Teofastro

CARACTERES



G

CAPITULO PRIMERO.

DE LA FALSEDAD

ó simulación.

Definiendo pues por mayor la falsedad, parece ser: Simulación de acciones y palabras con mal designio. El falso pues ó simulado procede de este modo: Vá a buscar sus enemigos queriendo hablarles como si no les aborreciera. Alaba en su presencia los mismos que persigue ocultamente, y se compadece con ellos quando han salido mal en qualquier negocio. Aparenta conformidad y condescendencia con.los mismos que hablan mal de él. Responde con mansedumbre a los que le han injuriado de palabra, asi como a los que há injuriado el mismo,y están indignados y quejosos. Ordena a los que desean ansiosamente hablarle, que A 3 Vuéflvuelvan en otra ocasion. No corifeo sará nada de lo que hace, sino dice que deliberará. Finje que acaba de llegar , ó que llegó muy tarde, ó que está cansado ó indispuesto del camino., A los que piden prestado a premio, 6 para socorrer voluntariamente a alguno que há quebrado, responde que nada vende; y quando no vende, asegura que sí. Oyendo ;alguna cosa , dá a entender que no está en ello; viendo, dice que nada há visto; y si ha convenido en algun trato con toda solemnidad, dice que no se acuerda. De unas cosas asegura que pensará en ellas; de otras, que nada sabe ; de estotras que se admira, y de aquellas que yá antes habia él discurrido lo mismo. En general le es muy comun usar en sus discursos de estas expresiones: No la creo; no me lo persuado ; pasmado estoy , y dice que se ha mudado ó hecho otro. Además: No fue esto lo que me expuso. Para mí es esto una paradoxai cuent asele a otro. No sé cómo salir , sí be de dejar de creertelo si he de condena?. fiar la veracidad del otro. Mira pues, no creas de ligero estas voces engañosas y ambiguas: no hay cosa peor <jue ellas; y es sin duda mas conveniente guardarse de estas costumbres dobles y solapadas, que del veneuq de las víboras.

CAPITULO II.

DE LA ADULACIÓN.', \

Jt Odria alguno verisímilmente entender que es la adulación: Indecente conducta ó comunicación de que se vale el adulador para su utilidad; y que el adulador es tal, que paseándose con otro le dice: Repara como todos clavan en tí la vista: no sucede otro tanto a ninguno de cuantos hay en la ciudad sino a tí. Con mucha gloria se hizo ayer conversación de tí en el pórtico. (i) Mas de

trein

(i) Sitio publico de Atenas donde concurrían principalmente los discípulos de Zenon , a quienes del nombre tiuttsa , portico, llamaron Stoycos.

treinta hombres estábamos allí sentados, y viniendo a parar la conversación en averiguar quién era el ciudadano mas perfeSio ,' todos comenzaron por tí% % todos convinieron en el mismo. nombre. Giras cosas semejantes habla. Quitará un pelito del vestido de aquel a quien adula; y si el viento ha hecho caer alguna paja sdbYe el pelo*, se lo quitará con gran cuidado, añadiendo con cara placentera y mucha risa : Vés\ por no haberte venido a ver en dos diasr bienes las barbas mezcladas de canas. Mas' esto es chanza , que til como el gué trias, tienes para tu edad bienne^ .gros Vos cabellos. Quando habla ei adulado alguna cosa, manda que callea los demás; le elogia quando le oye; y -haciendo mil demostraciones^ exclama quando el adulado acaba de hablar: brabo í excelentemente ha dicho. Si aquel há satirizado fríamente a alguno, lo celebra a carcajadas; y llevándose la ropa a ía boca, dá a entender que no puede contener la risa. Si encuentran a algunos, les avisa que se detengan gan un poco hasta que pase su merced. Compra camuesas y peras, y las lleva , y dá a los hijos en presencia de su padre ; y besandoles añade : bijitos de tan bello padrel Si éste compra sandalias, dice , que el pie está mucho mas bien formado que el calzado. Si vá a visitar a algun amigo, se adelanta el adulador, y avisa : Su merced viene a visitarte ; y retrocediendo dice a éste:yá bédado recado. Tambien se esmera en servir todos los ministerios de las mugeres, mostrando que se afana. Entre todos los convidados es el primero que alaba el vino ; y siempre al lado de su merced le dize. \Con qué delicadeza comes! y tomando alguna cosa de la mesa : \Qué cosa tanexquisita! Le pregunta si tiene frio; si quiere que le añadan mas ropa; y sin aguardar mas , lo abriga. Al decirle estas cosas, se le arrima al oido hablandole entre dientes. Si conversa con los demás es sin apartar los ojos del adulado. Quando van al teatro, quita al criado las almohadas, y él A 4 mis

mismo se las mulle y coloca. Le pondera el gusto y excelencia con que su casa está fabricada, y su campo bien plantado: y si le retratan, afirma que la pintura le es perfectamente parecida. En conclusión es de ver como el adulador lo dice y hace todo segua cree que complacerá a otros.

CAPITULO III.

DE LA LOCUACIDAD.

La locuacidad es profusión de largos é inconsiderados conocimientos. El Locuaz pues, ó hablador es de este modo: sentándose junto a otro, a quien no conoce , y muy arrimado a él, lo primero que hace es un largo elogio de su propia mujer: después le expone el sueño que ha tenido aquella noche. Sucesivamente le encaja uno por uno los platos que le sirvieron en la cena; y cebado yá en la conversación, añadirá que los hombres de estos tiempos son mucho peores que los antiguos; el preprecio que tiene el trigo en el mercado , y como la ciudad se vá llenando de extranjeros. Cuenta que el mar está navegable desde las fiestas bacanales; que si Dios enviase lluvia , irían muy bien los campos y cosechas ; que para el año siguiente ha de labrar por si mismo sus tierras; que cuesta mucho trabajo mantenerse; que Damipo fue el que puso la mayor antorcha en los misterios ó fiestas religiosas. Le relatará también quintas son ias columnas del Odéo , ó teatro de música. El día de ayer , dirá , tuve vomitos ¿ Y: qué dia es boy ? Si alguno le pudiere aguantar, no haya miedo que él lo deje. Contará que los misterios se celebran en el mes Boedromion (i); las fiestas Apaturias en. el Pianepsio (2); y en el Poseidón las Dionisias (3) en honor de Baco por los campos. El que esté sentado junto a hombres semejantes, debe des

pcén

prenderse y escapar, si quiere no contraer calentura; porque es mucha obra sufrir personas que no distinguen ni el tiempo de vagar , ni el ocupado.

(1) En Julio.

(2) En Septiembre.

(3) En Noviembre.

 

 

CAPITULO IV.

