Las ranas

Aristofánes

Traducción: Federico Baraibar y Zumárraga

PERSONAJES

JANTIAS, BACO, HERACLES, UN MUERTO, CARONTE, CORO DE RANAS, CORO DE INICIADOS, ÉACO, UNA CRIADA DE PROSERPINA, DOS TABERNERAS, EURÍPIDES, ESQUILO, HADES

[La escena pasa al principio en el camino de Atenas a los Infiernos; después en los Infiernos mismos.]

JANTIAS ¿Diré, dueño mío, alguno de esos chistes de cajón que siempre hacen reír a los espectadores?

BACO Di lo que se te antoje, excepto el consabido: “No puedo más” (3). Pues estoy harto de oírlo.

JANTIAS ¿Y algún otro más gracioso?

BACO Con tal que no sea el “estoy hecho pedazos”.

JANTIAS ¿Entonces no he de decir ninguna agudeza? BACO Sí, por cierto, y sin ningún temor. Sólo te prohíbo…

JANTIAS ¿Qué?

BACO Decir, al cambiar el hato de hombro, que no puedes aguantar cierta necesidad (4).

JANTIAS ¿Tampoco que si alguno no me alivia de este enorme peso tendré que dar suelta a algún gas? (5)

(3) Alusión a los poetas de poca vis cómica, que usaban chistes triviales y gastados.

(4) Ut cacaturias.

(5) Pedam.

BACO Nada de eso, te lo suplico: a no ser cuando tengas que vomitar. JANTIAS No sé entonces qué necesidad había de echarme al hombro esta carga, para no poder hacer

ninguna de aquellas cosas tan frecuentes en Frínico (6), Lucis (7) y Amipsias (8), que siempre introducen en sus comedias mozos de cordel.

BACO No hagas tal; porque cuando yo me siento entre los espectadores y miro invenciones tan vulgares, envejezco más de un año.

JANTIAS ¡Desdichado hombro mío! Sufres y no se te permite hacer reír. BACO ¿No es esto el colmo de la insolencia y de la flojedad? Yo, Baco, hijo del ánfora9, voy a

pie y me fatigo, mientras le cedo a ese sibarita mi asno para que vaya a su gusto y no tenga nada que llevar. JANTIAS Pues ¡qué! ¿no llevo yo nada? BACO ¿Cómo has de llevar si eres llevado? JANTIAS Sí, con este equipaje encima.

(6) Frínico era un poeta cómico que concurrió con Aristófanes al premio cuando hizo representar Las ranas. Su poca inventiva, el abuso de palabras inusitadas, y los defectos de su versificación le hicieron pasar por extranjero. No debe confundirse este Frínico con el autor de tragedias.

(7) Poeta cómico contemporáneo de Aristófanes. Su principal defecto era la frialdad.

(8) Otro autor de comedias, que ganó dos veces el premio en competencia con Aristófanes. Su Conno fue preferido a Las nubes.

(9) Como dios del vino.

BACO ¿Cómo? JANTIAS Que pesa mucho. BACO ¿Pero dejará de llevar el asno lo que tú llevas? JANTIAS Por Zeus, lo que yo llevo no lo lleva él. BACO ¿Pero cómo puedes llevar nada, siendo llevado por otro? JANTIAS No lo sé; pero lo cierto es que mi hombro no puede resistir más. BACO Pues aseguras que el asno no te sirve de nada, cárgate el asno y llévalo a tu vez. JANTIAS ¡Triste de mí! ¿Por qué no estuve en la última batalla naval? (10) Ya me hubieras pagado

esa bromita. BACO Apéate, bribón; voy a llamar a esta puerta, donde tengo que hacer mi primera parada.

¡Esclavo! ¡Eh! ¡Esclavo! (11).

(10) Fue la de las Arginusas, ganada a los lacedemonios el año anterior a la representación de Las ranas. Algunos esclavos que pelearon entonces denodadamente recibieron la libertad en recompensa de su valor. Por consiguiente, si Jantias hubiese estado en aquella batalla podría exigir a su amo una satisfacción como emancipado de su potestad.

(11) Llama a la puerta del templo de Heracles, que estaba cerca de Atenas, en el demo de Melito.

HERACLES ¿Quieres derribar la puerta? Quienquiera que sea, llama como un centauro (12). Vamos ¿qué ocurre? BACO ¡Jantias! JANTIAS ¿Qué? BACO ¿No has advertido? JANTIAS ¿El qué? BACO El miedo que le he dado. JANTIAS ¡Bah! tú estás loco. HERACLES Por Deméter, no puedo contener la risa; por más que me muerdo los labios, me río. BACO Acércate, amigo mío; te necesito. HERACLES ¡Oh! me es imposible no soltar la carcajada al ver una piel de león debajo de una túnica

amarilla (13). ¿Qué intentas? ¿qué tienen que ver la maza y los coturnos? ¿por qué país has viajado?

(12) Monstruo fabuloso, mitad hombre y mitad caballo. Sus procederes eran sumamente brutales, y en la célebre lucha con los Lápitas dejaron de ello buena memoria.

(13) Baco traía sobre un vestido de mujer la piel de león y la maza que constituían el atavío característico de Heracles.

BACO Me embarqué en el Clístenes (14). HERACLES ¿Y diste una batalla naval? BACO

Ya lo creo, y echamos a pique doce o trece naves enemigas. HERACLES ¿Vosotros? BACO Por Apolo te lo juro. HERACLES Y entonces me desperté (15). BACO Estaba yo en la nave, leyendo para mí la Andrómeda (16), cuando de repente se apodera

de mi corazón un vivo deseo… HERACLES ¿Un deseo? ¿De qué especie? BACO Pequeñito, como Molón (17). HERACLES ¿De una mujer?

(14) Habla de Clístenes como de un navío. Hay una alusión a las costumbres disolutas de Clístenes.

(15) Con esta frase, que es la que ordinariamente se emplea para concluir la narración de un sueño, da a entender Heracles que no cree una palabra de cuanto le ha dicho Baco. —Otras ediciones (la de Boissonade) la ponen en boca de Jantias, y aun del mismo Baco.

(16) Tragedia de Eurípides, de la cual sólo se conservan fragmentos, citada y parodiada en Las Tesmoforias.

(17) Había dos personas de este nombre, uno autor y otro ladrón, pero ambos de agigantada estatura.

BACO No. HERACLES ¿De un muchacho? BACO Ni por pienso. HERACLES ¿Entonces de un hombre? BACO

Eso es. HERACLES Como estabas con Clístenes… BACO No te burles, hermano mío; me siento mal de veras; el tal deseo me martiriza. HERACLES Pero, hermanito, sepamos cuál es. BACO No puedo revelártelo, pero te lo daré a entender por medio de un enigma. Di: ¿no te ha

asaltado alguna vez un repentino deseo de comer puches? HERACLES ¿De puches? Ya lo creo: mil veces en mi vida (18). BACO ¿Comprendes bien? ¿o me explico más?

(18) La glotonería de Heracles era proverbial, y ya la ridiculizó Aristófanes en Las aves.

HERACLES Lo que es de los puches no tienes que decir más; lo entiendo perfectamente. BACO Pues bien, tal es el deseo que me devora por Eurípides… HERACLES ¿Por un muerto? (19) BACO Y ningún hombre me disuadirá de que vaya a buscarle. HERACLES ¿A los profundos infiernos? BACO Y más abajo, si es preciso. HERACLES Pero ¿para qué lo necesitas?

BACO Me hace falta un buen poeta (20), y no hay ninguno, pues los vivos todos son detestables. HERACLES ¡Cómo! ¿Ha muerto Iofón? (21) BACO Ése es el único bueno que resta; si es que él es el bueno, pues tengo mis dudas sobre el

particular.

(19) Eurípides había muerto poco antes de representarse Las ranas, en la corte de Arquelao, rey de Macedonia.

(20) El interés de Baco se explica, porque las tragedias se representaban en sus fiestas y habían nacido con ocasión de ellas.

(21) Hijo de Sófocles, que en vida de su padre, muerto poco tiempo antes de ponerse en escena Las ranas, había ganado una vez el premio en un certamen trágico. Había sospechas de que la obra laureada no era suya, sino de su padre; y por eso Baco se reserva para juzgarle a que presente una nueva tragedia.

HERACLES Ya que tienes absoluta necesidad de sacar algún poeta de los infiernos, ¿porqué no te llevas a Sófocles, que es superior a Eurípides? BACO No, antes quiero probar a Iofón y ver lo que puede hacer sin Sófocles. Además, como Eurípides es muy astuto, desplegará todos sus ardides para escaparse conmigo, mientras que el otro es tan sencillote allí como

aquí (22). HERACLES Y Agatón (23) ¿dónde está? BACO Aquel buen poeta y amigo querido me abandonó y partió. HERACLES ¿Adónde se fue el mísero? BACO Al banquete de los bienaventurados (24). HERACLES ¿Y Jenocles? (25) BACO

¡Que el cielo le confunda! HERACLES ¿Y Pitángelo? (26)

(22) Aristófanes hace justicia a la modestia de Sófocles, virtud rarísima en los poetas.

(23) Poeta trágico y cómico, uno de los personajes de Las Tesmofarias.

(24) A la corte de Arquelao, gran protector de los literatos y artistas de su época. Otros entienden que Agatón había muerto.

(25) Poeta trágico, hijo de Carcino, repetidas veces citado.

JANTIAS ¡De mí ni una palabra! y se me está hundiendo el hombro (27). HERACLES ¿Pero no componen también tragedias otros diez mil mozalbetes infinitamente más

habladores que Eurípides? BACO Ésos son ramillos sin savia, verdaderos poetas-golondrinas, gárrulos e insustanciales, peste

del arte, que en cuanto la Musa trágica les concede el más pequeño favor lanzan de una vez todo su talento, y caen extenuados de fatiga. ¡Oh! por mucho que busques, no hallarás uno de esos vates fecundos que seducen con sus magníficas palabras.

HERACLES ¿Cómo fecundos? BACO Sí, fecundos y capaces de inventar estas atrevidas expresiones: “el éter, habitacioncita de Zeus (28), “el pie del tiempo” (29), “el corazón no quiere jurar,

pero la lengua perjura sin la complicidad del corazón” (30). HERACLES ¿Y eso te gusta? BACO Estoy más que loco por ellas.

(26) Poeta trágico desconocido.

(27) Jantias se queja de que Baco y Heracles se entretengan en charlar, sin ocuparse para nada de la fatiga que le causa su hato.

(28) Tomado de la Melanipa de Eurípides, tragedia de la cual sólo quedan fragmentos.

(29) Parodia del Alejandro de Eurípides, tragedia perdida.

(30) Verso 612 del Hipólito de Eurípides, muchas veces criticado y parodiado.

HERACLES Si son necedades, tú mismo lo conoces. BACO “No habites en mi espíritu: ya tienes tú tu casa” (31). HERACLES Pues todo eso es lo más detestable. BACO En comer me podrás dar lecciones (32). JANTIAS ¡De mí ni una palabra! (33) BACO Escucha ahora la razón de haberme vestido como tú. Es para que me digas, por si tengo

necesidad, los huéspedes que te acogieron cuando fuiste a buscar al Cerbero. Indícamelos, y también los puertos, panaderías, lupanares, paradores, posadas, fuentes, caminos, ciudades, figones, y las tabernas donde haya menos chinches.

JANTIAS (34) ¡De mí ni una palabra! HERACLES ¿Te atreverás a ir, temerario? BACO No hables una palabra en contra de mi proyecto; indícame solamente el camino más corto

para ir al infierno: un camino que ni sea demasiado caliente ni demasiado frío. JANTIAS ¿Cuál camino te indicaré el primero? ¿Cuál? ¡Ah! éste: coges un banquillo y una soga, y te

cuelgas.

(31) Parodia de un verso de la Andrómaca de Eurípides.

(32) Como glotón, debía ser maestro en gastronomía.

(33) Jantias repite su lamentación.

(34) Cada vez más impaciente por la interminable charla de su amo.

BACO ¡Otro! ése es asfixiante. HERACLES Hay otro camino muy corto y muy trillado: el del mortero (35). BACO ¿Te refieres a la cicuta? HERACLES Precisamente. BACO Ése es frío y glacial: en seguida se hielan las piernas (36). HERACLES ¿Quieres que te diga uno muy rápido y pendiente? BACO Sí, por cierto; pues no soy muy andarín. HERACLES Vete al Cerámico (37). BACO ¿Y después? HERACLES Sube a lo alto de la torre…

(35) En que se majaba la cicuta.

(36) Alusión a los efectos de la cicuta. Véase el Fedón de Platón.

(37) Barrio de Atenas donde se celebraban las Lampadoforias, fiestas en honor de Atenea, Hefesto y Prometeo, por haber dado a los mortales el aceite, las lámparas y el fuego respectivamente. La parte principal de estas solemnidades, a la que se refiere el texto, consistía en correr con antorchas encendidas, procurando que no se apagasen hasta llegar al fin de la carrera. La señal de partida se daba arrojando una antorcha desde lo alto de la torre, de que habla luego Heracles.

BACO ¿Para qué? HERACLES Ten fijos los ojos en la antorcha, hasta que se dé la señal; y cuando los espectadores te

manden que la tires, te arrojas tú mismo.

BACO ¿Adónde? HERACLES Abajo. BACO Y me romperé las dos membranas del cerebro. No me gusta ese camino. HERACLES ¿Pues cuál? BACO Aquel por donde tú fuiste. HERACLES Pero es sumamente largo. Lo primero que encontrarás será una laguna inmensa y

profundísima. BACO ¿Cómo la atravesaré? HERACLES Un barquero viejo te pasará en un botecillo, mediante el pago de dos óbolos. BACO ¡Oh, qué poder tienen en todas partes los dos óbolos! (38). ¿Cómo han llegado hasta allí?

