CICERÓN

CARTAS A ÁTICO



LIBRO PRIMERO.



CARTA PRIMERA. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En cuando puede preverse hasta este momento, he aquí el estado de nuestra candidatura (1) , por la que te inte r e sas vivamente. P. Galba es mi único contrincante, y se le rechaza lisa y llanamente al uso de nuestros antepasados. Y no falta quienes creen que no nos ha perjudicado su a f a nosa agitación: porque muchos le niegan el voto, porque, según dicen, me lo deben a mí. Asi s u c e de , y de tal m a n e ra me aprovecha esto, que por todas partes aumenta el número de mis amigos. Me propongo comenzar mis t r a b a j o s en el Campo de Marte en el mismo día en q u e , según me ha dicho Cincio, partirá tu esclavo con mi carta, es de c i r , el 1 6 de las Kalendas de julio, en el que se c e l e b r a rán los comicios tribunicios. Los contrincantes que hasta (1) Cicerón se apresuraba mucho a proponer su candidatura al consulado, porque debían transcurrir dos años íntegros entre la pretura y e s t a dignidad, y se enconlrabaJ,odavía en el primero. i 2 MARCO TfLIO CICERÓN. ahora parecen se g u r o s , son Galba, Antonio ( 4 ) y Q. C o r n i f i cio ( 2 ) . Creo que este nombre te hará r e i r ó l l o r a r ; p e r o no podrás me n o s de golpearte la f r e n t e al saber que se habla también de Cesonio ( 3 ) . El nombre de Aquilino se ha citado sin r a z ó n , siendo él mismo el primero que se e x c l u y e a l e gando su enfermedad y numerosos t r a b a j o s j u r í d i c o s . hasta que se me de m u e s t r e que el Palicano (6). De los candidatos actuales s o l a me n t e César (7) e s t a se guro de su elección . T e r m o luchará contra Silano ( 8 ) ; p e r o tienen é s t o s tan pocos amigos y tan e s casa influencia, que me p a r e c e no e s aSüvatov deslizar entre ellos a Curio ( 9 ) . Esto lo opino yo solo. Tengo grande interés lo en que T e r m o r e s u l t e elegido con César, porque si dejan p a r a sol no alumbra a En mecuanto a Catilina ( 4 ) , no lo consideraré competidor formal diodía. Supongono e s p e r a r a s te hable de Aufidio (5) y de (1) Antonio, lío del triunviro y más adelante colega de Cicerón en el consulado. (21 Q. Cornificio, senador. Como no había s i d o p r e t o r . s u a t r e v i miento para solicitar el consulado hacia que Cicerón no supiese si llorar ó ro.ir. (3) M. Cesonio había sido edil con Cicerón y después c u esto r . (f¡) Catilina, jefe de la conjuración que lleva su nombre. E s t a b a acusado de concusión en su gobierno de África, y el presunto c r i minal no podía aspirar a ningún cargo público hasta ser j ízgado y absuelto. (5) Antilidio. Créese era aquel que de simple cobrador de r e n t a s públicas en Asi», llegó a se r pretor de la provincia, con lo que se premió su rara integridad. (6) M. I.olio Palicano se distinguió por su espíritu faccioso d u rante su consulado y como bajo adulador del pueblo. (7) l. Julio César, pariente del dictador, pero de rama m a s i l u s t r e . C. Minucio Thormo, pasó por adopción a la familia Marcia, l l a mándose después C. Marcio Figulo. (S) 1). Junio Silano, fué cónsul en 691 con L. Licinio, Murena. (9) Q. Curio, senador, cómplice de Catilina. Tenía todos los v i cios necesarios para triunfar en tales e m p r e s a s , pero le faltaba la energía indispensable para p e r se ve r a r en ellas .



CARTAS k ÁTICO. 3 mi anualidad, será mi contrincante más temible^ tanto m a s , cuanto que , encargado de la vía Flaminia ( l ) , cuando é s t a quede terminada, tendrá muchas probabilidades de e l e c ción. Con mucho gusto lo daría hoy por colega a otro c ó n s u l . He aquí mis conjeturas actuales relativamente a los c a n didatos. Por mi parte, nada descuidaré en lo relativo á mi candidatura. Como la Galia pesa mucho en las e l e c c i o n e s , tal vez aproveche el estancamiento de los negocios e n foro de Roma, para que se me dé algún cargo c e r c a el de Pisón ( 2 ) : marcharé en el mes de setiembre y r e g r e s a r é en el de e n e r o . Cuando conozca el partido que toman los n o bles, te lo diré ( 3 ) . Por lo de m a s , de todo auguro bien, con tal de que no se presenten otros candidatos que los de nuestro aquí. Gáname los votos de los que marchan con amigo Pompeyo ( 4 ) , puesto que te encuentras en con d i ciones de hacer l o . Díle que no me e n o j a r é con él si no acude a mis comicios : y he terminado en este a s u n t o . Pero e x i s t e otro en el que necesito de tu indulgencia. T u (1) La conservación de los caminos de la república se de se m p e fiaoa por comisión de los cónsules, y los encargados utilizaban l a comisión en provecho propio. Thermo se encontraba en este c a s o . Componiendo unos caminos y abriendo otros, se granjeaba el a g r a de cimiento de muchos y se hacía partido en la m a s a e l e c t o r a l . , (2) C. Calpurnio Pisón, cónsul en 087, con M. Acilio Gubrión, y. e n la actualidad procónsul en la üaiía narbonense. Cicerón pensaba obtener una misión en legación libre c e r c a de este , para ver al paso los electores de la Galia cisalpina y solicitar sus votos, porque t o dos los habitantes de e s t a provincia tenían derecho de sufragio en Roma, mientras que en las ciudades de las provincias donde s o l a mente existía el jus Latii el derecho de votar solamente p e r t e n e c í a a los que habían ejercido en ellas las primeras m a g i s t r a t u r a s . (3) Siendo Cicerón hombre nuevo, temía la oposición de la n o bleza. (4) Cn. Pompeyo, a quien Sila denominó el Grande después de sus triunfos en Sicilia y África. En e s t a época hacía la g u e r r a a Mil'rfdat e s , habiendo obtenido el mando del ejército por instancias de C i c e rón. E s t a razón era la que le hacía esperar el apoyo de los amigo s de Pompeyo. * 4 MARCO TULIO CICERÓN. tío Cecilio (1), que pierde mucho dinero con P . Vario, atacacorno fraudulenta la venta que éste ha realizado de sus bienes á su hermano A. Caninio Satrio. Prosigúese el pleito a nombre de todos los a c r e e d o r e s , entre los que se encuentran L ó c u l o , P. Scipión (2) y P o n c i o , que p r o b a b l e me n t e habría sido síndico de h a b e r se vendido ios bienes por decreto . Pero es cosa ridicula tratar ahora de síndicos. Cecilio me ha rogado me e n c a r g u e de su negocio eontra S a t r i o , y tú s a b e s que no pasa día sin que éste me visite. Tiene con L. Domicio (3) las principales a t e n c i o n e s , y después de é s t e , con m i g o . Tanto a mi hermano como a mí, nosha servido mucho en nuestras candidaturas. Mi apuro e s g r a n de , encontrándome tan unido con Satrio y con el mismo Domicio que conside r o como la base de mi e l e c c i ó n . He procurado que Cecilio comprenda esta situación en que me e n c u e n t r o : le he dicho que si fuese él solo quien pleit e a se contra S a t r i o , accedería a su de se o , pero que no s u cedía así; que el pleito se entablaba a nombre de todos los a c r e e d o r e s , entre los que se encuentran algunos sumamente influyentes; que é s t o s defenderían muy bien los interes e s c o m u n e s , sin intervención particular en nombre de Cecilio; que en vista de esto , tenía que guardar las consideraciones a que me veía obligado en las p r e se n t e s circ u n s t a n c i a s . Cecilio ha recibido mis o b se r v a c i o n e s con más rigidez de la que esperaba y de las que permite la u r banidad, y hasta ha roto las relaciones que nos unían desde (1) Q. Cecilio, caballero romano, amigo de Lúculo. Era muy r i c o , algo usurero y de c a r a c t e r a c r e . Ático supo dulcificarle y hacer s e adoptar por él, de quien heredó diez millones de sextercios . (2) P. Scipión, con c u y a hija c a s ó Pompeyo, que fué adoptado por Q. Mételo Pió, hijo del Numidico, y tomó los nombres de Q. Cecilio Mételo Pío Scipión, L. Poncio, denominado Aquila, que fué m a s adelante teniente de Cicerón en Cilicia y uno de los asesinos de César. (5) Lucio Domicio Enobarbo, marido de Porcia hermana de Catón, y amigo íntimo de Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. 5 'hace poco. Espero más indulgencia por parte tuya. Comp r e n d e s que mis sentimientos no permiten hacer nada en contra de un amigo, en la circunstancia más delicada de su vida y cuando está empeñada en ella su reputación, después de haber recibido tantas pruebas de afecto. J ú z game si quieres con severidad, y que me he negado por ambición. P e r o , aunque así se a , c r e o que debes perdonarme: S U E ! O Ú £ lepií'íov, oúSí $oeXt\ ( 1 ) . Ves el camino que r e c o r r o : no me basta conservar mis antiguos amigo s ; n e cesito adquirir otros nuevos. Creo que aprobarás mis razones, y vivamente lo de se o . Mucho me deleita tu Hermathena, y tan bien colocada está, que parece rjXfoo ávaGr^a todo mi gimnasio. Cuenta con mi amistad más profunda.

CARTA II. CICERÓN A. ÁTICO, SALUD. Pongo en tu conocimiento que siendo cónsules L . Julio César y C . Marcio Figulo, mi familia ha aumentado con uh hijo que T e r e n c i a ha dado a luz felizmente. ¡Cuánto tiempo hace que c a r e z c o de tus cartas! No ha mucho te he dado cuenta de mi situación. Me preparo actualmente para defender a nuestro competidor Catilina ( 2 ) . Hemos obtenido los j u e c e s que hemos deseado, con el consentimiento e x p r e s o del acusador. Si consigp .su absolución, espero que se pondrá de acuerdo con m i g V p a r a nuestras p r e t e n s i o n e s : si no (1) Iliada, x x n . Aquiles persigue a Héctor que huye, y su carrera es tanto más precipitada, cuanto que el premio no es una de las r e compensas vulgares que se concedían a l o s a t l e t a s v e n c e d o r e s , sino la vida misma de H é c t o r . (2) No e s t a completamente demostrado que Cicerón defendiese 4 Catilina. 6 MARCO lULIO CICERÓN. sucediera así, o b r a r e m o s como p o d a m o s . Mucho necesitode tu presencia, porque se c r e e generalmente que tus amig o s , los nobles, se opondrán a mi elección. Tú podrías i n fluir eficazmente en ellos y atraerlos a favor mío . P r o c u r a e n con t r a r t e en Roma para el m e s de e n e r o , como has p r o metido.

CARTA III.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Sabrás que tu abuela ha m u e r t o de pesar por tu ausencia, y también por temor de que las mujeres latinas faltasen a su deber e s t e año y no llevaran las víctimas al monte Albano ( 1 ) . Supongo que L. Saufeyo te escribirá una carta de pésame. T e esperamos aquí para el me s de e n e r o : ¿ de penderá esto de sencillo rumor ó lo habrás escrito a alguno? Nada me has dicho. Las estatuas que me remites han llegado a Caieta: todavía no las he visto. En este m o me n t o me es imposible abandonar a R o m a . He mandado pagar el trasporte. T e agradezco muchísimo que me las hayas r e mitido tan pronto y tan a poca c o s t a . He atendido a tus r e i teradas r e c o me n d a c i o n e s , y he hecho todo lo posible para aplacar a nuestro a m i g o ; pero se encuentra irritado de un modo incomprensible. He recibido ofensas, de las que c r e o s a b r a s a l g o , y que te r e f e r i r é a tu r e g r e s o : tampoco h e (1) Al dar Cicerón a Ático la noticia de la m u e r t e de su abuela en la forma que lo hace, p a r e c e que cede a su propensión a la s a t i r a , puesto que la abuela de Ático tenía 90 años y supone que murió de pena porque decaían las ferias Latinas del monte Albano por falta de v í c t i m a s , y esto por la indiferencia de las mujeres del Lacio. Ático era epicúreo y no consideraba la m u e r t e como un mal, por con s i guiente no podía e x t r a ñ a r las formas que empleaba Cicerón.

CARTAS- Á ÁTICO. . 7 conseguido devuelva su amislad a Salustio, que se e n con traba p r e se n t e . Te entero de esto, porque Salustio solía acusarme con relación a tí, y hoy sabe por experiencia que aquél es i n e x o r a b l e , y que mi celo por tí no ha f i a que a d o . He prometido mi hija Tulia a C. Pisón F r u g i , hijo de Lucio ( 1 ) .

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, Salud. Nos con m u e v e s con falsas alegrías. Cuando hace poco creía que habías llegado, me remites repentinamente al me s de junio. Espero que (como puedes hacerlo sin trabajo) para esta época cumplirás tu p r o m e s a . Asistirás e n tonces a los comicios de mi hermano Quinto (2); nos v e r a s después de larga ausencia, y terminarás tu divergencia con Acutilio. P e d u c e o me invita a escribirte en este sentido, considerando los dos que es útil transigir. Preparada tienes mi mediación ahora como s i e m p r e . He decidido en con t r a de C. Macer (3), y no puedes imaginar qué brillante confirmación ha recibido de la opinión pública mi se n t e n c i a . De se r absuelto, nunca hubiese valido su gratitud el honor que me ha me r t c i d o del sentimiento público su con de n a ción. Mucho me agrada lo que me dices de Hermathena, no habiendo nada más a propósito para mi academia, porque (1) C. Calpurnio Pisón F r u g i , primer marido de Tulia, casada cuando apenas contaba doce aiíos. Pisón murió durante el destierro de Cicerón. El segundo marido de Tulia fué Furio Crasipo, y divorciada de éste , casó con P. Cornelio Dolabela, del que se divorció también. (2) Comicios para la edilidad a que aspiraba Quinto. (3) Cicerón presidió como pretor el juicio y condenación de C. Licino Macer, a quien acusaron los pueblos de la provincia de Asia de que había sido gobernador. 8 MARCO TULIO CICERÓN. Epui¡í es el adorno obligado de todos los g i m n a s i o s , y Minerva debe serlo especialmente del mío. Continúa r e m i tiéndome para el mismo uso todos los o b j e t o s de arte que e n c u entre s . No he visto aún las estatuas que me has e n viado últimamente. Están en Formiano ( i ) , a donde e s p e r o trasladarme dentro de poco. Haré que las lleven todas ó T ú s c u l o . Pensaré en e m b e l l e c e r mi casa deCaieta cuando abunde en dinero. Conserva tus libros, y te ruego no de s esperes de que lleguen a ser míos. Si lo consigo esto , superaré a Craso en riquezas y despreciaré cuantas t i e r r a s y praderas e x i s t e n .

CARTA V.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Puedes conside r a r , me r c e d a la intimidad que nos u n e , qué golpe tan grave es para mí, como hombre público y privado, la muerte de mi hermano Lucio (2) . En él e n con traba todo el encanto que pueden dar a la amistad la dul zura de c a r a c t e r y la bondad de c o r a z ó n . No dudo que te sea dolorosa la noticia de su muerte y mi propia a f l i c c i ó n : tú también pierdes un hombre distinguido, un pariente fiel y un amigo que te quería por tí mismo y por a g r a i a r me . Me hablas de tu h e r m a n a , y ella te dirá cuántos han sido mis esfuerzos c e r c a de mi hermano Quinto (3) para a t r a e r l e
(1) Formiano, ciudad del Lacio, cuyo territorio producía el e x c e lente vino que Horacio lamentaba no poder ofrecer a Mecenas.
(2) Los Romanos solían llamar hermanos a los primos hermanos. En este sentido llama Cicerón hermano a Lucio, hijo de Lucio Tulio, hermano menor del padre de Cicerón. i(3) Quinto era muy irascible, y la mala inteligencia en que v i v í a con su esposa Pomponia tenía por c a u s a el amor de é s t a a su m a r i d o , que la hacía celosa por las costumbres demasiado ligeras de éste .

9. a mejores sentimientos relativamente a su e s p o s a . Sucesivamente he empleado en mis cartas el cariño del h e r m a no, la autoridad de mayor en edad y la severidad de c e n s o r . Por las que después me ha escrito f r e c u e n t e me n t e , supongo que viven hoy como deben y nosotros de se a m o s . Sin razón te quejas de mi silencio. Nuestra querida P o m ponia no nos ha dejado ni una sola vez espacio para e s c r i b i r t e , ni al Epiro ni a Atenas, donde sé que h a se s t a d o . A mi regreso a Roma, después de tu m a r c h a , me ocupé del negocio de Acutilio, según tu e n c a r g o ; pero había tan poco que hacer , y en tan buenas condiciones t e e n con t r a s te para tomar con se j o de tí mismo , que en vez de d a r t e mi opinión, dejo que P e d u c e o te comunique sus cartas . Y no es se g u r a me n t e la suya en por que , después de ha ber prestado oídos durante muchos días a Acutilio (y tú s a b e s cómo habla) considere trabajoso referirte sus r e se n timientos, cuando he tenido paciencia para e s c u c h a r l o s g r a v e me n t e . Pero tú que me c e n s u r a s , me has escrito una sola carta, aunque tus o c i o s para e s c r i b i r son c o m p a r a t i v a me n t e mucho mayores que los míos. Dícesme que ocuparme debo en calmar la irritación de alguno con t r a tí: r e - tengo la palabra, y seguramente ya me había ocupado de ello, pero se e n c u e n t r a muy enojado contigo. He dicho de tí cuanto puede de c i r se , y no he pasado de esto porque necesito con o c e r tus i n t e n c i o n e s . Comunícamelas, y v e r á s que , si antes no he sido tan diligente como tú de se a s , no se r é más negligente de lo que q u i e r e s . Tadio (1) me ha hablado del negocio de T a d i a n a . Dice que le has escrito permanezca tranquilo en c u a n t o a la h e r e n c i a , porque tiene la usucapión. Me admira que haya s ( l ) Tadio estaba gozando de la herencia correspondiente a un menor, contra el que invocaba el derecho de prescripción. Ático le defendía, y Cicerón e x t r a ñ a la ignorancia de su amigo en este punto de la l e y ; ignorancia que tal vez no era tan grande como suponía el orador. 10 MARCO TUL10 CICERÓN. ignorado que la usucapión no aprovecha de esta j o v e n . cuando se trata de un me n o r en tutela l e g a l , que , según p a r e c e , es el caseVeo que estás con t e n t o de tus adquisiciones en el E p i r o , y mucho me alegro de ello ( 1 ) . Te a g r a de z c o te o c u p e s , p e r o sin molestia, de lo que te e n c a r g u é para Túsculo ( 2 ) , y además de cuanto conside r e s que me conviene. S o l a mente allí olvido en plácido r e p o s o mis penas y t r a b a j o s . Diariamente espero a mi hermano Quinto. Terencia padece fuertes dolores en las articulaciones. Mucho te q u i e r e , como también a tu h e r m a n a y a tu m a d r e , y a todos os saluda a f e c t u o s a me n t e , y también mi hija Tulia, seguro que te profeso amor fraternal. delicia de mi c o r a z ó n . Cuida de tu salud, no me olvides y ten por

CARTA VI . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. No tendrás que acusarme otra vez de negligencia: p e r o tú, que tan poco tienes que hacer, procura ser igua'mente e x a c t o con m i g o . M. F o n t e y o acaba de c o m p r a r la casa de Rabirio en Ñapóles, casa que tú habías medido y reedificado ya en p r o y e c t o y por la que éste ha pagado ciento treinta mil sextercios (3). Conviene que te entere de esto por si piensas todavía en el a s u n t o . P a r e se me que mi hermano se porta con Pomponia tan bien como podemos de se a r . (1) T r a í a se de la adquisición de nuevos bienes en un punto donde Ático tenia muchos ya. (2) Túsculo. Cicerón había comprado en este punto una finca que perteneció al dictador Sila. Llamábala su Academia y en ella e s c r i bió las Tusculanas. (3) El valor del sexterciose calcula en veinte céntimos de p e se t a .

CARTAS A ÁTICO. 44 Ahora se encuentran j u n t o s en sus propiedades de Arpiño^ teniendo consigo un hombre xpl °' H ®'i) t0 ia D. T u r r a n i o . algún paraje Nuestro padre murió el iv de las kalendas de d i c i e m b r e . Esto e s cuanto tenía que de c i r t e . Si e n c u e n t r a s adorno con v e n i e n t e para el YO(*vamb8i), para el predilecto que conoces , no pierdas la ocasión. Tanto medeleita Túsculo, que en ninguna parte me encuentro bien mas que allí. Ténme al corriente con exactitud de cuantoh a c e s y de cuanto proyectas hacer .

CARTA VII. CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tu madre se encuentra buena, y nosotros cuidamos m u cho de ella. Acabo de garantizar a L . Cincio el pago de la cantidad de veinte mil cuatrocientos sextercios para l o s idus de f e b r e r o . R e m í t e me lo más pronto que puedas lo que has comprado ó preparado para m í . Ocúpate igualmente de mi b i b l i o t e c a ; cuento con tu promesa, y en tu bondad descansa la esperanza de todos mis g o c e s para los m e me n t o s de reposo.

CARTA VIII
Cicerón a Ático, Salud. Todo marcha en tu casa a medida de nuestro deseo. Mí hermano Quinto y yo profesamos profundo cariño a tu madre y hermana. He hablado a Acutilio. Dice que nada le ha escrito su agente, y extraña que se haya negado a recibir caución, cuando nunca te ha pedido otra cosa. Paréceme que Tadio te agradece y se regocija de la manera como has puesto término a su negocio. Aquel amigo , que a fe mía es varón excelente y me tiene en mucho, continúa muy enojado contigo. Antes de continuar, necesito saber si su enemistad te importa, y hasta qué punto. He cuidado, según me escribiste, de hacer pagar veinte mil cuatrocientos sextercios a L. Cincio por las estatuas de Megara. Me deleito de antemano con los Hermes de mármol pentálico con cabezas de bronce, de que me hablas. Ruégote no pierdas momento para remitírmelas, así como también las estatuas y cuantos objetos de arte consideres a propósito para el paraje en cuestión, conforpronto, Esta mes con mis gustos y dignos del tuyo: remítelos todo lo más pronto que puedas; pero especialmente a quello que hace bien en un gimnasio ó en una galería. Es mi pasión, y si los demás la censuran, tú debes satisfacerla . Si no está ahí la nave de Léntulo, toma la que mejor te parezca. Mi Tulia, delicia de mi corazón, me atormenta por el regalo que le has prometido, y me demanda como fiador. Pero seguramente perjuraré antes que pagar por tí.

CARTA IX .

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Demasiado escasas son ya tus cartas , a pesar de que más ocasiones de remitirlas a Roma tienes tú que yo a Atenas: además, no tengo seguridad de que te e n c u entre s en Atenas, y tú si la tienes de que yo estoy en Roma . podrán encontrarte estas conversaciones familiares, Por no e s t a duda, te escribiré muy poco, porque ignorando dónde

CARTAS A ÁTICO. 1$ quiero exponerlas a c a e r en manos ajenas. Espero con i m paciencia las estatuas de l l e g a r a y las Hermes de que me has hablado. Todo lo que encuentres de este género y te parezca digno de mi Academia, remítemelo y no vaciles en vaciar mis a r c a s . Esta es mi única pasión; y mi principal interés consiste en de c o r a r el YujivancboV Léntulo me ofre c e sus naves, y las recomiendo a tu diligencia. Cecilio te r u e g a , y yo me uno á é l , que le remitas las Eü¡j.oXm8fi>v náTpta.

CARTA X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Encontrándome en Túsculo (valga esto por tu « Encontrándome en el Cerámico») ( 1 ) ; encontrándome, pues, allí, un esclavo me trajo de Roma por encargó de tu hermana una carta tuya, diciéndome además que te manda un propia que partirá esta misma tarde. Lo aprovecharé para contestarte algo, muy p o c o , porque no me dan tiempo para e s cribir. T e prometo, primeramente, calmar a nuestro amigo; tal vez reconciliarlo por completo contigo. Trabajaba ya en esto por cuenta mía, mas ahora redoblaré mis esfuerzos, puesto que veo por tu carta cuánto lo deseas. Te advertiré , sin embargo , que está muy ofendido; pero como no e n cuentro motivos grandes, confío en atraerle a la razón y reducirlo a mi voluntad.
44. Te ruego aproveches la primera ocasión que se presente para remitirme mis estatuas y Hermeraclas y cuanto encuentres otxeTov para la residencia que conoces, especialmente para mi palestra y gimnasio. Sentado en éste te escribo, y el paraje hará que te recuerde.
Deseo también molduras para el techo del Atrio, y dos tapaderas de pozo esculpidas. No trates con nadie acerca de tu biblioteca, aunque encuentres algún aficionado entusiasta. Reservo la totalidad de mis cortas economías para esta adquisición, que será el recreo de mi vejez. Creo que mi hermano se encuentra hoy en las buenas disposiciones que deseo y he procurado inspirarle. Más de una prueba tengo de ello, y la preñez de tu hermana no es la más pequeña. Relativamente a la reunión de los comicios no olvido que te he dispensado de venir a apoyar mi candidatura, y desde hace bastante tiempo no ceso de decirlo a nuestros comunes amigos que esperan encontrarte en ellos. Lejos de llamarte, te prohibo que vengas. En este momento te interesa mucho más permanecer ahí, que a mí el que asistas a los comicios. Así, pues, considera que estás encargado de negocios míos, y permanece tranquilo. Si triunfo, seré para tí de corazón y palabra lo mismo que si hubieses tomado parte en la lucha, lo mismo que si te debiese la victoria. Mi Tulia te cita hoy como fiador y deudor principal.

(1) Según Suidas, en Atenas existían dos Cerámicos, uno én la ciudad y otro fuera de ella; en el primero enterraban a expensas del pueblo a los ciudadanos muertos en la guerra, pronunciándose en él su oración fúnebre; en el otro habitaban los artesanos. En este sin duda fechaba Ático su carta

CARTA XI.
CICERÓN a ÁTICO, SALUD. Habíame adelantado a tus dos cartas tan juiciosas y conmovedoras. Además, Salustio me instigaba para que a toda costa procurase tu reconciliación con L u c e y o . Todo lo h e intentado, y desgraciadamente sin conseguir reducirle ni

CARTAS Á ÁTICO. * 15 a r r a n c a r l e el se c r e t o de su obstinación. Continúa i n s i s tiendo en el arbitraje y demás resentimientos que con o z c o desde antes de tu marcha; pero supongo que e x i s t e algún otro motivo que le preocupe: todo lo que escribas y cuanto pudiera decirle yo, será mucho menos eficaz que tu p r e se n c i a . Una palabra tuya, una mirada, y todo desaparecerá. Bastará que me c r e a s , es de c i r , que quieras; y a demás es n e c e s a r i o , aunque no sea más que por no desmentir tu benévola condición. No te sorprendas al verme de se s p e rar de mis esfuerzos después de haberte asegurado t e r m i nantemente en mis carias lo con t r a r i o . Es muy difícil i m a ginar hasta qué punto, se encuentra irritado y cuan p r o fundo es su r e se n t i m i e n t o . Pero tu presencia lo arreglará todo: de no ser así, cualquiera que sea el ofendido, ocurrirán muchos disgustos. Al escribirme tu carta , me creías designado ya: decirte que hoy nada se encuentra tan agitado en debo Roma como los candidatos, y que ni siquiera se sabe cuándo se celebrarán los comicios . Füadelfo te enterará de todo. T e ruego me remitas cuanto antes todo lo que has c o m prado para mi Academia. Es admirable lo que me deleita este retiro con sólo pensar en é l . Cuida también de no deshacerte de tu biblioteca. Consérvamela como ine p r o metes ( i ) . Mi gusto por los libros es igual a mi repuguancia por todo lo demás, porque no puedes c r e e r cuan e m p e o rado encontrarás, después de tan corta ausencia, todo lo que dejaste. (1) Parece probable que los libros para los que Cicerón r e c l a m a aquí un privilegio, eran los manuscritos que Ático hacía copiar a sus e s c r i b i e n t e s . 16 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XII.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada se ha conseguido con tu TeOxpi; ( 1 ) , y Cornelio (2) no ha vuelto a casa de T e r e n c i a . Creo que necesitaremos r e c u r r i r a Considio, Axus ó se l i c i o . No h a b l o de C e c i l i o , porque ni sus parientes más c e r c a n o s podrían o b t e n e r de é l nada a me n o s de un tanto mensual ( 3 ) . V u e l v o a lo p r i me r o ; nada he visto más impudente, astuto é i n t e n c i o n a d o que tu T r o y a n a : «Envío a un l i b e r t o : he dado las órdenes a T i t o : » oxtyiK y a v a S o W . Pero i g n o r o si será para mí Tau-io¡.iaxov (4) f¡¡j.c¡v: porque lus itpóSpopioi de Pompeyo me anuncia que su intención e s pedir el reemplazo de Antonio, y que al mismo tiempo hará el p r e t o r la proposición al p u e b l o . En (1) Generalmente se c r e e que Cicerón designa así a su antiguo colega en el consulado C. Antonio, pero otros suponen que se refiere a alguna amiga particular de éste que había prometido entre g a r a Cicerón dinero de parte de Antonio y que tardaba en cumplir su promesa. (2) G. Cornelio, de quien habla en la carta t e r cera , negociaba a la vez con algún pretor él e m p r é s t i t o que necesitaba Cicerón para pagar su casa , y con Terencia para que decidiese a su marido a que defendiera a C. Antonio en el Senado, en lo que ya había consentido Cicerón. (3) Cenlesimi nummum. Entre los Romanos, como entre los Griegos, se pagaban los intereses mensualmente, con la diferencia de que entre los Romanos se hacía el pago en los idus, e s decir, a me diados de m e s , y entre los Griegos al final. El interés de uno por ciento mensual era exorbitante, pero como el comercio del dinero se había hecho mucho m a s común que en los primeros tiempos de la república, se admitía en j u s t i c i a . (4) Tauxó[Aatov, e l e . V e r s o de Meneandro trocado en proverbio,, y que significa que a v e c e s la fortuna s i r v e mejor que la prudencia..

CARTAS Á ÁTICO. 17 esta coyuntura, no puedo de c o r o s a me n t e (i) ante los ojos de las personas honradas ni ante los del pueblo defender al hombre : ni tampoco me con v i e n e , que e s lo principal, porque tengo que hablarte de un incidente que te ruego pongas en claro. T e n g o un tunante de liberto ( 2 ) , llamado Huaro, que ha llevado tus cuentas y que es cliente tuyo. Ahora bien; he aquí lo que el intérprete Valerio me refiere como un hecho , y Quitio como habiéndolo oído de c i r . Este hombre se encuentra con Antonio, y Antonio da a e n t e n de r que se encuentra a su lado porque compartimos el dinero que recauda, y que y o he puesto una persona de mi confianza para que vigile mis interes e s . No h e podido dominarme al tener noticia de esta infamia, en la que no quiero creer, pero es indudable que ha ocurrido algo. T e ruego e n c a r e cidamente que investigues lo que en esto haya, que te enteres con exactitud, y sobre todo que a que l malvado no permanezca allá si te es posible hacer l e volv8r. Valerio citaba a Cn. Plancio (3) como autor, y te lo digo para que puedas e s c l a r e c e r esta intriga. No puede dudarse que Pompeyo es amigo mío , y le felicitan por haberse separado de Mucia ( 4 ) . Creo que conoces (4) Por temor de disgustar a Pompeyo, que pedía se diese s u ceso r a Antonio. Sin embargo, Cicerón le defendió y al menos consiguió que se r e t r a s a se un mes su r e v o c a c i ó n . Tenía además una c u e n t a que a r r e g l a r con él, y si Antonio perdía entonces su p r o v i n c i a , Cicerón hubiese perdido probablemente su dinero. (2) Todo e s c l a v o , cuando recibía libertad, tenía derecho a elegir patrono, para el cual era cliente. A pesar de esto su patrono n a t u r a l conservaba sobre él algunos de r e c h o s . (3) Cn. Plancio era entonces tribuno m i l i t a r e n Macedonia. Siendo cuestor salió hasta Dirraquio a recibir a Cicerón, que huía de Roma y de las violencias de Clodio, llevándole a su casa de T e s a l ó n i c a , a pesar de las amenazas de m u e r t e con t r a lodo aquel que le diese asilo. Por este Plancio pronunció Cicerón la oración que se con se r v a . Más adelanle fué tribuno del pueblo. (4) Cuando r e g r e s ó Pompeyo a Italia, terminada la g u e r r a con Mitrídales, notificó a su esposa Mucia, hija deQ. Mucio S c é v o l a , TOMO I X . 2 Í8 MARCO TUMO CICERÓN. el caso de P. Clodio, hijo de Appio ( 1 ) : le han sorprendido disfrazado de mujer en casa de César, mientras se c e l e b r a b a un sacrificio por el pueblo: le salvó la vida una e s c l a v a que le facilitó la fuga: infamia insigne ha sido e s t a , y no dudo que te afligirá profundamente. Nada más tengo que de c i r t e . Me e n c u e n t r o muy triste, a fe m í a , porque a c a b o de perder un j o v e n excelente , mi l e c t o r Sosisteo, y tal vez experimento mayor pesar del que debe sentirse por la muerte de un esclavo. Deseo que me escribas con f r e c u e n cia; si nada importante tienes que comunicarme, escríbeme lo que se te o c u r r a . Kalendas de e n e r o , M. Messala y M. Pisón, c ó n s u l e s .

CARTA XIII .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. T r e s cartas tuyas h e recibido ya : una por M. Cornelio, a quien, según c r e o , la remitiste a las T r e s T a b e r n a s ; (2) la segunda por tu h u é s p e d de Canusio, y la t e r cera la veo fechada e n tu Píaselo ( 3 ) , estando levada ya el a n c l a . Las que la repudiaba porque había tenido relaciones adúlteras con J . César. Suetonio refiere que durante la guerra civil Pompeyo llamaba a César E g i s t o , porque después de haberle pervertido a su e s posa, atentaba contra su vida. (1) La historia de Clodio es demasiado conocida para que se n e c e s i t e añadir nada a lo que dice aquí Cicerón. Por sentimiento que le honra, se m u e s t r a entristecido y h a s t a indignado; pero es l a c ó n i c o , no encontrándose entonces tan enemistado con Clodio como lo e s t u v o después, porque desde luego se ve que se t r a t a de aquel famoso Clodio que tanto odio m o s t r ó en lo s u c e s i v o a Cicerón. (2) T r e s Tabernas, en la vía Apia; paraje que todavía con se r v a este nombre. (3) Phaselo. Embarcación l i g e r a . Algunos c r e e n que tomaba s u nombre de Fasells, ciudad de Pamfilia, que e r a un nido de p i r a t a s .

CARTAS A ÁTICO. 19 tres son obras se l e c t a s , elegantes en su g i r o , delicadamente g r a c i o s a s y rebosando sobre todo en afectuosos sentifiel. m i e n t o s . Irresistible es la p r o v o c a c i ó n , y solamente tardo en con t e s t a r por la dificultad de encontrar me n s a j e r o Porque f q u i é n vacila, si le e n c a r g o de una carta pesada, en aligerar la carga leyéndola? Además, no s é dónde e n t e rarme de las personas que marchan al Epiro. Supongo, por o t r a parte, que después de haber sacrificado en vuestra Amaltea, habrás partido para c o m b a t i r a Sycionis ( 1 ) . I g n o r o , e n fin, cuándo piensas v e r a Antonio y c u a n t o tiempo p e r m a n e cera s en el Epiro. Vacilo, por tanto, en e s c r i b i r con alguna l i b e r t a d , cuando tienen que e n c a r g a r se de l l e var mis cartas Acaicos ó Epirotas. Acontecimientos han ocurrido después de tu marcha que m e r e c e n se te refieran; pero n o quiero e x p o n e r mi correspondencia al triple peligro de pérdida, indiscreción ó inter c e p t a c i ó n . T e d i r é , ante todo , que n o se me ha pedido p a r e c e r el primero ( 2 ) , y que el pacificador de los Alobroges (3) me ha sido preferido, cosa que ha hecho murmurar al Senado, pero que no ha desagradado mucho . Héteme dispensado de consideraciones para con un Su invención se a t r i b u y e a los Egipcios: construíanlo de papirus, mimbres y hasta de barro cocido. Los había de diferentes dimensiones; los más grandes, como el que montaba Ático, los empleaban en viajes largos y hasta en la g u e r r a . (1) Los Sicionios debían dinero a Ático, y éste había marchado de Atenas p a r a r e c o r d a r se l o s , a pesar de que no lo habían olvidado. La Amaltea de Aticoa era, como la Academia de Cicerón, una biblioteca que tenía en una de sus fincas en Epiro, en la que había reunido cuanto g u s t a de tener todo amante de las a r t e s y de las l e t r a s . (2) El Cónsul a c t u a l , M. Pupio Pisón, habia cometido e s t a de s c o r t e s í a con Cicerón, tal v e z por distinguir a su pariente C. Pisón. Cicerón, como consular, tenia derecho a emitir su voto a n t e s que é l . (3) Cicerón le da sin duda por burla este título, porque Pisón nunca tuvo que reprimir en su provincia de la Galia más que ligeros movimientos sediciosos. Los Alobroges comprendían lo que a c t u a l mente se denomina Saboya y Delíinado. 20 MARGO TVJL10 CICERÓN. malvado y libre de mantener mi rango en la república a pesar de su m a l e v o l e n c i a . Además, en punto a autoridad, el segundo votante casi iguala al primero, y se e n c u e n t r a mucho me n o s comprometido con el Cónsul, f a t u l o ( i ) votó el t e r c e r o , y (si tienes curiosidad por saberlo) Hortensio (2) después que é l . El Cónsul tiene c a r a c t e r mezquino y e n v i dioso; .bromista pesado, sin chiste ni agudeza, y cuyo la del rostro h a c e reir más que sus salidas; sin base en el pueblo^ sin con t a c t o con los g r a n de s ; del que nada bueno para república puede e s p e r a r se , porque no tiene de se o b i e n , y del que nada malo puede t e me r se , porque no tiene valor para el mal. Su c o l e g a , por el con t r a r i o , me honra cuanto puede, amando y defendiendo el buen partido. por esta razón comienzan ya a discutir. Un mal negocio ha ocurrido y temo que tenga muchas con se c u e n c i a s . Supongo estás enterado de que un hombre disfrazado de mujer se ha introducido en casa de C é s a r , mientras se ofrecía el sacrificio por el pueblo; que las v e s tales tuvieron que comenzarlo de nuevo, y que Cornificio ha denunciado el escándalo al Senado ( éste ha sido el de nunciador, no supongas que alguno de n o s otro s ) . Remitido el asunto por el Senado a los pontífices, éstos declaran que ha habido s a c r i l e g i o , por lo c u a l , en virtud de un senatusconsulto, los cónsules promulgan la r e q u i s i toria para informar y César repudia a su esposa ( 3 ) . Y h e aquí que Pisón, que sólo atiende a su amistad hacia Clodio, (1) Q. Lu lacio Catulo, cónsul en 675, después c e n s o r y principe del Senado, era hijo del vencedor de los Cinabrios, a quien proscribió Mario y obligó a que se diese m u e r t e . (2) Hortensio, el orador y rival de Cicerón. (3) Interrogado César acerca de este asunto, contestó a los j u e c e s que no tenía noticia de é l . Sin embargo, no dejó de c r e e r cuanto se decía, puesto que repudió a su esposa, y además tenía razón para con t e s t a r a los que lachaban de inconsecuente su conducta; que todo lo que le perteneciera no debia de se r criminal ni s o s p e c h o s o .

CARTAS Á ÁTICO. 21 trabaja para que el pueblo r e c h a c e la requisitoria que él mismo ha presentado, por orden del Senado, atendiendo a sagrados intere s e s . Por el con t r a r i o , Messala se muestra hasta ahora muy decidido por la severidad. A fuerza de súplicas aleja Clodio a los hombres honrados del tribunal y al mismo tiempo se asegura auxiliares. Yo mismo , v e r d a dero Licurgo (.1) al principio, conozco que voy ablandandom e poco a poco. Catón (2) p e r m a n e c e firme y demanda j u s ticia. ¿Qué más te diré? Mucho temo que gracias a la indiferencia de los b u e n o s y actividad J e los malvados, este asunto llegue a ser fuente de males para la República . Tu amigo, ¿sabes á quién aludo? ( 3 ) , aquel de quien me es c r i b í a s que me alababa porque no se atrevía a censurar me , a c r e e r sus manifestaciones me estima, aprecia y quiere sobre m a n e r a ; en público me ensalza, pero en s e creto me desacredita, y de tal manera lo hace qué todo el mundo lo con o c e . J a m a s se e n c u e n t r a en él rectitud ni se n c i l l e z ; nada lv xoT; TcoXttixotí, nada fuerte ni g e n e r o s o . Otro día te escribiré más detalladamente acerca de esto . No lo conozco todo bien aún y además no me atrevo a confiar tales r e f l e x i o n e s a un de s con o c i d o . Los pretores no han sorteado aún sus provincias ( 4 ) , y las cosas p e r m a n e c e n todavía en el punto en que las de j a s t e . En conformidad con tu de se o , incluiré en mi discurso la descripción de Misseno y de Puzzola. Ya he visto que (1) Licurgo, el orador ateniense de este nombre, y no el legislador y r e y de los Laeedemonios. Tanto ardor mostraba en sus discursos y escritos para denunciar a los p r e v a r i c a d o r e s y malvados de toda especie, que se decía mojaba su pluma en v e n e n o . Encargado de la policía en Atenas, limpió de malhechores la ciudad. (2) M. Calón, biznieto del Censor, y llamado después Catón de Utiea. (3) Pompeyo. (4) Solamente podían e n t r a r en sorteo para el mando de las p r o vincias los pretores que habían cumplido su plazo de gobierno. En este c a s o se encontraba Q. Cicerón, a quien tocó el Asia. 22 MARCO TVJLIO CICERÓN. me equivoqué de fecha al poner el III de las nonas de d i c i e m b r e . Lo que alabas en mis o r a c i o n e s , lo encontraba y o mismo bastante bien, c r é e l o , p e r o no me atrevía a de c i r l o . Tu aprobación me las hará a p a r e c e r más attmciiTepa todavía. He puesto algunas adiciones a mi discurso contra Mét e l o . T e remitiré una copia, puesto que mi amistad te ha hecho cptXoprytopa. ¿Qué otra cosa te diré? ¿Qué? esto . Messala acaba de comprar la casa de Antronio en c u a t r o c i e n t o s treinta y s i e t e mil sextercios . ¿Qué me importa? d i r a s . Esta c o m p r a demuestra que h e m o s realizado un gran negocio , y tal v e z conseguirá hacer c o m p r e n de r a muchas g e n t e s que puede r e c u r r i r se al bolsillo de los amigos para hacer una a d q u i sición que honre ( 1 ) . TeCuptc e s asunto pesado; sin embargo , no de s e s p e r o . Pon término a esos cuidados. otra carta más e x p l í c i t a . A VI de las Kalendas de f e b r e r o . M. Messala y M. P i s ó n , cónsules. Espera

CARTA X I V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Temo se considere como vanidad decirte que estoy tan ocupado, que apenas tengo tiempo para escribirte pocas líneas, y este tiempo se lo robo a negocios estas impor- tantísimos. Ya te h e dicho cómo fué el primer discurso de (1) Alude a la compra de la casa de Crasso, para c u y o negocio había pedido prestado a P. Sila, a quien defendió en los tribunales el año a n t e r i o r . Como estaba prohibido a los abogados recibir honorarios, y e s t e p r é s t a m o podía considerarse como r e c o m p e n s a del trabajo, se criticaba mucho a Cicerón haberle contraído.

CARTAS A ÁTICO. 23 Pompeyo : poco tierno para los afligidos, v a c í o para los malvados, desgraciado para los r i c o s , y sin t r a s c e n de n c i a en el fondo para los b u e n o s : por esta razón resultó frío. Pero un tribuno aturdido, llamado J u l i o , por i n s t i g a c i o n e s del Cónsul, llamó a Pompeyo a la tribuna. Ocurría esto en e l circo Flaminio ( 1 ) , y en. día de mercado iravíiYvpn. L e i n terpeló preguntándole si creía que el pretor debía formar parte del t r i b u n a l , y en este c a s o , qué marcha debía se guirse. Esto lo había establecido ya el Senado con ocasión del asunto de Clodio (2). Pompeyo con t e s t ó e n t o n c e s ¡*áXd/ a p t c i o x p a w . G ) ; que en todo le parecía s o b e r a n a la a u t o r i dad del se n a d o ; que tal la había conside r a d o s i e m p r e , y se extendió mucho sobre este a s u n t o . Después le preguntó el cónsul Messala en el Senado qué opinaba del sacrilegio y de la requisitoria. Contestó otra vez con generalidades, alabando YSVIK&Í todos los actos de esta asamblea. Al se n - tarse me dijo que creía h a b e r sido suficientemente e x p l í cito a c e r c a de é s t o s malos negocio s . Cuando Crasso vio que habían aplaudido a P o m p e y o , porque se aplicaban sus palabras a los actos de mi consu lado, se levantó, prodigándome elogios; llegando a decir que era senador, ciudadano, h o m b r e libre, y que si aún vivía, de todo me era de u d o r : que en su e s p o s a , en sus h i j o s , en la patria, veía otros tantos testimonios de mis beneficios. ¿Qué te diré? T o d a s las pinturas que tantas v e c e s y bajo tantas formas h e reproducido en mis d i s c u r s o s de que e r e s Aristarco, la llama, el hierro ( conoces aquellas c e r c a de Pompeyo y vi su t u r b a c i ó n : XTJXÜSOVÍ), las h e aducido con la mayor gravedad. Encontrábame muy p r e g u n t a b a se sin (1) La asamblea se celebraba entonces en el c i r c o Flaminio, por que se encontraba fuera d é l a ciudad. Pompeyo no había recibido t o davía los honores del triunfo por sus victorias sobre Mitrídates, y según costumbre, no podía e n t r a r en Roma antes de e s t a ceremonia. (2) Ordinariamente se sorteaban los j u e c e s , pero el Senado habla decidido que, por e s t a v e z , los nombrase el p r e t o r . 24 MARCO TULIO CICERÓN. duda si Crasso había querido con g r a c i a r se c o n m i g o , a p r o vechando una ocasión que él había dejado e s c a p a r ; ó si l o s actos que he realizado fueron efectivamente tan grandes que merezcan tanto aprecio por parte del se n a d o , y tantos elogios, sobre todo, de un hombre que puede de c i r : he a l a bado s i e m p r e a Pompeyo a costa suya . Esta sesión me ha conquistado completamente a Crasso; y no he dejado de aceptar de buen grado lo que el otro p r e l e n a e h a b e r dicho implícitamente en alabanza m í a . Cuando llegó mi turno, ¡oh buenos Dioses, de qué m a n e r a me ev3TCpi«p£ura[.tí)v ante Pompeyo , que asistía por primera v e z ! Si en alguna ocasión se me o c u r r i e r o n o por t u n a m e n t e 7teploSoi, jta¡j.icai, evOujrq- ¡ i a t a , xa-cya/.euaí, fué a h o r a . Así, pues, ¡qué aclamaciones! En realidad, hablaba yo de la gravedad del se n a d o , de la concordia entre los c a b a l l e r o s , de los r esto s de la a b o r tada conspiración, de la abundancia y tranquilidad r e s t a blecidas. Conoces la resonancia de mis palabras en estos c a s o s , y si t e hablo b r e v e me n t e de e l l o , es porque esto y persuadido de que el rumor ha llegado hasta t í . Los asuntos de Roma son los s i g u i e n t e s : el Senado es un ápewc u a Y o í : imposible es t e n e r más g r a v e d a d , vigor y f i r me z a . El día e l e g i d o para la requisitoria mandada por e l se n a t u s - con s u l t o , se desparramaron por la ciudad bandas de mozalbetes (barloMili) ( 1 ) , todo el c o r t e j o de Catilina, a verdadera jovenzuela, cuyo frente se e n con t r a b a Curión, rogando al pueblo que la anticuase. El mismo cónsul Pisón, autor de la requisitoria, era el primero que trabajaba en con t r a . L o s partidarios de Clodio se habían apoderado de todos los puentes ( 2 ) , y de tal m a n e r a distribuían las tabli(1) Comúnmente se denominaba así a los jóvenes de diez y ocho a veintiséis años antes de que se adoptara la costumbre de afeitars e . El mismo nombre solía darse a los libertinos. (2) Estos puentes, bastante e s t r e c h o s para que no pudiese pasar más de una persona a la vez, eran más bien estrados alzados sobre algunos escalones, subiéndose por un lado para depositar el voto en SARTAS A ÁTICO. UTI IIOGAS 25 Has, que no se hubiese encontrado ningún (1). Ve Catón estas maniobras; c o r r e a los R o s t r o s , interpela a Pisón, estalla e n invectivas contra é l , si puede llamarse invectivas al lenguaje que lleva s i e m p r e consigo la sabiduría, la autoridad y la salvación. Después acudió amigo Hortensio, y además muchos hombres nuestro honrados. Favonio (2) se distinguió n o t a b l e me n t e . Ante con c u r s o tan imponente, disuélvense los c o m i c i o s , se reúne e l Senado, acude multitud de se n a d o r e s , y a despecho de Pisón, a pesar de Clodio, que se arroja sucesivamente a los pies de cada senador, se muestra a los cónsules que deben hacer presentar al pueblo la requisitoria. Quince votos piden con Curión que no se de c r e t e : c u a t r o c i e n t o s se alzan en la parte contraria. El decreto se aprueba. El tribuno Fuño se retira e n t o n c e s . Clodio se lamentaba delante del pueblo cargando de injurias a Hortensio, L ú c u l o , C. Pisón y e l cónsul me s sala: a mi me acriminaba solamente por mis manifestaciones (comperisse omnia). El Senado ha decidido que no se trate ni de la distribución de p r o v i n c i a s , ni de las l e g a c i o n e s , ni de ningún otro asunto antes que de e s t e . Tal e se l estado de las cosa s . P e r o o y e también esto que no e s p e r a b a : Messala e s un cónsul admirable. Tiene energía, constancia y actividad que atiende a todo . Me alaba, me estima y sigue mis h u e l l a s . El otro sería p e o r si una urna ó caja colocada sobre un pedestal y bajando por el otro. En el momento de la votación, el rogator entre g a b a dos tablillas a c a d a elector, y éste depositaba en la urna el que quería. Cuando se votaba por tribus, en el Sepia donde se votaba tendían cuerdas paralelas que les separaban. Un banco destinado a los tribunos del pueblo d o minaba la asamblea. (1) Ut anliqnarel y uti rogas e r a n las fórmulas para r e c h a z a r ó aprobar. Escribíanlas con l a s letras A. y UR. (2) M. Favonio, de quien se burlaba toda Roma, y especialme n t e Cicerón, por su manía de imitar a Calón hasta en s u s a c t i t u de s , por l o que le llamaban el mono de Catón. Cicerón le t r a t a c a s i siempre con poca c o r t e s í a . 26 MARGO TULIO CICERÓN. tuviese un vicio me n o s ; e s de c i r , si no fuese tan p e r e z o s o , tan dormilón, tan ingrato, tan áTcpocaÓTatoc; pero en que cuanto a i n t e n c i o n e s , las suyas son tan p e r v e r s a s , odia a Pompeyo desde el día en que le oyó alabar en e l Senado. Por esta razón e s admirable cómo huyen de él l a s personas honradas. No obra así tanto por la amistad de Clodio como por depravado instinto político. Afortunadam e n t e , e x c e p t u a n d o a Fuflo, ningún magistrado se le par e c e . T e n e m o s b u e n o s tribunos del pueblo; Cornelio especialme n t e , e s otro Catón. ¿Qué m a s deseas saber? Pasando a h o r a a los asuntos particulares, te diré que TeOxpt; se ha ejecutado al fin. No olvides lo que me t i e n e s prometido. Mi hermano Quinto, que ha comprado las otras t r e s cuartas partes de l o s edificios de Argileto (1) en c i e n t o veinticinco mil sextercios , quiere vender a T ú s c u l o , L u c e y o ; veo lo de s e a s a r d i e n t e me n t e . se r é y comprar, si es posible, la casa de P a c i l i o . R e con c i l í a t e con tu mediador. Cuida con diligencia de d a r me n o t i c i a s t u y a s , de de c i r me dónde te encuentras y de e n t e r a r me del e s t a d o de tus negocios. ídem de f e b r e r o .

CARTA XV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ya sabrás que la suerte ha destinado el Asia (2) a mi q u e rido hermano Quinto, porque no dudo que la fama se h a b r a adelantado a mis cartas . Ahora b i e n , como amamos la gloria apasionadamente y somos amigos de los Griegos como (1) (2) Argileto. Barrio de Roma inmediato al Palatino. El Asia Menor.

CARTAS A ÁTICO. 27 ninguno (i), siendo con o c i d o s como t a l e s ; en fin, como en el servicio de la república nos hemos captado multitud de enemistades y de odios; itav-cob); dpeT?,? pii¡jivirio-/.so, p r o cura y consigue que por todas partes adquiramos amigos y partidarios. Mucho más t e h a b l a r é de esto en la carta que daré para tí al mismo Quinto. Deseo m e digas a qué altura te e n c u e n t r a s en mis encargos y en tus propios n e g o c i o s . No he recibido carta tuya desde tu m a r c h a Brindis, y deseo mucho saber qué haces . Idus de m a r z o . de

CARTA XVI . Me preguntas qué ha ocurrido en este juicio que por tan extraño modo ha defraudado la general atención, y a la vez quieres saber por qué no h e tomado en la lucha tanta parte como de ordinario. Contestaré a tus preguntas Saxspov icpoxepov, 'Op.inpi>cGií (empezando por el fin, a la m a n e r a de Homero). Mientras se trató de defender la autoridad del Senado combatí con tanto ardimiento y e n e r g í a , que por todas partes gritaban, acudían y aplaudían. Si alguna vez te ha llamado la atención el vigor con que he sostenido los intereses de la república, en las circunstancias presentes no hubieras podido negarme tus p l a c e me s . Reducido e s taba Clodio a r e c u r r i r al pueblo, y nada perdonaba para hacer odioso mi nombre. Pero ¡oh Dioses i n m o r t a l e s ! ¡qué combate y que estragos causó! ¡Como caí sobre Pisón, sobre Curión y toda la intriga! ¡Qué dardos l a n c é sobre esa (1) Atioo vivía en Grecia, donde Cicerón había pasado muchos años estudiando con los m a e s t r o s más hábiles. Para él la Grecia e s taba en Asia, porque los asiáticos hablaban griego, y en su carta a Quinto y en algunas otras llama f r e c u e n t e me n t e a los Griegos hombres asiáticos. 28 MARCO TUMO CICERÓN. ancianidad imbécil y esa juventud desenfrenada! ¡Cuánto hubiese gozado, así me ayuden los Dioses, de tenerte con migo, e s c u c h a r tus con se j o s y v e r t e e s p e c t a d o r de esta memorable batalla! P e r o cuando s e le ocurrió a Hortensio hacer proponer por medio de Fuflo, tribuno del pueblo, una ley sobre el sacrilegio, ley que no se diferenciaba e n nada de la proposición de los Cónsules, e x c e p t u a n d o en la elección de j u e c e s (y a esto se reducía todo ) ; cuando le vi obstinarse en su opinión y concluir por atraerse todas las otras , c r e y e n d o de buena fe y habiendo hecho c r e e r a los demás que el culpable no quedaría impune cualesquiera que fuesen los j u e c e s , e n t o n c e s conside r é oportuno arriar las v e l a s , sabiendo cuan raros son l o s j u e c e s b u e n o s , y me limité a declarar hechos con o c i d o s y averiguados, a c e r c a de los cuales no podía c a l l a r . Volviendo a tu- primera pregunta (itpó? xo rcpoTepov), ¿quieres con o c e r l a causa de la absolución? La pobreza, la infamia de los j u e c e s . Esto ha ocurrido por culpa de Hort e n s i o , quien temiendo la oposición de F u f i o a la l e y que se daba sobre el senatus-consulto, no vio que era mil v e c e s preferible dejar a Clodio entregado a su infamia y á su torpeza que sujeto a un j u i c i o sin resultado. El odio es mal con se j e r o , y se apresuró a entregarlo a la j u s t i c i a , persuadido, según d e c í a , de que sería espada de plomo para herir al c u l p a b l e . Tal vez querrás con o c e r detalles acerca del j u i c i o : nadie preveía el resultado, y éste solo e s el que ha hecho abrir los o j o s , aunque no a mí, que desde el principio vi la falta de Hortensio. Las r e c u s a c i o n e s se hic i e r o n en medio del tumulto. Como c e n s o r í n t e g r o , el a c u sador rechazó los j u e c e s p e o r e s . Por su parte el a c u s a d o , como lanista (1) que quiere r e se r v a r sus mejores esclavos despidió a los b u e n o s . Entonces comenzaron a t e me r los hombres honrados. J a m a s se reunió gente peor en un t u (1) Maestro de gladiadores

29. gario ( 1 ) : senadores manchados, caballeros con andrajos, tribunos guardianes del T e s o r o , tan cubiertos de deudas como desnudos de dinero, y , en medio de todo esto , algu,nos hombres de bien a quienes no había alcanzado la r e c u s a c i ó n , se sentaban con ánimo e n t r i s t e c i d o , marchita la mirada y ruborizada la frente (2). Sin embargo, en los p r i m e r o s interrogatorios m o s t r ó se desusada severidad. Nada en favor del acusado; todo por el acusador, más aún de lo que pedía. Hortensio triunfaba en su excelente idea: nadie dudaba que el reo iba a ser mil v e c e s condenado. La fama habrá llevado a tus oídos las v o c i f e r a c i o n e s de las gentes de Clodio en el momento en que me presenté a declarar, y el movimiento espontáneo de l o s j u e c e s , levantándose todos a la v e z , cubriéndome con sus c u e r p o s y mostrando la garganta para de m o s t r a r á Clodio que me defenderían hasta con peligro de la v i d a . Creo más gloriosa esta de mostración que la que entre tus conciudadanos consiguió X e n ó c r a t e s (3) cuando le dispensaron de confirmar su declaración con j u r a me n t o , ó lo que entre nuestros antepasados obtuvo Mételo (4) Numídico cuando se negaron los j u e c e s a examinar las cuentas que les p r e se n t a b a según c o s t u m b r e : creo efectivamente que he con se g u i d o algo más grande que todo esto . Aquel movimiento que se dirigía a mí como (1) Ludo talario. Casa donde jugaba a los dados y sin duda a otros juegos de a z a r . (2) No habla aquí Cicerón de los abogados propiamente dichos, sino de los amigos de Clodio que habían acudido al juicio para a y u darle con sus consejos y animarle con su presencia, como se a c o s tumbraba en tales c i r c u n s t a n c i a s , (3) X e n ó c r a t e s , discípulo de Platón. Citado como t e s t i g o ante un tribunal, acerca b a se al a l t a r para j u r a r , en conformidad con la l e y , que había dicho verdad, cuando los j u e c e s levantándose a la vez declararon que no necesitaba p r e s t a r j u r a me n t o , dispensando asi a aquel hombre tan virtuoso de una formalidad a que ellos mismos se sometían, (i) Q. Mételo Numídico, el vencedor de Y u g u r t a .
30. símbolo de la patria, fué un rayo para el a c u s a d o : q u e brantado el jefe, los que le sostenían quedaron que b r a n tados también. A la mañana siguiente acudió a mi casa tanta multitud como el día en que m e acompañaron a mi morada al salir del consulado. Entre tanto, los i l u s t r e s a r e o p a g i t a s declaraban que no regresarían sin que l e s c u s todiase una guardia. Deliberóse: o p ú s o se un voto s o l o . Llevóse el asunto al Senado, y éste decidió lo más prudente y h o n r o s o ; alabó la conducta de los j u e c e s y e n c a r g ó a los magistrados que p r o v e y e s e n a todo, no c r e yendo nadie que aquel hombre se atreviese a p r e se n t a r se . "EaicsxE v8v (/.oí Mohatxi, Sitíeme 8ij irpGrtov itOp Salteas. (Decid ahora, oh Musas, cómo estalló tan terrible i n c e n d i o . ) Conoces al calvo ( 1 ) , h e r e de r o de los Naneyos, mi p a negirista, que hizo en mi honor un discurso del que t e hablé. este ha sido quien, e n dos días, ha dirigido todo el negocio , con el auxilio de un solo esclavo salido de una turba de gladiadores. P r o me t i ó , afianzó, dio: y lo que es más aún (¡oh b u e n o s Dioses, qué infamia!) fueron c o l m o de me r c e de s para algunos j u e c e s en m a s a , quedando bandas favores de damas y el j o v e n c i t o s n o b l e s . L o s hombres honrados se retiraron de esclavos inundando F o r o . Sin e m b a r g o , veinticinco j u e c e s r e s i s t i e r o n , y con la muerte á la vista, prefirieron c o r r e r el r i e s g o a p e r derlo todo. P e r o hubo treinta y uno que temieron más al h a m b r e que a la infamia. Cátulo dijo á uno de ellos : «¿Para qué nos habéis pedido guardias? ¿Acaso teméis por el d i nero que habéis recibido?» Con la brevedad posible te h e relatado este juicio y esta absolución. Deseas saber además cuál es el estado de los negocios y cuál el mío propio. La situación en que, gracias a mí, según dices, y gracias a los Dioses, según c r e o y o , en que Roma se e n con t r a b a ; aquella situación resultado de la (i) Crasso.

31 unión de los hombre s de bien y del movimiento impreso por mi consulado; aquella situación que nos parecía i r r e vocablemente conquistada, ha bastado para hacérnosla perder un j u i c i o , si es que puede darse este nombre a la obra de treinta de l o s más impudentes y malvados del pueblo Roma n o , a la violación a precio convenido de toda justicia y de todo de r e c h o y a la negación desvergonzada de un Thalma, un Plauto, un Spongia, de un hecho a v e r i guado y públicamente con o c i d o . Debes saber sin embargo , porque n e c e s a r i o es consolarte un poco, que , a pesar de este grave atentado contra la república, los malvados no se encuentran tan triunfantes como habían imaginado. Al v e r hollados la religión y el pudor, e l h o n o r de la m a gistratura y la autoridad del Senado, no dudaban que el crimen victorioso y todas las pasiones desencadenadas hiciesen e x p e r i me n t a r a su vez a los hombre s honrados los efectos del profundo r e n c o r que la severidad de mi consulado inspiró a todos los m a l o s . ¡Pues bien! yo t a m bién a h o r a — y c r e o que no hay j a c t a n ; i a e n decirlo e n esta carta, que tú sólo has de l e e r , — y o también, repito, soy quien ha conseguido r e a n i m a r la confianza, hablando a unos y a otros é inspirando valor a todos. A fuerza de r e p r o b a r y vilipendiar a estos j u e c e s vendidos, con se g u í imponer silencio a cuantos aplaudían tan odioso triunfo. Nunca perdoné nada al cónsul Pisón; había dado ya la Siria y se la arrebaté ( 1 ) . Bajo mi voz r e c o b r ó el Senado su se vera actitud, y estando caído le levanté. Confundí a Clodie c a r a a c a r a , primero con un discurso de forma y tono s o s tenidos, después en una conversación muy v i v a , de la que solamente te referiré algunos r a s g o s . Lo demás te p a r e c e ría frío y desgraciado, leyéndolo separado de la acción y de lo que vosotros llamáis áy&va. (1) * La Siria era con la Macedonia una de las provincias con s u l a res más r i c a s , reservándola el Senado para los m a s beneméritos. 32 MARGO TULIO CICERÓN. El Senado se encontraba reunido el día de ios idus de m a y o : cuando llegó mi t u r n o , c o me n c é por generalidades políticas; después con una imagen que coloqué con mucha fortuna, e x c l a m a n d o que, por una herida, los padres conscriptos no debían r e t r o c e de r ni abandonar el campo; que no debían n e g a r se los golpes ni e x a g e r a r su importancia; que se r í a estúpido dormirse y demasiada cobardía asustarse; que ya se había visto absolver a Léntulo ( i ) dos v e c e s , y dos v e c e s a Calilina; que éste era uno más que los j u e c e s lanzaban en contra de la república.-Te e n g a ñ a s , Clodio; los j u e c e s no te han declarado libre, te han dado a Roma por prisión. No han querido con se r v a r t e ciudadano, sino quitarte la libertad del destierro. ¡Valor, padres con s criptos, sostened vuestra dignidad! los hombre s honrados continúan unidos en el amor de la r e p ú b l i c a ; se l e s ha herido dolorosamente, pero han p e r m a n e c i d o firmes; no se ha realizado un daño n u e v o , existía ya y se manifiesta. La absolución de un malvado nos demuestra que e x i s t e n otro s mucho s iguales a é l . P e r o ¿qué hago? estoy copiando casi todo mi discurso. P a se m o s a la con v e r s a c i ó n . El agraciado j o v e n se levanta y r e p r u e b a mi estancia en B a i a s . «Es falso, repliqué, y aunque f u e se verdad, Baias (2) no e s sitio prohibido a los hombre s . — ¿ Q u é tienen de común, (1) P. Cornelio Lentulo, estrangulado en la prisión como cómplice del otro. Primeramente había sido absuelto del c r i me n de con cusión durante su c u e s t u r a . No se con ó c e l a c a u s a de la segunda acusación. En cuanto a Catilina, no fué absuelto dos v e c e s sino t r e s : la primera del crimen de haber hecho morir inhumanamente a Mario Gratidiano, primo hermano del padre de Cicerón; la segunda del delito de concusión en su pretura de África; la t e r cera del crimen de violación de una vestal que se c r e e hermana de Terencia, esposa de Cicerón. Estos antecedentes le hacían digno de mandar el e j é r c i t o de malvados c u y o objeto era el incendio y saqueo de Roma. (2) No censuraba Clodio a Cicerón haber ido a Baias a t o m a r baños medicinales, sino que entendía había ido alli para entre g a r se a los placeres y al desorden como podía haberlo hecho él mismo.

33. d i c e , las aguas termales y un hombre de Arpiño? ( 1 ) — P r e gunta a tu gran protectora (2) si no le hubiese convenido mucho ensayar las de Arpiño ( 3 ) . Y de las marinas ¿qué dices?—¿Hasta cuándo soportaremos este rey? exclamó.— ¿Rey? (4) dije; odias al rey porque te ha olvidado en su t e s tamento. Había devorado ya su h e r e n c i a en e s p e r a n z a . — P e r o has comprado una casa . — ¡ C o m p r a d o ! ¿acaso hablas de los j u e c e s ? — L o s j u e c e s al me n o s no han querido c r e e r en tu juramento . — A l contrario; veinticinco c r e y e r o n en mi palabra y treinta y uno no c r e y e r o n en la tuya, porque se hicieron pagar antes.» Abrumado por las burlas que levantaron mis palabras, calló y se s e n t ó . He aquí ahora mi posición. Nada he perdido con los homb r e s honrados, y h e ganado bastante con el pueblo b a j o . Nada ha sido para él la ofensa inferida a mi testimonio. La envidia ha mordido sin h e r i r , y sufro tanto me n o s , cuanto que esas mismas gentes dicen por todas partes que e se v i dente la venta de los j u e c e s . Añade que la turba del foro, esa sanguijuela del T e s o r o (5) que pide constantemente y constantemente e s t a h a m b r i e n t a , que el populacho, en (1) Cicerón había nacido en Arpiño. Clodio llevaba su insolencia a r i s t o c r a t i c a , cuando e s t a b a en vísperas de hacer se adoptar por un hombre del pueblo, h a s t a burlarse del ilustre orador porque e r a hijo de un hombre de la c l a se media de la Campania.
(2) Es decir, a tu hermana Clodia, Cicerón la llama así porque e s t a mujer, g r a c i a s a s u s galanterías con los personajes m a s i m portantes del Estado, había adquirido g r a n de inlluencia, y con frecuencia había defendido a su hermano mejor que lo hubiesen hecho los abogados más hábiles.
(3) Alusión al deseo de Clodia de casa r se con Cicerón.
(4) Rece. Q. Marcio Rex había casado con una de las t r e s h e r m a nas de Clodio. Contra lo q íe esperaba éste , ni siquiera le nombró en su t e s t a me n t o , cosa m u y ofensiva entre los Romanos cuando se t r a taba de parientes ó amigos Íntimos.
(5) Los tribunos que adulaban al pueblo y querían obtenerlo lodo de él, le hacían regalos, a expensas del Tesoro, que agolaban, c u a n do excedían de la medida tolerada en tales c a s o s . 34. una palabra, me considera como el amigo más querido del gran P o m p e y o . Verdad e s , a fe mía, que e x i s t e n relaciones muy íntimas entre n o s otro s y mutuo cambio de buenos oficios. Tan arraigada está la opinión eu cuanto a esto , que esos jovencillos barbilindos, conspiradores de orgía, llaman a Pompeyo, Cneo Cicerón. Así es que en los j u e g o s públicos y en los c o m b a t e s del c i r c o se me r e c i b e siempre con manifestaciones muy favorables, sin de pito de pastor. Ahora esperamos ver qué harán los c o m i c i o s : nuestro gran Pompeyo presenta al hijo de Aulo (i) en contra del p a r e c e r de todos. No se apoya en el favor que pone en j u e g o ni en su influencia p e r s o n a l , sino en el asedio de Filipo, que se vanagloria de lomar toda fortaleza a la que pudiera subir un borrico cargado de o r o . Dícese que e s t e cónsul, que se p a r e c e al histrión Desorión, dirige por sí mismo su g e n t e , y que los que distribuyen el dinero están instalados en su propia casa. Sea de esto lo que quiera, acaba de d a r se , a propuesta de Catón y de Domicio, dos se n a t u s consultos mal considerados, porque se les c r e e dirigidos en contra del Cónsul. El primero autoriza el registro hasta en las casas de los mismos magistrados; el segundo de clara enemigo público aquel en cuya casa se sorprendan distribuidores en su e j e r c i c i o . por otro lado, Lurcón, tribuno del pueblo, que no ha llegado a se r l o sino por e l amparo de la ley Elia ( 2 ) , ha sido dispensado de todas las (1) L. Afranio, que fué teniente de Pompeyo en la Mitrídates, que también lo fué en España, donde le teniendo la misma s u e r t e en África, a donde marchó con Cicerón, que fué cogido y muerto por orden de había sido cónsul con Q. Mételo Celer. guerra contra venció César, para reunirse César. En 693 acompañamiento (2) La ley Klia disponía que cuando se propusiera algún negocio al pueblo, se observasen muchas formalidades que suministraban diferentes medios para impedir que pasase la ley. La Fulia prohibía que se propusiesen asuntos al pueblo en determinados días. Ahora bien, como se acercaba el tiempo de 1as elecciones y el Senado que-

35. formalidades de esla l e y y de la ley Fufia, a fin de dar una ley con t r a e l s o b o r n o , que el cojo de buen agüero ha promulgado. De esta manera hanse prorrogado los comicios h a s t a la víspera del se x t o día de las kalendas de a g o s t o . Lo más e x t r a ñ o en la nueva l e y es que , si solamente se ha prometido dinero a las tribus, sin d a r se l o , no se i n c u r r e en pena; pero si se ha dado, el culpable queda condenado a pagar anualmente a cada tribu, hasta su m u e r t e , una multa de tres millones de sextercios . He dicho en cuanto a esto que hacia mucho tiempo que Clodio observaba ¿no opinas que este consulado que Curión esta ley, porque p r o me t e dinero y no lo da j a m a s . Dime tú a h o r a : contemplaba (y&oaotpriiéov), como una áiro6át»o-tv, reducido a estos t é r m i n o s , no vendrá a se r el reinado del haba? F i l o s o f e m o s , pues con s u l a r sino como un h a r a p o . Dices que estas decidido á no marchar t e al Asia. Mucho c e l e b r a r í a que f u e se s , y temo que los negocio s se r e s i e n tan de tu a u se n c i a . Sin e m b a r g o , no habiendo querido y o partir, no" debo censurar t e . Me c o n t e n t o con las i n s c r i p c i o n e s con que me has dispensado el honor de adornar tu Amaltéa, y n e c e s a r i o es que me contente con ello, puesto que Emilio me abandona, y Argesias nada ha hecho todavía por m í . Acaba de terminar su poema para los L ú c u l o s , y he sabido que se ocupa actualmente en la fábula Cecilio. He dado en tu nombre las gracias a Antonio; Manlio se ha encargado de la carta . Si t e h e escrito tan poco en esto s últimos tiempos, es porque no he tenido ocasión con v e niente, ni sabía tampoco dónde te e n con t r a b a s . P e r o he hablado mucho de tí. Haré cuanto me e n c a r g u e Cincio en tu nombre ; pero le c r e o más ocupado en este m o me n t o de ría que la l e y del tribuno Lurcón se aprobase antes, dio un decreto por el cual declaraba enemigos del Estado a los que, en virtud de las leyes Elia y Fufia, se opusiesen a la que Lurcón proponía contra los sobornos. como haces ya, y no consideremos en adelante la púrpura
36. sí mismo que de cualquier otro, y le ayudo cuanto puedo. Si te dejas en alguna parte, no te faltarán mis cartas; pero no me dejes esperar con impaciencia las tuyas. Desearía me describieses tu, sus ornamentos, plan y forma. Remíteme además cuanto hayas escrito en verso o prosa con relación a esto. Tengo capricho de hacer una Amaltea en Arpiño. Te enviaré algún escrito mío, pero no tengo ninguno terminado.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tus cartas y las de mi hermano Quinto, que me remites, me demuestran el profundo cambio que se ha verificado en sus sentimientos, opiniones y j u i c i o s . Como tanto os quiero al uno y al o t r o , me aflige esto profundamente, y no lo c o m p r e n d o . ¿Qué ha sucedido que de tal manera ha agriado a mihermano, ocasionando en él tamaña r e v o l u ción? Había yo notado hace algún tiempo, y parece que tú observaste también en el momento de nuestra separación, que , sin que supiésemos por q u é , estaba preocupado, e n fermo ó dominado por alguna s o s p e c h a desagradable. Cuando traté de c u r a r l e , y antes lo había hecho ya muchas v e c e s y con mayor empeño en la época del s o r t e o de su provincia, no creía el mal tan grande como tú me lo describe s ; pero no adelanté todo lo que deseaba. Consolábam e pensando que te v e r í a , bien en Dirraquio, bien e n otra parte ; y confiaba y estaba convencido de que sencilla con v e r s a c i ó n , algunas e x p l i c a c i o n e s , hasta una mirada, ó el h e c h o mismo de v u e s t r o e n c u e n t r o bastaría para que de s apareciese todo entre v o s otro s . No h e de de c i r t e , puesto que lo conoces , cuan amable y dulce e s el c a r a c t e r de mi

CARTAS Á ÁTICO 37 íiermano Quinto: su ánimo, demasiado a c c e s i b l e a las i m presiones, e s tan pronto para exaltarse como para calm a r se . La desgracia ha hecho que no os encontréis e n ninguna parte, y por esto malignas sugestiones han p r e v a lecido sobre ios de b e r e s , lazos de familia y antigua a m i s tad que debía se r superior a todo . Más fácil me es adivinar de dónde procede el mal que e s c r i b i r l o ; porque t e me r í a , al defender a los mío s , no tratar bien a los t u y o s ; e s tando persuadido de que , si no se ha trabajado en su casa para irritarlo, al menos no se ha hecho cuanto se debía para c a l m a r l o . Creo el mal más profundo de lo que se piensa: estando tú presente te lo diría con mayor facilidad. En cuanto a las cartas que te ha escrito de s de n i c a , ya las c o n v e r s a c i o n e s Tesalóque ha tenido en Roma con sus amigos ó en el c a m i n o , ignoro la causa que tanto l e h a irritado; e s p e r o , sin e m b a r g o , que tu bondad sabrá poner término a esto s d i s g u s t o s . Si consideras que a v e c e s se encuentran las susceptibilidades más delicadas en los c a r e c i e r e s mejores y más fáciles de guiar; que esta l i g e r e z a , ó mejor dicho movilidad de i m p r e s i o n e s , e s casi siempre indicio de bondad; en fin, y esto e s lo principal, si no olvidas que debemos perdonarnos nuestras i m p e r f e c ciones y defectos, y hasta las ofensas, no puede dudarse que , como e s p e r o , se c a l m a r a muy pronto esa irritación. Ruégote encarecidamente que lo h a g a s así, porque profesándote tan profunda amistad, estoy muy interesado en que no haya ninguno de los míos que no te ame y a quien no ames t ú . Completamente innecesaria era aquella parte de tu carta en que enumeras los empleos que , con sólo que r e r l o , h u bieras o b t e n i d o , tanto en las provincias como en Roma , en diferentes épocas y hasta durante mi con s u l a d o . Conozco a fondo la nobleza y elevación de tu ánimo, y nunca h e c o m prendido que e x i s t i e s e entre nosotros otra diferencia que el g é n e r o de vida que respectivamente h e m o s adoptado: 38 MARGO TULIO CICERÓN. cierta ambición me ha llevado a b u s c a r l o s h o n o r e s , y m o tivos que están muy lejos d e me r e c e r censura te han i n c l i nado a preferir plácidos o c i o s . En cuanto al verdadero h o n o r , al que nace de la rectitud, de la sujeción al d e b e r , de la santidad de la vida, nunca me he considerado superior a tí, ni he considerado tampoco a nadie. Después de mi h e r mano y de mi propia familia, te encuentro en la perimentado s u c e s i v a me n t e primera línea de los que me aman. He v i s t o , he r e con o c i d o , he e x tus cuidados y complacencias e n las diferentes fases de mi vida. ¡Cuántas v e c e s h e s a b o r e a d o con delicia tu regocijo en mis triunfos y tus con suelos en mis p e l i g r o s ! Ahora que te e n c u e n t r a s ausente,, no igualándote nadie en lucidez, ni en amenidad de trata de negocio s públicos que no puedo descuidar; condel v e r s a c i ó n , e x p e r i me n t o inmenso v a c í o . ¿Qué diré? Si seforo, donde c o me n c é sosteniendo luchas para abrirme c a m i n o , y cuyo favor debo conservar para a se g u r a r apoyo a mi dignidad; si se trata de mis asuntos particulares para los cuales , después de la m a r c h a de mihermano, tanto n e c e sitaba verte y hablar contigo; para todo, en fin, me haces falta. En mis vigilias y en mi de s c a n s o , en los trabajos y en el ocio, en el foro y en el hogar d o m é s t i c o , para l o s los negocios públicos y para los privados, no puedo p r e s cindir de tí por más tiempo, del amantísimo s o c o r r o de tus consejos y del encanto de tu con v e r s a c i ó n . La delicadeza nos ha impedido muchas v e c e s , tanto a tí como a mí, estas e x p l i c a c i o n e s ; pero ahora son necesarias por la parte de tu carta en que me haces la apología de tus sentimientos y conducta. En este de s g r a c i a d o de s a c u e r d o existe al menos la ventaja de que tus amigos y yo con o c e m o s desde hace mucho tiempo tu intención t e r m i n a n t e mente expresada de no a c e p t a r ningún empleo en las p r o vincias; de s u e r t e , que si no estás con mihermano, no s e dirá que es por disensión ó ruptura, sino que se verá en ello acto de tu voluntad y efecto de determinación ante-

CARTAS Á ÁTICO. 39 rior. Así, pues, la violación de aquella amistad se e x p i a r é ; y la nuestra, que ha permanecido objeto peto, continuará intacta y pura. Nos encontramos aquí en situación falsa, débil y sin porvenir: sin duda habrás sabido que los caballeros se han separado casi por completo del Senado. Su de s con t e n t o procede en primer lugar del decreto de información con tra los j u e c e s que han recibido dinero. do. Comprendí que el orden dería, aunque Desgraciadamente no me encontraba en Senado cuando se tomó este a c u e r de los caballeros se ofenabiertamente. Quéjeme sin manifestarlo de religioso r e s - al Senado en términos que produje, a lo que c r e o , profunda sensación; y como el asunto era miembros del orden e c u e s t r e , difícil, lo traté amno era pliamente y con dignidad. Este es otro capricho de los que en verdad sostenible, pero que he sostenido, sin embargo , y con se guido c o l o r e a r . L o s subarrendatarios de los tributos del Asia han venido a quejarse ante el Senado, pretendiendo que se dejaron arrastrar a ofrecimientos e x a g e r a d o s , y pidiendo se les otorgue la rescisión del contrato ( 4 ) . Yo he sido el primero en apoyarles, ó mejor dicho, el segundo; porque no atreviéndose a pedir la rescisión, Crasso les impulsó a ello: asunto desagradable, petición torpe y confe sión de temeridad. Pero detrás de esto existía un peligro muy grande, y era que , no con c e d i é n d o l e s nada el Senado, los convirtiese en e n e m i g o s . Así fué que me apresuré a de fenderles en primera línea; les he proporcionado sesiones muy numerosas y b e n é v o l a s el primero y segundo día de l a s k a l e n d a s de d i c i e m b r e , y me he e x t e n d i d o considerab l e me n t e acerca de la necesidad de con se r v a r la dignidad de los órdenes y de con se r v a r la unión entre ellos.Nada se (1) Cada cinco años arrendaban los c e n s o r e s las r e n t a s del E s t a do, siendo ú n i c a me n t e los c a b a l l e r o s los a r r e n d a t a r i o s . Tal p r i v i legio daba a este orden suma importancia, a la que se unía no poca insolencia. 40 MARCO TüLIO CICERÓN. ha techo aún; pero el Senado se e n c u e n t r a bien dispuesto, sin otra oposición que la de Mételo, cónsul designado. T o cábale h a b l a r a nuestro h é r o e Catón; pero la brevedad de los días en esta estación impidió que le l l e g a se el turno. De esta manera, fiel a mi plan y sistema políticos, conservo cuanto puedo la concordia que tan bien había j e o de h a b e r encontrado para c o n se r v a r mi obra T e indicaré algo, sin embargo . Me e n c u e n t r o en cimentado. Mas como esto s medios son e n de b l e s , me lisonotros grande más seguros, de los que no puedo e s c r i b i r t e e x t e n s a me n t e . intimidad con Pompeyo. Oigo desde aquí lo que dices . Cuidaré de lo que de b e cuidarse, y en otra carta te diré más acerca de mis propósitos para la dirección de los negocios. T e notifico que Luceyo ( 4 ) va a pedir el consulado, sin t e n e r más que dos competidores: César, que espera e n t e n derse con él por mediación de Arrio, y Blbulo, que imagina poder unirse a César por mediación de C. Pisóo. ¿Ríes? T e aseguro que nada de esto me r e c e risa. ¿Qué más te diré? ¿qué? Mucho queda; pero lo dejo para otro día. Si tratas cuanto de r e g r e s a r , cuida do que lo se p a . Modestamente te ruego , lo que deseo con mayor v e h e me n c i a : que vengas antes. Nonas de d i c i e m b r e . (1) Competían con César L. L u c e y o y M. Bíbulo. César se unió al primero, que tenía poca inlluencia pero considerable caudal, a con dición de que él a s o c i a se el nombre de César á las generosidades que dispensaba a las c e n t u r i a s . Enterados los grandes de estos manejos y temiendo que <;ésar, con un colega completamente suyo, no pusiera límites a su ambición, quisieron que Bíbulo dispensase a las centurias iguales generosidades, contribuyendo lodos para proc u r a r l e medios. Así consiguió Bíbulo se r nombrado cónsul con César, sin que Pisón tuviese que inter v e n i r en su favor.

CARTAS A ÁTICO.

CARTA XVIII.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. T e diré que hoy nada me hace tanta falta como un c o n fidente a quien pueda decir todo lo que me pasa, que me es c u c h e en su amistad, que me a con se j e con su prudencia; con el que no t e n g a , en fin, al h a b l a r , que fingir, ocultar ni disimular nada. Ausente está mi hermano, á
CARTAS Á ÁTICO. 43 pueblo, a quien tal vez no conocerás (pero que puedes con o c e r porque p e r t e n e c e a tu t r i b u , y su padre se x t o fué en ella repartidor de dinero); este Herennio quiere hacer s i m pático a Clodio entre los p l e b e y o s , y lo propone a los v o tos de todo el pueblo en la asamblea del Campo de Marte. L e he tratado en el Senado como acostumbro tratar a estas g e n t e s ; pero es hombre en que nada h a c e mella. Mételo es up cónsul e g r e g i o y que me profesa m u c h a amistad; pero perjudicó a su autoridad admitiendo el modo propuesto para el juicio do Clodio, sin darle importancia por otra parte ( i ) . En cuanto al hijo de Aulo ( 2 ) , ¡Dioses i n m o r t a l e s ! ¡qué soldado tan c o b a r de ! ¡qué bien me r e c e las injurias qus diariamente le arroja al rostro Palicano! Flavio ha p r o puesto una ley agraria (3), muy pálida, siendo sobre poco más ó menos la ley Plocia. Pero entre tanto, ¿quién podrá e n con t r a r noXitix.ó? áviíp oü8 8vap (un hombre v e r d a de r a me n t e político?) Uno h a y , y es amigo nuestro, y para que sepas quién e s , te diré que Pompeyo, pero se limita a g o z a r en silencio su bordada toga ( 4 ) . Crasso no diría una palabra dor de Mitrídates, más famoso por su lujo que por sus victorias.. Menelao es su hermano Marco. No contento el tribuno Mummio con haber iniciado en sus propios misterios a la esposa de Marco, se oponía también al triunfo de Lucio. En la familia Mummia, después de Cores, se daba culto especial a V e n u s . (1) En c u a n t o Clodio, después de su absolución, mostró sus de testables intenciones, Mételo Celer se declaró públicamente con t r a él, aunque era cuñado s u y o . (2) Bóin refiere que e r a m a s diestro en el baile que en la g o b e r nación del Estado. (3) Lucio Flavio e r a tribuno del pueblo, debiendo s u elección a la influencia de Pompeyo. Compréndese, pues, que propusiese al puer blouna ley agraria c u y o objeto e r a r e p a r t i r tierras a los sol dados de Pompeyo. (4) Cicerón se burla de la toga triunfal c u y o uso concedió á Pompeyo una l e y de los tribunos T. Ampio y T. Labiano, toga que podía usar siempre que se presentase en los juegos e s c é n i c o s ó del c i r c o . Por la misma ley podía usar una corona de oro. Según V e l e y o P a térculo, solamente una vez se presentó con este t r a j e . 44 MARCO TÜTIO CICERÓN. c o n t r a un hombre en favor. A los demás ya les conoces : tan n e c i o s son que c r e e n conservarán todavía sus viveros ( 1 ) ; cuando no e x i s t e ya república. Solamente tenemos uno que que se inquiete aún, y en mi opinión, con más energía y probidad que prudencia y espíritu práctico; Catón, desde hace tres años atormenta a estos desgraciados p u blícanos é impide al Senado que de c r e t e acerca de ellos . De esta manera quedan suspendidos todos los aplazar indefinidamente las l e g a c i o n e s . ya ves en qué mar tan agitado vivimos; y por lo que t e d i g o , siendo tú tan perspicaz, juzgarás de lo que te c a l l o . Piensa al fin en volver ( 2 ) , y aunque no son muy grandes los alicientes del r e g r e s o , c r e o que me aprecias lo bastante para encontrar en mi amistad c o m p e n s a c i ó n a los d i s g u s t o s que te esperan aquí. Vigilaré en todas partes donde se a necesario para que no se te considere como a u se n t e . No llegar hasta el momento de la c e r e m o n i a expiatoria se ría rasgo de puro n e g o c i a n t e . Procura por esta razón que te vea lo más pronto posible. Kalendas de f e b r e r o . Q. Mételo y L. Afranio, c ó n s u l e s . negocios hasta que se r e s u e l v a éste . Creo que tal circunstancia h a r a (1) Es decir, su fortuna y p l a c e r e s : sabido es cuánta afición t e nían los romanos a los peces y cuánto lujo desplegaban en los viveros. (2) Parece que la ausencia era delito en Roma cuando no se c u i daba de consignarlo en algún r e g i s t r o . Esta formalidad era n e c e s a r i a especialmente cuando se aproximaba la operación del censo que terminaba con la ceremonia del lustro. El censor daba t r e s v u j l t a s alrededor del pueblo con las v í c t i m a s que se habían de inmolar al dios Marte, y que eran un cerdo, un c a r n e r o y un toro.

CARTAS Á ÁTICO. 45

CARTA XIX .
CICERÓN A ATICO, SALUD. A contar con tus o c i o s , ó si pudiese reducirme a la b r e v e dad que tú a c o s t u m b r a s , te superaría en escribir y r e c i b i rías más cartas mías que yo r e c i b o tuyas; pero además del cúmulo de obligaciones v e r d a de r a me n t e i n c r e í b l e s que me agobian, no te escribo ni una sola carta en la que no haya algo que e x p o n e r y que deducir. Y en primer l u g a r , así como debe hacer se con un ciudadano a m a n t e de su patria, te diré lo que o c u r r e en la R e p ú b l i c a : en seguida, como después de ella nada te es tan querido como yo m i s m o , t e diré en lo que me atañe cosa s que te disgustaría ignorar. L o más grave que hay en este momento en la República e s el t e m o r de una guerra en las Galias. Ya combaten nuestros y sehermanos los E d u e n o s : los S e c u a n o s han luchado m a l ; c o r r e r í a s por la provincia. El Senado ha decidido que no hay duda de que los Helvecios están en a r m a s y h a c e n s o r t e e n las dos Galias entre los Cónsules, que se haga una leva, que no se admita ninguna e x e n c i ó n ( 1 ) , que se n o m bren legados autorizados que marchen a las ciudades de las Galias para influir en ellas é impedir que se unan a los Helv e c i o s . Estos legados son Q. Mételo Crético ( 2 ) , L. F l a c o y ti iftyy.Y.r¡ ¡jLÜpov (para perfumar las lantejas) L é n t u l o , hijo de Clodiano. Debo darte a con o c e r aquí una c i r c u n s - (1) No se estaba e x e n t o hasta haber servido el tiempo que Ajaban las l e y e s . Las exenciones se concedían cuando la guerra e s t a b a al otro lado de los Alpes; pero cuando se t e m í a alguna irrupción en Italia, no se tenían en c u e n t a . (2) Q. Mételo Crético, llamado así porque completó la derrota de los Crilanes. F u é pretor bajo el consulado de Cicerón. 46 MARCO TULIO CICERÓN. tancia curiosa: mi nombre salió el primero entre los con sulares; pero el Senado, que era n u me r o s o , exclamó a una voz que era yo harto necesario aquí. Después ocurrió lo mismo con Pompeyo . Es de c i r , que nos retienen al uno y al otro como prendas de salvación: porque ¿á qué e s p e r a r q u e otros deduzcan esta conclusión (¿itit¡.x.%axa) cuando tan naturalmente se me ofrece a mí mismo? P a se m o s a los asuntos del interior. F l a c o , el tribuno del pueblo, sostenía vivamente su ley a g r a r i a , ayudándole P o m p e y o , y siendo esto todo lo que tenía de popular el p r o y e c t o ( 1 ) . He aquí cuál fué mi opinión, escuchada con sumo favor: c e r c e n é de la ley todo cuanto infiere perjuicio a t e r c e r o ; e x c e p t u é de partición los terrenos vendidos p ú b l i c a mente bajo el consulado de P. Mucio y de L. Calpurnio; mantuve las donaciones de Sila ( 2 ) , y de j é , en fin, a los h a bitantes de Volterra, como también a los Arretinos, las tierras que les eonfiscó, pero que no se han repartido. S o l a mente conservé un artículo, el que manda emplear durante cinco años en adquisición de t e r r e n o s el producto de los impuestos nuevos. El Senado no quería nada de la l e y , porque veía en ella un aumento de poder que guarda para Pompeyo . Pompeyo, por su parte, desplegaba todas sus (1) La ley de Flavio no era popular en lo relativo a las r e c o m p e n s a s de los soldados de Pompeyo, en lo que no tenía interés alguno el pueblo propiamente dicho; tampoco lo era por el perjuicio que infería á considerable número de particulares poseedores, c e r c a de un siglo ya, de terrenos enajenados por la República y visados por la ley de Flavio. Cicerón quería que se e x c e p t u a se n esto s t e r r e n o s , pero limitando sin embargo la excepción a los ricos sus amigo s . Un año después a todos los puso César de acuerdo disponiendo que, en vez de reivindicar los terrenos enajenados cien años antes, se e n a j e n a se n y repartiesen los de la Campania, que pertenecían a la República. (2) Este era el donativo que hizo Sila á sus amigos de las t i e r r a s y bienes de los partidarios de Mario que hicieren armas con t r a , é l . Al número de estas tierras pertenecían las de los habitantes de V o l t e r r a y del A r r e z z o .

CARTAS A ÁTICO. -47 fuerzas para hacerla aprobar (1). Yo conservaba, con mucho aplauso de los interesados, los de r e c h o s c r e a d o s (reserva que , como s a b e s , se aplica exclusivamente a los r i c o s , nuestros amigos); atendiendo por otra parte a los interes e s del pueblo y de Pompeyo (en lo que tengo mucho e m peño) por medio de las adquisiciones n u e v a s : sistema q u e , hábilmente aplicado, tiene la ventaja de limpiar la sentina de Roma y poblar las soledades de Italia. P e r o las a me n a zas de guerra han enfriado mucho este asunto. Mételo e s un cónsul excelente y me estima m u c h o . El otro es una nulidad c o m p l e t a . Hasta el presente no sabe cuánto vale e l puesto que ha comprado. He aquí cuanto hay sobre asuntos públicos, si es que este lo consideras como tal. Un tal Herennio, tribuno del pueblo y miembro de tu tribu, hombre malvado y h a m b r i e n t o , ha hecho muchas tentativas para la agregación de Clodio a los plebeyos; pero no le falta oposición. Y ahora, si no me e n g a ñ o , nada me que da que decirte en achaque de política. Vuelvo a lo que me con c i e r n e : desde las famosas nonas de diciembre (2) en que, a costa de grandes envidias y odios, conseguí eximia é inmortal gloria, no he cesado de s o s t e n e r mi carácter y con s e r v a r mi actitud. Pero la a b s o lución de Clodio me ha hecho abrir los ojos acerca de la poca confianza que puede tenerse en la justicia y también su degradación. He visto además que nuestros publícanos, sin se p a r a r se de mí, no mostraron la más pequeña dificultad para apartarse del Senado; y además, que los afortuna(1) La repartición de terrenos que pedía Pompeyo se refería princ i p a l me n t e a los soldados que habían servido con él en Asia, y p a r e cía al Senado que Pompeyo quería hacer se conferir el e n c a r g o de ejecutar la repartición; pero no se le concedió este privilegio, que se otorgó a César cuando, un año después, hizo aprobar con muchas enmiendas la l e y de F l a v i o . (2) El 5 de diciembre, día en que Cicerón hizo prender y e j e c u t a r en la prisión a los cómplices de Caluma. 48 MARGO TULI0 CICERÓN. dos del día (hablo de tus amigos los e n t u s i a s t a s de viveros) no ocultaban la envidia que les trabaja en contra mía. T e niendo esto en cuenta, he pensado en p r o c u r a r me otros r e c u r s o s y más firmes apoyos. He comenzado por hacer reflexionar a Pompeyo acerca de su prolongado silencio en lo con c e r n i e n t e a mí, y le h e llevado a que me proclame en pleno se n a d o , no una sino muchas v e c e s y en t é r m i n o s p o m p o s o s , el salvador de la República y del u n i v e r s o . Esto m e importa p o c o , porque mi gloria e s demasiado brillante para necesitar t e s t i g o s , y demasiado bien juzgada para n e c e s i t a r elogios. P e r o es muy importante para la República , porque algunos malvados se lisonjeaban c r e y e n d o que era esto motivo de división entre Pompeyo y y o . P e r o ahora me e n c u e n t r o de tal manera ligado con él que, como p a r t i c u l a r e s , e n con t r a m o s mutuo apoyo, y como h o m b r e s políticos podsmos o b r a r con más decisión. Habíanse concicoa tado contra mí los odios de esta juventud a r d i e n t e y sin con v i c c i o n e s ; y d e tal manera he sabido con t e n e r l a mi afabilidad, que ahora soy quien le me r e c e mayores conside r a c i o n e s . En fin, cuido de no h e r i r a nadie, y esto sin bajeza ni populachería. Mi método de conducta e s t a tan bien c a l c u l a d o , que el hombre público no c e de a nada, y el privado, que con ó c e l a flaqueza de las g e n t e s h o n r a das, la injusticia de los envidiosos y el odio de ios malvad o s , toma sus p r e c a u c i o n e s y atiende a su seguridad. P e r o no me entrego a mis nuevas amistades sin recordar a todo m o me n t o la c a n c i ó n del astuto siciliano E p i c a r m o : NStpe xat p.é(jivo5' árasxsTv &p9pa xaOxa totv tppeydv ( 1 ) . Creo que ahora podrás formar cabal idea de mi plan y de la posición que h e t o m a d o . Muchas v e c e s me has hablado ya de tu a s u n t o , en el que nada puedo hacer actualmente. Ese sena tus-consulto ha sido (d) V e l a r siempre y no fiarse j a m a s , e s t a e s la sabiduría. .

CARTAS Á ÁTICO. 49 obra de los senadores pedarios ( i ) , sin que yo tome parte alguna en é l . Si consta en él mi nombre ( 2 ) , fácil es ver por el con t e x t o mismo del acta, que comprende diferentes asuntos, que se ha añadido, sin que se sepa por qué, la disposición relativa a los pueblos l i b r e s . P. Servilio, hijo, al votar de los últimos, lo propuso. En este momento es imposible revocar el acuerdo. Han cesado de cel ebr ar se las reuniones que al principio eran muy numerosas. Desearía me dijeses si tus halagüeñas palabras han obtenido a l gún dinero de los Sicionios. Te mando la historia griega de mi consulado. Si encuentras en ella algo que no sea bastante bueno ó bastante griego para un Ático como tú, no e s p e r e s de mí la a p o l o gía que Lúcido, según c r e o , te hizo en P a l e r m o , al hablar de su historia, diciendo que había sembrado en ella algunos b a r b a r i s m o s y solecismos (aoAotxjc) para que se viese era trabajo de un Roma n o . Si en el mío e n c u e n t r a s algo de esto , ten por seguro que ha sido sin intención por mi parte y sin saberlo. Cuando esté concluida la versión latina, te la remitiré. Cuenta con una tercera edición en v e r s o ; porque quiero cantar mis alabanzas de todas m a n e r a s . Pero no me digas tls Ka.xép oriv^o-ei ¿quién alaba a su padre? Si en la historia del mundo hay algo que valga más, que se la alabe, pero que se me censure por no alabarla yo con preferencia. A de m a s , no es i^YM^iazua un p a n e g í r i c o , sino laxopixi una historia lo que escribo . Mi hermano Quinto se defiende mucho en sus cartas, y asegura que a nadie ha hablado mal de tí. Necesario será que "entre nosotros, de viva voz y d i s c r e t a me n t e , p o n g a (1) Llamábase senadores pedarios a los que no habían ejercido magistraturas curules. Votaban después de los que habían pasado por estos honores y lo hacían pasando al lado del senador que había opinado como ellos. A esto se llamaba pedibusire in senlentiam(2) En los senatusconsullos se citaban los nombres de todos los que asistían a la sesión en que se daban. TOMO ix. 4 SO MARCO TUMO CICERÓN. mos en claro este asunto. R e g r e s a , pues, lo más pronto p o s i b l e . Cossinio, a quien entrego mi carta, me ha parecido hombre de bien, formal, fiel a tus interes e s , tal, en fin, como me lo pintaban tus cartas . Idus de marzo.

CARTA XX .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando r e g r e s é de Pompeya a Roma , el iv de los idus de marzo, nuestro amigo Cicinio me entregó una carta tuya fechada en los idus de f e b r e r o . Voy a contestar a ella. Ante todo me congratulo de que al fin conozcas a fondo mis sentimientos hacia tí. En seguida me congratulo más aún de la perfecta moderación con que has recibido c i e r t a s cosa s que debían p a r e c e r t e muy duras de mi parte , y que en sí mismas eran poco a g r a d a b l e s . Por esto h e podido apreciar que tu corazón no m e quiere a medias y que p o se e s tanta elevación como prudencia. Tu lenguaje, tan suave, tan comedido, delicado y bondadoso, nada me deja que decir, sino que verdaderamente no creía ni en ni en nadie tanta amenidad y me s u r a . Ahora lo mejor tí es no e s c r i b i r ni una sola palabra acerca de esto . Cuando nos veamos, si algo t e n e m o s que de c i r , lo diremos. R e con o z c o l u amistad y tu prudencia en todas tus reflexiones acerca de los asuntos públicos; y veo que tu manera de con t e m plar las cosas concuerda mucho con la mía: (porque de b o ante todo conservar intactos mi c a r a c t e r y posición: no debo pasar con todas mis fuerzas a una alianza nueva; y este de quien me hablas (1) c a r e c e de elevación de espíri- (1) Pompeyo.

CARTAS Á ÁTICO. 51 tu y de nobleza de corazón, no sabiendo otra cosa que b a j a r la cabeza y adular al pueblo). P e r o si no ha sido inútil a mis intere s e s , al me n o s lo ha sido a la república, y se g u r a me n t e , mucho más a ésta que a mí, el que yo los golpes de los parase malos ciudadanos, haciendo c e s a r , en consideración a mí, la neutralidad de un hombre tan g r a n de por su fortuna, por su influencia, por el favor popular, y conduciéndole a no con t e s t a r sino con elogios públicos de mi vida a las esperanzas de los malvados. P e r o todo se ha combinado tan bien, que no me perjudico uniéndome a é l , y él se honra declarándose por m í . Puede estar seguro de que en todo lo demás mi con d u c ta actual y venidera no dará j a m á s ocasión de decir que he hecho algo a la aventura. Nunca se verá que me separo de los hombre s honrados, mis naturales aliados, a los que aludes, ni de e s a emípTav que, según dices, es mi patrimonio: y si alguna vez ésta me abandonase, no por ello c a m biaría de conducta ni de con v e n c i m i e n t o . P e r o quisiera que reflexionaras que , desde la muerte de Catulo ( 1 ) , yo solo seguía el buen camino sin apoyo ni a c o m p a ñ a m i e n t o . por q u e , como dice Rhinthon ( 2 ) , según c r e o : 01 \ikvi Ttap' oiSev slsi, xot? 8 o68kv |A¿Ást ( 3 ) . En otra carta te diré ó r e se r v a r é para tu r e g r e s o , hasta dónde l l e g a la malignidad de los amantes de viveros ( 4 ) . Nada sin embargo podrá se p a r a r me del se n a d o : este es mi de b e r ; esto es lo que más f a v o r e c e a mis interes e s , y ésto (1) Cátulo había muerto poco antes y esto privaba a Cicerón de uno de sus principales a p o y o s . (2) Poeta cómico griego. La c i t a es de su comedia el Anfitrión. (3) La mitad no es buena, y la otra mitad es indiferente. (4) Cicerón se refiere principalmente a H»rtensio y a Lúculo, a quienes ofuscaba la extraordinaria fortuna política del grando orador. 52 que se me t i e n e . MARCO TULIO CICERÓN. es lo que e x i g e mi gratitud por la elevada estimación e n Como ya te e s c r i b í antes, no c u e n t e s mucho con el se nado en tu asunto de los Sicionios, pues ya no hay n a d i e que se que j e : así e s q u e , si e s p e r a se s t o , vas a e s p e r a r por mucho tiempo. Si puedes, procura emprender otro camino para atacar. Cuando se propuso el artículo, no se pensó en las personas a quienes podría perjudicar, y los se n a d o r e s pedarios acudieron a porfía para votar en p r o . No e s tan aún maduros los tiempos para volver sobre este se n a tuseonsulto, en primer lugar, porque no hay r e c l a m a c i ó n , y además, porque lo encuentran e x c e l e n t e ; tativo. Tu Mételo es un cónsul e m i n e n t e ; una sola c o s a p u e d a decir de é l : que no le agrada mucho la pacificación de la Galia. Creo que deseaba l o s honores del triunfo. Mejor fuera que lo deseara me n o s ; en lo demás está a d m i r a b l e . El hijo de Aulo de tal manera se porta, que puede de cirse que su consulado no es consulado, e s un un bofetón úitoVmoY que se ha dado Pompeyo . De mis escrito s , te h e remitido la historia griega de mi consulado. El mismo libro h e enviado a L. Cossinio. Creo que te agradan mucho mis trabajos latinos, pero que en tu calidad de griego no m i ras bien lo que escribo en g r i e g o . Si otros escribe n , te r e mitiré sus o b r a s . P e r o , c r é e me , no sé en qué consiste que , después de l e e r me , quedan desalentados. Ahora (por decirte algo de mis asuntos) debes saber que L. Papiro P e t o , hombre íntegro y partidario mío de c o r a zón, me ha ofrecido en regalo la biblioteca que le ha legado L. Claudio. Después de haberme c e r c i o r a d o por tu amigo Cincio de que la ley Cincia no prohibe esta clase de d o n e s , contesto que la aceptaré con mucho gusto. T e ruego , pues , si me estimas y quieres que te estime, que pongas en movimiento amigos, clientes, huéspedes, l i b e r t o s , e s c l a v o s , los unos por el mal que de él esperan, los otros porque lo c r e e n e q u i -

CARTAS A ÁTICO. 83 todas tus g e n t e s en fin, para que vigilen y no se pierda nada. Necesito en gran manera obras griegas que e s p e r o e n con t r a r en esa biblioteca, y trabajos latinos que s é se encuentran en ella. De día en día dedico con más placer a estas tranquilas ocupaciones el tiempo que me deja libre el foro. Repito que te a g r a de c e r é mucho que atiendas a este asuntillo con el celo que desplegas en las cosa s que más profundamente de s e o . Al mismo tiempo te recomiendo los intereses de P e t o , que ya te profesa inmenso a g r a de c i m i e n t o . En fin, r e g r e s a , s i n o que t e lo a con se j o . ya no s o l a me n t e te lo ruego ,

LIBRO SEGUNDO.

CARTA PRIMERA.

CICERÓN A ÁTICO , S A L U D . El día de las kalendas de junio, cuando marchaba a Anzio, deseoso de alejarme de los gladiadores de Mételo, e n con t r é a tu m e n s a j e r o . entre g ó me tu carta y tu c o me n tario en griego a c e r c a de mi consulado. Me congratulo de h a b e r me adelantado remitiéndote por medio de Cossinio lo que había escrito sobre el mismo asunto en esa lengua ( 1 ) . Porque si hubiese leído antes tu trabajo, hubieses dicho que te había plagiado. Al l e e r t e , cosa que hice en se g u i d a , observé demasiada sencillez y de s c u i d o ; pero has sabido encontrar elegancia en la falta misma de ella, como a l gunas mujeres de quienes puede de c i r se que huelen bien porque no huelen a nada. Mi libro es muy diferente, por que he derramado en él toda la perfumería (uopadiíxtov) de l s ó c r a t e s y todos los frascos de sus discípulos, habiendo consumido hasta los afeites de Aristóteles. Dícesme en una carta anterior que ya lo habías leído en Corciro: supongo que esto habrá sido antes de recibir el ejemplar que e n c a r gué a Cossinio. No me hubiese atrevido a r e m i l í r t e l o hasta después de escrupulosa y madura revisión. Además, P o s i - (1) La tiisloria de su consulado. 36 MARCO TULIO CICERÓN. donio ( 1 ) , a quien lo mostré para que le sirviera como de tema para un trabajo más i m por t a n t e . ' me ha escrito desde Rodas que, después de l e e r l o , se ha visto no tentado sino asustado de tratar asunto se me j a n t e . ¿Qué más? he con t u r bado la nación g r i e g a , y así me libro de una importunidad diaria, porque ellos eran los que me instaban para que les suministrase asunto de amplificación. Si el libro te agrada, no dejes de difundirlo en Atenas y en las ciudades p r i n c i pales de Grecia, porque podrá servir para a r r o j a r luz sobre mis a c t o s . Recibirás las arengas que me pides, y algunas otras también, puesto que te son gratas composiciones en que solamente intentaba agradar a la j u v e n t u d . Tu con c i u dadano Demóstenes (2) no brilló con todo su esplendor hasta después de pronunciar las arengas llamadas F i l í p i c a s , porque se separó de la oratoria especial y argucias del foro para elevarse a las conside r a c i o n e s políticas y l e n g u a j e del hombre de Estado (asjAvóxepoí ti? x a ( rcoXiTiy.dVcEpo<;). Yo también he querido tener mis a r e n g a s , que pudieran llamarse con s u l a r e s . La primera y la segunda versan sobre la ley Agraria: una en el se n a d o , en las kalendas de e n e r o ; otra ante el pueblo; la t e r cera , por Othón; la c u a r t a , por R a b i r i o ; la quinta, por los hijos de los p r o s c r i t o s ; la se x t a , al dimitir mi provincia; la séptima es la que e x p u l s ó a Catilina; pronuncie la octava ante el pueblo al día siguiente de su fuga; la novena, en la tribuna el día en que vinieron los Alobroges a declarar; la décima, en el se n a d o , en las nonas de d i c i e m b r e . Hay otras dos, más b r e v e s , que p u e den c o n s i de r a r se como a n e x a s al discurso acerca de la ley (1) Filósofo estoico, discípulo de Panecio, bajo c u y a dirección estudió^ Cicerón en Rodas. (2) Ático había pasado parte de su vida en Atenas, a donde se r e tiró durante las guerras civiles de Mario y Sila, Solamente por esto podía llamársele conciudadano de Demóstenes, porque el título de ciudadano de Atenas que le ofrecían no podía aceptarlo sin perder el de ciudadano Romano.

CARTAS A ÁTICO. 51 Agraria. Cuidaré de que recibas toda la c o l e c c i ó n (CARTA III.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En primer lugar, buena noticia, según creo (Eúarfféhct). Valerio, defendido por Hortensio, ha sido absuelto. Atribuyese este resultado a la influencia del hijo de Aulo; sospecho, como tú, que Epicrates (1) tomó parte en el asunto. No me agradaban sus cantigas ni sus cintas blancas (2) . Cuando vengas sabremos lo que hay en esto. Te parecen muy estrechas mis ventanas; pues ten entendido que atacas a Kúpou natSefav (la Ciropedia). Lo dije a Ciro, y me demosa T tró que dando más luz, quitaría belleza a la perspectiva del jardín . En efecto , eo-tiu o'tbií V¿* 1 > ° 8e ópó)¡ji.evov B , f, aíy.tTvsí Se xa'te, sea el sol A, el objeto visible B y C, los rayos visuales D y C, e t c . . Desde luego ves la demostración. Ahora bien; si e s cierto que la visión se verifica por imágenes , h e aquí imágenes que se verán muy angustiadas por ventanas estrechas , mientras que los rayos pasarían a su placer. Si tienes otra cosa que criticarme , tendré contestación que darte , a menos que me cueste mucho fesar. Hablemos del mes de enero que se acerca , y de mi situación política. Voy, a la manera de Sócrates , a poner dos opiniones frente a frente; y después, como de costumbre , te diré mi parecer . La cuestión es muy grave . Necesario es ó declararse contra la ley agraria, y la lucha se r a t e r r i (1) Uno de los motes que Cicerón solía poner a Pompeyo: significa omnipotente. (2) Cinta blanca rodeada a la pierna desde la rodilla al tobillo: también e r a una banda que se rodeaba a la frente manera de diadema, insignia real . con- 64 MARCO TU.10 CICERÓN. permanecer ble, pero puede alcanzarse gloria al final; ó neutral, es decir, hacer un viaje, sea a Aurio ó a Solonia ( 1 ) ; ó, en fin, hablar en pro de la ley . Dicen que César espera que tomaré esta decisión y hasta que cuenta con ella: por que he recibido la visita de Cornelio, Cornelio Balbo (2), su amigo de confianza. Este me ha dicho que César se a consejaría en toda ocasión de Pompeyo y de mí, y procuraría poner de acuerdo a Craso y a Pompeyo. Ahora he aquí el final de todo esto para mí: Unión estrecha con Pompeyo y , en caso necesario , con César. No tendré enemigo que no se reconcilie conmigo , y estaré en paz con todos, consiguiendo tranquila vejez . Así es , pero esta alocución de mi libro tercero , no deja de inquietarme: «Sostén hasta el fin el valor y noble papel con que distinguiste tu juventud y diste esplendor a tu consulado. Trabaja sin cesar para adquirir nuevos títulos a la fama y la estimación de los hombres honrados.« Estos son los consejos que !a misma Caliope (3) me dio, y en el mismo libro todo concuerda con estas máximas. Después de este lenguaje ¿puedo dejar de decir : ¿El mejor oráculo es combatir por la patria? Pero reservemos esto para los paseos Compítales (4). No olvides venir la víspera: mandaré que calienten el baño .
(1) Otra casa de campo de Cicerón, en territorio de Lanuvio, c a m i no de Ostia.
(2) Cornelio Balbo era de Cádiz, y Pompeyo le había hecho caballero romano. Llegó a ser íntimo amigo de César. Cicerón habla de él muchas veces .
(3) Título del libro del poema de Cicerón acerca de su consulado.
(4) La Compítales, fiestas dedicadas a los dioses Lares, llevaban este nombre porque se celebraban en las encrucijadas. Pertenecían a las que se designaban con el nombre de ferire conceptiva;, porque los magistrados ó los pretores las promulgaban anualmente, bien en días lijos, ó bien en días indeterminados.

CARTAS Á ÁTICO. 65 Igual ruego dirige Terencia Pomponia: también tendremos con nosotros a tu madre. Tráeme de la biblioteca de mi hermano Teofrasto. Quinto el Tratado de la Ambición de

CARTA IV .

CICERÓN Á ÁTICO,, SALUD. Gratísimo me ha sido que me r e m i t i e se s el libro de se rapión ( I ) , del que (dicho sea entre nosotros) apenas e n tiendo la milésima parte. He mandado que t e r e i n t e g r e n el c o s t o , por temor de que inscribas la cantidad en tus c u e n t a s como regalo. Y j n i esto que te hablo de dinero, ruégote e n carecidamente que hagas cuanto puedas para terminar con Titinio ( 2 ) . Me alegraré que modifique sus condiciones, por que deseo v e h e me n t e me n t e anular un mal contrato, con tal de que Pomponia consienta en e l l o : si n o , que se l e d& algo m a s para quitarle hasta la sombra de un p r e t e x t o . Pon término a este asunto antes de partir: l o r e c o m i e n d o a tu amistad y acostumbrada c o m p l a c e n c i a . ¿Conque va Clodio en embajada c e r c a de Tigrano? La enhorabuena, si le acontece lo mismo que a Sirpias. En último c a s o , m e resigno fácilmente. Mejor e s , en e f e c t o , esperar para o b t e n e r una legación libre ( 3 ) , que , como espero, llegue el momento(1) Serapión e r a de Antioquía. Escribió una obra de Geografía quecita Plinio. (2) Q. Titinio, amigo de Cicerón y de Á t i c o . Como se ve , e r a p r e s t a m i s t a , y a c a u s a de ello tenía algunas diferencias con Pomponia, hermana de Ático y esposa de Quinto Cicerón. (3) Los senadores solicitaban legaciones libres, es decir, títulos sin funciones, para conseguir libertad de permanecer largo tiempo fuera de Roma, cosa que no se les permitía de otra manera, y t a m bién para que se les recibiese con m a s aparato en l a s provincias a . donde marchaban. TOMO ix. 5 66 MARCO TULIO CICERÓN. del de s c a n s o para mi hermano Quinto, y sepa a qué a t e n e r me acerca del honrado sacrificador de la Buena Diosa ( 1 ) . Hasta entonces gozaré del c o me r c i o de las musas, y g o zaré en c a l m a , diré m a s , con delicia. No e x p e r i me n t a r é ni el más ligero movimiento de envidia contra Crasso, ni p e s a r por h a b e r permanecido fiel a mis principios. P r o c u r a r é c o m p l a c e r t e en cuanto a la geografía; pero no prometo nada de c i e r t o . Es trabajo muy grande. Sin embargo , n e c e s a r i o e s , como de se a s , que mi retiro al campo te algo. Procura que sepa cuanto hayas podido i n d a g a r relativa mente a los negocio s : sobre todo, que sepa yo a quiénes tendremos por c ó n s u l e s ; a pesar de que no me interesa mucho esto . He decidido no ocuparme ya de la República. He visitado el bosque de T e r e n c i a . ¿Qué te diré? E x c e p tuando las encinas de Dodona, nada tenemos que envidiar a tu E p i r o . Para las kalendas e s t a r e m o s en Formio ó en Pompeya. Si no te e n c u e n t r a s en F o r m i o , si nos quieres, ven a Pompeya. Mucho placer nos c a u s a r a s , y no será gran rodeo para tí.' He dado órdenes a Filotimo para que no impida se con s truya el muro como deseas ( 2 ) . Creo, sin embargo , que no hay hombre de bien cuya e x i s t e n c i a e s t é monte Palatino: mas por nada hubiese querido bamiento. que debes llamar a V e c i o . En un tiempo como el nuestro, en el segura, dejar a e r a mucho para mí un estío más pasado en mi palestra del Pomponia y al niño en el temor continuo de un de r r u m aproveche (1) Clodio, que tan p e r f e c t a me n t e había oficiado en casa de César. (2) La casa de Cicerón, que había comprado a Crasso, y la de su hermano Quinto, en el monte Palatino, estaban contiguas, y la pared medianera, que amenazaba ruina, se inclinaba hacia el lado de Quinto.

CARTAS A ÁTICO. 67

CARTA V. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Verdad es que deseo h a c e mucho tiempo visitar A l e j a n dría y el resto del Egipto ( 1 ) . Ocasión e s esta de e v i t a r , por medio de la a u se n c i a , el cansancio que tienen de m í , y tal vez hacer desear algo mi r e g r e s o . P e r o aceptar una misión e n e s t e tiem 9 0 y de tales'manos At§áojj.cu Tpwaí, xotí TpojaSa? ¿'xsatirXouc ( ü ) . ¿Qué dirían, en e f e c t o , los hombre s honrados, si es que que d a n aún? ¿Qué mezquino interés me había hecho a b a n donar mis principios? IloXuSá[xa<; ¡AOI Tcpcbxo? éAs'yXsi'nv áva6irjffei ( 3 ) . Aludo a Catón, cuya voz cuento por cien m i l . ¿Cómo h a blará de mí la historia pasados se i s c i e n t o s años? Mucho más me inquieta esto que los murmullos de esa multitud que zumba en derredor mío . Creo que lo mejor e se s p e r a r y ver v e n i r . Si me hacen proposiciones, que d a r é holgado y reflexionaré; porque algunas v e c e se x i s t e , a fe m í a , cierta (1) César y Pompeyo habían hecho reconocer como aliado del pueblo romano a Ptolomeo Auletas, r e y de Egipto, que vacilaba en s u trono y a quien esta alianza debía afirmar. T r a t ó se entonces de e n viar una embajada a Alejandría, y César y Pompeyo habían (gado la vista en Cicerón para conferírsela y alejarle de Roma, donde les m o lestaba su p r e se n c i a . Muy dispuesto estaba Cicerón a aceptar, pero al fin rehusó, arrepintiéndose después. (2) Desconfía de los ofrecimientos d é l o s Troyanos y de las T r o yanas de largas v e l a s . — E s t e v e r s o había pasado a proverbio, y Cicerón lo repite con frecuencia y se lo a p l i c a . (3) Polídamas especialmente prorrumpirá en c e n s u r a s . 68 MARCO TÜL10 CICERÓN. gloria en r e h u s a r . Así, pues , si ©sotpávnc ( l ) te indica algo,, n o digas a b s o l u t a me n t e que n o . E s p e r o tus cartas para saber n o t i c i a s : lo que dice Arrio ( 2 ) ; c ó m o soporta su de s g r a cia; qué c ó n s u l e s n o s darán; ¿Pompeyo y C r a s s o , se g ú n e l r u m o r que c o r r e , ó Gabinio y se r v i o Sulpicio ( 3 ) , según me ' han escrito ? ¿Se habla de l e y e s nuevas? ¿Qué s u c e de , en fin?" Y p u esto que se m a r c h a Nepote ( 4 ) , ¿en quién r e c a e el c a r g o de augur? (5) este e s el ú n i c o que podría t e n t a r me . Y a v e s qué poca firmeza t e n g o . P e r o ¿en qué pienso cuando d e se o abandonarlo todo para filosofar (
CARTAS A ÁTICO. 69 saber lo referente a Curcio, qué s u ceso r se le destina; lo que acontezca a Clodio, y todo lo demás que me t i e n e s prometido: escríbeme f r a n c a me n t e . Quisiera saber también el día en que saldrás de Roma , con objeto de decirte seguridad dónde me tus c a r t a s . encontraré entonces: pronto a todas estas p r e g u n t a s . E s p e r o con con contéstame impaciencia

CARTA VI .
CICERÓN Á ÁTICO, SALDD. T e prometía en anteriores cartas que algo produciría mi viaje; pero ya no respondo de ello. Me he dejado dominar por la pereza, hasta el punto de no poder v e n c e r l a . 0 me deleito con los libros, y tengo en Anzio agradable a b u n dancia; ó cuento las olas del mar, porque el tiempo no e s a propósito para la p e s c a . Tengo horror al t r a b a j o , y es t a rea inmensa la YEü>Ypa
CARTAS Á ÁTICO. 71 odio a los malvados; los odio sin pasión, pero no sin e n - c o n t r a r placer en su c a s t i g o . Hablando ahora de negocio s , te diré que he escrito a los c u esto r e s de la ciudad en inter é s de mihermanoQuinto. Averigua lo que d i c e n ; si nos darán dinero romano ó tendremos que atenernos a los c i toforos (1) de P o m p e y a . Resuelve también lo que ha de hacer se con el m u r o . ¿Hay algo más? Sí: procura que sepa cuándo has de venir.

CARTA VII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Todavía h e de reflexionar detenidamente en la g e o g r a fía. De las dos oraciones que me pides, no me atreví a e s c r i b i r la primera por tedio, y la segunda porque en ella hago el elogio de un hombre que no me agrada. V e r é , sin embargo ; y de una ú otra manera, algo saldrá al fin de este r e t i r o , para que no me c r e a s entregado irremisiblemente a la pereza. Mucho me agrada lo que me dices de Publio: ruégote que sigas la pista y me traigas todos l e s detalles a tu r e g r e s o . Entretanto, no de j e s de e s c r i b i r me tus de s c u brimientos y c o n j e t u r a s , especialme n t e lo que hagas con relación a la embajada. Antes de tu carta , deseaba su m a r (1) El cistóioro es una didracma acuñada en las ciudades griegas del Asia Menor occidental durante el primer siglo t n l e s de nuestra era. Los había de diferentes puntos, y , como vemos, Pompeyo los hizo a c u ñ a r . También los acuñaron los dos Cicerones, Quinto del 695 al 697, y Marco del 703 al 704. Todos los v e n c e d o r e s del Asia i n t r o dujeron en Roma cantidades inmensas de e s t a moneda en las c e r e monias del triunfo. El nombre de cistóforos lo recibían de que l l e v a ban el cisto m í s t i c o de Ceres, y se atribuye su origen a las grandes compañías religioso-dramáticas dionisiacas. Antes del Imperio fué la moneda más popular del mundo antiguo. 72 MARCO TULIO CICERÓN. c h a , no a fe mía porque r e t r o c e d a yo ante un conflicto (me e n c u e n t r o de excelente humor para litigar), sino porque veía que iba a perder por este medio la popularidad que le había hecho ganar su a g r e g a c i ó n a los plebeyos. ¿Por qué has pasado a la plebe? le habría dicho; ¿para ir a saludar a Tigrano? Habla: ¿acaso los r e y e s de Armenia no saludan a los patricios? Disponíame, en fin, á lanzar mis saetas contra su embajada. Si él se burla y, como me dices , r e m u e v e la bilis a sus patronos a título de plebeyo y a sus augures en la ley curial (1), el espectáculo es magnífico. P e r o a fe mía si he de decir verdad, se trata con bastante ultraje a e se querido Publio. ¡Haber sido en otro tiempo el hombre únic o en la casa de César, y no poder se r hoy uno de los veint e ! ¡Cómo! ¿le proponen una embajada y le dan otra? La buena, en la que puede hacerse negocio , será para Druso el Pisauriano ó para el glotón Vatinio! (2) y la otra, misión raquítica, embajada de c o r r e o , se le confiere al grande homb r e que tienen en reserva para el tribunado, cuando llegue la ocasión! T e ruego que p r o c u r e s cuanto puedas hacer l e estallar. Para nosotros no hay esperanza ni salud sino en la división de esos h o m b r e s , y , si h e de c r e e r a Curión, ya e x i s t e algo de esto . Arrio está furioso por no h a b e r con se guido el consulado. Megaloco (3) y esta sanguinaria j u v e n tud se encuentran muy mal. Ahora viene e l augurado, e x c e l e n t e asunto de discordia. Espero tener que escribirte cosa s muy buenas. Pero te ruego me expliques las palabras (1) Estos que proponían la ley cwriata, es decir, sometida al voto del pueblo por centurias, como era necesario para que fuese válida la adopción, son César y Pompeyo, el uno como cónsul y el otro como a u g u r . (2) Cicerón llama así a Vatinio, aludiendo a dos banquetes á que éste acababa de asistir, uno en casa de f a u s t o y el otro en la de Q. Arrio. (3) Creen algunos que designa con este mote a Pompeyo: otros suponen que se t r a t a de C. Megaboco, quien, por queja de los S a r d o s , fué condenado con T . Albucio.

CARTAS A ÁTICO. 73 o s c u r a s de que ya hay cinco que comienzan a hablar ( 1 ) . ¿Qué quieres decir? Si entiendo bien, las cosas m a r c h a n mejor de lo que suponía. P e r o no creas que en estas preguntas haya interés directo ni propósito oculto dé inter v e n i r a c t i vamente en la política. Cuando g o b e r n a b a , e s t a b a ya c a n sado de los negocio s . Ahora que me e n c u e n t r o fuera de la nave, no por h a b e r abandonado el timón, sino porque me lo han arrancado de las m a n o s , quiero presenciar desde la orilla el espectáculo de sus naufragios, y , como dice tu amigo S ó f o c l e s , H W v a í án.oóetvi{/£Káoo; súSoúu^ cppsv { (-2). T e suplico que veas- lo que se ha de hacer con este me escribió fiador ha escrito treinta m u r o . Corregiré el error de Costricio. Quinto quince mil se x t e r e i o s , y a tu hermana mil. Terencia te saluda. Cicerón te ruega se a s su con Aristodemo, como lo fuiste de suhermano, hijo de tu hermana . No olvidaré lo que me a con se j a s r e l a t i v a me n t e a Ap.aX8eío!. Cuídate b i e n .

CARTA VIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Esperaba con impaciencia carta tuya al o s c u r e c e r , y me anuncian que han llegado criados mío s de Roma . L l a m o ; (1) De los veinte comisarios se separaron cinco para el e s t a b l e cimiento de una colonia nueva en Capua, encontrándose Pompeyo al frente de ellos. Los otros quince quedaron repartidos en grupos de tres, de cinco y de s i e t e en diferentes, puntos de la Campania, t o mando entonces los nombres de triunviros, quinqueviros y se p tenviros. (2) Escuchar al abrigo, en mi casa , el rumor de la lluvia que c a e . 74 MARCO 1UL10 CICERÓN. p r e g u n t o : ¿mis cartas?—No las hay.—¡Cómo! ¿ninguna de Pomponio? Mi mirada y gesto les a t e r r a n . Traían una c a r ta, pero confiesan que la han perdido en el camino. ¿Comprendes mi desaliento? Ni una sola de tus últimas cartas dejaba de c o n t e n e r algo interesante ó amable. Si en la del x v i de las kalendas de mayo hay noticias que merezcan la pena, no me las dejes ignorar y escríbe m e cuanto a n t e s , y si nada contenía mas que tu agradable con v e r s a c i ó n , r e prodúcela. Pongo en tu conocimiento que el joven Curión ha venido a saludarme. Lo que me ha dicho de Publio con cuerda p e r f e c t a me n t e con lo que tú me has escrito . P a r e c e que él también, y maravillosamente, Odia esos r e y e s soberbios. Asegura al mismo tiempo, que la juventud se encuentra muy excitada, y no puede soportar este estado de cosa s . Si se puede contar con ella, podemos esperar mucho : p e r o n o nos mezclemos en nada; esta es mi opinión. Por mi parte, me dedico completamente a la h i s t o r i a : pero a u n que me consideras como un F o n t e y o , nadie es más i n d o lente que y o . Te comunico mi itinerario para que sepas dónde e n con trarme. E s t a r é en Formio para las fiestas de Palas (i), y (puesto que opinas debo prescindir por ahora de las de l i cias de Crátera) saldré de Formio en las kalendas de mayo, para e n con t r a r me en Anzio el v de las n o n a s . L o s j u e gos que se han de c e l e b r a r allí durarán desde el iv hasta la víspera de las nonas. Tulia quiere p r e se n c i a r l o s Desde allí marchar é a Túsculo, después a Arpiño, y e s t a r é de r e g r e s o en Roma para las kalendas de j u n i o . Procura que nos veamos en Formio, Anzio ó Túsculo. Escribe otra vez la carta perdida, y añádela algo nuevo. (1) F i e s t a s de Palas, que se celebraban el 12 de abril, fecha de la fundación de Roma.

CARTAS Á ÁTICO. 75-

CARTA IX .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Habiéndome dicho el c u esto r Cecilio (4) que manda un e s c l a v o a Roma , me apresuro a e s c r i b i r t e , para que me des cuenta de las dos maravillosas con v e r s a c i o n e s que has t e nido con Publio, el que me n c i o n a s en tu carta y el que c a l l a s , diciendo solamente que sería prolijo e s c r i b i r todo lo que has con t e s t a d o . No olvides tampoco el que no se ha verificado aún, y del que ha de darte c u e n t a B o ñ m c (2) a su r e g r e s o de S o l o n i a : ten presente que nada puede serme m a s agradable. Si falla a los compromisos contraidos, me e n con t r a r é en el c i e l o , y sabrá ese Hierosolimario ( 3 ) , r e clutador para la p l e b e , lo que valen las o r a c i o n e s en que le h e alabado: puedes e s p e r a r una itaAivqjSiav divina. A lo que puedo j u z g a r , si e se malvado continúa en inteligencia con nuestros tiranos, dejará tranquilo al cínico consular (4) y hasta a todos nuestros Tritones de viveros. Sin base,, sin apoyo, sin influencia en el se n a d o , a nadie podemos i n s pirar envidia. Si, por el con t r a r i o , se pone en hostilidad con los que g o b i e r n a n , no se r a b a s t a n t e l o c o para a t a c a r me . P e r o e n último c a s o , que venga. (1) Q. Cecilio Basso, c u esto r bajo el consulado de César y Bíbulo. (2) Clodia, hermana de Clodio, de quien se decía, como de Juno, la, diosa de los ojos de buey, que era esposa de su hermano. (3) Pompeyo, después de la derrota de Mitrídates, lomó a J e r u salén. (4) Llamado así porque apoyaba enérgicamente la ley del tribuno Herennio, que tenía por objeto hacer pasar a Clodio al orden de los plebeyos. Pompeyo, sin embargo, no le apoyó sino bajo la promesa, de que, al se r Clodio tribuno, no atacaría & Cicerón. 76 M A R C O TULIO CICERÓN. Y a la verdad, el juego se ha hecho a d m i r a b l e me n t e y con me n o s ruido del que e s p e r a b a : la falta es de Catón, p e r o más culpables son los que se han burlado de los a u s picios, de la ley Elia, de la Junia, de la Licinia, de las Cecilia y Didia (1), que han destruido todas las garantías públicas, que han entregado r e i n o s como regalo a los t e trarcas (2), que han rellenado de dinero a algunos privilegiados. Desde aquí veo en qué va a c e b a r se la envidia. 0 la e x periencia y Teofrasto no me han enseñado nada, ó muy pronto echarán de menos mi consulado. Si se a c r i m i n a b a al Senado por el uso que hizo entonces de su p o de r , ¿qué se dirá hoy que pasa el poder, no a las manos del p u e b l o , sino a las de tres ambiciosos que nada respetan? (3) pues bien: que nombren cónsules y tribunos a quienes les p a r e z c a ; que lleguen hasta cubrir con la púrpura augural al g l o tón de Vitinio; dentro de poco verás v o l v e r más p o de r o s o s que nunca a los que siempre caminaron r e c t o s , y al mismo Catón, que ha variado a l g o . (1) Las leyes Junla-Licinia y Cecilia-Didia ordenabas que no se sometiera a votación ninguna ley sino después de haberla e x p u esto al público durante tres nundinas ó ferias con se c u t i v a s , y otras formalidades además, de las que prescindió César cuando hizo v o t a r sus l e y e s . Por otra parte , la ley Licinia establecía que quedaría prohibido al magistrado, autor de la ley votada, nombrar c o m i s a r i o para la ejecución a ningún colega s u y o , pariente ó aliado. César la había violado ostensiblemente, nombrando comisario para la d i s t r i bución de las tierras de la Campania a su cuñado Attio Balbo. (2) Refiérese esto á Pompeyo, que había hecho r e y a Deyotauro. t e t r a r c a de la Galacia, uniendo a este país la Armenia menor; e x traño abuso de poder que César hizo ratificar por el pueblo. Más adelante, descontento César de Deyotauro, le quitó la Armenia. (5) C é s a r , Pompeyo y C r a s s o , el primer t r i u n v i r a t o . Aunque amigo de Pompeyo, Varrón hizo una sátira con t r a ellos, titulándola El monstruo de tres cabezas. Pero ó no la publicó entonces, ó se la perdonaron porque fué nombrado uno de los vigintivirps encargados de establecer los nuevos colonos en Campania.

CARTAS Á ÁTICO. 7T En cuanto a mí, si se digna p e r m i t í r me l o tu c o m p a ñ e r o Publio, no pensaré más que en filosofar. Si me a t a c a , s o l a m e n t e e n t o n c e s me defenderé; y siguiendo las c o s t u m b r e s de la e s c u e l a , declaro que "AvS|5 &itoc|JL!Sve?8a(, oxe it? mpótepoí ^aXeiriiv-ri ( 1 ) . S é a me propicia la patria. He hecho por ella, no se g u r a me n t e más de lo que debía, pero sí más de lo que me p e día. Prefiero se r mal guiado por otro piloto, a t e n e r empuñado el timón con pasajeros tan ingratos. P e r o ya h a b l a r e m o s cómo d a me n t e de esto . A lo que me p r e g u n t a s , te con t esto que pienso salir de F o r m i o el v de las nonas de m a y o , y el día de las partiré de Anzio para Túseulo. A mi .marcha de donde nonas las KtFormio, me propongo permanecer hasta la víspera de kalendas de m a y o , t e e s c r i b i r é . T e r e n c i a te s a l u d a . saluda a Tito el A t e n i e n se . xépoiv ó ¡juxpus á«tá |sxai Ttxuv 'A87|vaTov. El niño Cicerón

CARTA X .
CICERÓN A ÁTICO SALUD. Deseo que admires mi constancia. Me a b s t e n g o de a c u dir a los j u e g o s de Anzio. Decidido a huir hasta de la a p a riencia de d i v e r s i o n e s , imposible e s que c o r r a tras un p l a c e r , y placer que tan poco me a g r a d a . T e e s p e r o , pues , en F o r m i o hasta l a s nonas de m a y o . Del Foro de Apio, h o r a cuarta. P o c o antes te escribí desde las T r e s T a b e r n a s . (1) El primero que me ataque c a e r a bajo mis golpes. 78 MARCO TUTIO CICERÓN.

CARTA XI .
CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. T e aseguro que me p a r e c e esto y relegado al último r i n cón desde que me e n c u e n t r o en F o r m i a n o . (1) En Anzie no pasaba día sin que supiese, mejor que los habitantes de Roma , lo que en Roma s u c e d í a . Tus cartas me enteraban de lo ocurrido y de lo que se p r e p a r a b a , no s o l a me n t e en Roma , sino que también en toda la República. Aquí no s é otra cosa que lo que por casualidad me dice algún v i a j e r o . Así, pues , a pesar de que te e s p e r o , da á mi e s c l a v o , a quien h e mandado volver en también con todas saldrás de Roma . permanecer é en F o r m i a n o hasta la víspera de las nonas de m a y o : ven a n t e s ; si n o , tal vez te v e r é yo e n Roma . P o r que ¿cómo invitarte a Arpiño? Tptixeí, áXX' ávaü^ xoupuxpóipoí a t seguida, una larga carta sino en que r e p l e t a , no s o l a me n t e de todo lo que haya o c u r r i d o , tus con j e t u r a s ; y díme el día oíiti ty
CARTAS A ÁTICO. 79

CARTA X I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¿Son ellos los que niegan a Publio su cualidad de p l e b e yo? (1) Eso es una tiranía que no puede en manera alguna soportarse. Que me cite Publio, y yo afirmaré, bajo juramento , que Cneo Pompeyo, c o l e g a de Balbo ( 2 ) , me ha dic h o que él actuó como augur en aquella o c a s i ó n . ¡Oh, cuan agradables son tus cartas! ¡Dos a la vez! ¿Cómo c e l e b r a r su llegada? Lo i g n o r o ; pero me confieso deudor t u y o . Mira qué
CARTA X I I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Qué indigna maldad! No has recibido la carta que te e s cribí en las T r e s T a b e r n a s , inmediatamente después de (1) (2) Vatinio. En las fiestas de Ceres que se celebraban el 9 de abril.

CARTAS A ÁTICO. 81 l e e r tus encantadoras epístolas. El paquetito en que la devol- puse lo trajeron el mismo día a casa , y a c a b a n de euánto me agradaron tus cartas . vérmelo de F o r m i o . T e la remito otra v e z , y por ella v e r a s Dices que en Roma no se a t r e v e n a hablar; así lo e s peraba. En c a m b i o , en nuestros c a m p o s no callan a fe mía: p a r e c e que hasta el suelo se levanta contra la tiranía, Ven a la ciudad de los Aamxpioyovltiv (quiero de c i r , F o r miano). ¡Qué m u r m u r a c i o n e s ! ¡qué irritación! ¡cuánto odio contra nuestro amigo Pompeyo , cuyo apelativo de Grande se va haciendo tan viejo como el de Crasso el R i c o ! Créeme; no veo a nadie que sobre l l e v e su mal con tanta cosa mejor . Si tienes que remitir cartas a los paciencia Sicionios, como y o . F i l o s o f e m o s , pues. Puedo j urarte que no e x i s t e c o r r e a Formiano, de donde no me moveré hasta la víspera de las nonas de mayo.

CARTA X I V . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¡Cuánto e x c i t a s mi curiosidad con el discurso de B í b u l o , la conversación de BoibraSo? y su delicado b a n que t e ! Ven corriendo a saciar mi se d . Creo que lo que más puede t e merse es que nuestro Sampsiceramo ( 1 ) , viendo que todos quieren c a e r sobre él y que cuanto h a c e n no da r e s u l t a d o , se desboque al fin. Por m i p a r t e , me encuentro tan e n e r vado, que prefiero la tiranía en este ocio en que v e g e t o , a una lucha aun con todas las probabilidades de triunfo. (i) En Oriente había un r e y de este nombre, y como Pompeyo, se vanagloriaba de sus hazañas con t r a él, sin duda le llama así por burla Cicerón. TOMO IX. 6 82 MARCO T U L I O CICERÓN. Insistes en que escriba. En Formiano es imposible, no estoy en una quinta; me encuentro en una basílica ( I ) , ¡y basílica de la tribu Emilia! Nada digo de los saludos matinal e s : a la hora cuarta quedaré libre. Pero tengo por vecino inmediato a C. Arrio, ó mejor dicho, comparte mi morada, y se abstiene, según d i c e , de ir a Roma únicamente por el placer de filosofar todo el día con m i g o . por otra parte me asedia L e b o s o , el amigo de Cátulo. ¿Dónde refugiarme? En Arpiño, a fe mía, y al instante, si no t e fuese más cómo d o venir a F o r m i a n o . Pero ven antes de la víspera de las n o nas de mayo. ¡Ya v e s a qué hombre s tengo condenados los oídos! ( excelente ocasión, mientras se e n c u entre en a p r i e t o s , para el que quiera comprarme barato a F o r m i a n o ! ¿Cómo he de complacerte? ¿cómo entre g a r me a un trabajo importante que e x i g e mucha meditación y tranquilidad? Sin embargo, quiero hacer lo que deseas y no me perdonaré la labor.

CARTA X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. V e o , por lo que escribe s , que la situación es tan incierta « n la República como en tu carta ; pero me deleita esa v a r i e dad de opiniones y de l e n g u a j e . Paréceme que esto y en (1) Las basílicas eran grandes edificios en los que administraban j u s t i c i a la m a y o r parte de los magistrados, se reunían los c o me r c i a n t e s y m e r c a de r e s para sus negocios, habiendo por consiguiente mucha concurrencia. Cicerón compara su quinta de Formiano con una basílica a causa de los muchos vecinos que acudían en su b u s c a . En cuanto a los de Arpiño, compatriotas de Cicerón, fueron i n corporados a la tribu Cornelia, bajo los cónsules Vabrio. Messala y Livio Salinator.

CARTAS Á ÁTICO. 83 Roma cuando leo tus cartas y que, como de c o s t u m b r e en tales c a s o s , en tanto oigo una cosa , en tanto o t r a . Lo que no veo ctfn claridad e s qué van a hacer para realizar sin oposición el repartimiento de t e r r e n o s ( 1 ) . Al aplazar Bibulo los comicios , da pruebas de elevación de ánimo y de buen j u i c i o ; pero ¿qué remedia con e s t o en la República? Sin duda tienen puesta la esperanza en Pu blio. Que le n o m b r e n , que le nombren tribuno del pueblo « u a n t o antes, si no hay otro medio de hacerte venir del Epiro. No veo que haya manera de hacer t e d e él, especialmente si q u i e r e s trabar alguna prescindir discusión con m i g o . P e r o no es dudoso que si algo de esto o c u r r i e se , acudirías en se g u i d a . Añado que , aunque me dejase tranq u i l o , ora a c a b e de arruinar la República, ora la levante, el espectáculo se r a divertido y me propongo p r e se n c i a r l o , con tal de que ocupes puesto al lado mío . Acabo de escribir esto cuando llega L e b o s o : aún no h a bía terminado el gemido, cuando me saluda Arrio. ¿Es esto « s t a r fuera de Roma? ¿A qué huir de unos para e a e r en otros? Correré a refugiarme en «las patrias montañas y cuna de nuestra infancia;» Si allí no puedo e s t a r solo, al menos no tendré -que habérmelas sino con campesinos y no con estos cumplimientos. Nada m e dices de c i e r t o , y (1) De las tierras que Roma había adquirido en Italia por de r e cho de conquista, habíase dado una parte a las colonias que e n v i a ron a ellas y se arrendaban las r e n t a s . Pero las había tan abandonadas y en tan mal estado, que llegó la necesidad de darlas a particulares, que solamente pagaban el décimo de los granos, el quinto de la leña y algunos p a s t o s . Un tribuno llamado Sp. Torio, eximió a estas tierras de la renta que pagaban, y aunque la ley de aquel tribuno no se aplicó en lo s u c e s i v o , algunos particulares, como Terencia, habían continuado sin pagar. El Malvio de que se habla aqui era, sin duda, agente ó asociado de los que habían tomado a su c a r g o e s t a renta que gravaba sobre los terrenos llamados agri pnblici. 84 MARCO TULIO CICERÓN. permanecer é esperándote en F o r m i a n o hasta el día t e r c e r o de las nonas de mayo. Terencia te agradece muchísimo tu interés y diligencia en el asunto de Mulvio. I g n o r a que defiendes la causa de todos los poseedores de campos públicos. Pero tú con c e des algo a los publícanos y ella no quiere pagarles nada. T e saluda, así como también Ktxlpuv, áptCTxoxpaxcxiúxaxoí

CARTA X V I . CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ya había cenado y comenzaba a dormir la víspera de las kalendas de m a y o , cuando llegó tu carta en la que hablas de las tierras de la Campania. ¿Qué te diré? Me impresionó hasta el punto de quitarme el sueño, pero más por meditación que por molestia. He aquí mis r e f l e x i o n e s . En p r i mer lugar, por lo que me dijiste en cartas anteriores, a c e r ca de que sabías por un amigo de César que el plan p r o puesto no debía disgustar a nadie, temía algo malo y nada parecido esperaba ( 1 ) . Después se me tranquiliza de pronto, y veo que este formidable reparto queda reducido a las tierras de la Campania; pero, aunque no se den más que diez yugadas ( 2 ) por c a b e z a , solamente habrá para s a t i s facer a cinco mil p e r s o n a s , y el resto de la multitud c a e r a sobre los a c t o r e s . Además, no hay medio más se g u r o para irritar a los hombres de bien, que ya están muy con movidos. Suprimidos los peajes de Italia ( 3 ) y repartidos los (1) T r a t a s e de la enmienda de César a la l e y de F l a v i o . (2) Espacio de terreno de 240 pies de largo y 120 de a n c h o . (3) La ley Cecilia, dada el año anterior por el pretor Q. Cecilio Mételo Nepote, había suprimido los p e a j e s .

CARTAS Á Anco . c a m p o s de la Campania, ¿qué r e c u r s o interior 85 queda para el T e s o r o sino e s el vigésimo? (1) Y éste caerá a la primera a r e n g a aplaudida por la turba de a d u l a d o r e s . No s é v e r d a de r a me n t e en qué piensa n u e s t r o C n e o .
CARTAS A ÁTICO. 87 bido mi carta, en la que le decía que , después de e x a m e n profundo, parecíame que no se debía tal de r e c h o . Quisiera que vieses si han venido ya del Asia a Roma algunos Griegos para r e d a m a r , y procura, si te place, hacer l e s con o c e r mi opinión. Si puedo a b s t e n e r me sin que la causa j u s t a padezca en el Senado, haré esta con c e s i ó n a los p u b l i c a nos (d). Si no e s posible (te diré la verdad), estaró completamente por el Asia y los n e g o c i a n t e s ; porque veo que están muy interesados en este asunto. Creo además que les n e cesitamos m u c h o . por tí mismo j u z g a r a s . ¿Acaso presentan aún los c u esto r e s algunas dificultades en cuanto a las m o nedas del Asia? Si no hay medio de recibir otra cosa de s pués de agotar todos los c a m i n o s , n e c e s a r i o se r a recibir : las como último r e c u r s o . T e espero en Arpiño; te recibir é en esta morada c a m p e s t r e , puesto que has despreciado las orillas del mar.

CARTA X V I I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Tienes razón en lo que escribe s , y opino lo mismo que t ú . Sampsiceramo ha perdido la c a b e z a , y todo puede t e merse: 6[AOXOYOU¡H£VÜ>; topawiSa ouffxeua^sxat, evidentemen- te se dirige a la tiranía. ¿Qué significan, si n o , e se repentino matrimonio (2), esa repartición de los c a m p o s de la (1) Los publícanos exigían este impuesto sobre las me r c a n c í a s que circulaban en el interior de una provincia, y los me r c a de r e s sostenían que no debían pagarlo mas que aquellas que pasaban de una provincia a o t r a . (2) E l matrimonio de Pompeyo con Julia, hija de César, p r o me tido primeramente a Servilio Cepión, y que, á pesar de sus malos procedimientos con Bíbulo, por agradar a César quedó desechado en el momento mismo de realizar el e n l a c e . 88 M A R C O TULIO CICERÓN. Aunque Campania, ese dinero profusamente derramado? todo se redujese a e s t o , ya sería demasiado; pero tales son las circunstancias, que es imposible no vaya más l e j o s . ¿Podrán ellos mismos deleitarse en estas cosas? No, no se h a brían atrevido a tanto, si no e x i s t i e se un encadenamiento de proyectos funestos. ¡Dioses inmortales! Mas e s p e r e m o s , como escribe s , el vi de los idus de mayo en Arpiño: n o l l o r e m o s ; esto sería haber aprovechado muy mal nuestros esludios y vigilias filosóficas: ya h a b l a r e m o s mente. No me consuela ahora como antes la esperanza, sino la indiferencia en todo, y especialmente en política. T e confieso además (es muy bueno con o c e r los propios de f e c t o s ) que entran también en esto algo de vanidad y lo que me queda de amor a la gloria. Atormentábame el t e m o r de que los servicios prestados por Pompeyo a la patria p a r e ciesen, pasados seiscientos años, más grandes que los míos. Ya estoy tranquilo. Ha caído tanto, tanto, que hasta Curio me parece un gigante a su lado. P e r o ya hablaremos de todo esto . Empiezo a c r e e r que te e n c o n t r a r é en Roma a mi r e g r e s o , y no lo sentiré si así t e con v i e n e . P e r o mejor sería que vinieses, según me es c r i b e s . Desearía que te enterases por medio de Teófano de las disposiciones de Alabarques (1) relativamente a mí. Obra según tu acostumbrada sutileza; me es muy con v e niente saber qué conducta debo observar por este lado. T a l vez su conversación podrá darnos alguna luz en el asunto. <1) Pompeyo. tranquila-

CARTAS A ÁTICO. 89

CARTA XVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He recibido algunas cartas tuyas, y por ellas veo cuánto te inquieta y suspende tu ánimo el deseo de recibir nuev a s . E s t a m o s e s t r e c h a d o s por todas parte s : ya no se r e chaza la se r v i d u m b r e ; lo que se t e me , como el mayor de los males, e s la muerte y el d e s t i e r r o , que relativamente son tan poco. Todos se lamentan de la situación, pero n a die pronuncia una palabra para r e me d i a r l a . Creo que el o b j e t o de los que imperan es que , después de ellos , no quede nada que dar. Solamente el j o v e n Curión habla alto y hace abierta oposición. Para él son los aplausos, los honrosos saludos en e l F o r o y las simpatías de todos los h o m bres de bien; para Fufio los c l a m o r e s , gritos y silbidosEstas demostraciones no me alegran, sino que me con t r i s tan, porque veo en la ciudad veleidades de libertad, pero no e n e r g í a para r e c u p e r a r l a . No me pidas detalles; con t é n t a t e con saber que aquí no hay libertad posible, no solamente para los particulares, sino que tampoco para los magistrados. En medio de la opresión general , hablase con c l a r i dad suma en las reuniones domésticas y en los con v i t e s ; pero solamente en tales circunstancias es más poderoso el sentimiento del mal que el t e m o r , y no por esto deja de reinar por todas partes la desesperación. La ley Campaniana contiene una disposición que obliga a los candidatos a j u r a r en l a asamblea del pueblo (1), que nunca p r o p o n drán nada contrario a las l e y e s Julias acerca de la p r o p i e - (1) César e x i g i ó este juramento a todos los senadores también. 90 M A R C O TULIO CICERÓN. dad. Todos han j u r a d o , menos Laterensio ( 4 ) , que ha p r e ferido retirar su candidatura al tribunado a prestar juramento , habiéndose celebrado mucho su a c c i ó n . No quiero decirte más acerca de la República: «Contrístame profundamente estas cosa s , y con mucho dolor las e s c r i b o . » En medio del rebajamiento general , todavía actitud asaz altiva, aunque no tan firme conservo como en tiempos de mis pasados hecho s . R e c i b o de César indicaciones muy g e n e r o s a s para hacer me c o m o legado suyo ( 2 ) ; también puedo obtener una legación libre por razón de bastante del v o t o s . P e r o una misión no me garantizaría pudibundo Clodio y me impediría asistir a la llegada de m i 'hermano: la otra posición es más se g u r a y no me - i m p i de volver cuando me plazca. Me reservo e s t e r e c u r s o , pero e s muy probable que no lo a p r o v e c h e . Nadie s a b e nada de esto . No me conviene huir, y prefiero luchar. Las disposiciones son excelente s . P e r o no estoy decidido todavía: guarda silencio a c e r c a de esto . Amarga ha sido para mí la manumisión de Stacio y otras c o s a s más; pero ya se ha formado el callo. ¡Cuan grande es mi pesar por no t e n e r t e aquí! Contigo no c a r e c e r í a de consuelos y con se j o s . Mantente preparado para acudir c o rriendo si t e l l a m o . (1) M. Juvencio Laterensio, que desistió de la petición del tribunado por no prestar este j u r a me n t o . (2) Disponiéndose César a marchar a las Galias, proponía a Cicerón el c a r g o de teniente suyo para ponerle al abrigo de las violencias de Clodio. Así le dispensaba un favor muy grande y demostraba también que olvidaba las ofensas que creía haber recibido de Cicerón y por las cuales había querido v e n g a r se . Pero Cicerón vio desd» luego que César solamente se proponía hacerle protegido suyo, y no aceptó el ofrecimiento.

CARTAS A ÁTICO. 91

CARTA XIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Muchas cosa s me con t r i s t a n : la República y sus a g i t a ciones; los peligros que me rodean ¡y cuántos son! Sin e m b a r g o , nada hay tan cruel como la manumisión de S t a cio. «¡Tan posa deferencia conmigo! ¿Qué digo deferencia? ¡Tan poca atención con mi dolor!» No sé qué h a c e r , en el fondo habrá más ruido que d a ñ o . No sé pero irritarme con aquellos a quienes amo de corazón; me limito a aflig i r me , y esto lo hago maravillosamente. En cuanto a los negocio s g r a v e s , las amenazas de Clodio y los c o m b a t e s que preparan en contra mía, me afectan muy p o c o . que me e n c u e n t r o en posición de aceptar la batalla Creo con honor ó esquivarla sjn de s h o n r a . Pero tal vez me dirás: —¿No has hecho bastante por el honor? Ya es tiempo, c r é e me , de pensar en la con se r v a c i ó n . — ¡ de s g r a c i a d o de mí! ¿por qué no estas a mi lado? nada escaparía a tu amistad. Tal vez se encuentra turbada mi vista; tal vez soy de masiado escrupuloso, demasiado delicado acerca del se n timiento del de b e r . Ten p r e se n t e que nunca existió nada más i n n o b l e , más odioso á todas las c l a se s , a todos los ó r de n e s , a todas las edades que el estado en que hoy vivimos. Esto avanza más de lo que podía c r e e r y o ; m a s , a fe mía, de lo que quisiera. Estos hombres populares (1) de hoy han enseñado hasta a los más tímidos a silbarles. Ensálzase hasta las n u b e s a B a l bo, no sé bien por qué, pero se le ensalza, en fin, como «el (1) Pompeyo, César y Crasso. 92 negocio s (1).» MARCO TÜL10 CICERÓN. los hombre único que contemporizando ha restablecido Pompeyo, mi ídolo, por el que hoy g i m o , por sí mismo se ha hundido: nadie está con él por adhesión, y temo l l e gue a considerar el terror como auxiliar indispensable. Por una parte me abstengo de combatirles a causa de n u e s tra antigua amistad; y por o t r a , mi pasado me prohibe aprobar lo que h a c e n : p e r m a n e z c o , pues , en el j u s t o medio. Las disposiciones del pueblo se manifiestan especialmente en los teatros y en los e s p e c t a c u l o s . En el c o m b a t e de gladiadores recibieron a silbidos al dueño de ellos (2) y a su c o r t e j o . En los j u e g o s Apolinarios ( 3 ) , el trágico Difilo hizo una alusión muy viva a nuestro amigo Pompeyo , en este verso: « por nuestra miseria e r e s grande t ú , » y se lo hicieron repetir mil v e c e s . Después acompañaron su voz los gritos de toda la con c u r r e n c i a , cuando dijo: «Tiempo llegará en que llores profundamente por tu desgraciado poder.» Otros muchos pasajes han dado ocasión a iguales demostraciones; porque parece que un enemigo de P o m peyo ha h e c h o esto s v e r s o s para las circunstancias actual e s . Estas palabras: «Nada te detiene, ni las l e y e s , ni las c o s t u m b r e s , » y otras muchas más fueron recibidas con f r e néticas a c l a m a c i o n e s . Cuando llegó César se le recibió con profunda frialdad. Por el contrario, a Curión, que le se g u í a , le saludaron con nutridos aplausos, como en otro tiempo a Pompeyo en los días felices de la República. César se disgustó mucho, y se dice que mandó en seguida una carta a (1) V e r s o de Ennio hablando de Q. ['avio Máximo, quien después de la batalla de Cannas restableció los asuntos de Roma, evitando el combate con Aníbal y molestándole sin c e s a r . (2) este dueño de gladiadores e r a Gabinio, y los convidados César y Pompeyo, que le hicieron cónsul al año siguiente. (3) L. Calpurnio Pisón estableció estos juegos durante su p r e tura en 543.

CARTAS Á ÁTICO. 93 Pompeyo , que se encuentra en-Capua. No se perdona a los c a b a l l e r o s que tanto aplaudieron a Curión, y a todo el mundo se a c h a c a la culpa. Están amenazadas la ley R o s c i a y hasta la Frumentaria ( i ) . Todo está perturbado, y preferiría que les dejasen hacer sin decir nada. Pero temo que no suceda así. No pueden acostumbrarse a lo que se habrá de sufrir. El c l a m o r contra ellos es unánime, clamor de odio que ninguna fuerza puede resistir. Nuestro querido Publio no deja de a me n a z a r me , y se declara abiertamente e n e m i g o mío . La tempestad se c i e r n e s o b r e mi c a b e z a ; acude al primer r e l a m p a g o . Veo estrecharse en de r r e d o r mío el an tiguo ejército de los b u e n o s , y hasta de los que lo son a medias, de la época de mi consulado. Creo que Pompeyo también se decide por c o m p l e t o : dice que Clodio no p r o nunciará una palabra y responde de e l l o . Pompeyo no me e n g a ñ a , pero se engaña él mismo . Hanme ofrecido la plaza de Cosconio, que acaba de m o r i r . Esto sería s u c e d e r a un m u e r t o , y nada me perjudicaría tanto en la opinión, ni sería m e n o s a propósito para p o n e r me a c u b i e r t o . Esas funciones son odiosas a los hombre s de bien, y por ellas seguiría siendo objeto del odio de los malvados, y además me atraería las enemistades que en este momento se dirigen a otro s . César continúa pidiéndome por legado. Esta sería salvaguardia más honrosa, pero no la q u i e r o . ¿Qué deseo, pues? Intentar el c o m b a t e , pero no estoy decidido aún. Otra vez lo digo. ¡Ojalá estuvieses aquí! Pero si es n e c e s a r i o , te l l a maré. ¿Qué más te diré? ¿Qué más? Esto solo: todo está p e r d i do. ¿A qué ocultárnoslo por más tiempo? E s c r i b o apresurá- is) E s t a era la l e y de C. Graco. abrrogada en seguida por M. Octavio, y restablecida después por L. Apuleyo Saturnino. E s t a l e y ordenaba que se diera el trigo al pueblo a la mitad y hasta a la t e r cera parte del precio c o r r i e n t e . 94 MARCO TULIO CICERÓN. Más damente y con alguna desconfianza, te lo confieso. adelante me explicaré por completo y sin rodeos, si cuento con mensajero completamente se g u r o : si no, te e s c r i b i r é con palabras o s c u r a s , pero que tú comprenderás bien. Yo se r é Lelio, tú Furio, los demás en enigma. Aquí tengo con Cecilio todo género de consideraciones y deferencias. He sabido que te han remitido los edictos de Bíbulo. (1) P o m peyo arde en i r a .