BE LA RUSTICIDAD,

J-ja rusticidad parece ser: ignorancia ó falta de instruccion de lo que es indecente en las acciones. El rustico pues es tal,que toma una purga, y vá no obstante a la junta ó cabildo. Dice que el olor del balsamo seguramente no es tan suave como el del tomillo. Lleva el zapato mas ancho, ó mayor que el pie; habla a gritos; desconfia de sus amigos y de sus domesticos , pero comunica con sus criados las cosas de mayor importancia, y cuenta a los peones que trabajan en su campo quanto se ha tratado en el cabildo. Si se sienta , tiene alzada la ropa hasta por cima de la rodilla , de suerte que se le vén los muslos. De

na

fiada se admira , ni nada le dá golpe de cuando encuentra en el camino ó ¡baile; mas si vé un buey , un borrico, ó un macho de cabrío, se para a contemplarlo. Cuando él mismo saca algo de la despensa, llena la boca de un buen bocado, y echa un trago del mejor vino, guardándose de que Id sepa la despensera ó ama de llaves, con la que al mismo tiempo cuenta y reparte las raciones de todos sus domésticos y la suya. Estando a lá mesa se levanta para echar un pienso a las bestias; y si tocan a la puerta , él mismo sale a saber quien. Llamando su perro , y tomándole el h* cico, dice : éste guarda la heredad, la casa , y los que estamos dentro. Cuando recibe dinero de alguno lo desecha, diciendo que es muy ligero , ó de poco peso, y pide que lo cambie por otro. Si estando acostado , sin poder coger el sueño , se acuerda de que prestó un arado , ó un capacho , una hoz ó un costal , (lo envía a pedir a deshoras de la noche). Cuando viene a la  ciudad pregunta al primero que encuentra, a cómo van las pieles ,y es~ cobeches ;y si el presente dia trabe la luna nueva: añadiendo que inmediatamente que se apee, quiere quitarse las barbas. Cuando se baña, echa a cantar ; y acostumbra asegurar las suelas del zapato con clavos. En fin el que, por ser el mismo camino, compra del figonero Arquias, y lleva por si mismo la cecina ó salón que ha de Comer. ',

CAPITULO V.

DE LA LISONJA.

La lisonja , definida en propios términos , es conversación o trato que procura complacer sin el correspondiente decoro. El lisonjero pues , sin duda es tal: saluda a otro desde lejos, y diciéndole que es hombre de suma importancia le admira siempre; le toma ambas manos para que no se vaya; y acompañándole un poco , le pregunta cuándo volverá a verle? lo alaba , y le despide. Elegido por arbitro , no solo quiere complacer a la parte a quien asiste , sino también a la contraria , aspirando a pasar por amigo común de ambas. Dice que los forasteros hablan mas justamente que los ciudadanos. Convidado a un festín ruega al dueño, cuando  ya está comiendo , que llame a sus hijos; y luego que los vé llegar , asegura que no se parece tanto un huevo a otro como los niños a su padre; se acerca a ellos, los besa , los sienta a su lado , y haciendo del niño con ellos dice , ay que botella \ \ qué cuchilla! Si quieren dormir los dexa recostar en su seno, aunque se moleste mucho. Acostumbra (i) rasurarse con gran frecuencia , tener los dientes muy blancos,

(i) Los críticos han convenido en que la descripcion que sigue hasta el fin no es parte del caTafter del lisonjero, sino mas bien de un petimetre presumido y vano. Es verisímil se haya perdido el fin de un carafter y el principio de otro, y de ambos haya resultado este , aunque imperfecto é inconsecuente,

pos, mudar de ropas que aun todavía podrían servir , y usar de bálsamos ú olores. En la plaza se ha de meter junto a las mesas, ó lugar mas distinguido. Frecuenta los juegos a donde concurre y se ejercita la juventud} y quando hay espectáculos se sienta en el teatro cerca de los que le presiden. Vaguea por la plaza sin comprar nada para si; pero si compra encargos que enviar a sus huéspedes de Bizanzio; perros de Laconia para los de Cizico, y miel del monte Hymeto para Rodas. Todo esto que hace, tiene cuidado de contarlo a sus paisanos. Cuida además de criar ó mantener alguna mona en su casa , de comprar un sátiro ó mico , palo-» mas de Sicilia , cabras con manchas, de varios colores, redomas esféricas ele Turia , báculos corvos de Lacedemonia , y tapices matizados a la persiana. Tiene también un patio cubierto de arena para que sirva de palestra , y un juego de pelota; y si encuentra a algunos filósofos , ó sofis* tas, 6 esgrimidores, ó músicos, siempre les ofrece el juego para que se sirvan de él, y entre tanto que se ejercitan vuelve y se presenta con el fia de que un espectador diga a otro: mira, este es el amo del juego.

CAPITULO VI.

DEL ABANDONO

ó indolencia.

AJiL abandono es tolerancia de acciones y palabras feas. Abandonado pues, ó indolente es el que jura con facilidad, y tiene el animo dispuesto a oir mal, y ser vituperado. Es por costumbre un hablador de plaza, es un obsceno, un petulante, es capaz de todo. No haya miedo que se escuse de ponerse a bailar el cordax (i) , aunque no esté embriagado ', ni de tomar una mascara en el coro, ó canto de la comedia , ni de cobrar la moneda en los espe&á

cu

(ij Baile obsceno.

culos de juegos de manos presentandose a todos uno por uno. Andará a puñadas con los que traen boletines» y quieren vér sin pagar. Capaz tambien de ser tabernero, de ser rufian, y ser chalán ; no se abstendrá de ningun exercicio torpe , mas será pregonero será cocinero, será fullero ; no dará alimentos a su madre; será arrastrado al tribunal reo de latrocinio, y vivirá mas tiempo en la carcel que en su casa. El mismo imita tan bien los charlatanes , que junta al rededor de sí gran muchedumbre, y llama los que pasan, hablandoles , é insultandoles con alta y licenciosa voz. Entretanto algunos de los que pasan se le acercan; otros se retiran antes de oírle una palabra; mas a unos dice el principio , a otros una silaba, a otros una parte de su asunto , pretendiendo que se atienda su insolencia, con no menor cuidado que quando se celebra una solemne junta. Es tambien muy ordinario que ande huyendo de los jpleytos que le ponen , y que, él \üs ponga y persiga a otros: a uncw se escusa de asistir con juramento , a otros concurre, llevando en su seno un porta-breves, y en las manos un legajo de autos. Tampoco se desdeña dé hacerse cabeza del gran numero de rabulas , ó pillos de plaza; les dá sin detenerse dinero prestado; y ajusta ó pide por premio de una drama , obolo y medio al dia. Recorre las carnicerías, la pescadería y bodegones , echandose en la boca las monedas que recoge de las logrerías, ó ganancias que saca. Estos son malos de tratar; tienen la lengua muy suelta parala maledicencia, y atruenan con tan grandes voces, que hacen retumbar con ellas la plaza y tiendas donde entran.

CAPITULO VIL

VE LA CHARLATANERÍA.

