PRÓLOGO

A LA VIDA DE ILUSTRES PINTORES HOLANDESES Y ALEMANES

Karel van Mander , Schilder-boeck

 





Es de esperar que los siglos futuros no vean borrada la memoria, ni sequen la alabanza de los eminentes pintores.

Sin embargo, tendremos por cierto que los nombres, vidas y obras de los gloriosos representantes de nuestro arte, serán transmitidos con mayor seguridad a nuestros descendientes y dignamente sean apreciados por ellos,  si se mantiene un registro fiel de estos, y los apartamos de la acción destructiva del tiempo, cuya pala pronto los habría enterrado en la fosa del olvido

Puede resultar sorprendente que un libro así vea la luz;  que se dedique tanto esfuerzo a un tema que algunos considerarán de muy poca importancia, teniendo en cuenta que sólo las hazañas de las armas de los grandes merecen ocupar la pluma del escritor. Se considerará que que un Mario, un Silla, un Catilina, y otros destructores de hombres, tienen más título para pasar a la posteridad que nuestros gloriosos genios, los ornamentos de la humanidad en la antigüedad y en la modernidad.

Sería muy difícil para mí admitir algo así. No cabe duda de que no faltan autores que prefieren dedicar su conocimiento y su tiempo para relatar los episodios sangrientos de la historia nacional, pero yo no sería apto para esa tarea. La primera razón es mi desconocimiento de este tipo de trabajo, y la segunda, las preocupaciones y los peligros con los que nos amenaza la furia de la discordia. Si pudiera decidirme a hacer tal tarea, merecería que Cynthius
(Apolo) me tirara de las orejas y oírme decir "No es tu papel contar las batallas, ni hablarnos de los destellos de la pólvora, sino relatar las pinceladas y describir las obras de arte." Por ello, he preferido dedicarme al Libro de los pintores, y nadie sin duda, me envidiará este trabajo voluntario emprendido.

Recuerdo que en el pasado mi maestro Lucas de Heere, de Gante, me había comenzado a escribir en verso este tema de las vidas de los pintores famosos. Pero al haberse extraviado la obra, hay pocas esperanzas de que vuelva. Me hubiera hecho un gran servicio, pues he tenido infinitos problemas para buscar y obtener buenos datos de muchas de mis informaciones.

Es cierto que en lo que respecta a los pintores italianos se ha aligerado considerablemente mi tarea por los escritos de Vasari, que se ocupa extensamente de sus compatriotas, en lo que tenía la gran ventaja de poder contar con el Serenísimo Duque de Florencia, por cuya autoridad y la intervención, fue capaz de lograr muchas cosas.

Para nuestros ilustres holandeses, he hecho lo posible por reunirlos y clasificarlos en un orden adecuado, cada uno en su propio tiempo.
Sólo he podido obtener a este respecto una contribución infinitamente menor que mi celo y mi vivo deseo lo habrían deseado, pareciendo la cosa ser de poco interés para mucha gente. Son pocos los que han estado inclinados a ayudarme, ya que sus mentes están principalmente absortas en cosas más adecuadas para llenar la despensa.

De esto se deduce que no siempre he podido conocer en muchos de sus circunstancias, fechas y lugares de nacimiento y muerte, y similares, que puedan mejorar  el mérito de la precisión.
Desgraciadamente, este es un punto extremadamente difícil e incluso inalcanzable, ya que algunas personas a las que se acude para obtener información sobre su propio padre, el año de su nacimiento o muerte, responden que no saben nada al respecto, porque han omitido tomar nota de ello.
Pero podría decir, siguiendo el ejemplo de Plinio y Varrón, "tal vivió en tal o cual año, floreció en tal o cual época, bajo el reinado de tal o cual emperador, duque o conde", como estos antiguos citan la Olimpiada en la que un artista vivía y trabajaba.

Estoy seguro de demostrar mi conciencia y mis esfuerzos.

Comenzaré con los dos eminentes hermanos de Maeseyck, Hubert y Jan, que desde el principio dieron a luz maravillas, utilizando los colores de forma notable y dibujando con la suficiente habilidad como para que uno pueda sorprenderse que hayan sido capaces de actuar tan brillantemente en un período tan remoto. No encuentro en la Alta o Baja Alemania se conozca o se cite a ningún pintor antes de ellos.
Además, hasta nuestro tiempo, mencionaré, en la medida de lo posible, los nobles artesanos, los hombres de genio que han contribuido al progreso del arte.
Si omito a alguien, que nadie se apresure a acusarme de hacerlo por mala voluntad, e intencionadamente, pero que se vea sólo como la ausencia de datos suficientes. Porque yo no quisiera perjudicar a nadie en esto, ya sea por una cuestión de ilustración de tiempo cuyos restos se han reducido a polvo, o de contemporáneos cuyas nobles obras siguen asombrando al mundo.

Tampoco quiero hablar de los maestros de nuestro tiempo, pues es más fácil ser circunstancial, preciso y veraz que para los hombres, que durante muchos años, han desaparecido y casi caído en el olvido, y sobre los que nos gustaría tener más información.

Además, otros escritores más eminentes han hecho lo mismo, especialmente Vasari, cuyos libros han informado al público sobre Miguel Ángel y muchos otros artistas, incluso en vida, glorificando su nombre como consecuencia legítima de la brillantez de su mérito.
Por lo tanto, debo esperar que no se me reproche por haber procedido como he hecho, sino que por el contrario se me agradecerá.
Adiós.


 

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