CARTA X X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. He complacido a Anicatp, que me ha e x p r e s a d o tu de se o , y por los afectuosos términos de tu carta h e otorgado mi amistad a Numestio. En cuanto a Cecilio, le dedico t o das las atenciones p o s i b l e s . Estoy satisfecho de Varrón ( 2 ) . Pompeyo me quiere y acaricia. ¿Lo crees? me dirás: s í , lo c r e o ; más aún, me ha con v e n c i d o . Pero como veo que t o dos los hombre se x p e r i me n t a d o s , tanto historiadores como poetas, tienen por máxima que es ' n e c e s a r i o permanecer de siempre precavido y no c r e e r j a m a s , me conformo con lo primero y permanezco sobre aviso. Pero no depende mi voluntad no c r e e r . (.1) No pudiendo v e n c e r César la resistencia de su colega Bíbulo a la promulgación de sus l e y e s , le arrojó del Foro a mano a r m a d a . Bíbulo se quejó al Senado, donde no se encontró quien se a t r e v i e se a protestar contra aquella violencia. Retiróse por tanto a su casa y permaneció encerrado en ella todo el tiempo de su consulado, continuando su oposición por medio de e d i c t o s . (2) Filósofo estoico a quien Cicerón escuchó en su infancia, quiso y admiró, y con el que se ejercitó especialmente en la d i a l é c t i c a : alojóle en su casa durante muchos años, y en ella murió ciego, l e gando a Cicerón c e r c a de cien mil sextercios .

CARTAS A ÁTICO. 95 Clodio continúa a me n a z a n d o me : Pompeyo asegura que no hay peligro, y así lo j u r a . Hasta llega a decir que antes habrá de matarle a él que hacer me daño a mí. se trabaja, y en cuanto se decida algo, lo sabrás. Si e s necesario l u c h a r , vendrás a compartir nuestros esfuerzos. Si reina la paz, no te s a c a r é de tu Amaltea. Poco te diré de la República. Comienzo a t e me r que me denuncien mis cartas ; así es que , en caso de necesidad, te escribiré con palabras veladas. La ciudad se muere en este momento de una enfermedad n u e v a . Nadie e s t a c o n t e n t o : todos se quejan y gimen. En este punto e x i s t e completa conformidad. se grita muy r e c i o , pero no se aplica ningún remedio al mal. Si se quiere resistir, se matarán unos a otro s , y en este caso no veo fin a la matanza mientras s o breviva uno s o l o . El entusiasmo y el favor popular levantan a Bibulo hasta las n u b e s : todos se ocupan en copiar y leer sus edictos ( 1 ) . Este ha caminado a la gloria por sendero b r e s populares. me es t r e me z c o al pensar en qué parará todo esto . Si e n treveo algo, te lo diré. En cuanto a tí, si me a m a s , y me amas mucho , prepárate para acudir al primer a v i s o . Lo hago é intentaré todo para que no llegue este c a s o . T e dije que me es c r i b i e r a s bajo el nombre de Furio, pero e s inútil el pseudónimo. Y o se r é Lelio, pero tú continuarás Ático. Me abstendré de emplear mi escritura y mi firma, pero nos extrañas. Diodoto ha m u e r t o , dejándome c e r c a de cien mil se x solamente en aquellas cartas que no querría cayesen en m a completamente nuevo. Hoy nada es tan popular como detestar a los h o m - (1) M. Terencio Varron, «el más sabio de los Romanos.» éste y Ático eran los amigos más íntimos de Cicerón. Fué teniente de Cn. Pompeyo en España, pero abandonado por una de las dos legiones que mandaba, llevó la otra a César y se rindió a él. 96 M A R G O TULIO CICERÓN. tercios ( 1 ) . Un edicto de Bíbulo, verdaderamente digno de Arquíloco, aplaza los comicios h a s t a la víspera del día x v de las kalendas de n o v i e m b r e . He recibido el libro de V i bio ( 2 ) , poeta desgraciado, pero que algo s a b e y no e s inútil. Haré copiar el libro y te lo r e m i t i r é .

CARTA X X I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD.- ¿Para qué he de disfrazar lo que o c u r r e en la República? Todo e s t a perdido: todo ha empeorado después de tu m a r c h a . La opresión que pesaba e n t o n c e s sobre la ciudad era agradable á la multitud, y, aunque odiosa, no funesta para los hombre s honrados. De pronto ha llegado a se r tan e x e crada por todos, que no pienso sin e s t r e m e c e r me en l a s explosiones que son inevitables. Hemos visto la ira y a r r e batos de aquellos que lo han destruido todo por a n i m a d versión a Catón ( 3 ) ; pero al principio empleaban v e n e n o s lentos, de los que podía morirse sin dolor. Ahora que el pueblo les silba, que los hombres honrados se quejan, que toda la Italia m u r m u r a , todo lo temo de su e x c e s i v a i r r i tación. Esperaba antes en verdad, y frecuentemente h e hablado (1) Bíbulo s e vengaba de la humillación a que le habian reducido lanzando edictos que eran verdaderos libelos contra César y Pomp e y o . Pero menos afortunado que Arquíloco, que consiguió se a h o r c a se Licambo, sus enemigos no hicieron lo mismo . (2) este es Alejandro de Efeso, autor de una Cosmografía en v e r s o que c i t a Strabón. Podía ser útil a Cicerón, que se ocupaba en un trabajo sobre el mismo asunto. (3) La resistencia de Catón no era la c a u s a única de los atentados que César y Pompeyo cometieron con t r a las libertades públicas, pero sin duda entraba por algo en ellas.

CARTAS Á ÁTICO. 97 contigo de ello, que el círculo de la república realizase su revolución sin ruido y hasta sin que pudiese verse el s u r c o : y de tal manera habría sucedido, a poder durante mucho tiempo, han resignarse hasta el fin. Pero después de haber suspirado en se c r e t o c o me n z a d o a gemir, y a poco no alcanzaba la sátira, se ha levantado universal con c i e r t o de q u e j a s y de gritos. Y nuestro amigo , aquel a quien acariciado siempre por la lisonja, rodeado de gloria, c a b i z bajo y abatido h o y , no sabe adonde volver los o j o s . Ve la caída si avanza, la vergüenza si r e t r o c e d e . L o s hombres honrados no le quieren, y ni siquiera son amigos suyos los malvados. Y contempla mi debilidad: no pude con t e n e r las lágrimas cuando le vi el día v i u d o las kalendas de a g o s to subir a la tribuna para hablar en con t r a de los edictos de Bibulo. Aquel que en ese sitio, adorado por el pueblo, rodeado del favor general, tan magníficamente hablaba de sí mismo, ¡qué humilde y quebrantado se e n con t r a b a ! ¡qué bien se veía que no estaba más contento de sí mismo aquellos que le escuchaban! Este espectáculo solamente para Crasso era agradable ( i ) ; para los demás muy triste. Del cielo no sé b a j a , se c a e . Pero de la misma manera como Apeles ó P r o t ó g e n e s (2), si (1) Crasso veía en Pompeyo el que le había arrebatado la gloria de poner (¡n á la guerra de los esclavos . Conteníase por consideración a César, que comprendía la necesidad de una reconciliación, al menos aparente, entre aquellos dos hombres, pero en su interior se regocijaba de los yerros de su antiguo r i v a l . (2) Imagen delicada que revela sentimientos v e r d a de r a me n t e tiernos de Cicerón a Pompeyo.—Apeles y Protógenes vivían hacia el año 400 de Roma. La Venus de que aquí se habla es la Anadymona, consagrada por Augusto en el templo de C é s a r . Habiéndose deteriorado la parte inferior de la ligura, no pudo e n con t r a r se a r t i s t a c a p a z de r e s t a u r a r l a , de s u e r t e que el deterioro contribuyó a la gloria del a u t o r . El tiempo destruyó aquel cuadro, y Nerón lo reemplazó con otro de mano de Dositheo. El Ialysus pasaba por se r la obra m a e s tra de Protógenes, admirándose todavía en Roma en tiempos de Plinio. En este cuadro figuraba un perro jadeando, c u y a baba en vano que T O M O ix. 7 98 M A R C O TULIO CICERÓN. el uno hubiese visto arrojar cieno sobre su Venus y el otro sobre su J a l y s o , e n c o n t r a b a me yo dominado por mortal angustia. No podía contemplar sin profundo dolor la i n n o ble transformación de esa hermosa figura que yo también colores. me había complacido en de c o r a r con brillantes Todos saben que entre él y yo, después del asunto de Cío dio, no es posible la intimidad; sin embargo , tanto le h e querido, que ni sus injurias han podido secar por completo mi corazón. Los e d i c t o s , en estilo de Arquíloco, que B í b u lo ha lanzado contra é l , tienen tanta aceptación en el p u e blo, que en todos los parajes donde los fijan la muchedumb r e que se aglomera para l e e r l o s interrumpe la circula c i ó n . Consúmele el e n o j o ; y y o , a fe mía, veo con expuesto a tan crueles dolor disgustos aquel a quien tanto h e querido. Temo además que un hombre tan v e h e me n t e , que un g u e r r e r o tan t e r r i b l e con el a c e r o en la mano y tan poco acostumbrado a las injurias, s e deje arrastrar por las sugestiones de su dolor y r e se n t i m i e n t o . Ignoro a dónde se dirige Bíbulo; pero por el m o me n t o l e ensalzan hasta las n u b e s . P r o r r o g ó los comicios para e l me s de o c t u b r e , y sabes cuánto les agradan esto s a p l a z a m i e n t o s . César c r e y ó que le sería fácil levantar al pueblo con t r a Bíbulo, y dice en la tribuna muchas cosa s a p r o p ó s i t o para sublevarle. Nadie se m u e v e . ¿Qué te diré? S a b e n que nadie les apoya, y esto es precisamente lo que me h a c e t e me r violencias. Clodio es mi enemigo declarado. Pompeyo asegura que nada hará contra mí; pero no podría confiar mi peligro e n había querido el pintor presentar a su g u s t o . Disgustado al ün con «1 a r t e que aparecía demasiado, lanzó la esponja con t r a la parte del cuadro que le disgustaba, y la esponja dejó los colores de que estaba impregnada, de la manera que Protógenes había procurado inútilmente encontrar con los pinceles, debiéndose a la casualidad lo que el arte no pudo encontrar. Así lo refieren Plinip, Aulo Gelio, Eliano y Plutarco.

CARTAS A ÁTICO. 99 e s t a seguridad. P r e p a r ó me , pues, al c o m b a t e . Creo que todos los órdenes están muy animados en favor mío . de seo que vengas a mi lado, y las c i r c u n s t a n c i a s te llaman. Tu presencia me dará prudencia, valor y fortaleza; p e r o ven a tiempo. esto y satisfecho de Varrón. Pompeyo habla como un dios. haces , si pasas Espero salir de este paso con mayor g l o agradablemente el tiempo, y cómo te ria, ó al m e n o s sin perder ninguna. Procura que sepa qué e n c u e n t r a s con los S i c i o n i o s .

CARTA X X I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD ¡Por qué no estás en Roma! Lo estarías se g u r a me n t e hubiésemos habríamos retenido al barbilindo, ó al menos sí podido adivinar l o s s u ceso s. Con facilidad conoceríamos sus p r o y e c t o s . Hoy se agita, se e n a r de c e y no s a b e lo que q u i e r e ; h a c e demostraciones hostiles a de r e c h a é izquierda, y p a r e c e que intenta dejar a la ocasión que de cida de sus golpes. Cuando piensa en la impopularidad del a c t u a l orden de cosa s , c r e e r í a se que va a lanzarse con t r a sus a u t o r e s ; mas cuando ve de qué lado están de acción y el e j é r c i t o , se vuelve En cuanto a mí, en los movimientos nosotros. contra tanto me amenaza con la fuerza, en tanto con persecuciones legales. Pompeyo me ha dicho (y acerca de esto no t e n g o más que su palabra) que ha sostenido con él una discusión muy viva acerca de m í . Ha llegado hasta decirle que se c o n s i deraría como hombre infame, abominable, si c o r r i e se yo el menor peligro por iniciativa de aquel a quien él mismo puso las armas en la m a n o , al consentir que pasase a la p l e b e ; le ha recordado que tenía su promesa y la de A p - 100 MARCO'TUUO CICERÓN. pió; que si faltaban a ella haría ver que nada del mundo le era tan querido como mi amistad. Habló largamente sobre e s t o , y parece que Clodio discutió mucho , pero al fin se prestó a todo y prometió no hacer nada que disgustase a Pompeyo . Sin e m b a r g o , continúa empleando violentísimo l e n g u a j e : pero aunque así no lo h i c i e se , no confiaría y o , ni dejaría de estar prevenido, y esto e s lo que h a g o . Gracias a mis cuidados, aumentan diariamente mi popularidad y mis fuerzas: no me mezclo en nada absolutamente de los asuntos políticos, entregándome por completo a los negocios particulares y trabajos del foro. Por este me dio me atraigo el favor de aquellos a quienes sirvo y del pueblo. Mi casa está llena s i e m p r e , y me rodean cuando s a l g o : renuévase la memoria de mi consulado: llueven sobre mí protestas de adhesión, y tal es mi confianza, que a v e c e s deseo la lucha en vez de temerla. Ahora es cuando necesito de tus con se j o s , de tu a m i s tad, de tu experimentada prudencia. Ven c o r r i e n d o : con tigo todo me será fácil. Mucho se puede por medio de Varrón, pero es necesario que estés tú presente para influir en él con más eficacia. Multitud de cosa s hay que saber de Publio Clodio y me es muy importante con o c e r l a s . Muc h a s t a m b i é n . . . pero es absurdo dar e x p l i c a c i o n e s lladas. Tú me servirás g r a n de me n t e en todo . Una sola palabra te bastará hoy; todo me se r a fácil si estás a mi lado. P e r o es indispensable que vengas antes de que entre en funciones. Con Crasso para s o n de a r a Pompeyo , y contigo para hacer hablar a Bo&mv y saber, hasta qué punto puedo con t a r con el uno y con el otro , c r e o que podré p r e se r v a r me de todo daño ó al me n o s de toda ilusión. No te dirijo súplicas ni ruegos. Sabes lo que quiero, lo que e x i g e n las circunstancias y cuan importante es la cuestión que se agita. Nada puedo decirte de la República, sino que u n a n i me mente se detesta a los que hoy son sus dueños. No h a y , deta-

CARTAS A ÁTICO. 101 sin embargo , esperanza alguna de c a m b i o . P o m p e y o , ' y fácilmente c r e e r a se s t o , está disgustado de si m i s m o : no puedo decir cómo terminará esto , pero e s inevitable una explosión. T e he remitido las o b r a s de Alejandro, autor descuidado y mediano poeta, pero no completamente inútil. He o t o r gado con mucho gusto mi amistad a Numerio Numesto, r e conociéndole como varón g r a v e , prudente y digno de tu recomendación.

CARTA XXIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Creo que hasta hoy no has recibido ninguna carta mía que no e s t é escrita por mi m a n o . Calcular puedes a l ver ésta cuántas serán mis o c u p a c i o n e s : todos los instantes los tengo empleados. P e r o necesitaba b r a r la voz, y dicto paseando. T e diré en primer lugar que nuestro amigo S a m p s i cera mo se arrepiente amargamente del papel que de s e m p e ñ a ; que querría encontrarse en el puesto de que c a y ó ; que me confiesa sus disgustos y deja entre v e r que b u s c a remedio para ellos, pero no veo ninguno. T e diré en seguida que j e f e s y prosélitos, todo ese partido al que nada r e s i s t e , va a morir de e x t e n u a c i ó n , y que además nunca e x i s t i ó m a yor unanimidad en la reprobación particular y pública de que es o b j e t o . En cuanto a mí (puesto que de se a s saber l o ) no intervengo en ningún negocio político, ocupándome e x c l u s i v a mente de las causas y trabajos del foro. P e r o comprende ras que algunas v e c e s pienso en mi pasado y que pienso suspirando. Entre t a n t o , nuestro hermano de BOÍDTOSOÍ pasear para r e c o - no 102 MARCO TULIO CICERÓN. se limita a medianas amenazas e n ' con t r a m í a : oculta sus proyectos a Sampsiceramo, pero ante los demás los o s tenta y se lisonjea de ellos . Así, pues , si me estimas tanto como en realidad me es t i m a s , si d u e r me s , despierta; si estás de pie, c a m i n a ; si caminas, redobla el p a s o ; y si c o r r e s , vuela. No es posible imaginar cuánto espero de tus c o n se j o s , de tu prudencia, y principalmente de tu fiel amistad. La importancia del asunto exigiría larga o r a c i ó n ; bastan pocas palabras e n t r e hombre s que se comprenden. Es necesario que e s t é s en Roma para los comicios , y lo más tarde, si no puedes, para el momento en que lo proclamen. Cuida bien de tu salud.

CARTA X X I V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Muy e x i g e n t e , muy apremiante me h e mostrado en la carta que entregué a Numestio. Pues a esa urgencia añádele algo más si es posible. Pero no te a l a r me s : te con o z c o y sé bien cuan fácilmente se e x p e r i me n t a inquietud c u a n do se ama. Creo que el negocio es de aquellos que produc e n más ruido que resultados p r a c t i c o s . El famoso Vecio ( 1 ) , aquel que me daba tan excelente s noticias, se ha comprometido con César, a lo que c r e o , a mezclar en alguna trama a Curión el hijo.' El hecho es que se ha insinuado en la familiaridad de este j o v e n , que ha t e nido muchas entrevistas con é l , y que ha llegado hasta con - (1) este Vecio había denunciado en otro tiempo a César como cómplice de Catilina, y también a algunos otros que fueron aprisionados y ejecutados; y todo para que le perdonasen haber e s t a d o comprometido él también en la conspiración.

CARTAS Á ÁTICO. liarle su resolución de lanzarse con sus esclavos 103 sobre Pompeyo y matarle. Curión se lo dijo a su padre, y éste a Pompeyo . El asunto se ha llevado al se n a d o , y p r e se n t a n dose Vecio c o me n z ó por negar sus r e l a c i o n e s con Curión» pero no insistió mucho tiempo en la negativa, y ofreció de cirlo" todo bajo la garantía de la fe pública. Nadie r e c l a m ó . Entonces declaró que algunos j ó v e n e s , con Curión a la c a beza, habían fraguado un golpe de m a n o ; que Paulo (1) fué j e f e primeramente, así como también Cepión ( 2 ) , Bruto y Léntulo ( 3 ) , hijo del flamín, éste a sabiendas de su padre; que un día, Septimio, se c r e t a r i o de Bíbulo, vino a t r a e r l e , por encargo de éste, un puñal. Al e s c u c h a r esto , todos se burlaron. ¡Vecio'no podía procurarse un puñal si no m e d i a ba el cónsul! La afirmación pareció tanto más absurda, cuanto que el m de las kalendas de m a y o , Bíbulo p había prevenido a o m p e y o que estuviese alerta, y Pompeyo l e había dado las g r a c i a s . Presentado a su vez el joven Curión, repitió cuanto h a bía dicho V e c i o , y con t e s t ó á todo; refutándole principalmente en lo de que el plan de los j ó v e n e s conspiradores era a t a c a r a Pompeyo en el F o r o con los gladiadores de Gabinio, y que Paulo era el j e f e de la e m p r e s a . Ahora b i e n ; público es que en aquella época se e n con t r a b a P a u l o en Macedonia. El proyecto de senatusconsulto se r e d a c t ó en el a c t o , y en él se dice que con v i c t o Vecio de h a b e r l l e vado a r m a s , se r a e n c a r c e l a d o , declarándose enemigo p ú blico a todo aquel que intente l i b e r t a r l e . Créese general - (1) L. Emilio Paulo, c u esto r entonces en Macedonia, y que en 704 fué cónsul con C . Claudio Marcelo. (2) Llamábasele así porque le había adoptado s u tío Q. Servilio Cepión. (3) L . Cornelio Léntulo. Impulsado V e c i o por Vatinio, quería, al denunciar al hijo, comprometer al padre, ó sea a L. Léntulo Níger, llamín de Marte, porque éste era competidor de L. Pisón y de Gabinio, a quienes César y Pompeyo querían hacer elegir c ó n s u l e s . 104 M A R C O TULIO CICERÓN. que mente que Veeio quería s e r sorprendido en el F o r o llevando un puñal y con sus esclavos igualmente armados; e n t o n c e s hubiese ofrecido r e v e l a c i o n e s , y que la trama ha fracasado solamente por el aviso de los Curiones a P o m peyo. Se ha leído el senatusconsulto en la asamblea del pueblo; pero al día siguiente, César, el mismo que antes fué pretor ( 1 ) , obligó a G. Cátulo a hablar desde abajo, hizo subir a Vecio a la tribuna de las a r e n g a s , poniéndole de esta manera en posesión de aquel lugar, para que B i b u l o , que es cónsul, no pudiera presentarse en é l . Allí pudo de cir Vecio cuanto quiso: estaba aleccionado y había aprendido bien. Comenzó por libertar completamente del c a r g o a Cepión ( 2 ) , a quien atacó con rudeza la víspera, de m o s trando claramente con esto que la n o c h e y sus se d u c c i o n e s le habían a c o n se j a d o . En seguida acusó a personas a quienes no había dirigido ni la más pequeña alusión en el Senad o : a Lúculo, con el que c o m u n i c a b a , según dijo, por me dio de C. Fannio (3), uno de los acusadores de P. Clodio; a L . Domicio, de cuya casa pretendía debían sacarse las a r - (1) El primer día de su pretura citó César ante el pueblo a L . Cátulo, a quien habían encargado de la r e construcción del Capitolio, para que diese cuenta de su gestión. César le obligó a hablar en el plano, no pudiendo subir nadie a la tribuna sin que le i n v i t a se un m a g i s t r a d o . Este insulto no impidió que acudiesen en tropel los p a t r i c i o s para proteger a Cátulo y defenderle de las probables violenc i a s de César y de sus g e n t e s . (2) César había encargado a V e c i o guardase silencio en cuanto a Cepión. César mantenía entonces relaciones amorosas con se r v i l i a madre de M. Bruto. (3) Era entonces tribuno del pueblo. En 693 fué uno de los a c u s a dores de P. Clodio, profanador de los misterios de la Buena Diosa, y aquí se le ve denunciado por Vatinio como comprometido en la trama para asesinar a Pompeyo. Cicerón tenía alta opinión de él, y no dudaba que el pueblo romano le demostraría muy pronto su estimación elevándole a los honores más eminentes. En efecto, Fannio fué nombrado pontífice en 697. No era todavía pretor en G99, es decir, cuando Cicerón le predecía e s t a dignidad; pero lo fué en 7 0 6 . j

CARTAS A ÁTICO. IOS m a s . A mí no me n o m b r ó ; pero habló de un con s u l a r , hábil o r a d o r y vecino del cónsul, como habiéndole dicho que se necesitaba un Servilio Ahala (1) ó un Bruto . Al final a ñ a dió, cuando ya estaba disuelta la asamblea, que Vatinio le llamó, y que oyó de c i r a Curión que mi y e r n o Pisón (2) y M. L a t e r e n se estaban enterados de todo . Vecio se encuentra ahora ante Crasso Dives (3) por el hecho de violencia. Si r e c a e condenación, ofrecerá r e v e l a c i o n e s ; y si consigue su propósito, no terminará pronto su t r a b a j ó l a justicia. Aunque me preocupo fácilmente de todo, no presto grande atención a este asunto. La opinión se declara e l o c u e n t e me n t e en favor mío ; pero estoy cansado de la vida: ¡está tan llena de miserias! Así, pues , a pesar de que gracias a la e n é r g i c a respuesta de un noble ancian o , Q. Considio, h e m o s escapado a una matanza, de b e m o s vivir prevenidos, porque en el primer m o me n t o puede c o r r e r la s a n g r e . ¿Qué te diré? Que nadie hay más desgraciado que y o , ni más afortunado que Cátulo, tanto por él esplendor de su vida como por la oportunidad de su m u e r t e . Sin embargo , en medio de tantas c a u s a s de aflicción, no de c a e mi ánimo y p e r m a n e c e e r g u i d o , procurando no omitir nada para mantener mi dignidad. Pompeyo continúa asegurando que nada tengo que t e me r de parte de Clodio, y en todos sus discursos muestra benevolencia hacia mí. Estoy impaciente por e s c u c h a r tus consejos, por confiarte mis p e n a s y por comunicarte (1) C. Servilio Ahala, jefe de caballería, mató por orden de Quinc i o Cincinato a S p . Melio que aspiraba a la tiranía. ( 2 ) - Pisón Frugi, primer marido de Tulia. (3) Hacía y a ciento cincuenta años que este sobrenombre estaba en la familia. El primero que le llevó Ifué P. Licinio Crasso, cónsul en 549. Pero aun cuando Crasso no hubiese encontrado este sobre nombre en su familia, se lo hubiesen granjeado s u s grandes riquezas, c u y a m a y o r parle procedían de los bienes de los proscritos comprados a vil precio. 106 M A R C O TULIO CICERÓN. todos mis pensamientos. Ven, pues, sin tardanza: h e e n cargado a Numistio que te inste, y te lo pido aquí con m a yor ahinco si c a b e . No respiraré hasta que te v e a .

CARTA X X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando alabo a algún amigo tuyo, deseo que él lo se p a . Hace poco te dije que estaba muy contento de Varrón, y me has contestado que te alegrabas mucho de ello; habría preferido que le hubieses enterado de mi c a r t a , aunque e n realidad no estoy muy satisfecho de é l : pero hubiera p o dido darme ocasión para e s t a r l o . se ha detenido de p r o n to de un modo increíble. Ya conoces el verso eAwta xal oüSev; pero X&ÍT&V afortunadamente conozco yo el precepto upa-coi vxü>v. En c a m b i o , ¡con q u é verbosidad, qué franqueza, qué talento, otro amigo t u y o , Hortalo ( 1 ) , me ha celebrado hablando de la pretura de F l a c c o y de la época de los Alobroges! Imposible emplear lenguaje más a f e c tuoso, más lisonjero y e l o c u e n t e . Tengo e m p e ñ o en que le repitas lo que digo. Mas ¿cómo podrás hacerlo si te e n c u e n tras ya en camino, si tal vez habrás llegado ya? Así lo e s pero al menos después de las vivas instancias de mis ú l timas cartas. T e e s p e r o , te llamo, y la situación y las c i r cunstancias te llaman más aún. ¿Qué te diré acerca de lo (1) Hortensio, c u y o apellido e r a Hortalo Defendió con Cicerón a F l a c c o , acusado de concusión al r e g r e s a r de su gobierno de A s i a . Como F l a c c o era pretor bajo el consulado de Cicerón, y le ayudó mucho en el asunto de la conjuración de Catilina, Hortensio puso en relieve los se r v i c i o s que el acusado había prestado a la República, siendo muy natural aquella ocasión para que el abogado elogiase a Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. sesperado que la República , nada más e x e c r a d o autor de nuestros m a l e s . En lo que me atañe, la que 107 el que sucede? lo que te digo diariamente. Nada h a y más de opinión pública es un parapeto que me pone al abrigo; asi lo c r e o al me n o s , así lo espero y c r e o estar seguro de e l l o . Acude, pues , y sabrás defenderme ó compartirás mi s u e r t e . Hoy se r é muy b r e v e , porque abrigo la confianza de que dentro de poco podremos comunicarnos de viva voz cuanto tenem o s que decirnos. Cuida de tu salud.

LIBRO TERCERO.


CARTA PRIMERA. C I C E R Ó N Á Á T I C O , S A L U D . Siempre te h e considerado como n e c e s a r i o para mí, pero hoy que h e leído el decreto de mi destierro y que tengo que elegir c a m i n o , ¡cuánto más t e de se o ! Si al salir de Italia pasase por el Epiro, contaría con el apoyo de tu influencia y la de tus amigos. Si adoptase otro partido, tus con se j o s me decidirían y obraría confiadamente. T e ruego , pues , que t o me s tus disposiciones y vengas cuanto a n t e s . Puedes hacerlo tanto mejor, cuanto que se ha promulgado la l e y acerca del gobierno de la Macedonia ( 1 ) . Mucho m a s t e diría de mí, si no hablasen con mayor elocuencia l o s hechos. (1) En virtud de e s t a l e y podía Ático dejar a Roma y reunirse a Cicerón en cualquier punto que e s t u v i e se . Cicerón había salido y a de Vibona y se dirigía a Brindis por la vía de t i e r r a . 440 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA II.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mi itinerario e r a f o r z o s o , no teniendo otro asilo e n que pudiese e s t a r por más tiempo e n se g u r i d a d que la c a s a de S i c c a , m i e n t r a s modifican los t é r m i n o s del de c r e t o ( 1 ) . He reflexionado por otra parte que si v i e n e s , fácil se r a r e g r e s a r a B r i n d i s , mientras que sin tí, no h a y medio de e m p r e n de r este c a m i n o a c a u s a de Aulronio ( 2 ) . T e r e p i t o lo que a n t e r i o r me n t e te d i j e : si v i e n e s , e x a m i n a r e m o s j u n t o s mi posición b a j o todos sus a s p e c t o s . este viaje e s p e n o s o , p e r o todo lo- e se n un g r a n de infortunio. No puedo e s c r i b i r m a s : tan confuso y abatido me e n c u e n t r o . Cuídate. (1) Diferenciábase e s t a rogación de la primera en que nombraba a Cicerón, diciendo en general y sin determinar p a r a j e : «niegúese agua y fuego a M. Cicerón.» Pero como a n t e s de promulgar una l e y debía t e n e r s e al público durante t r e s nundinas s u c e s i v a s , ó de nueve en nueve días, para que el pueblo pudiese aprobar su con t e x to ó pedir c o r r e c c i ó n , Clodio, habiendo cumplido e s t a formalidad, corrigió su l e y y lijó la residencia de Cicerón a cuatrocientas millas de Roma. (2) Autronio estaba desterrado entonces en A c a y a , llena de los enemigos m a s encarnizados de Cicerón, muy dispuestos a c o me t e r en él un atentado; especialmente Autronio a quien Cicerón no había querido defender contra el que había depuesto, y que fué condenado con otros muchos como cómplice de Catilina.

CARTAS A ÁTICO. 111

CARTA III. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¡Ojalá llegué un día en que tenga que agradecerte que me hayas obligado a vivir! Hasta ahora me pesa profundamente h a b e r t e e s c u c h a d o . T e ruego que vengas en se g u i da a Vibona, donde me ha traído indispensable c a m b i o de dirección. Ven y me aconsejarás acerca de mi itinerario y de mi fuga. Mucho me admirará que no v e n g a s , confío en que vendrás. pero

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Acusa antes a mi desgracia que a mi constancia si r e p e n tinamente h e de j a d o a Vibona, a donde te había l l a m a d o . Me han traído el decreto fatal. El alivio que me habían h e cho e s p e r a r c o n s i s t e en m a n t e n e r me alejado a c u a t r o c i e n tas millas de distancia. No pudiendo ya ir a donde p r o y e c t a b a , h e vuelto b r u s c a me n t e hacia Brindis, sin e s p e r a r la publicación del decreto . No quería perder a S i c c a (1) que me había dado asilo y , a de m a s , tampoco se me permite l a permanencia en Malta ( 2 ) . Apresúrate; podrás alcanzarme (1) La l e y de Clodio prohibía, bajo pena de m u e r t e , recibir & Cicerón. (2) Porque la isla de Malta dista menos de las c u a t r o c i e n t a s millas prescritas. 112 MARCO TULIO CICERÓN. si e s que me reciben en alguna p a r t e . Hasta ahora he e n contrado buena voluntad, pero temo lo venidero. ¡Ah, querido Pomponio, cuanto me arrepiento de vivir! Tú e r e s quien principalmente me ha decidido a e l l o . P e r o ya h a b l a r e m o s . Haz por venir pronto.

CARTA V. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. T e r e n c i a tiene que repetirte de continuo las g r a c i a s . E s toy profundamente agradecido. Vivo en la mayor desgracia y me consume profundo dolor. ¿Qué te diré? No sé nada. Si no has salido todavía de Roma , imposible es que n o s reunamos en el camino. Si ya has partido, pronto nos e n contraremos j u n t o s y veremos qué debo hacer . Una sola cosa te pido: siempre me has estimado; con s é r v a me tu amistad, porque yo no varío. Mis enemigos me lo han a r r e batado todo ( 1 ) , pero no han podido quitarme el c o r a z ó n . Cuídate. A 6 de abril, Turio ( 2 ) .

CARTA VI. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Tenía por cierto que había de verte en T a r e n l o ó en Brindis, y lo creía por muchas r a z o n e s . Nos habríamos de (1) Sus bienes; porque su casa de Roma había sido y a saqueada y después quemada, llevándose el moviliario de e s t a casa y el de la de Túsculo a casa del cónsul Gabinio. (2) Turio, ciudad de Lucarna, en los confines de Rrutlium. E s t a era la antigua S i t a r i s . El emplazamiento que ocupaba se llama h o y Sibari rovinata.

CARTAS Á ÁTICO. 113 tenido en Epiro y hubiese podido deliberar cómodamente contigo acerca de todo lo de m a s . No habiendo ocurrido así, este es un mal que se añade a todos los demás que me agobian. Marcho al Asia, probablemente á Cicicum. T e r e comiendo a todos los míos. Yo mayo (18 de a b r i l ) . arrastro con trabajo mj de desgraciada e x i s t e n c i a . T a r e n t o a xiv de las kalendas

CARTA VIL CICERÓN Á ÁTICO, SALBD. Llegué a Brindis el xiv de las kalendas de mayo, y por medio de tus esclavos recibí en el mismo día una carta, y otra tres días después. Me-aconsejas que marche al Epiro y me o f r e c e s tu casa. Tu bondad me es muy grata, aunque no es nueva para mí, y aceptaría con gusto el ofrecimiento si pudiese pasar en el Epiro todo el tiempo de mi destierro. El bullicio me es odioso: huyo de los hombre s y apenas puedo soportar la luz del día. Así es que la soledad, e s p e cialmente en paraje que me es tan g r a t o , no envolvería amargura para mí. P e r o , en p r i me r lugar, tendría que de s viarme de mi c a m i n o ; por otra parte , temo a Autronio y a los otros con j u r a d o s ; y además tú no estas ahí. Me con vendría para morada una casa en estado de defensa: atreviese, encontraría de como lugar de paso, no me es n e c e s a r i a . Si me iría a Atenas, que era lo que de se a b a , p e r o allí e n e m i g o s y no estás a mi lado. Debo t e n e r en cuenta además que se diría que Atenas no está b a s t a n t e l e j o s Italia. Tampoco me es c r i b e s qué día podré esperar verte. me e x h o r t a s a vivir y sin duda tus con se j o s contribuyen a de t e n e r mi b r a z o , pero no pueden quitarme el pesar de mi resignación y mi disgusto de la vida. ¿Qué me queda y a , TOMO IX. 8 114 M A R C O TULIO CICERÓN. si he perdido hasta la esperanza que tenía al partir? (1) P e r o no volveré sobre la dilatada serie de males en que me han sumergido la iniquidad más baja y el odio de los que me e n vidiaban más aún que el de mis e n e m i g o s . esto se r í a a u me n tar mis pesares y hacer t e compartir mis dolores. Ten por cierto únicamente que j a m a s agobiaron tales males a un hombre , y que nunca fué la m u e r t e para nadie bien tan apetecible como para mí. Tiempo hubo en que podía r e c u r r i r a ella con h o n o r ; pero pasó aquel tiempo, y los días término de mis de s g r a c i a s . Veo con cuánto cuidado enumeras todos los indicios que podrían infundir esperanza de cambio en la situación. E s o s indicios son muy d é b i l e s : pero si así lo quieres, l o s a c e p t o . Si por tu parte te apresuras, aun podrás alcanzarm e : ó me dirigiré al Epiro, ó marcharé despacio por la Canda via ( 2 ) . No es por inconstancia si permanezco perplejo en c u a n t o al Epiro; es que ignoro todavía dónde e n con t r a r é a mi h e r m a n o . No s é cómo se r a este encuentro ni dónde se realizará la s e p a r a c i ó n , separación que será el más grande y el más cruel de todos mis males. Con mayor extensión todas y frecuencia te escribiría, si el pesar no abrumase que trascurren no me traen r e me d i o , limitándose a acerca r el las facultades de mi alma, dejándome hasta incapaz de e s cribir. Deseo con ansia v e r t e . Cuídate. Brindis, víspera de las kalendas de mayo (30 de a b r i l ) . (1) Esperaba que el pueblo le llamase muy pronto. Por e s t a época escribía a Quinto: «Dícese que antes de tres días me llamarán gloriosamente.» (2) Comarca montañosa, a se t e n t a y ocho mil pasos de Dirraquio, por donde había de a t r a v e s a r para ir a Macedonia, y desde aquí g a n a r el mar Egeo, que tenía que . c r u z a r para reunirse con su h e r mano Quinto en Asia, según su propósito.

CARTAS Á ÁTICO. US

CARTA VIH. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. A! salir de Brindis te escribí los motivos que me i m p e dían marchar al Epiro: la c e r c a n a Aeaya está llena de mis e n e m i g o s más encarnizados, y los pasos para salir de ella son ásperos y difíciles. Añádese a esto que, al salir de Dirraquio ( 1 ) , recibí dos avisos opuestos: el uno me decía que mi hermano se e m b a r c a b a en Éfeso para a Atenas; el otro que tomaba la vía de tierra por Macedonia. Mandé un emisario a Atenas para invitarle a venir a T e s a l ó n i c a , a donde me dirigía y o , y á la que llegué el x de las kalendas de j u n i o . Después nada he podido saber de cierto salió de E f e s o . ¿Qué se prepara ahora? Mi incertidumbre es muy g r a n de . En una carta me dices que , según las noticias que te municaron el día de los idus de m a y o , se coencarnizaban acerca del días camino que s i g u e , y sí solamente que hace algunos mucho en su persecución ( 2 ) . Según otra carta t u y a , se c a l maban los ánimos. Por desgracia, esta es de fecha a n t e r i o r , y tal circunstancia aumenta mis inquietudes. Con los s a r e s que i n c e s a n t e me n t e desgarran mi alma, esta y tal vez mihermano, ignorando dónde me penueva pena acabará con m i g o . La navegación ha sido muy difícil; encontraba, habrá seguido equivocado c a m i n o . Su liberto Faetón no le (1) Ciudad de la Iliria, sobre el Adriático, hoy Durazzo. (2) Trátase.de Quinto, a quien sus enemigos, ó más bien, los e n e migos de su hermano, se disponían a a c u s a r de concusión. El m o mento era oportuno, y por o t r a parte , Quinto no estaba e x e n t o de c e n s u r a en su gobierno de Asia. Prueba de esto son los con se j o s que le daba su hermano, y algunos de ellos llegaron t a r de . 116 MARCO TULIO CICERÓN. ha v i s t o . Alejado de él y arrojado por los v i e n t o s a la c o s t a de Macedonia, c o r r i ó a Pela ( 1 ) , donde me e n con t r a b a y o . V e o que no han terminado mis males, y nada tengo que de c i r t e sino que lo t e m o todo . P a r e c e que n o h a y dad que deba faltar a mi t r i s t e s i t u a c i ó n . tantos m a l e s y p e s a r e s , me e n c u e n t r o decidir. P a s o ahora a lo que me h a s escrito . No he visto a Trifón Cecilio. Por tus cartas tuve n o t i c i a de la con v e r s a c i ó n P o m p e y o . En mi opinión, nada indica próximo cambio en que p a r e c e que en los con el negocios dominado calamipor esAgobiado y a por pantosa duda que m e de t i e n e en T e s a l ó n i c a sin a t r e v e r me a c r e e s , ó con el que de se a s al me n o s mitigar mi d o l o r . Abandonado e l asunto de T i g r a n o ( 2 ) , no queda y a e s p e r a n z a . Quieres que d é l a s g r a c i a s a Varrón ( 3 ) ; así lo h a r é , y de la misma m a n e r a o b r a r é con Hipsio ( 4 ) . Me a con se j a s que n o me a l e j e más a n t e s de saber lo que s u c e de r a en e l mes de m a y o . Comprendo que (1) Pela, en otro tiempo capital de la Macedonia, donde nacieron Filipo y su hijo Alejandro. (2) Tigrano, hijo de Tigrano, r e y de Armenia, había caído prisionero en poder de Pompeyo, quien le llevó a Roma confiándolo a la custodia del pretor L . F l a v i o . Clodio, ganado por dinero, lo arrebató a su guardián, y llevándoleá todas partes por la ciudad, diariamente suscitaba querellas y procesos a los amigos de Pompeyo. Al fin le hizo embarcar; pero mientras el mal tiempo detenía al Príncipe en Anzio, acudió con fuerzas L . Flavio para recobrar su prisionero. Clodio salió a su encuentro, y entre los dos partidos se libró un combate a c u a t r o millas de Roma en el que p e r e c i e r o n muchos, entre ellos M. Papirio, amigo de Pompeyo. Irritado por tanta audacia, v especialmente porque Clodio volvía contra él el poder que había de vuelto a los tribunos, resolvió Pompeyo llamar a Cicerón, p r e p a r a n dose a ello desde luego, asegurándose el concurso del tribuno Ninio. Hasta entonces quedó impune el se c u e s t r o de Tigrano, como lo indican las palabras de Cicerón. (3) Sin duda por los esfuerzos que hacía para impulsar a su amigo Pompeyo a que llamase a Cicerón. (4) P. Plancio Hipsio fué c u esto r de Pompeyo en la g u e r r a contra Mitrídates.

CARTAS A ÁTICO. 111 de b o e s p e r a r , pero ¿dónde? todavía lo ignoro. En mi a n siedad por Quinto, no sé qué decidir. En cuanto tome una resolución, te la c o m u n i c a r é . Podrás con o c e r la agitación de mi ánimo por la i n c o h e rencia de e s t a carta . P e r o aunque mis males no pueden ser más grandes ni más inauditos, menos sin embargo s u fro por ellos que por la falta que los ha causado. Hoy v e s la pérfida mano que me ha lanzado al precipicio; ¡ojalá la hubieses visto a n t e s , y que el dolor no te hubiera privado como a mí de la serenidad de ánimo! Cuando te hablen de la tristeza que me domina y con s u me , recuerda que mi m a yor suplicio no es h a b e r sido castigado, sino haberlo sido por mi ceguedad y haber creído en un h o m b r e que no podía suponer tan malvado. Este recuerd o de mis de s g r a cias y la inquietud por mihermano, me impiden contin u a r . Tú debes v e r lo que ha de hacer se , y hacer l o . T e r e n c i a te da cordiales gracias otra v e z . T e he remitido una copia de la carta que h e escrito a Pompeyo . T e s a l ó n i c a iv de las kalendas de junio (29 de m a y o ) .

CARTA I X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. MihermanoQuinto salió del Asia antes de las kalendas odio Ade- de mayo y llegó a Atenas en los idus, teniendo que aten de r mucho a prevenir los ataques de aquellos cuyo privarme de verle y no retrasar su llegada a Roma . no está satisfecho aún con mis de s g r a c i a s . He preferido más (te abro por completo mi corazón y podrás e o n o c e r la magnitud de mis desgracias), no hubiese podido s o por t a r , en el estado que me e n c u e n t r o , la presencia de un h e r m a no cariñoso y tierno; no habría tenido valor para m o s t r a r - 118 M A R C O TULIO CICERÓN. le mis miserias y abatimiento, ni para ofrecer a su vista tan triste e s p e c t a c u l o . Temía en fin, y esto era muy p r o b a b l e , que no le hubiese sido posible se p a r a r se de m í . Veía con s tantemente el m o me n t o fatal en que tendría que despedir a sus lictores ( 1 ) , ó hacer se a r r a n c a r por fuerza de mis b r a zos. Me h e libertado de este amargo p e s a r , pero a c a m b i o de la privación no menos cruel de no ver a mi h e r m a n o . A esta situación me habéis reducido todos los que aconsejasteis vivir: sufro el castigo de mi dibilidad. Aunque tus cartas me s o s t i e n e n , no me formo ilusiones acerca del verdadero a l c a n c e de tus e s p e r a n z a s . Sin b a r g o , he encontrado algún alivio en tus palabras, emantes me de llegar al párrafo en que dices , después de haber h a b l a do con P o m p e y o : «Atráete a Hortensio y a todos los v a r o n e s de su opinión.» ¡Cómo, querido Pomponio! ¿todavía no has visto de dónde han partido todas las m a n i o b r a s , las intrigas é infamias que han ocasionado mi pérdida? P e r o estas cosas deben tratarse de viva v o z . Te digo solamente, y tú lo s a b e s bien, que no me han perdido mis e n e m i g o s , sino mis envidiosos ( 2 ) . Sea c o m o quiera, si no te e n g a ñ a s , (1) Si Quinto hubiese permanecido con su hermano, habría tenido que despedir a sus lictores; porque si se permitía al gobernador de una provincia pasar por otra, no se le autorizaba a p e r m a n e c e r mucho tiempo en ella con el aparato do su dignidad. (2) Sus envidiosos fueron los que le perdieron, y estos envidiosos fueron sus amigos. Acusa a Hortensio con razón, porque Cicerón le desagradaba doblemente como hombre nuevo y como o r a d o r . Si le alabó alguna vez, fué cuando hubiera sido de mal gusto no hacerlo, como al defender con él a L. F l a c c o . Mostró mucha tibieza para defenderle con t r a Clodio. y más calor del necesario para aconsejarle que saliese de Roma. Porque en último c a s o , apoyado como estaba por el Senado y por muchos millares de hombres que s o l a me n t e esperaban una señal para a t a c a r a Clodio, si Cicerón hubiese e m peñado el combote, imposible era saber quién resultaría vencedor. Mas se creía que el consular a quien Roma debía su salvación no podía adoptar un partido que podía encender de nuevo la guerra civil y aceptaría cualquier otro que le recomendasen como me j o r . P e r -

CARTAS Á ÁTICO. 119 me r e s i g n o ; y puesto que lo de se a s , acepto también la e s p e r a n z a . Mas s i , como t e m o , esta esperanza e s ilusoria, n e c e s a r i o será llegar a hacer lo que en tiempo no hice ( 1 ) . T e r e n c i a me habla en todas sus cartas de su gratitud hacia tí. Otro de mis tormentos e s el asunto de mi de s g r a ciadohermano. No puedo decidir nada hasta que sepa qué s u c e de r a . E s p eraré , pues, en Tesalónica el cartas . Si o c u r r e ofrecimiento de los buenos propósitos de los tuyos y la llegada de t u s algo nuevo, v e r é lo que, he de hacer . Si T e remití copia de has salido de Roma en las kalendas de j u n i o , según me es c r i b i s t e , de b e s estar a punto de l l e g a r . mi carta a P o m p e y o . Tesalónica 1 3 de j u n i o . oportuno

CARTA X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Por tu carta me h e enterado de lo ocurrido hasta el vm de las kalendas de j u n i o . Obedeciendo a tu de se o , e s p e r a r é en Tesalónica noticias decisivas, siéndome más después determinar el paraje de mi r e t i r o . Si se fácil verifica algún cambio, si se h a c e algo en favor mío , si al fin entre veo alguna e s p e r a n z a , p e r m a n e c e r é aquí, ó marchar é a tu suadiéronle, pues, a que saliese de Roma, unos para excusa r el cobarde abandono en que le dejaban con la razón de que él se abandonaba a sí mismo; otros por efecto de su moderación y amistad s i n cera , pero tímida. Ático se encontraba entre é s t o s , y Hortensio entre aquéllos. Verdad es que Catón le aconsejó lo mismo, pero tal vez opinó en e s t a s c i r c u n s t a n c i a s como lo habría 'hecho en la república de Platón . (1) Es decir, que se dará la m u e r t e , que hubiese encontrado más digna y oportuna combatiendo contra Clodio. 120 MARCO TULIO CICERÓN. casa aceptando tu invitación. P e r o si toda luz se e x t i n g u e , s a b r é e n t o n c e s lo que debo hacer . Hasta ahora nada a b s o l u t a me n t e e n c u e n t r o en todo lo que me comunicas, como no sea la división de mis enemig o s ; pero antes se dividirán acerca de todos los negocio s que estarlo contra mí, y no veo por con s i g u i e n t e qué p u e . do ganar en ello. Sin embargo , deseas que e s p e r e , y te o b e de z c o . Pero como repites tantas v e c e s y con tanta viveza tus c e n s u r a s y me acusas de debilidad, te ruego me digas si e x i s t e n desgracias, por grandes que se a n , que no estén comprendidas en la mía. ¿Quién cayó j a m a s desde tan alto por causa más noble, con más r e c u r s o s propios de i n g e n i e , con e x p e r i e n c i a y favor, defendido por todos los hombre s honrados? ¿Puedo olvidar lo que fui? ¿no apreciar lo que soy, qué honores he perdido, qué gloria, qué familia, q u é fortuna, qué hermano? Y a este h e r m a n o , por inaudita desgracia que me estaba r e se r v a d a , a este hermano quiero, que he querido siempre más que a mí mismo , tenido que evitar verlo, para que he no p r e se n c i a r su pesar y aflicción y para que no con t e m p l a se , después de h a b e r me dejado en el esplendor de la fortuna, el cuadro de mi r u i na y mis p e s a r e s . Omito muchas circunstancias c r u e l e s : el llanto me ahoga. En fin, ¿de qué me acusas? De que me quejo ó de que no he sabido conservarlo todo . Y fácilmente podía hacerlo sin los con se j o s de ruina que se tramaban contra mí en mi propia casa . Podía en último caso no p e r derlo todo sino con la vida. Si de esta manera te hablo, es para obtener de tí palabras consoladoras, como s a b e s e s c r i b i r , no para que me dirijas r e con v e n c i o n e s y c e n s u r a s . El abatimiento que me te domina me impide decir más: por otra p a r t e , c a r e z c o de noticias y e s p e r o las tuyas. A la llegada del me n s a j e r o dome detalles de los a con t e c i m i e n t o s sin de j a r me nada. Tesalónica 1 8 de j u n i o . comunicaré lo que haya decidido. R u é g o t e continúes dánignorar

CARTAS Á ÁTICO. 121

CARTA X I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Lo que tú me has escrito , lo que los m e n s a j e r o s me han dicho acerca de garantías, que verdaderamente no son las mejor e s ; la esperanza de recibir noticias tuyas y tu v o luntad continúan r e t e n i é n d o me en T e s a l ó n i c a . Si r e c i b o la carta con que c u e n t o , si se confirman los r u m o r e s que me han traído hasta aquí alguna e s p e r a n z a , marchar é a tu casa . Si no se confirman, te participaré mis r e s o l u c i o n e s . En cuanto a tí, ayúdame con tu influencia, como ya lo has hecho con tu favor y con se j o , pero c e s a ya de con s o l a r m é ; dispénsame de tus c e n s u r a s , porque en esto s c a sos me pregunto dónde está tu c a r i ñ o , dónde tu simpatía, cuando te c r e í a afectado por mis de s g r a c i a s y suponía tan necesitado de consuelo como yo mismo . Ayuda a mihermanoQuinto, al más tierno y cariñoso de todos loshermanos ; y dame sobre Tesalónica 1 9 de agosto. todo noticias c i e r t a s .

CARTA X I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. P e r f e c t a me n t e arguyes acerca de lo que debe e s p e r a r se , principalmente del se n a d o : me dices se ocupan de la c l a u sula que prohibe proponer nada que me con c i e r n a , y que 122 MARCO TULIO CICERÓN. hace guardar silencio a todos ( 1 ) . En seguida pasas a c e n surarme mi tristeza; pero si me e n c u e n t r o triste, es que nadie tuvo j a m a s mayor razón para e s t a r l o , y tú mismo lo c o m p r e n de s . Cifras alguna esperanza en los comicios. ¡Cómo! ¿con el mismo tribuno del pueblo (2) y el mismo cónsul designado que e se n e m i g o mío? (3) Me contrista e se discurso que se propaga: para el g o l p e , si p u e de s : lo hice en un m o me n t o de c ó l e r a ; fui provoca do, p e r o lo suprimí tan cuidadosamente que creía no que dara ni una sola copia. Ignoro cómo han podido conseguirla. Pero como es un hecho que j a m a s tuve discusión alguna con ese hombre , y como lo escribí con un descuido que no me es ordinario, creo que fácilmente podrá n e g a r se su autenticidad. Te encargo e s e cuidado; pero si mi posición es irremediable, no tengo e m p e ñ o en ello. Continúo aquí incapaz de hablar y de pensar. Aunque t e manifesté el de se o de v e r t e en Dodona, nada digo ya de ello; comprendo que me e r e s útil ahi, y que aquí ni siquiera tendrías una palabra consoladora que dirigirme. No puedo escribir m a s , ni tampoco tengo otra cosa que de c i r t e ; de tí espero n o t i c i a s . Tesalónica 17 de j u l i o . (1) Tal era en efecto una cláusula de la abominable ley de Clodio prohibiendo proponer nada concerniente a Cicerón. (2) Sabiendo Cicerón que Clodio no obtendría aquel mismo aHo ningún otro c a r g o honorífico, calculaba que sería reelegido tribuno al siguiente. En efecto, disponía una ley que, a menos que los tribunos del pueblo, al salir del cargo, pasasen inmediatamente a otro, podrían presentarse candidatos para ser reelegidos en los próximos comicios tribunicios. Tal era el caso de Clodio; pero no se presentó, y volvió a la vida privada. (3) Q. Mételo Nepote, hermano de Mételo Celer, que era cónsul con P. Léntulo. Después olvidó su enemistad y se unió a los que p e dían el regreso de Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. 123

CARTA CICERÓN XIII. SALUD. A ÁTICO, Aunque te hablé de mi próxima marcha al Epiro, cuan-^ do vi declinar y de s v a n e c e r se mis e s p e r a n z a s cambié de resolución, y no me h e movido de Tesalónica (1) esperando otra carta tuya acerca de lo que me decías en tu última, de que podría ocuparse de mí el Senado por con se c u e n c i a de los comicios . Lo sabía por P o m p e y o : los comicios se han c e l e b r a d o ; nada me es c r i b e s , y deduzco que nada t i e n e s que de c i r me . La ilusión no ha durado mucho . No me que j o en cuanto al movimiento que en opinión tuya ocurrido nada. En fin, todavía queda débil podia en se r me útil; los que de ahí llegan me dicen que no ha esperanza los nuevos tribunos ( 2 ) . E s p e r a r é , pues; pero no digas que me abandono y que no c o r r e s p o n d o al celo de mis amigo s . En vez de censurar me a todas horas de abrumarme bajo mis de s g r a c i a s , deberías demostrar alguna indulgencia con mi infortunio, que e x c e de a cuanto has visto y oído alguna v e z . P e r o dicen que el pesar llegará a a f e c t a r a mi razón. No, mi razón está c o m p l e t a ; y ¡ojalá no hubiese e s tado más enferma en el momento fatal en que los que de (1) Los que llevaban tan malas noticias a Tesalónica se engañaban. El movimiento que Cicerón indica tuvo con se c u e n c i a s . El c ó n sul Gabinio, a quien Clodio había insultado, asi como también a c u a n tos le acompañaban; este cónsul, c u y a s haces rompió Clodio, con s a grando además sus bienes a los Dioses, cansado al fin de tantos ultrajes, aun con peligro de agradar a Cicerón, se declaró con t r a el tribuno, y , de acuerdo con Pompeyo, trabajó para arruinarle por completo. (2) Estos tribunos no entraban en funciones hasta el 10 de d i ciembre. 124 MARGO TULI0 CICERÓN. bían tener más empeño en de f e n de r me , se m o s t r a r o n mis enemigos lidad! Pronto marchar é a Cicico", donde serán más r a r o s los me n s a j e r o s . Cuida de no perder un momento para hacer me saber todo lo que puede interes a r me . Conserva tu amistad a mi hermano Quinto; si é l escapa a mi de s g r a c i a , no p e r e c e r é por c o m p l e t o . T e s a l ó n i c a 5 de a g o s t o . más c r u e l e s , y con indigno y bárbaro artificio explotaron mis t e m o r e s para perderme con m a y o r f a c i -

CARTA XIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tus cartas excitan mi impaciencia por saber qué quier e ó pretende querer Pompeyo hacer en favor mío . Deben h a b e r se celebrado los comicios , y , se g ú n me dijiste, se proponía, una vez terminados, ocuparse de mi asunto. Si hago mal en lisonjearme, tuya es la culpa. Verdad e s que tus cartas no están concebidas de manera que me hagan e s p e r a r pronta r e s o l u c i ó n . Díme, por favor, cuanto opines acerca de e s t o . Mi desgracia es con se c u e n c i a de más de una falta ( 1 ) ; pero en fin, si me fuese dado c o r r e g i r e n parte mis error e s , deploraría menos lo que he n e c e s i t a d o , lo que necesito para soportar la vida. No he salido aún de Tesalónica porque es paso y puedo recibir noticias diariamente. Mas al fin tendré que marchar , no obstante que Plancio quiere r e t e n e r me , porque este paraje no es el que conviene a un infortunio como el mío ( l ) Las faltas se reducían a t r e s : no haber aceptado la tenencia que le ofrecía César; no haber entablado la lucha contra Clodio, y haber perdido la ocasión de c a e r con v a l o r .

CARTAS A ÁTICO. 125 y a tan grandes dolores. No he marchado al Epiro como te anuncié, porque en el momento mismo c o r r e o s y c a r tas de consuno me convencieron de que no había razón ninguna para que me aproximase a Italia. Si s é algo de los comicios, marchar é al Asia: ignoro todavía a qué punto de ella, pero te lo haré saber . Tesalónica 2 1 de j u l i o .

CARTA XV. CICERÓN A Anco, SALUD. He recibido cuatro cartas tuyas en los idus de a g o s t o . En la primera me c e n s u r a s mi poca firmeza; el estado de s u frimiento y delgadez en que me dejó el liberto de C r a s s o , según te dijo, forma el objeto de la se g u n d a ; la t e r cera se refiere a lo ocurrido en el Senado, y en la cuarta, finalmente, me confirmas, b a j o la palabra de Varrón, las buenas disposiciones de Pompeyo . A la primera con t e s t a r é que no es tan grande mi dolor que a l c a n c e a perturbarme la me n t e , y que hasta tengo como pesar la misma firmeza de mi ánimo y no e n con t r a r á nadie con quien hablar ¡Cómo! cuando veo que tú gimes por mí, por un solo amigo a u se n t e , ¿no podré quejarme yo mismo , para quien todo está ausente, tú y todos? Nada has perdido tú, y echas de ver que c a r e c e s de mí, ¿y yo que todo lo h e perdido no podré lanzar un suspiro? No quiero e n u m e r a r los b i e n e s que me han arrebatado; nada nuevo t e diría, consiguiendo solamente renovar mis heridas; pero a se guraré otra vez que nadie se vio nunca despojado de tantos b i e n e s , ni sumido e n tantos m a l e s . L o s d í a s , l e j o s de m i tigar mis quebrantos, los aumentan. Ordinariamente calma el dolor con el tiempo; el mío , por e l con t r a r i o , cobra may o r e s fuerza con su duración, c r e c i e n d o con el sentimiento del mal presente y el recuerd o del pasado. No e s s o l a - 126 M A R C O TULIO CICERÓN. mente a mis bienes y familia, sino a mí mismo me b u s c o y me llamo. ¿Qué soy ahora? P e r o de j e m o s estas quejas para no contristar tu corazón ni poner !a mano con de masiada frecuencia sobre mis llagas. T e había hablado de mis envidiosos: tú les defiendes, y entre ellos nombras a Catón. Tan l e j o s estoy de sospechar de él, que uno de mis pesares más grandes es haber dejado prevalecer c e r c a de mí la hipocresía sobre su rectitud. En cuanto a los de más, puesto que son i n o c e n t e s para tí, q u e lo sean también para mí. El liberto de Crasso e x a g e r ó mucho , s e g ú n c r e o , al h a b l a r t e . En el Senado todo pasó bien, me dices . ¿Acaso no leyó Curión aquel discurso hallado no s é dónde? Axio, que también me refiere la sesión, me habla también de Curión, mas pudo perder algunos detalles, mientras que se g u r a mente tú no dices más que lo que s u c e d i ó . El lenguaje necesario de Varrón permitía contar con César; pero es que Varrón mismo tome el asunto con inter é s , y no dudo que a ello le decidirán sus sentimientos y tus i n s t a n c i a s . Si la fortuna se digna c o n c e de r me que algún día vuelva a veros a todos y a la patria, aseguro que ningún amigo mío se alegrará de ello tanto como tú. Confieso que hasta hoy mi amistad no ha tenido ocasión de probarse, pero r e cobrará sus de r e c h o s y r e con o cera s que vivo igualmente para tí que para mi hermano y mis hijos. F a l t é con t i g o , lo con o z c o ; olvídalo. P e r o fui culpable principalmente conte migo mismo. Al hablarte así, no es que ignore cuánto ha afectado mi desgracia; pero supon que e n vez de se r a m i go mío por inclinación, lo fueses por deber y por a g r a de c i m i e n t o ; sin duda siendo tan rico en buenos con se j o s , no me hubieses dejado c a r e c e r de ellos . No me hubieses de j a do persuadirme de que me interesaba no oponerme a la ley sobre las c o r por a c i o n e s ( 1 ) . Tu amistad se ha contentado (1) Una de las l e y e s que propuso Clodio, c u y o objeto e r a r e s t a b l e -

CARTAS Á ÁTICO. 127 « o n confundir tus lágrimas con las m í a s : y en r e a l i d a d , ¿qué favores recibido s de mí te imponían la obligación de pasar los días y las n o c h e s meditando en mis peligros? El delito lo he c o m e t i d o yo y no tú. En la turbación que me produjo la r e s pues t a de P o m p e y o llena de r e t i c e n c i a s ( 1 ) , si una voz a m i g a , la tuya ú o t r a , me h u b i e se ilustrado acerca de mis cobardes resoluciones, cosa que tan fácil te era, habría hoy ocurrido que , ó h u b i e se muerto con h o n o r , ó gozaría de mi triunfo. Perdona estas r e f l e x i o n e s que me y por la n e c e s i d a de n que esto y de b u s c a r otro y se g u r a me n t e , como nada me de b e s , tus b e n e f i c i o s s o l o s . dices que Culeón (2) ve razón de nulidad en el carácter inculpan culpable. por más que a n a d i e . Si te a s o c i o a mi falta, e s como a otro y o , Si vuelvo a la patria, p a r e cera me q u e h e delinquido me n o s : me apreciarás de p r i v i l e g i o (3) que o f r e c e e l decreto . Bueno e se se me d i o , p e r o e s mucho m e j o r a b r r o g a r l o . ¿Qué cosa más se g u r a si c e r corporaciones suprimidas hacia diez años y que Cicerón había aceptado sin p r e v e r que de aquella manera reclutaría Clodio, al a m p a r o de una l e y , las bandas que emplearía a su arbitrio para la realización de s u s criminales a t e n t a d o s . (1) E s t a r e s pues t a e r a que Pompeyo no quería combatir contra un tribuno armado, como e r a Clodio, sin que le a p o y a se el Senado, pero
CARTAS Á ÁTICO. 129' unanimidad de los tribunos? (1) ¿y el artículo de mis bienes? ¿y el de mi casa? ¿me los restituirán? Y si no me los r e s t i tuyen, ¿cómo podré yo r e c o b r a r l o s ? Si no v e s resolución a todo esto , ¿por qué me das esperanzas? Y si nada tengo que esperar, ¿qué es la vida para mí? Espero en Tesalónica noticias de lo que ocurra en laskalendas de agosto, y entonces v e r é lo que h e de decidir. 0 marchar é a tus t i e r r a s para evitar la presencia de p e r s o nas que me son odiosas ( 2 ) , a gozar del placer que me prom e t e s de volver a v e r t e , al mismo tiempo que me a c e r c o al teatro de los a con t e c i m i e n t o s , y para satisfacer, a lo que c r e o , el deseo de mi hermano al mismo tiempo que el tuy o ; ó bien me r e t i r a r é a Cicico. Tu prudencia, oh Pomponio, no me ha s o c o r r i d o en el peligro: ó confiabas demasiado en la mía, ó c r e í s t e que te bastaba estar preparado. Vendido, envuelto, llevado asechanza en a se c h a n z a , yo mismo abandoné de todos mis apoyos. He repudiado, despreciado la Italia que se l e v a n taba en masa para defenderme ( 3 ) , y yo mismo me h e e n tregado con los míos a mis e n e m i g o s . Todo lo has visto, y ni una palabra has pronunciado, a pesar de que , si no veías más c l a r o , al menos veías con mayor serenidad. Tiende hoy si puedes, la mano a un desgraciado, y ahora acude en mi ayuda. Si se me cierran todos los c a m i n o s , dímelo, y no me r e c o n vengas , ni me halagues con hermosas palabras. Si d u (1) Bastaba la oposición de un solo tribuno para impedir la v o t a ción de toda l e y que se propusiese al pueblo. Í2) Eran éstos los oficiales y soldados que el cónsul Pisón m a n daba delante de él a Macedonia, provincia c u y o gobierno le había t o cado en s u e r t e . (3) No exageraba Cicerón al contar con el cariño de toda la Italia,,, pero esto distaba mucho de una sublevación general. Nada tan fácil como el acuerdo entre los hombres honrados acerca del bien quedebe hacer se ; nada tan difícil como el que se muevan para con se guirlo. este e s el motivo m a s poderoso para el atrevimiento de los malvados. TOMO IX. 9 130 MARCO TULIO CICERÓN. dase de tus sentimientos, no buscaría abrigo bajo tu t e c h o . Solamente me acuso a mí mismo , que fui bastante insensato para c r e e r me amado como pretendía se r l o . En e s t e caso tu amistad no hubiese sido más verdadera, pero sí más a c tiva. Habríame detenido cuando corría a mi pérdida, y hoy no tendrían tanto trabajo para salvarme del naufragio. Procura no e s c r i b i r más que aquello que sea c o m p l e t a mente c i e r t o : haz que sea algo, no lo que fui, ni lo que pude s e r , que ya no puedo se r l o . Repito que no te a c u s o , que me acuso a mí m i s m o . Si c r e e s que debo cartas a a l g u i e n , dígnate escribirlas tú mismo y remitirlas como m í a s . (1) Tesalónica 19 de a g o s t o .

CARTA X V I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Estoy i n c i e r t o acerca de la dirección que debo t o m a r , porque espero me mandes noticias acerca de las kalendas d e j u l i o : esto solamente me de t i e n e . Si me das alguna e s p e r a n z a , iré al Epiro; si n o , a Cicico, ó a cualquier otro p a raje. Cuanto más leo tus cartas , más amengua mi confianza. Exáltase mi esperanza al r e c i b i r l a s ; después se de s v a n e c e a l l e e r l a s . Es evidente que, al e s c r i b i r me , te dominan a la vez la verdad y el deseo de dulcificar mi amargura. P e r o t e ruego me presentes los hecho s tales como son, y tus opiniones agosto. dámelas como opiniones. Tesalónica 21 de (1) Como entonces no se iirmaban las cartas , Ático podía escribir por Cicerón imitando su estilo y empleando un sello s u y o , que e r a e l único signo de autenticidad.

CARTAS A ÁTICO. 131

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Desde la víspera de las nonas de junio hasta el día s i g u i e n t e de las kalendas de se t i e m b r e , no he recibido más q u e tristes noticias (1) acerca de mi hermano Quinto. este mismo día llegó Licineyo, liberto de R é g u l o , enviado por s u a m o . Díjome que el hijo de Clodio (2) no había hecho m o ción alguna, pero que había corrido r u m o r de e l l o . entre g ó me también una carta de mihermano. P e r o al s i g u i e n t e d í a los esclavos de Sextio me trajeron otra tuya mucho más tranquilizadora. E n c u é n t r o me presa de mortal a n s i e d a d , sobre todo ahora que sé que se trata de Appio ( 3 ) . por lo demás que me es c r i b e s relativamente a mi e s p e ranza de r e g r e s o , c o m p r e n d o que no debo adelantarme t a n t o como otro s me dicen. Sin e m b a r g o , como se acerca el momento en. que se decidirá mi suerte, pienso marchar a tu casa ó permanecer todavía en los a l r e de d o r e s . Mihermanome es c r i b e que e r e s su único apoyo en t o d o . No te dirijo súplicas porque te adelantas a ellas, ni a c c i o n e s de gracias porque no las q u i e r e s . ¡Ojalá me eonceda algún día la fortuna el g o c e tranquilo y puro de tal a m i s tad! Siempre espero con impaciencia tus c a r t a s : díme con s t a n t e me n t e la verdad e x a c t a sin t e m o r a se r importuno é se ve r o . Tesalónica 4 de se t i e m b r e . (1) L a acusación de concusión en su gobierno de Asia p r o y e c t a d a contra Quinto. (2) Hijo de Cayo Clodio. hermano de Publio. Atribúlasele el p r o pósito d e a c u s a r a Quinto. (3) Cicerón temía mucho la acusación p r o y e c t a d a con t r a su h e r mano, porque Appio Clodio Pulquer, hermano de Publio, designado pretor para el año siguiente, habla de presidir el tribunal, tocándole por s u e r t e conocer de las c a u s a s de concusión. MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mucho e x c i t a s mi ansiedad con las noticias que de b e s a la amistad de Varrón, acerca de que Pompeyo le ha dic h o va a ocuparse de mi asunto, y que , en cuanto r e c i b i e se l a s cartas que esperaba de César, haría que un hombre de l e y presentase la proposición. ¿Ha abortado el plan? ¿han sido contrarias las cartas de César? ¿puedo e s p e r a r aún? Según me escribías, Pompeyo dijo que trataría el asunto «después de los c o m i c i o s . » Si formas idea cabal de mis males y te queda algún r esto de compasión, no me dejes en esta incertidumbre. Mi h e r mano Quinto, e se hombre admirable que tanto me quiere,, siempre me es c r i b e cartas llenas de esperanzas, t e m i e n d o sin duda que caiga en el ¿batimiento. T u s c a r t a s son m a s ariadas: sin duda no quieres de se s p e r a r me ni que m e entre g u e a e x c e s i v a esperanza. T e ruego me e n t e r e s de todo l o que sepas con e x a c t i t u d .

CARTA X I X . CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mientras las cartas de todos vosotros me infundían e s peranzas, he permanecido en T t s a l ó n i c a aguardando l o s a c o n t e c i m i e n t o s . Ahora que todas las probabilidades han desaparecido por este año ( 1 ) , renuncio al Asia, cuya c e l e (1) El aborto de la primera t e n t a t i v a para llamar a Cicerón de bíase a la oposición de uno de los tribunos, Elio Liguro, a quien Clodio había ganado a precio de oro.

CARTAS A ÁTICO. 233 bridad me es odiosa, y quiero además permanecer al a l c a n c e de los s u ceso s a que podrán dar ocasión los n u e v o s nombramientos ( 1 ) . Marcho, pues, al Epiro; no porque me seduzca la belleza de los parajes, puesto que quisiera huir hasta de la luz del dia, sino porque me será g r a t o , si h e de volver alguna v e z , partir de e se puerto que me has abierto tú. Y si no hay cambio para mí, allí mejor que en otra parte soportaré esta miserable e x i s t e n c i a , ó , lo que e s preferible, me libertaré de ella. Pienso conservar se r vidumbre muy reducida, y despediré a la mayor parte de mis c r i a d o s . Siempre me han infundido pocas esperanzas tus cartas , y en mí mismo he encontrado me a o s aún que en ellas . P e r o ya que al fin se h a c e algo, cualquiera que sea el camino que se emprenda y el motivo que decida, no falt a r é ni a la voz desgarradora y cruel de un hermano ú n i c o , el mejor de loshermanos , ni a las insinuaciones de se x t i o y los otros tribunos, ni a la confianza de T e r e n c i a , que no c e s a de gemir, ni a l o s ruegos dé~mi pobre Tulia, la más infortunada de las hijas, ni, en fin, a tu fiel amistad. ción ó por el medio que te he indicado. T e ruego y suplico e n c a r e c i d a me n t e , querido P o m p o nio, ya que me ves despojado por la perfidia de todo lo que hay más grande, más querido y dulce entre los hombre s ; que me ves vendido y lanzado al precipicio por a que llos que me debían con se j o y a u x i l i o ; ya que s a b e s , en fin, que he tenido que c a e r en el abismo con los m í o s , que no me niegues tu apoyo y compasión; que defiendas a mihermano Quinto, a quien todavía puede s a l v a r se , y seas protector de Terencia y de mis hijos. En euanto a m í , si orees que algún día podré verte ahí donde te e n c u e n t r a s , En Epiro e n con t r a r é el término de mis males por la repatria- (1) Los tribunos entraban en funciones el 10 de diciembre, y los «cónsules el l . ° de e n e r o . 134 MARCO TULIO CICERÓN. e s p é r a me ; si no, ven y señálame el espacio que puede o c u par mi p u esto . Mándame criados con cartas cuanto a n t e s y con mucha f r e c u e n c i a . Tesalónica 1 5 de se t i e m b r e .

CARTA XX. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Apruebo de todo corazón e se nombre ( l ) , y que tu tío» haya cumplido con su de b e r : hasta te hablaría de mi regocijo si pudiese emplear esta palabra. ¡Desgraciado de m t f ¿Qué podría desear yo hoy si hubiese tenido más e n e r g í a y talento p r a c t i c o , si hubiese e n c o n t r a d o mejor fe en aquellos a quienes me había confiado? Pero dejemos e s t o s recuerd o s que sólo sirven para a m a r g a r mis males. Seguro estoy de que recuerd a s lo que fui y lo que constituía mifelicidad y mi g l o r i a . En nombre de tu prosperidad te ruego no de s c a n se s para que los r e c o b r e , y que el nuevo díanatalicio de mi r e g r e s o lo pase en tu h e r m o s a morada moparées con t i g o y con los mío s . Mientras llega este deseado casa en Epiro; pero según lo que me c o m u n i c a n , m e n t o , que al fin puedo entre v e r , hubiese querido ir a ta c e me mejor permanecer aquí. L o que opinas de mi casa y del discurso de Curión (1) Debe advertirse aquí que e r a c o s t u m b r e en Roma tomar el* nombre de la persona que adoptaba, haciéndole se g u i r del propio,, pero cambiando la terminación. Así: Pomponiano, Octaviano, C a l purniano; esto e s , de la familia Pomponia, Octavia, Calpurnia. Ceci~ lio. se había hecho tan odisso por sus u s u r a s , que, después de m u e r t o , le a r r a s t r ó el pueblo con una c u e r d a al cuello por las c a l l e s de Roma. Valerio Máximo dice que Cecilio debía su fortuna a L ú c u lo, habiéndose comprometido por gratitud a instituirle heredero; m a s cambió de propósito, y Ático r e c o g i ó el c a u d a l .

CARTAS i ÁTICO. 135 e x a c t o . Si me con c e de n la r e p a t r i a c i ó n , todo se g u i r a , principalmente mi casa . P e r o no quiero detallar nada: me entrego completamente a tu amistad y fidelidad. Celebro do todo corazón que hayas terminado tan pronto los asuntos de la hermosa h e r e n c i a que has recibido . Me dices que cuanto tienes está a mi se r v i c i o , y que en todo de b o r e c u r r i r p r e f e r e n t e me n t e á tí. Aprecio en cuanto vale el ofrecimiento, viendo que ya te has cargado con multitud de cuidados en interés mío. Nadie mejor que tú puede salir adelante, y contigo ni siquiera hay necesidad de pedir. Me prohibes s o s p e c h a r que haya cometido alguna vez contigo la menor falta, el olvido más l i g e r o : consiento e n ello, libertándome así de este nuevo p e s a r ; pero agradezco doblemente servicios que tan s u p e r i o r e s son a lo qufr pude hacer yo. T e ruego me es c r i b a s lo que v e a s , lo que opines y lo que ocurra: c o m p r o me t e a todos tus amigos e n la obra de mi repatriación. La ley de se x t i o (1) no es b a s tante digna ni bastante e x p l í c i t a . Debía n o m b r a r me y e s pecificar mis b i e n e s : deseo que te fijes e n esto . T e s a l ó nica 4 de o c t u b r e .

CARTA X X I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En el momento en que íe escribo , h a c e treinta días que no he recibido carta . Continúo, como ya te dije, con el allí los a con t e c i propósito de marchar a Epiro y e s p e r a r mientos. T e suplico me digas t e r m i n a n t e me n t e y acerca de (1) E s t a es la l e y que se proponía p r e se n t a r al pueblo se x t i o cuando fuese tribuno e f e c t i v o , porque entonces s o l a me n t e lo eradesignado. 136 MARCO TULIO CICERÓN. todos los asuntos lo que puedes prever; y te ruego t a m bién continúes escribiendo en mi nombre a todos aquellos a quienes creas es conveniente hacer l o . Tesalónica 2 8 de octubre

CARTA XXII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Aunque mi hermano Quinto y Pisón han cuidado con ¡mucha diligencia de participarme lo que acaba de ocurrir, deploro, sin embargo, que tus ocupaciones te impidan añadir, como de c o s t u m b r e , tu versión y tus c o me n t a r i o s . Muchas veces he querido ya ponerme en camino para el Epir o , pero siempre me retiene el obsequioso Plancio. Su esperanza, de la cual no participe-, es que algún día r e g r e saremos j u n t o s , y pretende que esto será grandemente h o n roso para é l . Pero dícest; que vienen soldados, y será con veniente que me aleje. T e comunicaré lo que haga, porque no debes ignorar dónde me e n c u e n t r o . Por el interés que me demuestra Léntulo, cuyas a c c i o nes corresponden a sus palabras, comienzo en efecto a e s perar en las buenas disposiciones de Pompeyo . Muchas el parte v e c e s me has escrito que la influencia del uno sobre otro e s decisiva. Mi hermano me da esperanzas por de Mételo, y el honor te lo atribuye por c o m p l e t o . Animo, p u e s , querido Pomponio, y que te deba vivir contigo y los míos. No me ocultes nada en tus cartas . Sufro por mis m a l e s , por v e r me separado de mi familia, y separado Cuida de tu salud. Hubiese estado mucho tiempo sin noticias marchando a l Epiro por la Tesalia, y por esta razón he venido a Dirraespecialmente de aquellos a quienes amo más que a mi mismo .

CARTAS A ÁTICO. - 137 quio, cuyos habitantes me son adictos (1) y donde t e r m i n o esta carta comenzada en T e s a l ó n i c a . T e avisaré mi marcha al Epiro. Ruégote me tengas al c o r r i e n t e de lo que pasa, de cualquier clase que se a . Hoy espero el decreto de repatriación ó la renuncia de mi e s p e r a n z a . Dirraquió 2 5 noviembre. de

CARTA XXIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El v de las kalendas de diciembre recibí t r e s cartas tuyas. En la primera, fechada el vm de las kulendas de noviemb r e , me a con s e j a b a s esperar con valor el me s de e n e r o , y me hablas de tus j u s t o s motivos de confianza, del favor de Léntulo, de la buena voluntad de Mételo, y de las e x c e l e n tes disposiciones de Pompeyo bajo todos conceptos . con tra tu c o s t u m b r e , no has puesto fecha a la se g u n d a , pero tiene una se g u r a , el ív de las kalendas de n o v i e m b r e , p u e s to que, según dices , me es c r i b e s el día en que se propuso la ley de los ocho tribunos y me e x p l i c a s de qué m a n e r a c r e e s que esta proposición, aunque sin e f e c t o , ha mejor a do mi situación. Si mi destino ha de seguir la s u e r t e de esa infructuosa tentativa (2) y si é s t a es inútil, ruego a tu (1) Le querían en Dirraquió porque había aprovechado todas l a s ocasiones de defender los intereses de sus habitantes . (2) Si no había prosperado la ley de revocación del destierro, la proposición de los ocho tribunos e r a muy útil, porque los tribunos nuevos la reproducirían con más ardor y con m a y o r e s probabilidades de é x i t o , habiendo recibido la Urania de Clodio rudo golpe con el paso de los ocho tribunos, que se habían atrevido a lo que nadie osó hasta entonces, a proponer una l e y que levantaba el de s t i e r r o a Cicerón, a pesar de que Clodio quería que ni el Senado ni el pueblo pudiesen r e v o c a r la suya . 138 M A R C O TTJLI0 CICERÓN. amistad califique de desgraciadas mis observaciones antes que de insensatas. S i , por el con t r a r i o , no se ha perdido lodo, te ruego e n c a r e c i d a me n t e atiendas a que defiendan mis interes e s nuevos magistrados. La proposición que no ha obtenido é x i t o constaba de tres a r t í c u l o s . El p r i me r o , relativo a mi repatriación, está redactado i n c a u t a me n t e : se me restituían los de r e c h o s civiles y mi dignidad, y esto es mucho en mi posición. No ignoras tú lo que debía añadirse y en qué término. ( 1 ) El segundo contenía la cláusula ordinaria de impunidad para el autor de la nueva l e y , para el caso en que e s t u v i e se e s oposición con algunas l e y e s anteriores. En cuanto al t e r c e r o , averigua, querido Pomponio, con qué motivo y con qué fin lo insertaron. Clodio hizo sancionar por su l e y que no podría modificarse por el Senado ni por el p u e b l o ; pero muchas l e y e s se han abrrogado sin hacer alto en estas cláusulas conminatorias. De no se r así, resultaría imposible toda abrrogación, porque no hay ley en que no se i n se r t e por cautela: pero cuando se abrroga la l e y , se abrroga p o r el hecho mismo la cláusula de no abrrogación. Siendo estos el derecho y la c o s t u m b r e , no se c o m p r e n de cómo nuestros o c h o tribunos intentaron en su p r o y e c t o una cláusula como esta: « se r a tenida por nula toda d i s p o sición de la presente ley que derogue lo que l e y e s ó plebiscitos (2) (es de c i r , la ley Clodia) hayan prohibido modifi(1) Se refiere a sus bienes, a pesar de que una v e z devueltos los derechos civiles, lo demás e r a n e c e s a r i o . Sin embargo. Cicerón t e nía empeño en que s e incluyese e s t a cláusula, a pesar de que e r a superilua. (2) El pretor, el cónsul ó el dictador proponían las l e y e s a l o s dos órdenes del Estado; el plebiscito lo proponía el tribuno del p u e blo s o l o . Los patricios no estuvieron obligados a la observancia de los plebiscitos hasta el año 304, que, retirándose el pueblo al m o n t e Aventino, consiguió que tuviesen fuerza de ley hasta para los p a t r i cios, conlirmándolo así en 414 el dictador Q. Publio Filo, y en 468 Q. Hortensio, dictador también. Necesitóse e s t a última confirma-

CARTAS A ÁTICO. 439 c a r ó a b r r o g a r e x p r e s a ó implícitamente, en todo ó en part e ; manteniéndose las penas que imponen las dichas l e y e s ó plebiscitos con t r a toda proposición de abrrogación presa ó implícita.» Nada de esto podía r e c a e r sobre los t r i b u n o s , puesto que la obra de su c o l e g a no les obliga. T e m o , pues, que este artículo oculte alguna perfidia, c u y o dardo, que e v i de n t e me n t e no puede alcanzarles, se lanza contra mantener esa cláusula. Así lo comprendió mí. Si e s o s seguramente tribunos son efectivamente tímidos, se c r e e r a n obligados a Clodio, cuando el ív de las nonas de n o v i e m b r e declaró en plena asamblea que los nuevos tribunos verían su de b e r en este artículo. Sin embargo , s a b e s que no e x i s t e en n i n g u na ley de abrrogación, y no se hubiese dejado de i n se r t a r l o en todas a considerarlo n e c e s a r i o . de se o , pues , que i n v e s tigues cómo han podido e q u i v o c a r se Ninnio ó los otros; de quién procede la cláusula; por qué no han vacilado l o s ocho tribunos en llevar mi asunto al Senado, a pesar de las terminantes prohibiciones de la ley Clodia, (1) y si c r e yeron que no debían de t e n e r se ante tales prohibiciones, al abrrogar ( 2) la ley han tomado precauciones inútiles hasta 6 ex- para aquellos que no lo fuesen. ( 3 ) T e suplico me a c l a r e s ción para que los patricios se sujetasen al fin a la obediencia de l o s p l e b i s c i t o s . Más adelante s e comprendió muchas v e c e s bajo la denominación de leyes los plebiscitos, y hasta los decretos l l a m a dos privilegios, dándoles indiferentemente el nombre de rogatio, porque se proponían al pueblo con la fórmula: Velitis, jubeatis, y el pueblo los aprobaba con las palabras uti rogas. (1) E s t a ley debía llamarse Fonteia, porque F o n t e y o había a d o p t a d o a Clodio, y en los a c t o s públicos se usaba el nombre de la familia del adoptante. Pero Cicerón la da este nombre por malicia, en primer lugar, porque Clodio habiéndose hecho emancipar había r e cobrado su primer nombre, y para dar a entender también que nunca había considerado legal la adopción de Clodio. (2) Abrrogar, casa r una l e y ; derogar, suprimirle una ó v a r i a s disposiciones; obrrogar, dar una l e y completamente con t r a r i a . (3) P a r e c e que los tribunos podían con t e s t a r que, al a b r r o g a r la 440 MARCO TULIO CICERÓN. estos puntos, y te confieso que sentiría mucho ver que l o s tribunos proponían de nuevo ese extraño artículo en el a ñ o p r ó x i m o . T e r o que redacten su ley como les a g r a de ; con tal de que pido. Me avergüenza en verdad e s c r i b i r t e tanto. Mi carta l l e gará demasiado tarde y todo este trabajo de mi mente se r a objeto de compasión para tí y de burla para los de m a s . Si aun es tiempo, examina la ley que redactó Vitelio (1) 'para T. Fadio, que me agrada mucho. La de se x t i o , que tanto aplaudes, no me parece b i e n . La t e r cera carta, fechada en la víspera de los idus de n o v i e m b r e , contiene una apreciación fiel y meditada todo lo que complica mi posición, de lo que puedo de especomprenda mi repatriación, nada más rar de Pompeyo , de Crasso y de los de m a s . Así, pues, te suplico que si hay alguna esperanza en el celo de los h o m bres honrados, en la influencia de los varones importantes, en las disposiciones del pueblo, no vaciles y a c o me t e el asunto con e n e r g í a . Trabaja tú misino y excita a los de m a s . Si, por el contrario, como tus presentimientos y los míos me hacen temer, nada puede hacer se , mi único ruego es que ames á mi hermano Quinto a quien tan desgraciadamente h e arrastrado en mi ruina; impídele que- tome así lo e x i g e el interés del con se j o de la de se s p e r a c i ó n : hijo de tu hermana . Sirve hasta el fin de protector a mi desgraciado Cicerón, al que dejaré en herencia un nombre manchado y aborrecido. En fin, que T e r e n c i a , la más infortunada de todos, tenga la seguridad de encontrar s i e m pre su apoyo en tí. Marcharé al Epiro en cuanto conozca ley particular de Cicerón, habían añadido e s t a cláusula para de m o s trar que no querían suprimir por completo la ley general, en que no se nombraba a Cicerón y de la que era con se c u e n c i a la segunda. (1) Vitelio Varrón Aculeón, primo hermano de Cicerón, hijo de un jurisconsulto notable, y jurisconsulto él también.

CARTAS A ÁTICO. i4i los p r i me r o s a c t o s del nuevo tribunado. Te r u e g o no dejes de de c i r me en tu p r ó x i m a carta quio 3 0 de n o v i e m b r e . cómo se anuncian. Dirra-

CARTA XXIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando me escribisteis que por consentimiento v u e s t r o se había organizado el abastecimiento (1) de los gobern a d o r e s con s u l a r e s de las provincias, aunque temía m a l a s consecuencias, esperaba que hubieseis contemplado las que me cosa s con m a s prudencia que y o ; pero después han dicho que se c e n s u r a con acritud la medida, me es t r e me z c o profundamente y de s a p a r e c e la poca esperanza que (1) Se abastecía una provincia consular dando a quien había de gobernarla todo lo necesario para ello, como t r o p a s , a u x i l i a r e s , d i nero, e t c . Consintiendo que el Senado se e n c a r g a se de este a b a s t e cimiento, sin consultar siquiera a los nuevos tribunos, y h a s t a a n tes dé que entrasen en funciones, se l e s daba legítimo m o t i v o de disgusto, puesto que se les privaba de una p r e r r o g a t i v a de la que debían participar por igual. Debían saber los cónsules que, aunque fuesen favorables a Cicerón, como parecían serlo, no podrían p r e s cindir en aquella c i r c u n s t a n c i a del con c u r s o de l o s tribunos, y que no e r a buen medio para obtenerlo ofenderles con aquella omisión. Si el Senado se hubiese resistido, tampoco habrían podido conseguir su objeto los cónsules dirigiéndose al pueblo, porque nada podía conseguirse del pueblo sin s u s tribunos, y l a oposición de uno solo bastaba para suspender la acción de los de m a s . Ahora bien, el llamamiento de Cicerón dependía esencialmente del acuerdo de l o s cónsules con los tribunos ó del Senado con el pueblo, y el de s t e r r a do tenía razón al t e me r que sufriría las con se c u e n c i a s de una división, c u y a causa e r a el e x c e s i v o apresuramiento de s u s a m i g o s . Los cónsules que i b a n a e n t r a r en funcioites el 1.° de enero eran P. Léntulo Spinther y Q. Mételo N e p o t e . En el sorteo de las provinc i a s le había tocado al primero la Cilicia y al segundo l a España. 142 M A R G O TULIO CICERÓN. razón para enojarse, me quedaba. ¿Dónde podré refugiarme si los tribunos del pueblo se enojan? ¿Y no tendrán cuando se prescinde de ellos, cuando mis defensores y amigos consienten en que se les despoje de parte de sus prerrogativas, y esto en el m o me n t o mismo en que de c l a raban no que r e r usar de su poder en el no para con t r a r i a r l e s ? Ahora, si quieren abastecimiento los cónsules de los c ó n s u l e s , sino para interesarlos en favor mío y perjudicarme, nadie se lo impide; y si me son f a v o r a b l e s , nada podrán contra la mala voluntad de los tribunos. En v a n o me dices que , a falta de consentimiento v u e s t r o , se hubiese dirigido al pueblo: nada hubiera podido hacer se sin los tribunos. Ahora veo claramente que no los tendremos en favor nuestro, y si los t e n e m o s , nada podrán hacer sin los c ó n s u l e s . Sigúese también otra con se c u e n c i a no me n o s de s a g r a dable. Esa importante declaración del Senado, de no o c u parse de ningún asunto antes del mío , queda sin fruto para n o s o t r o s , fruto que perdemos por esa medida i n n e c e s a r i a , inventada y nueva; porque c r e o que nunca se hayan regido los gobiernos por cónsules designados. Desde el momento en que han podido desviarse de una marcha que no me abandonen por c o m p l e t o . Pero tan perfectamente ordenada en favor m í o , no hay razón para dices : la de t e r minación ha agradado a n u e s t r o s amigo s , y esto no me admira: difícil era declararse abiertamente contra proposiciones ventajosas a los dos c ó n s u l e s , y más difícil aún faltar a la deferencia que me r e c e Léntulo, uno de mis de f e n s o r e s más decididos, y a Mételo que tan noblemente me ha sacrificado sus e n e m i s t a de s . Pero temo que no con t e mos con los cónsules, ni tampoco ya con los tribunos. de searía me dijeses cómo ha ocurrido todo esto , y en qué estado se encuentra el asunto, y que me lo dijeses t e r m i nantemente según me has o f r e c i d o . Aunque no me agrade la verdad, te la a g r a de c e r é . Dirraquio 10 de d i c i e m b r e .

CARTAS A ÁTICO, 143

CARTA X X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Después que t e marchaste de mi lado, he recibido carta de Roma, y veo claramente que mi destino es p e r e c e r aquí. Necesario es que no veas esperanza (y dicho se a sin ofenderte) para que elijas este momento para alejarte, cuando con o z c o tu tierna amistad. P e r o me detengo por no parec e r l e ingrato ó que quiero que todas las cosas se pierdan con m i g o ó por mí. Te suplico no olvides tu p r o me s a , y p r o c u r a reunirte conmigo en cualquier parte que se a antes de las kalendas de e n e r o .

CARTA XXVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Hánme entregado la carta de mi hermano Quinto y el senatusconsulto que me con c i e r n e . Espereraré a que qued e confirmado por una ley, y si me la niegan, me apoyaré en la autoridad del Senado, y antes perderé la vida que la patria ( I ) . Te ruego vengas cuanto a n t e s . (1) A pesar de e s t a amenaza, Cicerón esperó la conlirmación e x i gida, y no partió hasta la antevíspera de las nonas de a g o s t o en que quedó terminado su a s u n t o . 144 M A R C O TUTIO CICERÓN.

CARTA X X V I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tus cartas y la verdad me dicen a la vez que han desaparecido todas las esperanzas ( 1 ) . T e ruego no a b a n d o n e s a mi familia en mi de s g r a c i a . Según me es c r i b e s , te v e r é muy pronto. (1) Cicerón creía que había triunfado la oposición del tribuno se rrano.


LIBRO CUARTO.

CARTA PRIMERA. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. En cuanto h e llegado a Roma , presentándose ocasión se gura para remitirte mis cartas , mi primer cuidado es con gratularme contigo de mi r e g r e s o . Porque, a decir verdad, si en este aprieto no has mostrado más p e n e t r a ción ni prudencia que y o ; si te h e e n con t r a d o bastante r e miso para defenderme en el peligro, después de las p r u e bas de abnegación que te había d a d o ; si en los p r i me r o s momentos h a s compartido en c i e r t a m a n e r a mi ilusión, ó mejor dicho mi ceguedad y quiméricas alarmas, al me nos sé cuánto has sufrido al v e r me de s t e r r a d o , y cuántos esfuerzos has h e c h o , c u a n t a abnegación has desplegado, cuántos cuidados y tentativas para conseguir mi r e g r e s o . Así e s que puedo de c i r con verdad q u e , en medio de esta inmensa alegría, en medio de esta inesperada r e c e p c i ó n , me falta a l g o : v e r t e y a b r a z a r t e . Consígalo y o , y ya no l o perderé j a m a s . Si no me desquitase con usura de las p r i vaciones del pasado, de tantas dulzuras y r e g o c i j o s p e r d i dos, me c r e e r í a indigno en cierta manera de la reparación que se me ha otorgado. Ya h e recuperado lo que en mi posición no me atrevía a e s p e r a r , mi prestigio en el f o r o , mi autoridad en el se n a d o , mi influencia e n t r e los h o m TOMOIX. 10 146 M A R C O TULIO CICERÓN. b r e s h o n r a d o s , y todo superior a mis de se o s . En cuanto a mi fortuna, sabes cómo ha sido quebrantada, de s me m b r a da, destruida ( 1 ) . En esto consiste principalmente mi apuro, y n e c e s i t o r e c u r r i r , no a tu bolsillo, aunque lo considero como mío, sino a tus con se j o s a fin de r e c o g e r y salvar algunos r esto s . Creo que, por lo que te habrán escrito tus amigos ó por el rumor público, estarás enterado de las circunstancias de mi r e g r e s o : Paréceme , sin embargo , que te agradará con o c e r por mí mismo los detalles. Salí de Dirraquió la víspera de las nonas de agosto, día en que se publicó el decreto de mi repatriación; llegé a Brindis el día mismo de las nonas, encontrando allí a mi querida Tulia, que había acudido a recibir me . Era el día de su natalicio y , por afortunada c o i n c i d e n c i a , el de la fundación de la colonia, como t a m bién el de la fundación del templo de la Salud ( 2 ) , p r ó x i m o a tu casa . Esta circunstacia no pasó desapercibida para la población y e x c i t ó su r e g o c i j o . Todavía me encontraba en Brindis, antes del vi de los idus de a g o s t o , cuando supe por cartas de mi hermano Quinto que la ley había sido aprobada en los c o m i c i o s por centurias ( 3 ) , e n medio de (1) Y a se ha dicho que después de la m a r c h a de Cicerón su casa de Roma fué entregada al pillaje, incendiada y abrasada. Casi todas s u s quintas sufrieron la misma s u e r t e . (2) El templo de la Salud, divinidad de origen e l r u s c o . Lo con s t r u y ó C. Junio Bubuleo, que lo dedicó siendo dictador, el año 451. Alzábase en el Quirinal, donde estaba la casa que había heredado Ático de su tío. (3) Los comicios por c e n t u r i a s se convocaban por decreto del Senado, y por los cónsules, los pretores y los censores ; é s t o s eran los más s o l e m n e s . Las c e n t u r i a s eran 193, divididas en seis c l a se s ; pero frecuentemente las de las últimas c l a se s no emitían sus votos; porque en cuanto se reunían 97, es decir, la mitad mas una, estaba ganada la elección y no se recogían los votos de las de m a s . Así es que el pueblo bajo, que se encontraba en las últimas c e n t u r i a s , tenía menos poder en e s t a c l a s e de asambleas que en las que se celebraban por curias y por tribus.

CARTAS A ÁTICO. 147 g r a n de s de m o s t r a c i o n e s de los ciudadanos de todos los ó r denes y de increíble con c u r s o de Italia. Salí e n t o n c e s de B r i n d i s , escoltado por los habitantes más distinguidos, y -caminé deteniéndome a cada paso las comisiones que de todas partes enviaban para felicitarme. En mi marcha a la ciudad no hubo ni un solo individuo, de cualquier orden que fuese, conocido por mi nomenclátor ( 4 ) , que no s a l i e se a recibir me , exceptuando aquellos enemigos demasiado c o m p r o me t i d o s para fingir ó de s de c i r se . Cuando llegué a la puerta Capena ( 2 ) , vi las gradas de los templos c u b i e r t a s por masas populares, que me mostraron su alegría aclamaciones que la multitud no c e s ó de repetir hasta con el Capitolio: en el F o r o y en el mismo Capitolio, la a g l o me r a ción era inmensa. Al siguiente día, nonas de se t i e m b r e , di las gracias al Senado. Los víveres han estado caros durante dos días ( 3 ) , y , g r a c i a s á los manejos de Clodio, ha habido, primero en el teatro y en seguida en el se n a d o , tumultos en que se me atribuía la e s c a se z . El Senado estaba reunido: el pueblo y los hombre s de bien querían que Pompeyo se encargase áe los a b a s t e c i m i e n t o s ; él mismo lo de se a b a . La multitud m e pidió nominalmente que lo propusiese: lo h i c e , y hablé bien, t e l o a se g u r o . No estaba presente ningún consular ( 4 ) , (1) Cada candidato a las m a g i s t r a t u r a s tenía un nomenclátor, 6 sea un individuo que le nombraba las personas c u y o voto quería solicitar directamente y c u y o s nombres no c o n o c í a . No era n e c e s a rio se r candidato para t e n e r sirviente de e s t e género; todas las per sonas importantes le tenían. (2) Recibía este nombre de un pueblecillo que se encontraba cerca. Llamábasela también Porta Appia, Porta triunphalis, y b o y Porta di San Sebastiano. (3) Al decir de Clodio, esto era resultado de una maniobra de los amigos de Pompeyo. Cortaban los v í v e r e s a Roma para obligar al pueblo a que comisionase a Pompeyo para la traída de trigos y otros aprovisionamientos. (4) Los demás consulares se habían ausentado voluntariamente, 148 MARCO TULIO CICERÓN. e x c e p t u a n d o Messala y Afranio, q u i e n e s opusieron el p r e t e x t o de que los votos no eran libres. En conformidad c o r r mi opinión, se redactó un senatusconsulto para invitar áPompeyo a que tomase la dirección de los víveres y para decidir la presentación de una ley al pueblo. Al e s c u c h a r l a lectura del senatusconsulto, y especialmente mi nombre , el pueblo prorrumpió en aplausos, en e s o s aplausos f r e n é ticos que ahora se u s a n . L o s magistrados p r e se n t e s , es de c i r todos, exceptuando un pretor y dos tribunos del pueblo, me invitaron e n t o n c e s a subir a la tribuna. Al día s i g u i e n te a c c e d i ó el Senado a cuanto pedía Pompeyo . La con c u rrencia e r a grande, y estaban presentes todos los con s u l a r e s . Pompeyo quiso quince legados, nombrándome a mí el p r i me r o , y diciendo que nada haría sin consultarme como a igual s u y o . L o s cónsules redactaron un p r o y e c t o que con c e de a Pompeyo por cinco años la superintendencia de los víveres en toda la tierra. Messio (1) ha presentadoo t r o que agrega a aquel la facultad de disponer de todos los t e s o r o s del imperio, de las e s c u a d r a s y ejército donde sea n e c e s a r i o , y que hasta subordina a su autoridad l a de Iosgobernadores de l a s provincias. Este decreto hace que a p a r e z c a el nuestro muy m o de s t o , y avanza demasiado. Pompeyo dice que l e basta el p r i me r o : sus amigos insisten p o r el se g u n d o . L o s con s u l a r e s , con Favonio a la c a b e z a , que murmuran: yo callo, y con tanto más motivo, Guanto los pontífices no han decidido nada todavía en cuanto a mi. casa . Si anulan la consagración, obtendré un terreno m a g nífico. Según los términos del senatusconsulto, los cónsulesharán apreciar lo que había encima ó derribar lo que se ha- porque no creían que comisión de t a l importancia se diese aunhombre que, al reunir los c a r g o s más importantes y los honoresm a s eminentes, parecía aspirar a la tiranía, y que al menos por aquella comisión adquiriría autoridad tan e x t e n s a como el imperio m i s mo en que iba a e j e r c e r l a . (1) Uno de los ocho tribunos que se declararon por Cicerón.

CARTAS A Anco. 149 construido; c e l e b r a r a n se con t r a t o s en su nombre y se a p r e c i a r a todo lo que h e perdido. Tal es mi situación, mala si se la compara con mis b u e nos tiempos, buena después de tantos r e v e se s . Mis negocio s están muy desarreglados como s a b e s , y además t e n g o disgustos domésticos que no confío a una carta ( 1 ) . Mi h e r mano Quinto está admirable de c a r i ñ o , valor y abnegación; así e s que le quiero cuanto de b o . T e e s p e r o y ruego t e a p r e s u r e s a venir y no m e dejes c a r e c e r de tus b u e n o s con se j o s . En c i e r t o modo comienzo una vida nueva. Alguno que me defendía a u se n t e , comienza ya a m u r m u r a r e n ~voz baja y a envidiarme a b i e r t a me n t e . Deseo con m e n c i a que vengas . vehe-

CARTA I I . CICERÓN A ATICS, SALUD. . Si mis cartas son más raras que las demás de los que te escribe n , no lo atribuyas a negligencia ni tampoco a o c u pación. Muy ocupado estoy sin duda, pero nunca lo estaría bastante para interrumpir una correspondencia que de se o mantener por amistad y por de b e r . La verdad e s que , de s de mi llegada a Roma , solamente he tenido dos ocasiones de remitirte cartas y esta es la se g u n d a . En la anterior te referí mi llegada a la ciudad y t e dije cuál e s mi s i t u a c i ó n ; bastante mala para lo que fui en la prosperidad, bastante buena después de mis d e s g r a c i a s . Ha sobre v e n i d o pués gran debate con relación a mi casa . Me defendí desper- (l) Alusión a la mala inteligencia que comenzaba á mediar entre Xerencia y Cicerón. 150 MARCO TULIO CICERÓN. a se g u r o que salí muy bien. S ? he sonalmente delante de los pontífices la víspera de las k a lendas de o c t u b r e , y te alguna vez h e triunfado por la palabra, si alguna vez sido e l o c u e n t e , ha sido ahora que me inspiraban la m a g n i tud de la injuria y la importancia del asunto. Este d i s c u r s o podrá e n t r e g a r se a la j u v e n t u d : te lo remitiré muy prontoaunque no lo de s e e s . L o s pontífices han de c r e t a d o : que «si el que consagróel t e r r e n o no procedió en virtud de prescripción general ni de mandato nominal que procediese de ley ó estuviese e s crito en un plebiscito, podía hacer se la restitución sin ofensa de la religión (1).» En el acto me felicitaron (porque nadie dudaba que inmediatamente se me adjudicaría mi casa ) . Pero Clodio s u b e a la tribuna, presentado por Appió, y dice a la multitud ignorante que los pontífices han sentenciado según lo que él sostiene, y que yo quiero t o m a r posesión a viva fuerza: en seguida excita al pueblo a que le siga, y a su h e r m a n o , y a que defienda su libertad. entre aquella multitud, unos quedaron a s o m b r a d o s , otro s se burlaron de la demencia de e se h o m b r e . Yo había de cidido no presentarme hasta que los cónsules hubiesen (1) No se t r a t a b a de todo el emplazamiento de la casa de cicerón? que los pontífices declaraban se le debía restituir, sino aquella, parte , e s decir, la décima, que Clodio decía haber consagrado elevando en ella un pórtico a la Libertad, y que estando unido al p ó r t i c o de Cátulo, a r r a s t r ó este monumento en su s u e r t e . No c a r e c í a de p r e c e de n t e s lo que Clodio había hecho relativamente a la casa de Cicerón, pero lo que al principio fué uso, se convirtió poco a poco en abuso. Fn el año del destierro de Cicerón, el mismo Clodio, disgustado del cónsul Gabinio que censuraba sus brutalidades, con s a g r ó todos sus bienes, y Ninnio, colega y enemigo de Clodio, hizo lomismo con los de éste . Pero esta doble consagración quedó en palab r a s . Cicerón c i t a , sin embargo, una antigua ley tribunicia de Q. Papirio que prohibía consagrar templo, terreno ó a l t a r sin orden del pueblo; pero e s t a l e y no la conocía Clodio, y de conocerla hubies e obrado lo mismo .

CARTAS Á ÁTICO. ejecutado el decreto del Senado y r e s t a b l e c i d o el de Cátulo ( 1 ) . El día de las kalendas de o c t u b r e 151 pórtico acudió mucha con c u - rrencia al Senado, habiendo sido convocados todos l o s se nadores pontífices. Marcelino, que está muy decidido en favor mió, habló el primero, y les pidió que e x p l i c a se n su decisión.M. Lúculo contestó a nombre de todos sus c o l e g a s que los pontífies no eran j u e c e s más que en la cuestión eolereligiosa; que la civil pertenecía al se n a d o ; que sus gas y él habían sentenciado en cuanto a lo p r i me r o , como pontífices, y que emitirían su opinión como senadores en lo tocante a la legalidad. En seguida cada uno de ellos e x puso a su vez, en favor mío, su opinión ampliamente razonada. Llegó su turno a Clodio, que se había propuesto ocupar el resto de la se s i ó n ; así fué que no concluía. P e r o después de haberle dejado perorar durante tres h o r a s , por todas partes estallaron la impaciencia y la indignación, y tuvo que terminar. Iba a aprobarse por unanimidad, me nos un voto, un decreto conforme con la opinión de Marcelino, cuando declaró se r r a n o ( 2 ) que se oponía. Los dos cónsules (3) preguntaron en seguida las opiniones acerca de esta oposición; y a con se c u e n c i a de esto se adoptaron las resoluciones más e n é r g i c a s : que se me devolvería mi c a s a , se r e s t a b l e c e r í a el pórtico de Cátulo; que todos los magistrados defenderían las de c i s i o n e s del se n a d o , y que el que se oponía al senatusconsulto sería responsable, en caso n e c e s a r i o , de todo a c t o de fuerza. se r r a n o tuvo miedo, y Cornicino recurrió a su antigua pantomima, desponjándose de la toga y arrojándose a los pies de su y e r n o . E s t e pidió (1) este pórtico lo con s t r u y ó Q. Cátulo, vencedor de los Cimbrios, y con el producto de sus despojos, sobre el emplazamiento de la c a s a del tribuno sedicioso M. F l a c c o , muerto con L. Saturnino. (2) Tribuno del pueblo, muy hostil a Cicerón. Solamente el miedo le.hizo desistir de su oposición. (3) Designa aquí a Pompeyo y al cónsul Léntulo, 152 e n t o n c e s la noche M A R C O TULIO CICERÓN. para reflexionar; pero no se quería a c - c e d e r a ello recordando las kalendas de e n e r o . Con gran trabajo lo obtuvo, y solamente porque yo con se n t í . Al día siguiente se redactó el senatusconsulto tal como te lo r e m i t o . En seguida e n c a r g a r o n los cónsules a con t r a tistas el restablecimiento del pórtico de Cátulo. El de Clodio ha sido arrasado con regocijo general . Según los perit o s , los cónsules me han adjudicado dos millones de sextercios por e l terreno de mi casa ; pero han tasado con muy poca generosidad mi quinta de T ú s c u l o en quinientos mil sextercios , y la de Formiano en d o s c i e n t o s cincuenta m i l . Todos los hombre s honrados y hasta la misma plebe c e n suran esta mezquindad. ¿Por qué han procedido así? p r e guntarás. Por falsa vergüenza de mi parte, según d i c e n , porque ni me negué, ni pedí con a h i n c o . Pero no es e s t a la c a u s a , y mi discreción me hubiese s e r v i d o . La verdad e s , mi querido Pomponio, que l o s mismos que me c e r c e n a r o n las alas, y tú sabes quiénes son, no quieren que vuelvan a c r e c e r . Pero c r e cera n muy p r o n t o , se g ú n e s p e r o . Ven a mi lado; pero temo que nuestro común amigo Varrón, yendo repentinamente a tu lado, me prive por algún t i e m po todavía del placer de tu p r e se n c i a . Ahora ya s a b e s lo ocurrido en mis asuntos, y te e n t eraré de lo que p r o y e c t o . He consentido en se r legado de Pompeyo ; mas para con servar libertad de acción, me be reservado la facultad, en el caso de que los cónsules venideros c e l e b r e n comicios todos para la elección de censores , ó presentar mi candidatura, 6 salir con legación libre (1) para solicitar votos en los templos y bosques sagrados de Italia. T e n g o razones para procurarme esta alternativa, y h e querido poder optar (1) lista legación libre para i r a solicitar votos en los bosques sagrados, honraba la piedad de Cicerón, que g e n e r a l me n t e no se c r e e tuviese mucha; pero e s t a peregrinación e r a p r e t e x t o para r e c o r r e r , sin hacer g a s t o s , las ruinas de sus quintas y v e r el medio de repararlas.

CARTAS k ÁTICO. 153 l i b r e me n t e entre la candidatura y una excursión durante el estío; pero sin dejar que me pierdan de vista todos aquellos que tanto han hecho por m í . Tales son mis p r o y e c t o s como h o m b r e p ú b l i c o ; p e r o m i s asuntos domésticos me proporcionan grandes apuros. se ha reedificado mi casa de Roma . Tú s a b e s cuánto d i n e ro y disgustos me cuesta F o r m i a n o , y no puedo abandonarlo ni v e r l o . He puesto Túsculo en venta, pero no puedo prescindir de un apeadero en las a f u e r a s . He agotada la generosidad de mis amigos para una determinación en que solamente podía r e c o g e r de s h o n r a , como tú mismo me dijiste y e s c r i b i s t e , mientras que con los r e c u r s o s de su amistad y bolsillo, si mis pretendidos de f e n s o r e s me lo hubiesen permitido, fácil era conseguirlo todo . Mucha falta me hacen hoy esto s s o c o r r o s . Otras penas tengo t a m b i é n , pero se c r e t a s ( 1 ) . Me quieren mi hermano y mi hija. T e esperamos.

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. T e veo desde aquí deseoso de saber lo que pasa, y e s p e c i a l me n t e de que te e n t e r e de lo que me con c i e r n e . Y n o e s porque pueda yo dar a hecho s públicos mayor fidelidad que tendrían en el relato verbal ó escrito que pueda hac e r t e cualquier otro , sino porque mis cartas te darán a con o c e r mis i m p r e s i o n e s , el e s t a d o de ánimo e n que me e n c u e n t r o ; en una palabra, mi situación moral y m a t e r i a l . El iv de las n o n a s , un grupo armado se lanzó sobre los (1) El misterio lo con s t i t u y e n los motivos de queja que l e daba s u eiposa, 154 M A R C O TULIO CICERÓN. obrero s que trabajaban en mi t e r r e n o , los a r r o j ó , y de r r i bó el pórtico de Cátulo que se r e con s t r u í a , según contrato c e l e b r a d o por los c ó n s u l e s , en cumplimiento del se n a t u s consulto, y que ya estaba elevado casi hasta el c o r a n a miento. Cogiendo en seguida las piedras que se e n con t r a ban en mi t e r r e n o , lanzáronlas contra la casa de mi h e r m a no Quinto, incendiándola por orden e x p r e s a de Clodio. todo esto contemplándolo Roma , que veía brillar las a n t o r c h a s , y en medio de la con s t e r n a c i ó n , no diré de los hombres de b i e n , porque ignoro si quedan, sino de toda la p o b l a ción, sin excepción alguna. Después de esta hazaña, e l enfurecido Clodio se precipita, tiene sed de la s a n g r e de todos sus e n e m i g o s ; c o r r e de barrio e n barrio y lisonjea abiertamente a los esclavos con la e s p e r a n z a de libertad. Cuando r e c u s a b a la j u s t i c i a de los t r i b u n a l e s , su causa e r a manifiestamente mala; pero tenía una causa. Podía n e g a r los hecho s , atribuirlos a otro s , parapetarse detrás de una s o m b r a de de r e c h o . Hoy, estas ruinas, este incendio, este pillaje, han hecho desertar a todos los suyos , quedándole apenas el aparitor Décimo y Gelio. Y a no u r d e tramas sino con esclavos , y ve que puede matar p ú b l i c a me n t e á quien quiera, sin e m p e o r a r su posición ante la j u s t i c i a . Así es que el día m de los idus de n o v i e m b r e , cuando b a j a b a yo por la vía S a c r a ( 1 ) , se lanzó sobre nosotros con su banda. Asáltanos de improviso con furiosos gritos, p i e dras, palos y espadas desenvainadas. El vestíbulo de Tito Damión me ofreció r e f u g i o , desde donde los que me acompañaban mantuvieron en respeto a las g e n t e s de Clodio. Pude hacerle matar, pero ahora empleo la dieta para c u r a r l e ; me desagrada la c i r u g í a . Viendo Clodio que el clamor general pide su muerte y no su p r o ceso , ha querido darnos en él a la vez todos los (1) La casa de Cicerón estaba sobre el m o n t e Palatino, en el que desembocaba la vía S a g r a d a .

CARTAS A ÁTICO. I5£ CatilinasyAcidinos ( 1 ) . La víspera de los idus de n o v i e m b r e se le ocurrió forzar é incendiar la casa de Milón (2) en el monte Germalo ( 3 ) , e n pleno día, a la hora quinta, al frente de un grupo de hombre s armados con escudos y provistos unos de espadas y otros de a n t o r c h a s . Su c a m p a me n t o para esta expedición era la casa de P. Sila. De pronto, de la que tocó a Milón de la herencia de Annio (4) hizo una salida Q. Teueo con g e n t e s decididas; mató a los bandidos más esforzados de Clodio y b u s c ó a éste , p e r o se había ocultado en lo más profundo de la casa de Sila. Al día siguiente de los idus, se reunió el Senado; Clodio no salió de su e s con drijo. Marcelino estuvo admirable: conmoción general . de s graciadamente Mételo (b) ganó tiempo con calculadas dilac i o n e s , que favorecieron g r a n de me n t e a Appio, amigo tuyo a f e mía, c u y o c a r á c t e r y virtudes me c e l e b r a b a s en tus cartas . se x t i o estaba furioso. Clodio amenaza con e n t r a r en Roma a sangre y fuego, si no se celebran sus comicios . Marcelino presenta una proposición e s c r i t a para constituir un (1) C. Manilio Acidino, que fué el primero que levantó tropas para Catilina. (2) Milón, tribuno del pueblo: se presentó acusador de Clodio, que le pagó a s u manera. (3) El monte Germalo, inmediato al Palatino, se llamó así, según V a r r ó n , porque el Tíber al r e t i r a r se dejó en aquel paraje el a r c a en que expusieron a los hermanos Rémulo y R e m o . (4) Milón pertenecía a la familia Papia y había pasado por adopción a la de su abuelo m a t e me C. Annio. (5) El cónsul Mételo Nepote consideró siempre a Clodio, a pesar de que acudió al llamamiento de Cicerón. Estaba, pues, de acuerdo con el tribuno acerca de la convocación de los comicios edilicios. á fin de que Clodio, si resultaba nombrado edil, quedase al abrigo de las persecuciones-de Cicerón por sus violencias con t r a los obreros que reedificaban su casa , porque no podia p e r se g u i r se a un m a g i s trado en funciones. Clodio fué nombrado, en efecto, y se burló de Cicerón, acusando entonces de violencia, de vi, a Milón que l e había acusado primero, y quizá habría sido condenado Milón, si Pompeyo no l e hubiese defendido en la asamblea del p u e b l o . 156 M A R C O TULIO CICERÓN. solo tribunal que con o z c a simultáneamente de la e x p u l s i ó n de mis obrero s , de los incendios y la última violencia h e c h a a mi persona; y para que el j u i c i o preceda a la apertura de los comicios , se x t i o declara que si la proposición no se a c e p t a , o b se r v a r a los auspicios cada día de a s a m b l e a . En vista de esto , arengan al pueblo Mételo e x c i t a n d o a la sublevación, Appio con temeridad, Clodio como de me n t e ; y en último e a s o , si Milón no hubiese protestado, se habrían c e l e b r a d o los c o m i c i o s . El x n de las kalendas de d i c i e m b r e a media n o c h e , ocupó Milón con g e n t e armada el Campo de Marte, no atreviéndose a atacarle Clodio con lo más e s c o gido de sus esclavos fugitivos. Milón esperó hasta me d i o día con grande regocijo de todos y m u c h a gloria para é l : la liga de los tres hermanos e s t a e s c a r n e c i d a , quebrantada su fuerza, y se burlan de su f u r o r . Mételo se limitó a de c i r que al dia siguiente recibiría las declaraciones en el F o r o ; que no era n e c e s a r i o acudir de n o c h e al Campo de Marte: que a la primera hora acudiría al comicio ( 1 ) . El dia x i de las kalendas fué Milón a los comicios antes de a m a n e c e r . Al despuntar la aurora vio a Mételo que se dirigía f u r tivamente al Campo de Marte por callejuelas e x t r a v i a d a s . Corrió a él, cogió a sus g e n t e se n t r e l o s dos bosques ( 2 ) y le notificó su protesta. Mételo se retiró entonces en medio de las burlas y s a r c a s m o s de F l a c c o . El u de las kalendas e r a día de me r c a d o . En este dia ni en el siguiente no h a bía a s a m b l e a . Hoy, día vm, en el m o me n t o en que te escribo , h o r a íiona de la n o c h e , Milón está ya apostado en el Campo de Marte. Mi vecino Marcelo, a pesar de se r candidato, ronca de m a n e r a que le oigo desde mi casa . Dícenme que el v e s (1) El paraje del Foro donde estaba la tribuna de las arengas y donde se celebraban las asambleas, por lo que había recibida «1 nombre de Comitium. (2) Las v e r t i e n t e s del Capitolio y del m o n t e Palatino estaban ent o n c e s cubiertas de bosque.

CARTAS A ÁTICO. 18? tíbulo de Clodio está casi de s i e r t o ; solamente se ven en él algunos individuos andrajosos y una linterna por toda iluminación. Ellos dicen que yo s o y la causa de todo , i g n o rando cuanto valor y entendimiento t i e n e este h é r o e , cuya energía es a d m i r a b l e . Podría referirte cosa s maravillosas sobre esto ; pero v e n g o al h e c h o . Creo que no se c e l e b r a r a n comicios ( 1 ) . Milón acusará a Clodio, a menos de que no le maten a n t e s . Lo tengo por m u e r t o si Milón l o ' e n c u e n t r a en la c a l l e . Está decidido a terminar, y ni lo oculta, ni l e asusta mi e j e m p l o . J a m a s se ha aconsejado de amigos pérfidos y se guardará mucho de contar con un noble sin energía. En cuanto á mí, la c a b e z a está b u e n a , mejor aún que e n los tiempos p r ó s p e r o s ; pero me e n c u e n t r o muy p o b r e . Quinto e s g e n e r o s o , y , a pesar s u y o , con los r e c u r s o s o b tenidos de algunos a m i g o s , le he devuelto algo, aunque sin quedarme yo completamente sin nada. Mientras te encuent r e s ausente, no sabré qué partido tomar acerca de m i s negocios: apresúrate, pues, a regresar.

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Aunque me encuentro muy ocupado, no e se s t o , sino l i gero padecimiento de los o j o s , lo que me obliga hoy a dictar en vez de escribir yo mismo según c o s t u m b r e . Comenzaré por excusa r me de lo mismo de que te a c u s o : h a s ta el p r e se n t e , nadie me ha preguntado si deseo algo para Cerdeña,cuando,.si no me e n g a ñ o , no c a r e c e s de p e r s o n a s que te piden encargos para Roma . Según me es c r i b i s t e , h e (1) En efecto se aplazaron p a r a el 22 de enero s i g u i e n t e . 158 MARCO TULIO CICERÓN. hablado con Cincio de tu crédito con t r a Léntulo y se x t i o . T ó me se como se quiera, este asunto no es de l o s más fác i l e s . Indispensable es en verdad que el suelo de Cerdeña tenga la cualidad de aumentar la memoria. Craco no r e cordó hasta que llegó a e s a i s l a , la falta que cometió como augur, cuando celebraba los comicios consulares en el Campo de Marte. Y en Cerdeña también, no teniendo tú nada que hacer, me r e c u e r d a s de pronto el plan de Mincio y las cuentas de Pomponio. Todavía no he comprado nada. La venta de Culeón se ha realizado, pero no se presentan proposiciones para T ú s c u l o . Creo que si las presentasen muy ventajosas, me de c i d i r í a . No ceso de apremiar a Ciro para tu edificación. Creo q u e cumplirá su palabra. Nada p r o g r e s a : tanto se teme tener a un furioso por edil. P a r e c e que van a abrirse los comicios : están fijados para el xi de las kalendas de febrero. No te inquietes; tengo tomadas mis p r e c a u c i o n e s . El Senado ha decretado que se restablecerá la ley de Egipto, pero manifestando que la intervención armada se ría peligrosa para la R e p ú b l i c a . Quedaba por designar el j e f e de la e m p r e s a , y se dudaba entre P o m p e y o y Léntulo, aunque parecía que éste había de triunfar. En este debate h e defendido maravillosamente a L é n t u l o , sin contrariar, sin e m b a r g o , abiertamente a Pompeyo . P e r o las intrigas de los enemigos de Léntulo han dilatado la r e s o l u c i ó n ; viniendo en seguida los días comiciales y suspendiéndose las sesiones del se n a d o . No puedo adivinar a dónde llegará el bandolerismo de los tribunos, pero s o s p e c h o qué comicio triunfará a viva fuerza. Confieso que no c o m p r e n do el objeto de P o m p e y o ; pero fácilmente se ve lo que evidente que ha p e r quieren sus amigos. L o s a c r e e d o r e s del R e y reparten a b i e r tamente dinero contra Léntulo, y es dido probabilidades; mucho me aflige esto , a pesar de que tengo bastantes motivos para que r e r l e mal, si pudiera. Termina tus n e g o c i o s , y con buen tiempo y seguridad

CARTAS Á ÁTICO. 1S9 para la partida, ven lo más pronto que te sea puedo decir de cuántas posible. No maneras y para cuántas cosa s te n e c e s i t o diariamente. L o s tuyos y los míos están b u e n o s . A xiv de las kalendas de febrero (19 de e n e r o ) . Muy bien harías si v i n i e se s , y v e r í a s lo admirablemente que ha ordenado mis libros Tiranión. Lo que me queda e s mucho mejor de lo que c r e í a . Deseo que me mandes dos hombres de tu b i b l i o t e c a . Tiranión los empleará como encoladores y en otro s oficios. E n c a r g a l e s que traigan perg a m i n o s para hacer los í n d i c e s que , si no me e n g a ñ o , v o s otro s los Griegos llamáis m X X ú 6 o u ; ; pero esto sin que te s i r v a de incomodidad. Procura sobre todo venir y permanecer aquí algún tiempo. T r a e a Pila ( 1 ) ; j u s t o es que la traigas, y Tulia lo de se a . Aseguróte que has comprado una cuadrilla magnífica: dícese que e s o s gladiadores son admirables en c o m b a t e . Si hubieras querido alquilarles, habrías recuperado dos v e c e s su valor ( 2 ) . Pero ya hablaremos de esto. P r o c u r a v e n i r , y , si me aprecias, mándame cuanto a n t e s lo que te pido para mi biblioteca.

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¿Qué dices? ¿Acaso deseo de alguien que me lea y a p r u e be más que de tí? ¿Por qué he dado antes a otro e se l i bro? (3) Me hostigaban, no t e n í a otro e j e m p l a r . ¡ V a m o s ! e n (1) Esposa de Á t i c o . (2) Como se ve , Ático hacia el c o me r c i o de gladiadores, y no s o l a me n t e las vendía, sino que también los alquilaba. (3) El poema sobre su consulado. 160 M A R C O TUL10 CICERÓM. vano b u s c a r é r o de o s ; e s n e c e s a r i o de c i r l o : es una itaAtvioí í a que no deja de a v e r g o n z a r me a l g o . P e r o adiós r e c t i t u d , honor, bellas m a x i m a s . Imposible imaginar cuánta perfidia encierran los hombre s que quieren ser nuestros j e f e s , y que, con un poco de lealtad, no habrían dejado de con se guirlo ( 1 ) . L e s h e visto a la p r u e b a . L e s conozco b i e n ; me impulsaron, y después me abandonaron y lazaron al p r e c i picio. Sin embargo , me proponía no se p a r a r me de ellos . P e r o son lo mismo que e r a n . T ú me has hecho v e r d a de r o . P e r o me d i r a s : — T e había trazado un plan de conducta y no te a con se j é e s c r i b i r . — V e r d a de s ; pero h e querido, a fe mía, imponerme la necesidad de esta nueva alianza y hacer imposible todo r e g r e s o hacia aquellos que, todavía hoy, continúan envidiándome, cuando deberían c o m p a de c e r me . Sin embargo , al e s c r i b i r h e observado c i e r t a reserva. Más adelante hablaré con mayor claridad si r e c i b e n bien este e s c r i t o por un lado, y h a c e t a s c a r el freno a l o s que ven mal que la casa de Cátulo ( 2 ) me p e r t e n e z c a , como s¡ n e se la hubiese comprado yo a V e c i o , y me censuran que reedifique mi casa en vez de v e n d e r el t e r r e n o (3).. P e r o ¿qué más? Cuando hablo en un sentido y o b t e n g o su aprobación, su m a y o r placer es v e r me de esta m a n e r a en oposición con Pompeyo . Todo tiene fin, y puesto que los que nada pueden no me a p r e c i a n , b u s c a r é amigos entre los que ocupan el p o de r . Me dirás también que h a c e mucho tiempo me lo a con se j a s t e : verdad e s , y confieso que h e (1) Alude principalmente í Bíbulo, Catón, Cn. Domicio y Curión,. enemigos de César. (2) E s t a casa estaba en Túsculo, y Cicerón la compró c u a t r o añosdespués de la m u e r t e de Cátulo. (3) Vendiendo el terreno de su casa en el monte Palatino, parecía que aceptaba Cicerón los hechos consumados, m i e n t r a s que reedificándola sobre el mismo terreno, en uno de los puntos m a se l e v a d o s y visibles de Roma, alzaba en c i e r t o modo v i v a protesta con t r a el atentado de Clodio y al mismo tiempo desafiaba-é los e n v i d i o s o s , dispuestos siempre a c e n s u r a r l e aquella falta de m o de s t i a .

CARTAS A ÁTICO. 16 i sido un b o r r i c o ( 1 ) . Al cabo llegó el tiempo en q u e , a falta de otros amigo s , quiero amarme un poco más a m í mismo . Mucho te agradezco las frecuentes visitas a mis t r a b a j o s . El viático de Crassipo ha desaparecido ya. Tú ven d i r e c t a mente a casa ; me es mucho más cómodo ir a v e r t e al s i guiente día, y para tí es igual. P e r o ya arreglaremos esto . Tus obrero s han pintado maravillosamente mi biblioteca y os títulos. F e l i c í t a l e s por ello.

CARTA VI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Deploro como debo a Léntulo. Hemos perdido un varón honrado, un c a r a c t e r noble que unía la dulzura a la elevación de s e n t i m i e n t o s ; pero me formo un triste consuelo que no me permite lamentar su s u e r t e : y no porque piense como Sanfeyo y tus amigos: quiero decir que , amando t a n to a su patria, es beneficio de los Dioses que se libre de presenciar su i n c e n d i o . ¿Qué hay, en e f e c t o , m a s envilecido que nuestra e x i s t e n c i a , especialme n t e la mía? P o r que tú al fin, a quien la naturaleza había hecho hombre polít i c o , no has contraído ningún compromiso espeeial, y s o lamente soportas el yugo c o m ú n . P e r o y o , si digo de los negocios públicos lo que debe de c i r s e , me tratan de l o c o ; si indico el remedio que de b e aplicarse, se le llama b a j e z a ; si guardo s i l e n c i o , es que soporto la opresión y me r e s i g no a la esclavitud. ¿No es esto un suplicio? Supilció e s , y tanto más i n s o por t a b l e , cuanto que ni siquiera podría que j a r me sin pasar por ingrato ( 2 ) . ¡Y si pudiese abandonarlo (1) asinum germanum fuisse. (2) Ingrato para con Pompeyo, a quien debía la revocación de su destierro. TOMO IX. 11 162 MASCO TULIO CICERÓN. todo y b u s c a r reposo en un p u e r t o ! P e r o n o ; he de estar en la batalla, en el c a m p a me n t o . ¿Y se r é soldado habiendo podido se r general? Así e s n e c e s a r i o . Veo c l a r a m e n t e que así lo q u i e r e s ; ¡ojalá hubiese seguido s i e m p r e tus consejos! En último caso sitáptav sXa^s;, tauxav xoajxet. Pero a fe mía no puedo r e s o l v e r me : c o m p r e n d o la respuesta de F i l o x e n o , que quiso volver a la prisión. Sin embargo , cito aquí su pensamiento y no lo e n c u e n t r o a c e p t a b l e . Ven y aprenderé contigo a condenarlo completamente. Me has escrito muchas cartas y las he recibido todas j u n t a s . Una circunstancia casual ha hecho c r e c e r mi dolor: leí primeramente las tres en que me hablabas de la me j o ría de L é n t u l o . La cuarta me produjo efecto de r a y o . R e pito, sin embargo , que no ha sido de s g r a c i a d o , y n o s otro s n e c e s i t a m o s se r de h i e r r o . Me recuerd a s escriba el libro Hortensiano ( 1 ) : han s o b r e venido cosas nuevas, mas no olvido la tarea que me has impuesto. P e r o te aseguro a fe mía que me detuve al c o me n z a r , porque después de h a b e r desempeñado tan mal papel en las n e c e d a de s de este amigo, lo desempeñaré peor aún poniendo mi injuria a la luz de la publicidad; y si en mi conducta revelo demasiado mi sencillez, en un escrito a p a r e cera mil v e c e s más clara aún; y a de m a s , esta s a t i s facción podrá p a r e c e r acto de l i g e r e z a . Sin embargo , v e r e m o s . Tú no dejes de e s c r i b i r me con f r e c u e n c i a . P r o c u r a obtener de L u c e y o la carta que le dirigí rogándole que e s c r i b i e se mi historia: es muy b e l l a : estimula su c e l e , y dale mil gracias per la bondad con que ha recibido mi ruego . Visita con la frecuencia que puedas los trabajos de mi casa, y di algo de mí a Vestorio, que estas u m a m e n t e sequioso con m i g o . ob- (1) Tratado de filosofía intitulado Hortensius, célebre rival de Cicerón; este libro se ha perdido. del nombre del

CARTAS A ÁTICO. 163

CARTA VII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Nunca llegó con más oportunidad una carta : mortal i n quietud me dominaba acerca de nuestro querido y e x c e l e n t e Quinto, y me ha tranquilizado por c o m p l e t o . que s i p po había llegado dos horas a n t e s , y sus noticias e s t r e me cían. Me dices que Apolonio, e se Griego a quien confundan l o s Dioses, (1) se p e r m i t e perturbar como E n cuanto a Mételo, o t y los c a b a l l e r o s embargo, r o m a n o s . -Terencio al me n o s está en su de r e c h o . ójíN»
CARTA VIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Muchas cosas agradables hay en tu carta , pero nada megusta tanto como el plato los (2) dices |j.iV7tto ¡IÍY' tirotárico ( 1 ) . De mis r a d a se u - e'taflí, itplv TeAeuxiíuavx' '¿Sin.;. edificio que te convenga en mis No encuentro ningún c a m p o s . En el pueblo mismo hay una casa , muy c e r c a de la mía, pero ignoro si está en v e n t a . Has de saber que Anzio e s a Roma e x a c t a me n t e lo mismo que Buthroto (3) a Corciro ( 4 ) . No existe estancia más tranquila, mejor ni paraje más delicioso: e£n [uo-nró; cplcXo; ambiente (pr^o?. Desde que Tiranón arregló mi biblioteca, p a r e c e que ha dado alma a mi casa . Verdad es que Dionisio y tu Mexóflta (8) han hecho también maravillas en ella. Nada más e l e g a n t e que tres bellas divisiones, especialmente de mis libros, cub i e r t o s ahora con sus adornos. T e ruego me hables de los gladiadores; pero s o l a me n t e si se han portado bien; si n o , no quiero saber nada. (1) Plato compuesto de pescado salado, queso y huevos duros,, sazonado con e s p e c i a s , vino y a c e i t e . (2) En sentido propio, moneda primitiva y muy t o s c a de los R o manos; en sentido figurado, deudas pequeñas. ( 3 ) Capital del Epiro, c e r c a de la cual tenía Ático una casa de campo. (4) Hoy Corfú. (5) P a r e c e que Cicerón distingue aquí las propiedades. Dionisio e s s u y o , y Menofllo de Ático, y así e r a en e f e c t o . Este Dionisio n o debe confundirse con el que dio Cicerón por preceptor a su hijo y al de su hermano y del que se habla muchas v e c e s en estas cartas .

CARTAS Á ÁTICO. 165 Apenas se separa de mí tu carta . ¿Qué propondrá la ley? ¿Estás dices? ¿Que no más con v e n c i d o de ello? Habla -claro, te lo suplico. T e m o h a b e r comprendido mal. de se o saber cuanto antes la v e r d a d , si no te es molesto de c í r me la. entre t a n t o , puesto que prorrogan los j u e g o s por un día, uno bueno más pasaré con Dionisio. Pienso e n t e r a me n t e como tú acerca de T r e b o n i o ( 1 ) . En cuanto a Domicio ( 2 ) , «Juro por Ceres que j a m a s se parecerá más un higo a otro higo que su historia a la m í a . » L o s mismos ataques inesperados, igual abandono de los hombre s honrados. Ur,a diferencia e x i s t e , sin e m b a r g o , y e s , que él ha merecido su s u e r t e . I g n o r o cuál e s peor, si la suya ó la mía. ¿Qué cosa más t r i s t e , en e f e c t o , que estar designado para el consulado en c i e r t a m a n e r a desde que se nace y rio llegar a ser cónsul? ¿no serlo cuando se es candidato ú n i c o ó al menos cuando apenas se tiene un contrincante? Además, si e s c i e r t o , lo cual ignoro, que en sus fastos con sulares domésticos la lista que han formado e s casi tan larga en cuanto a los cónsules venideros que e n cuanto a (1) C. Trebonio, que siendo tribuno del pueblo aquel mismo año dio la ley que confería á Pompeyo el gobierno de las dos Españas, a M. Crasso el de Siria, y prorrogaba por cinco años a Cesar el de las Galias. Más adelante fué t e n i e n t e s u y o en las Galias, después gobernador del Asia, m u e r t o y a César, a c u y o asesinato con t r i b u y ó . Dolabela le hizo morir en Smirna por mano del verdugo. (2) L . Domicio Cnobarbo solicitaba entonces el consulado, siendo derrotado cuando e s t a b a c a s i se g u r o de s u elección . Habíase e n e mistado con César, citándole después de su consulado para que diese cuentas de su administración, y además se había vanagloriado de hacerle quitar el gobierno de las Galias cuando fuese cónsul. Para v e n g a r se de él le s u s c i t ó César dos competidores, Pompeyo y C r a s so, apoyándoles con toda su influencia, resultando los dos nombrados por segunda v e z . Cicerón se burla un poco de Domicio y de sus archivos de familia, en los que e x i s t í a larga lis ta de consulares, que iba a quedar interrumpida, en s u opinión, por aquella de r r o t a . Domicio fué elegido cónsul después de Pompeyo y Crasso, es decir, en 699. ó 700 según otro s . 166 MARCO TULIO CICERÓN. p a s a d o s , ¿qué hay más desgraciado rar mejoramiento. que él en el mundo» sino e s la República? porque esta ni siquiera puede e s p e por ti tengo noticia del asunto de Natta: (1) siempre h e profesado aversión a este hombre . Me hablas de mi p o e ma ( 2 ) ; pero si el indiscreto se a t r e v i e se a lanzarse, ¿loconsentirías? En cuanto a mi pretendido desvío hacia FacióL e se o , te diré que siempre fué ardiente partidario mío y nunca lo h e rechazado. Tiene t a l e n t o , moderación y mucho orden. He estado algún tiempo sin verle y l e creía ausente.. por Gavio (3) acabo de saber de Firmano ( 4 ) , que está en Roma y que nunca la ha abandonado. Esto me ha con t r i s tado. ¡Cómo! ¿por cosa tan pequeña hablas? P e r o me había hecho comunicaciones muy e x a c t a s en cuanto a los doshermanos de Firmano. Ignoro por qué se ha alejado de mí,, si e s que se ha alejado. En cuanto al que me a con se j a s tratar con urbanidad y mantenerme en reserva, así lo h a r é . P e r o se n e c e s i t a m u cha prudencia, y acudiré a la tuya como de c o s t u m b r e . Sialgún día te encuentras con F a b i o , p r o c u r a saber lo que piensa: sondea también a tu ordinario comensal y e s c r í Cuídate b e me a c e r c a de ello, como de todo lo que a v e r i g ü e s . Sinada tienes que de c i r me , escríbeme l o también. mucho. (4) Pinario Natta, hermano de la esposa de Clodio y y e r n o deMurena, a quien defendió Cicerón. (2) Su poema a c e r c a de su consulado. Para publicarlo esperaba el consejo de Á t i c o , lo cual demuestra qee no e s t a b a muy se g u r o de su m é r i t o . (3) L. Gavio, agente de negocios, ó que desempeñaba los negocio s de M. Bruto, en Capadocia. Cicerón, a ruegos de Bruto, le n o m bró prefecto, teniendo después muchas quejas de la insolencia éingratitud de aquel advenedizo. (4) Hoy F e r m o , ciudad del P i c é n o .

CARTAS A ÁTICO. 167

CARTA I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Deseo saber si es cierto (como el rumor público dice) que los tribunos impiden el c e n s o con sus dias nefastos ( 1 ) , y en g e n e r a l lo que hacen ó quieren hacer relativamente a los censores . He encontrado aquí a Pompeyo.Mucho me ha hablado de negocio s , y a darle c r é d i t o , r e s t r i c c i ó n que con él e s n e c e s a r i a , está disgustado: desprecia la S i r i a . No h a y más que la España, si h e m o s de c r e e r l e , y creo que , h a blando de é l , habrá que e m p l e a r e s t a fórmula con tanta frecuencia como el xal xo8s 4«>>xuXicW. Mucho te a g r a de c e que hayas hecho colocar sus estatuas ( 2 ) , y a la verdad ha estado conmigo sumamente a m a b l e . Vino también a verme a Cumas, y p&réceme que nada contrariaría tanto sus p r o pósitos como la pretensión de Messala (3) al consulado. Si sabes a l g o , dímelo. Muchas gracias por tu buen de se o de r e c o me n d a r me a (d) Días que se intercalaban y c u y o efecto era suspender todos los negocios. (2) Estaban colocadas en el anfiteatro de Pompeyo. (3) M . V a l e r i o Messala, segundo cónsul de este nombre, hijo de una hermana de Hortensio. F u é pretor en 691. En la época de que se habla pretendía el consulado, oponiéndose Pompeyo. Acusado por el tribuno del pueblo Q. Pompeyo Rufo, escapó al juicio por la p r i sión del citado tribuno que de c r e t ó el Senado por a c t o s de sedición. En el séptimo me s del 701 fué elegido cónsul. Después de su consulado fué acusado por infracción de la l e y Licinia, defendiéndole su tío Hortensio y resultando absuelto. Acusado de nuevo por soborno, fué condenado a destierro, del que no volvió h a s t a que Cicerón, c r e a d o dictador, llamó a los de s t e r r a d o s . Siguió a César a África, y mandó allí la caballería. Vivió mucho tiempo, y se ignora la época de su muerte. 168 MARCO TULIO CICERÓN. Luceyo y por tus f r e c u e n t e s visitas á los trabajos de mi casa . Mi hermano Quinto me es c r i b e que, teniendo con él a su querido Cicerón, irá a v e r t e en las nonas de m a y o . Partí de Cumas el v de las kalendas de m a y o , antes de a m a n e c e r . El mismo día dormí en Ñapóles en casa de L. P e t o , y antes de la aurora, en el momento de partir para Pompeya, el iv de las kalendas de mayo, te bo e s t a . escri-

CARTA X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Corre en Puzzola muy acreditado el r u m o r de que P t o l o meo ha recuperado su reino ( 1 ) . Si sabes algo cierto de este asunto, dímelo. Estoy devorando la biblioteca de F a u s t o ( 2 ) , y quizá también, dirás en tu interior, las buenas cosa s que se encuentran en Puzzola y en el l a g o L u c r i n o ( 3 ) . Verdad es que no se c a r e c e aquí de esas buenas cosa s , te lo asegur o ; pero en el estado en que se encuentran los asuntos púb l i c o s , no tengo gusto, a fe mía, por ningún refinamiento de mesa ni por ningún otro placer. S o l a me n t e me s u s t e n tan las letras y mi consulado. Prefiero este banquito tuyo en que de s c a n s o , bajo la imagen de Aristóteles, a todas las sillas curules del m u n d o : y mucho más m e gusta un (1) Por instigaciones de Pompeyo, Gabinio había procedido a e s t a restauración. (2) La biblioteca de Fausto Sila, hijo del d i c t a d o r . Estos libros procedían de Atenas, de donde los trajo el dictador después de la toma de esta ciudad. F a u s t o e r a yerno de Pompeyo. Hecho prisionero en África por l>. Sittio, oficial del ejército de César, murió poc o s días después con Afranio en una conmoción m i l i t a r . (3) Las ostras del lago Lucerino, que eran excelente s .

CARTAS A ÁTICO. 169 paseo en tu casa y contigo, que la compañía de este h o m b r e con quien, según v e o , tendré que p a se a r . Pero dejemos que estas cuestiones de paseos las arreglen los Dioses, s í e s que hay Dioses para e s t o . No olvides mi paseo y mis lacedemonianas ( l ) , y todo lo que pide Ciro. Visita aquello con frecuencia. Insta a Filotimo, y que al fin me llegue el turno con t i g o . Pompeyo ha venido a Cumas a las fiestas de Parilis: en seguida envió un mensajero a casa . Esto fué anteayer y a visitarle esta mañana, en cuanto termine esta carta.

CARTA X I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Mucho me han deleitado tus cartas . Antes del xi de las kalendas recibí dos a la vez. Continúa e s c r i b i é n d o m e , porq u e tengo mucha curiosidad por con o c e r el final de la historia. Procura también averiguarlo por Demetrio ( 2 ) . Pom peyó me ha dicho que esperaba a Crasso en Albano, el iv de las kalendas, y que inmediatamente después de su llegada marcharían j u n t o s a Roma para ocuparse en hacer rendir cuentas a los publícanos. ¡Cómo! le dije, ¿el día de los c o m bates de gladiadores? No, me con t e s t ó , antes. ¿Qué hay de verdad en esto? Dímelo en seguida, si lo s a b e s , ó espera su llegada en Roma . Devoro aquí los libros con un hombre prodigioso, a fe (1) Especie de estufas imitadas de L a c e de m o n i a . (2) Demetrio, liberto de Pompeyo. este con s t r u y ó el t e a t r o de Pompeyo con el dinero que reunió durante la g u e r r a de Mitrídates. Dio a aquel t e a t r o el nombre de Pompeyo, para que no se c e n s u r a se a éste que un liberto s u y o había podido e n r i que c e r s e lo bastante para hacer aquel g a s t o . 170 MARGO TULIO CICERÓN. mía, Dionisio, que te saluda cordialmente y a todos v o s otro s . 8ú8¿v ilwixepov, % icávx' siSévaí (Nada tan agradable como saber l o todo ) , y como soy curioso, díme qué ha s u cedido el primer día, qué el segundo, qué hay de los censores , lo que hace Appio ( 1 ) , como también lo que o c u r r a con esa Apuleya ( 2 ) . Deseo, en fin, que me es c r i b a s lo que tú mismo h a c e s . por que , a de c i r verdad, tus cartas tienen más atractivo aún para mí que las noticias. A nadie h e traído aquí más que a Dionisio, pero no languidecerá la con v e r s a c i ó n . Después de tus cartas , nada m e gusta tanto como e l t r a b a j o . Entrega mi libro a L u c e y o . T e remito el de Demetrio Magneto ( 3 ) , para o b t e n e r , e n cuanto lo r e c i b a s , contestación tuya.

CARTA X I I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Egnacio (4) está en Roma : pero yo le hablé en Anzio de la manera más apremiante acerca del negocio de Halimeto. (1) Appio Claudio Pulquer. Pretendía el consulado para el año siguiente. (2) Publio, hermano de Appio, llamado así a c a u s a de su tribunado, c u y a violencia no fué me n o r que la del de Apuleyo Saturnino. Apuleyo hizo de s t e r r a r a Mételo Numídico, como P. Clodio había hecho de s t e r r a r a Cicerón. Cicerón pone en femenino este apodo aludiendo a las depravadas c o s t u m b r e s de Clodio. (3) Demetrio Magneto, contemporáneo de Cicerón. este Demetrio había escrito un tratado acerca de La Concordia, que dedicó á Á t i c o . Otro escribió acerca de los Homorismos del que habla con f r e cuencia Diógeaes Laercio. (4) L . Egnacio, caballero romano, íntimo amigo de Cicerón. E r a muy rico, prestaba dinero y recibía p r é s t a m o s , concluyendo por v e r se algunas v e c e s apurado.

CARTAS A ÁTICO. 174 Me prometió de nuevo tratar se r i a me n t e con Aquilio ( 1 ) . Vele, si lo consideras oportuno. Me se r a muy difícil h a c e r por Macrón lo que de se a , porque tenemos una venta en L a rino (2) el día de los idus, y durará dos m a s . Mucho s i e n t o esto al v e r la v e h e me n c i a de tu r e c o me n d a c i ó n . S i me es t i m a s , no dejarás de venir a c e n a r con m i g o , con Pila, al día siguiente de las kalendas. Deseo que así lo h a g a s . P i e n s o en la víspera c o me r al pasar en la quinta de Grassipello. Violaré el senatusconsulto ( 3 ) . Después de c e n a r , v o l v e r é a casa , con objeto de poder dedicarme a mi petición. Toda mi casa te saluda. a Milón al día s i guiente muy temprano ( 4 ) . T e v e r é , y tendrás que a c c e de r

CARTA X I I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Veo que sabes ya mi llegada a Túsculo el xvh de las k a lendas de noviembre ( 5 ) . Dionisio e s t a en su puesto. Quiero e n con t r a r me en Roma el x m de las kalendas. ¿Qué digo deseo? es indispensable. Ven a c e l e b r a r las nupcias de Milán- ( 6 ) , y después, según dicen, tal vez los comicios ( 7 ) . Y o lo tengo por se g u r o . No siento haber estado ausente del (1) C. Aquilio Galo, el jurisconsulto. (2) Larino, en Apulia, hoy Larina. (3) Cuando se convocaba el Senado tenían obligación de asistir todos los senadores que se encontraban en la ciudad, pudiendo se r obligados a e l l o . Para evitarlo, Cicerón no estuvo en la ciudad el día de la asamblea, pasándolo en los jardines e x t r a m u r o s de Roma. (4) C r é e se que para defenderle de la acusación de violencia que había presentado Clodio contra él. (5) 15 de noviembre. (6) Milón casa b a con F a u s t a , hija de L . Sila. (7) Ordinariamente se celebraban en julio los comicios consular e s ; pero las turbulencias de aquel año los habían hecho aplazar, mediando un interregno durante el cual fueron elegidos L. Domicio y Appio Claudio. 172 M A R C O TULIO CICERÓN. j u r a d o en todos e s o s altercados de que me h a b l a n . No h u b i e se podido tomar parte sin de s a g r a d a r , ni permanecer e n silencio sin faltar al de b e r ( 1 ) . P e r o q u i s i e r a , a fe m í a , que me dieses m i n u c i o s o s detalles acerca de todas e s a s c o s a s , y principalmente acerca del estado de los a s u n t o s p ú b l i c o s y de la m a n e r a con que han soportado los c ó n s u l e se s a mortificación. T e n g o h a m b r e de n o t i c i a s , y si he de de c i r t e la v e r d a d , todo me es s o s p e c h o s o . D í c e se que el día en que m a r c h ó Crasso (2) r e v e s t i d o con todas sus insignias, no fué o b j e t o de iguales demostración e s que su c o l e g a P a u l o Emilio, c ó n s u l por se g u n d a v e z ¡Hombre malvado! (3) He puesto mucho cuidado en los l i - ( 1 ) Los debates acerca de la prórroga del gobierno de é s a r Gen l a s Galias, que Cicerón no poiía desaprobar, so pena de e n e m i s t a r se con César y Pompeyo. Por e s t a razón se había ausentado del se n a do, donde no podía sin rubor manifestar su opinión. (2) M. Licinio Crasso, que fué objeto de mil imprecaciones el día de su marcha para el gobierno de la Siria, a donde iba a hacer g u e rra contra los Parthos, guerra que tuvo desastroso r e s u l t a d o . Por el contrario, a L. Emilio Paulo, cónsul en 5S5, al salir de Roma para hacer la guerra contra l'erseo, r e y de Macedonia, le saludó el pueblo con aclamaciones, pareciéndole que su m a r c h a presagiaba el p r ó x i mo y glorioso lin de la g u e r r a . (3) Exclamación natural, considerando la violencia que Cicerón se había hecho para reconciliarse con C r a s s o . Pero Cicerón no tiene en cuenta que, al alabar a Pompeyo a expensas de Crasso, h a bía trocado en enemistad y resentimiento la opinión s i m p l e me n t e desdeñosa que éste tenía de él por su calidad de hombre n u e v o . Crasso volvió a él, sin embargo, y Cicerón no pudo n e g a r se a una reconciliación a c e r c a de la cual no había dado los primeros pasos; y aunque con cierto d i s g i s t o , persistió en ella, porque habiendo llegado a tanto el poder de los triunviros, Pompeyo, César y Crasso, le importaba mucho, como él mismo dice con f r e c u e n c i a , con t a r con la amistad de uno para no incurrir en el desagrado de los otros dos. La carta que escribió a Crasso e s t a llena de testimonios de la s i n c e r i dad de sus sentimientos delinitivos, y h a s t a p a r e c e r í a e x c e s i v a si no se viese en ella la inlluencia de los hijos de Crasso, a quienes quería mucho, y uno de los cuales , Publio, amaba y r e s p e t a b a á. Cicerón como a su segundo padre.

CARTAS A ÁTICO. 173 bros de la Oratoria. Dos he tenido mucho tiempo entre manos, y los h e corregido mil v e c e s . Te ruego de nuevo me des detalles que m e pongan al corriente de la nada. situación^ z-fy/ irapoOo-av xatíícrTacriv xurtoSñí: que no lleguen sin saber

CARTA X I V . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Nuestro amigo Vestorio (1) me es c r i b e que no saliste de Roma hasta el vi de los idus de mayo ( 2 ) , más tarde de lo que me dijo a n t e s , porque has estado algo enfermo. Hoy te hallas completamente bien, y me congratulo de ello. Hazme el favor de dar órdenes en tu casa para que tengan t u s l i b r o s a mi disposición en tu ausencia como cuando estás p r e se n t e , todos sin e x c e p c i ó n y muy especialmente los de Varrón. Necesito consultar esos libros para el que actualmente tengo entre manos (3) y que me prometo aprobar. Si s a b e s a l g o , primeramente de mi hermano Quinto ( 4 ) , después de C . César, en seguida de los comicios (¡eres tan hábil para presentir los a con t e c i m i e n t o s ! ) , dimelo. Si nada tienes que de c i r me , escríbeme , sin embargo . Nunca me parecieron tus cartas ni intempestivas ni l a r g a s . T e ruego muy especialmente que, una vez terminados tus negocio s y realizado ese viaje tan completamente como lo p r o y e c tas, vuelvas en seguida. Saludo a Dionisio. Cuídate. (1) C. V esto r i o , banquero de Puzzola, amigo de Cicerón y de Á t i co. Cicerón le empleó muchas v e c e s como mandatario en sus negocio s particulares. (2) 10 m a y o . (3) El tratado de La República en que tratabajaba e n t o n c e s . (4) Quinto era entonces teniente de César en las Galias. has de 474 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA CICEHÓN XV. SALUD. Á ÁTICO, Mucho me agrada lo que has hecho por Eutiquido ( 4 ) , que dejando su antiguo nombre , se llamará en adelante Cecilio, de tu antiguo prenombre y de tu nuevo Tito nombre; así como del mío y del tuyo se compuso para Dionisio el de Marco Pomponio. A fe mía que me gustará digas a E u tiquido que tus bondades por mí no han sido completamente e x t r a ñ a s a tu determinación, que la simpatía que me mostró en los tiempos de mis de s g r a c i a s , y que tan bien con o z c o , no han sido inútiles para él en esta c o y u n t u r a . Supongo que sería indispensable e se viaje al Asia, porque sin poderosos motivos no habrías consentido e n se p a rarte por tanto tiempo de todo lo que más quieres en personas y cosa s . En último c a s o , por la rapidez de tu r e g r e s o j u z g a r e m o s de tus sentimientos y cariño por los T e m o , sin embargo , por tí las se d u c c i o n e s del tuyos. retórico Pi- Clodio y de ese hombre tan sabio que, según dicen, se e n cuentra completamente dedicado al g r i e g o , el ilustre tuanio ( 2 ) . P e r o se r a s animoso y r e g r e s a r a s para la época prometida. En cambio te de j a r e m o s gozar ampliamente de ellos en Roma , si alguna vez vienen a la ciudad. Dices que tendrás mucho gusto en recibir noticias mías: te he dirigido una manera de diario de todo lo que me Las s u c e de ; pero supongo que habrás permanecido muy poco tiempo en el Epiro y no habrá llegado a tus m a n o s . (1) Esclavo querido de Ático, que le había manumitido c o m o Cicerón a Dionisio. (2) Es indudable que existía en Roma una familia Pituania. T a c i t o menciona en los Anales a un l . Pituanio que fué arrojado desde la roca Tarpeya como astrólogo ó m a g o .

CARTAS A ÁTICO. 175 cartas que te escribo son de tal naturaleza, que s o l a me n t e puedo confiarlas a personas se g u r a s . P e r o debo hablarte de las cosa s de Roma . £1 m de las n o nas de julio fueron absueltos Sufena y Catón, y condenado Procilio ( 1 ) . Esto demuestra que nuestro triple a r e o p a g o no toma en c u e n t a la intriga, los c o m i c i o s , el inter r e g n o , los delitos de E s t a d o , ni la república siquiera. P e r o n o de b e matarse a un padre de familia en su casa ; y sin embargo , veintidós j u e c e s opinaron por la absolución, con de nando otros veintiocho. Publio, que sostenía l a a c u s a c i ó n , conmovió profundamente a los j u e c e s . Hortalo se ha con ducido en esta causa como de c o s t u m b r e . Y o no h e de s p l e gado los labios. Mi hija, que está enferma, temía que a p o s trofase a Clodio. Terminado esto , los Reatinos (2) me llevaron a sutép -nt) para que les defendiese contra los de Iteramno ( 3 ) , ante su cónsul y diez c o m i s a r i o s . T r a t a se de un paso que M. Curio ha a b i e r t o , cortando la m o n t a ñ a , a las aguas del lago Velisco ( 4 ) , que de esta manera descarga en el Nar ( 5 ) , desecando el valle y dejando apenas alguna humedad a la llanura de Rosa ( 6 ) . Me hospedé en c a s a de Axio ( 7 ) , que me llevó a las Siete F u e n t e s : (1 Los tres habían sido tribunos el año anterior. Acusados, al s a l i r del c a r g o , de violencia y corrupción para favorecer la e l e c ción de Pompeyo y de Crasso, dos fueron absueltos, M. Norcio Sufenas y C. Catón; siendo condenado Procilio porque había c o me tido un a se s i n a t o . (2) R e a t a , en el país de los Sabinos; hoy Rieti. (3) Interamno, ciudad de la Umbría. (4) Velia, hoy se llama fíastellamare della Brucca. (5) El Nar, que v i e r t e en el Tíber. (6) Llamábase así e s t a playa porque el rocío conservaba f r e s c a s i e m p r e la hierba en ella. Plinio habla también de su fertilidad. (7) Casa de Axio, situada c e r c a del lago llamado hoy di San Luzanna, entre R e a t a y el lago de V e l i a . Q. Axio era senador y p r e s taba dinero: su hijo lo pedía prestado a otros y acudía a Cicerón que no podía hacerse reembolsar por el padre. 176 MARCO TULIO CICERÓN. He regresado a Roma para el p r o ceso de Fonteyo el vn de los idus de julio (1). Fui al teatro, y al p r e se n t a r m e , me recibieron con prolongado aplauso. P e r o dejemos esto , porque no debo yo hablar de ello. Apareció Antifón ( 2 ) , m a n u mitido antes de p r e s e n t a r se . Para que no e s t é s i m p a c i e n t e , t e diré que consiguió la p a l m a . — P e r o , dirás, no hay a c t o r más e n de b l e , v o z m a s c a s c a d a , m a s . . . — G u a r d a todo esto para tí. Preciso es decir que en Andrómaca e n Astyanax: está mejor que en todo lo demás no tiene igual. Quieres que te hable de Arbúscula ( 3 ) : ha gustado mucho . J u e g o s magníficos, éxito completo. La c a c e r í a está aplazada. Sigúeme ahora al Campo de Marte. Aquí c r e c e la intriga, hasta el punto que para los idus de julio el interés ha subido de íntecuatro a ocho. Me dirás que no lo s i e n t e s . ¡Oh varón gro! ¡Oh ciudadano excelente ! César apoya con todas s u s fuerzas a Memmio. L o s cónsules presentan a Domicio con él, y no me atrevo a con s i g n a r en esta carta e l precio del con t r a t o . Pompeyo se irrita, se queja y se declara a b i e r t a mente por S c a u r o , aunque se duda si esto es aparente ó s i n c e r o . No h a y ' E | o ^ : no pujando ninguno, todos los der e c h o s quedan iguales. Messala languidece; no porque le falten valor ni amigos, sino porque l e sujeta la coalición de los cónsules con Pompeyo . Creo que se prorrogarán esto s comieios. L o s pretendientes al tribunado se han c o m p r o metido b a j o juramento a s o me t e r su conducta al j u i c i o de Catón, habiendo depositado cada uno en sus manos q u i nientos mil 3 e x t e r c i o s . El que resulte condenado perderá el depósito y se lo repartirán l o s demás. E s p é r a n se las elecciones mañana; si r e a l me n t e se c e l e bran y si el me n s a j e r o no ha partido, t e diré detalladamente (1) 9 de j u l i o . (2) Cómico muy querido del publico, que, como solía acontecer^ pedía su manumisión. (3) Mímica célebre y famosa c o r t e s a n a .