Oí alguno quisiese definir la charlattX' neria podrá decir que es intemperan~

da,d'desenfreno de palabras. El charlatan es tal: dice al que le cuenta alguna cosa , sea la que fuere, que nada de «lio es. Que él lo sabe todo muy bien v y que si quiere saberlo, le escuche. Despues interrumpiendo al que le ¡responde: Oyes tú , le dice , mira no te olvides de lo que tenias que decir. Y prosigue: muy bien has hecho en traermelo-é~ la memoria ; y \ qué utiles son estas conversaciones \ i se me há olvidado algo'? Prontamente te impusiste en el hecho. Ta há rato que aguardaba 4/ tú coincidias conmigo en lo mismo. De éstas y otras semejantes formulas se vale, de suerte que no deja respirar al que coje. Y despues que asi há degollado a los particulares , es capaz de entremeterse con los que esten junr tos en cabildo deliberando sobre asuntos de importancia , hasta auyentarlos todos.^Entrandose-en las aulas, ó.fea las palestras , estorva que los jovenes aprendan , y se pone a conversar coa les diredores y maestros. A los que dicen se .quieren, retirar, les acomé

paña, sin apartarse de ellos, hasta dexa ríes en su casa. Oyendo lo ocurrido en el Senado, lo anuncia a otros. Comenzará a exponer latamente la batalla que se dió en tiempo de Aristofoor te el Retor, y la de los Lacedemonios mandados por Lisandro; y ensalzando las oraciones que él mismo dixo al pueblo en otro tiempo , inserta en su discurso vituperios contra la multitud , de suerte que los oyentes ó no retienen lo que dice , ó se duermen, ó escapan dejandole en su discurso. Asociado con otro para juzgar, le estorvará que juzgue; para ver, que vea, y en un convite le estorvará que coma; diciendo, que es difícil al hablador callar ; que la lengua está en sitio humedo ó resbaladizo; y por no callar parecerá mas parlero que las mismas golondrinas. Satirizado por esto , Jo tolera aun de sus mismos hijos, quando queriendo estos dormir le llaman , y cuéntanos, le dicen t algo para que nos venga el sueño.

Ba CA

Capitulo vin.

DE LA NOVELERÍA*

Ai A novelería es un ietádo dipüJabras y acciones falsas forjadas -por el capricho del novelero. Novelero,, ó' patrañero , es el que encontrandose con íin amigo toma de improviso otro continente , y sonriendose le pregunta: ¿De dónde vienes* i qué me dices* ¿Tienes algo de nuevo que contarme sobre los negocios del tiempo1 Y añadiendo preguntas í \ Ninguna cosa, continúa , sé dicede nueVo% las- que corren son pot cierto noticias' muy favorables. Y sia dexarle responder, prosigue: ¿Que dicen \Nada has oído* Pareceme que he de ser yo el que te dé abundante banquete de noticias frescas. Y tiene a la mano un soldado , ó el hijo de Astio el flautista , ó Lycos el asentista , que acaba de llegar de la batalla , de quien dice haberlo oydo. En consecuencia sus

relaciones son tales que ninguno pue

-: ) i? de de verificarlas ni redarguirías. Expone pues que estos dicen haber ganado Polisperco y el rey de Persia> una batalla »y que Casaudro cayó vivo en sus manos. Si alguno le pregunta; i Crees tú eso? Dirá, que el suceso corre por toda la ciudad; que toma nías y mas cuerpo la noticia; y que todas las circunstancias son congruentes. Que ésto es. lo que se cuenta de la batalla, y que fue muy sangrienta , 6 grande la mortandad. Que para él es indicio cierto, de la verdad el aspeéto de los. que mandan en la republica, pues los vé a todos demudados. Añade, que también lo ha oído- de ciertas personas que tjenen oculto en su casa a uno, que cinco días antes ha llegado de Ma.cedonia % quien se halló preseate a todo el suceso. Y expuesto todo el hecho; ¿ Como pensareis, que fue? pregunta.. Y aparentando grande las-: tima, añade : \.o.desventurado Cttsandrol ío' varon algidísimo ! considerad* las, vueltas de la fortuna. Cierto es no obstante^- que habta llegado al colmo del .J.J \ $3 pofoder. Pero mira que importa que tú soló sepas esto ;y él vá a decir lo mismo a todos los ciudadanos que procura encontrar. Me hé admirado de' tal especié de hombres , y de quál sea su designioi forjando estas patrañas; porque no solo engañan ,' sino que se distraen con perjuicio de sus negocios; puesto que congregando algunos de estos grande auditorio en los baños v les han' hur-¿ tado en muchas ocasiones sus ropas; otros venciendo en la plaza , ó pórtico , una batalla de tierra 6 un combate naval, pagan la multa por no haber concurrido a la notificación de la justicia. Hay también muchísimos de éstos que haciendo conquistas con gran valor de palabras; se quedan sin cenar. Es sin duda infeliz en extremo su conduéla  y vida ; porque ¿qué pórtico hay , qué oficina ', qué parte del foro en que no pasen el día fastidiando y mortificando con sus embustes a los que les oyera?

CAPITULO IX.

DE LA RUINDAD

impudente.

A definición de la ruindades menosprecio de su propia estimación por lograr algunas ventajas indecentes. Ruin impudente es el que se presenta y pide en empréstito al mismo que tiene defraudado. Es también el que sacrificando i los dioses, sala y guarda la carne de sus victimas, y se va a comer con otro: el que llamando a su esclavo le da carnes y pan que toma de la mesa, diciéndole en presencia de todos; engulle bien , honrado. El que comprando la vianda recuerda al carnicero el beneficio que acaso le haya hecho; y arrimandose al peso, añade a la balanza en primer lugar carne, y si no puede*aünque sea un hueso. Si lo puede pillar , queda ufanísimo; si aca- . «o no, arrebatando de la mesa aun «na tripa, escapa al mismo tiempo, V. B4 dan

dando carcajadas. Si alquila 6 toma a nombre de forasteros, sus huespedes , asientos en el teatro , no paga su pairé, y entra a ver, y aun conduce el dia siguiente sus hijos y su ayo. Si alguno lleya comprada barato alguna cosa especial ó sobresaliente , pedirá que le dé parte; y entrando en casa de otros , tomará cebada prestada , y alguna vez hasta paja, precisando a los que se la prestan que se la lleven a su casa. Es tan molesto que acercandose a los calderos que hay en los baños , meterá en ellos su bacia , la sacará llena, por mas que clame el bañero , se rociará a sí mismo con el agua , y retirandose dice: Tá me hé lobado; y al bañero añade: Nada tenn go que agradecerte. <...

t CAPITULO X.
DE LA MISERIA.