(38) El barquero Caronte, según los mitógrafos, sólo exigía un óbolo; pero Aristófanes eleva sus derechos a dos, para aludir al salario que entonces cobraban los jueces, y que osciló de uno a tres óbolos, como se ve en Los caballeros y Las avispas.

HERACLES Teseo (39) los llevó. Después verás una multitud de serpientes y monstruos horrendos. BACO No trates de meterme miedo y aterrarme; no me disuadirás. HERACLES Luego un vasto cenagal, lleno de inmundicias, y sumergidos en él todos los que faltaron a

los deberes de la hospitalidad, los que negaron el salario a su bardaje, y los que maltrataron a su madre, abofetearon a su padre, o copiaron algún pasaje de Mórsimo (40). BACO A ésos deberían agregarse todos los que aprendieron la danza pírrica de Cinesias (41).

HERACLES Más lejos encantará tus oídos el dulce sonido de las flautas; verás bosquecillos de mirtos

iluminados por una luz purísima como la de aquí; encontrarás grupos bienaventurados de hombres y mujeres, y escucharás alegres palmoteos. BACO Y ésos ¿quiénes son?

(39) Teseo bajó al infierno, acompañado de Pirítoo, para robar a Perséfona.

(40) Poeta trágico, satirizado en Los caballeros, 401, y en La paz, 803, Según el Escoliasta, era mejor oculista que poeta.

(41) Autor de ditirambos, repetidas veces citado y puesto en escena. Aquí alude a sus gesticulaciones al ensayar los coros que habían de ejecutar sus cantos, pues la danza pírrica era sumamente rápida.

HERACLES Los iniciados… (42) JANTIAS Y yo el asno portador de los misterios (43); pero, por Zeus, no los llevaré más. HERACLES Que te dirán todo cuanto necesites, pues habitan en el mismo camino, junto a la puerta del

palacio de Hades. Conque, hermano mío, feliz viaje. BACO ¡Adiós! y que Zeus te oiga. (a Jantias.) Vuelve a cargarte el hato. JANTIAS ¿Antes de habérmelo descargado? BACO Y a escape. JANTIAS No, no, te lo suplico: más vale que te ajustes con algún muerto de los que necesariamente

tienen que recorrer este camino. BACO ¿Y si no lo encuentro? JANTIAS Entonces llévame. BACO

Tienes razón. Ahí traen precisamente a un muerto. ¡En, tú, a ti te digo, el muerto! ¿Quieres llevar un hatillo a los infiernos?

(42) Los iniciados en los misterios de Deméter se creía que gozaban, después de morir, de una vida bienaventurada.

(43) Un asno trasportaba de Atenas a Eleusis los útiles necesarios para celebrar los misterios. Parece que este rito tenía su origen en la circunstancia de haber huido Tifón sobre un asno, después de su derrota, por lo cual este animal era odiado en Egipto, de donde se introdujo en el Ática el culto de Deméter eleusinia.

UN MUERTO ¿Es pesado? BACO Míralo. EL MUERTO ¿Me pagarás dos dracmas? BACO ¡Oh, no! menos. EL MUERTO Adelante, sepultureros. BACO Espera un poco, amigo mío, para ver si podemos arreglarnos. EL MUERTO Si no me das dos dracmas, no hables. BACO Toma nueve óbolos (44). EL MUERTO ¡Antes resucitar! JANTIAS ¡Qué soberbio es el maldito! ¿Y no se le castigará? Iré yo mismo. BACO Eres un buen muchacho. Dirijámonos a la barca. CARONTE ¡Hoop! Aborda. JANTIAS

¿Qué es eso? BACO Es la laguna de que nos ha hablado Heracles; ya veo la barca. JANTIAS Por Posidón, ése es Caronte. BACO ¡Salud, Caronte! ¡Salud, Caronte! ¡Salud, Caronte! (45) CARONTE ¿Quién viene del país de las miserias y cuidados a los campos de reposo y del Leteo, a

trasquilar la lana de los asnos (46), a la morada de los Cerberios (47), a los infiernos y al Ténaro? (48) BACO Yo. CARONTE Entra al punto. BACO ¿Adónde nos vas a llevar? ¿al infierno, de veras?

(44) Como cada dracma valía seis óbolos, Baco ofrece al muerto una tercia parte menos.

(45) BOISSONADE, apoyado en un escolio, reparte el triple saludo entre Baco, Jantias y el Muerto. Sin embargo, según indica otro escolio, puesto solamente en boca de Baco tiene más intención, porque es parodia de una repetición análoga en una pieza de Aqueo.

(46) Con esta frase da a entender Aristófanes que no cree una palabra de las fábulas inventadas por los poetas respecto al infierno.

(47) Es decir, al pueblo de Cerbero perro trifauce, que guardaba la entrada del infierno.

(48) Promontorio de la Laconia, en el cual había una caverna tenida por una de las bocas del infierno.

Taenarias etiam fauces, alta ostia Ditis.

(VIRGILIO, Geórgicas, IV, 467.)

CARONTE Sí, por Zeus, para servirte. Vamos, entra. BACO Ven acá, muchacho.

CARONTE No paso al esclavo si no ha combatido en alguna batalla naval por salvar el pellejo (49). JANTIAS No pude, porque tenía entonces los ojos malos. CARONTE Pues tienes que dar la vuelta a la laguna. JANTIAS ¿Y dónde me detengo? CARONTE En la piedra de Aveno (50), junto a las posadas. BACO ¿Has entendido? JANTIAS Perfectamente. ¡Qué desgraciado soy! Sin duda al salir de casa tuve algún encuentro de

mal agüero.

(Vase.)

CARONTE

(A Baco.) Siéntate al remo. — Si hay algún otro que desee pasar, que se apresure. — ¡Eh, tú! ¿Qué haces? (51) BACO ¿Qué he de hacer? Me he sentado sobre el remo como me has dicho.

(49) Alusión a la reciente batalla de las Arginusas.

(50) Lugar imaginario, inventado por Aristófanes para indicar el sitio donde se secan los muertos (de αύάίνεσθαι).

(51) A Baco, que se ha sentado sobre el remo en vez de echar mano de él.

CARONTE Colócate ahí, panzón. BACO Ya estoy. CARONTE Adelanta los brazos; extiéndelos. BACO

Ya están. CARONTE ¡Basta de tonterías! Rema vigorosamente. BACO ¿Cómo he de poder remar si no conozco este oficio ni he estado nunca en Salamina? CARONTE Facilísimamente; porque en cuanto cojas el remo vas a oír bellísimos cánticos. BACO ¿De quién? CARONTE De las ranas, émulas de los cisnes; ¡son deliciosos! BACO Ea, manda la maniobra. CARONTE ¡Hoop, op! ¡Hoop, op!

LAS RANAS (52) Brekekekex, coax, coax; brekekekex, coax, coax. Húmedas hijas de los pantanos, mezclemos nuestro cántico sonoro a los dulces sonidos de las flautas, coax, coax; repitamos los himnos que en honor de Baco Niseo (53), hijo de Zeus, entonamos en la

sagrada fiesta de las ollas (54), cuando la multitud embriagada se dirige a nuestro templo del pantano (55). Brekekekex, coax, coax. BACO Principian a dolerme las nalgas, carísima coax, coax. Pero a vosotras no se os importa

nada. LAS RANAS Brekekekex, coax, coax. BACO ¡Así reventéis con vuestro coax! ¡Siempre coax, coax! LAS RANAS Y con razón, imbécil. Porque yo soy la favorita de las Musas, hábiles tañedoras de la lira,

y del cornípedo Pan, diestro en el caramillo. Me ama también el citarista Apolo, porque hago crecer en los pantanos caños para los puentes de sus liras. Brekekekex, coax, coax.

BACO Ya se me han levantado ampollas; tengo el trasero inundado de sudor, y pienso que pronto empezaré a decir brekekekex, coax, coax. Pero callad, raza graznadora.

LAS RANAS ¡Callar! al contrario, cantaremos con más fuerza. Porque a nosotras nos deleita en los días apacibles saltar entre el fleos (56) y la juncia, entonando los himnos que solemos cantar cuando nadamos; o bien, cuando Zeus vierte la lluvia, sumergidas en el fondo de nuestras moradas, unir nuestras ágiles voces al ruido de las gotas. Brekekekex, coax.

(53) Sobrenombre de Baco, que entra en la composición de Dionisos, nombre con que generalmente le designaron los griegos.

(54) El tercer día de las Antesterias, fiesta de que se habla en Los acarnienses (v. nota), se cocían legumbres de todas clases en ollas que se ofrecían a Baco y Atenea.

(55) Baco tenía cerca de Atenas un templo junto a un pantano.

(56) Planta que crece en los pantanos y prados húmedos.

BACO Os prohíbo cantar.

LAS RANAS El silencio es para nosotras insoportable. BACO Más insoportable es para mí el destrozarme remando. LAS RANAS Brekekekex, coax, coax. BACO ¡Ojalá reventéis! poco me importaría. LAS RANAS Pues nosotras graznaremos a toda voz, desde la mañana hasta la noche, brekekekex, coax,

coax. BACO En eso no me ganaréis. LAS RANAS Ni tú a nosotras. BACO Ni vosotras a mí. Graznaré, si es preciso, todo el día hasta dominar vuestro coax.

Brekekekex, coax, coax. Ya sabía yo que os había de hacer callar. CARONTE ¡Eh! para, para. Empuja el bote a la orilla con el remo. Desembarca, y paga. BACO Ahí tienes dos óbolos. — ¡Jantias! ¿Dónde está Jantias? ¡Eh, Jantias! JANTIAS ¡Eh! BACO Ven acá. JANTIAS Salud, amo mío. BACO ¿Qué es lo que hay ahí? JANTIAS Tinieblas y cieno. BACO

¿Has visto en algún lugar a los parricidas y perjuros de que aquél nos habló? JANTIAS ¿No los has visto tú? BACO Por Posidón, ahora los veo (57). ¡Ea! ¿qué hacemos? JANTIAS Lo mejor será ir más adelante, porque éste es el sitio donde nos dijo que estaban los

monstruos horrendos. BACO ¡Cómo se va a fastidiar! Nos contaba fábulas para meterme miedo; fue pura envidia.

¡Como sabe que yo soy lo más bravo…! Heracles es muy arrogante. Yo quisiera tener algún encuentro, alguna ocasión de hacer famoso mi viaje.

(57) Mirando a los espectadores.

JANTIAS Por Zeus, siento no sé qué ruido. BACO ( asustado) ¿Dónde? ¿dónde? JANTIAS Detrás. BACO Anda detrás. JANTIAS No, es delante. BACO Pues anda delante. JANTIAS Por Zeus, veo un monstruo gigantesco. BACO ¿Cómo es? JANTIAS ¡Horrendo! Toma toda clase de formas: ya es un buey, ya es un mico, ya una mujer muy

hermosa. BACO ¿Dónde está? ¡Oh! voy a salirle al encuentro. JANTIAS Ya no es mujer, ahora es un perro. BACO Entonces es Empusa (58). JANTIAS Todo su rostro está lleno de fuego. BACO Tiene una pierna de bronce. JANTIAS Y otra de asno (59). Tenlo por seguro. BACO ¿Adonde me escapo? JANTIAS ¿Y yo? BACO ¡Oh sacerdote! (60) Sálvame para que pueda beber contigo. JANTIAS ¡Estamos perdidos, Heracles poderoso! BACO No lo mientes, querido mío; no pronuncies su nombre. JANTIAS Entonces diré: ¡oh Baco! BACO Menos aún.

(58) Espectro que Hécate enviaba a los hombres para aterrorizarlos. Tomaba diferentes formas, todas horribles.

(59) Lit.: de basura, pues tal es el significado de βόλτινον. Sin embargo, el Escoliasta dice que este adjetivo era equivalente a όνοχώλονζ, pata de asno, y así lo traducimos, porque hace sentido mejor.

(60) Se dirige al sacerdote de Baco, que ocupaba en las fiestas dramáticas lugar preferente.

JANTIAS Sigue todo derecho. — Aquí, aquí, amo mío. BACO ¿Qué pasa? JANTIAS Tranquilízate: la cosa va bien; ya podemos decir como Hegéloco: “Después de la

tempestad veo la calma” (61). Empusa ha desaparecido. BACO Júramelo. JANTIAS Lo juro por Zeus. BACO Júralo otra vez. JANTIAS Lo juro por Zeus. BACO Vuélvemelo a jurar. JANTIAS Lo juro por Zeus. BACO ¡Oh, cómo he palidecido al ver esa fantasma! JANTIAS Pues ese otro se ha puesto rojo de miedo (62).

(61) Alusión a la mala manera con que el actor Hegéloco pronunció la frase citada, que es del verso 269 del Orestes de Eurípides, dándole un sentido ridículo, que estuvo a punto de hacer fracasar la tragedia; pues en vez de decir γαλήν (oxítono), que significa calma, pronunció γαλην (perispómeno), esto es, “después de la tempestad veo el gato”.

(62) El sacerdote de Baco, que sin duda honraba a su dios más de lo debido.

BACO

¡Ay! ¿Cuál es la causa de todos estos males? ¿A qué dios acusaré de mi desgraciada suerte? “¿Al Éter, habitacioncita de Júpiter, o al pie del Tiempo?” (63) JANTIAS ¡En, tú!

BACO ¿Qué hay? JANTIAS ¿No has oído? BACO ¿Qué? JANTIAS Las flautas. BACO Es verdad, también ha llegado hasta mí el perfume místico de las antorchas. Cállate y

escuchémoslos escondidos. CORO (64) ¡Iaco, oh Iaco! ¡Iaco, oh Iaco! (65) JANTIAS Eso mismo es, dueño mío; son los juegos de los iniciados de que nos hablaba; pues cantan

a Iaco, como Diágoras (66).

(63) Expresiones de Eurípides ya citadas.

(64) Éste es el verdadero coro de la comedia, y está compuesto de iniciados en los misterios de Eleusis.