CARTAS A ÁTICO. 1 7 7 lo que ocurra en el v de las kalendas de agosto ( 1 ) . Si, como quiere c r e e r se , el dinero no interviene para nada, habrá hecho más Catón solo que todos los j u e c e s . Heme encargado de la causa de Messio Appio; lo había hecho legado de César, pero ha vuelto para r e s p o n de r a la citación de Servilio, que le obliga a c o m p a r e c e r . T i e n e e n su favor a las tribus Pomptina, Velina y Mecia. La lucha se r a porfiada; sin e m b a r g o , estamos preparados. En se guida me pongo a disposición de Druso ( 2 ) , y después de S c a u r o . Como v e s , mis d i s c u r s o s van a llenarse b r e s gloriosos; tal vez figurarán en elles hasta designados. Si S c a u r o no lo e s , mucho trabajo le salir bien del j u i c i o . por las cartas de mi hermano Quinto, veo que debe enc o n t r a r se ya en B r e t a ñ a . Espero con inquietud noticias ulteriores. Por varios detalles positivos, h e conseguido s a b e r que César me aprecia y le soy muy g r a t o . Saluda en mi n o m b r e a Dionisio. Dile que venga; persuádele para que lo haga lo más pronto posible, para instruirnos a mi que rido Cicerón y a mí. de n o m cónsules costará

CARTA XVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Va v e s euán ocupado esto y , que empleo la mano de UK e s c r i b i e n t e . No te c e n s u r o por la e s c a se z de tus c a r t a s , pero sí me quejo de que la m a y o r parte de ellas se limitan a de - li) (2) 28 de julio. Livio Druso, senador, acusado de haberse de j a d o c o r r o m p e p por aquel contra quien había presentado acusación, fué a b s u e l t o . Créese que éste fué el padre de Livia Drusila, esposa de Augusto. TOMO IX. 12 178 MARCO TUMO CICERÓN. cirrae dónde estás, que me es c r i b e s tú mismo, ó que te e n c u e n t r a s b i e n . Sin embargo , dos de este g é n e r o me han proporcionado mucho p l a c e r ; venían de Buthroto y casi y con la misma fecha. Estaba inquieto por tu navegación; si has sido b r e v e , al menos no me h a s hecho e s p e r a r , y esto es lo que me a g r a d a . De otro punto he recibido o t r a muy razonable y extensa que me remite tu huésped P a c c i o ; a esta voy a con t e s t a r . En primer lugar, Paccio ha podido v e r en mi lenguaje y a c c i o n e s el valor que doy a tu r e c o me n d a c i ó n . No le con o c í a , y hoy e s íntimo amigo mío . P a se m o s a otra cosa . Me hablas de Varrón; por peco e s p a cio que haya, figurará en algún libro mío . P e r o conoces el género de mis diálogos; por ejemplo, en los que tratan del arte oratorio, que tanto c e l e b r a s , los interlocutores deben haber conocido ó escuchado a los p e r s o n a j e s de quienes hablan. Lo mismo acontece en los diálogos sobre la r e p ú b l i c a , en los que hago intervenir a S c i p i ó n , F i l o , Lelio y Manilio. L e s añado algunos j ó v e n e s contemporáneos suyos : Q. T u b e r ó n , P. Rutilio, los dos y e r n o s de Lelio, Scévola y F a n n i o ; pero como pongo siempre un prefacio a cada l i b r o , como hizo Aristóteles con los que llamaba exotéricos, ¡Ojalá Varrón encontrará naturalmente lugar en alguno. Así, pues, si no me e q u i v o c o , quedará satisfecho tu de se o . pueda salir de la empresa con honor! Como v e s , el empeño es importante, grave y , s o b r e todo, e x t e n s o , y tengo muy poco tiempo l i b r e . Hablando de los libros que tanto alabas, dices que Scévola de s a p a r e c e muy pronto ( 1 ) : he tenido razones para e l l o , y (1) Además del ejemplo de Cephalo que aduce Cicerón, j u s t i f í c a se por la razón de que Q, Mucio Scévola, muy versado en el con o c i miento del derecho civil, podía figurar naturalmente en el primer l i b r o , que trataba de este a s u n t o ; pero no e r a conveniente i n troducirle en los otros dos puramente t e c n o l ó g i c o s , porque no teniendo la materia ningún interés para Scévola, tal vez habría provocado las burlas de aquel a n c i a n o , que e r a muy propenso aellas.

CARTAS A ÁTICO . 179 nuestro dios Platón hizo lo mismo en su República. S ó c r a tes viene al Pireo a casa de Céfalo, anciano r i c o y j o v i a l . D u r a n t e el primer l i b r o , Céfalo toma parte en el de b a t e , y después de departir muy a g r a d a b l e me n t e , alega un de b e r religioso y se marcha para no v o l v e r . Supongo que Platón creyó que padecerla de verosimilitud con la prolongada asistencia de un hombre de aquella edad a tan larga con versación; igual razón de conveniencia y motivos más p o de r o s o s todavía militaban por S c é v o l a . R e c o r d a r a s su e d a d , .su estado de salud y sus altas dignidades, que no le p e r mitían pasar de c o r o s a me n t e muchos días seguidos en T ú s c u l o , en casa de Crasso. En fin, el asunto del primer libro entra de lleno en sus estudios, mientras que la e s p e c i e de te^voXoYtav que forma la materia de l o s otros d o s , no me pareció a propósito para exponerla en presencia de a que l anciano inclinado, como s a b e s , a ridiculizar las cosa s . — Dedicaré toda mi atención al asunto de Pilia ( 1 ) , puesto que tan buena e s , según dice Aureliano, y delante de Tulia lo alegaré como m é r i t o . No descanso por Vestorio. S é cuánto t e interesa y quiero que quede convencido de e l l o . Mas a p e s a r de nuestra buena voluntad, será muy difícil contentarle. Paso a tus preguntas a c e r c a de Catón ( 2 ) . Ha quedado absuelto por el hecho de las l e y e s Junia y Licinia, y t e a se g u r o que también lo será por e l de la l e y Fufia; esto con mayor satisfacción sores. Por lo demás, ha vuelto a mí y a Milon. L u c r e c i o (3) ha (1) Esposa de Ático. T r a t a se sin duda aquí de la compra de a l guna linca para ella; compra hecha y que habia de hacerse por i n d i caciones de este Aureliano. (2) T r a t a se aquí de C. Catón, el antiguo tribuno del pueblo, bajo el consulado de Léntulo y de Filipo. En e s t a época.había citado.á Milón ante el pueblo. (3) Senador, partidario de Pompeyo. Encontrábase en Sulmona de sus acusadores que de sus defen- 180 ¡MARCO TUT10 CICERÓN. lanzado una acusación con t r a Druso. La recusación de los j u e c e s se ha fijado para el v de las nonas de Julio ( 1 ) . Circulan malos r u m o r e s acerca de Procilio; pero ya s a b e s lo que son nuestros tribunales. Hirro ( 2 ) se ha r e con c i l i a d o con Domicio. El senatusconsulto que han hecho los sules para las provincias: AQUEL QUE EN LO VENIDERO... cónpodrá agradar al Senado, pero no a mi que sabía de antemano que la declaración de Memmio disgustaba a César. Nuestroquerido Messala y su competidor Domicio han estado muy generosos en sus liberalidades al pueblo. Mucho se las han agradecido, y su elección estaba asegurada. Pero el Senadoha decidido que habría j u i c i o , j u i c i o reservado, antes de la apertura de los comicios ( 3 ) , y la s u e r t e ha formado las c o misiones para cada candidato de manera a propósito para alarmarles mucho . Algunos j u e c e s , entre otro s Ancio, de las tribus Veyentina y Tromentina, han Opimio apelado a los tribunos para que se suspenda todo juicio hasta que lo ordene el pueblo. Así se ha hecho . Un senatusconsulto aplazó los comicios hasta que se diese una l e y para j u i c i o . El día señalado para la proposición de la ley, r e n c i o se opuso a ella. Los c ó n s u l e s , que no este Te muestran mucha e n e r g í a , llevan el asunto al se n a d o . Aquí uña e s c e n a de Abderitanos (4), hasta el punto de que no pude callar. ¡Cómo! dirás, ¿no habías decidido permanecer tranquilo? P e r d ó n a me ; pero no había me d i o ; la cosa era demasiadoridícula. El Senado decide que no se celebraran los c o m i cuando los habitantes de e s t a ciudad se rindieron, a pesar s u y o , á César; por lo que se arrojó desde lo alto de las m u r a l l a s , (d) 3 de julio. (2) C. Lucio Hirro. Disgustado primeramente con el cónsul L. Domicio Cnobarbo, se reconcilió con él por temor a que le impidiese obtener el consulado que solicitaba para el año s i g u i e n t e . (3) Por temor de que no fuesen libres los juicios cuando e s t u v i e sen designados los cónsules. (4) Los Abderitanos eran los más libres de- lodos los pueblos ja T r a c i a .

CARTAS A ÁTICO. 181 -cios hasta que no se haya dado la ley, y que en caso de oposición, se deliberará de nuevo. Propónese la l e y , se levanta oposición que no desagrada a los c ó n s u l e s , y rán antes los comicios porque así lo e x i g e el público. S c a u r o , a quien había hecho absolver pocos días antes por medio de una defensa que ha ocasionado bastante ruido, ve que , desde la víspera de las Kalendas de o c t u b r e , hasta el momento en que te e s c r i b o , los auspicios que había o b servado Scévola (1) h a c e n aplazar de día en día la asamblea, y los aprovecha para hacer distribuir liberalidades al p u e blo en su casa , tribu por tribu. A p a r e n t e me n t e ha dado más, pero con me n o s é x i t o que los que se adelantaron. Quisiera ver tu c a r a al leer esto,, porque supongo que no tienes interés en que estas cosas duren mucho . Hoy se r e ú n e el se n a d o . Al de c i r hoy, entiendo las Kalendas de octubre ( 2 ) . Comienza a despuntar el día. Nadie dirá lo que sucede e x c e p t u a n d o Ancio y Favonio ( 3 ) . Catón está enfermo . Nada t e m a s por mí. Sin embargo , de nada r e s p o n d o . ¿Qué más de se a s saber ? ¿lo del juicio? Druso y Scauro han sido a b s u e l t o s . Es probable que se persiga a tres candidatos, a s a b e r : Memmio a Domicio, Q. Pompeyo a Messala, y Triario ó Lucio César a S c a u r o . ¿Qaé dirás en favor de éstos? me preguntarás sin duda. Lo ignoro a fe mía. En los tres libros que tanto alabas, no e n c u e n t r o n a d a . . . ( 4 ) . Mi -opinión acerca de estas cosa s es que de b e m o s r e s i g n a r n o s . ¿Cuál ha sido mi actitud? firme é independiente. ¿Y él ( 5 ) , (1) Q. Mucio Scévola, gobernador del Asia en 655 y gran pontífic e . Otro del mismo nombre, pero más joven, era augur. Los dos fueron cónsules. (2) i . " de octubre. (3) Ancio, llamado Bestio. Como M. Catón, había conservado algo de las antiguas costumbres romanas. (4) Los t r e s libros Del orador. (5) Pompeyo. el asunto vuelve al Senado y se decide ahora que se c e l e b r a interés 482 MARCO TULIO CÍCERÓN. cómo se ha portado? con v e n i e n t e me n t e ; comprendiendo se que exigía mi dignidad proseguir la satisfacción que me ha dado. ¿Cómo, pues, ha sido absuelto Gabinio? (1) E l proceso era pura c o me d i a : increíble número de a c u s a d o r e s mudos. Me refiero a L . quien se Léntulo, hijo de L u c i o , Pompeyo, contra grita p r e v a r i c a c i ó n : removiéndoloy todo , y a de m a s j u e c e s infames. Sin embargo , s e pronunciaron treinta y dos votos por la condenación y treinta asunto no ha terminado ( 2 ) . ¿Cómo me c o m por t o en medio de todo esto? p r e g u n t a r a s . Muy b i e n , a fe mía, y me alegro mucho de e l l o . Y a no h a y , querido Pomponio, en el cuerpo del Estado, jugo ni s a n g r e , habiendo perdido hasta el color y apariencia de vida. Ya no hay república que me i n t e r e se y con la que de se e identificarme. ¡Y te a como d a s , dirás, a esa m a n e r a de se r ! S í ; recuerd o con cuánto brillo resplandecía la r e pública cuando regía yo sus destinos, y con qué favor sepagaron mis esfuerzos. Ningún remordimiento turba mi con c i e n c i a . El poder absoluto de uno solo gravita hoy con todo su peso sobre aquellos que me envidiaban en otro tiempo la escasa parte que tenía yo en el poder de todos». Esto me c o n s u e l a . por otra parte , mi c a r a c t e r p e r m a n e c e i n t a c t o : vuelvo a una e x i s t e n c i a lo más aproximada posib l e a la naturaleza; a las l e t r a s y al e s t u d i o . El trabajo de o r a d o r e s r u d o , pero tiene g o c e s que r e c o m p e n s a n . - M i casa y mis c a m p o s forman mis delicias; olvido de dónde ocho por la absolución. Espéranse otras a c u s a c i o n e s ; e l (1) Gabinio, absuelto del crimen de lesa majestad por haber r e s tablecido en su trono a Ptolomeo, a pesar de la con t e s t a c i ó n de la Sibila que lo prohibía. Pompeyo se interesaba tanto por Gabinio en razón a que éste había obrado por inslig-aciones suya s . ' (2) Gabinio tenía que responder aún a dos a c u s a c i o n e s : la de s o borno y la de concusión, por haber recibido dinero de Ptolomeo. Cicerón le defendió a ruegos de Pompeyo, pero no le salvó; siendocondenado a de s t i e r r o .

CARTAS A ÁTICO. 183 h e caído, y solamente veo de dónde me he levantado. Si os tuviese conmigo a mi hermano y a tí, poco me i m por taría lo de m a s . Contigo filosofaría a mi placer. La r e g i ó n de mi ánimo en que radica la sensibilidad, ha e n c a l l e c i d o . Ya no me deleitan más que la vida privada y el h o g a r dom é s t i c o . En fin, me e n con t r a r a s en increíble calma que , por otra parte, debo a la esperanza de tu próximo r e g r e s o , porque nunca existió amistad igual a la que nos u n e . P e r o e n t é r a t e de lo de m a s . La situación tiende a un int e r r e g n o , y se p e r c i b e como olor*de dictadura ( 1 ) . por t o das partes se habla de ello, y esto e s lo que ha influido en favor de Gabinio sobre la pusilanimidad de sus j u e c e s . La acusación de soborno intentada contra los candidatos con s u l a r e s , ha sido admitida para todos. E x i s t e además la de Gabinio, que P. Sila ha presentado en previsión de a b s o l u ción, y que s e ha recibido a de s p e c h o de Torcuato y su oposición. P e r o todos serán absueltos, y en adelante punto hay severidad y se procede con e n e r g í a . Acaba ni siquiera han querido c o r r e r la eventualidad. ¿Tengo algo más que decirte? SI; una hora después de la absolución de Gabinio, otros j u e c e s se han acalorado y no de habrá condenación más que para el homicidio. En e s t e se r condenado M. Fulvio Nobilior ( 2 ) ; y otro s más a s t u t o s (1) Es decir, que la República, por falta de convocación de los comicios, iba a e n con t r a r se sin cónsules. Hablóse del n o m b r a m i e n t o de un dictador, y se indicó naturalmente a Pompeyo, que no de se a ba otra cosa . Gracias a los ocultos manejos de Pompeyo y a la con nivencia de las tribus, s e alimentó durante seis meses este p r o y e c to, y estaba a punto de dar el resultado que deseaba Pompeyo , cuando tomando de pronto el Senado una resolución vigorosa, de s pués de intimidar a .los partidarios de la dictadura con golpes de autoridad que alcanzaron a muchos de ellos, obligó a Pompeyo a que consintiese en que fueran declarados cónsules Domicio Calvino y M. Messala, (2) Q. Fulvio Nobilior, caballero romano, partidario de Catilina, condenado por el crimen de parricidio. 184 MARCO TÜXIO CICERÓN. han aplicado de lleno la ley Pepia a no sé qué otro Antioco Gabinio (1), discípulo del pintor Sopolis ( 2 ) , liberto y uno de los empleados de Gabinio. Este hombre e x c l a m ó al verse condenado como reo de lesa majestad: oúa' Pontinio (3) pretende triunfar el 4 de las nonas de iW no- viembre ( 4 ) ; los pretores Catón y Servilio se oponen abiert a me n t e , así como también el tribuno Q. Mucio. Sostienen que no e x i s t e decreto que le haya nombrado imperator, y cierto es a fe mía, que el que existe pugna con el buen sentido. Pero Pontinio tendrá en su favor al Cónsul Appio. Catón dice que viviendo él, no triunfará PontinioCreo que, como de c o s t u m b r e , Catón alborotará por nada. Appio piensa prescindir de la ley y marchar a su costa a Sicilia. He contestado a todos los puntos que toca la carta que has remitido a P o c c i o . Pero tengo que decirte que mi h e r mano me refiere maravillas de César, del cariño que me profesa, y lo que mi hermano d i c e , el mismo César lo con firma. Se e s p e r a verle r e g r e s a r de la expedición a Bretaña; los a c ceso s de la isla están defendidos por temibles fortificaciones. Se sabe además que no hay una onza de piala que r e c o g e r en toda la isla, y que el único botín que puede e n con t r a r a , lo constituyen los esclavos . Creo que no buscarás entre ellos tus literatos y tus músicos. Paulo ha casi terminado la restauración de la vieja basí- (1) Liberto de Gabinio, de origen e x t r a n j e r o , por c u y a cualidad no podía e s t a b l e c e r se en Roma, según la ley Papia. (2) Sopolis, pintor famoso del tiempo de Cicerón. (3) C. Pontinio hibía sido pretor bajo el consulado de Cicerón, y hacía c u a t r o años que esperaba a las puertas de Roma un triunfo que creía me r e c e r por haber reducido con las armas a los Alóbroges que se conmovieron con ocasión de la conjuración de Calilina. Al fin consiguió aquel triunfo y fué des pues teniente de Cicerón en Cilicia. (í) 2 de noviembre.

CARTAS A ÁTICO. 185 lica del Foro ( 1 ) , aprovechando las columnas antiguas. La que construye será magnífica. A decir verdad, esta con s trucción le h a c e muy popular y le honra mucho . Así es que dos amigos de César (Oppio y y o ; puedes rabiar) acaban de sacrificar con igual objeto se se n t a millones de s e x t e r cios para ampliar en el F o r o el edificio que tanto c e l e b r a bas, extendiéndolo hasta el pórtico de la Libertad. No era posible tratar por menos con los propietarios. Esto se r a magnífico. En el Campo de Marte habrá siete recintos electorales de mármol, y galerías de lo mismo rodeadas por un gran pórtico de mil pasos. Al lado habrá una villa pública ( 2 ) . ¿Y qué me importa todo eso? dirás. ¿No me preguntas noticias de Roma ó preferirías que te hable de la muneración que no se hará j a m a s , ó de las se n t e n c i a s que se pronuncian con arreglo a la ley Coccia? Ahora debo r e p r e n de r t e , y con razón. me dices en tu carta de Buthroto que encargaste a C. Décimo, que tal vez te verás obligado a hacer una e x c u r s i ó n por Asia. Pues a fe mía que no veo en esto ni un átomo de siado frecuentes tus acerca de e se a u se n c i a s , que hubiese necesitas diferencia hacerlas entre o b r a r por tí mismo ó dar p o de r e s . ¿No son ya demamás largas? Debías h a b e r me proyecto: prevenido oportunamente disuadirte. procurado P e r o no redoblaré las r e con v e n c i o n e s . ¡Ojalá lo poco que te digo te haga a c e l e r a r el r e g r e s o ! No te escribo con más frecuencia porque no s é con c e r t e z a dónde estás y a dónde (1) L. Emilio Paulo. Restauraba a su c o s t a aquella basílica, y el dinero que recibió después, por no oponerse como cónsul a los ambiciosos designios de César, lo empleó en pagar los gastos de con s trucción de la soberbia basílica que lleva su nombre. (2) Era éste un edificio público en el campo de Marte, donde p e r manecían los augures durante los comicios para acudir al l l a m a miento de magistrados que necesitasen de su ministerio, y donde los que habían votado podían ponerse a cubierto. Allí se reunían las cohortes que mandaban los cónsules, y también se hacían el c e n s o del pueblo y los alistamientos. 186 MARCO TULIO CICERÓN. c a m i n a s . Encargo e s t a carta a un desconocido; tiene p r o babilidades de verte y esto me b a s t a . Puesto que p i e n s a s ir al Asia, díme al menos para qué época esperas estar de r e g r e s o y lo que has hecho por Eutiquides.

CARTA X V I I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¡Al fin llegó tu deseada carta ! ¡Oh agradable ¡Cuánta exactitud en lo prometido! ¡Oh grata regreso! navegación, a la que temía mucho a fe, recordando el sinnúmero de t u s precauciones para la primera travesía! Voy a v e r t e , pues , y si no me e n g a ñ o , más pronto aún de lo que dices ; por que e s p e r a se n con t r a r tus m u j e r e s en la Apulia. ¿Y q u é harás en la Apulia si no están allí? T e n d r a s que dedicar también algunos días a V esto r i o , para c o b r a r de nuevo gusto al latín antiguo. ¿Y no vienes volando para ver m a s pronto a la hermana de mi República? (1) En el mismo p a raje se ve distribuir dinero tribu por tribu a la faz de l o s comicios, y a b s o l v e r públicamente a Gabinio. v e r l e en favor. No sé qué decir a lo que me preguntas de Messala. Nunca h e visto p r e se n t a r se candidatos con fuerzas tan iguales. Conoces las de Messala. Triario ha presentado que rella con t r a S c a u r o , quien, si h e de decirte la v e r d a d , hasta la hora presente no e n c u e n t r a muchas simpatías. Sin embargo , su edilidad ( 2 ) ha dejado favorables r e c u e r d o s , y (1) Basta comparar l o República de Cicerón con la que tenía a la vista, para comprender toda la amargura de la ironía. (2) La edilidad de Emilio Scauro corresponde se g u r a me n t e a 6 9 6 . Una moneda que lleva su nombre y el de su colega Hipsco, de m u e s tra que el Senado concedió e x c e p c i o n a l me n t e a los dos ediles con - Sólo-falta

CARTAS A ÁTICO. 1 8 7 e l nombre de su padre influye mucho todavía en las tribus agrarias ( 1 ) . L o s dos con t r i n c a n t e s plebeyos caminan casi i g u a l e s , apoyado el uno, Domicio, por sus amigo s , y a l e gando como mérito sus j u e g o s , cuyo é x i t o , sin embargo , ha sido muy me d i a n o ; r e c o me n d a d o el otro , me m m i o , por los soldados de César ( 2 ) , y sostenido por la Galia de Pompeyo . Si no se considera bastante f u e r t e , c r é e se e n con t r a r a alguno para r o m p e r los comicios , esperando la llegada de César ( 3 ) ; sobre t o d o , después de h a b e r sido a b suelto Catón. He recibido cartas de mi hermano Quinto y de César e l 1 1 de las Kalendas de noviembre ( 4 ) : estaba terminada la e x p e d i c i ó n y entre g a d o s los r e h e n e s : no s e había r e c o g i d o b o t í n , y sí solamente impuesto con t r i b u c i o n e s . Las cartas e s c r i t a s en las playas b r e t o n a s tienen fecha del 6 de l a s Kalendas de o c t u b r e ( 8 ) , en el momento de e m b a r c a r se e l e j é r c i t o que r e g r e s a . sutes el derecho de hacer una emisión de moneda con ocasión de los juegos que iban a c e l e b r a r se , Plinio habla de las enormes cantidades que gastó s c a u r o en aquella c i r c u n s t a n c i a , y buena prueba de ello es la abundancia de e s t a moneda. Dícese que él solo pagó la m a y o r parte de los g a s t o s ; así es que después de su pretura, que siguió a su edilidad, siendo gobernador de Cerdeña, agobió a los Sardos, r e hizo su fortuna a c o s t a suya y pagó sus deudas. Acusado por esto , le defendió Cicerón y le absolvieron. (1) El padre de Scauro contribuyó con Mario a la de r r o t a de l o s Cimbrios, por c u y a razón le querían mucho las tribus campesinas que habían sido siempre adeptas a Mario. (2) César enviaba f r e c u e n t e me n t e soldados a Roma en tiempos de elecciones. La Galia de Pompeyo e r a la Transpadana, a la que su padre Pompeyo Strabón hizo o t o r g a r el derecho de sufragio. Por l o demás, Pompeyo había abandonado a Scauro, a quien s o s t u v o primeramente, para apoyar a Menusio, a quien antes combatió. (3) E s t a llegada no e r a a Roma, sino a la Galia Cisalpina, que Cés a r visitaba de tiempo en tiempo para v e r m á s de c e r c a lo que a con t e c í a en Roma y e s t a r m a s al a l c a n c e de los suyos . (4) 24 de octubre. (5) 26 de setiembre-. -188 MARCO TULIO CICERÓN. Q. Pilio ha salido al e n c u e n t r o de César. En cuanto a t í , 3i no tienes amistad ó se la profesas a los t u y o s , si e r e s hombre de palabra, ó se n c i l l a me n t e de buen j u i c i o , y si piensas en los b i e n e s de que puedes gozar, debes apresurar el paso, y seguro estoy de que así lo harás. T e a se g u r o , áfe mía, que no puedo prescindir de tí; ¿será c o s a extraordinaria que me cueste tanto trabajo prescindir de Dionisio? Prepárate a oírnos reclamarle a gritos, cuando llegue el día, tanto a mí como á mi Cicerón. Las últimas cartas que recibí tuyas estaban fechadas en Efeso el v de los idus de agosto.

CARTA XVIO. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Creo que me acusarás de olvido al ver que te escribo me n o s que antes; pero no siendo fijos tu estancia é itinerario, no dirijo mis cartas al Epiro, ni a Atenas, ni al Asia, y solamente las confío á los que parten e x p r e s a me n t e para v e r t e . Nuestras cartas no son de las que pueden c a e r en manos e x t r a ñ a s sin perjuicio; sino que de tal manera son confidenciales, que f r e c u e n t e me n t e desconfío hasta de los secretarios. Curioso e s v e r el fin de todo esto . Los Cónsules (1) están c u b i e r t o s de infamia desde que e l candidato C. Memmio ha leído en pleno Senado el contrato de elección ajustado con él y con su contrincante Dionisio, en virtud del cual los dos se c o m p r o me t e n , bajo la condición de ser designados cónsules para el año p r ó x i m o , bien a pagar a los c ó n s u l e s una indemnización de cuatrocientos mil sextercios (1) cada Los cónsules en ejercicio, Domicio Cuobarbo y Appio Claudio.

CARTAS A ÁTICO. 1 8 9 u n o , bien a procurarles tres a u g u r e s que a se g u r e n haber asistido a la promulgación de la ley Curiata, que no se h a promulgado ( 1 ) : dos consulares que declaran haber p r e se n ciado la sesión del abastecimiento de las provincias con s u l a r e s , sesión que no se c e l e b r ó j a m a s . Como este con t r a t o no fué verbal y los libros de cuentas y o b l i g a c i o n e s f i r m a das hacen fe, Memmio lo presentó todo por con se j o de Pompeyo ( 2 ) . Appio p e r m a n e c i ó impasible sin perder su ordinario aplomo, p e r o su c o l e g a e s t a b a aturdido, y puede considerarse enterrado. Memmio ha perdido mucho rompiendo de esta el p a c t o , a pesar manera de Calvino ( 3 ) , así e s que s o l a me n t e piensa en la dictadura y fomenta cuanto puede e l de s o r de n . Considera mi tranquilidad en medio de tado esto , el reposado j u e g o de mi ánimo, mi desprecio al dinero de l o s Silicios y el admirable con s u e l o que e n c u e n t r o (como t a bla en mi naufragio) en mi unión con César, que colma a mi hermano Quinto, hermano tuyo también, ¡oh d i o se s b u e n o s ! de h o n o r e s , consideraciones y favores, hasta el punto que no se encontraría mejor c o n m i g o , siendo y o general . me es c r i b e que acaba de otorgarle César l a elección (1) No podía deliberarse en público acerca de ningún negocio sin consultar a los augures, y éstos habían de ser t r e s cuando s e reunía al pueblo por c u r i a s . Al pronto p a r e c e inconcebible que se quisiese hacer c r e e r al pueblo que había dado un decreto que ni siquiera se le había propuesto, y esto habría sido de todo punto imposible si l a s asambleas se hubiesen reunido entonces según las l e y e s ; pero e r a n tan tumultuosas, y con frecuencia se reunía tan e x i g u a p a r l e del pueblo, que el r esto apenas se enteraba de lo que a con t e c í a en ellas . Lo mismo ocurría con los senatusconsultos, dándose por c o r t o n ú mero de senadores, que a las v e c e s hasta se suponían. Cicerón e s cribía a Peto: «Diariamente salen algunos senatusconsultos de la casa del hombre (César) que t e ama y que también es amigo mío.» (2) Por odio a Domicio, y también por v e n g a r se de Appio, que le había sido contrario en el asunto de Gabinio, impulsó Pompeyo a Memmio a esta vergonzosa revelación. |3) Domicio. * 490 MARCO TULIO CICERÓN. de cuartel de invierno para sus l e g i o n e s . ¿Y tú no le a m a rás? ¿á quién amarás do éstos? Pero ¿te h e dicho que s o y legado de Pompeyo (1) y que saldré de Piorna en los idus de enero? (2) Esto me conviene por varias razones. ¿Qué más tengo que decirte? El resto lo sabrás cuando te vea. Me gusta m a n t e n e r algo e x c i t a d a la curiosidad. Mis saludos a Dionisio; le h e reservado alojamiento, ó mejor dicho, le h e con s t r u i d o uno. T e confieso que su p r e se n c i a pondrá e l c o l m o a la alegría que me causa tu r e g r e s o . Si e r e s mi amigo, vendrás a parar a mi casa con todos los tuyos cuando l l e g u e s . (1) No iba a partir Cicerón como legado de Pompeyo en la c o m i sión de los trigos que se le habia conliado y que desempeñaba t r e s años y a ; sino como teniente en el gobierno de España, que el año anterior s e concedió a aquél por un quinquenio. Cicerón no llegó a partir. (2) 13 de e n e r o .


LIBRO QUINTO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He visto tu c o r a z ó n e n e l m o me n t o de mi partida ( 1 ) , y te aseguro que también he visto el mío. Tú eres un quien mad e b e evitar nuevas c a u s a s de a l e j a m i e n t o , y hacer de n e r a que n o n o s v e a m o s del otro . T e a g r a de z c o tus c u i d a d o s en mi negocio con Annio S a (1) Llegamos al año 703, sin que el 701 y el 702 ofrezcan ni una sola carta de Cicerón a Ático; sin duda porque los dos amigos p e r manecieron con s t a n t e me n t e en Roma. Perdemos por e s t e motivo el c u a d r o de los importantes acontecimientos que ocurrieron en e s t e inter v a l o : el asesinato de Clodio; las turbulencias que produjo; e l . juicio y condenación de Milón; el llamamiento de Pompeyo a Roma, donde se le nombró cónsul solo investido con autoridad casi d i c t a t o r i a l ; s u s l e y e s con t r a los sobornos, para la reforma de los t r i b u r nales y la distribución de los gobiernos de las provincias. estas l e y e s disponían que en lo s u c e s i v o , en v e z de s o r t e a r las provincias é n t r e l o s magistrados que salían del c a r g o , no e n t r a se n en s u e r t e h a s t a cinco años de s p u é s y entre t a n t o se enviase a los gobiernos a los consulares ó pretorianos que no los desempeñaron después de s u consulado ó de su p r e t u r a . En este número se encontraban Cicerón y Bíbulo, dándose al primero la Cilicia y al segundo l a Siria. privados más de año el uno 192 MARCO TULIO CICERÓN. turnino (1). Si lo e x i g e n , te r u e g o prestes fianzas mientras te e n c u entre s en Roma . En cuanto a la venta de las tierras de Memmio y de Atilio, es negocio que por su naturaleza solamente exige sencilla garantía ( 2 ) . Has obrado con Appio (3) s e g ú n mis de se o s , y apruebo especialme n t e l a promesa que le has hecho de o c h o c i e n t o s mil sextercios . Quiero pagarle, aunque tenga que pedir prestado antes de que me paguen a mí. Paso ahora a lo que has escrito al través en el final de tu carta relativamente a tu h e r m a n a . T e diré lo que o c u r r i ó a mi llegada a Arpiño. Mi hermano vino a v e r me , y h a b l a m o s largamente de v o s otro s ; la con v e r s a c i ó n r e c a y ó , naturalmente, s o b r o las que tuvimos en T ú s c u l o , de las que fué objeto tu hermana . Admiro la amabilidad y moderación de mi hermano con su e s p o s a , no pudiéndose suponer que existía ningún disgusto. Esto ocurrió el p r i me r día; al s i guiente salimos de Arpiñé. Quinto pasó un día en Arcano por razón de la fiesta; yo seguí hasta Aquino, pero c o m i m o s j u n t o s en A r c a n o . Conoces esta propiedad.'Cuando llegamos, dijo mi hermano con suma dulzura: «Pomponia, invita a las m u j e r e s , yo me e n c a r g a r é de los hombre s . » Nada más inofensivo, a mi p a r e c e r , que la intención y el tono de las palabras. Tu hermana con t e s t ó delante de mí: « ¡ Y o soy una extraña aquí!» Su disgusto prosedía sin duda ( i ) El nombre Annio p a r e c e indicar que se t r a t a de algún liberto de la familia Annia, de Milón quizá. (2; Según Cuyas, satisdare secundum mancipium era asegurar al comprador que no sería inquietado en la posesión de lo que c o m praba, cosa que se hacía nuda repromissione, por simple g a r a n tía. ¿Por qué, pues, se llamaba satisdaho? Porque hubo un tiempo en que e x i s t i ó obligación de dar caución; pero habiendo decaído este uso y declarada suliciente la garantía del vendedor, no dejó por esto de emplearse la misma palabra; y todavía entre algunos j u r i s consultos se toma alguna v e c e s satisdaiio por simple p r o me s a . (3) Appio e r a el agente de negocios que tenía César en Roma.

CARTAS Á ÁTICO. 193 de la llegada de Stacio ( 1 ) , a quien habíamos enviado de lante para que h i c i e se preparar la comida. Quinto me dijo e n t o n c e s : «Aquí tienes una muestra de lo que soporto diar i a me n t e . » ¿Qué e s esto? dirás. Algo muy g r a v e . Mucho me conmovió aquella contestación tan agria é intempestiva, con la que convenían el acento y el r o s t r o . Sin e m b a r g o , sufrí sin decir palabra. Nos pusimos a la mesa sin ella. Mi hermano la mandó platos, que ella r e h u s ó . ¿Qué más t e diré? Nunca vi a mi hermano más a t e n t o , ni a su esposa más intratable. Omito otros detalles que me hicieron m a s daño que al mismo Quinto. Marché a dormir en Aquino, a donde mi h e r m a n o , que quedó en Arcano ( 2 ) , vino al día siguiente por la mañana. Díjome que su esposa n o había querido compartir su lecho y que a su m a r c h a s e e n con traba del mismo humor que la vi la víspera. ¿Me preguntas qué pienso? Pues en verdad, aunque a ella se lo digas, tu hermana es en esta ocasión quien ha obrado mal. Me e x tiendo en estos detalles algo más quizá de lo n e c e s a r i o ; mas e s para con v e n c e r t e que tú también t i e n e s que de s empeñar el papel de c e n s o r y a m o n e s t a d o r . R é s t a m e que rogarte termines todos mis negocio s a n t e s de tu marcha y que m e tengas al c o r r i e n t e : e x c i t a a P o n tinio, y cuando m a r c h e s , m a n d a me l o . He dejado en Miturno a Aulo T o r c u a t o , a quien quiero mucho y varón excelente . Cuando le h a b l e s , me n c i o n a este recuerd o . (1) La influencia desmedida que tenía este liberto sobre su señor disgustaba n a t u r a l me n t e a Pomponia. (2) A r c a n o , donde Q. Cicerón tenia una linca. TOMO IX. 194 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA II.
CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. T e escribo el vi de los idus de m a y o , cuando voy a s a l i r de Pompeya para dormir esta n o c h e e n casa de P o n c i o , en Trebulano. nerme. Mientras estaba en Cumas vino a verme nuestro amigo Hortensio, dejándome muy complacido. P ú s o se espontán e a me n t e a mi disposición, y a c e p t é , suplicándole e s p e cialmente que por ningún motivo me dejase prorrogar en mi g o b i e r n o . Habíale en el mismo sentido y asegúrale cuánto le agradezco el paso que ha dado y su amabilidad en este punto y en todo lo de m a s . También me he a se g u rado de la b u e n a voluntad de Furnio ( 1 ) , cuya elección como tribuno del pueblo me p a r e c e asegurada para el año próximo. Cumas ha sido una pequeña Roma en esto s días: tal era la afluencia de g e n t e . Viendo sin duda nuestro amigo R u fio que Vestorio a c e c h a b a el momento de e n con t r a r l e e n mi casa , le ha burlado bien, no poniendo los pies en e l l a . ¡Cómo! ¿Hortensio, e n f e r m o , ha venido desde tan Hortensio y otro s mucho s , y Ruño no se ha lejos, presentado? Después haré j o r n a d a s completas sin de t e - No; lo repito. ¿Luego has marchado sin verlo? Siu verlo habría sido difícil. Al a t r a v e s a r el mercado de Puzzola le vi que parecía muy a t a r e a d o , y le saludé. En otra o c a sión me e n con t r ó al salir de su quinta, y me preguntó si deseaba a l g o . Buena salud para tí, le con t e s t é . ¿Será e s t o (1) C. Furnio, c u esto r en 648 y tribuno del pueblo en 709. F u é amigo de Cicerón.

CARTAS Á ÁTICO. 195 ingratitud? No; debe a g r a de c é r se l e que libre a las g e n t e s del trabajo de recibir l e . Paso a lo que me importa: ten por se g u r o que lo único que me h a c e soportar mi alejamiento e s la esperanza de que este profundo tedio no se prolongará más de un a ñ o . Muchos hay que no me c r e e n en este punto, j u z g a n d o me por -los d e m a s . Tú que sabes a qué a t e n e r t e , no omitas nada cuando llegue el m o me n t o . Cuando r e g r e se s de Epiro, escríbeme lo que sepas a c e r ca de los asuntos de la república y lo que preveas. Nada se s a b e aquí a c e r c a de cómo habrá tomado César el último proyecto de decreto del S e n a d o . Corre el r u m o r de que se ha mandado a los pueblos Transpadanos t o r n o s . Pronto s a b r é algo por Pompeyo . que elijan cuatro magistrados (1). Si esto es así, temo grandes t r a s -

CARTA III. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Hoy, vi de los idus de m a y o , me e n c u e n t r o en T r é b u l o , en casa de P o n c i o : he encontrado dos carta s tuyas con t r e s días de fecha, e s de c i r , del día en que te escribí yo por medio de F i l ó t i m o , al salir de P o m p e y a . Nada a b s o l u tamente tengo que de c i r t e ; y te ruego me hables de lo que ocurra en la República , porque observo m u c h a inquietud (1) Es decir, p a r a hacer pasar estas ciudades de la condición de colonias a la de municipios. Los c u a t o r v i r o s , y en otras ciudades los dunviros, eran en los municipios lo que los c ó n s u l e s en Roma, y los que lo habían sido tenían derecho de sufragio.en los comicios del pueblo romano. Así, pues, para aumentar el número de votos y aumentarlos en favor s u y o , quería César hacer municipios las c o l o nias del otro lado del Pó. 496 MARCO TULIO CICERÓN. en las ciudades, y, aunque la considero infundada, q u i s i e ra saber qué opinas tú de esto . Ignoro a qué carta me pides respuesta. No he recibido otras tuyas que las dos de T r ó b u l o ; la primera fechada en las nonas de mayo, contenía el edicto de Licinio ( 1 ) ; la se gunda era con t e s t a c i ó n a mi carta de Miuturno. la que debería contestar? Me asusta pensarlo. T e procuraré la amistad de Léntulo ( 2 ) ; Dionisio ha con quistado mi a f e c t o , y me congratulo mucho de los se r v i c i o s de Nicanor (3). He dicho cuanto tenía que e s c r i b i r , y ya a m a n e c e : hoy d o r m i r é en B e n e v e n t o . He de agradar a t o dos con mi moderación y actividad. T r e b u l a n o , en casa dePoncio, a v de los idus de m a y o . ¿Acaso existirá otra más importante que se haya e x t r a v i a d o , y a

CARTA IV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. L l e g u é a Benevento el v de los idus de mayo ( 4 ) , y e n con tré aquí la carta de que me hablabas en una a n t e r i o r , a la que con t e s t é el mismo día en T r é b u l o , por medio de Ponc i o . He recibido, además, en Benevento dos cartas t u y a s : una me la entre g ó Funisulano al a m a n e c e r , y la otra mi (1) Todo gobernador de provincia publicaba, al e n t r a r en funciones, un edicto ó programa de lo que se proponía hacer d u r a n t e su administración. Esto e r a a la vez costumbre y obligación, y por e s t a razón había consultado Cicerón el e d i c t o de P. Licinio Crasso Muciano Dives y el deQ. Mucio Scévola para las provincias de Asia que habían gobernado. (2) Léntulo Spinter, que pedía entonces el triunfo, y sin duda le prestó Ático algunos servicios con e s t a ocasión. (3) E s c l a v o de Á t i c o . (4) 11 de m a y o .

CARTAS A ÁTICO. 197 e s c r i b i e n t e Tulio ( 1 ) . T e doy rail gracias por tus cuidados relativamente a mi r e c o me n d a c i ó n más importante. P e r o tu marcha debilita mis e s p e r a n z a s : i n s i s t e n , .y me inclino a aceptar, no porque la proposición me con v e n g a mucho , sino a falta de c o s a mejor . En cuanto a la otra persona (2) que , según dices , te p a r e c e dispuesta a p r e t e n de r , ¿la aceptará mi hija? lo dudo, y, como tú a se g u r a s , no podemos saber l o . Por mi parte, no soy e x i g e n t e ; pero tú te marchas, y no estoy yo ahí para dirigirlo todo. Ten presente esta c i r c u n s t a n c i a ; porque si s o l a me n t e e s t u v i e se ausente uno de los d o s , cualquiera que fuese, tomando parte Servilia, habría probabilidades de terminar con Servio; mientras que h o y , suponiendo que el negocio conviniese, no veo por qué medio podría t r a t a r se . Paso ahora a ¡a carta que me ha traído Tulio. Has o b r a do con suma diligencia relativamente a Marcelo ( 3 ) . escríbeme si se ha dado el se n a t u s c o n s u l t o ; y si no se ha dado aún, insiste para terminar; porque es absolutamente i n d i s pensable a r r e g l a r este punto, tanto para mí c o m o senatusconsulto, puesto que han podido prescindir para del se Bibulo. P e r o no dudo que se haya remitido en seguida e l pueblo. Has desempeñado muy bien mi encarguito para con T o r c u a t o . En cuanto a Masón y L i c u r g o , e s p e r a a que e x p l i que n . Relativamente a las quejas de Querippo ( 4 ) , ¡ o h , (1) Tulio Laurea, liberto de Cicerón y su escribiente m i e n t r a s fué gobernador de Cilicia. Mucho tiempo después le daba todavía este título Cicerón. (2) Es decir, de otro marido para Tulia en reemplazo de Crasipo que la había repudiado. este pretendiente, llamado Servio, e r a hijo de Servio Sulpicio Lemonia Rufo, amigo de Cicerón. (3) El cónsul M. Claudio Marcelo. Cicerón esperaba obtener por su influencia un decreto que le autorizase a s a c a r r e c l u t a s de Italia para las dos legiones que había de mandar en Cilicia; el otro cónsul, Servio Sulpicio, se oponía fuertemente a e l l o . 05) Había estado en Asia con Quinto Cicerón y se quejaba sin duda de que Marco Tulio no quería llevarle a Cilicia. 198 MARCO TDLIO CICERÓN. los empleos! No quieres emitir tu opinión; ¿tendré que c u i d a r me de eso también? Sí, tendré que cuidarme por t e m o r de que alguno diga en el se n a d o ¡á votar! ó ¡á discutir!' En cuanto a lo de m a s . . . pero e s una ventaja que haya h a blado con S c r o f a . Opino como tú acerca de Pontinio, p e r o si llega a Brindis antes de las kalendas de junio ( 1 ) , inútil e s apremiar tanto á Annio y Tulio. Acepto con gusto las o b servaciones de Sicinio, con tal que sus e n m i e n d a s no perjudiquen a mis amigos. Convendrá reflexionar, pero acepto el principio. T e diré el camino que pienso se g u i r : también te enteraré de la resolución de Pompeyo acerca de los cin co prefectos ( 2 ) , en cuanto me la c o m u n i que . Ratifico la promesa que has hecho a Appio de pagarle o c h o c i e n t o s mil se x t e r e i o s : aprovecha la estancia de Filotimo; arregla las cuentas y ve a lo que a s c i e n de n : y pidiendo más aún a tu amistad, arréglalo todo a n t e s de marchar ; así me libra ras de un cuidado muy g r a n de . Creo haber contestado a todo : pero iba a olvidar un punt o ; te ha faltado papel; de tener más, ¿no habría sido más e x t e n s a tu carta? Toma por cuenta mía d o s c i e n t o s se x t e r e i o s . No c r e a s al ver mis e s t r e c h a s líneas que me domina igual espíritu de e con o m í a y que no me queda espacio para l a s noticias y r u m o r e s . Díme lo que sepas de César; y más adelante, por medio de Pontinio, detalles de todo l o que o c u r r a . (1) l . " de junio. (2) Los prefectos en las provincias tenían rango inferior a los l e gados y se les empleaba según las órdenes y conveniencia de los gobernadores. También se concedía este título como honorífico. Ático lo había recibido de muchos gobernadores sin haberles a c o m pañado nunca a las r o v i n c i a s .

CARTAS Á ÁTICO. 199

CARTA V. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. No sé qué e s c r i b i r t e . T e he h e c h o mis e n c a r g o s , y c a r e z c o de noticias; y para b Roma s , tengo el ánimo muy ocupado. T e diré s o l a me n t e que t e escribo el día de los idus de mayo ( 1 ) , al salir de V e n u s a . Creo que hoy c e l e b r a i s sesión en el Senado. Esto dará asunto para tus cartas . Deseo saber lo que o c u r r e y lo que se d i c e . recibir é tu carta en Brindis, donde he decidido esperar a Pontinio hasta el día que me has indicado. Cuando haya visto a Pompeyo en Tarento ( 2 ) , te e n t eraré de nuestras con v e r s a c i o n e s acerca de la R e p ú blica. Pero deseo saber hasta qué época puedo e s c r i b i r t e , e s de c i r , cuánto tiempo p e r m a n e c e r a s aún en Roma , y e s c r i b i r é hasta tu m a r c h a , pero no después. T e ruego que antes de partir t e r m i n e s lo de los o c h o c i e n t o s veinte mil sextercios : conside r a este asunto como d é l o s más u r g e n t e s é importantes para m í : habiéndome lanzado tú en e s t e c a m i n o , debes s o s t e n e r me hasta el fin. '

CARTA Á VI. SALUD. CICERÓN ÁTICO, L l e g u é a T a r e n t o el día x v de las kalendas de j u n i o . Mientras llega Pontinio, h e juzgado conveniente pasar el (1) 15 de m a y o . (2) Pompeyo se encontraba entonces en Tarento restableciéndose de una g r a v e enfermedad que había tenido después de su t e r c e r consulado. 200 MARCO TÜUO CICERÓN. tiempo con Pompeyo, a quien c r e o haber c o m p l a c i d o : me ha pedido que le vea diariamente y h e accedido con gusto a e l l o . Espero saber por él cosa s muy interes a n t e s acerca de la República, y al mismo tiempo recibir b u e n o s con se j o s para mis nuevas funciones. En la incertidumbre en que estoy relativamente á tu permanencia en Roma ó a tu m a r c h a , abrevio desde este momento mis c a r t a s ; sin e m bargo mientras no sepa algo positivo, continúo tengo que d e c i r t e ó n a r r a r t e . Has recibido escribiéndote antes que dejar partir un mensajero sin n o t i a c i s . Nada mis i n s t r u c ciones y no dejarás de p r o v e e r a todo, según me has p r o metido. Cuando tenga algo nuevo que c o m u n i c a r t e , te e s c r i b i r é . Un asunto hay sin e m b a r g o del que no dejaré de h a b l a r t e , mientras te c r e a ahí, y es el crédito de César. T e ruego me libertes de él antes de partir. Espero de tu m a r c h a . con impaciencia tus cartas , principalmente para saber la é p o c a

CARTA VII. CICERÓN Á Anco, SALUD. Cada vez que te escribo , e s decir, cada día, son más c o r tas mis cartas ; y es que cada vez que te e s c r i b o s o s p e c h o más y más que has partido para el Epiro. T e diré, sin e m b a r g o , que no h e olvidado tu r e c o me n d a c i ó n . He hablado con Pompeyo de vuestros prefectos ( 1 ) : se nombrarán cinco , igual número que a n t e s , pero no gozarán del de r e c h o esta es la condición de P o m p e y o . He pasado de administrar j u s t i c i a , ni de la e x e n c i ó n del servicio m i l i t a r : tres días en (1) Parece que estos prefectos se nombraron por recomendación de Ático; pero se ve que Pompeyo había restringido su autoridad.

CARTAS A ÁTICO. 201 s u casa y con é l . Salgo para Brindis hoy xm de las kalen- das de j u n i o . L e he dejado poseído de patriotismo y d i s puesto a h a c e r frente a los p e l i g r o s que uos a me n a z a n . E s p e r o tus c a r t a s para saber dónde estas y qué haces .

CARTA VIH.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Una indisposición de que me liberté muy p r o n t o , ni s i q u i e r a he oído en B r i n d i s . Espero hablar, me graá han me c i a s a no h a b e r me atacado c a l e n t u r a , y el de se o de v e r Pontinio, de quien detenido d o c e días partir de un m o - mento a otro . Si aun te e n c u e n t r a s en Roma ( y a p e n a s atrevo a s u p o n e r l o ) , he aquí lo que t e r e c o m i e n d o con u r g e n c i a . Cartas de R o m a me dicen que Milón me c e n s u r a en las suyas de h a b e r permitido á Filótimo e n t r a r en p a r t i c i p a c i ó n en la compra de s u s b i e n e s ( 1 ) . En este asunto he (1) Nadie tenía inconveniente en Roma, y Cicerón lo mismo que los demás, en c o m p r a r los bienes confiscados. Aquí, sin embargo, al comprar los bienes de su amigo Milón y al permitir a Filótimo, l i berto de su esposa, e n t r a r en participación con él en e s t a compra, tenía por objeto s a l v a r la m a y o r cantidad posible de los bienes del condenado y proporcionarle los medios de s u s t r a e r , como él mismo diee, c i e r t o número de s u se s c l a v o s , así como también la dote de su esposa F a u s t a . Este p r o y e c t o , c u y o s medios de ejecución no se nos alcanzan, hubiese sido irrealizable, según p a r e c e , s i c a í a el negocio en manos de algún e x t r a ñ o a v a r i c i o s o . Gracias a los esfuerzos c o m binados de Cicerón y de Duronio obtuvo é x i t o completo, y Milón recobró más adelante considerable parte de s u s bienes. Pero Cicerón no fué completamente desinteresado en el asunto, y sus discusiones con Filótimo, que sin duda había abusado de su confianza y de su nombre entregándose a negocios c u y a naturaleza no e s posible de terminar, hacen v e r que este Filótimo le debía una cantidad considerable, como parte que le correspondía de la utilidad de l a s opera- 202 MARCO TULIO CICERÓN. obrado según la opinión de Duronio (i), a quien considero como uno de los más interesados en favor de Milón, y que ha justificado completamente a mis ojos la opinión que tú tienes de é l . Al principio su plan y el mío era hacernos dueños del n e g o c i o é impedir que c a y e se en manos de a l gún e x t r a ñ o avariento a quien nada pudiese s u s t r a e r Milón del conside r a b l e número de e s c l a v o s que tiene go. Queríamos en seguida, y en esto nos consiconformábamos algunos con el deseo de Milón, a se g u r a r la dote de su esposa F a u s ta; y en fin, nuestro propósito era salvar para él r esto s . Es necesario que te e n t e r e s de lo que en el fondo hay de verdad en lo que m e dicen, porque f r e c u e n t e me n t e se aumentan l a s cosa s al e s c r i b i r . Si Milón se queja e f e c t i vamente en sus cartas , y si tal es el de se o de F a u s t a , e s indispensable que Filótimo, según con v i n i m o se x p r e s a me n t e cuando partí, abandone un negocio que no puede continuar a disgusto de Milón. Y o no tengo grande inter é s en el a s u n t o . Si la cosa no e s tan g r a v e , tú verás lo que de b e h a c e r se . Habla con Duronio: escribo también a Camilo (2) y a Lamia. He tenido que hacer l o , porque i g n o r o si te e n cuentras todavía en R o m a . En una palabra: obra conviene a mi h o n r a , a mi reputación é i n t e r e se s . según ciones. Observaráse también que Cicerón llama con c i e r t a a f e c t a ción a Filótimo «el liberto de mi esposa,» como si s o s p e c h a se que é s t a intervenía en la conducta de su liberto y tal vez de partir con él. Quizá sea aventurada e s t a conjetura, pero en los asuntos de dinero c a r e c í a Terencia de lealtad y no se la creía incapaz de l l e n a r sus bolsillos con menoscabo del c a r a c t e r de su marido. A de m a s se tiene como segura que la c a u s a principal del divorcio de Cicerón y Terencia fué el desorden que é s t a había llevado a las r e n t a s de la casa , c u y a extensión vio Cicerón al r e g r e s a r a T ú s c u l o después de la batalla de F a r s a l i a . (1) C. Duronio e r a uno de los buenos amigos de Milón. (2) Amigo de Cicerón y de Ático, gran noticiero, tipo de e l e g a n cia y buen gusto, y muy hábil en el derecho r e l a t i v o a las adquisiciones.

CARTAS A ÁTICO.

CARTA IX .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. L l e g u é a Accio (i) el XVH de las kalendas de junio ( 2 ) , h a biéndonos dado vida de Salienos (3) en Corciro y Siboto ( 4 ) , gracias a tu generosidad y a los cuidados de Areo y de mi amigo E u t i q u i d e s (5), que nos habían provisto abundantem e n t e . He preferido el camino de t i e r r a ; la navegación h a bría sido fatigosa, y no quería doblar la península de L a u c a t a . A de m a s , no hubiera sido con v e n i e n t e arribar a P a t r a s (6) con estas en debles e m b a r c a c i o n e s y sin c o m i t i v a . No olvido los con se j o s que con tanta frecuencia me has dado e n mis viajes, los medito, los i n c u l c o a mis s u b o r d i n a d o s , y los o b e de z c o como ley. Verás que desempeño mi c o me tido (7) con tanta moderación como de s inter é s . Que no se muevan los P a r t h o s ( 8 ) ; a y ú de me l a fortuna y r e s p o n d o de m í . (1) Accio, promontorio del Epiro, famoso después por la de r r o t a de Antonio y de Cleopatra. (2) 15 de junio. (3) Las comidas de los Salienos, s a c e r d o t e s de Marte, habían pasado a se r proverbiales entre los Romanos. No habrían tenido tal honor a se r la sobriedad su regla, pero ni siquiera era la e x c e p c i ó n . (4) Siboto, puerto del Epiro, casi en frente de la isla de C o r c i r o . (5) Libertos de Ático é intendentes de s u s bienes en Epiro. (6) Ciudad de A c a y a . (7) Cicerón no había obtenido por s u e r t e el gobierno de la. Silicia, sino por designación del pueblo y del Senado. (8) De temer era en efecto que, alentados los Parthos por la de r r o t a de Crasso, inquietasen a los Romanos en la Silicia y s o me t i e sen a ruda prueba los talentos militares de Cicerón. Bastábales p a s a r el Eufrates, límite del imperio Romano por aquel punto, y así lo hicieron en efecto. 204 MARCO TULIO CICERÓN. T e ruego me des noticias tuyas; díme dónde marchar ; cuánto terminado tiempo estarás a u se n t e ; en qué piensas estado has dejado mis asuntos de R o m a , y principalmente si has el negocio de los veintiocho mil necesito una carta sextercios. no e s esto Para satisfacerme muy e x t e n s a , y que me la entreguen diligentemente. Sin embargo , todo: me dijiste que durante tu ausencia nada se haría, y que llegarías a tiempo para ocuparte de mí: pues b i e n , apelo a tus cuidados, al con c u r s o de tus amigos, que no cambien nada. E s t o e s l o que principaltermimente de Hortensio; que se atengan al año de d u r a c i ó n ; te e n c a r g o n a n t e me n t e . He dudado si te suplicaría que impidieses que hubiera intercalación ( 4 ) , pero no me he atrevido a llevar tan lejos mis e x i g e n c i a s . Insisto solamente en que s e a t e n gan al año. Mi hijo te saluda; es un niño muy modesto y a m a b l e . tiempo que quiero a Dionisio; Como s a b e s , h a c e mucho pero ahora le quiero mucho m a s , a fe mía, al ver lo que te aprecia y su constante deseo de que hablemos de t í .

CARTA X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Me e n c u e n t r o en Atenas desde el VH de las kalendas haber oído nada todavía de su llegada. constantemente; de julio ( 2 ) , y h a c e ya cuatro días que e s p e r o a Pontinio, sin Mi p e n s a m i e n t o , recuerdo c r é e me , está s i e m p r e con t i g o : por mí mismo te pero ante todo lo que aquí habla a la vista, ¿cómo no pensar mucho más? ¿Qué te diré? A fe m í a . (1) (2) Que no se prolongase el año por una inter c a l a c i ó n . 28 de j u n i o .

CARTAS A ÁTICO. 205 solamente hablo de tí. Pero tal vez de se a r a s s a b e r algo de lo que personalmente me afecta. No he impuesto todavía que permite r e c i b i r la ley, J u ni la menor carga para mí ni para los míos a las ciudades ni a los particulares. Lo lia ( 1 ) , ofrecimientos benévolos de mis h u é s p e de s , todo lo r e h u s ó . En derredor mío se comprende cuánto inter e s a a mi fama esta r e se r v a , y se s o me t e n a ella. Así es que hasta ahora todo marcha p e r f e c t a me n t e . V e o que los Griegos aprecian bien mi con d u c t a , y no me es c a se a n los elog i o s . Me propongo seguir tus con se j o s en todo lo que t e n g o que hacer ; mas e s p e r e m o s al fin para cantar victoria. B a j o otro s muchos conceptos , deploro no h a b e r encontrado oigo e x medio de escapar a esta misión. ¡Qué mal cuadra a mis c o s tumbres! ¡Con cuánta razón se dice MpSoí t i c ! T e desde luego que lo más importante clamar: ¡pero si apenas has c o me n z a d o ! Posible e s , y c r e o está aún por hacer ; y ¡Muéstodo l a exporque imesta aunque, "según me p a r e c e , pongo a mal tiempo buena c a r a , en el fondo no dejo de e n con t r a r me angustiado. trase tanto odio, insolencia, necedad y orgullo en que diariamente se dice y no se dice! Si no soy más plícito, no c r e a s que es por ocultarte algo, sino hay cosa s que de b e m o se n c e r r a r en nosotros mismos. A mi r e g r e s o , si escapo de é s t a , admirarás mi profunda pasibilidad. Muchas o c a s i o n e s h e tenido de poner virtud a prueba: pero basta de este a s u n t o . ¿De qué te escribiré? no tengo ni el me n o r indicio de lo que haces , ni sé en qué parte del mundo te encuentras. Aseguro, a fe mía, que nunca he estado tanto tiempo sin saber nada de mis negocio s . ¿Qué se ha decidido en cuantío (1) E s t a ley que dio César durante su consulado disponía que en todas las provincias suministrasen las ciudades a los gobernadores y a cuantos desempeñaban misión del Senado, heno, sal^ leña, e t c . ; que los gobernadores rindiesen c u e n t a s , que dejasen c o pias de ellas en dos ciudades de las principales de la p r o v i n c i a , llevando la t e r cera al tesoro de Roma. 906 MARCO TULIO CICERÓN. a los créditos de César y de Milón? Aquí no llega ni un v i a j e r o , ni el más leve rumor que me traiga noticias de la República. Si sabes algo que me interes e , me muchísimo e s c r i b i é n d o me . ¿Qué más te diré? Nada, sino que todo me encanta en A t e n a s : la ciudad por sí misma, los m o n u me n t o s , el a m o r que te profesan, la benevolencia que me muestran, y sobre todo esto , la filosofía. Si la del pro to. He cedido a Quinto y el contra ("Avco x a t w ) (1) dicho, nuestro de tus e x i s t e en alguna p a r t e , de se g u r ó es en mi huésped A r i s tu amigo , ó mejor amigo X e n ó n ( 2 ) . Estamos v e c i n o s , y pasamos el día j u n t o s . EscríBeme lo más pronto posible, y dame cuenta p r o y e c t o s , que sepa yo qué haces y dónde t e y especialmente cuándo irás a Roma . encuentras, favorecerás

CARTA XI.
CICERÓN Á ÁTICO SALUD., ¡Cómo! ¿He escrito muchas cartas a Roma sin dirigirte ninguna? No me engañarán m a s . Prefiero mil v e c e s que se extravíen mis cartas a perder en lo s u c e s i v o ni una sola exocasión. ¡Por favor! ¡que no me prorroguen! T e e n c u e n t r a s todavía en Roma ; impídelo a toda c o s t a . No puedo tado esto y de esta insípida vida de provincia. Indignamente ha tratado Marcelo a este habitante de Como. Aunque ese hombre no era magistrado, era T r a n s p a plicar cuánto deseo e n con t r a r me en Roma , y cuan disgus- (1) Entiende por esto la escuela a c a d é m i c a ; los académicos de fendían el pro y el con t r a de todas las c u e s t i o n e s sin decidir n a d a . Aristo pertenecía a e s t a e s c u e l a . (2) Liberto de Ático c u y o s asuntos desempeñaba en A t e n a s .

CARTAS A Anco. 207 daño, y ese acto no disgustará me n o s a nuestro amigo que á César; después de todo, asunto suyo e s . Así como dice Varrón, c r e o yo ciertamente que Pompeyo se propone partir para España ( 1 ) , cosa que no apruebo en manera alguna. F a c i l me ha sido demostrar a T e ó f a n o que lo mejor era no a l e j a r se : aviso al Griego, cuya influencia sobre Pompeyo es preponderante. T e escribo la víspera de las nonas de julio ( 2 ) , en el m o mento de salir de Atenas, Pontinio ha llegado, y con él donde estoy hace diez días. Cn. Volusio; mi c u esto r se de Mitelena y algunos e n c u e n t r a aquí también; s o l a me n t e falta tu Tulio ( 3 ) . T e n g o b a r c o s planos de R o d a s , b i r r e me s se s me ayuden hasta el fin! Atravieso la Grecia con profunda admiración de sus habitantes . Hasta a h o r a mi comitiva no me ha dado, a fe m í a , motivo alguno de queja. Todos es mi posición y con me con o c e n ; saben cuál Sólo seguqué i n t e n c i o n e s he partido. trasportes. Silencio en cuanto a los P a r t h o s . ¡Que los D i o - _ piensan en h o n r a r me , y así continuarán hasta el fin, si h e mos de Creer el proverbio oía f no bastara, sabría mostrarme bargo, como algunas v e c e s llamen, porque si me respondo de m í . (1) Tenía el gobierno de e s t a provincia desde su segundo con s u lado. Su obstinación por p e r m a n e c e r en Roma se r v í a de p r e t e x t o a César para no abandonar su gobierno de las Galias. La fundada desconfianza que r e c í p r o c a me n t e tenían aquellos dos hombres, tendía a t r o c a r se de pasiva en a c t i v a . (2) (3) tinio tuvo 6 de julio. Cicerón le había tomado por teniente s u y o a r u e g o s de Q. T í y por recomendación de Á t i c o . Más adelante se ve r a que no motivos para a l e g r a r se de su de t e r m i n a c i ó n . i\ osurcoiva, porque se ve r o . Hasta el ramente no h a r é nada que les autorice a o b r a r mal. Si esto presente me han dado resultado los procedimientos s u a v e s ; sin e m se d i c e , s o l a me n t e tengo v i r firmeza para que me allá de un a ñ o , no tud para un a ñ o . Insta, pues, con prorrogan más 208 MARCO TULIO CICERÓN. P a s o ahora a tus e n c a r g o s : a m e n o s que no tenga alguna excusa valedera que p r e se n t a r t e para e s o s prefectos, nómb r a me los que de se a s ; no me e n con t r a r a s inacesible para todos como para Apuleyo. Aprecio tanto a X e n ó n como a tí mismo, y c r e o que no dudará de ello. T e he puesto en muy buen lugar con Patrón y los demás de la escuela (1). Esto era j u s t o . ¿No habías dicho tú mismo tres v e c e s a P a trón que al e n c a r g a r me de su asunto no había tenido otro objeto que serle agradable? él mismo me lo ha dicho. Pa trón quiere que pida a vuestro areopago la revocación de un a c t a aprobada bajo la pretura de P o l i c r a m o . Xenón c r e e , y Patrón ha convenido en ello, que sería n e c e s a r i o e s c r i su bir previamente a Memmio, que partió para Mitelena la víspera de mi llegada a A t e n a s , suplicándole mandase consentimiento a sus agente s ; y asegura que sin esto nada se conseguirá del areopago. Memmio ha renunciado a s u s p r o y e c t o s de con s t r u c c i o n e s , mito copia de la carta . Te ruego digas a Pila lo más a propósito para consolarla: te diré de qué, pero resérvalo. Se me entre g ó un paquete en e l que estaba su carta: lo abrí y lo leí todo. Su carta es verdaderamente conmovedora. Tal vez habrás r e cibido cartas de Brindis y ninguna m í a : no me encontraba bien. Ahora no aceptes mi excusa vojjiavavSpfav. Cuida de e n t e r a r me de todo y especialmente de tu salud. (1) Es decir, el r esto de la se c t a de Epicuro. pero tiene mala voluntad a Patrón. Así es que le he escrito con p r e c a u c i o n e s . T e r e -

CARTAS A ÁTICO. 209

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Asunto grave es navegar, y más aún en j u l i o . ¡Seis días para ir desde Atenas a Délos! La víspera de las nonas de julio solamente avanzamos desde Atenas a Zostero ( 4 ) , con viento malo que nos retuvo todo el día siguiente. El vm de los idus ( 2 ) , tiempo hermoso para a r r i b a r a Ceos ( 3 ) . Desde Ceos viento violento, sin ser contrario, nos llevó con más velocidad que que r í a m o s , primero a Gyaro (4), después a S c y r o s 1,5) y al fin a Délos Conoces los barcos planos de R o das, que no pueden resistir las olas g r u e s a s . por esta razón no quiero a p r e s u r a r m e , y no saldré de Délos hasta consultar bien todas SxpwTtipfwv ofipta. En Gyros tuve noticia del negocio de Messala (6), y te e s c r i b í en el a c t o . También h e dicho mi opinión a Hortensio, cuyo pesar c o m p a r t o . Comunícame lo qué dicen de e se j u i c i o y dame noticias del e s t a do general en que nos e n con t r a m o s . Deseo una carta del hombre político que ha registrado con Thalumeto (7) lo que he escrito yo acerca de este punto; una carta que me diga, (1) Zostero, promontorio del Ática. (2) 8 de julio, (3) Ceos ó Ceo, isla del m a r Egeo, patria de Simónides. ¡4) Gyaro, o t r a isla del mismo m a r . (5) S c y r o s , una de l a s Cicladas. (6) Acusado de soborno en su petición del consalado, acusación muy fundada por c i e r t o , le defendió Hortensio y quedó absuelto. Esta absolución produjo tal escándalo, que se abrió de nuevo el p r o ceso , y Messala fué condenado a destierro como lo habían sido sus competidores Memmio y S c a u r o . (7) Algún e s c l a v o l i t e r a t o de Cicerón que tenía conocimiento e s pecial del Tratado de la República de su amo. TOMO IX. 44 210 MARCO TULIO CICERÓN. no solamente lo que s u c e de , porque tu cliente Helenio, varón gravísimo si los hay, podría h a c e r otro tanto, sino en la que pueda ver los a con t e c i m i e n t o s venideros. En e l m o me n t o en que leas é s t a t e n d r e m o s c ó n s u l e s ( 1 ) . Debes haber formado opinión acerca de esto , de Pompeyo, de los tribunales. Puesto que te e n c u e n t r a se n Roma , ten la b o n dad de terminar mis negocio s . Olvidé hablarte de la con s trucción con ladrillos y ahora te la r e c o m i e n d o . Si no é s más posible obtener a g u a , haz lo más con v e n i e n t e , como a c o s tumbras: mucho h e deseado tenerla y ahora la de se o al ver el valor que la das. T r a t a , pues, de conseguir l a . Si Filipo (2) acude a tu influencia, te suplico no le r e c haces . T e e s c r i b i r é más e x t e n s a me n t e e n cuanto e s t é parado; en este momento me encuentro en plena m a r .

CARTA XIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. L l e g u é a Efeso el xi de las kalendas de agosto ( 3 ) , quinient o s se se n t a días después del c o m b a t e de Bobila ( 4 ) . He navegado sin t e m o r e s ni náuseas, pero con mucha lentitud, gracias a los barcos planos de R o d a s . Creo que habrás s a bido cuántas diputaciones, qué c o n c u r s o de ciudadanos han salido a mi paso, primero en S a m o s ( S ) , y después en m a y o r número en Efeso. Paréceme que te oigo de c i r : ¿qué (1) Es decir, cónsules designados, que fueron L. Emilio Paulo y C.Claudio Marcelo. Los que desempeñaban el c a r g o eran Servio Sulpicio y M. Marcelo, tío de C a y o . (2) Arquitecto ó intendente de Cicerón. (3) 22 de julio. (4) El combate de Bobila fué aquel en que. Milón mató a Clodio. (5) Samos, isla situada enfrente de Efeso.

CARTAS A ÁTICO. 211 importa todo eso? Sí que importa. públicos y los Griegos de Efeso Entre los arrendatarios igual e n - he encontrado tusiasmo que muestran a un g o b e r n a d o r de la provincia ó prefecto de la ciudad. De aquí deducirás que me e n c u e n t r o en condiciones de aplicar lo que desde tantos años profes o . Pero he frecuentado tu e s c u e l a y c r e o h a b e r a p r o v e c h a d o . Justicia habrá para todo s , y con tanta mayor facilidad, cuanto que en mi provincia las ciudades y los agente s del t e s o r o han convenido pagos fijos ( 1 ) . Nada más puedo decirte, especialmente y ha venido nando. Nada h e omitido en cuanto a tus interes e s en E f e s o ; ni siquiera antes de mi llegada, habiéndose portado muy bien Thermo con tus amigos ( 2 ) . L e he presentado a Seyo y a F i lógeno y l e he r e c o me n d a d o a Tenón Apolonidense. Considera como suyos todos tus a s u n t o s . He entregado a F i l ó g e n o los adelantos que me habías hecho ; pero aplazo d e t a lles acerca de esto . Vuelvo a los asuntos de la ciudad. T e ruego por los Dioses que , puesto que estás en Roma , tomes tus p r e c a u c i o n e s para que no me prorroguen otro a ñ o , y también para que no haya i n t e r c a l a c i ó n . A de m a s , no o l v i des ningún e n c a r g o m í o , y especialme n t e , si puedes algo en ello, en el que atañe a mi h o g a r , que ya te e s conocido; después, de César, a quien me h e entre g a d o : tú lo has querido y no me que j o . Además, c o m p r e n de s cuan curioso debo estar por saber lo que se refiere a la República, lo que se h a c e ¿qué digo? hasta lo que ha de hacer se ; e s c r í (1) Alude a la necesidad de t e n e r consideraciones con el orden de los c a b a l l e r o s , en el que se elegían los arrendatarios del E s t a d o y que había de darle trabajo en su gobierno; porque si guardaba consideraciones a los arrendatarios, los pueblos sufrirían y se que r r í a n , y si se m o s t r a b a se ve r o disgustaría a los arrendatarios que e r a n amigos suyos . (2) Q. Asinacio Thermo, p r o p r e t o r de la provincia del A s i a . porque Cestio p a r l e e s t a cuando me noche ce- a decírmelo encontraba 212 MARCO TULIO CICERÓN. beroelo todo y detalladamente. h a c e algo relativamente al agua. Ante todo habíame de l o s p r o ceso s juzgados ó en tramitación. Dfme también si Filipo

CARTA X I V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. En tanto que no pare en alguna parte, no e s p e r e s c a r t a s mías sino muy breves y no siempre de mi puño. P e r o en cuanto tengo e s p a c i o , vuelvo a mi c o s t u m b r e , «laminamos escon calor y polvo. F e c h é la anterior en Efeso; hoy te c r i b o desde Trales ( 1 ) . . E s p e r o llegar a mi provincia el día de las kalendas de agosto (2). T e ruego señales este día en tu indicador- entre tanto, según las noticias que r e c i b o , todo se presenta bien. En primer lugar, los Parthos no sem u e v e n ; en segundo lugar, las ciudades han pactado, y finalmente Appio ha reprimido la sedición de los soldados,, que están pagados hasta los idus ( 3 ) . Me r e c i b e n admirablemente en Asia. He cuidado atentam e n t e de no se r gravoso a nadie; y en cuanto a los que me a c o m p a ñ a n , su comportamiento me honra mucho . Mi ú n i c o temor es que no suceda con s t a n t e me n t e lo m i s m o , pero t e n g o razones para e s p e r a r p e r se ve r a n c i a . Todos han venido y a me n o s tu amigo Tulio. Me decido a marchar directam e n t e al c a m p a me n t o ; dedicaré los me se s de verano a la administración militar, y el invierno a los asuntos En lo tocante a noticias políticas, mi curiosidad civiles. corre (1) T r a l e s , ciudad de Lidia. (2) i.' de a g o s t o . (3) 15 de julio. Sin duda la c a u s a de la sedición era la imposibilidad momentánea de pagar los impuestos.

CARTAS A ÁTICO. 213 parejas con la tuya: escríbeme cuanto o c u r r a , cuanto p r e v e a s ; nada mejor puedes hacer en mi obsequio, como no sea decirme que están realizados todos mis e n c a r g o s , e s pecialmente el asunto doméstico que tanto me importa. Esta carta la escribo de prisa y va llena de polvo. Las suc e s i v a s serán más ordenadas.

CARTA XV .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. En la víspera de las kalendas de agosto (1) llegué a L a o d i c e a . Clava un clavo desde hoy ( 2 ) . Nunca presencié r e c i bimiento c o m o e l que he tenido. P e r o no puedes actividad de ánimo que me con o c e s . Mi principal Ploeio juzga los de Roma ; mandar dos pobres figurarte mérito cuánto me cansa mi papel. No e n c u e n t r o campo para la queda inútil. J u z g a r los asuntos de Laodicea, en tanto que legiones, ejércuando n u e s t r o amigo está al frente de tan h e r m o s o c i t o , no e s esto en último c a s o lo que me disgusta. La l u z , el F o r o , Roma, mi casa , todos vosotros, esto e s lo que me falta. Soportaré como pueda este de s t i e r r o , con tal que no dure más de un a ñ o . Si me prorrogan, todo concluye para mí. Pero nada más fácil que evitarlo encontrándote tú e n Roma. ¿Me preguntas cómo vivo? Con muchísimo g a s t o , y en ello e n c u e n t r o completa satisfacción. Por lo de m a s , desinterés absoluto siguiendo tus m á x i m a s , hasta el punto que (1) 31 de julio. (2) En Roma, para m a r c a r el número de los años, un s a c e r d o t e clavaba un clavo en el muro del templo de Minerva en el Capitolio, repitiendo e s t a operación todos los años en los idus, ó se a el 13 de setiembre. 214 MARCO TULIO CICERÓN. t e m o t e n e r que pedir prestado para r e e m b o l s a r t e . No e n s a n c h o las llagas que ha hecho Appio, ¡pero son tan p a t e n t e s ! y no puedo h a c e r que cierren los o j o s . Partiré de L a o dicea el iii de las nonas de agosto ( 1 ) para visitar mi c a m pamento en Licaonia ( 2 ) . Desde allí m a r c h a r é al nes (4) que me entregue tu e s c l a v o . «Me s i e n t a esto c o m o l a silla al b u e y . No es propia p a r a m i l a c a r g a . » monte Tauro (3) a banderas desplegadas para intimar a me r a g e - Sin embargo , n e c e s a r i o e s llevarla; pero si me es t i m a s , haz que en un año quede libre de ella. P r o c u r a estar en el momento llega al colmo, porque hace mucho tiempo presente ignoro sin mucho oportuno y e x c i t a al se n a d o . Mi inquietud que todo lo que pasa. T e repito mi súplica; no me dejes noticias políticas ni de toda c l a se . T e e s c r i b i r í a más, pero esta carta la recibirás muy tarde. Aprovecho la salida de un amigo que me p e r t e n e c e , C . Andrónico, P u z o l a n o . Entrega tus cartas a los me n s a j e r o s de los p u b l í c a n o s y las recibir é por los empleados de rentas de la provincia.

CARTA CICERÓN XVI. SALUD. A ÁTICO, Me h e cruzado en el camino con los mensajeros de los- publícanos: r e c o r d é al punto tu e n c a r g o , y aunque e n me cí) 3 de agosto. ( 2 ) La Licaonia, provincia del Asia Menor, e n t r e Isauria, la Pisidia. la Capadocia y la Galacia. (3) entre la parte de [estas montanas que se p a r a l a Cilicia de la Capadocia. (4) Algún jefe de bandidos con quien se había refugiado algún e s c l a v o de Ático.

CARTAS A ÁTICO. 215 dio del c a m i n o , me detuve en seguida para e s c r i b i r t e a l g u nas líneas, que deberían se r más e x t e n s a s . La víspera de las kalendas de agosto (1) llegué a mi g o bierno, donde me aguardaban con mucha ansiedad. He encontrado la provincia arruinada, hundida hasta el punto de no poder levantarse j a m a s . P a s é tres días en L a o dicea, otros tantos en Apamea, é igualmente en Sinada escuchando en todas partes idénticas nes gimiendo! ¡desconsoladas! quejas. ¡Imposible ha pasado un pagar la capitación! ¡Las r e n t a s empeñadas! ¡las p o b l a c i o por aquí m o n s t r u o , no un hombre ( 3 ) . ¡Qué quieres? Todos han c o brado tedio a la vida. Alivio es al me n o s para estas pobres ciudades no tener que hacer gastos para mí, ni para mis a u x i l i a r e s , ni c u e s tor, ni ninguno de los míos. No tomamos forrajes ni lo que permite recibir la ley J u l i a , ni siquiera leña. En los alojamientos nos suministran cuatro lechos y nada m a s , d u r miendo con mucha frecuencia b a j o una tienda. Por esta razón acude a nosotros prodigiosa multitud de los c a m p o s , de los pueblos y de todas las casa s . Aseguro, a fe mía, que a nuestra llegada r e n a c e n los pueblos, me r c e d a la j u s t i c i a , desinterés y clemencia de tu Cicerón, que ha e x c e d i d o a las esperanzas de todos. Al acerca r me , se ha retirado Appio a la frontera más l e jana de la provincia ( 4 ) : e n c u é n t r a se en T a r s o , donde se ha establecido. No hay noticias de los P a r t h o s ; sin embargo , l o s que llegan de la frontera dicen que los b a r b a r o s han maltratado a nuestra caballería. Parece que Bíbulo no (1) 31 de julio. (2) Ciudades de la F r i g i a . (3) Así me r e c í a se r tratado Appio Pulquer. Se l e acusó de con c u sión, pero sosteniéndole Pompeyo, no prosperó la acusación. A de m a s , la protección de Pompeyo le sirvió para que le nombrasen censor al r e g r e s o de la p r o v i n c i a . (4) E s t a provincia e r a la S i r i a . 216 MARCO TULIO CICERÓN. piensa todavía en ir a tomar posesión de su provincia, y se dice que es por p e r m a n e c e r en ella más tiempo. Yo me dirijo rápidamente al c a m p a me n t o , del que solamente disto dos j o r n a d a s .

CARTA XVII.
CICERÓN A. ÁTICO, SALUD. He recibido de Roma un paquete de cartas y ninguna tuya. Si no te encuentras enfermo ó a u se n t e , de hay en esto más falta de Filótimo que de tu parte. seguro Dicto esta en c a r r u a j e , caminando hacia el c a m p a me n t o , del que solamente disto dos j o r n a d a s . Dentro de poco podré poner mis cartas e n manos se g u r a s : así, pues , me reservo entonces. Mejor sería que supieses por otro s que por mí lo que voy a de c i r t e ; pero quiero que tengas noticias de mi g e n e rosidad, y que ninguno de los míos cuesta un óbolo a n a d i e : mis l e g a d o s , mis tribunos y hasta mis prefectos cuidan de esto . todo s se muestran deseosos en t r a b a j a r para mi gloria. Tu Lepta (1) es admirable. Pasados algunos días t e e s c r i b i r é con más e x t e n s i ó n . El j o v e n Deyotaro, a quien el Senado ha concedido recientemente el título de rey ( 2 ) , a c a b a de llevarse a sus e s tados a nuestros d o s C i c e r o n e s . He creído que allí se e n contrarán bien durante el e s t í o . se x t i o me ha enterado de su conversación contigo y de (1) G. Lepta era prcsfeotus fabrum, ó como hoy se diría, jefe de ingenieros en el e j é r c i t o de Cicerón. (2) El padre había conseguido y a reemplazar un título de t e t r a r c a de la Galacia, por el de r e y ; p a r e c e que el hijx> obtuvo igual favor, aunque el padre vivía aún. para

CARTAS A ÁTICO. 217 tu manera de pensar con relación al asunto doméstico que tanto me interesa. T e suplico te ocupes de él se r i a me n t e , y que sepa yo a qué a t e n e r me y cuál e s tu opinión en definitiva. También me e s c r i b e que Hortensio le ha dicho no s é qué acerca de la posibilidad de una p r ó r r o g a . ¡Cuando tanto me había ofrecido en Cumas no omitir nada para que me llamasen pasado el a ñ o ! Cuida de esto si me es t i m a s . No pueden e x p r e s a r las palabras lo que sufro lejos de todos v o s otro s . Importa mucho no prolongar mi estancia aquí en favor de mi reputación, de mi integridad y de s inter é s . Scévola consiguió no desempeñar mas que n u e v e me se s el gobierno de l A s i a . En cuanto nuestro amigo Appio tuvo noticia de mi llegada huyó de Laodicea hasta T a r s o , donde todavía administra justicia a pesar de mi presencia en la provincia, usurpación que fácilmente le t o l e r o . Demasiado ha dejado que hacer para c u r a r las llagas de su administración. Trabajo cuanto puedo para s a l var su h o n o r . P e r o deseo que Bruto sepa por tí que Apppio ha cometido la falta de alejarse de mi cuanto ha podido.

CARTA X V I I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Cuánto desearía que t e e n con t r a se s en Roma, si no estas en ella! Lo único que sé e s que h e recibido dos c a r tas tuyas fechadas a xiv de las kalendas de agosto ( 1 ) , anunciándome tu propósito de partir para las kalendas del mismo me s . Pero o r a te e n c u entre s en Roma , ora e s t é se n Epiro, lo cierto, e s que los Parthos y a su frente P a c o r o , (i) 19 de julio. 218 MARCO TULIO CICERÓN. hijo del r e y Orodo, han pasado el Eufrates con todas sus fuerzas. Nada se dice de la venida de Bíbulo a Siria. Cassio (1) se ha e n c e r r a d o en Antioquía con su e j é r c i t o , y yo estoy acampado en Cibistro, c e r c a de T a u r o , en Capadocia. El e n e m i g o ocupa la Cirestiea ( 2 ) y parte de la Siria l i m í trofe de mi provincia. He escrito inmediatamente al Senado. L e e mi carta si aun t e e n c u e n t r a s en Roma , j u z g a si con viene que la entreguen, y cuida de todo cuanto haya que hacer . Atiende especialmente a que no sobre v e n g a de pronto prolongación de mi c a r g o , entre víctima y s a c r i f i c a d o r ( 3 ) , como suele de c i r se . E n con t r a n d o me tan débil en fuerzas y aliados, al menos aliados se g u r o s , mi mejor de fensa es el invierno. Sobreviniendo el frío antes de la irrupción e n mi provincia, lo único que temo es que el e s tado a me n a z a d o r de la capital impida al Senado de j a r partir a Pompeyo ( 4 ) . P e r o en último c a s o , si mi s u ceso r v i e n e en primavera, poco me importa lo d e m a s . Lo principal e s evitar toda p r ó r r o g a . Esto es lo que te e n c a r g o , si t e (1) Casio Longino. Fué c u esto r de Crasso en la g u e r r a con t r a los Parthos. Después de la de r r o t a y m u e r t e de Crasso llevó los r esto s del ejército romano a Antioquía, donde le bloqueaba un e j é r c i t o enemigo, cuando el rumor d é l a llegada de Cicerón a la Silicia y una marcha rápida que hizo hacia el m o n t e Amano, intimidó a los Parthos, que se retiraron de Antioquía. Casio hizo e n t o n c e s una salida, les persiguió vigorosamente, destrozó una parte y dispersó el r esto . E s t e Casio fué uno de los asesinos de C é s a r . (2) parte de la Siria que locaba a la Cilicia. (3) Cuando entre el despedazamiento de la víctima y la p r e se n tación de la c a r n e en el altar o c u r r í a algún incidente de mal agüero que se oponía a la consumación del sacrificio, era n e c e s a r i o c o m e n z a r de nuevo la ceremonia. De la misma manera temía Cicerón desde entonces que al tiempo en que debería dejar el c a r g o sobreviniese algún acontecimiento que le obligase a permanecer en él, e s decir, a c o me n z a r de nuevo. (4) Quería Pompeyo que se le e n c a r g a se de la dirección de la guerra que iba a c o me n z a r con t r a los P a r t h o s ; h a s t a había escrito a Cicerón para i n f o r m a r l e .

CARTAS A ÁTICO. 219- encuentras todavía en Roma. Pero donde quiera que te e s t é s , conviene con o z c a s mi situación. No me falta tengo y valor, y , como c r e o bien tomadas mis medidas, c u e n t r o bien situado, abundantemente buenas e s p e r a n z a s , aunque hubiese de c o m b a t i r . Me e n aprovisionado c e r c a de la Cilicia, b a se de mis o p e r a c i o n e s . Tengo muy pocas fuerzas, p e r o , si no me engaño, todos los soldados me son adictos desde el primero hasta el último. Mi e j é r c i t o quedará duplicado con la unión de Deyotaro con todos los suyos: tengo asegurada la fidelidad de los aliados como nadie la tuvo j a m a s ; no cansándose de admirar mi afabilidad y de s inter é s . Hago tomar las a r m a s a los ciudadanos romanos, y se trasporta el trigo a las plazas. En fin, me e n c u e n t r o dispuesto para o b r a r se g ú n las c i r c u n s t a n c i a s , tomando la ofensiva ó defendiéndome enérg i c a me n t e en mis p o s i c i o n e s . A3Í, p u e s , tranquilízate. T e v e o desde aquí, como si te tuviese delante de los o j o s , y contemplo la dup-icieeiav de tu c a r i ñ o . P e r o te suplico, para el c a s o en que el Senado no haya decidido nada relativamente a mí antes de las kalendas de e n e r o , que no de j e s pasar el me s sin ir a R o m a . Nada t e me r é si estás allí. T e n d r é en mi favor a los c ó n s u l e s (1) y al tribuno F u r nio ( 2 ) ; pero tu c e l o , tu prudencia y tu favor son mis a u x i liares más se g u r o s . Aprovecha el tiempo ; pero creo que n o debo hablarte más de esto . Nuestros dos Cicerones se encuentran con Deyotaro; y en c a s o n e c e s a r i o , les mandaré a R o d a s . Si te e n c u e n t r a s en Roma , escríbeme con tu acostumbrada e x a c t i t u d . Si en e l Epiro, no dejes de mandarme un me n s a j e r o de tiempo en tiempo, a fin de que r e c í p r o c a me n t e se p a m o s , tú, l o que me o c u r r e , y y o , lo que haces ó h a r a s . Atiendo a l o s inter e s e s de Bruto con más eficacia que atendería él m i s il) (2) M. Cl. Marcelo y Servo Sulpicio Ruto. C. Furnio, tribuno designado. '220 MARCO TULIO CICERÓN. m o . Renuncio la tutela y no defiendo al pupilo ( 1 ) . Este e s de aquellos negocios que no determinan y de los que nada puede conseguir se . Haré lo bastante para que quedes s a tisfecho, a pesar de que no te satisfaces fácilmente. L o s dos quedaréis con t e n t o s .

CARTA CICERÓN Á XIX. SALUD. ÁTICO, Supongohabrás recibido mi última c a r t a , escrita de mi puño y muy detallada. En el momento en que se c e r r a b a llegó el mensajero de Appio con la tuya del xi de las k a lendas de o c t u b r e ( 2 ) . Ha empleado cuarenta y s i e t e días en el camino y no ha perdido el tiempo (¡qué distancia tan larga!). Veo que has esperado r e g r e s a r a Pompeyo de Arimin i o , y al presente has partido para el Epiro. F a l c i l me n t e c r e o que no te e n con t r a r a s más tranquilo que y o . He e s c r i t o a Filótimo para que no haga c o m p a r e cera Messala por la deuda de Attiliano ( 3 ) . Celebro hayas sabido por la (1) Trátase de Aribarzano II, r e y de Capadocia, a la sazón de s p o seído de sus estados. El Senado se interesaba mucho por é l , y C i c e rón había partido de Roma con orden t e r m i n a n t e de s o me t e r la Capadocia a su obediencia. Desempeñó e s t a comisión sin n e c e s i d a d de empuñar las a r m a s ; pero v e se que estaba ya cansado de o c u p a r se de los asuntos particulares de aquel pupilo acribillado de deudas é imposibilitado de pagarlas. V e se también que Bruto era uno de los a c r e e d o r e s de este r e y y el menos acomodaticio, y que Cicerón hará de manera que quede contento de él; lo que quiere decir, como en otro paraje da c l a r a me n t e a entender, que p r o c u r a r a se pague á su amigo aunque no consigan otro tanto los demás a c r e e d o r e s . (2) 21 de se t i e m b r e . (3) Mésala había respondido por Atilio, deudor de Cicerón, como p a r e c e indicar la intervención de Filotimo, liberto de T e r e n c i a . Demandar a Mésala cuando estaba acusado de concusión, habría sido procedimiento durísimo.

CARTAS Á ÁTICO. 22Í lama la acogida que h e tenido durante la m a r c h a ; pero más c e l e b r a r é todavía que te e n t e r e de lo de m a s . El corazón te habla en favor de la hija que has dejado en Roma ; yo también la quiero, a pesar de no haberla visto nunca, y la considero muy digna de cariño. Continúa con buena salud. En cuanto a Patrón y a tus queridos condiscípulos, ya v e s que, en medio de la g u e r r a , no he olvidado las ruinas de la morada de vuestro Epicuro, y me alegro mucho de h a b e r t e complacido en esto . Aplaudes el nuevo fracaso del hombre que en otro tiempo estuvo en con c u r r e n c i a con el tío de tu sobrino ( 1 ) : prueba de amistad e s , y por ello me invitas a r e g o c i j a r me . Ya no pensaba en e s o . No lo c r e o , me dirás: sea así. Me alegro sin duda, más por espíritu de justicia que por resentimiento.

CARTA X X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. L o s Pindenisitas se me rindieron en la mañana de las S a turnales (2) después de c u a r e n t a y siete días de sitio.— ¿Pero quiénes son e s o s Pindenisitas? preguntarás: nunca oí e se n o m b r e . — ¿Qué quieres? no puedo hacer otra cosa . L a Cilicia no es una Etolia, una Macedonia, y ten muy p r e se n t e que no poseo un ejército para realizar grandes e m p r e s a s . T e lo referiré todo en pocas palabras: tu última carta me autoriza a ser b r e v e . Ya s a b e s cómo e n t r é en E f e s o , habiendo recibido tus felicitaciones por aquella gloriosa j o r nada. Nunca h e experimentado placer más profundo. Desde allí, siendo recibido cada vez mejor en las ciudades, llegué (1) (2) este tío del hijo de la hermana de Ático es el mismo Cicerón. El 17 de diciembre. 222 MARCO TULIO CICERÓN. a Laodicea la víspera de las kalendas de a g o s t o . T u v e d o s días muy h o n r o s o s , y, sin a c r i m i n a r a nadie, r e p a r é mucho s daños. P e r m a n e c í cinco días en Apamea, t r e s en Sinnadis, cinco en Filomela y diez en I con i o . En todas partes desplegué en el e j e r c i c i o de mi autoridad judicial la equidad, dulzura y moderación posibles. El vii de las k a lendas de se t i e m b r e me reuní al e j é r c i t o y lo revisté bajo los muros de I con i o . Allí recibí malas noticias de los P a r thos, y me dirigí en seguida a la Cilicia, atravesando la parte limítrofe de Capadocia. El o b j e t o de esta marcha era hacer c r e e r a Artavasdes ( 1 ) , r e y de Armenia, y a los mismo s P a r t h o s , que quería e f e c t i v a me n t e c u b r i r la Capadocia. Después de acampar durante cinco días en Cibistro, tuve la seguridad de que los Parthos e s t a b a n muy l e j o s y que amenazaban más a la Cilicia, atravesando los desfiladeros del T a u r o . El m de las nonas de o c t u b r e (2) llegué a T a r s o , de s de donde avancé hacia el monte Amano que separa la Siria de la Cilicia, presentando cada vertiente a uno de esto s p a í se s . Estos m o n t e s están poblados por e t e r n o s enemigos nuestros . El m de los idus de o c t u b r e tuve un e n c u e n t r o con ellos en el que perdieron mucha g e n t e . L e s tomé é incendié muchos fuertes a con se c u e n c i a de un ataque n o c turno que realizó Pontinio y otro que dirigí yo al a m a n e c e r . Los soldados me aclamaron imperator. En seguida el me es t a b l e c í durante algunos días c e r c a de I s s o , e n mismo paraje en que acampó A l e j a n d r o , algo mejor g e n e ral que tú y y o . Después de de v a s t a r el monte Amano d u rante cinco días, me r e t i r é . En la g u e r r a , como s a b e s , suele o c u r r i r e l terror p a n i c o , ó lo que e s lo mismo , t error sin fundamento. Al rumor de mi l l e g a d a , r e c o b r a el valor (1) Cicerón temía que se declarase por los Parthos, porque hermana había casado con Pacoro, hijo de s u r e y Orodo. (2) 13 de o c t u b r e . su

CARTAS A ÁTICO. 2 2 3 Cassio, bloqueado, ó poco me n o s , en Antioquía, y se apodera de los Parthos el e s p a n t o . R e t í r a n se , Cassio les sigue y alcanza señalada v i c t o r i a . Osaces ( 1 ) , general muy r e p u tado de los P a r t h o s , quedó herido en esta retirada y murió pocos días de s p u é s . En toda la Siria se aclama mi nombre . Entretanto llegó Bíbulo al monte Amano. Creo que no quiso quedar a t r a s . Deseaba laureles y esperaba c o g e r l o s en el Amano ( 2 ) . P e r o , l e j o s de esto , en un e n c u e n t r o en el mismo monte perdió su primera c o h o r t e e n t e r a , todos los c e n t u r i o n e s , entre los que se e n con t r a b a Asinio Dentón, de los primipilarios, el oficial de graduación más elevada y el tribuno S e x t o Lucilio, hijo de T . Gavio Cepión, varón muy rico y r e s p e t a d o . Este de s c a l a b r o es muy perjudicial por sí mismo y por el momento en que ha o c u r r i d o . Y o iba a poner sitio a Pindenisa, la más fuerte de todas las ciudades libres de la Cilicia ( 3 ) , e n e m i g a de los Romanos en todos los tiempo s , y cuyos habitantes, f e r o c e s y a g u e rridos, estaban p e r f e c t a me n t e preparados para la defensa. T r a c é mis líneas, abrí fosos, construí grandes t e r r a p l e n e s , m a n t e l e t e s y una torre muy elevada. Con mucho esfuerzo de máquinas y de a r que r o s , y no omitiendo aparatos ni fatigas, al fin conseguí mi o b j e t o : tengo muchos h e r i d o s , pero no h e perdido ni un hombre . Estas han sido h e r m o sas Saturnales; los esclavos están a la venta delante de mi tribunal, y el producto se eleva ya a d o c e millones de sextercios . El e j é r c i t o i n v e r n a r a bajo las ó r de n e s de Quinto (1) Mandaba el e j é r c i t o de los Parthos bajo Pacoro, siendo éste demasiado joven para m a n d a r . Asi fué que, muerto Osaces, Pacoro no se a t r e v i ó y a a emprender nada. (2) Laureolam in mustaceo quaerere, proberbio que significa buscar vivamente algo. Poníase laurel en una especie de pastel llamado mnstaceum, y e n t r e t e n e r se en r e c o g e r l o después de c o m i do el pastel era perder el trabajo, y esto e r a lo que hacía Bíbulo yendo a buscar un laurel donde Cicerón lo había c o r t a d o . (5) Llamadas así para distinguirlas de las ciudades sometidas a los Romanos. 224 MARCO TULIO CICERÓN. en los cantones más levantiscos ( 1 ) . Y o voy a descansar e e Laodicea. Esto es lo ocurrido hasta a h o r a . P e r o retrocedamos un p o c o . Me a con se j a s con instancia, y veo que te domina esa idea, que no dé ocasión a la c e n s u r a más maligna. T e a se guro que no puede r e c a e r sobre mí. No quiero llamar ya continencia a la virtud que consiste en resistir a la v o l u p tuosidad, porque j a m a s h e conocido voluptuosidad más dulce que esta de v e r me tan dueño de mi mismo . Gozo en el bien que hago más aún que con el honor que r e c i b o ; y , sin embargo , el h o n o r es i n me n s o . ¿Qué te diré? La o c a sión era excelente : no me conocía a mí mismo, ni sabía de lo que era capaz en este t e r r e n o . Ahora puedo lisonjearme con j u s t i c i a . Nada más bello y al mismo tiempo g l o r i o s o . Ariobarzanes vive y reina por mí (2). No he hecho más que pasar; pero mi v o z , mi presencia s o l a me n t e , mi virtud i n a c c e s i b l e a las se d u c c i o n e s de estos pérfidos e n e migos han salvado a un r e y y a un reino. No traigo ni un óbolo de la Capadocia. Solamente he procurado en c u a n t o h e podido hacer revivir algunos créditos de Bruto , a quien quiero tanto como tú, é iba a de c i r como a tí. E s p e r o , en fin, que mi amabilidad de mando no costará nada a la provincia. Ya lo sabes todo : ahora p r e p a r o el r e l a t o oficial para el Senado, siendo más e x t e n s o é importante que si lo h u b i e se fechado en el monte Amano. Mas ¡cómo! ¿no t e e n con t r a rás en Roma? Si al me n o se s t u v i e se s allí para las kalendas de marzo! Todo depende de esto ; porque t e m o mucho, cuando van a ocuparse de las p r o v i n c i a s que si r e s i s t e (1) Quinlo había acompañado a s u hermano a su gobierno, y como había hecho la guerra distinguiéndose en ella, e r a . muy apto para aconsejar a Marco Tulio. (2) Efectivamente, Cicerón le había restablecido en su trono y librado de una conspiración que su sola presencia había hechoabortar.

CARTAS A ÁTICO. 225 César, me vea obligado yo a permanecer aquí. Si te e n con t r a se s p r e se n t e estaría yo tranquilo. P a s o a los asuntos de Roma . por mucho tiempo h e c a r e c i d o de noticias, hasta que me las trajo tu amable carta . Me la entre g ó fielmente el v de las kalendas de junio tu liberto F i l ó g e n o , después de largo y peligroso viaje. La que confiaste a los esclavos de Lenio no ha llegado todavía a mis m a n o s . Veo con gusto el decreto con c e r n i e n t e a César (i), del Senado y la confianza que muestras en el asunto: si se s o me t e , nos s a l v a m o s . No deploro que se y o se haya quemado en el mismo incendio que Pletorio ( 2 ) . Deseo saber por qué ha atacado con tanta vehemencia L u c e y o a Q. Cassio. T e n g o el encargo de imponer, a mi r e g r e s o a L a o d i c e a , la toga viril (3) a tu sobrino Quinto, y procuraré mantenerle en el c o m e d i m i e n t o . de y o t a r o , cuyo auxilio tan útil me ha sido, debe traer los dos j ó v e n e s a Laodicea. Espero con impaciencia cartas de Epiro. Deseo saber todo lo que te a t a ñ e , negocio s y entre t e n i m i e n t o s . Nicanor cumple muy bien con su de b e r , y no puede q u e j a r se de mí. Pienso encargarle de mi -parte al se n a d o ; su llegada s e r a más se g u r a , y además s a b r é por él noticias tuyas dir e c t a s ó indirectas. Agradezco a tu Alexis los recuerd o s que nunca ó casi nunca dejo de e n con t r a r en tus cartas . Pero ¿por qué no me es c r i b e él mismo, como te escribe a tí (1) T r a t a se de un se n a t u s c o n s u l t o que se dio por informe det cónsul Marcelo, y por el cual mostraba el Senado su resolución de dar sucesor a César. (2) Metáfora para decir que se y o había sido envuelto en la con denación de Pletorio. (5) La toga viril, llamada pura porque era completamente blanca, m i e n t r a s que la pretexta, que se llevaba hasta los diez y seis años, e s t a b a bordada de púrpura. La imposición de la toga viril se hacía con mucho aparato y con un c o r t e j o de amigos que acompañaba al Foro al que había de recibirla. TOMO ix. 45 226 MARCO TULIO CICERÓN. mi propio Alexis? se busca un x i p a ? para F e m i o ( 1 ) . P e r o basta y a . Que sigas bien, y díme cuándo piensas estar en Roma . Adiós, y otra vez a d i ó s . Al pasar por Efeso hice todos tus e n c a r g o s a T h e r m o y se los recuerd o por escrito . Estoy seguro de que se interesa mucho por tí. Ya te h e hablado de la casa de Pamm e n e s ( 2 ) . Haz que por ningún motivo le quiten esa prenda que tiene de tí y de mí. L o s dos debemos considerar!'} como punto de h o n o r , y para mí s e r a cosa muy g r a t a .

CARTA XXI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Con sumo placer me e n t e r o de que has llegado al Epiro con buena salud y que la navegación ha sido feliz: y si deploro que no te e n c u entre s en Roma cuando tan n e c e s a r i o me se r a s allí, me consuela la esperanza de que no pasarás el invierno en Epiro, donde no encontrarás distracción ni tranquilidad de espíritu. La carta de Cassio, padre de tu hermano Q. Cassio ( 3 ) , era muy modesta, comparada con la que ha e s c r i t o de s pués, en la que dice ha puesto fin a la guerra de los P a r t h o s . Verdad es que se habían retirado de Antioquía antes de la llegada de Bibulo, pero no nos e n con t r a m o s más se guros ahora, porque han tomado c u a r t e l e s de invierno e i : (1) Probablemente algún e s c l a v o músico al que s e había dado este nombre, porque es el c a n t o r de que se habla en la Odisea. (2) Existió un Pammenes con el que estudió Bruto en Aleñas. Er.i el hombre más elocuente de la Grecia y apasionado admirador de Demóstenes. Sin duda e s t e es el c i t a d o . (5) E r a primo hermano de Casio, pero sabido es que los primo? hermanos se llamabanhermanos .

CARTAS A ÁTICO. 227 Cirrhestica y nos hallamos en vísperas de una guerra saberla importante. El hijo del r e y Orodo ocupa t e r r e n o s del i m perio; y Deyotaro no duda, porque ha podido por Artavasdo, cuya hija está prometida a su hijo, que el mismo r e y pasa con todas sus fuerzas el Eufrates al c o mienzo de la campaña. El mismo día en que se leyó e n e l Senado la carta triunfal de Cassio, e s de c i r , el de las nonas de o c t u b r e , se leyó también la mía en la que anunciaba la g u e r r a . Axio ( 1 ) me ha escrito que mi comunicación obtuvo toda la confianza que se n e g ó a la suya . L a s cartas de Bíbulo no han llegado todavía, y seguro estoy de que anunciarán los mismos peligros. Lo que t e m o en todo esto e s que retengan en Roma á Pompeyo , en previsión de trastornos si el Senado no quiere con c e d e r nada a César, y que durante estas incertidumb r e s ordene el mismo Senado que no partamos hasta la llegada de nuestros s u ceso r e s , para no e n t r e g a r a legados, en las circunstancias a c t u a l e s , provincias tan i m p o r t a n t e s . Tiemblo al pensar que si quieren prorrogar mi g o b i e r n o , no se atreva a o p o n e r se nadie, sobre todo m i e n t r a s - t e e n cuentres a u se n t e , cuando tu prudencia, influjo y celo allanarían muchos obstáculos. P e r o dirás que me procuro i n quietudes yo mismo. S u c e de así a pesar mío , y mucho me alegraría que fuese sin motivo; pero lo temo todo. Me tranquilizas sin embargo al final de la carta que me es c r i biste al de se m b a r c a r en Buthrota: creo y espero gresarás que remuy -pronto. Bastaba de c i r creo; ¿por q u é añades por l o s me n s a j e r o s esperanza espero"! He recibido muy pronto en Iconio, de los publícanos, otra carta fechada el día del triunfo de Léntulo ( 2 ) , en la que me confirmas la misma (1) Senador que mantenía correspondencia con C i c e r ó n . (2) Léntulo Spínter había gobernado la Cilicia durante t r e s a ñ o s y estuvo dos esperando el triunfo. 228 MARCO TULIO CICERÓN. mezclada de t e m o r : no de b o , me dices , t e me r ninguna p r o r r o g a ; y en seguida añades que si las cosa s toman otro giro, vendrás a reunirte con m i g o . Tal incertidumbre es un suplicio para mí. por esta contestación ves las cartas tuyas que he recibido ; Hermón, el liberto del centurión Camula, no me ha entregado aún la que dices le e n c a r g a s t e . La que diste a los esclavos de L e n i o , como muchas v e c e s me has escrito , Lenio me la entre g ó al fin a mi llegada a L a o d i c e a , el ni de los idus de f e b r e r o , estando fechada el x de de las kalendas de o c t u b r e . En seguida convencí a Lenio de la importancia que tales r e c o me n d a c i o n e s tienen para é l , y los sucesos se lo probaron. Esta carta nada nuevo me de c í a , como no sea lo relativo a las panteras de Cibiro (1).Mucho c e l e b r o que con t e s t a r a s a M. Octavio (2) que no c r e í a s posible el asunto. En todo lo que dudes, niega como si no dudases. Puedo a se g u r a r t e , y por ti mismo te con v e n cera s , que nadie ha llevado tan lejos como yo el desinterés,, la j u s t i c i a , la afabilidad y la dulzura. En esto h e seguido mi inclinación, y especialmente tus con se j o s . No puedes figurarte cuánto ha complacido ver que , después de mi consulado, ninguno de los míos ha pedido nada, ni en su nombre ni a nombre de la república, exceptuando el legado L. Tulio, que, comedido en todo lo demás, se ha dar lo que ¡e permitía exigir la ley Julia, pero hecho solamente que e n los parajes donde dormía, y no como tantos otros en todos los caseríos indistintamente. Este es el único ha recibido Q. Titinio. Terminada la campaña, he dejado a mi hermano el cuidado de alojar a los soldados en Quinto algo. Tan vergonzoso presente lo debo á c u a r t e l e s de i n - (1) Celio quería que Cicerón obligase a los pueblos á que cazasen p a n t e r a s . Cicerón se negó a ello, per j pudo c o m p l a c e r a Celio sinacudir a aquella v i o l e n c i a . (2) M. Octavio, edil designado.

CARTAS A ÁTICO. 229 c i e r n o en la Cilicia. He e n v i a d o a Chipre por algunos días a Q_. Volusio ( 1 ) , yerno de tu amigo T i b e r i o , el oficial de mi m a y o r confianza, y el más de s interes a d o . Aunque sea muy corto el número de ciudadanos es con v e n i e n t e que no se romanos que trafican allí, que j e n de haber c a r e c i d o de j u e c e s , porque tienen de r e c h o a no salir de la isla. El día de las nonas de e n e r o salí de T a r s o , y no puedo e x p r e s a r t e , a fe mía, qué muestras de admiración he r e c i bido en esta ciudad y en todas las de la Cilicia. gocijo en todos los pueblos de mi provincia Cuando pasé el monte T a u r o , se me recibió con extraordinario r e de Asia, que por durante se i s me se s de mi g o b i e r n o no habían recibido de mi parte cartas , ni huésped a l g u n o . Mis a n t e ceso r e s , cantidades conside r a b l e s , el de r e c h o de no alojar durante el i n v i e r n o . La isla de Chipre solamente doscientos talentos a n t i g u o s , he cobrado absolutamente nada (esto no lamente r e c i b o de ellos las g r a c i a s , de triunfo. En fin, no soy en el con t r a r i o , vendían a n u a l me n t e a las ciudades r i c a s , por tropas pagaba y durante mi anualidad no es Ó7isp6oXr.y.u>>, solos para de que sino verdad). Por esto s b e n e f i c i o s , que les asombran, y rehuso todos honores que quieren con c e de r me , estatuas, templos, a r c o s m a n e r a alguna c a r g a para tí al alabarme además la provincia, pero tal vez lo soy esta manera; sopórtalo por la amistad que me profesas y por mi obediencia á tus con se j o s . T e diré el h a m b r e m i s m a , el mayor de todos los males, ha venido a se r para mí en mi provincia, en la que se había perdido completamente la c o se c h a , una circustancia afortunada. En todas partes donde me h e presentado h e con se g u i d o , sin a me n a z a s , sin violencia, sin opresión, y solamente con la influencia de mis e x h o r t a c i o n e s , decidir a aquellos Griegos y ciudadanos romanos que habían hecho provisión (1) Teniente de Cicerón en Cilicia. E r a discípulo de Cicerón y , por consiguiente, buen abogado. 230 te de g r a n o . MARCO TULIO CICERÓN. de t r i g o , a suministrar a cada ciudad cantidad con v e n i e n Hoy, día de los idus de f e b r e r o , comenzaré a ordenar en Laodicea los asuntos de Cibiro y de Apameo. En los idus de marzo ordenaré en la misma ciudad el de Synnado y de Paníilia (entonces b u s c a r é un x l p a ? para F e m i o ) ; y con cluyendo por el de Licaonia y de Isauria, partiré a los idus de marzo para la Cilicia, donde pasaré todo el me s de j u n i o . Mucho celebraría que los Parthos no hicieran ningún movimiento; en este c a s o , aprovecharía el me s de julio en atravesar la provincia para mi r e g r e s o , porque e n t r é en ella la víspera de las kalendas de agosto, bajo el consulado de Sulpicio y de Marcelo, y quiero salir el ív de las kalendas. Antes n e c e s i t a r é conseguir de mihermanoQuinto que quede aqui en calidad de legado; y no e x p e r i me n t a r é yo menos sentimiento que él para decidirme a e l l o ; pero el honor no me permite otra cosa , sobre todo desde que Pomptinio, el único que con v i e n e , ni con s i e n t e siquiera e s p e r a r mi m a r c h a : Postumio le llama a Roma , y quizá también P o s t t m i a ( 1 ) . esto s son mis planes. Ahora t i e n e s que juzgar las que j a s de tu amigo Bruto . Me ha r e c o me n d a d o eficazmente & M. Scapcio (2) y P. Matinio, de Chipre, a c r e e d o r e s de la c i u (d) La c a u s a real que le llamaba a Roma era demasiado import a n t e p a r a que Cicerón no le perdonase la impaciencia que tenía por p a r t i r . Solamente Servio Sulpicio, esposo deCoslumia, hermana de P o s t u m i o , podía haber hecho observaciones; pero es probable que se ocupase poco de ello estando acostumbrado a las galanterías de su esposa, y no viéndolas. Suetonio dice que César fué el se d u c t o r de Postumia. (2) Scapcio tenía un mando en Salamina, en la isla de Chipre, h a biéndolo recibido de Appio Pulquer, predecesor de Cicerón en Cilicia, a c u y o gobierno pertenecía Chipre. A ejemplo de su protector, tanto había exprimido Scapcio a los habitantes de Salamina, que Cicerón se vio obligado a r e t i r a r l e las tropas que mandaba, quitándole por consiguiente los medios de sus e x a c c i o n e s . Pero Scapcio no t r a b a jaba e x c l u s i v a me n t e para él en Salamina, siendo también y p r i n c i -

CARTAS A ÁTICO. 83 L dad de S a l a m i n a . No he visto al último; pero en cuanto a se a p c i o , que vino a b u s c a r me al c a m p a me n t o , le h e p r o metido que , por consideración a Bruto, cuidaría de que le pagasen. Me dio las g r a c i a s y me pidió una plaza de p r e f e c t o . Contestóle que no quería darlas a n e g o c i a n t e s , como te lo había dicho a tí m i s m o ; que habiéndome pedido Cn. Pompeyo igual favor, aprobó mi r e s o l u c i ó n ; en fin, que igual negativa había dado a T o r c u a t o , en cuanto a tu amigo M. L e n i o , y a otro s mucho s también. Que si quería se r p r e f e c t o con e l exclusivo fin de asegurar su crédito, le aseguraba que le pagarían sin se r l o . Me dio las gracias y se m a r c h ó . S a b r a s que Appio había dado a este mina, y le había nombrado Seapcio algunas fuerzas de caballería para m a n t e n e r sujeta a S a l a prefecto. Seapcio abusaba de su autoridad. Mandé retirar estas tropas de la isla de Chip r e , y estaba muy resentido con m i g o . ¿A qué decirte más? Le he cumplido mi palabra, y habiendo venido a v e r me con él los diputados de Salamina en T a r s o , l e s e x h o r t é a p a g a r l e . Mucho se quejaron de los réditos que exigía y de sus v e j a c i o n e s . que había Fingí no saber nada y les e x h o r t é de a los servicios este a su ciudad, que terminasen n u e v o , hasta l e s r o g u é , en consideración prestado a s u n t o . Añadí que emplearía mi autoridad. No s o l a me n t e no opusieron r e s i s t e n c i a , sino que me dijeron serviría yo para solventar la deuda, puesto que , no habiendo querido recibir el dinero que acostumbraban a dar al p r e t o r , esta p a l me n t e agente de Bruto, a c r e e d o r de los Salaminianos por cantidad considerable que quería le paga^en con el interés del 48 por 100 a n u a l . Como tenía mucho e m p e ñ o en que se ignorase, su r a p a c i dad, principalmenle por Cicerón, el implacable usurero y gran pat r i o t a , decía haher dado caución a Seapcio con objeto de que cicerón se interes a se en hacerle reembolsar. Pero negándose Cicerón a p r e s t a r su apoyo a hombre de tal calaña, disgustóse Bruto y pasó por la v e r g ü e n z a de confesar que era personalmente acreedor de los Salaminianos, y [que Seapcio y Matinio solamente le servían para o c u l t a r el manejo. 232 MARCO TULIO CICERÓN. cantidad les bastaría con e x ceso para pagar a S c a p c i o . Muy bien, dijo éste , pero con t e m o s el débito. En mi edicto había fijado, c o m o los demás g o b e r n a d o r e s , el inter é s del dinero en uno por ciento mensual ( 1 ) , añadiendo al c a b o del año el rédito al capital. Scapcio r e c l a m a b a cuatro por c i e n t o . ¿Qué pretensión es esa? /Puedo yo obrar en contra de mi edicto? En seguida me presentó un senatuscondecía sulto del consulado de Léntulo y de Filipo, que «que los g o b e r n a d o r e s de Cilicia respetarían en justicia aquella o b l i g a c i ó n . » Al pronto me hizo t e m b l a r , porque esto era la pérdida de la ciudad; pero e n con t r é dos se n a tusconsultos de la misma época relativamente a e s t e con t r a t o . L o s de Salamina querían tomar prestado a Roma d i nero para pagar sus i m p u esto s ; mas como lo prohibía la ley Gabinia (2), los amigos de Bruto , que ofrecían el préstamo al cuatro por ciento me n s u a l , pedían para su seguridad un senatuseonsulto que Bruto les consiguió. Dieron el dinero, pero reflexionaron que la ley Gabinia prohibía recibir en j u s t i c i a esta clase de o b l i g a c i o n e s , y que por tanto no les b a s t a b a el primer se n a t u se o n s u l t o ; consiguiendo e n t o n c e s otro que declaraba aceptable en justicia aquella obligación. Habiendo explicado á S c a p c i o la mente del Senado, me objeción; Salamina llevó aparte y me dijo que no oponía ninguna c i e n t o s talentos; pero ya que los diputados de que de esta m a n e r a lo que se le debía no llegaba a doscreían de b e r l o s , me rogaba les hiciese pagarlos. Muy b i e n , le con t e s t é ; y mandándole retirar, llamé a los diputados. ¿Cuánto debéis? les pregunté, y me c o n t e s t a r o n : Ciento (1) Uno por ciento mensual: e s t a era la tasa l e g a l . Pero Scapcio presentaba un senatuseonsulto que derogaba la ley y otro que se había dado por influencia del mismo Bruto y de sus amigos, e s t a b l e ciendo que todo con t r a t o con los salaminianos tendría tuerza de ley, y aceptando el interés de - 4 8 por 100 exigido por el honrado Bruto. ('') Esta era la l e y que prohibía exigir más del i por 100 me n s u a l .

CARTAS A ÁTICO. 2 3 3 -seis talentos. Dfjelo así a S c a p c i o , que c o me n z ó a lanzar e x c l a m a c i o n e s . ¿A qué e s o s gritos? le d i j e : se trata de arreglar v u e s t r a s c u e n t a s . se n t a r o n se , con t a r o n , y al fin se pusieron de a c u e r d o . Los diputados se disponían a en tregar el dinero y excitaban a S c a p c i o para que lo reci b i e se , cuando éste me llevó de nuevo aparte y me rogó dejase en suspenso el a s u n t o . No pude resistir la impudencia de este hombre , y a pesar de las quejas de nuestros Griegos, que pedían depositar el dinero en un templo, no quise consentir en e l l o . Todos los p r e se n t e s censuraban el descaro de S c a p c i o , que osaba rehusar rédito tan a l t o , y otros calificaban de loca su p r e t e n s i ó n . Por mi parte le e n c u e n t r o más impudente que l o c o ; porque si sus deudor e s son b u e n o s , siempre está seguro de recibir un tanto por c i e n t o , y si aventura algo, espera hacer s e razón de cuatro por ciento. Esta es mi justificación, y si Bruto no la acepta, no sé poiqué es amigo nuestro ( í ) . se g u r o esto y al me n o s de que su tío no me condenará, especialmente ahora que un se n a tusconsulto, dado después de tu m a r c h a , a lo que c r e o , ha fijado el interés del dinero en el uno por ciento mensual, prohibiendo acumular los interes e s al capital. Puesto que sabes contar, bien ves que lo que con c e d o a Scapcio se eleva mucho m a s . A propósito de esto , me dice L u c e y o en una carta que teme mucho nos lleven todos esto s decreto s a bancarrota g e n e r a l , y me recuerd a el daño que en otro tiempo causó C. César con un sencillo aplazamiento de a l gunos días, que estuvo a punto de perderlo todo. Pero vuelvo al asunto. Cuida de defender mi causa contra Bruto , cosa que no te se r a difícil, porque nada r a z o n a b l e pueden pagará (1) No tenía Bruto mucho empeño en que le aprobase Cicerón; pero considerando en qué camino s e había metido, tuvo que confes a r al fin que el verdadero a c r e e d o r de los Salaminianos era él mismo. 234 MARCO TUMO CICERÓN. alegar contra mí; principalmente cuando en nada h e a l t e rado el estado del a s u n t o . Terminaré con mis negocios familiares. Opino como tú acerca de lo que s a b e s ; necesario será pensar en el hijo de Postumia (1), puesto que Pontidia no decide nada, pero de searía que fueras a Roma. No e s p e r e s cartas de mi h e r m a n o Quinto en algunos me se s , porque las nieves hacen i n t r a n sitable el Tauro hasta j u n i o . He escrito muchas v e c e s a T h e r m o para tus asuntos conforme me pedías. El r e y Deyotaro me dice que P . Valerio no tiene nada y que le sostiene su generosidad. En cuanto sepas si e s t e año hay i n tercalación en Roma , te ruego me lo digas; escríbem e t a m bién qué día se c e l e b r a r a n los m i s t e r i o s . No espero tanto tus cartas como si te encontrases en Roma ; sin embargo , las espero. (1) este era Servio, de quien ya se ha hablado como partido p o s i ble para Tulia. Era hijo de Servio Sulpicio, íntimo amigo de Cicero Y cónsul el año anterior.


LIBRO SEXTO.

CARTA PRIMERA.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Recibí tu carta en Laodicea el cinco de las fiestas Terminales (1) , encontrando en ella con sumo placer nuevas pruebas de tu amistad, dé la bondad, celo y apresuramiento por servirme . Voy a c o n t e s t a r conforme me pides, y no seguiré otro orden que el tuyo. Me dices en primer lugar que la última carta mía que recibiste estaba fechada en Cibistro el x de las kalendas de o c t u b r e ( 2 ) , y deseas saber cuáles son las que h e recibido tuyas. De todas las que mencionas so l a me n te me faltan las dos que diste a los esclavos de L é n t u l o , una en Equotutico (3) y la otra en Brindis. No has perdido, pues, el t r a b a j o , como t e me s , porque no e s p e r de r l o proporcionarme placer, y nada me lo ha mayor. Mucho me agrada que apruebes mi r e se r v a con Appio y mi libertad con Bruto : temía lo contrario . Appio me ha e s c r i t o , al r e g r e s a r , dos ó tres cartas un tanto agrias porque causado
(1) El 27 de febrero; las fiestas de Termo comenzaban el 2 3
(2) 22 de se t i e m b r e .
(3) Pueblecillo de la Apuia. 236 hago algunas cosas de otra manera que él . Esto es lo mismo que si un médico a quien se hubiese quitado un enfermo, tomara a mal que su s u ceso r empleara otros remedios. Appio, que ha tratado a la provincia por el hierro y el fueg o , que la ha desangrado, e x t e n u a d o , que me la entre g ó agonizante, encuentra mal que repare yo el daño que ha causado. Sin embargo , a la vez que se queja, me da las g r a c i a s , y tiene razón, porque mi conducta salva su h o n o r . L o que le irrita es que no me parezca a é l , y en e f e c t o , nadie se le parece me n o s : bajo su m a n d o , se ha arruinado la provincia en muchos conceptos : bajo el mío, nada se le ha pedido bajo ningún p r e t e x t o . ¿Qué no podría decir yo de los prefectos de Appio, de su comitiva y de sus l e g a d o s , de sus rapiñas, de sus violencias y brutalidades? Ahora, por el contrario , la casa mejor ordenada no o f r e c e tanta r e g u laridad y e con o m í a como esta provincia. Algunos amigos de Appio alegan ridiculamente que yo no afecto tan b u e n a conducta sino para de s a c r e d i t a r la suya, y que, al realizar el bien, no atiendo tanto a mi gloria como a su de s h o n r a . Por lo de m a s , si es c i e r t o que Appio me da las g r a c i a s , como dice Bruto en la carta que te ha dirigido, las a c e p t o ; pero esto no me impedirá anular esta misma mañana mucho s actos suyos é inicuas i n s t i t u c i o n e s . Paso ahora a Bruto , cuya a m i s t a d , por consejo tuyo, busqué con el afán posible y hasta al que había c o me n z a d o a a m a r : pero no diré que le odio, por no ofenderte . P u e de s estar se g u r o de que nada he preferido al de se o de se r v i r l e , y que este fué mi primer cuidado. Me entre g ó una c u e n t a , y tú mismo me r e c o me n d a s t e sus i n t e r e se s y nada he omitido en su favor ( 1 ) . En primer lugar, llegué hasta instar a (1) Bruto, a pesar de su amor a la libertad y del hecho c é l e b r e con que la afirmó, tenía el vicio común a los nobles Roma n e s : el de la u s u r a . P r e s t a r dinero a los ciudadanos y con más provecho a los aliados y las ciudades con réditos e n o r me s , e r a el procedimiento ordinario de aquellos nobles para c r e a r se r e n t a s . Las ciudades a l i a -

CARTAS A ÁTICO. 23T Ariobarzanes para que entregara a Bruto el dinero que me ofrecía. Mientras permaneció a mi lado este rey , me pareció muy dispuesto á ello; pero después se vio e s t r e c h a d o por multitud de mandatarios de P o m p e y o , que tiene más influencia que nadie, sobre todo desde que se dice será encargado de la guerra de los Parthos. He aquí sin embargo , lo que he podido conseguir : c o b r a por meses , esto ni siquiera es el rédito de su dinero; pero se ni puede pagar a ningún otro a c r e e d o r , sobre da por tiene de l o s impuestos ordinarios, treinta y tres talentos antiguos;, contento y no apremia por el capital, Ariobarzanes no paga porque no tesoro ni r e n t a s r e g u l a r e s : v e se obligado, a ejemplo Appio, a imponer t a s a s , que apenas bastan para pagar los réditos de Pompeyo. Este rey ti e ne ci e r t a me n te dos ó tres amigos muy r i c o s , pero guardan su dinero con tanto c u i dado como tú y y o . No ceso de es c r i b i r le cartas muy a p r e miantes y e n é r g i c a s . Deyotaro me dice que también le había hecho hablar en favor de Bruto y que Ariobarzanes le contestó que no tenía dinero. Y así es verdad, a fe mía, porque no hay reino más m i se r a b l e ni rey más p o b r e . Por tales razones renuncio a esta tutela, ó, como decía Scévola refiriéndose a Glabarión, pido que se entregue a mi pupilo réditos y capital. En cuanto a las plazas de prefectos que,, por tu conducto ofrecí a Bruto , las he dado a M. S c a p i o , y a L. Gavio, que hacían sus negocios en la Capadocia y no en mi provincia. R e c o r d a r a s que convinimos en que podía disponer de estas plazas, con tal de que no fuesen personas comprometidas en los negocio s para de la Cilicia. Otras dos le r e se r v a b a , pero aquellos para quienes las p e día no estaban ya en la provincia. das quedaban literalmente roídas por los procónsules que las g o bernaban, y no podían salir de sus apuros del momento sino t o m a n do prestado a otros nobles que acababan de e x t e n u a r l a s exigiéndoles J o s intereses y el c a p i t a l . E s t a se x a c c i o n e s hacen r e s a l t a r con más brillo el desinterés de Cicerón. 238 MARCO T U L I O CICERÓN. P a se m o s a los de S a l a m i n a . Veo que ignorabas como yo que este dinero fuese de Bruto . Nunca me habló de e l l o ; más aún, conservo su cuenta que c o m i e n z a a s í : «La mis particulares amigos.» Después de fiador ciudad de Salamina debe dinero a M. S c a p c i o y a P . Matinio, recomendármelos, añade, para interes a r me mas en ello, que les ha servido de por cantidad conside r a b l e . Había conseguido que les pagaran a razón del uno por ciento al me s , a c u m u lando al terminar cada seis años l e s interes e s al capital; pero S c a p c i o pedía el c u a t r o por c i e n t o , y hubiese t e m i d o , al h a c é r se l o o t o r g a r , p e r de r tu a m i s t a d . Esto habría sido obrar en contra de mi edicto y arruinar completamente una ciudad que está bajo la protección de Catón y del mismo Bruto, y a la que había colmado de f a v o r e s . Ahora me p r e senta Scapcio una carta de Bruto , en la que me dice que él es el principal i n t e r e s a d o en el negocio , cosa que j a m a s me había dicho, ni a tí t a m p o c o . Me pide también una plaza de prefecto para S c a p c i o ; pero en los o f r e c i m i e n t o s que le hice por tu conducto h a b í a e x c e p t u a d o a los n e g o c i a n t e s . Y aunque con c e d i e se a alguno de ellos una de estas plazas, siempre habría que e x c e p t u a r a S c a p c i o . En tiempo de Appio tenía una, y también le dio algunas fuerzas de c a b a llería, con las que tuvo sitiado al Senado de Salamina, hasta el e x t r e m o de que murieron de h a m b r e cinco se n a dores. Así fué que en cuanto llegué a mi provincia y supe esto en Efeso, por los diputados de Chipre, mandé ó r de n e s para que aquella caballería saliese inmediatamente de la isla. Esta e s sin duda la causa de las injustas que j a s que Scapcio ha dado de mí a B r u t o . P e r o estoy de c i d i d o . Si Bruto pretende que debía h a c e r pagar a Scapcio a razón del c u a t r o por ciento mensual, a pesar de mis r e g l a me n t o s y edictos que fijan el uno y cuando los usureros más e x i gentes se contentan con este inter é s ; si l e p a r e c e mal le haya negado una plaza de prefecto para un negociante, cuando Torcuato y Pompeyo , a quienes las he n e g a d o , al

CARTAS A ÁTICO. 239 primero para tu amigo L e n i o , y al segundo para se x . S t a cio ( 1 ) , han aprobado mi negativa; si me c e n s u r a e , pero siento mucho más e n con t r a r l e me lo había figurado. haber mandado r e g r e s a r a esa caballería, mucho siento d i s g u s t a r tan diferente como El mismo Seapcio confesará que h e querido hacer l e p a gar según la tasa- marcada en mi e d i c t o . Más h e hecho , y no sé si me a p r o b a r a s . No debía c o r r e r el rédito desde e l momento que los diputados de Salamina ofrecían pagar y querían depositar la cantidad: he conseguido de ellos que c a l l a se n , y se han comprometido a hacerlo así; pero ¿qué Íes s u c e de r a si me reemplaza Paulo? ( 2 ) En todo esto h e obrado por consideración a Bruto, que te habla de mí en términos muy l i s o n j e r o s , aunque ias cartas que me es c r i b e , hasta para pedirme algo, son, por el con t r a r i o , duras, a r r o g a n t e s , i r a c u n d a s . T e ruego le refieras todo lo que te digo, con objeto de que se p a yo lo que piensa, porque tú me lo d i r a s . Y a te había dado cuenta detallada de todo esto en mi última c a r t a ; pero he querido demostrarte que no h e olvidado lo que me dices en una tuya, esto e s , que aunque mi gobierno no me p r o por c i o n a se más que ocasión para g r a n j e a r me la amistad de Bruto , esto se r í a b a s t a n t e . Sea así, puesto que lo dices ; pero c r e o que no desearás que consiga esa amistad con detrimento de la j u s t i c i a . He hecho por se a p c i o cuanto me permitía mi e d i c t o . Si he obrado bien, tú lo juzgarás y no apelaré ni siquiera a Catón. No he olvidado l o s preceptos que me diste y que llevo en mi interior. Me r e c o me n d a s t e llorando que cuidara de mi reputación; ¿hay carta tuya en que no me lo recuerdes? (1) Otro negociante de la misma calaña que Seapcio, Matinio y Gabio, y amigo de Pompeyo¿ (2) Es decir, que si Emilio Paulo, cónsul entonces, sucedía a Cicerón en el mando de la Cilicia, podía t e me r se que f a v o r e c i e se a Bruto ( c u y a hermana había casado con Lapido, hermano de Paulo) a expensas de los Salaminianos. 240 MARCO TÜL10 CICERÓN. Que me c e n s u r e e l que q u i e r a . Me con s o l a r é con tal de' que tenga la justicia de mi parto, sobre todo ahora que tengo como c o m p r o m i s o s con ella, al dar los seis libros de La República que tú a p r u e b a s con mucho regocijo mío . Una sola falta contra la historia haces n o t a r en ellos ( 1 ) , con relación a Cn. Flavio ( 2 ) , hijo de Cneo. P e r o no se l e puede c o l o c a r antes de l o s decenviros, puesto que fué e d i curul, m a g i s t r a t u r a creada mucho antes del de c e n v i r a t o . ¿Qué utilidad, dices , tenía la publicación de los fastos? A se g ú r a se que e l orden que l o s regulaba era desconocido en otro tiempo , de s u e r t e que corto número de jurisconsultosseñalaban los días en que se podía litigar; otros mucho s han escrito que Cn. F l a v i o , e s c r i b i e n t e e n t o n c e s , publicó los faslos y las fórmulas del de r e c h o ; y yo no lo h e dicho, ó más bien, he hecho decirlo a Scipión Africano sin buenas autoridades. L o que digo de g esto s de histrión, lo has interpretado malignamente; lo e s c r i b í con se n c i l l e z . D í c e s me que h a s sabido por cartas de Filótimo que he sido proclamado imperator; pero c r e o que después de tu llegada a Epiro h a b r a s recibido las d o s cartas en que t e (1) Los se i s libros de La República. El hecho que criticaba Ático no e x i s t e en el t e x t o s u m a me n t e mutilado que nos queda de e s t a obra. (2) Cicerón d i c e , pro Murena: ((Pocos conocían en otro tiempo los días en que era permitido administrar justicia, no habiéndose publicado todavía el cuadro de los días fastos. Los jurisconsultos gozaban de mucha reputación, y se les consultaba a c e r c a de estos dias como los Cuídeos. VJn e s c r i b i e n t e llamado Cn. Flavio picó, como decirse suele, los ojos a las c o r n e j a s , y publicó un cuadro de los fastos, día ñor día, arrebatando toda su ciencia a nuestros sutiles j u r i s con s u l tos. Furiosos esto s y temiendo que la publicación de aquellas tablas hiciese inútil su ministerio, imaginaron c i e r t a s fórmulas para inter venir en todos los negocios.» La indiscreción de e s t e Flavio, hijo de un liberto y escribiente de Appio Ceco, le granjeó tanto favor con el pueblo, que le nombró edil, cónsul, y después tribuno. El j u r i s con sulto Pomponio pretende que F l a v i o r o b ó a Appio el trabajo que levalió la popularidad y los honores que fueron su consecuencia. }

CARTAS Á ÁTICO. 241 refería detalladamente esto, y que entregué a tus criados , la una después de la toma de Pindeniso y la otra en Lao dicea. He remitido a Roma por dos naves diferentes, para mayor seguridad, dos copias de mi relato dé los cimientos. Opino como tú en lo que se refiere a mi Tulia (i) , y le he escrito, como también a Terencia , que su proyecto me quisiera agradaba. recuerdo lo que me decías en una tuya: aconte que hubieses mello a tu antiguo rebaño (2) . No era necesario cambiar nada a la carta de Memmio, porque prefiero desde luego el que propone Pontidia al de Servilia . Para esto sírvete de Allfio, que no ha cesado de quererme y que con la herencia que le ha dejado su hermano Appio creo que ha aumentado también esta amistad, de la que he recibido pruebas en muchas o c a s i o n e s , especialmente en el asunto de B u r s a . De e s t a m a n e r a me libertarás de un cuidado muy grande. No me agrada la cláusula de F u r n i o . El tiempo que e x ceptúa e s el único durante el cual tengo algo que t e me r . T e escribiría m a s entensamente a c e r c a de esto si te e n con t r a se s en Roma . No me e x t r a ñ a que pongas toda tú confianza en Pompeyo en cuanto a la tranquilidad p ú b l i c a : tienes razón, y c r e o que de b e m o s retirar tu palabra en riencia no me culpes a m í , puesto que t e sigo paso a p a s o . L o s dos niños Cicerones se quieren mucho ; se l e s i n s (1) Con relación al matrimonio de Tulia. (2) E s decir, quisiera que eligieses marido para Tulia en la c l a se de caballeros a que p e r t e n e c e s . En efecto, sus dos primeros y e r n o s eran p a t r i c i o s . Del primero, Pisón F r u g i , que murió joven, no t u v o quejas, y si las tuvo del segundo; Crassipo, no le guardó rencor. Dolabela, que fué el t e r c e r o , patricio también, además del repudio, l e dio muchos d i s g u s t o s . (3) Cicerón pinta a Pompeyo en muchos pasajes como hombre poco seguro y de apariencias ordinariamente e n g a ñ o s a s . Razón tenían e l grande orador y Ático, que pensaba como él. TOMO IX. 16 apa- ( 3 ) . Si no e n c u e n t r a s mucha ilación en e s t a carta , 242 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . truye y ejercita a la v e z ; pero se les puede aplicar lo que Isóerates decía de Eforo y T e o p o m p o : el uno necesita freno, el otro espuela ( 1 ) . Me propongo hacer tomar la toga viril al joven Quinto el día de las Liberalia ( 2 ) , porque así me lo ha encargado su padre; supongo, en mi cálculo, que no ha habido inter c a l a c i ó n . Estoy muy satisfecho de Dionisio; nuestros j ó v e n e s dicen que e s c o l é r i c o y violento; p e r o imposible es poseer más c i e n c i a , me j o r e s más afecto hacia tí y hacia mí. Razón tienen para de c i r t e que se aprecia mucho a T h e r m o y S i l i o ; su conducta es muy h o n r o s a , así como la de M. Nonio y Bíbulo, y la mía, si quieres que lo diga. Quisiera que Serofa tuviese también ocasión de distinguirse, e n con t r a n d o se en admirable posición para ello. En cuanto a los demás, no cuidan gran cosa de seguir las máximas de Catón. Mucho te agradezco que hayas recomendado mis a s u n t o s a Hortensio. Dionisio c r e e que no puede e s p e r a r se nada de Amiano ( 3 ) . Carezco de noticias de T e r e n c i o ( 4 ) ; y en cuanto a me r a g e n e s , indudablemente ha m u e r t o . He pasado por sus t i e r r a s , en las que no hay ser viviente. Aun no lo sabía cuando hablé con tu liberto D e m ó c r i t o . T e h e pedido vasos de R o s i a s ( 5 ) . P e r o tú ¿en qué piensas? Si me costumbres y p ) De los dos Cicerones, el que necesitaba espuela era el hijo de Marco Tulio, que, según Séneca, no tuvo de su padre m a s que la u r banidad. (2) E s t a se r a n las fiestas en honor de B a c o , que se celebraban el 17 de m a r z o . (3) Tal vez algún deudor de Ático, en Cilicia. (4; Terencio, esclavo fugitivo de Ático. (5) f.os vasos de Cilicia eran muy ligeros y muy lindos, pero e s taban hechos a molde, por lo cual no debían se r muy c a r o s . Solamente su mérito e x t r í n se c o podía agradar i Cicerón; sin embargo, no podían competir con la hermosa vajilla dorada, adornada con hojas de helécho, ni con los preciosos ceslillos de me t a l trenzado con que Ático adornaba su mesa, tan bellos que dudaba Cicerón hubiese manj a r e s dignos de ocuparlos.

CARTAS Á ÁTICO. 243 s i r v e s legumbres en vajilla artísticamente labrada, ¿qué me darás en platos de barro? Se ha pedido un Képa? para Femio y se encontrará, para que no toque más que lo que me rezca oirse. Nos amenaza la guerra con los Parthos. Cassio no ha escrito más que cartas ridiculas: las de Bíbulo no habían llegado aún, pero cuando lleguen, espero que con m o v e r a n al Senado. Por mi parte me e n c u e n t r o con ánimo muy perturbado. Si, c o m o de se o , no me dejan en mi g o b i e r n o , debo temer mucho a junio y j u l i o . Que Bíbulo resista d u rante dos me se s , y ¿qué acontece r á al que deje aquí? ¿y s i e s mi hermano? ¿y si yo mismo no puedo m a r c h a r me en seguida? Todo esto me preocupa mucho. He con v e n i d o , sin embargo, con Deyotaro que vendrá a reunirse con mi e j é r c i t o trayendo todas sus tropas. F ó r m a n l a s treinta c o h o r t e s , de c u a t r o c i e n t o s hombres cada u n a , a r m a d o s a la romana, y de dos mil caballos. Con este refuerzo podráse con t e n e r al enemigo hasta la llegada de Pompeyo, que me dice en sus cartas se encargará de esta guerra. Los Parthos ocupan cuarteles de invierno en terreno del i m p e r i o . Esperan a Orodo: ¿qué te "diré? él asunto e s g r a v e . Nada innové en e l edicto de Bíbulo, exceptuando la cláusula acerca de la que me es c r i b i s t e que sería un pre- juicio muy poco honroso para nuestro orden. He puesto, sin embargo , una que significa lo mismo , pero no tan e x p l í citamente; la he tomado del e d i c t o de Q. Mucio ( 1 ) para las provincias de Asia; y d i c e : que si las condiciones de un entre contrato son injustas, se regirá el asunto por la buena fe. He conservado también muchos artículos de S c é v o l a , otro s , el que permite a los Griegos arreglar entre sí sus diferencias según sus l e y e s , lo cual les h a c e c r e e r que g o zan de libertad. Pero mi edicto e s b r e v e , porque todo lo h e reducido a dos puntos: en el uno trato l o s asuntos que (1) Q. Mucio Scévola, gobernador del Asia. 244. pertenecen propiamente a la jurisdicción de los reses gobernad o r e s , como las cuentas de las ciudades, sus deudas, i n t e del dinero, o b l i g a c i o n e s , todo lo que afecta a l o s publícanos; el otro contiene mucho s asuntos que ordinariamente se juzgan por el e d i c t o , y que no pueden j u z garse de otra m a n e r a , como t e s t a me n t o s , adquisiciones,, bienes de c r e t a d o s , sindicato de a c r e e d o r e s . En todo lo demás h e declarado que juzgaría en conformidad con Iosedictos de los p r e t o r e s . A esto me atengo y a todos s a t i s fago. Los Griegos están contentísimos con t e n e r j u e c e se x tranjeros ( 1 ) . Me dirás que son j u e c e s falaces; ¿qué i m por ta? estos pueblos c r e e n haber r e c o b r a d o la libertad. Los que tenéis en Roma son sin duda personas i m por t a n t e s : Turpión, antes zapatero; un V e c c i o , r e v e n de d o r ! Deseas s a b e r cómo estoy con los publícanos. Les trato muy bien; les c o l m o de a t e n c i o n e s , de alabanzas y c a r i c i a s , pero cuido de que no sean gravosos a n a d i e . Lo que te costará trabajo c r e e r e s que Servilio (2) l e s adjudicaba e l inter é s convenido en sus con t r a t o s con las ciudades; yo señalo a los deudores plazos razonables, previniéndoles ¡un que si pagan a n t e s , no abonarán más que el uno por ciento mensual; si no, el i n t e r é s convenido. De esta manera no están muy sobre c a r g a d o s los G r i e g o s , y los publícanos muy con t e n t o s . Yo les felicito m u c h o y les invito con f r e c u e n c i a . ¿Qué más te diré? Tan bien se e n c u e n t r a n con m i g o , que no hay uno que no se crea mi mejor amigo. Sin e m b a r g o , ¡wjSév a&xotí;. Y a s a b e s el r esto . En cuanto a la estatua del Africano (¡oh cosa extraña,, pero que me regocijó mucho en tu carta ! ) , ¡ cómo ! ¿Mételo Scipión ignora que su bisabuelo no fué censor? (3)
(1) E x t r a n j e r o s relativamente a los Romanos, que llamaban asi' a los pueblos sometidos a su dominación y a los que habían dejado su. antigua forma de gobierno.
(2) Servilio Isáurico, el padre. Había gobernado la Cilicia. (?) En efecto, no fué Serapión, bisabuelo de Scipión, adoptado por

245 sin embargo, no ostenta otro título que el de cónsul en la inscripción de la estatua que has hecho colocar en paraje elevado del templo de Opis. Lo mismo acontece con la que se ve en el templo de Pólux, y que seguramente es del mismo artista, como lo demuestran la postura, traje, el anillo y hasta el semblante. Y, a fe mía, cuando en la multitud de esas estatuas ecuestres doradas que Mételo ha hecho colocar en el Capitolio, vi al pie de la de Scipión el Africano el nombre de Serapión , creí que era un error del obrero , pero ahora veo que lo cometió Mételo, y esta ignorancia no tiene excusa. Si es falso que Flavio les fastos, este error me es común con mucho s publicara escritores, la y razón has tenido para no decidir nada; he seguido opinión general , como f r e c u e n t e me n t e hacen los G r i e g o s . ¿Quién no ha dicho que Alcibiades precipitó en el mar a Eúpolis, poeta de la comedia antigua, cuando pasó a Sicilia? Eratosteno es contrario a esta a se r c i ó n , puesto que a se g u r a que este poeta compuso algunas obras después de la guerra de Sicilia. ¿Perderá todo su crédito el e x a c t o h i s toriador Duris de S a m o s ( 1 ) , por h a b e r cometido este error con tantos otros? ¿Quién no h a dicho que Zeleuco ( 2 ) dio l e y e s a Locris? ( 3 ) ¿y se aprecia menos a Teofrasto desde que T i me o , tu autor favorito, le c e n s u r a haberlo repetido? Pero e s vergonzoso para Mételo ignorar que su bisabuelo no fué c e n s o r , tanto más, cuanto que nadie de este nombre lo fué desde su consulado hasta su m u e r t e . Mételo, quien fuéoensor, sino Scipión Emiliano, llamado el Africano, -que ejerció este c a r g o con Q_. Mummio en 611. Con razón, pues, se e x t r a ñ a b a Marco Tulio de ver unido el nombre de Serapión con el del Africano al pie de la e s t a t u a de este último, y se burlaba de la i g n o rancia del que cometió el error . (1) Vivió bajo Ptolomeo Filadelfo, y escribió la historia de los ^Griegos y Macedorúos. (2) Discípulo de Thales, según A r i s t ó t e l e s . (3) Ciudad de Bruttiun, que se creía edificada por los compañeros de Ayax.
246. En cuanto a lo que me dices de Filótimo y del pago de sus quinientos ochenta mil sextercios , únicamente sé que llegó al Quersoneso por las kalendas de e n e r o , y todavía no h e recibido cartas suya s . Camilo me escribe que ha c o brado el resto de mi dinero; ignoro qué es esto , y d e se o saberlo. P e r o t e hablaré de ello en otra ocasión, y mejor tal vez v e r b a l me n t e . Al final de tu carta , querido Ático,, encuentro una cosa que me hace temblar. Después de de cirme ¿qué tengo que añadir? me r e c o m i e n d a s a f e c t u o s a mente no aflojar en mi prudencia y estar atento á todo . n o ; no e x i s t e ningún indicio; n o Sin e m ¿Acaso sabes algo? Pero hubiese pasado inadvertido, y nada me es c a p a r a . recido que significaba a l g o . Reitero la aprobación ala respuesta b a r g o , este con s e j o , dado tan c u i d a d o s a me n t e , me ha p a que has dado. 4 M. Octavio, y hubiese deseado algo más de seguridad. Celio me ha enviado su liberto con una carta muy urgente;, pero nada me n o s razonable que lo que pide en cuanto a las panteras y las eiudades. acerca de esto último le he con testado que sentía mucho se me con o c i e se tan poco en Roma , que se i g n o r a se que no levantaba en mi provincia ningún impuesto extraordinario, como no sea para el p a g o de deudas; que no podía con c e d e r l e e se dinero ni él a c e p tarlo; y en fin, le digo como amigo, que debía, después deh a b e r acusado a los otros ( 1 ) , cuidar más de su conducta,, y que en cuanto a las panteras perjudicaría a mi fama si obligase a los Cibiratos a hacer por él una c a c e r í a pública. Lepta está muy gozoso con tu carta , que efectivamente e s muy amable para é l , y me está agradecido. Muy o b l i gado quedo a tu querida hija por h a b e r t e recomendado tanto que me saludases de su parte ; también doy gracias a Pilia, pero más especialme n t e a la primera que no me ha (I) Celio había acusado a muchos, entre ellos a C. Antonio, a n t i guo colega de César.

247 v i s t o desde mucho tiempo : saluda por mí a las d o s . En tu carta de la víspera de las kalendas de enero t r a e s a mi memoria un recuerd o muy d u l c e , el del juramento más bello: c i e r t a me n t e no lo había olvidado; aquel día fui yo un gran c ó n s u l . He contestado a todas tus cartas , r.o como tú querías, dándote oro por c o b r e , sino sirviéndote como, tú me has servido. Pero tengo aquí o t r a carta pequefiita que no de j a r é sin r e s pues t a . Sin duda podía Luceyo v e n de r su casa de T ú s c u l o , a no se r que . . . porque de ordinario c e n a con su flautista, y desearía saber el estado de sus n e g o c i o s . He sabido también que Léntulo ha puesto en v e n t a , a causa de sus deudas, su casa de T ú s c u l o . Deseo v e r l e mejor , como también á se x t i o y si quieres a Celio. De todos ellos puede de c i r se : «se avergüenzan de huir y temen l u c h a r . » T e c r e o enterado de que Curión piensa hacer llamar a Memmio (1) . E s p e r o , aunque sin confiar mucho en e l l o , h a e e r t e pagar por Egnacio Sidicinio. P i n a d o , a quien me recomiendas , ha caído gravemente enfermo en casa de de y o t a r o , que lo cuida con mucho esmero. Esto es todo lo que tenía que contestar a esa cartita. T e ruego no de j e s languidecer nuestra correspondencia durante mi permanencia en Laodicea, esto es, hasta los idus de mayo; y cuando hayas llegado a Atenas (que ya se tendrán noticias de la distribución de las provincias, acerca de ,lo que deben deliberar en el mes de marzo) mándame mensajeros. ¿Pero es verdad, como dices , que por medio de Herodes (2) has obtenido de César cincuenta talentos antiguos? Dicen que Pompeyo está muy disgustado contigo , porque considera esa cantidad como dinero que le has sustraído. Dícese también que César no hará ya tantos gastos para la construcción de su casa de
(1) Curión no lo consiguió; César fué quien le llamó cuando obtuvo el poder.
(2) Liberto de Ático .
248 Aricia. Todo esto lo he sabido por P. Vedio, que es muy aturdido, pero amigo de Pompeyo . Salió a mi encuentro hace mil con dos c a r r o s , una rheda con dos caballos, una litera y tan considerable n ú me r o de esclavos , que si Curión aprobar su ley ( 1 ) , se tasará a Vedio en más de cien sextercios . En uno de los c a r r o s llevaba un cinocéfalo, y ostentaba también o n a g r o s . Jamás he visto hombre más insensato . Pero e s c u c h a lo demás. Se alojó en Laodicea casa de Pompeyo Víndulo, y allí dejó su equipaje en cuando salió a recibir me . Entre tanto murió Víndulo ( 2 ) , cuyos bienes debían pasar a Pompeyo. C. Vennonio ( 3 ) , yendo a poner los sellos en casa de Víndulo, encontró lo que pertenecía a Vedio. Allí tenía cinco retratos de nuestras damas romanas (4), entre ellos el de la hermana de tu amigo Bruto, que debía elegir mejor los suyos , y el de la esposa del complaciente marido Lépido, que toma estas cosas somos algo curiosos de estas historias. Una cosa tengo aún que decirte , en la que te ruego pienses:
he sabido que Appio hace construir un pórtico en Eleusis; ¿podrán censurarme porque haga alzar uno en la
(1) Esta era una ley para la reparación y entretenimiento de los caminos principales. Vedio. con su numeroso t r e n , era quien los deterioraba m a s , y naturalmente debía pagar m a y o r impuesto.
(2) Liberto de Pompeyo. Cuando moría sin hijos ni t e s t a me n t o un liberto, sus bienes pasaban a su antiguo a m o .
(3) este era sin duda algún funcionario encargado de poner los sellos sobre los bienes de los difuntos, y bajo la dependencia del procónsul de Cilicia. Era además amigo particular de Cicerón.
(4) No eran estos retratos como los entendemos hoy, es decir, imágenes pintadas, sino imágenes en cera , ó figuritas, Las jóvenes , según Perrio, acostumbraban dedicar algunas a Venus. Cicerón añade en seguida los nombres de Bruto y de Lépido, el futuro triunviro : el uno que es necio por tratar con amistad a Vedio, sin v e r que su hermana Junia, esposa de Lépido, se encuentra tachada de r e l a c i o nes adúlteras con el mismo Vedio; el otro que no cuida de lo que hace su esposa, ó que lo sufre sin que se altere su buen humor. con tanta indiferencia. He querido itapiotopfia-at, porque los dos Tengo horror a esas falsas inscripciones
Academia? (1) No, me dirás: escríbeme, pues, en cuanto a esto. Mucho quiero a Atenas, y desearía dejar en ella algún monumento que probara este cariño.
Tengo horror a esas falsas inscripciones que se ponen a estatuas que otros han elevado; pero me entrego completamente a tí. Díme en qué día caen los misterios Romanos (2) este año y cómo has pasado el invierno. Cuídate. En el día setecientos sesenta y cinco después de la batalla de Leuctris (3).
(1) Quiere decir Cicerón que si el orgullo patricio impulsa a Appio a elevarr un pórtico a Eleusis, para perpetuar la fama de su nombre, él, por el mismo motivo, como orador y filósofo, puede hacer otro tanto en la Academia, ilustre escuela situada en las puertas de Atenas.
(2) Según Popma, estos misterios eran las Consualias, así llamadas del Dios Consus, y durante los cuales , dice Varrón , los s a c e r d o t e s celebraban en un c i r c o alrededor del a l t a r juegos que recordaban el robo de las Sabinas. Tenían l u g a r estos j u e g o s en el mes de marzo y pertenecían a las fiestas movibles.
(3) Es decir, después de la muerte de Clodio, que sucumbió en Bobila a manos de Milón, acontecimiento que Cicerón compara enfáticamente a la batalla Léuctrica .

CARTA II.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD.
Habiéndome dicho tu liberto Filógeno , al venir á saludarme en Laodicea , que inmediatamente va a marchar en busca tuya, l e doy esta carta , contestación a la que he recibido por el mensajero de Bruto . Comenzaré por el último punto, que me ha contristado mueho, e n él me hablas de lo que te escribe Cincio que ha oído decir a Stacio. Y lo que me disgusta especialmente e s que Stacio se haya atrevido a decir que aprovecho esa r e s o l u c i ó n . ¡Aprobarla yo ! Pero basta de esto . Quisiera estrechar más todavía l o s lazos que nos unen, aunque los de nuestra amistad sean indisolubles: tan lejano estoy de r o m p e r l o s . Muchas v e c e s h e oído decir a Quinto cosas algo duras relativamente a esto; pero siempre he calmado su irritación, y creo que lo sabes. Y es muy cierto que durante el viaje y nuestras expediciones, con harta frecuencia le he visto enojado ; otras tantas veces le he aplacado. Ignoro lo que habrá pero escrito a Stacio , y sea la que quiera su intención, no es a su liberto a quien debe franquearse . Nada omitiré para p e d i r le que tome torcida resolución; pero todos debemos cuidar de ello, y especialmente tal es el deber y el interés del j o v e n Cicerón, que ya no es un niño, y no dejo de exhortarle a ello. Paréceme que os profesa a tu madre y a tí todo el cariño que debe profesaros. Tiene mucho i n g e n i o , pero ingenio tornadizo y difícil, y me cuesta mucho trabajo dirigirle. Ahora que h e con t e s t a d o al final de tu carta, voy a pasar al principio.
No por el testimonio de un autorcillo he dicho que todas las ciudades del Peloponeso eran marítimas , sino bajo la fe de Dicearco, al que tanto respetas. Por muchas razones censura a los Griegos, en el relato que hace Querón de la entrada de Trofonio, haber construido tantas ciudades a orillas del mar , y no exceptúa ninguna de las del Peloponeso .
Aunque respeto mucho a este autor (porque era docto y vivió en el Peloponeso), el asunto no dejó de extrañarme y consulté la duda con Dionisio, a Dicearco que tú a C. Vestorio y yo a M. Clavio, me cadia no existe ninguna ciudad marítima llamada que dijo al pronto quedó sorprendido; pero como no aprecia menos que podía confiar en aquel autor. Pretende que en la Ar Lepreón. En cuanto a Tenea ( I ) , Alífera (2) y Trilia las considera
(1) Ciudad entre Corinto y Micenas.
(2) Antigua ciudad de la Arcadia, que se contó después entre las de Elida.
ciudades modernas , y lo comprueba con la enumeración de Homero en la que no se nombran. Este pasaje lo h e copiado a la letra de Dicearco . Bien sé que debe decirse Fliasios, y debes escribir esta palabra en tu ejemplar, comoyo la he escrito en el mío . Al pronto me engañó la analogía, c r e y e n d o que venía de OXtoOs, como de OicoO; y de muy S m o O s se ha h e c h o 'Oiroúvxtoi, Stttouvxiot, pero salí pronto del error . Veo que mi suavidad y desinterés son motivos de regocijo para ti; mucho más te regocijarías si e s t u v i e se s aquí y vieras lo que h e hecho en Laodicea , donde, desde Iosidus de febrero (1) hasta las kalendas de mayo, h e ordenado todos los asuntos de migobierno , e x c e p t u a n d o los de la Cilicia. Muchas ciudades están completamente libres de deudas, y otras se encuentran bastante Los pueblos arreglan sus diferencias según lialiviadas- sus l e y e s , y reviven. He proporcionado a las ciudades dos medios muy eficaces para librarse de deudas: el primero no pidiendo nada a la provincia para mi subsistencia , nada absolutamente , lo digo sin exageración , ni siquiera un óbolo: no puedes figurarte cuánto les ha aliviado esta atención. Y el segundo helo aquí: Como los Griegos que habían ejercido magistraturas se habían enriquecido fraudulentamente a costa de sus conciudadanos, he interrogado por mí mismo a los que habían ejercido estos cargos desde hace dieza años : todo me lo han coníesado, y sin pasar por la v e r güenza de un p r o ceso , e s p o n t a n e a me n t e han restituido a los pueblos e l dinero que les habían t o m a d o . Las ciudades han podido, pues, pagar sin trabajo lo que debían del l u s t r o actual, del que no habían cobrado nada los publicanos y todos los atrasos del anterior. por esta razón me quieren todos mucho . Me dirás que no son in g r a t o s ; ya lo he c o nocido yo . Desempeño mis demás funciones con igual é x i t o , y mi afabilidad admira á todo el mundo. No se llega a mí con tanta dificultad como a los g o b e r n a d o r e s de provincias. Nada se h a c e t e s de a m a n e c e r , por medio de mis c r i a d o s : anera paseo en mi casa como cuando c a n d i d a t o . Encantan mis modales, que me cuestan muy poco trabajo, porque me basta r e c o r d a r mis primeros e n sayos. Pienso partir en las nonas de mayo para la Cilicia, donde pasaré todo el me s de j u n i o ; y si los P a r t h o s , que nos amenazan con una guerra empeñada, me dejan en r e p o s o , me pondré en camino en el me s de j u l i o , con objeto de s a lir de mi g o b i e r n o el m de las kalendas de agosto, que se r a el último día de mi anualidad; tengo, en efecto, mucha esperanza de que no me prorrogarán. He recibido los fastos de Roma hasta las nonas de marzo, y por ellos juzgo que Curión seguirá oponiéndose con igual e n e r g í a a que se arregle el asunto de las p r o v i n c i a s . Espero, pues , v e r t e muy pronto. Paso a ocuparme de tu amigo Bruto, ó mejor dicho, n u e s t r o amigo, puesto que así lo q u i e r e s . He hecho por él cuanto he podido en mi provincia y c e r c a de Ariobarzanes. He empleado con este r e y todos los medios, y hasta le he escrito diariamente. Le he tenido con m i g o tres ó c u a t r o días durante una sedición, de la que le he salvado. Mientras le tuve y después que se m a r c h ó , no h e c e s a d o rogarle que terminara, haciéndole ver mi interés en como actualmente me e n c u e n t r o muy l e j o s , i g n o r o de el a s u n t o y su propia utilidad. Mucho h e adelantado, pero hasta q u é punto h e obtenido resultado. En cuanto a los de S a l a m i n a (sobre éstos tenía autoridad), les he obligado a pagar a Scapcio al tipo del uno por ciento me n s u a l , contando desde la última obligación, acumulando después de cada año el interés al capital. Presentaron el dinero, S c a p cio no quiso recibir l o ; ¿y tú me dices después de esto que Bruto consiente en perder algo? El documento decía c u atro por c i e n t o al me s ; no podían pagar este rédito, y a u n que hubiesen podido no lo habría tolerado yo . . Según me dicen, Seapcio se arrepiente mucho de lo que ha hecho . En efecto, el senatusconsulto en que se apoyaba y que de clara válida la obligación, solamente se dio porque los Salaminos le tomaron prestado el dinero en contra de la ley Gabinia, que declaraba nulas estas obligaciones. El Senado no quiso otra cosa que asegurarle el pago de la deuda, sin dispensarle de las leyes ordinarias en cuanto al inter é s . Esto es lo que h e hecho ; creía yo que Bruto me aprobaría ; no sé si tú estarás contento ; Catón s e pondrá seguramente de mi parte . Pero ahora me dirijo especialmente a tí. ¡Cómo, querido Ático, tú que tanto estimas la probidad y delicadeza, me dices que dé jinetes a Seapcio para hacer se pagar! «Tal palabra ha salido de tu boca, como dice Ennio . Si estuvieses aquí, tú que me escribesno que algunas v e c e s deploras no haber venido con m i g o , ¿me dejarías hacer lo que me pides? se a p c i o , me dices, quiere más que c i n c u e n t a jinetes . No tenía tantos Spartaco cuando comenzó la g u e r r a . ¿Cuánto daño habrían causado en una isla tan débil? 0 mejor dicho, ¿cuánto daño no habían hecho ya antes de mi llegada? Tuvieron sitiado durante muchos días al Senado de Salamina, y algunos senadores murieron de hambre . Seapcio era prefecto de Appio;. Appio le había dado aquellas f u e r z a s . Y tú, tú a quien tengo siempre delante de los ojos cuando cumplo con mi de b e r ó hago algo superior a mi de b e r , ¿me ruegas confiera e se título a tal hombre? ¿No h e m o s convenido no con c e derlo a ningún n e g o c i a n t e , y esto con la aprobación de B r u t o ? se a p c i o pide caballería; ¿por qué no infantería? ¿Desde cuándo se ha hecho tan pródigo? P e r o dices : los habitantes más notables c o n s i e n t e n ; lo s é , y sin duda por e s o v i nieron a v e r me en Efeso, donde me refirieron llorando los daños y v e j a c i o n e s que sufrieron de aquellos soldados. Asi fué que df inmediatamente ó r de n e s para que salieran de la isla antes de un plazo marcado . Esta orden y mi constante conducta con los de Salamina, me han valido de parte ellos los decretos más h o n r o s o s . Mas ¿para qué Scapcio e s o s jinetes ? Los Salaminos quieren de necesita pagarle. me .¿Acaso será n e c e s a r i o obligarles por medio de las armas a que paguen el cuatro por c i e n t o mensual? ¿Y cómo atreverla yo después de esto a l e e r ó s o l a me n t e a t o c a r esos libros que tanto te agradan? En esta o c a s i ó n , querido Ático, has sido demasiado amigo de Bruto y muy poco mío . Yo le he informado de todo lo que me has escrito en su favor. Hablemos ahora de otra cosa . todo lo hago aquí en favor de Appio; todo lo que me permite el h o n o r : esto y muy lejos de odiarle, y aprecio á Bruto . Pompeyo , a quien p r o f e s o mayor amistad de día en día, m e r e c o m i e n d a también flon grandes instancias ese a s u n t o . Has oído decir que C. Celio viene aquí como c u esto r . No s é quién e s : p e r o . . . el negocio de Pamenia me de s a g r a d a . Espero e s t a r en Atenas e n el mes de se t i e m b r e ; quisiera saber cuándo partes y qué c a m i n o se g u i r a s . por tu carta de Corciro he tenido noticia d e l Ei>T¡8siav de Sempronio R u f o . ¿Qué quieres? envidio el poder de Vestorio. Quisiera hablar más e x t e n s a me n t e contigo, p e r o comienza a aman e c e r ; la multitud se a g l o me r a en mi puerta, y Filógeno tiene prisa para marchar . Adiós, pues; mis recuerd o s a Pilia y a n u e s t r a querida Cec i l i a (1) cuando les e s c r i b a s : mi hijo Cicerón te saluda.
(1) La hija de Á t i c o .