L

i A miseria es el hábito por el que $e priva el hombre mas de lo conventeff fe de! gasto necesario. Miserable es el que pide en ei mes aun medio óbolo correspondiente ó caido del alquiler de una casa. El que comiendo a escote con otros cuenta los vasos que se bebe cada uno. El que separa en obsequio de Día na la m^nor presa entre todos los convidados. Él que,comprandole otro qualquiera cosa muy barata, dice que todo está carísimo. El que si su criado quiebra una olla ó plato, se lo descontará de la racion que le dá; y si pierde su muger una (i) moneda que no llega a cinco maravedis,remudará todos los trastos, los colchones , las arcas, y desdoblará (con inquietud ) los tapices. Si vende alguna . co

. (i) El Griego dice tricbalctm : esto es , tro chaleos. Para inteligencia de este y otros pasages , notese que el chaleos era la decima parte cte un obdlo; el obolo la sexta parte de una árach— Wrtjy la dracbma Ática, era una moneda de plata que tenia el valor de una septima parte de onza de plata: esto es , algo menos de tres reales de vellon. Por consiguiente el obolo equivalía a quatro quartos nuestros j y el chaleos a maravedí y medio y una octava parte.

tosa,la dá tan cara que no puede de-: xar utilidad al que la compra. No permitirá que ninguno coma un higo de su huerto, ni pase por su campo; ni que aun tome una aceituna ni una palma de las que están caidas en el suelo. Irá todos los dias a registrar los mojones de sus tierras por ver si están en el sitio en que estaban. Es capaz de pedir las ganancias de un dia que haya demás del termino hasta que prestó, y aun la ganancia dé la ganancia. Convidando a sus compatriotas a un convite , les arrimará la carne trinchada en pedazos muy menudos. Saldrá de su casa con designio de comprar que comer, y volverá sin haberse atrevido a comprar nada. Encargará mucho a su muger que no preste sal, ni el candil, ni cominos, ni oregano, ni cebada , ni las coronas, ni las navetas, ó inciensos para los sacrificios; antes por el contrario le dice: esto poco al cabo de un año es mucho. En suma , es cosa de ver las bolsas de estos tacaños mugrientas , y sus llaves tomadas de orin;y como He» van las ropas mucho mas cortas que lo que conviene a su cuerpo;quán pequeñas son las redomitas de unguento con que se ungen; como se rapan hasta la carne viva ; como se descalzan a media tarde , y molestan con sus ins-» tandas a los lavanderos para que de» a su ropa mucho jabon ó greda , y no sea necesario labarla tan presto.

CAPITULO XI.
DE LA INSOLENCIA.

i O es dificultoso definir la inso~* leticia , que es burla ó insulto manifiesto é injurioso a los demás. Insolente es el que encontrando a mugeres decentes hace demostraciones obscenas; el que dá palmadas en el teatro quando los otros se están muy sosegados, y silva a los aétores a quienes escuchan con gusto los demás. El que, quando el teatro está en silencio, se espereza , y eruéta tan alto que hace volver la cara a quantos están sema-, .i¡ dos»

dos. Quando la plaza está llena, se acerca a los puestos de nueces, manzanas y otras frutas, y deteniendose alli mismo las parte y come , hablando el mismo tiempo con el que las vende. No tendrá reparo en llamar por su nombre a qualquiera de los que pasan, aunque no le trate;y si vé a alguno que vá de priesa , le mandará que se detenga. Si encuentra a alguno que viene del tribunal, donde há perdido un pleyto de grande importancia, se le acerca y dá el parabien. Si dá un convite, si lleva flautistas a su casa, mupsr tra a todos quantos encuentra la despensa que há comprado, y los convida. Parado a la tienda de un Bar-, bero ó Boticario, les dice que despues ha de beber hasta emborracharse. Si vende vino, dará al mayor de sus amigos el mas corrompido ó adulterado. Y st es alguna vez de obligacion ir al teatro, no embia sus hijos hasta que los cobradores permiten entrar de valde^ Destinado por Embajador con otros, deja en su casa las die>

tas tas qUe la ciudad le asigna para gastos del camino, y toma prestado de los compañeros de su embajada. Pone al criado que le acompaña mayor carga que la que puede llevar; pero le dá menos alimentos de los que necesita. Pide la parte del regalo dado por los que reciben la embajada, y la vende luego que la toma. Lavandose en el baño dice al muchachuelo ó sirviente: Rancio y podrido está este aceyte que compraste'; y se unge con el de otros. Si sus criados se hallan en la calle algunos maravedises (i),es capázde pedirles parte, diciendo, que Mercurio es comun; ó que el dinero es para todos. Tambien es modo de proceder suyo» medir él mismo con la medida comun, pero que tenga el fondo sumido adentro , asi como bajar el rasero con sumo cuidado, quando reparte el mantenimiento que corresponde a sus criados. Si toma alguna prenda de casa de un amigo, la vende. Si paga sus

_ deu

(i) CkalcQS. Vease la nota al cap. X.

tíeudas, y debe entregar treinta minas (r) , tas pagará sin duda dando cuatro dracmas menos. Si dá un festiri 6 los de su gremio ó cofradia , pedirá del fondo común el gasto de la comida de sus mismos criados; y notará ton particular atención los rábanos a medio comer que hayan sobrado de la mesa, para que no se los lleven los criados que la sirven.

.*...' . Capitulo xn.

-*<DE LA IMPERTINENCIA.

Jlss pues la impertinencia condudta, fastidiosa y molesta a los que trata el impertinente. E>te procede asi : Vá á- comunicar sus negocios con personas que están muy ocupadas; y a tener un convite y rato de broma en. casa de su amiga, quando é>ta tiene calentura. Presentanuose al.que acaba

_ (i) La mina constaba de 100. drachmas. Vid. cap. X., .

fea de ser condenado a pagar la deu.i da de que quedó fiador, le pide que Jo fie. El que se presenta a decía? afar como testigo, quando yá está dada la sentencia. El que convidado a una boda, declama contra todas las mugeres. El que convida a pasearse a los que acaban de llegar de un camino largo. El que es tan molesto que presenta un comprador que dé mas por la alhaja , quando yá está vendida. El que levantandose enmedio de un concurso , explica desde el principio aU gun suceso que todos han oído , y sa-f ben bien. El que se ofrece muy pronto a encargarse y cuidar de las cosas que otro no quiere que se hagan , pe? ro le dá verguenza de negarse. El que acercandose a los que han hecho sacrificios y están en el convite; les pide la ganancia del dinero que les tiene prestado. El que si se castiga algun criado en su presencia,dice que un criado suyo a quien castigó del mismo modo, se ahorcó. El que escogido por arbitro para resolver unpleyto, embrolla mas las dos partes que le eligieron. El que bailando toma a su compañero de la mano,como para que no se caiga, sin que esté el otro embriagado.

CAPITULO XIII.

DEL OBSEQUIO INTEMPES

tivo.

EL obsequio intempestivo parece ser anticipación de obras y palabras con apariencias de buena voluntad. Intempestivo en sus obsequios es el que presentándose promete lo que no podrá cumplir. El que constando que lo hecho es justo, insiste en alguna circunstancia probando que no se puede reprehender. El que precisa al sirviente a que eche en los vasos mas vino que el que pueden beber los presentes. El que incita mas a los que riñen. El que se hace guia de una senda , de que no tiene noticia, se pierde, y no puede encontrar por donde salir. El que yea-»

•3o a buscar el general, le pregunta «juándo ha de formar el exercito en batalla, y qué ha de mandar el dia siguiente. El que presentandose a su padre le dice, que yá la madre está .durmiendo en la alcoba. El que dejando mandado el Medico que no se dé vino al enfermo, dice que lo beba por experimentar , y le sostiene para que lo tome. El que habiendo muerto su muger , pone en su epitafio quien era su marido, quien su padre , su madre, el nombre de la misma muger, y 4de .dónde era ; y añade: Todos estos eran honrados. El que obligado a jurar se vuelve a los circunstantes , y les dice: Ta yo hé jurado otras muchas veces antes de ahora.

