron de gran aprecio. En la época imperial se exportaba a Roma en grandes cantidades, principalmente el garum de Cartagena.
En el siglo I, un tal Athenius, "negotians salsarius", exportaba esta salsa a Roma, según una inscripción. El garum se tomaba solo o mezclado con vino, con agua, con aceite y hasta con vinagre; era una especie de aperitivo. Galenós y otros médicos lo recomendaban contra la anemia por sus virtudes curativas (las partes más empleadas en la preparación del garum eran precisamente las vísceras y, ante todo, el hígado).

-209. Maináke, una vieja colonia que los phókaioi (foceos) fundaron en España, acaso en el siglo VII. Su nombre parece emparentado con la vecina Mainoba. Fue la colonia griega más alejada de la Héllade. Su fin era comerciar con Tartessós, principalmente en metales. De esta colonia cesan los datos a partir, poco más o menos, del año 500 a. de J. C. Strábon habla de ella ya como de una ruina.

-210. Los phókaioi, o foceos, son los fabitantes de Phókaia, ciudad de Asia Menor cercana a Smyrna.

-211. Probablemente la diferencia de la planta griega y fenicia estribaba en que en las colonias griegas cundió pronto la planta de trazado regular, de calles rectas cruzadas normalmente, mientras que las colonias púnicas conservaron la traza anárquica de sus calles.

-212. La ciudad de los exitanoí es Séxi (Almuñécar), que Strábon y otros llaman también Ex (de donde exitanos). Almuñécar está en la costa de la provincia de Granada. (Para las salazones, vide núm. 208.)

-213. Ábdera es Adra, en la costa almeriense cercana a la de Granada.

-214. Asklepiádes era de Mýrleia, ciudad de Bythinia (Asia Menor). Vivió hacia fines del siglo II o comienzos del I a. de J. C. Fue uno de los más célebres filólogos de su tiempo, muy influido por la escuela pergamena de filología, a pesar de haber estudiado en la escuela rival, la de Alexándreia (hacia el 117). Estuvo en Roma como maestro de su especialidad. De allí debió de trasladarse a España, residiendo en la Turdetania, acerca de la cual escribió un tratado, del que sólo esta referencia y otra (III, 4, 19) han llegado por medio de Strábon, el cual tampoco parece que leyó personalmente a Asklepiádes.
La manía de ciertos filólogos helenísticos (Strábon uno de ellos) de considerar a Hómeros como historiador y geógrafo digno de crédito, llevóle a Asklepiádes a suponer que en la Sierra Nevada había una ciudad con el nombre de Odysseús (Ulises) y otras fantasías que la crítica moderna rechaza con razón decididamente.

-215. Athená es Atenea, la Minerva latina. Teúkros, hijo de Telamón, hermano de Aias, personaje de la guerra de Troya. Se contaba que Teúkros, no habiendo sabido dar cuenta de su hermano, fue desterrado por el padre. Anduvo errante en compañía de fieles amigos. Una de sus andanzas es el viaje a la lejana Ibería, al que alude aquí Strábon y narra más ampliamente Iustinus. Amphílochos es mencionado en la Odysseía y se le atribuyó también un viaje a Ibería. Okélla acompañó a Anténor (véase luego) en sus aventuras, fundando en el noroeste de España la ciudad de su nombre. Anténor fue también osado navegante, al que se le atribuyen largas travesías por mares y tierras. Se dijo que fundó Patauium (Padua, en Italia del Norte), y que estuvo en el noroeste de Ibería acompañado de Okélla. De las andanzas de Odysseús (Ulises) se sacó que fundó Ulisipón, o Olysipón (Lisboa); pero ésta es una leyenda muy tardía, fundada sólo (como las anteriores) en casuales homofonías de las que ciertos escritores poco escrupulosos sacaban consecuencias atrevidísimas como las dichas. En Galicia hubo, en efecto, nombres que sonaban, aproximadamente, como los de Héllenes y Amphílochi, citados por Strábon como ciudades (véase también nota 373).

-216. Kyréne, ciudad que dio nombre a la Kyrenaía, o Cirenaica, al oeste de Egipto. Los etíopes occidentales son los pueblos del oeste de África, por donde navegaban los gaditanos (vide núm. 392). Los lotophágoi son citados en la Odisea. Sýrtis, grande y pequeña, actuales Sirtes, entre Túnez y Cirenaica. Isla Ménix, actual Djerba.

-217. Atlantikón Pélagos. Aparte la designación más común en Strábon y otros autores griegos, que llaman al Océano Atlántico Mar Exterior o Mar de Afuera, empleaban también las de Gran Mar y Okeanós (vide nota 94), y la de Atlántico, que ha prevalecido. El nombre de Atlántico está relacionado con la leyenda de Hércules, que en su expedición al Jardín de las Hespérides (vide nota 161) tuvo que vencer antes al gigante Atlas, que habitaba en la región norte de África, donde, según la leyuenda, sostenía sobre sus hombros el Mundo, imagen de la cordillera que por esta misma razón lleva el nombre de Atlas.

-218. Strábon, que creía a pie juntillas las leyendas homéricas, trata aquí de justificar su credulidad interpretando y glosando los textos de la leyenda. Krátes de Mallós vivió hacia el 180-145 a. de J. C.; era también crédulo defensor de Hómeros como escritor científico. Por el contrario, Pythéas (vide núm. 139) no merecía crédito para Strábon, y aquí lo denigra nuevamente, según costumbre.

-219. Los héllenes son los griegos. Es exacta la apreciación straboniana de que la causa principal que determinó la conquista romana fue la división interior de los pueblos peninsulares; no obstante, como dice el geógrafo, estas luchas duraron unos doscientos años, prueba de la admirable capacidad defensiva de los pueblos hispánicos. (Véase en IV, 4, 2, una nueva y justa apreciación de estos hechos.)

-220. Los karchedónioi son los cartagineses; los tyrioi, los fenicios de Týros, y los keltoí, los celtas. Los primeros llegaron a dominar efímeramente gran parte de la Península a fines del siglo III a. de J. C., para abandonarla luego en manos romanas durante la segunda guerra púnica. Los fenicios no hicieron propiamente conquistas militares, sino establecimientos comerciales, pacíficos en general (Gádir ante todos). Los celtas vinieron en dos oleadas principales, una hacia el siglo VIII y otra hacia el VI antes de J. C., estableciéndose en la meseta principalmente, dando lugar acaso a su fusión parcial con los iberos (vide núm. 92). Los bérones, que aquí cita a la par de los keltíberes, como si unos y otros constituyesen el total de los celtas inmigrados, habitaban hacia el sur de la provincia de Santander (vide núm. 261).

-221. Ouríathos en griego es lo que en latín Viriatus. Le llama bandolero (cf. lo dicho en 184). Las guerras de Viriato fueron un episodio de las guerras lusitanas (155-136), en gran parte coetáneas de la guerra numantina (154-133).
Viriato mantuvo a raya a los romanos durante ocho años (147-139). Los mismos historiadores antiguos han alabado de él su fuerza persuasiva y la honradez de su carácter. Era diestro y ágil, en la guerra como en toda clase de ejercicios; era frugal y liberal, dando todo a sus partidarios sin reservarse nada para sí mismo. De su indiferencia ante la riqueza habla la curiosa anécdota de la boda: habiéndose casado con una joven de gran posición, despreció las ofrendas de su suegro, y tomando su lanza y su caballo, sentó en él a su mujer y partió para la sierra, dejando a los asistentes a la ceremonia en pleno festín. Viriato era de origen humilde; según se dice, pastor, acaso de la Sierra de la Estrella. (Sobre su liberación de la matanza de Galba, véase núm. 184).