CARTAS Á ÁTICO. 255 carta III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Aunque nada nuevo ha ocurrido desde la última que te remití por conducto de tu liberto F i l o g e n o , como mando a Filótimo a Roma, le entrego algunas líneas para tí. Hab l a r e m o s primeramente de lo que más me preocupa manos y tú te e n c u e n t r a s muy l e j o s , «El inmenso m a r agita sus olas entre nosotros.)» (no^ porque puedas ayudarme en nada; el asunto está entre P e r o el tiempo ha m a r c h a d o . El m de las kalendas de agosto termina mi misión ( 1 ) . No tengo noticia alguna de s u c e s o r . ¿A quién voy a dejar al frente de la provincia? La razón y la opinión general designan a mihermano: en primer l u g a r porque es un honor, y él e s muy digno de o b t e n e r l o , y a de más es el único de mis legados que ha sido pretor. Pontinio m a r c h ó h a c e ya bastante tiempo y solamente con esta con dición consistió en a c o m p a ñ a r me . El c u esto r ( 2 ) , por con fesión de todos, no es el hombre que se n e c e s i t a . Es l i g e r o , lividinoso y ávido de l u c r o . Por otra p a r t e , no e s p e r o p e r suadir a mi hermano, que tiene aversión a esta p r o v i n c i a , y verdaderamente es la más odiosa y triste de t o d a s . S u pongamos, por otra parte , que no se a t r e v e a n e g a r me su con s e n t i m i e n t o : ¿puedo yo prevalerme de ello? La guerra amenaza se r i a m e n t e a la Siria, y el fuego puede comunic a r se a esta provincia, que no está guardada, ni tiene s u b s i s t e n c i a s aseguradas para más tiempo de mi ejercicio. (1) (2) 30 de julio. Mescinio Rufo, c u esto r de Cicerón en Cilicia. 256 MARCO T U L I O CICERÓN. ¿Será o b r a r como hermano dejar al mío tamaña c a r g a ? ¿será obrar en bien de la República dejarla a un h o m b r e sin aplomo? Y a ves cuan grande es mi indecisión y si n e cesito con se j o s . ¿Qué te diré? con mucho gusto hubiese prescindido de este asunto. ¡Cuánto m e j o r es tu provincia! puedes dejarla cuando te plazca, si ya no lo has h e c h o (1), y delegar en quien quieras los gobiernos de T h e s p r o c i a y Caonia. Quinto no ha venido; no sé todavía lo que podré conseguir de é l , y aunque consienta, no s a b r é cómo a p r o v e c h a r su con se n t i m i e n t o . Esta e s mi situación en el asunt o . B a j o cualquier otro c o n c e p t o , mi administración ño es otra cosa que gloria y popularidad. He puesto en práctica los principios de esa obra que tanto a l a b a s . He cuidado d e las ciudades y pagado a los publícanos. A nadie he ofendido. Rara vez he tenido que emplear el r i g o r , y no se atrevería a que j a r se ninguno de los castigados por mi j u s ticia. He adquirido de r e c h o s al triunfo, pero no se me v e r a desmedidamente ambicioso y no o b r a r é sino con tu a p r o bación. El asunto difícil es la entrega de la provincia. E s pero que algún dios intervendrá en é l . T ú sabes sin duda mucho más que yo de las cosa s de Roma , recibiendo noticias más r e c i e n t e s y se g u r a s . Mucho siento no e n con t r a r nada de ellas en tus cartas . Aquí se dicen cosas muy odiosas de Curión y de Paulo ( 2 ) , pero no v e o peligro alguno para la República mientras que P o m peyo vigile: pero me duele a fe mía la conducta de Curión y de Paulo, que son amigos míos. Deseo, si te e n c u e n t r a s y a en Roma , ó si n o , en cuanto l l e g u e s , que te o c u p e s en mandarme un resumen general de la situación, de tal m a nera que pueda enterarme de todo y llevar opinión for(1) En Epiro, donde Ático tenía tantos bienes y donde podía e l e g i r los intendentes que más le conviniesen para administrarlos en su ausencia. (2) Curión e r a completamente adicto a César, y el cónsul L. E m i lio Paulo estaba en camino de serlo por los mismos medios.

CARTAS Á ÁTICO. mada. Es cosa muy importante no e n con t r a r se completamente ajeno a los asuntos. 257 al l l e g a r Olvidaba hablarte de Bruto. Ya te he dicho que nada h e omitido en su favor. Los Chipriotas iban a pagar, p e r o Scapcio no se ha contentado con el uno por ciento normal y el interés acumulado de año en a ñ o . Trabajando Pompeyo por su cuenta, no ha conseguido de Ariobarzanes más que yo para Bruto. No puedo sin embargo o b l i g a r l e . ¡Es tan pobre e se rey! Desde lejos no hay más medio de entenderse que las cartas , con las que le h e a b r u m a d o . En último caso el crédito de Bruto ha salido mejor librado que el de Pompeyo. Este año ha recibido ya Bruto c e r c a de cien talentos, y Pompeyo , en seis m e se s , no ha recibido mas que p r o me s a s de d o s c i e n t o s . Relativamente a Appio, imposible de c i r qué con c e s i o n e s h e h e c h o a mi amistad por Bruto . En una palabra, busco qué podría censurar m e eu cuanto a él. Malos amigos tiene en Matinio y S c a p c i o . Tal vez e s t e último hablará muy mal de mí porque no quise poner a su disposición fuerzas de caballería para vejar a los Chipriotas, como las obtuvo a n t e r i o r m e n t e , ó quizá porque no es prefecto, posición que no he querido tenga ningún mandatario de interes e s privados, ni siquiera C. Vennonio, que e s amigo mío, ni M. L e n i o , que lo es t u y o . Al se p a r a r me de tí en Roma , te e n t e r é de esta resolución mía y me h e mantenido firme en ella. ¿Pero de qué se que j a , si pudiendo s a c a r dinero no quiso hacerlo? En cuanto al Scapcio de Capadocia ( 1 ) , debe estar contento de mí. L e n o m b r é tribuno por recomendación de Bruto . Aceptó y después me ha escrito que no e j e r c í a . E x i s t e también un tal Gavio, a quien había nombrado p r e f e c t o , a ruegos de Bruto , y cuya conducta y palabras en todas o c a s i o n e s han sido ofensivas para mí. P a r e c e uno de los ladradores de Clodio. Me de j ó (1) Indudablemente se t r a t a de otro Scapcio que el mencionado anteriormente. TOMO J X . 17 258 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . m a r c h a r para Apamea sin a c o m p a ñ a r me . Después, h a b i e n do venido al c a m p a me n t o , se marchó sin pedirme ó r de n e s . En fin, no sé por qué motivo se ha puesto en abierta oposición conmigo. ¿Qué opinión habrías formado de mi c a r a c ter si hubiese seguidoempleándolo? Y o , que nunca sufrí las insolencias de los grandes p e r s o n a j e s ¿había de s o por t a r las de este advenedizo, y lo que es más, t e n e r l e c e r c a de mí, bien retribuido y honrosamente colocado? No ha mucho le e n con t r é en Apamea disponiéndose a r e g r e s a r a Roma , y me apostrofó con un tono que no me permitiría yo con un C.uleolo ( 1 ) . «¿A quién quieres que pida mis indemnizaciones de prefeeto?» me dijo. Contéstele con dulzura que p a reció e x c e s i v a , que solamente concedía indemnizaciones a aquellos cuyos servicios había aceptado. Marchó furioso, y si Bruto hace suyos los resentimientos de h o m b r e s como é se , puedes que r e r l e tú s o l o ; no se r é yo quien te l e d i s pute. Pero esto y seguro de que considerará el asunto c o m o de b e . Sin embargo , me complazco en tomarte por j u e z en este detalle, del que no dejé de enterarle m i n u c i o s a me n t e . Bruto (lo digo entre nosotros) no me es c r i b e nunca sin e m plear aquí y allá c i e r t o tono de arrogancia y altanería. Testigo de ello es su última carta referente á Appio. Un párrafo hay en ella que tú citas con f r e c u e n c i a : «Granio no se equivoca tanto y tiene horror a la s o berbia.» Pero en último c a s o , m e j o r es r e i r de todo esto que i n como d a r se , porque Bruto no medita bastante lo que dice ni lo que h a b l a . — El joven Quinto Cicerón habrá l e í d o , según imagino, ó mejor dicho, estoy seguro de e l l o , algunas cartas de las que escribes a su padre. Acostumbra a abrirlas, y yo le h e invitado a hacerlo porque puede encontrar en ellas cosa s (1) Cicerón escribe a un Culeolo para darle las g r a c i a s por haber Aratado bien a L u c e y o . No es probable sea el mencionado y a .

CARTAS A ÁTICO. 2 5 9 muy importantes. En alguna h a b r a s hablado sin duda de tu hermana como a mí ( 1 ) . El hecho es que he visto a este j o v e n muy con t r i s t a d o , y me ha confiado su aflicción llorando. ¿Qué te diré? ha dado pruebas de profundo amor a su madre, de su buen c a r a c t e r y excelente m o s de él. por esta razón te digo estas cosa s . Debo decirte también que el hijo de Hortensio se ha p r e sentado en Laodicea en los c o m b a t e s de gladiadores con un traje i n de c e n t e y escandaloso ( 2 ) . Por conside r a c i ó n a su padre le invité a c e n a r el día de su llegada, y por conside ración a su padre también, no he pasado de esto . Díjome que me es p e r a b a en Atenas, y que desde allí me a c o m p a ñaría a Roma . Muy b i e n , le con t e s t é . ¿Cómo responder de o t r a manera? Espero que no pensará ya en ello. por mi p a r t e , no lo deseo en manera alguna; t e me r í a agraviar a su padre, a quien aprecio mucho . Sin embargo , si e s i n dispensable soportar al hijo, me comportaré de modo que no ofenda a su padre, e n lo que t e n g o mucho e m p e ñ o . Esto e s todo; otra cosa m a s . R e m í t e me el discurso de Q. Celer con t r a M. Servilio, escríbeme cuanto a n t e s . Si nada o c u r r e , dímelo en una línea ó por el me n s a j e r o . Mi saludo a Pilia y a tu h i j a . Cuídate mucho . corazón. Confío cada día más en que justificará todo lo que e s p e r a -

CARTA IV .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Llegué a Tarso el día de las nonas de j u n i o , y aquí me esperaban cuidados g r a v e s : una guerra importante en S i - (1) Es decir, del divorcio de Pomponia, madre del j o v e n Quinto. Cicerón añade que confía no se realizará, como así s u c e d i ó . (2) Tan mal se portaba, que su padre pensó en desheredarlo 260 MARCO TULIO CICERÓN. r í a ( 1 ) ; la Cilicia infestada de bandidos, y un plan de con ducta que adoptar, cosa muy difícil, cuanto porque me quedan muy pocos días que pasar en el c a r g o ; en fin, y esto es lo p e o r , un s u ceso r que designar, según manda el se n a tusconsulto. La más injustificada de todas sería la elección del c u e s t o r Mescinio. De Celio no tengo n o t i c i a s . Lo mejor se r í a dejar mis p o de r e s a mi hermano con el mando de l a s tropas; pero ¡cuántos inconvenientes! En primer lugar nuestra separación; después la inminencia de la guerra,, soldados muy m a l o s , y otras-muchas cosa s m a s . ¡Mi p o s i ción es i n s o por t a b l e ! Me abandono a la fortuna, porque la prudencia humana de nada sirve en esta ocasión. Ya estás de regreso en Roma y c r e o que con buena s a lud. Cuento con tu amistad como de c o s t u m b r e para todo cuanto me interesa, especialmente para mi querida T u lia ( 2 ) . Mientras estuviste en Grecia, e s c r i b í a T e r e n c i a mis propósitos. Te recomiendo también la distinción honorífica que solicito. T e m o que en tu ausencia no hayan hecho valer bastante en el Senado el relato de mi c a m p a ñ a . Otra cosa , pero esto no quiero de c i r l o a b i e r t a me n t e ; tu sagacidad me c o m p r e n de r a . «Por las i n c o h e r e n t e s cosas que me ha dicho el liberto de mi esposa, sabes a quién me refiero, supongo alguna infidelidad en la cuenta que me ha dado de l o s bienes del tiranicida Crotonial ( 3 ) . T e m o que no tengas el talento de Máipo. Examina esto y procura poner el resto en seguridad.» Na me atrevo a e x p r e s a r todo m i (1) Cicerón toma como hecho c i e r t o lo que él temía; sin embargo , los Parthos no se habían movido ni se movieron durante aquel año ni en los s u c e s i v o s . No e s , pues, e x t r a ñ o que presentando a Bíbulo en la c a r t a inmediata como habiendo de soportar todo el peso de la g u e r r a y necesitando socorros, éste no se apresure a pedírselos y le hable^ de otros asuntos en su c o r r e s p o n de n c i a . (2) T r a t a se de las condiciones del matrimonio de Tulia con Do> labela. (3) Milón.

CARTAS A ÁTICO. 661 t e m o r . Contéstame en seguida, y que e n c u entre en el c a mino tu respuesta. T e escribo en marcha y apresuradamente. Mis r e c u e r d o s a Pilia y a la bella Cecilia.

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Sin duda te e n c u e n t r a s en Roma . Siendo así, t e felicito por tu feliz r e g r e s o . P a r e c í a me que en Grecia e s t a b a s más ausente todavía para mí, porque en efecto me e n con t r a b a me n o s enterado de mis negocios y de los públicos. Así, pues, sin cuidarte de lo que haya adelantado ya para v o l v e r , procura escalonar todo lo posible tus cartas en mi c a m i n o . Dame minuciosos de t a l l e s , especialmente a c e r c a de los puntos que tocaba en mi última; a saber : «que por las frases enmarañadas y sin ilación del liberto de mi e s posa, sospecho no me ha dado buena cuenta de su gestión relativamente a los bienes de Crotoniato.» Procura averig u a r esto con la penetración que te r e con o z c o . Otro dato. se ha r e con o c i d o delante de Camilo, en la ciudad de las siete colinas, deudor para conmigo de se t e n t a y dos minas sobre los bienes de Crotoniato y de cuarenta y ocho sobre los de! Quersoneso; y a pesar que después ha recibido por una h e r e n c i a mil doscientas ochenta minas en dos p a g o s , todavía no ha satisfecho un óbolo de esta deuda, cuyo plazo espiró en las kalendas del segundo me s . Su liberto, que se llama como el padre de Conón, tampoco se ha movido, T e recomiendo, pues , en primer lugar que me hagas pagar el capital, y si es posible los interes e s que han corrido desde el día citado. L e he tenido algunos días aquí y me ha puesto en mucho aprieto. Esperaba algún aplazamiento y ha venido a s o n de a r me . Viendo que era trabajo perdido, 262 MARCO TULIO CICERÓN. partió b r u s c a me n t e , diciendo: «Me r e t i r o : me avergonzaría de esperar más tiempo;» citándome el antiguo p r o v e r b i o , xd¡ [jlv Si86p.eva (i). Mas p e n se m o s en otra c o s a y v e a m o s qué partido ha det o m a r se . Mis funciones van a espirar (solamente me que dan treinta y tres días), y nunca me han preocupado tanto los asuntos de la provincia. La Siria arde en g u e r r a ; y Bibulo tiene que soportar todo su peso, en medio de sucruel aflicción. Los legados, su c u e s t o r , sus amigos me es criben sin c e s a r pidiendo mi c o o p e r a c i ó n . Mi ejército es muy débil: no c a r e z c o de auxiliares, pero todos son Gálatas, Sidienos ó Licios (estas son mis fuerzas) Sin embargo , c r e o deber mío, mientras tenga el mando legal de la provincia, mantenerme siempre lo más próximo posible al e n e m i g o . P e r o lo que me e n c a n t a es que Bibulo no se muestra apurado, y si me es c r i b e , e s de otra cosa . El día de la marcha se acerca i n se n s i b l e me n t e : y cuando llegue el término, se me presentará otra cuestión g r a v e . ¿A. quién dejo en mi puesto? ¡Si llegase el c u esto r Caldo! pero ni s i quiera he oído hablar de é l . A fe mía, quisiera escribirte con más e x t e n s i ó n , pero me falta asunto, y no podría l l e nar con bromas mi carta . Adiós, pues ; mis recuerdos a Aticula y a nuestra querida Pilia.

CARTA VI. CICERÓN A Á T I C O , SALUD. Cuando en la provincia cubro cuanto puedo los actas de Appio, h é t e me de repente hecho suegro de su acusador. (1) A tal punto de independencia y de orgullo, por no decir más» llegaban los libertos enriquecidos.

CARTAS Á ÁTICO. 263 ¡Qué los Dioses lo aprueben! dices . se a , y estoy seguro de que tal e s tu de se o . En cuanto a mí, puedes c r e e r que en lodo pensaba menos en esto . Tiberio Nerón me había h e cho indicaciones y yo las había trasmitido a mi esposa por persona de confianza. Cuando l l e g a r o n a Roma, se habían celebrado' ya los e s p o n s a l e s . Después de todo, c r e o que este partido es más v e n t a j o s o . A las m u j e r e s ¡a
CARTA VII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El j o v e n Quinto, como buen hijo, ha reconciliado a su « a d r e con tu hermana. Mucho les he exhortado yo a ello, pero inútilmente. Tus cartas han influido también en ello. Creo que todo va a estar al fin como de se a m o s .

CARTAS A ÁTICO. 265 Supongo habrás recibido dos cartas que te h e escrito en g r i e g o y estilo enigmático, sobre negocios familiares. No o b r e s con violencia; pero hablando, puedes preguntarle si ha remitido el saldo de cuentas á Milón, y e x c i t a r l e a t e r minar con m i g o . Tal vez conseguirás algo por este medio He citado en Laodicea a mi c u esto r Mescinio con el objeto de arreglar mis c u e n t a s y dejar copia, como manda la l e y J u l i a , en dos ciudades de la provincia. Me propongo t o c a r en Rodas a causa de nuestros h i j o s , y de s de allí n a v e g a r apresuradamente hacía Atenas, a pesar de los vientos e t e s i o s que soplan con fuerza y de f r e n t e . T e n g o empeño de cidido de llegar a Roma bajo los m a g i s t r a d o s actuales que kan estado de mi parte en el asunto de la súplica. Díme, sin e m b a r g o , antes de mi llegada, si e x i s t e alguna razón política para que no a c e l e r e mi r e g r e s o . Tirón t e habría escrito , pero le h e dejado gravemente enfermo, y a pesar de que las últimas noticias que he recibido acusan mejoría, no dejo de estar muy inquieto. No he visto a nadie puro que este j o v e n , ni más d i l i g e n t e . más

CARTA VIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando tenía ya la pluma en la mano para desembarca escribirte, en Batonio ( i ) , viene d i r e c t a me n t e a casa Efeso y me entrega tu carta . Esto fué a y e r , 11 de las k a l e n das ( 2 ) . Me enteró con satisfacción de tu feliz travesía y tu oportuno encuentro con Pilia, sin olvidar lo que te ha dicho del matrimonio de mi T u l i a . Batonio me ha dicho cosas espantosas de César, y p e o - (1) (2) Amigo de Cicerón y de Á t i c o . El 30 de se t i e m b r e . 266 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . r e s aún de L e p t a . Creo que todo ello se r a falso, pero e s t r e me c e : que César no quiere a ningún precio entre g a r su e j é r c i t o ; que tiene en su favor los p r e t o r e s designados, el tribuno del pueblo Cassio y el cónsul Léntulo; que peyo piensa en salir de la ciudad. D í me , ¿no te e n t r i s t e c e s algo por e se hombre (1) que se colocaba sobre el tío de tu sobrino? ¡Vencido! ¿por quién? P e r o volvamos al asunto. L o s vientos e t e s i o s me han r e trasado mucho : los b a r c o s planos de Rodas me han h e c h o perder veinte días. Hoy me e m b a r c o en Efeso, día de las k a l e n d a s , y doy esta carta a L. Torquicio, que se hace a la v e l a al mismo tiempo que y o , pero que navegará más de prisa. Con mis b a r c o s de R o d a s y mis largas n a v e s , n e c e sitamos e s p e r a r tiempo tranquilo: y contando con esto , me a c e l eraré todo lo posible. Mil gracias por esa p e que n e z de Puzzola. Ahora, querido Ático, e n t é r a t e del viento que c o r r e en Roma , y si es p o sible pensar en el triunfo: mis amigos me e x c i t a n a p e dirlo. T e aseguro que no me preocuparía de esto si no viese que lo pretende B i b u l o , cuando mientras ha habido Pom- un rostro e x t r a n j e r o en S i r i a , no ha puesto el pie fuera de sus murallas c o m o en otro tiempo fuera de su casa ( 2 ) . Ahora le avergonzaría c a l l a r . Examina la cuestión bajo t o dos sus a s p e c t o s , con objeto de que podamos hablar a mi llegada y adoptar una r e s o l u c i ó n . P e r o ya h e e s c r i t o mucho : estoy muy de prisa; el portador de esta carta llegará al mismo tiempo que y o , ó se me adelantará Cicerón te saluda a f e c t u o s a m e n t e . dos a Pilia y a tu hija. muy poco. los L o s recuerd o s de (1) E s t e es Hirro. Cicerón y Celio se complacían en designarle así. (2) R e c o r d a r a se que Bibulo, cansado en vano de oponerse a los a c t o s de César, c o l e g a s u y o en el consulado, tomó el partido de e n c e r r a r se en s u casa , temiendo con razón las violencias de César y de s u s partidarios si s e presentaba en público.

CARTAS A ÁTICO. 267

CARTA I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando desembarqué en el P í r e o , la víspera de los idus de octubre ( i ) , mi esclavo Acasto me entre g ó una carta tuya. Mucho tiempo hacía que la e s p e r a b a , y al v e r ésta c e r r a d a me extrañó su e s c a s o volumen. La abrí y mi con fusión aumentó al e n con t r a r esta letrita tan confusa, en vez de la tuya tan clara y firme. Al fin v e o q u e has llegado a Roma con fiebre el xn a las kalendas (2). Me alarmo como es natural; llamo en seguida a Acasto, y me asegura que la indisposición c a r e c e de importancia; tú mismo se lo has dicho y en este sentido hablaban todos en tu casa . me lo confirma la última frase de tu carta, cuando Esto dices «un ligero movimiento de fiebre.» ¡Cuan amable has sido y cuánto te a g r a de z c o que hayas escrito eso de tu puñof Nada más t e digo. E r e s prudente y s o b r i o , y c r e o , bajo la fe de Acasto, que en la actualidad te e n c u e n t r a s tan bien como de se o . Me entero con satisfacción de que has recibido la carta que te remití con Turannio. T e suplico vigiles con cuidado las maniobras de cierto tunante, cuyo nombre significa que avidez ( 3 ) . Asegúrame esa pequeña herencia de B e c i o funto; por corta que se a , que e s e hombre no se me es muy penosa a fe mía, porque quería mucho al d i apodere de ella. Díle que n e c e s i t o esos fondos para los gastos del (1) (2) (3) presa El 14 de o c t u b r e . El 30 de se t i e m b r e . La ambición, ó mejor dicho, la codicia de Filótimo, como e x s u nombre. 268 MARCO T U L I O CICERÓN. triunfo, de e se triunfo que no me verán en último c a s o , según tus con se j o s , ni solicitar con vanidad, ni despreciar con orgullo. Dices que te ha asegurado Turannio que había dejado a mi hermano al frente de la provincia. ¿Cómo p u e des c r e e r que no haya comprendido tu reserva? Nada m e aconsejabas; pero si no hubieses tenido poderosas razones, ¿hubieses vacilado en cuanto a mihermano, cuando s a b e s lo tiernamente que le quiero? Callar en caso se me j a n t e es decir que n o . A ningún p r e c i o , me dices, deje el hijo con el padre: no haces más que e x p r e s a r mi p e n s a miento. Si nos hubiésemos visto, no habríamos estado más con f o r me s . No podía tomarse otro partido, y tu persistencia en callar puso t é r m i n o a mi indecisión. Pero ya t e he escrito muy detalladamente acerca de e s t o , y debes h a b e r recibido mi carta. Pienso remitirte mañana un mensajero que tal vez llegará antes que nuestro amigo S a u f e y o : en realidad no para tí. Habíame, como me p r o me t e s , de mi querida Tulia, e s de c i r , de Dolabela; después, de la República , en la que preveo grandes t e m p e s t a de s ; de los censores , y especialmente de lo que han hecho en cuanto a las estatuas y pinturas ( i ) . ¿Han propuesto la ley? (2) Hoy, día de los idus de o c t u b r e , y mientras te escribo , h a c e entrar César, según me anuncias, cuatro l e g i o n e s en P l a c e n c i a . ¿Adonde v a m o s a parar? de se o s tengo de e n c e r r a r me en la fortaleza de Atenas, desde donde te escribo . podría dejarle m a r c h a r sin algunas líneas (1) El afán de Appio contra los cuadros y e s t a t u a s tenía por objeto con t e n e r el lujo, y tanto su colega como él querían proponer una l e y con este objeto. (2) Pertenecía a la Galia Cisalpina, y por consiguiente al gobierno de César; pero mandar c u a t r o legiones a e s t a ciudad, e s decir, acerca r al Rubicán fuerzas tan considerables, e r a síntoma a l a r m a n t e de los p r o y e c t o s del general .

LIBRO S É P T I M O .

CARTA PRIMERA.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. T e e s c r i b í por medio de Saufeyo y te escribí a tí s ó l o , porque no tenía tiempo para m a s , pero no podía dejar p a r tir sin carta a un amigo luyo tan íntimo. Por otra p a n e , los filósofos caminan despacio (i), y seguro estoy de que recibirás ésta antes que la que él lleva. Si has recibido la otra, ya sabes que llegué a Atenas la víspera de los idus de o c t u b r e ; que en e l momento de de se m b a r c a r , me entregó Acasto tu carta; que me alarmó al principio esa fiebre que tenías al llegar a Roma , y que después me tranquilicé por las seguridades de Acasto diciéndome que te e n con t r a b a s restablecido. Añadía que tus noticias acerca de las l e g i o nes de César me habían hecho temblar, y te rogaba a de m a s que vigilases para que el hombre de quien te había hablado y a , y cuyo nombre significa avidez, no perjudicase a mis interes e s . En fin, rectificaba un hecho del que ya te h a b í a hablado, y que Turannio ha desnaturalizado completamente en Brindis, como vi por la carta que el excelente Xenón me trajo de tu parte ; y te decía que no había dejado a m i (i) Alusión a Saufeyo, filósofo epicúreo. 270 MARCO TULIO CICERÓN. breve- hermano al frente de la provincia, explicándote mente las razones que tuve para ello. Ahora con t i n ú o : por los Dioses te ruego que dediques toda la amistad que me profesas y toda la prudencia que frecuentemente te ha inspirado tan bien para mí, a un solo oDjeto, y reflexiones detenidamente acerca de mi situación. Veo c a e r sobre nosotros la guerra civil, pero una guerra como no se vio j a m a s . A menos que el Dios que tan i n e s perados soeorros nos prestó con t r a los Parthos, no dirija otra vez sobre la República una mirada de compasión. Me dirás que este mal nos es común a todos. Por esta razón no te consulto a c e r c a de él. He aquí el problema particular que tenemos que r e s o l v e r . ¿No ves que he dividido mis afectos y que tú lo quisiste así? ¡Ojalá hubiese e s c u c h a d o desde el principio tu voz amiga que me de c í a «Que nada debe amarse tanto como la patria.» En fin, tú me demostraste que e r a necesario adherirse al uno por gratitud y al otro por política. He hecho cuanto has querido, y tan p e r f e c t a me n t e , que uno y otro me con sideran como su mejor amigo . Decíame yo, en efecto, que estando unido a Pompeyo nunca podía hacer nada perjudicial para la República ; y con César, no podía e n con t r a r me j a m a s en oposición con Pompeyo : ¡tan íntima era su unión! Helos aquí a h o r a , tú lo dices y yo lo v e o c l a r a me n t e , dispuestos a lanzarse el uno contra el otro . Los dos cuentan con m i g o , aunque tal vez es verdad que el uno menos de lo que quiere dar a e n t e n de r . Pompeyo no duda, y con razón, que no aprobaba yo todos sus propósitos a c e r c a de la República. Con tu carta h e r e cibido una de cada uno de ellos, asegurándome ocupo primer lugar en su e s t i m a c i ó n . ¿Qué hacer? No te pido consejo para el c a s o e x t r e m o , porque si llegan a las manos, prefiero c a e r con el uno a triunfar con el otro. Pero sí te lo pido en cuanto a la c u e s tión que va a plantearse a mi llegada, a saber : ¿le excluirán el

CARTAS A ÁTICO. 271 como ausente, ó le obligarán a dejar el e j é r c i t o ? (1) Y cuando oiga de c i r : «Habla M . Tulio,» ¿qué diré?¿que espero a Ático?... No habrá medio de t e r g i v e r s a r . ¿Me pronunciaré contra César? Pero ¿qué viene a ser e n t o n c e s la amistad, cuando ese mismo privilegio que r e c l a m a , a ruegos suyos en Ráveíia lo solicitó yo para Celio ( 2 ) , tribuno del pueblo? ¿Y qué digo a ruegos suyos? a los del mismo Pompeyo, i n vestido e n t o n c e s con su t e r c e r consulado de gloriosa m e moria. Si me declaro por César, ¿qué dirá Pompeyo , y con Pompeyo todos l o s T r o y a n o s y Troyanas? «Polidamo será el primero que caerá s o b r e m í . » ¿Quién? Tú mismo ; tú que tanto alabas mis a c c i o n e s y mis escrito s . El año pasado y el anterior, bajo el consulado de Marc e l o , cuando se trataba de la provincia de César, supe por d o s v e c e s evitar el e s c o l l o , y ahora c a i g o de lleno en é l . Así, pues, dejando a los locos la iniciativa de las p a l a b r a s , c r e o que haré bien en trabajar para o b t e n e r e se triunfo, aunque no se a mas que para tener una razón de a l e j a m i e n t o de Roma ( 3 ) ; p e r o ya sabrán e n con t r a r medio para venir a arrancarme mi opinión ( 4 ) . Vas a burlarte de mí. ¡Ojalá hubiese permanecido en mi provincia! Esto era lo mejor , a t e n diendo a lo que nos espera. Sin embargo ¡qué triste con v e niencia! T e diré, óSoa icápepvov, que aquello que tanto c e l e b r a b a s en tus cartas se ha desvanecido como el h u m o . ¡Cuan difícil es la virtud, y qué poco fácil e s también con- (1) Esto es, si debe permitirse a César que pida el consulado e s tando a u se n t e . (2) Cicerón había solicitado de César, que se encontraba entonces en Rávena, este permiso para Celio. (5) Porque pidiendo el triunfo, no podía ni debía e n t r a r en Roma . (4) Convocando el Senado fuera del r e c i n t o de Roma para que Cicerón pudiese a s i s t i r . Ya lo habían hecho así para Pompeyo, que no podía e n t r a r en la ciudad, siendo gobernador de España, cum imperio. 272 MARCO TULIO CICERÓN. servar por mucho tiempo su apariencia! Había entregado a Celio (1) para su anualidad parte de las economías que había hecho yo sobre las a s i g n a c i o n e s de la mía, r e se r vando el r esto , que es c e r c a de un millón de sextercios , para el tesoro público. Creía que esta manera de o b r a r e r a delicada y g e n e r o s a . Todos los míos la calificaron de i n j u s t a , porque en su opinión les pertenecía de de r e c h o e se dinero, como si yo debiese a t e n de r m e n o s al inter é s de l a República que al de los habitantes de la Frigia y la Cilicia. Los he dejado hablar porque aprecio en más mi fama. P e r o busco la mejor manera de i n de m n i z a r l e s en prueba de. aprecio y consideración. Esta k/.&oktikóyov, cídides, n a es inútil. Volviendo a mi posición, te ruego que ante todo b u s circunsques un medio para con se r v a r me l a amistad de César. Después piensa en ese triunfo que , de no impedirlo tancias políticas, me parece cosa a se q u i b l e . J u z g o por l o que me es c r i b e n mis amigos y por lo sucedido con las s ú p l i c a s , en las que el voto que me fué contrario e s más g l o r i o s o para mí que todos los triunfos. No hablo de los dos votos que apoyaron al primero, F a v o n i o , que es amigo mió, é Hirro, que me de t e s t a . Catón, por otra parte, inter vino en la r e d a c c i ó n ; además me ha explicado las razones de su voto en carta muy a m a b l e . Al cumplimentarme Cés a r , no deja de aprovechar la negativa de Catón; y sin de s c e n de r a detalles, me dice con acento de triunfo que Catón votó contra m í . Vuelvo a o c u p a r m e de Hirro. Habías comenzado a r e conciliarle con m i g o ; continúa: tienes á Scrofa y a Silio. A los dos h e escrito anticipadamente, y también a Hirro: porque l e s había dicho con mucha cortesía que no tenía empeño e n impedir el decreto , sino que se había limitado a votar como Catón, uno de mis mejor e s amigos y que en (1) Celio Caldo, su c u esto r . como dice T u -

CARTAS Á ÁTICO. 273 términos tan honrosos había hablado de m í : que en último c a s o , a todos había escrito yo me n o s a é l . En e f e c t o , s o l a me n t e a él y a Crassipedes (1) dejé de e s c r i b i r . Esto en cuanto a los asuntos públicos. P a se m o s a los privados. Quiero r o m p e r con el hombre que s a b e s ( 2 ) . Es un malvado, otro Lartidio: «El pasado no t i e n e enmienda. Necesario e s tomar una resolución.» P r o c u r e m o s ver claro en lo que queda; y , en primer l u gar, hablando de un asunto que me aflige, por módica que sea la herencia de P r e c i o , no quiero que la me z c l e a su m a nera con los otros asuntos míos que tiene aún a su c a r g o . He escrito a T e r e n c i a , le he escrito también a él y todo lo que podía realizar hasta este momento se te debía entre g a r para los gastos del triunfo que me hacen e s p e r a r . En ú l t i mo c a s o , que lo tome como quiera. Ocúpate también de esto , aunque e se n o j o s o . En una carta de Epiro ó de A t e n a s , me pareciste dispuesto a ello, y por mi parte t e ayudaré cuanto pueda.

CARTA I I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El vn de las kalendas de diciembre (3) llegué a B r i n d i s , habiendo sido en esta ocasión tan afortunado como tú en mi travesía, «soplando para n o s otro s d u l c e me n t e el viento del Epiro.» este v e r s o puedes citarlo como tuyo a c u a l quiera de nuestros j ó v e n e s . (1) (2) (3) Segundo esposo de Tulia. Habla de Filótimo, el liberto de su esposa. 25 de noviembre. TOMO IX. 18 274 MARCO TULIO CICERÓN. Mucho me inquieta tu salud; porque veo por tus cartas que no te encuentras b i e n : y como con o z c o tu valor, c r e o que tu mal no c a r e c e de g r a v e d a d , puesto que te obliga a c e de r , y p a r e c e s casi abatido. Sin embargo , Panfilo (1) me dice que tu fiebre cuartana había pasado a otra de c a r a c ter más b e n i g n o : y T e r e n c i a , que llegó a la puerta de B o nidis cuando e n t r a b a yo en el puerto, y que me e n con t r ó e n el a c t o , me ha dicho que había sabido en T r e b u l o , por L . Poncio, que ya no tenías temperancia. Paso a contestar a tus cartas , aunque son muchas : todas las r e c i b í a la v e z , siéndome a cual más a g r a d a b l e , s o bre todo las que estaban e s c r i t a s de tu m a n o . Siempre me ha gustado la letra de Alexis, porque se parece mucho a la tuya: ahora no me agradó t a n t o , porque significaba que no te e n con t r a b a s b i e n . A propósito de A l e x i s : h e dejado a Tirón enfermo en P a t r a s . Este j o v e n , como s a b e s , e s excelente y h o n esto : no con o z c o a ninguno mejor que é l . Por esta razón siento mucho no tenerle con m i g o , y aunque no me pareció estar enfermo de gravedad, con todo, no dejo de estar inquieto. Mucho e s p e r o de los cuidados de Curio, de los que me informan Tirón y otro s : por mi parte , h e hecho comprender á Curio cuánto deseabas tú que fuese amigo mío; y, en e f e c t o , estoy muy c o n t e n t o de é l . Y a fe mía, es hombre a quien fácilmente se quiere, e n con trándole yo mucho atractivo natural. T e llevo su t e s t a mento c e r r a d o con el sello de mi hermano, el de nuestro s o b r i n o , el de mi hijo y los de cuantos me acompañab a n : (2) en p r e se n c i a de todos te ha instituido su h e r e de r o fiebre. Siendo así, esto es lo que más te de se o ; y no e s p e r a b a menos de tu prudencia y (1) Esclavo de Ático. (2) Habilualmenle se presentaban los t e s t a me n t o s a algunos amigos, para que los certificasen y pusiesen sus sellos; el de Curio l l e vaba los de todos los soldados de la cohorte del pretor.

CARTAS Á ÁTICO. 275 principal, y a mí por la cuarta parte de sus b i e n e s . Alexión me ha tratado con esplendidez en Accio de Corciro ( 1 ) . No h a sido posible impedir a Quinto que fuese a ver el T h i a mis ( 2 ) . Me encanta que a m e s tanto a tu hija y que r e con o z c a s por tí que la naturaleza misma nos h a c e amar a los h i j o s . Y a la verdad, si no lo h i c i e se así, no habría lazo que uniese al hombre con el hombre , y suprimido este lazo de s a p a r e c e la sociedad. La repugnante frase de «pequeña felicidad» que dice acerca de esto Carneades, me parece más razonable que lo que dijeron nuestros L u c i o y Patrón, t s t o s , refiriéndolo todo a sí m i s m o s , y c r e y e n d o , por con s i g u i e n t e , que nada puede h a c e r se para los demás, llegan a de c i r que de b e o b r a r se el bien, no porque e s bien, sino porque es una manera de evitar el m a l : así es que no veo que su sabio no pasará de se r un hombre hábil y no un hombre honrado. Pero todo esto se encuentra en esos libros para los que tanto me has alentado, alabándolos con p r o funda sinceridad. Volvamos a tus cartas . Esperaba con impaciencia la que diste a F i l o x e n o , por que sabía por otra que me hablabas en esa de la con v e r s a ción que tuviste en Ñapóles con Pompeyo . Patrón me la entre g ó al fin en B r i n d i s , y c r e o que la traía de C o r c i r o . Nada podía agradarme tanto, porque me hablabas en ella de asuntos públicos, de la excelente opinión que t i e n e Pompeyo de mi integridad y de la buena voluntad que ha mostrado para mí en la conversación que tuviste con él relativamente a mi triunfo. Pero lo que me agradó sobre manera e s que he comprendido le visitaste con objeto de sondear sus intenciones para con m i g o : nada, te lo r e p i t o , podía se r me más g r a t o . (1) Llamada así para distinguirla de la ciudad y promontorio de Arcanaia, célebres por la derrota de Antonio. (2) Río de la Thesprocia, c e r c a del cual estaban las t i e r r a s de Ático. 276 MARCO TULIO CICERÓN. En cuanto al triunfo, nunca se me ocurrió desearlo hasta después de las impudentísimas cartas de Blbulo que le han hecho con c e de r amplísima suplicación. Si todo lo que se atribuye fuese verdaderamente s u y o , me regocijaría y se ría el primero en aplaudir sus pretensiones; pero que él r que no ha puesto los pies fuera de su c a m p a me n t o mientras permaneció el enemigo al lado de acá del E u f r a t e s , obtenga un honor al que yo no podría aspirar, cuando, en un m o me n t o , mi e j é r c i t o fué la única esperanza del s u y o r sería una vergüenza para n o s otro s , para tí tanto c o m o para f i n í . Estoy decidido a emplear todos los medios posibles, y espero conseguirlo. Si te eneontraras restablecido, no n e cesitaría buscar medios; mas e s p e r o que te r e s t a b l e cera s . . Mucho te agradezco lo relativo a esa deudilla de N u me rio. Díme qué ha hecho Hortensio (1) y dame noticias de Catón, que me ha perjudicado de un modo indigno. Ha dado testimonio, que yo no le pedía, de mi integridad, de mi j u s t i c i a , de mi c l e me n c i a , y me ha negado lo que esperaba de é l . Así e s que César, en la carta en que me felicita y me lo ofrece todo, sabe a p r o v e c h a r se de esta abominable i n gratitud de Catón. P e r o ese mismo Catón ha hecho c o n c e de r veinte días a Bíbulo ( 2 ) : perdóname si soy r e n c o r o s o ; , pero es cosa que no puedo soportar y que no le perdonaré jamás. Quisiera contestar a todas tus cartas ; mas ¿para q u é , si voy a verte? Una palabra, sin embargo , acerca de Crisippo: por lo que se refiere a e s e otro liberto, me h e asombrado' mucho me n o s : nada bueno esperaba de ese vil obrero , por que ya l e con o c í a como malvado. ¡Pero que Crisippo haya abandonado a mi hijo sin prevenirme, cuando tanto l e a p r e c i a b a , que hasta le había honrado a causa de cierta l i - (1) Hortensio el hijo. Hacia poco que había muerto el p a d r e . (2) Catán e r a suegro de Bíbulo, y e s t a e r a la razón de su con de s cendencia.

CARTAS A ÁTICO. 277 teraturilla que me agradaba en él! No te hablo de otras m u chas cosas que me dicen de é l , como sus rapiñas; su fuga es lo que no le perdono y me p a r e c e verdadera maldad. Estoy decidido a emplear el antiguo procedimiento que se atribuye al pretor Druso ( 1 ) , con relación a los libertos en aquello que no juraban ser siempre" fieles a sus a m o s : declararé que no l e s he otorgado la libertad, tanto más fácilmente, cuanto que nadie estaba allí que pudiese m a n u m i t i r l e s . Sin embargo , se hará lo que tú quieras, y de antemano te doy mi consentimiento. No contesto a tu c a r t a tan sabia y tan e l o c u e n t e acerca de los peligros de la República. ¿Qué te diría? Todo se confunde en este asunto. Sin embargo , puedo tranquilizarme al pensar en los P a r t h o s , que dejaron de repente á Bíbulo cuando estaba medio muerto de m i e d o .

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El vm de los idus de diciembre (2) llegué a Herculano, donde leí tu carta, que me entregó F i l ó t i m o . A primera vista me deleitó porque estaba e s c r i t a de tu puño, y de s pués quedé muy con t e n t o de la e x a c t a relación que me haces de todo . En contestación t e diré desde luego que se g ú n tus principios, que no son por c i e r t o los de Dicear- (1) Por haber violado algún juramento que el liberto debía haber hecho a Cicerón, y en virtud del cual se obligaba a p r e s t a r l e a l g u n o s servicios que no le prestó, perdió Crisippo el derecho de c r e e r se libre; y e s t a razón, que el pretor Druso declaró válida para anular la manumisión, la aducía Cicerón para apoderarse de s u antiguo esclavo. (2) 6 de diciembre. 278 MARCO TULIO CICERÓN. c e ( 1 ) , h e deseado vivamente no estar mas que un año fuera de Roma : esto te agradaba, y así se realizó sin intervención m í a . Porque debes saber que ni una sola vez se ha hablado "en el Senado de mantener a ningún gobernador más allá del tiempo que marca el senatusconsulto; así es que no tengo que censurar me , ni como falta l e v e , no h a b e r p e r manecido en mi provincia un poco más de lo que tal vez era n e c e s a r i o . Mas, como frecuentemente se dice, ¿quién sabe si se r a mejor asi? Tomando aquí los asuntos aspecto de con c o r d i a ó bien de triunfo para los hombres honrados, me agradaría mucho ayudar por mi parte a las dos cosa s , ó al menos no p e r de r : si l o s hombre s honrados resultan v e n c i d o s , e n c u a l q u i e r parte en que me e n c u entre , yo también lo se r é con ellos. Así, pues , si de tal manera acelero mi r e g r e s o , n o debo arrepentirme de ello. Sin este deseo de triunfo que me han inspirado, y que tú mismo a p r u e b a s , tendrías a p r o x i madamente el buen ciudadano que describo en mi libro se x t o . Mas ¿á qué ocuparme de ellos cuando antes los h a s devorado que leído? P e r o en c a s o n e c e s a r i o , fácilmente prescindiré de e se honor por grande que sea. Porque no es posible al mismo tiempo agitarse por un triunfo y hablar l i b r e me n t e de los asuntos públicos; pero no dudes que me será más grato aquello que sea más h o n esto . En cuanto a tu idea de que será más útil y seguro para m í , a la vez que más ventajoso para la República, que con tinúe siendo imperator, la discutiremos verbalmente, por que el asunto me r e c e deliberación, aunque participo m u c h o de tu convencimiento. Haces bien en no dudar quep e r t e n e z c o de todo corazón a l a República; y j u s t a me n t e (1) Dicearco recomendaba al "ciudadano la p r a c t i c a con s t a n t e de los asuntos públicos. Al instar a Cicerón a no con se r v a r la administración de su provincia ni un día más del tiempo que señalaba el se natusconsulto, le daba Ático un consejo m u y opuesto al de Dicearco

CARTAS A ÁTICO. 279 observas que César no ha sido g e n e r o s o con m i g o , después de lo que yo h e hecho por é l , y cuando se ve lo que h a c e por los de m a s . Has comprendido las verdaderas razones, con las que concuerda lo que me dices de Fabio y de Canino (1). Pero aunque César me colmase de generosidades, esa Minerva de que me hablas y que dejé guardiana de Roma ( 2 ) , me recordaría siempre la inscripción en que con tanta claridad se consigna mi d e b e r , y no me permitiría con se r v a r la línea media, como han h e c h o Volcacio y se r vio, de quienes pareces satisfecho, sino que por el con t r a rio, me exigiría convencimientos y energía más dignos de mí. No vacilaría en d e c l a r a r me , si no se tratase de cosa que vale tanto como el Estado: pero hoy contiende la ambición de dos hombre s poniéndolo todo en peligro ( 3 ) . Porque si es la República lo que se trata de defender, ¿por qué no la defendieron cuando el mismo César era cónsul? ¿Porqué no me defendieron al año siguiente cuando mi causa era la de Roma? ¿Por qué han prorrogado el mando de César y por tales medios? ¿Por qué se han agitado tanto para conseguir que diez tribunos propongan el decreto que le dispensaría de venir a Roma a pedir el consulado? Tan poderoso ha v e nido a se r por estos medios, que toda nuestra esperanza de resistencia descansa en un solo ciudadano ( 4 ) ; y este mismo habría hecho mucho mejor en no dar tanta fuerza a César, que en tratar de resistirle después de hacerle tan poderoso. Sin embargo , puesto que así nos e n con t r a m o s , no p r e g u n taré/imitando tu l e n g u a j e , dónde está la n a v e de Atrides; (4) Fabio Galo y C Caninio Rebilo, tenientes de César en las Galias. (2) La estatua de Minerva con la inscripción C USTOS U R B I S , que Cicerón hizo colocar en el Capitolio al partir para el destierro. (3) César y Pompeyo. La República no fué defendida con t r a las violencias con que señaló César su consulado, ni tampoco lo estaba contra las que empleaban para que continuase en su mando. (4) Pompeyo. 280 MARCO TULIO CICERÓN. no tendré otra que aquella cuyo timón empuñó Pompeyo . P e r o ¿qué contestarás en el Senado cuando te digan: « h a bla, M. Tulio?» Helo aquí: «Opino como Pompeyo . » En partic u l a r , no c e s a r é de e x h o r t a r l e a la con c o r d i a ; esto me p r o pongo, porque de otra manera, el peligro será muy g r a n de . V o s otro s los que os encontráis en Roma, lo veis mejor que y o ; pero es cosa clara que nos las habernos con el h o m b r e más audaz y emprendedor ( 1 ) ; es cosa clara que tendrá en favor suyo a todos los condenados y tachados de infamia, a todos los que merezcan se r l o , á casi toda n u e s t r a j u v e n t u d , toda la hez de la población, tribunos que serán muy f u e r t e s , sobre todo si Cassio se e n c u e n t r a e n t r e ellos; en fin, todos los acribillados de deudas, que son mucho más num e r o s o s de lo que yo c r e í a . A e se partido solamente falta buena c a u s a ; todo lo demás abunda en é l . Así, pues, nada hay que no deba intentarse antes que llegar a la g u e r r a , c u y o desenlace siempre es incierto y muy temible para n o s otro s . Bíbulo regresa de su g o b i e r n o , habiendo dejado e l mando a Veieton ( 2 ) : d í c e se que p e r m a n e cera m u c h o tiempo en c a m i n o . Al f a v o r e c e r l e Catón, ha demostrado que solamente deja de envidiar a aquellos a quienes no pueden elev a r más alto de lo que están los nuevos honores que se les concedan ( 3 ) . Paso ahora a mis asuntos particulares, porque c r e o h a b e r contestado a todos los que mencionas de la República , (1) César. Cierto es que no le faltó ninguno de los viles i n s t r u mentos que empleó para e s t a b l e c e r su poder y que enumera Cicerón. (2) No como c u esto r , que lo e r a Caninio Salustio, sino como l e gado. (3) E s t a observación es poco lisonjera para Catón. Quiere de c i r que favorecía a Bíbulo porque éste e r a noble, y habiendo sido c ó n s u l y censor, un honor más nada añadía a su importancia ni e x c i t a r í a envidias; que no sucedería lo mismo con un hombre nuevo como Cicerón, al que podía t e me r se elev a r demasiado. Quizá no obedeció Catón a ninguno de esto s motivos al favorecer a Bíbulo, limitándose a proteger a su y e r n o .

CARTAS Á ÁTICO. 281 e n tus dos cartas , escritas, la una en tu barrio de R o m a , y la otra pocos días después: p a se m o s , pues, a mis negocio s de familia. Una palabra solamente acerca de Celio ( 1 ) . Lejos de h a c e r me cambiar de con v e n c i m i e n t o , por el contrario , e s t o y persuadido de que se arrepentirá de su ligereza. Y a propósito: ¿qué e s lo que h e oído de que le han adjudicado las casas de Luceyo? Me e x t r a ñ a que nada me hayas dicho. E n cuanto a Filótimo, seguiré tu con se j o . No esperaba o b t e n e r tan pronto las cuentas que te ha rendido, pero falta una partida que él mismo me hizo se n t a r en mi libro de Túsculo y de la que m e dio relación e s c r i t a de su puño cuando me encontraba en Asia. Sería b a s t a n t e , y hasta e x c e de r í a esa partida para desquitarme de lo que pretende que le de b o . En lo sucesivo no me dejaré sorprender en mis n e g o c i o s , con tal que los de la República me lo p e r m i tan. Y no e s porque haya descuidado nunca los mío s ; pero me ha distraído la multitud de amigos. A p r o v e c h a r é , pues , para ponerlo todo en c l a r o , tus c o n se j o s y el auxilio que me o f r e c e s , y espero no molestarte m u c h o . No te cuides de los oficiales i n s t r u c t o r e s de mi comitiva. Ellos mismos se reunieron por admiración a mi de s inter é s . El que más me llamó la atención fué el mismo en quien tú piensas me n o s . Al principio estuve muy satisfecho de él y continúa siendo lo mismo para mí; pero en cuanto m a r c h é , manifestó que esperaba algo. Mas no persistió en lo que se le había puesto en la c a b e z a ; volvió muy pronto a sus p r i meros sentimientos, y las muestras de distinción que r e c i bió de mí le impresionaron bastante para preferirlas a todo e l dinero del m u n d o . (1) Arrastrado p r i me r a me n t e por Curión al partido de César, no tardó Celio en se p a r a r se de él, porque decía le t r a l a l a h a n indignam e n t e . Cicerón predice que se a r r e p e n t i r a , pero los vengativos no se arrepienten, y Celio se alababa de serlo. Trató de levantar en Italia partido con t r a César, pero fracasó en el empeño y perdió en é l la vida. 282 MARCO TULIO CICERÓN. T e llevo el testamento de Curio. He visto el de Hortens i o . Quisiera saber ahora los propósitos de su hijo y l o que trata de poner en v e n t a . No veo por q u é , habiendo ocupado Celio ( l ) la puerta Flumentana, no h e de hacer y o otro tanto de Puzzola. Hablemos algo de mi Pirwea; Pirceeum, si escribirlo así e s falta grave en un romano, cuando todos los maestros escribe n la falta está en la palabra antes que en el in que yo le añado; porque yo solamente lo pongo en razón a que el Pireo no e s ciudad. Dionisio, que está con m i g o y Nicias de Cos, tampoco creen que el Pireo se a ciudad. Sin embargo , lo v e r é a ú n . P e r o , en último c a s o , toda la falta, si falta h a y , consiste en haber hablado como de un p a r a j e y no como de una ciudad. En este.punto h e se g u i d o , n o diré a Cecilio, que no escribe bien, y que dice Mane ut e x portu in Pirceeum, sino a T e r e n c i o , cuyas comedias p o r su elegante l e n g u a j e se atribuían a C. Lelio. Aquél d i c e : Heri aliquot adolescentuli coimus in Pirceeum; y en otro l u g a r : Mereator hoe addehat, c a p t a me Sunio. Si que r e m o s que S-op-ou? sean ciudades, Sunio lo se r a l o mismo que el Pireo. Pero ya que e r e s tan buen g r a m á t i c o , h e aquí otra cuestión; y de grave aprieto me s a c a r a s si puedes resolverla. R e c i b o de César cartas l i s o n j e r a s ; de la misma manera me es c r i b e Balbo por su parte. Estoy muy decidido a n o separarme ni un ápice del camino del h o n o r ; pero tú s a b e s que de b o algo aún á César ( 2 ) . ¿Crees que puedo t e me r lo (d) Stacio Celio, el poeta c ó m i c o . . (2) Así, pues, Cicerón no había pagado todavía a César el dinero que le debía.

CARTAS A ÁTICO. 283 atribuyan a mi deuda si opino en favor suyo, siquiera sea suavidad, ó que me la r e c l a me n en alta voz si le hago oposición? ¿Qué h a g o ? — P a g a r l e , me d i r a s . — pues pediré prestado bien, en a Celio ( 1 ) . T e ruego que pienses esto ; porque e s p e r o , si hablo con energía en el Senado, que tu buen amigo de T a r t e s o (2) v e n g a en seguida a de c i r me : paga lo que de b e s . ¿Qué me resta aún? Helo aquí: mi yerno (3) e s amabilísimo para mí, Terencia y mi h i j a : imposible es tener más ingenio y urbanidad. Basta. Esto h a c e dispensar otras muchas cosa s , como s a b e s . No ignoras lo que h e m o s descubierto de los otro s , e x c e p t u a n d o aquel de quien nos o c u p a m o s Estos pretenden que hubiese yo ganado mucho h a c i é n d o l e s i n g r e s a r en mi familia, y que no tienen deudas: nuestra vista. Confío en M. Curio para el será a porque nadie querrá prestarles. Pero ya h a b l a r e m o s de Tirón, y he escrito al primero que le quedarás diciembre. restablecimiento muy obligado. Trebulo ( 4 ) , en casa de Poncio, v de los idus de

CARTA IV. CICERÓN Á ÁTICO, S A L U D . Dionisio arde en deseos de verte y te lo mando, a u n que , a fe mía, muy en contra de mi g u s t o ; pero no e s posible n e g a r se l o . Es hombre instruido; yo lo sabía y a ; pero a d e más he visto en él c o s t u m b r e s puras, celo obsequioso que (1) Este Celio era un banquero. (2) Tartessus es el nombre que daban los Romanos a Cádiz, de donde era oriundo Balbo. (3) Dolabela. ¡4) Ciudad de la Sabinia. 284 MARCO TULIO CICERÓN. l e h a c e interesarse por mi gloria; e s , en una palabra, m o z o excelente , ó mejor aún, para tratarle de otra manera que a l i b e r t o , un hombre de b i e n . Vi a Pompeyo el iv de las kalendas de d i c i e m b r e ( 1 ) , y estuvimos dos horas j u n t o s . Paréceme que se ha alegrado mucho de v e r me de r e g r e s o . Opina por el triunfo, y él m i s mo se ocupará de ello, si bien me a con se j a que no asista al Senado antes de la decisión, por t e m o r de que, hablando allí, me enemiste con algún tribuno. ¿Qué te diré? es i m p o sible interes a r se más por todo lo que me con c i e r n e . dudable. No hay indicios de a r r e g l o . Dice que había En pree u a n t o a política, me habló de la g u e r r a como de cosa i n sentido desde hace mucho tiempo esta de s a v e n e n c i a , p e r o una circunstancia r e c i e n t e no ha permitido dudar y a . H i r cio ( 2 ) , el amigo íntimo de César, fué de su parte a Roma , sin presentarse siquiera en casa de Pompeyo . L l e g ó ' e l vm de las kalendas de d i c i e m b r e ("3), habiendo tenido Balbo e l vn ( 4 ) , antes de a m a n e c e r , una e n t r e v i s t a con Scipión r e l a cionada con el asunto que le llevaba, y volvió a marchar durante la n o c h e . este es síntoma indudable de próxima ruptura. ¿Qué más? Una sola esperanza t e n g o , y e s que el h o m b r e a quien hasta sus amigos ofrecen el consulado, y a quien la fortuna otorga el poder s u p r e m o , no será bastante i n se n s a t o para arriesgar tales v e n t a j a s . P e r o si rompe el d i que , preveo tales desgracias que no m e atrevo a e x p r e s a r l a s . En último caso, e s p e r o e n con t r a r m e en Roma para el ni de las nonas de e n e r o ( 5 ) . " (1) 10 de diciembre. (2) Presunto autor de libro v m de la G u e r r a de las Galias y del de la Guerra de África. E r a entonces teniente de César en la G a l i a . Después fué colega del cónsul Pansa. (3) (i) (5) 6 de d i c i e m b r e . 7 de diciembre. 3 de e n e r o .

CARTAS Á ¿TICO. 28&

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. R e c i b o muchas cartas tuyas a la v e z ; y si bien t e n g o n o ticias más recientes por los que vienen a visitarme, sin e m b a r g o me son muy gratas como pruebas de tu amistad y atención. Pero me e n t r i s t e c e tu enfermedad, y mucho más ahora que Pilia ( i ) se encuentra invadida por el mismo mal.. Procurad r e s t a b l e c e r o s los dos todo lo más pronto posible. Mucho te agradezco tus bondades con T i r ó n . L o s se r v i c i o s que me presta son sin duda muy importantes por su aptitud igual para los trabajos mentales y para los negocio s ; p e r o si deseo verle restablecido antes es por su modestia y su amable c a r a c t e r , que por mi propia utilidad. Nunca me ha hablado Filógenes de L u s c i e n o : Dionisio puede enterarte de todo lo de m a s . Me e x t r a ñ a que tu h e r mana no haya venido a Arcano ( 2 ) . Veo con satisfacción que opinas como yo a c e r c a de Crisippo. se g u r a me n t e no i r é en este momento a T ú s c u l o . se r í a n e c e s a r i o separarse mucho para venir a mi e n c u e n t r o , sin con t a r otros graves i n con v e n i e n t e s . Me propongo ir de F o r m i a n o a T e r r a c i n a la v í s pera de las kalendas de enero ( 3 ) . Desde allí marchar é por la orilla del lago Pontino y de s c a n s a r é en Albano en casa de Pompeyo . De esta manera me e n con t r a r é en las p u e r t a s de Roma el m de las n o n a s de enero ( 4 ) , aniversario de mi nacimiento. (1) (2) (3) (4) Esposa de Ático. En casa de Quinto Cicerón, que tenía allí una finca. El 31 de diciembre. El 3 de enero. 286 MARCO T U U O CICERÓN. Cada día temo más por la República . Los hombres h o n r a dos se entienden me n o s de lo que p a r e c e , ¡ A cuántos c a balleros r o m a n o s , a cuántos senadores h e oído m u r m u r a r de Pompeyo, e s p e c i a l me n t e por e se de s g r a c i a d o viaje! ( 1 ) Lo que n e c e s i t a m o s es la paz. Toda victoria se r a funesta y hará b r o t a r un tirano. Muy pronto h a b l a r e m o s de todo esto . Entre tanto, no sé qué podría de c i r t e : nada de l o s asuntos p ú b l i c o s , y de los privados s a b e s tanto como y o . Solamente podemos b r o me a r , si él lo permite. Soy c i e r t a mente de los que opinan que es mejor a c c e de r a todo lo que pide que acudir a las a r m a s . Es muy tarde para r e s i s tirle, cuando no hemos hecho otra cosa en diez a ñ o s que darle fuerza contra n o s o t r o s . —¿En qué sentido hablarás? vas a p r e g u n t a r me . — E n ninguno antes de oir tu opinión; y solamente lo haré después de haber conseguido ó renunciado al triunfo. T e ruego cuides mucho de tu salud, y p r o c u r a d e se c h a r pronto e s a cuartana, de la que e s p e r o no tardará en triunfar tu m o de r a c i ó n .

CARTA VI. CICERÓN A ÁTICO, SALUD. N O t e n g o nada que e s c r i b i r t e . No s o y yo quien ha de d a r t e noticias, y solamente las e s p e r o de tí. P e r o no quiero perder mi antigua c o s t u m b r e de no dejar partir a nadie q u e m a r c h a a donde tú e s t é s sin carta para tí. Mucho temo por la República; y hasta ahora no h e visto a nadie que , antes que llegar a las manos, no prefiera con c e de r a César cuanto pide. Verdad e s que lo que pide e x c e de a toda ponderación. Mas ¿por q u é no le r e s i s t i m o s (1) El viaje de Pompeyo en Campania.

CARTAS Á ÁTICO. gamos 287 antes? ¿Arriesgamos más que e n la época e n que le p r o r r o por cinco años? ¿ó bien que en la que le con se n t i mos que su ausencia no fuese obstáculo a su candidatura? A no se r que le diésemos e n t o n c e s armas ú n i c a me n t e para t e n e r h o y más gloria en c o m b a t i r l e . Dirás ahora:—¿En qué sentido hablaras?—Tal vez de distinta manera que p i e n s o . Mi opinión será s i e m p r e que e s n e c e s a r i o intentarlo todo para evitar un rompimiento. Sin embargo , hablaré e n el mismo sentido que Pompeyo , y no por debilidad. P e r o sería grave daño para la República , y sobre todo deslealtad de mi parte , no estar de acuerdo con Pompeyo en c i r c u n s t a n c i a s tan c r í t i c a s .

CARTA VIL
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. «Dionisio, e se varón excelente que tan conocido me es por su ciencia y por la verdadera adhesión que te tiene, l l e gó a Roma el x v de las kalendas de enero y me entre g ó tu carta.» Con e s t a s mismas palabras hablas de Dionisio en tu r e s pues t a , pero no a ñ a de s que me da las g r a c i a s . Sin embargo , debió hacer l o , y si lo hubiese hecho , me h a brías informado de ello, siendo tú tan amable como r e con o z c o . Sin embargo , no quiero rectificar lo bien que te hablé de él en mi última carta . Así, pues, le considero es h o m b r e h o n r a d o ; y tiene de b u e n o que fácilmente me ha dejado con o c e r l e a fondo. Lo que Filógeno te escribió c i e r t o . No h a hecho otra cosa que lo que debía. Lo he p e r mitido que utilice e se dinero hasta que se lo pida, y durante c a t o r c e me se s se h a servido de é l . Deseo el mejo ramiento de Pontinio. He quedado sorprendido al saber que 288 poderosas MARCO TUMO C1ÜERÓN. ha de haber tenido para ello. No llegaré a la molestar a las g e n estaré ha entrado en Roma , según me es c r i b e s (-1). R a z o n e s muy casa de Albano el iv de las nonas de e n e r o ( 2 ) , porque es el día de las compítales (3), y no quiero tes de Pompeyo. Marcharé el m de las nonas, y el iv a las puertas de Roma ( 4 ) . No sé qué día es el de tu f i e b r e , pero no quiero que te muevas de tu casa , si m o v e r t e puede molestarte en lo más m í n i m o . En cuanto al triunfo,, p a r e c e que todo marcha bien para mí, al me n o s que no seoculte alguna trama de los tribunos de César. En último c a s o , tengo al ánimo muy tranquilo y tomo las c o s a s en su justo valor; tanto más, cuanto que por mucho s con d u c tos he sabido que Pompeyo y su con se j o piensan darme e l mando de Sicilia por razón de mi título. P e r o h e aquí cómo discurren en el 'ASSíipronóv; porque ni é l , ni el se nado, ni el pueblo me han nombrado para mandar en S i c i lia. Y si Pompeyo e s la República , ¿por qué no manda a un simple particular de la misma manera que a mí? Así, pues , en cuanto me moleste un poco ese título prescindo de él y entro en Roma por la primera puerta que se me a b r e . Me dices que la e x p e c t a c i ó n es general y muy inquieta con r e lación a mí, y, sin embargo , que ninguno de los buenos.;, ni aun los m a s tibios, duda del fondo de mis i n t e n c i o n e s . Ignoro a quiénes te r e f i e r e s , y no conozco a ninguno a quien pudiese n o m b r a r así: los c o n o z c o , sí, refiriéndonos a la clase e n t e r a ; pero individualmente y en el verdadero- (1) Los oficiales del general esperaban ordinariamente s u triunfo' para entrar con él en Roma. Pontinio, que era teniente de Cicerón, había entrado sin él, y Cicerón podía temer que t u v i e se razones p o de r o s a s para haberlo hecho asi; esto es, que aquel oficial de se s p e r a se de su triunfo. (2) El 2 de e n e r o . (3) F i estas que se celebraban en las encrucijadas, en honor de los Dioses a que estaban dedicadas. (4) El 3 de e n e r o .

CARTAS A ÁTICO. 2 8 9 sentido de la palabra, son muy r a r o s . En las disensiones de civiles, l o que hay que b u s c a r e s la c l a se y la e s p e c i e los hombre s h o n r a d o s . ¿Acaso e s el Senado el buen p a r t i do, cuando deja a las provincias sin gobernadores? J a m a s hubiera resistido Curión si se le hubiese hecho frente ( I ) ; p e r o el Senado no ha hecho nada y no se ha podido dar a César un s u ceso r . ¿Serán tal vez los c a b a l l e r o s , que nunca tuvieron mucho patriotismo y que hoy están casi en su totalidad afiliados a César? ¿Serán quizá los n e g o c i a n t e s y c a m p e s i n o s , que solamente piden vivir en paz? ¿Qué se h a r a , pues? ¿habrán de o t o r g a r se privilegios a un hombre que de se a c o n se r v a r su e j é r c i t o más allá del término legal? Muy al con t r a r i o ; c r e o que el hecho s o l o de su ausencia anula su candidatura. P e r o con c e d i é n d o l e lo uno se le ha concedido lo o t r o . ¿Apruebas tú que se le haya prorrogado durante diez a ñ o s y por tales medios? ¿Apruebas que con sintiesen mi de s t i e r r o , que se hayan quitado a la República ¡ a s t i e r r a s de la Campania, que haya m o s visto a un patricio adoptado por un p l e b e y o ( 2 ) , a un hombre de Cádiz (3) por otro de Mitilena? ¿Apruebas las riquezas de Labieno (4) y de (d) Curión no hubiese podido paralizar por sí solo la a c c i ó n de) Senado é impedirle que p r o v e y e se los gobiernos de las p r o v i n c i a s , a no t e n e r en el mismo Senado cómplices interes a d o s como él en que nada s e r e s o l v i e se r e l a t i v a me n t e a este asunto, por temor de v e r se obligados a dar s u ceso r a César, que había comprado su neutralidad ó fingida oposición. Cicerón ignoraba todo esto . (2) Clodio, adoptado por F o n t e y o , hombre oscuro y m a s joven que él. (3) Cornelio Balbo,,de Cádiz, adoptado por Theofano, de Mitilena. a s t a adopción, que Cicerón desaprueba aquí, la defendió en su o r a ción por Bafbo,;ó más bien, rebajó su importancia diciendo que Balbo no había conseguido otro fruto que algunos bienes para sus p a rientes. {4) Teniente de César en la Galia, donde tan bien había hecho su negocio, que pudo, sin aparente esfuerzo, hacer con s t r u i r la quinta de Cingulo, en el Piceno. TOMO ix. 19 290 MARCO TULIO CICERÓN. Mamurra ( 1 ) , los jardines y la casa de Bíbulo en T ú s c u l o ? Pues todo esto tiene el mismo origen: debíase resistir al ambicioso cuando todavía era débil, y e n t o n c e s era fácil. Hoy le vemos al frente de o n c e l e g i o n e s ( 2 ) , sin contar la c a b a l l e r í a , que tendrá cuanta quiera: cuenta con las c i u d a des transpadanas, el populacho de Roma , c a s i todos los tribunos, toda la juventud desordenada, el ascendiente de su glorioso nombre y su extraordinaria audacia. Este es el hombre a quien hay que combatir, si no le con se r v a m o se l privilegio que le con c e de una l e y . — C o m b a t a m o s , dirás, antes que servir a un a m o . — S í , para que nos p r o s c r i b a n si s o m o s v e n c i d o s , y para perder la libertad si v e n c e m o s . Me dirás:—¿Qué partido tomar?—Haré lo que la r e s d e s c a r r i a da del r e b a ñ o , se g u i r a las de su e s p e c i e : e l b u e y sigue al b u e y , así seguiré yo a los hombre s de bien, ó a los que por tales pasan; y e n d o , si e s n e c e s a r i o , a p e r de r me con ellos. Claramente veo lo que puede hacer se en tales a p u r o s . Nadie s a b e lo que s u c e de r a , una vez que se haya llegado a las a r m a s ; pero lo se g u r o es que si quedan v e n c i d o s los b u e n o s ciudadanos, el vencedor no perdonará c i e r t a s c a bezas ni más ni me n o s que Cinna, ni prescindirá del dinero de los ricos más de lo que prescindió Sila. P e r o ya h e m o s hablado demasiado de política y no terminaría si no se e x tinguiese mi lámpara. En último c a s o , habla M. Tidio ( 3 ) : Opino como P o m p e y o , es de c i r , como Ático. Mis recuerd o s al amable niño Alexis, si en e l . tiempo de mi a u se n c i a el niño no ha pasado a se r a d o l e s c e n t e , porque ya no distaba mucho de se r l o . (1) E r a prefecto de los obreros en el e j é r c i t o de César. (2) Las legiones de C é s a r . (3) Fórmula ordinaria con que se invitaba a los senadores para que emitiesen su opinión.

CARTAS Á ÁTICO. 291

CARTA VIH. CICERÓN ÁTICO, Á SALUD, ¿Qué n e c e s i d a d había de tantas seguridades como me d a s acerca de los sentimientos de Dionisio? (1) ¿No bastaba una palabra tuya? Verdad e s que tu silencio me había h e cho sospechar algo contra él; tanto más, cuanto que e r e se l hombre que mejor s a b e consolidar con tan buenos t e s timonios las relaciones de aquellos de q u i e n e se r e s amigo c o m ú n , y se me había ocurrido que Dionisio había hablado de otra manera de mí. P e r o t e n g o por dicho lo que me has escrito, y se r é para él como tú quieres que se a . por una carta que m e has escrito al c o me n z a r uno de tus a c ceso s , h e podido tomar la fecha de tus días b u e n o s , y veo con placer que , sin grave molestia, puedes venir a v e r me en Albano (2) el ni de las nonas de e n e r o ( 3 ) ; pero te ruego que ante todo c u i de s de tu s a l u d . ¿Qué i m p o r tan uno ó dos días de anticipación ? He sabido que Livia (4) ha legado a Dolabela el noveno de sus b i e n e s a condición de que tome su nombre ( 5 ) : (1) Vese que Cicerón comenzaba 4 sospechar de este liberto, del que tan satisfecho había estado hasta entonces. La carta de Ático debió restablecer la confianza. (2) Cicerón se encontraba en Albano, alojado en la casa de Pompeyo. (3) El 3 de enero. (í) Se ignora quién fuese esta Livia. (5) El sexo de la testadora no eximía a Dolabela de la obligación de cambiar de nombre, como si fuese legatario de varón. Pero Dolabela solamente heredaba la novena parte, y podía vacilar hasta saber a cuánto ascendía aquella novena parte. De esto quería Cicerón h a blar con Ático. 292 MARCO T U L I O CICERÓN. asunto es de conveniencia pública si un hombre de su condición debe cambiar de n o m b r e por un legado de m u j e r . Pero reflexionaremos detenidamente acerca de e s t o cuando se p a m o s a cuánto a s c i e n de el l e g a d o . Has calculado muy b i e n : h e visto a Pompeyo antes de entrar en Roma . se me unió en Savernio ( 1 ) el vi de las k a lendas de d i c i e m b r e ( 2 ) . Marchamos j u n t o s a F o r m i a n o , y hablamos a solas desde las dos hasta el o s c u r e c e r . Me preguntas si hay alguna esperanza de a r r e g l o : en c u a n t o he podido j u z g a r por lo que Pompeyo me ha dicho e x t e n sa y terminantemente, ni siquiera lo de se a . P r e t e n de que si César obtiene el consulado, aun después de l i c e n c i a r el e j é r c i t o , ocurrirá un trastorno en la República . paran contra é l , renunciará al consulado por el Además, ejército, e s t a persuadido de que, e n cuanto sepa César que se preprefiriendo guardarlo j u n t a me n t e con la provincia. Añadía que no le intimidaban sus f u r o r e s , y que Roma y él s a brían defenderse b i e n . ¿Qué quieres que te diga? Aunque f r e c u e n t e me n t e recuerd o las palabras i¡ovó« 'EvuáAio«, me tranquilizaba e s c u c h a r a un hombre tan v a l e r o s o , tan hábil y fuerte r a c i o c i n a r en política acerca de los peligros de una paz simulada. L e í m o s juntos la a r e n g a de Antonio (3) del x de las k a lendas de e n e r o , que es desde el principio hasta el fin una acusación con t r a Pompeyo , a quien c o n s i de r a de s de la toga de la infancia. Censúrale con de n a c i o n e s por millares y nos amenaza con la guerra ( 4 ) . acerca de esto , m e decía (1) Paraje de la Campania. (2) 26 de n o v i e m b r e . (3) La arenga de Marco Antonio, tribuno del pueblo, que pocos días después se retiró con su c o l e g a Q. Cassio hacia C é s a r . . A n t e riormente había sido c u esto r de César en la Galia. (4) Ha de t e n e r se en cuenta que Antonio a c u s a b a a Pompeyo: el terror armorum se refiere al que difundió Pompeyo en Roma c u a n do en su t e r c e r consulado hizo e n t r a r en ella sus legiones. César

CARTAS A ÁTICO. 2 9 3 Pompeyo : «¿Qué c r e e s que h a r a César una vez d u e ñ o me la República , si su c u esto r , hombre débil y arruinado ( 1 ) , se atreve a hablar así?» En una palabra, no solamente n o de s e a la paz, sino que hasta me ha parecido que la t e me : tal vez se r a porque e n t o n c e s tendría que salir de Roma . Lo que me disgusta m a s , e s que se r a n e c e s a r i o que pague a César, y tendré que aplicar a esto todo e l dinero de mi triunfo, porque no es posible que, declarándome contra él, continúe siendo deudor s u y o . Pero de e s t a y otras m u c h a s cosa s h a b l a r e m o s cuando nos r e u n a m o s .

CARTA I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUB. ¿Voy a recibir , dirás, carta tuya diariamente? Diariamente, sí, con tal de e n con t r a r ocasión. Pero flos reunir e m o s muy pronto y entonees dejaré de e s c r i b i r t e . Me falta una t u y a , la que diste a mi amigo L. Quintinio, que ha sido robado y herido c e r c a de la tumba de Basilio ( 2 ) . Si esa carta contenía algo que n e c e s i t e s a b e r , r e p í t e l o , y a la vez r e s u é l v e me este problema¡político: Ó César o b t e n drá del Senado ó del pueblo el privilegio de pedir el con sulado, sin dejar el e j é r c i t o ; ó se le obligará a entre g a r la provincia y las tropas para se r c ó n s u l ; ó, si no pueden hacerle c e de r en este punto, podrán de j a r se l a s a condi- censuró este hecho a Pompeyo, así como también la condenación de muchos ciudadanos por el delito de soborno, en virtud de su l e y Pompeya. (1) Antonio había.disipado su fortuna y tomaba el buen camino para r e hacer l a . (2) Creen algunos que este Basilio e r a un ladrón famoso, e n t e r r a do en la vía Appia, t e a t r o de sus hazañas durante su v i d a . 294 MARCO TULIO CICERÓN. tribunos, ción de que no tome parte en la elección . Si p e r m a n e ciendo él tranquilo, se opone por medio de sus para el año que v i e n e ; ó b i e n , despechado, será únicamente para aplazar las e l e c c i o n e s de c ó n s u l e s avanzará s o comenzará b r e nosotros con su e j é r c i t o y t e n d r e m o s la g u e r r a . Si llega a este e x t r e m o , puede e s p e r a r se que cuando apenas e s t a r e m o s preparados n o s otro s ; ó i n t e n t a rá antes o b t e n e r , por medio de s u s amigo s , en los comicios , que se le mantenga su privilegio. Empuñará las a r mas, ó porque se le habrá negado esta petición, ó por que algún tribuno partidario suyo que haya querido impedir la acción del Senado ó sublevar el pueblo habrá sido t a c h a do, cohibido por un senatusconsulto, depuesto ó e x p u l s a d o , ó que , para poder gritar violencia, se habrá refugiado al lado suyo ( l ) . - ü n a vez emprendida la g u e r r a , se r a n e c e s a rio e n c e r r a r se en Roma, ó salir para cortarle sus con v o y e s y el resto de sus tropas. De todos estos m a l e s , ¿cuál te p a r e c e el menor? Sin duda me dirás que hacer cónsul a Cés a r , a condición de que deje el e j é r c i t o . En e f e c t o , si quiere a c c e de r a ello, no hay medio de n e g a r l e nada; y no me sorprendería que no pasase a de l a n t e , si no se l e quiere permitir que pida el consulado sin venir a Roma . Por otra parte, otro s pretenden que nada puede más que verle c ó n s u l . — P r e f i e r o temerse esto , me dirás, a que con s e r v e el e j é r c i t o . — L o con c e d o ; pero eso mismo que prefieres, e s , sin embargo , un mal muy grande y para el que no hay r e me d i o . Concedámosle e s o , si se contenta. Considera su segundo consulado, después de h a b e r visto el p r i me r o : tan débil como era e n t o n c e s , era más fuerte que toda la República : ¿qué se r í a ahora? Y siendo él c ó n sul, Pompeyo tendría n e c e s a r i a me n t e que partir para E s (1) Oponiéndose los tribunos M. Antonio y Q. Cassio al se n a t u s consulto que mandaba a César dejar su provincia, el Senado les amenazó y prohibió que asistiesen a las sesiones. Protestaron con tra estas medidas y marcharon a reunirse con César.

CARTAS A ÁTICO. 295 paña. ¡Terrible e x t r e m i d a d ! Por malo que es este partido, nos conside r a r e m o s muy afortunados si quiere a c e p t a r l o , y hasta tendrán que estarle a g r a de c i d o s todos los h o m bres honrados. P e r o admitamos, como se supone, que nada conseguicuanto Y a mos de él por este camino; ¿cuál es el más e n o j o s o de todos los partidos que quedan? El de con c e de r l e pide con tanta impudencia, como dice P o m p e y o . la verdad, ¿la hubo se me j a n t e j a m a s ? Durante diez a ñ o s h a s con se r v a d o el mando de una provincia, mando que te h a s h e c h o p r o r r o g a r , no por la voluntad s o b e r a n a del se nado, sino por tus sobornos y violencias. Has traspasado ese término regulado por tu ambición y no por la l e y . Por la l e y , si quieres; pero se manda que se te n o m b r e s u ceso r ; tú lo impides, y e x c l a m a s : que se r e s p e t e mi de r e c h o . Comienza tú por r e s p e t a r los nuestros ; ¿y lo haces así, cuando retienes el e j é r c i t o por: más tiempo que te lo ordenó el pueblo y que el Senado quiere? Concede ó l u cha. Sí, como dice P o m p e y o , y t e n d r e m o s la esperanza de v e n c e r ó de morir l i b r e s . Si se llega al fin a c o m b a t i r , el azar decidirá el m o me n t o , los medios y las consecuenc i a s . Acerca de esto no te p r e g u n t o ; pero díme qué p i e n sas de todo lo demás: este es el tormento de mis días y mis n o c h e s .

CARTA X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me decidí repentinamente a partir antes de a m a n e c e r . L i c t o r e s , y especialmente con haces l a u r e a d o s , provocan demasiado la atención y l a s preguntas (1). -Por lo de m a s , (1) E s t o s lictores de Cicerón iban coronados de laurel, porque 296 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . ignoro, a fe mía, lo que hago y lo que h a r é : tal es la con fusión que reina en mi ánimo. En cuanto a t í , ¿qué con se jo he de darte, si no hago otra cosa que pedírtelos? ¿Y qué decide nuestro amigo Cneo? ¿Ojié propósitos tiene? Lo i g n o r o . Continúa e n c e r r a d o en las plazas fuertes y como estupefacto. Si p e r m a n e c e en Italia, todos nos a g r u p a r e mos a su lado; si se m a r c h a , tendremos que con s u l t a r . Hasta ahora, ó yo h e perdido el j u i c i o , ó todos sus pasos son insensatos y t o r p e s . escríbeme , te lo ruego , cuanto se te o c u r r a . todo

CARTA X í . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¿Qué es esto? ¿qué ocurre? Para mí no hay más que tinieblas. B i c e s que somos dueños de Cingulo ( 1 ) , pero h e mos perdido Ancona. Labieno se ha separado de César: ¿hablamos de un general del pueblo romano ó de otro Aníbal? ¡Hombre insensato y desgraciado a la v e z , que j a m a s vi ni siquiera sombra de virtud! Si se le e s c u c h a , el h o n o r le lleva a realizar todo esto ; pero ¿dónde está el h o n o r sino en la virtud? ¿Es cumplir con el h o n o r tener un ejército para sí en una r e p ú b l i c a ; apoderarse de ciudades habitadas por ciudadanos Roma n o s , para abrirse camino hacia la p a tria; no pensar sino en la abolición de deudas, llamamiento de desterrados y tantos otro s c r í me n e s , Y hacer del poder el primero de sus dioses? Cicerón era imperator y esperaban el día de su triunfo para e n t r a r en Roma con él: porque cuando dice que e s t a decidido á partir, no es de la misma Roma, en la que no había entrado, sino de los arrabales de la ciudad, donde permaneció a la e x p e c t a t i v a . (1) La ciudad que edilicó Labieno. Esta ciudad envió diputados a César y se. rindió a él.

CARTAS Á ÁTICO. grandezas uno solo de nuestros paseos a tu h e r m o s o 297 sol Guardepara si su fortuna. No diera, a f e mía, por todas e s a s de Lucretino ( 1 ) ; ó más b i e n , preferiría mil v e c e s morir a fomentar tales i de a s . Trabajo perdido, me dirás. Verdad e s , cada uno piensa como q u i e r e ; ¡mas pensar así! En mi o p i nión, p e o r es eso que morir en la c r u z . Lo único que hay peor que e s o es triunfar con tales propósitos. Pero de esto . Encuentro cierta dulzura en hacer contigo basta estas tristes reflexiones. Volvamos a Pompeyo . Díme, por f a v o r , qué opinas de la resolución que ha t o m a d o , de su m a r c h a de Roma ( 2 ) . Por mi parte nada c o m p r e n d o , ni nada j u z g o más insensato. ¿Dejas la ciudad? L u e g o lo mismo harías si volviesen los Galos. La República, nos d i c e r , no e s t a enc e r r a d a en el r e c i n t o de nuestras m u r a l l a s , ni en nuestros altares y dioses ( 3 ) . Otro tanto hizo T e m í s t o c l e s ; una s o l a ciudad no podía detener el torrente de los b a r b a r o s . poseía más allá de las murallas de A t e n a s ; y cuando e n el Capitolio. OBTCU Pero los no lo hizo P e r i c l e s cincuenta años más tarde, aunque nada Galos se apoderaron de R o m a , nuestros padres resistieron irou T&V itposOsv 6írEu66[j,e6a XAEOI ávoSpf&v. P o r otra parte , la indignación de las ciudades municipal e s , las con v e r s a c i o n e s de cuantos o i g o , me h a c e n creer que e s a malhadada r e s o l u c i ó n tendrá buen r e s u l t a d o . Aquí se quejan en voz alta (no s é qué dirán ahí; pero tú me e n (1) E s l e encantador paraje e s t a b a situado en la v e r t i e n t e de las montañas de la Sabina. (2) Cuando pasó César el Rubicón, aturdióse al pronto Pompeyo. y sin r e c o r d a r á T e m í s t o c l e s , Pericles ni Camilo, emprendió la fuga. Tenía algunas tropas en Italia, pero e r a de t e me r que no le s o s t u viesen ó que a la v i s t a de las de César se pasasen con a r m a s y bagaj e s . Huía, pues, pero sin saber, como dice Cicerón en la carta sigiente lo que haría ni lo que h a c í a . (3) No en muros de piedra, sino de madera, decía T e m í s t o c l e s aludiendo a las naves, 298 MARCO TULIO CICERÓN. terarás de ello) a c e r c a de que Roma se e n c u e n t r a sin se nado, sin magistrados. Pompeyo huyendo, es espectáculo que ha conmovido todos los ánimos hasta un punto que no puedo e x p r e s a r t e . ¿Y qué te diré? la eausa se ha r o b u s t e c i d o , hablándose de no con c e de r nada a César. E x p l í c a me tú en qué parará todo esto . He recibido de Pompeyo una misión muy tranquila: la inspección general de las levas y de todos los demás preparativos que se harán en la C a m pania y en toda aquella c o s t a . Así, pues , h é t e me c o r r i e n d o por todas parte s . Creo que ahora v e s a dónde se dirige César, cuáles son las disposiciones del pueblo y qué giro tomarán los asuntos. Dímelo, te lo ruego, y como las c o sas cambian tanto, escríbeme con f r e c u e n c i a . Me tranquilizo algo escribiéndote y l e y e n d o tus c a r t a s .

CARTA XH.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Una sola carta tuya h e recibido , fechada el x u de las kalendas ( 1 ) : me dices que ya me habías escrito otra, p e r o no me la han entre g a d o . T e ruego me es c r i b a s con toda la frecuencia posible, no s o l a me n t e lo que sepas de cierto y lo que oigas decir, sino que también lo que puedas p r e v e r : sobre todo, dame tu opinión acerca de cuanto deba hacer ó no hacer . por mi parte procuraré que sepas lo que h a c e Pompeyo, aunque creo que ni él mismo lo s a b e , y mucho menos nosotros. El x de las kalendas (2) vi en F o r miano al cónsul Léntulo ( 3 ) ; he visto también a Libón: el (1) 21 de diciembre. (2) 23 de enero. (3) L . Cornelio Léntulo. Pompeyo había ordenado a todos los ma-

CARTAS A Anco. 299 miedo l e s ha de s con c e r t a d o a todos. Pompeyo ha marchado a Larino, donde tiene tropas, como también en T e a n o , en Luceria y en el resto de la Apulia. Ignórase todavía si se propone tomar p o s i c i o n e s en Italia ó atravesar e l m a r . Si permanece aquí, temo que no c u e n t e con e j é r c i t o b a s tante fuerte; y si parte, ¿dónde y cómo reunirse con él? E l apuro es grande para m í . En cuanto al otro , cuyo CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Opino como tú en el asunto de Vesmonio. Considero a Labieno como verdadero h é r o e : desde muy antiguo nada se ha hecho tan digno de un buen ciudadano; y bastante se ría ya aunque solamente hubiese conseguido dar un p e - (1) No los encontró en ella. (2) Mucho debió mortificar á César la defección de Labieno; sin embargo, no se dignó siquiera aludir a él cuando se le presentaba ocasión tan natural al hablar de la toma de Cingulo. CAUTAS A Á T I C O . 301 sar a César; pero c r e o que la República ha ganado mucho en ello. También apruebo a Pisón: el juicio que ha emitido acerca de su y e r n o no quedará sin e f e c t o . Sin embargo, considera bien esta g u e r r a , y verás que no es de opiniones entre los ciudadanos, sino que p r o c e d e de la desenfrenada audacia de uno s o l o . V e se al frente de un e j é r c i t o p o de r o s o ; se ha formado numeroso partido sembrando e s p e r a n zas y p r o me s a s , y todo lo quiere para é l . Le h e m o se n t r e gado sin defensa a Roma y todas sus r i que z a s . ¿Qué no podremos temer de un hombre que conside r a r a nuestras casa s y nuestros templos, no ya como patria, sino como presa? No sé qué hará e n con t r á n d o se sin se n a d o y sin magistrados; ni siquiera tendrá a p a r i e n c i a de g o b i e r n o . P e r o n o s otro s , ¿cuándo y cómo p o d r e m o s l e v a n t a r n o s con un j e f e que , como tú mismo o b se r v a s , no con o c e la g u e r r a ni comprende la importancia de las plazas del Piceno? Su incapacidad e s n o t o r i a , y sin h a b l a r de las faltas que ha cometido durante diez a ñ o s , ¿qué p a z , por dura que fuese, no valía más que esta l a me n t a b l e fuga? Ni siquiera en el m o me n t o p r e se n t e s é lo que se p r o p o n e , aunque escribo a todas partes para e n t e r a r me . J a m a s se vio tanto desaliento ni tanta con f u s i ó n . ¿Qué plazas, qué tropas tiene? Y sin embargo , para atender a esto se le hizo permanecer en las puertas de Roma . Todos nuestros r e c u r s o s se r e d u c e n a dos legiones que retuvo de una manera odiosa y que c a s i puede considerar e x t r a n j e r a s ( 1 ) . En cuanto a las l e v a s , y fórmanse de g e n t e s alistadas en con t r a de su voluntad (1) De e s t a s dos legiones destinadas para el Asia y la Siria, se gún orden del Senado, Pompeyo debía suministrar una y César la o t r a . César lo hizo así; pero Pompeyo, que había prestado una legión a César, se la pidió: devolviósela César, y en realidad dio dos legiones en v e z de una (De Bell. Civ.). César r e c u e r d a este r a s g o para deducir que desde entonces (porque esto ocurrió el año a n t e rior) procuraba Pompeyo se r v i r se de estas legiones para e s t a b l e c e r s u poder y dominio, y deseaba que se l l e g a se a las m a n o s . 302 MARCO TULIO CISERÓN. que no tienen ni el menor deseo de c o m b a t i r . Por otra parte , ya no es tiempo de hablar de paz. No puedo penetrar en lo futuro; pero c i e r t a me n t e se r e m o s siempre c u l p a b l e s , ó más bien nuestro j e f e , de h a b e r salido del puerto sin timón y de habernos entregado a la t e m p e s t a d . No s é qué hacer con nuestros Cicerones, y varias v e c e s se me ha ocurrido la idea de mandarles a Grecia. Mucho más tiemblo por Tulia y T e r e n c i a , cuando pienso en la llegada de los b a r b a r o s ; pero al recordar que Dolabela está con ellos, respiro un p o c o . T e ruego que reflexiones en esto ; semos primeramente en un paraje de refugio, penporque debo ocuparme más de ellas que de mí mismo ; en seguida meditemos en lo que podrían decir si saliese yo de Roma cuando todos los b u e n o s ciudadanos la han dejado. Esto te atañe lo' mismo que a mí y que a P e d u c e o , que me ha escrito ; porque uno y o t r o gozáis de notoriedad que os impone los mismos deberes que a los primeros ciudadan o s . No pretendo a con se j a r t e , puesto que te pido con se j o para mí y para mi familia. Concluyo rogándote que p r o c u r e s informarte cuidadosamente de todo cuanto ocurra y me lo c o m u n i que s . E n t é r a m e especialmente de tus con j e t u r a s ; esto es lo que m a s me i n t e r e s a . Cualquiera puede de cirme lo que s u c e d a , pero tú solo predecirme lo v e n i de r o . Mavxt; S 'apuTo;. Perdona mi locuacidad, que me alivia e s cribiéndote y me proporciona cartas tuyas. Al pronto nada comprendí de tu enigma referente a e s o s Oppiós de Velia ( 1 ) , enigma que e s más o s c u r o que los n ú me r o s de Platón. Después lo h e comprendido; llamas a e s o s ( 1 ) Estos Oppios eran banqueros en Roma. Uno de ellos e s t a b a encargado de los negocios de César en Roma, mientras permanecía él en la Galia. Parte de e s t a familia romana estaba establecida sin duda en Velia, en alguna posesión perteneciente a Ático, porque Cicerón les califica de contubernales de Á t i c o .

CARTAS Á ÁTICO. 303 Oppios s u c con e s (chupadores). La palabra me hizo sudar mucho ; pero una vez comprendida, el resto e s sencillo y la cantidad concuerda con la de T e r e n c i a . Vi a L. César en Minturno (1) el vm de las kalendas de febrero ( 2 ) , por la mañana; lleva a Pompeyo proposiciones ridiculas (3). Ese hombre no tiene aplomo ni se r i e d a d , y c r e o que César ha querido burlarse de nosotros al e n c a r g a r a tal individuo n e g o c i a c i o n e s tan importantes ( 4 ) . P e r o tal vez no se las habrán e n c a r g a d o , y por cualquier frase suelta se haya tomado él mismo la comisión. L a b i e n o , que , en mi opinión, es un grande hombre , vino á v e r a Pompeyo y a los c ó n s u l e s en Teano el ix de las kalendas ( 5 ) . En cuanto sepa lo que pasó en esta entre v i s t a , te lo c o m u n i c a r é . Pompeyo partió de Teano el vm de las kalendas (6) en dirección de Larino ( 7 ) : el mismo día llegó a Venafri ( 8 ) . P a r e c e que Labieno nos ha inspirado algún valor; pero nada especial puedo de c i r t e todavía de e s t e (1) Hijo de L. Julio César, que fué cónsul en 690 con C. Mario Fígulo. (2) 25 de e n e r o . (5) César proponía que Pompeyo m a r c h a se inmediatamente á s u gobierno de España; que los dos licenciasen sus t r o p a s ; que c a d a uno depondría las a r m a s en Italia; que los comicios fuesen libres, y entregados al Senado y al pueblo los asuntos públicos. Todo esto lo e n c u e n t r a absurdo Cicerón, y sin embargo nada podía se r más r a z o nable. Verdad es que, aceptándolo, en c i e r t a manera hubiese entre gado Pompeyo á César Roma y la Italia; r e c h a z ó , pues, las proposiciones de su rival, a no ser que César r e g r e s a se a la Galia, en c u y o c a s o marcharía él a E s p a ñ a . (4) Se engaña Cicerón. César dice en sus Comentarios que encargó e s t a comisión a L. César. Más aún; Pompeyo fué quien envió p r i me r a me n t e a Lucio con proposiciones para César, remitiendo César con el mismo Lucio las suya s . La c e n s u r a de haber empleado para estas negociaciones a un hombre como Lucio r e c a e sobre Pompeyo(5) 2 í de enero. (6) 25 de e n e r o . (7) Ciudad en los confines de la Apulia. (8) En Campania, c e r c a del río V o l t u r n o . 304 MARCO TULIO CICERÓN. país, y tengo mucha más curiosidad de saber por tí lo que se dice de César: cómo ha tomado la d e se r c i ó n de L a b i e n o ; qué hace Domicio en el país de l o s Marsos ( 1 ) , T h e r m o en Ignuvio (2) y P. Accio en.Cingulo ( 3 ) ; cuáles son las disposiciones del pueblo, y, en fin, tus opiniones sobre todo esto . E s c r í b e me con f r e c u e n c i a , y díme qué debo hacer con mi esposa y mi hija, y a qué te has decidido tú mismo . Si te e s c r i b i e se de mi puño la carta , se r í a m a s l a r g a ; pero la fluxión que tengo en los ojos me obliga a d i c t a r .

CARTA XIV. CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Hoy, vi de las kalendas de f e b r e r o ( 4 ) , parto de Calvi ( 5 ) para Capua: mi fluxión a los o j o s no es i m por t a n t e . L. César llegó a T e a n o el vm de las kalendas y c o m u n i c ó a P o m p e y o y a los cónsules las proposiones de César. Se ha con v e n i do a c e p t a r l a s , pero a condición de que retiraría p r e v i a mente sus tropas de todas las plazas que no pertenecen a

(1) L. Domicio e s t a b a encerrado con sus c o h o r t e s en Corfinio Después de algunos días de sitio, los habitantes se rindieron a C é s a r , y éste dejó marchar sin c a u s a r l e s daño alguno a Domicio y s u hijo, así como también a P. Léntulo Spinter, L. Vibulio Rufo, se x t o (Juinlilio V a r o , c u esto r , L . Rubrio y otros muchos c a b a l l e r o s Roma nos que Domicio había hecho venir de las ciudades municipales y que estaban encerrados con él en Corfinio. (2) Desconfiando Thermo de las disposiciones de los ciudadanos de Ignuvio, ciudad de la Umbría, retiró sus cohortes y h u y ó . Curión entró en Ignuvio con mucha satisfacción de sus habitantes . (3) P. Accio Varo no se encontraba ya en Cingulo, sino en Auximo, ciudad del Piceno. Hizo lo mismo que Thermo en Ignuvio y por idénticas razones; huyó dejando la ciudad en poder de César. (4) (5) 27 de e n e r o . Calvi, c e r c a de Capua.

su g o b i e r n o ; que hecho esto, regresaríamos todos a Roma y que se entregaría el asunto al Senado para su resolu ción. No desespero, p u e s , de la paz. Creo que César se arrepiente algo de sus furores y que Pompeyo se s i e n t e demasiado débil. Pompeyo ha querido que m a r c h a se a Capua para activar las l e v a s , porque la colonia no m u e s t r a m u c h a prisa en el asunto ( 1 ) . En cuanto a los gladiadores que César tenía Capua, cosa de que te escribí por una en carta de T o r e u a t o , ha resultado falso. P o m p e y o los ha distribuido dos a dos en las casa s de los v e c i n o s ; precaución excelente , porque se dice que habrían forzado el paraje donde se e n con t r a ban, y en él se han e n con t r a d o cinco mil e s c u d o s . T e ruego pienses si conviene que nuestras m u j e r e s , en e n t r e las que se encuentra tu hermana , permanezcan Roma ahora que ya no queda allí ninguna señora distinguida. Y a les he escrito de la misma manera que a ti. Decídelas a marchar : t e n e m o s en esta costa, que yo guardo, casas de campo en las que , en las a c t u a l e s c i r c u n s t a n c i a s , no se encontrarían mal. En cuanto a mi y e r n o , si ha t o m a do mal partido, no tengo que r e s p o n de r yo; pero sí t e n drían razón para considerar e x t r a ñ o que nuestras m u j e r e s fueran las únicas que p e r m a n e c i e se n en Roma . Díme si pensáis salir tú y se x t o , y en general lo que opinas de los asuntos a c t u a l e s . Por mi parte no me c a n s o de a con se j a r la paz: por desventajosa que pueda se r , siempre será m e j o r para n o s otro s que la guerra m a s j u s t a . P e r o en último caso sucederá lo que la fortuna quiera. (1) César habla establecido una colonia en Capua durante su consulado, manteniendo allí considerable número de gladiadores. El cónsul Léntulo les reunió en la plaza pública, les prometió la libertad, les dio cballos y les mandó que le siguiesen; mas advirtiendo muy pronto que todos censuraban aquella medida, los distribuyó en los alrededores de la Campania para vigilar la custodia de los esclavos. Tal es el relato de César, bastante diferente del de Cicerón. TOMO ix. 20 306 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA X V . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Desde que salí de Roma , ni un solo día he dejado de e s c r i b i r t e ; pero s o l a me n t e tengo la satisfacción de hablar contigo desde l e j o s , no pudiendo hacer l o de c e r c a y de viva voz. L l e g u é a Capua la víspera del sexto de las kalendas ( 1 ) , encontrando aquí a los cónsules y a mucho s senadores. Todos desean que César r e t i r e sus tropas de las plazas de Italia, y que se atenga a las condiciones que él mismo ha propuesto. S o l a me n t e Favonio pretende que no s e debe recibir la ley de César; p e r o ni siquiera se le ha e s c u c h a do en el con se j o . Hasta Catón prefiere la servidumbre a la g u e r r a civil. Sin embargo , h a declarado que quería asistir al Senado cuando se trate de lo que se de b e con c e de r a C é s a r , si se decide a r e t i r a r las tropas. Así, pues, no irá a Sicilia ( 2 ) , a donde tan n e c e s a r i o sería que fuese; y tiene e m p e ñ o en asistir al se n a d o , a donde temo sea perjudicial su p r e se n c i a . P e r o P o s t u m o , a quien el Senado ha n o m b r a do para que m a r c h e en seguida a Sicilia a ocupar el puesto de Furfanio ( 3 ) , ha declarado que no marcharájsin Catón; y está persuadido de que el Senado no puede prescindir de sus servicios y de la importancia que se a t r i b u y e . Entre (1) 26 de e n e r o . (2) Fué sin embargo muy poco después; m a s apenas había t e r m i nado sus preparativos de defensa, teniendo noticia de la llegada de Cicerón, reunió al pueblo, se quejó de que le habían abandonado, de que le había hecho traición Pompeyo, y h u y ó . (5) T. Furfanio Postumo, que sucedió a Alieno, eorno pretor de Sicilia, mientras que César hacía la guerra en África,

CARTAS A ÁTICO. 30T t a n t o , ha sido n e c e s a r i o m a n d a r a F a n n i o (i) para que m a n de en Sicilia. Aquí hay mucha variedad de opiniones. La mayor parte opinan que César no se atendrá a las condiciones que ha p r o p u e s t o , y que solamente las ha presentado para de t e n e r n o s en nuestros preparativos de g u e r r a . Por mi parte c r e o que retirará sus tropas; con tal de que l e hagan c ó n s u l , tendrá lo que p r e t e n d í a , y no concluirá por el c r i me n , como ha comenzado. Necesario es que r e c i b a m o s el c a s t i g o , habiendo cometido la vergonzosa falta de no p r e c a v e r n o s . C a r e c e m o s de t r o p a s , no t e n e m o s dinero, y al aband o n a r a Roma, h e m o se n t r e g a d o a n u e s t r o e n e m i g o , no solamente el de los particulares, sino que también todo el t e s o r o público. Pompeyo ha marchado a r e u n i r se con las tropas de Accio, llevando consigo a L a b i e n o . Deseo con o c e r tu opinión acerca de estas c o s a s . Pienso partir para Formiano.

CARTA X V I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Creo h a b e r recibido todas tus c a r t a s , e x c e p t u a n d o la prim e r a , en el orden en que T e r e n c i a m e las ha e n v i a d o . T e e s c r i b í desde Capua el v de las kalendas ( 2 ) , diciéndote las proposiciones de César, la llegada de Labieno, la respuesta d e los c ó n s u l e s y de Pompeyo , enterándote también de muchas con j e t u r a s m í a s . Actualmente estamos e s p e r a n d o , e n primer lugar qué hará César cuando con o z c a las p r o p o siciones que L. César se h a encargado de llevarle, y e n (1) <2; C Fannio, antiguo tribuno del pueblo. 28 de e n e r o . 308 MARCO T U L I O CICERÓN. segundo lugar lo que el mismo P o m p e y o se propone por su parte. me es c r i b e que dentro de p o c o s días se e n con trará a la cabeza de un ejército i m p o n e n t e ; que puede o c u par el P i c e n o , y que en este c a s o espera que p o d r e m o s volver a R o m a . Tiene consigo a L a b i e n o , que considera a César como c o m p l e t a me n t e imposiblitado de s o s t e n e r la l u c h a . La llegada ha reanimado mucho el valor de nuestro Cneo. He recibido órdenes de los c ó n s u l e s para que me e n c u entre en Capua en las nonas de febrero ( i ) . Partí para Formias el m de las kalendas ( 2 ) . Hoy, c e r c a de la hora n o vena, h e recibido en Calvi tu carta , a la que con t esto i n mediatamente. Opino como lú en cuanto a T e r e n c i a y Tulia, y las e s cribo que se pongan de a c u e r d o contigo. Si no han m a r chado aún, harán bien en e s p e r a r el giro que tomen l o s acontecimientos.

CARTA XVII. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Profundamente agradable me ha sido tu c a r t a . P e n s a b a mandar los niños a Grecia, cuando parecía que Pompeyo quería absolutamente abandonar la Italia. Esperaba, en este c a s o , que m a r c h a r í a m o s a España, y esto no les con venía mas que a n o s otro s . P e r o ahora c r e o que tú mismo y se x t o podéis permanecer en R o m a sin inconveniente; tanto m a s , cuanto que no hay razón para que estéis c o n tentos de Pompeyo , porque j a m a s dejó nadie tan desamparada la ciudad. ¿Qué t e parecen mis bromas en este m o - (1) (2) 5 de febrero. 3 de enero.

CARTAS A ÁTICO. 3 0 9 mentó? Sin duda conoces ya la contestación de Pompeyo a las proposiciones de César, y habrás visto la carta que éste le ha escrito , porque querían hacer l a pública. Pero no c o m prendo cómo P o m p e y o , que tan e l e g a n t e me n t e escribe , se haya servido de se x t i o para r e d a c t a r un documento importante y que había de c o r r e r en tan manos de todos: así que e s que nunca he visto nada que trascendiese tanto a se x tio. V e s , sin embargo , por esta carta de P o m p e y o , nada se niega a César y que se le con c e de cuanto p i de . Insensato sería si aceptase las condiciones que se le impon e n , después que se han aceptado las que ha tenido el a t r e vimiento de proponer. por que , en fin, ¿quién e r e s tú para de c i r : Pretendo que se m a r c h e a España y que r e t i r e sus tropas de las plazas de Italia? Y sin embargo , lo c o n s i g u e ; y se c e de hoy con mucho menos honor a un rebelde de c l a rado que ha puesto ya manos violentas sobre la República , que si antes se le hubiese permitido pedir el consulado sin venir a Roma . T e m o , sin e m b a r g o , que no se con t e n t e con lo que se le con c e de ; porque después que e n c a r g ó a L . Cés a r de sus proposiciones, parece que debía haber p e r m a necido algo más tranquilo; y h e sabido que , sin con t e s t a c i ó n , se m u e s t r a más obstinado que a n t e s . T r e b a c i o me escribe que le e n c a r g ó el í x de las kalendas de febrero ( i ) que me r o g a se me acerca r a a Roma , con lo que le proporcionaría sumo p l a c e r . Esto e n una carta muy l a r g a . Contando los días, h e comprendido que , en cuanto supo César que habíamos dejado a Roma, pensó en h a c e r r e g r e s a r a ella algunos con s u l a r e s . Así es que no dudo haya escrito lo mismo a Pisón (2) y a se r v i o . Lo que me s o r p r e n de es que no me haya escrito él mismo , ó al menos que no haya hecho me escriban Dolabela ó Celio; aunque, por otra (1) 24 de enero. (2) M, Pupio Pisón, cónsul en 693, suegro de César. Servio Sulpicio, cónsul en 703. esperar 310 M A R C O TULIO CICERÓN. parte no me p a r e c e mal que se haya servido de T r e b a c i o , que e s uno de mis amigos más que r i d o s . He c r e í d o , sin e m b a r g o , que no debía escribir a César, puesto que no me había escrito él; pero he hecho saber a T r e b a c i o que en la actualidad me era muy difícil satisfacer los deseos de C é s a r ; añadiendo que permanecía en mi casa de campo sin me z c l a r me para nada de las levas nuevas, ni de ningún o t r o negocio. A esto me atendré, mientras exista alguna esperanza de paz: si se e m p r e n de la g u e r r a , solamente a t e n de r é a mi de b e r y mi h o n o r . Comenzaré por mandar los ñiños a G r e c i a , porque no dudo que el incendio a b r a se toda la Italia. ¡Quién diría que tempestad tan espantosa la levantaron unos cuantos ciudadanos envidiosos ó malvados! Mas p o dremos juzgar muy pronto del giro que tomarán las cosa s , por la manera con que considere César nuestra r e s pues t a . E n t o n c e s te e s c r i b i r é más detalladamente, si t e n e m o s g u e r r a ; pero aunque solamente consigamos una t r e g u a , e s p e r o verte. Hoy, m de las nonas de febrero ( i ) , h e regresado de Capua a F o r m i a n o , y e s p e r o a nuestras m u j e r e s durante el d í a . P r i me r a me n t e les escribí, por una carta tuya, que podían permanecer en Roma; pero he sabido que reina allí m a s alarma que n u n c a . Volveré a Capua para las nonas de f e b r e r o ( 2 ) , en virtud del mandato de los c ó n s u l e s . Si se t i e nen allí noticias de P o m p e y o , te las c o m u n i c a r é en se guida: e s p e r o que tú me es c r i b a s las que con o z c a s . (1) (2) 3 de febrero. 5 de febrero.

CARTAS A ÁTICO. 311

CARTA XVIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El ív de las nonas de febrero (1) llegaron nuestras mujeres a F o r m i a n o , y en seguida me hablaron de las asiduas atenciones que te de b e n . Las dejaré aquí con los niños hasta que sepamos con c e r t e z a si t e n e m o s que elegir entre una paz vergonzosa y una guerra deplorable. Hoy, ni de las nonas ( 2 ) , partimos mi hermano y yo para r e u n i m o s a los cónsules en Capua, donde tenemos orden de e n con t r a r n o s el día de las nonas ( 3 ) . Dícese que cuando se leyó al pueblo la con t e s t a c i ó n de Pompeyo a las proposiciones de César, la asamblea la aprob ó , quedando satisfecha. Así lo e s p e r a b a . Si César rechaza esto s ofrecimientos, cae en el de s a f e c t o : si los c i e se nuestras fuerzas. Aquí c o r r e el r u m o r de que somos dueños de Ancona ( 4 ) , de donde h e m o s arrojado a Cassio ( S ) . Este es buen p r e c e de n t e , si estalla la g u e r r a . Por otra parte, se asegura que César, desde que remitió sus proposiciones con L. César, continúa las levas con más ardimiento que a n t e s , ocupa las posiciones ventajosas y las g u a r n e c e . ¡Oh malvado l a drón! Y para la República, ¡qué de s h o n r a , de la que ninguna paz puede indemnizarla! Pero no nos i r r i t e m o s ; cedamos al tiempo; m a r c h e m o s a España con Pompeyo: en el c ú m u (1) (2) (3) (4) (5) 2 de febrero. 3 de febrero. 5 de febrero. E s t a noticia e r a falsa. Q. Cassio Longino. acepta.. ¿Qué te p a r e c e mejor? me dirás. T e con t e s t a r í a , si con o - 312 M A R C O TL'LIO CICERÓN. lo de nuestros males, debemos e l e g i r el me n o r , puesto que no quisimos, cuando podíamos hacer l o , poner a cubierto la República del segundo consulado de e se hombre . basta de esto . En mis cartas anteriores se me olvidó hablarte de Dionisio; pero he decidido esperar la con t e s t a c i ó n de César: si r e g r e s a m o s a Roma , allí nos e n con t r a r a ; si se prolongan las n e g o c i a c i o n e s , podré llamarle. No debía habernos a b a n donado en nuestra fuga, después de habérselo r o g a d o : conducta no es propia de un sabio y de un amigo . . . su Pero Pero no debe pedirse demasiado a los G r i e g o s . Para el c a s o en que sea necesario hacerle venir aquí, cosa que en m a n e r a alguna de s e o , te ruego veas si está dispuesto a ello; por que no quiero hacer l e fuerza. Mi hermano Quinto trabaja para o b t e n e r dinero de Egnacio y pagarte ( 1 ) . Egnacio no c a r e c e de buena voluntad, y también es muy r i c o ; pero son tan malos l o s tiempo s , que Q. Titinio, que me ve con f r e c u e n c i a , me ha dicho que no podía e n con t r a r ni siquiera con qué hacer su v i a j e , y que se había contentado con decir a sus deudores que e l interés continuaba c o r r i e n d o ; dícese que L. Ligo ha h e cho lo m i s m o . Careciendo Quinto de dinero disponible, no pudiendo conseguirlo de E g n a c i o , ni e n con t r a n d o en ninguna parte quien le p r este , le sorprende que no tengas en cuenta este malestar público. Por mi parte, aunque sigo puntualmente la máxima que se atribuye a Hesiodo: «No j u z g u e s sin haber oído a las dos p a r l e s , » especialmente cuando se trata de tí, a quien nunca vi obrar con p r e c i pitación, hermano. cosas. me conmueven sin embargo las quejas de mi He querido que tengas conocimiento de estas (1) Ático no acostumbraba a dejar e n v e j e c e r ninguna deuda por indulgencia, ni aumentar con la acumulación de interes e s . (Cor. Nep.J

CARTAS A ÁTICO. 313

CARTA X I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada tengo que de c i r t e . Había escrito una e x t e n s a c a r ta, y no te la r e m i t o . Mostraba en ella muchas e s p e r a n z a s : encontrábame bajo la impresión de lo que me habían dicho de las disposiciones del pueblo en la última a s a m b l e a , y estaba persuadido de que César se atendría a l a s con d i c i o nes que p r e se n t ó . P e r o he aquí que el n de las nonas de febrero (1) por la mañana r e c i b o , con tu carta, otra de F i lótimo, de F u r n i o , como también la copia de una de Curión a este último, y veo en ella que Curión ridiculiza la misión de L. César. Así, pues, todo está perdido, y no sé qué p a r tido t o m a r . No me inquieto, a fe mía, por mí mismo, p e r o no sé qué hacer con nuestros hijos. Saldré para Capua en cuanto concluya de e s c r i b i r ; allí me e n t eraré mejor de los asuntos de Pompeyo.

CARTA X X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. L o s tiempos que corren me han hecho l a c ó n i c o . No hay esperanza de paz, y nada tenemos preparado para la g u e r r a . No pueden e n con t r a r se dos nulidades como nuestros cónsules ( 2 ) . Esperando saber por ellos a qué altura se e n - (1) (2) i de febrero. C. Claudio Marcelo y L . Cornelio Léntulo. 314 M A R C O TULIO CICERÓN. en cuentran nuestros p r e p a r a t i v o s , y a pesar de una lluvia espantosa, marchó a Capua la víspera de las nonas, cumplimiento de las órdenes que me habían d a d o . No e s taban allí; pero iban a llegar sin medios de acción como sin plan. Dicese que Pompeyo está en Lucería ( 1 ) , donde ha querido revistar algunas c o h o r t e s de las legiones de A c c i o , que no son muy se g u r a s . El otro viene a la carrera ; va a c a e r s o b r e n o s otro s , no para c o m b a t i r ¿con quién? sino para quitarnos los medios de h u i r . por mi parte , con s i e n t o e n morir con Pompeyo en Italia, y acerca de este punto no t e con s u l t o . P e r o si se m a r c h a , ¿qué hago? El r i g o r de la e s t a c i ó n , mis l i c t o r e s , la imprevisión é impericia de l o s j e f e s , razones son para p e r m a n e c e r : otras hay para huir con Pompeyo ; la amistad que nos u n e , la justicia de su c a u s a , la v e r g ü e n z a de unirse con un tirano, del que todavía no puede de c i r se si imitará.á Pisistrato ó a Falaris ( 2 ) . Esto es lo que me apura y lo que demanda tus con se j o s . Tal vez no se r a me n o r tu indecisión; p e r o , en fin, díme lo que p i e n se s . Si s é algo h o y , en seguida te lo c o m u n i c a r é . L o s c ó n s u l e s no pueden dejar de venir aquí para la a s a m b l e a de las n o n a s . E s p e r o que me escribirás tras m u j e r e s y a los niños en F o r m i a n o . diariamente. Además, con t e s t a a ésta cuando puedas. He dejado a n u e s -

CARTA XXI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Antes te e n t e r a s de nuestros m a l e s que y o , porque b r o tan por ahí. Por aquí ningún bien puede e s p e r a r se . Fui a (1) Lucería, en Apulia. (2) Pisistrato cambió la forma de gobierno en Atenas y ejerció el poder con dulzura. F a l a r i s hizo otro t a n t o en Agrigento y fué un tirano c r u e l .

CARTAS A ÁTICO. 3 1 5 Capua el día de l a s nonas de febrero ( 1 ) , según la orden de J o s cónsules. Lénlulo llegó por la n o c h e . El V H de los idus ( 2 ) no se había presentado aún el otro cónsul. Acabo de dejar a Capua y h e descansado en Calvi, desde donde te escribí hoy, vi de los idus, antes de a m a n e c e r . En Capua me e n t e r é de todo; nada puede e s p e r a r se de los c ó n s u l e s : de levas, no hay n o t i c i a s . Los que están sujetos a e l l a s , ni siquiera se atreven a p r e se n t a r se : él está muy c e r c a , y nuestro j e f e no se mueve ni se presenta: nadie se ha h e cho inscribir aún. No hay mala voluntad, pero se c a r e c e en absoluto de confianza. En cuanto a nuestro Cneo, ¡oh degradación i n c r e í b l e ! ¡cuánto ha c a í d o ! sin v a l o r , sin ideas, sin a c c i ó n , sin m o v i m i e n t o . No hablo de su vergongosa fuga de Roma , de sus tímidas alocuciones a las c i u dades, de esa completa ignorancia adversario y hasta de las suya s . Pero ¿cómo l l a m a r e m o s a esto? C. Cassio, (3) tribuno del pueblo, ha venido de su parte a Capua, el vn de los idus, trayendo orden a los c ó n s u l e s para que marchen inmediatamente a Roma , recojan e l tesoro sagrado ( 4 ) , y r e g r e se n en seguida. ¿Y dónde encontrarán escolta? ¡Volver de Roma ! ¿les dejarán marchar? El cónsul ha con t e s t a d o a Pompeyo que c o me n z a se él mismo por entrar en el P i c e n o . P e r o el Piceno lo h e m o s perdido; nadie lo s a b e aún aquí, tuando y o , porque me lo ha escrito Dolabela. excepSospecho de las fuerzas de su (1) 5 de febrero. (2) 7 de febrero. (3) c . Cassio se encontraba en Formiano con Cicerón. (4) Allí estaban depositados, en unión con el dinero r e se r v a d o para el c a s o de g u e r r a con t r a los Galos, los despojos cogidos a l enemigo durante las t r e s g u e r r a s púnicas y las de P. Emilio en Macedonia, de Lúculo y de Pompeyo en Asia: también se encontraba allí el producto del vigésimo pagado por las manumisiones y los l e gados. Léntulo marchó a Roma para e j e c u t a r la orden de Pompeyo; pero oyendo decir que se aproximaba César, huyo repentinamente dejando abierto el t e s o r o . 316 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . que la Apulia está ocupada también, y Pompeyo e m b a r c a d o ya. ¿Qué resolver? ¡cuánta ansiedad! No vacilaría si no fuese por estas vergonzosas i r r e s o l u c i o n e s , ó si hubiera p e r m a necido neutral hasta ahora. Sin e m b a r g o , nada haré que no sea digno. César me invita a que sea mediador; pero a la fecha de su carta no se había lanzado aún. Después me dicen Dolabela y Celio que está contento de m í . Mi apuro es g r a n de . Ayúdame, si puedes, con tus con se j o s , y atiende en cuanto te sea posible a mis asuntos de ahí. En mi agitación, no puedo e s c r i b i r t e m a s . E s p e r o tuyas. cartas

CARTA X X I I . CICERÓN A Á T I C O , S A L U D . No queda en Italia un pie de terreno del que no sea d u e ñ o . De Pompeyo no sé nada. Pero si en este m o m e n t o se encuentra en el mar, debe t e n e r c e r r a d o s todos los p a s o s . por aquella parte, i n c r e í b l e rapidez; por la n u e s t r a . . . P e r o me repugna acusar a aquel c u y o s peligros forman mi de se s peración y suplicio. Razón tienes para t e me r una m a t a n z a , a pesar de que nada sea menos a propósito para con s o l i d a r la victoria de César y asentar su dominación; pero con o z c o a los que le rodean y seguirá su impulso. Suceda lo que quiera. Creo que no es con v e n i e n t e la permanencia en las ciudades. No tengo quien me a con se j e . Haced ahí lo que os parezca mejor . Ponte de a c u e r d o con Filótimo: T e r e n c i a llegará ahí el día de los idus. Pero ¿qué h a r é yo? ¿dónde está? ¿dónde le encontraré? ¿en t i e r r a ó en el barco? ¿Me entre g a r é al fin a e s t e hombre? mar? Si e n emhacerlo tierra, ¿qué camino tomo? Si en el m a r , ¿dónde me puedo con seguridad. ¿Y con honor? de ningún modo. ¿Qué de c i -

CARTAS A ÁTICO. 317 te ocurriese dir? ¿te pediré con se j o como de costumbre? Imposible r e solver esta dificultad. Sin embargo , si se algo, d í me l o , y que sepa yo lo que harás tú.

CARTA X X I I I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El v de los idus de febrero por la tarde recibí una carta de Filótimo, en la que me dice que el e j é r c i t o de D o m i c i o se e n c u e n t r a animado de excelente espíritu; que las han traído del Piceno se c o h o r t e s que Léntulo y T h e r m o que él mismo lo t e me ; han reunido con Domicio; que César puede se r rodeado ( 1 ) , que en Roma alzan la frente l o s hombres honrados, y los malvados están abatidos. Mucho temo que todo esto se a un s u e ñ o . Sin embargo , la carta de Filótimo ha devuelto la vida a M. Lépido, a L. T o r c u a t o y al tribuno del pueblo C. Cassio, que se e n c u e n t r a n aquí con m i g o , es de c i r , en F o r m i a n o . Por de s g r a c i a , doy m a s crédito a lo que me dicen por otro lado, esto e s , que todos nosotros estamos rodeados y que Pompeyo trata de salir de Italia. Añaden otra cosa (¡y es muy a c e r b a para m í ! ) : que César le persigue. ¡César persigue a Pompeyo! ¡Cómo! ¿para matarle? ¡Desgraciado de mí! ¡Y no acudimos todos a formarle muralla con n u e s t r o s c u e r p o s ! se g u r o estoy de que gimes como y o . P e r o ¿qué hacer , encontrándonos v e n c i d o s , rodeados, atados? Sin e m b a r g o , la carta de Filótimo me ha hecho c a m b i a r de parecer en cuanto a n u e s tras m u j e r e s . Quería enviarlas a Roma, y ya te había e s c r i t o ; pero reflexiono que este viaje daría lugar a con v e r s a c i o n e s , que se diría he juzgado ya los a con t e c i m i e n t o s , (1) Había dado o c a s i o n a l rumor de que César podía quedar r o deado una c a r t a de Domicio a Pompeyo que preveía este c a s o . 318 MARCO TtILIO CICERÓN. primeramente Por manera- mi r e g r e s o . que desespero de la causa, y que enviando a las m u j e r e s , preparo de esta lo demás, opino como tú que no debo huir a la a v e n t u r a , sin provecho para la República ni para Pompeyo. Daría m ¡ vida por é l , no diré con m a n e c e r , es vivir. Si me preguntas qué se h a c e aquí, te diré que Capua algo está sombría y que han c e s a d o los alistamientos. Como se de se s p e r a , todos se dispersan: ¡si al menos o c u r r i e se favorable, por e j e m p l o , la unión de las fuerzas de Pompeyo y de Domicio! Pasados dos ó tres días s a b r e m o s p r o b a b l e me n t e algo. T e h e enviado copia de la carta de César. por todas partes me escriben que está contento de m í : lo c e l e b r o , pero no h a r é nada de s h o n r o s o . piadosa r e s i g n a c i ó n , sino con alegría. Así, pues, permanecer é aquí: y sin embargo , p e r -

CARTA XXIV. SALUD.
CICERÓN A ÁTICO, La carta de Filótimo, que tan poca impresión me c a u s ó , produjo alegría aquí; pero a la mañana siguiente recibió Cassio una de su amigo L u c r e c i o , e s c r i t a en Capua. Nigidio había llegado a esta ciudad por orden de Domicio, y había dicho que , huyendo del P i c e n o , Vibulio, (1) con c o r t o n ú me r o de tres soldados, corría en busca de Pompeyo ; que Domicio apenas que tenía César le e s t r e c h a b a de c e r c a , mil h o m b r e s . L u c r e c i o añade que los cónsules han abandonado a Capua. No dudo que Pompeyo se e n c u entre en fuga. ¡Ojalá pueda escapar! Sigo tu c o n se j o y no p i e n so h u i r . (i) Pompeyo lo habia mandado al Piceno para ánimos. tranquilizarlos

CARTAS A ÁTICO. 319

CARTA X X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando te comunicaba las tristes noticias, y , a lo q u e c r e o , demasiado verídicas, que L u c r e c i o había trasmitido de Capua a Cassio, Cefalión ( i ) me ha traído una carta tuya, mucho menos s o m b r í a , pero en la que , como de costum bre, no afirmas nada. En todo c r e e r í a antes que en el pere j é r c i t o de pompeyo, del que hablas como si e x i s t i e se . L a noticia que recibimos nada dice de él, y las cosa s m a n e c e n en el mismo e s t a d o . ¡Desgracia singular! t r i u n fa constantemente en causas malas, y c a e en la mejor de t o d a s . ¿Qué diremos a esto? que tenía el talento n e c e s a rio en el primer c a s o , lo cual b a s t a n t e c o m ú n , p e r o que no tenía el de g o b i e r n o . Muy pronto s a b r e m o s ya a q u é , a t e n e r n o s y te escribiré en se g u i d a .

CARTA CICERÓN A XXVI. ÁTICO, SALUD. N O puedo decir y o , como tú, cuántas v e c e s me l e v a n t o , porque esta es la primera que me levanto un p o c o . L a s noticias que r e c i b o de Roma , acerca de Domicio y de las cohortes del P i c e n o , me infunden alguna esper a n z a . Hace dos días que la situación se de s p e j a . S o l a me n te se hablaba de huir, y ahora no s e piensa ya en e l l o : y la (1) E s c l a v o de Ático y su tabelario ó correo. 320 M A R C O TUTIO CICERÓN. amenaza de César, «si mañana te e n c u e n t r o ahí,» ha venido a ser ridicula. Se dicen cosa s excelente s de Domieio y admirables de Afranio. Me e x h o r t a s a que permanezca todo lo neutral que p u e da: con se j o e se se de amigo, y te lo a g r a de z c o . Añades que debo procurar cuidadosamente no dar m u e s t r a s de i n c l i n a r me a la mala c a u s a . En e f e c t o , con facilidad puedo par e c e r s o s p e c h o s o de esto . Mientras se ha tratado de la paz, se ha visto que no quería tomar parte en la dirección de la guerra civil. Y no porque la g u e r r a fuese injusta, p e ro h e visto otras más legítimas aún en las que me h e e n contrado muy mal. Aquel a quien nuestro amigo Cneo propuso el segundo consulado y el triunfo, y ¡con qué palabras! «en consideración, decía, a sus maravillosas hazañas» e se hombre no podía se r e n e m i g o mío . S é bien a quién debo t e me r , y por q u é . P e r o si hay g u e r r a , como es p r o b a b l e , mi de b e r es claro y no faltaré a é l . T e r e n c i a te ha contestado acerca de los veinte mil sextercios . Mientras no supe dónde fijarme no molesté a D i o n i s i o . Muchas v e c e s me has ofrecido tus se r v i c i o s , sin que te haya con t e s t a d o , porque de día en día esperaba r e s o l v e r lo que debía hacer se . Ahora e s s e g u r o , por lo que veo que nuestros h i j o s pasarán el invierno en F o r m i a n o . P e r o ¿y yo? lo i g n o r o . Si estalla la g u e r r a , estaró al lado de Pompeyo . P r o c u r a r é e n t e r a r t e de todo. P r e s i e n t o que vam o s a t e n e r una g u e r r a de s a s t r o s a , a menos de un de se n l a c e como el que s a b e s tuvo la de los P a r t h o s .

LIBRO OCTAVO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Después de remitirte mi carta recibí una de Pompeyo conteniendo la relación que da Vibulio de las o p e r a c i o n e s del P i c e n o y de las levas de Domicio, cosas que ya conoces , pero que en esta c a r t a a p a r e c e n bajo aspecto menos .favorable que en el relato de F i l ó t i m o . T e enviaría la carta si el mensajero de mi hermano pudiese e s p e r a r un m o me n t o . Mañana la recibir a s . Pompeyo ha escrito al pie: «Creo que debes trasladarte a L u c e r i a : en ninguna parte puedes estar con más tranquilidad.» Por esto he c o m p r e n dido que trata de abandonar las plazas de e s t a c o s t a ; y no debe e x t r a ñ a r se que así se a , puesto que , habiendo sacrificado la c a b e z a , lo mismo debe hacer con los miembros ( 1 ) . En seguida le h e contestado por medio de un hombre fiel, que no me preocupa mi seguridad; que si por interés s u y o ó por utilidad de la República me mandaba a L u c e r i a , m a r (1) Cicerón entiende por cabeza Roma, y por los demás m i e m - bros las ciudades del litoral de la Campania. Pompeyo se acerca b a a las c o s t a s del Adriático, y al i n s t a l a r se en Luceria, a donde llamaba a Cicerón, con él. se preparaba a huir hacia Brindis, esperando llevarle T O M O IX. 21 322 M A R C O TULIO CICERÓN. charía en seguida. E x h o r t a b a l e a que con se r v a se la c o s t a para el caso en que fuese necesario traer trigo de las p r o vincias. Demasiado sabía que perdía el tiempo; pero de la misma manera que al abandonar a Roma , quiero dar hoy mi opinión en contra del abandono de Italia. Veo que se reconcentra sobre L u c e r i a , y no para apoyarse en ella, estrechan sino para tener puerto abierto a la fuga, si nos demasiado; No e x t r a ñ e s , pues, si me ves ingresar tan a disgusto en un partido en el que nada se h a c e para tratar ó para v e n c e r , y en el que solamente se s a b e huir de s a s trosa é ignominiosamente. Necesario e s , sin tuna, que a p a r e c e r separado del partido de los embargo, hombres porque más vale sufrir con él todo lo que le depare la f o r honrados. Sea como quiera, v e o a Roma poblada de h o m b r e s honrados, es de c i r , a como d a d o s , r i c o s ; y si e v a c u a m o s las ciudades municipales, quedará r e p l e t a . Entre ellos me encontraría y o , si no tuviese esto s molestísimos l i c t o r e s . Me resignaría gustoso a tener por c o m p a ñ e r o s a M. Lépido, L. V o l c a c i o y Servio Sulpicio, de los que n i n guno es tan nulo como Domicio, ni tan aturdido como Appio ( 1 ) . Solamente me retiene Pompeyo , por agradecimiento y no por conside r a c i ó n . ¿La me r e c e efectivamente, César c u a n d o se apasionaba por César en la época en que nos atemorizaba, y ahora que él tiene miedo pretende que todos se a m o se n e m i g o s de César? I r é , sin embargo , a L u c e r i a . Tal vez me agradecerá muy poco que vaya, porque no le ocultaré mi disgusto por todo lo que s e ha hecho . Si pudiese dormir, no te molestaría con cartas tan largas. P á g a me en la misma m o n e d a , si te e n c u e n t r a s en igual c a s o . (1) Appio Claudio Púlquer. Todos estos personajes eran con s u l a r e s , de los cuales los tres primeros, Lépido, Volcacio y Sulpicio, se inclinaban a César; y los otros dos, Domicio y Appio, permanecían iieles a Pompeyo.

CARTAS A ÁTÍCO. 323

CARTA II. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Todo me ha agradado mucho : que me hayas escrito lo que s a b e s ; que no hayas dado crédito a lo que no era digno de mí, y que me hayas hablado con claridad. Verdad e s que escribí una v e z a César desde Capua, contestando a una proposición suya relativamente a mis gladiadores. Mi « a r t a era c o r t a , amable para César, pero redactada al mismo tiempo en términos muy honrosos para Pompeyo , y muy ajena de con t e n e r algo que le fuese ofensivo. E m pleaba el tono del que q u i e r e buscar con c i l i a c i ó n . ¿Ha c o municado a alguien esta carta César? Que la publiquen; es lo que de se o . Otra vez le he escrito en el mismo día que a tí. No podía prescindir de hacer l o , después de lo que él me ha escrito y hecho a Balbo que me es c r i b a . T e r e mito copia de esta carta , y c r e o que no encontrarás nada c e n s u r a b l e en ella. En caso con trario , díme qué hay que hacer para evitar tus reprensiones.—No e s c r i b a s , me dirás; e se es el medio de quitar todo pretexto a las m u r m u r a c i o n e s . — se g u i r é el con se j o en cuanto sea posible. Me e x h o r t a s é no olvidar lo que h e hecho , dicho ó escrito . Ese lenguaje es amistoso y te lo agradezco mucho . P e r o veo que en esta -circunrtancia apreciamos de diferente manera lo que el de b e r y el honor e x i g e n de mí. En mi opinión, n u n c a , en ningún pueblo, general ó j e f e de la república cometió falta más grave que la que ha cometido nuestro amigo . Le compadezco. No vio que salir de Roma era abandonar la patria, y que morir por ella y en su seno es la m u e r t e más h e r m o s a . Paréceme que no comprendes la extensión de nuestra desgracia. Y es que p e r m a n e c e s en tu casa , donde 324 M A R C O TULIO CICERÓN. no e s t a r a s más de lo que plazca al más perverso de l o s hombre s . ¿Existe mayor miseria, ignominia mayor? V a g a mos privados de todo con nuestras esposas y nuestros hijos. Nuestras esperanzas se cifran en un solo c a m i n o , seriamente amenazado todos los a ñ o s : h e m o s dejado la patria, no por fuerza, sino por o b e d i e n c i a ; no para verla otra v e z , sinq para dejarla entregada a las llamas y al p i llaje. Tan g r a n de . e s la multitud en derredor n u e s t r o , que Roma , sus arrabales, los c a se r í o s que la rodean, todo e s t a desierto. Los que permanecen aún allí no estarán m u c h o tiempo. Ya no es a Capua, es a L u c e r i a donde m o s a Afranio y a P e t r e y o . Sabino c a r e c e de debemos marchar . Muy pronto abandonaremos la costa y e s p e r a r e consideración. Me dirás:—Como hables, así hablarán de tí.—De mí mismo no digo nada; que me juzguen. P e r o ¿quién t i e n e consideración entre nosotros? Tú y lodos los hombres de bien p e r m a n e c é i s en vuestras casa s . ¿Quién se me ha p r e sentado? ¿Quién viene á arrostrar la guerra? porque así hay que llamarla. Hasta ahora Vibulio ha hecho las cosa s mejor e s ( 1 ) . Losabrás por la carta de Pompeyo : fíjate en el párrafo d o n de se e n c u e n t r a la palabra 8wtX^. Verás lo que el mismo V i bulio piensa de nuestro Cneo. ¿A qué tiende este discurso? Helo aquí. Pronto estoy a morir por Pompeyo . Le a p r e c i a más que nadie; pero no creo que resida en él solo la s a l vación de la patria. Paréceme que te contradices algo al a con se j a r me que abandone la Italia si Pompeyo la a b a n d o na (2). No veo lo que ganarían en ello la República ó mis h i j o s , ni tampoco lo que hay de bueno y honesto en este p a r tido. P e r o , ¿cómo? «¿Podrás soportar la presencia del t i (1) esto es una ironía. Vibulio, enviado por Pompeyo al P i c e no, encontró todas las plazas en poder de César,-y él mismo fué cogido poco después en Corhnio con Domicio. (2) En efecto. M i c o le había aconsejado primeramente que p e r maneciese en Italia y que guardase al menos neutralidad.

CARTAS A ÁTICO. 3'2§ rano?» ¿Qué diferencia hay entre verle y saber que e x i s t e ? No puedo alegar mejor ejemplo que el de S ó c r a t e s . Atenas tuvo treinta tiranos a la vez, y S ó c r a t e s no salió de Atenas. Otra razón t e s g o para permanecer aquí, y ¡ojalá pudiese hablarte de ella! Hoy, x m de las kalendas, te escribo a la luz de la misma lámpara en que h e quemado tu carta . Partiré de F o r m i a n o para reunirme con P o m p e y o , ajusta la paz; p e r o si estalla la g u e r r a , ¿qué haré? sise

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Conturbado por estas grandes y deplorables cosa s , no pudiendo hablar contigo, voy a consultarte por escrito. Necesario es decir qué haré en el c a s o , para mí muy p r o b a b l e , de que Pompeyo abandone la Italia: y con objeto de que puedas decidir con más facilidad, voy a e x p o n e r t e b r e v e me n t e las diferentes razones que combaten mi a n i mo. Por una parte, cuando considero que Pompeyo es mi libertador y amigo, y que en último caso su causa es la de la República, Paréceme que no puedo adoptar otro partido y que debo unir mi s u e r t e con la suya. Además, si p e r manezco y me separo de tantos ciudadanos distinguidos por su rango y virtud, n e c e s a r i a me n t e habré de c a e r bajo e l poder de un hombre solo. Verdad e s que me tributa muc h a s muestras de amistad, y que , como s a b e s , h e cuidado de s de mucho tiempo atrás de guardarle consideraciones, viendo venir de lejos la tempestad que va a estallar sobre nosotros ( I ) . Sin embargo , debo e x a m i n a r ante todo hasta (1) Cicerón no solamente había guardado desde mucho a n t e s con sideraciones a César, previendo, como él dice, la tempestad que iba a estallar, sino que le había acariciado, amado, idolatrado, estas son s u s palabras, cuidando tanto de mostrarle sus sentimientos como de que no se e n t e r a se de ellos Pompeyo. 326 M A R C O TULIO CICERÓN. qué punto puedo fiar de él; y. en seguida, aunque que d a se completamente seguro de sus disposiciones, si un hombrehonrado y buen ciudadano puede dejar repentinamente de p e r t e n e c e r se en un Estado donde ha ocupado los p r i me r o s puestos, donde ha realizado hecho s brillantes y donde a c tualmente se encuentra revestido de augusto s a c e r d o c i o . A de m a s , arriesgaría mucho , y c i e r t a me n t e con de s h o n r a si Pompeyo con s i g u i e se zones pueden o p o n e r se estas otras . Hasta el p r e se n t e , Pompeyo no ha mostrado prudencia ni resolución; y añado que ha obrado en todo en con t r a de mis consejos é influencia. Podría r e c o r d a r el pasado y de m o s t r a r que él es quien v e r d a de r a me n t e ha dado vida a César, quien le ha hecho r o b u s t e c e r se y armarse en con tra de su patria; que de él ha aprendido César la indigna audacia de hacer aprobar l e y e s por la violencia y en con t r a de los auspicios; que él es quien hizo reunir a su provincia la Galia Transalpina; que él es quien quiso ser yerno s u y o ; que es él quien de se m p e ñ ó las funciones de augur en la adopción de Clodio; que si influyó para mi l l a m a m i e n t o , se opuso muy poco a mi de s t i e r r o ; que hizo prorrogar a César su g o b i e r n o ; en fin, que sirvió a César ausente e n toda ocasión, y hasta durante su t e r c e r consulado, c u a n d o comenzó a presentarse como defensor de la República . El fué quien se empeñó decididamente para que los diez tribunos propusiesen el decreto que permitía a César pedir el consulado sin p r e se n t a r se en Roma , c o s a que confirmó por una ley suya; oponiéndose después a M. Marcelocuando el día de las kalendas de marzo quiso que se adju dicasen las Galias. Pero sin detenerme en esto , ¿vióse j a m a s pánico más indigno que esta retirada, ó por mejor decir, vergonzosa fuga? ¿Qué con d i c i o n e s no eran aceptables antes que abandonar la patria? Convengo en que las condiciones eran muy m a las; pero ¿hay algo peor que el estado en que nos enconr r e s t a b l e c e r el orden. A estas r a -

CARTAS Á ÁTICO. tramos? Diráse: — Pompeyo podrá ¿qué tiene preparado que sea parte a producir tan 327 bellas levantarse.—¿Cuándo? esperanzas? ¿No hemos perdido el Piceno? ¿no está abierto el camino de Roma? ¿no nemos entregado al e n e m i g o todos los bienes de los particulares y todo el dinero del t e s o r o público? En fin, ¿dónde está nuestro partido? ¿dónde n u e s tras fuerzas? ¿en qué punto pueden r e u n i r se los de f e n s o r e s de la República? Hanse retirado a la Apulia, la c o m a r c a de Italia más p o b r e y más lejana del c e n t r o de o p e r a c i o n e s ; ¡hermoso plan que deja ver el propósito de r e se r v a r se para el último extremo retirada por mar! A pesar mío acepté el c a r g o que me daban en Capua, no porque no viendo aquí ni e n los órdenes ni en los retrocediese particulares ante mi de b e r , sino porque no e n con t r a b a ningún a t r a c t i v o , sombra de dolor manifiesto. Un poco e x i s t e sin duda en el corazón de los buenos ciudadanos; p e r o , como s i e m p r e , es ciego y estéril; y como había previsto, la multitud y los que nada tienen se inclinan a César, deseando el mayor número profundo cambio de c o s a s . Yo he declarado a Pompeyo que nada emprendería si no me suministraba d i nero y tropas. Y , en e f e c t o , no h e intervenido en ningún asunto, porque desde el principio vi que solamente se pensaba en huir de Italia. Si marcho c o m o los otro s , ¿dónde e m b a r c a r me ? ¿Con Pompeyo? no hay que pensarlo. Cuando iba a reunirme con él en L u c e r i a , he sabido que César s e e n con t r a b a por aquella parte y que no había seguridad para mí. Necesario se r a , pues, en lo más recio del i n v i e r no surcar como pueda el Mediterráneo. Pero ¿habré de partir con mi hermano ó sin él? ¿Debo llevar conmigo a mi hijo? ¿cómo? Por todas partes iguales dificultades, igual desolación. ¿Y no ves a César, encontrándonos a u se n t e s , arrojarse s o b r e nuestros b i e n e s , más furioso con t r a n o s otros que contra los otro s , porque c r e e r a hacer se popular por este medio? ¿Y c ó m o arrastrar fuera de Italia estos haces laureados, estas c a de n a s que llevo en los pie3? Y 328 seguridad hasta MARCO TULIO CICERÓN. aunque e n con t r a se m o s mar apacible, ¿dónde podré hallar que me reúna con Pompeyo? ¿dónde ignoro. paraje encontrarle? ¿qué camino debo seguir? Todo lo Si permanezco en Italia y en ella encuentro un donde poder r e s p i r a r , no haré otra cosa que lo que h i c i e r o n , durante la dominación de Cinna, Filipo, L. F l a c c o y Q. Mucio ( 1 ) . Verdad es que MUCÍQ pereció allí, pero ya lo esperaba y prefirió e x p o n e r se a todo que venir a sitiar a su patria. Trasíbulo obró de otra manera, y tal vez mejor ( 2 ) . P e r o la conducta de Mucio y la de Filipo pueden defenderse también; de b i é n d o se , según las c i r c u n s t a n c i a s , ó c e de r a la necesidad, ó no dejar perder la ocasión que se p r e se n t e . Sin embargo , los haces van a esto r b a r me t a m bién para esto . Porque si César me es favorable, cosa i n segura, pero que yo supongo, me ofrecerá sin duda el triunfo. Peligroso será no aceptarlo de su m a n o , y la a c e p tación me enemistaría con los hombre s h o n r a d o s . ¡Qué inextricable laberinto!—Necesario e s salir de él, me d i r a s ; p e r o — ¿ cómo ? En último c a s o no creas que me inclino a p e r m a n e c e r aquí porque he dado más razones acerca de esto ; en esta cuestión puede acontece r , como en tantas otras , que la idea más controvertida no e s la que se c r e e mejor . T e ruego me contestes como a hombre que te con sulta con profunda indiferencia. Tengo dos naves preparadas; una en Cayeta, la otra en Brindis. Cuando escribía esto en Calvi, antes de a m a n e c e r , r e c i b o (4) Después de la m u e r t e de Mario, y bajo el mando de L. Cornelio Cinna, la m a y o r parte de la nobleza romana se refugió al lado de í i l a ; pero los consulares L . ' M a r c i o Filipo y L. Valerio F l a c c o , así como también Q. Mucio Scévola, pontílice máximo, no quisieron empuñar las a r m a s y permanecieron en Roma. Mucio fué m u e r t o cuando abrazaba el altar de V e s t a , y su s a n g r e habría apagado el fuego si con desesperado esfuerzo no se hubiese a r r a s t r a d o a la v í c tima fuera del s a n t u a r i o . (2) Sabido e s que libró a Atenas de los t r e i n t a t i r a n o s .

CARTAS A ÁTICO. 3 2 9 noticias muy diferentes. Díeenme que César está delante de Corflnio, y Domicio e n la plaza con un cuerpo bastante con siderable de tropas que no desean más que c o m b a t i r . No c r e o que Pompeyo llegue hasta a abandonar a Domicio, aunq u e ha enviado ya a Escipión a Brindis con dos c o h o r t e s y escrito a los cónsules que era n e c e s a r i o pasase uno de ellos a Sicilia con la legión que ha levantado Fausto ( 4 ) ; pero se ría demasiado vergonzoso para él abandonar a Domicio, que le llama'en su s o c o r r o . Propálanse además aquí otras n o ticias que se creen seguras y de las que yo d u d o : que Afranio ha forzado los Pirineos, defendidos por Trebonio (2), y que tu amigo Fabio ha pasado con sus tropas a nuestro bando; en fin, que Afranio avanza con fuerte e j é r c i t o . Si esto es cierto, podemos muy bien p e r m a n e c e r en Italia. Como se ignoraba si César marcharía del lado de Capua ó hacia Luceria, he mandado a Lepta con mi contestación a Pompeyo, y he r e g r e s a d o a F o r m i a n o temiendo c a e r en manos del enemigo. Esto e s cuanto puedo de c i r t e , y te lo he escrito con ánimo más tranquilo que al c o me n z a r , n o añadiendo ningún j u i c i o mío y esperando el t u y o .

CARTA CICERÓN A IV. SALUD. ÁTICO, Dionisio, que es mucho más tuyo que mío, porque le con o z c o , aunque acato tu opinión acerca de él, acaba de demostrar muy poco respeto a tu r e c o me n d a c i ó n . Ya me trata como si m e e n con t r a se en el estado en que supone ha de c o l o c a r me muy pronto la fortuna; esa fortuna, sin (1) El dictador Sila tuvo dos hijos gemelos: F a u s t o , del que se t r a t a aquí, yerno de Pompeyo, y F a u s t a , que casó con Milón. (2) <:. Trebonio, legado entonces de César en E s p a ñ a . 330 M A R C O TULIO CICERÓN. embargo , que yo sabría s u j e t a r , si tal cosa dependiese de la prudencia humana. ¡Cuántas a t e n c i o n e s y deferencias le h e tenido! ¡cuánto he hecho para que ese hombre que nada era pudiera a p a r e c e r ventajosamente! A pesar de las o b se r v a c i o n e s de mi hermano y de la general c e n s u r a , en todas partes le he ensalzado: heme constituido en p r e c e p tor de nuestros Cicerones antes que buscarles otro m a e s t r o . ¡Qué carta le he escrito , Dioses i n m o r t a l e s ! ¡qué frases de estimación y afecto le he prodigado! no se hubiese dicho, más a fe mía, a un Dicearco ó un A r i t o x e n e s (i). ¡Y es el charlatán más vacío y más incapaz de enseñar! Pero tiene buena memoria. Yo le haré ver que la mía e s mejor . Hame contestado en verdad en el tono con que yo no r e c h a z a r í a ninguna c a u s a . Siempre he acostumbrado a de c i r : si do, si un compromiso anterior no me lo impide. Jamás puereo alguno, por odioso, vil y criminal que fuese, recibió de mí negativa tan terminante como la que he recibido yo de e se hombre : una negativa seca y sin r o de o s . Nunca vi ingratitud se me j a n t e . Este vicio comprende todos los de m a s . Pero ya he hablado demasiado de é l . T e n g o una nave d i s puesta; pero aguardo carta tuya que responda a mis d u das. Sabes que C. Accio Peligno ha abierto a Antonio las puertas de Sulmona (2), donde se e n con t r a b a n cinco coh o r t e s con Q. L u c r e c i o , que ha conseguido s a l v a r se . Pompeyo va a llegar a Brindis completamente s o l o . Esto e s asunto concluido. (1) Aristoxenes de T a r e n t o , discípulo de Aristóteles. Quedan de él t r e s libros acerca de la m ú s i c a . Era lilósofo y músico a la v e z , teniendo esto de común con Dicearco, otro discípulo de A r i s t ó t e l e s , que no pudiendo concebir lo que es el alma hasta cuando e s t a unida al cuerpo, lomó el partido de negar que fuese algo r e a l . (2) El hecho no es e x a c t o . Fueron los habitantes de Sulmona quienes abrieron sus puertas a Antonio, a pesar de Accio y de L u c r e c i o que mandaban en la plaza. Los dos se arrojaron desde l a s murallas: Lucrecio huyó, pero Accio c a y ó prisionero y le llevaron a César, que le despidió sano y s a l v o .

CARTAS A Anco. 331

CARTA V. CICERÓN A Á T I C O , S A L U D . El viii de las kalendas, antes de a m a n e c e r , te escribí tarde una carta hablándote de Dionisio. Aquella misma vino a v e r me . Sin duda debo esta visita al a s c e n d i e n t e que tienes sobre él. ¿Cómo ex p licarla, si no? Aunque no es cosa extraordinaria en él arrepentirse después de c o me t e r una n e c e d a d . P e r o nunca ha mostrado mayor p esar que en este asunto. No te dije, porque lo supe después, que a la d i s tancia de tres millas le asaltó uno de sus a c c e s o s HoAXá ¡j.ati)v -/.tpáecracv l í Tjápa 6u¡x^vavxa, prodigándose maldiciones, según me d i c e n . Pero ¡admira mi mansedumbre! Había colocado en el paquete una carta muy agria para él, y se me ha ocurrido dispensarle de e s t e disgusto, por cuya razón mando a Roma a mi mensajero P ó l e x ( 1 ) únicamente para r e c o g e r esa carta ; y a p r o v e c h o la ocasión para rogarte que me la remitas en el caso de que te la hayan entre g a d o , porque deseo que no llegue a sus manos. Si ocurriese algo nuevo, te e s c r i b i r í a . República. E n con t r a r a s un paquete Estoy pendiente a de del empeño de Corfinio, donde se decide la suerte de la con la dirección M. Curio: r e m í t e se l o , y r e c o m i e n d a a Curio que cuide Tirón y le proporcione, como yo le he rogado, el que n e c e s i t e . (i) Fsclavo de Cicerón. dinero 332 MARCO T U L I O CICERÓN.

CARTA V i . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Había c e r r a d o ya mi última, escrita por la tarde para remitirla (como en efecto lo hice) por la n o c h e , cuando el pretor C. Sosio ( 1 ) llegó a F o r m i a n o , a casa de mi v e c i n o M. Lépido, de quien fué c u esto r , carta de Domicio, trayendo copia de una carta de Pompeyo al cónsul Léntulo: Me han entregado una el x m de las kalendas de marzo ( 2 ) . Te resin necesidad de decirlo, cuánto reconcenguarmito copia. Comprenderás, trar nuestras fuerzas: nición de la que creas importa a la República no perder un momento para si nada se opone a ello, disponte y ven necesaria. para mí, Dioses in- a reteñirte conmigo en seguida. No dejes en Capua más Al pie de esta carta iba la copia de la de Domicio, que te remití el día a n t e r i o r . ¡Q_ué s o r p r e s a mortales! ¿Qué va a suceder? ¡tiemblo al pensarlo! Sin e m bargo, aun espero en el gran nombre de Pompeyo , y en el terror que debe p r e c e de r l e . Espero además fo está mutilado). {El párra- Acabo de saber que al fin te ves libre de la c u a r t a n a : te aseguro q u e no me alegraría más si se tratase de mí mismo. Di a Pilia que no debe conservar la suya m a s siempre tiempo , porque no sería j u s t o , habiendo reinado tanta concordia entre vosotros. Asegúranme que también se e n c u e n t r a r e s t a b l e c i d o ' T i r ó n . Sé que ha tomado p r e s tado de otros y no de Curio, a quien sin embargo había (1) Tanto Sosio como el otro pretor, Lupo, estuvieron p r i me r a mente con Pompeyo, pasando poco después al partido de César. (2) 17 de febrero.

CARTAS Á ÁTICO. 333 rogado yo le diese cuanto dinero necesitara. Prefiero c r e e r que esto ha ocurrido más bien por cortedad de T i rón que por falta de generosidad de Curio.

CARTA VII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Solamente falta a nuestro amigo , para concluir de d e s h o n r a r se , no s o c o r r e r a Domicio: nadie duda que acudirá en su auxilio; pero yo sí lo dudo.—¡Cómo! ¿abandonará a un ciudadano tan importante, y á tantos otros, teniendo treinta cohortes a su disposición?—Le abandonará, ó mucho me e n g a ñ o . Su pusilaminidad es i n c r e í b l e . No piensa más que en huir: y este es el hombre a quien, según c r e e s ( por Veo en verdad de quién debo huir, p e r o no a quién de b o seguir. Dices que pronuncié una frase me m o r a b l e cuando dije: «Prefiero se r vencido con Pompeyo a vencer con los otro s : » sí, pero con el Pompeyo de e n t o n c e s , al menos tal como me p a r e c í a ; no con el Pompeyo que huye sin s a b e r por qué ni cómo , que ha entregado todo cuanto poseíamos, que ha abandonado su patria, y que está a punto de abandonar la Italia. Si lo de se é , lo he conseguido; vencido no estoy. Por lo demás, ni podré j a m a s ver c o s a s que arrebatado a los míos y hasta a mí mismo . He escrito a Filótimo para el dinero del viaje. Lo tomará sea de Moneta (porque nadie paga)-, sea de los Oppios, tus c o me n s a l e s . Te escribiré con exactitud lo que o c u r r a . que sé que tal es tu opinión), debo unir mi s u e r t e . hubiese creído posibles, ni a fe raía seguir a quien me ha 334 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA VIH. CICERÓN A Á T I C O , SALUD. ¡Oh deshonra! ¡oh desgracia! porque c r e o que sola- me n t e e x i s t e desgracia en la deshonra. Alentó a César, y de pronto comienza a t e me r l o : no quiere la paz a ningún p r e c i o , y nada h a c e para la g u e r r a . Helo fuera de Roma , pierde el P i c e n o por su culpa, se deja e n c e r r a r e n la A pulía. Ya va a pasar a Grecia, y no se despide de nadie; ni una palabra acerca de resolución tan grave y tan e x t r a ñ a . Pero h e aquf que de pronto le escribe Domicio. Entonces dirige una carta a los c ó n s u l e s ; p a r e c e que el h o n o r de s pierta en é l , y que el h é r o e , vuelto en s í , va a e x c l a m a r : « S é lo que el de b e r y el honor e x i g e n . «Que vengan los peligros, me acompaña la j u s t i c i a . » P e r o b a s t a : ¡se perdió el honor! ¡el héroe está en c a m i no de Brindis! Dícese que , en vista de esto , Domicio se ha entregado con todos los suyos (i). ¡Oh miseria! el inmenso dolor que siento me impide contin u a r . Espero tus cartas .

CARTA I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me dices que mi carta se ha publicado, y no lo s i e n t o . Yo mismo había consentido que la copiasen mucho s . Ante hecho s c o m o los a c a e c i d o s y los que se e s p e r a n , bueno es (1) No se rindió Domicio, sino los habitantes de Corlinio, donde estaba encerrado.

CARTAS Á ÁTICO. 33S que se tome acta de lo que he dicho en favor de la paz. E x h o r t a n d o a un hombre como este , ¿qué cosa mejor p o día decir para impresionarle, sino que la paz era obra digna su sabiduría? Verdad e s que le llamé admirable, pero se t r a taba de salvar la patria. No he temido que se me tachase de adulador, cuando con mucho gusto me hubiese arrojado a sus p i e s . En cuanto a las palabras: toma algún tiempo, no se refieren a la paz. Quería hacerle reflexionar algo acerca de mi posición y mis de b e r e s . Si deelaro que h e p e r m a n e cido extraño a la g u e r r a , además de que el hecho e s p ú b l i c o , he creído dar con esto más autoridad a mis opinion e s . Por esta misma razón dije que su causa era j u s t a . Pero ¿á qué estas e x p l i c a c i o n e s ahora? ¡Ojalá hubiese conseguido algo! ¿Quieren l e e r mi carta al pueblo? Consiento en e l l o , ya que Pompeyo se atrevió a dar publicidad a la en que decía a César: tus maravillosas hazañas. ¡Maravillosas! ¿lo son más que las suyas ó que las del Africano? Este e s lenguaje de c i r c u n s t a n c i a s . En fin, P u de c e o y tú, tales como s o i s , ¿saldréis a cinco millas a recibir a César? ¿de dónde viene? ¿qué hará? ¡Cómo va a h i n c h a r se su vanidad viéndoos, y a otros que piensan como vosotros, salir en tropel a recibir l e , con la alegría en el rostro y f e licitaciones en l o s labios! ¿Faltaremos al hacerlo? De ningún modo. Sin embargo , confundís las señales por las que pueden distinguirse los sentimientos verdaderos de los falsos. ¡ A h ! ¡qué de senalusconsultos veo brotar desde aquí! Pero estoy diciendo más de lo que de s e o . Me propongo estar en Arpiño la víspera de las kalendas ( 1 ) , y después hacer una visita a cada una de mis que r i das quintas, que no e s p e r o volver a v e r . Algo de g e n e r o s o hay en el partido que me a con se j a s , y sin embargo , no o l vidas en él la prudencia: me agrada mucho . Lépido, con quien paso aquí todo el tiempo que puedo, por lo que me (1) El último día de febrero. 336 MARCO TULIO CICERÓN. está muy agradecido, nunca ha pensado salir de Italia, y Tulo mucho menos aún ( 1 ) ; porque sus cartas circulan y frecuentemente llegan a nuestras m a n o s . P e r o su ejemplo impresiona poco: no han entregado á
CARTAS A ÁTICO. 337 César solamente desea vivir en paz y dejar el primer pues to a Pompeyo . Supongo que c r e e r a se s t o . En el momento en que te e s c r i b o , hoy, v de las kalendas, Pompeyo de b e encontrarse en Brindis. Se ha adelantado con débil de s tacamento a las l e g i o n e s de L u c e r i a . P e r o el otro es un prodigio de vigilancia, actividad y ligereza. Ignoro c o m pletamente lo que va a s u c e de r .