CAPITULO XIV.
DE LA ESTUPIDEZ.

'Definiendo la estupidez no es otra cosa que pesadez del alma en las palabras  las obras. El estúpido es tal que

que haciendo sus cuentas con tantos, y sacando la suma, pregunta después al que le acompaña , qué resulta? El que por evitar la sentencia de los jueces, sabiendo que se acerca el día de ella, se hace olvidadizo , y se va al campo. El que concurriendo a ver en el teatro, se duerme y se halla solo por haberse ido todos los demás. El que cenando con exceso , y levantándose de noche para ponerse en el servicio, (ó ir al corral) lo muerde el perro de su vecino. El que tomando y guardando alguna cosa, la busca después y no la puede hallar. El que recibiendo el aviso que vienen a decirle de haber muerto alguno de sus amigos para que asista al entierro , afligiéndose y llorando, dice Sea para bien. Es tan necio, que llama testigos para recibir el dinero que le vienen a pagar. Castiga a su criado porque en la fuerza del invierno no le ha comprado en la plaza pepinos ó melones. Estrecha sus hijos aún pequeños a que luchen y corran hasta que se fatiguen demasiado.

El

El que cociendo lentejas en su campo para los trabajadores, les echa sal dos, veces, de suerte que no pueden comerlas. El que cuando llueve: bellamente dice i mira, {y digan otros lo que quieran) esta es la pez del cielo. Si alguno le pregunta si sabe cuántos cadáveres han sacado a enterrar por las puertas del osario : Ojalá , responde, que tú y yo tuviésemos otros tantos.

CAPITULO XV.

BE LA ASPEREZA.

JLiA aspereza es dureza en el trato y conversacion con los demás. El áspera pues , es de este modo; Preguntado, dónde está alguno, dice: dexame ¡na me molestes, ni des que hacer. Si alguno Je saluda , no le corresponde. Si vende alguna cosa, no responde a los compradores a qué precio ; antés pregunta él mismo al comprador: ipues qué tiene de malo1. A las personas que Je manifiestan estimacion,y le embian Ca dodones en sus dias festivos , dice: Que éjalá no se los hubiesen embiado. Es incapaz de perdonar al que involuntariamente le dá un encontron, ó le pisa, ó le empuja. Quando algun amigo le ruega que concurra con alguna parte de dinero para aliviarle en su miseria ó quiebra , responde que no quiere darkK despues vá y se lo lleva por si mismo , y añade que yá cuenta este dinero por perdido. El que tropezando en la calle, se irrita y maldice la piedra. Si aguarda a alguno, seguramente no le aguardará por mucho tiempo ; ni jamás tendrá con otros la condescendencia de cantar, ni de recitar, ni de bailar; y en fin es tal,que ni aun cuida de recurrir con sus oraciones a los Dioses.

CAPITULO XVI.

DE LA SUPERSTICIÓN.'

JLiA supersticion parece sin duda ser miedo de ios genios ó numenes subalternos» tíos. supersticioso pues, es tal: Lavandose las manos, y rociado todo con agua lustral ó bendita, sale del templo llevando en la boca unas hojas de laurel , y todo el dia se pasea sin dejarlas. Si vé que una comadreja atraviesa el camino que él lleva, no lo pasará hasta que otro pase primero , ó tire tres piedras sobre el camino. (i) Si vé en su casa una culebra, levantará alli mismo una capilla. Arrimandose a las piedras ungidas ó benditas que están en las encrucijadas, derrama sobre ellas aceyte que lleva en redomitas; y para retirarse há de hincarse de rodillas y adorarlas. Si un raton casualmente roe el costal donde tiene la harina; vá a ver al agorero ó adivino,y le pregunta qué es lo que debe hacer* Si acaso le responde que lo dé al eos* talero para que lo remiende; no se conforma con esto, sino que mirandolo con aversion se deshace de él. Purifica

su

(i) Práctica supersticiosa que usaban para conjurar el mal aguero.

su casa con frecuencia ; no se acerca a los sepulcros; no concurre a entierros ; no visita paridas. Quando tiene algun sueño , vá de casa en casa de los que los interpretan, de los adivinos y de los agoreros, a preguntarles a qué dios ó a qué diosa debe hacer sus votos y oraciones. El que ansioso de ser ordenado en los misterios, vá a visitar todos los meses los sacerdotes de Orfeo con su muger; y si ésta no está desocupada, vá con el ama y con sus niños. Para salir de una encrucijada se lava la cabeza, y llamando las sacerdotisas les pide lo purifiquen aplicandole ó una cebolla albarrana ó un cachorrillo. Si vé un loco ó epiledtico se espeluza de miedo y se escupe en el seno.

CAPITULO XVII.

X)EL RESENTIMIENTO

injusto.

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ih resentimiento injusto ó intempes» tivo es acriminacion hecha a alguno sin oportunidad ó sin motivo. El resentido es tal, que si le embia un amigo parte ó plato de un convite , dice al que lo trae : Me ha excluido de su sopa y de su vino, no llamandome al convite. Acariciado y aun besado por su amiga: Marabilla será , dice, que tú me quieras de corazon. Se indigna aun con el mismo Jupiter, no porque Hueve x sino porque llueve tarde. Si se halla en la calle un bolsillo : Seguro está, dice, que nunca me encuentre un tesoro. Si compra un esclavo que merece bien el precio , y esto despues de haber importunado con instancias al vendedor : Mucho estraño , dice , haberlo comprado en este precio y que él sea bueno. Al que le dá la noticia de haC 4 berberle nacido un hijo, dice : Si añadei que he perdido la mitad del caudal, di~ cesr la verdad. Si gana completamente'efpleyto con todos los votos' \ fk encoleriza no obstante con el que hizo el pedimento ó alegato por haber omitido parte de sus razones. Si fortriandoie fondo ó caudal sus amigos, le dice alguno de ellos : Vamos, alegrarse^ tener animo. 'zCómo -puedo alegrarme'1. responde: ¿Pues qué', no tengo que pagar este dinero a cada uno% y además de esto ¿no he de estarles agradecido segun el beneficio que mo,~ han hecho*:

CAPITULO XVIII.
¡BE LA DESCONFIANZA.

E

S en efeéio la desconfianza , sospe*' cha de la injusticia de todos los demás» El desconfiado es tal:enviando su criado a comprar el mantenimiento , 6 despensa, destina otro a averiguar en quantola ha comprado. Quaado lleva 1 .' con-»

consigo algun dinero cuenta a cada cien pasos quanto es, ó si está cabal. Estando yá acostado pregunta a su muger si cerró bien la despensa; si echó bien la llave al arca;ó si el pestillo estí bien pasado en la puerta de la sala. Y aunque la muger le responda que si; nada menos dexará de levantarse de la cama, desnudo y descalzo, y encendiendo un Candil lo recorre, y registra todo; y con todo esto apenas puede coger el sueño. Vá con testigos a pedir los reditos a los que le deben , para que no se los puedan negar. Si dá a lavar su ropa , no será al que la lave mas bien; sino al lavandero que tenga fiador mas abonado. Si alguno llega a pedirle vasos prestados, es su mayor empeño no prestarlos. Manda al criado que le vá siguiendo que no vaya detrás, sino delante, para precaver que no se le escape en el camino. Si los que toman ó compran alguna cosa de él , le dicen: asienta en guánto. Paga ahora, responde, pues no tengo lugar de embiar por ello.