(65) Sobrenombre de Baco en los Misterios Eleusinios, en los cuales su culto iba unido al de Deméter.

(66) Diágoras de Milo, filósofo acusado de ateísmo, había sido en su juventud poeta lírico y había compuesto ditirambos.

BACO

También a mí me lo parece. Por lo cual, lo mejor es guardar silencio, hasta enterarnos bien de lo que sea. CORO Iaco, veneradísimo Iaco, oye la voz de los que adoran tus misterios, y acude a este prado,

tu mansión favorita, para dirigir sus coros; ven, y haciendo retemblar sobre tu cabeza la corona de mirto cuajado de bayas ejecuta con atrevido pie aquella suelta y regocijada danza llena de gracias, solemne y mística, puro encanto de los iniciados.

JANTIAS

Augusta y veneranda Deméter, ¡qué delicioso olor a carne de cerdo ha acariciado mis narices! (67) BACO

Vamos, ¿será necesario darte un pedazo para que calles?

(67) A Deméter se le ofrecían cerdos en sacrificio.

(68) Alude aquí Aristófanes a la voracidad del poeta, dándole irónicamente el epíteto de taurófago, que se encuentra aplicado a Baco en una tragedia de Sófocles titulada Tiro.

CORO

Reanima la luz de las flameantes antorchas, blandiéndolas en tus manos. ¡Iaco, oh Iaco, fúlgida estrella de la iniciación nocturna! El prado deslumbra lleno de luces: vigorízanse las rodillas del anciano, disípanse sus penas, y aligérasele la carga de los años para poder formar parte de los sagrados coros. Guía tú, deidad resplandeciente, sobre esta fresca y florida alfombra las danzas de la garrida juventud. ¡Silencio! lejos de aquí, profanos, almas impuras, nunca admitidos a las fiestas y danzas de las nobles Piérides, ni iniciados en el misterioso lenguaje ditirámbico del taurófago Cratino (68), apasionados de los versos chocarreros e inoportunos chistes. Lejos de aquí todo el que, en vez de reprimir una sedición funesta y mirar por el bien de sus conciudadanos, atiza y exacerba las discordias, atento sólo a saciar la propia avaricia. Lejos de aquí el que, estando al frente de una ciudad agobiada por la desgracia, se deja sobornar y entrega una fortaleza o las naves; o el que, como ese infame Torición (69), cobrador de vigésimas, exporta de Egina (70) a Epidauro (71) cueros, lino, pez y demás mercancías prohibidas.

Lejos de aquí todo el que aconseja a cualquiera que preste a nuestros enemigos dinero para la construcción de naves (72), o mancha de inmundicia las imágenes de Hécate, mientras entona ditirambos (73). Lejos de aquí todo orador que cercena el salario a los poetas (74) porque le pusieron en escena en las fiestas nacionales de Baco. A todos ésos les digo, una y cien veces, que dejen libre el campo a los rústicos coros. Vosotros, elevad vuestros cantos y los himnos nocturnos propios de estas fiestas.

Adelántese cada cual osadamente por los prados floridos de esta profunda mansión, dando rienda suelta a los chistes, burlas y dicterios. ¡Basta de festines! ¡Adelante! Celebrad a nuestra divina protectora (75), que ha prometido defender siempre este país, a pesar de Torición.

Ea, principiad ahora otros himnos en honor de la frugífera Deméter; celebradla en religiosos cantos.

Oh Deméter, reina de los puros misterios, senos propicia y protege a tu coro; permíteme entregarme en todo tiempo a los juegos y a las danzas, y que mezclando mil donaires y discretas razones llegue a merecer con obra digna de tus fiestas ser ceñido por las bandas triunfales.

(69) Cobrador de contribuciones en Egina, que se aprovechaba de su cargo para ejercer el contrabando de que habla el texto, defraudando al Estado en la percepción de los derechos de aduana, digámoslo así, que subían a una vigésima.

(70) Isla próxima al Ática, de floreciente comercio. Los atenienses se habían apoderado de ella al principio de la

guerra.

(71) Ciudad del Peloponeso, situada en la costa oriental, cerca de la Argólida.

(72) Alusión a Alcibíades, que se decía había conseguido que Ciro el joven prestase a Lisandro una respetable suma para equipar la flota lacedemonia.

(73) Alusión al poeta Cinesias, acusado de haber profanado (concacavisse) el pedestal de una estatua de Hécate.

(74) En Las mujeres en la asamblea se cita como uno de estos oradores a Agirrio.

(75) Atenea.

Ea, invoca ahora en tus cantos el numen jovial, eterno compañero de estas danzas. Veneradísimo Iaco, inventor de las suavísimas melodías que en estas fiestas se cantan, ven a acompañarnos al templo de la diosa, y prueba que puedes recorrer sin fatigarte un

largo camino (76). Iaco, amigo del baile, guía mis pasos; tú has desgarrado mis sandalias y pobres vestidos, para que causen risa y me permitan danzar con más desenfado. Iaco, amigo del baile, guía mis pasos. Mirando de reojo, acabo de ver una hermosísima

doncella, por cuya túnica desgarrada asomaba indiscretamente parte de su seno (77). Iaco, amigo del baile, guía mis pasos. BACO Sí, a mí me gusta unirme a esos coros, y deseo bailar con ella. JANTIAS Yo también.

CORO ¿Queréis que nos burlemos juntos de Arquedemo? (78) A los siete años no era todavía ciudadano, y ahora es jefe de los muertos de la tierra (79), y ejerce allí el principado de la bribonería. He oído que Clístenes se arranca sobre los sepulcros los pelos de las nalgas y se araña las mejilla (80): tendido sobre las tumbas gime, llora y llama desolado a Sebine de Anaflisto (81). También cuentan que Calías, el hijo de Hipobino (82), cubierto de una piel de león (83), se entrega sobre sus naves a un combate amoroso.

BACO ¿Podrías decirnos dónde está la morada de Hades? Somos unos extranjeros recién llegados. CORO No vayas más lejos, ni repitas la pregunta: sabed que estáis en su misma puerta. BACO Muchacho, coge de nuevo el hato. JANTIAS La eterna muletilla de “la Corinto de Zeus” (84) se repite en el hato.

(76) Del Cerámico, barrio de Atenas, a Eleusis había próximamente cien estadios (18 kilómetros). Éste era el trayecto que recorría la procesión de los iniciados.

(77) Esto parece ser una alusión a la tacañería de los coregos, que no habían hecho trajes nuevos a los coristas.

(78) Extranjero que había conseguido ponerse al frente del partido popular en Atenas. Los niños eran inscritos a los siete años de su edad en el registro de la tribu a que su padre pertenecía, circunstancia que probaba su cualidad de ciudadanos.

(79) Los atenienses.

(80) Las mujeres en los funerales se arrancaban los cabellos y hacían las demás demostraciones de dolor que el poeta atribuye burlescamente al bardaje Clístenes.

(81) Nombre forjado por Aristófanes, que contiene alusiones obscenas: Sebine, de βινεϊν, coire; Anaflisto, demo del Ática, que tiene la radical parecida a άναφλαν.

(82) Calias era hijo de Hiponico, cuyo nombre parodia obscenamente Aristófanes en Hipobino (qui coit cum equo), aludiendo a la disolución de sus costumbres. En su casa se dio el banquete, asunto de una de las obras de Jenofonte.

(83) Esto equivale a llamarle nuevo Heracles, aludiendo a la aventura de este semidiós, que triunfó en una sola noche de cincuenta vírgenes.

(84) Los corintios enviaron a Mégara un embajador, que para ponderar la grandeza de su ciudad repetía constantemente: la Corinto de Zeus. La frase se hizo proverbial, y se aplicó a todos los que decían muchas veces una misma cosa.

CORO

Sobre el césped de este florido bosque bailad en rueda en honor de la diosa (85) los admitidos a esta piadosa fiesta.

BACO

Yo iré con las doncellas y matronas al sitio donde se celebra la velada de las diosas, llevando la sagrada antorcha (86).

CORO

Vamos a los prados floridos, esmaltados de rosas, a recrearnos, según costumbre, en esas brillantes danzas presididas por las bienaventuradas Parcas. El sol y la luna sólo lucen para nosotros los iniciados, que durante la vida fuimos benéficos con propios y extraños (87).

BACO

¿Cómo llamaré a esta puerta? ¿Cómo? ¿De qué manera acostumbran llamar las gentes de este país?

JANTIAS No pierdas el tiempo; llama con la fuerza de Heracles, para no estar en contradicción con tu disfraz. BACO ¡Esclavo! ¡Esclavo! ÉACO ¿Quién va? BACO Heracles el valeroso.

(85) Deméter.

(86) En el templo de Deméter, en Atenas, había una estatua de Baco con una antorcha.

(87) Sólo los iniciados se creía que gozaban de la bienaventuranza después de la muerte.

ÉACO ¡Ah, infame, atrevido, sinvergüenza, canalla, más canalla que todos los canallas juntos, tú nos llevaste nuestro perro Cerbero retorciéndole el pescuezo, y escapaste con él estando yo encargado de su guarda. Pero ya has caído en mi poder: las negras rocas de la Estigia y el peñasco ensangrentado del Aquerón te cierran el paso; los perros vagabundos del Cocito y la Hidra de cien cabezas te desgarrarán las entrañas; la murena Tartesia (88) devorará tus

pulmones; y las Gorgonias Titrasias (89) se llevarán entre las uñas, revueltos con los intestinos, tus sanguinolentos riñones (90). ¡Ah! corro a llamarlas. JANTIAS ¡Puf! ¿Qué has hecho? BACO Una libación (91); invoca al dios (92). JANTIAS ¡Qué ridiculez! Levántate pronto, antes de que algún extraño te vea. BACO Me siento desfallecer, ponme una esponja sobre el corazón (93). JANTIAS Toma. BACO Acércate.

(88) Se suponía nacida de la unión de las víboras y las murenas. Su mordedura era mortal.

(89) Titrasio era un lugar de la Lidia habitado por las Gorgonas; otros creen que era un demo del Ática.

(90) Todo este lujo de sangrientas amenazas es una parodia de la poesía de Eurípides. Para demostrarlo, el Escoliasta cita tres versos del Teseo, tragedia perdida.

(91) Cocavi; de miedo a las amenazas de Éaco.

(92) Fórmula usada después de las libaciones. Comice his verbis significat Bacchus se omnem ventris proluviem ejfudisse.

(93) Se acostumbraba esto con las personas desmayadas para que recobrasen el sentido.

JANTIAS ¿Dónde estás? ¡Santos dioses! ¿Aquí tienes el corazón? BACO De miedo se me ha caído al bajo vientre (94). JANTIAS Eres el más cobarde de los dioses y los hombres. BACO ¡Yo cobarde! ¡y te he pedido una esponja! Nadie en mi lugar hubiera hecho otro tanto. JANTIAS ¿Pues qué? BACO Un cobarde hubiera quedado tendido sobre su propia inmundicia y yo me he levantado y

me he limpiado. JANTIAS ¡Gran hazaña, por Posidón! BACO Ya lo creo, por Zeus. ¿No has temblado tú al oír sus gritos y formidables amenazas? JANTIAS No se me importó de ellas ni un comino. BACO Ea, si eres tan valiente y animoso, haz mi papel, y puesto que nada te hace temblar toma la

clava y la piel de león; yo a mi vez llevaré el hato. JANTIAS Venga al momento; es necesario obedecer. Contempla a Heracles-Jantias, y mira si soy un cobarde y si me parezco a ti.

(94) Istud dicens famuli manum, spongiam tenentem, sibi ad cutero adducit.

BACO

A mí en nada; eres el vivo retrato del bribón melitense (95). Ea, voy a cargarme el equipaje. UNA CRIADA ¿Eres tú, querido Heracles? Entra, entra. En cuanto la diosa (96) ha sabido tu venida ha

mandado amasar pan, cocer dos o tres ollas de legumbres y puches, asar un buey entero, y preparar tortas y pasteles (97); vamos, entra. JANTIAS Gracias. Es mucho honor.

LA CRIADA ¡Ah, por Apolo! No te dejaré marchar. Ha cocido aves; ha frito deliciosas confituras y preparado un vino exquisito. Vamos, entra conmigo.

JANTIAS Mil gracias. LA CRIADA ¿Estás loco? No te he de soltar. Tiene también a tu disposición una bellísima tañedora de

flauta y dos o tres bailarinas. JANTIAS ¿Qué dices? ¿Bailarinas? LA CRIADA En la flor de la juventud, y recién salidas del tocador. Fero entra; el cocinero iba ya a sacar

del fuego los peces, y a llevarlos a la mesa.

(95) Melito era un demo del Ática donde había un magnífico templo de Heracles. El bribón melitense es Heracles representado por Jantias.

(96) Perséfona.

(97) Lit., colabas, pasteles llamados así porque se les daba la forma de una clavija de templar la lira.

JANTIAS

Sea; vete a decir a esas bailarinas que entro al instante. Tú, muchacho, sígueme con el hato al hombro. BACO

¡Eh, tú, alto! Sin duda has tomado en serio el papel de Heracles que yo te he dado en broma. Basta de sandeces, Jantias; vuelve a cargarte el hato. JANTIAS ¿Qué es esto? Creo que no pensarás quitarme lo que me has dado. BACO Es más: lo hago, y al momento. ¡Pronto! Venga esa piel. JANTIAS Pongo a los dioses por testigos y les encomiendo mi venganza.

BACO ¿A qué dioses? ¿Habrá necedad e insensatez como la tuya? ¡Un esclavo, un mortal querer pasar por hijo de Alcmena!

JANTIAS ¡Bien! ¡Bien! Toma tu traje. Quizá me necesites algún día, si Dios quiere. CORO Todo hombre cuerdo, sensato y experimentado sabe buscar el costado de la nave que se

sumerge menos, en vez de estarse como una figura pintada, siempre en la misma actitud; pero sólo un hombre hábil, como Terámenes (98), sabe cambiar a medida de su conveniencia.

