La crianza.

Una vez realizada la fermentación maloláctica (convierte el ácido málico presente en el vino, de sabor fuerte y áspero, en ácido láctico, que suaviza el paso de boca) comienza la crianza en barricas de roble americano de las mejores tonelerías españolas. El vino permanece en roble al menos seis meses, equilibrando los aromas que aporta la madera con los procedentes de las uvas utilizadas. Finalizada la crianza, el vino se embotella y permanece otros seis meses en bodega redondeando sus aromas.