En la búsqueda de la explicación de la repetición existen dos grandes estrategias que siempre han demostrado su gran capacidad para aclarar las cosas: la medición y la simplificación

La medición consiste en anotar cuidadosamente los resultados de nuestras observaciones hasta tener los suficientes datos para aventurar una ley que resuma las relaciones que parecen existir entre ellos.
Ejemplo: ¿La velocidad del sonido es siempre de 340 m/s? 

 

Por su parte, la simplificación consiste en desnudar a la naturaleza de todas sus propiedades salvo aquellas que consideramos universales (como número, distancia o dirección) y utilizar el razonamiento lógico para extraer conclusiones (teoremas). 
Ejemplo: ¿La proporción entre la longitud de una circunferencia cualquiera y su diámetro es siempre la misma? 

A la medición se le conoce por Física, mientras que a la simplificación se le llama Matemática. No son dos estrategias separadas: ambas necesitan frecuentemente la una de la otra para su progreso.

Por otra parte está nuestro sentido de la belleza y la "armonía". Simplificando mucho, nuestra mente tiende a sentirse cómoda (a veces alegre) con lo inmediatamente reconocible, ligeramente inquieta (a veces triste) cuando observa alguna leve variación en lo esperado, y por último muy inquieta (a veces enojada) cuando no consigue encajar el estímulo. Observa los siguientes tres cuadros, variaciones de un círculo.

Círculo perfecto
Forma reconocible

Círculo deformado, con borde nítido
Dudas, pequeñas tensiones

Círculo muy deformado, con borde difuso
Incógnitas, confusión

La repetición y la armonía son también la base de una creación humana que otorga enorme placer a sus admiradores: la música. En las páginas que siguen exploraremos la estrecha relación existente entre la música, las matemáticas y la física. Para ello, comenzaremos retrocediendo 50 siglos. ¡Buen viaje!

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