(98) Uno de los treinta tiranos, famoso por su versatilidad. Para caracterizar su habilidad en los cambios políticos, le llamaron coturno, calzado que por ser muy holgado servía para todos los pies. Cuando se representaron Las ranas, estaba en el apogeo de su poder pero después fue condenado a la pena capital y ejecutado por la acusación de Cricias, otro de los treinta.

BACO ¿No sería ridículo ver a Jantias, a un esclavo, tendido sobre tapices de Mileto, acariciar a

una bailarina y pedirme el orinal, mientras yo le miraba rascándome (99), expuesto a que ese bribón me saltase de un puñetazo los dientes de delante? TABERNERA PRIMERA ¡Platana! ¡Platana! (100) Ven acá. Ése es aquel canalla que entró un día en nuestra taberna

y se nos comió dieciséis panes. TABERNERA SEGUNDA Justamente. El mismo. JANTIAS Esto va mal para alguno. TABERNERA PRIMERA

Y además veinte tajadas de carne cocida, de a medio óbolo cada una. JANTIAS Alguno lo va a pagar. TABERNERA PRIMERA Y ajos sin cuento. BACO Tú deliras, mujer; no sabes lo que te dices. TABERNERA PRIMERA ¿Creías que no te iba a conocer porque te has puesto coturnos? (101) Pues aún no he dicho

nada de aquella enormidad de pescados. TABERNERA SEGUNDA Ni de aquel queso fresco que se me tragó ¡pobre de mí! con cesto y todo; y cuando le exigí

el pago me lanzó una mirada feroz y empezó a mugir.

(99) Τούρεδίνθονδράττομεν

(100) Nombre de la tabernera segunda.

(101) El coturno era el calzado de Baco, y no el de Heracles.

JANTIAS Ésas son cosas suyas; en todas partes hace lo mismo. TABERNERA SEGUNDA Y desenvainó su espada como un energúmeno. TABERNERA PRIMERA ¡Ay! sí. TABERNERA SEGUNDA Nosotras espantadas nos subimos de un salto al sobradillo, y él se escapó llevándosenos

las cestas. JANTIAS Eso es muy propio de él. Pero no debías de haberlo dejado así. TABERNERA PRIMERA Anda, llama a Cleón, nuestro protector. TABERNERA SEGUNDA Y tú trata de hallar a Hipérbole (102), para que nos las pague todas juntas ese bribón.

TABERNERA PRIMERA

¡Maldito gaznate! ¡Mi mayor placer sería majarte con un canto esas muelas con que devoraste mis provisiones. TABERNERA SEGUNDA Yo quisiera arrojarte al Báratro (103). TABERNERA PRIMERA Y yo segarte con una hoz esa condenada garganta, por donde pasaron mis ricos tripacallos.

Voy en busca de Cleón para que te cite hoy mismo a juicio y desenrede este embrollo.

(Vanse.)

(102) Cleón e Hipérbole habían muerto, y Aristófanes les conserva en el infierno el mismo carácter y aficiones que en vida.

(103) Precipicio al cual eran arrojados los criminales.

BACO Que me muera si no es verdad que quiero a Jantias como a las niñas de mis ojos. JANTIAS Te veo, te veo. Te excusas de hablar más. No quiero hacer de Heracles. BACO ¡Oh, no digas eso, Jantias mío! JANTIAS ¿Pero cómo he de poder pasar por el hijo de Alcmena, yo, un esclavo, un mortal? BACO Vamos, ya sé que estás enfadado y no te falta razón: aunque me pegases no te replicaría.

Mira, si en adelante vuelvo a quitarte estos atavíos, haga el cielo que seamos exterminados yo, mi mujer, mis hijos, toda mi casta, y el legañoso Arquedemo. JANTIAS Recibo tu juramento, y acepto el papel de Heracles con esa condición.

CORO Ahora, después de haber vestido de nuevo tu traje de Heracles, tienes que aparentar juveniles bríos y lanzar torvas miradas a ejemplo del dios que representas; pues si representas mal tu papel y te muestras flojo o cobarde, volverás a cargar con el hato.

JANTIAS Os agradezco el consejo, amigos míos; pero eso ya lo tenía yo pensado. Si la cosa va bien, ya veréis cómo quiere volver a desnudarme; lo tengo previsto; sin embargo, no por eso

dejaré de manifestarme fuerte y arrogante, y de mirar con el gesto avinagrado del que mastica orégano. Llegó a lo que parece el momento de obrar, pues oigo rechinar la puerta. ÉACO ( a sus esclavos) Atadme pronto a ese ladrón de perros (104), para castigarle; despachad. BACO Esto va mal para alguno. JANTIAS ¡Ay del que se acerque! ÉACO ¡Cómo! ¿te resistes? ¡Eh, Ditilas, Esceblias, Párdocas (105), avanzad y combatid con él! BACO ¿No es insufrible que después de robar a otros trate todavía de maltratarlos? JANTIAS Eso pasa ya de la raya. ÉACO Sí, es insufrible e intolerable.

JANTIAS Aniquíleme Zeus si jamás he venido aquí o te he robado el valor de un cabello. Quiero darte una prueba de generosidad; apodérate de ese esclavo; somételo al tormento (106), y si llegas a averiguar algo contra mí, dame la muerte.

(104) Heracles había robado el cerbero.

(105) Nombres de esclavos de Tracia.

(106) Era costumbre en el procedimiento ateniense someter al tormento a los esclavos para que declarasen contra sus señores.

ÉACO ¿A qué tormento le someteré? JANTIAS A todos; átalo a una escalera, dale de palos, desuéllalo, tortúralo, échale vinagre en las

narices, cárgale de ladrillos; en fin, emplea todos los medios, menos el de azotarle con ajos o puerros verdes (107). ÉACO Muy bien dicho; pero, si estropeo a tu esclavo, ¿me exigirás los daños y perjuicios?

JANTIAS No lo temas; puedes llevártelo y someterlo a la tortura. ÉACO Lo haré aquí mismo, para que hable delante de ti. — Tú, deja la carga, y cuidado con

mentir. BACO Prohíbo que nadie me atormente; yo soy inmortal; si lo haces, todo el mal caerá sobre ti. ÉACO ¿Qué dices? BACO Digo que yo soy un inmortal, Baco, hijo de Zeus, y que ése es un esclavo. ÉACO (a Jantias) ¿Has oído? JANTIAS Perfectamente; por lo mismo hay que azotarle más fuerte; si es un dios, no sentirá los

golpes.

(107) Menciona las torturas más crueles. Las madres griegas solían azotar a sus hijos con tallos de ajos y cebollas para amedrentarles sin hacerles daño.

BACO

¿Por qué, pues, ya que pretendes pasar por un inmortal, no has de someterte también a la fustigación? JANTIAS Tienes razón. Aquel que llore antes, o se muestre sensible a los palos, es señal de que no

es dios. ÉACO Eres indudablemente un hombre generoso: no rehuyes nada de lo que es justo. Ea,

desnudaos. JANTIAS ¿Cómo nos darás tormento conforme a justicia? ÉACO Nada más fácil; se os distribuirán los golpes alternativamente. JANTIAS

¡Feliz idea! ÉACO ¡Toma! (pega a Jantias) JANTIAS Observa si me muevo. ÉACO Pues ya te he pegado. JANTIAS No por cierto. ÉACO Parece que no los has sentido. Ahora voy a sacudirle a este otro. BACO ¿Cuándo? ÉACO Sí, ya te he pegado. BACO ¿Cómo? ¿si ni siquiera me has hecho estornudar? (108) ÉACO Lo ignoro; repetiré con el otro. JANTIAS Anda listo. ¡Ay! ¡ay! ¡ay! ÉACO ¡Hola! ¿Qué significa ese ay, ay, ay? Duele, ¿eh? JANTIAS ¡Ca! estaba pensando en la fiesta de Heracles, que se celebra en Diomea (109). ÉACO ¡Qué hombre tan piadoso! Volvamos al otro. BACO ¡Oh, oh! ÉACO ¿Qué te pasa? BACO

Veo caballeros (110). ÉACO ¿Y eso te hace llorar?

(108) Es decir, “ni siquiera me ha producido tu golpe el ligero cosquilleo que hace estornudar”.

(109) Demo del Ática donde había un templo dedicado a Heracles. Los que concurrían a la fiesta lanzaban en honor del dios el grito que el dolor arranca a Jantias.

(110) Finge que su grito no es de dolor, sino de asombro.

BACO No, es que he olido cebollas. ÉACO ¿No se te importan nada los palos? BACO Nada absolutamente. ÉACO Volvamos a éste. JANTIAS ¡Ay de mí! ÉACO ¿Qué te pasa? JANTIAS Sácame esta espina. ÉACO ¿Qué significa eso? Ahora al otro. BACO “¡Apolo adorado en Delos y Delfos!” (111) JANTIAS Ya te duele. ¿No has oído? BACO No, es que me he acordado de un verso de Hipónax. JANTIAS No adelantas nada; pega en los costados.

ÉACO Es verdad; vamos, presenta el vientre.

(111) Este verso es atribuido a Ananio, poeta con el cual se ha confundido frecuentemente a Hipónax. El escoliasta dice que Baco se equivoca por el dolor que le ha causado el latigazo.

BACO ¡Oh Posidón!… JANTIAS Alguien se lamenta. BACO “…Que reina sobre los promontorios del Egeo, o sobre el salado abismo del cerúleo mar”

(112). ÉACO Por Deméter, no puedo conocer cuál de vosotros es. Entrad; mi amo y Perséfona, que son

también dioses, os podrán reconocer. BACO Tienes razón. Pero eso debía de habérsete ocurrido antes de azotarme. CORO (113) Musa, asiste a nuestros sagrados coros; ven a deleitarte con mis versos y a contemplar esa

infinita muchedumbre, entre la cual hallarás muchos hábiles ciudadanos más noblemente ambiciosos que ese Cleofón (114), de cuyos gárrulos labios se escapa incesantemente un sonido ingrato, como el de la golondrina de Tracia, posada sobre un ramo en aquella bárbara región: ahora grazna ya los lamentables cantos del ruiseñor, porque va a morir, aun cuando en la votación resulte empate (115).

(112) Fragmento del Laocoonte de Sófocles.

(113) Parábasis.

(114) Orador de mala reputación, ya citado. Véanse Las Tesmoforias, (805, nota). Se le acusaba de ser originario de Tracia. La predicción burlesca de Aristófanes se cumplió pronto, pues murió en una sedición el año 406 antes de J.

C.

(115) Cuando había empate el acusado quedaba absuelto.

Justo es que el sagrado coro dé a la república consejos y enseñanzas. Nuestra primera atención debe ser establecer la igualdad entre los ciudadanos y librarlos de temores; después, si alguno faltó, engañado por los artificios de Frínico (116), creo que debe permitírsele defenderse y justificarse, pues es vergonzoso que a los que tomaron parte una vez en una batalla naval (117) los equiparéis a los plateenses, convirtiéndolos de esclavos en señores. No es que yo halle esto censurable; al contrario, lo aplaudo y pienso que es lo único en que estuvisteis acertados; pero entiendo que sería igualmente justo que los que tantas veces, lo mismo ellos que sus padres, pelearon en el mar con nosotros y nos están unidos por su nacimiento, obtuvieran el perdón de su única falta (118). Aplacad, pues, un poco vuestra indignación, discretísimos atenienses, y procuremos que cuantos combatieron en nuestras galeras formen una sola familia y alcancen con su rehabilitación el pleno goce de los derechos de ciudadanos: el mostrarnos tan altivos y soberbios en la concesión de la ciudadanía, sobre todo ahora que fluctuamos a merced de las olas (119), es una imprudencia de que en el porvenir nos arrepentiremos. Si soy hábil en conocer la vida y costumbres de los que habrán de arrepentirse de su conducta, me parece que no está lejos la hora del castigo del pequeño Clígenes (120), ese mico revoltoso que es el peor de cuantos bañeros mezclan a la ceniza falso nitro y tierra de Cimolo (121). Él ya lo conoce; y por eso va armado siempre de un grueso garrote, receloso de que, al encontrarle ebrio, le despojen de sus vestidos.

(116) General que se opuso a la vuelta de Alcibíades (TUCÍDEDES, VIII, 50). Contribuyó al establecimiento del gobierno oligárquico de los Cuatrocientos y fue asesinado en la plaza pública.

(117) La de las Arginusas. Los esclavos que en ella tomaron parte fueron declarados ciudadanos. —Los plateenses gozaban de este derecho en Atenas.

(118) Se cree que Aristófanes intercede aquí por alguno de los generales condenados con motivo de la batalla de las Arginusas.

(119) Los negocios de la república iban empeorando cada día. Dos años después de la representación de Las ranas, Lisandro se apoderó de Atenas.

(120) Demagogo, de quien no se tienen más noticias que las que da Aristófanes.

(121) Materias empleadas para blanquear la ropa. Cimolo era una de las Cicladas.

Muchas veces he notado que en nuestra ciudad sucede con los buenos y malos ciudadanos lo mismo que con las piezas de oro antiguas y modernas. Las primeras no falsificadas, y las mejores sin disputa por su buen cuño y excelente sonido, son corrientes en todas partes entra griegos y bárbaros, y sin embargo no las usamos para nada, prefiriendo esas detestables piezas de cobre, recientemente acuñadas, cuya mala ley es notoria (122). Del mismo modo despreciamos y ultrajamos a cuantos ciudadanos sabemos que son nobles, modestos, justos, buenos, honrados, hábiles en la palestra, en las danzas y en la música, y preferimos para todos los cargos a hombres sin vergüenza extranjeros, esclavos, bribones de mala ralea, advenedizos, que antes la república no hubiera admitido ni para víctimas expiatorias.