-222. Sertórios (latín Sertorius). Las campañas de Sertorius en España (82-72) tienen su origen en la guerra civil que estalló en Roma por la rivalidad entre Marius y Sulla (Sila). Sertorio, de ideales democráticos, tuvo que buscar refugio en España huyendo de las persecuciones de Sulla. Aquí supo captarse las simpatías de los indígenas por su buen trato con ellos. Aprovechóse de su ascendiente para moverlos en favor de sus ideales y en frente de la Roma de Sulla, contra la que luchó ventajosamente en casi toda la Península (Metellus), hasta que la llegada de Pompeius le acarreó la derrota y el asesinato a traición, llevado a cabo por algunos romanos de su facción en Huesca (Osca). Parte importante en esta conjura hay que acharcarla al despecho de los generales romanos, que veían con disgusto cómo Sertorius confiaba más en los iberos que en ellos.

-223. Para Karchedón Néa (Cartagena), véase el número 130. Sobre las salazones, los números 208 y 228.

-224. El Íber es el Ebro. El Soúkron, el Júcar; la ciudad del mismo nombre es desconocida, acaso Cullera, pero en el cerro que la domina.

-225. Se refiere a las tres colonias de Hemeroskopeíon (que cita), Alonís y Ákra Leuké (que no cita), pero que conocemos. Respecto a Hemeroskopeíon hay un error en Strábon, que cree que Diánion procede de Diana, divinidad latina equiparable a Ártemis, cuyo culto cita en Hemeroskopeíon. La realidad es que junto a la colonia griega vivía otra ibérica de nombre Diniu, que los latinos transformaron en Dianium llevados por la ecuación Ártemis=Diana. Dianium dio Denia.

-226. Planesía es la isla Plana (ahora llamada de Tabarca), cerca de Alicante. Ploumbaría es cualquiera de los islotes cercanos a Mar Menor. Sin duda su nombre precede del latino "plumbus"= plomo, del que se obtiene en la región de Cartagena. Los textos antiguos citan en esta región una ciudad llamada Molýbdana, nombre griego semejante ("mólybdos"=plomo). Acaso era un embarcadero o depósito de mineral, donde irían a recogerlo antes los griegos y luego los romanos.

-227. Es Mar Menor; 400 stadios=74 kilómetros, aproximadamente, el perímetro actual.

-228. Heraklés, o Skombraría. El primer nombre alude a la leyenda heráclea y procede de cuando los mcolonizadores helenos visitaban estos lugares. Skombraría adviene del "scomber" o escombro, pez que, como el texto dice, servía para la fabricación del garum, al que llama el mejor por ser el de Catagena muy solicitado y famoso entoces (vide núm. 208). La isla de Skombraría ha dado el nombre de Escombrera que hoy lleva.

-229. Sagoúnton, latín Saguntum. El origen del nombre es dudoso. Zákynthos es la actual Zante, en la costa oeste de Grecia. Rhomaíoi=romanos; karchedónioi=carthagineses.

-258. Kerretanoí, o cerretani, vivían en la Cerdaña y región de Puigcerdá, en los Pirineos orientales. Eran de estirpe ibérica, como la toponimia y la arqueología han confirmado.

-259. Sergontía es la Segortía Lánka de Ptolemaíos, es decir, la actual Langa de Duero, en la provincia de Soria. No debe confundirse con Segontía, que dio Sigüenza.

-260. Kántabroi -koníscoi poblaban la región de las fuentes del Ebro.

-261. Ouáreia (latín Vareia), entre los bérones, es la actual Varea, cerca de Logroño.

-262. Bardyétai, o bardoúloi, ocupaban gran parte de las provincias de Guipúzcoa y Álava.

-263. Arouákoi, o arevacos, habitaban la región del Alto Duero (norte de la provincia de Soria) (véase además 266).

-264. Breve referencia de Strábon a la grandiosa gesta de Numantia (griego Nomantía). Numancia está en Soria, cerca de la capital, y sus ruinas van siendo metódicamente excavadas desde hace más de treinta años.

-265. Loúsones son los lusones, que ocupaban la parte norte de la provincia de Guadalajara y sur de la de Soria.

-266. Aquí Strábon da como arevacas las ciudades de Segéda (probablemente corresponde a las ruinas de Belmonte, sitas a 12 kilómetros al sudeste de Calatayud) y Pallantía, que es la actual Palencia; pero en esta última parece que hay error o ha de suponerse otra ciudad de nombre similar en la región dicha en en número 263. Pallantía era capital de los ouakkaíoi, o vaccaei. El río de Sagunto se llamaba Pallantía también (actualmente Palancia).

-267. 800 stadios equivalen a unos 150 kilómetros, que por camino viene a ser eso. Kaisaraugoústa=Caesarugusta=Zaragoza.

-268. Segobríga es de difícil identificación. Para algunos es Segorbe (tierra adentro de Sagunto); para otros es Cabeza de Griego, cerca de Saelices (Cuenca), donde hay ruinas. La Segobríga de Strábon no parece ser la de Valencia, y acaso tampoco la de Cuenca, pues la cita como próxima a Bílbilis, que es Calatayud, patria del poeta latino Martialis. Habría que suponer otra, o corregir por Segontia (Sigüenza), lo que tampoco satisface. La terminación en -briga es céltica y abunda en toda la Península, al norte del Guadiana: Conimbriga (Coimbra), Ardobriga, Deobriga, Iuliobriga, Arcobriga, Nertobriga, Caesarobriga, Augustobriga, Mirobriga, Lacobriga, etc., etc., o en prefijo, como Brigantium (La Coruña).

-269. Segesáma=Sasamón, al nordeste de Palencia. Interkatía debe de ser la de los vaccaei (y no la de los astures), localizable vagamente al norte de Zamora.

-270. Viva descripción de la Meseta y sus habitantes. Nótese que el mismo autor hace la salvedad de las tierras de Levante y Andalucía, ya fuertemente romanizadas. Esta relación debe de venir de Polýbios, citado líneas atrás, pues se contradice en el fondo con lo dicho luego por el propio Strábon en III, 4, 20.

-271. "Peltastaí", guerreros ligeramente armados, cuyo nombre procede de la "pélta", escudo pequeño.

-272. En contra de lo que dice Strábon, al hablar de los lysitanoí (III, 3, 6) no cita entre sus armas la honda. Aquí se refiere Strábon a los íberes en general, y más concretamente a los de la España interior y oceánica.

-273. Curiosas costumbres que no sabemos explicar. La voz "dexamené" la hemos traducido por cisterna; pero significa también aljibe y recipiente en general, pero con idea de estar descubierto.

-274. Que los kallaikoí fuesen ateos es una apreciación falsa, sin duda debida a que no solían representar ni simbolizar sus divinidades. Los celtíberos y sus vecinos por el Norte tenían, como se deduce del texto, una divinidad lunar, a la que no podían mencionar por ser, sin duda, un nombre prohibido: "tabú". Según parece, en vascuence el nombre de la Luna procede de un vocabulario sustituvo del "tabú".

-275. Curiosa anécdota a la que se le ha querido sacar más de lo que en realidad es: una graciosa historieta de campamento, pues la guardia o centinela es universal por ser elemental.

-276. No se han podido identificar claramente estos peinados, que afecta a varias regiones de la España antigua. Acaso el último es el que vemos en las figuritas de bronce y en las estatuas y bustos pétreos de los santuarios ibéricos del Mediodía y del Sudeste. Sobre la cabeza afeitada, se sabe que en Vasconia, hasta el siglo XVII, las solteras y doncellas iban con la cabeza rapada.

-277. Anécdotas de las Guerras Cántabras, oídas acaso de los propios generales. Como Strábon añade, estos actos de heroísmo, tanto individual como colectivo, son frecuentes en pueblos de vida primitiva, como los tracios, celtas y escitas. Otros rasgos más, conocidos por Strábon por fuente oral acaso directa, se cuentan en el párrafo siguiente.