CA

CAPITULO XIX.

DE LA ASQUEROSIDAD.

JLiA asquerosidad es molesto desaliño del cuerpo que induce a enfado. El asqueroso es el que teniendo lepra , herpes y las uñas muy largas, trata y anda entre todos: dice que estas enfermedades son propias de su familia , y que su padre y su avuelo las tuvieron. Molesto a todos no pone cuidado con las ulceras que tiene en las piernas, ni con los gruesos nudos de sus dedos;, y por no aplicarles medicamento, dá lugar a que se hagan incurables. Mantiene los sobacos tan ferinos y aspelos con el pelo , que llega este hasta la mitad de los costados ; y los dientes tan negros y carcomidos que es fastidioso é intolerable. Tambien es propiedad suya sonarse las narices al mismo tiempo que come ; y hablando quando tiene la comida en la boca arrojar con la voz algunas par-.

ticulas del bocado. Eru&a al mismo tiempo que bebe. En el bafio usa de aceyte rancio para ungirse. Concurre al cabildo ó junta del pueblo corí el vestido lleno de manchas. (i) Si su madre vá a consultar el aruspice , inutil» liza los agueros con sus blasfemias. Si quando se está en los votos y sacrificio, se le cae ó derrama la copa en que está la libacion ; dá una carcajada como si hubiese hecho alguna cosa admirable. Oyendo tocar la flauta aplaude con palmadas solo entre todos los demás, y cantisquea acompañando al instru-f mento; y aun reprehenderá tambien a la flautista sino deja de tocar de improviso. En fin queriendo escupic quando está a la mesa , echa la saliva sobre el que sirve la copa.

(a) Parece que varia el carácter en todo lo que sigue.

CAPITULO XX* \

DE LA MOLESTIA
é pesadez.

La molestia ó pesadez definiéndola en propios términos es trato ó comunicación fastidiosa pero que no causa daño El pesado ó molesto es tal que entrará y despertará al que acaba de dormirse, solo con el fin de hablar. El que se presenta a los que ya están a punto de hacerse a la vela , y deteniéndoles les pide se aguarden hasta dar algunos paseos. El que toma sin consideración el niño que está mamando al pecho de la ama, y le da alimento mascado con su boca, lo alaga y dice cariños. El que estando comiendo referirá que tomó una bebida de eléboro , y se purgó por arriba y por abajo, y que la cólera que salió era mas negra que el caldo que tiene puesto delante. Preguntará a su madre en presencia de los vecinos ó conocidos ¿En qué día me parió?

\

Tambien dice que el agua que hay en su cisterna es fría; que hay en su huerto muchas y suaves hortalizas; y que su casa es una posada general de huéspedes. Cuando hospeda a algunos , presenta su bufón para que vean cual es ; y le anima en el convite ó mesa para que divierta a los presentes.

CAPITULO XXÍ.

DE LA AMBICIÓN FÚTIL.

LA ambición fútil parece ser ansia baja y ruin de honores. Ambicioso fútil es el que convidado a un festín pone grande empeño en sentarse al lado del que le ha convidado. El que envía su hijo a Delfos para que le corten el cabello. El que pone gran cuidado en que sea etíope el esclavo que le siga. El que pagando una mina (i) de plata tiene empeño en darla nueva. El que

sa

(l) Vease la nota al cap. X.

sacrificando un buey clavará el testuz enfrente de la calle que conduce a su casa, adornándolo con grandes guirnaldas , para que vean los que pasan que ha sacrificado un buey. El que saliendo con los caballeros en la pompa ó alarde, entregará al criado todos los demás arreos para que los lleve a su casa, mas alzandose la falda de la tunica vá a pasearse en la plaza. El que si se le muere algun perrillo, le levanta un sepulcro , y colocando una columna pequeña escribe este epitafio: Cachorro de Malta.Si dá a Esculapio un anillo ó diadema de acero, lo desgasta de tantas coronas ó guirnaldas como le pone. Todos los dias se ha de ungir, y empeñado en tomar parte en el gobierno , anuncia al pueblo en nombre de los jueces del Pritacio , las fiestas que deben celebrarse; y adornandose con una rozagante vestidura , coronada Ja cabeza con una guirnalda se presenta al pueblo, y dice : Los magistrados del Pritanio, ó ¿atenienses, hemos hecho dignos y

tu

lucidos sacrificios a la madre de los Dioses: vosotros en consecuencia , esperad grandes prosperidades. Anunciado esto se retira a su casa , y cuenta a su muger que há tenido un dia tan feliz que es superior a toda ponderacion.

CAPITULO XXII.

DE LA MEZQUINDAD.

JLáA mezquindad es abundancia de haberes y ahorro de los gastos precisos con abandono de la propria estimacion. El mezquino es tal : logrando el premio en el certamen de la tragedia, dedica al dios Baco una corona de palo, y escribe en ella su nombre. El que exigiéndose contribuciones se levanta en la junta de entre la multitud del pueblo , y calla ( en señal de que las niega ), ó se escabulle por medio de todos. El que dando su hija en matrimonio , vende la carne de las victimas a excepción de lo que ha sacrificado. El que ajusta los criados que han

de servir en las bodas, con la condición de que no han de comer en ellas sino en sus propias casas. El que capitaneando una galera, alfombra la cámara con los tapices del piloto , y él retira y guarda los suyos. El que saliendo del cabildo , ó junta del pueblo, compra su provisión , y lleva las carnes y verduras arrimadas al seno (en un canto de su palio ó capa.) El que se mantiene sin salir de casa en tanto que tiene dado a lavar su vestido. El que cuando su amigo echa un guante para recoger un socorro , luego que lo sabe, huye por no encontrarle, tomando otro camino ó calle , y se retira a su casa. El que no compra esclavas, sino las alquila para que acompañen a su mujer cuando salga. El que levantándose de mañana barre su casa y sacude las camas; y en fin el que para sentarse vuelve el palio ó capa que lleva puesta



CAPITULO XXIII.

DE LA VANIDAD


ó Jactancia.