CARTA X . CICERÓN A Anco, SALUD. En el momento en que me n o s lo e s p e r a b a , ha venido a v e r me Dionisio y he hablado con él muy g u s t o s o . Le h e expuesto mi situación y le he rogado me diga francamente lo que piensa; añadiendo que no pretendía en manera a l guna c o a r t a r l e . Me eon testó que no sabía en qué estado se encontraban sus negocio s ; que mucho s deudores suyos no le pagaban. En cuanto a otro s , no habían vencido todavía los plazos. Algo ha dicho también acerca de sus e s c l a vos, c o m o motivo para n o permanecer con m i g o . Necesario era con f o r m a r se y le he despedido: como p r e c e p t o r de nuestros queridos Cicerones, deploro su marcha; pero veo partir sin pesar un hombre tan i n g r a t o . He querido que se p a s el juicio que me me r e c e .

CARTA XI. CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me consideras profundamente agitado, y en efecto lo esto y , pero no tanto como tal vez c r e e r a s . se r e c o b r a la calma cuando se ha tomado una decisión, ó cuando se r e TOMO i x . 22 338 c o n o c e que cuanta M A R C O TULIO CICERÓN. más tensión tiene el ánimo, p e o r se d i s c u r r e . Me limito a g e m i r ; pero aunque estuviese l a me n tándome todo el día, nada podría adelantar y no honraría mucho a la filosofía y las l e t r a s . Así e s que me h e de d i c a do completamente a la consideración del c a r a c t e r que ext r a c é en mis libros y que e n c o n t r a s t e tan c l a r a me n t e p r e s a d o . ¿Recuerdas a qué fin hago q u e se encaminen t o dos sus propósitos? Si no me e q u i v o c o , he aquí c ó m o hago hablar a EsCipión en el libro quinto: «Así como el piloto debe proponerse buena t r a v e s í a , el médico la curación de sus enfermos, el g e n e r a l la victoria; así también el que preside los destinos de la República debe proponerse la f e licidad de sus con c i u d a d a n o s . Que trabaje c o n s t a n t e me n t e para dar al Estado p o de r , riqueza, gloria c o m p l e t a , sin apartarse de los caminos del honor y la virtud. Esta tarea quiero que r e a l i c e , y-no la hay más grande ni mejor entre los hombre s . » Nuestro Cneo no con o c i ó j a m a s esta tarea, y h o y menos aún. En un,bando como en otro , solamente se aspira a ocupar el p r i me r puesto: el objeto no e s h a cera la República feliz y respetada. Si Pompeyo ha desertado de Roma , no es porque no haya podido defenderla; si aban dona la Italia, no le obliga la n e c e s i d a d , sino que , desde el principio, su ú n i c o pensamiento ha sido trastornar J a t i e rra y los m a r e s , sublevar los r e y e s b a r b a r o s , inundar I t a lia de pueblos salvajes armados y reunir bajo su mando innumerables soldados. El poder a la manera de Sila: esto es lo que desea y todo lo que pretenden los que le rodean. .¿Acaso c r e e s que era imposible toda inteligencia, todo pacto? En e l m o m e n t o p r e se n t e es posible todavía. guno de los dos se cuida de nuestro es m a n d a r . Deseas saber qué pienso acerca de los males que nos Seré profeta, querido Pero n i n quieren b i e n : lo que a me n a z a n : helo aquí b r e v e me n t e . Ático, sin estar inspirado, como aquella a quien nadie q u e ría c r e e r , pero mi propio criterio me h a c e p r e v e r .

CARTAS A ÁTICO. 339 Y a el inmenso m a r . . . (1) Podría continuar por largo tiempo en este t o n o : tan e s desgracias. pantosa se me p r e se n t a la Illada de nuestras La posición de los que h e m o s permanecido aquí es más desastrosa todavía que la de los que han cruzado el m a r . Aquéllos solamente de un lado pueden t e me r ; nosotros podomos t e me r l o todo de los d o s . ¿Por qué nos quedamos? d i r a s . ¿Por qué? tú mismo lo has querido. Era ya demasiado t a r de ; quizá era este el mejor partido. P e r o llega e l verano y v e r a s a la ciada Italia hollada, de s g a r r a d a desgrapor hordas de soldados y de esclavos armados que los dos rivales se lanzarán a porfía. Por mi parte, me n o s t e m o la amenaza de dar rienda suelta al populacho, de que se habló en L u c e r i a , (2) que la total ruina de la R e p ú b l i c a : ¡tan te r e se r v o algún con s u e l o , t e r r i b l e se r a la lucha y p espantoso el choque! Esto es lo que p r e v e o ; y si c r e e s que' no lo t e n g o . o r que no e s p o sible imaginar nada más de s g r a c i a d o , más l a me n t a b l e , y horrible que nuestra situación. Me preguntas qué me es c r i b e César: siempre lo mismo : que me a g r a d e c e muchísimo mi neutralidad y que me r u e ga continúe fiel a ella. El mismo lenguaje que emplea B a l b o el j o v e n . Este marcha con una carta de César para el cónsul Léntulo. Le lleva lisonjeras promesas para hacer l e r e g r e s a r a Roma ; pero, según mis c a l c u l o s , Léntulo habrá atravesado el mar antes de que pueda alcanzarle B a l b o . He recibido dos cartas de Pompeyo . Quiero que respuestas. (4) Este es el principio de una predicción que un poeta de s con o cido, Ennio quizá, pone en boca de la hija de Príamo. (2) Decíase en la c o m i t i v a de Pompeyo, y él mismo lo decía t a m bién, que consideraría traidor al que no le siguiese y p e r m a n e c i e r a neutral. César procedía al contrario; consideraba partidario suyo al que no le e r a contrario . . .. com- pares su laconismo con la complaciente e x t e n s i ó n de mis 340 M A R C O TULTO CICERÓN. Estoy impa- César marcha por la A pulía hacia Brindis. c i e n t e por saber lo que resultará. ¡Ojalá suceda c o m o con la irrupción d é l o s Parthos! ( l ) T e escribiré cuanto sepa. P o r tu parte e n t é r a me de lo que dicen los hombre s honrados. Dícese que afluyen en este momento a Roma . S é que no te presentas en público, pero e s imposible que no te e n t e r e s de muchas cosa s . R e c u e r d o que Demetrio, de Magnesia, su libro sobre la Concordia. v e s lo que medito. quería ofrecerte Deseo que me lo r e m i t a s . Y a vCneo el Grande, procónsul, a M. T. Cicerón, imperator, salud. »Q. Fabio ha llegado aquí el iv de los idus de f e b r e r o , y me anuncia que L. Domicio está en marcha con sus o n c e cohortes (2) y las c a t o r c e que ha traído vibulio. Debía partir de Corfinio el v de los idus de febrero ( 3 ) , siguiendo su movimiento Hirro al frente de sus cinco c o h o r t e s . Mi parec e r e s que debes venir a reunirte conmigo en Luceria ( 4 ) , c r e y e n d o yo que en ninguna parte puedes estar m a s se guro.» (1) Después que los P a r t h o s , derrotados bajo los muros de A n t i o quía, repasaron el Eufrates, temió Cicerón que volviesen otra vez a la provincia, y hablaba de ello en todas las c a r t a s que escribía de Cilicia A Roma como de hecho realizado. Sin embargo, los Parlhos no volvieron. (2) Esta carta a Cicerón se r e t r a s ó mucho, y cuando la recibió no estaba ya Domicio en Corfinio, como tampoco Vibulio, los dos eran prisioneros de César. (3) 9 de febrero. (4) Pompeyo había invitado y a en los mismos términos a Cicerón a que fuese a reunirse con él a Luceria; aquí r e i t e r a la i n v i t a c i ó n . La primera vez la escribió al pie de un p a r t e de Vibulio que le e n v i a b a Pompeyo; ahora es objeto de una carta .

CARTAS Á ÁTICO. 341 «M. Cicerón, imperator, a Cneo el Grande, procónsul, salud. «Recibí tu carta en F o r m i a n o el xv de las kalendas de marzo ( 1 ) . Las operaciones del P i c e n o aparecen en ella bajo a s p e c t o más ventajoso que las presentaba el rumor que corrió al principio, r e con o c i e n d o yo con p l a c e r el valor y actividad de Vibulio. Hasta este momento he tenido c o n s t a n t e me n t e una nave preparada en la costa de mi m a n d o , p o r que , según lo que oigo decir y lo que t e m o , he querido estar dispuesto s i e m p r e a e j e c u t a r tus ó r de n e s , cualesquiera que f u e se n . Ahora e s indudable que , gracias a la prudencia de tus medidas, nuestra posición va a mejor a r . Si c r e e s que puede defenderse a T e r r a c i n a (2) y la c o s t a , permanecer é aquí a pesar de que no hay guarnición e n ninguna plaza. No se e n c u e n t r a aquí nadie de nuestro orden, e x ceptuando M. Eppio, hombre activo y de r e c u r s o s , que he tenido que dejar en Minturno. L . T o r c u a t o ha salido de F o r m i a n o , donde n e c e s i t a b a m o s fluencia. mucho de « u valor ó inSupongo que ha m a r c h a d o a r e u n i r se con t i g o . «Marché puntualmente a Capua, según tu de se o , el m i s . mo día de tu partida de Teano Sidicino (3) para la operación de que me habías encargado de a c u e r d o con el propretor M. Considio. A mi llegada ocupábase activamente de las l e vas T . Ampio ( 4 ) , y Libón, aplicándose a organizarías con (1) 15 de febrero. (2) Ciudad situada e n t r e Forniano y las lagunas Pontinas: P. Rulilio Lupo mandaba en ella con t r e s c o h o r t e s . Poco tiempo después salió, y los soldados le abandonaron para unirse a la caballería de César q ue acababan de encontrar. (3) Ciudad de la Campania, llamada así para distinguirla de T e a no, en Apulia. (4) T. Ampio Balbo fué quien durante la guerra civil, en la que defendía a Pompeyo, tuvo el atrevido p r o y e c t o de a r r e b a t a r el t e s o ro del templo de Diana en Efeso. La repentina llegada de César i m pidió la ejecución. 342 M A R C O TUL10 CICERÓN. el celo y la influencia que tiene en esta colonia. Salí de C a pua con los cónsules y volví por orden de é s t o s el día delas nonas de febrero Formiano. «¿Qué proyectos tienes? ¿cuál es tu plan? lo i g n o r o . S i quieres con se r v a r la costa, cuya población es excelente que es posición importante, tanto por sus ventajas y mate(i); pasé allí tres días y r e g r e s é a riales como por el efecto moral de la ocupación, c r e o fácil la defensa; pero se necesita un j e f e militar. Si, por e l contrario, te propones r e con c e n t r a r tus fuerzas, dispuesto e s toy a reunirme con t i g o , que es lo que más de se o , como t e dije a nuestra salida de R o m a . Hase podido s o s p e c h a r de mi c e l o , pero no me cuido de ello con tal de que tú nopienses de la misma manera. Y si, como supongo , se d e cide la cuestión por las a r m a s , haré de manera que todo s queden c o n t e n t o s . « T e envió a M. Tulio mi se c r e t a r i o , a quien, si q u i e r e s , puedes entre g a r alguna carta para m í . » «Cneo el Grande, procónsul, a Cicerón, imperator, salud. «Celebraré que te encuentres bien de salud. He recibidotu carta , y con placer he r e con o c i d o tu antigua adhesión a la República . Los cónsules se han reunido al ejército que tenía en la Apulia. Por e se admirable patriotismo j a m a s desmentido en tí, te ruego vengas , a fin de que de l i b e r e mos juntos acerca de las me j o r e s medidas que pueden t o marse en la aflictiva situación de la República. Sigue la vía Apia y apresúrate a venir a Brindis.» (i) ó de febrero.

CARTAS A ÁTICO. 243 «M. Cicerón, im/peralor, a Cneo el Grande, procónsul, salud. »A1 e s c r i b i r t e a Canusio (1) estaba lejos de.suponer que los asuntos de la República te llevarían a pasar el m a r , y esperaba que , sin salir de Italia, podría con c l u i r se un conv e n i o , tan de de se a r , ó s o s t e n e r la lucha con h o n o r . No habías recibido todavía mi carta cuando c o n o c í a tu r e s o lución y las órdenes de que habías encargado a D. Lelio (2) para los c ó n s u l e s . Sin esperar tu con t e s t a c i ó n , partí con mi hermano Quinto y mis h i j o s , con o b j e t o de r e u n i r m e contigo en Apulia. Al llegar a Teano S i d i c i n o , tu amigo C. Messio (3) me dijo, y por otros muchos conductos se me repitió, que César marchaba en dirección a Capua y que aquel mismo día llegaría a E se r n k ( 4 ) . T r a j é r o n me tu carta al cónsul Léntulo, en la que decías h a b e r recibido una de L . Domicio, fechada el x m de las kalendas de marzo ( 5 ) , de la que incluías copia: que reclamando el interés público la r e con c e n t r a c i ó n inmediata, no debía dejar en Capua más que la guarnición indispensable. Deduje, como todo el mundo, que ibas a marchar sobre Corfinio con todas tus fuerzas; pero como César acampaba a la vista de la ciudad* no podía aventurarme en aquella d i r e c c i ó n . E n con t r a b a me en esta terrible i n c e r t i d u m b r e , cuando s u p i m o s , mi h e r mano y y o , el acontecimiento de Coi-finio y tu movimiento sobre Brindis. Un solo pensamiento tuvimos los d o s , el de seguirte; pero g e n t e s que venían de Samnio y de la Apulia (1) Ciudad de los confines de la Campania y de la Apulia. Pompeyo marcho allí desde Luceria, después de e n t e r a r se de lo que había ocurrido en Corfinio. (2) D. Lelio Balbo había sido tribuno del pueblo en 699. (3) Defendió a Pompeyo, y muerto éste , pasó a César, a quien s i r vió en la g u e r r a de Á f r i c a . (4) En el país de los Samnitas, c e r c a de la fuente de Vulturno. (5) d7 de febrero. 344 MARCO TULIO CICERÓN. nos dijeron que nos exponíamos a quedar cortados por César, que marchaba en la misma dirección con tal rapidez que nos quitaba toda esperanza de adelantarnos. Mi h e r mano y yo pensamos e n t o n c e s , y todos nuestros amigos también, que, tanto por el interés público como por el n u e s t r o , no convenía e x p o n e r n o s t e m e r a r i a me n t e ; p e r s u a didos además de que no podíamos llegar a tiempo r e u n i m o s con t i g o , aunque el camino estuviese l i b r e . « E n t o n c e s recibí tu carta de Canusio del x de las kalendas de marzo ( 1 ) , en la que me dices m a r c h e a p r e s u r a damente a Brindis: como se m e entre g ó el m de las kalendas ( 2 ) , estaba se g u r o de que habrías llegado tú. por t o das partes nos e n con t r a b a m o s cortados y tan poco libres en nuestros movimientos, como si hubiéramos compartido e l cautiverio de nuestros amigos de Corfinio; porque tanto importa h a b e r caído en manos dfi los s a l d a d o s , como e s t a r e n c e r r a d o sin salida, con guarniciones ó e j é r c i t o se n e m i g o s por todos lados. Esta es mi posición. ¡Cuánto l a me n t o no h a b e r me e n con t r a d o c o n t i g o ! Así lo de se a b a desde el principio y te lo manifesté con mi repugnancia a marchar a Capua: no era por r e h u s a r una misión penosa, sino que veía c l a r a me n t e que , sin e j é r c i t o , no podría resistir la c i u dad, y temía por mí el e x t r e m o a que después h e tenido el dolor de ver reducidos a t a n t o s hombre s v a l e r o s o s . Sea como quiera, ya que esto no ha sucedido, hubiese querido al menos que me hubieras dado a con o c e r tus p r o y e c t o s , que no podía adivinar. Todo lo hubiese creído me n o s i m a g i n a r que , teniéndote por j e f e , no pudiera s o s t e n e r se en Italia la causa de la República. No quiero reconvenirte, pero lloro el destino de la República: aunque, por no c o m prender tus r a z o n e s , no debo dejar de c r e e r que las tengas poderosas para obrar de esa manera. R e c o r d a r a s que desde para (1) (2) 20 de febrero. 27 de febrero.

CARTAS A ÁTICO. 345 el principio estuve por que se mantuviese la paz a toda costa; después por permanecer en Roma , y nada digo de Italia, porque nunca de j a s t e entre v e r ni la me n o r indicación de salir de e l l a . No t e n g o la vanidad de c r e e r que de bió seguirse mi opinión; así es que me h e conformado con la t u y a , no a causa de la R e p ú b l i c a , de la que desde el prim e r momento de se s p e r é y que actualmente se e n c u e n t r a tan abatida que no p u e de l e v a n t a r s e sin la-más desastrosa de las g u e r r a s c i v i l e s . P e r o quería reunirme contigo; que ría estar donde tú e s t u v i e se s : y esto es lo que deseo actualm e n t e , si hay medio de conseguir l o . »No ignoro q u e , en medio de todas estas c i r c u n s t a n c i a s , no puedo ser grato a los que quieren la guerra a toda c o s t a . P e r o desde el principio lo p r o c l a m é , nada h a y que prefiera a la paz. Verdad e s que aliento iguales temores que sus adversarios, pero desaparecen para mí ante los males de la guerra civil. Más adelante, cuando una vez de c l a rada la guerra, vi que e s c u c h a b a s proposiciones de a c o modamiento y que o t o r g a b a s las condiciones más amplias y h o n r o s a s , creí poder pensar en mí mismo y esperaba hacer t e compartir mis propósitos, habiendo recibido de tí tantas pruebas de a f e c t o . R e c o r d a b a cuántas miserias y desgracias me había valido mi abnegación por la República . P r e se n t a r me en oposición personal a César, cuando mi partido le o f r e c í a , teniendo ya empuñada la e s p a d a , e l consulado y el triunfo más brillante, era renovar para m í solo los mismos s i n s a b o r e s : porque cualquier mal c i u d a dano e n c u e n t r a como me d i o de popularidad a t a c a r me . Nada anticipaban mis t e m o r e s ; la amenaza se me ha hecho j en alta voz; y m e n o s he temido los e f e c t o s , que j u s t o me ha parecido procurar s u s t r a e r me a ellos , pudiendo hacer lo sin de s h o n r a . »Esta ha sido la clave de mi conducta, durante el corto tiempo que se ha hablado de p a z ; después me han dominado las c i r c u n s t a n c i a s . Mi contestación e s fácil para los que 346 M A R G O TULIO CICERÓN. me c e n s u r e n . Nunca he sido más amigo de César que ellos ; y ellos nunca fueron más amigos que yo de la República . S o l a me n t e e x i s t e una diferencia e n t r e su patriotismo, que r e s p e t o , y el mío, que no ha carecido de cierta gloria; y e s , que quieren decidir por la espada lo que yo hubiese que r i do, como tú, si te he comprendido bien, terminar por me dio de una reconciliación. Ha prevalecido su opinión; sólo me queda que p e r m a n e c e r , como ciudadano, fiel a la R e pública, y como amigo , fiel a tu amistad.»

CARTA XII. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Sufro más que nunca de los o j o s ; pero prefiero dictar a que m a r c h e nuestro querido amigo Galo Fadio sin llevarte algunas líneas. Ayer pude aún bien ó mal e s c r i b i r t e de mi puño la carta c u y o s vaticinios de se o que no se realicen. Hoy te escribo para que no pase día sin hacer l o , y además para rogarte dediques algunos m o me n t o s , que muy pocos n e c e s i t a r a s , al e x a me n de lo que debo h a c e r , y a la e x p o sición clara de tu pensamiento acerca de este asunto. No estoy ligado aún en manera alguna. Para todo lo que no h e hecho he tenido motivos, no diré plausibles, pero sí p e rentorios para a b s t e n e r m e . Tenía fundamento para n e g a r me al mando de Capua, que no se encontraba en estado de defensa y donde me hubiesen hecho responsable de la lentitud con que se verificaban las levas, y tal vez hasta me h u b i e se considerado L. César y F a b a t o me trasmitieron las proposiciones se de s o s p e c h o s o de traición. Cuando paz, cierto es que procuré no ofender a un hombre a quien había visto o f r e c e r por Pompeyo el consulado y el triunfo, en el momento mismo en que por una y otra parte se había desenvainado la espada.

CARTAS A ÁTICO. Menos aún pueden censurar me no h a b e r , en último t r e m o , pasado el m a r . En primer lugar, el asunto merecía reflexión; y en segundo lugar, no he c e r l o . ¿Podía adivinar que iba a e m b a r c a r se 347 exbien podido, h a Pompeyo, cuando sus cartas, (1) que tú interpretas como yo, no permitían dudar que marchaba en s o c o r r o de Domicio? Mucho me agradaba poder meditar despacio lo que debía hacer . Y a me has hecho p r e se n t i r tu opinión, pero necesito una formalm e n t e motivada: consideraciones que abarquen más de lo p r e se n t e , un cuadro completo de lo que me conviene haocuc e r y dónde puedo ser más provechoso para la R e p ú b l i c a . ¿No piden las circunstancias un mediador? ¿No hay pación más que para los guerreros? Y o , que mido toda la e s cala del de b e r , no dejo de r e c o r d a r los consejos que me dabas en la época de mi de s t i e r r o , con s e j o s que me h u b i e ran librado de muchos males si los hubiera se g u i d o . R e cuerdo especialmente lo que hiciste me dijeran Theófanes y Culeón, y no sin gemir ¡amargamente. V o l v a m o s , a aquellos cálculos que pues, tan mal hice en otro tiempo e n de s p r e c i a r . Sigamos siempre los con se j o s del honor, pero sin c e r r a r completamente los ojos acerca de lo que puede perjudicarnos. En último c a m i n o : deseo tu c a s o , no pretendo señalarte el absoluta independencia. opinión con Procura también averiguar (puesto que tienes medios para ello) lo que hacen Léntulo y D o m i c i o , cuáles son sus propósitos, en qué disposiciones se e n c u e n t r a n . sino de Pompeyo? Pompeyo lo atribuye ¿De quién se quejan? ¿á quién acusan? ¿A quién, he dicho? ¿de quién todo a Domicio, la cerno verás por las cartas cuya copia te repito. Medita sobre todo esto , y no olvides enviarme el tratado De Concordia de Demetrio Magnesio que ya te he pedido. (1) Sin duda e s t a s cartas de Pompeyo tenían por objeto engañar a sus amigos acerca de su resolución de pasar el m a r . 348 M A R C O TULIO CICERÓN. «Cneo el Grande a O. Marcelo y L. Léntulo, cónsules. «Bien había previsto que , diseminados como e s t a m o s , ni podíamos servir a la República ni ayudarnos m u t u a me n t e . Por esta razón escribí a Domicio trajese personalmente cohortodas sus fuerzas, ó al me n o s las diez y nueve tes (1) en marcha desde el P i c e n o . Mis t e m o r e s se r e a l i zan: Domicio se e n c u e n t r a rodeado, sin fuerzas suficientes para formar un c a m p a me n t o , porque mis diez y n u e v e cohortes y las doce que tiene él están repartidas en tres ciudades, parte en Alba y parte en S u l m o n a . Hoy no puede ya libertarse ni reunirse con m i g o , aunque lo de se a se : mi indecisión es extraordinaria al v e r c o m p r o me t i dos a tantos h o m b r e s valerosos. Quisiera s o c o r r e r l e s y no puedo, porque no es posible pensar en llevar allí nuestras dos legiones (2), de las que, en último c a s o , no h e podido reunir más que c a t o r c e c o h o r t e s . Ha sido n e c e s a r i o poner guarnición en Brindis, y tampoco he querido dejar c o m pletamente desguarnecido a Canusio en mi a u se n c i a . .«Esperaba t e n e r más fuerzas á mi disposición, y había encargado a D. Lelio te dijese que , si lo considerabas conmigo oportuno, sería conveniente viniese a reunirse uno de vosotros y que el otro pasara a Sicilia con las t r o pas reunidas tanto en Capua como en las c e r c a n í a s , a las que se incorporarían las r e c i e n t e s levas de F a u s t o . D o m i cio hubiese marchado a reunir allí las doce c o h o r t e s , y el resto del e j é r c i t o se h u b i e se r e con c e n t r a d o en Brindis para pasar por mar a Dirraquió. Ahora ya es tarde. Ni tú ni yo podemos ir a libertar a Domicio: que p r o c u r e r e t i - (1) Las c a t o r c e de Vibulio y las cinco de Hirro. Todas estas t r o pas, comprendiendo en ellas las de Domicio, se habían rendido a César, que las había enviado a Sicilia. (2) Las dos legiones que César prestó a Pompeyo.

CARTAS A ÁTICO. 349 r a r se por las m o n t a ñ a s . Sólo nos resta que impedir al e n e migo se a c e r que a las c a t o r c e c o h o r t e s , cuyo espíritu me p a r e c e dudoso, y que inquiete mi movimiento. »He creído por tanto con v e n i e n t e , y así piensan C. Marcelo ( 1 ) y todos los senadores presentes, marchar a B r i n dis con todas mis fuerzas. Por tu parle r e ú n e cuantas t r o pas puedas y ven apresuradamente a reunirte con m i g o . Distribuye entre tus soldados las armas que debías enviarm e , y si sobran procura remitirlas a Brindis, con loque se presta importante servicio a la República . Comunica estas resoluciones a todos nuestros amigos. Los pretores P. Lupo y C. Coponio (2) tienen orden de venir a reunirse con nosotros y de entre g a r t e las tropas de ' que disponen.» nCneo el Grande,procónsul, a Domicio,procónsul, salud. por »Me e x t r a ñ a no r e c i b i r cartas tuyas y e n t e r a r me mos sostener la l u c h a : r e con c e n t r a n d o otros del detalle de las o p e r a c i o n e s . Separados no podenuestras fuerzas, aún me lisonjeo de conseguir la salvación de la R e p ú b l i c a y la nuestra. Según me es c r i b e Vibulio, debías salir de Corfinio con tus fuerzas el v de los idus de febrero y dirigirte hacia mí, y me asombra que hayas cambiado de r e s o l u c i ó n ; porque la causa a que lo atribuye Vibulio e s frivola, suponiendo que te has detenido porque se dice q u e César ha hecho un movimiento desde F i r m o hacia el c a m pamento de Truento ( 3 ) . Cuanto más se esfuerza el e n e migo en alcanzarte, más debes apresurarte tú en r e u n i r t e con m i g o , con objeto de no darle tiempo para que e m b a r a c e tu marcha ó c o r t e nuestras c o m u n i c a c i o n e s . T e ruego (1) Uno de los c ó n s u l e s . (2) Pasó el m a r con Pompeyo, y m a s adelante tuvo el mando de la e s c u a d r a de Rodas. (3) Firmo, Truento, ciudades del Piceno. 3S0 M A R C O TULIO CICERÓN. otra vez y te suplico, como no he cesado de suplicarte e n mis cartas a n t e r i o r e s , que llegues cuanto antes a L u c e r i a , y no permitas que César, que e v i d e n t e me n t e quiere r e con c e n t r a r sus tropas, consiga interponerse con sus masas entre n o s otro s . Si hay personas que quieran detenerte por el interés de sus casas de c a m p o , con c é de me al me n o s lo que se r í a injusto n e g a r me . De P i c e n o y de Camerino han partido c o h o r t e s abandonando sus b i e n e s : mándamelas.» «Cneo el Grande, procónsul, « L. Domicio, procónsul, salud. «Calenio me ha traído una carta tuya fechada el xiv de las k a l e n d a s de * m a r z o en la que me dices tienes el propósito de o b se r v a r a César, y si se dirige contra mí por la c o s t a , venir en el acto a incorporarte conmigo en S a m n i o . Si, por el contrario, conserva sus posiciones y amaga el ataque, estás decidido a librar batalla. En esto reconozco tu decisión y valor; pero e x a m i n e m o s detenidamente s i , separados como nos e n con t r a m o s , podemos h a c e r frente a un e n e m i g o tan pederoso ya por el número de sus soldad o s , y que. muy pronto lo se r a mucho m a s . La prudencia te e x i g e que con s i d e r e s no solamente las fuerzas que puede oponerte hoy, sino t e n e r en cuenta las que de un momento a otro puede reunir de infantería y de c a b a l l e ría. Acerca de esto no dejan la me n o r duda las cartas que r e c i b o de B u s se n i o , quien me es c r i b e , y otros lo con f i r m a n , que Curión ha reunido las guarniciones de la Umbría y de la Toscana y que están en-marcha para i n c o r por a r se a César. Una vez reunidas estas f u e r z a s , César enviará una. parte a Alba, y con la o t r a , e n con t r a n d o s e b a s t a n t e fuerte con su posición, te estrechar a sin a t a c a r t e : hete ya paralizado por c o m p l e t o , y e n con t r a n d o t e solo, con campos. « R u ó g o t e , pues, que traigas tus tropas apresuradamente tantas tropas e n c i m a , ni siquiera podrás enviar a f o r r a j e a r en l o s

CARTAS A ÁTICO. 35 1 y vengas a reunirte con m i g o . Los cónsules van a h a c e r lo mismo . Según te dije e x p r e s a me n t e por medio de me t u s cilio, es punto de- capital importancia no e x p o n e r solas las dos legiones al con t a c t o de César. Necesario es disponer anticipadamente de las c o h o r t e s del P i c e n o . Así, pues , no te alarmes si oyes de c i r que me replegó si César se dir i g e contra mí; porque de se o a n t e todo no de j a r me e n volver. Imposible formarme un c a m p a me n t o , impidiéndomelo la estación y el i n se g u r o espíritu de los soldados. Por otra parte, no puedo de s g u a r n e c e r las plazas sin p r i varme de antemano de toda r e t i r a d a : por esta razón no h e r e con c e n t r a d o mas que c a t o r c e c o h o r t e s en L u c e r i a . L o s cónsules deben" t r a e r me todas las fuerzas disponibles ó llevarlas a S i c i l i a . Nos es indispensable una de dos cosa s : ó un ejército en disposición de forzar al e n e m i g o , ó una posición en que podamos m a n t e n e r l e en s u s p e n s o . . C a r e c e mos del uno y de la o t r a . César es dueño de casi toda la Italia, y nuesfro e j é r c i t o n o es c o m p a r a b l e a) suyo ni en valor ni en n ú me r o . Guardemos radamente que vengas de arriesgar en un solo golpe la muerte d é l a República . Así, pues , te r u e g o r e i t e cuanto antes con tus tropas-á r e unirte con m i g o . Obrando de c o n c i e r t o podemos levantar la República ; si nos se p a r a m o s , se r e m o s demasiado débiles. Esto es evidente. »Escrita esta carta , r e c i b o la luya que me trae S i c c a con tus i n s t r u c c i o n e s . Quieres que me a c e r que a tí y así lo de se o ; pero c r e o que no puedo h a c e r l o , porque no confío por completo en mis legiones » uCneo el Grande ^procónsul, a L. Domicio, procónsul, salud. »He recibido tu carta del xui de las .kalendas de m a r zo ( i ) , en la que me dices que César ha tomado posición (1) 16 de febrero. 352 M A R G O TULIO CICERÓN. c e r c a de Corfinio, y esto e s precisamente lo que había previsto y anunciado. No emprenderá otra operación c o n tra tí, queriendo solamente envolverte con sus masas, cortarte el paso é impedir la unión de tus excelente s t r o pas, tan bien dispuestas, con las mías, de las que tan i n se guro esto y . Por esta razón me contrista profundamente la noticia que me das. No puedo confiar bastante en mis s o l dados para confiar a las vicisitudes de una batalla la salvación de la R e p ú b l i c a , y no dispongo todavía de las nuevas tropas que los cónsules han l e v a n t a d o . L i b é r t a t e , pues , a toda c o s t a , y acude aquí antes de que el enemigo haya conseguido r e con c e n t r a r sus fuerzas. No pueden hacer se m a r c h a s forzadas con levas r e c i e n t e s , y aunque se pudiese no intentaría o p o n e r a veteranos siquiera se con o c e n aún.» esto s bisónos que ni

CARTA X I I I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Continúa mi fluxión a los o j o s , como te lo demostrará la letra extraña de esta carta , y también su b r e v e d a d : v e r dad es que tampoco tengo nada que de c i r t e ; todas las m i radas se dirigen a Brindis. Si nuestro Cneo ha podido l l e gar allí, quedan algunas esperanzas de paz; pero si no llega hasta después del paso, n e c e s a r i o es t e me r terrible g u e r r a . ¿Ves en qué manos ha caído la República? ¡Qué p e netración! ¡qué actividad! ¡qué vigilancia! Si con esto ser sus mejor e s amigo s . He hablado muchas v e c e s con habitantes de las c i u dades municipales y con c a m p e s i n o s . El único cuidado que éstos tienen e s su c a m p o , su hogar y sus c o r t o s inno proscribe ni despoja a nadie, los que más le temían van a

CARTAS A ÁTICO. 353 tereses. ¡Y contempla qué cambio de ideas! Hoy temen a las aquel en quien cifraban antes toda su confianza, y aman a aquél a quien temían. No puedo pensar sin dolor en T e h e dicho cuántos males nos amenazan: ahora tus c a r t a s . faltas é i n se n s a t e c e s que ha producido e s t a r e v o l u c i ó n . espero

CARTA X I V . CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. No dudo que te se r a molesta una c o r r e s p o n de n c i a dia- ria que nada nuevo te dice y en la que a p a r e c e agotado el asunto mismo de las r e f l e x i o n e s . Y a la verdad, mal h a ría yo en enviarte me n s a j e r o s con cartas v a c í a s . P e r o si s e presenta ocasión, no puedo renunciar al placer de e s c r i b i r t e , s o b r e todo cuando marcha algún criado mío : escrib i é n d o t e , p a r é e e m e que hablo con t i g o ; siendo esto para mí como momento de reposo en medio de nuestras de s g r a c i a s , y con m u c h a más razón cuando r e c i b o alguna carta tuya. Después de esta serie de de r r o t a s y de t error e s p a n i c o s , no h e m o s tenido período m a s estéril en n o t i c i a s . En Roma no se s a b e nada y aquí t a m p o c o , aunque estamos dos ó tres j o r n a d a s m a s c e r c a de B r i n d i s . Allí es donde va a terminar la p r i me r a parte de la lucha, y me devora c r u e l ansiedad. P e r o se r e m o s los primeros en e n t e r a r n o s . He sabido que César y Pompeyo partieron e n el mismo día (el de la fiesta de los Manes) (d), el uno de Corfinio, después de mediodía; el otro de Canusio, por la m a ñ a n a . P e r o César camina con tal rapidez, y sus diarias larguezas de tal m a - (1) F i e s t a s en honor de los Manes: se celebraban el 21 de f e brero. TCMO íx. 23 334 M A R G O TULIO CICERÓN. ñera e n t u s i a s m a n a los suyos , que temo llegue a Brindis antes de lo que con v i e n e . Me dirás sin duda:—¿De qué sirve a t o r me n t a r se anticipadamente por un resultado que se con o c e r a pasados dos ó t r e s días?—De nada se g u r a me n t e . P e r o me gusta decirte todo cuanto se me o c u r r e . Te diré además que me e n c u e n tro muy vacilante en mi resolución tan bien tomada. No veo suficiente analogía e n t r e mi persona y los que me p r e se n t a s como m o de l o s : por e j e m p l o , ¿qué a c t o de valor c i tarás? ¿qué rasgo de grandeza puede e s p e r a r se de ellos? Y no e s , a fe mía, que apruebe a los que han cruzado e l m a r para p r e p a r a r se a una guerra cuyos desastres preveo (aunque la conducta de César fuese intolerable); pero se me presenta en medio de todo esto un hombre cuya fuga c r e o que debo compartir, ó r e g r e s a r v e n c e d o r con él a la patria restaurada.—¿Otro cambio de resolución? dirás. —? No, delibero contigo como podría hacerlo conmigo mismo . ¿Qué ánimo, en c a s o se me j a n t e , no e x p e r i me n t a r í a alguna incertidumbre? Deseo obtener de tí una opinión que con firme la mía ó la modifique. Con tal objeto me importa muchísimo saber qué va a hacer Léntulo ( 1 ) . acerca de D o micio se dicen cosa s distintas. Unos le suponen e n Tíbur con Lépido; según otro s , se ha aproximado a Roma con é l . Las dos noticias son falsas. Lépido, en e f e c t o , pretende que Domicio ha conseguido e v a d i r se : ¿ha encontrado a l gún asilo ó llegado al mar? Se i g n o r a . No le es m e n o s de s conocida la s u e r t e de su hijo. Añade una c i r c u n s t a n c i a muy desagradable para Domicio: no le han entregado una cantidad de dinero bastante considerable que tenía en Corfinio ( 2 ) . No tenemos noticias de Léntulo. P r o c u r a con se guirlas y e n t é r a me . (1) Léntulo Spinter pensaba s o me t e r se a César. (2) este es un error . Habiendo ofrecido a César los dunviros de Corlinio seis millones de se x l e r c i o s que Domicio había llevado al

CARTAS Á ÁTICO. 355

CARTA X V . CICERÓN Á Anco, SALUD. El v de las nonas de marzo (1) me remitió Egipta algunas cartas tuyas; la m a s retrasada ( 2 ) , del iv de las kalendas, de la que habías encargado a Pinario, a quién no he visto. Esperabas el resultado de una misión de B i b u l o , quien ni siquiera vio a César ( 3 ) , c o m o después supiste, según me dices en tu segunda carta . Ansioso estabas también por e l resultado de mi entrevista con César: p r o c u r o evitar su e n c u e n t r o . Apruebo por completo tu proyecto de retirada y cambio de vida. Todavía no te había sido posible saber si Domicio había conservado ó no los haces ( 4 ) : . p r o c u r a e n t e r a r me de ello en cuanto lo se p a s . Esto en cuanto a tu primera carta . Las dos siguientes están fechadas en la víspera de las kalendas ( 5 ) : mi resolución, c o m o y a te dije, estaba muy quebrantada, y ahora he r e n u n c i a d o por completo a e l l a . Y n o e s que me conmueva m n c h o lo que me dices de que no va a respetar ni al mismo Júpiter, porque en achaque de r e se n t i m i e n t o , lo mismo puede t e me r se de un lado que Tesoro publico, César se los devolvió para que no se c r e y e se que respetaba m a s la vida de los hombres (había puesto en l i b e r t a d a Domicio) que su dinero. (De Bell. Civ.) (1) (2) 3 de m a r z o . 26 de febrero. (3) Tanto le vio, que le hizo prisionero y le puso en libertad. (4) Domicio e r a procónsul de la ( ¡ a l i a , habiéndole tocado en s u e r t e e s t a provincia. Si abandonaba los h a c e s , parecería que los sacrificaba a César, procónsul efectivo de l a s Galias, y por lo t a n t o se le sometía. Esto es lo que quería saber Cicerón. (5) 27 ó 28 de febrero. 356 M A R C O TULIO CICERÓN. de otro ; y por incierta que e s t é la victoria, c r e o que la mala causa tiene más probabilidades. T a m p o c o me i m p r e siona mucho el ejemplo de los c ó n s u l e s , porque no se n más ligeras que ellos la pluma ó-la h o j a . Cualquier v i e n t o l e s h a c e c a m b i a r . ¿Qué e x i g e el deber? Esto es lo que me ha atormentado hasta ahora y sigue atormentándome. permanecer aquí es m a s se g u r o ; partir dicen que es más d i g n o . Algunas v e c e s pienso que e s p r e f e r i b l e que la multitud no me c r e a prudente, a que algunos no me crean h o n r a d o . Me preguntas acerca de Lépido y de T u l o : las personas bien informadas no dudan que cederán- al de se o de César y volverán al se n a d o . Paso a tu última carta , fechada el día de las kalendas ( 1 ) : e n ella hace3 votos por una con f e r e n c i a , y no supones de se s p e r a d a la paz. En el m o me n t o en que te escribo , no se han v i s t o , y c r e o , si se ve n , que Pompeyo a c c e d a a ningún a r r e g l o . P a r e c e que no dudas acerca de lo que debo hacer si los c ó n s u l e s pasan el mar ( 2 ) . Sin duda lo pasarán, si ya no lo han pasado, se g ú n la marcha que llevan las cosasv pero ten en cuenta que , e x c e p t u a n d o Appio ( 3 ) , apenas hay alguno que n o e s t é autorizado para e m b a r c a r s e , unos como provistos de mandos, como Pompeyo , Escipión, S u f e n a s , F a r o n i o , V o con i o , se x t i o ; los mismos c ó n s u l e s , en virtud de la antigna c o s t u m b r e que l e s abre todas las p r o v i n c i a s ; los otro s como legados de l o s que a c a b o de n o m b r a r . P e r o ya no discuto; veo cuál es tu opinión, y diré m a s , cuál es mi de b e r . T e escribiría más e x t e n s a me n t e si pudiese hacer l o por mí m i s m o . Creo que podré hacerlo pasados dos días. (1) de l l . de m a r z o . (2) Claudio Marcelo y Léntulo fueron los primeros que pasaron el m a r ; pocos.días después lo hizo Pompeyo. (3) Siendo entonces c e n s o r Appio Pulquer, no podía p a s a r el m a r , porque no tenía mando como Pompeyo , que e r a procónsul de España. 0

CARTAS A ÁTICO. 357 T e remito copia de una carta de Balbo Cornelio que h e r e c i b i d o al mismo tiempo que las tuyas; y te la remito para que me compadezcas al ver cómo se burlan de mí ( 1 ) . «Balbo a Cicerón, imperalor, salud. « R u é g o t e , oh Cicerón, pongas manos a la o b r a , que e s tarea digna de tu virtud. La p e r v e r s i d a d de los hombre s ha separado a César y Pompeyo , y es indispensable trabajes para r e u n i d o s . Si quieres de se m p e ñ a r tan h e r m o s o papel, no solamente caerá César b a j o tu influencia, sino que a de m a s , c r é e me , c r e e r a de b e r t e inestimable beneficio. Quisiera h i c i e se s lo mismo con Pompeyo , y a n t e s de se o que e s p e r o a c c e d a a ello en la posición en que s e e n c u e n t r a ; pero sin duda se detendrá, sin duda se repondrá de su t e r r o r , y e n t o n c e s podré esperar mucho de tu influencia sobre é l . «Has decidido al cónsul Léntulo a no alejarse m a s . César t e lo agradece m u c h o , y yo te lo agradezco mucho m a s , porque ni al mismo César quiero tanto como a Léntulo. Si se h u b i e se dignado e s c u c h a r me , como hacía s i e m p r e ; si no h u b i e se evitado por c o m p l e t o y repetidas v e c e s toda con versación con m i g o , no e x p e r i me n t a r í a yo los disgustos que esto y e x p e r i me n t a n d o . Imagina mis t o r me n t o s cuando en e l hombre que tanto estimo no veo bajo la toga consular nada de un c ó n s u l : pero que se decida a seguir tus con se j o s , a confiar en mí relativamente a las intenciones de Cés a r , a terminar su consulado en Roma , y c o me n z a r é a c r e e r posible entre César y Pompeyo una inteligencia que tendría al Senado por intermediario, a tí por con s e j e r o y a (1) Cornelio Balbo quería persuadir a Cicerón de que César de s e a ba la paz. La quería e f e c t i v a me n t e si cesaban todos de oponérsele. P a r e c e que Balbo se equivocaba acerca de los sentimientos de Cés a r , y Cicerón antes debió compadecerle que sospechar que quería b u r l a r se de é l . 358 MARCO TULIO CICERÓN. Léntulo por ó r g a n o . Si veo este hermoso día, h a b r é vivido bastante. . » S é que apruebas la conducta de César en los a con t e c i mientos de Corfinio; lo más h e r m o s o es que no haya c o rrido s a n g r e en tales c i r c u n s t a n c i a s . El placer que te ha producido la llegada >de mi querido Balbo, de nuestro que rido Balbo debo de c i r , me regocija y deleita. Seguro estoy de que todo cuanto te dirá de César, todo cuanto César t e escribe , e s completamente c i e r t o , c o m o te demostrarán los a con t e c i m i e n t o s , cualquiera que sea el fallo de la f o r t u n a . »

CARTA X V I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Todo lo tengo previsto: s o l a me n t e m e queda que g a n a r se c r e t a me n t e por camino seguro el mar superior ( 4 ) . El de T o s c a n a es impracticable en la estación actual. Mi espíritu e s t a allá y la necesidad me llama. Mas ¿por dónde iré? I n dispensable e s , sin embargo , a c e l e r a r la m a r c h a , si n o quiero v e r me detenido y encerrado aquí. Y no es que quiera se g u i r , aunque asi lo p a r e z c a , a e se hombre , a quien ya conocía como el último de los políticos y que a c a b a de m o s t r a r se el último de. los de g u e r r a . No, n o e s a é se a quien s i g o , pero t e m o a lo que acaba de decirme F i l ó t i m o . Según me r e f i e r e , los magnates me t r i turan. ¡Qué m a g n a t e s , b u e n o s Dioses! ¡Con cuánto a p r e s u ramiento acuden ahora a César! Considera los m u n i c i p i o s ; le adoran c o m o a un dios, y con tanto entusiasmo como antes hacían votos por la salud del otro ( 2 ) . A g r a d é c e se (1) (2) El mar Adriático. El mismo Cicerón dice (Tuscul. 1 . ) hablando de e s t a e n f e r a

CARTAS A ÁTICO. 359 a este nuevo Pisistrato el daño que no h a c e , y tenerle tanto pro- como si impidiese hacer l o . Todos procuran picio, y al otro s o l a me n t e se le conside r a inflamado por la ira. ¡Qué multitud envía cada ciudad al e n c u e n t r o del v e n cedor! ¡Qué h o n o r e s se le tributan!—Es porque le t e me n , dirás.—Mucho m a s , a fe mía, t e me n al o t r o . Atrae la fingida c l e me n c i a del u n o , y causa alarma el despecho que se atribuye a aquél. No pasa día sin que vea a alguno de l o s o c h o c i e n t o s cincuenta j u e c e s que le eran tan a d i c t o s ( 1 ) . Desde L u c e r i a les e s p a n t a . Quisiera con o cera e s o s m a g n a tes que me destierran, m i e n t r a s p e r m a n e c e n ellos tranquilos en sus h o g a r e s . Mas ¿ que me importan s u s nombre s ? puedo t e n e r w8éo|*ai TpOoG?. P e r o ya v e o qué e s p e r a n z a s al partir. El h o m b r e a cuya s u e r t e uno la mía, tiene c u a n t o n e c e s i t a p a r a devastar la Italia, pero no para conseguir la v i c t o r i a . ¿Qué e s p e r o , pues? E s p e r o noticias de B r i n d i s , hoy iv de las nonas ( 2 ) . ¿Y qué noticias? Que ha huido v e r g o n z o s a me n t e ; que el v e n c e d o r v i e n e por este ó el otro c a mino. Cuando lo se p a , si viene por la vía Appia, marchar é yo por A r p i ñ o . medad de Pompeyo: «Encontrándose en Ñapóles, c a y ó g r a v e me n t e enfermo. Cuando pasó el peligro, toda la ciudad se coronó de flores; Puzzola hizo lo mismo; las ciudades inmediatas mostraron su r e g o cijo con fiestas p ú b l i c a s . . . Si hubiese m u e r t o e n t o n c e s . . . hubiera escapado a muchas penas y m u y c r u e l e s . » (1) Debe entenderse todos los j u e c e s sacados de los t r e s órdenes del Estado. T r e s c i e n t o s se sorteaban del Senado; los otros de los caballeros y tribunos del T e s o r o . (2) El 4 de m a r z o .
LIBRO NOVENO ,

CARTA PRIMERA.
CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En el momento en que leas esta carta , s a b r é ya sin duda lo que ha ocurrido en Brindis (porque Pompeyo salió de Canusio el vm de las kalendas ( 1 ) , y yo t e escribo la víspera de las n o n a s , es decir, c a t o r c e días después de su partida). Sin embargo , cada hora de e s p e r a a u me n t a mi ansiedad y no puedo c o m p r e n de r que no circule ningún r u m o r : este silencio es inexplicable. Tal vez me atormento sin razón; pero es indispensable que me e n t e r e de cuanto se s a b e . También m e causa profundo disgusto no p o de r a v e r i guar el paradero de P. Léntulo y Domicio. Necesito saber lo que se proponen. ¿Se reunirán con Pompeyo? ¿cuándo? ¿por qué camino? Dícese que Roma se e n c u e n t r a llena de n o t a b l e s . Sosio y Lupo, que , según c r e í a Pompeyo , de-, bían adelantársele en Brindis, ocupan ya su tribunal. Cada día marcha a la ciudad alguno de los nuestros ; hasta M. L é pido, con quien pasaba días e n t e r o s , y que partirá de las noticias (1) maña- n a . Yo permanezco en Formiano para e s t a r más al a l c a n c e de Brindis. Después marchar é á Arpiño, 22 de febrero. 362 MARCO TULIO CICERÓN. y desde este punto por los c a m i n o s me n o s frecuentados g a n a r é el mar superior, dejando a mis l i c t o r e s ó de s p i diéndoles definitivamente. N e c e s a r i o es que así lo h a g a , que en todo tiempo, y hoy poco puesto que mis con t e m por i z a c i o n e s no agradan, según d i c e n , a esos grandes varones mismo , tan e s c l a r e c i d o s se r v i c i o s han prestado a la R e pública, y que me tratan, a lo que p a r e c e , con tan respeto en sus con v e r s a c i o n e s acerca de mi con d u c t a en medio de las alegrías tan oportunas de sus festines. M a r c h e m o s , y , como b u e n o s ciudadanos, llevemos la guerra a Italia por mar y tierra: e n c e n d a m o s contra n o s o t r o s el e x tinguido odio de los malvados. T o me m o s ejemplo de L u c e y o y de Theófanes ( 1 ) . Escipión t i e n e al me n o s el p r e t e x t o , ó de marchar a S i r i a , cuyo g o b i e r n o le ha tocado en s u e r t e , ó de no separarse de su y e r n o , ó también el de s u s t r a e r se al resentimiento de César. Los Marcelos (2) t a m bién deben huir de la espada del v e n c e d o r . L o s mismos m o tivos para t e me r tiene Appio ( 3 ) , y contra él tiene r e c i e n t e s causas de irritación. E x c e p t u a n d o Appio y C. Cassió, todos los demás son legados. F a u s t o e s p r o c u e s t o r . Solamente yo tengo elección libre. Arrastro además a mi hermano (4), a pesar de que no e s j u s t o hacer l e participar de tales eventualidades. César se irritará más contra él que contra c u a l quier otro; pero no he podido decidirle a que se que de . Pagamos así lo que debemos a Pompeyo ; y esto es p f e c i s a - (1) César los indica como ' l o s dos con se j e r o s principales de Pompeyo, uniéndoles Libón. La g u e r r a civil fué en gran parte obra suya . (2) M a r c o y los dos Cayos, primos hermanos, que s e opusieron a todas las r e c l a m a c i o n e s y pretensiones de César. (3) Appio Pulquer. este fué el encargado de pedir a César que p r e s t a se a Pompeyo dos legiones so p r e t e x t o de la guerra de los Parthos: e s t a fué la primera ofensa; la otra e r a la e n e m i s t a d . de c l a rada de Appio c o n t r a Dolabela y Celio, afectos a César. (<í) Quinto había sido t e n i e n t e de César en la Galia y le debía muchos favores.

CARTAS Á Á T I C O . 363 me n t e lo que me de c i de , no el temor de murmuraciones que de s p r e c i o , ni el interés por una causa que se ha llevado con timidez y en la que ahora va a se r n e c e s a r i a la c r u e l dad. Hago esto por él, solamente por él, sin que lo pida, ni por su causa, como él d i c e , sino por la República. de se o saber si continúas pensando en pasar al Epiro.

CARTA II. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Aunque e s p e r o una larga carta tuya h o y , nonas de m a r zo ( 1 ) , y tu día de fiebre, según c r e o , voy a con t e s t a r b r e v e me n t e a las líneas que me escribiste el m ( 2 ) , al a p r o x i marse el a c ceso . Dícesme que te agrada mucho haya permanecido aquí; y sobre este punto no has cambiado de opinión. Sin embargo , p a r é c e me que me aconsejabas termin a n t e me n t e , en una carta anterior, que siguiese a Pompey o , si se e m b a r c a b a bien a c o m p a ñ a d o , , y si los cónsules pasaban también el m a r . ¿No comprendí bien ó ha cambiado tu modo de pensar? La carta que e s p e r o me lo dirá sin duda; si n o , tendré que preguntarte otra vez ( 3 ) . De Brindis no s é nada todavía. (1) 7 de m a r z o . (2) 5 de m a r z o . (3) E s t a persistencia de Cicerón en pedir consejos á Ático, las contradicciones que acerca de esto le c e n s u r a a cada paso, y probabablemenle el disgusto que causaba a Ático las objeciones de su amigo y la necesidad de con t e s t a r l e de algún modo, reflejan el e s t a do de turbación en que se encontraban entonces los espíritus m a s sanos, y demuestra con cuánta obstinación se burlaban de ellos y de sus resoluciones los a con t e c i m i e n t o s . 364 M A R C O TULIO CICERÓN ¡Qué situación tan complicada é i n c o m p r e n s i b l e ! ¡Qué bien e x a m i n a s las dificultades de posición y qué p o c o las r e s u e l v e s ! Te agrada que no me encuentre con Pompeyo , y dices que mi presencia en los a c t o s que van a despojarle sería v e r g o n z o s a , y mi aprobación, un c r i me n . Así e s . ¿Debo oponerme? ¡Líbrente los Dioses! e x c l a m a s . ¿Qué hacer ? ¡qué alternativa! culpable ó c a s t i g a d o . Dices que con seguirás de César permanecer fuera de Roma y no inter venir en nada. ¿Será necesario suplicar? ¡oh de s g r a c i a ! ¿y si se niega? Dices que , permaneciendo aquí, quedan ínteg r o s mis de r e c h o s al triunfo. ¿Y si él mismo me lo o f r e c e , lo aceptaré? ¡qué oprobió! ¿Me negaré? esto sería de m o s t r a r con más claridad que en la época de su vigintivirato ( i ) que e s á él a quien r a c h a z o . En sus apologías no dejaba de a c h a c a r a esta negativa todo el mal que se hizo e n t o n c e s ; y me c r e e r í a e n e m i g o s u y o , hasta el punto de rehusar un honor por la única razón de que él lo c o n f i e r e . ¿Cuál se r í a ahora su resentimiento? ¿no se irritaría mucho más en de su propio poder? En cuanto a la ofensa a Pompeyo , que consideras como encuentro c i e r t a , ofensa e s para la que, hasta ahora, no razón de la importancia del honor rechazado y de l a u me n t o causa. ¡Cómo! ¿ha esperado a la toma de Corfinio para p a r ticiparme sus designios, y se disgustaría porque no me h e reunido con él en Brindis, cuando p r e c i s a me n t e me c o r t a César el camino? ¿Ignora que nadie tiene me n o s más e x a c t a s que las suyas acerca de los p o c o s derecho recursos imque él para quejarse? Ve que mis previsiones e r a n mucho de las ciudades municipales, acerca de l a debilidad de las nuevas l e v a s , sobre la necesidad de la paz, sobre la portancia de Roma , sobre el t e s o r o , sobre la ocupación del P i c e n o : si pudiendo, no me hubiese reunido c o n él, podría (1) Cicerón había rehusado el empleo de rigintiviro que César le ofreció.

CARTAS Á ÁTICO. 36S t e n e r se por ofendido; pero que ahora se irrite, poco m e i m por t a . ¿Qué puede hacer? t i c o" ¿aOxt SoAoc t o S 6avetv 8
CARTA 111. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. El hijo de Domicio ( 1 ) pasó por Formiano el vm de los idus, marchando apresuradamente a reunirse con su m a (1) Cogido con su padre en Corfinio, César le puso en libertad como a aquél. 366 M A R C O TULIO CICERÓN. dre en Ñápeles. Abrumándole a preguntas mi e s c l a v o D i o nisio, le e n c a r g ó me dijese que su padre se e n c u e n t r a en las inmediaciones de Roma . Decíannos que se había e m b a r cado para reunirse con Pompeyo , Ó pasar a España. Quisiera saber lo que hay en esto . La presencia de Domicio en Italia es muy importante para la c u e s t i ó n , siendo para Pompeyo prueba clara de la suma dificultad que hay para salir de la península encontrándonos rodeados por las t r o pas y guarniciones de César; dificultad que el aumenta más y m a s . En otra época del a ñ o , nos invierno ofrecería sola- paso el mar inferior ( 1 ) ; pero ahora la navegación c e r r a d o s . Infórmate, pues , de Domicio y de L é n t u l o . mente es posible por el Adriático, cuyos caminos nos están Todavía no han llegado hasta nosotros noticias de Brindis. Nos e n con t r a m o s a vn de los idus ( 2 ) ; César debió l l e gar ayer ú hoy allá: el día de las kalendas (3) pernoctó en Arpi ( 4 ) . Según dice Postumo, va a perseguir a Pompeyo , que supone embarcado ya. No creo que pueda p r o c u r a r se César m a r i n e r o s . Postumo está persuadido de lo contrario ; tanto m a s , d i c e , cuanto que no hay marinero que no c o nozca su generosidad. No puedo ignorar por mucho tiempo ya todo lo que haya ocurrido en Brindis. (1) El mar de Etruria ó Tirreniano. (2) 9 de m a r z o . (3) 1.° de m a r z o . (4) Arpi ó Argiripo, ciudad de Apulia.

CARTAS Á ÁTICO. 367

CARTA IV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Solamente descanso cuando te escribo ó leo tus c a r t a s . Esto no impide que empiecen a faltarme asuntos de que tratar; y s e g u r o estoy de que te s u c e de otro tanto. Imposible es escribir hoy a c e r c a de esas frivolidades en que se esparcen los ánimos tranquilos: y en cuanto a los asuntos de actualidad, los tenemos agotados h a c e mucho tiempo. Para c o m b a t i r el tedio, me propongo c u e s t i o n e s políticas relacionadas con las circunstancias p r e se n t e s . Por este me dio se libra mi espíritu de la melancolía, y sus facultades conservan actividad para tratar las dificultades que hay que r e s o l v e r . Las cuestiones helas aquí: ¿Debe permanecer se en el país cuando se encuentra bajo el yugo de un tirano? ¿Son legítimos todos los medios para, destruir la tiranía, aunque la sacudida tenga eventualmen* t e por e f e c t o la ruina del Estado? ¿El que derriba a un tirano no haces o s p e c h o s a su propia elevación? ¿Es preferible, para s o c o r r e r a la patria, el camino de la paciencia y de las negociaciones al de la fuerza? Cuando la patria se e n c u e n t r a oprimida, ¿el buen ciudadano debe permanecer retraído ó inactivo, ó deberá h a c e r , por mucho que le c u este , cuanto pueda en favor de la libertad? Buscando la libertad de la patria, ¿puede llevarse a ella la g u e r r a y b l o quear la misma patria? Aquel a quien repugna empuñar las a r m a s , ¿está, sin e m b a r g o , obligado a alistarse en el buen partido? ¿Quedamos i r r e v o c a b l e me n t e ligados con una causa política por la amistad ó beneficios, cualesquiera que sean las faltas que en ella se cometan? Aquel que ha merecido bien de la patria, que por ella ha e x p e r i me n t a d o 368 MARCO TULIO CICERÓN. todos los m a l e s que puede a c a r r e a r el odio de los m a l v a dos, ¿no ha pagado definitivamente su deuda? ¿No le se r a permitido, al fin, dedicarse a sí mismo y a los que le sori queridos, abandonar e l campo político, dejando el g o b i e r no a los que pueden ocuparse de él? Estas son las cuestiones que me ocupan, tratándolas ora en g r i e g o , ora en latín. Distracción saludable e s para mi tristeza, porque estas a b s t r a c c i o n e s me son muy aplic a b l e s . Pero t e m o que t e m o l este todo esto, p o r que , si el me n s a j e Roma r c h a como de b e , recibirás esta carta p r e c i s a me n t e en el día de tu a c ceso .

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El día de tu natalicio me escribiste una carta j u i c i o s í sima, mostrando en ella tanto tu cariño como tu prudencia. Filótimo m e la entregó al día siguiente de recibir l a . Todo lo que dices es sumamente difícil: llegar al Adriático, e m b a r c a r se en el mar de T o s c a n a , marchar a Arpiño, permanecer en F o r m i a n o . Si m a r c h o , parecerá que h u y o : si me quedo, que le espero para felicitarle. P e r o nada hay peor que ver lo que tendré que ver en b r e v e . He tenido en casa a P o s t u m o , y ya s a b e s cuánto me ha instado. de s pués vino Q. Futió, que corría a Brindis. ¡Qué semblante ! ¡Qué seguridad! P o m p e y o e s un malvado. El Senado no s a b e lo que quiere ni lo que h a c e . Si aquí no puedo s o por tar estas cosa s , ¿cómo resistirlas de parte de un Curcio en plena curia? Ahora bien; supon que inter v e n g o en e l de b a t e . Cuando oiga de c i r : Habla M. Tulio, ¿cómo saldré del aprieto? Sin hablar de la República , que considero m u e r t a , tanto por efecto de sus h e r i d a s como de los me -

CARTAS Á ÁTICO. 369 d i c a me n t o s , ¿qué diré acerca de Pompeyo? Mucho le he c e n s u r a d o , ¿á qué negarlo? porque se atiende más a las causas de los a con t e c i m i e n t o s que a los acontecimientos mismos. Considerando, ó, mejor dicho, persuadido de que todos nuestros males (¿y puede h a b e r l o s mayores?) p r o c e den de él, nacen de sus faltas, me he mostrado más animado contra su persona que contra el mismo César: por igual razón nuestros antepasados consideraron más funesto el día de la batalla de Alia (1) que el de la toma de Roma . Un mal dio origen a otro . El primer día quedó como nefasto; el otro nadie lo recuerd a . Así e s que cuando r e paso todas sus faltas desde hace diez a ñ o s , comprendiendo en ellas, por no decir además, la de dejarme oprimir sin defensa ( 2 ) ; cuando pienso cuánta ligereza, cobardía é incapacidad ha mostrado en esto s últimos tiempos, ardo en indignación. Pero todo esto p e r t e n e c e al pasado, y solamente quiero r e c o r d a r sus beneficios y el prestigio de su nombre . Comienzo a ver algo t a r de , pero veo con claridad, por las cartas y con v e r s a c i o n e s de B a l b o , que hoy sólo se intenta, que desde el principio se pretendió que sucediese lo que hoy está sucediendo. Cuando, como refiere Homero, una madre diosa dice a Aquiles: «A tu m u e r t e , hijo mío , seguirá la de Héctor,» el hijo le con t e s t a : «Pues b i e n , si no he podido s o c o r r e r a mi amigo, m o riré en el a c t o . » En la actualidad no se trata s o l a me n t e de un c o m p a ñ e r o , sino de un b i e n h e c h o r , añade de un grande hombre y de una causa j u s t a . ¿Quién, ante tales consideraciones, (1) Batalla c e r c a de Alia, río del país de los Sabinos, en la que los Romanos fueron deshechos por los Galos, que tomaron la ciudad al día s i g u i e n t e . (2) Cierto es que si Pompeyo hubiese tenido valor para defender a Cicerón con t r a Clodio, Cicerón no habría sido desterrado. TOMO i x . 24 370 MARCO T U L I O CICERÓN. puede atender al sacrificio de su vida? En cuanto a tus hombre s h o n r a d o s , ni cuento con ellos, ni me cuido de. sus opiniones. Están ó estarán con César. ¿Qué valen las plegarias oficiales de los municipios por la salud del otro , ante el cúmulo de felicitaciones que r e c i b e éste de s p u é s de la victoria? Tienen m i e d o , me dirás: también se e x c u saban así con él; tenían miedo. E s p e r e m o s los a con t e c i mientos de Brindis; tal vez me impulsarán a decidir, ó me suministrarán al me n o s materia para e s c r i b i r t e .

CARTA VI. CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada sé aún de Brindis. Balbo me es c r i b e desde Roma que c r e e embarcado al cónsul Léntulo; Balbo el me n o r , que no ha podido alcanzarle, supo la noticia en Canusio, desde donde la e s c r i b i ó . Añade que las se i s c o h o r t e s ( i ) que se encontraban en Alba se han entregado a Curio en la vía Minucia ( 2 ) ; que lo s a b e directamente por César, que muy pronto llegará a Roma . Seguiré tu con se j o . No iré a o c u l tarme en Arpiño en las p r e se n t e s circunstancias. Quería, sin e m b a r g o , marchar allá para vestir a mi Cicerón la loga viril, y contaba con dar a César e s t a excusa ; mas podría parecerle e x t r a ñ o que no prefiriese a Roma para la c e r e m o n i a . Después de todo, si al fin h e de v e r l e , tanto importa que sea ahí como en otra parte; y podremos d i s c u - (1) estas c o h o r t e s eran de Domicio y las mandaba Bivio Curio. En e s t a c i r c u n s t a n c i a hicieron lo que habían hecho y a las de Lupo. (2) este era el camino de Brindis pasando por el país de los Sabinos, el Samniun y la Apulia. CARIAS Á ÁTICO. dónde y cuándo. 37i rrir acerca de lo de m a s , esto e s , si debo marchar me , por Según oigo de c i r , Domicio se encuentra en Cosano (i), y hasta se asegura que va a e m b a r c a r se . Si es para E s p a ñ a , tanto p e o r ; si m a r c h a a reunirse con P o m p e y o , le a l a b o : mejor es c o r r e r al e x t r e m o del mundo que encontrarse con Curcio, cuya presencia yo, su patrono, no podría s o portar. ¿Qué diré de los demás? P e r o mejor es callar, porq u e tendría que decir mucho de mí mismo, que habiendo obrado tan b i e n , con mi amor a la patria y mi ideas c i l i a d o r a s , me e n c u e n t r o rodeado y como cogido en lazo. Escrita mi carta , r e c i b o una de Capua, que dice a s í : «Pompeyo se ha embarcado con todas sus fuerzas, que ascienden a treinta mil h o m b r e s . Los c ó n s u l e s , los d o s ' t r i bunos del pueblo y los senadores que estaban con él se han embarcado con sus esposas é h i j o s . Dlcese que se h i cieron a la vela el iv de las nonas de marzo ( 2 ) , y desde e n tonces no ha c e s a d o de soplar viento norte. Añádese que Pompeyo ha h e c h o quemar ó destruir todas las naves que quedaban en el puerto.» Lucio Mételo (3) ha recibido en Capua estas n o t i c i a s de su suegra Claudia, que también se había e m b a r c a d o . " Hasta el presente me ha dominado, como puede c o m p r e n de r se , una ansiedad de la que n o . e n con t r a b a medio de s a l i r ; mas ahora que Pompeyo y los cónsules han a b a n (1) Cosa en Toscana. Domicio había arrebatado allí por fuerza a p a r t i c u l a r e s a l g u n a s g a l e r a s que llevó con sus esclavos , libertos y colonos de sus t i e r r a s , para c a e r sobre Marsella. (2) 4 de m a r z o . E s t a noticia e r a p r e m a t u r a . Solamente los c ó n s u l e s se habían embarcado; Pompeyo no lo hizo h a s t a el 1 7 . (3) L. Cecilio Mételo tuvo valor, cuando entró César én Roma, para oponerse a su petición de enviar una diputación a Pompeyo para trat a r de un arreglo; y en seguida a la de emplear el diñero del t e s o r o en el pago de servicios públicos. César le amenazó con m a t a r l e y abrió por fuerza el tesoro público. - conun 372 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . donado la Italia, no experimento ansiedad, me e n c u e n t r o en un suplicio. Oi)Se ¡xot -ritop "E[«te8ov áXV aXaAúxT^ixat No está segura mi c a b e z a , c r é e me : sucumbo bajo e l peso de la deshonra. Debí unirme a Pompeyo desde losprimeros m o me n t o s , cualesquiera que fuesen sus faltas; n o se p a r a r me de los b u e n o s , por c i e g a s que fuesen sus medidas, principalmente cuando los mismos objetos de mi> c a r i ñ o , que tan tímido me hacían para tentar la fortuna,, mi esposa, mi hija, nuestros queridos Cicerones, me a con sejaban esta determinación, declarando la contraria gonzosa é indigna de mí. En cuanto a mi hermano grado en lo que h i c i e se . He leído de nuevo tus cartas desde el principio, y mehan reanimado. La primera es una invitación, una súplica para que no me c o m p r o m e t a . En la segunda me felicitas por no h a b e r m a r c h a d o . Leyéndolas me reconcilio conmigo, mismo ; pero la tranquilidad c e s a con la lectura, se sobre pone el dolor, y el fantasma de la deshonra a p a r e c e den u e v o . T e ruego , querido T i t o , que me libres de mis males;, que al me n o s dulcifiques mi amargura: a con s é j a me , consuélame, si es posible. Mas ¿qué puedes hacer? ¿qué poder humano lo conseguiría? Apenas podría hacerlo un Dios. Lo que de se o conseguir y cuya esperanza tú mismoalientas, es que me permita César no asistir al Senado cuando se presenten las proposiciones, que no faltarán,, contra Pompeyo . P e r o temo m u c h o que se me n i e g u e . Furnio ha venido de parte suya , y (para que sepas con q u é hombre s traíamos) me ha dicho que el hijo de Q. Titinio está con César. Este me da más gracias de las que q u i s i e r a yo recibir. Lee su carta , y verás lo que desea de m í : es c o r t a , pero muy expresiva. Desgracia grande es tu e n f e r verQuinto, resignado estaba a aprobarlo todo y a imitarme de buen,

CARTAS A ÁTICO. 373 fiíedad; sin e l l a , no nos hubiésemos se p a r a d o , y no hubiera c a r e c i d o de con se j o s . SÚV TE Sú' ¿pXO¡i6Vtl). P e r o dejemos el pasado y atendamos ú lo venidero. En dos cosa s me he engañado: primeramente creí en un con v e n i o , y estaba decidido, una vez de acuerdo los dos partidos, a r e t i r a r me a la vida privada y librar a mi vejez de toda agitación: después vi que Pompeyo iba a e n c e n de r una guerra sangrienta, de s a s t r o s a , y j u z g u é que mi deber de hombre y de ciudadana era arrostrar todos los suplicios este esto, a n t e s que apoyar ni intervenir en manera alguna en que i n g r e s a r en el partido contrario. Medita en todo querido Ático, medita muchas v e c e s . Cualquier e s preferible al tormento que s o por t o . propósito. Ahora me parece que hubiese sido mejor morir solución «César, imperator, a Cicerón, imperator, salud. »Apenas he visto a F u r n i o , y no he tenido ocasión para hablarle ni para e s c u c h a r l e , porque me apremia el tiempo. E s t a m o s en marcha y las legiones se han adelantado. Sin embargo , no quiero dejar partir a Furnio sin e s c r i b i r t e dándote las gracias. ¡Cuánto te de b o , y c u a n t o , seguro estoy de ello, h e de de b e r t e aún! ¡Haces tanto por mí! Lo que sobre todo te suplico es que m a r c h e s a Roma : espero que pronto llegaré y o . ¡Ojalá te vea allí y pueda a p r o v e c h a r tus con se j o s , tu posición y tu influencia en todos los negocio s ! Concluyo como e m p e c é : el tiempo apremia: d i s p é n s a me la brevedad: Furnio te dirá lo de m á s . » 374 M A R C O TU LIO CICERÓN.

CARTA VII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. : T e escribí con feeha ív de los idus ( 1 ) , pero no m a r c h ó e l que debía llevarte la carta . En cambio llegó el mismo día el me n s a j e r o de que me había hablado Salvio, trayéndome carta tuya muy e x t e n s a , que por cierto me ha tranquilizado algo. No me atrevo á de c i r que he r e n a c i d o , pero algo espeparecido me s u c e de . Puedes c r e e r que no cuento con un de se n l a c e feliz. Mientras vivan e s o s dos hombre s , cialmente u n o , no tendremos república. Así, pues, no e s - pero tranquilidad, y, esto y resignado a todo para lo venider o . Mi t e m o r era no m o s t r a r me ó , mejor d i c h o , no haberme mostrado digno de mí. Puedes tener por cierto que tus cartas me han hecho mucho bien: no me refiero s o l a me n t e a la más e x t e n s a , en la que tan admirablemente lo explicas todo. Aludo también a la más c o r t a , en la que e n c u e n t r o lo que podía de se a r m a s : la aprobación de mis i n t e n c i o n e s y de mi con o z c o hasta qué punto me aprecia y la rectitud de su ánimo. Tu carta e x t e n s a conducta con se x t o . S u m a me n t e grato me ha sido esto , porque extraordinaria ha reanimado a todos los míos como & mí mismo. se g u i r é tu con se j o : perm a n e c e r é en F o r m i a n o , y a s í no me acusarán de correr a su e n c u e n t r o ; y si no nos v e m o s , no podrá acusarme él de que le h u y o . En cuanto a o b t e n e r su a q u i e s c e n c i a para guardar a Pompeyo tantos miramientos como he guardado con él mismo , verás por una carta de Oppio y de Balbo, de que t e ' (1) i'¿ de marzo.

CARTAS k ÁTICO. 375 mando copia, que h a c e tiempo trabajo para conseguir l a . También te remito copia César, tan moderada de una carta que les ha escrito tiene límites. En tu o p i entremeterme peligros, como podía e s p e r a r se viniendo de un hombre cuya ambición no n i ó n , si César no a c c e de a mi de se o , debo a n e g o c i a r la paz. No r e t r o c e d o ante los peligros de esta e m p r e s a . Cuando por todos lados nos rodean ¿cómo no lanzarnos g u s t o s o s hacia aquella parte donde al menos puede c o n se g u i r se honor? P e r o temo perjudicar a Pompeyo, y, sobre todo, tengo miedo «á su mirada, terrible que la de Medusa.» Es pasmoso hasta qué punto quiere nuestro Cneo parec e r se a Sila. Hablo con conocimiento de causa, porque j a más ocultó mucho su de se o . — ¿ Y quieres e s t a r con él? m e dirás.—No obro así por amor a su c a u s a , sino por a g r a decimiento, como o b r é con Milón ( 1 ) , como . . . P e r o basta con citar uno.—¿Luego no te p a r e c e buena la causa? dirás ahora.—Al contrario , e x c e l e n t e . P e r o recuerda que la s o s tendrán por los medios p e o r e s . Su primer p r o y e c t o es r e ducir a Roma y a Italia por el h a m b r e ; en seguida de v a s tarlo é incendiarlo todo; y no se abstendrán de despojar a los r i c o s . El partido contrario hará otro tanto; y si por gratitud no estuviese afiliado a un b a n d o , preferiría aguardar en mi casa lo peor que puedan h a c e r . Sin embargo , tales favores debo a Pompeyo , que considero la ingratitud como un c r i me n ; aunque, a la verdad, tus razones contra este modo de pensar, me parecen muy fundadas. Opino como tú relativamente a mi triunfo: lo abandono sin pesar y de buen grado. Admirable sería si pudiésemos aprovechar insensiblemente el m o me n t o en que se abrirá la navegación, con tal, dices , de que haya tomado algún más (1) Defendiendo a Milón pagaba Cicerón una deuda de g r a t i t u d , por el celo que desplegó aquél, siendo tribuno, para que r e v o c a se n su de s t i e r r o . 376 M A R C O TULIO CICERÓN. asiento. Pero se encuentra mucho más firme de lo que c r e e m o s : puedes e s t a r tranquilo en cuanto a esto . T e a se guro que , si tiene poder para e l l o , no dejará en Italia p i e dra sobre p i e d r a . — ¡ Y quieres asociarte a é l ! e x c l a m a r a s de n u e v o . — R e p i t o que obro en contra de mi convencimiento y de todas las enseñanzas de la historia. Además, si deseo marchar me , no e s tanto por ayudar a un partido en sus v i o l e n c i a s , como para no p r e se n c i a r las v i o l e n c i a s . del otro . No c r e a s que se detendrán en el camino, ni que serán t o l e r a b l e s sus e x ceso s . ¿No les conoces tan bien como yo? ¿Ignoras que ya no hay l e y , ni magistrados, ca no bastarán para los de s ó r d e n e s , las ni justicia, ni Senado, y que las fortunas particulares y la fortuna públiextravagancias, profusiones y necesidades de tantos famélicos? Así, pues, cueste lo que c u este , quiero e m b a r c a r me , si así opinas tú, sin embargo . P a r t a m o s , pues, por cualquier mar que se a , aunque prefiriendo el que más té agrade. S é que s o l a me n te esperas noticias de Brindis y vamos a recibir l a s . Dices que hasta la hora p r e se n t e los buenos aprueban mi conducta y saben que no he partido: mucho me a l e g r o de ello, si es que hoy podemos alegrarnos de a l g o . P r o c u raré de nuevo averiguar dónde se encuentra tusiasta por el buen partido. Terminaré esta carta-diciéndote que temo mucho no encuentres materia para e s c r i b i r me , porque no puede hablarse de otra cosa que de los asuntos políticos, y nada tendrás que añadir a lo que ya me has dicho; pero tienes bástante talento (lo digo a fe mía como lo c r e o ) para suplir a todo; y la amistad que tan perfectamente s a b e aguzar mi i n g e n i o , te ayudará también a tí. E s c r í b e me , te lo ruego , y todo lo más que puedas. Me disgusta que no me invites al Epiro, a pesar de que en ninguna parte soy mal c o m p a ñ e r o : pero adiós. Tendrás que p a se a r y hacerte dar fricciones; yo voy a dormir. Deberé a tus cartas una n o c h e de buen s u e ñ o . Léntulo: he ene n c a r g a d o de ello a Filótimo, hombre diestro y muy

CARTAS Á ÁTICO. 377 «Balbo y Oppio a M. Cicerón, salud. «Cualquiera que sea la posición en que nos e n con t r e m o s , humilde y oscura como la nuestra, ó brillante y elevada, de b e esperarse que se juzguen por los resultados y no por la intención los consejos que se den: sin embargo , tu b o n dad nos alienta, y vamos a decirte cual e s , en nuestra o p i nión, el verdadero punto de vista de las cosas en el asunto de que nos escribe s . En el c a s o de que nos equivocásemos se r a de buena fe' y con toda ingenuidad. Si César no h i c i e se lo que en nuestro concepto de b e hacer ; si su primer cuidado, al llegar a Roma , no fuese trabajar en su r e con ciliación con P o m p e y o ; s i , en fin, no supiésemos por él mismo que tal es su intención, no te llamaríamos a la c i u dad, donde el papel de mediador será para tí más h o n r o siendo, cómo eres, s o y fácil que para cualquier otro , amigo de a m b o s . Si supusiéramos otras intenciones en Cés a r , y el propósito de hacer la guerra a Pompeyo , lo m i s mo que te h e m o s suplicado no a r m a r t e c o n t r a César, tampoco te aconsejaríamos combatir a un hombre a quien tetanto de b e s . En fin, si h a b l a se m o s de César por conjeturas e n vez de hablar de ciencia c i e r t a , te diríamos que , niendo amistad con los dos, el honor y la lealtad te imponen la abstención. Ahora bien, no dudamos que el g e n e r o so corazón de César no te agradezca esa neutralidad; y hasta si lo j u z g a s conveniente, le e s c r i b i r e m o s acerca de esto y te diremos qué impresión nos produce su r e s pues ta. T e garantizamos que no recibir a s de nosotros más con se j o s que los inspirados por el cuidado de tu honor antes que los que tiendan al inter é s de César, cuya amistad bación.» por nosotros es tal, que con t a m o s completamente con su apro- 378 MARCO TULIO CICERÓN. «Balbo & Cicerón, imperator, salud. «Celebraré que te e n c u entre s con buena salud. Después de h a b e r t e escrito en común Oppio y y o , h e recibido una carta de César, de la que te remito copia y por la que p o drás comprender cuánto desea la paz y reconciliación con Pompeyo y cuan separado está su corazón de todo propósito violento. Al ver estas disposiciones, me regocijo tanto como debo. En cuanto a tí, m i querido Cicerón, no pienso de otra manera que tú mismo acerca de tus c o m p r o m i s o s y a f e c c i o n e s . El honor y el deber te impiden empuñar las armas contra el hombre a quien estas a g r a de c i d o : con o z c o a César y estoy convencido de que no te censurar a . Sé p o sitivamente que si no tomas partes en esta contienda a r m a d a , y no te unes a sus a d v e r s a r i o s , c r e e r a haber con se guido de tí cuanta puede e s p e r a r . En e f e c t o , ¿cómo podría pedir más a un hombre como tú, cuando a mí mismo permite que no e s t é en su c a m p o , es de c i r , en el campo o p u e s to al de Léntulo y Pompeyo a quienes debo favores? B a s t a me , me ha dicho, que con se r v e s tu toga y me sirvas en Roma , como les servirías a ellos si lo quisiesen. Y en e f e c t o , actualmente me ocupo en Roma de los negocio s de L é n t u l o , que dirijo yo s o l o . De esta manera le p a g o , a la vez que a Pompeyo, mi deuda de gratitud. En último c a s o , creo que no debe desesperarse completamente de una r e con c i liación, puesto que César se e n c u e n t r a en las disposiciones que más podemos de se a r . pareciese conveniente Vería con sumo grado que t e pidiéndole su apoyo, escribirle como con tanta razón, a mi j u i c i o , lo pediste a Pompeyo en el asunto de Milón. Conozco muy poco a César, ó para con t e s t a r t e ha de consultar mucho menos su inter é s que tu posición personal. « I g n o r o si te parecerán atinadas estas r e f l e x i o n e s , pero sí sé que ninguna de ellas deja de estar inspirada por v e r -

CARTAS Á ÁTICO. 379 dadero cariño y amistad. Tan alto estás en mi conside r a ción (¡lo j u r o por la vida de César!), que hay muy pocos a quienes quiera c o m o a tí. Dígnate e s c r i b i r me en cuanto te decidas, porque no me es indiferente que quedes bien con el uno y el otro . Este es p r e c i s a me n t e tu de se o , y te a se guro que no dudo has de conseguir l o . Cuida de tu salud.» «César a Oppio y Balbo. « R e g o c i j ó me a fe mía ai ver en vuestra carta que a p r o báis lo ocurrido en Corfinio. se g u i r é vuestros con se j o s , y tanto más fácilmente, cuanto que están de a c u e r d o con m i propias determinaciones. s S í , emplearé la dulzura y h a r é terror cuanto pueda por a t r a e r a Pompeyo : i n t e n t e m o se s t e me dio de ganar c o r a z o n e s y consolidar la v i c t o r i a . El solamente ha conseguido hacer detestar a mis adversarios y no ha sostenido a nadie. E x c e p c i ó n de esto es Sila, pero no le tomaré por modelo. Busquemos la victoria por otro s c a m i n o s , y busquemos apoyo en adelante en los beneficios y la clemencia. Más ¿cómo proceder? Tengo algunas ideas y otras se me pueden ocurrir aún. Meditad vosotros bién en esto . «Mis soldados han sorprendido a Cn. Magio, prefecto de Pompeyo (1), y, fiel a mis propósitos, en el acto le he puesto en libertad. Ya habían caído en mi poder otros dos prefectos de los obreros de Pompeyo y les había despediimdo de la misma m a n e r a . Si tales procedimientos les tam- p r e s i o n a n , deben h a c e r comprender a Pompeyo que mi amistad vale más para él que su alianza con hombre s que, en el fondo, siempre fueron enemigos suyos y míos, y c u yas intrigas han puesto a la República en la triste situación en que se e n c u e n t r a . » (1) Prefecto de los obreros de Pompeyo, hecho prisionero por Cés a r , que le puso en libertad. 380 M A R C O TULIO CICERÓN.

CARTA V I I I . CICERÓN k Anco, esta SALUD. Encontrándome cenando noche, víspera de los que idus ( 1 ) , me entrega Stacio tu lacónica carta . T e con t e s t a r é primeramente, no sólo en cuanto a L. T o r c u a t o , sino también a c e r c a de Aulo: uno y otro han partido; T o r c u a t o hace ya muchos días. Me e n t e r o con sentimiento de lo que me dices acerca de las reuniones de R e a t a , y de todos e s o s g é r me n e s de proscripción para el país de los S a b i nos ( 2 ) . Ya sabía que habían regresado a Roma muchos se n a d o r e s . ¿Podrá decir alguien por qué salieron? Aquí se c r e e generalmente que César s e e n con t r a r a en Formiano el xi de ;las kalendas de abril ( 3 ) . P e r o esto no pasa de ser una conjetura, porque no se r e c i b e n me n s a j e ros ni cartas . Quisiera tener a mi lado aquella Minerva de Homero bajo la forma de Mentor, a la que diría: «Mentor, ¿qué rostro pondré a su llegada y de qué m a nera le recibiré?» J a m a s me vi en tanto apuro; pero al menos me e n c u e n tro preparado, y , suceda lo que quiera, ya es algo no se r cogido desprevenido. Cuídate: c r e o que a y e r fué tu día de acceso. (1) 14 de m a r z o . (2) César no debía ignorar ios p r o y e c t o s de proscripción que formaban sus partidarios. Es de c r e e r que no ios desaprobaba por c o m pleto. (3) 24 de m a r z o .

CARTAS A Á TICO. 381

CARTA I X . CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. Al día siguiente de los idus (1) recibí tres cartas tuyas, fechadas el iv, el m y la víspera de los idus ( 2 ; : voy a contestar siguiendo el orden de fechas. Creo, como tú, que lo mejor que puedo h a c e r es permanecer en F o r m i a n o , y no e m b a r c a r me en el Adriático. Me c o m por t a r é , como ya te h e d i c h o , de tal manera con César, que le parecerá bien mi retraimiento de los negocio s del g o b i e r n o . Apruebas mi disposición a olvidar las faltas de n u e s t r o amigo : si las o l vido, y quiero olvidar además todos los, motivos de queja que me dio: ¡tan c i e r t o es que soy más sensible a los b e neficios que a las ofensas! Obremos, pues , como dices , y procuremos estar bien con nosotros mismos. En esto pienso en mis paseos, y sin dejar de andar, me ejercito en las cuestiones que t e propuse; pero algunas son muy difíciles de r e s o l v e r . Quiero c r e e r lo que me dices de los buenos, pero con o c e s el proverbio Atovóarioí év KopívOcp. El hijo de Titinio está con César. P a r e c e que t e me s darme consejos que no me agraden; al contrario , nada me complace tanto como las cartas en que me dices lo que piensas. Continúa, pues, te lo ruego , como me p r o me t e s , y escríbeme cuanto se te o c u r r a ; porque, lo repito, nada me c o m p l a c e tanto. Pasemos a tu segunda carta . Razón t i e n e s para no c r e e r que Pompeyo haya llevado tal número de soldados; Clodio se equivocó en la mitad. Tampoco es c i e r t o que haya destruido las naves que quedaban en el p u e r t o . Alabas á (1) (2) 16 de m a r z o . 1 2 , 1 3 v 14 de m a r z o . 382 M A R C O TULIO CICERÓN. los c ó n s u l e s ; a p r u e b o tu buena intención, pero c e n s u r o el partido que han tomado. Al separarse de Pompeyo i m p o sibilitaron todas las proposiciones pienso ya en de paz. Así, pues , no acerca de la el t r a b a j o , que p r o y e c t a b a , y te remito, por medio de Filótimo, el tratado de Demetrio guerra funesta, que Pompeyo c o me n z a r a unión de los ciudadanos. Ya no dudo que nos amenaza una por reducir al hambre a Italia; y sin e m b a r g o me disgusta no intervenir en e s t a lucha fratricida. Y en e f e c t o , si e s un crimen abandonar en la necesidad a los padres ancianos, ¿qué nombre daremos a los furores de nuestros j e f e s , que van a hacer p e r e c e r por el h a m b r e a la patria misma, la más v e n e r a b l e y sagrada de las madres? Y no e s mi imaginación la que se espanta; lo h e oído todo yo m i s m o . E s a s naves que reúnen de todas partes, de Alejandría, de la Cólquida, de T i r o , de Sidón, de Chipre, de la Panfllia, de la Licia, de R o d a s , de Chío, de Bizancio, de L e s b o s , de S m i r n a . de M i l e t o , de Coos, son para inter c e p t a r los convoyes destinados a Italia, y contra como para invadir todas las provincias que alimentan a Roma . ¡Pero cuál será la cólera del j e f e , especialmente aquellos que m a s empeño tenían en salvar a Italia, si le hubiesen abandonado los mismos que ha a b a n d o nado é l ! Así es que, cuando medito acerca de la r e s o l u ción que debo adoptar, no me siento verdaderamente arrastrado más que por el afecto que profeso a Pompeyo : a no ser por esto , preferiría morir en el seno de la patria, a destruirla so p r e t e x t o de salvarla. Nada hay se g u r o para el viento norte (1). T e m o como tú por el Epiro; m a s ¿qué provincia de Grecia quedará libre de estragos? P ú b l i c a indica mente hace promesas a los soldados, y ya les larguezas mayores que las de César. Muy bien me a con s e j a s para que no de s m a y e en mi entrevista con éste , y para (1) Regiones del Norte de la Grecia, donde hacía Pompeyo sus preparativos de guerra c o n t r a César.

CARTAS Á ÁTICO. piño hasta que le haya visto, por temor de no le a c o r r e r de un lado a otro por caminos que partió la víspera de los idus. 383 encontrar- que le h a b l e con e n e r g í a . Así lo h a r é . No marcharé a Arme aquí a su p a s o , ó por no verme obligado para alcanzarmuy m a l o s . He oído de c i r , como indicas tú, que había llegado Bibulo ( 1 ) , y En la tercera carta me dices que esperabas a Filótimo; pero no partió de aquí hasta el día de los idus (2), por cuya razón no recibiste micio se encuentra a n t e s mi respuesta a la carta que me en Cosano, pero se ignoran sus p r o trajo, aunque la escribí en el a c t o . Creo, como tú, que D o y e c t o s . Y ese malvado, el peor de los hombres ( 3 ) , que p r e tende que su pretor puede celebrar los comicios consular e s , ¿no e s el mal ciudadano que siempre h e m o s do? Ahora veo c l a r a me n t e la intención mis consejos: pase lo de mi influencia; me d e c í a , en la carta de que te envié copia, que conocinecesita de César, cuando alguna tengo en e f e c sin duda le Al leer to, pero tal vez quería insinuar que podría proporcionarle algunos votos de se n a d o r e s : de mi autoridad; p a r e c e algo un con s u l a r ; en fin, de todo mi poder. tu carta c o me n c é a sospechar que se proponía esto ó algo muy parecido. Muy importante es para él que no haya inter r e g n o , y no lo habrá si un pretor puede c e l e b r a r comicios con s u l a r e s . Pero en los nuestros libros de augu- r e s v e m o s que el pretor no puede presidir ni e l e c c i o n e s de c ó n s u l e s , ni siquiera de p r e t o r e s , y que no hay ejemplo de que tal cosa haya sucedido: no puede presidir la de c ó n s u l e s , porque un magistrado inferior no puede c r e a r uno superior; ni la de p r e t o r e s , porque su elección es la (1) Volvía de su provincia de S i r i a . Pompeyo le dio el mando g e neral de su Ilota. (2) lo de m a r z o . (3) Sin duda habla aquí Cicerón de Lépido, que e r a entonces p r e tor y que se entregó por completo a César. Después fué uno de los triunviros. ' 384 M A R C O TULJO CICERÓN. cómo misma, aunque los cónsules sean superiores. Verás César piensa servirse de mí para conseguir que se decida que esto puede hacer s e , prescindiendo con gusto de la autoridad de Galba, de S c é v o l a , de Cassio y de Antonio (-1). Tóxe (i.ot %áxvt eüpeTot yfii>v. Y a v e s qué tempestad amenaza. Cuando sepa con e x a c titud los nombre s y el número de los se n a d o r e s que han pasado el m a r , te lo d i r é . Con razón c r e e s que no podrá Pompeyo m a n t e n e r su e j é r c i t o sin levantar subsidios e x t r a ordinarios; y muy bien j u z g a s , por la insaciable avidez de los que le rodean, que esta guerra no puede me n o s de se r de s a s t r o s a . Aunque, según dices , T r e b a c i o no espera nada bueno de esto, no dejo de de se a r een vehemencia verlo; te ruego que le des prisa: me agradaría hablarle antes de la llegada de César. Desde que supe la m u e r t e de F a me a ( 2 ) , de se é , si todavía hemos de tener r e p ú b l i c a ; que algún amigo mío c o m p r a se su casa de Lanuvio: sin embargo, aunque eres el mejor , no había pensado en tí. Sé cómo empleas tu dinero, y he visto en Roma y en Délos tus libros de c u e n t a s . En último e x t r e m o , aunque la casa sea muy a g r a d a b l e , no querría dar ahora lo que ofrecí bajo el consulado de Marcelino ( 3 ) . Como me convenía mucho , a causa de la que tenía e n t o n c e s en Anzio, y c r e í a que me costaría menos comprarla que r e con s t r u i r la de T ú s c u l o , ofrecí quinientos mil sextercios a F a me a , que se e n con - (1) Es muy probable que Cicerón no se e q u i v o c a r a . Solamente como augur podía decidir Cicerón, so p r e t e x t o que los auspicios eran favorables a aquella decisión, que el pretor podía c e l e b r a r los c o m i cios con s u l a r e s . César le dispensaba el honor de preferirle para con sultar estos auspicios á los Galba, Scévola, Cassio y Antonio, que eran augures como Cicerón. (2) Rico liberto, abuelo ó lio del famoso autor Tigelio. (3) Cn. Cornelio Léntulo Marcelino, cónsul en 69S con L. Marcio Filipo.

CARTAS A ÁTICO. 385 traba en Anzio para venderla y que no a c e p t ó . P e r o a h o r a ha decaldo mucho todo a causa de la e s c a se z del d i n e r o . Más me convendría que la c o m p r a se s t ú , ó, mejor dicho, innos convendría a los d o s . Y no c u e n t e s por n a d a l o s se n s a t o s gastos que allí se han hecho , porque esos e m b e llecimientos la han h e r m o se a d o mucho . Pero todas estas cosa s me parecen ya presa de la destrucción. Esto tenía que contestar a tus tres cartas : e s p e r o o t r a s : esto ha sido hasta ahora mi único con s u e l o . Día de las L i b e r a l i a .

CARTA X . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Nada tengo que de c i r t e : a y e r con t e s t é a tus cartas , y después no h e recibido ninguna noticia: mas como el tedio que me quita el sueño no me deja descansar tampoco d u rante el día, y no e n c u e n t r o distracción mas que departiendo contigo, te escribo sin saber a punto fijo lo que voy a decirte. Paréceme que he estado ciego desde el principio, y mi tormento mayor e s censurar me hoy no haber seguido por todas partes a Pompeyo , como el soldado sigue a su e n se ñ a , aunque marchase de caída en caída. L e v i el xiv (1) de las kalendas de f e b r e r o ; ya le dominaba el miedo, y desde aquel día comprendí cuál era su p r o p ó s i t o . Después no h e tenido momento de satisfacción; no ha hecho otra cosa que amontonar faltas sobre faltas; ya no e s c r i b í a , y s o l a mente pensaba en huir. ¿Qué quieres? Así como en a m o r desaparecen muy pronto de nuestro corazón las m u j e r e s descuidadas, que no tienen gracia ni t a l e n t o ; así también la debilidad de Pompeyo y la vergüenza de su fuga h a b í a n (1) 19 de e n e r o . TOMO IX. 25 386 M A R C O TULIO CICERÓN. debilitado mi c a r i ñ o . Nada hacía que fuese digno de é l : ¿por qué había de seguir y o a un fugitivo? Ahora r e c o b r a su imperio la amistad, y no puedo soportar mi alejamiento de é l : los l i b r o s , los estudios, la filosofía no me sostienen y a ; soy como el ave que con o c e s , miro día y n o c h e al m a r ; quisiera poder levantar vuelo. Castigado e s t o y , c r u e l me n t e castigado por mi imprudencia; pero en último c a s o , ¿qué t e n g o que censurar me ? ¿qué he hecho sin r a z o n e s poderosas? Si solamente se hubiera tratado de huir con P o m peyo, sin trabajo m e hubiese decidido; pero lo que me c a u s a h o r r o r e s esta g u e r r a , q u e se r a mucho m a s c r u e l de lo que se piensa. ¡Qué amenazas a los municipios! ;Cuántas a determinadas personas notables y en general a todos los que no l e s i g a n ! Cuántas v e c e s ha d i c h o : pudo hacerlo, ¿no he de poder Sila yo? N o , no puedo de s t e r r a r estas i de a s . Tarquino fué culpable de h a b e r armado con t r a s u patria a por se n a y Octavio Mamilio: Coriolano fué impío por h a b e r se hecho ayudar por l o s V o l s c o s ; ¡honor a T e m í s t o c l e s que prefirió m o r i r ! Siempre se detestará la me m o ria de Hippias (4), hijo de Pisistrato, que murió en la batalla de Maratón combatiendo contra su patria. P e r o Sila, Mario, Cinna, no hicieron nada se me j a n t e ; hasta tenían cierta apariencia de de r e c h o : y sin embargo , ¿hay algo más c r u e l que su victoria? ¿algo m a s funesto? se me j a n t e guerra me hacía r e t r o c e de r horrorizado, y tanto m a s , cuanto que ante mi vista se adoptaban resoluciones y medidas m a s terribles aún. Y o , que he recibido los sagrados títulos de s a l v a d o r y padre de la patria, ¿había de traer a n t e sus m u r o s a l o s Getas, los Armenios y los de Cólquida? ¿traería e l h a m b r e a los míos y devastaría la Italia? Pensaba que P o m ¡peyo e s mortal y q u e puede p e r e c e r de mil m a n e r a s . (1) Después de la m u e r t e de su hermano, asesinado por Armodices y Aristogitón, Hippias se refugió e n t r e los Persas é impulsó a l Sley a que hiciese la guerra a los Griegos.

CARTAS Á ÁTICO. 387 mientras que todos de b e m o s , en cuanto nos sea posible, trabajar para la salud é inmortalidad de Roma y del p u e blo r o m a n o . T e n í a además alguna esperanza en que se pondrían de a c u e r d o ; que César no se decidiría a c o me t e r t a m a ñ o atentado, ni Pompeyo seguiría su funesta resoluc i ó n . Las cosa s han cambiado mucho h o y , y mi espíritu t a m b i é n . Paréceme , como dices en una carta , que el sol se ha retirado del mundo. Así como se dice que un enfermo no está desesperado mientras t i e n e , un soplo de vida, así también mientras Pompeyo ha estado en Italia h e tenido a l g u n a esperanza de paz. esto , e s t o e s lo que me ha e n g a ñ a d o ; y a decir verdad, esta edad en que la naturaleza, después de tan largos trabajos, se v u e l v e h a c i a el r e p o s o , me ha hecho más queridas, al debilitarme, las dulzuras de la paz doméstica. Ahora estoy decidido, sea el que quiera e l peligro, a escapar de aquí. Quizá debí hacerlo a n t e s ; pero me han retenido las razones que t e h e dado a n t e s , y más aún tus consejos. Cuando llegué a este punto, c o me n c é a r e l e e r tus cartas , que tengo selladas y cuidadosamente guardadas. He a q u í lo que me dices en la del x de las kalendas de f e b r e r o : «Veamos antes qué hará Pompeyo , y qué resultado tendrán sus disposiciones. Si abandona la Italia, no puede c o me t e r mayor falta, ni m i s i n se n s a t a : en este c a s o tend r e m o s que adoptar otro plan.» Me escribiste esta carta cuatro días después de nuestra salida de Roma . En otra del vm de las kalendas de f e b r e r o , de c í a s t e r m i n a n t e me n t e : «Paso a tu asunto: si Pompeyo sale de Italia, c r e o que harás bien en r e g r e s a r a Roma : ¿cómo has de se g u i r l e hasta el fin del mundo?» He retenido bien esto , y ahora veo que a esa fuga v e r g o n z o s a , que para dulcificarla llamas tú r e t i r a d a , seguirá una g u e r r a que no tendrá fin. Esta predicción haces el vt de las kalendas de febrero ( 1 ) : (1) 27 de enero. 388 MARCO 7 U L 1 0 C I C E R Ó N . «Si Pompeyo p e r m a n e c e en Italia, y los negocios no se arreglan, la g u e r r a será larga; si pasa el mar, no v e r e m o s su fin.» ¿Debo yo participar, ayudar, impulsar una guerra sin fin contra mis conciudadanos? Enterado en seguida de los proyectos de Pompeyo , terminabas así tu carta del V I Í de los idus de febrero ( 1 ) : «No te aconsejo en manera alguna que sigas a Pompeyo si sale de Italia: esa de t e r m i n a ción sería muy peligrosa para tí, é inútil para la República ; mientras que permaneciendo aquí podrás se r v i r l a . » ¿Cómo no había de aceptar un buen ciudadano, un político, el consejo de un amigo tan prudente como tú? El m de l o s idus de febrero (2) me remites esta respuesta tan c a t e g ó r i c a : «Me preguntas si de b e s huir ahora con P o m p e y o , ó sí se r a mejor que e s p e r e s : por mi parte, creo que en la o c a sión presente no de b e s precipitar nada, y que partiendo tan repentinamente te e x p o n e s sin se r l e útil. Paréceme mejor que os separéis para o b se r v a r al e n e m i g o ; peco a la v e r dad e s vergonzoso pensar en huir.» Lo que tú e n c u e n t r a s tan v e r g o n z o s o , Pompeyo lo había pensado h a c e dos a ñ o s y a : hasta tal punto sólo s u e ñ a en Sila y en ^proscripciones. Algunos días después, como había creído ver en algunas generalidades de tus cartas que me impulsabas a salir de Italia, c o m b a t e s esta idea en la del x i de las kalendas de marzo ( 3 ) : «Nunca h e pretendido aconsejarte que s i g u i e r a s a Pompeyo , si éste sale de Italia; esto no se r í a con t r a d i c ción solamente, sino de me n c i a . » Y en otro lugar de la misma carta : «No queda mas que la fuga; pero no opinode esa m a n e r a , ni he opinado nunca.» Más a fondo todavía examinas esta cuestión en tu carta del xii de las kalendas de m a r z o : (4) «Si M. Lépido y L . V o l - (1) (2) (3) (4) 7 de febrero. 11 de febrero. 19 de febrero. 18 de febrero.

CARTAS A ÁTICO. 389 c a c i o se quedan, haz tú lo mismo . Sin embargo , si P o m peyo no cae y al fin se detiene en alguna parte, bien h a r a se n separarte de esa turba infernal que está con César: mejor es morir con aquél, que reinar con éste en del medio desorden que fácilmente puede p r e v e r se . » de s a r r o - llas esta idea, y terminas así: «¿Siguen a Pompeyo M. Lépido y Volcacio? en este caso dudo.» No puedes ya dudar, puesto que p e r m a n e c e n en Italia. El v de las kalendas de marzo (4), habiendo partido ya Pompeyo para Brindis, me de c í a s : «No dudo que p e r m a n e cera s en F o r m i a n o , donde podrás, mejor que en otra parte, v e r el giro que toman las cosa s . » Y en las kalendas de marzo ( 2 ) , e n con t r a n d o se ya cinco días Pompeyo en Brindis: «Podremos deliberar ent o n c e s ; y si no estás completamente libre en cuanto al uno ó al otro partido, siempre lo e s t a r a s más que si precipitas tu marcha.» El iv de las nonas de marzo (3), en una carta muy b r e v e , escrita momentos antes de tu a c ceso : «Mañana te contestaré detalladamente: entre tanto te diré que no me arrepiento de haberte aconsejado permanecer ; y aunque se a un mal la agitación en que te e n c u e n t r a s , como me p a r e c e que lo sería mayor tu m a r c h a , no cambio de opinión, y me congratulo de que no hayas partido.» Después, c o m o me encontraba muy inquieto, como te mostraba mi miedo a faltar al honor, me decías el íii de las nonas de marzo ( 4 ) : «No siento, sin embargo , q u e ' no te encuentres con Pompeyo: si más adelante es un deber estar a su lado, podrás reunirte con é l , que siempre te recibirá con agrado. Pero añadiré que si César no cambia y continúa mostrando igual rectitud, moderación y prudencia, necesario será considerar e n t o n c e s , y con mayor atención, lo que más nos (1) <2) (3) <4) 25 de febrero. 1 . " de m a r z o . 4 de marzo. 5 de m a r z o . 390 MARCO T U L I O C I C E R Ó N . conviene (4).» El vn de los idus de marzo m e dices que a P u de c e o , cuya opinión tanto peso tiene para mí, le p a r e c e muy bien que no haya marchado. De esta manera me con suelo leyendo tus c a r t a s , que hacen que hasta el p r e se n t e nada tenga que c e n s u r a r me . Defiéndeme, no por mí, s i n o por los otro s . Si hasta ahora no he cometido ninguna falta, tendré mucho cuidado para lo venidero. Dame alientos p o r tu parte, y sobre todo a con s é j a me . Todavía no se habla aquí del r e g r e s o de César. Esta carta ha servido para que lea de nuevo todas las tuyas, y h e encontrado de s c a n s o .

CARTA XI. CICERÓN A Á T I C O , SALUD. Debo decirte que nuestro Léntulo se encuentra en P u z zola; lo sé por un viajero que dice haberle visto en la vía Appia, r e con o c i é n d o l e en un momento en que esclavos míos que se entreabría la litera. Aunque dudando del hecho , e n c a r g u é a a l g u n o s informen de él en Puzzola y que le lleven una carta de mi parte . No sin trabajo, le han e n con trado oculto en lo más recóndito de su casa de campo. En su contestación alaba mucho los procedimientos de C é sar (2), y me dice que ha encargado a C. Cecio que me c o munique sus r e s o l u c i o n e s . Le espero hoy, x m de las k a l e n das de abril ( 3 ) . El día de la fiesta de Minerva h e tenido e n (1) Hasta la carta del n i de las nonas de m a r z o , Ático no había cesado ni una sola vez de aconsejar a Cicerón que p e r m a n e c i e se en Italia. Pero la agitación de éste apenas le permitía v e r la claridad de los consejos de Ático, al que atribuía con t r a d i c c i o n e s . Así lo manifiestan todas las cartas que escribió a Ático desde la entrada de Cés a r en Italia y la derrota de Pompeyo. (2) Porque le puso en libertad en Corfinio. (3) 20 de m a r z o .

CARTAS A ÁTICO. 391 casa a Macio, hombre prudente y m o de r a d o , a fe mía, se gún me ha parecido y que siempre ha estado en opinión de inclinarse á la paz. ¡Qué bien he visto que está muy l e j o s de aprobar lo que sucede y de no t e me r nada de la banda infernal, como tú la llamas! Hablamos mucho y le e n se ñ é la carta de César de que te remití copia, en la que manifiesta d e se o de «aprovechar mis con se j o s , mi favor é in fluencia y todo lo que puedo en fin.» Macio no duda que pretende e n esto aprovechar mi mediación para conseguir un a r r e g l o . ¡Ojalá pudiese yo de se m p e ñ a r eficazmente un papel pacífico en este tranee funesto! El día anterior había visto a Crassipes, que me dijo h a b e r salido de Brindis la víspera de las nonas de marzo ( 1 ) , encontrándose todavía allí Pompeyo . Lo mismo me han dicho otras personas que no partieron hasta el viu de los idus ( 2 ) : todos concuerdan en decir, y Crassipes con ellos , que allá abajo solamente se oyen i m p r e c a c i o n e s , amenazas de odio a los ricos, g u e r r a a los municipios (¿qué prudencia puedes esperar?), proscripciones en masa: todos son S i l a s . ¡Debe oirse lo que d i c e L u e e y o , y todo el c o r t e j o de G r i e g o s , y T h e o f a n e s (3)! Esta e s , sin embargo , la esperanza de la República. No pueden soportarse tales cosa s , y así e s que no tengo momento tranquilo. Por huir todo con t a c t o con esta calamidad ( 4 ) , iría en b u s c a de las g e n t e s que me n o s se me parecen. ¡Un Escipión ( 5 ) , un Fausto ( 6 ) , un Libón con todo el e n j a m b r e de acreedores (7)! ¿De qué enormidad no U ) 6 de m a r z o . (2) 8 de m a r z o . (3) Todos estos Griegos, de los que el más importante e r a I heofanes, eran libertos, amigos y c o r t e s a n o s de Pompeyo. (4) Designa a los Cesarianos, de los que no huiría sino para unirse a los Pompeyanos, que eran peores, y a los que tan poco se parecía. (5) Q. Cecilio Mételo Pío Scipión, suegro de Pompeyo. (6) F a u s t o Sila. (7) Estos tres personajes estaban acribillados de deudas: Escipión e r a objeto de persecuciones oficiales por el mismo m o t i v o . 392 M A R G O TULIO CICERÓN. serán capaces esas gentes? ¿De qué e x ceso s contra los c i u dadanos se abstendrán esos vencedores? ¿Pero no admiras los vastos propósitos de nuestro Cneo? Helo, según dicen, pensando en Egipto, en la Arabia feliz, e n j a Mesopotamia. ¡Y prescindiría de la España, cosa i n c r e í b l e ! pero tal vez inventan. Lo cierto es que , porcuna parte, no se trabaja ya para salvar la República, y por la otra saben muy bien cómo perderla. Espero con impaciencia carta tuya. Desde nuestra fuga, mis con t e Stacio n e s se suceden sin Interrupción. T e remito copia de mi carta a César, de la que e s pero algo. «Cicerón, imperator, a César, imperator, salud. »He leído la carta que me has remitido por medio de F u r nio, en la que me invitas a v o l v e r á Roma . Hablas en ella de aprovechar mi consejo y mi posición: nada de esto me e x t r a ñ a . P e r o añades de mi influencia y de todo mi v a l i miento, y me pregunto qué quieres decir con esto . I n c l i nóme naturalmente a c r e e r que tu alta prudencia no puede inspirarte mas que pensamientos de paz, de inteligencia y concordia con tus conciudadanos. En este caso soy el h o m bre que n e c e s i t a s , tanto por mi posición como por mi c a r a c t e r . S i , pues , no me engaña mi presentimiento, y si tienes benevolencia por Pompeyo, algún deseo de verle volver hacía ti y hacia la República , en ninguna parte e n con t r a r a s agente mejor que y o , que j a m a s haya dado mas que consejos de paz a Pompeyo , en todas é p o c a s , en el Senado siempre que h e podido; que y o , que una vez s o brevenida la guerra, no he tomado parte activa en e l l a , sino que, por el contrario , la consideré siempre como b r e cha abierta por el odio y la envidia al privilegio que te h a bía concedido el pueblo Roma n o . Y no me he limitado a sencilla manifestación de mi convencimiento en este punto, sino que me he esforzado en h a c e r participar de ella a los

CARTAS A ÁTICO. 393 demás. P e r o al mismo tiempo no puedo v e r hoy con indiferencia el r e b a j a m i e n t o de Pompeyo ; porque desde h a c e algunos años he hecho de tí y de él mis predilectos, dedic a n d o o s a los dos profunda amistad. « T e ruego , pues, y te lo ruego hasta de rodillas, que te apartes un momento de los g r a v e s cuidados que te o c u pan, y atiendas a que me sea permitido mostrarme leal, agradecido, fiel, en una palabra, a los favores más grandes que ha podido recibir un hombre . Si se tratase solamente de un favor personal, no c a r e c e r í a de e s p e r a n z a . Pero interes a a tu honor y a la República atender al único tal vez que puede servir de mediador entre v o s otro s dos y entre todos los ciudadanos. Ya te he dado g r a c i a s por h a b e r perdonado la vida a Léntulo ( 1 ) ; por haber hecho por él lo que él había hecho por mí. Mas después de la carta que me escribió en el arranque de su gratitud, p a r é c e m e que comparto e l beneficio. Si tal e s mi gratitud por lo que atañe a Léntulo, haz, yo te lo ruego, que pueda sentirla igual por lo que atañe a Pompeyo . »

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando lela tu carta del xm de las kalendas ( 2 ) , r e c i b o una de Lepta por la que s é que Pompeyo esta rodeado y que el puerto está c e r r a d o con balsas ( 3 ) . Las lágrimas me ofuscan y me impiden e s c r i b i r . T e mando copia de esta (1) Léniulo Spinter, hecho prisionero en Corfinio. (2) 20 de m a r z o . (3) Era un error . Brindis solamente estaba bloqueado aún por t i e r r a . (Ces. De Bell, civ.) 394 MARCO TTJL10 CICERÓN. que carta . ¡Desgraciados de n o s otro s ! ¿por qué no h e m o s c o m partido todos su suerte? He aquí a Macio y T r e b a c i o me confirman estas noticias. Los mensajeros de César les han encontrado en Minturno. Es espantoso lo que sufro, y envidio la suerte de Mucio. ¡Cuan nobles y seguros tus con se j o s ! ¡qué penetración! Itinerario por tierra, son tra- vesía por m a r , entrevista con César, todo está m a r c a d o , hasta el lenguaje que de b e emplearse, teniendo tan en cuenta la dignidad como la prudencia. El ofrecimiento de tu casa del Epiro ¡cuan g r a t o , generoso y fraternal es! La conducta de Dionisio me admira; ¡un hombre más considerado en mi casa que Panecio en la de Escipión ( 1 ) y que tan indignamente me trata en mi infortunio! L e odié y l e o d i o ; ¡ojalá pueda vengarme! P e r o le dejo a él mismo e l cuidado de mi venganza. Ahora es cuando más principalmente es necesario que medites lo que tengo que hacer . Un e j é r c i t o romano sitia a Cn. Pompeyo . F o s o s y trincheras le rodean por todas parte s . La fuga e s imposible. ¿Y todavía vivimos? ¿y Roma está en pie? ¡Los pretores tienen audiencias; los ediles p r e paran j u e g o s ; los b u e n o s colocan su dinero, y yo mismo permanezco sentado! ¿Intentaré un rasgo de de se s p e r a c i ó n para llegar hasta él? ¿Marcharé a levantar en favor s u y o las ciudades municipales? L o s buenos me dejarán hacer; los indiferentes se burlarán de mí, y los f a c c i o s o s , v e n c e dores hoy y disponiendo de la fuerza, no r e t r o c e de r a n a n t e ninguna violencia. ¿Qué p i e n s a s , pues? ¿qué me aconsejas? ¿Qué medio hay para salir de tan miserable situación? Lo que en este m o alabarme mento me aflige, lo que me atormenta es oir como prudente, como bien inspirado en no h a b e r me r e unido con é l . Yo me digo todo lo con t r a r i o ; j a m a s he de se a do participar de su victoria, pero todo lo daría por a s o (l) Escipión el Africano, en c u y a casa vivió el filósofo Panecio.

CARTAS Á ÁTICO. 395 ciarme a su de s a s t r e . Ahora ¿á qué r o g a r t e que me es c r i b a s , pedirte con se j o s ni invocar tu bondad? Todo ha con c l u i d o . En nada se me puede ayudar, y no puedo conmigo. Creo que e r a falsa la noticia de la clausura del puerto de Brindis. Porque ¿cómo me es c r i b í a Dolabela (1) desde B r i n dis, el m de los idus de marzo ( 2 ) , considerando como foruna de César que Pompeyo estuviese dispuesto a h u i r y sólo esperase viento favorable para hacerse a la mar? Esto no concuerda con la's cartas de que te h e remitido c o p i a . Aquí solamente se refieren c o s a s abominables; afortunadam e n t e , acerca del hecho en c u e s t i ó n , nadie puede detalles más se g u r o s y r e c i e n t e s que Dolabela. He recibido tu carta del x i de las kalendas. Dices que no puedes darme ningún c o n se j o antes de saber qué ha s u c e dido: verdad e s ; imposible tomar ninguna resolución entre tanto y ni siquiera pensar en e l l o . Sin e m b a r g o , esta última carta de Dolabela me lleva, a pesar mío, a mis antiguos p r o y e c t o s ; porque, en fin, la víspera de las quincuatridas el tiempo fué muy bueno y no dudo que lo aprovechase Pompeyo. No ha sido para quejarme si h e entresacado algunos pasajes de tus cartas , sino para encontrar consuelo en e l l o s . Menos sufro por los males presentes que por el temor de haber faltado y obrado t e me r a r i a me n t e . Ahora b i e n , con me consuelo viendo que mi conducta está de a c u e r d o dices , de lo que debo a P o m p e y o , tener desear otra cosa sino que algún e n e m i g o se compadezca y a c a b e todas las o b se r v a c i o n e s . Si no hubiese hablado tanto, me me encontraría mucho me n o s comprometido con é l : verdad e s . Pero no he me n c i o nado tanto, demasiado quizás, sino paraimpedirle c r e e r que (1) (2) El y e r n o de Cicerón. 13 de marzo. 396 M A R C O TULIO CICERÓN. sus pasadas ofensas habían dejado algún rastro en mi ánim o . Aunque no hubiese olvidado e s a s ofensas, no debería hoy recordarlas más que por sus últimas a c c i o n e s . Comenzó por r e h u s a r me su apoyo cuando podía se r me útil; pero después fué amigo mío, y amigo muy entusiasta. ¿Por qué? lo ignoro. P e r o como quiera que sea, yo debo m o s t r a r me amigo suyo a mi vez. Además, existe entre n o s otro s la r e lación de que a los dos nos han engañado las mismas personas. ¡Ojalá pudiese yo hacer por él todo lo qué él pudo hacer por mí! Sin embargo , lo que hizo está grabado en mi corazón; y yo no sé cómo se r l e útil: pero si pudiese se r l o , no le p r e s t a d a mi apoyo en sus espantosos p r o y e c t o s de g u e r r a : no quiero sin embargo inferirle la ofensa de perm a n e c e r aquí. Y a fe mía, imposible es que yo vea por mucho tiempo lo que está pasando ante mis o j o s , y demasiado s a b e s tú a dónde nos llevan. Si tanto he porque cuesta mucho trabajo con de n a r se e s p e r a d o , es voluntariamente a perpetuo destierro: porque no acaricio ilusiones. César tiene peones, jinetes , n a v e s , auxiliares galos, cuya i m por tancia e x a g e r a sin duda Macio. Tengo seguridad de que ha hablado de diez mil peones y seis mil caballos que la provincia ha ofrecido mantener a su costa durante diez a ñ o s . Pero aunque sea e x a g e r a d o esto, no por ello deja de tener César un ejército n u me r o s o , y no se con t e n t a r a , como el otro , con impuestos de g u e r r a , sino que se apoderará de los bienes de los ciudadanos. Añade su c a r a c t e r , que no duda j a m a s del triunfo, y la estúpida molicie de los b u e n o s , que no abominan este t e r r i b l e j u e g o sino porque saben que Pompeyo está irritado con ellos. P e r o dices : ¿quién lo ha declarado en voz alta? Lo que hay de cierto es que , como se le había atribuido más daño del que hace, se sienten inclinados hacia él, mientras que el otro , por el contrario, pierde diariamente partidarios. Las ciudades municipales y las gentes de los campos le t e me n , siendo favorables a su adversario. En fin, César es tan poderoso que , aunque se

CARTAS A ÁTICO. 397 pudiese r e s i s t i r l e , no se le podría abatir. por mi parte no t e m o tanto sus seducciones como las desgracias que p u e den ocultar. Tú sabes lo que dice Platón de las súplicas de un tirano, que casi siempre hay que tomarlas por ó r de n e s . Veo que no apruebas aquel retiro que me quitaría toda c o municación con el mar ( 1 ) . Tampoco me agrada m u c h o , pero allí me encontraría muy oculto y rodeado de p e r s o n a s se g u r a s . Con las mismas ventajas preferiría B r i n d i s , mas ¿cómo p e r m a n e c e r oculto allí? En último c a s o , e s p e r e m o s los acontecimientos. En cuanto a los b u e n o s , no veo por qué me haya de ocupar mucho de lo que digan. se x t o me habla de sus c e n a s ; ¡qué espléndidas y regaladas! Por muy buenos que se a n , no son mejor e s que y o : si fuesen algo más e n é r g i c o s , atendería más a su opinión. Me h e engañado acerca de la casa de F a me a s : creí que fuese la troyana ( 2 ) , por la que ofrecí quinientos mil sextercios . Esa otra vale m a s . Quisiera que adquirieses esa propiedad; pero ¿hay algo en que pueda gozarse? Juzga por la nota que añado a mi carta las espantables cosa s que s a b e m o s diariamente. Léntulo, se gún dice Cecio, continúa en Puzzola, dominado por hondo pesar y sin saber qué h a c e r . T e me otro Corflno. Cree h a b e r hecho bastante por Pompeyo y le c o n m u e v e n los buenos procedimientos de César; pero le con m u e v e mucho más la situación, que juzga con sumo a c i e r t o . ¿Qué te parece? En medio de todos nuestros m a l e s , este es el mayor de todos. Pompeyo ha enviado a M. Magio paro tratar de la paz, y entre tanto le sitian. Me resistía a c r e e r l o , p e r o h e recibido cartas por mediación de Balbo y te remito copia. L e e y fíj a t e especialmente en el último párrafo de la de B a l b o , a quien Pompeyo regaló un terreno para construir una quin- (1) Probablemente algún paraje aislado en el interior de las tierras. (2) Localidad situada entre Árdea, Laurento y Auno-, donde se estableció Eneas al llegar a Italia. 398 MARCO TULIO CICERÓN. t a , y a quien muchas v e c e s concedió la preferencia sobre todos n o s otro s . ¡Desgraciado, cómo se atormenta! pero no quiero copiar dos v e c e s su carta y a ella te remito. No tengo ninguna esperanza de paz. He recibido una carta de Dolabela, fechada en el día de los idus de m a r z o , que no respira más que g u e r r a . I n s i s t a m o s , pues, en mi de s g r a ciada y miserable resolución, porque nada hay peor q u e permanecer aquí. «Balbo a Cicerón, imperaior, salud. »He recibido una esquela de César, que copio a continuación. A juzgar por su laconismo, preciso e s que ande muy ocupado para que me escriba solamente dos p a l a b r a s acerca de cosas tan importantes. T e e n t eraré en seguida de todo lo que o c u r r a . » «César a Oppio y Cornelio Balbo, salud. »He llegado delante de Brindis el vn de los idu3 de m a r zo ( 1 ) y he dictado mis órdenes. P o m p e y o está en la c i u dad. He dado a sus indicaciones la conveniente r e s pues t a . No pierdo momento para e n t e r a r t e de esto . En cuanto tenga esperanza de arreglo definitivo, te lo c o m u n i c a r é » . «¿Puedes c o m p r e n de r ahora, mi querido Cicerón, cuales serán mis angustias, cuando por segunda vez se me lisonj e a con la paz, y tiemblo por si sobre v i e n e algún s u ceso que la impida? Desde lejos solamente pueden hacer se v o t o s , y los hago muy ardientes. Si me encontrase con e l l o s , tal vez podría hacer algo de p r o v e c h o . La e x p e c t a c i ó n me devora.» (1) 9 de m a r z o .

CARTAS Á ÁTICO. 399

CARTA X I I I . A Anco, CICERÓN SALUD. El día íx de las kalendas ( I ) t e remití copia de una carta de Balbo y de otra que éste había recibido de César. El mism o día recibí para tí de Capua una de Q. Pedio ( 2 ) . La v í s pera de los idus de marzo (3) le escribió César lo siguiente: « Pompeyo resiste aún en la ciudad, y yo estoy acampado a s u s p u e r t a s . Emprendo un trabajo importante; se r a largo porque el mar e s profundo; p e r o c r e o que es lo mejor que puedo hacer ¿aquí. Construyo un dique de uno a o t r o e x t r e m o del p u e r t o . De esta manera obligo a Pompeyo a que se e m b a r que con sus tropas, ó le c i e r r o el paso.» Ahora b i e n ; ¿dónde están las esperanzas de paz de que tanto se preocupaba Balbo? ¡Cuan cruel é implacable es e se lenguaj e ! Asegúrase además que se le ha oído de c i r que viene a v e n g a r a C. Carbón ( 4 ) , M. Bruto ( 5 ) y todas las víctimas de las crueldades de Sila, de quien Pompeyo fué socio; que Curión obra por órdenes suya s , como Pompeyo obraba por las de Sila, a no se r que tuviese ya propósitos particulares; que no revoca el destierro más que a los c o n de n a d o s en contra de las antiguas l e y e s de Roma ; que , por el c o n trario , Sila.no llamó a un solo desterrado que no fuese traidor (1) 24 de m a r z o . (2) Teniente de César. (3) 14 de m a r z o . (4) Hermano de Cn. Carbón, que, según V e l e y o Patéreulo, aquel a n o e r a cónsul por t e r c e r a v e z . (5) Padre del asesino de César. F u é muerto por Pompeyo en la fialia Cisalpina, donde mandaba, 400 M A R C O TUTIO CICERÓN. que los que un a la patria. Quéjase de la violencia empleada con Milón ( 1 ) , y declara que para él no hay otros e n e m i g o s tienen empuñadas las armas. Todo esto lo desmiente tal Bebió enviado por Curión el ni de los idus; hombre que habla bien, pero que no se s a b e quién e s . Me e n c u e n t r o muy vacilante en cuanto a lo que debo hacer . Sin duda Pompeyo ha abandonado a Brindis a estas h o r a s : dentro de de dos días lo sabré de una manera positiva. No h e r e c i bido carta tuya; ni siquiera una palabra por medio Anteros ( 2 ) . En último c a s o , no me s o r p r e n de . ¿Qué t e n e m o s que decirnos? Sin e m b a r g o , no quiero dejar pasar ni un día sin darte noticias m í a s . Escrita mi carta , r e c i b o , antes de a m a n e c e r , una de Lepta, diciéndome desde Capua que Pompeyo se e m b a r c ó en Brindis el día de los idus de marzo (3) y que César l l e gará a Capua el vn de las kalendas de abril ( 4 ) .

CARTA XIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Después de e s c r i b i r t e que César llegará a Capua el vn de las kalendas, h e recibido cartas en las que me dice» pernoctará el v (5) en casa de Curión, c e r c a de Albano. En cuanto le v e a , marcho á Arpiño. Si me con c e de lo que pido, bien; si no, decidiré por mí m i s m o . me es c r i b e que (1) La queja de César en cuanto a esto no debía desagradar a Cicerón. Sin embargo, a pesar de su compasión por Milón, C é s a r , por escrúpulo que no se e x p l i c a , no le llamó del de s t i e r r o . (2; (3) (4) (5) Liberto de Ático. 15 de m a r z o . 26 de m a r z o . 28 de m a r z o .

CARTAS A ÁTICO. 401 hace ocupar las ciudades de Brindis, Tarento y Siponto, por una legión cada una, sin duda para .interceptarnos e l mar. Sin embargo, me parece más dispuesto a pasar a Grecia que a España ( 1 ) . P e r o no nos encontramos allá y lo que me inquieta es la entrevista. se acerca el m o m e n t o ; ¿por dónde comenzará? me es t r e me z c o . Va a querer un se n a t u s eonsulto, una decisión augural. Necesario se r a marchar a Roma ó t e m e r las medidas en contra de los ausentes. Hará declarar que un pretor puede presidir las e l e c c i o n e s de cónsules y n o m b r a r dictador. Lo uno y lo otro e s ilegal. Sila, sin embargo , pudo hacer se nombrar dictador por un interrey ( 2 ) : ¿por q u é no ha de imitarle César? L o m a s claro que veo en todo esto e s la alternativa de que me trate a lo Q. Mucio ó el otro a l o L . Escipión ( 3 ) . Cuando l e a s ésta, quizá se habrá realizado ya nuestra entre v i s t a . — ¡ V a lor! me dirás; pruebas más hondas h a s r e s i s t i d o . — J a m a s ; ni siquiera en mi de s t i e r r o . E n t o n c e s tenía la esperanza de r e g r e s a r ; se me c o m p a d e c í a . Hoy me de s t i e r r o voluntariam e n t e : ¿cuándo r e g r e s a r é ? Ya no se nos c o m p a de c e ; se n o s t e me . Las ciudades y los c a m p e s i n o s contemplan a P o m peyo enfurecido, sediento de s a n g r e . Sin embargo , no v e o nada peor que h a b e r p e r m a n e c i d o aquí; nada mejor que marchar a reunirme con él. Tú aplazaste tus consejos h a s ta el acontecimiento de Brindis. Ya se ha realizado, y t o davía no s a b e m o s qué hacer . No tengo mucha esperanza de conseguir mi propósito con é l , a pesar de que tengo e x c e lentes razones que darle. P e r o ya te daré cuenta de nuestra conversación palabra por palabra. Ahora, que tu amistad se ponga en j u e g o , porque nunca he necesitado tanto de tus con se j o s y prudencia. Al paso que m a r c h a , ni siquiera me (1) Esto es lo contrario de lo que hizo C é s a r . (2) este inter r e y era C. Valerio F l a c c o . (3) L. Escipión el Asiático, proscrito por Sila. TOMO IX. ! 26 402 M A R C O TULIO CICERÓN. como me había pro- dará tiempo para ver a T. Rebilo (i), pues t o . Me coge de s p r e v e n i d o ; pero como dice Mentor: « E n con t r a r é r e c u r s o s en mí mismo, Ó un Dios me inspirará.» No h e visto las proposiciones de César a Pompeyo y a l o s c ó n s u l e s , y Lucio no me ha traído copia; pero antes te mandé a uno que podrá e n t e r a r t e . Filipo está en Ñapóles y Léntulo en Puzzola. Procura averiguar dónde se e n c u e n tra Domicio y qué piensa hacer . T e p a r e cera que h e escrito de Dionisio con aspereza i m propia de mis c o s t u m b r e s : ya ves que soy hombre á la antigua. Creía que tomarías el asunto con más e n o j o aún que y o . F i g u r a b a me que no podías se r indiferente a cualquier ofensa que r e c i b i e se , de cualquier parte que p r o c e d i e r a ; y además e se hombre te ha ofendido también, juicio e s libre y no quiero imponerte conduciéndose tan indignamente con m i g o . P e r o en este asunto tu mi r e se n t i m i e n t o . ligero; ahora S i e m p r e conside r é a Dionisio como h o m b r e veo que es impuro y malvado: pero de nadie es tan e n e migo como de sí m i s m o . Habíame de tu contestación a F i í a r g i r o : e s o ha sido verdadero y b u e n o ; en realidad yo he sido el despedido. Ya había partido mi carta del vm de las kalendas ( 3 ) , cuando h e recibido una de T r e b a c i o y de Macio por medio de los me n s a j e r o s que l e s había e n v i a d o . He aquí la copia: (1) César había enviado a su teniente C. Caninio Rebelio para que conferenciase con su íntimo amigo Scribonio Libón acerca de los medios de procurar la paz y para que hablase con el mismo ¡Pompeyo. (2) L . Marzo Filippo, c o n s u l a r . (3) 25 de m a r z o .

CARTAS A ÁTICO. 403 salud. «Macio y Trebacio, a Cicerón, imperalor, «Cuando s a l i m o s de Capua, supimos que Pompeyo se h a bía e m b a r c a d o el xvi de las kalendas de abril (4) con c u a n tos soldados tenía; que habiendo e n t r a d o César a la m a ñ a na siguiente en la ciudad, arengó al pueblo y partió para R o m a , a donde q u i e r e - e n con t r a r se antes de las kalendas. P e r m a n e cera pocos días y hará rumbo en seguida para E s paña. Teniendo seguridad de la llegada de César, c r e e m o s hacer bien en advertirte en seguida, y para el efecto te e n viamos tus esclavos . Tus r e c o me n d a c i o n e s quedan a n u e s tro e n c a r g o , y p r o c u r a r e m o s satisfacerlas a su tiempo. T r e b a c i o se adelanta. Escrita la carta , nos dicen que César pernoctará el vm de las kalendas de abril en B e n a v e n t o , el VII en Capua y el vi en S i n u e s a . esto lo cierto.» consideramos

CARTA XV. CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. Aunque no tengo asunto, no quiero dejar pasar día sin e s c r i b i r t e . Dícese que César p e r n o c t a r a en Sinuesa e l vi de las k a l e n d a s : he recibido una carta suya fechada el vn; ya no me pide pruebas de deferencia ó adhesión como a n t e s , sino que quiere apoyarse completamente en mis con se j o s y cooperación. Le había felicitado yo por su en Corfino, y he aquí la copia de su r e s pues t a : moderación (1) 17 de m a r z o . E s T a e s probablemente la fecha real del e m b a r que de Pompeyo. Todas las que anteriormente c i t a Cicerón e r a n falsas y efecto del temor ó deseo de los que las t r a s m i t í a n . 404 M A R C O TULIO CICERÓN. «César, imperator, a Cicerón, imperator, salud. «Auguraste con exactitud y me conoces b i e n : nada hay tan ajeno a mi c a r a c t e r como la crueldad. Confieso que me complazco en se r así, y me lisonjea tanto como me e n o r g u l l e c e tu aprobación. Dicen que los prisioneros a quienes he puesto en libertad solamente quieren aprovecharla para empuñar de nuevo las a r m a s . No c a m b i a r é de conducta por e s o . Que cada cual continúe siendo como e s . T e ruego procures estar pronto en Roma , a fin de que pueda, según mi antigua c o s t u m b r e , r e c u r r i r en todo a tus c o n se j o s y apoyarme completamente en tu c o o p e r a c i ó n . Puedes c r e e r que a nadie estimo tanto como a tu querido Dolabela. L e de b e r é tenerte a mi lado: y no podía ser de otra m a n e r a : tengo como garantía su bondad, su acierto y tierno c a riño.»

CARTA X V I . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Hoy, vi de las kalendas ( 1 ) , de b e llegar T r e b a c i o , y e s pero lo que me diga y me escriba Macio para s a b e r qué lenguaje debo emplear con César. ¡Cruel necesidad! No dudo que me apremiará para que m a r c h e a Roma , porque ya ha hecho publicar en Formiano que se encontrará en e l Senado el día de las kalendas y que desea numerosa con c u r r e n c i a . ¿Tendré que negarme? P e r o ¿á qué adelantarse? En seguida te daré c u e n t a de todo. por lo que me diga veré si debo marchar a Arpiño ó a otra p a r l e . Quiero v e s t i r l a toga viril (1) 27 de marzo.

CARTAS Á ÁTICO. 40.5 a mi Cicerón, y creo será aquí. ¿Qué h a r é en seguida? a c o n s é j a me . La aflicción priva de su actividad al espíritu. ¿Habla en su c a r t a Curio de Tirón? La suya me inspira t e m o r e s en cuanto a su salud. P e r s o n a s que le han visto hablan de una m a n e r a a l a r m a n t e . Este e s nuevo pesar para mí, por que su celo y fidelidad me serían muy útiles en las c i r c u n s tancias p r e se n t e s .

CARTA XVII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En ambas cosa s he seguido tu e o n se j o : mi lenguaje ha sido el del hombre que antes p r o c u r a ganar estimación que. favor, y me h e mantenido firme para no ir a Roma . P e r o hacía mal en c r e e r que no se llevaría bien mi negativa. Todo lo contrario . César dice que mi conducta será su con denación y que mi ejemplo r e t e n d r á a todos. He o b j e t a d o que mi posición e se x c e p c i o n a l . Después de muchas con r t e Stacio n e s y réplicas: « V e n , dijo, c o m o mediador entre nosotros. — ¿Seré arbitro libre? — N o t e señalo línea de conducta.—En e se c a s o , impulsaré al Senado para que te impida pasar a España y llevar un ejército a G r e c i a : r e petidas v e c e s tendré que r e c r i m i n a r a favor de Pompeyo . » E n t o n c e s d i j o : «No, no q u i e r o , no.-r-Así lo c r e í a , y por tanto no iré a Roma . Es indispensable que hable f r a n c a me n t e acerca de todo esto y de otras muchas cosa s que e s imposible pasar en s i l e n c i o , ó que me abstenga de p r e se n t a r me allí.» En último e x t r e m o me rogó que reflexionase sobre ello: evidentemente quería c o r t a r la discusión. Ne podía n e g a r me , y en seguida nos se p a r a m o s . Creo que no e s t a contento de m í ; en cambio yo estoy con t e n t í s i m o , cosa que no me sucedía desde h a c e mucho tiempo. Pero 406 MARCO T U L I O CICERÓN. ¡qué comitiva la suya , oh Dioses! ¡Con cuánta razón la llamaste banda infernal! ¡Qué cuadrilla de bandidos! ¡Causa detestable! ¡Partido infame! ¡y allí están el hijo de Servio ( 1 ) y de Titinio! ¡y otros muchos tenía en el campamento que sitiaba a Pompeyo! seis legiones lo me n o s . Este hombre no descansa ni r e t r o c e de j a m a s . No veo término próximo a nuestros males. Ahora e s cuando n e c e s i t o tus con se j o s . Ya nada tienes que e s p e r a r : pero iba a olvidar sus últimas p a l a b r a s , que e s t r e me c e n : «Si me niegas tus con se j o s , n e c e sario se r a que los tome d o n de . p u e d a , y e n t o n c e s puede t e me r se todo.» Pues b i e n , me dices en una de tus cartas , le has visto y has gemido: razón hay para ello. ¿Y después? después has marchado para Pedum y yo para Arpiño. Allí e s p eraré , como tú dices , la vuelta de las golondrinas. Pero e n t o n c e s habrá pasado la oportunidad, me dirás. ¡Ah, este a quien seguimos ha experimentado mayores de se n g a ñ o s ! Espero carta tuya. Ya nada hay que decir: veamos p r i me r a me n t e cómo pasa esto . Esta entrevista era tu última trinc h e r a . Estoy seguro de haber disgustado a César: nueva razón para decidirme. Deseo una carta tuya, pero carta de hombre político. Con suma impaciencia la espero h o y .

CARTA XVIII. CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. No pudiendo vestir a mi Cicerón la toga viril en Roma , h e realizado la c e r e m o n i a en Arpiño con mucho r e g o c i j o de los habitantes. No quiere decir esto que no se e n c u e n tren muy tristes y consternados en Arpiño y en todas p a r tes por donde he pasado. (1) ¡Es tan terrible y espantoso lo El hijo del consular Servio Sulpicio.

CARTAS A ÁTICO. 4 0 7 que s u c e de ! Levántanse tropas y se las aloja en c u a r t e l e s de invierno. L a s levas de soldados son s i e m p r e un mal para el pafs, aunque se hagan por hombre s h o n r a d o s , para una guerra j u s t a y con toda la suavidad posible. Considera cuan vejatorias serán en tales manos para una guerra h o rrible y con la insolencia con que se h a c e n . Puedes c r e e r que no hay un solo malvado en Italia que no haya acudido al llamamiento. A todos les h e visto en F o r m i a n o , y te j u r o que apenas tienen r o s t r o s h u m a n o s . A todos l e s con o c í a individualmente, pero no les había visto reunidos como a h o r a . P a r t a m o s , c e d a m o s a la inclinación que me arrastra y abandonemos cuanto p o s e o . Más nos a g r a de cera que nos r e u n a m o s a él que si nunca le hubiésemos abandonado. En el primer momento su causa tenía porvenir; h o y es d e se s p e r a d a , y solo entre todos abandono la Italia sin t e n e r personalmente nada que t e me r de su rival. Por de s g r a c i a , tampoco me guía el interés de la República, porque la conside r o perdida. Lo único que deseo es no parecer ingrato para con el hombre a quien el único favor que de b o es que r e p a r a se el daño que me hizo. P e r o no puedo se r testigo de lo que s u c e de ó se p r e p a r a . Creo que ya se han dado s e n a t u s con s u l t o s : ¡si al me n o s los inspirase Volc a c i o ( 1 ) ! P e r o ¿qué importa? Todos piensan lo mismo . El más violento se r a S e r v i o , que pudo mandar a su hijo con Poncio Titiniano ( 2 ) para quitar a Pompeyo la vida ó la l i b e r t a d . A Poncio al menos le impulsa el t e m o r ; ¡pero a se r vio! Mas dejemos esto y p r o c u r e m o s no olvidar que todo lo he perdido menos aquello que me n o s a p r e c i o : la vida. Puesto que me está cerrado el mar superior, me e m b a r c a r é en el inferior. Si es muy difícil marchar a Puzzola, iré a Crotona ó Thurio; y los que s o m o s buenos ciudadanos, (1) este era el consular m a s antiguo y el m a s m o de r a d o . (2) este es el liijo de Titinio, pero adoptado por un Poncio, como lo indica el nombre de Titiniano. 408 MARCÓ TULIO CICERÓN. por amor a la patria vamos a hacer con t r a ella el oficio de piratas. No veo otro medio de intentar fortuna. El Egipto se r a nuestro refugio en t i e r r a . No t e n e m o se j é r c i t o s iguales y no puede c r e e r se en la paz. Pero basta de l a me n t o s . P r o cura e n t e r a r me por medio de Cefalión de cuanto se h a c e y hasta de cuanto se d i c e , si es que se atreven a hablar todavía. He seguido tus con se j o s : mi actitud con César ha sido digna, y me h e mantenido firme en no ir a Roma . T e ruego que r e f l e x i o n e s detenidamente y me des tu opinión, tu j u i c i o acerca de lo que m e resta por hacer . El tiempo apremia y ya no hay espacio para deliberar. Sin embargo , si se te o c u r r i e se a l g o , escríbeme en seguida. F I N de L TOMO I de cartas P O L Í T I C A S . B I B L I O T E C A C A B A TOMO E N R Ú S T I C A CLASICA. cuatro pesetas. t r e s pesetas Y ENCUADERNADO E N T E L A Los pedidos al administrador, D. J o s é Santaló, Colegiata, 6, bajo, Madrid. OBRAS HOMERO. - La Hiada, traducción en v e r s o de Hermosilla CERVANTES.— Novelas ejemplares y Viaje del Parnaso HERODOT©.—Los nueve libros de " la Historia, traducción del P a dre Pou ALCALÁ GALIANO.— Recuerdos de un anciano VIRGILIO. - La Eneida, traducción en v e r s o de Caro — L a s Églogas, traducción en v e r s o de Hidalgo. — ¿ a s Geórgicas, traducción en v e r s o de Caro. MACAVJLAY. - Estudios literarios, históricos, políticos, biografieos y críticos — Historia de la Revolución de Inglaterra Traducción de Juderías Bénder. — Discursos parlamentarios, traducidos por Daniel López. . . . — Vidas de. políticos ingleses, traducción de Juderías B é n de r . . QUINTANA Vidas de espaTwles CICERÓN.—Obras completas, traducción de Menéndez P e l a y o — SALUSTIO.— Conjuración de Catilina.—Guerra de Jugurta, traducción del infante D. Gabriel... TÁCITO.— Los anales — Las historias, traducción de D. Carlos Coloma. POETAS BUCÓLICOS GRIEGOS.— traducción en v e r s o de! obispo de Linares PLUTARCO.—Las vidas paralelas, traducción de Ranz Romanillos. ARISTÓFANES. - Teatro completo, traducción de Baráibar O.UE VEDO.— Obras satíricas y festivas MANZON1. — Los novios, t r a d u c ción de D. JuanNicasio Gallego . — Observaciones sobre la Moral Católica, traducción de F. Nav a r r o y Calvo F.SCHYLU.—Teatro completo, traducción de D. Fernando Brieva Salvatierra PUBL CADAS. Tomas. 3 2 2 i 2 1 5 4 1 i 9 i 2 i i 5 3 i 1 i 4 DUQUE DE R I V A S . - C o n j u r a c i ó n de Ñapóles CALDERÓN.— Teatro selecto, con estudio c r i t i c o de Menéndez P e layo HURTADO DE MENDOZA.—Obras en prosa S C H I L L K R . - Teatro completo, t r a ducción de Mier JULIO CESAR.—Los comentarios, traducción de Gova Muniain XKNOFONTIi.- Historia delaentrada deCyro el Menor en Asia, traducción de Diego Gracián — La Cyropedia ó Historia de Cyro el Mayor M1LTON'.— Paraíso perdido, t r a ducción en verso de Escoiquiz. LAMARTINE. — Civilizadores y Conquistadores LUCIANO.— Obras completas, traducción de D. Cristóbal V i d a l . . ODAS DE P1NDARO, traducidas en v e r s o por el Obispo de L i n a r e s . . A R R 1 A N 0 . — E x p e d i c i o n e s de Alejandro, traducción de Baráibar. HEINE. — Poemas y fantasías, traducción en verso de Herrero, SUETONIO. - Los doce C sares: traducción de Norberto Castilla, MANUEL de MELÓ. — G u e r r a de .Cataluña SÉNECA.— Epístolas Morales, traducción de D. F r a n c i s c o Navarro y Calvo —Tratados filosóficos, traducción del licenciado Pedro Fernández N a v a r r e l e y D. F r a n c i s con a v a r r o v Calvo P O E T A ' S LÍRICOS GRIEGOS. — Traducción cn v e r s o de los S r e s . Baráibar, Menéndez Pelayo, Conde, Canga-Argiielles y Castillo y Ayensa POL1BIO. - Historia Universal, traducción de D. A. Rui B a m b a . . OVIDIO.— L a s Heroidas, traducción de luego Mexía SHAKESPEARE. — Obras dramáticas, traducción de 1). Guillermo Macplierson 4 4 1 3 2 i i 2 2 i 1 i i i i i 2 i 3 i '- EN FLORO.— Compendit de las hazañas PRENSA. romanas. 2Q ^ B I B L I O T E C A C L Á S I C A . ' OBRAS COMPLETAS DE ^ MARCO TULIO CICERÓN

CARTAS POLÍTICAS TOMO II VERSIÓN CASTELLANA DE D. FRANCISCO NAVARRO Y CALVO Canónigo de la Metropolitana de Granada T O M O X MADRID LUIS N A V A R R O , EDITOR 6 C O L E G I A T A , NlÍM. OBRAS COMPLETAS DE MARCO TULIO CICERÓN. MADRÍD. — IMPRENTA CENTRAL Á CARGO DE VÍCTOR SAIZ Colegiata, 6. B PB L I O T E C TOMO A C L A S I C A ' LXXXVI OBRAS COMPLETAS DE MARCO TULIO CICERÓN VERSIÓN CASTELLANA DE D. FRANCISCO N A V A R R O Y C A L V O Canónigo de la Metropolitana de Granada TOMO X cartas P O L I T K Í A ' S LUIS NAVARRO, COLEGIATA, EDITOR NÚM. 6 1886 CAETAS A ÁTICO.

LIBRO DÉCIMO .

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El m de las nonas (1), cuando llegué a casa de mi h e r m a n o , en Laterio, recibí tu carta, y en cuanto la leí, respiré; haciéndolo p o r primera v e z , después de nuestros desastres. Estimo en mucho la aprobación que otorgas a mi firmeza de ánimo y conducta. Según me escribes, Sextio me alaba también. Me congratulo de ello, porque su aprobación vale para mí tanto como la de su padre, que era el hombre a quien quería más. Un día, el de las famosas nonas de diciembre (2), me dio una contestación que recuerdo con frecuencia. Y b i e n , se x t o , le pregunté, ¿qué de b e hacerse? «No quiero morir, me dijo, cobardemente y sin gloria, (1) 3 de abril. (2) 5 de diciembre, día en que Cicerón ahogó la conjuración de Catilina, mandando prender y ejecutar a los conjurados. TOMO X . i 2 MARCO TUUO CICERÓN. sino distinguiéndome con alguna acción notable que tenga resonancia en la posteridad.» Su autoridad está viva s i e m pre para mí, y no tengo en menos la opinión de un hijo tan semejante a su padre. Te ruego le saludes afectuosamente en mi nombre. No puedes tardar en darme tu o p i nión: el pacificador asalariado (1) habrá presentado y a , según c r e o , su m o c i ó n , y algo se habrá decidido en esa r e unión de senadores a la que no quiero llamar Senado. Tú me tienes también con cierta inquietud, a pesar de que no puedo dudar del partido que me propongas. ¿No m% dices que mandan a Flavio a Sicilia con una legión ( 2 ) , y que ya ha partido? ¡Cuántos atentados se preparan, me dices, unos próximos a estallar, otros en meditación, sin contar lo que n o s reserva el porvenir! Que perdone Solón, tu c o m p a t r i o ta, y mío también a lo que c r e o , pero rechazo su pena de muerte contra aquellos que no toman partido en las guerras c i v i l e s , y a menos que pronuncies sentencia contraria, me marcho con mis hijos. Mi neutralidad es indudable. Sin emb a r g o , no precipitaré nada; espero tu con s e j o y la carta que te he rogado entregues a Cefalión, a menos que me la hayas remitido ya por otro con d u c t o . Opinas tú, a pesar de que nada se dice todavía, que si se trata de paz, me llamarán a Roma. Creo que no puede tratarse de paz estando decidido quitar a Pompeyo su ejército y su provincia. P o sible e s , sin duda, que ese orador vendido persuada a C é sar para que no obre mientras van y vienen los n e g o c i a d o (1) Razón hay para creer que este pacificador comprado era Curien, aunque estaba muy dispuesto por otra parte á derribar a Pompeyo. Porque si bien era notoria su venta a César y conocido el precio del contrato, rio dejó, cuando César a su entrada en Roma reunió el Senado, de apoyar la proposición de enviar diputados a Pompeyo y de suspender las operaciones militares durante las negociaciones. (2) Según César (De Bell, civ.), fué a Curión a quien mandó como propretor a Sicilia con cuatro legiones, á cuya llegada huyó Catón que gobernaba entonces la provincia. „

CARTAS A ÁTICO. 3 r e s . Mas por mi parte nada e s p e r o , . ni siquiera v e o nada posible. Por otro lado, grave cuestión es en política saber si un hombre honrado puede formar parte del con se j o de un tirano, hasta para deliberar acerca de un negocio que interesa a la República. P e r o , en último c a s o , te aseguro que no me p r e o c u p o de que me llamen. ¿Qué podría decir en favor de la paz que no haya dicho y a , y con profundo disgusto para él? Sin embargo , supuesto el c a s o , te suplico me escribas cuanto antes lo que debería hacer, porque nunca me habría encontrado en posición más delicada. Me regocija que hayas quedado contento del lenguaje de T r e b a c i o , que es varón excelente y buen ciudadano. Muc h o tiempo hace que nada me había deleitado tanto como tu áxvT}
CARTA II.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando recibí tu carta de las nonas de abril (i), que m e ha traído Cefalión, estaba ya decidido a pernoctar al día s i guiente en Minturno, é iba a ponerme inmediatamente en c a m i n o : mas, en vista de lo que me dices , permanecer é por ahora en Arcano, en casa de mi hermano. Este paraje está retirado, y aquí esperaré noticias más positivas y n o dejarán de p o n e r orden en todo lo que puede hacerse sin mí. Oigo cantar la golondrina y ardo en de se o s de partir; aunque ignoro todavía a dónde y por qué camino: pero v e r é , consultaré. Entre tanto, y mientras sea posible, n a dejes de ayudarme con tus consejos. Nos encontramos en un laberinto y tenemos que entregarnos a la fortuna. Me agito sin esperanza, y admirable sería que las cosas n o fuesen de mal en p e o r . Sentiría que hubiese partido Dionisio, c o m o me escribe Tulia, porque no es este momento oportuno. En la turbación que me domina, no me agradaría presentarme a un hombre que n o es amigo mío ; p e r o no pretendo que tú no lo seas s u y o .

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. No tengo otra cosa que decirte sino que deseo enterarm e de algunas noticias. ¿Ha marchado César? (2) ¿En q u é (1) 5 de abril. (2) A España, donde César iba a combatir a Afranio y Petreyo tenientes de Pompeyo. r

CARTAS A ÁTICO. 8 situación ha dejado a Roma? ¿A quiénes ha repartido l o s distritos de Italia y encargado del poder? (1) ¿A quién ha nombrado para que lleve a Pompeyo y los cónsules las p r o posiciones de paz? (2) Para saber estas cosas te escribo . Muy amable serás y mucho te agradeceré si me pones al corriente de los acontecimientos y me dices cuanto puede interes a r me . Entre tanto me mantendré oculto en Arcano. Esta es la segunda carta que te escribo h o y , VII de l o s i d u s de abril (3). Ayer te escribí otra más larga, y toda de m i m a n o . Dícenme que te han visto en la regia (4) de los pontífices. No pretendo censurarte, porque no escaparía y o tampoco a la censura. Espero impacientemente carta tuya. ¿Qué me dirás? lo i g n o r o ; sin e m b a r g o , escríbeme . César me ha escrito: no le enoja que n o haya ido y o a Roma ; sino que, al contrario, toma a buena parte esta resolución. Pero me parece muy amable cuando me dice que Tulio y "Servio (8) se le quejan porque no ha tenido con ellos igual condescendencia. ¡Hombres ridículos! ¡mandaron a sus hijos a sitiar a Pompeyo y vacilan en acudir al Senado! Te remito copia de la carta de César (6). (1) César dejó al pretor Lépido el cuidado de los asuntos de Roma, y a Antonio el mando de Italia con el titulo de propretor. (2) La diputación decretada por el Senado para tratar de la paz con Pompeyo, pero nadie se presentó para formar parle de ella, porque comprendían todos que en el fondo César no quería la paz. (5) 7 de abril. (4) Llamada así del nombre del rey de los sacrificas que celebraba en ella las funciones de su ministerio. También era punto de reunión pública como las basílicas. (5) Volcacio Tulo y Servio Sulpic o. <6) Esta carta se ha perdido. 6 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA IV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. He recibido en el mismo día muchas cartas tuyas, t o d a s muy notables, especialmente la que parece un v o l u me n ' Más de una v e z la leeré, porque lo me r e c e . No lamentes tu trabajo, porque me has proporcionado sumo placer. M i e n tras puedas hacerlo, es decir, mientras sepas dónde d i r i girme tus cartas, no dejes de escribirme, te l o suplico; p e r a p o n g a m o s de s de h o y término, si es posible, a nuestras continuas lamentaciones; y si no lo e s , al menos m o de r é moslas: porque me he despedido para siempre de todo loque he perdido en posición, honores é influencia. No quiero recordar ya sino el camino por donde los con s e g u í , cómo me mostró en ellos, cuánta gloria alcancé y la distancia que media, hasta en mi abatimiento actual, entre mí y los que me han arrebatado todo esto . Aludo a los dos hombre s que han creído que no podían dar rienda suelta a sus pasiones sin expulsarme de Roma . Ya ves los frutos de esa a s o c i a ción, de esa criminal alianza. El u n o , en el delirio de culpable ambición, nada respeta y diariamente creGe su f u r o r . Acaba de arrojar de Italia a su rival. Quiere perseguirle más lejos aún y despojarle de su provincia. Ya no leasusta el nombre de tirano, y hasta parece que , ejerciendola tiranía, no le parecería mal el nombre . Y el otro , queni siquiera se dignaba tenderme la mano cuando me arrojaba a sus pies; que , según decía, nada podía hacer sin el consentimiento de otra voluntad, h e l o , apenas libre de la espada de su s u e g r o , va a llevar la guerra por mar y t i e rra; guerra justa, pero aunque santa y hasta necesaria, nodejará de causar la ruina de Roma , si es v e n c i d o , y si r e -

CARTAS Á ÁTICO. 7 sulta vencedor, será manantial de calamidades sin c u e n t o . Así, pues, lejos de colocar las hazañas de estos grandes capitanes por encima de mi gloria, prefiero al brillo de su fortuna la dureza de la mía. ¿Quién puede ser feliz de se r tando de su patria ú oprimiéndola? Y si, como con razón me recuerdas, he dicho en mis libros que solamente hay felicidad en la virtud y vergüenza en el mal, ¿no de b e m o s considerar a los dos como los hombres más desgraciados, puesto que siempre anteponen su interés y ambición a la salud y gloria de la patria? Mi conciencia me da el h e r m o s o testimonio de que siempre he servido bien a la República; que al menos siempre lo he previsto t o d o : y si la t e m p e s tad todo lo destruye, catorce años hace que lo anuncio (1). Marcho sostenido por esta idea, con el corazón oprimido, no por mí ni por mi hermano, porque nuestra carrera ha con c l u i d o , sino por nuestros hijos, a los que debíamos h a ber dejado una patria. Uno, especialmente, por su infinita ternura, me atormenta en e x t r e m o : el otro (2), ¡oh miseria, nada tan amargo me ha ocurrido en mi vida! maleado por nuestra indulgencia, ha llegado a e x ceso s que no me a t r e v o a mencionar. Espero lo que de él me dirás detalladamente, según me prometiste, después que le hayas visto. He usado a la vez dulzura y severidad; le he preservado, no una v e z sino muchas, de faltas en tanto g r a v e s , en t a n to ligeras; pero la extraordinaria bondad de su padre me recía aumento de ternura en vez de tan cruel c o r r e s p o n dencia. Su carta a César nos ha apesadumbrado hasta el punto de ocultártelo: su padre estaba inconsolable. No me atrevo a decir lo que pienso de ese viaje y del motivo de cariño filial con que ha querido cubrirlo. Lo que sé es que (1) En efecto, siendo cónsul en 691, habla vaticinado todos los acontecimientos que traerla en pos la conjuración de Catilina y el favor con que la había considerado César. (2) El hijo de Quinto. 8 MARCO TULIO CICERÓN. después de una entrevista con Hircio, César le hizo llamar; parece que le habló de mí como del más opuesto a sus miras, y me denunció como dispuesto a salir de Italia. Te digo esto con profundo sentimiento. En último caso, nada tenemos que censurarnos en cuanto a esto, debiendo im putarlo a su carácter, que es malo. Lo mismo sucede con el hijo de Curión y el de Hortensio, sin que los padres t e n gan nada que ver en ello. Mi pobre hermano se encuentra en estado de cruel abatimiento, temiendo por mí y no por él las consecuencias de este s u ceso . Dirígele tus con s u e los, si es que tienes algunos que darle. Para mí lo mejor sería saber que todos estos relatos son falsos, ó al me n o se x a g e r a d o s . Si son ciertos, no sé en verdad qué no p o d r e mos temer de tal conducta y tamaña ligereza. Si aun t u viésemos República, sabría y o desplegar justo rigor y m o derarlo después con la indulgencia. Pero tal vez me c i e gan la indignación, el dolor y la alarma, y digo más de lo que conviene a mis sentimientos y a los t u y o s . Si los h e c h o s son ciertos, debes perdonarme estos desahogos; si carecen de exactitud, c o n regocijo mío me sacarás del error: y suceda lo que quiera, no culpes nunca á su padre ni a su tío. Escrito estaba todo esto, cuando Curión (1) me ha a n u n ciado su visita. Se encuentra en Cumas desde ayer tarde, día de los idus. No cerraré esta carta sin añadir todo lo importante que me d i g a . Curión ha pasadq,por delante de mi casa sin detenerse, haeiéndome anunciar su inmediato regreso. Marchaba apresuradamente a Puzzola para arengar al pueblo. Terminada la arenga, volvió a mi casa y se detuvo largo rato. ¡Cuántas abominaciones me ha referido! Le conoces y s a - (1) Este Curión es el mismo de quien se ha hablado antes. Había contraído deudas por valor de sesenta millones de sextercios y concluyó por venderse a César.