Ahora, pues, insensatos, mudad de costumbres y utilizad de nuevo a las gentes honradas, pues de esta suerte si os va bien seréis elogiados, y, si algún mal os resulta, al menos dirán los sabios que habéis caído con honra.

ÉACO

¡Por Zeus salvador, tu amo es todo un excelente sujeto! JANTIAS ¿Un excelente sujeto? Ya lo creo, no sabe más que beber y amar. ÉACO Lo que me asombra es que no te haya castigado por haberte fingido el amo siendo el

siervo. JANTIAS Es que se hubiera arrepentido. ÉACO En eso obraste como buen esclavo; a mí me gusta hacer lo mismo.

(122) Alusión a una reciente acuñación de moneda hecha durante el arcontado de Antígenes.

JANTIAS Te gusta hacer eso, ¿eh? ÉACO Yo soy feliz cuando digo pestes de mi dueño sin que él me oiga. JANTIAS ¿Y cuando te marchas gruñendo después de haber recibido una paliza? ÉACO También estoy satisfecho. JANTIAS ¿Y si te metes en lo que no te importa? ÉACO No conozco nada más grato. JANTIAS ¡Oh Zeus! ¿Y si escuchas la conversación de los amos? ÉACO Me vuelvo loco de júbilo. JANTIAS ¿Y cuándo se la cuentas a los vecinos? ÉACO

¡Oh, con eso no hay placer comparable! (123) JANTIAS ¡Oh Apolo! Dame tu mano, amigo, y permíteme que te abrace. Ahora, en nombre de Zeus vapuleado (124), dime qué significan ese estruendo, ese

griterío y esas disputas que se oyen allá dentro.

(123) La frase griega tiene una energía intraductible: χαί έχ μιαίνομαι.

(124) Invocación burlesca. Así como los extranjeros suplicaban a Zeus hospitalario, Jantias, que era apaleado a menudo, se dirige al padre de todos los dioses bajo la advocación de vapuleado.

ÉACO Son Esquilo y Eurípides. JANTIAS ¿Cómo? ÉACO Se ha promovido una contienda, una gran contienda entre los muertos, una verdadera

sedición. JANTIAS ¿Por qué motivo? ÉACO Hay aquí establecida una ley, en virtud de la cual todo hombre superior a sus émulos en

las artes más nobles e importantes tiene derecho a ser alimentado en el Pritáneo y a sentarse junto a Hades… JANTIAS Entiendo.

ÉACO Hasta que venga otro más hábil en la misma arte: entonces el primero debe cederle el puesto.

JANTIAS ¿Y eso por qué le alborota a Esquilo? ÉACO Porque, como príncipe en el género, ocupaba el trono de la tragedia. JANTIAS ¿Y ahora quién?

ÉACO Cuando Eurípides descendió a estos lugares, dio una muestra de sus versos a los rateros, cortadores de bolsas, parricidas y horadadores de paredes que pululan en el infierno: toda esta canalla, en cuanto oyeron sus dimes y diretes, sus discreteos y sutilezas,

enloquecieron por él, y le proclamaron el sabio de los sabios. Entonces Eurípides, hinchado de orgullo, se apoderó del trono que ocupaba Esquilo. JANTIAS ¿Y no le han apedreado? ÉACO Al contrario, la multitud clamaba por un juicio en que se decidiese cuál de los dos era el

mejor poeta. JANTIAS ¿Aquella multitud de bribones? ÉACO ¡Y con qué gritos! Llegaban hasta el cielo. JANTIAS ¿Pero Esquilo no tenía defensores? ÉACO Aquí como ahí (125), el número de los buenos es muy exiguo. JANTIAS ¿Qué piensa hacer Hades? ÉACO Abrir cuanto antes un certamen, para probar y decidir sobre el mérito de cada uno. JANTIAS ¿Y cómo es que Sófocles no ha reclamado el trono? ÉACO ¡Oh! Ése es muy distinto. En cuanto llegó abrazó a Esquilo y le tendió la mano, dejándole

en posesión pacífica del trono. Ahora, como dice Clidémides (126), está de reserva; si vence Esquilo, permanecerá en su puesto; pero si es vencido, disputará con Eurípides. JANTIAS ¿Cuándo va a ser eso?

ÉACO Dentro de muy poco va a principiar aquí mismo el gran combate. Su ingenio poético va a ser pesado en una balanza.

JANTIAS

¡Cómo! ¿Se pesan las tragedias? ÉACO Traerán reglas y varas de medir versos, y moldes cuadriláteros, como los de los ladrillos,

diámetros y cuñas. Pues Eurípides dice que ha de examinar las tragedias verso por verso. JANTIAS Esquilo, a mi ver, llevará todo eso muy a mal. ÉACO Bajaba la cabeza y lanzaba miradas furiosas. JANTIAS ¿Y quién será juez? ÉACO Ahí está la dificultad, porque hay gran carestía de hombres sensatos. A Esquilo no le

agradaban los atenienses. JANTIAS Quizá porque veía entre ellos muchos ladrones.

(125) Señalando a los espectadores.

(126) Hijo de Sófocles. Otros creen que era uno de los actores que representaban sus tragedias.

ÉACO

Y además no los creía muy aptos para apreciar el ingenio de los poetas. Por fin, encomendaron el asunto a tu señor, como perito en la materia. Pero entremos; pues cuando los amos tienen gran interés por alguna cosa, suelen pagarlo nuestras costillas.

CORO

¡Oh, qué horrenda cólera hervirá en el pecho del grandilocuente poeta, cuando vea a su facundo enemigo aguzar provocativamente sus dientes! ¡Qué terribles miradas le hará lanzar el furor! ¡Qué lucha entre las palabras de penachudo casco y ondulante cimera y las sutilezas artificiosas! ¡Qué combate de gigantescos períodos con frases atrevidas y pigmeas! Se verá al titán erizando las crines de su espesa melena y frunciendo espantosamente el entrecejo, rugir con poderoso aliento versos compactos como la tablazón de un navío; mientras el otro, tascando el freno de la envidia, pondrá en movimiento su ágil y afilada lengua, y arrojándose sobre las palabras de su rival desmenuzará su estilo y reducirá a polvo el producto de su inspiración vigorosa (127).

EURÍPIDES

No te empeñes; no he de ceder el trono, porque le soy superior en la poesía.

BACO

¿Por qué te callas, Esquilo? Ya entiendes lo que ha dicho. EURÍPIDES Primero se estará callando con gravedad; es una especie de charlatanería peculiar a sus

tragedias. BACO No tanta arrogancia, amigo mío. EURÍPIDES ¡Sí, le conozco hace tiempo! ¡Y conozco también sus caracteres feroces, y su lenguaje

altivo, desenfrenado, desmedido, sin regla, enfático y cuajado de palabras hinchadas y vacías!

(127) Este pasaje pinta admirablemente, aunque en estilo cómico, la manera de Esquilo y la de Eurípides.

ESQUILO ¿Y eres tú, hijo de una rústica diosa (128), tú, colector de necedades, fabricante de

mendigos y remendón de andrajos, quien se atreve a decirme…? Pero tu audacia no ha de quedar impune. BACO Basta, Esquilo; no te dejes arrebatar por la ira. ESQUILO No callaré sin haber demostrado hasta la evidencia lo que vale ese insolente con todos sus

cojos (129). BACO ¡Esclavos, traed una oveja, una oveja negra (130), pues la tempestad va a estallar! ESQUILO ¿No te avergüenzas de tus monólogos cretenses y de los incestuosos himeneos que has

introducido en el arte trágico? (131) BACO Modérate, venerable Esquilo. — Tú, mi pobre Eurípides, déjate de temeridades y escapa

de esta granizada, no te acierte en la sien con alguna de esas grandiosas palabras que haga saltar a tu Télefo. — Vamos, Esquilo, calma; no discutas con esa furia. Los poetas no deben injuriarse como si fuesen panaderas; tú gritas desde el principio, como una encina a la que se prende fuego.

(128) Se hace aparecer a la madre de Eurípides como verdulera.

(129) Belerofonte, Télefo y Filoctetes.

(130) Virgilio hace mención de la costumbre de sacrificar una oveja negra para conjurar las tempestades.

Nigram hiemi pecudem, Zephyris felicibus albam.

(ENEIDA, III, 120.)

(131) Alusión a Fedra, natural de Creta, y al Éolo, en que Macario viola a su hermana.

EURÍPIDES Estoy dispuesto a luchar; yo no retrocedo: lo mismo me da atacar que ser atacado; admito

discusión sobre cuanto quiera; sobre los versos, el diálogo, los coros, el nervio trágico, el Peleo, el Éolo, el Meleagro, y hasta sobre el mismo Télefo (132). BACO ¿Y tú, Esquilo, qué piensas hacer? ESQUILO Yo no hubiera querido combatir aquí; pues entre los dos la lucha es desigual. BACO ¿Por qué? ESQUILO Porque mis tragedias me han sobrevivido (133), y las suyas murieron con él; de suerte que

puede utilizarlas contra mí. Sin embargo, ya que lo deseas, hay que obedecerte. BACO Ea, traedme fuego e incienso; antes de la contienda, quiero suplicar a los dioses que me

inspiren una decisión acertada sobre este certamen. Vosotros, entonad un himno a las Musas.

CORO Hijas de Zeus, castas Musas, que leéis en la mente ingeniosa y sutil de los forjadores de sentencias, cuando, aguzando su talento y desplegando todos sus artificiosos recursos, descienden a combatir sobre la arena de la discusión, venid a contemplar la fuerza de estos dos robustos atletas, y otorgad al uno grandiosas frases, y al otro limaduras de versos. El gran certamen de ingenio va a principiar.

(132) Títulos de tragedias.

(133) Los atenienses decretaron que se suministrase un coro al que quisiera poner en escena las tragedias de Esquilo, después de la muerte de este poeta.

BACO Orad también vosotros, antes de recitar vuestros versos. ESQUILO ¡Oh Deméter, que has formado mi inteligencia, hazme digno de tus misterios! (134) BACO (A Eurípides) Quema tú también incienso. EURÍPIDES Gracias, yo dirijo mis oraciones a otros dioses. BACO ¿Dioses particulares tuyos y recién acuñados? EURÍPIDES Precisamente. BACO Invoca, pues, a esos dioses tuyos. EURÍPIDES Éter de que me alimento, volubilidad de la lengua, ingenio sutil, olfato finísimo, haced que

triture los argumentos de mi adversario. CORO Deseosos estamos de saber, doctos poetas, qué terreno vais a elegir para principiar la

lucha. Vuestra lengua empieza ya a desencadenarse, y ni a vuestro pecho le falta valor, ni energía a vuestra mente. Debemos, pues, esperar que el uno atacará con lenguaje limitado y pulido; y que el otro, lanzándole inmensas palabras, pulverizará sus infinitas triquiñuelas.

(134) Esquilo era natural de Eleusis; por eso invoca a la diosa titular de aquella comarca.

BACO

Vamos, principiad cuanto antes, pero en estilo elegante, sin figuras ni vulgaridades.

EURÍPIDES

Hablaré en último término de mí y del carácter de mi poesía; pues lo primero que me propongo demostrar es que ése es un charlatán y un impostor, que engañaba a su grosero auditorio con recursos pobres, aprendidos en la escuela de Frínico (135). Por ejemplo, presentando en escena un personaje velado, como Aquiles o Níobe (136), que se pavoneaban sin mostrar el rostro ni pronunciar una palabra…

BACO

Es verdad, por Zeus. EURÍPIDES El coro endilgaba en tanto cuatro tiradas de versos, y ellos se estaban sin decir esta boca es

mía. BACO A mí me agradaba más aquel silencio que la charla que hoy emplean. EURÍPIDES Porque eres un estúpido; tenlo por cierto. BACO Así lo creo; pero ¿por qué lo hacía? EURÍPIDES Por charlatanismo; así, el espectador esperaba sin moverse a que Níobe hablase algo, y

mientras, el drama iba adelante.

(135) Uno de los más antiguos poetas trágicos, que floreció a fines del siglo VI. Esquilo le imitó en Los persas.

(136) El autor griego de la vida de Esquilo cita entre sus tragedias la Níobe y las Frigias o el Rescate de Héctor, en las cuales aparecían los personajes mudos de que habla Eurípides.

BACO ¡Malvado! ¡Cómo me engañaba! (A Esquilo) ¿Por qué te agitas e impacientas? EURÍPIDES Porque le confundo. Después de haberse pasado la mitad de la tragedia con estas

vaciedades, soltaba una docena de palabrotas campanudas, muy fruncidas de entrecejo y empenachadas, verdaderos espantajos que aterraban a los espectadores asombrados! ESQUILO ¡Oh rabia! BACO (A Esquilo) ¡Silencio! EURÍPIDES Y no decía nada inteligible… BACO (A Esquilo) No rechines los dientes. EURÍPIDES Pues todo se volvían Escamandros y fosos, y enseñas de escudos, y águilas-grifos de

bronce, y palabras ampulosas, difíciles de comprender. BACO Es verdad; yo me pasé en claro toda una noche tratando de averiguar qué pájaro era su

gran gallo amarillo (137).

(137) Ξοϋθόν ιππαλεχτρυόνυ , expresión empleada por Esquilo en Los Mirmidones, tragedia perdida.

ESQUILO ¡Ignorantón! Es la figura que se pone en la popa de las naves. BACO Pues yo creía que era Erixis (138), hijo de Filóxeno. EURÍPIDES ¿Qué necesidad había de gallos en la tragedia? ESQUILO Y tú, enemigo de los dioses, ¿qué has hecho? EURÍPIDES No he presentado en mis dramas grandes gallos ni hircociervos como los que se ven en los

tapices de Persia. Yo había recibido de tus manos la tragedia cargada de inútil y pomposo fárrago, y principié por aliviarla de su molesto peso y curar su hinchazón por medio de versitos, digresiones sutiles, cocimientos de acelgas blancas (139), y jugos perfectamente filtrados de filosóficas vaciedades; después lo alimenté de monólogos, mezclados con algo de Cefisofón (140); y jamás dije a la ventura cuanto se me ocurría, ni lo revolví todo sin distinción: el primer personaje que se presentaba en escena explicaba el carácter y el nacimiento del drama.