-278. Esta curiosa costumbre es la conocida con el nombre de "covada". El padre sustituye a la madre en el lecho y tiene en él al niño no bien ésta ha dado a luz. Por tal hecho es cuidado con suma atención por su esposa como si el convaleciente fuese él. Con más o menos variantes o derivaciones, esta rara práctica, que en modo alguno debe tenerse por caprichosa, ha perdurado en España y otros lugares del mundo como resto de ritos por el estilo, más generalizados antiguamente. Escritores clásicos han transmitido la noticia de que, además de los cántabros, la practicaban también los corsos (isla de Córcega) y los tibarenios (pueblo de la región del Ponto, en Asia Menor).
En España, los últimos restos de tal costumbre han desaparecido hace bien poco; pero se han podido recoger noticias verídicas de su práctica, aun reciente, en Galicia, Asturias, Santander, Burgos, León, Huesca; es decir, en toda la zona cantábrica, que es precisamente donde la señala Strábon en el párrafo que comentamos. Ha de añadirse que reliquias de prácticas semejantes se han constatado igualmente no hace mucho en Ibiza, Menorca (Baleares), Fuerteventura y Lanzarote (Canarias). Tal costumbre procede, al parecer, de una necesidad legal, pues en virtud de esta fórmula se establece y consagra la paternidad masculina, susceptible de duda, pues la otra, la femenina, es indudable. Puede encerrar también un sentido mágico "tabú", que explicaría el rito por el cual el marido come o deja de comer lo que comería o no comería la madre. Sobre el cultivo de la tierra por las muejres (rasgo de tipo matriarcal) se habla en el número 281.

-279. La práctica de la covada implica en las mujeres una resistencia física admirable, que es la que Poseidónios y Strábon refieren en este texto, y aún se suele contar de ciertas mujeres del campo en toda España.

-280. De nuevo Strábon nos da noticias de tipo anecdótico referentes a las guerras cantábricas. En el norte de España no se cultivaba el trigo, al menos generalmente. Ésta es la razón de que tuviesen que importarlo de Aquitania (Gascuña actual), sin duda porque también les era difícil, por cualquier causa (mala cosecha, cierre de los pasos pirenaicos por el invierno, etc.), el llevarlo de Castilla la Vieja, donde el trigo se cultivaba ya corrientemente en estas fechas y aun mucho antes de la conquista romana (vaccaei, arevaci, etc.), sin duda como don importado por los propios iberos, pues los celtas (cuyas invasiones mayores han de datarse en los siglos VIII y VI) eran pueblos ganaderos fundamentalmente y así siguieron siéndolo en España hasta plena conquista romana. En la franja costera del Norte y Noroeste sus habitantes vivían aún en una etapa mixta de pueblos pastores y labradores, con rasgos aún de cazadores, si bien como forma auxiliar, no fundamental. El detalle de los prisioneros crucificados es admirable. Aquí nos intersa sobre todo por darnos a entender, aunque muy vagamente, el uso entre los cántabros de cantos de victoria similares en su espíritu al "paián" (peán) griego.

-281. Éste es otro famoso párrafo de Strábon, muy interesante desde el punto de vista etnológico, ya que describe varios rasgos típicos de la forma cultural llamada "matriarcado"; vale como decir preponderancia de la mujer sobre el hombre en la familia; es lo mismo que "gynaikokratía", palabra que emplea el mismo Strábon con gran propiedad al comentar y tratar de definir estos rasgos culturales.
Añadiendo a los de este párrafo otros contenidos líneas antes (vide núm. 278), tenemos las siguientes particularidades matriarcales propias de los cántabros:

a. el hombre dota a la mujer;
b. la herencia se transmite por línea femenina;
c. las mujeres buscan matrimonio para sus hermanos;
d. las mujeres trabajan en el campo;
e. las mujeres son combatientes juntamente con los hombre en la guerra.
f. la misma "covada" es fórmula de origen propiamente matriarcal.

Para la Callaecia (Galicia) hay referencias de otros autores que implican también un régimen más o menos puro de matriarcado (Trogus Pompeius, Silius Italicus, Diogenes), tal como el "amazonismo".

-282. Respecto a los venenos cántabros, además de las citas de Strábon hay otras más casi coincidentes. Plinius, por ejemplo, cita una herba cantabrica, conocida durante las guerras de Augustus, que por la descripción que de ella hace parece ser la caryophyllacea, que se usa como remedio contra espasmos, temblores y vértigos. La herba cantabrica se empleaba, según Plinius, como antídoto contra el veneno de las víboras. Celsus (hacia el comienzo de la Era) cita esta misma hierba. Sin embargo, no es la que menciona Strábon, la cual parece más bien la cicuta (conium maculatum), que, en efecto, abunda en la zona norteña. Florus, hablando de los gallegos del Mons Medullius (probablemente cerca de Túy, sobre el Miño), dice que se suicidaban con un veneno sacado ex arboribus taxeis, del tejo. Silius Italicus y S. Isidorus citan en Cantabria el mismo veneno. Las hojas del tejo son, efectivamente, venenosas.

-283. De no poco interés es también la costumbre a que alude Strábon cuando habla de la fidelidad al jefe, fidelidad que llega hasta la muerte. Es la institución de los soldurii, en virtud de la cual un jefe de prestigio reunía en su torno una guardia más o menos numerosa conjurada a defenderlo y seguirlo hasta la muerte. De éstos se valieron Marius el Baleárico, Pompeius, Petreius, Sertorius, Longinus, Iuva, y sabemos que Caesar y también Augusto tuvieron una guardia pretoriana formada por españoles enteramente dedicados a la defensa de sus jefes. En latín esta institución se llamaba devotio. Era corriente entre los iberos, aquitanos y germanos, pero no entre los galos. Por Strábon sabemos que se practicaba también entre los pueblos del norte de España.

-284. Justa apología del espíritu científico griego (héllenes=griegos), en contraposición de la falta de él propia de los latinos. Sobre el nombre de Iberia, véase comentario número 2.
En cuanto a que ésta comenzaba en el Rhodanós (Ródano), está atestiguado no sólo por textos anteriores a Strábon, sino por la arqueología, que ha descubierto numerosos testimonios probatorios de que hacia el siglo II a. de J. C. aún eran numerosos los elementos ibéricos en la Narbonense (cerámica, monedas con alfabeto ibérico, etc.), aunque mezclados con los galos. Es de advertir que Iberia no es nombre con valor geográfico, sino puramente étnico. En el siglo V antes de J. C. Aíschylos (Esquilo) dice que el Rhodanós corría por Ibería, y antes, en el siglo VI (Periplo y Hekataíos), había iberos al sur de Montpellier. En el siglo IV se dice que tras de los íberes siguen los lígyes y los íberes mezclados, extendiéndose hasta el río Rhodanós (Skylax). El topónimo Ilíberris en la Narbonense (Strábon, IV, 1, 6) es puramente ibérico (vide nota 439). Strábon dice que en su tiempo el límite de Iberia estaba en el Pyréne.

-285. Los iglétes, citados aquí por Strábon, tomándolo de Asklepiádes, no están en esta parte. Strábon sufrió un error por causa de desconocer que el nombre de Íber lo llevó también el Tinto y Odiel (Huelva), como dijimos en la nota 2. Los iglétes de Asklepiádes son los mismos glétes citados en pleno siglo V a. de J. C. por Heródoros de Herákleia como vecinos de los tartessios. Son también los mismos ileates citados en el siglo VI por el periplo anónimo contenido en la Ora Maritima de Avienus.