CARTAS A ÁTICO. 9 ¡bes que nada me oculta. En primer lugar, me ha c o m u n i c a d o , como cosa segura, el llamamiento de todos los de s terrados por la ley Pompeya (1). Cuenta con emplear en Sicilia (2) a los que encuentre en ella. Considera ya a César como dueño de España. Desde allí se pondrá, con todas sus fuerzas, en persecución de Pompeyo , sea el que quiera el paraje en que se encuentre, no debiendo terminar la guerra sino con la muerte de éste. César se ha irritado contra Mételo, tribuno del pueblo, y ha estado a punto de hacer le matar, siendo su ejecución preludio de una matanza .porque había muchos que le impulsaban a ella. No es c l e mente César por sentimiento ó carácter; pero sabe que la clemencia es medio de popularidad. Si perdiese el cariño del pueblo, se sobrepondría a todo la crueldad. El asunto del Tesoro había excitado los murmullos en la p l e b e , y «cuando lo supo con certeza, no se atrevió a arengar al pueblo antes de partir, marchando muy perturbado. He preguntado a Curión qué veía en lo venidero, qué pensaba de esta osadía sin ejemplo en lo pasado, qué auguraba de la forma de república que vamos a tener. Contestóme terminantemente que no era posible ninguna república. Teme -que Pompeyo tenga una flota, en cuyo caso él evacuaría la Sicilia.—¿Qué significan, le pregunté, esos seis haces? Si te los da el Senado, ¿á qué esos laureles? Si César, ¿por q u é no llevas más que seis? (3)—Hubiese querido, me con testó, suponer un senatusconsulto, porque es el único me dio; pero César odia más que nunca al Senado. En lo s u c e (1) Tales como C. Memmio, Plancio Hipseo y otros, condenados por el crimen de lesa majestad y violencia, en virtud de dos leyes «que dio Pompeyo para este efecto. (2) Donde César le había nombrado propretor. (5) Porque solamente los que habían conseguido alguna victoria tenían derecho a llevar haces laureados. Curión, por modestia, no quiso llevar doce haces como los cónsules y procónsules; César no se los hubiese negado. 40 MARCO TULIO CICERÓN. sivo, me d i j o , todo dependerá de mí. Pero ¿por qué nada más que seis? porque no he querido d o c e : me bastaba p e dirlo.—Entonces dije: hubiese querido haber pedido a C é sar lo que ha con c e d i d o a Filipo ( i ) ; pero temo una negativa no habiendo hecho y o nada por él.—Hubiese consentidcc o n mucho gusto, me contestó Curión; pero cuéntalo hecho . V o y a escribirle que hemos arreglado entre los d o s este asunto. No acudiendo tú al Senado, ¿qué le importa dónde estés? Pero hay más; estoy se g u r o de que no le hubiese disgustado que hubieras abandonado al principio la Italia.—Díjele que mi acompañamiento de lictores era loque me hacia desear más el retiro y la soledad; y en esto me a p r o b ó . Pero añadí:—No puedo pasar a Grecia sino es por tu provincia, porque toda la costa del mar superior está guarnecida de tropas.—Mejor, me contestó, nada me agradará tanto;—añadiendo otras muchas cosas agradables. Así pues, realizaré el viaje con seguridad y hasta sin m i s terio. Curión ha aplazado para mañana lo que le queda por de c i r : te escribiré lo que merezca ser referido. He o l v i d a d o preguntarle acerca de muchas cosas. ¿Habrá interregno? ¿En qué sentido entiende que César le ha ofrecido el con sulado, pero que no lo ha querido, para el año próximo? y otras muchas preguntas,además. Me juraba, ya sabes cuan p o c o le cuesta jurar, que César estaba muy bien dispuesto hacia m í . — por que en fin ¿qué me escribe Dolabela?—¿Qué te escribe?—Que ha manifestado a César su de se o de v e r t e en Roma , y que César le contestó con mucho a g r a d o , dándole seguridades de su aprobación y hasta regocijo si tú vas a la ciudad. ¿Qué más te diré? Me encuentro bastante tranquilo, y mi corazón al menos se libra del peso de esta traición doméstica y de las negociaciones con Hircio. ¡Cuánto anhelo que nuestro sobrino sea digno de- (1), L. Mareio Filippo, consular. César le había permitido salir de Italia.

CARTAS A ÁTICO. 14 nosotros! ¡cuánto lucho para apartar de mi pensamiento toda sospecha contra él! Mas ¿por qué ese paso cerca de Hircio? (1) En esto se oculta algo. Esperemos que no será nada; pero es-extraño que no haya regresado aún. Veré m o s . Entrega a Terencia los fondos que tenía en casa de los Oppios, porque no de b e m o s exponernos a encontrarn o s sin dinero en Roma . A c o n s é j a me : ¿deberé marchar por tierra a Regio ó embarcarme aquí? Y puesto que todavía permanezco, dame tu parecer acerca de todo . Te e s c r i b i ré en cuanto vea de nuevo a Curión. Te ruego continúes dándome noticias de la salud de Tirón.

CARTA V. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. T e he dado cuenta bastante completa, a lo que c r e o , de todos mis proyectos. En cuanto al día fijado, aun no p u e d o decirte nada, sino es que no será antes de la luna nueva. Curión no hizo otra cosa que repetir a la mañana siguiente su conversación de la víspera; solamente ha añadido de manera terminante que no veía fin a todo esto. Veo claramente lo que quieres en cuanto al joven Quinto; una c a beza semejante es una Arcadia que gobernar: no importa; tú lo ruegas, y yo haré cuanto pueda. ¿Por qué has de ser tú mismo?... Pero no seré tan malo. He remitido en se g u i da la carta para Vestorio, que a cada momento enviaba a preguntar. V e c c i e n o , mucho mejor cuando te habla que cuando me escribe (2). Filótimo me había comunicado que (1) Esto era para declarar a Hircio que no pensaba como su padre ni como su t!o, y por otros motivos que no eran menos viles. (2) Banquero y uno de los tribunos de la moneda. Prestaba di- 12 MARCO TULIO CICERÓN. podría adquirir el apeadero de Canuleyo por cincuenta mil sextercios, y hasta por menos si me dirigía a V e c c i e n o . Roguéle efectivamente que rebajase algo del p r e c i o : me lo prometió, y ayer me dice que ha tratado por treinta mil sextercios. Me pregunta qué nombre ha de poner en el con t r a t o , y me previene que el dinero ha de estar d i s p o nible para los idus de noviembre (1). Le he contestado con alguna acritud, pero familiarmente. Puesto que se de c i de a portarse bien, no le acrimino. Le he dicho que tú me has c o m u n i c a d o todos los detalles. Quisiera saber qué has de terminado en cuanto a tus proyectos de marcha y qué día has fijado. A xv de las kalendas de m a y o .

CARTA VI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El temporal solamente me detiene. No obro con astucia: suceda lo que quiera en España: s}n embargo, guarda s i l e n c i o . T e he expuesto mi plan en mis cartas anteriores, por cuya razón seré b r e v e . Además, el tiempo apremia y tengo mucho que hacer. En cuanto a mi sobrino Quinto, es lo que más me p r e o c u p a : tú sabes lo demás. R e con o z c o tu amistad y tu prudencia en tus buenos con se j o s . Veo que guardándome de un solo e s c o l l o , todo lo demás p u e de se r fácil: sin embargo , el asunto es delicado: no puede a p r e ciarse su carácter; no hay en él sencillez ni franqueza. ¡Por qué no le has tomado tú a tu c a r g o ! El padre es de - nero, y, duro cuando escribía a Cicerón reclamándole el pago de su deuda, era blando con Ático, que también prestaba, conocía las rúbricas y sabía qué temperamentos debían adoptarse. <1) 13 de noviembre.

CARTAS A A n c o . 4$ masiado indulgente, y siempre está dispuesto a la dulzura cuando yo resisto con firmeza. A no ser por él conseguiría el objeto. ¡Te hubiese costado a tí tan p o c o ! Pero no quiera reconvenirte; repetiré solamente que el asunto es muy delicado. Dícese como cierto que Pompeyo marcha a la& Galias por la Italia (1). Ahora necesito otro plan y otro i t i nerario.

CARTA VII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Apruebo desde luego el rodeo que haces por Apulia y Siponto (2), siendo tu posición muy diferente de la mía. Y no es que no n o s encontremos obligados a los mismos de beres para con la República: pero no se trata de esto, sino de reinar: el rey que huye tiene más moderación y p r o b i dad; está me n o s c o m p r o me t i d o , y si no queda v e n c e d o r , habrá que borrar el nombre del pueblo Roma n o . Pero si consigue la victoria, victoria será semejante a la de Sila. En medio de este debate no te has declarado abiertamente por nadie, y eres libre para obrar según las circunstancias. Mi posición es muy diferente: estoy ligado por beneficios y no puedo ser ingrato. Sin embargo , no quiero marchar (1) El objetó de Pompeyo, si tuvo este propósito, no pudo ser otro que pasar de la Italia a Germania, de Germania a la Galia, y desde allí marchar contra César é impedirle que llevase la guerra a España. . (2) Ático había escrito a Cicerón que él también saldría de Italia, pero lentamente, por temor de que se creyera huía del dominio de César y que desaprobaba sus actos. Por esta razón marcha a Siponto, donde tenia propiedades, con el propósito de permanecer allí algún tiempo, y después ganar el Epiro. 14 MARCO TULIO CICERÓN. a l o s campos de batalla. Deseo retirarme a Malta ó a c u a l quier otro lugar apartado.—Pero, me dirás, no queriendo ser ingrato, nada haces en favor de la gratitud.—Quizá hubiese exigido menos él mismo. Ademas, tiempo t e n g o para reflexionar; lo esencial es partir. Gracias a Dolabela y a Curión, que son d u e ñ o s , el uno del Adriático y el otro del Estrecho, puedo esperar que mejor e la estación ( 1 ) . He con c e b i d o cierta esperanza de que Servio Sulpicio quiere hablarme. Le he escrito por medio de mi liberto Filótimo. Si persevera, no puedo tener mejor c o m p a ñ í a ; si r e t r o c e de , no abandonaré y o mi resolución. Curión ha estado conmigo algunos días: pretende que César se e n cuentra algo desalentado por la frialdad del pueblo, y que teme por la Sicilia si Pompeyo está ya en el mar. He r e c i bido con mucha severidad al j o v e n Quinto, habiendo visto que le guió la avaricia esperando obtener considerable d o nativo. Esto es muy malo ya sin duda, pero deseo creerle inocente del crimen que le h e m o s supuesto. Como c o m prenderás, la avaricia no es fruto de mi indulgencia, sino inclinación de su carácter. Arregla como te parezca con Filótimo el negocio de los Oppios de Velia. Me encontraría como en casa propia en Epiro; pero me dirigiré p r o b a b l e mente a otro punto.

CARTA VIII . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. La cosa habla con bastante elocuencia por sí misma, como tú manifiestas de acuerdo con mi propia opinión. (1) César había condado a Dolabela la custodia de la entrada del Adriático, y Curión ocupaba el estrecho de Sicilia. El uno era yerno de Cicerón, el otro amigo.

CARTAS A ÁTICO. 15 tiempo es ya dé suspender una correspondencia que p o drían interceptar, siendo por tanto peligroso continuarla. Pero mi Tulia me ha escrito repetidas v e c e s suplicándome no me decida hasta que vea el giro que toman las cosas e n España. Añade que así opinas tú, y y o lo v e o por tus c a r t a s . Mucho puedo contestar a esto. El consejo bueno si y o hubiese de arreglar mi conducta sería los por acontecimientos de España. Ó César será arrojado de aquel país, cosa que deseo vivamente, ó la guerra se p r o l o n gará, ó al fin se apoderará de las Españas, como no duda, según parece. Si es arrojado, ¿cómo v o y entonces a buscar a Pompeyo , y cómo había de recibirme él, cuando e l mismo Curión podría hacer otro tanto, según pienso? Si se prolonga la guerra, ¿cuánto tiempo tendría que esperar? Y si en último caso s o m o s v e n c i d o s , claro es que no podría m o v e r me . Esto es lo que se me o c u r r e . Prefiero dejarle v e n c e d o r que v e n c i d o , y cuando duda todavía del triunfo a cuando lo crea se g u r o . Si v e n c e , preveo matanzas, con fiscaciones, levantamiento de destierros, la bancarrota, los honores concedidos a los malvados peores; una tiranía e n fin, que sería insoportable hasta para un Persa, y mucho más para un Roma n o . ¿Podría quedar silenciosa mi indignación? ¡Tendría que votar con Gabinio, quizá después que él! (4) ¡Tener a mi lado a tu cliente Celio, al cliente de € . Atego, Planguleyo y otros mucho s ! Mas ¿por qué cito enemigos? ¿No experimentaría ya bastante disgusto a la vista de nuestros amigos, de aquellos a quienes he de f e n d i d o , y entre los que tendría, cubierto de vergüenza, que encontrarme en el Senado? ¿ftué digo? Tal vez me prohibirían la entrada en la Curia (sus amigos me escriben que (1) Gabinio era senador, y aunque consular más moderno que Cicerón, por consecuencia de mala voluntad ó de capricho del presidente, estaba expuesto éste a que le hiciesen votar después que Gabinio. 16 MARCO TÜLIO CICERÓN. le ha disgustado mucho no v e r me en el Senado): no quisesu amistad cuando ofrecía ventajas; ¿debo entregarme a él cuando es peligroso hacerlo? Considera, en fin, que noquedará arreglado todo con el asunto de España, a menos que Pompeyo no rinda las armas al perder esta provincia; pero no piensa mas que a Temístocles, y c r e e quecuando se tiene el mar se es dueño de todo . Así es que ao se encuentra personalmente en España, poniendo todo su cuidado en hacerse formidable en el mar. Cuando llegue el momento oportuno, se le verá reunir su poderosa armada,, hacerse a la vela y desembarcar en Italia. ¿Y qué será e n tonces de los que hayamos permanecido aquí? Imposibleconservar por más tiempo la neutralidad. ¿Nos o p o n d r e mos a su desembarco? ¡Qué extremidad y qué vergüenza!^ ¿Nos imputará como un crimen nuestra ausencia y nuestra seguridad? ¿iremos a compartir con Pompeyo y sus s e c u a c e s la enemistad del otro? Prescindamos por un momento de la cuestión del deber, y no consideremos mas que e! peligro. Allí hay peligro obrando mal, y aquí lo hay o b r a n d o bien: peligros en todas partes. No es posible, por c o n siguiente, dudar; no hagamos, pues, e x p o n i é n d o n o s l o queno querríamos hacer por salvarnos. Mas ¿por qué no haber pasado el mar con Pompeyo? Porque era materialmente imposible. Existe la razón del tiempo, y lo confieso aunque^ podía guardar silencio acerca de ello; creí, tal vez no debí c r e e r l o , p e r o , en fin, creí en la paz y no quise tener por enemigo a César hecho amigo de Pompeyo : los con o z c o ; siempre son los mismos hombres. Esta es la razón de mis dilaciones. Hoy la ocasión es mía si me apresuro, y l a pierdo si vacilo. Y esto e s , querido Ático, lo que me dicentambién ciertos augurios en que tengo completa confianza;, no los de nuestro colegio que consulta Appio ( d ) , sino los
(1) Appio Clodio Pulquer era augur y había escrito un tratado de derecho augural dedicado a Cicerón.


17 de Platón acerca de los tiranos. Para mí no es dudoso que César no puede sostenerse, y que, por lánguida que sea nuestra resistencia, caerá por sí mismo , porque encontrándose en sus mejores momentos y en toda su novedad , han bastado seis ó siete días para que le execre esa multitud ávida y hambrienta, habiendo abandonado tan pronto la doble mentira de su afabilidad y riqueza, tratando.,como lo ha hecho a Mételo y al erario. Considera cómo serán sus ministros y legados para gobernar las provincias y la República. Ni uno hay que haya sabido administrar su patrimonio durante dos meses. Inútil es referir aquí todo lo que puede decirse; lo mismo lo sabes tú que yo ; pero reflexiona un m o me n t o , y verás que semejante reinado n o puede durar arriba de dos meses. ¿Me engaño? Pues b i e n , tomaré mi partido como tantos hombres ilustres y grandes ciudadanos, a me n o s , sin e m b a r g o , que no prefieras para mí el l e c h o de muerte de Sardanápalo, el destierro de T e mistocles, el hombre que , según Tucídides, juzgaba me j o r el presente y apreciaba mejor el porvenir, y que , a pesar de esto , cayó en desgracias que hubiese evitado a saber preverlo todo. Aunque, como el mismo escritor d i c e , nadie le igualó en habilidad para con o c e r el lado bueno y el malo de las cosas, no supo ponerse a cubierto, ni contra la envidia de los L a c e de m o n i o s , ni contra la de sus mismos conciudadanos, y no vio a dónde le llevaban sus c o m p r o misos con Artajerjes. Si no nos engañásemos alguna v e z , nuestro Africano (1), varón sapientísimo, no hubiese visto
(1) El segundo Africano, Escipión, fué encontrado muerto en su lecho. Recayeron sospechas de envenenamiento sobre su esposa Sempronia, hermana de los Gracos, de quienes siempre fué adversario, habiendo llegado a decir públicamente que Tiberio Graco mereció la muerte que le dieron los patricios. Sin embargo, la de Escipión no fué objeto de ningún procedimiento judicial. Cicerón quiere decir que si hubiese previsto el trágico fin que le esperaba, no hubiese aprobado públicamente la muerte de Tiberio Graco, 18
aquella acerba noche que no tuvo aurora para él: y C. Mario, el más astuto de los hombres, no hubiese sufrido los duros momentos que le hizo soportar. Mas el augurio de que hablo no me engaña, es infalible, como demostrarán los sucesos. Indispensable es que ese hombre caiga, ó bajo los golpes de sus adversarios, ó por sus propias manos, porque no tiene enemigo más terrible que él mismo. Espero que viviremos bastante para verlo. En último caso, tiempo es ya de que piense en la vida cuya duración es infinita, con preferencia a esta exigua existencia de un día: y si algún accidente la abrevia, tan indiferente me es tocar ya al término, como tener que esperarlo mucho tiempo aún. Con tales convencimientos, ¿iré a someterme a aquellos contra quienes me ha armado el Senado con un decreto de salvación pública? (1) Tienes mis instrucciones acerca de todo , y tu amistad hace superfluas mis recomendaciones. Nada, pues, tengo que decirte, sino es que espero el primer viento favorable para embarcarme. ¿Qué digo? Una cosa hay que importa sobre todas, y acerca de la cual debo escribirte; y es, que de todas tus bondades, tan numerosas para mí, ninguna me es tan grata y ninguna te agradezco tanto como tus tiernos cuidados para con mi querida Tulia. Mucho le regocija a ella esto, y a mí me deleita profundamente. ¡Con cuánta resignación soporta las calamidades públicas y las aflicciones domésticas! ¡Qué valor en nuestra separación! Su cariño es infinito: su corazón forma uno solo con el mío . ¡Pues bien! solamente considera lo que el de como Mario no hubiese trabado lucha con Sila de haber previsto que le obligaría a huir de Roma, y presentido todos los peligros que corrió en aquella memorable fuga.
(1) A la entrada de César en Italia ordenó el Senado a todos los que tenían mando que defendiesen la República; esto es, que marchasen contra César. Cicerón estaba en este caso, encontrándose todavía cum imperio y esperando el triunfo antes de dejar el mando.

19 ber y el honor rae mandan. Pero no continúo: tengo miedo a mi propia emoción. Te suplico que no dejes de tenerme al corriente de las noticias de España, y de todo cuanto s o brevenga mientras me encuentro todavía aquí. Tal v e z te escriba otra vez antes de partir, sobre todo si es c i e r t o , como Tulia me asegura, que no habrás salido de Italia. Ahora tengo que comenzar con Antonio las mismas n e g o ciaciones que con Curión, para que me dejen en Malta bajo la promesa de mi neutralidad. ¡Ojala le encuentre tan a c o modaticio y fácil como al otro! Anunciase su llegada al Miseno (1) para el vi de las nonas, es decir ( 2 ) , para h o y , haciéndose preceder por la odiosa carta que c o p i o a continuación: «Antonio, tribuno del pueblo y p'opreíor, imperator, salud. a Cicerón, »Sin la amistad que te profeso, y que es mucho mayor de lo que c r e e s , no me ocuparía de un r u m o r que c o r r e acerca de tí, tanto más, cuanto que le c r e o destituido de fundamento. Pero te aprecio demasiado para no lijar la atención hasta en los rumores vanos. No, no puedo creer que desees pasar el mar, queriendo tanto como ' quieres a Dolabela y a tu hija Tulia, queriéndote todos nosotros tanto, y cuando, a fe mía, no puedes interesarte más por tu honor y consideración de lo que nos interesamos n o s otros mismos. Creo que no sería propio de la amistad p e r manecer insensible a malévolas murmuraciones, y más me he curado de e l l o , porque c o m p r e n d o mi delicada posición para contigo, a consecuencia de los disgustos en que a n - (1) Promontorio entre Cumas yPuzzola. Antonio tenía allí una quinta. (2) 8 de abril. 26 MARCO TULIO CICERÓN. tes me acuso de vivacidad que te censuro ofensas ( 1 ) , Deseo convencerte de que , exceptuando a César, a nadie quiero tanto como a tí, y que a nadie con o z c o sobre c u y a abnegación cuente César con mayor confianza. T e suplico, pues, mi querido Cicerón, que te abstengas de todo paso que te c o m p r o me t a ; guárdate del que quiso hacerte pagar su apoyo por injurioso abandono, y no huyas como e n e migo de un hombre que aunque no te apreciara (que es imposible) querría verte honrado y p o de r o s o . Te remito esta carta por medio de Calpurnio, mi íntimo amigo , para que sepas hasta qué punto tengo empeño en todo lo que se refiere a tu seguridad y gloria.» El mismo día me trajo Filótimo otra carta de César, cuyacopia hela aquí: «César, imperator, a Cicerón, imperator, salud. «Aunque te creo incapaz de obrar imprudentemente y a la ligera, corren sin embargo rumores que me inquietan, y me decido a escribirte. No te unas, te lo suplico en nombre de nuestra mutua benevolencia, no te unas a una causa muy comprometida h o y , no habiendo querido hacerlccuando las probabilidades estaban equilibradas. ¿Quieres sustraerte a la decisión de la fortuna? Esto sería ofender a la amistad y hacerte daño a tí mismo. En todo hemos triunfado; todo le ha sido adverso. N o , tú no cedes a c o m promisos de partido: su causa era la misma cuando te n e gaste a ocupar puesto en sus con se j o s . Necesario es que y o haya realizado algún acto muy reprobable, porque nunca tendrá para mí significación más grave ninguna determinación tuya. Abstente de hacerlo: lo pido a tu amistad.. (i) Alusión a los ofensivos procedimientos de Antonio con Cicerón cuando pedían los dos el augurado, y por voló unánime del co~ legio elevaron i Cicerón a aquella dignidad.

CARTAS Á ÁTICO. 21 Tengo derecho para ello; y díme por otra parte si la n e u tralidad no es lo que más conviene a un hombre h o n r a d o , pacífico y buen ciudadano. Algunos que pensaban así, abandonaron sus propósitos por temor; pero tú que con o ees mi vida entera, que puedes consultar todos los testim o n i o s , que estás convencido de mi amistad, ¿qué cosa mejor puedes hacer que abstenerte? A x x de las kalendas de mayo. En marcha.

CARTA IX. CICERÓN Á A n c o , SALUD. Ha llegado Filótimo (¡qué hombre tan aturdido y cuánto fniente en favor de Pompeyo!): ha afligido a cuantos e s t a ban con m i g o ; y o permanezco inalterable. Todos creíamos que César había suspendido su marcha. Filótimo asegura lo contrario: César vuela. Habíase anunciado la unión de Petreyo con Afranio (1). Filótimo pretende que la noticia n o se ha confirmado. ¿Qué te diré? Asegúrase que Pompeyo , al frente de fuerzas considerables, se dirige por la Iliria hacia la Germania. Esto se da c o m o seguro. ¡Pues bien! partamos pronto hacia Malta: esperemos allí los aconteciCelio mientos de España: mi corazón no resiste siempre. me que no precipite mi resolución, que no también me escribe en términos con m o v e d o r e s ; a con s é j a comprometa mi situación, mi hijo, mi familia y además mi vida. N u e s tros hijos leyeron esta carta llorando. Sin embargo, C i c e rón muestra más entereza, con la que consigue h o n o r . ¡A Malta, pues! más adelante v e r e m o s . (1) Esto era cierto, a pesar de la aíirmación contraria de Filótimo. aumentar mi sensibilidad: no piensa más que en las exigencias del 22 MARCO TUL10 CICERÓN. Escríbeme algo aún, té lo suplico, sobre todo si tienesnoticias de Afranio. En caso de que vea a Antonio, t e c o municaré los resultados. Seré, sin embargo , cauto en c r e e r l e ; te lo a se g u r o . No trato ya de ocultarme, porque es muy difícil y p e l i g r o s o . Esperaré a Servio hasta las n o nas. Postumio y Servio el j o v e n me lo han r o g a d o . Al fin comienza a ceder tu cuartana: me congratulo de ello. Te^ remití copia de la carta de Celio.

CARTA X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Ciego estaba cuando no he visto antes estas cosas! Leeesa carta de Antonio: mil v e c e s le había escrito que n o abrigaba pensamientos hostiles a César, que no olvidaba a mi yerno ni prescindía de la amistad; que si hubiese que rido me encontraría con Pompeyo , y que intentaba salir de Italia solamente porque no me agradaba correr de de recha a izquierda con mis lictores, pero que este p r o y e c t o ni siquiera estaba decidido. Mira lo que me contesta ese itapoiviK<6<;: (1) «¡Cuan franca es tu conducta! Cuando se quiere ser neutral se permanece en casa; el que se marcha s e declara por un partido. Tengo orden terminante de César para no dejar salir de Italia a nadie. Así, pues , importa p o c o que apruebe tu intención, puesto que nada puedo hacer. Envía un mensajero a César y preséntale tu petición ; c r e o que la recibirá bien, sobre todo si añades la promesa de no faltar a nuestra amistad.» Aquí tienes tricuxáXtiv AaxiovtK^v (2). Es absolutamente i n - (1) Borracho. (2) Cuando los éforos de Esparta querían llamar a sus generales 4 darles órdenes importantes, enrollaban una tira de pergamino

CARTAS Á ÁTICO. 23 dispensable que le burle. Debe llegar el v de las nonas (1) por la tarde, es decir, h o y , y tal vez vendrá a verme m a ñana. Mostraré astucia; le diré terminantemente que nada me apremia; le aseguraré que v o y a enviar un mensajero a César, y después me ocultaré en cualquier parte con reducido número de personas, y al fin conseguiré escapar a despecho de todo s . ¡Ojalá pueda reunirme con C u rión! ¡Los Dioses me protejan! Estoy irritado con esta contrariedad, y algo haré digno de mí. Tu enfermedad me aflige, y harás bien en no descuidarla, sobre todo al princ i p i o . ¡Cuan gratas me son tus noticias de Marsella! (2) Te ruego me tengas al corriente do todo cuanto sepas. Marcharía a reunirme con Ocela si pudiese hacerlo p ú b l i c a mente, según había con v e n i d o con Curión; espero aquí a Servio: su esposa y su hijo me lo han suplicado, y c r e o que es necesario. Antonio lleva a Citherida (3) en litera de s cubierta; su esposa va en la segunda. Otras siete lleva a d e más en la comitiva ocupadas por amigas ó por amigos. Ya ves por qué torpes manos tenemos que p e r e c e r . Después de esto, duda, si puedes, de la sangre que correrá al r e greso de César, vencedor ó v e n c i d o . Por mi parte, tomaré una barquilla, a falta de nave, para salvarme de sus manos parricidas. Te hablaré con más extensión cuando haya visto a Antonio. No puedo dejar de amar á nuestro j o v e n ; pero v e o claramente que no n o s ama. Nunca he visto nada larga y estrecha alrededor de un palo redondo, sin dejar espacio vacío entre los bordes del pergamino. Escribían en seguida las órdenes en él, y después lo desrollaban y enviaban sin el palo. Los que recibían el pergamino lo enrollaban en otro palo igual, y leían de esta manera lo escrito obedeciendo en el acto. Plutarco, Lisandro. (1) 3 de mayo. (2) Los Marselleses habían cerrado sus puertas a César. (3) Cantada por Virgilio en sus Églogas bajo el nombre de Lycoris. Esta cortesana, que también era mímica, fué primeramente amante de Galo á quien abandonó para entregarse a Antonio. 24 MARCO TULIO CICERÓN. tan ávifi8ouoii)xov; es el reverso de todos los suyos, una cabeza.que hierve sin cesar. ¡Qué manantial.de aflicciones! Hago lo posible por corregir este extraño carácter: "H6ou« éitt[xeXiixéov.

CARTA XI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cerrada ya mi carta anterior, se me ocurrió no entre garla a la persona que debía llevarla, porque no nos p e r t e n e c e . Así es que no la remito según su fecha. Entre tanto l l e g ó Filótimo, que me entregó la tuya en que te quejas de mi hermano. Verdad es que tiene carácter débil, p e r o sin d o b l e z , sin astucia, fácil de atraer al bien y del que harás cuanto quieras con una palabra. Por no hablar mucho , diré que no cesa de irritarse contra los suyos, y sin embargo les ama con ternura, y a mí especialmente más que a sí mismo . En cuanto a su hijo, a tí te escribe de una manera y a su madre de otra, en lo que no encuentro mal alguno; pero sí me desagrada lo que me refieres de tu hermana, y a propósito de ese viaje, tanto más, cuanto que no puedo hacer nada en la posición en que me e n cuentro. En otras condiciones encontraría remedio al mal; pero ya v e s a lo que estoy r e d u c i d o . En cuanto a la c a n tidad que te de b e , no deja de pagarte por falta de luntad (esto se lo lie oído mil v e c e s ) ; muchos voesfuerzos ha hecho para conseguirlo; pero cuando y o en vísperas de un viaje no puedo cobrar los trece mil sextercios que presté al hijo de Q. A x i o ; cuando v e o excusarse al padre con la dureza de los tiempos; c u a n d o Lepta y otros hacen l o mismo, me asombra en verdad que atormentes a mi hermano por esos veinte mil sextercios , puesto que con o -

CARTAS k ÁTICO. 25 « e s sus apuros. Además, ha dado órdenes para que te p a g u e n . No le creas tacaño ni mal pagador; no tiene nada de e s o . Pero basta de mihermano, y o c u p é m o n o s del h i j o . Verdad es que su padre nunca le ha contenido bastante; pero la indulgencia no hace al niño mentiroso, interesado y sin cariño para los suyos ; pudiendo solamente hacerle estos orgulloso, altanero y turbulento. Tiene los defectos que engendra una educación demasiado blanda; pero defectos son tolerables, y puedo añadir: ¡es tan joven! Otros tiene que vienen a ser muy graves por las fatales circunstancias en que nos encontramos. No se me oculta, por lo mismo que le quiero, que éstos no proceden de nuestra indulgencia. N o , su causa es radical. Conseguiría al fin desarraigarlos si tuviese tiempo para ello; pero en la época en que vivimos es necesario soportarlo todo . A mi hijo le guío fácilmente: su carácter es muy dócil. Mi c o r a z ó n se oprime por él, y esto no me quita la energía. Cuanto más firme quiere v e r me , más temo duro con é l . Antonio llegó ayer tarde. Indudablemente recibiré su v i sita, a no ser que quiera insistir en la carta en que me participaba su voluntad. Te escribiré en seguida lo que ocurra. Ya no puedo marchar si no es secretamente. Pero ¿qué hago con nuestros jóvenes? ¿Les e x p o n d r é en una barquilla? Calcula lo que tendré que sufrir en esta travesía. Recuerdo aún los temores de aquella navegación en barco plano de Rodas, y se verificó en eslío (1). ¿Qué sucederá cuando les vea en una frágil barquilla en la estación más cruel del año? Por todas parles me rodean angustias. T e n g o aquí a Trebacio, varón excelente y buen ciudadano. ¡Qué horrores prevé, Dioses inmortales! ¿Balbo pretende ir al Senado? (2) pero tú oirás al mismo Trebacio. Mañana le daré mostrarme (1) Cuando regresaba de Cilicia con su hijo y su sobrino. (2) No paró aquí, sino que fué cónsul en 715. Sabido es que era de 26 MARCO TULIO CICERÓN. una carta para tí. Creo en la amistad de V e c c i e n o por loque tú me dices: habíame pedido el dinero con tono a l g o incisivo: me disgusté, y tal v e z llevé algo lejos la sátira. Si ha tomado el asunto en serio, haz que me dispense. En una carta le llamé Monetalis, él me había llamado Procónsul sencillamente. Pero si escucha la razón y continúa sienda amigo mío , yo sigo siéndolo s u y o . Adiós.

CARTA XII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¿Qué va a ser de mí? No solamente me encuentro el más desgraciado de los hombres , sino también el más de s h o n rado. Antonio pretende tener órdenes especiales para de tenerme. No le he visto personalmente, pero lo ha dicho a Trebacio. ¿Qué partido tomar cuando nada me sale bien y mis combinaciones más seguras son precisamente las que resultan peor? Consideraba como una fortuna haber e n con trado a Curión, y me creía en el final de mis males. Había escrito en favor mío a Hortensio (l): Regino estaba a mi d i s posición; pero no sospechaba que Antonio tuviese algo que ver en esta costa (2). ¿Adonde huir ahora? héteme guardado de vista. Sin embargo, basta de g e m i d o s . Sólo me queda Cádiz y que Pompeyo le hizo ciudadano romano. Plim'o dice de él' que fué el primer extranjero; más aún, el primero de los hombres nacidos en las orillas del Océano que obtuvo un honor que los antiguos negaban hasta a los naturales del Lacio. (1) Hortensio el hijo. Mandaba una Ilota de César en el mar de Toscana, (2) Antonio. César le había encargado la vigilancia de aquel mar y sus costas, tal vez para que la ejerciese sobre el mismo Cicerón, porque Curión, Hortensio y Regino, por partidarios suyos que eran, eran también amigos de Cicerón y podrían facilitar su fuga.

CARTAS A ÁTICO. 2T que ganar furtivamente alguna barquilla y navegar contra viento y marea. Arriesguémoslo todo antes que dejar creer que los obstáculos que me retienen son juego con v e n i d o . Marchemos primeramente a Sicilia: una v e z allí, tendré tiempo a mi disposición. ¡Con tal de que las cosas tomen buen giro- en España! ¡Con tal de que sea verdad lo que d i cen de la misma Sicilia! Refiérese que la población en masa se ha presentado a Catón; que le ha suplicado se ponga a su cabeza, ofreciéndole todos los recursos de la isla; que ha a c c e d i d o a sus deseos y ha comenzado las levas (1). La noticia me es sospechosa, porque el que la da lo v e todo de c o l o r de rosa. Lo indudable es que podrían resistir en Sicilia. Además, pronto se sabrá algo de España. Marcelo (2) está aquí, con el mismo propósito que y o ; al menos lo finge maravillosamente. No nos hemos visto, pero he hablado con un amigo suyo muy íntimo. Comunícame las noticias que tengas: por mi parte no te dejaré ignorar nada de cuanto haga. Trato con mucha severidad al hijo de Quinto. ¡Ojalá pueda reformar su carácter! Te ruego destruyas las cartas en que te hablo mal de él, porque estas cosas deben quedar entre nosotros. Otro tanto haré y o con las tuyas. Servio va ha venir, pero nada bueno espero de él. En todo caso te escribiré. Debo confesar que me he equivocado. ¿Una sola vez? ¿acerca de un solo punto? n o , en todo , y mis precauciones son las que me han perdido. 'AXXá xá (i.ev itpotexi^Oai £áao|ji.ev, dtyv&jjievoi nep, y p r o c u r e m o s salvar lo que puede quedar aún del por v e nir. Me aconsejas que lo prevea todo para mi fuga. ¿Qué he de prever? todo está ya demasiado previsto y nada (1) Esto es dudoso. En todo caso Catón no permaneció mucho tiempo en su puesto, que abandonó a la llegada de Curión. (2) El consular C. Claudio Marcelo, que fué cónsul en 104 con Emilio Paulo. 28 MARCO TULIO CICERÓN. queda que deliberar. Permanecer aquí con mi vergüenza y mis remordimientos, ó fugarme a riesgo de caer en manos de estos bandidos. Este es el extremo a que me v e o r e d u c i d o . Algunas v e c e s deseo que me traten mal, con objeto de que se haga notoria la aversión al tirano. Si pudiera encontrarse el medio de evasión que y o esperaba ( 1 ) , c o rrespondería a tus deseos y justificaría mis retrasos; pero se me vigila mucho , y no confío ni siquiera en Curión. S o lamente me queda que abrirme paso por la fuerza ó burlar la vigilancia por medio de la astucia. En un caso tendré que luchar con los elementos, en el otro con mis enemigos. ¡Y qué vergüenza si me cogen en el hecho ! Pero el honor manda, me arrastra y no retrocederé ante ningún peligro. Frecuentemente me propongo por ejemplo a Celio ( 2 ) : si se presenta ocasión de obrar como él, no dejaré de imitarle. Espero que España resistirá. El acto de energía de l o s Marselleses es cosa excelente en sí misma, y deduzco que todo marcha bien en España. Si tanto han avanzado, es que tienen informes se g u r o s ; están muy próximos y n o se duermen. Tienes razón en considerar como síntoma de descontento lo que ha sucedido en el teatro. También v e o que en las legiones levantadas en Italia es donde goza de menos simpatías. Pero su mayor enemigo es él mismo . Exactamente juzgas al temer que se incline a la violencia, y se inclinará, sin duda alguna, si sus asuntos marchan mal. Razón en mi favor para realizar algo a la manera de Celio. ¡Y ojalá sea yo más afortunado! Sea lo que quiera lo que h a g a , y de cualquier manera que lo r e a l i c e , lo sabrás en seguida. Puedes estar tranquilo en cuanto al j o v e n ; estoy presente, y en caso necesario resistiría a (1) Es decir, marchar a Grecia, pasando por Sicilia cuando Curión le ofrecía prestarse a esta tentativa. (2) c. Celio Caldo, consular, uno de los que trataron de sostener en Italia el partido de Mario contra Sila. Era abuelo de C. Celio Caldo, cuestor de Cicerón en Cilicia.

CARTAS A ÁTICO. 29' todo el Peloponeso ( 1 ) . Tiene disposición: la educación c o rrige la naturaleza y hasta puede suplirla, a menos que se pretenda que no puede adquirirse la virtud, de lo que nadie podrá persuadirme.

CARTA XIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tu carta ha sido muy grata a Tulia y a mí también, a fe mía: siempre se gana algo con tu correspondencia. Continúa, pues, escribiéndome, y si puedes darme alguna noticia buena, no lo difieras. No tengas miedo a los leones de Antonio (2). Jamás se encontró hombre más dulce y amable que él. He aquí una muestra de su comportamiento como hombre público: había con v o c a d o por medio de carta a los principales decuriones y cuatorviros de las ciudades m u nicipales: llegan a l a mañana siguiente, pero Antonio se encuentra en el lecho y no se mueve hasta la hora tercia. Más tarde le anuncian a los Cumanos y Napolitanos (con los que está iritado César) (3), y los aplaza para el día si- (1) Continuación de la metáfora comenzada en la carta, donde dice que su sobrino Quinto es la Arcadia que gobernar. Ahora dice que es todo el Peloponeso, del que la Arcadia era parle, pero que espera sin embargo triunfar de él. (2) Sabido es que Antonio se hizo conducir en un carro tiradopor leones, llevando al lado a la mímica Citeris: Plinio lo dice terminantemente, pero añade que fué después de la batalla de Farsalia. Mas, como se ve, cicerón hace remontar más lejos este capricho, y en testimonio desmiente de un modo categórico el aserto de Plinio. (3) Probablemente porque estas dos ciudades habían mostradocon más energía su afecto a Pompeyo; Ñapóles especialmente, que celebró con votos y fiestas publicas el restablecimiento de su salud. 30 MARCO TULIO CICERÓN. guíente: tenía que bañarse y itept y.oi).ioXou
CARTA XIV. CICERÓN Á. ÁTICO, SALUD. ¡Oh vida miserable! este temor continuo es mal p e o r que el mal mismo. Como ya te dije, Servio, que llegó el día de (1) Hoy Isclua.

CARTAS A ÁTICO. 31 las nonas de m a y o , vino a verme a la mañana siguiente. Para no impacientarte, le diré que no llegamos a decidir nada. Jamás he visto hombre más aterrado; y a fe que nada teme que no sea muy de temer. El uno le quiere mal y el otro no le quiere bien. La victoria, cualquiera que sea el partido que favorezca, traerá escenas de horror; sed de sangre por un lado, audacia desenfrenada por otro, y en a m b o s , extrema escasez de dinero, y que solamente podrá subsanarse por medio de de s p o j o s . Mientras hacía estas reflexiones lloraba, y con tal abundancia, que hace mucho tiempo debía estar agotado el manantial de sus lágrimas. En cuanto a mí, no es por el llanto si mis ojos padecen hasta el punto de no permitirme escribir; me atormenta la irritación que produce el insomnio. Así es que te ruego reunas todos los consuelos que puedas o f r e c e r me ; no aquellos que se encuentran en la filosofía y en los libros; éstos puedo encontrarlos y o en mí mismo ; sin e m b a r g o , no sé por qué el mal es peor que el remedio. Mis con s u e los debes buscarlos en España, en Marsella. Servio me l o s trae bastante buenos de esos países. Parece también que la noticia de las dos legiones viene de buen origen (1). Esto - es lo que y o necesito, ó algo que se le parezca. No puede tardarse en recibir noticias. Volviendo a Servio, te diré que aplazamos la con v e r s a ción para el día siguiente; pero no puede decidirse a p a r tir; preferiría esperar los acontecimientos en su lecho (2). La campaña de su hijo en Brindis le disgusta profundamente: sin embargo , me ha declarado con energía que si se llama a los desterrados, se desterrará él. Le he dicho que (1) Se les atribuía el propósito de abandonar a César. En cuanto a los asuntos de España y Marsella, se prolongaban algo, pero era inevitable un resultado favorable a César. (2) Sin embargo, Servio, el padre, marchó poco después a reunirse con Pompeyo. Después de la batalla de Farsalia hizo la paz con César, que le dejó en Grecia, donde obtuvo un mando. 32 MARCO TULIO CICERÓN. el llamamiento se verificará infaliblemente; que todos losdías se veían cosas de igual importancia, y multiplicábalas pruebas; pero lejos de fortalecerse en su resolución, vi c r e c e r sus vacilaciones hasta el punto que , no esperando decidirle, he creído deber ocultarle mi propósito. Indudablemente no puede contarse con él. Tu consejo es buenor pensaré en el ejemplo de Celio.

CARTA X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Celio se encontraba aún en mi casa el vi de los idus (i) y cuando Cefalión me entregó tu carta. La noticia de las ochoc o h o r t e s me infunde esperanza (2). Dícese que las c o h o r t e s de aquí están igualmente dispuestas a separarse de él. El mismo día me trajo Funisulano otra carta tuya que confirmaba la primera. Le he causado profundo regocijo en cuanto a lo que le concierne, y te he dejado todo el m é rito. Me debe una eantidad crecida y no pasa por r i c o ; pero dice que pronto podrá pagarme mediante un reembolso que le han hecho esperar demasiado: puedes mandarme un mensajero con esa cantidad cuando te la entreguen. Eros, el liberto de Filótimo, te dirá con exactitud a cuánto asciendo esta deuda. Mas hablemos de cosas más importantes: vas a quedar satisfecho; en b r e v e dará sus frutos el ejemplo de CelioPero me atormenta la idea de si de b o esperar ó no viento favorable. Solamente falta una bandera para que todo s c o rran a alistarse en ella. Me aconsejas que obre francamen- (1) 10 de mayo. (2) No era una legión completa, para la que faltaban dos cohortes..

CARTAS Á ÁTICO. 33 te; también pienso y o así, y estoy decidido a partir. Entre tanto, no dejes de escribirme. Servio no se de c i de a nada; para todo encuentra dificultades. No con o z c o a nadie tan tímido como C. Marcelo, que se arrepiente de haber sido cónsul (i), y que dicen ¡cobarde! impulsa a Antonio para que impida mi marcha, sin duda para cubrirse con m i g o . Antonio, por el contrario, marchó a Capua el vi de los idus y mandó que me dijeran que si no había venido a v e r me era por discreción, c r e y é n d o m e disgustado con él. Partiré, pues, y partiré como tú me aconsejas, a me n o s que de aquí a entonces no se presente cosa mejor que hacer. Pero no es probable que se ofrezca tan pronto ocasión. Sin embargo , el pretor Alieno piensa que hay un gran papel que desempeñar, y si no lo desempeño y o , será algún colega s u y o . P o c o importa quién sea, con tal de que alguno se encargue de él. Te apruebo en cuanto a tu hermana. Me o c u p o mucho del joven Quinto, y espero mejore. Por lo que atañe a mi hermano, te aseguro que le atormenta m u cho su deuda; pero todavía no ha podido conseguir nada de L . Egnacio. Axio obra desahogadamente en cuanto a sus doce mil sextercios. Me escribió que diese a Galio cuanto pidiera; pero aunque no me hubiese escrito, ¿podía negarme y o ? ¿no me había puesto a su disposición? ¡Pero encontrar al instante tal cantidad! ¡para que yo cuente con ellos en mis apuros presentes! ¡los Dioses se lo paguen. Pero dejémosles. Al fin te ves libre de tu cuartana, lo m i s mo que Pilia. Mucho me regocijo al felicitarte. Mientras a hacargan mi nave de víveres y otras provisiones, v o y cer una excursión a Pompeya. Te ruego des en mi nombre las gracias a Veccieno por sus buenas disposiciones, y si se presenta ocasión para que me escribas antes de mi marcha, te ruego que no la pierdas. (1) Durante su consulado se declaró contra César con bastante energía, y parece que ahora se arrepentía de haber avanzado tanto. TOMO X . 3 34 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando acabé de escribirte tranquilamente acerca de varias cosas, llegó muy de mañana Dionisio a mi casa. No le hubiese costado mucho trabajo calmarme, y dispuesto me encontraba a olvidarlo todo; pero era indispensable al me nos que tuviese las buenas disposiciones que tú me habías anunciado. La carta tuya que recibí en Arpiño decía terminantemente que venía a ponerse a mi disposición. Mi v o luntad, ó mejor d i c h o , mi de se o , era conservarle a mi l a d o . Precisamente por haberse negado a ello sin r o de o s en Formiano, me expresé acerca de él con tanta acritud. P o cas palabras me ha dirigido, rogándome en suma que no le quiera mal y diciéndome que el cuidado de sus asuntos no le permite permanecer con m i g o . Pocas cosas le con testé, porque mi contrariedad fué profunda: sentía el peso de mi desgracia. ¡Qué quieres! Tal vez te extrañará, pero mis grandes sufrimientos no me impiden ser sensible a Mientras éste. ¡Ojalá pueda continuar Dionisio siendo amigo tuyo! Esto es desear que no te abandone la fortuna. ésta persevere, puedes contar con él. Creo que mi plan no ofrece ningún peligro: sabré fingir y tomar bien mis precauciones. Que me favorezca el v i e n to, y todo cuanto pueda hacer la prudencia lo tendré en cuenta. Te suplico me escribas mientras no parto, y no s o lamente lo que sepas y se diga, sino que también lo que tú mismo preveas para lo venidero. Nada impedía a Catón conservar la Sicilia: su presencia hubiese bastado para h a cer de ella el punto de reunión de todos los hombres h o n rados. Pero Curión me dice que salió de Siracusa el vm de

CARTAS Á ÁTICO. 33 las kalendas de mayo (1). ¡Con tal de que Cota se mantenga en Cerdeña, como se dice! Si así s u c e de , ¡qué vergüenza para Catón! Con objeto de burlarles acerca de mi marcha y de mis p r o y e c t o s , partí para Pompeya el iv de de los idus ( 2 ) , y h u biese permanecido allí todo el tiempo que duraran los p r e parativos para la travesía. Al llegar me anunciaron que l o s centuriones de las tres cohortes que guarnecen la ciudad vendrían a v e r m e a la mañana siguiente, diciéndome r e servadamente mi amigo Ninnio que su intención era entregarme la plaza; pero yo abandoné Pompeya antes de a m a necer el día siguiente, con objeto de evitar hasta la sombra de una entrevista. ¿Qué son tres cohortes? y aunque h u biese habido más, ¿con qué sostenerlas? He meditado en la suerte de Celio y he pensado en todo cuanto me dices en tu carta, que acabo de recibir precisamente a mi regreso a Cumas. ¿Sería tal vez aquello un lazo que me tendían? pues , he destruido todo motivo de sospecha. Cuando me encontraba en el camino para regresar, H o r tensio vino a visitar a Terencia, hablando de mí con m u cha lisonja. Creo que le v e r é , porque me ha enviado un esclavo para decirme que volvería. Este procede mejor que mi c o l e g a Antonio, que pasea a una mímica en su l i tera en medio de los lictores (3). En cuanto a tí, puesto que la cuartana ha desaparecido, no presentándose el último a c ceso y ni siquiera te quedan huellas, ven en buena salud a verme en Grecia; y entretanto no dejes de escribirme. (1) 24 de abril. (2) 12 de mayo. (5) Antonio había marchado sin ver a Cicerón, por prudencia, según decía, y después de habéselo prometido: Era colega de Cicerón en el augurado. 36 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Hortensio vino a verme la víspera de los idus, cuandotenía escrita ya mi carta. ¡Ojalá sea siempre lo mismo para mí! ¡Cuántas protestas de adhesión, que cuento poner a prueba! Un momento después me trajo tu carta Serapión (1),, a quien dije antes de abrirla que ya me habías escrito en favor s u y o . La leí en seguida, y le regocijó en extremo cuanto añadí. Creo, en efecto, que es hombre excelente, y tan instruido como honesto, de cuya nave podría servirme y comprometerle a que se embarcase con m i g o . No cesa de atormentarme mi enfermedad de la vista, nohasta el punto de ser insoportable, pero lo bastante para impedirme escribir. He entero con mucha alegría de que te has restablecido por c o m p l e t o , tanto del quebranto de tu última enfermedad, como de los últimos ataques que has experimentado. Quisiera tener aquí a Ocela, porque todo marcharía mejor. Ahora.solamente me detiene el e q u i n o c i o , que este año es muy malo. En cuanto mejore el tiempo solamente tendré una cosa que desear: que no varíe H o r tensio, que hasta hoy se encuentra excelente con m i g o . Te admira haya hablado de salvoconducto (2), c o m o si lo hubiese hecho con malicia y censurártelo como delito. Dices que no sabes cómo puede habérseme ocurrido tal idea. Porque me escribiste que partías, y había oído decir que no podía hacerse sin ese requisito. Parecíame muy (1) Esclavo 6 liberto de Ático. (2) No se conserva la carta en que Cicerón hablaba de este salvoconducto.

CARTAS Á ÁTICO. 37 -sencillo que lo hubieses conseguido, sobre todo habiénd o l o sacado para tu servidumbre. Esta era la razón que me asistía. Te suplico me digas lo que determines, y no te -olvides de darme noticias. A xvn de las kalendas de j u n i o .

CARTA XVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El xiv de las kalendas de junio (1) dio a luz Tulia un niño de siete meses (2). El parlo ha sido feliz, con grande r e g o cijo mío; pero el niño es sumamente débil. Increíbles son las calmas que continúan deteniéndome, molestándome mucho más que la vigilancia de que soy objeto. Las bellas palabras de Horlensio no han producido ningún resultado, como muchas v e c e s s u c e de : este es un malvado pervertido por su liberto Salvio (3). No quiero ya decirte lo que he de hacer, sino lo que he hecho , porque me parece que hay Kupuxatbt (espías) (4) por todas partes en a c e c h o de mis p a labras. Te ruego que , por tu parte, no dejes de informarme de lo que ocurra en España ó en otra parte, y no esperes cartas mías hasta que haya llegado al término de mi v i a j e , (1) 19 de mayo. (2) Este era su primer hijo, no habiéndolos tenido ni de Pisón Frugi ni de Crassipo, si es que éste llegó a ser su marido. (3) Por esto dice Cicerón que el padre de Hortensio no había i n fluido para nada en la conducta de su hijo, como tampoco el padre de Curión en la del suyo. (4) En la Jonia había un promontorio llamado Gorycus, detrás del cual se escondían los piratas para sorprender las naves mercantes: de aquí viene el proverbio TO3TOÜ xoapuxafoí -nxpoaíeTO, Cicerón era como aquellos mercaderes, y su lengua debía cuidar de no hacer más ruido que aquéllos con los remos al doblar el promontorio. 38 MARCO TOLIO CICERÓN. a n o ser que te dirija algunas líneas desde el camino. T a m p o c o puedo decirte nada con seguridad relativamenteá esto. ¡Tanto trabajo me cuesta conseguir algo! Tomé mal las primeras medidas, y las consecuencias se resienten de e l l o . Ahora pienso en Formiano, y tal vez encuentre t o d a vía a las furias en mi camino. Después de tu conversación c e n Balbo, renuncio a Malta. ¿Acaso puedes creer que César no me considera como enemigo suyo? He escrito a Balbo acerca de lo que me dices sobre su benevolencia y sospechas. En cuanto a lo primero, le d o y las gracias; d i s cúlpame en cuanto a lo segundo. ¿Has con o c i d o hombre más desgraciado que yo? Pero no quiero atormentarte, y n o d i g o más. L o que más m e aflige es haber llegado al punto en que el valor y la prudencia nada pueden en f a vor mío.

LIBRO UNDÉCIMO.

CARTA PRIMERA (1).
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He recibido la carta que entregaste a Anteros (2), por la que nada he logrado saber de mis asuntos domésticos, c u y o estado es deplorable, siendo lo que más me apesadumbra el alejamiento del que los dirigía, ignorando yo hasta el p u n t o e n que se encuentra. En cuanto a mi fama é interes e s , puedo contar absolutamente con tu amistad, tantas v e c e s probada. Si no me la retiras en esta cruel extremidad, tendré más valor contra los males que me abruman. Te ruego me de s esta nueva prueba de cariño. Tengo en Asia d o s millones doscientos mil sextercios en cistoforos: por (1) Nueve meses han trascurrido desde la última carta de Cicerón a Ático y la presente (mayo del 705 a febrero del 706). César ter-, minaba la guerra de España cuando Cicerón llegó | a Macedonia. No tuvo allí tiempo Cicerón para escribir a su amigo, absorbiéndole por completo los asuntos de Pompeyo; y si escribió en aquel tiempo algunas cartas a Ático, se han perdido. Sea deesto lo que quiera, después de vencer en España;á los tenientes de Pompeyo, César regresó a Roma, donde ;fué elegido cónsul con Servilio Isaurico, y desde la víspera de las nonas de enero (4 del mismo mes) hizo pasar su ejército al Epiro..Nos encontramos en vísperas de la batalla de Farsalia. (2) Liberto de Ático. 40 MARCO TULIO CICERÓN. medio de permutaciones sobre este dinero, fácil te será cubrir mis c o m p r o m i s o s . Si no hubiese creído mis recursos l o c a l e s en estado de atender a ellos, y esto bajo la fe de un hombre de quien tú aprendiste a desconfiar hace mucho tiempo, hubiese aplazado mi marcha y ordenado mis negocio s . Si este aviso llega algo tarde a tu noticia, es que no he sabido antes lo que me amenazaba. Ayúdame, a y ú d a me , te lo suplico, y que pueda participar del éxito de mis asociados si la fortuna les favorece, y atribuir el be neficio a tu amistad.

CARTA II. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Recibí tu carta la víspera de las nonas de febrero (1), y en el mismo día acepté la herencia (2). En medio de todas mis desgracias, tendré un cuidado menos si, como dices , el importe de la herencia basta para pagar a mis acreedores y poner mi honor a cubierto. Veo además que podría con tar contigo aunque me faltase este recurso. En cuanto a lo que me escribes relativamente a la dote de mi hija, te ruego por todos los Dioses que dediques a socorrer a esa desgraciada, que lo es por culpa mía, todo lo que me queda, si es que me queda algo; en caso necesario préstale de lo tuyo, que puedes hacerlo sin trabajo; procura, en fin, como me prometes y yo cuento con ello, no dejarla c a r e c e r de nada. ¿Adonde van a parar las rentas de mis tierras? He aquí se senta mil sextercios de menos. Esta es la primera vez que (1) 4 de febrero. (2) He visto la herencia Crevi íiereditatem, fórmula de derecho para decir que se aceptaba.

CARTAS A A n c o , 41 o i g o hablar de ello, y jamás hubiese consentido en d i s m i nuir de un m o d o tan considerable el producto de la d o t e . Otros muchos motivos de queja tengo que no puedo r e f e rirte porque me lo impiden el dolor y las lágrimas. He r e tirado cerca de la mitad de los fondos que tenía en Asia. Creo que este dinero se encuentra más seguro donde está ahora que en manos de los publícanos. Me dices que tenga valor; ¿dónde ves motivos de confianza? Y si es cierto, para « o l m o de males, que , a pesar de que nada me dices , se quiere atentar a mi casa (1), como asegura Crisippo ( 2 ) , ¿dónde hay hombre más infortunado que yo? Perdóname, te lo ruego; no puedo continuar. Ya ves cuánto ¡ne abruma el dolor: si al menos esta desgracia me afligiese a la vez c o n los de mi partido, me la censuraría menos y la soportaría mejor . Pero ni siquiera tengo este consuelo. Procura, si es tiempo aún, que no sea objeto de rigores y persecuciones excepcionales. He tardado en enviarte a tu mensajero, pero no he podido hacerlo más pronto. He recibo de los tuyos se tenta mil se x t e r c i o s , con las ropas que necesitaba. Te ruego escribas en mi nombre a quienes creas necesario. Conoces a mis amigos. Les sorprenderá ver otra letra y « t r o sello, pero les dirás que temía interceptasen «artas. mis

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Por el portador de esta carta podrás saber lo que aquí h a c e m o s . Mucho tiempo l e he detenido esperando noveda- (1) Los enemigos de Cicerón pedían que se confiscase su casa del monte Palatino para castigarle por haberse reunido con Pompeyo. (2) Liber to de Cicerón. 42 MARCO TULIO CICERÓN. des diariamente, pero nada ha ocurrido y te escribo solamente por contestarte. En cuanto a mis propósitos para las kalendas de julio (i), la cuestión no es fácil de resolver. En lo relativo a comprometer cantidad tan considerable en tiempos tan calamitosos, a realizar ese divorcio en medio de tales incertidumbres, no puedo hacer otra cosa , como en tantas ocasiones, que entregarme a tu constante amistad y dejar a mi hija dueña de la decisión. Desgracia grande ha sido para ella que no puediese y o en otro tiempo entenderme contigo de viva voz más bien que por cartas, acerca de lo que exigía el cuidado de nuestros intereses y de nuestra existencia. Dices que no tengo que temer ningún peligro especial: algo puede tranquilizarme es o , pero demasiado sabes que existen muchos motivos de inquietud que solamente se refieren a mí, que son muy graves y que fácilmente hubiese podido evitar. Mas podrán aligerarse si, c o m o siempre lo has hecho , me prestas el con c u r s o de tu actividad y prudencia. T e n g o dinero en casa de Egnacio: que permanezca allí. La situación actual no puede prolongarse mucho , y más adelante veré lo que he de hacer. Sin embargo, c a r e z c o de todo , y nuestro jefe no se encuentra en mejores con d i c i o nes a pesar de que le he hecho un préstamo considerable (2), lisonjeándome con que me servirá de honor si el (1) El 1.° de julio. Este era el día en que Cicerón debía entregar a Dolabela el segundo plazo de la dote de Tulia. Cicerón tenia dificultades para ello, porque si pagaba era de temer que Dolabela disipase en seguida aquel dinero, y por consiguiente que no pudiera restituirlo en caso de divorcio. Por otra parte, reteniéndole, daba motivo a su yerno para que pidiese el divorcio, y ofendía a un hombre que gozaba del favor de César y que podía enemistarle completamente con él. Quería, pues, esperar, para decidirse, el resultado' de la batalla que iba a librarse y que decidiría de sus asuntos como de los de su yerno. Ignórase si esperó hasta entonces, pero en todo caso pagó el segundo plazo de la dote. (2) Alusión a los 2.20O.000 sextercios que le pertenecían, y de los

CARTAS A ÁTICO. 43 orden se restablece algún día. Si consideras oportuno que escriba a alguien, hazlo tú en mi nombre . Mis saludos a tu familia. Cuida de tu salud. Recuerda en todo tu promesa, y atiende a no dejar carecer de nada a una persona cuyos sufrimientos, como sabes, constituyen mis mayores a m a r g u ras. En el campamento, idus de junio.

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He recibido una carta tuya por medio de Isidoro ( 1 ) , y otras dos después con fecha más reciente. V e o por la ú l tima que no se venden mis fincas rústicas (2). Necesitarás atender de tu peculio a las necesidades de mi hija. En cuanto a lo de Frusino (3), si v i v o , es cosa que me con v i e n e . La escasez de mis cartas depende de la carencia de noticias. Nada sé que merezca tu atención; y además, ni el giro de los acontecimientos, ni las medidas que se toman me agradan en manera alguna. ¡Ojala hubiese podido oportunamente entenderme contigo de viva v o z , más bien que por cartas! (4) Sostengo tus intereses delante de éstos l o que se apoderó Pompeyo en Asia. Cicerón demuestra aquí profunda resignación filosófica diciendo que ha prestado este dinero a Pompeyo. U) Esclavo de Ático. (2) Quería vender sus bienes para dar dinero a Tulia. (3) Había vendido sus bienes de Frusino (hoy Frosinonej y quería recobrarlos. (4) Ya en otra carta expresa este pesar, y puede creerse que es el de haber ido a reunirse con Pompeyo, cosa que no habría hecho a experimentar la inlluencia persunal de Ático en vez de recibir cartas que, una vez leídas, le dejaban entregado otra vez a sus inspiraciones. 44 MARCO TULIO CICERÓN. mejor que p u e d o . Céler obra por su parte. Hasta el p r e se n te, no he querido encargarme de nada, de nada que no e n tre en mis gustos y en mis propósitos. Me preguntas qué ha ocurrido de nuevo (1). Isidoro te lo dirá; lo restante no será más difícil a lo que c r e o . Obras muy bien, y te suplico con tinúes velando por lo que más me interesa. Mi tormento moral no c e de , y mi salud se resiente: en cuanto me lo permita, iré a conferenciar con el que dirige nuestros asuntos (2) y que vive con la mayor confianza. Nuestro amigo Bruto (3) demuestra mucho c e l o aquí. Esto es cuanto la prudencia me permite escribir. Te suplico no omitas nada para asegurar el segundo p a g o ; ya te dije en la carta que te llevó P ó l e x lo que debía hacerse.

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Decirte que me ha impulsado el instinto; que c i r c u n s tancias irritantes, crueles, inauditas han determinado en mí esta resolución (4), ó más bien este arrebato, sería es (1) Había de nuevo que habiendo atacado César el campamento de Pompeyo en Dirraquio, y habiendo sido rechazado, este fracaso, que, por confesión de César, podía haber arrastrado su completa derrota «si el enemigo hubiese tenido un general que supiera vencer,» inspiró mucha confianza a Pompeyo y sus tropas, y Cicerón participaba de esta coníianza. (2) Con Pompeyo. (3) Tenia tanto mayor mérito al mostrar aquel celo, cuanto que al servir a la causa común servía también a Pompeyo, matador de su padre. (4) Estas circunstancias eran los peligros que había corrido la vida de Cicerón después de la batalla de Farsalia, cuando, negándose a tomar el mando de quince cohortes que hasta entonces habían

CARTAS Á ÁTICO. _ 45' fuerzo demasiado d o l o r o s o . Juzga de las cosas por el r e sultado. Me encuentro en situación de no saber qué e s c r i birte ni qué desear de tí, tanto más, cuanto que las cartas que tú me has escrito, que otros han recibido tuyas, ó que se han dirigido en tu nombre, demuestran demasiado, c o m o y o pensaba, que ya no crees en el éxito de tus pri meras tentativas, y que buscas otros caminos para servirm e . Tu consejo de acercarme a Roma y de no pasar por las ciudades sino de n o c h e , no es cómo d o de ejecutar. ¿Encontraré y o en todas partes sitios de descanso adecuados para pasar el día? ¿Y qué diferencia encuentras entre que me vean en una ciudad ó en un camino? Sin e m b a r g o , reflexionaré y haré lo más conveniente. Me limito a contestar a las cartas que recibo. Dígnate eseribir en mi nom bre, tanto a Basilo (1) c o m o a todos aquellos a quienes creas necesario, y también a Servilio (2), si te parece bien. Si he guardado tan largo silencio, comprenderás que ha sido por falta de asuntos que comunicarte, y no por c a r e c e r de buena voluntad. Deseas saber cómo se ha portado con m i g o Vatinio ( 3 ) : tanto él c o m o los otros no han perdido ocasión de servirm e . Quinto ha estado pésimo conmigo en Patras, donde se le ha reunido su hijo, viniendo de Cociro. Creo que han marchado ya para hacer lo mismo que los otro s . estado al mando de Catón, el hijo de Pompeyo y sus amigos quisieron matarle. Otra causa era que regresaba a Italia ignorando si ]oaprobaría César. (1) L. Minucio Basilo, antiguo legado de César en la Galia, y después uno de sus asesinos. (2) P. Servilio Isaurico era entonces cónsul con César. (3) Era a la sazón cónsul designado cor. Q. Fufio Caleño. César habia dado a Fufio el mando de la Acaya. 46 MARGO TULIO CICERÓN.

CARTA VI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Veo cuánto te atormenta a la vez tu situación, la de la República, la mía especialmente y la aflicción que me abruma. No alivia mi dolor la parte que tomas en él, sino que , antes al contrario, se irrita más y m a s . Prudente eres en tus consuelos, especialmente cuando apruebas mi r e s o lución y me dices que no podía obrar de otra manera; y cuando añades (lo que me consuela menos que tu j u i c i o , pero me consuela también) que de igual manera piensan los demás, al menos todos aquellos que tienen alguna i m portancia. Si me encontrase se g u r o , me quejaría me n o s . Dicesme que crea en tu palabra: c r e o en ella, pero sé que atiendes mucho a consolar mis penas. Heme alejado del ejército y no me arrepiento: allí se fraguan proyectos atroc e s , y reina espantosa confusión con los bárbaros; la p r o s cripción está ya de c i d i d a , no individualmente, sino en masa; vuestros bienes se consideran como presa legítima: digo vuestros bienes, incluyendo los tuyos, porque se p r o ponen llegar a los últimos e x ceso s contra tí. Mis intenciones siempre han sido buenas, y nada tengo que censurarme en cuanto a ellas; pero debía haber tomado otras medidas. Debía haber permanecido en cualquier ciudad de Italia, y no moverme hasta que me llamasen: no hubiese dado tanto que hablar, y habría sufrido menos: y en último c a s o , no tendría que arrepentirme de esta falta. Permanecer m i se rablemente en Brindis me desagrada en todos conceptos . ¿Me acercaré a Roma, siguiendo tu consejo? Pero ¿cómo marchar sin mis lictores? Me los ha dado el pueblo y no

CARTAS A ÁTICO. 47 podrían quitármelos sin violencia. Solamente al acercarme a la ciudad les dispersé eon sus haces entre la multitud, temiendo algún acto brutal de los soldados. Momentos hay e n que y o mismo me encierro en casa. Supongo que ya habrás visto a Oppio. Si les conviene que me acerque, consiento en ello, para estar más al a l cance de sus indicaciones. Si he de darles crédito, César no solamente quiere preservarme de todo ataque, sino que también elevarme en favor y en dignidad; no habiendo nada que no pueda esperar y pretender. Sin embargo , creería mucho más en sus protestas y juramentos si h u biese permanecido ahí. Pero no hablemos del pasado: o c u pémonos del presente nada más. Procura hablar con ellos . ¿No crees o por t u n o , salvo su opinión, indicar a César, para mi justificación, que todo lo he h e c h o por consejo de ellos? (í) Úneles a Trebonio, Pansa y algunos otros; que escriban a César que yo no he obrado sino por sus inspiraciones. La enfermedad de Tulia me trae muy inquieto, sobre todo por la debilidad de su c u e r p o ; sé que le prodigas tus cuidados, y te lo agradezco en e x t r e m o . Pompeyo ha concluido como debía concluir; no he dudado de ello ni un solo instante. Tanto los reyes como los pueblos conocían tan bien el estado de sus asuntos, que donde quiera que llegaba su suerte era inevitable. Mas no puedo menos de deplorarle: era hombre íntegro, de h o n o r y valer. (1) Es decir, por consejo de Oppio y de Balbo había conservado los lictores y los haces laureados. Igual consejo le dieron C. Trebonio y Pansa; éste por escrito y de parte de César, con quien se encontraba entonces en Asia, siendo propretor de la Bitinia, puesto que conservó en el intervalo comprendido entre el 9 de agosto de 706, día de la batalla de Farsalia, y el 3 de noviembre de 708, época en que se le encuentra en Roma esperando el momento de reemplazar a M. Bruto en el gobierno de la tíalia Cisalpina. 48 MARCO TULIO CICERÓN. ¿Que te consuele por la muerte de Fannio? (1) Hablaba detl con odio porque habías permanecido en Italia. L. Léntulose había adjudicado por su parte la casa de Hortensio, l o s jardines de César y sus campos de Baias. Lo mismo sobre p o c o más ó menos se ha hecho en el otro partido; pero en el de Pompeyo no se retrocedía ni se detenían ante n i n guna consideración. El que había permanecido allí era e n e m i g o . Muchas cosas te diré en tiempo oportuno. Dicen que mi hermano Quinto ha marchado al Asia para someterse. Nada sé de su hijo: infórmate de él por medio de Diocares, liberto de César (2), al que no he visto, p e r o . él es quien ha llevado estas cartas de Alejandría. Dicen que vio a mi sobrino en Asia ó en camino de ella. Espero tus cartas con la impaciencia propia de las circunstancias; no me las hagas esperar. A ni de las kalendas de d i c i e m b r e .

CARTA VII.
CICERÓN A ÁTICO* SALUD. Muy grata me ha sido tu carta, en la que con tanto c u i dado te ocupas de lo que me interesa. Conservaré, pues, mis lictores, puesto que parece bien que los con se r v e , h a biendo concedido César la misma gracia á Sextio (3); y más (1) Pereció en la batalla de Farsalia ó le mataron en Egipto. En cuanto a L. Léntulo, cónsul el año anterior, Ptolomeo le hizo dar muerte en la prisión en que le había encerrado. Imposible es censurar bastante la crueldad de este rey con Pompeyo y su repugnante ingratitud con el hombre que habia hecho recobrar la corona a su padre.' (2) Este trajo las cartas que anunciaban la muerte de Pompeyo. (3) Sextio había sido nombrado propretor en Cilicia después de la partida de los tribunos de Roma, y César, considerando nulo este acto, como todos los posteriores a este acontecimiento, tuvo que dar nuevos haces a Sextio, más bien que conservarle los antiguos.

CARTAS A Anco. 49 bien que con c e d i d o , habiéndoselos dado. Porque dicen que considera nulos todos los actos del Senado p o s t e r i o res a la salida de Roma de los tribunos. Los míos puede dejármelos sin incurrir en contradicción. Pero ¿á qué hablar de Motores, cuando acabo de verme, ó p o c o m e n o s , expulsado de Italia? Antonio me remitió copia de una carta de César, en la que decía estaba informado del regreso de Catón (1) y de Mételo (2) a Italia y de su propósito de p r e sentarse en Roma; que no lo consiente; que su presencia podría excitar alteraciones, y que es necesario hacer salir de Italia á todos aquellos que no tengan permiso suyo para permanecer en ella. La carta está escrita bajo la influencia de profundo disgusto. Antonio se exeusaba alegando la necesidad de ejecutar las órdenes de César; é inmediatamente le envié a L. Lamia para que le dijese que por i n vitación urgente de César, trasmitida por conducto de Dolabela, había regresado a Italia. En vista de esto, Antonio me ha e x c e p t u a d o nominalmente en su edicto, lo mismo que a Lelio (3). Con mucho gusto hubiese prescindido de esto, y era muy fácil haberme comprendido sin nombrarme en una e x c e p c i ó n general. ¡Cuántas humillaciones! ¡Cuántas injurias! Tú haces cuanto puedes para debilitar los g o l p e s , y no pierdes por c o m p l e t o el trabajo. Al considerar tus esfuerzos para aminorar mis males, parécenme más l i g e r o s . Te suplico no te canses de escribirme; procura con vencerme de que no he perdido todo de r e c h o a la estimación de los hombres honrados. De esta manera conseguirás (1) Esto era un error. Catón Cabía pasado a África. (2) El tribuno del pueblo que quiso impedir a César que abriese, el Tesoro público. (3) D. Lelio Balbo mandaba la ilota que tenia Pompeyo en las costas de Asia. Durante la guerra se había apoderado de una isla a la entrada del puerto de Brindis, de la que no pudieron arrojarle ni la noticia de la batalla de Farsalia, ni la falta de víveres, ni la pérdida, de parte de sus naves. TOMO X . 4 SO MARCO TULIO CICERÓN. el objeto que se propone tu amistad; pero ¿cómo me p e r suadirás? Por desgracia no hay medio. Solamente los acontecimientos pueden abrir camino; pero la fortuna es adversa. Mas ¿quién sabe? pueden ocurrir incidentes; ¿no han ocurrido ya? Me acusaban, por ejemplo, de no haber seguido a Pompeyo , y su catástrofe ha venido a justificarme por no haber llevado tan lejos el de b e r . Por todas par tes murmuran porque no me encuentro en África: c r e o que no son los bárbaros, y de la nación más pérfida, los que deben defender la República, sobre todo contra un ejército tantas v e c e s victorioso. Tal v e z me reprobarán, porque parece, en efecto, que muchos varones importantes marchan a África (d), donde sé que se encontraban otros ya. Este e s , sin duda, un punto vulnerable y me urge que los acontecimientos vengan en mi s o c o r r o . Necesario sería al menos que no me encontrase solo, y que algunos otro s , si no todos, pensasen también en ellos: porque si p e r se ve ran y la fortuna les favorece, ¿qué te parece será de mí? Me contestarás preguntándome qué será de ellos si quedan v e n c i d o s : al menos perecerán con honor. Estas reflexiones son dolorosas. No me dices en qué te parece que Sulpicio (2) no ha obrado mejor que y o . No se aproxima, sin duda, a la gloria de Catón, pero vive exento de temor y remordimientos. Queda la situación de los que han permanecido en Acaya, y todavía tienen la ventaja de que son muchos, y que una vez regresados a Italia podrán entrar en el acto en sus casas. Continúa tú estos consuelos y procura justificarme. Excusas tu venida; con o z c o los motivos que te detienen, y comprendo además que me interesa que permanezcas en Roma para obrar y hablar oportunamente c o m o lo ha- (1) Para reunirse allí con Catón. (2) Sin duda Servio Sulpicio se había retirado a alguna ciudad central de la parte de Acaya, cuyo mando le dio César después.

CARTAS Á ÁTICO. 51 e e s . He aquí un punto que te recomiendo con especialidad. Supongo que no faltan gentes que dicen ó que dirán a César que me arrepiento de lo que he hecho y que estoy descontento de lo que pasa. Muy cierto es; pero lo afirman sin saberlo y con pérfida intención. Necesario es que ^albo y Oppio se encarguen de atender a esto y que no dejen de escribir a César para mantenerle en buenas disposiciones hacia mí: cuida diligentemente de que así lo hagan. Otra razón tengo para querer que permanezcas en Roma, y es el grandísimo deseo de ello que tiene Tulia. ¡Oh de s g r a cia! ¿Qué te diré? ¿Acaso sé lo que quiero? Abreviemos. Me c i e g a el llanto: encárgate de . todo . Piensa, sin embargo , en el tiempo en que vivimos, y no hagas nada que pueda p e r judicarte. La angustia y las lágrimas me impiden detenerme en este asunto, y solamente te mostraré mi profundo agradecimiento por las pruebas de cariño que recibe de tí mi hija. Bien has hecho en escribir por mí a unos y a otros. He visto a uno que ha encontrado a Quinto el hijo en Samos, y al padre en Siciona: su reconciliación será fácil. Como le verán antes que y o , deberían hacer en favor mío lo que en su lugareño dejaría yo de hacer por ellos. Dícesme que no eche a mala parte los párrafos de tu carta que me parecieron algo vivos: te aseguro que todo lo tomo muy bien: te ruego , pues, que continúes escribiéndome xiv de las kalendas de e n e r o . francamente, Adiós como lo haces, y que me escribas con frecuencia. §2 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA VIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. " Por bien que imagines lo que sufro, mejor lo sabrás por Lepta y Trebacio (1). Demasiado caro pago una ligereza que te empeñas en hacerme considerar como acto de prudencia. No dejes sin embargo de sostenerlo y de escribírmelo cuantas v e c e s puedas: tus cartas me consuelan m u c h o . Es necesario que influyas con los que me quieren bien y que tienen favor con Balbo y con Oppio especialmente, y que les decidas a escribir eficazmente en favor mío. Aseguranm e que tratan de perjudicarme: se ha hablado y se han e s crito cartas. Procuremos burlar estos ataques, que son muy graves. Fifio está allá y es acérrimo enemigo Quinto ha enviado a su hijo para que interceda mía. Dice a cuantos quieren oirlo mío. por él en primer lugar, y en segundo para que declame en contra que y o le he acusado ante César, en l o que César y sus amigos le desmienten terminantemente: mas no por eso deja de propalar en todas partes injurias contra mí. Esto es increíble y la pena que más m e aflige. Hame referido quien las o y ó cosas que ha dicho públicamente en Siciona, que me son muy sivas. Conoces su carácter y hasta lo has ofenexperimentado; ahora me ha tomado por blanco. Pero estos detalles a u mentan mi dolor y son muy a propósito para entristecerte también. Vuelvo, pues , a mi súplica: decide a Balbo para que mande un mensajero a César, según convinimos, y continúa escribiendo en mi nombre a cuantos conviene h a cerlo. Adiós, vi de las kalendas de enero. (1) Dos amigos íntimos de Cicerón, siendo Trebacio de los más antiguos.

CARTAS Á ÁTICO. §3

CARTA IX. CICERÓN Á ATKO, SALUD.. Muy cierto e s , como dices, que he obrado á la vez con ligereza y precipitación: ya no hay esperanza: las e x c e p ciones de los edictos me encadenan (1). Si tu activa é i n quieta amistad no se hubiese cuidado de esto, podría retirarme a cualquier soledad; pero ahora no puedo hacerlo. ¿De qué me sirve haber llegado antes de entrar en funciones los tribunos, si hubiese sido mejor no venir? ¿Qué puedo e s perar de un hombre que nunca ha sido amigo mío, cuando me encuentro ya bajo el peso de la ley? Las cartas de Balb o son más frías cada v e z : muchos escriben a César, y tal vez en contra mía. Me lie perdido por culpa propia. La c a sualidad no ha intervenido; y solamente de mí debo quejarm e . Al ver el carácter de la guerra, imprevisión y debilidad por un lado, energía y actividad por otro , pensaba p e r m a necer neutral (¿qué hacer?), y esta determinación, si no era la más heroica, era en mí más excusable que en otro cualquiera. Pero me dejé aconsejar, ó más bien imponer otra por mis amigos. Uno de ellos, el mismo que tú me r e c o m e n dabas, vas a con o c e r l e por las cartas que te escribe a tí y a los demás (2). Nunca las hubiese abierto ni con o c i d o a no (1) Exceptuado por Antonio del número de los que no tenían permiso de César para permanecer en Italia, Cicerón no podía abandonarla sin ofender gravemente a César y tal vez de un modo irreparable. La excepción de Antonio la convirtieron en ley los tribunos, de los que era uno Dolabela, yerno de Cicerón. (2) Su hermano Quinto. Apenas puede creerse tamaña bajeza de s\i parle, pero sus cartas le denunciaban y Cicerón las ofrecía a Ático, 54 MARCO TULIO CICERÓN. ser por las siguientes circunstancias. Entregáronme el p a quete, lo abrí para ver si traía alguna para mí: no había,, pero encontré dos para Vatinio y Ligurio. Se las remití, y casi en el mismo momento les vi venir corriendo indignados y clamando infamia. Entonces me leyeron aquellas c a r tas llenas de horrores contra mí. Ligurio estaba enfurecido: decía que , gracias a su amistad, le había mostrado siempre desvío César, y que si le había otorgado favor y si le había dado tanto dinero, solamente había sido por agradarme. Sufrido ya este dolor, quise saber también lo que escribía a los otros; pensando en lo que iba a perjudicarse si su procedimiento se hacía público. Todas las cartas eran parecidas; te las remito. Si crees que le conviene lleguen a su destino, remítelas. Soy superior a tales ataques. Las cartas están abiertas, p e r o c r e o que Pomponia tiene un sello. Su mal humor estalló al principio de nuestra travesía, y a causa de un abatimiento del que no he podido vantarme. Dicen que su propósito no es tanto lefavorecerse como perjudicarme. Todo se reúne para agobiarme. En medio de mis dolores aparece uno que vale él solo tanto como todos los demás; y e s , dejar a mi p o b r e hija (1) abandonada, sin patrimonio, sin recurso alguno. Por esta razón deseo tanto verte, como me has prometido. No tengo a nadie más que a tí a quien recomendarla, puesto que v e o a su madre destinada a las mismas pruebas que y o . Si no puedo verte, considera hecha la recomendación, y evita en todo lo posible los furores de su tío. Hoy es el día de mi n a talicio (2). ¡Ojalá no hubiese nacido! ¡ó al menos que mi m a dre no hubiese dado a luz otro hijo después! El llanto me impide continuar. (1) Tuiia. (2) 3 de enero.

CARTAS A ÁTICO. 55

CARTA X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mis increíbles angustias aumentan con lo que me refieren de mi hermano Quinto, de su hijo y de mis amigos. P. Terencio ha tenido que terminar obras en Asia, donde es viceadministrador de rentas. Vio al j o v e n Quinto en Efeso el vi de l o s idus de diciembre (1), y después de colmarle de atenciones, por respetos a nuestra amistad, le preguntó noticias mías; a esto, según Terencio, contestó que me odiaba, y le mostró un discurso preparado para pronunciarlo delante de César contra mí. Terencio le preguntó si estaba l o c o , y le hizo todo género de observaciones. de s pués encontró a mi hermano en Patras, oyendo iguales improperios. Puedes juzgar de su animosidad por las c a r tas que te he comunicado. Sé que todo esto te aflige, y para mí es un suplicio, tanto mayor, cuanto que ni siquiera tendré el recurso de quejarme. Las noticias de África son de todo punto diferentes a las que tú me comunicas ( 2 ) . D i cen que allí cuentan con fuerzas y están completamente preparados. Además, España se declara ( 3 ) , y la Italia se separa (4). Las legiones han perdido en número y no se (1) 8 de diciembre. (2) Después de la batalla de Farsalia, Escipión y Catón pasaron a África. £ 1 rey Juba y Varo se reunieron con ellos, sumando entre todos considerables fuerzas. (3) El hijo de Pompeyo había comenzado de nuevo la guerra en ella. Trebonio, que tenía el mando de la provincia, se vio obligado ¿ abandonarla. César acudió a sostener esta nueva guerra después de vencerá Escipión en África. (4) En efecto, la maltrataban demasiado los cesarianos, y especialmente Antonio, para que no se volviese contra César. 56 MARCO TULIO CICERÓN. encuentran animadas del mismo espíritu: las cosas de Roma son un c a o s . En medio de todo esto, imposible es dar e x pansión al ánimo, sino leyendo tus cartas, que seguramente serían más frecuentes si tuvieses algún consuelo que ofrec e r me . Sin embargo, te ruego no dejes de comunicármelo t o d o ; y si no puedes odiar a los que tan abiertamente se declaran enemigos míos, repruébales al menos; no porque espere que esto les corrija, sino para que sepan que no has dejado de ser amigo mío. Te escribiré con más extensión cuando reciba tu respuesta a mi última carta. Adiós, x n de las kalendas de f e b r e r o .

CARTA XI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Abrumado por mis e x c e s i v o s padecimientos, apenas p o -dría tener fuerza para escribirte aunque fuese indispensable hacerlo; y con mayor razón cuando verdaderamente nada tengo que decirte, y sobre todo cuando no veo pro^habilidad alguna en mi favor. Hasta cuento ya menos con tus cartas, y sin embargo siempre encuentro en ellas algo que me es grato: continúa, pues, escribiéndome siempre que encuentres a quien confiar tus cartas. Nada tengo que contestar a tus últimas, de fecha bastante lejana ya. V e o que en el intervalo ha cambiado mucho el aspecto de los negocio s . La fuerza vuelve á donde debe estar, y mi i m prudencia podrá costarme cara (1). Es necesario pagar a P. Salustio los treinta mil sextercios que he recibido de su ( 1 ) Es decir, que se robusteciese la causa de la República: y he aquí que Cicerón temblaba por haberse hecho proteger cerca de César y por César.

CARTAS A ÁTICO. 57 hermano Cneo. Te ruego vigiles para que no se retrase este pago, acerca del cual he escrito a Terencia. Este dinero está ya casi consumido; así es que has de ver con ella la manera de procurarme más. Sabiendo que tengo fondos disponibles allí, podré quizá tomarlos aquí; pero antes de pedir a alguno, necesito esta seguridad. Ya ves cuál es mi situación bajo-todos aspectos; no hay sufrimiento que no padezca ó espere, y por culpa mía, razón por la cual me son más p e n o s o s . Quinto se encuentra en Acaya, y no cesa de denigrarme: ya ves que tus cartas no han i n fluido en mi ánimo. Adiós, v m de los idus de marzo.

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Esta tarde, vm de los idus de marzo ( I ) , me ha traído Cefalión una carta tuya. Esta mañana te remití una por medio de mis mensajeros; pero, según v e o , estás inquieto por saber cómo pienso presentar a César mi salida de Italia (2), y sobre esto especialmente tengo algo que decirte. No tengo nuevas explicaciones que darle: muchas v e c e s le he escrito , y a bastantes otros he dicho que, a pesar mío, no pude, resistir el desencadenamiento de la opinión. Esta ha sido la razón capital. No deseo en manera alguna hacerle creer que he recurrido a consejos extraños para asunto de tal importancia. Después me ha escrito Balbo Cornelio el j o v e n , y , según su carta, César está con v e n c i d o de que mi hermano Quinto fué quien tocó marcha, así lo escribe. I g - (1) 8 de marzo. (2) Su marcha de Italia para reunirse con Pompeyo. 58 MARGO TULIO CICERÓN. noraba yo entonces lo que mi hermano escribía de mí a unos y otros, a pesar de que su lenguaje siguiente a César, por medio de Nilo: «No me preocupo menos de mi hermano Quinto que de mí mismo; pero no me atrevo a recomendártelo en la p o sición a que me han traído las circunstancias. más ha tratado de influir en mí contra tí, ni de Solamente enfriarme me atreveré a dirigirte una súplica, y e s , que creas que j a para contigo. Convéncele, por el contrario, de que sus con sejos han tendido siempre a aproximarnos; que no ha sido mas que compañero pasivo y no instigador de mi fuga. Dígnate, pues, de conservarle tu bondad y obrar con él según los impulsos de tu amistad. Que mi hermano no tenga nada que sufrir por causa mía: te lo ruego reiteradamente.» En caso de avistarme con César (y no dudo que éste le reciba bien, según ha indicado ya), seré para con mi h e r mano lo mismo que he sido siempre. Creo que ahora de b o mirar con inquietud hacia el lado de África. Dices que allí se lucha mucho menos para vencer que para ponerse en situación de convenir. ¡Ojalá suceda así! Desgraciadamente no lo c r e o , y estoy convencido de que tú tampoco lo c r e e s , sobre todo en el momento en que España se una al África (1). No quieres engañarme, pero tienes empeño en infundirme valor. Me invitas a escribir a Antonio y a los otro s ; quisiera que lo hicieses tú por mí, si es necesario, como ya lo has hecho . Yo no sabría en verdad qué lenguaje emplear con ellos. Te han dicho que me encontraba más abatido que nunca. ¿Cómo había de suceder otra cosa? ¿no ves cómo aumentan mis penas, y qué cosas tan bellas está haciendo y modales me hacían muy penosa su compañía. Sin embargo, escribí lo (1) Es decir, que la reunión de España y África es una razón más para creer que no quieren reconciliación, sino hacer la guerra a toda costa.

CARTAS A ÁTICO. 59 mi yerno? ( i ) Te ruego no dejes de escribirme siempre que puedas, aunque nada tengas que decirme. Nunca son estériles tus cartas. He tomado posesión de la herencia de Gal e ó n . Creo que me ha instituido heredero único, porque no me han notificado ninguna otra disposición de parte suya. A vm de los idus de marzo.

CARTA XIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. No he recibido aún la carta que trae el liberto de Murena (2), y contesto a Ta que me entregó P. Siser. Es igualmente falso lo que me refieres de las cartas de Servio el padre, como lo que te han dicho del viaje de mi hermano Quinto a Siria. Me preguntas cómo se portan conmigo las gentes de aquí y los que pasan. No me son hostiles; mas ¿qué adelanto con ello? esto es lo que sabes tan bien como y o . De todos los sinsabores que me abruman, el mayor es verme en tal posición, que tengo que desear por interés (1) Dolabela quería hacer aprobar muchas leyes sediciosas, siendo una de ellas la que descargaría de sus deudas a los que las tenían, en cuyo número se encontraba él, quitando además a los propietarios de casas un año de alquiler. Trebelio, el otro tribuno, se oponía áello, naciendo de está desavenencia multitud de desórdenes. Por las calles de Roma solamente se veía gentes armadas dispuestas a llegar a las manos. El populacho, según Tilo Livio, cometía los mayores excesos. En vista de esto, Antonio, jefe de la caballería, con el permiso del Senado, introdujo tropas en Roma y mató ochocientos plebeyos; pero esta hazaña, lejos de restablecer la paz, dio origen a la tercera facción, la de Antonio y el Senado. (2) L. Licinio Murena, el antiguo cliente de Cicerón y su huésped en Alsino en 709. 60 MARCO TULIO CICERÓN. mío lo que más he temido siempre (1). Dicen que-E. Léntulo, el padre, se encuentra en Rodas (2); que su hijo está e n Alejandría, y es cierto que C. Cassio (3) está en camino de Rodas para Alejandría. Quinto acaba de dirigirme una justificación cuyos términos son mucho más duros aún que todo cuanto ha podido decir en medio de su mayor e n o j o . Dice que ha visto por tus cartas que no estás contento de lo que había escrito de mí a ciertas personas; lamenta haberte disgustado, pero estaba completamente en su de r e c h o , y entra en injuriosos detalles de sus r a z o n e s . Hoy, como antes, elige para mostrar su aversión el momento en que me agobia el infortunio. ¡Ojalá me encontrase a tu lado, aunque hubiese pasado las n o c h e s como me decías! Ahora no sé cuándo ni cómo te veré. No es necesario que me hables de los coherederos hecho. Siempre he tenido intención de rescatar la finca de F r u sino: mucho tiempo h a c e ya que te lo dije; verdad es que entonces se encontraban mejor mis asuntos y menos desesperados los de la República: sin e m b a r g o , persisto en e l l o . Ten la bondad de disponer lo que de b a hacerse; y vé también, si tienes lugar para ello, dónde de b o tomar fondos para mis necesidades diarias. Todo el dinero contante que pude adquirir, lo puse á disposición de Pempeyo en tiempo en que crei dar, por este medio, prueba de penetración. de Fifidio. La petición es justa y hubiese aprobado cuanto has (1) Cicerón se queja de verse reducido, desde su regreso a Italia, al extremo de aprobar los actos de César, que siempre había desaprobado, porque no le queda otro medio de salvación. Si marcha a alguna ciudad neutral, cosa que antes pudo hacer con el consentimiento y hasta agrado de César, pone en peligro su vida y su fortuna, (2) Esto era falso: los Rodianos no quisieron recibirle, como tampoco a Pompeyo y gran numero de fugitivos ilustres. (3) C. Cassio mandaba la flota de naves sirias qiie la de César dispersó en el mar de Sicilia.

CARTAS Á ÁTICO. 61 Después me vi obligado a recurrir a tu administrador y a contraer otras deudas también, porque mi hermano me es cribía quejándose de que nada le había dado. Advierte que nada me había pedido y que el dinero de Pompeyo ni s i quiera pasó por mis m a n o s . Te ruego, pues , que veas cómo puedo adquirir r e c u r s o s , y aconséjame, puesto que conoces la causa del mal. El dolor me impide escribirte más: si hay que hacerlo a algunos, te ruego les escribas por mí, como de costumbre, y no dejes de escribirme también. Adiós.

CARTA XIV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Bien haces, ante los males que nos afligen a todos y muy especialmente a mi, en suprimir consuelos que tú mismo confiesas ser imposibles. Mi posición ha cambiado mucho . Al principio no me creía s o l o , pero he aquí que todos los que se encontraban en Acaya ó en Asia para hacer la paz, marchan, según se dice, al África, sabiendo ó no sabiendo l o que ha ocurrido allí (1). Así es que, exceptuando Lelio, nadie hay que haya compartido mi falta; y hasta es muy ventajoso para mí que tal suceda, porque ya está hecha su reconciliación. No dudo que César haya escrito ya relativamente a mí a Balbo y a Oppio; pero si hubiese buenas (d) La ignorancia en que estaban de los asuntos de Alejandría la tomaron como prueba de que iban mal para César, como efectivamente fueron bastante mal al principio; partiendo de esto, y olvidando lo que le habían pedido y esperaban de él, es decir, su perdón, se aprestaban a pasar al Egipto para volver de nuevo sus armas contra él. Por lo demás, a César no le detuvo tanto en Alejandría la ocupación que le daba el rey Plolomeo, como la belleza de Cleopatra, cuidándose muy poco de que esto se supiese. 62 MARCO TULIO CICERÓN. noticias, me las habrían trasmitido y te habrían hablado. Te ruego que procures verles, y escríbeme lo que te digan. Y no es que considere y o las palabras como garantías; p e r o esto me permitiría al menos respirar y tomar mis disposiciones. Aunque me repugna presentarme, sobre todo con tal y e r n o , no v e o sin embargo nada mejor para mí en el e x t r e m o en que me encuentro. Según me escriben Pansa é Hircio (1), Quinto no cambia, y se dice que marchará con los demás al África. Escribiré a Minucio a Tarento, y le enviaré tu carta. Te avisaré si ha hecho algo ó n o . Me pregunto cómo has podido reunir treinta mil sextercios , como no hayas conseguido muchos bienes de Fufldio ( 2 ) Te aguardo; pero ¡cuánto mayor sería mi placer v i é n d o t e ' si esto fuese posible! El momento es muy crítico, y fácil te sería juzgar cuál es el partido menos malo para mí. Adiós.

CARTA X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Puesto que tan justas causas te retienen en este m o me n to, haciendo imposible que te vea, te pregunto: ¿qué de b o hacer? Dímelo. El héroe continúa en Alejandría, y no se cuida de escribir acerca de lo que allí pasa. Y he aquí que el ejército de África les va a caer encima, y los de Acaya y de Asia, que están dispuestos a reunírseles, ó se detendrán en alguna plaza neutral. ¿Qué crees que de b o hacer yo? Demasiado v e o que el consejo es difícil. Soy el único, a lo (1) C Vibio Pansa y L. Hircio, cónsules en 710, y muertos los dos en la batalla que se dio contra Antonio bajo los muros de Módena. (2) Cicerón tenía sin duda parte en esta herencia, así como parece que Ático fué el ejecutor testamentario de Fulidio.

CARTAS A ÁTICO. 63 más con algún otro, que por un lado tiene cerrado el r e greso y por el otro la esperanza. Sin embargo , quiero c o nocer tu pensamiento, y este es el principal m o t i v o , entre otros mucho s , que me hace desear tanto verte. Minucio no me ha pagado, como ya te he dicho, más que d o c e mil sextercios: te ruego cuides de que c o b r e el resto. Lejos de mostrar ni el menor arrepentimiento, Quinto me ha escrito una carta abominable. En cuanto a su hijo, su odio no t i e ne límites. No hay pesar que no caiga sobre mí. Pero todo me sería llevadero sin el convencimiento de mi falta, que a todas horas me abruma. Si los demás hubiesen caído como y o , tendría como sombra de con s u e l o . Contempla al que quieras, y en todos encontrarás razón para su conducta; únicamente yo carezco de ella. Algunos fueron cogidos ó cortados, pero claramente se ve lo que querían: que les dejen escapar ó reunirse, como se demostrará. Los que esperando allá, pero voluntariamente marcharon a Fuflo no pueden considerarse mas que como tímidos. Otros están les bastará presentarse, porque siempre serán recibidos. En vista de esto, no puedes extrañar el angustioso estado de mi espíritu. No hay otra posición que la mía de la que no pueda salirse: pongamos también la de Lelio: ¿adelanto algo? Dícese que C. Cassio (1) ha cambiado de opinión y no marcha ya a Alejandría. Te escribo todo esto, no porque espere consuelos de tí, sino porque tengo curiosidad por saber lo que me dirás al ver los males que me agobian. Mi yerno se une a los demás, y hay cosas de que no puedo e s - (1) El rumor que había corrido acerca de su marcha de Rodas para reunirse con César en Alejandría parecía poco verosímil de parte de un hombre que había de llegar a ser uno de sus asesinos: era, sin embargo, verdadero, aunque parece que Cicerón lo desmiente. Cassio había marchado con toda su (Iota. Si después conspiró contra César, antes fué por vengar las heridas que éste le había causado en su amor propio, que por castigar al opresor de la libertad romana. 64 MARCO TÜLIO CICERÓN. cribirte porque me lo impiden las lágrimas. ¿No es también un suplicio el hijo de Esopo? (1) Nada falta a mis males, y soy el más desgraciado de los h o m b r e s . Vuelvo al princip i o : ¿qué hacer? ¿deberé acercarme p o c o a poco? ¿habré de cruzar el mar? Permanecer aquí más tiempo es imposible. ¿Por qué no se ha terminado con los bienes de Fuíidio? Esta clase de asuntos nunca dan lugar ni a la dificultad más pequeña: si una de las partes es demasiado débil, fácil es restablecer la igualdad por la vía de la licitación. No te hablo de esto sin motivo. Sospecho que los herederos, v i e n do la inseguridad de mi posición, procuran ganar tiempo. Adiós. Víspera de los idus de m a y o .

CARTA XVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En otra ocasión he podido engañarme, pero hoy no es culpa mía si nada tranquilizador v e o en esta carta. Dos p a labras apenas y que sospecho mucho no sean tuyas. Estoy seguro de que tú tampoco te has dejado engañar. Seguiré tu consejo y no saldré a su encuentro. En último c a s o , nada hay tan inseguro como su regreso. Los que vienen del Asia aseguran que no se trata de paz ni por a s o m o ; y por la paz me encuentro y o en este trance. Por ningún lado v e o claro, sobre todo después de ese descalabro en Asia, y el giro que han tomado las eosas en Iliria (2), con Casio (3), (1) Este hijo depravado del gran actor, amigo de Cicerón, era entonces uno de los amantes de Métela, con la que sostenía también relaciones criminales Dolabela, el yerno de Cicerón, sacrificando así a Tulia, a la que amenazaba ya con el divorcio. (2) La derrota de Gabinió en Iliria, después de la batalla de Farsalia, por M. Octavio, que mandaba la Ilota de Acaya por Pompeyo. (3) Quinto Casio Longino, a quien César había dejado el mando de

CARTAS A Anco. 65 en la misma Alejandría (1), en Roma y en Italia. Por mi parte, estoy convencido de que , a pesar de que se e n c u e n tre en camino, y de que todavía combata como se dice (2), las cosas quedarán terminadas antes de su r e g r e s o . me es cribes que la noticia de su carta ha producido cierta a l e gría en el buen partido (3): veo que recoges todo aquello que crees capaz de procurarme algún consuelo. Pero c r e o que ningún buen ciudadano me creerá tan apegado a la vida que quiera debérsela a é l , tanto más, cuanto que sería el único en este c a s o . Los que se encuentran en Asia e s peran el desenlace de los acontecimientos: los que están en Acaya continúan anunciando su sumisión á Fufio. Al principio temieron como yo é iban a tomar el mismo partido. Después vino el momento de tregua de Alejandría que les salva y me pierde. Insisto, pues, en lo que ya te he p r e guntado: si en asunto tan perdido ves algo que pueda yo hacer, no tardes en decírmelo. Admitiendo que quieran r e cibirme (y como v e s , no es cosa decidida), mientras dure la guerra ¿qué haeer? ¿dónde ir? Si me rechazan, la situación empeorará más. Espero carta tuya, y cuento con que me dirá terminantemente lo que piensas; te lo pido por favor. Me aconsejas que comunique a Quinto mi carta: así lo haría si la tal carta lo mereciese: además me escriben de Patras estas palabras: «No me encuentro mal aquí para los tiempos que corren; y estaría mejor si no tuviese el disgusto de oir a tu hermano hablar de tí de muy distinta manera que debería hacerlo.» Dices que se queja de que no le con t esto : le contesté por medio de Cefalión, pero hace España, y que la maltrató hasta el punto de que César tuvo que destituirle. Pereció en la desembocadura del Ébro cuando regresaba a Italia. (1) Cuando fueron rechazadas las tropas de César, casi completamente destruida su flota y él mismo tuvo que salvarse a nado. (2) César pasó cerca de nueve meses en Alejandría. (3) Esta carta de César era falsa. TOMO X. 5 66 MARCO TÜLIO CICERÓN. mucho s meses que detienen a éste vientos contrarios. Ya ' te he dicho que el hijo de Quinto me ha escrito con suma insolencia. He reservado para e l final un encargo que tengo que hacerte, suponiendo que lo encuentres conveniente y que quieras aceptarlo. ¿Podrías convenir con Camilo para decir a l g o a Terencia acerca de su testamento? (1) Las c i r c u n s tancias la imponen el deber de arreglar sus asuntos y pagar s u s deudas. Según dice Filótimo, sus intenciones son i n dignas; no me atrevo a c r e e r l o ; pero si algo puede hacerse para corregir esto, no lo descuides. Escríbeme acerca de todo lo que pasa, pero más especialmente acerca de este p u n t o . Tengo mucha necesidad de tus con se j o s : si no p u e de s darme ninguno, dímelo; al menos sabré a qué atenerm e . A m de las nonas de junio.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. V o y a escribirte muy p o c o , porque el portador de esta carta tiene prisa; no me pertenece, y muy pronto te e n viaré un mensajero. Mi Tulia llegó aquí la víspera de los idus de junio: n o cesa de encarecer tus atenciones y b o n dades, y me entregó tres cartas tuyas. Mi c o r a z ó n , en v e z de saltar de alegría a la vista de mi hija, de una hija tan virtuosa, tan amable, tan cariñosa, se estremeció por el contrario con mortal dolor al pensar en los crueles sufri(1) Cicerón y su esposa habían convenido en hacer testamento, lomando ciertas disposiciones particulares en interés de su hijo y de su nieto. Teniendo en cuenta las circunstancias, era muy importante hacerlo pronto, así como también contar las deudas y pagarlas.

CARTAS A ÁTICO. 67 mientas de esta mujer admirable, y al considerar que e s o s sufrimientos son obra exclusivamente m í a , y que nada tiene ella que censurarse. Cesa, pues, de buscar consuelos para mí, porque v e o que te esfuerzas en encontrarlos; ni consejos, que ya no son posibles, porque todos los has agotado, especialmente en tus últimas cartas. Pienso e n viar a Cicerón con Salustio al encuentro de César. En cuanto a Tulia, no v e o razón para detenerla aquí en medio de todos mis sufrimientos, y la enviaré con su madre en cuanto quiera marchar. Si no contesto a la carta que me has escrito por vía de consuelo, es porque fácilmente a d i vinarás mi. respuesta, y además te la di de antemano. L o que me refieres de las noticias de Oppio con c u e r d a muy bien con mis presunciones; pero estoy seguro que j a m a s se persuadirán de q u e , diga lo que quiera, apruebe nada de lo que hagan. Sin embargo , seré tan eauto como pueda, a pesar de que no v e o lo que haya de perder ó ga* nar con su o d i o . Aprecio muy bien la fuerza de las razones que te i m p i den venir, pero me contrarían mucho . Nada anuncia, aún su marcha de Alejandría, y es seguro que no ha llegado nadie de s de los idus de marzo ( i ) , y que no han recibido cartas de César después de los idus de diciembre (2): lo cual demuestra claramente que-esa carta del v de los idus de febrero (3), que en último caso nada probaría aunque fuese cierta, es apócrifa. Sé que L. Terencio ha abandonado el África y llegado a Pestum (4). ¿Qué traerá? ¿ cómo ha podido partir? ¿qué ocurre en África? Todo esto quisiera saber. Dicen que le ha enviado Nasidio ( § ) . Si te enteras (1) 15 de marzo. (2) 13 de diciembre. (3) 9 de ferero. (4j Ciudad de Lucania, en la desembocadura del Silaris. (5) Pompeyo había enviado a L. Nasidio con diez y seis naves a Domicio, que se encontraba en Marsella, y en socorro de la plaza. 68 MARCO T U M O C105RÓN. de algo, haz el favor de de c í r me l o . Haré lo que me dices en cuanto a l o s diez mil sextercios . Adiós: xn de las kalendas de julio.

CARTA XVUI. ClCERÓH A ÁTICO, SALUD. Nada se dice aún de la salida de César de Alejandría, sino que , por el contrario, se le cree abrumado por l o s n e g o c i o s . Así es que renuncio por ahora a enviar a Cicerón, y tú procura sacarme de aquí. Lo p e o r que podía a con t e cerme es quedar condenado a permanecer más tiempo en este paraje. A c a b o de escribir a Antonio, a Balbo y a Oppio. Bien se libren las batallas en Italia, bien se combata en el mar, no me con v i e n e continuar aquí: y de estas d o s hipótesis, una se realizará seguramente, si no las d o s . Por (lo que me refieres de tu conversación con Oppio, v e o claramente cuál es 1? opinión de todo s : te suplico e n carecidamente que la hagas cambiar. Sólo entreveo de s gracias. Y , lo repito, nada hay tan detestable como la p o s i ción en que me encuentro: he aquí por lo que quisiera que te entendieses con Antonio y l o s demás; hazlo así cuanto antes, y escríbeme lo más pronto posible. Adiós: x n de las kalendas de julio. sitiada por César. Por este pasaje de la carta de Cicerón parece que Wasidio mandaba entonces en las costas de África.

CARTAS A ÁTICO. 69

CARTA XIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. No he dejado de escribirte siempre que he podido e n riarte mis cartas, hasta cuando nada tenía que decirte. T ú , « n cambio, me escribes menos que antes y con más b r e vedad, sin duda porque crees que nada bueno puedes c o municarme. Aunque así sea, continúa escribiéndome, por p o c o que tengas que decirme y sea lo que quiera. La única noticia buena para mí sería que se ocupaban de la paz. No c r e o en ella, pero basta que deslices tú una palabra en a l g u n a carta para trocar en esperanza un deseo que apenas me atrevo a formar. Se espera a Filótimo para los idus de agosto (1). Esto es todo lo que sé. Te ruego me contestes acerca de todo lo que anteriormente te he escrito (2). No tengo tiempo mas que para tomar las precauciones ninguna. Adiós: xi de las kalendas de agosto. que exigen las circunstancias, cuando nunca había tomado y o

CARTA XX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Fácilmente v e o a qué se reduce tu larga carta: no tienes con se j o con que ayudarme, ni tampoco con s u e l o , porque no lo hay para sufrimientos como los míos. La casualidad (1) 13 de agosto.' <2) Lo concerniente al testamento de su esposa. "f(f MARCO TULIO CICERÓN. n o ha intervenido en mi desgracia: esta idea me la haría? soportable; pero todo procede de mi c e g u e d a d . E n con t r a bame enfermo de cuerpo y de ánimo, y ninguno de los míos quiso venir en mi auxilio. Así, pues, si de tí no puedo e s p e rar ya consejos ni con s u e l o s , no te los pediré en adelante. Pero te suplico que no dejes de escribirme cuanto se te ocurra, siempre que encuentres a quien encargar tu carta. No tendrás mucho tiempo que dirigírmelas. Según una carta de Sulpicio, César no se encuentra ya en Alejandría.. Este es un rumor muy v a g o , pero que confirman sin e m bargo todas las noticias posteriores. Verdadero ó falso,, nada me importa, ni sé tampoco lo que debo desear. En cuanto al testamento, te repito lo que antes te d i j e ' ¡ojalá lo pongan en manos seguras! T e ruego que cuides de e l l o . Me aflige el insensato amor de mi pobre hija: ninnuna mujer es tan desgraciada: si y o pudiese aconsejarla a l g o , te suplico me lo digas. Pero temo que este consejo i e sea tan difícil e o m o en todo lo demás, aunque esto me afecta mucho más que aquello (1). En el pago del segundoplazo de la dote estuvimos c i e g o s (2): quisiera haber hechootra cosa , pero el mal ya está con s u m a d o . Te ruego , como el hombre más apurado, que reunas en mi casa todo 16 que pueda venderse, muebles ó vajilla, y lo p o c o que se obtenga lo pongas en seguridad. Ya tocamos a la catástrofe: la paz es imposible, y el actual estado de cosas va* a desaparecer aunque sea por sí mismo. Habla a Terenciasi encuentras oportunidad. No puedo A d i ó s : m de las nonas de julio. escribirlo todo- (1) Créese que se refiere a las relaciones de Dolabela con Métela», relaciones que no ignoraba Tulia, siendo la causa principal de su, tristeza. (2) Esta segunda parte de la dote había sido pagada a Dolabela eh año anterior.

CARTAS A ÁTICO. 71

CARTA XXI. CICERÓN A Anco, SALUD. Me escribe Camilo que habéis celebrado la entrevista que tanto deseaba y o : espero tu contestación, pero considero imposible un cambio cualquiera aunque fuese indispensable. Sin embargo, como él me escribe, siento que no l o hayas hecho tú también. ¿No has recibido el aviso? ¿estarás enfermo? En tu última te quejabas de cierto malestar. El x n de los idus de julio (1) llegó de Rodas un tal A c a s i o , quien me dijo que Quinto partió el iv de las kalendas (2) para r e unirse a César. La víspera había llegado Filótimo a R o d a s , y traía cartas para mí. Tú mismo escucharás á Acasio; p e r o camina muy despacio, por cuya razón v o y a encargar a otro más ligero esta carta. ¿Qué dirán esas cartas de F i l ó timo? lo ignoro. Pero Quinto me felicita mucho. Por mi parte, he cometido tantas faltas, que ni siquiera imagino nada tolerable. Te ruego pienses en esa desgraciada. Como ya te dije, es necesario realizar algo para ponerla al abrigo de la m i seria. Piensa también en el testamento. ¡Ojalá me hubiese decidido antes, pero he tenido miedo de todo! Ante a con tecimientos tan detestables, el divorcio es lo más con v e niente, porque al menos sería señal de vida. Esa p r o p o s i ción de abolir las deudas, esas violaciones de domicilio, esas relaciones con Métela, esos escándalos de todo g é n e r o , eran mucho más de lo necesario (3). No hubiese desapare- cí) 8 de julio. (2) 29 de mayo. (3) Dolabela y Trebelio combatían uno contra otro, tanto de día 72 MARCO TULIO CICERÓN. cido entonces el caudal y hubiese mostrado y o sentimientos viriles. Recuerdo tus con se j o s : ¡pero este instante es tan crítico! ¿De qué han servido tantos miramientos? Ahora e s él quien parece que nos amenaza con el divorcio. ¿Ea qué situación nos encontramos, ¡oh dioses! si todo lo que se dice es cierto? ¡Cómo! sin hablar de lo que me atañe, ¿es mi yerno quien propone una bancarrota? Es indispensable el d i v o r c i o ; lo quiero como lo quieres tú. Tal vez pedirá la tercera parte de la dote. ¿Deberé esperar? ¿será mejor que me adelante? ¿qué me aconsejas? Aunque tenga que caminar de n o c h e , si no puedo de otra manera, es indispensable que te v e a . Desee que me escribas-acerca de e s to y de cuanto pueda interesarme. Adiós.

CARTA XXII. CICERÓN A A TICO, SALUD. El vi de las kalendas (I) recibí tu carta fechada el X H (2). Ya hace tiempo que había tomado mi partido acerca de las ofensas de Quinto, pero mi dolor ha recrudecido a la lectura de su carta (3). No podías tú abstenerte de remitírmela, pero hubiese preferido no haberla recibido. En cuanto al como de noche, eligiendo los punios más favorables de Roma, y de tal modo difundían la matanza y el incendio, que las vírgenes Vestales tuvieron que quitar de su templo los objetos sagrados. El temor de que. César no perdonase estos excesos a Dolabela le hacía desear que terminase su vida con un crimen extraordinario, esperando inmortalizar su memoria por este medio. (1) 27 de agosto. (2) 21 de agosto. (3) La carta de Quinto a César en la que maltrataba a su hermano, y que César envió a Balbo para que la comunicase a Cicerón, lo cual tuvo lugar por mediación de Ático.

CARTAS A ÁTICO. 73 testamento de que me hablas, decide tú en cuanto al fondo y a la forma. Por el dinero contante, ya te dije l o que ella me había escrito. Si lo exigen mis necesidades, tomaré donde me indicas. Es muy probable que César no se e n cuentre en Atenas para las kalendas de setiembre. Dices que tendrá mucho que haeer en Asia, especialmente con Farnaces. Se asegura que la duodécima legión, a la que Sila se dirigió primeramente, le recibió a pedradas; y se duda mucho que ni una sola quiera marchar (1). Créese que César marchará directamente de Patras a Sicilia: si l o hace así, tendrá necesariamente que venir aquí. Preferiría lo contrario. Hubiese podido, pero ahora temo verme obligado a esperarle, y dejar otra vez a esta desgraciada en un clima cuya pesadez aumenta sus males. Me aconsejas que me acomode a los tiempos: así lo haría si hubiese me dio y ocasión; pero después de haber cometido tantas faltas, después de sufrir tantas ofensas de los míos, no me es posible tomar actitud digna, ni siquiera salvar las apariencias. Hablas de Sila: su conducta hubiese sido admirable, de emplear mayor moderación. Hoy de b o prescindir de mí y considerar solamente el interés general, que ha venido a se r e i mío. Escríbeme con frecuencia, porque solamente tú me escribes. Y aunque recibiese cartas de todos, prefiriría, sin embargo , las tuyas. En cuanto a lo que me escribes de que está más afable con Quinto por consideración a mí, ya te dije que su hijo lo obtuvo todo al instante sin p r o n u n ciar ni una palabra acerca de mí. Adiós. (i) Estas malas disposiciones de las legiones no procedían de vana adhesión de los soldados a la causa de Pompeyo, sino de qué no se les .pagaba, y no querían marchar antes de recibir lo que se les debía. 74 MARGO TULIO CICERÓN.

CARTA XXIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Conozco la verdad de lo que me escribes y por d o s v e c e s anteriormente has dicho a Tulia. acerca de lo que me atañe (1). Aunque la medida estaba ya colmada, me encuentro más desgraciado aún al recibir tal afrenta sin dejar e s tallar mi resentimiento, ni permitirme impunemente la q u e ja ( 2 ) . Me resigno; mas a pesar de mi resignación, t e n d r e m o s que venir a lo que tú me aconsejas evitar. Tanto me h e c o m p r o me t i d o , que en cualquier estado de cosa s , y sea l o lo que quiera de la República, el resultado será igual para mf. Continúo de mi puño, porque lo que v o y a decirte ahora e x i g e mayor secreto. Te ruego veas qué hay del testamento que se hizo cuando Terencia c o me n z ó a no tener en cuenta mas que a sí misma y sus intereses ( 3 ) . Creo que no te h a brán conmovido sus reflexiones, puesto que no te consultó, como tampoco a mí. Siendo esto así, y puesto que ya has abordado la cuestión con ella, paréceme que fácilmente podrás indicarla que se confíe a un tercero, cuya fortuna nada tenga que temer de la guerra actual; a tí, por e j e m (1) Tulia se encontraba entonces en Brindis con su padre. (2) Parece que estas palabras se refieren a Dolabela, y que si no pice más es por temor a que se irrite César, amigo y protector de Dolabela. (3) Este testamento estaba hecho ya cuando Cicerón rogaba a Terencia que lo hiciese, y, según relato de Filótimo, contenía cláusulas indignas. Acerca de la anulación de estas cláusulas quiere Cicerón que hable Ático a Terencia y que la decida a que confíe á un tercero, al mismo Ático, la redacción de las nuevas cláusulas. Como se ve desde luego, estas cláusulas eran perjudiciales a Tulia, queriendo Terencia mejorar a su nielo, como también lo hizo Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. 75 p í o , que sería lo mejor si mi hija lo quisiera. ¡Pobre hijaí la oculto mis inquietudes en este asunto. En cuanto al otro negocio , s é que nada se vende h o y ; pero hay valores que pueden separarse y ocultarse para salvarlos de la ruina que nos amenaza. Dices que tu fortuna y la mía bastan para mí y para T u lia. La tuya sí, pero ¿quién sabe lo que será de la mía? por lo que atañe a Terencia, te referiré un rasgo entre mucho s , al que nada puede añadirse. Le escribiste que me remitiera d o c e mil sextercios, que eran el resto del dinero con tante: solamente me ha remitido diez mil: cuando ha s u s traído cantidad tan pequeña de otra que es pequeña t a m bién, ¿qué habrá hecho en grandes sumas? Nada sé de Filótimo; ni nada me ha dicho por escrito & por medio de mensajero. Los que vienen de Efeso dicen haberle visto allí ocupado de sus p r o ceso s : es muy p r o b a ble que nada se arregle antes de la llegada de César. de duzco de esto que Filótimo c r e e no tener ningún motivo para apresurarse, es de c i r , que solamente habrá habido desprecios para mí, ó que si tiene algo interesante que de c i r me , no se tomará el trabajo de venir a decírmelo hasta que termine todos sus n e g o c i o s . Esto me apesadumbra mucho , pero me n o s , sin embargo, de lo que podría creerse;, porque nada me importa menos que las noticias de A l e jandría. Ya sabes por qué hablo así. Dices que necesito acomodar el semblante y el lenguaje a las necesidades de los tiempos. Cosa difícil es; sin embargo , sabría contenerme si viese alguna utilidad en e l l o . Crees que las negociaciones de África pueden seguirse por cartas: siento que no me des las razones que te hacen creerlo así, y en vano b u s c o lo que puede convencerte d e ello. Te ruego no dejes de escribirme si ves algo que p u e da traerme con s u e l o , y aunque nada haya, no dejes de hacerlo. Por mi parte, si sé alguna noticia antes que tú, te la comunicaré. Adiós: vm de los idus de agosto. 76 MARCO TUL10 CICERÓN.

CARTA XXIV. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. El xvii de las kalendas de setiembre (I) llegó C. T r e b o n i o , que venía de Seleuca Pieria (2), habiendo caminado durante diez y o c h o días. En Antioquía vio al hijo de Quinto con Hircio en casa de César. Más me regocijaría de esto si p u diese esperar que l o que han h e c h o con él sirviera de regla para mí: pero existen también otros muchos temores y por varias partes. Además, lo que se con c e de como señor puede revocarse. También ha concedido gracia a Salustio; y se dice terminantemente que no niega nada a nadie, siendo esto lo que me hace considerarlo todo como sujeto a revisión. M. Galio, hijo de Quinto, ha devuelto a Salustio sus esclavos. Galio llega para hacer pasar las legiones a Sicilia, a donde César debe marchar inmediatamente desde Patras ( 3 ) . Si asi e s , seguiré mi primer pensamiento; me acercaré. Espero con impaciencia tu contestación a la carta en que te pedía consejos. Adiós: xvi de las kalendas de setiembre.

CARTA X X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El mensajero de Balbo me ha entregado puntualmente el paquete. Según indicas, estás inquieto por la carta de (1) 16 de agosto. (2) Ciudad de Siria, cerca de Apamea y de Antioquía. (3) De Patras, de donde debía partir César para pasar a Sicilia, y de allí al África para combatir a Escipión y los restos del partido de Pompeyo.

CARTAS A ÁTICO. 77 que él se encargó (1). ¡Ojalá no la hubiese recibido, porque sólo ha servido para aumentar mis pesares! Si hubiera caído en manos extrañas, ¿á quién habría enseñado algo nuevo? ¿Hay cosa más pública que el odio que me profesa y el estilo de sus cirrtas? César ha mostrado ésta, no por que le guste el procedimiento, según c r e o , sino para hacer más públicos mis quebrantos. Porque cuando me dices que Quinto puede haberse perjudicado y que es necesario salir a su encuentro, olvidas que ni siquiera se han querido recibir súplicas suyas: ciertamente no me disgusta esto , p e r o sí me desagrada ver que mi intervención no ha e n trado por nada. Creo que Sila estará aquí mañana con Mésala. Repelidos por las legiones, (vuelven apresuradamente al lado de su amo, para decirle que los soldados quieren que se les pague antes de marchar. Por este motivo se verá obligado a venir, contra la opinión general. Se detiene en cada ciudad días enteros. Haga lo que quiera, también le de t e n drá Farnaces. ¿Qué me oconsejas? Mi salud resiste con trabajo la influencia perniciosa de este clima; y este es un padecimiento nuevo que se une a los anteriores. ¿No p o dría excusarme de esperarle por medio de alguno de los que saldrán a recibirle, y acercarme algo a Roma? Piensa detenidamente en esto, te lo suplico, y una vez al me n o s , después de tantos ruegos inútiles, dame un c o n se j o . Bien s é que no es cosa fácil, pero entre dos males puede e l e girse el menor. Tu presencia me sería grandemente p r o v e c h o s a , y mucho adelantaría con ello. Vigila con atención, como me escribes, el testamento. (i) la de Quinto a César.

LIBRO DUODÉCIMO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Once días hace que me separé de tí; al salir de mi quinta antes de amanecer, te escribo esta cartita. Hoy p e r n o c taré en Anagni y mañana en Túsculo, donde pasaré un día: el v de las kalendas (1) seré puntual a la cita. ¡Ojalá, que inmediatamente pueda correr a abrazar a mi Tulia y dar un b e s o a la niña Ática! ( 2 ) . Te ruego me hables de ella antes de que deje a Túsculo, para que sepa y o algo de lo que te d i c e , y si se encuentra en el c a m p o , lo que te escribe: entre tanto remítela ó dala tú mismo mi saludo, así como también a Pilia (3). Pronto nos v e r e m o s , pero n o dejes de escribirme si ocurre algo nuevo. Cuando cerraba esta carta, el mensajero, que ha c a m i nado toda la n o c h e , me entrega la tuya: al leerla, me con dolí mucho por la ligera fiebre que ha tenido Ática. Me comunicas además cuanto deseaba y o saber. Dices que calentarse por las mañanas es muy bueno para el anciano: (1) 26 de marzo. (2) Hija de Atieo. (3) Esposa de Atieo. 80 MARCO TULIO CICERÓN. sí; pero cuando vacila la memoria, le es mucho mejor aún» El rv de las kalendas (i) iré a casa de Appio, el ni (2) a la tuya, a la de Quinto (3) el v, esto e s , el mismo dfa de mi llegada. Creo que está bien contestado. No hay nada n u e v o . Además, ¿para qué escribir? ¿No nos decimos hablando cuanto se nos ocurre? Y aunque nada tengamos que de c i r n o s , hablar es algo ya.

CARTA II. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. g_ Corren rumores de que Murco (4) ha perecido en un naufragio; que Polión ha caído prisionero, y que la misma borrasca ha impulsado cincuenta naves al puerto de Ulica. Ignórase por otra parte lo que ha sido de Pompeyo (5), que no ha tocado en las islas Baleares, según asegura Pac i e c o (6). Pero nada de esto es auténtico, y es cuanto se ha dicho durante tu ausencia. Entre tanto se celebran los (1) 27 de marzo. (2 28 de marzo. (3) Cicerón, por consiguiente, se había reconciliado con él, ó mejor dicho, le había devuelto su amistad, a pesar de cuanto había hecho Quinto para merecer su irrevocable pérdida. (4) L. Stasio Murco, teniente de César en África. Después de la muerte de César, se unió a uno de los enemigos más irreconciliables del dictador, a C. Cassio, que le dio un mando en su escuadra. Derrotado éste, pasó á Sicilia, donde Sexto Pompeyo, por delación de dos oñciales, le dio la muerte. (5) Un huracán arrojó la nave de Escipión, que huía de España, a la costa de África, que tan fatal fué para él. (6) L. Julio Pacieco, español, hombre hábil y conocido en la, provincia donde sirvió a César, y en la que se apoderó por sorpresa de la ciudad de ülia, sitiada en vano por Cn. Pompeyo.

CARTAS A ÁTICO. 81 j u e g o s de Prenesto (1). Hircio está allí y todos los demás. Ya tienen para ocho días; ¡y qué festines, qué orgías! Quizá se decide todo entre tanto. ¡Admirables hombres! Balbo edifica (2). ¿Qué le importa todo esto? ¡Qué quieres! para e l que busca el placer y no la virtud, ¿no es esto vivir? Pero tú duermes. Ya debes decidirte y elegir entre el uno y el otro. Mi opinión, si me la preguntas, es que de b e m o s tomar lo nuestro donde lo encontramos. Pero basta ya: te espero muy pronto, porque te hospedarás en mi casa, se gún c r e o . Dedicaremos un día a Tiranión, y veremos. después...

CARTA III. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Creo que , después de tí, no hay hombre me n o s c u m p l i mentero que y o ; y si [el uno y el otro lo s o m o s alguna v e z , ciertamente no es entre nosotros. V o y a hablarte, pues, con toda sinceridad. Que pierda la vida, querido Á t i c o , si Túsculo, ó donde quiera que me encuentre, si las mismas islas Afortunadas (3) pueden ofrecerme algo que me haga prescindir de tí un día entero. Tres días aún he de tener paciencia. Ya ves que te asocio a mis penas, y ereo que no sin razón. ¿Cuándo recibiré noticias de la v e n ta? ¿Hoy, ó solamente a tu llegada? Entre tanto tengo mis libros, pero me hace mucha falta la historia de V e n o n i o . No olvidemos, sin embargo , los negocio s . Puedo elegir (1) Probablemente los juegos de la Fortuna, que tenía en Prenesto un templo magnifico. (2) Balbo¡ español. Pompeyo le hizo ciudadano romano, y César l e colmó de favores. (3) Hoy las Canarias. TOMO x. 6 82 MARCO TULIO CICERÓN. entre tres medios para el crédito que César se ha dignado r e con o c e r . Hacerme adjudicar los bienes en subasta; pero preferiría perderlo todo, y además de la ignominia, el r e sultado sería la pérdida: aceptar un compromiso con plazo de un año, sobre alguno de los compradores; pero ¿á quién se con c e de tanta confianza? ¿y no será éste año el de Mentón?(l): ó aceptar, como V e c i e n o , la mitad al contado. Medita acerca de todo esto. Continúo temiendo que el e n cargado de la venta no la realice, y que, una vez terminados los j u e g o s , no acuda a Prenesto para unirse a los que aplauden, con objeto de hacer más notable un resultado tan bien merecido. Pero ya v e r e m o s .

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Oh grata y deliciosa carta! Me has proporcionado un día feliz. Encontrábame muy angustiado. Habíame dicho Tirón que tu senblante estaba enrojecido: pero esperaré un día más, como me aconsejas. Ese elogio de Catón (2) es un verdadero problema de Arquímedes. No conseguiré jamás que tus convidados me lean, no diré con placer, pero ni siquiera con paciencia. Aunque nada dijese de las opiniones que ha expuesto, de la parte activa ó del consejo c o n que ha intervenido en los negocios de la República; aunque me limitase a un elogio desnudo de su energía y constancia, todavía lo encontra- (1) Diez y nueve años. Esle es el número de-oro inventado por el astrónomo ateniense Mentón. (2) A esle elogio de Catón, que se había dado la muerte en ütica, contestó César con el Anticatón.

CARTAS A ÁTICO. 83 rían insoportable. Mas es imposible elogiar a un varón como ése sin hacer constar los tres puntos siguientes: Previo todo lo que s u c e de ; hizo cuanto -pudo por evitarlo; ha renunciado a la vida por no presenciarlo. ¿Hay algo en esto que pueda aprobar Aledio? Te ruego cuides de tu salud, y siendo prudente en todo , sélo más en convalecer.

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Quinto está medio l o c o , si no lo está por c o m p l e t o . Helo regocijado porque su hijo y Stacio son Lupercos (1). ¡Doble escándalo para la familia! Y puedo decir triple, porque F i lótimo lo es también. ¡Oh demencia sin igual, si no es m a yor la mía! ¡Y tiene el atrevimiento de contar contigo para esta hazaña! Pero aunque-tus fuentes no estuviesen a g o t a das; aunque se sacase de ellas con tanta abundancia como de las de Pirena y Aretusa, esa divina emanación del Alfeo, hablando tu lenguaje, ¿adonde le llevará todo esto, apurado como se encuentra ya? Pero él debe considerarlo. Me deleita mucho mi Catón; pero Lucilio Basso está muy contento también de sus obras. De Celio, entérate t ú , según escribes; yo no sé nada. No basta recibir o r o ; es n e cesario saber a qué título. Si se te ocurre la menor duda, infórmate también de Hortensio y de Virginio. Ya v e o que e s muy difícil saber qué es lo mejor que puede hacerse. (1) Nada peor de lo que dice Cicerón podía decirse de esta mascarada, en la que se ostentaba la adulación más baja y en la que se encontraban reunidos su sobrino, el liberto favorito de su hermano, Stacio, y Filótimo, el liberto de Terencia. Estos constituían el tercer orden de sacerdotes Lupercos, establecido en honor de César, con el nombre de Luperci Julii. 84 MARCO TULIO CICERÓN. En cuanto a Mustela (1), bien está; espera la llegada de Crispo. He escrito a Aulo en cuanto a ése o r o , que sabía bien a qué atenerme y qué había, convencido a Pisón. O p i no como tú; este negocio se prolonga demasiado. En Iostiempos que corren es urgente realizar. Bien v e o que únicamente piensas en mí, y que sólo el cúmulo de misnegocios te impide venir a v e r me . Pero es como si te t u viese a mi lado. Desempeñas mis asuntos, y puedo de c i r que sigo todos tus movimientos; porque no me dejas i g n o rar ni una hora de tus días. R e c o n o z c o que Tíbulo (2) fué pretor bajo el consulado de L. Mételo y C. Máximo. Quisiera saber ahora bajo qué cónsules fué tribuno P. Seésiguiente, vola, el pontífice máximo. Creo que fué al año bajo Ceflón y Pompeyo . Fué sin duda pretor bajo P. F u rio y Sexto Atilio. ¿Pero en qué época tuvo lugar su tribunado? Si puedes, díme también de qué crimen se acusó a Tíbulo. Te ruego veas del mismo modo si L. Libón, el a c u sador de Servio Galba (3), fué tribuno bajo el consulado de Censorino y Manilio ó de T. Quintio y de M. Acilio. Bruto me confunde con un compendio de los Anales de Fannio. Copié el final, y bajo su autoridad hice al historiador Fannio yerno de Lelio. Pero tú me has refutado matemáticamente, y ahora te devuelven el golpe Bruto y Fann i o . Había bebido y o en buena fuente, en Hortensio, que (1) Este Mustela, según Crispo, Othón y Virgilio, era uno de los cuatro herederos de los jardines de Scápula, que Cicerón quería comprar para alzar en ellos un monumento a Tulia. f2) L. Ostilio Tíbulo, pretor en 612: habiendo recibido encargo de procesar a unos asesinos, aceptó de ellos dinero, con tan poca reserva, que el tribuno P. Scévola le denunció al pueblo, que ordenó el proceso. El Senado encargó al cónsul Cn. Cepión que informase. Tíbulo no se atrevió a defenderse y se desterró voluntariamente, envenenándose poco después. (3) Q. Servio Sulpicio Galba, acusado de haber condenado a muerte, siendo pretor en España, a algunos Lusitanos con desprecio de la fe que les había jurado.

CARTAS Á ÁTICO. 85 está de acuerdo con Bruto. Esta es mi autoridad. Ponme todo esto en claro. He mandado a Tirón al encuentro de Dolabela, y estará de regreso para los idus (i). Te espero al día siguiente. V e o tu interés por mi Tulia: consérvaselo siempre; y o te lo ruego . Que todo continúe lo mismo, conforme me es c r i b e s . N o me disgusta no asistir a las kalendas, con objeto de e v i tar las cuentas de Nicasión y tener tiempo para arreglar las mías; pero encontrarme lejos de tí no tiene r e c o m p e n s a . Cuando me encontraba en Roma esperando a cada m o mento verte llegar, ya se me hacían muy largas las horas. Sabes que no soy lisonjero y que digo mucho menos de lo que siento.

CARTA VI. CICERÓN Á ATICÓ, SALUD. T e ruego veas si hay amalgama en el oro de Celio. Es cosa qué ya se ha visto, y bastante es perder en el c a m b i o , para perder también en el o r o . . . Mas ¿para qué hablo? Tú n o te dejarás engañar. Este es el estilo de Hegesias que tanto gusta a Varrón. Hablemos de Tiranión. ¡Cómo! ¿será verdad? ¿sin mí? veinte veces se había puesto a mi d i s p o sición, y nunca quise aceptar sin tí. ¿Cómo enmendar esto? De una sola manera. Envíame su libro: te lo pido con instancia. Además, no me producirá más placer que me ha producido tu admiración. Me gusta todo lo que es popular; y ese v i v o interés por detalles técnicos, me deleita por tu parte. Pero en último c a s o , te r e con o z c o bien en e s o . Iris- . truirse, instruirse siempre, este es el verdadero alimento (i) 15 de julio. 86 MARCO TULIO CICERÓN. del alma..Mas díme:¿qué relación existe entre el acentoasunto agudo ó grave y mi tratado Be Finibus? Pero la discusión será larga y tal vez te estarás ocupando d e algún mío. Si has tenido alguna sesión agradable en mi jardín,, me haré pagar con usura. Repito lo anterior: envíame el libro de Tiranión, te lo ruego . Lo tienes, puesto que te l o han dedicado: «Cremes, tus negocios te dejan m u c h o lugar.» ¿Para leer mi Orador? ¡Animo! eres muy amable, pero l o serás mucho más si te tomas el trabajo de hacer que e s c r i ban tus copistas Aristófanes en vez de Eupolis, y poner la misma corrección en todos los ejemplares. Paréceme que César se burla de tu qucero (1), que e s , sin embargo , latín muy culto. Pero en último caso te ha tranquilizado en un tono que me quita toda inquietud. Esa fiebre de Ática es muy pertinaz; sin embargo , habiendo de s aparecido ya el frío, espero que no tardará en verse libre de ella.

CARTA VII. CICERÓN A Anco, SALUD. He contestado a cuanto preguntas, en una carta de que h e encargado a Eros; breve e s , pero contiene más de lo que deseas saber. También me o c u p o en ella de C i c e rón (2). Tú eres quien me ha puesto en camino. Le he h a (1) En una solicitud a César en favor de los habitantes de Buthrota, que se habían mostrado muy decididos por Pompeyo, había empleado Ático esta palabra de que se burlaba César. (2) Su hijo. Este había asistido a la batalla de Farsalia, distinguiéndose por su valor, y ahora quería servir bajo el mandóle César en España en contra de los hijos del hombre que había defen-

CARTAS A ÁTICO. 87 blado en forma que podía satisfacerle, y quisiera, si se presenta ocasión, que tú le examinases acerca de lo mismo . Mas ¿á qué hacerte esperar? Le he dicho que, con a u torización mía, le habías preguntado acerca de sus p r o y e c tos y necesidades; que conocía su deseo de marchar a España y su escasez de dinero. En cuanto al dinero, le he prometido tratarle lo mismo que a sus hijos Publio y L é n tulo el flamín. En cuanto al viaje a España, le he" presentado dos dificultades: la primera, que a tí también presenté, es que puede temerse mucho que redunde en perjuicio suyo-, que ya era bastante haber abandonado una bandera, sin marchar además a alistarse en la contraria: la segunda, que sería un suplicio para él ver a su primo ser objeto de todas las preferencias y favores. He añadido que me agradaría mucho pagase mis sacrificios con alguna con de s c e n dencia; pero en último caso le he dejado en libertad, por que he creído advertir que no te oponías mucho a su p r o y e c t o . Pensaré en esto con más detención, y te ruego hagas lo mismo. El partido mejor y más sencillo es permanecer aquí: el otro es muy aventurado. En fin, v e r e m o s . También decía algo de Balbo en mi carta. Pienso esperar su regreso, con tal de que su ausencia no se prolongue de - masiado. No siendo así, dentro de tres días a lo más. Olvidaba decirte que Dolabela está aquí con m i g o . dido contra César: el cambio no podia menos de notarse y ser juzgado con dureza. Además, en España vería a su primo siendo objeto de favores y preferencias. Parece que el joven Cicerón renunció al fin a su proyecto. 88 MARCO TÜL10 CICERÓN.

CARTA VIU.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me agrada que se apruebe mi plan acerca de Cicerón: el compañero es a propósito ( i ) . Pero ocupémonos ante todo de este primer plazo. Se acerca el día, y el interesado tiene prisa. Te ruego me escribas lo que Céler refiere de C é sar relativamente a los candidatos. ¿Piensa en los campos Feniculares ( 2 ) ó en el de Marte? ( 3 ) . Deseo saber si s o y necesario en Roma para los comicios , porque quiero dar gusto a Pilia y a Ática.

CARTA IX. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Muy bien me encuentro aquí, y diariamente me e n con traría mejor, a no ser por lo que te dije en mi última. Nada hay más agradable que este retiro; pero el hijo de A m i n tas (4) viene con demasiada frecuencia a turbar sus delicias. ¡Insoportable hablador! Además, puedes estar c o n - (1) Este compañero era L . Tulio Montano. (2) Pradera en la España citerior. (3) ¿Nombrará los magistrados en España, ó dejará libertad para las elecciones? (4) L. Marcio Filipo, que había casado con una sobrina de César. Cicerón le llama hijo de Amintas. como lo era Filipo, padre de Alejandro; y le llamaba así, por si caía en manos extrañas su carta (que era su preocupación constante), no se supiese a quién aludía.

CARTAS A ÁTICO. 89 vencido úe que nada hay tan placentero como esta c a s o , estas costas, este mar y todo lo demás; pero no tenga otra cosa que decirte, y el sueño me abruma.

CARTA X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Desgracia grande e s , a fe mía, la muerte de Athamantes ( 1 ) . Muy justo es tu dolor, sin embargo, es necesario moderarlo. Muchas consideraciones pueden hacer se , pero la más sencilla es pedir a la razón lo que el tiempo no niega jamás. Pero o c u p é m o n o s especialmente de la salud de tu Alexis, fiel imagen de mi querido Tirón, al que acabo de enviar enfermo a Roma . Por poco que pueda temerse de epidemia en el Quirinal (2), mándame a Alexis con T i s a menes: como sabes, toda la parte superior de mi casa está desocupada. Creo que esto es lo mejor .

CARTA XI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me duele lo de Senio; pero es necesario soportar todo lo que está en el orden de la naturaleza. Nosotros mismos ¿qué somos? ¿cuánto tiempo tendremos aún para p r e o c u parnos de lo que sucede? Pensemos en las cosas que nos (1) Esclavo ó liberto de Ático, como Tisamenes y Alexis. Los Romanos ilustres profesaban mucho cariño a los esclavos y libertos literatos, y muy especialmente Cicerón y Ático. (2) Donde habitaba Ático. 90 MARCO TULIO CCERÓN. atañen más de cerca, que, en último c a s o , tampoco nado. Para no olvidar nada, Ceronio me escribe que nos atañen, y veamos qué actitud hemos de tomar en el se Postu- mia (1), esposa de Sulpicio, le ha visitado. Te he dicho que, por ahora, no pensaba absolutamente en la hija de ' Pompeyo. Me hablas de otra. Sin duda la con o cera s : yo no con o z c o ninguna más repulsiva; pero pronto iré y hablaremos. Cerrada ya mi carta, recibo la tuya. Me regocija que Ática r e c o b r e su alegría; pero no me gusta esa indicación de fiebre.

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. g R a z ó n de más pana terminar lo de la dote. La condición de Balbo para la traslación es tiránica. P e r o , de una ú otra manera, te ruego que termines. Me avergüenza ver de t e nidos perpetuamente mis negocio s . La isla de Arpiño (2) puede recibir la apoteosis ( 3 ) de mi hija: lo único que deploro es que el paraje no sea bastante distinguido: se encuentra muy retirado. Pienso mucho en los jardines, que inspeccionaré a mi r e g r e s o . (1) Esta quiso en otro tiempo casar al hijo de Servio con Tulia, hija de Cicerón; y ahora quería casar al mismo Cicerón, recientemente divorciado de Terencia, con la hija de Pompeyo. Tampoco consiguió su objeto, pues Cicerón casó con Publia, hija de Publio. (2) Esta isla estaba en el Fibreno. En una granja que alli tenía su padre, nacieron Cicerón y su hermano, de antiquísima familia, y allí tenían sus altares, sus parientes y los monumentos de sus abuelos. (3) Sabido es que Cicerón, en cuanto pudo, quiso divinizar a su hija.

CARTAS A ÁTICO. 91 Sea como quieres de Epicuro ( 1 ) , pero me hubiese con venido mucho más un interlocutor de los tiempos pasados. No puedes figurarte cuántas exigencias encuentro. Habíame de los antiguos; éstos no hacen reclamaciones. Nada tengo que decirte, pero me he impuesto la obligación de escribirte todos los días para conseguir contestación tuya; y no es precisamente porque espere noticias. Mas ¿quién sabe? aguardo siempre. Así, pues, teniéndolas 6 n o , no dejes de escribirme, y cuídate.

CARTA XIH.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ática me inquieta, no obstante la confianza que me inspira Cratero (2). La carta de Bruto ( 3 ) es propia de un sabio y de un amigo; pero no por eso ha dejado de hacerme derramar muchas lágrimas. La soledad me tranquiliza mucho menos que todas estas visitas. Únicamente a tí te e c h o de me n o s : pero aquí puedo dedicarme al estudio con tanta comodidad c o m o en mi casa. Sim embargo , constantemente amenaza el mal que me asedia; y no e s , a fe mía, que y o le e x c i t e , pero tampoco le c o m b a t o . Me hablas de Apuleyo: creo que no necesitas ocuparte de este asunto, como tampoco Balbo y Oppio. A los dos les ha prometido, y a mí mismo hizo que me dijesen, que por nada quería disgustarme. Te ruego no olvides disculparme (1) Cicerón trabajaba entonces en el diálogo De Finibns, en el que examina en qué consiste el soberano bien. Ático quería que introdujese algún interlocutor vivo, pero Cicerón no lo hizo al (in así. (2) Médico famoso de que habla Horacio. (3) Acerca de la muerte de Tulia. 92 MARGO TULIO CICERÓN. siempre con mi salud (1). Lenas (2) se había encargado de e l l o : únele C . Septimio (3) y L. Stantilio. A de m a s , nadie rehusará jurar por mí. Si se presentase la menor dificultad, iría en persona, y de una vez para todas haría j u r a mento de que me encuentro enfermo (4). Me agrada la privación de festines aparatosos; prefiero aprovecharme del beneficio de la ley que de mi quebranto. Te ruego h a gas demandar a Coeceyo (5): me había dado su palabra y falta a ella. Deseo poder comprar cualquier rincón sólita-' rio donde ocultar mi dolor.

CARTA XIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Anteayer te escribí rogándote me excusaras con Apuleyo. Paréceme que el asunto es sencillo. A cualquiera que llam e s , c r e o que no se negará. Sin embargo , acude con p r e ferencia a Septimio, Lenas y Stantilio, porque se necesitan (1) Este pasaje se refiere a la comida augural que Apuleyo, elegido recientemente augur, debía, según costumbre, dar a sus colegas, entre los que se encontraba Cicerón. Justas razones tenía éste para querer sustraerse a estas costumbres, jorque a este banquete debían seguir otros muchos, como lo indica el ruego que dirige a Ático para que le excuse siempre. (2) Algunos creen que este Lenas es Cn. Pompilio Lenas, a quien defendió Cicerón y que le degolló después. Añádese que era augur. (3) Otro augur. Era pretor en 697 y muy favorable al regreso de Cicerón, desterrado entonces. (4) Esto se refiere probablemente a la ley suntuaria de César, que permitía a los que juraban estar enfermos no asistir a los banquetes públicos. Algunos han dudado de la existencia de esta ley; otros la atribuyen a Augusto. (5) Un deudor de Cicerón. Algunos creen que era Coceyo Nerva, abuelo del que fué emperador.

CARTAS Á ÁTICO. 93 ¿res. Lenas se lisonsejeaba de arreglarlo todo por sí s o l o . Dices que Junio (1) te ha demandado: afortunadamente Corniflcio es r i c o . Pero desearía saber si estoy mezclado en el asunto, por qué cantidad he respondido y si es por el padre ó por el hijo. Que esto no te impida ver, c o m o me indicas, a los procuradores de Cornificio, así como t a m bién al gran comprador de tierras, Apuleyo (2). R e con o z c o en tus consejos tu ordinaria bondad; p e r o , como tú sabes, todo lo he intentado para moderar mi d o l o r . Nada se ha escrito acerca de la mitigación de las penas que no haya leído en tu casa. Ha sido en vano; el dolor lo v e n c e todo . He hecho más, y sin duda nadie había dado e j e m plo de esto antes que y o : he escrito para mí mismo cartas de consuelo (3). Espero que terminen de copiarlas para r e mitírtelas; y puedes creer que nada igual has visto jamás. Paso los días enteros escribiendo; nada gano con ello en el fondo, pero ocupo el ánimo, aunque no lo bastante para sustraerlo al pensamiento que lo domina, sí para se pararlo algo. Hago cuanto p u e d o , y si no consigo calmar mi espíritu, procuro al menos serenar mi rostro. En tanto me censuro estos esfuerzos como un crimen, y en tanto me consideraría culpable no empleándolos. La soledad me alivia, y me aliviaría más si t e . tuviese con m i g o , siendo este el único motivo para abandonarla. Mi dolor se e n cuentra bien en ella, pero sufro demasiado con tu alejamiento. No me reconocerías; he perdido todo lo que te agradaba en mí. (1) Acreedor de Cicerón, por quien había respondido Ático, como Cicerón había respondido por Cornificio. (2) No debe confundirse con el Apuleyo de la carta anterior. (3) En efecto, no tenía ejemplo esta manera de consolarse, y solamente se explica por el excesivo dolor de Cicerón, que no le permitía ajustarse al método que un tratado acerca del asunto hubiese exigido y que se exhalaba libremente en una correspondencia, aunque fuese fingida. 94 MARCO T U U O CICERÓN. Algo le dije anteriormente de la carta de Bruto: nada más sabio, pero ni una sola palabra consoladora. Dices que desea verme; un bien sería sin duda para mí la p r e sencia de un amigo que tanto cariño me tiene. Si sabes algo de n u e v o , especialmente acerca de Pansa, dímelo. Me aflige el estado de Ática, penTconfío mucho en Cratero: evita que Pilia sufra demasiado: tú estás acostumbrado a sufrir por todo s .

CARTA XV. CICERÓN i ÁTICO, SALUD. Puesto que no quieres excusarme de una v e z para s i e m pre con Apuleyo, haz él favor de excusarme eada v e z . En mi retiro no he hablado absolutamente con nadie. Por la mañana marcho al umbrío y espeso b o s que , y no salgo de él hasta la tarde. Después de tí, lo que más amo es la s o ledad. No tengo en ella otra compañía que mis libros. A l gunas veces se presenta también el d o l o r : resisto, p e r o no tengo todavía fuerzas. Contestaré a Bruto, según me a con sejas: mañana recibirás mi carta, y aprovecha para remitirla la primera ocasión que se presente.

CARTA XVI. CICERO* Á ÁTICO, SALUD. Tío quiero que vengas dejando abandonados tus negocio s : yo iré a verte si te detienen por mucho tiempo: y no me he alejado sino porque he comprendido que en tal

CARTAS A ÁTICO. 95 momento nada podía influir en mi ánimo. Si hubiesen e x i s tido consuelos posibles, de tí los habría recibido; y cuando me encuentre en estado de aceptarlos, de tí solamente los recibiré. Comprendo ya que sin tí no puedo vivir; pero no era posible permanecer en tu casa ó en la mía. Si me e n contrase más cerca, no estaría más contigo de lo que estoy, porque lo que te detiene te detendría también. Así, pues, la soledad es hasta ahora lo mejor que puede haber para mí. Temo que venga a turbarla Filipo, que llegó ayer tard e . Leyendo y escribiendo, si no me alivio, al menos me aturdo.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUB. Me escribe Marciano (I) que Lateranense, Nasón, Lenas, Torcuato y Strabón han presentado mis excusas a A p u l e y o : quisiera que les escribieses dándoles las gracias en mi nombre. Flavio dice que yo fié hace veinticinco años por Cornificio. Aunque el deudor sea rico y Apuleyo un p r o pietario g e n e r o s o , hazme sin embargo el favor de v e r el registro de las fianzas y comprobar si efectivamente tomé sobre mí algún c o m p r o m i s o . No recuerdo haber tenido r e lación ninguna con Cornificio antes de mi edilidad; mas como puede haber sucedido, deseo tener la certeza. Harás demandar a los procuradores si lo crees n e c e s a r i o . Pero en último caso, ¿qué me importa? Importa, sin embargo . En cuanto tengas noticia de la partida de Pansa escríbem e . Mis recuerdo a Ática y te ruego que la cuides m u c h o . Salud también a Pilia. (i) Liberto ó agente de negocios de Cicerón. 96 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XVIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Huyo de los recuerdos que me son dolorosos c o m o m o r deduras en el corazón, y evito de esta manera importunart e ; pero alguna vez vuelvo a ellos, y tú has de perdonarme. L o que en último caso quiero y es necesario concederme, l o mencionan y recomiendan muchos l i b r o s , que son de s de algún tiempo mi única lectura. Se trata de ese templo, y pido a tu amistad que cuides seriamente de é l . No v a c i l o ni acerca del plano (el de Cluacio (1) me agrada), ni acerca de la cosa misma (está decidida). Lo que me hace dudar algo aún, es el paraje, y te ruego que pienses de t e n i damente en ello. Esta época es fecunda en talentos, y y o quiero aprovecharlos para elevar diversos monumentos a una memoria querida, haciendo que contribuyan a ello los genios más eminentes de Grecia y del Lacio. Tal vez en medio de estos cuidados se abrirán de nuevo mis heridas; pero existe un v o t o , una promesa que me quita la libertad: además, la larga duración de los tiempos que seguirán a mi muerte me importa mucho más que estos cortos insencuentro descanso en tantes de vida, demasiado lentos todavía con relaciona mi deseo. Lo he probado todo y no ninguna parte. La obra de que te dije algo en una de mis últimas cartas era como un alimento que ofrecía a mi d o l o r . Hoy todo es disgusto para mí, no encontrando s o por table más que la soledad, que , a pesar de lo que temía, no la ha turbado Filipo. Ayer me saludó, y un momento de s pués regresaba a Roma. (1) Indudablemente un arquitecto.

CARTAS A ÁTICO. 97 Te remito la carta que me aconsejas escriba a Bruto. Puedes enviársela con la tuya: uno al original una c o p i a : léela, y si no te agrada, no la remitas. Díme qué negocios míos son los que han de arreglarse: esperaba el resultado de muchos. Cuida de que Cocceyo no te falte a lo prometido. Eros (1) me habla de Libón (2), y no creo que pueda dudarse de sus promesas. En cuanto a lo demás, puedo confiar en Sulpicio y en Egnacio. ¿Por qué te atormentas con Apuleyo cuando tan fácil es la e x cusa? Pero tal vez lo es mucho menos tu p r o y e c t o de v e nir a v e r me . Ten cuidado: en primer lugar el camino es largo, y además, tu regreso, que sin duda será muy p r o n t o , me causará profundo d o l o r . Haz, en último c a s o , lo que creas más conveniente. Siempre considero como favorable para mi todo cuanto haces. Por cartas de ayer supe la llegada de Antonio (3), y me extraña que nada me hayas dicho en la tuya. Tal vez la escribirías el día anterior a su fecha. Y no es que me interese mucho la noticia. Sin duda habrá ido para solventar sus fianzas. Me dices que Terencia te ha hablado de mi testamento y de las personas que he llamado para su firma ( 4 ) . Debes (1) Intendente de Ático. (2) No se trata aquí del antiguo tribuno del pueblo, sino de L. Scribonio Libón, cuya hija había casado con Sexto, hijo de Pompeyo el Grande. (3) He aquí la explicación de esta llegada: Antonio había marchado a España para ver a César, y ya se encontraba lejos cuando, cambiando de parecer, retrocedió y entró en Roma de noche. La causa de este precipitado regreso era que habiendo espirado el plazo en que debía pagar los bienes de Pompeyo que había comprado, y Dará cuyo pago había encontrado üadores, temió que durante su ausencia embargasen y vendiesen los bienes de estos (¡adores, acudiendo por tanto para evitar que L. Planeo realizase esta venta y para pagar él su deuda. (i) Terencia temía que su ex-marido no hubiese mejorado a su TOMO X . 7 98 MARCO TULIO CICERÓN. persuadirte ante todo de que nada de esto me preocupa y que en mi corazón ya no hay sitio para pequeñas ó nuevas penas. Pero después de todo , ¿qué semejanza hay? Ella no ha llamado ciertamente personas que hubieran querido enterarse y que habrían preguntado. ¿Tenía yo que tomar iguales precauciones? ¿Por qué no ha hecho lo mismo? Y o daré a leer mi testamento a quienquiera que sea, y ella verá que nada hay más honroso que mis disposiciones r e lativas a mi nieto (1). Si no he llamado ciertos testigos a la clausura, es sencillamente, en primer lugar, porque no he pensado en ello, y no he pensado en ello porque no era necesario. Debes recordar perfectamente, si tu memoria te es fiel, que te rogué trajeses alguno de los tuyos; ¿necesitaba acaso de muchos? Había llamado también algunos de mi casa. Deseaste que advirtiese a Silio; Silio me hizo pensar en Publio; pero en realidad no se necesitaba al uno ni al otro. Trata este asunto como te parezca mejor.

CARTA XIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ciertamente aquí hay un paraje muy ameno, dentro del mar, a la vista de Anzio y de Circeya (2). Pero quiero prever el cambio de dueños, que rerán innumerables en la nieto en el testamento, porque Cicerón no había llamado para la (¡rma a ningún pariente de Dolabela, padre de ;aqnel niño, y sí a Publio, hermano'de su segunda esposa. (1) El niño Léntulo, hijo de Dolabela y de Tulia. (2) Aslura, donde se encontraba entonces Cicerón, estaba sobre la orilla de un río del mismo nombre, entre el promontorio de Anzio y el de Circeya. Entre la isla y la desembocadura del río había una especie de puerto. Ático había aconsejado a su amigo que construyese en esta isla el templo á su hija.

CARTAS A ÁTICO. 99 infinita posteridad, y garantir el monumento por una cuasi consagración (1), al me n o s por tanto tiempo como pueda subsistir. Para mí no signiflea nada la privación de la r e n ta: sé contentarme con p o c o . Algunas v e c e s pienso en los jardines al otro lado del Tíber; porque no con o z c o paraje más frecuentado, y esto es lo que más me agrada. Pero ¿cuáles? juntos lo v e r e m o s : lo indispensable es que el t e m plo quede terminado este verano. a r a las columnas p u e p de s tratar con Apela de Chío. Mucho me agrada lo que me dices de Cocceyo y Libón, especialmente la manera con que se arregla mi asunto de judicatura. ¿Has remontado al origen en cuanto al dinero fiado? ¿qué contestan los procuradores de Cornificio? Dímel o , si te es posible, porque no quisiera darte demasiado trabajo, cuando tantos negocios te ocupan. Balbo y Oppio me han escrito para tranquilizarme también con relación a A n tonio; tú les habías impulsado a ello. Voy a mostrarles mi agradecimiento; pero, lo repito, ten presente que ni por este lado ni por ningún otro hace mella en mí la inquietud. Si Pansa ha marchado h o y , como me dices , habíame ahora de Bruto (2). ¿Para qué época le esperan? Fácil te .será calcularlo con p o c o s días de diferencia, si sabes d ó n de se encuentra en este m o me n t o . Has escrito a Tirón relativamente a Terencia (3): te ruego , querido Ático, que te encargues de este asunto. con sidera lo que exige de mí el de b e r : tú juzgarás mejor que nadie. Dícenme que también se trata del interés de Cice( 1 ) Solamente eran verdaderos templos los que consagraban los pontífices, y éstos no consagraban más que los elevados por autoridad pública. Así, pues, el inonumentoque iba a construir cicerón no sería templo sino por el nombre y la forma; por esta razón dice cuasi consagrado. (2) De regreso de su gobierno de la Galia Cisalpina, en el que le había reemplazado Pansa. (3) Sin duda para el asunto del testamento. 100 MARCO TULIO CICERÓN. r o n . Esta es la consideración que más fuerza tiene para mí y lo que más me interesa, principalmente cuando por el otro lado solamente v e o resoluciones p o c o sinceras ni firmes.

CARTA X X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Veo que todavía no sabes hasta qué punto me cuido y o p o c o de Antonio ni de ningún otro . Te hablé de Terencia e n mi carta de ayer. Quisieras, y dices que no eres s o l o , v e r que me dominaba más para ocultar mi d o l o r . Pero ¿qué otra cosa puedo hacer que pasar los días enteros escribiendo? Y esto no en verdad para ocultar mi pena, sino para procurar seriamente mitigarla y extinguirla. Si no lo con s i g o , al menos hago bastante para disimularla. Mi carta será corta, porque espero tu contestación a mis observaciones de ayer, especialmente en lo que se refiere al templo y también acerca de Terencia. Haz el favor de decirme en tu próxima carta si el naufragio en que pereció Cn. Cepión, padre de Servilia, esposa de Claudio, ocurrió en vida ó después de la muerte de su padre; y si fué a n terior ó posterior a la muerte de su hijo C. Catta, la de R u tilia. Estas preguntas se refieren a la obra que estoy escribiendo acerca de los cónsules.