ESQUILO Mejor era eso que decir el tuyo (141). EURÍPIDES Después, desde los primeros versos, cada personaje desempeñaba su papel; y hablaban

todos, la mujer, el esclavo, el dueño, la joven y la vieja (142).

(138) Famoso por su fealdad.

(139) Con esto quiere indicar Aristófanes la insipidez de algunas sentencias de Eurípides.

(140) Amigo, criado o actor de Eurípides. Se pretende que le ayudaba en sus obras, y que todo era común entre ellos, hasta el tálamo conyugal.

(141) Alusión a la humilde cuna de Eurípides.

(142) Censura Aristófanes el haber introducido Eurípides en la tragedia personajes de todas clases, rebajando su majestad.

ESQUILO ¿No merecería la muerte tal atrevimiento? EURÍPIDES Al contrario, mi objeto era agradar al pueblo. BACO Déjate de eso, amigo; ése es tu punto flaco. EURÍPIDES Luego enseñé a los espectadores el arte de hablar. ESQUILO Lo reconozco; ¡ojalá hubieras reventado antes! EURÍPIDES Y el modo de usar la palabra en línea recta, o en ángulo, y el arte de discurrir, ver,

entender, engañar, amar, intrigar, sospechar, pensar en todo… ESQUILO Lo reconozco también. EURÍPIDES Puse en escena la vida de familia y las cosas más usuales y comunes, lo cual es atrevido,

pues todo el mundo puede emitir sobre ellas su opinión; no aturdí a los espectadores con incomprensible y fastuosa palabrería; ni los aterré con Cienos (143) y Memnones (144), guiando corceles llenos de campanillas y penachos. Ved sus discípulos y los míos. Los suyos son Formisio y Megenetes (145), de Magnesia, armados de lanzas, cascos, barbas y sarcásticas sonrisas; los míos, Clitofón, y el elegante Terámenes.

(143) No se sabe en qué tragedia de Esquilo intervenía Cieno.

(144) En la lista de las tragedias de Esquilo hay una titulada.

(145) Formisio y Megenetes no eran poetas, y sí notables por su desaseo y grosería.— En el texto hay palabras colosales, parodia de las empleadas por Esquilo.

BACO

¿Terámenes? ¿Ese hombre astuto y bueno para todo, que cuando cae en un mal negocio y le ve las orejas al lobo suele escurrir el bulto, diciendo que no es de Quíos sino de Ceos? (146) EURÍPIDES

Así he conseguido perfeccionar la inteligencia de los hombres, introduciendo en mis dramas el raciocinio y la meditación; de suerte que ahora todo lo comprenden y lo penetran, y han llegado a administrar mejor que antes sus casas, inspeccionándolo todo, y diciendo: “¿En qué anda tal asunto? ¿Dónde está tal cosa? ¿Quién ha cogido esta otra?”

BACO

Es verdad; ya en cuanto un ateniense entra en su casa llama a sus esclavos y les pregunta: “¿Dónde está la olla? ¿Quién se ha comido la cabeza de sardina? El plato que compré el año pasado ¿ha fenecido? ¿Dónde está el ajo de ayer? ¿Quién ha mordisqueado la aceituna?” (147) Y antes se estaban hechos unos bobos, con la boca abierta, como imbéciles papanatas.

CORO

“Tú lo ves, ínclito Aquiles” (148). Vamos, ¿qué dices tú a todo eso? Procura que la ira no te arrastre más allá de la meta, pues te ha dicho cosas terribles. Noble Esquilo, no le respondas con ferocidad, recoge tus velas y deja sólo algunos cabos a merced de los vientos; dirige con circunspección tu nave, y no avances hasta conseguir una brisa leda y apacible. Vamos, tú que fuiste el primero de los griegos en dar pompa (149) y elevación al estilo exornando la Musa trágica, abre atrevidamente tus esclusas.

(146) Frase proverbial que se aplicaba a las personas versátiles.

(147) Crítica de los detalles familiares a que Eurípides hizo descender la tragedia.

(148) Verso de Los Mirmidones de Esquilo.

(149) La frase griega equivalente es muy pintoresca, aunque intraducible a la letra: πνργώσαζ , edificando torres. Antípatro de Tesalónica; en un epigrama a Esquilo, la adopta para caracterizar la elocución magnífica del gran poeta.

ESQUILO

Esta lucha me enfurece; sólo al considerar que tengo que disputar con él, hierve mi bilis. ¡Pero que no crea haberme vencido! Respóndeme: ¿qué es lo que se admira en un poeta?

EURÍPIDES

Los hábiles consejos que hacen mejores a los ciudadanos.

ESQUILO

Y si tú, lejos de obrar así, los has hecho malísimos, de nobles y buenos que eran antes, ¿cuál castigo merecerás?

BACO

La muerte; no lo preguntes.

ESQUILO Pues bien, mira cómo te los dejé yo: valientes, de elevada estatura (150), sin rehuir las públicas cargas (151), no holgazanes, charlatanes y bribones como los de hoy, sino apasionados por las lanzas, las picas, los cascos de blancas cimeras, las grevas y corazas, verdaderos corazones de hierro, defendidos por el séptuple escudo de Áyax (152).

EURÍPIDES

El mal va en aumento: me va a aplastar bajo el peso de tantas armas.

BACO

¿Y cómo conseguiste hacerlos tan valientes? Responde, Esquilo, y modera tu arrogante jactancia.

(150) Lit., de cuatro codos. El codo tenía cuarenta y cinco centímetros.

(151) Alusión a los contemporáneos de Aristófanes, que no querían encargarse de más magistraturas que las que producían algún lucro, rehuyendo aquéllas en que podían ser útiles al Estado.

(152) Véase HOMERO, Ilíada, VII.

ESQUILO Componiendo un drama lleno del espíritu de Ares. BACO ¿Cuál? ESQUILO Los siete sobre Tebas (153). Todos los espectadores salían llenos de bélico furor. BACO En eso obraste mal; pues hiciste que los tebanos fueran mucho más atrevidos para la

guerra, lo cual merece castigo. ESQUILO Vosotros podíais también haberos dedicado a ello, pero no quisisteis. Después, con Los

persas, mi obra maestra, os inspiré un ardiente deseo de vencer siempre a los enemigos. BACO Es verdad; me alegré mucho a la noticia de la muerte de Darío (154); y el coro palmoteo al

punto, exclamando: ¡Victoria! ESQUILO Éstos son los asuntos que deben tratar los poetas: “Considerad, si no, qué servicios

prestaron los más ilustres desde la antigüedad más remota: Orfeo (155) nos enseñó las iniciaciones y el horror al homicidio; Museo (156), los remedios de las enfermedades y los oráculos; Hesíodo la agricultura y el tiempo de las sementeras y recolecciones (157); y al divino Hornero ¿de dónde le ha venido tanta gloria, sino de haber enseñado cosas útiles, la

estrategia, las virtudes bélicas y la profesión de las armas?

(153) Tragedia de Esquilo.

(154) En la tragedia de Esquilo no se da tal noticia, por lo cual este pasaje ha preocupado mucho a los comentadores. Para explicarlo, han supuesto unos que Esquilo compuso otros Persas, cuyo asunto era la batalla de Platea, y otros que en vez de Darío debía entenderse Jerjes.

(155) Silvestres homines sacer interpresque deorum, Caedibus et victu faedo deterru.it Orpheus.

(HORACIO, Arte poética, 391.)

(156) Discípulo de Orfeo, tracio de nación, cuya existencia es dudosa, pues más bien parece un mito que un personaje histórico. El Escoliasta dice que compuso un poema sobre los misterios.

(157) En su poema Los trabajos y los días.

BACO

Sin embargo, no ha podido instruir en nada, al architonto de Pantacles (158); hace poco debía ir al frente de una procesión, y, después de haberse atado el casco, se acordó de que no le había puesto la cimera.

ESQUILO

En cambio ha educado a otros mil valientes, entre ellos el héroe Lámaco (159). Inspirándose en él mi fantasía, representó las hazañas de los Patroclos y los Teucros (160), bravos como leones, para excitar a imitarlos a todos los ciudadanos en cuanto resuena el bélico clarín. Nunca puse en escena Fedras ni impúdicas Estenobeas (161); y nadie podrá decir que he pintado en mis versos una mujer enamorada (162).

EURÍPIDES

Es verdad, jamás has conocido a Afrodita.

(158) El Escoliasta dice que era un hombre completamente inepto, y cita una frase de La edad de oro de Éupolis, en que le llama σχαιός, torpe.

(159) Nótese el cambio de Aristófanes respecto a Lámaco. En los acarnienses le ridiculizó terriblemente, y ya en Las Tesmoforias le tributó elogios, merecidos por cierto, pues Lámaco era un valiente y entendido general.

(160) Hijo de Telamón, rey de Salamina y hermano de Áyax.

(161) Mujer de Preto, rey de Argos. Enamorada ciegamente de Belerofonte, que se había refugiado en su corte, y viendo despreciada su pasión, le acusó de haber atentado a su honor, y procuró que su marido le diese muerte. Habiendo huido Belerofonte, se suicidó Estenobea.

(162) Esto no es del todo exacto, pues en el Agamenón de Esquilo Clitemnestra aparece enamorada de Egisto.

ESQUILO

Ni la quiero conocer; en cambio, por tu mal, tú y los tuyos la conocéis demasiado. BACO Cierto, cierto; los delitos que imputaste a las mujeres de otros los viste en la tuya propia

(163). EURÍPIDES Pero, importuno, ¿qué mal hacen a la república mis Estenobeas? ESQUILO Las nobles esposas de los ciudadanos nobles han bebido la cicuta arrastradas por la

vergüenza que les han causado tus Belerofontes (164). EURÍPIDES ¿He cambiado siquiera en lo mínimo la historia de Fedra? ESQUILO Es verdad, no la has cambiado; pero un buen poeta debe ocultar el vicio y no sacarlo a luz

y ponerlo en escena, pues ha de ser para los adultos lo que para los niños los maestros. Nuestra obligación es enseñar sólo el bien.

EURÍPIDES ¿Y cuando tú hablas de los Licabetos y de las altas cumbres del Parnaso (165) nos enseñas el bien? ¿Por qué no empleas un lenguaje humano?

ESQUILO Pero, desdichado, las expresiones deben ser proporcionadas a la elevación de las sentencias y pensamientos. El lenguaje de los semidioses debe ser sublime, lo mismo que sus vestiduras deben ser más ostentosas que las nuestras. Lo que yo ennoblecí, tú lo has degradado.

(163) Se pretende insinuar que dos mujeres con quienes estuvo casado Eurípides no fueron modelo de castidad conyugal.

(164) Es decir, que han imitado a Estenobea, sintiendo amores adúlteros y envenenándose como aquella princesa.

(165) Montañas del Ática y la Fócida. Alusión al pomposo lenguaje de Esquilo.

EURÍPIDES ¿Cómo? ESQUILO En primer lugar, vistiendo de harapos a los reyes para que inspirasen más profunda

compasión. EURÍPIDES ¿Qué mal hay en eso?

ESQUILO

Por culpa tuyo ningún rico quiere armar ya a su costa una galera; pues para librarse del compromiso se cubre de andrajos, llora y dice que es pobre.

BACO

Es verdad, por Deméter; y debajo lleva una túnica de lana fina; y después de habernos engañado se le ve aparecer en la pescadería… (166).

ESQUILO

En segundo lugar, tú has inspirado tal afición a la charlatanería y las argucias, que las palestras están abandonadas, los jóvenes corrompidos (167), y los marineros se atreven a contradecir a sus comandantes; en mis tiempos no sabían más que pedir su ración de pan y gritar “¡Rippape!” (168)

(166) Sólo los ricos podían regalarse con pescado fresco. Ya hemos visto la estimación y alto precio a que se vendían las anguilas del Copáis.

(167) Aristófanes acusa de pederastia a los oradores y maestros de retórica.

(168) Grito de los marineros.

BACO

¡Oh! pues ahora, ya saben lanzar un flato (169) a la boca del remero del banco inferior y embrear a sus compañeros, y, cuando desembarcan, robar los vestidos al primer transeúnte, y pasarse el tiempo en discusiones, sin cuidarse de remar, dejando que la nave bogue a la ventura.

ESQUILO

¿De qué crímenes no es autor? ¿No ha puesto en escena alcahuetas, mujeres que paren en sagrado (170), hermanas incestuosas (171), y otras que dicen que la vida no es la vida? (172) Así es que nuestra ciudad se ha plagado de escribanos y bufones, especie de monos que tienen al pueblo constantemente engañado; mientras que ya nadie sabe llevar una antorcha (173); por falta de ejercicio.

BACO

Nadie, es verdad; así es que en las Panateneas me faltó poco para morir de risa viendo a un hombre blanco, gordo y pesado que corría encorvado y con un trabajo infinito, mucho más atrás que los otros. En la puerta del Cerámico, los espectadores le pegaron en el vientre, en el pecho, en los costados y en las nalgas, hasta que, en vista de aquella lluvia de palmadas, mi hombre soltó un flato (174) con el cual apagó la antorcha y se escapó.

CORO

El negocio es importante; la disputa vehemente; grave la guerra. Difícil será el formar opinión, pues si el uno ataca vigorosamente, el otro huye el cuerpo con agilidad y responde con destreza. No permanezcáis siempre en el mismo terreno: tenéis abiertos muchos caminos e infinitas argucias. Decid, exponed, manifestad todos vuestros recursos viejos y nuevos; aventurad algunos argumentos alambicados e ingeniosos. No temáis que la ignorancia de los espectadores no pueda comprender vuestras sutilezas; lejos de ser gente ruda, todos se han ejercitado, y cada cual tiene su libro donde aprende sabias lecciones; además su natural ingenio está hoy más aguzado que nunca. Nada temáis, emplead todos los medios, pues estáis ante un público ilustrado.