-286. Es cierto que los nombres de Ibería e Hispania son equivalentes, pero no es cierto que los romanos los usasen indiferentemente; al menos en los textos conservados se ve (salvo rarísimas excepciones) que los romanos empleaban siempre el de Hispania, y los griegos el de Ibería (vide número 2).
En tiempos de la República la Hispania Ulterior era la que está al sur y al oeste de una línea sinuosa que iba de Carthago Nova (Cartagena), por el Saltus (bosque) Castulonensis y la Sierra Morena (tramo bastante preciso), para seguir luego rumbo Norte hasta el rincón guipuzcoano del Cantábrico (parte muy imprecisa). En suma, comprendía Andalucía, Portugal, Extremadura, León, gran parte de Castilla la Vieja, Galicia, Asturias, Santander y Vascongadas.
La Hispania Citerior era el resto, es decir: parte oriental de Castilla la Vieja, Aragón, Valencia, Cataluña y gran parte de Castilla la Nueva.
Agrippa hizo de la Lusitanía una sola provincia (año 27 a. de J. C.). La Lusitanía comprendía casi todo Portugal, excepto la faja al norte del Duero; en cambio, casi toda Extremadura y Salamanca eran de la Lusitanía.
Augustus hizo la provincia Baetica y la Tarraconensis (entre el año 7 y 2). La Baetica comprendía algo menos que la Andalucía actual (Almería y gran parte de Granada y Jaén caían fuera de ella, pero incluía la zona sur de sur de Badajoz), y la Tarraconensis el resto de España, incluso Galicia y norte de Portugal.
Strábon, en el trozo que comentamos da, pues, una división ya arcaica desde el momento en que los términos de Citerior (de acá) y Ulterior (de más allá) ya no regían en la época en que acaba su libro, en la que una nueva división administrativa había cambiado radicalmente la primitiva, que estuvo en vigor durante toda la etapa de conquista (dos siglos casi completos). Se ve que este párrafo hubo de escribirlo, pues, antes de la reforma de Augustus (años 7-2 a. de J. C.). Pero luego, al repasar sin duda su manuscrito en una fecha posterior a la de la reforma, se vio obligado a poner al día el texto y añadió el párrafo 20 entero, que modifica el contenido final del anterior que comentamos. En el párrafo 20, en efecto, figuran ya la provincia Baetica, Lusitanía y Tarraconensis.

-287. Emerita Augusta es Mérida; fue fundada por Augustus el año 25 a. de J. C., en plena Guerra Cántabra, como sede de los veteranos que sirvieron en las legiones VI y X bajo el mando de Carisius. De ella partía (acaso construida entonces también) la Via Asturica, o "Vía de la Plata", que llevaba por Castra Caecilia (Cáceres) y Salmantica (Salamanca) hasta Asturica Augusta (Astorga). Mérida está siendo desde hace varios decenios sistemáticamente excavada por el Estado. Van descubiertos grandiosos edificios, como el teatro (uno de los mejor conservados del mundo romano en general), el anfiteatro, el circo. En sus campos se alzan aún solemnes restos de dos gigantescos acueductos de imponentes arcos de ladrillo y piedra alternantes, así como un puente sobre el Guadiana de casi un kilómetro de largo. Se han descubierto además tumbas, algunas con pinturas; una basílica paleocristiana, también con pinturas; restos constructivos visigodos de suma importancia. La riqueza escultórica y epigráfica es de las más importantes del Occidente romano. Emérita fue desde luego una ciudad prócer y la más importante de Lusitanía. Hoy es en este aspecto la más rica y expresiva de toda la Península, tanto por la abundancia de restos como por la excelente calidad de ellos.

-288. La legión se componía, aproximadamente, de unos 5.000 hombres.

-289. Al formarse la provincia de Lusitania, como ésta cesaba por el Norte en el Duero, los pueblos sitos al otro lado del río se dejaron de llamar ya lusitanos, para recibir su nombre genérico de kallaikoí, o en latín, callaeci (gallegos). En tiempos del emperador Caracalla (hacia el año 200 d. de J. C.), la Gallaecia y la Asturia se segregaron de la Tarraconensis para formar ambas una sola provincia. Más sobre los kallaikoí puede verse en el comentario número 175.

-290. El río Mélsos, según Strábon, estaba cerca de Noíga, y ésta se hallaba cerca del límite de los ástyres con los kántabroi. Por tanto, el Mélsos ha de ser acaso el río Canero, al este de Luarca, así como Noíga (en Mela y otros Noega) ha de ser Avilés, aunque ambas deducciones siguen siendo dudosas. Había otra Noega entre los callaeci que se podría reducir a Noya. El abra o ría que separaba a astures de cántabros debe identificarse con la de Ribadesella, al oeste de Asturias. En efecto, de otros textos se deduce que el límite entre unos y tros estaba en el río Sallia, que es el actual Sella (cfr. Mela, III, 12 y 14).

-291. Para los togátoi (del latín togati=togados), vide número 167. Como se ve, la toga era símbolo de romanización. Estos keltíberes y pueblos de ambas orillas del Ebro son los más romanizados de esta parte, hasta poco antes muy rebelde a los influjos romanos. Las colonias de Celsa, Caesaraugusta, etcétera, eran otros tantos focos de romanización intensa. De esta zona y del interior, de Bílbilis (Calatayud), era el poeta festivo Martialis, una de las plumas más brillantes de la lengua latina, el cual vino al mundo, poco más o menos, cuando Strábon debía de redactar estas líneas. De todas las regiones españolas la que se romanizó antes y más intensamente fue la Baetica (Andalucía). De ella salieron los dos Sénecas, Lucano, Mela, Columela, los Balbo, Trajano y Hadriano.

-292. Karchedón es Cartagena (nota 130), y Tarrákon, Tarragona, cabeza de la Tarraconensis. Ambas ciudades, por su situación estratégica y sus condiciones portuarias, eran las ciudades de Levante que más en contacto estaban con Italia. Esta razón y el hecho de ser la Tarraconensis una provincia enorme hizo que en tiempos de Diocletianus (comienzo del siglo III) se crease la provincia Carthaginiensis, segregándola de la Tarraconensis. La Carthaginiensis comprendía, aproximadamente, Almería, Granada, Jaén, Murcia, Albacete, Alicante, Valencia, Teruel y toda Castilla la Nueva.
-293. Strábon dedica el capítulo quinto a las islas cercanas o dependientes de Ibería. Por ello hablará ahora de las Baleares, que entonces se dividían en dos grupos: las Baliarídes propiamente dichas, Mallorca y Menorca, y las Pityoússai, Ibiza y Formentera. También se habla aquí de Cádiz, porque entonces constituía, y aun hoy mismo constituye realmente, una isla. Strábon dedica a Cádiz casi todo el capítulo quinto; es decir, proporcionalmente, mucho más que lo dedicado en todo el libro III a cualquier otra parte de Ibería, incluso a la misma Baitiké, de la que es tan entusiasta descriptor. Ello se explica porque Cádiz era en tiempos de Strábon la ciudad más importante de todo el Occidente y una de las más activas de todo el Mediterráneo, como el geógrafo nos hará ver. Terminará todo el libro III hablándonos de las Kassiterídes. Con ello acabará lo que Strábon creyó necesario decir de la Península Ibérica.

-294. Las dos islas que componen el grupo de las Pityoússai son Ébyssos (Ibiza) y Ophioússa (Formentera). Pityoússai significa "isla de los pinos" (en griego pítys es pino), que según parece no es sino la traducción de la voz fenicia ibusim, que tiene el mismo sentido, y de la cual se deriva el nombre de Ébyssos, o Ébousos, con que la designaban los griegos, y el de Ebusus, con el que la conocían los latinos. De él se deriva el actual de Ibiza. Ophioússa (actual Formentera) significa en griego "isla de serpientes", de óphis=serpiente. Sobre esta particularidad véase luego (número 297) lo que se dirá.