CARTAS A ÁTICO. 101

CARTA XXI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He leído la carta de Bruto y te la remito (1). No con t e s ta ciertamente con mucha prudencia a tus o b se r v a c i o n e s : asunto suyo es este, pero debería avergonzarse de su i g norancia. Cree que Catón fué el primero que emitió v o t o de pena capital; pero antes que Catón, t o d o s , exceptuando César, habían votado ya en igual se n t i d o , y cuando el mismo César, que entonces solamente ocupaba puesto e n tre los pretores, empleó lenguaje tan se ve r o , ¡imagina que en las filas consulares, los Cátulo, los Servilio, los L ú c u l o , los Curión, los Torcuato, l o s Lépido, los Gelio, los Volacio, los Fígulo, los Cotta, los Lucio César, los Pisón, y que hasta entre los cónsules designados, los M. Glabrión, los Silano, los Murena habrían mostrado mayor indulgencia! ¿Por qué unió Catón su nombre al decreto? porque al expresar la misma opinión que l o s Únicamente demás, e m - pleó mayores explanaciones y energías. Bruto me alaba, sin embargo , pero solamente como narrador del s u ceso . Por otra parte, ni una palabra acerca de la con j u ración descubierta, del movimiento impreso al se n a d o , (1) Carta de Bruto a Ático, que éste habia comunicado a Cicerón. Bruto, autor de un elogio a Catón, contestaba en esta carta a las observaciones que le había hecho Ático acerca de su trabajo. Las observaciones versaban principalmente sobre el hecho de que Bruto, al hablar de la conjuración de Catilina, no había hecho completa justicia a Cicerón, y sobre el deber que tenía de revisar lo que había dicho en este asunto. Cicerón no economiza críticas a Bruto y restablece la verdad acerca de muchos puntos, principalmente sobre la opinión de César, destruida por el discurso de Catón, y sobre el voto que siguió a este discurso. 102 MARCO TULIO CICERÓN. del decreto que ya había dado y o antes de r e c o g e r los v o t o s , cosas todas que Catón ensalzó hasta las nubes y de las que quiso se-hiciese mención especial en el decreto . Bruto cree honrarme mucho llamándome «cónsul e x c e l e n te.» ¿Podía decir cosa más lacónica un enemigo? ¿Y cómo contesta a lo demás? Te ruego solamente la rectificación de lo que se refiere al senatusconsulto. No habría hecho otra cosa si le hubiese aconsejado Ranio (1); p e r o , lo r e pito, este es asunto s u y o . Puesto que te encuentras de acuerdo con m i g o en c u a n to a los jardines, te ruego pongas manos a la obra. conoces mi situación: si con s i g o obtener algo de Faberio ( 2 ) , el asunto marchará por sí s o l o : y sí no lo c o n s i g o , c r e o que todavía podré combatir. Seguramente están en venta los jardines de Druso, y quizá también los de Lamia y de Cassio. Nada mejor podría decir de Terencia que lo que tú me escribes. ¡El deber ante todo! Si hay ofensas, p r e f i e ro que caiga sobre ella la responsabilidad a tomarla y o . Hay que pagar cien mil sextercios a Ovia, esposa de L o l i o . Eros dice que mi presencia es indispensable, sin d u d a , para el aprecio de objetos que hay que tomar ó que dar. Debía haberte hablado él de este asunto. Si, c o m o me d i c e , todo está dispuesto y en cuanto a esto no miente, podrías reemplazarme. Haz que te enteren del estado de las cosas» y te ruego que me suplas. Dices que me presente en e l F o r o ; ¡en el F o r o , del que ya me había separado antes de que recibiese lesión alguna m i caudal! ¿Qué había de h a cer allí hoy cuando ya no hay jueces ni Senado, c u a n d o diariamente tendría que encontrarme cara a cara con personas cuya sola presencia me irrita? Dices que la o p i - (1) Esclavo ó tal vez liberto de Bruto, conocido por su estupidez. (2) Q. Faberio, deudor de Cicerón. Con el dinero que le debía éste contaba pagar los jardines en que había de colocar la tumba de Tulia.

CARTAS A ÁTICO. 103 nión me llama a Roma ; se condena mi ausencia, ó al me nos no se quiere que la p r o l o n g u e . Pues bien, con v é n c e t e que en mucho más tengo tu opinión que la de todos los demás; que no me desprecio en absoluto, y, en fin, que tengo mi manera de ver que prefiero a la de los demás. Mi dolor no traspasa los límites que imponen los filósofos; he leído cuanto dicen acerca de esto, y algo es ya para un enfermo buscar el remedio de sus males. Pero no es esto todo , sino que he trasladada la sustancia de sus escritos al tratado que c o m p o n g o ; lo cual no c r e o que sea muestra de ánimo que se abate y desanima. No me saques de esta tranquilidad para arrojarme al torbellino, no sea que r e caiga.

CARTA XXII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. No r e con o z c o tu amistad en el hecho de dejarme la carga de concluir con Terencia. Esta herida es de aquellas que no pueden tocarse sin arrancar profundos g e m i d o s . Medita tú cómo puedes hacerlo; te lo ruego . No te pido más que aquello que te sea posible; y tú solamente sabes qué es lo mejor que puede hacerse en este asunto. En cuanto a Rutilia, puesto que no estás seguro de tus recuerd o s , esclarece el hecho y escríbeme lo más pronto posible. También necesito saber si Clodia sobrevivió ó no a su hijo el consular D. Bruto. Podrás saberlo por Marc e l o , ó mejor todavía por Postumia. Dirígete para lo otro a M. Cotta, a Siró ó a Sátiro. Te exhorto de nuevo y te exhortaré más en cuanto a mis jardines. Emplearé en ellos todos mis r e c u r s o s , y tengo amigos que no me faltarán; pero c r e o que bastarán mis r e c u r s o s , porque tengo v a l o - 104 MARCO TUL10 CICERÓN. res de fácil realización. Verdad es que preferiría no vender y obtener del vendedor un plazo abonando intereses; un año rae bastaría, y estoy seguro de conseguirlo a p o c o que me ayudes. Los jardines de Druso son los más fáciles de a d quirir, porque quiere venderlos: al lado se encuentran los de Lamia, que se halla ausente. Investiga, si puedes, sus disposiciones. Silio también tiene, aunque no los usa, y se contentaría fácilmente con una renta. Ocúpate del n e g o c i o , y no te cuides de mi posición pecuniaria, a la que y o no atiendo: no consideres otra cosa sino que lo quiero y para qué lo quiero.

CARTA XXIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Según el principio de tu carta; esperaba noticias de los acontecimientos.de España (1), a pesar de lo p o c o que me interesan; pero no te ocupas más que de contestar a mis observaciones acerca del F o r o y del Senado. Dices que mi casa será mi f o r o : mas desde el momento en que no existe foro para m í , ¿qué h e de hacer de mi casa? Estoy sin vida, querido Ático; estoy sin vida hace ya mucho tiempo, sobre todo desde que perdí lo que me la hacía grata. por esta razón b u s c o la soledad. Sin embargo, si volviese á los p a rajes en que te encuentras tú, me contendría y hasta l l e garía a dominarme lo bastante para ocultar mi dolor a los o j o s de todos, hasta a los tuyos, si fuese posible. Existe otra razón para permanecer aquí: recordarás la e x i g e n - (1) César hacía en ella la guerra a los hijos de Pompeyo.

CARTAS A Anco. IOS cía de Medio ( 1 ) : si aquí me molestan, ¿qué sería ahí'/ Haz por Terencia todo lo que me escribes, y alivia de ese e x ceso de amargura un corazón abrumado por tantas p e sadumbres. Quiero demostrarte, sin e m b a r g o , que no me domina el d o l o r . Has designado en tus anales bajo qué cónsules fueron a Roma Carneades (2) y los otros diputalados. Quisiera saber por qué razón fueron. Supongo que por el asunto de Oropo (3), pero no estoy se g u r o de ello: siendo así, ¿qué discutieron? Deseo saber también si en aquella época existía en Atenas algún epicúreo famoso que presidiese los Jardines (4), y cuáles eran los filósofos políticos más renombrados. Creo que todo esto podrás encontrarlo en A p o l o d o r o ( 5 ) . Con mucho sentimiento he sabido que Ática se e n c u e n tra indispuesta, aunque levemente,.y espero que se restablecerá pronto. Lo que me dices de Gamala no era dudoso para mí. ¿Por qué había de ser Ligo padre tan feliz? ¿Qué podría decir de mí mismo, a quien toda la felicidad del mundo no podría consolar ni un momento? El precio en que han comprado los jardines de Druso es el mismo de que me habías hablado, y c r e o que hice mención en mi (1) Este Aledio había exhortado sin duda a Cicerón en el año anterior para que acudiese al Senado, empleando importuna insistencia. (2) Carneades el académico, Diógenes el estoico, y Cristolacis el peripatético fueron a Roma bajo el consulado de P. Cornelio Escipión Nasica y de M. Claudio Marcelo en el año 599. (3) Los Atenienses deputaron al Senado y pueblo romano estos tres lilósofos para obtener el perdón de la multa de quinientos talentos impuesta a su República en castigo por el saqueo del templo de Oropo. (<í) Los peripatéticos tenían su Liceo, los estoicos su Pórtico, los platónicos su Academia y los epicúreos sus Jardines en una quinta de Epicuro, cerca de Atenas. (5) Apolodoro escribió la vida de su maestro Epicuro, y Anales que frecuentemente cita Diógenes Laercio. 106 MARCO TULIO CICERÓN. carta de ayer. Pero cueste lo que cueste: el precio nada importa a quien no puede prescindir del objeto. Sea la que quiera tu manera de ver en este asunto, quiero quitarme este peso del corazón. No calmará mi d o l o r , pero habré pagado una deuda sagrada. He escrito a Sicxpara-qufi_s^ vea con Cotta. Si n o se consigue nada al otro lado dei Tíber, será necesario v e r una finca que tiene Cotta e n uno de los parajes más frecuentados de Ostia. Es muy pequeña, pero basta para lo que yo de se o . Desearía que pensaras en ello. Que no te alarme el precio: la vajilla, los m u e bles, la quinta de recreo , no me son necesarios, y esto sí e s una necesidad. Habla, pues, a Silio; esto es lo mejor . También he encargado a Sica que le v e a : éste me contesta que está citado con él y que me escribirá lo que h a g a : díme tú lo que piensas.

CARTA XXIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Silio me ha favorecido transigiendo, porque quería y o corresponder a su confianza y temía no poder hacer l o . Termina con Ovia, según me escribes. Creo que ha llegado para Cicerón el m o me n t o oportuno: pero una vez en A t e nas, ¿podrá recibir allí por permutación el dinero que n e cesite, ó será necesario remitírselo? Deseo que examines todo esto , y especialmente la manera y el instante. Por Aledio podrás saber si Publio va a África y en qué é p o c a . Infórmate y escríbeme. Volviendo a mis impertinentes preguntas, quisiera saber si P. Crasso, hijo de Venuleya ( 1 ) , (1) Estas preocupaciones por los muertos y los deudos de los muertos indican que Cicerón trabajaba entonces en su libro de La

CARTAS A ÁTICO. 107 murió antes que su padre P. Crasso el consular, como c r e o recordar, ó después. Lo mismo de se o saber en cuanto a Regilo, hijo de Lépido. Paréceme cierto que vivía su p a dre cuando murió él, pero no estoy seguro de ello. Procura esclarecer los asuntos de Crispió y de P r e c i o . Me regocijan las noticias de Ática: salúdala de mi parte, como también a Pilia.

CARTA X X V .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Con mucha puntualidad me ha escrito Sica acerca de S i lio: me dice lo que habló contigo, siendo lo mismo que tú me has escrito. La cosa y el precio me con v i e n e n ; más prefiero tratar por dinero contante que por c a m b i o , por que Sica no querría una propiedad de recreo ; y en cuanto a las productivas, si tengo bastantes, no tengo de m a s i a das. Falta encontrar el dinero. Puedes ante todo pedir a Hermógenes sus seis mil sextercios, puesto que es n e c e sario: tengo otros seis mil en casa: y en cuanto al resto, pagaré a Silio el interés mientras paga Febrario, ó le daré una delegación de Febrario contra alguno de sus deudores. Espero además otros ingresos. Tú tienes que arreglar todo esto . Prefiero con mucho estos jardines a los de Druso, con los que no pueden compararse. Un motivo solamente me impulsa, c r é e me ; creo que esto frisa en demencia, pero te Consolación, así como los datos que con relación a esto pide a Ático demuestran que éste hacía recopilaciones históricas y que escribía también Anales. El padre de este P. Crasso fué cónsul con Cn. Cornelio Léntulo Clodiano en 656. 108 MARCO TULI0 CICERÓN. compadecerás de mí hasta el fin. En cuanto a lo que me dices de la ancianidad de un ciudadano (1), n o se trata de « s o , y pienso en cosa muy diferente.

CARTA XXVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Según me escribe Sica, vendría el x de las kalendas ( 2 ) , aunque nada hubiese convenido con Silio. Acepto la e x cusa de tus ocupaciones, que con o z c o bien. No dudo de tu voluntad de vivir con m i g o , más aún, de tu de se o , de tu anhelo. No me encuentro en posición de aprovechar la bondad de Nicias: de no ser así, aprovecharía su sociedad con más gusto que la de cualquier otro : pero desgraciadamente me están impuestos la soledad y aislamiento. por lo mismo que Sica se conforma, es más profundo mi sentimiento. Conoces además la débil salud de Nicias, sus e o s tumbres de molicie, las exigencias de su alimentación. ¿Por qué he de exponerme a que se encuentre a disgusto en mi casa, cuando por su parte de nada podría servirme? Le agradezco sin embargo la intención. He decidido no contestar a cierto punto de tu carta, porque c r e o haber conseguido de tí que me libraras de este pesar. Mis salud o s a Pilia y a Ática. (1) «Hermoso es envejecer al servicio de la patria,» frase de Catón. (2) 23 de marzo.

CARTAS Á ÁTICO. 109

CARTA XXVII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Aunque ignoro las condiciones del n e g o c i o con Silio, c r e o que hoy me comunicará Sica los detalles. Dices que n o c o n o c e s la finca de Cotta: está más allá de los jardines de Silio, que c r e o conoces . Es una quinta fea y p e que ñ a , en la que no hay espacio para nada, y no es esto lo que de se o . Necesito un paraje alegre. Además, si se termina, mejor dicho, si terminas con Silio, porque todo depende de tí, no tendremos que ocuparnos de Cotta. Seguiré tu con se j o en cuanto a Cicerón, dejándole la elección del tiempo. Cuidarás, según e s p e r o , hacerle entregar por vía de permuta el dinero que necesite. Si averiguas por Aledio algo de lo que me dices , escríbeme . Observo en tus cartas lo que sin duda te llama la atención en las mías, que no tenemos nada que de c i r n o s . Nos repetimos y no hacemos otra cosa que apelar a asuntos agotados desde hace mucho tiempo. Por mi parte, escribo para hacerte escribir, porque no puedo prescindir de tus cartas. Habíame de Bruto, si algo sabes de él. Creo que ya de b e conocerse el paraje donde espera a Pansa (1). Si, como de costumbre, es a la entrada de la provincia, llegará hacia las kalendas. Desearía que fuese más adelante, porque t e n g o muchas razones para m a n t e nerme completamente alejado de Roma. Hasta dudo si de bería pagarle con alguna excusa, que fácilmente encontraría. Tiempo tengo para pensar en ello. Mis saludos a Pilia y Ática. (1) Vese aquí una formalidad de las que se observaban en la entrega de las provincias. El gobernador que salía la entregaba a su sucesor. 110 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XXVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada más me ha dieho Sica acerca de Silio, de lo que me había notificado por escrito. Su carta era muy e x a c t a . Si por tu parte puedes ver a Silio, me dirás lo que con v e n gáis. Me hablas de una persona que se me envía; ignoro si esa persona tiene ó no tiene misión acerca de mí: lo cierto es que no ha desplegado los labios. Continúa, pues , tu o b r a , y si, contra lo que espero, consigues resultado, con sidera si será bueno presentar a Cicerón. Conviene que muestre él sus buenas intenciones hacia esta causa; por mi parte una sola cosa me interesa; tú la con o e e s y sabes que es importante (1). Deseas verme recobrar mis c o s t u m b r e s : muy antigua es en mí la de llorar por la República. Pero antes lloraba sin ser tan desgraciado: tenía donde de s c a n sar mi corazón. Hoy nada hay que me interese, ni siquiera la vida; por l o cual me importa muy p o c o la opinión. Teng o mi sentimiento, que c o l o c o muy por encima de todos los discursos. He buscado consuelo en las cartas, y algo he ganado aprendiendo a contenerme; pero en el fondo mi dolor es igual. No puedo v e n c e r l e , y si pudiese, no querría. Has adivinado bien mis intenciones relativamente a Triario: sin e m b a r g o , no hagas nada sin ponerte de acuerdo con ellos. Quería mucho a ese difunto; soy t u tor de sus hijos, y tengo grande afición a toda su familia. En cuanto a Castricio (2), si quiere recibir el dinero de sus (1) El dolor por la pérdida de su hija y el cuidado del monumento que quería alzar. (2) Había vendido esclavos a Q. Cicerón, y no habiendo pagado éste en el plazo convenido, Castricio quería recobrarlos.

CARTAS A ÁTICO. 111 esclavos y si consiente en que se le pague, como se paga hoy (1), nada hay seguramente más sencillo. Si, por el contrario, se conviene en devolvérselos, puesto que me pides mi opinión, no me parece j u s t o . No quiero que se ponga en apuro a mi hermano Quinto; y , si he comprendido bien, tú tampoco quieres. Puesto que Publilio espera el e q u i n o c cio de primavera, como anuncia me d i o , es que de b e e m barcarse. Me había dicho que solamente para Sicilia, y quisiera saber para dónde y c u a n d o . También desearía que , de tiempo en tiempo y sin molestarte, fueses a ver al niño Léntulo (2) y le destinaras el número de esclavos que te pareciese. Mis recuerdos a Pilia y Ática.

CARTA XXIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Según me escribes, hoy es la entrevista con Silio; mañana, pues, ó todo lo más pronto que puedas, me c o m u n i c a rás lo que haya de hecho . No trato de evitar a Bruto; no porque de él espere el consuelo más insignificante, pero tengo razones para no mostrarme en estas circunstancias. Si se prolongan estas razones, lo cual es muy verosímil, necesario será buscar algún medio para excusa r me con él. Te ruego prestes atención al asunto de los jardines, que para mí tiene capital importancia. No puedo vivir en medio del movimiento ni separado de tí. No es posible encontrar paraje mejor para mi propósito, y ya v e o cuánto haces por (1) No en dinero, sino en propiedades de cualquier clase, apreciadas según su valor antes de la guerra civil, mucho más alto sin duda alguna al que tuvieron después, César había decretado esto, tanto en ventaja de los deudores, como para que los acreedores no temiesen la abolición de deudas. (2) Hijo de Tulia y de Dolabela. 112 MARCO TULIO CICERÓN. conseguirlo. Lo v e o principalmente por los testimonios de profundo interés que Oppio y Balbo, según te p a r e c e , e s tán dispuestos a darme. Cuando bables con ellos, díles por qué razón y hasta qué punto deseo esa adquisición, pero que no puedo conseguirla si antes no termino con Faberio. ¿Qué me aconsejarán? ¿Deberé perder algo para conseguir en dinero contante todo lo que pueda obtenerse de él? porque c r e o ya imposible el reembolso c o m p l e t o . Examina, en fin, hasta dónde se extienden sus buenas d i s posiciones hacia mí: si ellos me secundan, obtendré p o de roso a p o y o : si se niegan, buscaremos otro camino. No o l vides que se trata del descanso de mi vejez , quizá de la corona de mi tumba. No pensemos más en Ostia. Si este asunto se malogra, como no c r e o pueda esperarse nada de Lamia, será necesario tantear a Demasippo.

CARTA XXX. CICERÓN Á ÁTICO SALUD. Busco asunto para escribirte, y nada encuentro. todo s los días me sucede lo mismo . Has visto a Léntulo, y te lo agradezco infinito. Te ruego destines algunos esclavos a su servicio; decide tú mismo el número y elígelos. ¿Quiere vender Silio? ¿por qué precio? parece que temes una n e g a tiva ó precio exorbitante. Sica no piensa de ese m o d o ; pero confío en tí. He escrito a Egnacio, como me había r o gado Sica. Silio desea que hables a Clodio; hazlo con beneplácito mío ; porque prefiero no tener que escribirle y o mismo, como primeramente me pidió Silio. Paréceme que lo mejor que puede hacer Egnacio ( 1 ) es transigir con Cas- (1) Esto indica que Egnacio era intermediario entre Castricio y Q. Cicerón en el asunto de los esclavos.

CARTAS Á ÁTICO. H3 ti'icio en cuanto a los esclavos, y tú crees posible el arreglo. Te ruego procures terminar con Ovia. Habiéndote s o r prendido la noche escribiendo, espero más en la carta de h o y .

CARTA XXXI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Sica se admira de que Silio haya cambiado de parecer. Mucho más me admiro y o de que, habiendo alegado el pretexto de su hijo (lo cual no me parece injusto, puesto que su hijo le complace en todo ) , se encuentre dispuesto aún, según dices, a pesar de su declaración, a tratar con m i g o , si le c o m p r o a la v e z otros jardines de que quiere deshac e r se . Me preguntas mi última decisión, y cuánto aumentaría sobre el precio de los jardines de Druso. Nunca he visto esos jardines, y en cuanto a la quinta Caponiana la con o z c o ; habitaciones viejas y pequeñas, pero bosques magníficos. No sé lo que producen estas fincas, y es un dato indispensable; pero el negocio es para mí más de conveniencia que de especulación. Considera solamente si me encuentro ó no en estado de comprar. Liquida mi c r é dito con Faberio, y no vacilaré en tratar, dinero en mano, con Silio, en el caso de que se decida a vender. Si se n i e ga, subiré con Druso hasta la cantidad que pediría según te ha dicho Egnacio. Hermógenes puede ayudarme mucho en cuanto al dinero contante. Te ruego me concedas que me presento como hombre dispuesto a comprar; dispénsame esta preocupación, que, en último easo, no es tan fuerte, ni me domina hasta tal punto el dolor que no me deje guiar completamente por tí en este negocio . Egnacio me ha escrito. Si tú le has visto, escríbeme lo que te haya TOMO X. 8 114 MARCO TULIO CICERÓN. dicho: nadie se encuentra en mejor posición para servirme de mediador, y c r e o que es necesario obrar por este lado, puesto que veo que Silio no se de c i de . Mis recuerdos a Pilia y a Ática. Esto está escrito de mi puño. Te ruego de cidas lo que haya de hacerse.

CARTA XXXII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me escribe Publilia (1) que su madre quiere venir a v e r me con él (ha querido decir con Publilio), y me pide permiso para acompañarles, empleando súplicas y ruegos para que consienta en ello y le conteste. ¡Considera si puede haber cosa más molesta! Le contesto que el dolor me a g o bia hoy más que cuando le manifesté mi voluntad de estar s o l o , y que, en mi situación, me es imposible consentir en verla. He pensado que no contestando, vendrían la madre y la hija; ahora no c r e o que lo hagan, tanto más, cuanto que claramente se ve que le han dictado la carta. Creo, sin e m b a r g o , que de un día a otro vendrán], y que s o . lamente hay un medio para evitarlo: negarme terminantemente; pero no he querido hacerlo. Te ruego averigües cuántos días puedo permanecer aquí sin temor de s o r presa, obrando c o n d i s c r e c i ó n , según me prometes. Si te parece j u s t o , desearía propusieras a Cicerón que se limite a gastar durante su ausencia lo que habría g a s tado en Roma si hubiese alquilado una casa como quería, y que se a c o m o de a las rentas de mis propiedades de A r gileto y del monte Aventino. Hecho esto, arregla los deta(1) Cicerón no la había repudiado aún; mas por la manera con que la trata, compréndese que el repudio estaba cerca.

CARTAS A ÁTICO. 115 lies, especialmente en cuanto a la manera de remitirle los fondos a medida que los necesite. Aseguro que Bibulo, Asidino y Messala, que también van a Atenas, según me han dicho, no gastarán más de, lo que obtienen de sus p r o piedades. Desearía que vieses a quiénes se puede alquilar, y en cuánto. Después procura encontrar medio de remitir el dinero a día fijo, y proporcionarle, en fin, cuanto n e c e site en metálico y efectos para el viaje. Indudablemente en Atenas no necesita caballos. En cuanto a los que ha de emplear en el camino, como tú observas, en casa tiene más de l o s necesarios. C A R T A XXXIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Como ayer te dije, si las disposiciones les c o m o supones, y si Druso se muestra de Silio son tademasiado exi- gente, c r e o que debes sondear a Demasippo. Creo que ha dividido en lotes de no sé cuánta extensión lo que p o see a lo largo de la ribera, y quiere establecer que hagas. La indisposición de Ática me inquieta mucho . Creo que alguien tiene culpa en ella; pero cuando pienso en la h o n radez del maestro, la asiduidad del médico, y la diligencia de toda la servidumbre, se hace imposible toda s o s p e cha. Cuídala mucho . No puedo hacer más que desearlo. precios fijos para estos lotes; pero no los con o z c o . Escríbeme lo MARCO T O L I O CICERÓN. C A R T A XXXIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Aunque sin Sica, me encuentro aquí tan bien como p e r miten mis males: Tirón está mejor: me avisas la posibilidad de una sorpesa, y deduzco que no sabes el día fijo de la partida de quien me amenaza, pareciéndome lo más se n cillo en este caso marchar a reunirme con t i g o , tanto más, cuanto que , como v e o , tú lo deseas también. Mañana, pues , me encontraré a las puertas de la ciudad, en casa de Sica, desde d o n de , siguiendo tu con se j o , pienso dirigirme hacia el lado de Ficulea ( I ) . Puesto que v o y a verte, de viva v o z contestaré a lo que me escribes; dad, tu inteligencia y cuidado para aconsejarme y resolver. diciéndote asuntos, ahora solamente cuánto te agradezco tu benévola activitratar mis

CARTA CICERÓN XXXV. SALUD. Á ÁTICO, Quisiera que el mismo día en que llegue a casa de Sica me hicieses saber qué has convenido con Silio, y especialmente qué parte de terreno quiere reservarse. Me dices que es un extremo, pero necesito saber si no es precisamente la parte que y o he visto y que me decidió al negocio . (1) Ficulea ó Fieulnea, según Tito Livio. Esta ciudad de la Sabina había dado nombre a un camino que se llamaba Via Ficulensis, y también Nomentana, porque comenzaba en la puerta Nomentum. Cerca de esta ciudad quería Cicerón elevar un templo a su hija.

CARTAS A ÁTICO. 117 Te remito una carta muy amable que acabo de recibir de Hircio. Nunca se me hubiese o c u r r i d o , antes de nuestra última entrevista, que gastando en una tumba más de no sé qué cantidad, marcada por una l e y , queda uno expuesto a una multa igual al e x ceso (1). Poco me cuidaría de esto, si no fuese porque, sin saber bien por qué y tal vez sin razón, tengo empeño en que esta tumba no sea otra cosa que un templo, y mucho temo que para un templo se necesite otro emplazamiento. Te ruego que consideres esta dificultad, porque, si bien menos abatido y casi restituido a mi estado normal, necesito sin embargo tus con se j o s . Así, pues, te suplico encarecidamente, y más de lo que tú quieres que te ruegue, que medites bien este asunto.

CARTA XXXVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Deseo construir un templo; y nada podrá hacerme c a m biar de idea. Procuraré evitar su semejanza con una t u m ba, menos a causa de la penalidad de la ley, que para s i g nificar lo mejor posible una apoteosis. Si se construyese en el interior de la quinta, no habría dificultad; p e r o , como frecuentemente te he dicho, me espanta el cambio de d u e ñ o . Alzado en medio del campo ó en cualquiera otra parte, puede confiarse en el respeto de la posteridad. Necesario es que me dispenses estas locuras, que como tales las confieso. Hablo contigo con más confianza que con ningún otro , quizá con más aún que conmigo mismo. Si apruebas el propósito, el paraje y el plano, te ruego que leas la ley (I) La ley suntuaria de César se extendía hasta las tumbas. 118 MARCO TULIO CICERÓN. y me la remitas; y si se nos ocurre algún medio de e l u d i r la, lo pondremos en planta. Cuando escribas a Bruto, si no te parece mal, reconvénle por no haber ido a Cumas alegando el motivo que te dijo. Cuanto más pienso en ello, más me parece que ha faltado a las conveniencias. Volviendo a lo primero, te diré que si te dignas o c u p a r te del templo en el sentido que le d i g o , quisiera que de c i dieses é instases a Cluacio; porque, hasta con otro Quizá irás mañana a la quinta. emplazamiento, recurriría también a su diligencia y consejo

CARTA XXXVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ayer recibí dos cartas tuyas, fechadas las d o s en la víspera: una por conducto de Hilario, y la otra traída por un mensajero. El mismo día me trajo otra carta mi liberto Egipta, carta que me trae la noticia del restablecimiento de Pilia y Ática. Ésta tiene trece días de fecha. Muy grato me ha sido que me comuniques lo que te ha escrito Bruto. También me ha escrito a mi, y te remito su carta y copia de mi contestación. Si no encuentras jardines para el t e m plo (y es seguro que los encontrarás si haces lo que i n d u dablemente has de hacer), tu idea de Túsculo me agrada mucho. A pesar de la penetración que te r e con o z c o , solamente el afecto de tu cariñosa amistad podía sugerirte idea tan bella. Pero tengo verdadero e m p e ñ o , por no sequé secreta preferencia, en elegir punto muy concurrido. Procúrame, pues, jardines. En achaque de afluencia, no los hay como los de Scápula; teniendo además la ventaja de encontrarse muy cerca de tí y no tener que perder un

CARTAS A ÁTICO. 119 día entero para ir a tu villa. Procura ver a Olhón antes de tu marcha, si se encuentra en Roma. Si nada puede hacerse por este lado, experimentaré hasta el extremo tu comno placencia por mis debilidades. Druso está decidido a v e n der, y no encontrando nada en otra parte, falta sería tratar con él. Te ruego , pues, que no me dejes hacer un mal negocio , y trata con Scápula, si es posible. Este solo medio existe. Suplicóte me digas cuánto tiempo piensas Tepermanecer en tu quinta suburbana. Muy necesarios me son tu favor y ascendiente con rencia, pero en todo según tu iniciativa. Bien sé que desde el punto en que mis intereses están en j u e g o , tu actividad será más eficaz aún que la mía propia, según costumbre. Hircio me escribe que Sexto Pompeyo ha abandonado a Córdoba, que se relira hacia la España citerior, y que Cneo se ha fugado no sé d ó n de , ni me cuido de saberlo (1). Nada más me dice. Su carta está fechada en Narbona el xiv de las kalendas de mayo (2). Me hablas del naufragio de Caninio (3) como de hecho dudoso. Si recibes alguna noticia p o sitiva, comunícamela. Dices que de b o dominar mi tristeza: así lo deseo. Encuéntrame paraje para mi templo. Se me ocurren muchas ideas para la apoteosis, pero se necesita emplazamiento para edificar, Así, pues, habla con Othón (4). (1) Descubierto en una caverna, fui; capturado y muerto. La cabeza se la llevaron a César. (2) 18 de abril. (3) Este naufragio no era cierto, ó el náufrago se habia salvado, porque en el momento en que escribía Cicerón, Caninio mandaba la plaza de Hispalis, que se había entregado a César, (4) Uno de los herederos de Scápula, que deseaba los jardines y estorbaba mucho a Cicerón, que quería comprarlos. 120 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XXXVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Estoy seguro de que tus muchas ocupaciones te han impedido escribirme. Pero ese hombre ha sido un malvado no esperando tu conveniencia,.cuando para eso solamente le enviaba. Como no te haya retenido algún obstáculo, e s toy seguro de que te encontrarás on tu quinta suburbana. Paso aquí los días enteros escribiendo, si no para con s o larme, al menos para distraerme. Asinio Polión me ha e s crito acerca de nuestro indigno pariente ( I ) . Díceme terminantemente lo que Balbo el joven y Dolabela me habían indicado ya: el primero con bastante claridad; el segundo con r o de o s . Si en mi corazón hubiese lugar para nuevos pesares, sufriría. ¿Se vio jamás tamaña infamia? ¡Qué temible es ese hombre! En cuanto a mí... pero de b o imponer silencio a mi dolor. Como no hay necesidad, no me escribas si no tienes tiempo disponible. Dices que comienza a notarse mi poca energía y que hablan en términos más fuertes que tú y que Bruto: los que me creen abatido y de bilitado, que vean lo que escribo y los asuntos que trato (2); entonces juzgarán, si tienen alguna inteligencia, si el h o m bre cuya cabeza está bastante libre para abordar cuestiones tan difíciles merece el dictado de abatido, y si antes no hay que alabarle por haber sabido dar a sus pesares diver- (1) El hijo de Q. Cicerón, sobrino de Cicerón y de Ático. Encontrábase con César en España, donde difamaba a su tío, como había hecho ya, en unión de su indigno padre, después de la batalla de Farsalia. (2) Escribía entonces sus libros De Finibus y sus Cuestiones Académicas.

CARTAS A ÁTICO. 121 sión tan honrosa y digna de espíritu ilustrado. Mas cuando hago yo cuanto puedo por ayudarme, haz tú aquello en que veo no trabajas menos que y o . Paréceme que me pesa una deuda, y no experimentaré alivio hasta que pueda pagarla ó verme en condiciones de hacerlo; esto e s , cuando haya encontrado el terreno que deseo. Si, como te ha dicho Othón, los herederos de Scápula piensan dividir en cuatro partes los jardines y pujar entre ellos, no hay medio de presentarse. Si venden en junto, ya es diferente, y veremos lo que debemos hacer. Han venido a hablarme del campo Publiciano, que pertenece a Trebonio y a Cusinio; pero tú sabes que es un terreno desnudo, que no me agrada. La finca de Clodia es muy a propósito, pero desgraciadamente no c r e o que esté en venta. Necesario será que , a pesar de tu repugnancia, vuelva a los jardines de Druso como mi último recurso, si no me encuentras algo. Las con s t r u c ciones no me agradan, y solamente edificaré aquello que me vea obligado a construir en cualquir parte. He leído Ciro (1) con igual placer que las otras obras de Antístheiies, escritor más agudo que erudito.

CARTA XXKIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Cuando vi llegar al mensajero sin cartas tuyas, creí que no me habrías escrito por haberlo hecho la víspera acerca de los diferentes asuntos en que contestaba yo en la carta (1) Los dos tratados de 4ntísthenes, jefe de la secta cínica, intitulados Cyrus: el uno se encuentra en el cuarto volumen de sus obras, y el otro en el quinto, según la lista de los escritos de este lilósofo que dejó Diógenes Laercio. 122 MARCO TULIO CICERÓN. que llevó. Esperaba, sin embargo, algunas lineas tuyas acerca de la de Asinio Polión, pero calculo tus ocios por los míos. Así, pues, aunque envío de nuevo el mensajero, no me escribas sino en caso necesario, a no ser que te encuentres muy desocupado. Enviaría mensajeros, según me dices, si se presentasen casos urgentes, como en la época en que diariamente, a pesar de encontrarnos en la más corta del año, partía una carta y venía la contestación. Entonces teníamos de qué llenar nuestra correspondencia: Silio, Druso y otros muchos. H o y , sin Othón, nada tendríamos que decir, y hasta este asunto ha quedado aplazado. Sin embargo, alivio es para mí en la ausencia hablar contigo, y mayor bienestar experimento cuando leo tus cartas. Pero no te encuentras en Roma, según c r e o , y en este c a s o , puesto que no existe necesidad de escribir, suspendamos la correspondencia, a no ser que ocurra algo nuevo.

CARTA CIGERÓN A XL. SALUD. ÁTICO, Cuál ha de ser la réplica de César a mi elogio de Catón, la v e o en el libro que me ha remitido Hircio, en el que ha recopilado todo lo peor que puede decirse de Catón, mezclando grandes alabanzas á mi persona (1). He enviado este libro a Musca para que lo entregue a tus copistas, porque quiero publicarlo; y para que esto sea pronto, diles algo tú. Con frecuencia pienso en Su ¡j.pouAeuxinov (2), pero (d) El Anticatón de César, en contra del Elogio de Catón, por Cicerón. No queda nada de ninguno de estos escritos. (2) Alguna carta en que daba consejos a César acerca del gobierno, del género de las de Theopompo y Aristóteles a Alejandro.

CARTAS Á ÁTICO. 123 nada se me ocurre ( 1 ) . Tengo a la vista los discursos que dirigieron a Alejandro Aristóteles y Theopompo, pero ¿qué relación existe? El lenguaje es a la vez honroso para ellos y lisonjero para Alejandro: ¿crees que las circunstancias permitan hoy algo parecido? A la verdad, nada se me ocurre. Temes, según me escribes, que el e x ceso de mi pesar me perjudique en la opinión pública y debilite la consideración de que g o z o . Pero, en último caso, ¿qué me censuran y qué quieren de mí? ¿Que no esté triste? ¿acaso es posible esto? ¿Que no me entregue, al menos por c o m p l e t o , al d o lor? Pero ¿quién se abandona a él menos que yo? ¿He re chazado alguna visita en la época en que me albergaba en tu casa? ¿Hay alguien que tuviese que quejarse entonces de mi acogida? Desde tu casa marché a Astura, é invito a esas gentes de corazón alegre a que lean otro tanto de lo que he escrito. Pero no es esta la cuestión, sino que ningún ánimo enfermo a c o me t e el asunto que he tratado y o . Pasé treinta días en mi quinta. ¿Dejaron algo que desear mi m a " sera de recibir y mi lenguaje? Ahora también leo y escribo alternativamente, y veo a los que viven conmigo más apurados para soportar su ocio que yo mi trabajo. ¿Dicen, en fin, que por qué no estoy en Roma? porque no hay nadie. ¿Por qué no he de preferir cualquiera quinta mía, que son más propias de la estación? porque no soportaría fácilmente la sociedad. Además, ¿no me encuentro donde el hombre que poseía la casa más hermosa de Baias nunca dejaba de pasar esta época del año? Si me encontrase en Roma, nada tendrían que decir de mi semblante ni de mi lenguaje. En cuanto a mi antigua alegría, mi preservativo contra las miserias del tiempo, me abandonó para siempre. Paréceme que tanto por tu influencia c o m o por la mía, (1) No dejó, sin embargo, de escribir la carta, aunque no la remitió. 124 MARGO TULIO CICERÓN. podremos conseguir que se saquen a subasta los jardines de Scápula. Este es el único medio para conseguirlos. Una vez abierta la subasta, toda la riqueza de Othón no igualará a mi de se o . Lo que me dices de Léntulo no importa nada para el negocio . Asegurémonos de Faberio, no aflojes en tu actividad y conseguiremos nuestro de se o . ¿Me preguntas cuánto tiempo he de permanecer aquí?muy p o c o , pero todavía no he decidido la marcha. En cuanto la fije, lo sabrás. Díme por tu parte cuánto tiempo p e r m a necerás en tu quinta suburbana. Hoy mismo, en el m o mento en que te escribo, recibo cartas y mensajeros que me dan idénticas noticias que tú acerca de Pilia y de Ática.

CARTA XLI.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada tengo que escribirte, pero deseo saber dónde te encuentras, si has dejado la ciudad, si vas a dejarla y cuándo regresarás, Díme todo esto. Por tu parte me preguntas cuándo marcharé de aquí. Pernoctaré en Lanusio al día siguiente de los idus, y al inmediato llegaré a Túsculo ó a Roma. ¿A qué punto de los dos? muy pronto lo sabrás. Bien sabes cuánto agria la desgracia, y no porque y o te haya hecho experimentarlo: pero la idea de ese templo no me abandona, y si no veo alzarlo, no como esperanza, sino en realidad, te advierto, y tú lo soportarás con paciencia como de costumbre, que mi mal humor recaerá sobre tí. Sin razón será, no lo niego, pero no por eso dejarás de tener que soportarlo, como todo lo que soportas, como todo lo que has soportado ya por mí. Ya te he mostrado mi o b jeto y mi único con s u e l o : a él deben dirigirse todos tus e s fuerzos. El orden de mis preferencias es este: primero Si-

CARTAS A ÁTICO. 125 l i o , después Clodia, en seguida, si Silio no quiere vender y Druso tiene exigencias exorbitantes, Cusinio y T r e b o n i o . Creo que existe otro propietario: al menos estoy seguro de que lo ha sido R e b e b o (1). Después de todo , si te agrada la idea, Túsculo, como me has manifestado en algunas cartas, la acepto. Pero de una ú otra manera, concluye pronto, te lo ruego , si quieres aliviarme de este enorme p e s o , en vez de reconvenirme, como lo haces con severidad, a lo que no me tiene acostumbrado tu indulgencia. Esa se ve r i dad te la inspira el cariño, y tal vez he agotado tu paciencia. Sin embargo, si quieres consolar mis penas, ese me dio es el mejor de todos y , a decir verdad, el único. ¿Has leído la carta de Hircio, que a mi juiciofpuede con siderarse como verdadera muestra de la diatriba de César contra Catón? Si tienes lugar para ello, díme tu opinión. Vuelvo a lo del templo: si mi deseo no se realiza este verano, cuando el verano está comenzando ahora, no me consideraré libre de un delito.

CARTA XLII.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. No puedo quejarme de tu exactitud, puesto que diariamente he recibido carta tuya, viendo y comprendiendo por ellas que nada tenías que decirme. Desde el vi de los idus (2) has debido ausentarte, porque he dejado de r e c i bir noticias tuyas: y o no dejaré de mandarte un mensajero (1) C. Caninio Rebelio, que fué teniente de César y a quien éste hizo cónsul en 31 de diciembre, después de la muerte del cónsul Q. Fabio Máximo, y que no comió ni durmió durante su consulado. (2) 8 de junio. 126 MARCO TULIO CICERÓN. casi todos los días. Prefiero que recorra inútilmente el c a . mino, a dejarte sin medios de comunicación en caso n e c e sario. He recibido tu carta vacía del vi de los idus: ¿y qué podías escribirme? pero no siento saber hasta que nada qué. ¿Dónde está? ¿cuándo tienes que escribirme. Sin embargo,- algo me decías de Clodia, aunque no recuerdo vuelve? A falta de los jardines de Othón, los suyos son los que me agradan más. Pero dudo que quiera vender: se complace en ellos y es rica. En cuanto a Othón, demasiado sabes cuántas dificultades se presentan. P e r o , en fin, hagamos todos l o s esfuerzos posibles, te lo ruego , y conseguiremos el objeto. Probablemente partiré mañana. Marcharé a Túsculo ó a R o m a , y en seguida quizá a Arpiño. Cuando me encuentre decidido, te lo participaré. Se me había o c u rrido aconsejarte precisamente lo que estás haciendo; y me parecía mucho más cómo d o para tí hacerlo dentro de tu casa, evitando toda pregunta.

CARTA XL1H.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Como ya te he d i c h o , al día siguiente de los idus (1) pienso descansar en Lanuvio, desde donde marcharé a Roma ó a T ú s c u l o : te lo avisaré a tiempo. Nada me dices acerca de si tengo razón para unir ideas consoladoras a la realización de mi p r o y e c t o : apruebo tu silencio: cosas son éstas que , a la verdad, no podías juzgar tú. Posible te era, sin embargo, medir mi impaciencia por la confesión que te he hecho , a pesar de que no te c r e o muy partidario de los pensamientos que me dominan. Si me engaño, has de d i s (1) 14 de junio.

CARTAS Á ÁTICO. 427 pensar mi error. ¿Qué digo dispensar? has de ayudarme. Othón me inquieta, pero quizá temo porque deseo. Y a la verdad, este asunto es superior a mis fuerzas, sobre todo con un competidor apasionado, rico y que hereda. Inmediatamente después de Othón, Clodia; y si nada conseguimos por uno y otro lado, te ruego que busques por otra parte. Me considero ligado por un voto religioso, y mucho más l i gado que lo estuvo nadie jamás. Ve también los jardines de Trebonio. Los propietarios están ausentes; mas ¿qué i m por ta? En último c a s o , como ayer te decía, piensa en Túsculo, por temor de que pase el verano, que e s lo que a toda costa hay que evitar.

CARTA XLIV.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Hircio te ha mostrado simpatía por mí y yo se lo agrad e z c o ; pero mucho más te agradezco a tí que no hayas querido remitirme su carta: tú acción ha sido muy delicada. En cuanto al libro que me ha enviado acerca de Catón, deseo que los tuyos lo divulguen, a fin de que el contraste de indignas diatribas haga resaltar más el elogio del gran ciudadano. Bien haces en emplear a Mustela: es hombre idóneo, y me es muy adicto desde el asunto de Ponciano. Procura conseguir por su medio el resultado. No n e c e s i tamos otra cosa sino que dejen el campo libre a los c o m pradores, y para esto basta la voluntad de cualquiera de los herederos. Supongo que Mustela no se negaría a ello. Bajo este último aspecto nada tienen de conveniente la finca de Silio ni la de Druso. ¿Puede un propietario permanecer todo el día sentado en su quinta? Desearía ante todo Othón, y después Clodia. A falta de esto, usemos de la astucia con 128 MARCO TULIO CICERÓN. Druso ó volvamos a Túsculo. Prudente partido es haberte encerrado en tu casa. Mas te ruego que te apresures a r e cobrar la libertad para que me seas devuelto. Como ya te he d i c h o , marcharé de aquí a pernoctar en Lanuvio al día siguiente de los idus, y al inmediato en Túsculo. He luchado, y si persevero, creo que v e n c e r é . Quizá mañana, ó pasado mañana lo más tarde, podrás juzgar. ¿Pero qué ocurre? Filótimo (1) pretende que Pompeyo no está de t e nido en Carteya {1). Oppio y Balbo me han remitido copia de una carta a Clodio Paduano en que se daba como cierta esta noticia. Filótimo añade que la guerra tiende a prolongarse mucho tiempo aún; pero sabes que Filótimo suele parecerse mueho a Fulvio (3). Comunícame lo que sepas y no olvides decirme lo que haya del naufragio de Caninio.

CARTA XLV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He terminado aquí dos tratados extensos. El único medio que tengo para sustraerme a mi dolor es el trabajo. A u n que nada tengas que escribirme, como supongo , no dejes de hacerlo aunque no sea más que para decirme que nada tienes que comunicarme; pero dímelo en otros términos. Me regocijan mucho las noticias de Ática; pero no me g u s - (1) Liberto de Cicerón y de Terencia. (2) En efecto, Cn. Pompeyo estuvo un momento detenido en Carteya por los jefes de esta ciudad, que estaban dispuestos a entregarla a César, pero consiguió escaparse. Carteya era una ciudad déla Bética. (3) Existia entonces un llamado Fulvio que inventaba noticias favorables a César con tanta facilidad como Filótimo las inventaba favorables a Pompeyo.

CARTAS A ÁTICO. 129 ta esa languidez que padeces, aunque, como dices , no sea nada. Me encontraré bien en Túsculo para recibir tus c a r tas y verte algunas v e c e s ; pero bajo otros conceptos me convenía más la permanencia en Astura. Ciertos recuerdos entristecen y aquí son mucho más d o l o r o s o s . Pero en ú l timo c a s o , por donde quiera que v o y , me ' a c o m p a ñ a n mis pesares. Por lo que tú me dijiste, llamé a César vecino tuyo. Pero es preferible para mí que le hayan alojado con Quirino a que lo esté con la Salud. Haz divulgar el escrito de Hircio. Opino exactamente lo mismo que tú; se tributará homena je al talento del autor, pero se burlarán todos del p r o p ó s i to de vituperar a Catón. carta XLVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Creo que cobraré valor: dejaré a Lanuvio y volveré a Túsculo ( 1 ) . Como, aunque mitigado, mi dolor subsistirá, debo renunciar para siempre a Túsculo, ó comprender que no hay diferencia entre ir hoy allá ó ir pasados diez a ñ o s . No encontraré allí más que en otra parte las crueles i m á g e nes que me persiguen día y n o c h e . — ¡ cómo ! dirás, ¿de nada te sirven las letras?—Todo lo contrario; y tal vez sin ellas sería menos sensible, porque su c o me r c i o e n n o b l e c e el corazón quitándole toda rudeza. (l) Es verosímil que Tulia muriese en este punto. TOMO x. 9 430 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA KLVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Hazlo como me escribes, cuando te venga bien. Puedes remitirme dos cartas, y si es necesario iré y o . Consulta, habla a Mustela, c o m o me dijiste. Pero el negocio es muy difícil, y me siento muy inclinado a volver a Clodia. En uno ú otro caso es indispensable que pague Faberio: tampoco perjudicará que hables a Balbo, diciéndole sencillamente lo que ocurre: que queremos comprar, que no podemos sin el dinero que nos de b e Faberio, y que no nos atrevemos a arriesgarnos. ¿Cuándo se encontrará Clodia en Roma? ¿cuánto crees que pedirá? Esto me mantiene incierto. Y no es que no prefiera este otro n e g o c i o ; pero la cosa es importante y la lucha difícil con un competidor ardiente, rico y heredero. En achaque de ardor, no c e d o a nadie, pero no cuento con iguales fuerzas en l o demás. Ya hablaremos. Divulga, como lo haces, el libro de Hircio. Me dices de F i lótimo lo mismo que pensaba y o . ¿Sabes que tu casa va a ganar mucho teniendo a César por vecino? (1). Espero hoy el regreso de mi mensajero, que me traerá noticias de Pifia y Ática. (1) Después de la derrota de los hijos de Pompeyo en España, el Senado había decretado que se elevase a César una estatua en el templo de Quirino: estando la casa de Ático en el monte Quirinal, encontrábase vecina al templo, como también lo era del de la Salud.

CARTAS Á ÁTICO. 131

CARTA XLVIIl. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Fácilmente creo que te guste permanecer en tu casa; p e r o quisiera saber a qué altura te encuentras y si has con cluido. Te espero decididamente en Túsculo, puesto que has anunciado a Tirón tu próxima llegada, añadiendo que la creías necesaria. Cuando te encontrabas cerca de mí, comprendía cuan útil me es tu presencia; desde tu marcha, l o c o m p r e n d o mucho mejor. Así pues, vuelvo a lo primer o : en tu casa ó en la mía, según deGida la suerte, porque no podemos vivir separados.

CARTA XLIX. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Ayer, p o c o después de tu marcha, personas, al parecer urbanas, vinieron a verme de parte de C. Mario, hijo de Cayo, nieto de Cayo (1). Traíanme una carta en la que , después de largo preámbulo, me pide, a nombre de n u e s tros lazos de familia, a nombre de aquel Mario de quien y o he escrito, a nombre de L. Crasso, su elocuente a b u e l o , que acceda a defenderle. En seguida e x p o n e el asunto. Le (l) c . Mario C. F. c . N., así se escribía el nombre de los ciudadanos en las actas, inscripciones, etc. Siendo este Mario un impostor, veterinario de olicio, llamado Herófilo, según Valerio Máximo, parece que Cicerón, sospechando la superchería, le designa asi por ¡burla, como también por burla dice a Ático que abogará por 432 MARGO T U U O CICERÓN. he contestado que no necesitaba defensor siendo pariente de César, el hombre mejor y más g e n e r o s o , omnipotente h o y : sin embargo, que no le faltaría. ¡Qué tiempos en los que un Curcio puede aspirar al con sulado! Pero basta de esto. Tirón me inquieta; pero muy pronto tendré noticias suyas, porque ayer mandé a v e r l e . Al mismo tiempo entregué una carta para tí: te he remitido mi carta a César. Díme para qué día está señalada la venta de losjardines.

CARTA L.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Tanto como me regocijó tu llegada, me ha entristecido tu partida. Vuelve, pues, tan pronto como puedas; es decir, cuando ya no necesite tus cuidados la adjudicación deSexto ( 1 ) . ¡Me es tan útil un solo día pasado contigo, y diré más, tan agradable! Iré a Roma solamente por verte; pero hay algo en lo que todavía no estoy completamente de cidido.

CARTA CICERÓN LI. SALUD. A ÁTICO, Tirón ha regresado antes de lo que esperaba. También está Nicias aquí, y he oído decir que hoy llega Valsio. Aunque son muchos, me encontraré más aislado que si tú estu(1) Sexto Pudeeeo hacia vender algunos bienes en subasta, y Ati. co, por amistad, vigilaba la operación.

CARTAS A ÁTICO. 133 vieses solo con m i g o ; mas como el asunto de Pudeceo ha terminado, te e s p e r o ; muy pronto, dices tú; sí, muy pronto, procura que así sea. Habla a Virgilio: desearía s o lamente saber cuándo es la venta. ¿Te parece que puedo e n viar la carta a César? ¿Qué te diré? Lo mismo pienso y o , tanto más, cuanto que nada he puesto en ella que no sea propio de un buen ciudadano que marcha según la é p o c a , siguiendo en esto el precepto de todos los escritores políticos. Sabes que considero indispensable comunicarla primeramente a los nuestros: procura hacerlo así, y si o b se r vas que no agrada por completo, no la remitirás. Fácilmente comprenderás si la aprobación es verdadera ó fingida. En cuanto a mí, consideraría la vacilación como censura; pero tú podrás poner las cosas en claro. Tirón me ha dicho lo que piensas relativamente a C e r e lia: según tu opinión, no me conviene ser deudor s u y o , prefiriendo que pida prestado. Es necesario tener lo uno y no lo o t r o . Pero de esto y de otras muchas cosas hablaremos de viva v o z . Creo, sin e m bargo, si no opinas lo contrario, que conviene aplazar el reembolso de Cerelia, hasta que sepa a qué atenerme de mis deudores Milón y Faberio.

CARTA LII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Conoces a L. Montano que partió con Cieerón. He r e c i bido una carta del marido de su hermana. Parece que Montano es deudor de Planeo (1), como fiador de Flaminio por (1) L. Munacio Planeo, hermano de T. Planeo Burssa. El paso que Cicerón rogaba a Ático diese hacia 61, tenia por objeto comprometerle a que renunciase a su proyecto de comprar los jardines de Scápula. 134 MARCO TULIO CICERÓN. veinticinco mil sextercios. No sé a punto fijo lo que de tf quiere Montano; pero te ruego no te niegues, sea a ver a Planeo ó a ayudarle de alguna ú otra manera. Estoy o b l i gado con él. Si tú tienes más noticias ó crees factible la tentativa con Planeo, deseo que me lo escribas. Necesito saber de qué se trata y cuál es el objeto de estos pasos. Espero con o c e r el resultado de tus gestiones en cuanto a mi carta a César. No deseo ciegamente los jardines de Silio,. pero es necesario que me hagas ver los de Scápula ó de Clodia. No c o m p r e n d o tu vacilación en lo relativo a Clodia. ¿Es que no va a Roma, ó que no puede vender? ¿Qué es lo que oigo decir que Spinther se ha divorciado?' Me parece mucho atrevimiento en mí tratar este asunto en lengua latina (1). Piensa que el fondo es ajeno, y esto disminuye mucho el trabajo. Solamente tengo que buscar p a labras, y en éstas abundo.

CARTA Lili. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Aunque nada tengo que escribirte, no dejo de hacerlo, porque me parece que hablo contigo. Nicias y Valerio e s tán aquí. Espero carta tuya esta mañana; tal vez reciba otra por la larde, si tu correspondencia de Epiro te deja espacio, y no quiero yo entorpecerla. Te remito cartas para Marciano y Montano. Deseo que las unas a tu paquete, si no lo has remitido ya. (1) Alusión a sus obras filosóficas, que se gloriaba de escribir exclusivamente en latín, a pesar de la pobreza de esta lengua en términos de la ciencia filosófica y porque confiaba en triunfar de esta dificultad. Pero el fondo, como él mismo conviene y es cierto, eracompletamente griego. LIBRO DECIMOTERCERO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. De tal manera has escrito a Cicerón (1), que no es p o s i ble hacerlo con mayor severidad y templanza: imposible satisfacer mejor mis d e se o s . También has escrito con suma prudencia a los Tulios (2). Les aprovechará, ó tendremos que adoptar otras medidas. Veo las excelentes disposiciones que vas a tomar, ó , mejor d i c h o , que has tomado para las cobranzas. Si consiguen e f e c t o , te deberé los jardines. Como sabes, no hay finca que prefiera, especialmente a causa del motivo que me la hace desear. De mucho peso me alivias al darme esperanzas, más diré, seguridad c o m pleta para la primavera. En ninguna parte podría pasar con menos tristeza lo que me queda de vida. La impacien cia de gozarlos me lleva algunas veces a hostigarte. de s pués me con t e n g o , porque sé que cuando ves en mí deseo vehemente, tu impaciencia por satisfacerlo es superior a la (1) Su hijo Cicerón, que habitaba entonces en Atenas, donde estudiaba (ilosofía, aunque, según parece, no con mucho aprovechamiento. Atieo le hizo algunas observaciones relativamente a esto. (2) Tulio Marciano y Tulio Montano, libertos de Cicerón. 136 MARCO TULIO CICERÓN. mía. Sin embargo, date por hostigado. Espero saber qué dicen los nuestros de mi carta a César. Nicias te es adicto como debe. Tu recuerdo le ha con m o v i d o profundamente. Profeso mucha amistad a P u de c e o , habiendo reemplazado por completo a su padre en mi cariño, estimándole lazos los has formado yo tanto por él mismo como por el nombre que lleva. Estos tú, y por ello te quiero más. Te agradeceré dirijas una ojeada a esos jardines, y ponme también al corriente de lo que atañe a la carta; así me darás asunto para escribir. En todo caso te escribiré también: no me faltará materia.

CARTA II.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mucho te agradezco tu diligencia, que vale más que el asunto mismo. ¿Hay cosa más indigna? (1) Pero estoy a c o s tumbrado a todo y mi sensibilidad se ha agotado. Espero carta tuya, pero no noticias; ¿qué noticias? Sin embargo , quizá... Remite esa carta a Oppio y Balbo, y si ves a Pisón habíale de ese o r o . Cuando llegue Faberio, si te ofrece fianza, cuida de que te la dé por todo lo que me debe. R e c i b e lo que te entregue Eros (2). Ariarathes (3), hijo de (1) Probablemente alude a alguna mala acción de Terencia. (2) Intendente de Ático. (3) Ariarathes, hijo de Ariobarzanes I, hermano de Ariobarzanes II, rey de Capadocia. No teniendo éste hijos, era Ariarathes heredero presunto del reino. Los dos habían servido bien a la República, y César confirmó al primero en la posesión del trono, colocando al segundo bajo la autoridad y dependencia de su hermano, para que no cayese en la tentación de promover disturbios. Habiendo Casio dado muerte a Ariobarzanes, porque éste príncipe, reconociendo los

CARTAS A ÁTICO. 1 37 Ariobarzanes, se encuentra en Roma. Quiere comprar sin duda algún reino a César. En el punto en que se e n c u e n tran las cosas no tiene en el suyo donde sentar el pie. Sextio, nuestro proveedor titular, se ha apoderado ya de él. No estoy celoso por ello; sin embargo , estoy íntimamente ligado con los hermanos de Ariarathes, a quienes he prestado muy importantes servicios, y le escribo o f r e ciéndole mi casa. Por este motivo envío a Alejandro y le encargo a) mismo tiempo la carta. Mañana es la venta de Pudeceo. Ven en cuanto puedas; tal vez le entorpecerá F a berio, pero ven en cuanto quedes libre. Dionisio se l a menta con razón de que le tengan tanto tiempo separado de sus esclavos. Hame escrito una carta muy larga, y sin duda tú habrás recibido otra semejante. Temo que se prolongue su ausencia, cosa que me desagradaría mente, porque deseo mucho que venga. profunda-

CARTA III.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Espero carta tuya, aunque no tan temprano, porque me he puesto a escribir muy de mañana. Parécenme aceptables los nombres que me proponen; lo que únicamente me inquieta es tu vacilación. No me gusta que apeles á mi de cisión cuando yo en asuntos propios no podría prescindir de la tuya. Pero me explico esta precaución de tu parte, antes como efecto de tu ordinaria prudencia, que como temor real acerca de la solidez de los fiadores. Desaprue- favores recibidos del primer César, se había declarado por el segundo, esto es, por Octavio,subió al trono Ariarathes, arrojándole pocos años después Antonio, que colocó a Arquelao en su lugar, 138 MARCO T U L I O CICERÓN. bas mis negociaciones con Celio y deseas que no las con tinúe. Accedo a las dos cosas. No siendo así, hubieses t e nido que prestarme tu garantía. Ahora todo queda a mi cuidado. El vencimiento de los efectos que me delegan es algo lejano; pero c o me n c e m o s por adquirir lo que de se a m o s ; después conseguiré por mi parte, sea del presidente de subastas, sea de los herederos, el plazo necesario para coordinarlo con mis r e e m b o l s o s . Ocúpate de Crispo y de Mustela; quisiera saber qué parte correspondo a cada cual. Tengo noticia de la llegada de Bruto, habiéndome traído una carta suya su liberto Egipta. Te he remitido una que es bastante conveniente.

CARTA IV. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Te de b o la lista exacta de diez legados; y pienso como tú, porque el hijo era cuestor (1) un año después del con sulado de Mumio. Como me preguntas con frecuencia qué me parece de esta asignación, repetidamente te contesto que me agrada. Si puedes, termina con Pisón; Avio cumplirá su deber. Procura venir a Túsculo antes que Bruto, ó al menos cuida de que nos encuentre reunidos cuando venga. Tu presencia me interesa mucho. Fácilmente Le enterarás del día de su partida, si encargas a un esclavo que lo pregunte. (1) El hijo de Tuditano, que fué cuestor, y no el padre, como parece que creía Cicerón, y como ya no cree en cuanto Ático le indicó el error.

CARTAS Á ÁTICO. 139

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Creía que Sp. Mumio fuese uno de los diez l e g a d o s . Es un error. Bien han dicho: era SÓXOYOV de su hermano, por- que ciertamente estaba en Corinto. Te remito el Torcuato. Procura hablar con Silio, como me d i c e s , é-ínstale. S o s tiene que no es para mayo uno de los vencimientos; en cuanto al otro , está conforme. Encomiendo este asunto a tu diligencia, tan activa siempre en mi favor. Infórmame de lo que trates con Crispo y Mustela. Puesto que me p r o metes encontrarte aquí a la llegada de Bruto, no pido más; principalmente cuando el asunto en que tanto interés tengo es el que te retiene estos días.

CARTA -VI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Has Obrado muy bien en lo relativo al acueducto (1). Procura que no pague el derecho de las columnas ( 2 ) , aun- (1) Era este un acueducto que, partiendo de Agua crabraen Túsculo, llevaba este agua a Roma, pagando un tributo por ella los propietarios de los terrenos que atravesaba. Cicerón se encontraba en este caso, y lo dice terminantemente en su tercer discurso por la ley agraria. (2) Exigíase un tributo por las columnas que sostenían un edificio. Cicerón las había encomendado para la tumba de Tulia a Apelas de Chío. 140 MARCO TULIO CICERÓN. que me parece haber oído decir a Camilo que se había m o dificado la ley. ¿Puede contestarse nada mejor a Pisón que la soledad del joven Catón? No se trata solamente de los coherederos de Herennio, sino que también del niño Lúcul o . El tutor tomó el préstamo en Acaya, circunstancia que no es indiferente. Pero obra con generosidad Pisón, puesto que declara no querer nada contra nuestro beneplácito. De viva v o z , según escribes, arreglaremos la marcha que de bemos seguir para resolver esta dificultad. Entre tanto has hecho muy bien en ver a los c o h e r e de r o s . No conservo copia de mi carta a Bruto; pero esto no importa. Dice Tirón que tú la tienes; y , en efecto, recuerdo perfectamente habértela remitido con la en que contestaba a sus r e con venciones. Procura evitarme el disgusto de ser j u e z . No con o z c o absolutamente a ese Tuditano^ bisabuelo de H o r tensio. Creía que era su hijo; pero su hijo en aquella é p o c a , no podía ser l e g a d o . Estoy seguro de que Sp. Mummio se encontraba en Corinto; porque Spurio, que murió hace p o c o , me leía con frecuencia cartas muy agradables que escribía desde Corinto a sus amigos. No dudo que estaba agregado a su hermano, pero no como legado. Después he visto que nuestros antepasados se abstenían de elegir l e gados entre los parientes de los generales; y nosotros, e x traños ó indiferentes a las buenas costumbres de nuestros mayores, enviamos á L. Lúculo, ¿quién? M. Lúculo, L. Murena y otros parientes suyos muy inmediatos. Es muy v e rosímil que se eligiera de intento al hermano. ¡Cuántos trabajos te impongo! detalles que comprobar y mis negocios que dirigir: pero sé que aplicas menos atención a tus asuntos propios que a los míos.

CARTAS A ÁTICO. 141

CARTA VII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Sextio me ha visitado, y el día anterior cuenta que se han recibido dice está decidido a permanecer en Roma, Theopompo: que haciéndolo cartas de César, en las así, como decía en mi carta, para impedir la inobservancia de sus leyes (1) durante su ausencia, como ha sucedido con las suntuarias. Este motivo es verosímil y lo había s o s pechado y o . Necesario es someterse, a no ser que prefieras que persista. Léntulo se ha divorciado de Métela ( a ) ; el hecho es cierto, pero tú debes estar mejor enterado de todo que yo. Escríbeme lo que quieras, con tal de que me escribas. No veo que tengas nada que decirme: tal v e z algo de Mustela, ó quizá que has visto a Silio. Bruto llegó ayer a Túsculo después de la hora décima. Hoy vendrá á verme, y quisiera que estuvieses presente. He enviado a decirle que le has esperado mucho tiempo, pero que te proponías venir al primer aviso de su llegada, habiéndome encargado y o , como lo hago, de prevenirte. (1) Las que había dado César después de terminar la guerra de África. (2) Esta Métela fué después amante de Dolabela, y más adelante del hijo de Esopo el cómico. Horacio dice que éste tuvo el capricho de desengarzar de un zarcillo de Métela una perla prodigiosamente gruesa, valuada en un millón de sextercios (40.000 duros próximamente), disolverla en vinagre y bebería. 142 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA VIH.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada absolutamente tengo que decirte. Apenas nos h e mos separado y ya he recibido tres cartas tuyas. Haz e l favor de remitir el adjunto paquete a Vestorio y de e n c a r gar a alguno que se informe si Q. Faberio tiene propiedades en venta por la parte de Pompeya ó de Ñola. R e m í t e me el compendio de Celio por Bruto ( i ) y pide a F i l o x e n o el tratado de Panecio acerca de la Providencia (2). A l o s idus te veré con tu familia.

CARTA IX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Acababas de marcharte ayer, cuando llegó Trebacio por invitación mía. Trebacio pensaba desde luego y después Curcio, y éste solo para saludarme, pero se quedó permanecer con m i g o . Esta mañana he visto a Dolabela, habiéndose prolongado nuestra conversación hasta muy entrado el día, y no puedo decirte con cuánta efusión é intimidad: hemos hablado de Quinto, y he sabido cosas increíbles, inexplicables. Confidencias he recibido que no me atreve(1) L. Celio Antipaler, historiador de la Guerra púnica. Bruto había hecho un compendio de esta historia, asi como también de la de Fannio. (2) Panecio, filósofo estoico. Sostenía contra Epicuro la intervención de la Providencia en las cosas del mundo.

CARTAS A ÁTICO. 143 ría a dictar a Tirón, ni a escribir yo mismo, si todo el e j é r cito no las con o c i e se . Pero basta de esto. Por feliz casualidad llegó Torcuato durante la visita de Dolabela ( 1 ) , quien ha sido tan complaciente que ha repetido mis instancias. Acababa yo de dirigírselas muy apremiantes y parece que Torcuato las ha recibido bien. Espero me des noticias acerca de Bruto ( 2 ) . Nicias cree terminado elasunto, pero dice que censura el divorcio. Razón más para que desee yo como tú que concluya. Si Bruto se ha p e r j u d i c a d o , puede rehabilitarse por este medio. Necesito marchar a Arpiño, porque es indispensable p o ner en orden aquella tierrecilla, y temo no poder ausentarme más adelante, cuando César esté en Roma ( 3 ) . D o labela opina de su llegada lo mismo que tú, según la carta de Messala. Una vez en Arpiño, veré sobre el terreno lo que hay que hacer y te escribiré para cuándo estaré de regreso.

CARTA X. CICERO» A ÁTICO, SALUD. No me admira que te conturbe la muerte de Marcelo, ni que te haga concebir temores. ¿Cómo prever una catástrofe a la que había escapado hasta ahora y que en el orden (4) A pesar del divorcio de éste eon Tulia, Cicerón continuaba en amistosas relacienes con él, en primer lugar por política, a causa de la intimidad de Dolabela con César, y además por interés, porque sin duda no le había reembolsado aún la dote de Tulia. (2) Bruto había repudiado a Clodia, hija de Appio Clodio, y estaba para casarse con Porcia, hija de Catón, por lo que universalmente se le censuraba. (3) De regreso de España. 144 MARCO TULIO CICERÓN. . natural no debía temer? En adelante hay que vivir en con tinua alarma. Pero ¡qué falta contra la exactitud histórica, principalmente por tu parte! «¡Qué, soy yo el único consular que queda!» (1). ¿Cómo? ¿qué te parece Servio? Después de todo, ¿qué ventaja hay en ello, especialmente para mí, que considero d i c h o s o s a aquellos que ya no existen? ¿Qué es hoy un consular? ¿qué podemos hacer? ¿tenemos influencia en el interior ó en el exterior? Si no se me hubiese ocurrido escribir, no sabría qué hacer. Así como me dices , c r e o que es necesario elegir para Dolabela (2) algún asunto de interés más general y más relacionado con la política. Indispensable es hacer algo por él. Díme a qué altura se encuentra Bruto (3). Que termine, si está decidido; este es el medio de cortar murmuraciones, ó al menos de c a l marlas; algunos se atreven a hablar hasta delante de m í . Debe comprender bien su posición, sobre todo si ha h a blado contigo. He propongo partir el xi de las kalendas (4). Nada tengo que hacer aquí, y a fe mía que allí tampoco, ni en ninguna parte. Sin embargo, mis intereses me llaman allá abajo. Espero hoy a Spínter: Bruto me ha enviado un c o rreo, y en sus cartas excusa a César por la muerte de se Marcelo; pero nadie se atreveríaá acusarle, aunque Marcelo hubiese sucumbido en algún atentado secreto. Hoy sabe sucumbió a manos de Magio; ¿no se explica todo por su propio furor? Sin embargo, hay en todo esto un miste- (1) Es decir, el único digno de este nombre, porque existían otros consulares, L. César, L. Filipo, L. Paulo y algunos más. (2) Cicerón pensaba, como había presumido Ático, enviar a Dolabela y hasta dedicarle un libro en el que tratase menos de filosofía que de polica, porque este género de escritos convenía más a Dolabela que no estaba tan versado en aquellos eonocimientos como en estos. (3) Si había concertado ó realizado su matrimonio con Porcia. (4) El 21 de junio. Ignórase a dónde se proponía ir.

CARTAS Á ÁTICO. 145 rio que no c o m p r e n d o . Tú me lo explicarás. Lo que menos se me alcanza es el motivo que pudo impulsar a Magio a tal exceso de demencia, cuando acababa Marcelo de se r virle de fiador en Susicum. Tal v e z sea esta la clave del enigma. Magio no habrá podido pagar; se dirigiría a Marc e l o , y éste, según su costumbre, le contestarla con dureza. P e r o , encontrándome tan lejos, puedo engañarme.

CARTA X I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Creía que era cosa llevadera, mas ahora que estamos separados, la ausencia se me presenta bajo otro aspecto. Pero era necesario, tenía que arrendar mis campos y l i bertar a Bruto de la carga que mi amistad le imponía ( 1 ) . En adelante nos veremos con más comodidad el uno y el otro en Túsculo. No podía pasar ni un solo día sin visitarm e , y a mí me era imposible ir a su casa, privándose por lo tanto él de las comodidades de Túsculo. Díme si Servilia (2) ha llegado, si Bruto ha hecho algo (3), si se ha de cidido y cuándo se verificará la entrevista, escribiéndome cuanto sea necesario que sepa y o . Procura también ver a Pisón, porque ha llegado el m o me n t o ; pero hazlo cuando te sea cómo d o . todo (1) Es decir, que dejaba a Túsculo, donde Bruto y él tenían sus quintas, para no imponerle la obligación de que le visitara diariamente por deferencia, y porque él mismo, ocupado en sus asuntos, no podía devolverle las visitas. Este inconveniente desaparecía cuando Cicerón estaba en Arpiño. (2) Madre de Bruto. (3) Relativamente a su matrimonio con Porcia. „ TOMO x. 10 « 6 MARCO T U L I O CICERÓN.

CARTA XII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Mucho me alarmó tu carta conforme si no estuvieses por nuestra querida Ática: firmemente convencido de su pero después me tranquilicé, porque no te encontraría tan restablecimiento. Mucho has realzado a mi Ligarlo ( 1 ) ; en lo sucesivo tú serás el pregonero de mis escritos. Me hablas de Varrón; pero, como s a b e s , hasta ahora, s o l a mente he hecho discursos ó trabajos de otra índole, que no dan cabida a su n o m b r e . En la época en que c o me n c é a escribir sobre materias filosóficas, prometió Varrón hacerme una hermosa é imponente rpoftp&víiatv; pero ya han trascurrido dos años, y ese KaAXntiut&rií (2), que tan ligero marcha, todavía no ha a de l a n t a d o ^ un c o d o . Espero la realización de su promesa para desquitarme con él hasta con usura, en el caso, sin embargo , de que me sea posible. Esta reticencia la recomienda Hesiodo. Tengo sin duda mi tratado De Finibus, pero lo he dedicado a Bruto. Tú lo deseas así, y, según me dices, él no se muestra insensible a este homenaje. Me quedan los Diálogos académicos. Los interlocutores son elevados filósofos personajes sin duda alguna, pero endebles, y y o les he hecho demasiado sutiles; podré sustituirles con Varrón. Esto es puro Antíoco (3), y tú sabes cuánto agrada Antíoco a V a (1) La oración pro Q. Ligarlo. (2) Caiípides era un autor de tragedias contemporáneo de Agesilao, a quien Aristóteles, en su Arle poética, censura agitarse demasiado en la escena. De aquí el nombre de Caiípides aplicado a todos los,que se agitaban mucho trabajando en algo y sin adelantar nada. (3) Antioco, discípulo de Carneades, bajo cuya dirección estudia- cartas A Anco, 147 rrón. Más adelante cumpliré con Cátulo y Léntulo: sin embargo, les dejaré si así te agrada. Escríbeme lo que o p i nes de esto. Vestorio me ha escrito acerca de la venta de los bienes de Brinnio ( 1 ) . Díeeme que se han puesto pero creían que me encontraría para de acuerdo en para realizarla en mi casa el vm de las kalendas de j u l i o ; esta fecha Roma ó en Túsculo. Di a tu amigo S. Vettio, mi c o h e r e de r o , ó a Labeón, que la aplacen por algunos días. Estaré en Túsculo para las nonas ó p o c o después. Eros está con Pis ó n . No hago otra cosa que pensar en los jardines de Scápula. Ya amanece.

CARTA XIII. SALUD. CICERÓN Á ÁTICO, Convencido por tu carta, b o r r o de mis libros académicos los nombres ilustres, y pongo el de tensos nuestro amigo V a reducido rrón. En vez de d o s libros, he hecho cuatro, mucho más e x que los anteriores, a pesar de que he muchas cosa s . Deseo me digas cómo has sabido que a g r a daría esto a Varrón, y también si hay algún otro nombre que le haga sombra. ¿Acaso el de Bruto? A fe mía, esto sólo me faltaba. Sin e m b a r g o , deseo saberlo t e r m i n a n t e mente. Ignoro si me engaña el amor propio de autor, pero estos libros han resultado tan bien, que ni entre los Griegos se encuentra nada que pueda comparárseles. Has que - ron en Atenas Cicerón y Ático, y a quien Lúculo atrajo después a Roma. Cicerón quiere decir que los Académicos son expresión délos pensamientos de Anlioco. (1) Cicerón era coheredero de los bienes de esté Brinnio. 448 MARCO TULIO CICERÓN. rido tener un ejemplar de los primeros, y ahora es trabaja perdido. Pero no te importe; la última redacción es muy superior a la primera ;por la tersura, precisión y e s p l e n dor de estilo. Encuéntrame ahora en otro apuro. Consiento en dedicar otro escrito a Dolabela, mente, pero no sé raciones. Necesario que lo desea vivaqué elegir. Por una parte, alSéojiot es, pues, prescindir de este deseo ó Tp6>a<; y por otra, si a c c e d o , no podré evitar las murmuencontrar algo. Pero ¿á qué ocuparme de esta bagatela? Mejor es hablar de mi [querida Ática. ¿Cómo está? Te a se guro que me encuntro muy angustiado, Leo continuamente tus cartas, que me tranquilizan; pero no dejo de esperar con impaciencia nuevas noticias.

CARTA XIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El liberto de Brinnio, mi c o h e r e de r o , me escribe que él y Sabino, otro coheredero, están dispuestos a venir a v e r me , á lo cual me o p o n g o en absoluto, porque la h e r e n cia no me r e c e el trabajo. Pueden mandar que anuncien la venta para el m denlos idus ( I ) ; bastará {que vengan a T ú s culo al dfa siguiente de las nonas (2) por la mañana. Si e l plazo no les pareciese bastante l a r g o , que prorroguen la venta dos días, tres ó los que quieran, porque esto no tiene importancia; pero impídeles que vengan, si no se e n c u e n tran ya en camino. ¿Qué hay de Bruto? ¿qué se sabe de César? ¿qué otras noticias se tienen? Te ruego me pongas al corriente. Díme (1) 13 de julio, (2) 8 de julio-

CARTAS A ÁTICO. 149 terminantemente si te conviene que remita mi escrito a V a r r ó n . El asunto te interesa, porque has de saber que te he elegido a tí para tercer interlocutor. Necesario e s , pues, -que pienses en ello. Los nombres p e r o se pueden borrar ó dejar. están c o l o c a d o s ya,

CARTA XV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Díme ¡por favor cómo se encuentra me admira, porque no nuestra querida Ática. Hace tres días que no me das noticias, cosa que no ha venido nadie, |y tal vez nada tendrás que decirme. Por mi parte nada] tengo que c o m u nicarte. Valerio te lleva h o y estas líneas: espero algún criado mío ; si llega y trae cartas tuyas, tendré seguramente asunto para escribirte.

CARTA XVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Venía a buscar aquí las orillas de los arroyos, la soledad de los campos para respirar mejor, y todavía no he p o dido poner el pie fuera de la casa: no cesa la lluvia, y lluvia torrencial. He introducido a Varrón en todos mis l i bros académicos. Antes eran mis interlocutores Cátulo, de Mételo y Hortensio, y cometía falta grave en ello, porque e s cosa sabida que si tenían algunas nociones acerca estas materias, no las habían profundizado. Así, pues , en cuanto llegué a los campos los sustituí con Catón y Bruto. 150 MARCO T U L I O CICERÓN. Entonces recibí la carta en que me hablabas de Varrón, y a nadie puede prestarse mejor la doctrina de Antíoco. Pero quisiera que me dijeses si apruebas realmente que le de dique una obra, y en caso de que lo apruebes, si la obra está bien elegida. ¿Qué se dice de Servilla? ¿ha llegado?. ¿Qué hace Bruto? ¿Cuándo se casa? ¿Qué noticias hay de César? Estaré aquí hasta las nonas, como ya te dije. Ve qué puedes hacer con Pisón.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Espero noticias de Roma el v de las kalendas (1); no porque haya mandado que me escriban, sino porque c u e n to contigo. Me dirás lo que piensa hacer Bruto; si está decidido; lo que se espera de César; aunque, en último c a s o , esto es lo que me interesa menos en el momento presente. Lo que deseo saber ante todo es cómo se encuentra Ática. Tus cartas revelan confianza, pero tienen fecha demasiado atrasada, por lo que espero impacientemente otra.

CARTA XVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Ya ves las ventajas de la proximidad. Tengamos, pues r jardines. Cuando me encontraba en Túsculo, nuestras c a r tas podían considerarse como una conversación: tan rápidamente iban y venían. Pronto comenzaré de nuevo este (i) 28 de julio. cartas A Anco. c o me r c i o : entre tanto, y siguiendo tu consejo, he nado un libro de sutil filosofía, que dedico a Varrón. 451 termiEs- pero, sin embargo, que esclarezcas las dudas que te he s o metido. ¿En qué has con o c i d o que no disgustaría a V a rrón este homenaje? En cuanto a esto, no recuerdo que j a más me haya hostigado, a pesar de ser el más infatigable de todos los escritores. Además, ¿de quién podría estar c e loso? ¿de Bruto? Si no es de Bruto, menos lo estará de Hortensio (1), ó de aquellos que hablan en la República. Desearía que me dijeses con claridad, primeramente si perseveras en tu opinión; si de b o enviar el libro, ó si he de esperar más. De todo esto hablaremos en nuestra primera entrevista.

CARTA X I X .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Mi secretario Hilaro (2) acababa de partir el iv de las kalendas (3) Con una carta para tí, cuando el mensajero me trajo la tuya de la víspera, en la que veo con sumo placer que nuestra querida Ática te ruega no estés triste, y en la que me aseguras que está fuera de peligro. La autoridad de tu juicio ha recomendado extraordinariamente a mi Ligario. Balbo me escribe y Oppio también ( 4 ) ; los dos están maravillados y quieren enviar el discurso a César. Esto lo sabía ya por tí. (1) Porque Hortensio, a quien Cicerón había dedicado un tratado de Filosofía, que se lia perdido, había muerto. (2) Liberto de Cicerón. (3) 27 de julio. (4) Compréndese que estando maravillados Balbo y Oppio, los dos íntimos amigos de César, el mismo César pensaría como ellos. Sabido es que perdonó a Ligario. 4b2 MARCO TULIO CICERÓN. Si me decido por Varrón, no es para evitar que me impur ten despecho de amor p r o p i o . Había decidido no hacer Pero tú hablar en estos diálogos a ningún personaje v i v o . m e has revelado tu deseo secreto y la importancia que é l le da. Me he puesto a la obra y la he terminado. ¿Ha sido con éxito? Lo ignoro; lo único que puedo decir es que era imposible aplicar mayor cuidado. Resumida está en estos Ancuatro libros la doctrina académica. He puesto en boca de Varrón todas las pruebas que tan hábilmente reunió tíoco contra la duda absoluta. Yo contesto, y tú intervienes entre los d o s . Si hubiese supuesto el debate entre Cotta y Varrón, como me aconsejabas en una de tus últimas cartas, hubiese habido un personaje m u d o . Esto no parece mal cuando se toman personajes del tiempo pasad o , como Heraclido en muchas obras suyas, y yo mismo en mis seis libros Be la República: ejemplo de ello es también mi diálogo Bel Orador, mi obra querida. Pero allí estaba y o naturalmente excluido de una conversación que media entre Crasso, Antonio, el viejo Cátulo, su hermano C. Julio, Cotta y Sulpicio. En la época en que le c o l o c o era yo niño y no podía tener cabida en él. En mis últimos escritos he seguido el ejemplo de Aristóteles, que dirige la conversación de manera que permanece siempre siendo el personaje principal. Otro tanto he hecho yo en mis cinco libros Be Finibus, en los que L. Torcuato defiende la d o c trina de Epieuro, M. Catón representa los estoicos, y M. Pissón los peripatéticos. Seguro estaba de que no había de hacer c e l o s o s , porque ninguno de ellos existe ya. Los primeros interlocutores de mis libros académicos eran, como sabes, Cátulo, Léntulo y Hortensio; pero todos estaban .fueran de lugar. La filosofía tiene un alcance a que ninguno de ellos pudo llegar, ni siquiera en sueños. Así, pues, el nombre de Varrón se me presentó en tus cartas como hallazgo inesperado. Nadie se adapta mejor a esta doctrina, de la que se forma sus delicias, y al papel que le

CARTAS A ÁTICO. T53 presto. Dudoso es que el mío pueda sostener la c o m p a r a ción. ¡Ofrece un fondo tan rico la lógica de Antíoco! He procurado Conservarle todo lo que tiene de incisivo, a ñ a diéndole cuanto brillo puede tener mi lenguaje. Sin embargo , examina otra v e z , considera maduramente si de b o emplear a Varrón. Se me ocurren inconvenientes; pero ya hablaremos de esto en nuestra próxima entrevista.

CARTA X X . CICERÓN A Anuo, SALUD. He recibido de César una carta de pésame (1), fechada en Hispalis la víspera de las kalendas de mayo (2). No he comprendido bien lo que han decretado para el ensanche de la Ciudad, y deseo saberlo. Mucho me c o m p l a c e el agradecimiento de Torcuato, y procuraré dar ocasión para que aumente. No hay posibilidad de hablar en mi oración por Ligarlo de la esposa ni de la suegra de Tuberón (3): el discurso se ha publicado ya, y además no quiero hacerme defensor de Tuberón, porque es sumamente ipiXattioí. Os ha dado ahí un hermoso espectáculo. Aunque mis días trascurren dulcemente en esta morada, deseo sin embargo verte; así, pues, persisto en visitarte como me proponía. Habrás visto a mi hermano, y estoy muy curioso por saber lo que habréis hecho . Por mi parte, no me cuido del qué dirán, y a pesar de que me dices te escribí con aturdimiento, lo mejor que puede hacerse es no pensar en el (1) (2) (3) sase Con ocasión de la muerte de Tulia. 30 de abril. Estas dos mujeres habían impulsado a Tuberón para que acuá Ligario ante César. 154 MARCO TULIO CICERÓN. asunto. Lo esencial es no separarse del camino recto en ninguna circunstancia de la vida. ¿No ves qué filósofo estoy? ¿Crees que estas materias pasan impunemente por mis manos? (1) Has tomado el asunto por lo serio, cosa que no quería y o , porque no me r e c e la pena. Pero vuelvo a mi negocio. ¿Qué me importa, en último caso, todo e l l o , si no falto a la amistad? ¿Se sospechará de mí que quiero dominar en el foro? Mii j¡áp aúxot?. ¡Ojalá pudiese ser indiferente de la misma manera para mis asuntos d o m é s t i c o s ! ¿Crees acaso que deseaba algo que no he podido alcanzar? No; mas puede cambiarse, y hoy me es lícito, aplaudiendo lo pasado, proclamar en alta v o z mi profunda indiferencia. Pero ya he hablado demasiado de miserias.

CARTA XXI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Hircio se ha encargado de una carta muy larga que ha p o c o te escribí desde Túsculo. A la que tú me has dirigido contestaré más adelante, porque tengo que tratar contigo asuntos más urgentes. En primer lugar, ¿qué puedo saber de Torcuato, si Dolabela no me ha dicho nada? En cuanto me comunique algo te lo diré. Además, espero hoy ó m a ñana lo más tarde el regreso de mi emisario y en seguida te lo enviaré. También espero recibir carta de Quinto, por que, como sabes, en el momento de mi salida de Túsculo, el vm de las kalendas ( 2 ) , le envié un esclavo. Paso ahora al objeto principal de esta carta, a la palabra inhibiré, que antes me había agradado y que ahora rechazo (1) Cicerón quiere decir sin duda que Ático estaba asombrado de la habilidad con que trataba las materias filosóficas. (2) 25 de julio.

CARTAS A ÁTICO. 455 completamente. Bien sé que es término náutico, pero creía que en las v o c e s navales significaba alzar l o s remos. Ayer salí de mi error al ver abordar una nave cerca de mi casa. A la v o z de inhibiré, los remeros no suspendieron el m o vimiento de los r e m o s , sino que maniobraron de otra m a nera. Esto, como v e s , dista mucho de la palabra griega t-Ko-ffi. Deja, pues, la frase tal como está, y advierte a Varrón, para el caso de que haya hecho alguna c o r r e c c i ó n en su copia. Nada hay mejor que el sentido de este v e r s o de Lúculo: Sustineatcurrum, ut bonu' soepe agitator, equosque: Carneades no usa la palabra l-noy$ sino en el sentido de antes momento de descanso para el atleta que se replega de descargar el g o l p e , para el auriga que r e c o g e las riendas antes de lanzar l o s caballos. Inhibiré significa, por el contrario, un movimiento, y hasta movimiento acelerado, como cuando se quiere hacer virar en redondo la nave. Como ves, esta discusión gramatical me preocupa más que la conversación de que s o y objeto ó l o s rumores difundidos cerca de Polión (1). ¿Se sabe algo cierto relativamente a Pansa? (2) ¿No se ha divulgado el hecho? ¿Qué hay de p o s i tivo en el asunto de Critenio? ¿Se confirma el de Mételo y Balbino? Pero díme, ¿te agrada acaso la publicidad de mis obras sin mi beneplácito? El mismo Hermodoro (3) no se atrevía a tanto; hablo del Hermodoro que publicaba las l e c ciones de Platón, por lo que se da el nombre de Hermodoro a las palabras robadas. ¿Qué me dices? ¿Te parece conve- (1) Folión estaba en España donde le había encargado César de vigilar los movimientos de los restos del ejército pompeyano. . (2) Pansa era entonces gobernador de las Galias. No se sabe a qué rumor se refiere Cicerón. (3) Este Hermodoro, discípulo de Platón, vendía las obras de su maestro, pero jamas las publicó sin su consentimiento. 156 MARCO TULIO CICERÓN. niente que tenga alguno antes que Bruto la obra que , por con s e j o tuyo, le dedico? Balbo me ha escrito que ha r e c i bido de tí una copia de mi libro quinto De Finibus. No he refundido por completo este libro, pero he reformado mucho en él; así, pues , procura no dejar salir de tus manos las demás copias: de no hacerlo así, Balbo tendría una copia informe, y Bruto no recibiría más que un fruto abortado. Pero basta de este asunto, porque quiero hacer incapié en estas bagatelas; sin embargo , estas bagatelas son los asuntos más importantes que pueden ocuparme hoy. ¿Qué otra cosa me queda? La obra que por consejo tuyo he dedicado a Varrón está ya en poder de los copistas en Roma: ¡tanta impaciencia tengo por ofrecérsela! Si deseas obtenerla, puedes c o n se guirlo, porque mis copistas tienen orden de entregarla a los tuyos, si así lo dispones; pero que el libro no salga de tus manos antes de que te vea y o . Esta recomendación la acepta siempre tu bondad; pero es necesario que te la haga, por que si me ocurre olvidarla, Cerelia, en su pasión por las obras filosóficas, no deja de sacar una copia de la tuya. De esta manera ha adquirido mis libros De Finibus, y te aseguro, confesando sin embargo que soy hombre y d é b i l , que no las ha recibido de mí. Ni un solo momento he perdido de vista a mis copistas, y lejos de poder haber hecho dos c o p i a s , apenas han tenido tiempo para terminar una. No pretendo con esto acusar a los tuyos, ni deseo tampoco perjudicarles en tu opinión; pero, lo repito, no quería publicar tan pronto esta obra y olvidé advertírtelo. ¡Cuánto hablo de fruslerías! pero no tengo asunto más grave de que ocuparme. Estamos de acuerdo en lo concerniente a Dolabela. Es cosa convenida que los coherederos vengan a Túsculo. César no llegará antes de las kalendas de setiembre (1)» (1) 1.° de setiembre.

CARTAS Á ÁTICO. . 157 según me escribe Balbo. La situación de Ática no deja al fin nada que desear y su resignación es admirable (i): esta es la noticia mejor y más grata. Una palabra aún acerca de ese pensamiento c u y o h o n o r reclamo exclusivamente. Lo que sé acerca del carácter, de la familia y del caudal es lo mejor que puede desearse. Sin embargo , no conozco personalmente al interesado, que es lo más esencial, pero Scrofa me habla muy bien de él. Te diré, además, si esto puede interesarte, que es más noble que su padre. En nuestra primera entrevista hablaremos del asunto, y de antemano consiento en t o d o . No ignoras, según c r e o , que quiero entrañablemente al padre, más de lo que tú supones y de lo que él mismo c r e e : le quiero con razón y desde muy antiguo.

CARTA XXII. CICERÓN A Anco, SALUB. No insisto sin motivo en mi deseo de averiguar lo íntimo de tu pensamiento acerca de Varrón. Ocurren dificultades que te comunicaré a nuestra primera entrevista. En cuanto a tí, querido Á t i c o , te he hecho figurar en mis Diálogos, y en adelante desempeñarás en ellos un papel, puesto que veo por tu última carta que no tienes inconveniente en que así sea. Casio me había participado ya el acontecimiento de Marcelo, y Servio me ha enterado de todos l o s detalles. ¡Qué fin tan acerbo! Vuelvo al asunto de mi carta. Me agrada saber que mis escritos están en tus manos, donde se encuentran m e j o r que en cualquiera otra parte; pero no los dejes circular (1) Refiérese al matrimonio de Ático. 158 MARCO TULIO CCERÓK. hasta que nos pongamos de acuerdo. Considero inocentes a tus copistas, y tampoco te acuso a tí. Te aseguro que ni siquiera pensaba en ello cuando te hablé de una copia que Cerelia no podía haber obtenido más que de tí. En cuanto a Balbo, bien sé que no podías negarte; pero no quería que Bruto tuviese un trabajo i n c o r r e c t o , ni Balbo una obra bosquejada. Enviaré el libro a Varrón, si persistes en ello después de haberme visto, porque entonces sabrás lo que me hace dudar. Apruebo completamente que hayas hecho citar a mis deudores. Deploro .tus disgustos en cuanto a los bienes de tu abuela, y lo que me dices de nuestro amigo Bruto es lamentable: ¡pero así es la vida! No puede justificarse tanta acritud entre dos mujeres (1) cuando cada una de ellas cumple su deber. No había motivo para demandar a mi amanuense Tulio: de haberlo, te lo hubiese escrito . Nada le he entregado para los gastos relativos al voto que he decidido cumplir (2): tiene sin duda algunos fondos míos, pero cuento aplicarlos al destino de que se trata. Teníamos, pues, razón los d o s : yo para decirte: los fondos están ahí, y él para negarlo. Pero pongamos término a la mano de obra. Un bosque no es conveniente para una habitación, porque es demasiado desierto. Sin embargo , puede decirse mucho en favor suya. todo se hará como tú opinas, puesto que eres mi constante guía. L l e garé el día que he d i c h o . ¡Ojalá puedas llegar tú también! Si tienes negocios (y tienes mucho s ) , ven al menos al día siguiente, que será el de los c o h e r e de r o s . No quiero r e c i - (1) Estas dos mujeres son Servilia y Porcia, madre la una y la otra segunda esposa de Bruto: parece que entre ellas.no reinaba buen acuerdo, porque la primera había visto con disgusto el repudio de Clodia y la otra no pensaba de la misma manera. (2) El de elevar un templo a Tulia, no en un bosque, donde, como dice en seguida Cicerón, nadie vería el monumento, sino, como tantas veces ha repetido, en paraje muy frecuentado, para dar mayor brillo a la consagración y a la persona que era objeto de ella.

CARTAS Á ÁTICO. 459 birles sin que te encuentres presente, porque me manejaría mal. En dos cartas nada me dices de Ática, y para mí este es el mejor de todos los augurios. Me quejo, no de tí, sino de Ática, que ni siquiera tiene un recuerdo para mí. Díla muchas cosas de mi parte, así como también a Pilia, sin dejarles con o c e r que estoy disgustado con ella. Te r e mito la carta de César, por si no la has leído.

CARTA XXIII.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Ayer contesté en el acto a tu carta de la mañana, y ahora contesto a la de la tarde. Hubiese preferido pitada marcha a una comarca lejana (i). que Bruto me llamase, cosa muy justa en la víspera de p r e c i Y a fe mía, en nuestro estado de espíritu, muy p o c o sociable hoy (2) (sabes muy bien lo que quiere decir sociable), no hubiese sentido verle en Roma mejor que en Túsculo. No habría sido obstáculo para esto el libro que dedico a Varrón. La copia, como has visto, está terminada y ahora la repasan. Enterado estás de mi vacilación, pero tú me decidirás. El otro libro que remito a Bruto (3) está también en manos de los copistas. Observa, conforme me escribes, mis indicaciones. Dice Trebacio ( 4 ) que esta entrega se hace siempre; pero ¿crees .tú que estas gentes consientan en ello? Conoces la casa; (1) Bruto iba a salir al encuentro de César que regresaba de España. (2) Cicerón a causa de la muerte de Tulia, y Bruto por las disensiones entre su madre y su esposa. (3) El tratado Be Finibus. (4) Trebacio Testa, jurisconsulto; su opinión tenía mucho peso; 160 MARCO TULIO CICERÓN. pues bien, terminemos amistosamente. No puedes figurarte cuan p o c o interés aplico a todo esto: puedo asegurarte con toda sinceridad, y deseo que me creas, que hoy antes es para mí molestia que placer lo p o c o que p o se o : el disgusto de no saber a quién trasmitirlo (1) es más amargo que agradable el g o c e de ello. Trebacio me ha d i cho que te ha hablado c o m o a mí mismo de esta entrega. ¿Acaso habrás temido disgustarme participándomelo? Claramente reconocería en ello tu bondad; p e r o , c r é e me , nada de e s o m e afecta. Así, pues, accede a ¡a entrevista, transige y con c l u y e , apremia, estrecha, habla, sin olvidar que hablas a Sceva (2). No esperes que quien es capaz de p e dir lo que no se le de b e , con d o n e aquello que se le de b e . Manten solamente el plazo, pero no insistas mucho .

CARTA XXIV. CICERÓN Á Anco, SALUD. ¿Qué significa lo que Clodio Hermógenes pretende haber oído decir a Andrómeno acerca de haber visto a Cicerón en Corciro? Pero tú lo sabrás. ¿Me habrá escrito él mismo? No le han visto. Te ruego me saques de esta incertidumb r e . ¿Qué más puedo decirte acerca de Varrón? A tu disposición están los cuatro bellos volúmenes. Apruebo lo que hagas y me burlo ai8éonat Tpffiac Por otra parte, ¿qué (1) Tenía sin embargo un hijo y un nieto, no existiendo razón ninguna para que los desheredase. La pasión por su hija y el dolor de haber perdido a aquella en que reconcentraba todo su cariño, parece que le hacían olvidar a sus otros hijos. (2) Ardiente partidario de César, con quién no debía disputarse, sino tratársele con moderación.

CARTAS A ÁTICO. 161 podrían decir? Temo mucho más las disposiciones personales de Varrón. Pero en último c a s o , como tú eres quien r e s . ponde, descanso confiadamente.

CARTA XXV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Ya he contestado a tus terminantes preguntas acerca de esa entrega: termina, pues, sin vacilación ni subterfugios. Es necesario, me conviene hacerlo así. De antemano e s t a ba seguro de tu contestación acerca dé A n d r ó me n o . L o hubieses sabido en el acto y me lo habrías comunicado en seguida. Me hablas de Bruto sin decirme nada de tí mismo. ¿Cuándo crees que vendrá aquí? Yo estaré en Roma la v i s pera de los idus. Si has leído mi carta, indudablemente me expresé mal: mi objeto era hacerle comprender lo que y o mismo había entendido en la tuya, esto e s , que no quería, en medio de los preparativos de su marcha, que fuese a verle a R o m a . Pero como ahora me veo obligado a marchar a ella, te ruego procures que esta circunstancia de los idus no le disuada de venir a Túsculo si así le con v i e n e . Su presencia no es necesaria para la venta; ¿acaso no basta la tuya para semejante asunto? Verdad es que para el testamento (1) habría deseado la suya; pero lo aplazo, porque no quiero que suponga v o y a Roma por este asunto, y te escribo que, conforme preveía, no le necesito en manera alguna para los idus. Te ruego atiendas a que las cosas se (i) Parece que Cicerón había reformado su testamento para complacer a Terencia, y que, según el uso, quería llamar para la clausura personajes distinguidos, cosa que hasta entonces había tenido por inútil y hasta rehusado. 11 162 MABCO TULIO CICERÓN. combinen de manera que no se moleste en nada a Bruto. Mas ¿por qué esa extremada aversión a que aparezca tu nombre en este homenaje a Yarrón? Si alimentas todavía algunas dudas, desearía conocerlas. Te aseguro que jamás escribí cosa mejor. Insisto en cuanto a Varrón, c r e o que así lo desea. Sin embargo , como s a b e s , es Astvdí ávnp' táj£ot xsv x a ( ávoctetov afxtówto ( 1 ) . porque Algunas veces me represento la cara que pondría v i n i e n d o , por ejemplo, a quejarse a mí de que mi tesis está mejor desarrollada y demostrada que la suya; lo que te aseguro a fe mía que no s u c e de , como verás cuando vayas al Epiro. En cuanto al presente, c e d o el puesto a tu c o r r e s p o n de n cia c o n Aleixón ( 2 ) . Me lisonjeo de obtener la complacencia de Varrón, y puesto que por él he hecho el gasto de una copia de gran lujo, me propongo tentar fortuna. Pero digo y repito que esto es a riesgo suyo; por lo cual, si v a cilas, le sustituiremos con Bruto. ¿No es éste también partidario de Antíoco? ¡Oh versátil Academia, que a todas h o ras cambia, hoy esto, mañana aquello! Pero díme, ¿no le ha complacido mi carta a Varrón? Males vengan sobre mí si alguna vez empleó tanto trabajo. Ni siquiera quise dictarla a Tirón, que retiene líneas enteras, sino a Spinthaeo, p a labra por palabra. (1) «Carácter susceptible capaz de acusar a la inocencia misma.» Este verso de Horacio lo aplica sin duda por ironía. (2) Liberto de Ático que desempeñaba sus negocios en Epiro.

CARTAS Á ÁTICO. 463

CARTA XXVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Nada hay mejor que la parte de Virgilio (1). Prosigue, pues. A continuación de este asunto, el de Clodia. Si la d o b l e negociación fracasa, puedes estar seguro de que me arruino y trato con Druso. Me devora la impaciencia por realizar el proyecto que conoces . También pienso algunas v e c e s en Túsculo. Decidido estoy a todo antes que dejar pasar el verano sin hacer nada. En la situación en que me encuentro no hay paraje que me convenga mejor que Astura; pero mis compañeros se avienen mal sin duda con mi tristeza y desean volver a Roma. Aunque nada se o p o ne a mi permanencia, prefiero partir, como ya te he e s c r i to., para no parecer abandonado. Mas ¿á dónde iré? ¿á Lanuvio? Quisiera tener bastante energía para regresar a T ú s c u l o . Ya te comunicaré mi resolución. No dejes por tu parte de escribirme. Es increíble lo que yo mismo escribo e n el día, y también por la n o c h e , porque no d u e r m o . Ayer me ocupé de la carta de César: así lo querías, y bueno es que esté preparada por si más adelante la crees necesaria. Por ahora cierto es que no será necesario remitirla: sin (i) Como ya se ha visto, Virgilio era uno de los cuatro herederos de Scápula. Sin duda habría dicho a Ático que cedería su parte a Cicerón, cosa posible si la venta se verificaba por licitación. Pero Cicerón no pensaba así y lo quería todo; esto es, que queria la admisión de extranjeros en la venta por subasta pública, y poner muy alta la tasación, para alejar concurrentes. Ahora bien,para que tuviese lugar esta admisión, bastaba que un solo coheredero la pidiese, y este favor lo esperaba de Mostela. 464 MARCO T U L I O CICERÓN. embargo , también acerca de esto te dejo arbitro. Te enviaré una copia desde Lanuvio, y quizá de Roma. Manan» l o sabrás.

CARTA XXVII. CICERÓN Á. Á T I C O , SALUD. Con razón insistía en que mi carta a César se c o m u n i c a se a sus amigos antes que a él mismo. Obrar de otra m a n e ra habría sido faltarles y tal vez comprometerme, en el caso de que la carta hubiese desagradado. Las o b se r v a c i o nes han sido francas, sin reticencias, y las agradezco. Pero lo mejor es que me han indicado tantos eambios, que sería necesario rehacer la carta, y esta es una excusa e x c e lente. Tocante a la guerra con los Parthos (1), ¿qué había de considerar yo en último c a s o , sino que entraba en sus miras? ¿Qué otro objeto tenía mi carta que el de abundar en sus deseos? ¿Acaso me habrían faltado razones si h u biese querido hacer prevalecer mis ideas propias? La carta, en fin, no tiene ya objeto. Cuando por una parte se tienenen perspectiva tan pocas ventajas, y por otra tantos i n con venientes, ¿á qué correr el riesgo?Observa, además, que de mi largo silencio anterior habría deducido naturalmente que no habría escrito de tomar otro giro la guerra ( 2 ) . T a m bién habría podido sospechar que buscaban un paliativo alelogio de Catón (3). ¿Qué quieres? Me era muy p e n o s o : me- tí) Comenzábase entonces a hablar del proyecto dé César de lie var la guerra al territorio de los Parthos. Como se ve, parece queCicerón tocaba algo este asunto en su carta a César. (2) Es decir, si César hubiese sido desgraciado en la guerra civil' que acababa de terminar. (3) Esto es, dulcificar con lisonjas lo que podía desagradar a César en el elogio de Catón.

CARTAS Á ÁTICO. 465 ^desaprueban; nada mejor. todo s hubiesen caído sobre mí, y tu sobrino con ellos (1). Hablemos de los jardines (2): si te cuesta la más p e que ña molestia, te ruego que no te muevas; pero de todos m o d o s , ocupémonos formalmente de Faberio. Díme si conoces el día de la venta. Hago marchar en el acto al me n sajero de Cumas, que te dará excelentes noticias de Ática y que, además, me ha dicho que lleva una carta para tí.

CARTA XXVIII. CICERÓN Á ATIBO, SALUD. Hoy es el día en que debes visitar los jardines, y m a ñ a na sabré lo que opinas. En cuanto á.Faberio, espero a que le hayas visto. En vano me apremias para que escriba a César; te juro que no p u e d o : y no es que me avergüence de hacerlo, aunque me sobraría razón para ello: porque si la vida es ya para mí un o p r o b i o , ¡qué mayor vergüenza que la adulación que me proponen! Sin embargo , ya está dado el primer paso ( 3 ) , y no es la vergüenza lo que me detiene. ¿Por qué no es así? Más digna sería la excusa . En vano intento escribir; nada se me o c u r r e . ¿Qué lenguaje usaban con Alejandro los hombres más elocuentes y más sabios? ¿Sobre qué versaban sus discursos? Aquel j o v e n , sediento de verdadera gloria, buscaba con afán todo lo que le hablaba de inmortalidad, y en este sentido le a con se j a (1) El joven Quinto Cicerón, sobrino de Ático, que también lo era de Cicerón. (2) Los jardines de Scapula. (3) Habiendo escrito ya la carta, lo más difícil estaba hecho. Pero, como más-adelante dice, no había sido remitida, si bien César ia conocía por sus amigos. 166 MARCO TULIO CICERÓN. ban. Honroso era por tanto aconsejarle. Pero y o ¿que p u e do hacer? Puse en tortura mi entendimiento para obtener algo que tuviese forma humana: mas como aqui y allá se encuentran principios algo diferentes de los actos y ten dencias actuales, no quisieron aceptarlo, y no lo deploro. Puedes creer que me consolaría con mucha mayor dificultad si la carta hubiese partido. ¡Cómo! ¿ignoras que el discípulo de Aristóteles, aquel entendimiento tan grande, aquel carácter tan modesto, en cuanto le llamaron r e y , se con v i r tió en orgulloso, cruel é inmoderado? Después de esto, ¿ cómo has podido tú figurarte que a un hombre cuya i m a gen se coloca al lado de las de los Dioses en el templo del gran Quirino, podían agradarle los consejos de moderación que yo le doy? En último caso, que piense lo que quiera; héteme desembarazado de ese problema de Arquímedes (!) que te había encargado resolver, y aseguro por mi fe mejor decir, me resigno a todo . Si nada te lo impide, deseo que vengas. Estrechado Nicias por Dolabela, cuya carta he visto, acaba de dejarme, con m u c h o pesar mío, y sin embargo con mi permiso. EstO' e s de mi puño. que estoy muy cerca de desear ahora lo que antes temía, ó por

CARTA XXIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Aparentando hablar de filosofía con Nicias, hice recaer la conversación en Thalma (2). No tiene Nicias elevada idea (1) Era efectivamente problema difícil de resolver, tratar bien a César sin incurrir en baja adulación. Cicerón cree haberlo resuello
CARTAS A ÁTICO. "- 167 de su mérito, considerándole como j o v e n honesto y m o r i gerado. Pero he aquí lo que me desagrada: Nieias dice saber que Thalma ha solicitado la mano de Corniflcia, hija de Q. Cornificio, que es ciertamente muy vieja y ha estado casada muchas v e c e s . Las mujeres no han consentido, porque se han enterado de que todo el caudal de Thalma consiste en ochocientos mil sextercios. Creo que sepas este detalle. Por tu carta y por Crisipo me entero de lo que deseaba saber acerca de los jardines. Conocía la extraña disposición de la quinta, y v e o que no han cambiado nada ó casi nada. Crisipo ( 1 ) celebra mucho los grandes baños: dice que pueden utilizarse los pequeños c o m o de invierno, pero quesera necesario construir un pasaje cubierto que falta ahora: pues bien, aunque lo hiciese tan grande como en Túsculo, la adquisición importaría la mitad menos que la otra. Conozco también el bosque, y nada hay mejor para el templo que quiero edificar. Ese bosque estaba completamente desierto, pero dicen que en la actualidad lo visitan mucho: esto es precisamente lo que más me agrada. Necesario es que me ayudes a satisfacer este de se o . Para mí no hay más que una dificultad: ¿me pagará Faberio? En este caso, no nos cuidemos del precio: de Othón conseguiré lo que intento. En primer lugar, no es obstinado: creo con o c e r l o bien; y además, si ha sido tan maltratado como se dice, no puede presentarse como comprador. Sin esto, ¿podría reducírsele fácilmente? ¿Pero a qué tanto discurrir? Si consigues que pague Faberio, c o m p r o a cualquier precio: no siendo así, no puedo comprar ni siquiera barato. En este caso t e n d r e mos que volver a Clodia, y encontraré más facilidades. Sus jardines son mucho más baratos, y el crédito de Dolabela (2) es tan seguro, que podré dedicarlo a esto. Basta conveniente (1) Liberto de Cicerón: era arquitecto. (2) Este crédito de Dolabela era la restitución de la dote de Tulia . 168 MARCO T U L I O CICERÓN. ya de jardines. Ven tú mismo, ó manda excusa con v e niente; tal vez lo sea el negocio Faberio: pero v e n , si puedes.

CARTA XXX. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Te remito la carta de Cicerón. ¡Hombre de hierro! ¿no te han con m o v i d o tantos peligros? También se queja de mí (1). Te hubiese comunicado sus quejas, pero supongo que mi carta sería un duplicado del relato que tienes de sus hazañas. Hoy mando un emisario a Cumas, y le e n c a r g o la carta que diste a Farnacio para Vestorio. Damea a c a baba de partir en el momento en que llegó Eros; p e r o su carta no me dice más sino que la adjudicación tendrá lugar dentro de d o s días. Tu propósito es venir para entonces¿Habrás terminado con Faberio? Mucho lo de se o . Eros no cuenta c o n ello h o y , y dice que es necesario convencerle mañana temprano. Debes cuidar de esto. Estas xo)axlai no distan mucho de las bajezas. Espero que vendrás pasado mañana. Te ruego procures averiguar los nombres de los diez comisarios enviados a Mummio (2): Polibio no los nombra. Recuerdo Albino el consular, y Sp. Mummio. Creo (1) El joven Quinto Cicerón había escrito dos cartas, una a su tío Cicerón y otra a Ático, enviando a éste las dos, refiriendo en ellas los peligros que había corrido en la guerra de España contra los hijos de Pompeyo, y quejándose de sus líos porque le habían enviado a aquella guerra. (2) Enviábanse diez comisarios a los generales para arreglar todas las cosas en las conquistas realizadas. Cicerón quería escribir un tratado de política en forma de diálogo, y tomar por interlocutores los diez comisarios enviados a Mummio, vencedor de la Acaya.

CARTAS Á ÁTICO. 169 haber oído decir a Hortensio que también se Tuditano encontraba entre ellos Tuditano; pero v e o en los anales de Libón que fué posterior en quince años al consulado de Mummio, y esto no concuerda. Deseo escribir un diálog o político a la manera de Dicearco, de quien tan apasionado eres. Colocaré la escena en Olimpia ó en cualquiera otra parte: ya veremos esto.

CARTA X X X I .
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El v de las kalendas me entregó Damea tu carta de la víspera, según la cual cuento contigo h o y ó mañana. S o s pecho que y o mismo soy quien te retiene ahí, al mismo tiempo que de se o vengas aquí. Mucho temo que el negocio de Faberio, aunque en buen camino, no termine sin pérdidas. En fin, puesto que todavía no te tengo con m i g o , ven tan pronto como puedas. Te agradecería me enviases los libros de Dicearco de que me hablas: dígnate añadir su visita a la de Trofonio. En cuanto a la carta de César, es asunto de c i d i d o . Lo más curioso es que escribe, según d i c e n , que no marchará contra los Parthos hasta que haya puesto orden en los negocio s . Esto es precisamente lo que le aconsejaba y o , dejándole libre, sin e m b a r g o , para que obrase de otro m o d o , si lo creía conveniente.. Esto es sin duda lo que esperaba, y nada quiere hacer sin mi consejoMas olvidemos todo esto. Mejor es conservar todavía una semilibertad, y el me d i o de gozarla es callar y ocultarse. Veo que preparas tu ataque contra Othón. ¡Préstame este servicio, querido Ático! No hay un solo paraje en que más libremente pueda evitar el f o r o , y permanecer, sin embarg o , contigo. En cuanto al p r e c i o , he aquí l o que he r e - 170 MARCO TULIO CICERÓN. flexionado: C. Albanio es vecino inmediato, y compró a M. Pilio mil yugadas por la cantidad de ciento quince mil sextercios, si no me engaña la memoria. Ahora bien; de s pués ha descendido el valor de las fincas. Pero es necesario tener en cuenta la conveniencia y mi de s e o ; y además, e x ceptuando a Othón, no veo ningún competidor. Podrías hablarle, y te sería más fácil con Cano (1), el de nes que decirme. insaciable gula. Me avergüenzo por su padre. Escríbeme, si algo t i e -

CARTA XXXII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Habiendo recibido hoy dos cartas tuyas, no quiero que tengas una sola mía. Continúa tu plan en cuanto a Faberio; de él depende la realización de mi p r o y e c t o , y sin este proyecto (créeme en esto y en todo) nada me importaría el negocio . Continúa, pues, con el mismo ahinco, tirme los dos tratados de Dicearco acerca porque y mayor no es posible: porfía, hostiga, termina. Dígnate remidel Alma del descenso al antro. No encuentro su Tripolítica ni su carta a Aristoxenes, y necesito con mucha urgencia estos tres libros, que me son indispensables para el trabajo que medito. El Torcuato (2) está en Roma, y he dado orden para que te lo remitan. Creo que tienes ya el Cátulo y el Líkulo, a los que he añadido nuevos prefacios en forma de (1) Este es Q. Gelio Cano, amigo de la infancia de Ático, que también lo era de Othón, y de quien habla Cornelio Nepote en la Vida de Ático. (2) Título del primer libro Se Finibus, en el que hace hablar a Torcuato.

CARTAS Á ÁTICO. 171 elogios. Deseo que los tengas, así como también algunas adiciones. No has comprendido bien lo que te dije acerca de los diez comisarios, y supongo que ha dependido de las a b r e viaturas que empleé. Te preguntaba si Tuditano había formado parte de la comisión, como he oído decir a Hortens i o . Sin embargo, he visto en los anales de Libón que fuépretor bajo el consulado de P. Popilio y P. Rupilio. ¿Pudo ser legado catorce años antes de su pretura? Pudo serlo, si no se le nombró pretor hasta muy tarde; pero no l o c r e o , porque observo que estuvo exactamente en los c a r g o s curiales el tiempo legal. En cuanto a Postumio, de quien recuerdas haber visto una estatua en el Isthmo, s a bía que formó parte de los legados. Este es el que fué cónsul con Lúculo, y acertadamente lo designas para que figure en mi diálogo: la elección es excelente. Procura indicarm e también los de m a s , a fin de que yo brille al menos por el resplandor de los personajes a quienes haga hablar. carta XXXIII. CICERÓN A ATIGO, SALUD. ¡Qué lamentable negligencia! ¿Puedes creer que Balbo y Faberio no me han repetido mil veces que estaba hecha la declaración? (1) Y no contentándome con esto, mandó e m i sarios sobre el terreno, como era necesario, según decían. Encargué de este cuidado a mi liberto Filótimo. Creo que (1) La declaración de sus bienes, que los particulares debían hacer ante el censor en cada estadística, y que igualmente tenían obligación de hacer en el intervalo de las estadísticas si adquirían nuevos bienes ó alguna cantidad de dinero. 172 MARCO TULIO CICERÓN. conoces al escribano; escríbele en seguida. Yo acabo de escribir a Faberio, según me aconsejas, y espero que h o y mismo acordarás algo en el Capitolio con Balbo ( 1 ) . No tengo escrúpulos en cuanto a Virgilio (2), porque no le de b o consideraciones de ninguna clase: si c o m p r o , ¿qué podrá decir? Pero habrá que cuidar no haga en AfriGa lo mismo que Celio. Ponte de acuerdo con Cispio en cuanto al pago; pero si se presenta Planeo, tendremos dificultad e s , no lo dudes. Ven, puesto que lo deseas c o m o y o ; p e r o que no sea esto motivo para abandonar el negocio . Dices que Olhón se dejaría con v e n c e r (3): excelente noticia sin duda. Dices bien en cuanto a la estimación; es necesario que el asunto esté más avanzado: solamente me ha escrito para darme las medidas del terreno. Procura terminar c o n Pisón. He recibido el libro de Dicearco, y espero su Descenso al antro de Trofonio. Es indispensable encontrar alguno. Encárgale que examine los registros del Senado, bajo los consulados de Cn. Cornelio (4) y de L. Mummio. Quizá tendrás razón en cuanto a Tuditano, porque se encontraba efectivamente en Corinto: Hortensio no lo dijo temerariamente; (1) Quiere decir que, con el auxilio de Balbo, terminará Ático con el crédito de Faberio. (2) Virgilio, que había servido contra César en la guerra de Afri " ca, encontrábase oculto entonces en algún punto de esta provincia, y sus bienes habían sido confiscados, entre otros, la parte de los jardines de Scápula, de que era coheredero. No podía, sin embargo, ser esto grave obstáculo para los deseos de Cicerón, porque, vendidos los jardines de una ú otra manera, el dinero que se obtuviese de desuparte pasaba al Fisco. Mas quizá esperaba todavía que las «osas se arreglarían de otro modo, y vacilaba en dar su consentimiento para aquella venta pública que con tanto ahinco pedía Cicerón y a la que creía poder obligarle. Siendo Virgilio gobernador de Sicilia el año en que desterraron a Cicerón, no quiso permitirle que pasase a esta isla. (3) Tal vez deseaba Othón alguna permuta. (4) Cn, Cornelio Léntulo, cónsul con L. Mummio en 608.

CARTAS Á ÁTICO. 173 entonces era cuestor ó tribuno militar, creo más bien esto último. Fácil te será esclarecer l o concerniente a Antíoco. Averigua también en qué año fué cuestor ó tribuno. Si las fechas no concuerdan, es que se encontraba entre los prefectos ó contubernales, siendo cierto que hizo aquella guerra. Hemos hablado de Varrón (1), el l o b o de la fábula: vino,, y a tal hora, que era indispensable retenerle. Pero c o m por t é de manera que no rasgué su manto. me Recordaba su frase: «Eran muchos y no estábamos prevenidos.» ¿Qué importa? un momento después llega Capitón con T. Carnias. En cuanto a éstos, apenas mostré deseo de que se quedasen, y sin embargo se quedaron, de lo que me a l e g r é mucho después. Accidentalmente se habló del p r o y e c to de ensanche de Roma. Quieren desviar el Tíber, a partir del puente Mulvio (2), y hacerle pasar al pie de los montes Vaticanos. Se edificará en el campo de Marte, y el campo Vaticano pasará a ser campo de Marte. ¿Cómo? dije: ¡y y o que pensaba comprar los jardines de Scápula!—No lo hagas,, me contestó: el proyecto se aprobará: César l o q u i e r e . — (1) El sabio Varrón, amigo de Cicerón y de Ático. (2) El puente Mulvio estaba fuera de Roma, cerca de la puerta Flumentana y del Campo de Sftirte. Desde este punto formaba el Tíber un recodo, acercándose á Roma, y alejándose en el otro extremo. Así, pues, abriendo un canal recto podía hacérsele pasar al pie del monte Vaticano, que entonces no estaba dentro del recinto de la ciudad. De esta manera los jardines situados en el paraje llamado Campus Vaticanus, al lado allá del Tiber, se encontrarían en el lado de acá, derribándoselas casas edilicadas en este sitio para hacer una plaza como el Campo de Marte, que quedaba dentro del recinto. Era indispensable una gran plaza fuera del recinto, porque no podía reunirse el pueblo por centurias sino fuera de los muros de la ciudad, siendo originariamente militares estas asambleas, como puede verse en la Vida de Servio Tulio. Desde el tiempo de los reyes» solamente Sila había ensanchado el recinto de Roma, y César quería obrar como él, no ejecutando su proyecto, sin duda porque le s o r prendió la muerte. 174 MARCO TULIO CICERÓN. No siento que me hayan advertido, pero ¡qué contrariedad! ¿Qué me dices tú? te pregunto como si fuese posible dudar de la exactitud de Capitón, que en achaque de noticias no c e de ni a Camilo. Tenme al corriente cuando lleguen los idus. Solamente por esto iba a Roma; lo demás era a c ceso rio, y puedo aplazarlo sin dificultad para dos ó tres días de s p u é s . No quiero que te molestes por venir a v e r me , y lo mismo digo con relación a Dionisio. En cuanto a Bruto, de quien me escribes, le he devuelto la libertad en lo que me con c i e r n e , porque le escribí ayer que no le necesitaba para los idus.

CARTA XXXIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Llegué a Astura el v m de las kalendas ( 1 ) , habiendo d e s cansado tres horas en Lanuvio a causa del calor. Si p u e des conseguirlo sin molestia, te ruego procures que no me vea obligado a ir antes de las nonas. Dirígete a Egnac i o Máximo y lo arreglará todo. Termina con preferencia, y mientras esté y o ausente, el negocio de Publio (2), y e n térame de lo que se dice acerca de esto. «El asunto debe ocupar a la ciudad» (3). A fe mía, no c r e o nada, porque la historia es muy antigua. P e r o , como v e s , quiero llenar la (1) 25 de julio. (2) Hermano de Publia, segunda esposa de Cicerón, recientemente repudiada. Publio negociaba para conseguir que Cicerón la recibiese de nuevo, y hasta rehusaba aceptar la dote que Cicerón debía restituirle. (3) Esta cita de Terencio indica que había algo que hablar en el repudio, como lo había habido en el matrimonio.

CARTAS Á ÁTICO. 175 página. ¿Qué más diré? Nada, porque ya l l e g o , a no ser q u e me digas no basta todavía. Te escribí acerca de l o s jardines.

CARTA X X X V . CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. ¡Qué indignidad! ¿El que lleva tu nombre quiere ensanchar la ciudad, a la que vino por primera vez apenas hace, d o s años? (1). ¿Tan pequeña le parece? ¿Le ha faltado e s pacio? Habíame detalladamente de esto. Me dices que s o lamente esperas la llegada de Varrón. En tal c a s o , en el momento en que escribo tiene Varrón mis libros y no p u e d e desdecirse: ¡si supieses lo que arriegas! (2). Tal vez te habrán hecho reflexionar mis últimas observaciones; p e r o no habías recibido mi carta cuando me dirigiste la tuya. En fin, ¿en qué estado se encuentran las cosas? Estoy i m paciente por saberlo. No me sorprende lo que me dices de la íntima amistad de Bruto y de vuestro paseo. Su lenguaje es igual siempre, pero cada v e z me encanta m a s . Hoy que lo aplaudes tú, me regocija más y me entrego a él c o n mayor abandono, bajo tu garantía. (1) Parece que un arquitecto, llamado Pomponio como Ático, se había ofrecido a César, si es que no recibió encargo de éste mismo, para ayudarle en su proyecto de ensanche de la ciudad. (2) Ático había respondido de la acogida que dispensaría Varrón a los Académicos de Cicerón, y no podía temerse que esta acogida no fuese excelente. 176 MARCO T U L I O CICERÓN. carta XXXVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Esta es mi segunda carta de h o y . Nada más conveniente ni más discrefo que lo que me propones en cuanto á la deuda de Xenón y los cuarenta mil sextercios de Epiro. En igual sentido me ha hablado Balbo el j o v e n ; diciéndome además que no ocurre otra novedad sino que Hircio ha t e nido con Quinto un altercado muy v i v o relativamente a m í , y que cuando concluyó con m i g o , la emprendió con su p a d r e : lo más acertado que ha dicho e s , según parece, que su padre y y o s o m o s muy opuestos a César; que no puede tener confianza en nosotros, y sobre todo que se debe de s confiar de mí. Esto sería sumamente peligroso si el se ñ o r no me considerase como hombre completamente de c a í d o . Añade que trato muy mal a mi Cicerón. P e r o , en último c a s o , que diga lo que quiera. Me alegro mucho de haber entregado el elogio de Porcia (1) al mensajero de Lepta antes de recibir tu carta. Si remites este e l o g i o a Bruto y a Domicio, haz el favor de mandarlo con las c o r r e c c i o n e s . Tenme al corriente día por día del combate de los gladiadores y de todas las noticias, hasta de los rumores sin fundamento. Quisiera que vieses a Balbo y a Offilio para lo r e lativo a los anuncios de la venta. He hablado con Balbo y está bien dispuesto: c r e o que Ofíilio tiene el estado deta- (1) La hermana de Catón, y no la hija de Bruto, con la que acababa de casarse Bruto. Sabido es que se acostumbraba en las familias romanas hacer y pronunciar en público el elogio de las mujeres que morían en edad avanzada. César, sin embargo, hizo el de su primera mujer, que murió muy joven.

CARTAS Á ÁTICO. 177 liado de los bienes. Balbo quería que se señalase la venta para día próximo y que se verificase en Roma, a condición de aplazarla si César tardaba en venir ( i ) ; pero viene ya. Ten en cuenta todo esto: Vestorio está conforme.

CARTA XXXVII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. NO había amanecido aún y estaba escribiendo contra los epicúreos, cuando con la misma lámpara, y trabajando lo mismo, escribí no sé qué cosa, que te remití siendo de noche aún. Me he dormido, y desperté al mismo tiempo que el sol, cuando me entregaron la carta que incluyo del hijo de tu hermana. Comienza con una impertinencia, tal vez sin intención. Dice así: «No apruebo todo lo malo que pueden decir de tí.» Luego puede decirse mucho malo de mí; pero no lo aprueba todo . ¿Puede haber mayor g r o se ría? En cuanto a lo demás, ya leerás la carta y juzgarás por tí mismo. Por lo que todos dicen, Bruto no cesa de e l o giarme, y esto es sin duda lo que habrá impresionado al j o v e n , determinándole a escribirme una carta y a ti otra. Díme el contenido de la tuya. Ignoro lo que habrá escrito de mí a su padre; pero considera con cuánto respeto habla de su madre: «Hubiese querido tener una casa a fin de verte con frecuencia, y te escribí que alquilases una para mí. No lo has hecho , y por lo tanto nos veremos muy p o c o , puesto que sabes el motivo que me impide ir a la tuya.» El motivo, dice su padre, es que detesta a su m a dre. Ayúdame con tus buenos consejos, mi querido Ático: ¿debo entrar con resolución en el recto camino de la j u s - (1), Cesar era también coheredero de estos bienes. TOMO x. 12 ¡78 MARCO TULIO CICERÓN. licia; es decir, tratar públicamente a ese desgraciado como merece y rechazarlo de entre los nuestros, ó es mejor t o mar de soslayo? Mi ánimo flota incierto, como dice Píndaro. El primer medio se conforma más con mi carácter; el se gundo con los tiempos en que nos encontramos. Tu o p i nión será la mía. Temo mucho encontrarme inopinadamente en Túsculo. Estando acompañado saldría mejor del paso. ¿Deberé marchar a Astura? Pero ¿y si viene César? Te ruego me ayudes con tu con se j o : haré lo que decidas.

CARTA CIOERÓN Á XXXVIII. ÁTICO, SALUD. ¡Increíble impudencia! ¡Escribir a su padre que no irá a su casa por causa de su madre! (1) ¡Yestoen medio de r e s p e tuosas protestas! ¡Y el padre que se enternece y r e con o c e a su hijo el derecho de quererla mal! Pero seguiré tu con se j o , viendo que te place que me contenga. Iré a Roma, pues to que así lo quieres, pero muy a pesar mío, porque tendré que prescindir de mi trabajo. Dices que allí se encontrará Bruto: muy bien; pero esto no sería razón para mí si no tuviese otra. Preferiría verle regresar de otra parte (2); no se ha detenido mucho tiempo ni me ha escrito una palabra. Sin embargo, deseo saber cómo le ha resultado este viaje. Quisiera me remitieses los libros de que te hablé anteriormente, en particular los comentarios sobre el F e dro y el libro sobre la Grecia. (1) La aversión a su madre procedía de que ésta quería casarle contra su voluntad. (2) Es decir, que hubiese preferido verle regresar de cualquier parte, más bien que de acompañar a César, vencedor de los últimos l'ompeyos en España, y que regresaba a Roma para establecer su omnipotencia sobre las ruinas déla libertad.

CARTAS Á ÁTICO. 179

CARTA XXXIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡ L u e g o , según anuncia Bruto, el gran hombre volverá hacia los buenos! Pero ¿dónde están los buenos? ¡Como no se ahorque! (1) Entretanto, que su ¡poder quede bien cimentado aquí abajo. ¿Dónde están aquellos grandes c o r a zones que parece respiran aún en las figuras de tu Parthenón? ¿Dónde están Ahala y Bruto? Pero ¿qué podrá hacer? Consideras cosa excelente que quien fué causa de todo el mal, no es bueno para nuestro sobrino (2). Mas y o t e m o , por mi parte, que Bruto le esté en el fondo tiernamente unido, porque sus contestaciones a mis cartas revelan esta disposición. Hubiese querido que escuchase algunas fábulas de las que mi sobrino cuenta de mí. Pero tienes razón en decir que estas cosas son para habladas. ¿Qué me aconsejas? ¿Debo correr a Roma? ¿Debo esperar aquí? Por una parte, me sujeta el trabajo; por otra, no quiero recibir a Quinto. Asegúrenme que hoy ha marchado su padre hacia él hasta Sam Acronoma, mostrándose tan irritado, que he tenido que hacerle algunas observaciones: pero yo mismo me siento algunas v e c e s muy próximo a escapar: mos. ¿Qué opinas de mi llegada? Si todo puede verequedar aclarado mañana, te ruego me enteres desde muy t e m prano. (1) Los buenos Habían muerto, y sólo muriendo podía César encontrarlos. (2) Hircio, que presentó el joven Quinto a César. 180 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA X L . CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. He enviado a Quinto una carta para tu hermana ( 1 ) . Quejábase de la guerra que sostienen su esposa y su hijo, por consecuencia de la cual habló de abandonar a ésta su casa; pero le he dicho que nuestro sobrino había escrito con mucha afabilidad a su madre. Quedó admirado, y y o añadí que no te había escrito ni una palabra. Pero esta ofensa s e la atribuye Quinto a sí mismo, porque, según d i c e , siempre ha hablado sumamente irritado contra tí con su hijo. Al fin comienza a calmarse, y le he notificado que, por mi parte, no quería ser severo por más tiempo. Hemos hablado de Cana (2), y si se quiere adoptar este partido es absolutamente necesario olvidarlo todo . Mas con v e n g o en que debe reflexionarse maduramente acerca de esto. En todo caso, los dos de b e m o s obrar de la misma manera, a pesar de que las ofensas sean mucho más graves y más públicas en cuanto a mí. Si interviene Bruto (3), desaparece la dificultad; pero de todo esto no puede h a blarse más que de viva v o z , por ser asunto de grandísimo interés y sumamente delicado. Hasta mañana, pues, si B O dispones otra cosa . (1) fis decir, una carta de Ático para su hermana Pomponia, esposa de Quinto Cicerón; ó tal vez la misma carta que escribía Quinto (hijo) a su madre, hermana de Ático. "«.(2) Cana, hija de Q, Gelio Cano, amigo de Ático. Tal vez era ésta la esposa elegida para el joven Quinto, pero indudablemente él prefería otra, y de aquí el disgusto con su madre. (3) A causa de la amistad que profesaba al joven, la influencia de Bruto podía resolver las dilicultades.

CARTAS A ÁTICO. 181

CARTA XLI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Ha venido y está muy triste ( 1 ) . «¿Por qué ese aspecto tan sombrío? le pregunté. — ¿ L o preguntas, con t e s t ó , cuando me es indispensable partir, y partir para una guerra en la que se correrán muchos peligros y será además de s h o n r o sa? (2)—Pero ereo que así lo de se a s . — N o ; mis deudas me obligan a ello, y ni siquiera tengo dinero para ponerme en camino.» Aquí tomé algo de tu elocuencia: callé. «Lo que más me entristece, añadió, es;mi tío.—¿Por qué? le pregunté.—Me odia.—¿Por qué le has dejado en esta disposición de ánimo?» No quería decir: ¿por qué le has puesto en ese estado? «No le dejaré; haré cesar la causa del d i s g u s to.—Muy bien harás; pero si no te cuesta mucho trabajo, quisiera que me enteraras del motivo.—No quería casarme. Mi madre se disgustó, y , por consecuencia, mi tío también. Actualmente no me importa tanto, y haré lo que quieran.—Te alegrarás de ello, y por mi parte te felicito. ¿Cuándo se realizará el matrimonio?—Me es indiferente la é p o c a ; he dado el consentimiento.—Creo que se efectuará antes de tu marcha, y de esa manera contentarás también (1) Su sobrino Quinto. (2; La palabra «deshonrosa» parece indicar que se trataba de la guerra de España, porque no era honroso que los amigos de Pompeyo, como los Cicerones, combatiesen a sus hijos. El joven Quinto asistió, sin embargo, a esta guerra, y escribió a sus dos tíos los peligros que había corrido, por lo que puede suponerse, según creen algunos, que se trataba de las guerras de los Parthos, cuyos peligros temía Quinto, y también la vergüenza de asistir a ella acribillado de deudas y con pobre equipo. 182 MARCÓ TULIO CICERÓN. a tu padre.—Puesto que asi lo c r e e s , seguiré tu con se j o . » Aquí terminó la conversación. Y a propósito: recuerda que el ni de las nonas de enero ( l ) - e s el aniversario de mi n a cimiento. Supongo que vendrás. Ya iba a cerrar esta carta y he aquí a Lépido, que me invita a marchar. Temo que n o haya bastantes augures (2) para la consagración de templo. Vamos, ¡JUOK; xopSov. Te veré en seguida. este

CARTA XLII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Indudablemente aprovecharé este día de dilación. Has hecho bien en avisarme, proporcionándome el placer de recibir una carta tuya en el momento en que no podía e s perarla, siendo como si hubieses escrito después de los j u e g o s . Tenía sin duda algunos negocios en Roma , pero l o mismo los despacharé dos días después.

CARTA XLIU. SALUD. CICERÓN Á ÁTICO, Tu carta es muy agradable: pero ¡qué cruel espectáculo! Verdad que no os acerbo todo lo que me dices (3), por (1) 3 de enero. (2) Necesitábanse por lo menos tres augures para consagrar un templo. Llamábanse effata las fórmulas augúrales de la consagración, y ager effatus el paraje extramuros donde se observaba el vuelo da los pájaros. El templo de que se trata es el de Marte ó el de Venus, elevados los dos por César. (3) Alusión a los juegos del Circo que se celebraron con ocasión de la inauguración de la estatua de César, colocada por orden del Senado en el templo de Quirino.

CARTAS Á Á T I C O . 183 ejemplo lo que refieres de Cotta (1). ¡Oh pueblo preclaro, que ni siquiera aplaude a la Victoria en tal vecindad! (2) Bruto ha llegado, y quería empeñadamente algunas palabras mías para César: no me he negado a ello; pero que vaya primero a ver qué pasa en las fiestas que le dan. ¿Te has atrevido a dar el libro a Varrón? Estoy i m p a ciente por saber qué opina. ¿Cuándo to leerá? Apruebo lo relativo a Ática (3). Lo que ocupa los o j o s es siempre p o derosa diversión para el espíritu, sobre todo cuando se trata de creencias y solemnidades religiosas. Deseo que no mandes a Cotta (4). Tengo c o n m i g o a Libón, y antes he tenido a Casca. Bruto me dice de parte de T. Ligario que me he equivocado al nombrar a L. Curfidio en mi oración. Defecto de memoria ha sido: conocía la intimidad de Curfidio con los Ligarios, y la recuerdo ahora que ha muerto. Te ruego que recomiendes a Farnaces, Anteo y a Salvio que borren ese nombre de todas las copias. (1) Puede creerse que alude al proyecto de Cotta, uno de los quindecenviros destinados a la custodia de los libros sibilinos, quien so pretexto de que estaba escrito en estos libros que solamente un rey podía vencer a los Parthos, quería proponer al Senado se diese este título a César. Oíros no admiten esta interpretación, ni creen que Cotta tuviese jamás semejante proyecto, porque su vida no indica que llevase jamás hasta tal punto su celo por César. (2) La estatua de la Victoria la llevaban en la procesión que precedía a los juegos del Circo; pero el pueblo no aplaudió temiendo que César creyese para él los aplausos. (3) Aprueba que Ático hubiese llevado a los juegos a su hija por el carácter religioso que estas liestan tenían. (4) El libro que escribió Cotta, siendo legado de César en la Galia en la lengua del país. 184 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XLIV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Después de tu marcha vino a verme Lamia, trayéndome una carta de César, en la que, a pesar de ser anterior a la de Diocares, anuncia terminantemente su llegada para a n tes de los juegos romanos, y concluye recomendando que esté dispuesto todo , no obligándole a inútil apresuramiento. Después de estas dos cartas, no es posible dudar que se proponga llegar en el día fijado; y Balbo, que ha leído la última, lo cree así, según dice Lamia. He aquí a l gunos días de libertad; pero ¿cuántos? Si me aprecias, p r o curarás que lo sepa. Podrá decírtelo Bebió, y también tu otro vecino Egnacio. Me invitas a que dedique este tiempo a mis libros de filosofía; y te aseguro que eso es como hostigar a un caballo lanzado a la carrera: pero ya sabes que todos estos días tendré en casa a Dolabela. Si no me retuviese el negocio de Torcuato, dispondría precisamente de los días necesarios para ir a Puzzola y regresar a tiemp o . Lamia ha oído decir, cree que a Balbo, que han e n contrado en la casa mucho numerario, que es indispensable repartir apresuradamente; que además, hay mucha riqueza en objetos de plata, sin contar las fincas, y que debe procederse a la venta sin pérdida de m o me n t o . Quisiera saber tu opinión: si tengo absolutamente que elegir entre todos un mandatario, no v e o ninguno más hábil, activo y adicto que Vestorio, a quien he dirigido expresas recomendaciones. Sin duda habrás hecho tú otro tanto, y c r e o que esto debe bastar. ¿No te parece así? Lo único que temo es que parezca descuido demasiado mis asuntos. Espero carta tuya.

CARTAS A ÁTICO.

CARTA XLV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Póllex había prometido venir para los idus de agosto (1), y desde la víspera se encontraba en mi casa, en Lanuvio. Pero te aseguro que con razón se llama Póllex y no Jvdex, como verás por tí mismo. He tenido una entrevista con Balbo, habiendo mostrado empeño Lepta, que está muy interesado en esta negociación (2), en llevarme a su casa, que es la misma de Lanuvio que Balbo ha cedido a Lépido. Sus primeras palabras fueron: «Aquí tienes una carta de César, que he recibido hace pocos m o me n t o s ; sus palabras son precisas: antes de los juegos romanos.-» He leído la carta: César habla mucho en ella de mi Catón, y pretende que, a fuerza de leerle, su palabra gana en fluidez; y dice que después de leer el Catón de Bruto, se ha creído e l o cuente. ¡Pero considera la negligencia de Vestorio! por Balbo he sabido la cláusula de aceptación de Cluvio (3). La aceptación es potestativa delante de testigos y el plazo de sesenta días. Temía y o la precipitación de Vestorio y hoy es necesario que le envíe mensajeros para que obre en mi nombre. Póllex me servirá para esto. He tratado con (1) 15 de agosto. (2) Lepta trabajaba mucho para que le diesen la intendencia de los juegos romanos, fiestas que debían celebrarse en algunos barrios de la ciudad con ocasión del triunfo de César. (3) Cláusula Cretio por la que el testador marcaba el plazo para la aceptación de la herencia y la manera de aceptarla. Algunos testamentos no llevaban esta clásula. Cicerón temió que Vestorio, naturalmente activo y diligente, aceptase la herencia sin examinar si era onerosa, y ahora se quejaba de tener que enviarle a alguno para que le moviese a aceptar. 486 MARCO TUMO CICERÓN. Balbo (1) el n e g o c i o de los bienes de Cluvio; ha estado muy amable y va a escribir inmediatamente a César. Cluvio ha impuesto a Tito Hordeonio un legado particular de c i n cuenta mil sextercios en favor de Terencia, el gasto de una tumba para él mismo y otras muchas c a r g a s ; a nosotros no nos ha impuesto ninguna. Te ruego que reprendas a Vestorio, porque su conducta no tiene excusa . Hace m u c h o tiempo que el perfumista Plocio (2) envió mensajeros a Balbo para ponerle al corriente de todo , y a mí no me han enterado de nada todavía, ni siquiera por mis c o r r e o s . Me entristece la muerte deCottinio, de quien era muy amigo. Si después de pagar mis deudas y mis adquisiciones me queda algo, lo destino a Quinto: pero temo tener que pedir prestado todavía. No he oído hablar de la casa de Arpiño. No reconvengas a Vestorio. Cuando tenía ya cerrada la carta, siendo ya de n o c h e , llega mi secretario con cartas minuciosamente testamento. detalladas y una copia del

CARTA XLVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Cuando me dijiste: Agamenón, no vengas (cosa que iba a hacer, de no estar aquí Torcuato), pero escribe, cambié de plan, lo abandoné todo y me dediqué a lo que mandabas. T e ruego pidas a Póllex cuenta del estado de mis gastos. Cualquiera que sea su conducta ( 3 ) , no quiero que tenga (1) La continua intervención de Balbo en este asunto demuestra que César estaba interesado en él con el mismo título que Cicerón y Hordeonio, es decir, como coheredero. (2) ¿Tendría acaso algún legado en la herencia de eluvio? (3) La de su hijo.

CARTAS Á ÁTICO. \ 187 apuros en el primer año: en lo sucesivo procuraremos mantenerle en los justos límites. Póllex va a partir para que Vestorio vea y o b r e . Érame de todo punto imposible ir y o mismo a Puzzola, tanto por las razones que sabes, como porque llega César. Doiabela me escribe que estará en casa al día siguiente de los idus (1). ¡Oh importuno señor! Ayer tarde me escribió Lépido desde Anzio, donde se encuentra. Ahora posee la casa que he vendido. Me ruega encarecidamente que asista al Senado paralas kalendas (2), a g r a de ciéndomelo César y sobre todo él. Creo que no ocurrirá nada; porque de no ser así, algo te habría dicho Oppio a falta de Balbo, que se encuentra enfermo. Sin embargo, prefiero perder mis pasos a no presentarme cuando sea necesario, porque después me arrepentiría mucho . V o y , pues, hoy a Anzio, y mañana, antes de mediodía, estaré en Roma. Si no tienes compromiso, hazme el favor de v e nir con Pilia a cenar conmigo la víspera de las kalendas (3). Supongo que habrás terminado con Publio. El m i s mo día de las kalendas regresaré a Túsculo, porque prefiero que se haga todo en ausencia mía. Te remito la carta de mi hermano Quinto. Podía sin duda contestarme con más amabilidad, pero su carta me ha parecido bien en lo que se te refiere. Tú v e r a s .

CARTA XLVII. C ICERÓN Á Á T I C O , SALUD. No estoy seguro acerca de si te oí ayer en medio del ruido que vendrías a Túsculo. ¡Ojalá! ¡ojalá otra vez! Sin (1) 14 de setiembre. (2) 1.° de setiembre. 13) 31 de agosto. 188 MARCO TULIO CICERÓN. embargo, que no te sirva de molestia. Lepta me insta para que vaya a R o m a , donde puede necesitarme, porque ha muerto Babulio. Creo que César ¿hereda una duodécima absurda, parte, a pesar de que nada se sabe aún. Lepta recibe el tercio, y teme que le dispute la herencia; cosa pero que en último caso la teme. Si insiste, marcharé, y si n o , esperaré a que sea necesaria mi presencia. Devuélv e me a Póllex en cuanto te sea posible. Te he remitido el elogio de Porcia, c o r r e g i d o ; no he perdido momento a fin de que, si lo envía a su hijo Domicio ó a Bruto, tenga este último texto. Encárgate tú, si puedes, de este cuidado, en lo que me harás verdadero favor. También de se o que me remitas los elogios de Varrón y de Lolio, especialmente el de Lolio, porque, a pesar de que lo he leído, de se o s a b o rearle. Creo que apenas he hojeado algunos pasajes.

CARTA XLVIII. CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. Ante todo , felicito a Ática, a la que supongo lia. Díme si ocurre actual- mente en el c a m p o : también saludo cariñosamente a P i algo nuevo con relación a Tigelio, quien, según me escribe Galo Fabio, me acusa con sobrada injusticia do haber faltado a la palabra empeñada a Famea, después de aceptar su defensa. Había aceptado efectivamente, a pesar de mi repugnancia a hablar contra los hijos de Cn. Octavio; pero quería hacer algo en favor de Famea, quien, si lo recuerdas, me ofreció por tu con d u c t o sus se r vicios cuando mi candidatura al consulado; debiendo y o agradecérselos como si me hubiesen sido útiles. Famea vino a verme y me dijo que el juez había señalado el turno de su negocio , coincidiendo con el de Sextio, al que

CARTAS A ÁTICO. 189 era aplicable la ley de Pompeyo . como sabes, según esta dispo- ley, el día señalado es irrevocable. Díjele que no ignoraba cuánto debía yo a Sextio, y de nuevo me puse a su sición para cualquier otro día que señalaren. Separóse de mí disgustado, como creo haberte referido. Nó volví a p e n sar en esto, y me cuidé muy p o c o del injusto despecho de un hombre que me es extraño. Encontrándome últimamente en Roma , participé a Galo lo que acababa de saber, pero sin nombrar al j o v e n Balbo. Galo me escribe que hizo su negocio; y, según lo que me d i c e , Figelio está persuadido de que desconfío de él por remordimiento de conciencia, de esto para que veas si afecta á intereses de tercero, tesin niendo que censurarme el abandono de Famea. Te entero que te cuides para nada de lo que me atañe personalmente. Bueno es algunas v e c e s odiar con libertad, así como es bueno no servir a todos. P e r o , como sabes, a mí es a fe mía a quien sirven por este lado, si servir es tener deraciones. consi-

CARTA XL1X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. En muchas cartas me has aconsejado que aproveche una ocasión para escribir a César en forma más afable que de costumbre. He aquí lo que el otro día supe yo su Anti-Catón y que me agradaba por Balbo en en vista de Lanuvio. Oppio y él han escrito a César que había leído mucho: esto , le he escrito a propósito de esta obra una carta muy extensa, que más adelante le entregará Dolabela. Primeramente remití una copia a Oppio y a Balbo, rogándoles no dejasen marchar el original si no aprobaban mitieron la carta a Dolabela. la copia. Contestáronme que jamás habían leído cosa mejor, y r e - 190 MARCO TULIO CICERÓN. Vestorio me escribe autorice a su esclavo para el c a m bio de mi parte de herencia por una finca perteneciente a un tal Heterio, pudiendo entonces él mismo regularizar la marcha a Puzzola. Si te parece bien esto , envíame al e s c l a v o . Supongo que Vestorio te habrá escrito al mismo tiempo. Oppio y Balbo están de acuerdo contigo en cuanto a la venida de César. Me extraña tu silencio acerca de Figelio, no diciéndome siquiera cómo ha tomado el asunto, cosa que deseo vivamente saber, aunque no me consume la impaciencia. Me preguntas hasta dónde pienso salir al encuentro de César. ¿Te parece que hasta Alsiun? He r o g a do a Murena que me hospede, pero creo que ha marchado con Macio, por lo que tendré que molestar áSalustio. Apenas escrita esta línea, me trae Eros cordialísima con testación de Murena, a cuya casa iré, por consiguiente. Silio no está instalado, y en cuanto a Dida, c r e o que ocupada toda la casa. tiene

CARTA L. SALUD. C ICERÓN k A n c o , Se me olvidó remitirte copia de mi carta a César; pero no supongas, como pareces indicar, que haya temido dejarte ver alguna adulación ridicula: no le escribo , a fe mía, sino de igual a igual. Mucho aprecio su obra y no te lo he o c u l tado; he escrito, pues, lo que pienso, sin adulación; y sin embargo , c r e o que de manera que ha de agradarle en e x tremo. Ahora está ya terminada la prueba. Ática sigue bien, y renuevo mi felicitación. Te ruego me digas cuanto antes todo lo que sepas acerca de Figelio; e s toy impaciente por saberlo. A propósito. Quinto viene m a ñana, pero ignoro si a tu ca.sa ó a la mía. Me ha escrito

CARTAS A ÁTICO. 491 qué estaría en Roma para el vm de las kalendas. Le he mandado un mensajero para invitarle; sin embargo , tengo que marchar a Roma por temor de que llegue antes que y o .

CARTA LI. C ICERÓN Á Á T I C O , SALUD. ¡Oh, qué huésped tan molesto! aunque a la verdad estoy muy lejos de quejarme, porque ha sido muy amable con migo. Cuando en el segundo día de las Saturnales (1) llegó a casa de Filipo, estaba de tal manera llena de s o l d a d o s , que apenas se encontraba libre el triclinitmen que había de cenar César. Acompañábanle dos mil hombres, y esto me hizo temblar por el día de mañana; pero Barba Cassio atendió a ello y me destinó guardias. Sus soldados acampaban en mi jardín, y la casa nada tenía que temer. El tercer día de las Saturnales permaneció en casa de Filipo hasta la hora séptima y no recibió a nadie: supongo que ordenaba cuentas con Balbo. Dio un paseo por la playa, y a la hora octava se bañó; leyéronle versos contra Mamurra (2), m o s trándose i m p a s i b l e ; ungiéronle, y se puso a la mesa. Como había tomado un vomitivo, c o m i ó y bebió con tanto apetito como alegría. El servicio fué magnííicoy suntuoso, y además la conversación de buen gusto y elegante. En fin, si he de decírtelo todo, su humor fué por extremo placentero. Estaban preparadas tres mesas, abundantemente servidas, en tres salas para los íntimos de la comitiva; n o faltando nada para el grupo de libertos y esclavos, siendo (1) Celebrábanse el 19 y el 20 de diciembre. (2) Versos de Cátulo contra Mamurra, pero más aún contra César que contra este prefecto, hechura suya. 192 MARCO TULIO CICERÓN. tratados con más atención los libertos principales. ¿Qué se d i c e : añadiré? Hemos visto un hombre que sabe vivir. El h u é s ped a quien recibía no es de aquellos a quienes «Hasta la vista, querido amigo , y no g r e s o . » Basta con una v e z . Por me olvides a tu r e - otra ^parte, no se ha ha- blado ni una palabra de asuntos se r i o s : la conversación ha sido completamente literaria. ¿Qué más? Se ha mostrado muy satisfecho y ha estado todo lo amable que puede imaginarse. Ha dicho que pasaría un día en Puzzola y otro en Baias. Tal ha sido este día de hospitalidad, ó de posada, si así lo prefieres, día que tanto me espantaba, como sabes, y que nada ha tenido de desagradable. Permaneceré aquí por p o c o s momentos y regresaré a Túsculo. Cuando pasó por de lante de la casa de Dolabela, todas las tropas marcharon en columna a derecha é izquierda de su caballo, que solamente se hizo allí. Esto lo sé por Nicias. evolución LIBRO DECIMOCUARTO.

CARTA PRIMERA. CICERÓN Á Á T I C O , SALUD. He visto a aquel de quien hablamos esta mañana (1), y , a darle crédito, la situación es tan desesperada que no tiene salida. Donde ha fracasado un hombre de tanto ingenio (2), ¿quién puede lisonjearse de triunfar? ¿Qué te diré? lo con sidera perdido todo: muy bien podría ser cierto lo que d i c e , asegurando con regocijo que antes de veinte días estarán en completa revolución las Galias (3): que por lo demás, e x ceptuando Lépido, con nadie había hablado desde los idus de marzo (4), pero que, en suma, las cosas no pueden con tinuar en el estado en que se encuentran. Otro tanto echa de menos Oppio a César; p e r o , ¡cuan reservado se m u e s tra! Jamás pronuncia una palabra que pueda extrañar a los oídos de un hombre honrado. Te ruego que , por tu parte, no seas negligente en a d vertirme si ocurre algo n u e v o , y espero que ocurra mucho . (1) (2) (3) (4) Macio. César. No hubo tal revolución en las Galias. Desde el 15 de marzo, día en que asesinaron a César. TOMO x. 13 194 MARCO TULIO CICERÓN. ¿Se confirman las noticias de Sexto? (1) habíame especialmente de nuestro amigo Bruto, de quien, según la persona con quien acabo de hablar, acostumbraba César a decir: «Su opinión nunca es indiferente, porque lo que quiere, lo quiere bien» (2). César observó en Nicea el lenguaje de Bruto con relación a Deyotaro, lenguaje cuya vehemencia y libertad le impresionaron vivamente. El siguiente detalle lo tengo de la misma fuente y me es personal. Te refiero las cosas confórmelas v o y recordando. Había ido a ver a César por instigación de Sextio, y me senté esperando que me i n trodujesen. Súpolo César y exclamó: «¿Puedo dudar de la enemistad de Cicerón, cuando lo v e o esperar en mi puerta en vez de entrar? Si alguien tiene costumbres familiares es él. No p u e d o , por consiguiente, dudar de su malquerenc i a . » También me han referido otros muchos rasgos. Repito mi súplica: entérame de todo , de lo grande y de lo pequeño. Por mi parte no omitiré nada.

CARTA II. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Ayer recibí dos cartas tuyas. En la primera me hablas del teatro y de Publio. Buena señal es del favor del públic o : hasta los aplausos tributados a L. Cassio me parecen cosa agradable. En la otra me hablas de Madaro ( 3 ) , cuya (1) Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo, cuando supo el asesinato de César, escapó de Córdoba, entró en la Bética, donde, apoderándose de algunas tropas y ciudades por sumisión 6 por fuerza, marchó sobre Cartagena haciéndose dueño de ella. (2) Según César, este era el rasgo característico de Bruto, como la sociabilidad era el de Cicerón. (3) Mote de Macio, que era calvo. Madarus es palabra griega latinizada que significa calvo.

CARTAS A A n c o . 195 cabeza desnuda no ofrece, como sabes, ningún atractivo. Por está razón pasé adelante, pero sin avanzar mucho , porque me detuvo largo rato en conversación. Te he referido las palabras que, según é l , pronuncio César el dia en que, por petición de Sextio, fui a verle y esperaba audiencia. Temo habértelas referido con poca exactitud: helas aquí, según las dijo: «¿Seré yo todavía bastante necio para creer en su amistad, cuando un hombre llano como él e s pera ceremoniosamente a mi puerta para entrar?» No d u des que
CARTA IÍI. CICERÓN A Á T I C O , SALUD. Tranquilizadora es tu carta: ¡ojalá que esto dure! Macio no lo cree así. Mas he aquí que los obreros que hablan i d o a R o m a en busca de trigo regresan con las manos vacías; traen el gran rumor de que Antonio ha acaparado todo el aprovisionamiento. Esto de b e ser necesariamente un p a n i c o , porque me habrías hablado de ello. Hasta ahora nada sé d é t o r u m b o , el liberto de Balbo. Conozco mucho su nombre , y dicen que es arquitecto muy hábil. Supongo que existe un motivo para reclamar tu firma. Quieren hacernos creer que están bien dispuestos hacia nosotros, y a la v e r d a d , no sé por qué no han de estarlo en efecto: pero ¿qué importa? Procura descubrir el fondo del pensamiento de Antonio, a quien c r e o mucho más ocupado en banquetes 196 MARCO TULIO CICERÓN. que en pensar en el mal. Si ocurre algún acontecimiento, escríbeme en seguida: si n o , habíame de las d o s a Pilia y Ática. manifestaciones populares y de las alusiones de los mímicos. Mis salu-

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¿Qué puedes esperar de mí en Lanuvio? Ahí donde te encuentras, sí ocurren diariamente cosas nuevas, según creo. Los asuntos toman mal aspecto. Después de la muestra de Macio, ¿qué aguardas de los demás? Por mi parte deploro lo que no tiene ejemplo en el mundo, la l i bertad recobrada, y nada todavía de república. Tiemblo a pensar en lo que se d i c e , en lo que se trama. T e m o también la guerra en las Galias. ¿Qué será de Sexto? A pesar de tantos elementos con j u r a d o s , me consuelan los idus de marzo (1). Nuestros héroes han hecho lo que dependía de ellos, portándose gloriosa y magníficamente; mas para terminar la obra se necesita dinero y tropas que no t e n e m o s . Te digo estas cosas para pedirte noticias, porque las espero continuamente. Si nada tienes que seré fiel a la costumbre. comunicarme, parte no aflojemos en nuestro c o me r c i o epistolar. Por mi (1) Cicerón comienza por decir que le consuelan los idus de marzo; pronto le regocijarán y llevarán hasta la exaltación. Esta gradación se observará en las cartas siguientes.

CARTAS Á ÁTICO. 197

CARTA V. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Espero que estarás más aliviado, habiendo bastado la dieta para ataque tan ligero: pero deseo saber positivamente cómo te encuentras. Buena señal es la inquietud de Calvena respecto de las disposiciones de Bruto acerca de él. Pero sería muy mala si las enseñas de las Galias se alzasen contra nosotros. ¿Qué opinas de las legiones que estaban en España? ¿no tendrán iguales pretensiones? ¿Y las que Annio ha hecho pasar el mar? He querido decir Caninio, pero me falta la memoria. Todo el mal procede de ese de s ordenado. Si Antonio jugase limpio, pronto se habría r e primido la sedición de los libertos de César'(l). ¡Necio p u d o r fué el mío al no aceptar misión antes de la prórroga del Senado! No quería mostrar que huía cuando zumbaba la tempestad, y mal haría ciertamente si pudiese impedir que estallase. Pero considera quiénes son nuestros magistrados, si es que hay magistrados; contempla todos los mandos entregados a los satélites de la tiranía; atiende a las fuerzas de que dispone; dirige la vista a los veteranos que están a nuestras puertas ( 2 ) : todas estas cosas son supiictuxa. Por otra parte, aquellos cuya vida debía estar bajo la salvaguardia del universo, y de quienes el o r b e de . bía venerar la gloria, privados de honores y de populari(1) Cicerón les llama ignominiosamente serví en su primera Filípica, donde dice que Dolabela les dispersó y castigó el dia de los funerales de César. (2) Estos ocupaban tierras en Italia, donde se encontraban come a las puertas de Roma. En efecto, tomaron las armas y se unieron a Octavio. 498 MARCO TULIO CICERÓN. dad, se ocultan entre cuatro paredes (4). Pero ellos son felices. Roma solamente es desgraciada. Mas ¿qué e f e c t o producirá la llegada de Octavio? (2). ¿Conseguirá ser un n ú cleo? ¿puede esperarse de él algún cambio favorable? Por desgracia, no pienso asi: sin embargo , deseo saber q u é ocurre. Te escribo en el momento de salir de Astura el ni de los idus ( 3 ) .

CARTA VI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. La víspera de los idus estaba cenando en Fondi cuando recibí tu carta. Te encuentras mejor, y esto es lo principal: además, las noticias son más satisfactorias. Cosa terrible habría sido la llegada de las legiones (4). En cuanto a O c tavio, ya v e r e m o s más tarde. Quisiera saber algo acerca de Mario, de quien creía se había desembarazado César. Después de lo o c u r r i d o , no siento la entrevista de Antonio con nuestros héroes; p e r o , exceptuando los idus de m a r z o , no v e o todavía en verdad nada de que pueda regocijarme. Desde que me encuentro en Fondi con L i g o , t e n g o el disgusto de ver los bienes de Sextilio (5) en manos del miserable Curtilio; y lo que digo de éste, lo pienso de todo
(1) Bruto y los demás conjurados habían permanecido ocultos en Roma durante la revuelta que excitó Antonio en el pueblo cuando agitó ante los ojos de la multitud la ensangrentada toga de César. Poco después salieron de la ciudad.
(2) Su llegada a Apolonia a donde había acudido cuando supo la muerte de César.
(3) 11 de abril.
(4) Ignórase si las de las Galias ó las de Caninio.
(5) Bienes de Q. Sextilio, partidario de Pompeyo. César mandó venderlos en subasta, los compró y regaló a Curtilio.

CARTAS A ÁTICO. 199 lo de su g é n e r o . ¿Qué mayor vergüenza que sostener no sotros mismos los despojos por los cuales habíamos odiado al tirano? (1) ¿No tendremos que soportar durante dos años (2) todavía los cónsules y tribunos que sean de su agrado? Por mi parte no veo medio de intervenir en los negocios . ¡Qué absurda contradicción! Se ensalza hasta las nubes a los que dieron muerte al tirano, y se mantienen los actos de la tiranía. Contemplas esos cónsules , esos magistrados, si es que hay magistrados; contemplas la apatía de los buenos. Sin embargo , en todas las ciudades municipales la alegría raya en delirio. No puede darse idea de esto; a mi casa acuden en tropel; todos muestran avidez por saber de mi boca lo que ha ocurrido, pero no se toma ninguna disposición. Te escribo al segundo servicio . En otra ocasión tendré más espacio y recibirás una carta mejor hilvanada: entre tanto, díme qué haces, qué ocurre.