(169) Oppedere.

(170) Auge, seducida por Heracles, dio a luz un hijo en el templo de Atenea. Se ignora en qué tragedia de Eurípides tenía lugar este hecho.

(171) Las hijas de Éolo.

(172) Es decir, se entretienen en discusiones filosóficas. La frase parodiada se encontraba en el Frixo.

(173) Alusión a Las lampadodromias (véase la nota al verso 129 de esta comedia).

(174) Pedendo.

EURÍPIDES Empecemos por sus prólogos; siendo lo primero que se encuentra en una tragedia, es

natural que principiemos por ellos el estudio de este hábil poeta. Era oscuro en la exposición de sus asuntos. BACO ¿Cuál de sus prólogos van a examinar? EURÍPIDES Muchos. Recítame por de pronto el de La Orestía. BACO Silencio todos. Recita tú, Esquilo. ESQUILO Oh subterráneo Hermes, que vigilas sobre el paterno reino, dame ayuda; vengo al fin a mi

patria y entro en ella (175). BACO ¿Hallas alguna falta en esos versos?

(175) Palabras que Orestes pronuncia ante el sepulcro de su padre, al volver a su patria, en el principio de Las coéforas.

EURÍPIDES

Más de doce. BACO Pero si no son más que tres versos. EURÍPIDES Es que cada uno tiene veinte faltas. BACO Esquilo, te aconsejo que te calles: si no, además de esos tres yambos, te censurará otros

muchos. ESQUILO ¿Yo callarme delante de ése? BACO Si me haces caso. EURÍPIDES En el principio ha cometido ya una falta enorme. ESQUILO (a Baco) ¿No ves que no tienes razón? BACO Sea. A mí poco me importa. ESQUILO (a Eurípides) ¿Dónde dices que está la falta? EURÍPIDES Repite desde el principio. ESQUILO Oh subterráneo Hermes, que vigilas sobre el paterno reino… EURÍPIDES Eso lo dice Orestes ante la tumba de su padre, ¿verdad? ESQUILO No lo niego. EURÍPIDES ¿De suerte que quiere decir que Hermes velaba por su padre, para que cayendo en un

pérfido lazo fuese vilmente asesinado por su mujer? ESQUILO

No es al dios de la astucia, sino al Mermes benéfico, a quien llama subterráneo, y lo prueba diciendo que recibió esa misión de su padre.

EURÍPIDES Entonces el yerro es más grande de lo que yo pretendía; pues si recibió de su padre aquella misión subterránea…

BACO Es que su padre le había nombrado enterrador. ESQUILO ¡Ay Baco! tu vino no está perfumado (176). BACO Recita el otro verso; y tú acecha sus faltas. ESQUILO …dame ayuda; vengo al fin a mi patria y entro en ella. EURÍPIDES El sabio Esquilo nos dice dos veces la misma cosa. BACO ¿Cómo dos veces?

(176) Esto es: tus chistes son de muy mal gusto.

EURÍPIDES

Examina esa frase y te haré ver la repetición. “Vengo al fin a mi patria —dice—, y entro en ella.” Vengo es enteramente lo mismo que entro. BACO Entiendo; es como si uno dijera a su vecino: “Préstame la artesa, o si quieres el arca de

amasar.” ESQUILO No es lo mismo, charlatán; mi verso es inmejorable. BACO ¿Cómo? Pruébamelo. ESQUILO Todo el que goza de los derechos de ciudadanía puede venir a su patria, porque viene sin

haber experimentado antes ningún infortunio; pero el desterrado viene y entra (177). BACO

¡Muy bien, por Apolo! ¿Qué dices a eso, Eurípides? EURÍPIDES Digo que Orestes no entró a su patria, porque vino secretamente, sin haber obtenido la

competente autorización de los que entonces ejercían el mando. BACO ¡Muy bien, por Hermes! Pero no te comprendo. EURÍPIDES Recita, pues, otro. BACO Vamos, Esquilo, recítalo pronto. Tú acecha las faltas. ESQUILO Invocando los manes de mi padre sobre su propia tumba, que se digne oírme y escucharme

le suplico (178). EURÍPIDES Otra repetición: oír y escuchar son dos cosas idénticas. BACO Pero, desdichado, ¿no ves que estaba hablando con los muertos, a los que no basta invocar

tres veces? (179) ESQUILO Y tú ¿cómo hacías los prólogos? EURÍPIDES Te lo voy a decir; y si encuentras una sola repetición, o un solo ripio, me doy por vencido. ESQUILO Empieza ya: mi deber es escucharte; veamos qué hermosos son los versos de tus prólogos. EURÍPIDES Edipo, que al principio era dichoso… (180). ESQUILO De ningún modo; su sino era la desgracia, pues ya antes de que se le engendrara predijo

Apolo que mataría a su padre, y aún no había nacido. ¿Cómo, pues, al principio era dichoso? EURÍPIDES ¡Mortal infelicísimo fue luego!

(177) El verbo χατέρχομαι se decía con especialidad de la vuelta de los desterrados.

(178) Las coéforas, 4 y 5.

(179) En las invocaciones a los muertos se les llamaba tres veces por su nombre.

(180) Principio de la Antígona de Eurípides, tragedia perdida.

ESQUILO De ningún modo, repito. No dejó de ser lo que era. Además, esa felicidad fue imposible. Apenas nació, ya le expusieron metido en una olla (181) en el rigor del invierno, para que no llegase a ser el asesino de su padre; después, por desgracia suya, llegó al palacio de

Pólibo, con los pies hinchadoa (182); luego, joven todavía, se casó con una vieja, que por añadidura era su madre, y por último se sacó los ojos. BACO ¡Feliz él si hubiera mandado la escuadra con Erasínides! (183) EURÍPIDES Desbarras, mis prólogos son buenos. ESQUILO Por Zeus, no pienso ir desmenuzando tus versos palabra por palabra, sino con la ayuda de

los dioses aniquilar tus prólogos sin más que con una pequeña alcuza. EURÍPIDES ¿Con una alcuza? ESQUILO Sí, con una sola; pues tus yambos son de tal naturaleza que se les puede añadir lo que se

quiera, un pellejito, una alcucita, un saquito, como te lo demostraré en seguida. EURÍPIDES ¿Tú demostrarme eso? ESQUILO Sí, yo. BACO Vamos, recita.

(181) Cuando se exponía un niño en Atenas se le metía en una olla o especie de cuna de barro que empleaban las clases pobres.

(182) Ésta es la etimología de Edipo.

(183) Uno de los generales que mandaban la flota ateniense en la batalla de las Arginusas; fue condenado a muerte con sus colegas, por no haber dado sepultura a, los soldados muertos en el combate.

EURÍPIDES

Cuando, según la fama más creída, con sus cincuenta hijas llegó Egipto de Argos a la región… (184). ESQUILO Perdió su alcuza (185). EURÍPIDES ¿Qué alcuza? ¡Así te mueras! BACO Recita otro prólogo, y veamos. EURÍPIDES Baco, que armando del pomposo tirso y cubierto de pieles de cervato, danza en las

cumbres del Parnaso agreste de antorchas al fulgor… (186). ESQUILO Perdió su alcuza. BACO De nuevo nos sacude con su alcuza. EURÍPIDES No nos fastidiará más, pues a este prólogo no le podrá colgar la alcuza. No existe, no,

felicidad completa; tal de ilustre familia, es pobre; y otro de modesta extracción… (187). ESQUILO Perdió su alcuza. BACO ¡Eurípides! EURÍPIDES ¿Qué hay? BACO Recoge velas; pues esta alcuza va a convertirse en huracán. EURÍPIDES Poco se me importa, por Ceres; ya verás cómo se lo hago soltar de las manos. BACO Continúa recitando, y mucho ojo con la alcuza. EURÍPIDES La ciudad de Sidón abandonando, Cadmo, hijo de Agenor… (188).

ESQUILO Perdió su alcuza. BACO ¡Ay, amigo mío! Cómprale esa bendita alcuza, pues, si no, va a echar a pique todos los

prólogos. EURÍPIDES ¡Cómo! ¿yo comprársela? BACO Si me haces caso.

(184) Principio del Arquelao, tragedia de Eurípides que se ha perdido.

(185) Ληχύθιον άπωλεσα , frase análoga a la latina oleum perdídit (trabajo perdido),con cuya adición a los versos que recita Eurípides da a entender que no tienen ningún valor, y que el autor ha perdido lastimosamente el tiempo y el trabajo que le ha costado el componerlos

(186) Prólogo de la Hipsipile, tragedia de Eurípides que ha perdido.

(187) Prólogo de la Estenobea.

(188) Prólogo del Frixo.

EURÍPIDES No por cierto. Puedo citarle una porción de prólogos, a los que no podrá aplicarles la

alcuza. Pélope, hijo de Tántalo, partiendo para Pisa, animando los corceles de su carro veloz… (189). ESQUILO Perdió su alcuza. BACO ¿Lo ves? De nuevo le ha colgado su alcuza. Vamos, Esquilo, véndesela a cualquier precio

que tú por un óbolo podrás comprar otra hermosísima. EURÍPIDES Te digo que no; aún me quedan muchos. Eneo en su heredad… (190). ESQUILO Perdió su alcuza. EURÍPIDES Déjame acabar el primer verso.

Eneo en su heredad, habiendo un día pingüe cosecha recogido y de ella ofrecido a los dioses las primicias en piadosa oblación… ESQUILO Perdió su alcuza. BACO ¡Durante el sacrificio! ¿Quién se la quitó? EURÍPIDES Permíteme, amigo mío, que pruebe con este verso: Zeus (la verdad misma lo asegura)… (191) BACO Estás perdido; en seguida va a añadir: “Perdió su alcuza.” Porque la tal alcuza se adhiere a tus prólogos como el orzuelo a los párpados. Pero, por

todos los dioses, pasa ya a ocuparte de la parte lírica de sus dramas. EURÍPIDES Puedo demostrar hasta la evidencia que sus cantos son perversos y llenos de las mismas

repeticiones. CORO ¿En qué parará esto? Ansioso estoy de saber qué censuras se atreverá a presentar contra

sus infinitos y bellísimos cantos, tan superiores a los de los poetas del día; no acierto a comprender en qué podrá motejar a este rey de las fiestas de Baco (192), y le auguro una derrota.

EURÍPIDES ¡Sí! ¡admirables cantos líricos! Ahora se verá, pues voy a reunirlos todos en uno. BACO Y yo llevar la cuenta con estas piedrecitas. EURÍPIDES Aquiles (193), rey de Ftía, ¿por qué, si oyes el estruendo feral de la matanza, a aliviar sus trabajos, di, no vuelas? (194). Nosotros, habitantes de este lago, culto rendimos al astuto Hermes, egregio fundador de nuestra raza,

y a aliviar sus trabajos tú no corres (195). BACO Ya tienes dos trabajos, Esquilo. EURÍPIDES Oh el más ilustre aqueo, ínclito Atrida, jefe de muchos pueblos poderosos (196), ¿a aliviar sus trabajos tú no corres? BACO Va el tercer trabajo, Esquilo. EURÍPIDES Silencio: las proféticas Melisas (197). de Ártemis van a abrir el templo augusto. ¿Y a aliviar sus trabajos tú no vuelas? Yo puedo proclamar que los guerreros (198) partieron con auspicios la victoria; a aliviar sus trabajos tú no corres. BACO ¡Soberano Zeus! ¡qué infinidad de trabajos! Quiero ir a bañarme; pues con tantos trabajos

se me han inflamado los riñones. EURÍPIDES Por favor, no te vayas antes de oír este canto arreglado para cítara.

(189) Prólogo de la Ifigenia en Tauros.

(190) Prólogo del Meleagro.

(191) Prólogo de la Melanipa.

(192) Es decir, de la tragedia. Véase cómo Aristófanes hace justicia al mérito de Esquilo.

(193) Reunión de fragmentos que no forman sentido, citados por Eurípides para demostrar que su adversario incurre en muchas repeticiones.

(194) Versos de Los Mirmidones de Esquilo.

(195) Tomado de Los psicagogos (conductores de las almas).

(196) No se sabe si este fragmento pertenecía al Télefo o a la Ifigenia, tragedias de Esquilo.

(197) Sacerdotisas de Ártemis. Dábase este nombre a todas las mujeres inspiradas, dedicadas al cuidado de los templos.

(

B S E ¿ c l f l p f V e f e o f l f B ¿ E N c E M g n M

( c a

( (201) Poeta trágico y lírico de poco mérito. Se cree que es el mismo que sostuvo la acusación contra Sócrates.

BACO ¿No ha imitado nunca esa Musa a las lesbias? (202) ESQUILO (203) Alciones que gorjeáis sobre las olas infinitas del piélago salado, con gotas titilantes de rocío, menudas y cambiantes, el nítido plumaje salpicado; arañas que en los lóbregos rincones de las habitaciones hi-i-i-láis (204) la trama prodigiosa con la pata ligera, y con la resonante lanzadera. El delfín cautivado por el son de las flautas delicadas, augurando buen viaje, salta regocijado en torno de las proas azuladas. Adorno de la vid, crespo follaje, sostén lozano del racimo bello, enlaza, hijo, tus brazos a mi cuello, ¿Ves tú el ritmo?

(202) En sus nefandas torpezas.

(203) Centón de versos tomados de la Hipsípile, el Meleagro, la Ifigenia en Tauros y la Electro de Eurípides, sin enlace ninguno y citados sin más objeto que demostrar defectos de ritmo.