-295. Según Strábon, el término Gymnésiai es igual que el de Baliarídes y afecta a Mallorca y Menorca, que forman el grupo más occidental del archipiélago balear (*equivocación del autor, pues constituyen el grupo más oriental). Sin embargo, en un texto anónimo muy viejo, fechable hacia mediados del siglo VI a. de J. C., por lo menos (contenido en el poema Ora Maritima, de Avienus), los gymnetes viven en la costa frontera a Ibiza, en la región del Cabo de la Nao; Ibiza es llamada asimismo Gymnesia, nombre que en dicho testimonio no afecta ni a Mallorca ni a Menorca, que además parecen ignoradas por el desconocido autor del texto. En cuanto al nombre de Baliarídes o Balearídes (así en el mismo Strábon, XIV, 2, 10), aparece por vez primera en Polýbios (mediados del siglo II a. de J. C.). Parece ser que proviene del nombre indígena del pueblo que habitaba en ellas, los baleares o balearídes.
El laudable afán de explicarse las cosas, llevó a los griegos a creer que el nombre de Gymnésiai procedía del griego gymnós, desnudo; pero ésta es una etimología arreglada; se trata de una adaptación al griego de un nombre indígena homofónico, pues no es concebible que los gymnetes (o gymnétai) se llamasen a sí mismos con un nombre extraño, alusivo además a una costumbre que si para los helenos podía resultar llamativa, para ellos no; y menos considerando que el desnudismo era común a otros muchos pueblos bárbaros de las orillas del Mediterráneo. Lo mismo puede sospecharse del origen real del nombre Balearídes. Según una interpretación seudoerudita de un autor griego (Tímaios, en Diódoros), los indígenas de estas islas se llamaba a sí mismos balearídes, del griego bállein, arrojar, aludiendo a la destreza con que manejaban la honda (véase núm. 305). Sin embargo, esta etimología es tan inaceptable como la otra.
Más cerca de la verdad estaremos al considerar en tal término una raíz propiamente vernácula, modificada o arreglada por los eruditos griegos para hacerla comprensible en su lengua y darle un sentido previamente buscado. De bállein no pudo derivarse Baliarídes. Acaso el nombre de balaroí, dado a gentes ibéricas que se establecieron en Cerdeña (un antropónimo Balarus se conce entre los vettones de Castilla la Nueva), explique mejor que la ingenua etimología griega el origen indígena de la raíz. Strábon, algo más informado, dice en otro lugar (XIV, 2, 10) que las designación de balearídes procede de los fenicios. En todo caso, como los mismos textos exponen (Tímaios-Diódoros), el apelativo de Gymnésiai aplicado a las islas es de uso griego, mientras los romanos y los indígenas las llamaban Baliarídes. Sin duda, de los indígenas pasó a los fenicios, y de éstos a los romanos.

-296. Ébousos, escrito también Ébyssos, fue la primera colonia fundada por los carthagineses en el área del lejano Occidente. Según textos fidedignos, su creación data del año 654 a. de J. C. La isla estaba entonces desierta o casi desierta. El primer asiento debió de fijarse en la Isla Plana (hoy soldada a la tierra firme, pero con el nombre de isla aún), inmediata a la ciudad de Ibiza. Más tarde hubo de extenderse o trasladarse al solar de la actual ciudad. Los colonos primeros fueron pescadores y saladores; luego debieron de llegar también industriales y agricultores. Estos últimos hicieron de la isla un verdadero jardín, ya alabado por los autores antiguos.
La población era cosmopolita en extremo; hacia la época de Augusto, además de los púnicos había romanos, griegos y gentes de todo el Mediterráneo, sin faltar, naturalmente, baleares e iberos. De tal población tenemos sobrados testimonios, gracias a la abundancia, en casos pródiga como pocas veces, de reliquias arqueológicas que han surgido o van emergiendo en toda la isla. De estos yacimientos, el más importante es el cementerio de la antigua Ébyssos, la llamada necrópolis del Puig d'es Molins, sita en el cerro de este nombre, cercano a la capital. Baste decir, para formarse idea de su importancia (no igualada por ningún otro yacimiento arqueológico similar del resto del Mediterráneo), que tal cementerio ha contenido unas 5.000 tumbas, la mayoría múltiples (cuatro o cinco enterramientos en cada una), abiertas en la roca, y de las cuales han salido, durante toda la Edad Media (explotaciones árabes y cristianas) y primeros decenios de este siglo, una infinidad de objetos de toda laya pertenecientes a sus ricos ajuares funerarios. Las estatuitas de barro cocido y policromado, los collares y ungüentarios de pasta vítrea de vivos y variados colores, las joyas de oro, las mascarillas fúnebres, los vasos de cerámica, las hachuelas o navajillas votivas de bronce, los vidrios, los espejos, los enseres de pesca, los sellos o amuletos grabados, los anillos y otros muchos utensilios de tocador y de usos industriales, llenan hoy varias salas de los museos de Madrid, Barcelona, Ibiza y Cau Ferrat (Sitges, Barcelona). La mayoría son púnicos, como es lógico; pero no faltan los griegos (desde mediados del siglo VI a. de J. C.), los helenístico-alejandrinos, los orientales y los romanos. El abundante lote de figuras de barro cocido es singularmente interesante por su valor arqueológico. El Puig d'es Molins no es el único yacimiento de la isla; ya hemos dicho que toda ella es un yacimiento casi continuo (Isla Plana, Puig d'en Valls, Cueva d'es Cuyram, con un santuario de Tanit; Purmany, antiguo Portus Magnus, Talamanca, etc).

-297. Ya se ha dicho que el nombre de Ophioússa significa "isla de serpientes" en griego. En tiempos de Strábon aún estaba desierta, sin duda por su aridez y por la superabundancia de reptiles. Acaso el nombre indígena fuese el de Colubraria, con que la citan Mela y Plinius.

-298. Pálma lleva actualmente el mismo nombre y es la capital del archipiélago. Pollentia o Polentía (de pollere=valer) es la actual Pollensa, cerca de la cual han aparecido, y están en curso de excavación, los interesantes restos de la ciudad romana: 200 stadios=27 kilómetros; 600=81. Esta última dimensión es, aproximadamente, justa; pero la de 27 es sólo la mitad, por lo que en esto llevaba razón Artemídoros al considerarla doble.

-299. En los tiempos propiamente históricos las dos islas del grupo de las Baliarídes se designaban diferencialmente con los nombre de maior y minor, de donde los actuales. No me parece verosímil aquí el pretender raíces indígenas, creando unos supuestos Maioúrika y Menoúrica, que existen en la antroponimia africana antigua como nombre de mujer.
Es posible que los griegos les diesen a ambas los nombres de Meloússa y Kromyoússa (sin que sepamos cuál a cuál); por lo menos, Hekataíos (hacia el 500 a. de J. C.) cita frenta a Ibería estas dos islas. Meloússa parece derivar de mélon, en griego igual a manzana, melocotón o un fruto parecido; así como Kromyoússa, de krómmyon, que equivale en la misma lengua a cebolla, quizá aludiendo a sus frutos más característicos. El malum punicum es la granada, introducida en Europa por los púnicos precisamente, de donde su nombre latino. Obsérvese además esta coincidencia de terminaciones griegas: Mel-oussa (Mallorca o Menorca); Kromy-oussa (Formentera, vide número 297). Estos sufijos se hallan también en otros nombres de origen griego sitos en la costa meridional de la Península, como Oin-oussa, Kotin-oussa (Cádiz), Kalath-oussa (¿Huelva?) y Ophi-oussa (¿España?), y enlanzan con otros muchos del Mediterráneo central y oriental con la vieja partícula -oussa por terminación. Por ello se tienen, con razón, como restos tópicos de una antigua corriente colonizadora griega, fechable acaso en los siglos IX u VIII.