Queda definir la vanidad o jactancia: ostentación de bienes que no hay. El vano ó jactancioso es tal: estando en los mostradores del Pireo , (1) culata a los forasteros las muchas riquezas que tiene por el mar. Discurre largamente del dinero que tiene dado en premio, en cuánta cantidad , y cuántos réditos ha percibido. El que si yendo de camino se junta con otro, le cuenta que militó con Alejandro; y cinco copas de piedras preciosas trajo; y defenderá contra todos que los artífices del Asia son mucho mejores que los Europeos. Añadirá que le han venido cartas de Antípatro en que le dice llegó tres días antes a Macedonia. Que habiéndosele concedido a él la exportación de géneros sin pagar derechos; no se ha valido de ella, porque ninguno tuviese que vituperarle. Qué en  la carestía y hambre de la ciudad gastó mas de cinco talentos (2), por haberlos repartido entre los ciudadanos mas indigentes. Y hallándose entre personas que no le conocen, les dice que vayan poniendo tantos ; y llegando estos a seiscientos hace la suma, impone a cada partida nombres adecuados, y saca haber repartido diez talentos. Añade que todo esto lo invirtió en limosnas; y que no cuenta, dice, los gastos del tiempo que mandó la escuadra, ni tantos empleos públicos como ha servido. Se acerca a los que tienen en venta caballos generosos, y aparenta que quiere comprarlos. Llegándose a los mostradores de los mercaderes, y pide le saquen un vestido de valor de dos talentos ; mas castiga a su esclavo ó criado porque le viene acompañando sin traer dineros. Habitando en casa alquilada, dice al que no lo sabe, que es heredada de sus padres; pero que tiene que venderla, por ser muy pequeña para aposentar huéspedes.

(1) El puerto de Atenas.

(2) El talento Ático constaba de 8o. minas, y Ja mina de 100. drachmas; por consiguiente (vease Ja nota al cap. X ; la mina casi equivalía a ao. pesos nuestros,.y.el talento a 24000. reales. Haoia otr» talento menor que constaba de 60, minas.

CAPITULO XXIV.

DE LA SOBERBIA.

JLiA sobervia es vilipendio ó desprecio de todos , a excepcion de sí mismo. El sobervio pues, es tal: El que orde-' na al que le busca de priesa , que despues de comer le podrá hablar en el paseo. Si hace bien a otros, les dice aun en la calle, que lo tengaq presente; y les obliga a que se le acerquen , sin que jamás quiera acercarse él primero a nadie. Es capaz de mandar a los que le compran ó tienen que pagarle alguna cosa , que vuelvan otro dia al amanecer. Yendo por- la'1 Da ca

calle no saluda a los que encuentra, y a lo mas les inclina la cabeza. Si alguna vez le parece dar un convite a sus amigos, no come con ellos ; sino encarga a alguno de sus criados que los cuide. Si vá a vér a alguno,embia antes quien le diga como viene a visitarle. No permite que entren a verle quando se unge ó quando come. Cuida tambien, sí ajusta cuentas con alguno, de que un criado las haga , reste , saque las sumas , y las ponga en el libro de asiento. Si escribe cartas, no haya miedo que diga : Me harás el favor; sino: Quiero que hagas ; y tambien: Hé embiado persona que tome de ti'; y: No se haga de otro modo ; y: Quanto antes.

CAPITULO XXV.

DEL MIEDO O TIMIDEZ.

X Arece por cierto que el miedo es tí' mido abatimiento del animo ; y el medroso tal: Yendo embarcado dice, que Jos promontorios son embarcaciones

(enemigas). Si se inquietan las Olas, investiga si alguno de los naveganíes no está purificado. Si el piloto acorta vela, ó interrumpe la navegacion, le pregunta si irá yá la mitad del camino , y qué pronostica del divino mar. Dice al que está proximo a él , que tiene miedo por ciertas cosas que há soñado: se desnuda, y dá hasta lacamisa al criado: ruega que lo acerquen a la tierra. Quando milita en campaña y se convoca a todos contra el enemimigo yá formado; aparenta primero especularlo , y añade que no es fácil discernir si es el ejercito contrario. Pero cuando oye ya la vocería y ve caer algunos, dice a los inmediatos que se le olvidó por la mucha priesa tomar la espada ; y escapando a su tienda destina su criado para que vaya a descubrir dónde están los combatientes ; y escondiendo la espada bajo la almohada, gasta, aparentando que la busca, mucho tiempo. Si ve desde la tienda que los camaradas llevan algún compañero herido , se adelanta a recibirlo; le exhorta a que tenga valor -y confianza ; le cuida ó cura ; le limpia con una esponja las heridas ; le osea las moscas , y por teéo pasará mas bien que combatir con los enemigos. El trompeta tocará para inflamar los ánimos a pelear; pero él muy sentado en su tienda: Vete enhoramala , dice , no dejas que este hombre coja el sueño por tocar tú con tanta frecuencia. Lleno de sangre , pero de las heridas de otro, se entremete con los que vuelven de la batalla , y les cuenta como él, exponiéndose al peligro, salvó uno de los camaradas: é introduciendo algunos a que vean el herido , inquiere de qué tribu es , y de qué pueblo ; y cuenta en particular a cada uno como él mismo lo condujo a la tienda en sus brazos.

 

CAPITULO XXVI.

DE LA OLIGARQUÍA

El Ansia de sobresalir.

_I Arece ser la oligarquía 6 ansia de sobresal ir, cierta prurito de mandar, con el designio de sobresalir en autoridad, sin que lo excite la codicia. El oligarca ó magnate es tal: Deliberando el pueblo qué persona ha de asociar al Arconte, ó jefe de la republica, para que cuiden de la pompa ó fiesta religiosa , se presenta para ello. De todo» los versos de Homero solo repite aquel: No es bien que muchos tengan el imferio ; uno solo sea el rey. Nada sabe de todos los demás. Es también costumbre suya explicarse con estas voces: Es menester que nosotros nos juntemos a deliberar; que nos separemos de la turba y cabildo general, y excluyamos la multitud de que tenga mano en el gobierno. Si algunos le satirizan ó injurian, dice : Es imposible que ellos y yo vivamos en la ciudad. Saliendo de su casa en la mitad del día, rasurado de moda y acicalado hasta en las uñas con grande esmero , repite imperiosamente estas ó semejantes palabras: Es Imposible vivir en esta ciudad : añade, que es indecible lo que tiene que padecer en el tribunal con los pleiteantes : que se abochorna de concurrir a la junta cuando se le sienta al lado algún desaseado y mal vestido; que es aborrecible todo el gremio de los oradores; y que Teseo (legislador de Atenas) fue la primera causa de que la ciudad padeciese tales desordenes. Estos y otros. semejantes discursos tiene con loájíforasteros y con los ciudadanos gpe son de costumbres semejantes a las suyas,

 

CAPITULO XXVII.

DE LA INSTRUCCIÓN tardía.

JLiA instruccion tardía parece ser diligente aplicacion a instituirse pasadala edad correspondiente. El que se instruye tarde es tal: Cumplidos sesenta años aprende relaciones (de oradores y poetas), y al recitarlas ó cantarías en el convite se le olvidan. Aprende de su mismo hijo a dar media vuelta acia la espada ó acia el escudo (esto es, a la derecha ó izquierda). Yendo al campo montado en caballo ageno , y procurando al mismo tiempo saludar a alguno , cae del caballo y se rompe la cabeza. Suele tambien exercitarse como niño en tirar al blanco ó estafermo. Dispara en competencia de su criado dardos y saetas; y aprendiendo al mismo tiempo de él,_ dá .á entender que el otro no está instruido. Exercitandose en la palestra, 6:

estando en el baño menea frecuentemente y con indecencia los muslos.