(204) Esta recepción de una misma vocal es una burla que el poeta hace de la costumbre de cantar varias notas sobre una misma silaba que iba introduciéndose en la melopea; tal vez serían una especie de grupetti o fioriture.

BACO Lo veo.

ESQUILO ¡Cómo! ¿Lo ves? BACO Lo veo. ESQUILO ¿Y tú, autor de semejantes versos; tú que imitas al componerlos las doce posturas de

Cirene (205), te atreves a censurar los míos? Tales son sus cantos líricos: examinemos ahora sus monólogos (206): Oscuridad profunda de la noche, del fondo de tu abismo tenebroso ¿qué ensueño pavoroso envías a mi mente conturbada? Sin duda es un aborto del averno, un alma inanimada, de horrible aspecto y de letal mirada, un hijo de la noche y del infierno, de uñas de acero y veste rozagante. La lámpara brillante, esclavas, encended, y al cristalino río hurtadle la linfa en vuestras urnas; calentadla y podré de este divino sueño purificarme, que en las horas nocturnas ha venido espantoso a atormentarme. ¡Oh Posidón! ¿Qué es esto? El prodigio funesto ved, mis consortes en destino impío, ¡ah! Glice sin entrañas ¡huye, huye, y se lleva el gallo mío! ¡Ninfas de las montañas, y tú, Mania, prended, prended a Glice! Yo que estaba ¡infelice! a mi labor atenta

el blanco lino hi-i-i-i-ilando que mi rueca cubría, y el ovillo formando que al despuntar el día en la plaza pensaba a buen precio vender; mas él volaba ¡ay! volaba (207) y con alas incansables por el éter cruzaba; y penas, penas ¡ay! interminables, me dejó solamente, y tristezas y enojos, y convertidos en perenne fuente de lágrimas, de lágrimas mis ojos! Cretenses, acudid; hijos del Ida, con el arco homicida en mi auxilio volad, cercad la casa; divina cazadora, Ártemis clara, acude con tus canes y registra los últimos desvanes. Hécate, hija del gran Zeus, enciende dos antorchas, y guía a la mansión dé la ladrona Glice; quizá, quizá a su luz, ¡ay infelice! pueda encontrar la pobre hacienda mía.

(205) Famosa cortesana quae duodecim venéreas staturas profitebatur. Esquilo increpa de nuevo a Eurípides sobre la inmoralidad de sus dramas.

(206) Parodia del monólogo de Hécuba, en la tragedia de este título, y otros pasajes desconocidos para nosotros.

(207) Esta repetición y las siguientes se encuentran en el texto original, y son parodia del estilo de Eurípides.

BACO Basta de coros.

ESQUILO

Sí, basta. Ahora quiero traer una balanza, pues es el único medio de aquilatar el valor de nuestra poesía y calcular el peso de nuestras palabras. BACO Vamos, venid. Me veo reducido a vender por libras el numen de los poetas, como si fuese

queso (208). CORO Las gentes de talento son muy ingeniosas. Es ésta una idea peregrina, admirable y extraña

que antes a nadie se le había ocurrido. Yo, si alguno me lo hubiese contado, no le hubiera dado crédito pensando que deliraba. BACO Ea, acercaos a los platillos… ESQUILO Y EURÍPIDES Ya estamos. BACO Recitad teniéndolos cogidos, cada uno un verso, y no los soltéis hasta que yo diga: ¡Cucú! ESQUILO Y EURÍPIDES Ya están cogidos. BACO Decid ya un verso sobre la balanza. EURÍPIDES ¡Oh, si el Argos jamás volado hubiera!… (209) ESQUILO ¡Oh río Esperquio! ¡oh pastos de los toros!… (210) BACO ¡Cucú! Soltad. ¡Oh! el verso de Esquilo baja mucho más. EURÍPIDES ¿Por qué?

BACO Porque, a ejemplo de los vendedores de lana, ha mojado su verso, poniendo en él un río, y tú le has aligerado poniéndole alas.

EURÍPIDES Que recite otro y lo pese. BACO

Coged de nuevo los platillos. ESQUILO Y EURÍPIDES Ya están. BACO (a Eurípides) Di. EURÍPIDES De la Persuasión dulce es la elocuencia el único santuario… (211). ESQUILO Sólo la muerte es la deidad que no ama las oblaciones pías… (212).

(208) Se acerca a una gran balanza que acaban de traer a la escena.

(209) Verso primero de la Medea de Eurípides. El Argos es el navío en el cual hicieron los héroes griegos su expedición a la Cólquide.

(210) Verso del Filoctetes de Esquilo. El Esperquio era un río de Tesalia que nacía en el Pindó y desembocaba en el Golfo Malio.

(211) Verso de la Antígona de Eurípides. El sentido es que para persuadir no es preciso decir la verdad, sino hablar bien.

(212) Verso de la Níobe de Esquilo.

BACO

Soltad, soltad. De nuevo la balanza cae hacia el lado de Esquilo; y es porque ha echado en el plato la Muerte, que es el más pesado de los males. EURÍPIDES Y yo la Persuasión; mi verso es inmejorable. BACO Pero la Persuasión es cosa ligera y de poco peso. Vamos, busca entre tus versos más

pesados uno muy robusto y vigoroso que incline la balanza a tu favor. EURÍPIDES ¿Pero dónde encontrarlo? ¿dónde? BACO Yo te lo diré: “Aquiles ha sacado dos y cuatro” (213). Recitad; ésta es la última prueba. EURÍPIDES

Se apoderó de una ferrada maza (214). ESQUILO El carro sobre el carro, y el cadáver sobre el cadáver… (215). BACO (a Eurípides) Otra vez te ha vencido. EURÍPIDES ¿Cómo? BACO Ha puesto dos carros y dos cadáveres, cuyo peso no podrían levantar ni cien egipcios

(216). ESQUILO Dejémonos de disputar verso por verso: póngase Eurípides en un plato de la balanza, con

sus hijos, su mujer, Cefisofón (217) y todos sus libros, y yo pondré solamente dos versos en el otro.

BACO Ambos poetas son amigos míos, y no quiero decidir la cuestión, pues sentiría enemistarme con uno de ellos. El uno me parece muy diestro, el otro me encanta.

HADES Entonces no has logrado el objeto de tu viaje. BACO ¿Y si sentencio? HADES Te llevarás el que prefieras; y no habrás hecho en balde el viaje. BACO Gracias, Hades. Ahora, escuchadme: yo he bajado aquí en busca de un poeta… EURÍPIDES ¿Para qué? BACO Para que la ciudad, una vez libre de peligros (218), haga representar sus tragedias. Estoy

resuelto a llevarme a aquel de vosotros que me dé un buen consejo para la república.

Decidme: ¿qué pensáis de Alcibíades? Ésta es cuestión que ha puesto en aprietos a Atenas (219). EURÍPIDES ¿Y qué piensa de él?

BACO

¿Qué piensa? Le desea, le aborrece y no puede pasarse sin él. Vamos, decid vuestra opinión. EURÍPIDES Detesto al ciudadano lento en ayudar a su patria, pronto en hacerla daño, hábil para el

propio interés, torpe para los del Estado. BACO ¡Bien, por Posidón! Sepamos ahora tu parecer. EURÍPIDES No conviene criar en la ciudad al cachorro del león. Lo mejor es esto; pero, una vez

criado, es necesario someterse a sus caprichos. BACO Por Zeus salvador, quedo en la misma indecisión; el uno habló con ingenio y el otro con claridad.
Decidme ambos vuestra opinión sobre los medios de salvar la república. EURÍPIDES Poniendo a Cinesias, a modo de alas, sobre Cleócrito (220), de suerte que el viento se

llevase a ambos sobre las olas del mar… BACO La idea es chistosa, pero ¿adonde vas a parar?

(213) Verso del Télefo de Eurípides. Aquiles jugaba en esta tragedia a los dados, cuya circunstancia hubo de suprimirse en otra representación, por haber sido silbada.

(214) Verso del Meleagro de Eurípides.

(215) Verso del Glauco de Esquilo.

(216) Muchos de los mozos de cordel y cargadores de Atenas eran egipcios.

(217) Amigo de Eurípides ya citado.

(218) La situación de Atenas era al representarse Las ranas sumamente crítica.

(219) Alcibíades estaba entonces fugitivo de Atenas, y muchas personas trabajaban para que volviese.

(220) Cinesias era sumamente flaco, y Cleócrito muy alto y grueso. A éste le llamaban el avestruz, por su elevada estatura.

EURÍPIDES

Cuando hubiera una batalla naval podrían echar vinagre a los ojos de nuestros enemigos. Pero voy a deciros otra cosa. BACO

Di. EURÍPIDES Si confiamos en lo que ahora desconfiamos, y desconfiamos en lo que ahora confiamos… BACO ¿Cómo? No entiendo. Dilo más llana y comprensiblemente. EURÍPIDES Si desconfiamos de los ciudadanos en que hoy confiamos, y empleamos a los que tenemos

en olvido, quizá nos salvaremos. Pues si con aquellos somos infelices, ¿no conseguiremos ser felices empleando a sus contrarios?

BACO ¡Admirable! Eres el hombre más ingenioso, un verdadero Palamedes (221). Dime: ¿esa idea es tuya o de Cefisofón? (222)

EURÍPIDES Es mía; la del vinagre es de Cefisofón. BACO ¿Qué dices tú? ESQUILO Dime antes a quiénes emplea la república. ¿A los hombres de bien? BACO No; los aborrece de muerte.

(221) Tenía talento inventivo. Se le atribuyen la invención de los pesos, las medidas, los juegos de dados y las cuatro letras.

(222) Alusión a la participación que se decía tenía Cefisofón en las tragedias de Eurípides.

ESQUILO ¿Le agradan los malos? BACO Tampoco; pero la necesidad le obliga a echar mano de ellos. ESQUILO ¿Qué medios de salvación puede haber para una ciudad que no quiere paño fino ni burdo?

(223) BACO Por favor, Esquilo, discurre alguno que nos saque del abismo.

ESQUILO En la tierra te lo diré; aquí no quiero. BACO De ningún modo; envíales desde aquí la felicidad. ESQUILO Se salvarán cuando crean que la tierra de sus enemigos es suya, y la suya de sus enemigos;

y que sus naves son sus riquezas, y sus riquezas su ruina (224). BACO Muy bien; pero los jueces lo devoran todo (225). HADES (a Baco) Sentencia.

(223) Es decir, que no le agrada ni el partido aristocrático ni el democrático.

(224) Aristófanes reproduce el sabio consejo de Pericles, quien consideraba que la verdadera fuerza de Atenas estaba en la marina, y que nada importaba fuese devastado su territorio.

(225) Alusión a su salario, que, al representar Las ranas, era de dos óbolos, y que absorbía grandes sumas que podían ser destinadas al mantenimiento de la flota.

BACO Sentenciad vosotros. Yo elijo al predilecto de mi corazón. EURÍPIDES Tomaste a los dioses por testigos de que me llevarías. Sé fiel a tu juramento y elige a tus

amigos. BACO “La lengua ha jurado” (226), pero escojo a Esquilo. EURÍPIDES ¿Qué has hecho, miserable? BACO ¿Yo? Declarar vencedor a Esquilo. ¿Por qué no? EURÍPIDES ¿Y aún te atreves a mirarme a la cara después de tu vergonzosa felonía? BACO ¿Hay algo vergonzoso mientras el auditorio no lo tenga por tal? EURÍPIDES

¿Cruel, me vas a dejar entre los muertos? BACO ¿Quién sabe si el vivir es morir, si el respirar es comer, si el sueño es un vellón? (227) HADES Entrad. Baco, ven conmigo. BACO ¿Para qué? HADES Para que os dé hospitalidad antes de que partáis.

(226) Frase del Hipólito de Eurípides, muchas veces citada.

(227) Parodia de pasajes de Eurípides.

BACO

Bien dicho, por Zeus; eso me agrada más.

CORO

¡Feliz el poseedor de toda la sabiduría! Mil pruebas lo demuestran. Esquilo, gracias a su ingenio y habilidad, vuelve a su casa para dicha de sus conciudadanos, amigos y parientes.

Guardémonos de charlar con Sócrates, despreciando la música y demás accesorios importantes de las Musas trágicas. El pasarse la vida en discursos enfáticos y vanas sutilezas es haber perdido el juicio.

HADES

Parte gozoso, Esquilo; salva nuestra ciudad con tus buenos consejos y castiga a los tontos: ¡hay tantos! Entrega esta cuerda (228) a Cleofón (229), ésta a los recaudadores Mírmex y Nicómaco (230), y ésta a Arquénomo (231), y diles que se vengan por aquí pronto y sin tardar. Pues si no bajan en seguida, los agarro, los marco a fuego (232), y atándolos de pies y manos con Adimante (233) hijo de Leucólofo, los precipito, hechos un fardo, a los infiernos.

ESQUILO

Cumpliré tus órdenes: coloca tú en mi trono a Sófocles para que me lo conserve y guarde, por si acaso vuelvo; porque después de mí, le creo el más hábil. En cuanto a ese intrigante, impostor y chocarrero, haz que jamás ocupe mi puesto, aun cuando quieran dárselo contra su voluntad.

HADES

(al Coro). Alumbradle con vuestras sagradas antorchas, y acompañadle cantando sus propios himnos y coros.

CORO

Dioses infernales, conceded un buen viaje al poeta que retorna a la luz, y a nuestra ciudad grandes y sensatos pensamientos. De esta suerte nos libraréis de los grandes males y del horrible estruendo de las armas. Cleofón y los que como él piensan, váyanse a pelear a su patria (234).

(228) Para que se ahorquen. (229) Extranjero influyente, enemigo de la paz. (230) Recaudadores concesionarios. Contra Nicómaco se ha conservado un alegato de Lisias. (231) Desconocido. (232) Como a los esclavos fugitivos. (233) General ateniense que mandaba parte de la ilota. (234) Da a entender que son extranjeros.