-300. Este Metellus es el hijo del Metellus que conquistó Macedonia; mereció el título de Baliaricus por haberlas conquistado, en 123-122 antes de J. C.

-301. Ya se ha dicho que los carthagineses (que es lo que sin duda pretendía decir Strábon al citar aquí a los phoínikes o fenicios) fundaron la colonia en el 654 (véase núm. 296).

-302. El chitón platýsemos es lo que en latín se decía tunica laticlavia, túnica senatorial que se distinguía de las otras por dos anchas franjas de color morado (laticlavus). El chitón giego no era precisamente lá túnica; pero aquí es término equivalente (vide núm. 304).

-303. Philetás o Philétas. Se distinguió como poeta y filólogo, floreciendo entre el 320 y el 270. Escribió varias obras, una de las cuales se titulaba precisamente Hermés. Este pasaje se tiene como interpolación, a modo de glosa o explicación, debida al copista de Strábon; por ello, la voz hermeneía puede significar aquí tanto "aclaración" como "obra referente a Hermés".

-304. Chitón, especie de camisa con manga. Se introdujo en Athenas a fines del siglo VI, traída por los jonios de Asia Menor.

-305. Los honderos baleares fueron famosos en toda la Antigüedad, y son varios los textos antiguos que hablan con elogio sumo de la destreza asombrosa con que manejaban esta terrible arma, con la que lanzaban piedras enormes que hendían corazas y cascos metálicos fácilmente. Su fama se debió, sobre todo, al empleo sistemático que de ellos hicieron los carthagineses en todas sus guerras, singularmente en las mantenidas contra griegos de Sicilia, durante los siglos V al III, y las llevadas a cabo por Hannibal contra Roma en los últimos decenios del siglo III a. de J. C. En Zama aún figuran estos honderos, como parte importante de las tropas púnicas, al lado de otros mercenarios reclutados en la Península Ibérica.

-306. Con ellos debió de formar los núcleos de las colonias por él fundadas de Pollentia y Palma.

-307. Aquí comienza Strábon su interesante descripción de Cádiz (no sin aludir antes a otros islotes cercanos), para cerrar el capítulo con las islas Kassiterídes. La descripción que vamos a leer, interrumpida por una larga glosa referente a las Columnas y una pesada discusión sobre ciertos pozos del Herákleion gaditano, procede de los tres grandes sabios helenísticos que estuvieron en Cádiz: Polýbios, Poseidónios y Artemídoros, de entre los cuales parece ser Poseidónios, con mucho, el que más fue aprovechado.

-308. La isla de Hera es una de las dos islas del Estrecho que se citan ya en el viejo periplo contenido en la Ora Maritima de Avienus, texto fechable en este párrafo hacia el año 500. Héra es la divinidad griega equivalente a la latina Iuno. Plinius dice que los indígenas llamaban Insula Iunonis a la Isla de León; aunque esta identificación, que se encuentra ya en textos muy viejos, no es clara. Parece ser que de las dos islas aludidas por Strábon aquí, una es la de Perejil, cerca de Punta Leona, en la costa meridional (africana) del Estrecho, y la otra tal vez la de Palomas, próxima a Punta Carnero, en el lado europeo. Pero cabe otra tercera, que sea la de Tarifa, hoy soldada a la tierra firme y que no cabe desdeñar como probable Héra.

-309. Gádeira. El nombre fenicio original es el de Gádir, con significado de "castillo", "fortaleza" o, en general "recinto murado". Equivale al de Agadir, frecuente en muchos topónimos norteafricanos actuales, pues aún hoy entre los bereberes "agader" significa muro, llamándose en general "agadir" a los castillos del Atlas. Entre los griegos se la cita (de un modo no explicado satisfactoriamente) como tá Gadeira o, en variante jónica, tá Gédeira, en plural neutro. Heródotos la llama, por excepción, pero en forma plural también, Gédeiroi. Esta forma acaso se deba al hecho de que a Cádiz, en la Antigüedad, se la pudo considerar más que como una isla como una conjunto de ellas, de las cuales las más importantes eran, con mucho, la propia de Cádiz (conocida por los primeros navegantes griegos como Kotinoússa) y la Isla de León (llamada también en los textos antiguos Erýtheia y Aphrodisías, y por los indígenas, Insula Iunonis, según Plinius.)

-310. Strábon hace resaltar el carácter esencialmente marinero de los gaditanos.

-311. Es curioso que Strábon emplea aquí la forma latina, en lugar de decir, en griego, gadeirítai.

-312. Italiótai, los griegos de Italia.

-313. Pataouinoi (latín patauini), los habitantes de Patauium, actual Padua, al norte de Venecia (nota 215).
-314. Longitud de la isla de Cádiz, en la Antigüedad, 100 stadios= 18 1/2 kilómetros, lo que es aproximadamente exacto, contando desde el Castillo de San Sebastián (al Noroeste) hasta el islote de Sancti Petri (al Sudeste). El ancho de un stadio (185 metros) es también cierto para la parte más angosta de la isla, que entonces debía de estar en la zona media (al sur de Torre Gorda, por donde, andando el tiempo, el mar había de romper la lengua de tierra y dar paso al río Arillo).

-315. Ésta es una frase que debe de interpretarse por comparación con la Cádiz de la época de Caesar y de Augustus, fechas en las que la ciudad debió de llebar a su máximo desarrollo (que luego fue perdiendo paulatinamente), alcanzando 2.000 o más habitantes libres. La necrópolis cae fuera de los glacis, que hoy se están derribando; por tanto, la extensión del casco de la población, dispersa a lo que parece en pequeñas granjas y huertas, debía de coincidir aproximadamente con la actual.
En la época romana republicana, es decir, tras la conquista romana de la Península (Cádiz cayó en el 206), la población debió de creer notablemente por el comercio (el mismo Strábon nos hablará de ello); pero acaso el casco de la ciudad no se ensanchó mucho, pues los enterramientos romanos de esta época se efectuaron sobre los púnicos. Tal vez este aumento de población lo embebió el mismo caserío con sólo densificar sus construcciones urbanas. En la época de Poseidónios (hacia el 100 a. de J. C.) debían de existir en Cádiz y en sus cercanías casas altas, acaso como las romanas, de varios pisos (cfr. Strábon, II, 4, 14). El "agobio de espacio", de que aquí mismo habla Strábon, lo textifica. Luego, ya en tiempos de los Balbus (segunda mitad del siglo I a. de J. C.), hubo de crearse una ciudad satélite, a la cual llamaron "Nueva", amén de la aparición de otros núcleos menores de población en la Isla de León (necrópolis romana), donde levantaron una "antípolis" de Cádiz, y en la tierra firme costera (acaso en le Trocadero, o en Puerto Real). De todo esto da fe el mismo Strábon a continuación del párrafo que comentamos.

-316. Balbus. La familia de los Balbus fue una de las más ricas e influyentes de la sociedad gaditana. En los últimos tiempos de la República romana y los primeros del Imperio, los Balbus (tío y sobrino) llegaron a ocupar altos puestos en la administración del Estado. Uno de ellos, el tío, fue el hombre de confianza de Caesar y jugó papeles muy importantes como agente secreto suyo en las intrigas políticas de su tiempo. Esta amistad y confianza entre el gaditano y el romano databa de la primera estacia de Caesar en Cádiz, cuando aún joven soñaba ya, según la leyenda, con ser tan grande como Alejandro (cuestura del año 68, cuando Caesar tenía sólo treinta y dos años). Balbus había ya tomado parte en las guerras civiles de Sertorius en favor de Pompeius, por lo que en el año 72 recibió el honor de ser nombrado ciudadano romano. La amistad de Caesar con él se afianzó aún más en el año 61, cuando aquél desempeñó la praetura. Siendo cónsul, en el 59, le nombró "praefectus fabrum". Este Balbus acompañó a Caesar en la conquista de las Galias; fue el primer cónsul provincial que tuvo Roma (año 40 a. de J. C.). El segundo fue su sobrino, el que cita Strábon, cónsul en el 32, que alcanzó los honores del triunfo tras su victorias en África (campañas contra los garamantes del interior de Libya) el año 19 a. de J. C. Fue por ello el primer general no itálico que recibió este altísimo honor.