CAPITULO XXVIII.

XXVIII. El malvado orador (xxi)

El hábito de hablar mal es una inclinación de la mente a poner las cosas en la peor luz.

El hablador malvado es alguien que, cuando se le pregunta quién es tal o cual es, responderá, al estilo de los genealogistas, 'Comenzaré con su familia. El padre de esta persona originalmente se llamaba Sosias; en las filas llegó a clasificarse como Sosistratus; y, cuando estaba inscrito en su demo, como Sosidemus. Su madre, debo añadir, es una noble damisela de Tracia, al menos se llama "mi vida" en el lenguaje de Corinto, y dicen que esas damas son consideradas nobles en su propio país. Nuestro propio amigo, como podría esperarse de su parentela, es ... un sinvergüenza sinvergüenza. También le gusta mucho decirle a uno: 'Por supuesto, entiendo ese tipo de cosas; No te equivoques en tu forma de describirlo a nuestros amigos y a mí. Estas mujeres arrebatan a los transeúntes de la misma calle ... Esa es una casa que no tiene los mejores personajes ... Realmente hay algo en ese proverbio sobre las mujeres ... En resumen, tienen un truco de chismear con los hombres, y Ellos mismos responden a la puerta del vestíbulo.

Igual que él, cuando otros hablan mal, se unen a él: "Y odio a ese hombre por encima de todos los hombres". Parece un sinvergüenza, está escrito en su cara; y su bajeza: desafía la descripción. Aquí está la prueba: él permite que su esposa, que le trajo seis talentos de dote y le haya dado un hijo, tres monedas de cobre para los lujos de la mesa; y la hace lavar con agua fría en los días de Poseidón. Cuando está sentado con otros, le encanta criticar a quien acaba de abandonar el círculo; no, si ha encontrado una ocasión, no se abstendrá de abusar de sus propias relaciones. De hecho, dirá toda clase de cosas perjudiciales de sus amigos y parientes, y de los muertos; malinterpretar la calumnia "hablar claro", "democrático", "independencia" y convertirlo en el principal placer de su vida.

[Así puede el aguijón del mal genio producir en los hombres el carácter de locura y frenesí.]

XXIX. El Patrón de los Rascales (xxx)

El Patronizing de Rascals es una forma del apetito para el vicio.

El Patrón de los Rascales es uno de los que se lanzará en compañía de aquellos que han perdido demandas y se les ha declarado culpables por causas penales; concibiendo que, si se asocia con tales personas, se convertirá en un hombre más del mundo e inspirará el mayor temor. Hablando de hombres honestos, él agregará "regular" y observará que nadie es honesto, todos los hombres son iguales; de hecho, uno de sus sarcasmos es: "¡Qué persona tan honesta!" Una vez más, dirá que el pícaro es "un hombre franco, si uno mira bien el asunto". "La mayoría de las cosas que la gente dice de él", admite, "son ciertas; pero algunas cosas "(agrega)" no saben; es decir, que él es un tipo inteligente, y aficionado a sus amigos, y un hombre de tacto '; y contenderá en su nombre que nunca se ha reunido con un hombre más capaz. También le mostrará su favor cuando hable en la Iglesia o esté en el tribunal de un tribunal; También le gusta señalar al banco: "La cuestión es de la causa, no de la persona". "El acusado", dirá, "es el perro guardián de la gente, vigila a los malhechores. "No tendremos a nadie que se tome en serio los errores públicos, si nos permitimos perder a tales hombres". Entonces él es apto para convertirse en el campeón de personas sin valor, y para formar conspiraciones en los tribunales de justicia por malas causas; y, cuando está escuchando un caso, retomar las declaraciones de los litigantes en el peor sentido.

[En resumen, la simpatía con la pícaridad es hermana de la misma maldad; y verdadero es el proverbio que dice "Me gusta se mueve hacia lo que es similar".

XXX. El hombre avaricioso (xxvi)

La avaricia es un deseo excesivo de ganancia de base.

El hombre avaro es aquel que, cuando se entretiene, no pondrá suficiente pan sobre la mesa. Él tomará prestado de un huésped que se queda en su casa. Cuando haga una distribución, dirá que el distribuidor tiene derecho a una doble participación, y luego se ayudará a sí mismo. Cuando venda vino, lo venderá regado a su propio amigo. Aprovechará la oportunidad de llevar a sus hijos a la obra, cuando los arrendatarios del teatro otorguen admisión gratuita. Si viaja en el servicio público, dejará en su casa el dinero que le otorgó el Estado y tomará prestado a sus colegas en la embajada; cargará a su sirviente con más equipaje del que puede llevar, y le dará raciones más cortas que cualquier otro maestro; Él exigirá, también, su parte estricta de los regalos, y la venderá. Cuando se está ungiendo a sí mismo en el baño, le dirá al niño esclavo: 'Por qué, este aceite que has comprado es rancio' y usará el de otra persona. Él es capaz de reclamar su parte de una moneda de cobre encontrada por sus sirvientes en las calles, y gritar '¡Acciones en la suerte!' Habiendo enviado su manto para ser frotado, tomará prestado otro de un conocido y se demorará en restaurarlo durante varios días, hasta que se lo devuelva.

Estos, una vez más, son rasgos de él. Pesará sus raciones hasta su casa con sus propias manos, utilizando "la medida del rey frugal", con la parte inferior enterrada hacia adentro y cepillando cuidadosamente el borde. Él comprará una cosa en privado, cuando un amigo parezca listo para venderla en términos razonables, y la dispondrá a un precio de subida. Igual que él, cuando está pagando una deuda de treinta minas, es retener cuatro dracmas. Luego, si sus hijos, por mala salud, no asisten a la escuela durante todo el mes, hará una deducción proporcional del pago; y durante todo el Anthesterion no los enviará a sus clases porque hay muchos festivales y no desea pagar las cuotas. Cuando reciba la renta de un esclavo, exigirá además el descuento cobrado en el dinero del cobre; también, al pasar por la cuenta del gerente <desafiará los artículos pequeños>. Entreteniendo a los miembros de su clan, pedirá un plato de la mesa común para sus propios sirvientes; y registrará los rábanos sobrantes de la comida, para que los asistentes no los obtengan. Una vez más, cuando viaja con conocidos, usará a sus sirvientes, pero dejará que su propio esclavo salga por encargo; ni colocará los ingresos a la cuenta común. Igual que él, cuando se celebra una cena de club en su casa, para secretar un poco de leña, lentejas, vinagre, sal y aceite de lámpara que tiene a su disposición. Si un amigo, o la hija de un amigo, se va a casar, irá al extranjero un poco antes para evitar dar un regalo de boda. Y tomará prestadas de sus conocidos cosas de un tipo que nadie le devolvería, o que retiraría fácilmente, si se propusiera restaurarlas.

 



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