-317. Didýme significa en griego gemela.

-318. 20 stadios es igual a poco menos de cuatro kilómetros de perímetro. Véase lo dicho en el número 315.

-319. Antípolis viene a significar en griego ciudad de enfrente o ciudad rival (aquí el sentido no es claro). De ser lo primero, hay que suponer de por medio la bahía de Cádiz, pues esta antípolis hubo de estar en la Isla de León.

-320. Acaso donde el Trocadero.

-321. El Krónion es el templo púnico de Moloch (Krónos=Moloch). Probablemente estuvo donde hoy la catedral; aquí la tierra se alza más que en otro punto.

-322. El Herákleion de Gádir fue uno de los templos más famosos de la Antigüedad. Como el Heraklés griego es el Melkart fenicio, era, pues, un templo de Melkart. Hoy día se sabe ya de cierto que se alzó en la isla de Sancti Petri, que en la época antigua estaba unida en línea continua con la de Cádiz. En el Herakleión gaditano era fama que se guardaban los restos de Heraklés (Melkart). Se decía que el santuario había sido fundado en tiempos de la guerra de Troya (comienzos del siglo XII a. de J. C.), cuando Cádiz fue fundada por los tyrios (número 329).
Según Silius Italicus (siglo I después de J. C.), "un rumor confome a la verdad decía que las vigas puestas en los orígenes del templo aún permanecían, y que desde aquellos tiempos no las habían tocado sino las manos de sus constructores". Luego añade: "En la puerta se ven en bajorrelieve los trabajos de Alcides" (Hércules). (Silius describe a continuación los relieves.) De los sacerdotes y ritos dice lo que sigue: "Los sacerdotes, que son los únicos que tienen el honor de penetrar en el santuario, han cerrado su entrada a las mujeres y cuidan de alejar de él a los puercos. Llevan ante el altar vestidos de un solo color; el lino cubre sus miembros; una cinta pelusíaca brilla en sus temporales. Por lo general, cuando ofrecen incienso cúbrense con un vestido talar, y cuando inmolan víctimas dicha vestimente va bordada de púrpura, según vieja costumbre; llevan los pies descalzos y la cabeza pelada, y guardan celibato. En los altares arde un fuego que no ha de apagarse nunca. Imagen alguna ni estatua de los dioses llenan con sus majestades divinas el santo lugar, ni les infunden sacro respeto."
Strábon añade más adelante que tenía dos columnas de bronce, en las cuales estaba grabada no una dedicatoria piadosa, sino una relación de gastos. Tenía además unos manatiales muy curiosos, de los que luego hablará Strábon. Del templo de Cádiz hoy nada se conoce; pero de la parte sumergida de la isla de Sancti Petri han salido estatuas de importancia, lo que indica que bajo las aguas deben de ocultarse aún restos del famoso templo; algún día acaso se puedan estudiar convenientemente. Por una falsa orientación en Strábon, el Este ha de entenderse como Sudeste, y el Oeste como Noreste. El canal de un estadio (185 metros) era el que separaba entonces este extremo de la isla de la tierra firme. Resto de él es el canal de Sancti Petri, aún navegable.

-323. Las doce millas romanas son casi 18 kilómetros, lo que es aproximadamente justo; en realidad, como Strábon dice, era algo mayor en línea recta, unos 22 kilómetros.

-324. Pherekýdes de Athénai (hacia el 500 a. de J. C.) fue autor de una obra sobre genealogías, en diez libros; en ella recogía gran número de datos y tradiciones sobre Historia universal.

-325. Erýtheia, probablemente la Isla de León, que otros llamaron también Aphrodisías. Ya es dudosa su identificación en el mismo Strábon. (Véase núm. 308.)

-326. Geryónes es el mítico pastor de bueyes que combatió con Heraklés (núm. 137)

-327. Sin duda, aquí la Isla de León.

-328. Abundancia de pastos y gordura del ganado, que explican en efecto la leyenda. Aún hoy, la región del Betis, aparte de la cría del toro bravo, es rica en ganado mayor, por la abundancia y frescura de sus pastos.

-329. Los tyrioi son los de Týros, ciudad fenicia famosa por sus fundaciones coloniales en el Mediterráneo central y occidental, tales como Carthago y Gádir. Strábon, siguiendo una tradición gaditana recogida en la ciudad misma por Poseidónios, nos va a contar ahora el origen de la ciudad más vieja de Occidente, de Cádiz. Entiéndase que aquí Heraklés es la versión griega del dios fenicio Melkart.

-330. Exitanos son los de Ex o Séxi, actual Almuñécar (núm. 212).

-331. Ónoba es Huelva. La isla consagrada a Heraklés (Melkart), ha de ser la de Saltés, habitada en la Antigüedad y en la Edad Media, y hoy paraje arenoso y desierto. La distancia de 1.500 stadios (270 kilómetros) entre el Estrecho y Saltés es virtualmente exacta. La directa es algo menor; pero ha de tenerse en cuenta que entonces se navegaba costeando.

-332. Ya se ha dicho que la orientación es falsa, por haberse tomado en verano, en que el Sol parece salir y ponerse más por el Sur y más por el Norte (respectivamente) que en invierno. Por ello, en Strábon el Occidente es realmente Noroeste y el Oriente el Sudeste. Cádiz en el Noroeste y el Herákleion (Sancti Petri) en el Sureste.

-333. Metagónion es el Cabo de Tres Forcas y su región. Vide 207.

-334. Véase lo dicho en el número 146.

-335. Píndaros, el célebre poeta griego de Thébai (Tebas) que cantó a los vencedores olýmpicos. Vivió entre el 518 y 3l 442, aproximadamente. Estuvo en Sicilia, donde puedieron llegar a sus oídos cosas del lejano Occidente y de Cádiz. "Pýlai Gadeirídes" significa "Puertas Gaditanas".

-336. Dikaíarchos (vulgar Dicearco) fue uno de los mayores geógrafos de toda la Antigüedad helénica. Era de Messéne (Messina, Sicilia), donde floreció hacia el 310. En su gran obra Períodos Gés (Contorno de la Tierra) sentó las bases de la geodesia, calculando la circunferencia del Globo y dividiéndolo en meridianos y paralelos. Escribió también una Bíos Helládos (Vida o Historia de Grecia), que al parecer fue la primera historia general de la cultura griega.

-337. Los rhegínoi son los habitantes de Rhégion, actual Reggio, en el estrecho de Messina, frente a esta ciudad. El Cabo Péloron es el actual capo di Faro, o Cabo de Messina (péloron significa "de gran tamaño").

-338. Altares de los Philainoi (bomós=altar) eran unas aras o pedestales conmemorativos que se alzaban en la Syrtis Maior, en la región habitada por los nasamones, es decir, entre la actual Cirenaica y la Tripolitania, cerca de la aldea de Muktar.

-339. Kórinthos, vulgar Corinto, entre el Pelopónnesos (Morea) y la región de Mégara (Megarís).

-340. Attiké (vulgar Ática), cuya ciudad principal era Athénai (Atenas). Los íones son los jonios, habitantes de la Ionía (Jonia).

-341. Vide 339.

-342. Pelopónnesos o "Isla de Pelops" es la actual península de Morea, al sur de Grecia. Pelops fue hijo de Tántalos; literalemente significa su nombre "rostro pálido".

-343. Aléxandros (vulgar Alejandro) el Grande, el conquistador de Asia Occidental y de Egipto, llegó en su asombrosa expedición hasta el Indo. Su nombre significa literalmente "el protector de los hombres". Indiké, la India; indoi, los habitantes de la India. Diónysos, divinidad griega que se suponía había hecho un viaje a la India. Se le llamaba también Bácchos, de donde el latín Bacchus y el castellano Baco.

-344. Makedónes, los habitantes de Makedonía (o Macedonia), patria y reino de Alexándros.

-345. Silanós, o Silenós de Kallatis (acaso Kalé Akté, en Sicilia), vino acompañando a Hannibal. Su obra principal parece fue la historia de sus campañas, que escribió en griego. Plinius también le cita como visitante de Cádiz.

-346. La escasez de agua potable en Cádiz hubo de ser remediada por la multiplicación de aljibes o cisternas que recogiesen el agua pluvial. Estos reservorios se abrían, sin duda, en plena roca, o acaso también se construían en las terrazas de las casas. Grandes depósitos de este género se conocen en ciertas ciudades rupestres, como en Meca y Minateda (Albacete).

-347. Athenódoros, filósofo estoico, preceptor de Augustus y amigo del propio Strábon.

-348. Curiosa disputa a la que Strábon dedica unas páginas, que estuvieran mejor empleadas en ampliar las noticias referentes a España. Mucho más interés cintífico, aunque para el caso de la descripción de la Península sea también espacio perdido, tienen las líneas que a continuación va a dedicar Strábon a las mareas oceánicas, fenómeno que podía observarse a placer en Cádiz mejor que en el Mediterráneo. Es mérito de Poseidónios el haber estudiado detenidamente estos movimientos, aunque mucho antes que él ya habían sido objeto de agudas observaciones por Pythéas el massaliota (vide núm. 139) y por Séleukos (vide núm. 351). Si no científicamente, sí por empirismo, el fenómeno de las mareas tanto diurnas como mensuales y anuales fue perfectamente conocido por los marineros de Cádiz, de los que Poseidónios tomó datos importantes, según él mismo ha de confesar (vide núm. 350) en uno de los muchos párrafos con que Strábon va a construir la exposición que sigue.

-349. Es clara la teoría poseidónica sobre la acción de la Luna en el fenómeno de las mareas. Hoy sabemos que además actúa en conjunción con la Luna la masa ingente del Sol.

-350. Manifiesta declaración del mismo Poseidónios de la agudeza científica o empírica de los marineros de Cádiz, que, sin duda, conocían por la costumbre las leyes, o mejor el ritmo con que se sucedían las mareas oceánicas, no sólo en el período de un día, sino en el de una lunación y hasta en un período anual. En Gádir se sabía ya de antiguo que en los solsticios de verano y de invierno las mareas entraban en una fase aguda, que hoy llamamos de mareas viva,s y durante las cuales el nivel del mar alcanza su altura máxima sobre todas las pleamares del año, y su descenso ínfimo por bajo de todas las bajamares anuales. Al final del párrafo que comentamos hay de nuevo frases encomiásticas para los gaditanos y su agudeza de observación, así como se confiesa de nuevo lo mucho que debe Poseidónios a estos humildes marineros en la construcción de su famosa teoría.

-351. Séleukos de Babylonia (hacia el 150 a. de J. C.) fue el creador de conceptos sobre el Cosmos que hoy día causan asombro. Séleukos tenía el Universo como un todo infinito, dentro del cual la Tierra no constituía sino un punto minúsculo que vagaba por el espacio acompañada siempre de la Luna y gravitando dentro del mundo solar. Fue discípulo de Stráton, del que tomó las ideas fundamentales de su teoría. En efecto, hacia el 280 éste, según dice Ploútarchos, ideó el sistema heliocéntrico como mera hipótesis, pero fue Séleukos quien logró demostrar su veracidad. Como se desprende del texto straboniano, Séleukos había estudiado también con sumo acierto los fenómenos de las mareas en otro de los mares abiertos, en el mar Erýthras (vide nota siguiente).

-352. El Mar Erýthras era no sólo el Mar Rojo (érythros, en griego, rojo), llamado a veces Arábigo, sino también la parte del Océano Índico cercana a Arabia y las Somalias, comprendiendo asimismo el Golfo de Adem.

-353. Ílipa es Alcalá del Río, poco más arriba de Sevilla, y hasta donde, aún actualmente, son sensibles las mareas. Esta sensibilidad depende, naturalmente, en mucho del caudal del río. Los 700 stadios equivalen a unos 130 kilómetros.

-354. La lección treinta figura en otros códices como cincuenta, es decir, unos 92 kilómetros.

-355. El codo o brazo (péchys) es una medida griega de longitud equivalente, poco más o menos, al medio metro: justamente 44,4 centímetros; los 10 codos son, pues, 4,44 metros. De ello se desprende también que el temlo de Hércules se alzaba sobre un basamento bastante alto y que este basamento estaba cercano a la orilla del mar y sobre un suelo muy bajo, inundable por las mareas. Esto explica que sus reliquias se hallen hoy bajo el agua y que sólo los objetos y estatuas que de vez en cuando se "pescan" en sus inmediaciones den noticia cierta de su pasada grandeza y localización (vide núm. 322).

-356. El lago del Ebro es una fantasía o una interpretación exagerada de algún fenómeno mal observado.

-357. Acaso la dracoena draco, aunque no concuerda en todo lo característico. El árbol de Egipto con el cual lo compara más adelante es quizá el salix babylonica.

-358. De este árbol de Cartagena tampoco se sabe gran cosa; se ha supuesto sea el chamoerops humilis.

-359. Así escribían los griegos lo que nosotros Egipto.

-360. Kappadokía, vulgar Capadocia, en Asia Menor (actual Turquía).

-361. Las Islas Kassiterídes o Kattiterídes (tt=ss) son las "islas del estaño" (griego kassíteros=estaño), de localización en extremo problemática ya en la misma Antigüedad. Se identifican por algunos con las islas Oestrymnides, ubicables en la Bretaña francesa. Según otros, se trata de Galicia y de sus islas, donde no sólo se obtenía estaño en abundancia (véase lo que dice el mismo Strábon de su explotación en III, 2, 9), sino que pudo muy bien cargarse en las islas de sus rías (islas Cies, Ons, Salbora, Arosa). La localización intentada por Strábon es vaga e indica a las claras que no se sabía por entonces dónde estaban estas islas, más legendarias ya que reales. Al norte de los Ártabroi, quiere decir al norte de La Coruña; pero hasta las Islas Británicas o las islas de Bretaña francesa no hay islas algunas en las cuales se puedan identificar. Por otra parte, el haberlas citado Strábon en el libro dedicado a la Península Ibérica, traduce su concepto, que, aunque vago, le obligaba a preferir el noroeste de España antes que las Galias o Britania, que es donde pudieran haber cabido, de no ser la región de Galicia.

-362. Las Poinaí son divinidades vengadoras, es decir, las Erinýes que figuran con frecuencia en la tragedia griega.

-363. Mercaderes sin duda púnicos y tartessios, en un principio; luego romanos, como a continuación se verá.

-364. La apertura del comercio romano con las islas Kassiterídes tuvo lugar gracias a Publius Crassus, procónsul de la España Ulterior en el 96-94, quien recorrió en plan de guerra parte del litoral atlántico español. Posteriormente, la conquista de las Galias, y luego la de Bretaña, abrieron a los romanos el paso franco a estos lejanos parajes y a sus minas de estaño; pero no aclararon el misterio de las islas Kassiterídes.