CARTA VII CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Al día siguiente de los idus (3) vi a Paulo en Cayeta, donde me habló de Mario, de la República y de lo mal que marcha todo. De tí no sé nada, aunque es verdad que todavía no ha llegado ninguno de los míos. Aquí pretenden haber visto a nuestro amigo Bruto en las cercanías de Lanuvio. ¿Dónde piensa fijarse? Deseo vivamente recibir
(1) Alusión a un decreto del Senado, que se dio después de la muerte de César y que confirmaba todos los actos de aquél.
(2) Antes de marchar a hacer la guerra a los Parthos, César designó por dos años los cónsules y los tribunos. Entre los primeros estaban Thircio Pansa, y después de ellos D. Bruto y Planeo.
(3) 14 de abril.
200 MARCO TULIO CICERÓN. noticias suyas y con especialidad de los suyos . Te escribo en el momento de salir de Formiano, hoy xvn de las kalendas (1), para llegar mañana a Puzzola. Cicerón acaba de remitirme una carta, bastante bien escrita y razonablemente extensa. En lo demás puede engañarme, pero su estilo demuestra sus progresos. Así, pues, te suplico encarecidamente, como ha poco te suplicaba, que cuides de que no le falte nada. El deber lo exige , y no están menos interesados el honor y la reputación; y bien he conocido que de la misma manera piensas tú. En adelante y o también podré marchar a Grecia, y me propongo partir en julio, por que se allanan todas las dificultades. Sin embargo , como en el tiempo en que vivimos jamás hay nada cierto, ni sé hoy lo que mañana me será honroso, lícito ó perjudicial, procura provisionalmente colocar a mi hijo en condiciones de sostenerse en posición digna y muy desahogada. En esta circunstancia cuento con tu habitual benevolencia que se te ocurra. para todo lo que me atañe. Dame noticias, y si no , escríbemelo

CARTA VIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Me creías ya en las orillas del mar, y tu carta me encontró todavía en mi apeadero de Sinuesa el XVII de las kalendas. Lo de Mario es justo, pero c o m p a de z c o al nieto de L. Crasso. Mucho me regocija que nuestro amigo Bruto esté tan contento de Antonio (2). Dices que Junia (3) le ha
(1) De las kalendas de mayo, 17 de abril.
(2) Sabido es que por un momento pareció favorable Antonio al restablecimiento de la República, y que así lo esperaron Bruto y hasta el mismo Cicerón.
(3) Hermana de Bruto y esposa de M. Emilio Lépido.

CARTAS A ÁTICO. 201 enviado cartas muy moderadas y hasta amistosas; Pauló me ha enseñado otras de su hermano (1) , en cuyo final se habla de celadas dispuestas contra su vida, de las que se tienen indicios seguros. Esto no me agrada, y mucho me nos agrada a Paulo. No deploro la brusca marcha de la Reina (2) . Díme qué ha hecho Clodia ( 3 ) . Ocúpate también de los Bizantinos, así c o m o de todo lo demás, y llama a Pelops. Yo te pondré al corriente de Baias (4); y cuando haya visto bien esas reuniones de las que quieres te hable, recibirás-detalles. ¿Qué ocurre en las Galias y en España? ¿Dónd e está Sexto? (S). Estoy inquieto; habíame de él y de todo . No lamento que la jaqueca te haya obligado a tomar algún descanso: al leer tus cartas, observo que te encuentras más tranquilo. Díme todo lo que sepas de Bruto; dónde está; qué piensa. Creo que hoy podrá pasear solo y sin t e mor por todas las calles de Roma. Sin embargo . . .

CARTA IX. CICERÓN A Á T I C O , SALUD. Heme enterado de muchas cosas acerca de los negocios públicos por tus cartas, que me ha entregado juntas el l i (1) M. Emilio Lépido; su fraternidad con Paulo, según algunos, procedía de adopción. (2) La reina Cleopatra, a quien César, enamorado de ella, había hecho venir a Roma, despidiéndola en seguida colmada de regalos; que había vuelto cuando asesinaron a César y que huyó en la época en que escribía Cicerón. (3) Propietaria de los jardines que deseaba Cicerón. (4) De los placeres a que se entregaban en aquel punto los que acudían a él para bañarse ó divertirse. (5) Sexto Pompeyo, que continuaba en España, donde había c o menzado de nuevo la guerra. 202 MARCO TULIO CICERÓN. berto de Vestorio. Contestaré brevemente a lo que deseas saber. En primer lugar, me deleita mucho la herencia de Cluvio. Preguntas en seguida por qué he mandado buscar a Crisipo: dos tiendas mías se han derrumbado, y las otras están grieteadas, habiendo emigrado no solamente los i n quilinos, sino hasta las ratas. A esto daríase el nombre de desgracia; para mí ni siquiera es contrariedad. ¡Oh S ó c r a tes (1) y discípulos de Sócrates, jamás podré expresaros mi agradecimiento! ¡Dioses inmortales, cuan insignificante es todo esto para mí! Por otra parte, el p r o y e c t o de r e construcción que me aconseja Vestorio, y que él ha i m a ginado, hará que me sea provechoso este accidente. Mucha concurrencia hay aquí, y oigo decir que acudirá más; por ejemplo dos cónsules cuasi designados (2). ¡Oh Dioses! ¡la tiranía v i v e , y el tirano ha muerto! ¡Nos r e g o c i jamos de su desaparición y mantenemos sus actos! Esto explica el severo lenguaje de M. Curcio, que nos a v e r g ü e n za porque vivimos y no nos ofende. ¿No habría sido mil veces mejor morir que soportar lo que tiene trazas de d u rar más que nosotros? Balbo está aquí y nos reunimos con frecuencia. Veto (3) le dice en carta de la víspera de las kalendas de e n e r o , que después de haber envuelto a Cecilio iba a apoderarse de él, cuando acudió el partho P a c o r o con fuerzas considerables y libertó a Cecilio, no sin hacer perder mucha gente a V e t o , que acusa de este descalabro a Volcacio (4). La guerra, pues, es inminente; pero Dola(1) Compréndese la ironía de esta exclamación a propósito de sus casas, para las que no hay inquilinos, y de las que hasta las ratas han huido. (2) Porque lo habían sido por César y no por el pueblo. (3) C. Antiscio Veto. Este mandaba en Siria un cuerpo de tropas, y se habría apoderado en Apamea del rebelde Cecilio Basso si Pacoro no hubiese acudido con su ejército, libertándole. (4) L. Volcacio Tulo. También éste mandaba tropas en Siria. Había sido pretor en 708, y era, si no hijo, al menos pariente de L. Volcacio Tulo, que fué cónsul en 687 con M. Emilo Lépido.

CARTAS Á ÁTICO. 203 bela (i) y Nicias proveerán. Balbo tiene mejores noticias de las Galias con veintiún días de fecha. Al saber la muerte de César, los Germanos y las naciones de aquellas c o marcas han enviado legados a Aurelio, teniente de Hircio, para someterse. ¿Qué te parece? todo es paz por aquel lado: lo contrario de lo que me decía Calvena.

CARTA X. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. / ¿Es cierto? ¿Ese Bruto a quien tanto queremos no habrá descargado ese tremendo golpe más que para venir a Lanuvio? Solamente por caminos extraviados podrá marchar Trebonio a su gobierno (3): ¡y todo cuanto César h i z o , e s cribió, prometió, ó pensó siquiera, tendrá más vigor que cuando vivía! (4) ¿Recuerdas el día de la retirada al Capitolio cómo pedía y o a gritos que los pretores (5) con v o c a (1) El Senado acababa de otorgarle el gobierno de la Siria, con el mando de la guerra contra los Parthos. Nicias le acompañaba como amigo. . (2) Parece qué Hircio tenia entonces algún mando en la Galia Bélgica, donde le representaba Aurelio. (3) César le había nombrado cónsul el año anterior, y esto no le impidió conspirar contra él con M. Bruto y Cassio. En la actualidad era procónsul del Asia, a donde marchó por desgracia suya, siendo degollado poco después en Smirna por orden de Dolabela. (4) Sabido es que esta monstruosidad era obra de Antonio, quien no solamente había impuesto al Senado y obtenido de él la ratificación de todos los actos de César, sino que también de aquellos de que César era inocente y que Antonio había audazmente falsificado ó supuesto. (5) Los pretores eran entonces Bruto y Cassio, quienes, en ausencia de los cónsules, tenían el derecho de convocar el Senado. Pero se guardaron mucho de responder al llamamiento de Cicerón, pre- 204 MARCO TULIO CICERÓN. sen el Senado? ¡Dioses inmortales! ¡Cuánto pudieron hacer los buenos y hasta los tibios en aquellos primeros m o me n tos de ardor y de consternación para los malvados! Atribuyes la falta a las fiestas de Baco: ¿qué podía conseguirse entonces? todo estaba perdido ya. ¿Recuerdas lo que decías en alta v o z , que todo perecía si se le alzaba una pira? Pues bien; en pleno Foro se ha quemado su cadáver, se ha p r o nunciado su e l o g i o , se ha deplorado su muerte, se han puesto antorchas en manos de esclavos y mendigos para que incendien nuestras casas. Todo lo demás lo sabes. Hoy osan decir: ¿Te atreves a luchar con la voluntad de César? Esto es verdaderamente demasiado y no puedo resistirlo: así, pues, quiero marchar a vivir en otra parte. Ni s i q u i e ra e s seguro el paraje en que te encuentras. ¿Han desaparecido por completo tus males de corazón? Tus cartas lo dan así a entender. Vuelvo a los Tebacos, Scasva y Franc o n ( 1 ) . ¿Crees que permanecerán tranquilos en su usurpación, en tanto qne nos vean enfrente, suponiéndonos más valerosos de lo que somos? ¡Buenos amigos de la p a z , estos autores de tantos latrocinios! Lo que te he dicho de Curcio, relativamente a los bienes de Sextilio, lo pienso también de Censorino, Messala, Planeo, Postumio y demás compañeros. Preferible era perecer, una vez muerto él (cosa que no hubiese s u c e d i d o ) , que presenciar lo que estamos viendo. El xiv de las kalendas (2) llegó Octavio a Ñapóles. Balbo le vio á la mañana siguiente, y el mismo día vino a Cumas para decirme que Octavio se proponía aceptar la herencia de César; p e r o , como tú dices, tendrá que combatir muviendo, y esto desde el instante en que los conjurados se refugiaron en el Capitolio, que sería peligroso para ellos permanecer en Roma, y mucho más volver a ella después de haber salido. (1) Veteranos ó bribones enriquecidos por las generosidades de César a expensas de los pompeyanos. (2) d8 de abril.

CARTAS A ÁTICO. 205 cho con Antonio ( 1 ) . Presto y prestaré toda la atención necesaria a tu negocio de Buthrota. Me preguntas si la finca de Cluvio producirá cien mil sextercios, y yo c r e o que se acercará a ellos; pero este año he gastado ya o c h e n ta mil. Quinto tiene muchas quejas de la conducta d e su hijo, que hoy está muy bien con su madre, con la que mantenía guerra abierta mientras estuvo ella bien con su padre. La carta de mi hermano contra su hijo es muy e n é r gica. Si sabes qué hace ahora ese j o v e n , y si te encuetras todavía en Roma , dímelo; y dame también noticias si las hay. Tus cartas me deleitan profundamente.

CARTA XI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Anteayer te escribí una carta muy extensa, y hoy con testo a tus últimas preguntas. Quisiera, a fe mía, ver a Bruto en Astura. Me hablas de la insolencia de esos m i se rables. ¿Podías c r e e r otra cosa? Espero e x ceso s mucho m a yores. Cuando leo en sus discursos UN HOMBRE TAN GRANDE, UN CIUDADANO TAN ILUSTRE, pierdo la calma, auquesería mejor reir. Recuerda, sin embargo, lo que te digo: acostúmbrase el oído del pueblo a estas pérfidas e x c l a m a c i o n e s , tanto que nuestros amigos, e s o s héroes, esos d i o se s , con su gloria inmortal no contradicha, van a encontrarse objeto de odio y expuestos a mil peligros. Les consuela la con c i e n cia de lo que han hecho ; pero ¿cuál será nuestro con s u e l o encontrándonos entregados a un tirano, y privados de l i - (1) Así sucedió. Habiendo hecho desaparecer Antonio mucha parte de los efectos de César, Octavio los reclamó, siguieron contestaciones y últimamente la desavenencia. 206 MARCO TULIO CICERÓN. bertad? Nuestra suerte será el capricho de la fortuna, porq u e no gobierna la razón. Mucho me agrada lo que me escribes de Cicerón. ¡Ojalá justifique mis esperanzas! Profundamente te agradezco tus cuidados para atender con abundancia á sus necesidades y gastos. Te ruego continúes haciendo lo mismo. Muy bien juzgas el asunto de Buthrota, y por mi parte no lo pierdo de vista. Yo mismo me encargaré_de todo, siendo de día en día más fácil la tarea. Puesto que te i n t e resas por mis asuntos más que y o mismo, te diré que los bienes de Cluvio podrán producir cien mil sextercios. El desmembramiento ocurrido no disminuirá la renta, sino al contrario, tengo fundadas esperanzas de que aumentará. Tengo aquí conmigo a Balbo, Hircio y Pansa. Octavio a c a ba de llegar a la quinta inmediata, la de Filipo; está c o m pletamente a mis órdenes. Léntulo Spínter pasa el día con migo y marcha mañana.

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Oh, querido Ático! mucho temo que en los idus de marzo no ganásemos otra cosa que un momento de alegría y el placer de la venganza. ¿Qué es lo que me dicen? ¡Oh admirable acción completamente inútil! Bien sabes cuánto interés me inspiran los Sicilianos, considerando como un honor su clientela. César hacía mucho por ellos, y y o estaba muy lejos de quejarme, aunque pudo muy bien con c e derles los derechos Latinos ( 1 ) : sin e m b a r g o . . . Pero he (i) El derecho latino no era el mismo que la ciudadanía romana, mucho más elevada, más apetecida, y otorgada con más dificultad.

CARTAS Á ÁTICO. 207 aquí que Antonio, mediante crecida cantidad de dinero que ha recibido, hace promulgar una ley que dio, según d i c e n , el dictador en los comicios, y por la cual quedan de clarados ciudadanos romanos todos los habitantes de S i c i lia. Durante su vida no me dijo jamás ni una palabra acerca de esto. Pero ¡qué! ¿acaso no es exactamente igual el asunto de Deyotaro? Muy digno es de obtener cualquier reino, pero no por medio de Fulvia. De estas cosas te con taré por millares. Pero vuelvo a mi asunto. En un negocio tan claro, tan bien planteado, tan justo como este de Buthrota, ¿no conseguiremos al menos una parte de lo que p e d i m o s , cuando tan condescendientes se muestran con los demás? Octavio me trata aquí con tantas atenciones como amistad: sus amigos le llaman César, pero no así Filipo, y por consiguiente, y o tampoco. Niego que Octavio pueda ser buen ciudadano, puesto que en derredor suyo no o y e zumbar más que amenazas de muerte contra nuestros amig o s . Imposible e s , dicen, perdonarles lo que han hecho . ¿Qué opinas sucederá cuando ese niño llegue a Roma, d o n de nuestros libertadores no pueden encontrar ya se g u r i dad? Es indudable que siempre serán célebres y hasta d i c h o s o s con el testimonio de su conciencia; pero nosotros, si no me engaño, no nos encontraremos mejor. Convencid o de esto, quiero huir, y marcharé hasta los parajes d o n de , como dice el poeta, no llego" el nombre de los Pelópidas. Odio a esos cónsules designados ( I ) que me obligan a de clamar (2) y me quitan el descanso hasta en los baños. VerCésar concedió el primero a los Sicilianos, cosa que parecía insoportable a Cicerón. Antonio les otorgó el de ciudadanos, lo cual era el colmo del descaro para Cicerón, (d) Hircio y Pansa. (2) Para distraerse del disgusto de no tomar parte en los negocios públicos. Cicerón daba lecciones de elocuencia, teniendo por oyentes romanos ilustres, entre ellos amigos Íntimos de César, como los mismos Hircio y Pansa. Inútil es decir que Cicerón no c o braba sus lecciones. 208 MARCO TULIO CICERÓN. dad es que esto depende de mi excesiva facilidad. En otro tiempo era en cierta manera necesaria mi complacencia-, pero h o y , cualquiera que sea el giro que tomen las cosa s , no lo es. Hace mucho tiempo que nada tengo que escribirte, pero no dejo de hacerlo, aunque no para proporcionarte placer, sino para conseguir respuestas. Habíame de lo que ocurra, especialmente de Bruto. Te escribo hoy, x de las kalendas (1), a la mesa en casa de Vestorio, endeble dialéctico, pero hábil aritmético.

CARTA XIII.

CICERÓN A Á T I C O , SALUD. > Al séptimo día me entregan al fin la carta que me e s c r i biste el x m de las kalendas (2), preguntándome qué me deleita más aquí, si los oteros y sus hermosas vistas, ó el llano paseo del valle. Crees ponerme en aprieto, y a fe mía, tal es el encanto de estos parajes, que no podría decir en verdad cuál prefiero. «Pero ¿cómo tener valor para festines, ante los inmensos desastres que nos manda Júpiter, cuando estamos sobre c o gidos de espanto y cuando ignoramos si viviremos ó si habremos de morir?» Aunque me das una noticia grande y nueva, la llegada de D. Bruto con sus legiones (3), y de ella auguro bien, sin embargo, si estalla la guerra civil (estallará si Sexto continúa con las armas en la mano ( 4 ) , (1) 22 de abril. (2) 19 de abril. (3) D. Bruto quería marchar a Rodas y esperar allí volviese la fortuna a los conjurados, pero como tardaba mucho, marchó a reunirse con sus legiones en la Galia Citerior, cuyo mando tenia. (4) Sexto Pompeyo, que efectivamente permaneció en armasen España, donde comenzó de nuevo la guerra con algún éxito.

CARTAS A Á TICO. 209 y continuará según tengo por cierto), ¿qué haremos? Esto es lo que i g n o r o . De la misma manera que en la guerra de César, no podremos declararnos por uno ni por otro . A t o dos aquellos a quienes haya regocijado la muerte de César (y nosotros no nos h e m o s ocultado), se les tratará como enemigos, y sobrevendrá una gran matanza. T e n d r e m o s que buscar asilo en el campamento de Sexto, ó tal v e z en el de Bruto, cosa repugnante y ajena a nuestra edad. Además, es muy incierto el resultado de la guerra, y p o de m o s decirnos recíprocamente: « O h , hijo mío, no te es dado alcanzar la gloria de los guerreros. La elocuencia que el cielo te con c e d i ó , te destina laureles más suaves.» Lo mejor será entregarnos a la casualidad, que podrá más aquí que la prudencia. Apliquémonos solamente, y esto depende de nosotros, a soportar los acontecimientos con v a lor y sabiduría, recordando lo que s o m o s , pidiendo a las letras y a los idus de marzo que nos consuelen en cuanta a lo demás. Decide ahora y pon término a las i n c e r t i d u m bres que me agitan: ¡existen tantas razones en pro y en contra! Partiendo, como proyectaba, con una misión para la Grecia, conjuro en parte los peligros que me amenazan, pero me e x p o n g o a la censura de faltar a la República en circunstancias tan graves. Si, por el contrario, permanezco aquí, sé que estoy personalmente en peligro, mas p u e de ocurrir que sea útil a la República. Existen además algunas circunstancias particulares [para que marche a G r e c i a , cuando dónde c o m p r e n d o ha d é ser útilísimo a Cicerón para la terminación de sus estudios; ni tenia otro objeto pensé en pedir una legación a César. Medita todas estas c o sas con la madurez que empleas siempre en lo que m e atañe. Vuelvo ahora a tu carta. Dices que corren rumores de que quiero vender lo que poseo cerca del lago (1), y se (1) JEl lago Quiríno, cerca del cual tenía una quinta, en Cumas. TOMO X . 14 21>0 MARCO TULIO CICERÓN. añade que mi hermano desea adquirir a cualquier precio aquella casita para establecer en ella, como te ha dicho su hijo, a Aquilia (1), con la que va a casarse. Por mi parte, no pienso en vender, a no ser que se presente algo que me convenga más. Quinto, por la suya, no se cuida de c o m prar, teniendo bastante que hacer con reembolsar la d o t e , mostrándose, en lo que se refiere a esto, muy agradecido a Egnacio ( 2 ) . En cuanto a casarse, tan lejos está de ello, que dice nada hay mejor que acostarse s o l o . Y basta de este asunto: vuelvo a nuestra mísera R e p ú blica, si es que la hay. Antonio me ha escrito en cuanto al llamamiento de Sex. Clodio (3). Verás por su carta, de la que te mando copia, cuánta deferencia me muestra; pero en el fondo hay tanta corrupción, tanta hediondez, aparec e tan peligroso, que fácilmente comprenderás nos ha de hacer desear algunas v e c e s a César. Lo que éste no h u b i e se hecho ni permitido jamás, osan hacerlo hoy en su nombre , con el auxilio de odiosas falsificaciones. Me he m o s trado complaciente con Antonio, porque era seguro que, a pesar de mi oposición, hada lo que se le ha ocurrido. Adjunta verás también mi contestación a su carta. (1) Decíase que Aquilia iba a casarse con Quinlo el padre, y no con el hijo. Pero si Quinto se divorciaba, no era de temer que se casase otra vez, como más adelante dice Cicerón. Bastante tenía con el cuidado de devolver la dote de Pomponia. (2) Probablemente se encargó éste de proporcionar el dinero necesario para devolver la dote de Pomponia. (3) Sexto Clodio había sido escribano del tribuno P. Clodio y uno délos agentes más decididos de sus violencias. Bajo su dirección arrastró el pueblo el ensangrentado cuerpo de Clodio, muerto por Milón, en la plaza pública, donde, después de tratar de quemarlo con algunos haces, concluyó por abandonarlo a los perros. Pero el fuego se comunicó, ó más probablemente lo comunicaron Sexto Clodio y su bsnda a la Curia y a la basílica Porcia, que estaba inmediata, por cuyo crimen fué condenado a destierro en 702.

CARTAS A ÁTICO. 2H «Antonio, cónsul, a M. Cicerón, salud. «Mis ocupaciones y tu repentina marcha me impidieron tratar de viva v o z contigo el siguiente asunto; y temo haber perdido mucho en ello. Me regocijará en extremo que confirmes la opinión que siempre he tenido de tu bondad. Había solicitado y obtenido de J. César el llamamiento de SéxV Clodio, decidido, sin embargo , a no servirme de é l s i n tu aprobación. Hoy más que nunca espero tú con se n t i r me ^ to. Si ante una desgracia como la suya permaneces i n e x o rable, me resignaré, aunque las instrucciones de César me trazaban otro camino. Pero a fe mía, si prestas atención a l o s sentimientos de humanidad, de prudencia y a la a m i s tad que me profesas, no dejarás de asentir. P. Clodio (1) es joven de gran porvenir, y debes desear que sepa que , pudiendo perseguir a ios amigos de su padre, no lo has hecho . Te ruego consientas en que no vea eri los debates otra cosa que la oposición del hombre público. No es de s preciable esta familia, y con más honor y menos dificultad sé transige en los disentimientos políticos que en las e n e mistades personales. No me impidas inculcar en el tierno ánimo de este niño la máxima de que no deben creer que en una posición como l a t u y a existir de rencores hereditarios. Muy lejos estoy seguramente no haya j a m a s nada que temer; y sin duda preferirás ancianidad honrada y tranquila a vejez constantemente agitada. Tengo en último case algunos derechos a lo que te suplicó como gracia', porqué nada hay de cuanto he podido que no haya hecho por tí. Si no triunfo, renuncio a llamar a Clódio por a u t o ridad'mía: ya ves en cuánto estimo tu asentimiento; y e s p e ró qiíe esto me lo hará obtener.» (1) Hijo del enemigo de Cicerón. 212 MARCO TULIO CICERÓN. «Cicerón a Antonio, cónsul, salud. »Un solo motivo me hace deplorar que no me hayas h a blado en vez de haberme escrito, y e s , que hubieses p o d i d o v e r , no solamente en mi lenguaje, si que también en mi semblante, en mis ojos y, como suele decirse, en toda mi persona, los sentimientos que me animan hacia tí. Siempre te he querido, en primer lugar, correspondiendo a tu amistad, y además por agradecimiento. Hoy me habla muy alto la República en favor tuyo, para que nadie sea más d i g n o de mi estimación. Me escribes en términos tan afectuosos, muéstrasme tan honrosa deferencia, que me impresionas vivamente: en opinión mía, antes es dispensarme favor que pedírmelo no querer, sin mi consentimiento, cuando nada te lo hace indispensable, llamar a un hombre que te es útil y que es enemigo mío. Pues bien, querido Antonio, pongo completamente a ese hombre en tus manos, y c o n sidero tu carta como el procedimiento más lisonjero y g e n e r o s o . Haré siempre lo que desees, únicamente por c o m placerte; p e r o , c r é e me , c e d o también a mi carácter y a las tendencias de mi c o r a z ó n . No existen rencores en mi, y jamás se me vio ser rígido y severo más allá de lo que e x i gía la razón de Estado. Añadiré que jamás mostré odiosidad particular a Sexto, porque es para mí ley guardar consideraciones a los amigos de mis e n e m i g o s , sobre todo a los humildes, y no privarme de las ventajas que tiene esta práctica. En cuanto al joven Clodio, es cuidado t u y o , e o m o dices, preservar su alma de los rencores hereditarios. En la época de mis disensiones con Publio, él defendió su causa, y o la República, que se decidió por mí. Si viviese, no le conservaría resentimiento alguno; pero ya que q u i e res mi consentimiento para una cosa que está absolutamente en tus facultades, y como te propones no pasar

CARTAS Á ÁTICO. 213 adelante si no lo obtienes, aprovéchalo en favor del j o v e n Clodio, si tal deseas. Y no lo con c e d o porque al pensar en su edad ó en la mía tema algo de su parte ó porque mi carácter retroceda ante las luchas, sino porque de se o que vivamos en buena inteligencia: porque necesario es decir que si estas enemistades no me han cerrado tu corazón, hanme cerrado al menos tu casa. Termino: una sola palabra aún: en todo aquello en que mi intervención te sea conveniente ó útil, estará a tu disposición de buena voluntad. Deseo que estés convencido de e l l o . »

CARTA XIV. C ICERÓN Á Á T I C O , SALUD. Dímelo otra v e z : ¿nuestro j o v e n Quinto se ha presentado c o r o n a d o en los juegos Parilios? (1) ¿en los Parilianos? ¿solo? añades que Lamia también. Mucho me sorprende esto; pero de s e o saber quiénes fueron los demás, aunquede antemano sé que ninguno será honrado. Dame pronto detalles. El v i d é l a s kalendas (2) te había escrito largamente, cuando tres horas después recibí una carta tuya bastante extensa. No es necesario que te diga cuánto he reído con tus graciosas burlas de la secta Vestoriana y acerca de las costumbres de los banqueros de Puzzola. Pero hablemos de política. Defiendes a los dos Brutos y a Cassio como si yo les atacas e , cuando pienso que no se les alabará nunca demasiado. (1) Octavio había dado juegos durante estas fiestas, y el hijo de Quinto habla ostentado efectivamente una corona, por lo que su padre le había reprendido severamente. (2) 26 de abril. 214 MARCO TULIO CICERÓN. Abomino los tiempos y no los hombres, porque el tiranoha caído y la tiranía permanece en pie; realízase lo que ,el tirano no se hubiese atrevido nuaea a hacer: testigo el llamamiento de Clodio. Hoy tengo la seguridad, no solamente de que no pensó en ello, pero que ni siquiera lo hubiese consentido. Pronto llegará el turno a Ruño el Vestorianp;. después a Víctor, c u y o nombre no está escrito en ningún? parte; y más adelante a los demás. Porque, ¿en quién ge de tendrán? No quisimos ser esclavos de un hombre , y o b e de c e m o s a pedazos de papel ( . 1 ) . ¿Quién podía excusarse de asistir al Senado el día de las fiestas de Baco? Di que sí s e podía: ¿se conseguirá con ello que asistiendo se pudiese opinar libremente? ¿No ha sido necesario mantener a viva fuerza los derechos de los veteranos que nos rodeaban a r mados cuando estábamos sin defensa? Mejor que nadie s a bes cuánto he desaprobado aquella asamblea del Capitolio. ¿Qué debe deducirse? ¿que fué por culpa de Bruto? n o , sin duda; culpa fué de aquellos a quienes conviene mucho el nombre de Indos y que se c r e e n , sin embargo , muy prudentes y hábiles; gentes que se presentan para aplaudir, hasta para dirigir alabanzas, pero que no aparecen cuando es necesario defender. Pero dejemos lo pasado, agrupóm o n o s solamente en derredor de nuestros libertadores, y , c o m o dices muy bien, con s o l é m o n o s con esos idus de marz o , que han abierto a nuestros amigos y a nuestros se m ¡ dioses las puertas del cielo, pero que no han franqueado al pueblo romano las puertas de la libertad. Recuerda tus vaticinios. ¿No decías a v o c e s que todo estaba perdido si se le alzaba una pira? Mucha razón tenías, y hoy se ve lo que ha salido de aquella pira. Me dices que Antonio debe hacer el relato de los gobiernos en las kalendas de junio; que p e - (1) A los llamados actos de César que Antonio exhibía a cada momento, calificando así hasta a los pedazos de papel que encontraba en los muebles del difunto.

CARTAS A ÁTICO. 215 dirá para él las dos Galias (1) con prórroga de la duración legal para sus poderes. ¿Se podrá votar libremente? Si se p u e de , me felicitaré por la vuelta de la libertad. Si no se puede, ¿qué habré ganado, díme, con el cambio de amo, como no sea el regocijo de los ojos con la muerte del tirano? Dices que saquean el templo de Opis (2): lo esperaba. ¡Nos han libertado un puñado de héroes y no p o de m o s ser libres! La gloria es de ellos, la culpa nuestra. ¡Y me invitas a escribir la historia! ¡y.quieres que trace el cuadro de los atentados bajo los cuales gemimos aún! ¿Podría hablar c o n e l o g i o de los que te han hecho firmar su testamento? Y no e s , a fe mía, que me mueva un p o c o de dinero; pero c u a n do os dispensa un hombre un beneficio, sea el que quiera, es muy duro hablar mal de él. En último c a s o , c r e o , como tú, que podremos decidir todas estas cuestiones con más conocimiento de causa en las kalendas de junio (3). Asistiré sin falta, y apoyado con tu nombre é influencia, y con la incontestable justicia de tus de r e c h o s , no habrá esfuerzo que no realice, cuidados que no emplee para obtener en el asunto de Buthrota un decreto tal como deseas. Quieres que reflexione más antes de tomar un partido. Reflexionaré: y sin embargo , apelaba a tus reflexiones. A propósito: ¿crees (1) Antonio recibió las dos Galias, que se hizo dar por el pueblo, después que se las negó el Senado. Encontrándose D. Bruto en posesión del gobierno de la Galia Cisalpina, no quiso cederlo, y este fué el origen de la primera guerra contra Antonio, que trató de apoderarse por la fuerza de aquel gobierno y que sitió a D. Bruto en Módena. (2) César había depositado en este templo hasta setecientos millones de sextercios que reservaba para la guerra con los Parthos; Antonio los recogió, dio parte de ellos a sus amigos ó secuaces, y, como es más que probable, no se olvidó de sí mismo. (3) El 1.° de junio, día en que el Senado había de ocuparse del asunto relativo a las tierras de Buthrota, repartidas a los soldados de César, negocio que interesaba mucho a Ático por las grandes posesiones que tenía en aquella ciudad. 216 MARCO TULIO CICERÓN. completamente resucitada la República, cuando devuel- v e s (1) ya a tus vecinos de Marsella (2) lo que les pertenece? todo podría hacerse por la. fuerza de las armas (3); pero ignoro hasta qué punto podemos contar con ella: por la fuerza moral no puede conseguirse nada.

CARTA XV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tu última y breve carta me deleita, augurando y o de las de Bruto y Antonio, como también de la tuya, que los asuntos públicos van a tomar mejor giro. Ya es tiempo de que piense en mi posición y vea a qué punto he de retirarme. ¡Oh, qué satisfecho estoy de mi Dolabela! (4). Ahora puedo decir que es mío ; antes, c r é e me , dudaba a l g o . En la actualidad deben abrirse mucho los ojos. La roca Tarpeya, c r u - (1) Es decir, cree que debe devolverse, y así lo creían también Hircio y Pansa que prometían hacerlo, y Antonio que se había comprometido a ello. (2) Cicerón llama a los Marselleses vecinos de Ático, sea porque tenía bienes (¿dónde no los tenía?) en las inmediaciones de Marsella, ó más bien porque los diputados de esta ciudad que fueron a Roma para pedir que les devolviesen un privilegio de que les había despojado César, habitarían en alguna" casa vecina de la de Alico. 13) Lépido y Planee, que mandaban en aquellos barrios, y que estaban afiliados al partido de César, se habrían opuesto sin duda a la restitución. (4) En efecto, Dolabela había parecido a Cicerón un tantico cesariano; pero cuando derribó la columna elevada a César en el Foro é hizo precipitar desde lo alto de la roca Tarpeya a los ciudadanos perturbadores de la República, quedaron desvanecidas todas las sospechas de Cicerón y le estimó más que antes. Pero Dolabela no sostuvo por mucho tiempo esta cenducla, y pronto se convirtió en el principal instrumento de las violencias de Antonio.

CARTAS A Á TICO. 211 e e s , la columna derribada, suelo pavimentado, ¿qué más quieres? Todo esto es h e r o i c o . También ha puesto coto a e s o s fingidos pesares, que aumentaban a cada instante, y que de dejarlos c r e c e r , habrían concluido por ser funestos a nuestros ilustres tiranicidas. Ahora estoy de acuerdo contigo y espero mejores días; aunque no puedo soportar a los que, fingiéndose partidarios, defienden obstinadamente los actos más abominables (1). Pero no puede hacerse todo a la v e z . Los asuntos comienzan a marchar mejor de lo que pensaba, y no partiré hasta que me digas puedo h a cerlo con honor. Que Bruto cuente conmigo en todo y para todo: aunque no hubiéramos tenido ninguna relación a n t e rior, estaría a su lado por respeto a su rara é increíble virtud. Dejo a nuestra querida Pilia (2) completamente d u e ña de mi quinta y de cuanto encierra. El día de las kalendas de mayo (3) marcharé a Pompeya. Desearía que p e r suadieses a Bruto para que se encontrase en Astura.

CARTA XVI. C ICERÓN Á Á T I C O , SALUD. - Te escribo esta carta el v de las nonas (4), en el m o me n to de dejar mi quinta de eluvio para subir a bordo de mi ligera embarcación. Dejo a Pilia mi quinta del lago Lucrin o , casa y servidumbre. Pienso acometer hoy al tijrolarico de nuestro frugal amigo Peto; pasaré en seguida a P o m p e - (1) tonio (2) (3) (4) Los actos de César, que poco a poco pasaban a ser los de An^ por la audacia con que los suponía y multiplicaba. La esposa de Ático. 1." de mayo. 3 de mayo. 218 MARCO T U U O CICERÓN. ya, y me embarcaré otra vez para volver aquí a mis reinos de Puzzola y de Cumas, parajes encantadores entre todas„ pero de los que casi tengo que huir á causa de la multitud de importunos que me asedia. Mas hablemos de nuestros asuntos. ¡Qué hermosa es la conducta de Dolabela! ¡cuánto de b e hacer abrir los ojos! No ceso de sostenerle con elogios y con se j o s ; y con pla*c e r v e o en tus cartas cuál es tu opinión acerca del acontecimiento y del hombre. Creo que nuestro amigo Bruto p o dría presentarse actualmente en pleno Foro, ostentando en la frente áurea corona. ¿Quién se atrevería a ultrajarlo teniendo en perspectiva la eruz ó la roca Tarpeya, especialmente después de tantos aplausos, de felicitaciones tantas del bajo pueblo? Ahora, querido Ático, es necesario que me dejes partir; es mi propósito, una vez arregladas mis cuentas con Bruto, marchar a recorrer la Grecia. Mucho importa a Cicerón, mucho más a mí mismo, a los d o s , a fe mía, que me ocupe de sus estudios. Te suplico me digas: ¿qué hay en la carta que me remites de Leónidas que pueda regocijarme? Nunca me satisfará un elogio de mi hijo con la restricción hasta, ahora. Este es el lenguaje del temor y no el de la confianza. Escribí a Herodes (1) que me mandase detalles, y nada me ha contestado hasta h o y , haciéndome temer que se abstiene por no causarme disgustos. Mucho te agradezco que hayas escrito a Xenón (2), porque cumple a mi deber y a mi de c o r o no dejar carecer de nada a Cicerón. He oído decir que se encuentra en Roma Flaminio Flama, y acabo de escribirle lo que tú mismo me has d i c h o , que piensas hablarle del asunto de Montano (3). Te ruego procures le entreguen mi carta, y habla con él (1) Liberto de Ático. (2) Otro liberto de Ático. (3) Este compañero del hijo de-Cicerón había contraído deudas en Atenas bajo la garantía de su amigo y no las pagaba. CA.RTAS A ÁTICO. 219 cuando puedas sin molestia. Creo que , si conserva algún pudor, pagará para no exponer a los que respondieron por él. Mucho te agradezco que me hayas dado la noticia del restablecimiento de Ática, antes de enterarme de su indisposición.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Llegué a Pompeya el v de las nonas de mayo ( 1 ) , de s pués de haber instalado la víspera, como te dije, a Pilia en Cumas. Encontrábame en la mesa cuando recibí la carta que entregaste para mí al liberto Demetrio la víspera de las kalendas ( 2 ) . Por punto general, tus reflexiones son muy prudentes, pero se ve que, para ponerte en cierto m o d o a cubierto, quieres dejar a la fortuna la elección del partido que debe seguirse ( 3 ) . ¡Pues bien! trataremos de estos asuntos en sazón y verbalmente. ¡Ojalá pueda ver á A n t o nio para hablarle del negocio de Buthrota! Mucho adelantaría cen esto; pero no se cree que se separe de Capua ( 4 ) , a donde marcha. Temo por la República este viaje, temiendp lo mismo L. César, a quien dejé ayer bastante enfermo en Ñapóles. De todo esto resulta que tendremos que esperar las kalendas de junio para tratar y terminar este asunto. Pero basta de esto. Quinto ha escrito a su padre cartas muy acerbas, que (1) 3 de mayo. (2) 30 de abril. (3) Esta fué siempre la filosofía de Ático. (4) En Capua había veteranos de César que cultivaban terrenos que éste les dio en aquella comarca, y Antonio iba a Capua con el propósito de atraérseles. 220 MARCO TULIO CICERÓN. le han entregado en el momento en que llegábamos a Pompeya. El joven comienza diciendo que no quiere por suegra a Aquilia. Pase esto; pero en otro punto añade « que siempre lo consiguió todo de César, jamás nada de su p a d r e , y que en adelante colocará su confianza en Antonio.» ¡Desgraciado! pero asunto suyo es este. He escrito a Bruto, a Cassio y a Dolabela. Te remito c o pias de las cartas, no porque te consulte para enviarlas, porque en esto no vacilo, sino porque tampoco dudo de que las aprobarás. Te ruego , querido Ático, que no ceses de enviar á mi Cicerón todo lo que necesite, y tolera que descanse en tus cuidados. Te agradezco profundamente el trabajo que en este asunto has tenido ya. Todavía no he hecho tanto como deseaba en mis Aneo dotas. Lo que quieres que añada, formará volumen se p a r a d o , del que me ocuparé más adelante. En mi opinión (y deseo que me creas), era menos peligroso durante la vida del tirano hablar de todas las infamias que se realizaban, que hacerlo hoy que ha muerto. Hecho es este que no me e x p l i c o ; pero todo lo soportaba de mí con maravillosa prudencia. Hoy, por el contrario, hacia cualquier lado que de m o s un paso nos detienen con el nombre de César, t o mando pretexto no solamente d é l o que pudo hacer, sino que también de lo que pudo pensar. Puesto que ha llegado Flama, ocúpate del asunto de Montano. Creo que el n e g o cio se encuentra en mejor terreno.

CARTAS A ÁTICO. 221

CARTA XVI11.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Constantemente me reconvienes porque ensalzo mucho los hechos de Dolabela: en gran manera los apruebo sin duda; pero si tanto los alabo, a ello me impulsaron tu primera y segunda carta. Pero después se ha enemistado con t i g o por circunstancias que a mí también me han hecho muy enemigo s u y o . ¡Hombre impudente! terminaba el plazo en las kalendas de e n e r o , y todavía no me ha pagado, aunque tiene a Faberio, quien con una línea de su mano le ha libertado de tantas deudas y todavía puede venir en su auxilio ( 1 ) . Me burlo para que no me creas excesivamente conturbado. El v m de los idus ( 2 ) , muy temprano, le e s cribí; en la tarde del mismo día recibí en Pompeya tu carta, que ha llegado aceleradamente en tres días. P e r o , c o m o ya te he d i c h o , en el mismo día, escribí a Dolabela algunas palabras que Jte aseguro eran muy aceradas. Si no contesta, iré a buscarle y no resistirá. Sin duda habrás terminado con Albio. Mucho te agradezco lo que me has prestad o para la deuda de Patulciano: este ha sido uno de tus rasgos caracterísiicos (3). Descansaba y o en Eros, a quien (1) Q. Faberio, antiguo deudor de Cicerón. Este Faberio había sido secretario de César, pasando después al partido de Antonio. Quizá, para complacer a su nuevo amo, falsificó actas de César, incluyendo en ellas a determinados personajes para que recibiesen cantidades de dinero, y entre éstos a Dolabela, que por tal medio podía encontrarse en disposición de pagar sus considerables deudas. (2) 8 de mayo. (3) El acusador de Milón. 222 MARCO TULIO CICERÓN. había dejado en Roma para estos asuntos, que por culpa suya han estado a punto de tomar mal se s g o . Ya hablaré con él. En cuanto al n e g o c i o de Montano, como muchas veces te he escrito, te dejo todo el cuidado. No me extraña que Servio te haya tenido al marchar de s esperado lenguaje: no puede encontrarse más desalentado de lo que yo mismo estoy. Si nuestro querido Bruto, e l hombre ú n i c o , no acude al Senado el día d é l a s kalendas de j u n i o , no veo qué hará en el F o r o : pero, en último c a s o , é l sabe mejor que nadie lo que ha de hacer. Por mi parte, auguro de todo cuanto veo que no h e m o s ganado gran cosa en los idus de marzo, y pienso más que nunca en la Grecia. ¿En qué puedo ser útil a Bruto, cuando él mismo piensa desterrarse? No me agrada mucho la carta de Leónidas. Opino eonvo tú acerca de Herodes. Quisiera leer la carta de Sanfeyb. Pienso salir de Pompeya el vi de los idus de m a y o .

CARTA XIX.

CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El día de las nonas de mayo (1) recibí en Pompeya Contestaré ante todo a l a primera . ¡Cuánto me alegro 1 dos de cartas tuyas, una con seis días de fecha, la otra con cuatro que Barneo (2) te entregase oportunamente mi carta! Has hablado a Cassio como de costumbre. Cosa conveniente ha sido que le escribiese y o , con cuatro días de anticipación, precisamente lo mismo q u é me encargabas le escribiese, ctítáo habrás visto por la copia que te remití. Más en el (1) 7 de mayo. (2) Esclavo 6 liberto.

CARTAS A Á TICO. 223 instante en que me encuentro completamente trastornado por la bancarrota de Dolabela (así te expresas), recibo tu carta y copia de la de Bruto. Este piensa en el destierro (1). En la edad a que he llegado, existe un puerto al que diariamente nos acercamos; pero preferiría sin duda no e n trar en él hasta después de haber visto dichoso a Bruto y poderosa a la República. Mas, c o m o acertadamente dices , no tenemos elección de partidos, y, como y o , piensas que la guerra, y sobre todo la guerra civil, no conviene a mi a n cianidad. Antonio se ha limitado a contestarme, en el asunto de Clodio, que le Iftbían agradado mi bondad y m o de ración, y que algún día serían para mí motivo de profundo r e g o c i j o . Dicen que Pansa, por el contrario, está enfurecido contra Clodio y Deyotaro, siendo la severidad misma, si hemos de creerle. Sin embargo, no me parece bien que repruebe con tanta violencia a Dolabela ( 2 ) . El hijo de tu hermana ha recibido enérgica reprensión de su padre por el asunto de las coronas, habiendo contestado que tomó una corona para hacer homenaje a César, que la depositó en señal de luto y que en último caso acepta con gusto la censura de amar a César muerto. He escrito a Dolabela en el sentido que querías, y también lo he hecho a Sica. No te encargo de este asunto, por temor de que se enemiste contigo Dolabela. Conozco el discurso de Servio ( 3 ) , en'el que encuentro más temor que prudencia; pero como por todas partes reina el miedo, opino como él. Publio te ha hecho una trapacería (4). Habíanme enviado a Cerelia, y no (1) Bruto no podía permanecer en Italia, donde le hubiesen dado muerte los veteranos de César. (2) Cicerón desconfiaba del cónsul designado Pansa, y éste, ceta mucha más razón, desconfiaba de Dolabela. (3) Los discursos que Servio SulpiciO'dirigía- a Ático, en los que expresaba el temor de que el golpe de fuerza de Dblabela' contra Ios fanáticos defensores y guardianes de la columna de César tuviese m'alas consecuencias; (4) Vese que Publio había rogado a Cerelia, cuya amistad cefl Ci'-' ; 224 MARGO TULIO CICERÓN. me costó trabajo persuadirla de que no era posible lo que me pedía, aunque me hubiese convenido hacerlo. Si v e o a Antonio, no olvidaré el asunto de Buthrota. Paso a la segunda carta. Ya te dije, hablando de Servio, que considero el hecho de Dolabela como asunto muy i m portante, no v i e n d o , á fe mía, qué cosa mejor podía hacerse teniendo en cuenta los tiempos y las circunstancias. Pero lo que digo de él, lo digo por tus cartas. También opino c o m o tú que si me paga lo que me de b e , su acción me p a recerá mucho más hermosa. Desearía ver a Bruto en Astura. Apruebas mi propósito de no marchar hasta ver el giro que toman las cosa s ; pero he cambiado de opinión. Muy gratas me son las gracias que me da Ática por lo que he h e cho en favor de su madre, dejándola en Cumas dueña a b soluta de la quinta y la despensa: espero verla el v de los idus. Mis recuerdos a Ática: cuidaré atentamente de Pilia.

CARTA X X . CICERÓN k ÁTICO, SALUD. f¡, Me embarqué en Pompeya el vi de l o s idus (1) y llegué a casa de Lúculo (2) a las tres de la tarde. Al desembarcar recibí la carta que , según dijeron, había llevado a Cumas tu secretario y que está fechada en el día de las nonas de m a y o . A la mañana siguiente, casi a la misma hora, me entregó Lúculo otra carta fechada en Lanuvio el vn de los eerón conocía, que procurase conseguir que éste se reconciliase con Publilia, y también se ve que Cicerón la convenció fácilmente de la imposibilidad de hacerlo. (1) 10 de mayo. (2) Hijo de L. Lúculo Pontico, muerto en 697; era pupilo de Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. 225 idus ( 1 ) . Contestaré a las dos a la v e z . Comenzaré dándote gracias por tu cuidado en mis negocio s , por el pago y el asunto de Albio. En cuanto a tu reclamación de Buthrota, Antonio ha venido a Misena cuando me encontraba y o en Pompeya; pero no lo he sabido hasta después de su m a r c h a , y se ha trasladado a Samnio. ¿Continúas esperando? Veremos en Roma . El discurso de L. Antonio (2) es horrib l e , y admirable la contestación de Dolabela. Que guarde h o y su dinero si quiere; solamente le pido que no olvide los idus. Mucho deploro el aborto de Tertula (3). N e c e s i tamos semilla de Cassio, como de Bruto. Deseo me digas qué hay de cierto en la historia de l a R e i n a y de su César (4). He terminado con la primera carta: pasemos a la se g u n da. A mi llegada se hará lo que deseas en cuanto a los Quintos (5) y a Buthrota. Te agradezco mucho el dinero que mandas dar a Cicerón. Dices que es erróneo creer de pende de Bruto solo la salvación de la República. todo lo contrario; nada hay tan cierto. 0 la República será destruida, ó a él y sus amigos deberá su salvación. En cuanto al discurso que me dices remita escrito, permíteme, querido Ático, que te explique cuáles son mis principios generales acerca de cosas en que tengo alguna experiencia. Jamás (1) 9 de mayo. (2) L. Antonio, tribuno del pueblo, hermano de M. Antonio. Quería hacer repartir al pueblo los terrenos de las lagunas Pontinas, para crear partidarios a su hermano. Dolabela se opuso a esta distribución, y Cicerón se lo agradeció tanto que le consideró provisionalmente libre de su deuda, con tal de que Dolabela no olvidase los idus, es decir, el 15 de mayo. (3) Esposa de Cassio y tercera hermana de Bruto. También se llamaba asila esposa de M. Licinio Crasso. Este nombre era diminutivo de Tercia. Las otras dos hermanas de Bruto se llamaban Jimia major y Jimia minar. (4) La reina Cleopatra y Cesarión, el hijo que pretendía haber t e nido de César; los partidarios de éste negaban fuese verdad. (5) Los dos Quintos, padre é hijo. TOMO X . 15 226 MARCO TULIO CICERÓN. c r e y ó poeta ú orador encontrar maestro, y esto lo digo hasta de los p e o r e s . ¿Qué opinaremos de Bruto, c u y o i n g e nio es a la vez tan claro y bien cultivado? Acaba de hacerse la prueba con ocasión de su edicto (1): a ruego tuyo, había preparado y o una redacción, pareciéndome buena; la suya le ha parecido mejor. Más todavía: por solicitud suya casi única, me he dedicado a escribir el Tratado del Orad o r ( 2 ) . Pues bien, me es c r i b e , y te ha escrito, que no le agradaban mis preferencias, ASÍ, pues, te ruego dejemos a cada uno c o m p o n e r sus discursos: «A cada cual su esposa, a mí la mía. A cada cual sus amores, a mí los mío s . » Esto no es maravilloso, porque Atilio, de quien tomo estos v e r s o s , es el poeta más duro que con o z c o . ¡Ojalá que un h o m bre como Bruto tenga que hacer arengas, porque el día en que Roma se vea segura por é l , p o d r e m o s cantar victoria. Los agitadores no encontrarán entonces quien les siga en una nueva guerra civil, ó solamente arrastrarán a aquellos a quienes fácilmente se ve n c e . Paso a la tercera parte. Mucho me agrada que Bruto y Cassio hayan quedado satisfechos de mis cartas. Acabo de contestarles. Ruéganme que no descuide a Hircio, de quien dudan algo (3). Me o c u p o de ' é l ; habla muy bien, pero vive y habita con Balbo, que a su vez habla perfectamente, y tú sabes lo que debe creerse. Veo que te agrada Dolabela; a mí me encanta. He vivido con Pansa en Pompeya, y (1) Bruto dio este edicto para pedir a Antonio, que era cónsul, le permitiese como a Casio, siendo los dos pretores, salir de Roma, cosa prohibida por las leyes. Antonio rechazó la petición con altivez y hasta con amenazas. (2) Dedicado a Bruto. (3) Siendo Hircio tan amigo de Balbo, que a su vez lo era tanto de Octavio como lo había sido de César, no era fácil inspirase confianza a Bruto y á Cassio. Importaba, pues, mucho ganarle a su causa. Recordaráse que Hircio y Balbo habían sido discípulos de Cicerón en elocuencia, así como también Pansa|y Dolabela, y que Hircio y Dolabela le pagaban en buenas comidas.

CARTAS A Á TICO. 227 me ha mostrado excelentes sentimientos, deseando la paz. Veo claramente que se quiere la guerra. Apruebo el edicto de Cassio y de Bruto. Deseas que medite acerca de lo que tienen que hacer; pero solamente puede tomarse consejo d é l a s circunstancias, que cambian a cada momento. Paréc e m e que el primer acto de Dolabela, y después su discurso en contra de Antonio, han producido mucho bien. Las cosas adelantan, y c r e o que vamos a tener un jefe (1). Esto es todo lo que piden las ciudades municipales, como también todos los hombres honrados. ¡Y tú te atreves a citar a Epic u r o y exclamar (Añ noAiTsósaOat! ¿No consideras el rostro que pondría Bruto a tal exclamación? Dices que el hijo de Quinto es el brazo derecho de Antonio. Pues bien; todo lo conseguiremos sin trabajo por su mediación. Si, como c r e e s , Antonio ha presentado al pueblo a Octavio (2), quisiera saber en qué términos ha hablado. Te escribo a la c a rrera, porque el mensajero de Cassio marcha en seguida. V o y a v e r a P i l i a , y en seguida me llevará una barca a casa de Vestorio, donde cenaré. Mis recuerdos a Ática. (1) Octavio, a quien acudían todos los veteranos. (2) Octavio aspiraba al tribunado, y deseaba el puesto que había dejado vacante Helvio Cinna, muerto por error en la conmoción popular excitada a consecuencia de la muerte de César. L. Antonio lo presentó al pueblo en aquellas circunstancias, según costumbre, pero habiendo fracasado por la oposición de M. Antonio, Octavio decidió a Tiberio Canucio, otro tribuno, a presentarle, tomando por pretexto los legados que César había hecho al pueblo. Después de un discurso apropiado a las circunstancias, Octavio prometió pagar los legados en el acto, dando a la multitud otras muchas esperanzas 228 MARGO TULIO CICERÓN.

CARTA XXI.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Cuando acababa de entregar mis cartas al mensajero de Cassio el v de los idus (1), llegó el mío , y ¡cosa portentosa! sin carta tuya; pero en seguida supuse que te encontrabas en Lanuvio. Eros le envió apresuradamente para que me trajese una carta de Dolabela. En esta carta no habla de mi dinero (no había recibido aún la mía), sino que contesta a aquella de que te envié copia, haciéndolo en sentido muy satisfactorio. Apenas había despedido al mensajero de Cass i o , cuando entró en casa Balbo. ¡Oh buenos Dioses, cuánto le intimida la paz! Tú le conoces y sabes cuan reservado es: sin embargó, me ha hablado de los proyectos de Antonio, quien, según dice, intenta halagar a los veteranos para que sancionen los actos de César. Quiere que se c o m prometan a ello bajo juramento, para que todo el mundo se someta y que los dunviros (2) realicen una inspección cada me s . Quéjase Balbo de las prevenciones de que es o b - (1) 11 de mayo. (2) Algunos han sostenido que Antonio quería establecer, para vigilar y consultarlas acias de César, una especie de magistratura religiosa bajo el nombre de dunviros, como en otro tiempo propuso Tarquino el Soberbio duumviri sacrornm para la custodia de los libros sibilinos. Capaz era Antonio de esta idolatría, tanto más, cuanto, que César había adquirido en vida la cualidad de dios, por haber visto colocada su imagen en el templo de Quirino, llevándola en seguida entre las de los dioses en las fiestas celebradas en honor suyo. La muerte habla completado su apoteosis, reuniéndole con los dioses mismos. Podían, pues, considerarse sus netas, páreles y memorias tan dignas de respeto como los oráculos de las Sibilas. No se abandonó por completo el proyecto de Antonio, porque César tuvo muy pronto templos y sacerdotes.

CARTAS Á ÁTICO. 229 j e t o , y tal es su lenguaje que se le ve partidario de Anton i o . ¿Qué quieres? nunca es sincero. Para mí no es d u d o s o que todo tiende a la guerra. En este importantísimo a s u n to han obrado con ánimo viril y consejo de niños. ¿No está patente a todos los ojos el heredero del tirano? (1) ¿Y qué hay más absurdo que haber temido al uno y no cuidarse finca del otro? ¡Y cuántas inconsecuencias hoy mismo! La de P o n c i o , en Ñapóles, ¿no continúa en poder de la madre de un tiranicida? (2). Te aseguro que muchas v e c e s n e c e sito releer Catón el antiguo, de que tienes un ejemplar. La vejez me hace huraño, todo me disgusta, pero y o he v i v i d o . Estos asuntos son para los j ó v e n e s . Continúa cuidando como cuidas de mis asuntos. Te e s cribo ó , mejor dicho, dicto durante el segundo servicio en casa de Vestorio. Me propongo ir mañana a ver a Hircio, que e s el único que queda de los cinco (3). Mi intento es atraerle al partido de los buenos (4). ¡Vano e m p e ñ o ! no hay ninguno de ellos que no tema al reposo. ¡Vamos, pues! calcémonos los talares. ¡Todo antes que continuar en medio de los campamentos! Saluda cariñosamente de mi parte a Ática. Espero con impaciencia los discursos de Octavio, y noticias, si las hay: díme, sobre todo , si Dolabela hace sonar el d i n e r o , ó si, en consideración mía, quiere abolir las deudas. (1) Este heredero era Antonio, señalado primeramente con César a los puñales de los conjurados, y perdonado después de meditación y so pretexto de que solamente se odiaba la tiranía. (2) Poncio Aquila, uno de los conjurados. Esta madre que indica aquí Cicerón era Servilia, madre de Bruto. César la había amado más que a ninguna otra mujer, y en la época de las guerras civiles, entre los ricos presentes con que la colmó, hizo que le adjudicasen a bajo precio las posesiones más ricas confiscadas, entre las que se encontraban las de Poncio, vendidas entonces en subasta. (3) Cicerón se encontraba en Puzzola al mismo tiempo que Balbo, Hircio, Pansa, Octavio y FilipO, todos cesarianos. Cuatro habían partido y quedaba solo Hircio. (í) Esto era lo que le había rogado Bruto. 230 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XXII.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Acaba de decirme Pilia que tus mensajeros parten el día de los idus, y c o j o mis tablillas sin saber bien todavía lo que voy a escribirte. Te diré, ante todo , que el xvi de las kalendas ( l ) parto para Arpiño, a donde te ruego me mandes noticias, aunque no tardaré en verte. Deseo antes de llegar a Roma olfatear algo (odorari) lo que va a s u c e de r . T e m o que mis conjeturas sean exactas, y lo que se trama me parece muy claro. Hoy be tenido a cenar a mi d i s c í pulo ( 2 ) , que ama apasionadamente al que ha herido a n u e s tro amigo Bruto. ¡Qué quieres! no hay uno a quien no a s u s te la paz, habiendo adoptado uu principio que sostienen en alta v o z : que han asesinado a un grande hombre ; que su muerte es una perturbación para la República;!que no que dará nada de lo que hizo el día en que dejemos de temer; que p e c ó de clemente, sin lo cual no habría ocurrido la catástrofe. Considero también que llegando Pompeyo, como parece verosímil, con fuerzas importantes, es inevitable la guerra. Esta idea me atormenta y perturba, porque no me dejarán la libertad que tuviese en otro tiempo. No he o c u l tado mi satisfacción, y constantemente repiten la palabra ingrato. Lo repito, no podré tener la libertad que en otro tiempo tuviste con tantos otro s . ¡Cómo! ¿declararse y vivir en los campamentos? ¡antes morir mil veces! sobre todo a mi edad. Desgraciadamente no bastan l o s idus de marzo ( 3 ) (1) 17 de mayo. (2) Hircio. (3) 15 de marzo, día en que mataron a César.

CARTAS A A n c o . 231 para consolarme. ¡Se cometió aquel día una falta tan grande! (1). Pero aquellos j ó v e n e s « n o s han quitado con su v a lor el derecho de quejarnos.» Si opinas mejor de los negocio s , tú que todo l o o y e s y lo v e s , d í me l o ; y díme también qué piensas,en cuanto a mí, de esa legación votiva ( 2 ) . Me aconsejan muchos aquí que no asista al Senado el día de las kalendas, porque dicen que habrá soldados ocultos y que la celada es contra nuestros amigos. Creo efectivamente que en cualquier parte del mundo estarían más se g u r o s que en el Senado. (1) La de no dar muerte también a Antonio. (2) Estas comisiones eran pretextos que utilizaban los senadores para ausentarse de Roma por más tiempo del que les estaba permitido.

LIBRO DECIMOQUINTO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Triste acontecimiento es la muerte de Alexión ( 1 ) , que me ha contristado profundamente: y a fe mía, no a la m a nera que suponen muchos, cuando me dicen: «¿A qué m é dico llamarás?» ¿Qué necesidad tengo yo de médico? ¿faltan acaso, si necesito alguno? Lo que deploro es la pérdida de su cariño, de su amabilidad y dulzura. Y además, ¡cuánto h e m o s de temer, cuando se ve a un hombre tan robusto, m é d i c o eminente, arrebatado por tan rápida enfermedad! Lo único que podemos decir es que somos hombres y que de b e m o s resignarnos a las condiciones humanas. Ya te dije que no me ha sido posible aún ver a Antonio. Vino a Misena encontrándome yo en Pompeya, pero ya h a bía marchado cuando lo supe. Sin embargo, la casualidad quiso que se encontrase Hircio en mi casa en Puzzola en el momento en que recibí tu carta. Se la mostré é insistí acerca de su contenido. Las primeras palabras fueron que no se interesaba menos que yo en el asunto ( 2 ) , y las últimas, (1) Esclavo y médico de Cicerón. (2) El de Buthrota. 234 MARCO TULIO CICERÓN. que para este n e g o c i o , como para todos, pone el cónsul a mi disposición. Cuando hable con Antonio procuraré h a cerle c o m p r e n de r que, si en este negocio hace lo que de seamos, seré completamente s u y o . Supongo que Dolabela continuará en su casa ( i ) . V o l v a m o s a los nuestros: presumes favorablemente por la m o deración de los edictos (2). Por mi parte, con o z c o bien el pensamiento íntimo de Hircio, habiendo podido apreciarlo el x v a de las kalendas (3), cuando marchó de Puzzola para reunirse con Pansa en Ñapóles. Hablóle en particular y le exhorté al mantenimiento de la paz. No podía contestarme que no quería la paz; pero me dijo que esta actitud armada no le inquieta menos por nuestra parte que por la de Antonio; que sin duda hacen bien por ambas partes en e s tar prevenidos, pero que , en último c a s o , por . u n o ú otro bando, la colisión es inevitable. ¿Qué he de decirte? no e s pero nada b u e n o . Opino como tú en cuanto al hijo de Quinto; tu hermosa carta al padre le agradó mucho. No me ha sido difícil hacer comprender la razón a Cerelia (4), quien no tiene, a lo que c r e o , mucho interés en el asunto, y en todo caso me importa p o c o . En cuanto a esa otra persona que tan molesta te e s , según escribes, me admira que la hayas escuchado. Si he hablado bien de ella en casa de sus amigos, en presencia de sus tres hijos y de su hija, he cambiado de con ducta. ¿Por qué? porque no necesito conservar el disfraz: ¿no es bastante feo de suyo el de la vejez? Dices que Bruto desea verme antes de las kalendas; así me lo ha escrito, y probablemente accederé a su de se o , (1) Es decir, quiere pagarme: lo contrario se expresaría diciendo que estaba fuera. (2) Los edictos ó el edicto de Bruto y de.Cassio. (3) 16 de mayo. (4) La madre de Publilia.

CARTAS A ÁTICO. 235 pero no adivino qué es lo que quiere. No pudiendo a con sejarme a mí mismo, ¿qué consejo podré dar a un hombre que más ha tenido en cuenta su inmortalidad que nuestro reposo? Los rumores que han circulado acerca de la Reina se desvanecerán solos. Si puedes conseguir algo de F l a m ma, te ruego que lo hagas. Te escribí ayer al salir de Puzzola, dirigiéndome a Cumas, donde encontré a Pilia en buena salud. Después la vi un momento en Baulos, a donde había marchado Cumas para asistir a un funeral en el que y o po de su madre sobre tomé desde par- te también. Nuestro amigo Cn. Léntulo colocaba el c u e r la pira. Pernocté en Sinuesa y partí esta mañana para Arpiño, desde donde le escribo. Nada nuevo tengo que decirte ó preguntarte, como no te agrade saber que nuestro querido Bruto me ha enviado el discurso que pronunció en la asamblea del Capitolio ( I ) , rogándome que lo corrija cuidadosamente antes de que lo publique. Sembrado de pensamientos admirables está el discurso, y en cuanto al estilo, no lo hay mejor: pero si tuviese yo que tratar ese asunto, lo haría con mayor e n e r gía. Conoces los principios y el carácter del orador, y c o m prenderás que no me era posible ninguna c o r r e c c i ó n . Bruto ha conseguido ser lo que quería en achaque de elocuencia, y no podría realizarse mejor que realiza él la idea que se ha formado de la perfección en el arle de la palabra. Con razón ó sin ella, y aunque fuese sólo en mi opinión, tengo otro sistema. Si no conoces todavía esta oración, quisiera que la leyeses y me dijeras tu opinión, a pesar de que temo mucho que influyan en tu juicio el nombre y las disposiciones ultraáticas. Recuerda, sin embargo, los rayos de Demóstenes, y comprenderás que el estilo puede ser apasionado sin dejar por ello de ser ático. En nuestra pri- (i) Cuando los conjurados, después de la muerte de César, ocupa' ron el Capitolio. 236 MARCO TULIO CICERÓN. mera entrevista hablaremos del asunto. Deseaba que me trodoro no partiese hoy sin carta mía, y carta que no fuese vana.

CARTA II. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El xv de las kalendas ( i ) partía de Sinuesa ( 2 ) , después de haber dejado a Cumas, cuando en el Vesciano me entreg ó tu mensajero una carta tuya, en la que insistes mucho acerca de lo de Buthrota, asunto en el que nunca te interesarás más que y o . Desde el principio me dediqué a él como a la cosa que más me preocupa. Por tu carta y por otras también veo que L. Antonio ha pronunciado un d i s curso repugnante: pero ¿qué efecto ha producido? De esto nada dices. Apruebo lo de Menedemo (3). Quinto dice á todo el mundo lo mismo que me escribes. Mucho me agrada me permitas suspender el discurso que me habías instado a escribir, y más aplaudirás, si lo l e e s , este de que te hablo en mi carta de hoy. Lo que dices de las legiones es cierto (4); pero no acabas de convencerte de que la autoridad del Senado no basta, según c r e o , para resolver el asunto de Buthrota. V e o tales cosa s , que hasta nuestra misma existencia parece amenazada. Pero aunque en esto (1) 18 de mayo. (2) Ciudad del Lacio, cerca del Liris. (3) Griego de quien César fué huésped y al que hizo ciudadano romano. Antonio en su carta a Hircio y Octavio les censura haber aprobado la muerte de este Griego. (4) De diferentes puntos habían partido con dirección ¡á ¡Italia. Cuatro, procedentes de Macedonia, estaban para llegar a Brindis, y Antonio se disponía para salirles al encuentro.

CARTAS A ÁTICO. 237 me engañe, tú no te engañarás en cuanto a lo de Buthrota. Opino como tú en cuanto al discurso de Octavio; no me agradan sus preparativos para los juegos públicos, ni tam p o c o comisarios tales como Macio y Postumio. Leserna es digno compañero s u y o . Con razón dices que ni uno de éstos deja de temer tanto la paz, como el otro la guerra. Quisiera rehabilitar a Balbo entre nuestros amigos; de s graciadamente él mismo no lo c r e e posible, y dirige sus miras a otra parte (1). Mucho me agrada el valor que te da la lectura de mi primera cuestión Tusculana: el remedio que indica lo tenemos siempre en la mano. Agradezco las buenas palabras de Flamma. Ignoro qué asunto sea ese de los Tindaritanos (2) que le preocupa: en todo caso se puede contar conmigo. Los s u ceso s , y especialmente la distribución de din-ero ( 3 ) , parece que quebranta al HsvteXotitov (4). Me contrista la muerte de Alexión, pero después de enfermedad tan grave, era tal su existencia que no le c o m padezco. Deseo me digas quiénes son sus segundos h e r e deros y cuál es la fecha de su testamento. (1) Mucho honra a Balbo su fidelidad a César muerto, y parece que asi lo creía también Cicerón, a pesar de decir que dirige sus ojos a otra parte. (2) Los Tindaritanos eran Sicilianos, y, como tales, estaban bajo el patronato de Cicerón; debían, por consiguiente, contar con él para que les defendiese en caso necesario. (3) Las que hacía Antonio con el dinero que depositó César en el templo de Opis. (4) Hircio. 238 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA III. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El xi de las kalendas (1) recibí en Attina (2) tus dos cartas en contestación a las mías. Una tiene fecha del x v de las kalendas (3), la otra del XII. Comenzaremos por la más atrasada. Corres a Túsculo; pues bien, el vi de las kalendas (4) estaré allí, según c r e o . En cuanto a o b e de c e r al v e n c e d o r , según escribes, no opino yo así, porque pued e hacerse otra cosa mejor. Recordarás lo que se de c r e tó en el templo de A p o l o , bajo el consulado de Léntulo y de Marcelo (5). Pero la cuestión no es la misma, y las circunstancias son muy diferentes. ¿No dices que Marcelo y los demás se retiran? Juntos procuraremos averiguar si hay seguridad para nosotros en Roma. Por otra parte, esa masa de propietarios nuevos (6) me da en qué pensar. Estamos c o g i d o s en un desfiladero. Pero ¿qué importa? Con tranquilidad he visto cosas más graves. Conozco el t e s t a mento de Calva, obra propia de hombre avaro y sórdido. T e agradezco el interés con que atiendes a la venta de los (1) 22 de mayo. (2) Cerca de Arpiño. (3) 18 de mayo. (4) 27 de mayo. (5) A la noticia de la marcha de César sobre Italia, dio el Senado un decreto, en 704, invistiendo a los cónsules C. Claudio Marcelo y P. Cornelio Léntulo de autoridad absoluta, como se hacia cuando se encontraba en peligro la República. Conocida es la fórmula: Videant cónsules ne quid respublica detrimenti capiat. (6) Los veteranos a quienes Antonio había hecho nueva distribución de tierras en Campania, circunstancia inquietante para Cicerón y Ático, que tenían propiedades allí.

CARTAS A Á TICO. 239 bienes de Dominico. Hace ya tiempo que escribí a Dolabela en términos muy apremiantes acerca de Mario: ¿no habrá recibido mi carta? He hecho en esto lo que deseaba y de bía hacer. Paso a la segunda carta. He sabido todo lo que quería acerca de Alexión. Hircio está en favor tuyo. Deseo que Antonio sea peor de lo que e s . Bien juzgas del hijo de Quinto; ya hablaremos del padre. Deseo hacer por Bruto todo cuanto pueda, y veo que opinas como y o acerca de su discursillo ( 1 ) , pero no creo poder hacer yo otro en su n o m b r e , hoy que lo ha publicado. ¿Qué te parece? ¿Trátase solamente de demostrar que se tenía derecho para matar al tirano? Acerca de esto mucho hablaré y mucho escribiré, pero de otra manera y en otro tiempo. Muy bien los tribunos en cuanto a la silla de César ( 2 ) ; muy bien igualmente los catorce órdenes. Mucho me alegro de que Bruto se haya alojado en mi casa, con tal de que se haya encontrado bien en ella y permanecido algún tiempo.

CARTA IV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El x de las kalendas ( 3 ) , cerca de la hora octava ( 4 ) , lleg ó un mensajero treyéndome una esquelita de Fuño en la (1) El que pronunció en la asamblea del Capitolio. (2) Silla dorada que, por decreto del Senado, ocupaba César en los juegos públicos: los tribunos habían mandado quitarla, y las catorce gradas en que estaban sentados los caballeros aplaudieron. (3) 23 de mayo. (4) La primera hora del día era las seis de la mañana; la octava las dos de la tarde. 240 MARCO TULIO CICERÓN. que me pide de nuevo mi amistad. Imposible hacerlo con más torpeza; pero tal v e z nos parezca torpe todo lo que hacen las personas que nos desagradan. Creo que mi con testación te hubiese complacido. El mismo mensajero me entregó dos cartas tuyas, una del xi y otra del x (1). Me ocuparé con preferencia de la más reciente, que e s , al Tempestades e s t a mismo tiempo, la más agradable. Perfectamente. ¡Cómo! ¿y Carfuleno también? (2) OÍVOJ iro -uapiOv. llarán de todos esos proyectos de Antonio; ¡ojalá pueda obrar por el pueblo más bien que por el Senado! Creo que así lo hará. Pero si quisieran arrebatar a D. Bruto su p r o vincia, sobrevendrá la guerra; por poca energía que le s u p o n g a , no se dejará despojar sin llegar a las manos. Por mi parte no deseo la guerra, puesto que se ocupan de los Buthrotinos (3). ¿Ríes? pues y o deploro no haber conseguido por mi perseverancia, influencia y cuidados arreglar su asunto. No sabes qué decir de nuestros amigos y de lo que deben hacer en tales circunstancias. Lo mismo me sucede, y no es de hoy que me parezcan consuelo irrisorio los idus de marzo. Hemos tenido valor de héroes y , c r é e me , pero no arrancada la raíz; así ves cómo brota. Volvamos a mis cuestiones Tusculanas, que con tanta frecuencia citas. No nos ocupemos de Sanfeyo, si así te hem o s tomado resoluciones de niños. El árbol está cortado, (1) Del 22 de mayo y del 23. (2) Décimo Carfuleno mandaba entonces le legión Marcia. Había servido a las órdenes de César en el sitio de Alejandría y había permanecido muy afecto a su general. Después de la muerle de César pasó a Antonio, a quien dejó para seguir a Octavio. A esto llama Cicerón SVÜ) itoxa^Ov, remontar a la fuente, principio de un verso de Eurípides. (3) Cicerón deseaba también la guerra, porque pensaba que los soldados a quienes habían asignado las tierras de los Buthrotinos renunciarían gustosos a ellas, prefiriendo guerrear esperando obtener mejores recompensas.

CARTAS Á ÁTICO, 241 agrada: nunca le hablaré de esto ( 1 ) . Bruto pregunta qué día estaré en Túseulo: el vi de las kalendas, cómo ya te he d i c h o . Quisiera verte allí a mi llegada. Creo que tendré que ir a Lanuvio, y esto dará que hablar (2). Pero ¡/.eXuiset. Vuelvo a tu primera carta, de !a que omito lo que hablas de Buthrota, porque estoy repleto de este negocio , y digo c o m o tú: ¡que llegue pronto el momento de obrar! Tanto hablas acerca del discurso de Bruto, que bien veo no c e de s aún. ¿Acaso quieres que lo rehaga sin que él me lo haya rogado? Nada ofende tanto como esta especie de reto. Haz algo, dices, en el estilo de Heráclides. No me niego a ello; pero es necesario elegir asunto y esperar tiempo f a vorable. Puedes pensar de mí lo que quieras (aunque desearía que fuese bueno); pero la situación continúa lo m i s m o , según se ve , y permite que te diga que los idus de marzo no me deleitan. Era necesario impedir que renaciese el tirano; no temer la anulación de todos sus actos: ó a d o p to los principios de Sanfeyo (3), prescindiendo de los de mis Tuscidanas, que quieres hacer leer hasta a Vestorio (4). Puesto que el homicidio no nos ha devuelto la libertad, e s tando yo en buenas relaciones con aquel muerto a quien los Dioses con de n e n , no debía huir de su dominio. Me avergüenzan mis palabras, c r é e me ; pero las he escrito y no quiero borrarlas. Desearía que fuese verdadero lo que dices de Menedemo y fuese verdadero también lo de la Reina. De lo demás hablaremos en nuestra próxima entrevista, consultando (1) Porque Sanfeyo era epicúreo y para que no creyese que Ático, desertaba de la escuela complaciéndose en la lectura de las Tusculanas, (2) Porque Bruto y Casio se encontraban en Lanuvio, y Octavio, a quien Cicerón quería guardar atenciones, tenía poderosos motivos para que no le agradase el viaje. (3) Ya se ha dicho que Sanfeyo era epicúreo. (4) Este banquero tenía pretensiones de filósofo. TOMO X . 16 242 MARCO TULIO CICERÓN. particularmente lo que de b e m o s hacer, previendo el caso de que Antonio rodease el Senado con sus soldados. No he querido entregar esta carta a su mensajero, por temor de que la abriese. Te mando, pues, uno especial: además, te nía que contestarte. ¡Cuánto me habría complacido que h u bieses podido hacer ese favor a Bruto! (i) pero le he e s crito. Acabo de enviar Tirón a Dolabela c o n escríbeme. He aquí a L. César que llega instrucciones y una carta. Llámale, y si tienes algo b u e n o que decirme, inoportunamente y me ruega vaya a verle al Bosque (2) ó designe y o m i s mo punto de cita, deseando Bruto que así lo haga. ¡Qué complicación tan desagradable! Pienso acudir a la cita y desde allí a Roma, a no ser que cambie de opinión. Te h a blo p o c o de esto porque no he visto todavía a Balbo. E s pero noticias tuyas: habíame de todo lo que se hace ó ha de hacerse.

CARTA V. CICERÓN k Anco, SALUD. Ha regresado el mensajero que envié a Bruto, trayéndome cartas de éste y de Cassio. Quienes me piden con i n s tancia consejo (3): Bruto quiere especialmente que elija (1) Es decir, ir a verle en Lanuvio. (2) El bosque de Aricia, en el que tenía su templo Diana. César había hecho construir allí una magnífica casa de campo, que en seguida mandó derribar, por no encontrarla muy de su gusto. Parece ser que su primo Lucio tenía otra, a la que invitaba a Cicerón. (3) Acerca de si irán ó no a Roma; porque no tenían seguridad alguna en cuanto a las disposiciones de los veteranos respecto de ellos. Muchos de aquellos veteranos acudían S Roma para la apertura del Senado el 1«° de junio.

CARTAS A Á TICO. 243 entre los d o s . ¡Qué apuro! No sé qué decirles, y por lo tanto guardaré silencio, a no ser que opines tú de otra m a nera. Cassio me ruega con vehemencia que influya sobre Hircio para hacerle lo mejor posible. ¿Lo crees en su j u i cio? " O Yvxipei; ávOpaxeü?. Debes haber recibido una carta mía. Balbo é Hircio me escriben como tú, que se dará un senatusconsulto para los gobiernos de Bruto y de Cassio. Hircio ha marchado y debe encontrarse ya en Túsculo (1). Me ruega con vehemencia que permanezca alejado, diciéndome que se corron peligros y que él mismo los ha corrido. Pero aunque no hubiese ninguno, tan lejos estoy de temer que sepa Antonio el disgusto que me causan sus triunfos, que tengo un solo motivo para no ir a Roma: no quiero verlo. Varrón acaba de remitirme una carta que le ha e s crito no sé quién (ha borrado la firma). Esta carta anuncia que los veteranos excluidos del reparto de terrenos (no han tenido parte todos) hablan muy mal, y que aquellos que no son partidarios suyos pueden correr grandes riesgos en Roma. ¿Qué haremos, pues, nosotros para entrar y salir? ¿qué rostro pondremos? ¿cuál será nuestra actitud? Además,¿es verdad, según escribes, que L. Antonio marcha contra D. Bruto, y los otros contra nuestros dos amigos? ¿Qué de b o hacer? ¿qué partido tomar? Por ahora decidido estoy a permanecer aquí, es decir, fuera de esa ciudad a la que tanto brillo di y en la que hasta bajo la servidumb r e mi carácter no perdió la dignidad. No estoy tan de c i d i d o a salir definitivamente de Italia, de lo que ya hablaré contigo, como a permanecer alejado de Roma . (1) Hircio había marchado de Roma por las mismas razones que daba a Cicerón para que no fuese i la ciudad. 244 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA VI. CICERÓN k ATICÓ, SALUD. Nuestro amigo Bruto me escribió, como también Cassio, para hablarme de Hircio. Saben que ha sido muy bueno hasta h o y ; pero como actualmente dudan de él, desean que emplee mi influencia para robustecerle en sus buenos sentimientos. Irritado está sin duda con Antonio, pero al mismo tiempo muy adherido a su causa. Le he escrito y r e comendado los intereses de Bruto y de Cassio. Deseo que veas su contestación y tal vez juzgarás, como y o , que todos ellos consideran a nuestros amigos más fuertes lo que realmente s o n . «Hircio a su amigo Cicerón, salud. »Me preguntas si he regresado de los c a m p o s . ¿Acaso puedo permanecer inactivo cuando todos hierven en derredor mío? He regresado de Roma, c r e y e n d o era mejor n o permanecer en ella. Te escribo al partir para T ú s c u l o , y no me creas bastante animoso para regresar a la ciudad en la época de las nonas. Además, ¿de qué podría servir mi p r e sencia en ella, cuando todo está hecho ya para muchos años? ¡Ojalá Bruto y Cassio, que me encuentran tan manejable cuando intercedes tú por ellos, puedan, por mediación tuy a , abstenerse de resoluciones violentas! Dices que te han escrito al partir. ¿Adonde van? ¿qué intentan? Deténles, querido Cicerón, te lo ruego , y no consientas que al fin se realice por completo nuestra ruina, preparada por tantas violencias, incendios y asesinatos en toda la República. Si tienen algo que temer, que tomen p r e c a u c i o n e s , pero de

CARTAS A ÁTICO. 245 que no pasen de aquí. Seguro es que ganarán menos con medidas precipitadas, que abandonando las cosas a su c u r s o natural, aunque permaneciendo prevenidos. Deja pasar el torrente, que no será perpetuo; si se le resiste, su violencia todo lo destruirá. de ellos.» Tal es la carta de Hircio: le he contestado que no pensaban en c o me t e r ninguna locura, y así se lo he demostrad o . Deseaba con o c i e se s este detalle como e s . Cerrada mi carta, recibo una de Balbo: Servilia (1) ha regresado: ya n o partirán, Ahora espero carta tuya. Escríbeme a Túsculo l o que esperes

CARTA VII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Mucho te agradezco estas cartas que tanto me han de leitado, especialmente la de nuestro querido se x t o . — por que te alaba, d i r a s . — A fe mía, c r e o que algo hay de esto ; sin embargo, antes de llegar al pasaje de sus e l o g i o s , me agradaba mucho ya su buen juicio acerca de la República y su atención en escribirme. En cuanto al pacificador se r vio (2), helo ya sumido en meditaciones, acompañado de su secretarillo y preocupado en hacer frente a las argucias legales. Debería pensar que en esta ocasión no se acudirá al de r e c h o , sino a lo que se nombra después b e me tú también. (3). Escrí- (1) La madre de Bruto. (2) Servio Sulpicio, de quien ya se ha hecho mención muchas veces, era buen jurisconsulto; pero sin duda no emplearía argumentos de derecho, como dice cicerón, para entrometerse en los diferentes partidos y llevarles a resoluciones pacíficas. (3) La espada. Non ex jure manu consertwrn; sed mage ferro. Verso de Ennio. 246 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA VIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Después de tu marcha he recibido dos cartas de Ralbo,, pero nada n u e v o . Hircio me escribe también, mostrándose muy ofendido por la conducta de los veteranos. Continúo vacilando acerca de lo que he de hacer en las kalendas de marzo. He enviado a Tirón y a muchos criados con el o b jeto de poder recibir cartas luyas a medida que ocurran los acontecimientos. También escribo a Antonio acerca de la legación que deseo ( I ) : he temido herir ese carácter tan irascible escribiendo solamente a Dolabela (2). Pero como , según dicen, es muy difícil llegar hasta Antonio, he e s crito a Entrapelo (3), encargándole que entregue mi carta y apoye la necesidad que tengo de esta legación. Más honrosa es la votiva, pero venga una ú otra. Te ruego medites seriamente acerca de tu posición personal: lo mejor sería que vinieses a hablar c o n m i g o ; pero siempre nos es posible escribirnos. Me dice Greceyo (4) que sabe por Cassio que se toman hombres a sueldo para enviarlos armados a Túsculo (8). No lo c r e o ; sin embargo , bueno es tomar precauciones y tener varias quintas p r e p a radas. Veremos qué he de pensar de aquí a mañana. (1) Parece que los motivos eran religiosos. (2) Dolabela era el compañero de Antonio en el consulado. (3) Volumnio Entrapelo mantenía excelentes relaciones con Antonio, a quien había cedido su mímico Cytheris. (4) Amigo de Bruto y Cassio. (5) Tratábase de un repartimiento de tierras en aquellos cuarteles que L. Antonio, uno de los siete comisionados nombrados para el repartimiento, quería dar a los soldados veteranos.

CARTAS Á ÁTICO. 247

CARTA IX. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En la tarde del IÍI de las nonas (1) me entregaron una carta de Balbo, en la que me dice que el Senado se reúne el día de las nonas (2) para decidir el envío de Bruto ai Asía, y de Cassio a Sicilia, para comprar trigo y expedirlo a Roma . ¡Qué vergüenza! ¡recibir una misión de estas g e n tes y con semejante título! (3). Después de todo , no sé si sería mejor permanecer inactivo en las orillas del Eurotas (4). La suerte decidirá. Dice Balbo que se dará también un decreto para conferirles gobiernos, así como a los demás pretorianos. Mejor sería esto que el pórtico de los Persas (5). Me refiero a Lanuvio y no a Lacedemonia.—¿Te burlas, exclamarás, en tales asuntos?—¿Qué he de hacei'? estoy cansado de llorar. ¡Dioses inmortales! ¡Cuánto he temblado al l e e r l a primera página de tu carta! ¿Qué significa esa irrupción ar(1) El 3 de junio. (2) El 5 de junio. (3) Bruto y Cassio no podían recibir misión de otro género, porque aun no había trascurrido el año de su pretura, y solamente después de trascurrido podían desempeñar gobiernos efectivos. Pero el Senado quería alejarles de Italia, donde la afluencia de veteranos ponía en peligro sus vidas. (4) Sin djjda había dado Bruto este nombre á algún arroyo que pasaba por su campiña de Lanuvio. Esto es también lo que quiere decir Cicerón cuando encarga a Ático que no confunda el Eurotas de Lanuvio con el de Laconia. (5) Nombre que daba Bruto a un pórtico de su casa, sostenido por dos estatuas, por analogía con el pórtico de este nombre en Esparta, en el que servían de columnas las estatuas de los principales jefes persas derrotados por los Griegos. 248 MARCO TULIO CICERÓN. mada en tu casa? Afortunadamente pasó pronto la tempestad. Espero con ansiedad saber cómo has salido de esa aflictiva y espinosa reunión en que debían celebrar con sejo ( 4 ) . El apuro es inextricable: tan cierto es que nos encontramos rodeados y cogidos por todas partes. La carta de Bruto, que me dices has leído, me ha puesto en tal confusión, que si antes necesitaba con se j o , ahora me abruma el dolor. Más te diré cuando sepa a qué atenerme acerca de todos estos triste asuntos. En este momento no p o dría escribirte nada, y he de ser tanto más reservado, c u a n to que dudo recibas esta carta, no siendo se g u r o que te encuentre el mensajero. Espero impacientemente noticias tuyas.

CARTA X. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Afectuosa es la carta de Bruto, y desagradable el contratiempo que te impide ir a verle. Entretanto, ¿qué debo e s cribirle? ¿Que acepte l o que le ofrecen? ¿Puede haber algo más vergonzoso? ¿Que intente un golpe grave? Ni se atreve ni p u e de . ¿Deberé, en fin, aconsejarle que permanezca inactivo? ¿Qué garantía de seguridad tiene? Y si las cosas toman mal giro para Décimo (2), ¿cuál será nuestra existencia, suponiendo que nos la conserven? ¡Qué vergüenza no p r e sidir los j u e g o s que da! (3). Marchar a reunir víveres, ¡qué (1) Trátase de un consejo celebrado en casa de Bruto, en Lanuvio, para deliberar acerca del partido que debía tomarse en aquel momento. Ático había sido invitado a asistir a él. (2) Es decir, si Décimo Bruto es expulsado de su gobierno de la Galia por Antonio, a quien el pueblo había investido. (3) Los juegos Apolinarios, que debía presidir Bruto como-pretor.

CARTAS Á ÁTICO. 249 misión tan semejante a las de Dión! (1). ¿Existe en la R e p ú blica cargo más innoble? Peligroso es aconsejar en tales circunstancias. ¡Y si los consejos fuesen útiles! pero ¿á qué darlos en vano, y cómo colocarme entre él y su madre ( 2 ) , cuya v o z escucha y cuyos ruegos le mueven siempre? Meditaré, sin embargo, acerca de lo que he de escribirle, por que no puedo callar. Enviaré inmediatamente un mensajero a Anzio ó a Circeya. *

CARTA XI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Llegué a Anzio antes del vi de los idus ( 3 ) , alegrándose mucho Bruto de verme. En seguida, en presencia de muchas personas, de Servilia, Tértula y Porcia (4), me p r e g u n tó mi opinión. También estaba presente Favonio. En el c a mino había meditado la contestación, y le aconsejé que aceptase la misión al Asia para los trigos; que no podíamos hacer otra cosa que procurar su conservación, y que solamente de esta manera podemos ser útiles todavía a la R e pública. En el momento en que hablaba, entró Cassio. R e petí lo d i c h o , y al escucharme se le inflamaban los o j o s : parecía que le inspiraba Marte. «Por mi parte, e x c l a m ó , no iré a Sicilia. ¡Cómo! ¿he de recibir una ofensa como un b e neficio?—¿Qué harás? le pregunté.—Marcharé a Acaia, con testó.—¿Y tú, Bruto?—A Roma, si no ves inconveniente en (1) Dionisio, que temía a Dión, lo enviaba frecuentemente en embajada, manteniéndole así desterrado con honrosos pretextos. (2) Servilia, madre de Bruto, que acababa de llegar a su casa, y que sin duda, continuando partidaria del difunto César, no podía dar a Bruto sino consejos muy opuestos a los de Cicerón. (3) El 8 de junio. (4) Madre, hermana y esposa de Bruto. 250 MARCO TULIO CICERÓN. e l l o . — por el contrario, veo muchos: no puedes estar se guro allí.—Pero si pudiese, ¿qué dirías?—Diría en el acto que sí. No querría misión para tí ni ahora ni a la terminación de tu pretura, pero no acepto la responsabilidad de tu permanencia en Roma . » Enumérele entonces todos los peligros que le amenazaban en la ciudad y que tú tan bien conoces . En seguida se habló de las ocasiones perdidas (1), deplorándolas todos, y con mayor vehemencia Cassio,quien se quejaba amargamente de Décimo. Supliqué yo que no se recordase el pasado, pero estaba de acuerdo en cuanto a los hechos. Después pronuncié algunas palabras, nada nuevo seguramente, acerca de lo que debió hacerse, repitiendo lo que diariamente dicen todo s ; pero me abstuve en cuanto al punto delicado: que existía un hombre a quien se debió herir; declarando solamente que se debió reunir en el acto el Senado, aprovechar la exaltación del pueblo para arrastrarlo y apoderarse de la dirección de los n e g o cios. Tu amiga (2) exclamó: «A nadie he oído tal cosa; » hícela callar, y, en una palabra, creo que marchará Cassio. Servilia se promete conseguir que se suprima del senatusconsulto lo relativo a la expedición de trigos. Nuestro que rido Bruto ha retirado las palabras vanas que había p r o nunciado; porque había dicho terminantemente: «Quiero ir a Roma.» Hase convenido que se celebrarán los juegos sin él, pero a su nombre (3). Paróceme que su intención es (1) Es decir, no haber dado muerte a Antonio después de César (Cicerón lo dice más adelante), falla que se imputaba más directamente a la intempestiva generosidad de Bruto. 'Vquí, sin embargo, parece que Cassio la atribuye por completo a Décimo Bruto. (2) Servilia, amiga de Ático: Cicerón la contiene aquí con dureza; pero se ve cuánta inlluencia había conservado con los partidarios de César, cuando se gloriaba de conseguir la modificación de un senatusconsulto. (3) C. Antonio celebró los juegos Apolinarios en lugar y nombre de Bruto, porque desempeñaba el cargo de pretor en ausencia de és te.

CARTAS A ÁTICO. 251 partir de Anzio para el Asia.' P o c o tengo que añadir, y es que la única satisfacción que he obtenido del viaje es la tranquilidad de mi conciencia. No me era posible dejar salir de Italia a Bruto sin verle. Pero depués de pagar esta deuda de cariño y de amistad, puedo decirme con el poeta: 'H Seúp' óSóí aoi il Súvaxai vOv, Oeoirpáíte; he encontrado una nave destrozada, ó mejor dicho, solamente he visto los restos. Nada de c o m b i n a c i ó n , cálculo ni plan. Si antes de verle no vacilaba en mi propósito, ahora deseo más que nunca levantar vuelo y buscar parajes a donde « n o hayan llegado jamás los atentados de l o s Pelópidas ni su nombre , » A propósito, y para que no lo ignores, te diré que el iv de las nonas de abril me nombró Dolabela legado suyo. Ayer recibí la noticia. Tampoco te agradaba la-legación v o tiva ( I ) . En efecto, era absurdo que habiendo hecho su voto por la conservación de la República, lo cumpliese de s pués de su destrucción. Además, creo que la ley Julia ha limitado la duración de las legaciones libres, y que es difícil conseguir a los que las tienen libertad para regresar a Roma y salir de ella cuando quieran. Ahora sí podré hacerl o , y es muy agradable gozar de esta facultad por cinco años. Cinco años es llevar demasiado lejos mis propósitos. Pero omitamos los malos agüeros. (1) No era legación de esta clase la que Dolabela había ofrecido a Cicerón, sino la que los gobernadores de las provincias daban con frecuencia y que permitían al titular,venir a Roma; una legación adt henorem, en fin, como la que el mismo César ofreció a Cicerón. 282 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XII. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Mucho me agrada, a fe mía, el aspecto que toma el a s u n to de Buthrota. ¡Y yo que he remitido, por orden tuya, una carta á Dolabela! Pero ¿qué perjuicio puede causar? Creía haberte escrito con bastante claridad para no dejarte dudas acerca de los propósitos de las gentes de Anzio (i) en cuanto a permanecer tranquilos y aceptar el afrentoso beneficio de Antonio. Cassio no quiere esa comisión de los trigos. Servilia había prometido que se suprimiría ese a r tículo del senatusconsulto; nuestro amigo Bruto, e s t o i c o siempre, se ha decidido a marchar al Asia, después de r e con o c e r c o n m i g o que no había seguridad para él en Roma. Prefiere que los j u e g o s se hagan sin él, y su intención es partir en cuanto haya entregado el programa á los c o m i sarios. Está reuniendo naves y no piensa más qué en el viaje, proponiéndose permanecer entretanto en los alreded o r e s . Bruto ha dicho que iría a Astura. L. Antonio (2) me ha escrito generosamente que nada tengo que temer; este es el primer favor que le de b o : ¡ojalá le deba otro ; el de que no venga a Túsculo! ¡Cuántas cosas insoportables y que sin embargo tenemos que soportar! ¿Por cuál de los dos Brutos hemos de optar? Creo a Octaviano (3) con talento y valor, y sus disposiciones para con nuestros héroes me han parecido tales como podemos (4) Brulo y Cassio. (2) L. Antonio, hermano de Marco. Cicerón le había escrito r o gándole no comprendiese en las tierras que habían de repartir a los veteranos las de Túsculo. (3) Octavio, que después fué Augusto.

CARTAS A ÁTICO. 2S3 desear. ¿Mas hasta qué punto fiar en su edad, nombre , en la herencia que r e c o g e y en las impresiones que le han formado? El asunto es harto grave. Su suegro ( 1 ) , a quien he visto en Astura, no sabe qué d e c i r . En todo caso, n e cesario es guardarle muchas consideraciones, aunque no sea más que para impedir que se una con Antonio. Gran cosa hará Marcelo (2) si consigue ganarle para nosotros y nuestros amigos; ¡paréceme que Octaviano le está muy adherido, pero no [tiene confianza alguna en Pansa ni en Hircio. Su índole es buena, ¿áv 8ia¡¿sívri.

CARTA XIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El VIK de las kalendas (3) recibí dos cartas tuyas. Contestaré en primer lugar a la más atrasada. Estoy de a c u e r do con t i g o ; no de b e m o s encontrarnos a l a cabeza ni a la c o l a , pero favorezcamos la marcha. Te he remitido mi arenga: guárdala y publícala cuando lo creas oportuno. ¿Llegará día en que creas poder hacerla pública? Dices que habrá una tregua; no lo c r e o . Lo mejor es no contestar, y supongo que este será el partido que tomaré. Me anuncias la llegada de dos legiones a Brindis (4): todo lo sabes antes que y o : tenme, pues, al corriente. Espero el diálogo de Varrón (5). Consiento en hacer algo en el estilo de Herá(1) Filipo. (2) C. Marcelo, cónsul en 704» Fstaba casado con la hermana mayor de Octavio, y fué padre de aquel Marcelo tan célebre por el elogio que de él hace Virgilio en el libro vil de la Eneida. (3) 24 de setiembre. (4) Dos délas legiones de Macedonia. (5) Sin duda algún diálogo filosóficojó literario del género de los de Cicerón de Amicitia, do Senectute y de claris Oratoribus. Debía formar parte de los escritos que Varrón intituló Logistorici. 254 MARCO TULIO CICERÓN. elides, puesto que tanto le agrada. Pero ¿qué asunto p r e fieres? deseo saberlo. En cuanto a lo que te dije anteriormente, ó mejor, primeramente, ya que así te agrada más, repito en verdad que reanimas mi valor. Confirmas tu j u i cio con el voto de P e d u c e o , grande y respetable autoridad para mí. Voy, pues, a poner mano a la obra y a hacer lo mejor que pueda. Tralo bien a Vesteno y Faberio conforme me has aconsejado. Sospecho que hay mala intención por parts de Clelio.Sin embargo . . . ¿qué hará en último caso? Estoy conforme contigo en cuanto a que de b e m o s con servar la libertad, que es el bien ¡trataras! a Caninio más precioso. ¡Cómo! también, Galo! ¡malvado! ( t ) ¿ Q u é otra cosa puedo decir? Marcelo toma precauciones, y yo aunque tal vez menos de las necesarias. He contestado a tu carta más extensa y atrasada; ahora que paso á la más reciente y b r e v e , ¿qué te diré, sino que me ha deleitado muchísimo? Los asuntos de España marchan admirablemente: ¡ojalá vea volver sano y salvo a Balbilio (2), apoyo de mi vejez! Lo mismo deseo en cuanto a Amiano, a causa de Viselia, que me prodiga atenciones y cuidados. Pero todo esto es propio de la humanidad. Nada sabes de Bruto. Según Selicia, ha llegado Scapcio, pero sin su ordinario cortejo. Quiere verla en secreto: todo lo sabré y te lo comunicaré en seguida. Entre tanto dice que ha llegado un esclavo de Basso anunciando la insurrección de las legiones de Alejandría (3). Ha llamado a Basso y e s pera a Cassio. ¿Qué opinas? parece que la República va a recobrar sus de r e c h o s ; pero no nos r e g o c i j e m o s antes de tiempo, puesto que sabes cuan ejercitados están e s o s miserables en la audacia y el latrocinio. (1) Se refiere a Antonio, que había inferido alguna injuria a Caninio. (2) Este Balbilio servía en España a las órdenes de Sexto Pompeyo. Algunos creen que se trata de Cornelio Balbo el Menor. (3) Las legiones de Alejandría eran cuatro.

CARTAS A ÁTICO. 255 Dolabela se porta admirablemente. En el momento en recibo que te escribo , durante el segundo servicio, me entero de que se encuentra en Baias. Pero al salir del baño una carta que me ha escrito desde Formiano. En una palabra, ha hecho cuanto deseaba y o para el traslado (4). Quéjase de Vecteno, quien, a lo que d i c e , embrolla según la costumbre de sus iguales; pero Sextio se ha encargado de todo , Sextio, que es hombre e x c e l e n t e y muy amigo mío . Únicamente pregunto qué hará Sextio ( 2 ) en este asunto que no hubiese podido hacer cualquiera de nosotros. Si hago mal en temer, dímelo. Si, como supongo , el asunto toma mal sesgo , dímelo también y adoptaré mi partido. Me o c u p o aquí en filosofar. ¿Qué puedo hacer mejor? Trato en grande la cuestión de los deberes, y dedicaré la obra a Cicerón. ¿Puede elegir un padre mejor su hijo? Después haré otra cosa. asunto para ¡Qué quieres! Al menos habré aprovechado este viaje. Créese que hoy ó mañana llegará aquí Varrón. Yo marcho a Pompeya. Y no es por que la estancia aquí no sea agradable; pero allí no hay que temer tantas visitas. He oído que Mirtylo ha sufrido su pena; díme si se sabe quién le sedujo é impulsaba. Supong o que ya tienes en tu poder mi oración. ¡Qué temeroso estoy de tu juicio! Después de todo, ¡á qué temer, puesto que no ha de recibir publicidad hasta que haya triunfado la República! Pero no me atrevo a pensar cuándo triunfará. (1) De o tributione. Atribución, delegación 6 traslado: trátase de la deuda de Dolabela a Cicerón y de los diferentes procedimientos que empleaba éste para modificarla, transformándola, trasladándola retrasándola, en una palabra, para no pagarla. (2) Son tantos los Sextios que Cicerón nombra en sus cartas, que no es fácil distinguirlos. Esle es sin duda alguno a quien encargó el negocio de la deuda de Dolabela. 256 MARCO TULIO CCERÓN.

CARTA XIV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El vi de las kalendas (1) recibí una carta de Dolabela, de la que te remito copia: en ella verás que ha hecho cuanto deseabas. Le he contestado en el acto, insistiendo mucho en mi agradecimiento. Pero c o m o ya le había dado las gracias, para explicar mi segunda carta he tenido que fundarme en que carta: «Cicerón a su amigo el cónsul Dolabela, salud. «Cuando por carta de nuestro amigo Ático me enteré de tu grande generosidad y del importante favor que le has dispensado; y cuando tú mismo me comunicaste que habías accedido a mi de se o , me apresuré a escribirte, procurando expresarte que nada podías hacer que me fuese más agradable. Pero Ático acaba de llegar a Túsculo expresamente para hablarme de su agradecimiento, para decirme gratos le son el celo que has desplegado cuan en el asunto de anteriormente me habías dado de viva v o z algunos detalles. Inútil es decir más. He aquí mi Buthrota y los singulares testimonios de tu afecto. Por mi parte, no puedo resistir al placer de manifestarte por se gunda vez y más explícitamente aún mis sentimientos y .los suyos . De cuantas pruebas de afecto y adhesión tan frecuentemente me has prodigado, ninguna, tenlo por cierto, querido Dolabela, podía agradarme tanto ni i m presionarme tanto como esta que muestra a Ático c u a n (1) 26 de junio.

CARTAS A ÁTICO. 257 to me quieres y cuánto te quiero. Gracias a tí, la causa y la ciudad de los Buthrotinos quedarán a salvo: ahora bien, todos se complacen en continuar su obra. Bajo tu salvaguardia están: sabes cuántas veces te los he r e c o me n d a d o , y solamente me resta pedirte que les conserves tu protección y emplees tu autoridad en defenderles. Si por cariño a mi así lo hicieras, y si los Buthrotinos pueden contar contigo en adelante, tú solo serás la prenda segura de su reposo y nos libertarás a Ático y a mí de constantes cuidados y disgustos. Ruégote encarecidamente que así J o hagas.» Escrita esta carta, he vuelto a mi trabajo; p e r o temo que anotes con tu cerilla muchos pasajes de ella. No tengo el ánimo bastante tranquilo para escribir, porque me agitan pensamientos harto graves. C4RTA XV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Que todos los males caigan sobre L. Antonio, si quiere perjudicar a los Buthrotinos! He redactado mi testimonio, que podrás firmar cuando quieras. Es necesario devolver a la ciudad de Arpiño todo su dinero, si lo pide el edil L. Fadio (1). Te rogué en carta anterior que cuidases de l o s cien mil sextercios que me debe Stacio. Si pide Fadio e se dinero, hay que dárselo, pero solamente a él. Creo que también existe un depósito en mi casa, y he escrito a Eros para que lo devuelva. Odio a la Reina de Egipto ( 2 ) , no sin (1) Créese que este dinero era algún depósito que los de Arpiño habían constituido en casa de Cicerón. L. Fadio era edil de Arpiño, donde no existían otras magistraturas. (2) Cleopatra. Esta habia prometido a Cicerón algunos objetos del arte egipcio, tal vez estatuas para adornar su biblioteca, y AmmoTOMO X . 17 258 MARGO TULIO CICERÓN. razón, bien lo sabe ella. Ammonio salió fiador de sus p r o mesas, y ¿de qué se trataba? de cosas propias de mi c a r a c ter y compatibles con mi dignidad, que , en caso necesario, publicaré en medio del F o r o . En cuanto a Sara, además de con o c e r l e como malvado, se toa mostrado muy impertinente con m i g o . Una sola vez vino a mi casa, y cuando le p r e gunté con la mayor delicadeza qué le traía: «Busco a Á t i c o , » me contestó. Hoy todavía no puedo recordar con calma la arrogancia de la Reina en los jardines del otro lado del Tíber. Que no me hablen de esas gentes, que indudablemente me consideran hombre sin valor y destituido de sensibilidad (1). Veo que se retrasará mi marcha por el desorden de Eros (2). Según el estado que me remitió en las nonas de abril, debía tener sobrantes, y me v e o obligado a préstam o s . Creía que al menos habría separado para el temp l o (3) el producto de los alquileres. Pero queda e n c a r gado Tirón de estos detalles, y para ello le he mandado a Roma , no queriendo aumentar tus cuidados con este otro . Cuanto más reservado se muestra Cicerón (4), más me c o n m u e v e . No me ha escrito, cuando debía dirigirse a mí con preferencia, pero dice a Tirón que desde las kalendas de abril, en que terminó su anualidad, no ha recibido nada. 15n conformidad con tu m o d o de obrar y con la idea de lo que me de b o a mí mismo, quiero mostrarme generoso con mi hijo, y hasta tratarle con cierta manera de magnihio, padre de esta Reina, hab'ía garantizado la promesa. Pero en ¡cuanto regresó Cleopatra a sus Estados, olvidó por completo a Cicerón. ( I ) Es decir, que la Reina, lo mismo que su criado, se cuidaban tan poco de la sensibilidad de Cicerón i un desaire, como de su cólera. ' (2) Liberto de Filótimo. ' (3) El templo de Tulia. Esta es la última vez que habla de él Cicerón. La guerra civil que estalló a poco, no le permitió ya construirle. ' (4) Su hijo.

CARTAS A ÁTICO. 259 licencia y prodigalidad. Deseo, pues (si pudiese dirigirme a o t r o , te excusaría de este cuidado), que le hagas pagar e n Atenas una anualidad entera de su pensión. Eros te entregará la cantidad: también he mandado por esto a Tirón. Cuidarás, pues , de este asunto, y díme lo que creas o por tuno acerca de él.

CARTA XVI. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Al fin r e c i b o un mensajero de Cicerón ( I ) , y , a fe mía, una carta bien escrita, que es señal de p r o g r e s o ; los de más me dicen cosas muy agradables. Solamente Leónidas continúa poniendo su restricción hasta ahora; pero Hersedes le prodiga todo género de elogios. ¿.Qué te diré? Tal v e z me paguen con palabras y las tome voluntariamente c o m o moneda sonante. Si tienes noticias de Stacio (2) r e lativamente a lo que me concierne, particípamelas. Escúchame; estos parajes son encantadores y del todo solitarios; si quiero escribir algo, estoy completamente libre de importunos. Pero no sé por qué prefiero mi casa, y así es que los pies se mueven hacia Túsculo. Además, fácilmente debe uno saciarse de esta hermosa ribera. Por o t r a parte, si mis pronósticos son e x a c t o s , temo lluvias, porque las ranas compiten en elocuencia. Te ruego me d i g a s qué día y dónde podré ver a nuestro amigo Bruto. (1) Su hijo. (2) Probablemente Sexto Stacio, amigo de Pompeyo y deudor de Cicerón. 260 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Al día siguiente de los idus recibí dos cartas tuyas, f e chada una la víspera y la otra el día mismo de los idus ( 1 ) . Contestaré ante todo a la primera. Esperas noticias Bruto para hablarme de él. Conocía el fingido temor de de los cónsules, porque Sica, con buena intención, pero con algún aturdimiento, vino a prevenirme. Pero ¿qué me d i ces? ¿que debe tomarse siempre lo que dan? Ni una palabra de Siregio; cosa que no me agrada. Siento que haya sabido otro antes que yo lo concerniente a tu vecino P i e t o r i o . Lo de Sipo es muy prudente. Creo que fácilmente podrás influir en Antonio por medio de su hermano Marc o (2). Había dado contraorden para Autrón (3), pero no h a bías recibido mi carta. Te ruego que no pagues más que al edil L. Fadio, porque solamente él ofrece seguridad y está en condición de de r e c h o . Me dices que todavía está» esperando los cien mil sextercios que has mandado entre gar á Cicerón: pregunta a Eros qué es de los alquileres de mis casas. No estoy irritado contra Arabión por lo de Sitio (4). No partiré antes de poner mis asuntos en c l a r o ; supongo que l o mismo opinarás tú. (1) El 13. el 11 y el 12 de abril. (2) Para decidir a Lucio a que renunciase a sus malas disposiciones para con los de Buthrota. (3) Es decir, que Cicerón había dado orden de no entregar a Autrón, ciudadano de Arpiño quizá, el dinero de los Arpinates que conservaba en depósito, y de no entregarlo sino al edil Fadio. (4) Arabión, hijo de Massinisa, había dado muerte en una emboscada a este Sicio, que se había apoderado de sus Estados.

CARTAS A ÁTICO. 361 Esto en cuanto a la primera carta: paso a la segunda. Obra c o m o acostumbras con Servilia, es decir, con Bruto. En cuanto a la Reina (1), veo con satisfacción que no te cuidas de ella, y que apruebas mi conducta. Tirón me ha enterado de las cuentas de Eros, a quien he llamado. ¡Cuánto te agradezco tu promesa de que nada faltará a Cic e r ó n ! He sabido cosas maravillosas por Messala, que ha estado en casa al regresar de Lanuvio, donde se e n c u e n tran nuestros amigos. Su carta tiene, a fe mía, tanto sentimiento y expresión, que no vacilaría leerla ante personas entendidas: por esta razón me creo obligado a ser g e n e r o so con él. Espero que Sextio no se formalizará a causa de Buciliano (2). Si regresa Tirón, partiré para Túsculo. Ocurra lo que quiera, díme en seguida lo que me interese saber.

CARTA XVIII. CICERÓN Á Anco, SALUD. Era bastante explícita mi carta del XVII de las kalendas (3) acerca de lo que necesito y de lo que espero de tí, aunque sin molestarte mucho. Sin embargo, apenas en m a r cha y navegando en el lago (4), decidí enviarte a Tirón para que intervenga en los detalles de los negocio s . A de más, he escrito a Dolabela que deseaba ponerme en camino, si no veía inconveniente en ello, y le he pedido muías de carga para el viaje (5). Comprendo cuánto deben ocuparte (1) (2) mero (3) , (í) {5) Cleopatra. Buciliano y Sexto Nasón, dos de los asesinos de César, el pride los cuales le hirió en la frente. El 15 de junio. El lago Lucrino. ¿Las pedía por derecho ó por favor? Era legado ad honorem, y 262 MARCO TULIO CICERÓN. los asuntos de los Buthrotinos por una parte y los de Bruto por Otra, y supongo que sobre tí también habrá recaído en gran parte el cuidado de los preparativos y dirección de sus j u e g o s . Así, pues, solamente te pido un momento-, que no necesito más. Paréceme que s e aproxima una matanza. Considera qué jefes y qué satélites: claramente se ve que no estoy se g u r o . Quisiera me dijeses si opinas de otra m a nera, porque de se o , si la prudencia lo permite, p e r m a n e cer en mi casa.

CARTA XIX. CICERÓN k ÁTICO, SALUD. ¿Qué ha de intentarse ya en favor de l o s habitantes de Buthrota, puesto que, según me dices , todos tus esfuerzos han resultado vanos? Pero ¿á qué se decide Bruto? Siento, a fe mia, verte tan o c u p a d o : todo eso depende de los diez, hombres (1). El asunto es difícil, pero no te intimida: r e c i be las gracias por todo. Es evidente que se trabará la lucha armada. Huyamos, pues; pero, como tú dices , esta r e s o l u ción debe tomarse después de haber conferenciado. Ignoro qué quiere Theófanes: me escribió; le contesté como pude,, y he aquí que me anuncia visita para hablarme de sus asuntos y de otros que me conciernen. Espero carta t u y a : cuida de que no hagan nada temerariamente. me es c r i b e Stacio que Q. Cicerón le ha declarado de m o d o terminante solamente los efectivos tenían derecho a viajar por cuenta del Estado. Pedíalas, pues, por favor. En todo caso vese que Cicerón deseaba ponerse en camino para su legación libre. (1) Cicerón los llama así por desprecio, en vez de llamarles decenviros, que era el título oficial de los diez comisarios establecidos para la distribución de terrenos.

CARTAS A ÁTICO. 263 que no quiere oir hablar de sus amigos y que está completamente decidido a unirse a Bruto y Cassio (1). Mucho deseo saber algo positivo acerca de esto, porque no sé qué p e n sar. Tal vez dependa esto de algún disgusto con Antonio; tal vez del de se o de nuevo género de gloria; tal v e z , en fin,.de un capricho; probablemente lo último. Sin embargo , no dejo de temer, y su padre está sobresaltado, porque sabe lo que Antonio le dijo de su hijo. Hame confiado cosas que no pueden repetirse. Ignoro qué es lo que q u i e re. Tengo órdenes de Dolabela para todo lo que de se e , e s decir, para nada. Díme si es cierto que C. Antonio ha que rido ser septenviro. Muy digno es de ello. Pienso como tú en cuanto a Menedemo. Tenme al corriente de todo.

CARTA XX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He dado las gracias a Vecteno, que no ha podido se r más amable. Que me dé Dolabela las órdenes que quiera; p o c o importa las que sean; llevaré una orden a Nicias. ¿Se engañarán en cuanto a mi intención? ¿No c o n o cera n , por p o c o que reflexionen, que desespero de todo y que esto me hace partir y no la misión? (2). Me dices que varones muy graves creen que la República toca a sus últimos m o me n - (1) El hijo de Quinto. Pertenecía al partido de Antonio, y por c a pricho, como dice su padre, iba a ingresar en el de Bruto. Esta deserción le atrajo abominables injurias por parte de Antonio, que en un edicto le acusó de haber meditado la muerte de los dos Cicerones, es decir, de su padre y de su tío. Cicerón rechaza esta acusación con energía, pero sus palabras forman extraño contraste con todo lo que en otras ocasiones escribe a Ático. (2) Es decir, la legación honoraria. 264 MARCO TULIO CICERÓN. tos. Por mi parte, desconfié de todo el día en que vi en la tribuna llamar tirano al grande hombre ; y cuando en se guida vi en Lanuvio a nuestros amigos (d) no tener otra esperanza de vida que las palabras de Antonio, desesperé por c o m p l e t o . Así, pues, querido Ático, acepta esto como y o lo escribo , animosamente. Como s a b e s , nos espera al final una muerte v e r g o n z o s a , y bien nos lo ha hecho c o m prender Antonio. Deseo, pues, salir de esta red, no para huir de la muerte, sino para buscar otra mejor. Esta es la culpa de Bruto (2). Dices que Carteya (3) ha abierto sus puertas a Pompeyo : marchará un ejército contra él, y en este caso ¿qué campamento elegir? No es posible neutralidad con Antonio. Aquí debilidad, allí infamia: apresurémonos a terminar. Bruto se ha decidido y ha hecho bien. No puedo Pero aconséjame: ¿debo embarcarme en Brindis ó en Puzzola? dominar mi e m o c i ó n . ¿Cuándo le veré? Pero así son las cosas de la vida, y debemos resignarnos: tampoco volverás a verle tú. ¡Confundan los Dioses al muerto (4) que te dejó en lasmanos los asuntos de Buthrota! (5) Pero dejemos el pasado y atendamos al presente. Sé, sobre p o c o más ó menos, a qué atenerme relativamente a las cuentas de Eros, aunque no le he visto todavía; pero me ha escrito, y Tirón las ha e x a minado. Crees que necesito un empréstito, que debe ser de docientos mil sextercios, que es necesario por cinco me se s , esto e s , hasta las kalendas de noviembre (6) en que (1) A Bruto y Cassio, que se habían retirado a este punto. (2) Haber dejado con vida a Antonio. (3) Carteya, ciudad de la Bética. Sexto Pompeyo había ido a ella para embarcarse, pasar a Italia é intervenir en la guerra civil: esto aumentaba el temor de Cicerón. (4) César. (5) El edicto de César asignando a sus soldados las tierras de Buthrota obligaba á Ático a permanecer en Roma trabajando para conseguir que le suavizasen. (6) 1." de noviembre.

CARTAS A ÁTICO. 265 vence el plazo de igual cantidad que me de b e mi hermano. Me dice Tirón que no crees deba ir yo a Roma expresamente para este asunto; hazme, pues el favor, si no te sirve de molestia, de buscarme ese dinero y tomarlo a mi nombre: esto es lo que urge ahora. De lo demás, haré que me dé cuenta detallada el mismo Eros, especialmente en lo que concierne a la renta de mis bienes dótales; renta que, si se entrega fielmente a mi Cicerón, aunque le s o s tenga con lujo, casi debe bastar para ello. Verdad es que también necesito dinero para mi viaje. Mi hije puede r e c i bir la renta según se vaya c o b r a n d o ; pero y o he de tomar de antemano todo lo que me sea necesario. Aunque estoy persuadido de que ese desgraciado, que teme hasta a su sombra ( 1 ) , prepara una matanza, no quiero, sin embargo , marcharme sin dejar ordenados mis asuntos. Cuando nos veamos me dirás si has terminado ó no. He creído con v e niente escribir esto de mi puño, y así lo he hecho . Conforme en cuanto a Fadio, pero con ningún otro . Quisiera que me contestaras h o y mismo .

CARTA XXI. CICERÓN A A n c o , SALUD. Noticias dignas de que te las comunique: el padre de Quinto salta de alegría; su hijo le escribe que marcha a reunirse con Bruto: Antonio quería que le hiciese nombrar dictador ( 2 ) y que se apoderase de un mando; pero él se ha (1) Antonio, a quien difícilmente podía acercarse nadie, porque temía ser asesinado. (2) Parece que esto era pura baladronada del sobrino de Cicerón, que no tenia posición ni inlluencia para conseguir tal cosa en favor de Antonio. 266 MARCO TULIO CICERÓN. negado por no disgustar a su padre: de aquí profunda e n e mistad por parte de Antonio. Pero he procurado, d i c e , que no descargue su ira sobre ti. Así, pues, hemos hecho paces. Tengo cuatrocientos mil sextercios ; lo demás en esperanza. Stacio escribe que Quinto se propone reunirse con su padre. Esto es verdaderamente extraordinario, y mi h e r mano se regocija. Apruebo tu vacilación en el asunto de Cano ( 1 ) . Estaba muy lejos de suponer esta deuda; te a se g u r o , en verdad, que creía restituida la dote. Te espero para lo que te reservas tratar de viva v o z . Retén a mis mensajeros todo lo que quieras; con o z c o tus o c u p a c i o n e s . Bien en cuanto a Xenón. Te remitiré lo que escribo c u a n d o lo termine. Has escrito a Quinto que debía haber r e c i bido una carta tuya; nadie se la ha entregado. Me asegura Tirón que no opinas marche y o a Brindis, a causa de l o s soldados de que se habla en aquellos parajes. Estaba casi decidido ya por Hydrunto ( 2 ) , pero me disgustan tus cinco horas de camino. ¡Y qué larga negociación por este lado! Veremos. No he recibido cartas tuyas desde el xi de las kalendas ( 3 ) : es muy sencillo. ¿Qué hay de nuevo? En cuanto puedas v e n : por mi parte me apresuro, por temor de que se me adelante se x t o , c u y o regreso se anuncia.

CARTA XXII. CICERÓN A A n c o , SALUD. Felicitémonos por la marcha del hijo de Quinto; así n o nos molestará. Creo que ha hablado bien Pansa. Sé que (1) Q. Gelio Cano, padre de Cana, con la que querían casar al hijo de Q. Cicerón.' Encontrábase ésta viuda ó divorciada; mas como había liado a su marido, reteníase su dote hasta que pagase. (2) otranto. (3) 21 de junio.

CARTAS Á A n c o . 267 siempre ha estado íntimamente unido con Hircio; pero también será muy amigo de Bruto y de Cassio si le tiene cuenta. Pero ¿cuándo les verá? ¡Enemigo él de Antonioí ¿desde cuándo y por qué? ¿habrán de engañarnos siempre? Al anunciarte la llegada de se x t o , no he pretendido decirte que había llegado ya. Prepárase, y no renuncia a la suerte de los combates. Si persiste, será cierta la guerra. En cuanto a nuestro Cytherio ( d ) , repite que para vivir es n e c e s a rio vencer. ¿Qué dice a esto Pansa? ¿Por quién se decidirá si estalla la guerra? La importancia es g r a n de ; p e r o ya h a blaremos de esto y de otras muchas cosas cuando te v e a , que será hoy ó mañana, según me escribes.

CARTA XXIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. T e n g o fiebre sin estar enfermo; pero se libra terrible combate dentro de mí. ¿Marcharé ó no? Tú dirás:—¿hasta cuándo durarán esas irresoluciones?—Hasta que se decida la suerte, esto e s , hasta que me encuentre en la nave. Si me contesta Pansa, te remitiré mi carta y la suya. Espero a Silio, para quien he c o m p u esto óit6(ivTip.a. Díme lo que ocurra de nuevo. He escrito a Bruto; si sabes algo acerca de su viaje, quisiera que me lo escribieses. (1) Antonio. 268 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XXIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El mensajero que envié a Bruto ha regresado el vii de las kalendas ( 1 ) . Servilia (2) le dijo que Bruto había m a r chado aquel mismo día, a la hora cuarta (3). Mucho siento que no haya recibido mi carta. Silio no ha v e n i d o . He t e r minado la memoria y te la remito. Deseo saber qué día he de esperarte.

CARTA XXV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Hablase con bastante variedad acerca de mi marcha, c o m o lo acreditan las muchas preguntas que me hacen por todos lados. Te ruego medites detenidamente en esto: el asunto es g r a v e . ¿Aprobarías el viaje con tal que esté de regreso para las kalendas de enero? Estoy tranquilo, pero no quiero dar pábulo a las hablillas: tú has llamado con razón «día del escándalo» al de los misterios ( 4 ) . Sea como (1) 25 de junio. (2) La madre de Bruto. (3) Las diez de la mañana. (4) Alusión al escándalo que promovió Clodio la noche en que se celebraban los misterios de la Buena Diosa en casa de César. Para encontrarse en Roma el 1.° de enero, era necesario que Cicerón llegase a últimos de diciembre, época en que, al menos en su tiempo, se celebraban aquellos misterios. Sin duda había visto Ático en esta

CARTAS Á ÁTICO. 26^ quiera, únicamente los acontecimientos decidirán mi viaje. Así, pues, no prejuzguemos nada. Además, la navegación en invierno es muy penosa; por esta razón te hablé de la época de los misterios. Supongo, por tu carta, que veré a Bruto. Deseo partir de aquí la víspera de las kalendas ( 1 ) . C A R T A XXVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Veo que has hecho cuanto has podido en el asunto de Quinto (2); sin embargo , le entristece ignorar si ha de entregarse a Lepta ó desconfiar de Silio. He oído decir que Pisón había conseguido un falso senatusconsulto para una misión (3): quisiera saber qué hay en esto. El mensajero que, como te dije, envié a Bruto a Anagni, volvió en la n o che anterior a las kalendas, trayéndome una carta, en la que hay una cosa asaz extraordinaria para hombre tan prudente: me invita a asistir a sus j u e g o s . Le he contestado que me encontraré en camino, y que, por tanto, no p u e d o elegir; que tampoco podría, sin que se me tachase de in- coincideneia materia de escándalo, y asi lo había indicado a Cicerón; porque además del asunto de Clodio. que Cicerón denunció, siendo el origen del odio que Clodio le tuvo, el fin de diciembre era igualmente famoso por la prisión de los principales cómplices de Catílina y por su ejecución. (1) 31 de agosto. (2) Ignórase qué asunto era este. (3) L. Pisón Cesonio, suegro de César, habría conseguido fácilmente de Antonio que exhumase entre los papeles de César algún falso senatusconsulto que le invistiese de una legación. Más de uno de esta clase había hecho César, entre otros, aquel en que figuraba Cicerón como primer votante, aunque no estaba presente en él Senado, en favor délos príncipes asiáticos que pedían títulos de rey. 370 MARCO TULIO CICERÓN. con se c u e n t e , presentarme de pronto en Roma para asistir a unos j u e g o s , cuando me he alejado, no tanto en evitación de peligros, como por no comprometer mi carácter, de s de que han inundado de soldados la ciudad: que en c i r c u n s tancias tales, le está bien, encontrándose obligado a ello, dar j u e g o s , pero que me estaría muy mal, no e n con t r a n d o me o b l i g a d o , presenciarlos; en último c a s o , que hacía v o tos por que asistiesen muchos espectadores y aplaudiese grandemente el pueblo, de lo cual na dudaba. En cuanto á esto , te ruego me escribas desde el primer día cómo son recibidos los j u e g o s , y en seguida que me tengas al corriente de lo que s u c e de . Para basta ya de esto. El resto de la carta de Bruto es bastante pálido, exceptuando algunos t o que s viriles aquí y allá: de todo ello podrás juzgar por tí mismo, puesto que te remito copia. Además, si he de p r e s tar fe a mi mensajero, has recibido otra de él remitida de s de Túsculo. Según mi itinerario, pienso estar en Puzzola el día de las nonas de julio ( i ) ; apresurándome cuanto puedo, como quien no quiere embarcarse antes de tomar todas sus p r e c a u c i o n e s . Te ruego tranquilices a M. Elio con relación á las cañerías subterráneas que debían pasar por el extremo de su c a m p o : teme que esto grave a su propiedad con una servidumbre. Díle que renuncio a ello, con tama mayor facilidad, cuanto que no he tenido nunca e m p e ñ o en hacerlo. Habíale amistosamente para que quede tranquilo y no me suponga ni el disgusto más leve. Por el contrario, a €ascelio (2) habíale r e c i o , con relación a la deuda de Tulio. P o c o e s , pero bien has hecho en estar alerta, porque era demasiada bellaquería. Poco ha faltado para que me engañasen, y lo hubiese sido a no estar tan vigilante; nunca (1) El 7 de julio. (2) Aulo Caseelio, jurisconsulto muy experto en materias de derecho, de propiedad y de deudas.

CARTAS A ÁTICO. . 271 me habría consolado. Mejor será dejarlo todo como está. No olvides hacer achicar una octava parte las ventanas de mis casas vecinas al templo de Strenia ( 1 ) . Necesario e s darlas al protegido de Cerelia por el precio de la última s u basta, que , según c r e o , se eleva a trescientos ochenta mil sextercios. Deseo que me escribas con frecuencia, d i c i é a d o m e lo que ocurra y lo que creas ha de ocurrir. Recuerda también excusarme con Varrón, como ya te rogué antes, acerca de mi pereza en escribirle. ¡Ojalá venza Mundo! T e n g o mucha curiosidad por saber algo del testamento de M. Ennio, y deseo que me lo digas. Arpiño ív de las nonas. carta XXVII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Tu carta me deleita; lo que me aconsejas está hecho e s pontáneamente desde ayer. El mismo mensajero que te llevó mi carta del vi de las nonas llevó otra a Stacio, escrita en términos muy afectuosos. Agradezco mucho su buen propósito de venir a Puzzola, pero se queja sin razón. No debía esperarle yo en su casa de Cosa (2), sino que era más propio que viniese él primeramente a la mía en vez de marchar a la suya, y sobre todo, permanecer allí tanto tiempo. No ignoraba que tenía prisa por marchar, y me h a bía escrito vendría a Túsculo. Siento que no hayas llorado hasta después de partir: si lo hubieses hecho delante de mí, tal vez habría renuncia- (1) Templo pequeño situado en el punto donde comenzaba la Vía Sacra. (2) 2 de julio, época en que Cicerón estaría de regreso en Puzzola. 272 MARCO TULIO CICERÓN. do a mis proyectos de viaje; pero me das al menos una e s peranza muy agradable, anunciándome nuestra próxima reunión: está esperanza me infunde muchas fuerzas. No te faltarán mis cartas: sabrás cuanto sepa de Bruto. Muy pronto te remitiré mi tratado de la G-loria (1). Ahora mu o c u p o de otro trabajo en el estilo de Heráclides; pero tendrás que guardarlo con tus tesoros más ocultos. No olvido á Planeo (2). Ática se queja con razón. Mucho me agrada tu historia de Bacchis (3) y de las estatuas coronadas: en adelante no omitas nada, ni de lo grande ni de lo c h i c o . Por mi parte me acordaré de Herodes, de Meció (4) y de cuanto puede interesarle. ¡Qué hombre el hijo de tu h e r mana! Acaba de llegar cuando estábamos c e n a n d o .

CARTA XXVIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Como te decía ayer, pienso llegar para las nonas a P u z zola, donde espero recibir diariamente noticias tuyas. Habíame especialmente de los j u e g o s . No dejes tampoco de escribir a Bruto. Ayer te remití una copia de su carta, c u y o sentido no comprendí bien. Te ruego me excuses con Ática; carga tú con toda la culpa ( 5 ) , y díla que no me l l e vo con m i g o toda mi amistad. (1) Este tratado constaba de dos libros, que Petrarca alcanzó a ver, pero que después se han perdido, quedando solamente algunos fragmentos. (2) Para el asunto de Buthrota. (3) Supónese que se trata de alguna cómica. (4) Herodes y Meció se encontraban en Atenas ocupados en los asuntos de Ático. (5) Sin duda había olvidado Ático saludar a su hija a nombre de Cicerón.

CARTAS Á ÁTICO. 273

CARTA XXIX.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Te remito una carta de Bruto. ,0h Dioses! ¡qué ¿¡jur/avíar juzgarás al leer. Creo, como tú, que acudirá mucho público a sus j u e g o s . No es necesario que vayas a casa de M. Elio: cuando encuentres ocasión oportuna. Razón tienes para recurrir a M. Axiano por la deuda al d o c e por ciento de T u lio. Nada mejor qHe lo que has hecho con Coriano. Es cosa excelente que ventiles tus negocio s al mismo tiempo que los míos. Aprueban mi legación; tanto mejor. Ojalá realicen los Dioses tus profecías: nada habría más agradable para mí y para los míos: pero tengo miedo a la que exceptúas (4). Te enteraré de mi entrevista con Bruto. Deseo lo mismo que tú relativamente a Planeo y a Décimo (2), p e r o me o p o n g o a que Sexto chame. El hijo de Quinto ha venido a P u z z o l a : es un ciudadano m o de l o ( c o m o si dijese un Favonio ó un Asinio) (4). D o b l e (1) Ática, que tal vez se había quejado de que Cicerón la olvidó en alguna carta suya. (2) Cicerón deseaba'que reuniesen sus fuerzas en contra de Antonio. Planeo se encontraba en la Galia Narbonense y D. Bruto en la Cisalpina. (3) Sexto Pompeyo no depuso las armas. Aceptando la proposición que le hizo Lépido de reconciliarse con Antonio y marchar a Roma, mediante la promesa de restitución de sus bienes, Sexto fué efectivamente a Roma, pero conservó sus tropas. Más adelante marchó a Sicilia y se apoderó de aquella'provincia. (4) Cicerón le compara a Favonio y a Asinio Polión, presuntuoso, el uno y haciendo más ruido que labor, y algo charlatán el otro. Quinto marchaba a reunirse con Bruto y Cassio, como lo estaba anteriormente. TOMO x. 48 arroje su escudo (3). Díme si s a - bes algo de Mundo. He contestado a todo ; ahora e s c ú - 274 MARCO TULIO CICERÓN. motivo le traía: primeramente v e r me , y en seguida h a cer las paces con Bruto y Cassio. Tú que eres amigo de los Othones, ¿qué dices acerca de lo que anuncia relativamente a su matrimonio con Julia (1), cuyo divorcio está resuelto? Su padre me ha preguntado qué reputación tiene Julia; contestándole yo que nunca he oído hablar más que de su rostro y de su padre. Ignoraba la razón de su pregunta. ¿Por qué esa investigación? le dije. «Porque mi hijo quiere casarse con ella,» me con t e s t ó . Aunque me repugna este enlace, he creído prudente ocultarle que tengo por cierto todo lo que dicen de ella. Mi hermano no atiende más que a una cosa: a no dar nada a su hijo. Esto tal vez sea inconveniente para ella, según d i c e n ; sin embargo , supongo que el m o z o se forma ilusiones como de costumbre. de se o te enteres de lo que hay, puesto que puedes hacerlo, y que me lo escribas. Pero ¿qué es Lo que me dicen unos v e c i n o s de Formiano que cenaban ayer en mi casa, de s pués de cerrada mi carta? Dicen que ayer, es decir, el m de las nonas, cuando te escribía, se vio a Planeo (2) el de Buthrota cabizbajo y con ligero equipaje. Sus mismos e s clavos referían que los Buthrotinos le habían arrojado tanto a él c o m o a sus agripeúas (3). ¡Muy bien! Escríbeme todo lo que haya en este asunto. (1) Esta Julia había casado quizá con Othón. Había dado que hablar; pero esto no era obstáculo para el padre de Quinto, porque, según parece, Julia era rica y podría dotar al joven Quinto. (2) Cneo Planeo Plocio, a quien Cicerón había escrito para recomendarle el asunto de Buthrota. Parece que no consiguió resolverlo a gusto de los Buthrotinos, que le despidieron lo mismo que á' los agrípelas, que tal vez con su consentimiento procuraban apropiarse algunos trozos de sus tierras. (5) Los que reclamaban la porción de tierras que les correspondían]por la ley agraria.

LIBRO DECIMO SEXTO.

CARTA PRIMERA.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Llegué a Puzzola el día de las nonas de julio, y al s i guiente te escribí al partir para visitar a Bruto enNesis ( i ) . El día de mi llegada me trajo Eros tu carta en el momento en que estaba cenando. ¡Cómo! ¿es posible? ¡NONAS DE J U XIO! ( 2 ) ¡Que l o s Dioses las confundan! hay para gritar de s de la mañana a la n o c h e . ¡Firmar Bruto nonas de julio! ¿Puede haber mayor vergüenza? Vuelvo a lo mismo: ¿nos cansaremos al fin? Jamás se vio cosa semejante. Deseo saber qué ocurre. Dícese que los Buthrotinos han dado muerte a los usurpadores de sus c a m p o s . Y a la verdad, ¿por qué esa precipitación de Planeo? Camina día y n o c h e , según dicen. ¿Qué ocurre? Mucho me agrada que aprueben (1) Nesis, pueblecito de Puzzola. (2) Sabido es que el Senado había decretado que en adelante se llamarían las nonas de Qmntüis nonas de julio, en honor de César. Los que habían redactado el programa de los juegos se habían conformado con el decreto y la costumbre, que ya prevalecía, [dando 4 uno de los días en que se habían de celebrar los juegos de Bruto el nombre de Nonas julianas. De aquí la injuria inferida al inmolador de César y la cólera de Cicerón. 276 MARCO TULIO CICERÓN. mi marcha. Pero he aquí que los Dymeos (1), arrojados de sus tierras, infestan los mares, de lo que no me admiro. Tal vez me obligue esto a quedarme, y en este caso n e cesito que la opinión me apruebe también. Navegando con Bruto, estaré menos expuesto; pero creo que no hay más que naves pequeñas. Pronto lo sabré y te lo diré mañana. El asunto de Ventidio (2) me parece un pánico. En cuanto a Sexto, creo cosa cierta que no empuñará las armas. Si así s u c e de , sobrevendrá la servidumbre sin guerra civil. ¿Y qué? ¿no puede esperarse nada de Pansa en las kalendas de enero? (3) ¡Pobres gentes que no sirven más que para b e ber y dormir! Doscientos diez mil sextercios bastarán a Cic e r ó n . Llega Ovio: me dice muchas cosas que me agradan, especialmente que bastan los mandatos remitidos; que son suficientes setenta y dos mil sextercios ; que todo marcha bien, pero que Xenón da el dinero muy p o c o a p o c o . L o que le hiciste entregar de más del alquiler de mis i s l e tas (4), servirá para la primera anualidad que está gravada con los gastos de viaje. La segunda anualidad, que c o m i e n - (1) Los habitantes de Dymea, ciudad de Acaia, eran antiguos piratas dé los que venció Pompeyo y a los que dio tierras y hasta ciudades. Pero habiéndoles quitado César sus tierras para dárselas a sus soldados, los de Dymea volvieron a su antiguo olicio. Cicerón, que iba a embarcarse para Grecia, temía naturalmente encontrarles en su camino. (2) Decíase que Ventidio Basso marchaba sobre Roma eon algunas legiones de las que habían venido de Macedonia. El rumor era falso. (3) El día 1.° de enero debían tomar posesión de sus cargos los cónsules designados Pansa é Hircio. Esperábase que aprovecharían sta ocasión para dar garantías a los partidarios de la República. Pero la observación de Cicerón acerca de los hombres que no sirven más que para beber y dormir, a lo que eran muy inclinados los dos cónsules, indica que no participaba de las esperanzas. Los acontecimientos le dieron la razón. (4) Grupo de casas que poseía Cicerón en el Agileto y el Aventino. e

CARTAS A ÁTICO. 277 za en las kalendas de abril, se regulará en ochenta mil se x tercios, que es el producto actual de las isletas. Veremos qué hace cuando venga a Roma. No creo que pueda s o por tar y o tal suegra ( 1 ) . Rehusó a Píndaro para mi casa de Cumas. Ahora entérate de por qué te he enviado un mensajero extraordinario. Quinto, el hijo, me ha prometido ser un Catón. El padre y el hijo instan para que te lo recomiende eficazmente; pero no creas más de lo que veas. Les daré la carta que [piden; pero no te engañes ni me creas convencido. Te escribo principalmente para p r e v e nirte. ¡Plegué a los Dioses que cumpla lo que promete! ¡Qué r e g o c i j o para todo s ! Pero y o . . . no digo más. Debe partir de aquí el vi de los idus ( 2 ) . Dice que para los idus tiene un vencimiento y le apremian vivamente. Conforma tu lenguaje con mi carta. Te escribiré con más extensión cuando vea a Bruto y cuando te envíe a Eres. Acepto la excusa de mi querida Ática, a la que amo entrañablemente: mis r e c u e r d o s para ella y para Pilia.

CARTA II.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El vi de los idus (3) recibí dos cartas tuyas; una por mi mensajero y otra por el de Bruto. Aquí nos habían dado otras noticias de los Buthrotinos: nuevo desengaño que de b e m o s unir a los demás. He despachado a Eros más p r o n - (1) El hijo de Cicerón debía regresar a Roma para casarse, puesto que Cicerón prevé ya que no podrá soportar a su suegra. (2) 10 de julio. (3) 10 de julio. S78 MARCO TULIO CICERÓN. to de lo que esperaba, por ser necesaria su presencia a causa de Hortensio ( 1 ) , y además porque ha tomado día para los idus con los caballeros (2). Hortensio es en v e r dad impudente; nada se le deberá hasta el tercer plazo, es decir, a las kalendas de agosto, y a pesar de esto, ha r e cibido parte de la cantidad antes del vencimiento. Esto lo verá Eros a los idus. En cuanto a Publilio,- necesario será no hacerle esperar. Pero tú sabes cuánto he disminuido el crédito, puesto que, de cuatrocientos mil sextercios que quedaba debiéndole, he pagado en numerario doscientos mil, y en cuanto al resto, me he obligado para día fijo. Habla con él y procura hacerle comprender que debe con c e derme tiempo, cuando tan amplia concesión le he hecho y o . Pero te ruego , mi complaciente y querido Ático (ya ves cuan cariñoso estoy) que , mientras permanezcas en Roma , lo arregles, ordenes y decidas todo por mí sin consultarm e . Dejo con qué hacer frente a todo lo que d e b o ; p e r o , como frecuentemente s u c e de , podrán no ser exactos los que me deben. Si así acontece , ante todo ten en cuenta mi honor. Toma prestado a mi nombre, y hasta v e n de , si es necesario. Bruto te agradece tu carta, que acababa de r e cibir cuando llegué a su casa en Nesis para pasar allí a l gunas horas. Paréceme muy satisfecho de T e r e o , pero debe más atenciones á Accio que a Antonio. Por mi parte, cuanto más agradable me parecen estos detalles, más dis(1) Hortensio, el hijo, uno de los herederos de Cluvio, había vendido a su coheredero Cicerón su parte de herencia para que le pagase en tres plazos. Cicerón había pagado dos y la parte más importante del tercero antes del vencimiento, es decir, antes del 1.° de agosto, y Hortensio tenía el atrevimiento de pedir el resto antes de la época fijada. (2) Como más adelante se verá, esto se refiere a Publilio y sus parientes que pertenecían al orden de los caballeros. Publilio había demandado a Cicerón para que entregase la dote de Publilia, y Eros había prometido ver a Publilio el día de los idus de agosto, ó sea. el XIII, y convenir definitivamente con él lo que había de hacerse.

CARTAS A ÁTICO. 279 gusto y pena experimento al pensar que el pueblo romano ejercita sus m a n o s , nó defendiendo la República, sino aplaudiendo en el teatro. Paréceme que la rabia de esos miserables hará que se quiten la máscara, pero con tal de que padezcan, poco me importa cómo. No siento saber que la opinión se pronuncia más y más por el partido que he tomado. Esperaba con impaciencia que me dijeses a l g o , porque me habían hablado de diferentes maneras. Esto era lo que me hacía andar lentamente, con objeto de p e r m a necer el mayor tiempo posible dueño de mi voluntad. P e r o ya que me impulsan nuevamente la rueda para llevarme fuera, voy a dirigirme a Brindis. Más fácil y seguramente podré evitar el encuentro de las legiones que el de los piratas, q u e , según d i c e n , comienzan a presentarse de nuevo. Para el vi de los idus se gado con su flotilla: espera a Sextio; pero no ha venido aún, que yo sepa. Cassio, por el contrario, ha l l e mañana, v, le v e r é , y en seguida partiré para Pompeya y Herculano. Lo demás lo sabes ya. Había previsto lo que ocurre a Tucia. No c r e o nada de lo que se dice de Ebucio, ni tampoco me cuido de ello más que tú. He escrito, según tu de se o , a Planeo y a Oppio; pero no expidas las cartas si no es indispensable. Uno y otro harán por consideración tuya lo que deseas, pareciéndoles inútil mi intervención, especialmente a Oppio, que tan amigo tuyo es; pero en último caso obra como te parezca mejor. Si te propones pasar el invierno en Epiro, me agradaría mucho vinieses antes de la época para que quieres que esté de regreso en Italia. Escríbeme con toda la frecuencia posible; para las cosas de mediano interés, aprovecha cualquiera ocasión que se presente; para las importantes, mensajeros nuestros. Si llego sano y salvo a Brindis, me dedicaré en el acto a mi obra heraclidiana. Te he remitido mi Tratado de la Gloria. Guárdalo como a c o s tumbras: sin embargo , señala los pasajes buenos y que los 280 MARCO TULIO CICERÓN. lea Salvio a la mesa ante convidados amigos. Me agrada mucho este trabajo, pero preferiría que te agradara a tí. Adiós una y otra v e z .

CARTA III.

CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Has obrado sabiamente: contesto al fin a la carta que me escribiste después de tu entrevista con Antonio en Tibur. Sí, has obrado sabiamente dándole la mano y hasta las gracias. Muy cierto es que perderemos la libertad antes de perder nuestra fortuna. Dícesme que l e y e n d o : Oh querido Tito, si alguna vez, etc. (1) encuentras siempre nuevo encanto; pues bien, eso me anima para escribir. Supones que Eros te llevará algún regalito; has acertado, y me r e f g o c i j o por ello. Pero el trabajo que te remito es el que ya conoces ; lo he revisado y te envío el borrador mismo* lleno de cambios y adicioneá. Haz que lo pongan en limpio y léelo reservadamente a tus comensales; pero te ruego sean comensales de buen humor y comiendo bien, porque temo que, no siendo así, su disgusto contigo recaiga s o bre mí. ¡Ojalá sea verdad cuanto me dices de Cicerón! inter r o garé a Xenón, aunque no c r e o haya habido regligencia ó falta de delicadeza. Haré lo que me dices en cuanto a H e r o de s , y de todo me enteraré por Sanfeyo y X e n ó n . Mucho me complace que la carta que te remití con un mensajero, habiéndote del hijo de Quinto, la recibieses antes que la que te remití con él mismo. Sin duda no te habrás dejado engañar. Sin embargo . . . Espero con impaciencia saber qué (1) Primeras palabras del Tratado de la Ancianidad.

CARTAS A ÁTICO. 281 te ha dicho; qué has hecho tú. No dudo que cada cual h a brá desempeñado su papel. Espero que Curio me traiga n o ticias; Curio, que si es digno de estimación por sí mismo, yo le aprecio más aún por agradarte. He contestado detalladamente a tu carta: ahora o y e . Comprendo que sería mejor que callase: sin embargo, hablaré. En mi viaje hay muchas cosas que me desagradan: la primera de todas es mi alejamiento de tí; después, la fatiga de la navegación; cosas tan incompatibles con mi edad y mi carácter. Además, ¡he elegido tan mal ia o c a sión! porque en último caso, dejo la paz y encontraré la guerra; porque tengo tierras, casas, hermosas campiñas, donde podría pasar dulcemente las horas, y marcho a r e correr montes y mares. Una sola cosa me consuela: seré útil a Cicerón; al menos sabré qué puede hacerse de él. Añadiré que espero verte y que me lo has prometido. Que tenga yo esta satisfacción, y todo cambia de aspecto a mis o j o s . Tampoco te ocultaré que me angustia mucho mi liquidación: dejo con qué atender a todo, pero Dolabela es uno de mis deudores: me inquieta no con o cera aquellos contra quienes me ha dado obligaciones. Esto es lo que más me atormenta. Así, pues, no c r e o haber hecho mal en enterar de mi situación a Balbo, rogándole me ayud e , si los ingresos no correspondiesen exactamente a los vencimientos; habiéndole escrito además que si este caso ocurriese, irías a verle. No vaciles, pues, en hacerlo si lo ves necesario, especialmente si partes para el Epiro. Te escribo en el momento de salir de Pompeya y embarcarme en una de mis tres navecillas de diez r e m o s . En este m o mento encuéntrense, Bruto en Nesis, y Casio en Ñapóles. ¿Y cómo es que estimas a Deyotaro y no a Hieras ( 1 ) , (1) Hieras y Blesainio habían sido los embajadores de Deyotaro cerca de Antonio para tratar con él de la restitución de la Baja Armenia. 282 MARCO TULIO CICERÓN. quien, habiéndole prevenido Blesamio, después de visitarm e , que nada hiciese sin el consentimiento de nosotros? Quisiera poder dar un beso a nuestra nuestro querida amigo Sexto, jamás habló de nada, ni a él, ni a ninguno de Ática; ¡cuan gratos son para mí los recuerdos de que te ha encargado! Bala otros tantos, y muy cariñosos, de mi parte, y haz lo mismo con Pilia.

CARTA IV. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. Como te escribía ayer y como probablemente habrás sabido hoy (porque Quinto no debe emplear más de dos días en el camino), el v i n . de los idus (1) estaba en Nesis, donde he visto a Bruto. ¡Cuánto daño le hacen las en el anuncio de la cacería de fieras, que debe nonas de julio! ¡Su turbación es inmensa! Jba a escribir para que verificarse al día siguiente de los j u e g o s Apolinarios, pusiesen m de ios idus quintüianos (2). Durante mi visita llegó Libón ( 3 ) , y nos dijo que Filón, liberto de P o m p e y o , é Huaro, su p r o pio liberto, traen cartas de Sexto (4) para l o s cónsules ( 5 ) , ó para los que usan este título (6). Nos las ha leído para enterarse de nuestra opinión; h e m o s encontrado algunas palabras p o c o graves, pero bastante dignidad y ninguna que hiél. Solamente hemos deseado que en la d i r e c c i ó n , era tan solo a los cónsules, se añadiese a los pretores, a (1) (2) (3) (4) (5) (6) 8 de julio. 3 de julio. Suegro de Sexto Pompeyo. Hijo de Pompeyo. Hircio y Pansa. Porque los había nombrado César.

CARTAS A ÁTICO. 283 l o s tribunos del pueblo y al Senado, por temor de que los cónsules, no viendo más que su nombre , las guardasen para ellos solos. Según dice Sexto, se encuentra con una sola legión en Cartagena. Supo la muerte de César en el momento en que iba a apoderarse de Borea (1). Después de la toma de la ciudad, estalló grande alegría, verificándose cambio profundo en los ánimos. Acudían gentes por todas partes, y Sexto creyó que debía ir personalmente a r e c o g e r las seis legiones que había dejado en la España ulterior. Ha escrito particularmente a Libón que nada escucharía si ante todo no le devolvían sus lares (2). Su petición e s , en suma, que se disuelvan todos los ejércitos, en cualquier parte que se encuentren. Esta es la sustancia de las noticias de se x t o . He preguntado en todas partes acerca del asunto de Buthrota y no he podido averiguar nada. Unos dicen que han degollado a los soldados que iban a tomar posesión de sus tierras; otros que Planeo, ganado c o n dinero, abandonó a sus soldados y ha desaparecido. Veo que no sabré nada si no es por tus cartas. El camino de Brindis, con que con taba, está ya c e r r a d o , porque las legiones están en marcha, según dicen. La navegación ofrece peligros también. Pues bien: me embarcaré al mismo tiempo que Bruto. He e n contrado su flota mejor equipada de lo que me decían. Domicio (3) tiene naves muy buenas, y dispone además de las excelentes embarcaciones de Sextio, Buciliano y otro s . (1) No se sabe con exactitud dónde estaba situada esta ciudad. Créese que era en la España citerior, puesto que Sexto partió de aqui para reunirse a sus legiones en la España ulterior. (2) Para esto hubiese sido necesario que recobrase la casa de Pompeyo que retenía entonces Antonio; pero transigieron y dieron a Sexto todo el dinero que produjo la venta de los bienes confiscados a su padre. (3) Cneo Domicio, uno de los matadores de César, hijo de Porcia, hermana de Catón. 284 MARCO TULIO CICERÓN. No hablo de la flota de Cassio, que es muy bella, porque no cruza el estrecho (1). Lo que me contraría en extremo es que Bruto no muestra apresuramiento. Espera en primer lugar enterarse del final de los j u e g o s , y después, según c o m p r e n d o , navegará lentamente, tocando tierra en muchos puntos. Pero, en último c a s o , mejor es marchar l e n tamente que no marchar de ninguna manera: una v e z en el mar, se aclarará todo esto. Aprovecharemos los v i e n tos etesios.

CARTA V.
CICERÓN A ÁTICO SALUD. Bruto continúa esperando carta tuya: con o c í a el éxito de la Terea de A c c i o (2), pero creía que era el Britto la que se había representado. Has sabido, no sé cómo , por el rum o r público, que hubo poca concurrencia en los j u e g o s griegos: lo tenía previsto. Conoces mi opinión acerca de estos j u e g o s (3). Hablemos ahora de un asunto que nos i n teresa más que los otros. Quinto (4) ha permanecido b a s tantes días en mi casa, y hubiese continuado en ella mucho tiempo más, de haberlo yo deseado. Desde su llegada hasta su marcha me ha satisfecho tanto, principalmente en lo que más me afligía en él, que estoy maravillado. Su cambio (1) El de Sicilia. Cissio iba a Siria, mientras que Domicio y Bruto iban ¿Grecia. (2) Esta tragedia, que se representó en los juegos de Bruto presididos por C. Antonio, debió su éxito a algunas alusiones a los acontecimientos del dia. Muchas más había sin duda en el Brutus del mismo poeta; mas por esto precisamente prefirió Terea C. Antonio. (3) Cicerón no gustaba de estos juegos, que se celebraban por la mañana y a los que asistían los espectadores medio dormidos. (4) El sobrino de Cicerón.

CARTAS A ÁTICO. 285 es completo: algunos escritos míos que revisaba en aquel m o m e n t o , asiduas conversaciones, reflexiones graves, han realizado este prodigio, y|en adelante será para la República lo que nosotros deseábamos: lo he o b se r v a d o bien; es s i n c e r o . Así es que quiere que le garantice y te lo presente como hombre digno de tí y de mí. No pide que le creas por su palabra; solamente desea que después de verle le de vuelvas tu amistad. Te diré lo que he hecho , y que seguramente no habría realizado a no confiar en sus promesas ni juzgado firme su arrepentimiento. Yo mismo le he llevado a Bruto, quien ha quedado persuadido como yo y no me ha pedido garantía. Hale felicitado, hablando de tí con p r o fundo cariño, y antes de que se marchase le abrazó y besó. Creo que debería felicitarte y no decir más; sin embargo, quiero dirigirte un ruego : no contemples en su conducta anterior más que la ligereza de la edad, y puedes estar se guro de que es un hombre nuevo; estoy convencido de que en adelante será decisiva en él tu influencia. En mi conversación con Bruto he indicado muchas v e c e s la idea de que podíamos embarcarnos juntos, pero no ha mostrado para aceptarla el apresuramiento que yo e s peraba. Parecía preocupado, y sin duda espera noticias, e s pecialmente de sus j u e g o s . Al r e g r e s a r a casa, Cn. L u c e y o , que no se separa de él, me ha dicho que si tarda tanto Bruto , no es por indecisión, sino esperando algún incidente favorable. No sé si marchar a Vensa, y esperar allí noticias de las legiones. Si no llegan, como muchos esperan, m a r charía a Hidrunta, y si no hay seguridad en ninguna parte, volvería aquí. ¿Crees que me.burlo? Que muera si otro que tú me retien e . Mira en derredor t u y o : pero me ruborizo diciéndotelo. ¡Oh, cuan felices son los auspicios de Lépido, y qué bien marcados están los días para mi regreso! Tu carta me ha inspirado deseó de partir. ¡Si nos fuese posible vernos! Pero tu conveniencia ante todo . 286 MARCO TÜLIO CICERÓN. Espero carta de Nepote ( 1 ) . ¿Ávido él de mis escritos? ¿él, que desdeña el género de que yo me glorío? Le c o l o c a s al lado del que no tiene defecto ( 2 ) : tú eres quien no tiene defecto. El sí es &p$poxot. No tengo colección de mis c a r tas. Tirón tiene unas setenta, y tú podras añadir algunas. Pero será necesario que las revise y corrija, pudiendo p u blicarse e n t o n c e s .

CARTA VI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Me encuentro en Vibona en casa de Sica, habiendo tenido una travesía más tranquila que rápida, casi toda al r e m o , por no soplar vientos precaniculares (prodroni) (3). No de b o quejarme: teníamos que doblar Pestum (4) y Vibona, y lo he hecho viento en popa. En una palabra, llegué a casa de Sica o c h o días después de salir de Pompeya. Habíame detenido en Velia, en casa de nuestro amigo Thalma, donde pasé gustosamente un día. Imposible mejor recepción no estando allí el dueño. Llegué a casa de Sica el i x de las kalendas ( 5 ) , encontrándome verdaderamente en ella como en la mía propia: así es que quiero pasar aquí dos días, de s pués de haber tocado en Regio (6), que será el nuevo pun(1) Corculio Nepote, el historiador. (2) Cicerón. (3) Llamados así porque precedían a los etesios, vientos del Norte que soplan en el Mediterráneo durante cuarenta días próximamente y mitigan los calores de la canícula. (4) En la costa del Piceno. (5) 24 de julio, porque en la carta siguiente dice que partió de Leucopetra el vin de los idus de agosto, ó sea el 24. (6) Ciudad situada cerca del promontorio de Leucopetra, y de la que partió Cicerón para marchar a Grecia.

CARTAS A ÁTICO. 287 to de partida de mi larga navegación. He de examinar n u e vamente si de b o embarcarme en una nave de trasporte, para dirigirme a Patras, ó en una de mis navecillas que me lleve a Leucopetra (1), puerto de los Tarentinos, y desde allí a Corcyra ( 2 ) : en el caso de que opte por una nave de carga, aun tendré que decidir si habré de atravesar el mar sin detenerme ó recalar en Siracusa. Desde Regio te escribiré lo que haya decidido. A fe mía, querido Ático, mil v e c e s me d i g o : ¿á qué v i a jar? ¿por qué separarme de tí? ¿por qué abandonar esas mansiones queridas, mis joyas de Italia? Pero una palabra sola lo dice todo: estoy separado de tí. ¿Por qué huir? ¿dónde esta el peligro? A menos que me engañe, en la actualidad no lo hay. Por el contrario, lo habrá en el momento en que me dices esté de regreso; porque si, como adviertes, se celebra mucho este viaje, es a condición de que esté de r e greso para las kalendas de enero; y te aseguro que no de penderá de mí si falto. Prefiero Roma con sus alarmas a tu Atenas con su tranquilad. Procura, sin embargo, ver de an temano qué giro toman las cosa s , y escríbeme, ó, lo que me agradaría mucho más, ven tu mismo a decírmelo. Pero basta de esto. No eches a mala parte que hable ahora de lo que sé te ocupa más que a mí mismo. ¡Líbrame de mis deudas, por los Dioses! Paga a todos. He dejado abundantes recursos; pero se necesita actividad para reunir fondos con que p a gar el saldo de las tierras de Cluvio a los coherederos en las kalendas de agosto. Tú verás lo que puede esperarse de Publilio, que no debería apremiarme, puesto que no he usado ningún rigor con él. Quiero, sin embargo , que que (1) Ciudad situada a la entrada del golfo de Tarento. La igualdad de nombre del promontorio y la ciudad indica que el uno y la otra lo debían al color blanco de sus rocas, iceTpa Asuxíi, de las cercanías y que se veían desde el mar. (2) Isla del mar Jónico, enfrente de Epiro. 288 MARCO TULIO CftlERÓN. de satisfecho de mí. ¿Qué te diré de Terencia? ( 1 ) Si es p o sible, no esperes al vencimiento. Te ruego además, para el caso de que partas muy pronto para el Epiro, como e s p e r o , que atiendas antes a la responsabilidad que he contraído en cuanto a la traslación que he realizado, que te o c u pes detenidamente de ella y me libertes por completo. Pero ya es bastante, y temo digas demasiado. Ahora entérate de mi aturdimiento: has recibido mi tra tado de la Gloria,, pero con el mismo preámbulo que mi tercer libro Académico. Depende esto de que tengo una c o l e c c i ó n de preámbulos hecho s , de l o s que tomo uno para cada obra. Encontrábame en Túsculo, y no recordaba h a ber empleado ya este de que se trata. Lo tomó y te lo r e mití. Revisando en el mar mis A c a d é m i c o s , eché de ver el error. En el acto escribí otro preámbulo, que te remito, para que separes aquél y pongas éste en su lugar. Mis r e cuerdos a Pilia y también a Ática, mi delicia y amores.

CARTA VIL CICERÓN k ÁTICO, SALUD. Acababa de dejar a Leucopetra el v m de los idus de agosto (2) y me encontraba ya a unos trescientos estadios del puerto, cuando violento austro me volvió a él de r e pente. Habíame instalado cómodamente en la quinta de Valerio para esperar el buen tiempo, cuando llegaron de R e gio muchos hombres distinguidos, habitantes de esta ciudad (1) Cicerón había señalado una renta a Terencia y rogaba a Ático se la pagase; ó tal vez se tratara del resto de la dote, que deseaba devolverle antes de que espirase el plazo. (2) 6 de agosto.

CARTAS A ÁTICO. 289 y que venían de Roma, entre ellos un huésped de Bruto) que le había dejado en Ñapóles. Estos traían el edicto de Bruto y de Cassio: dijeron que habría mucha concurrencia en el Senado para las kalendas ( 1 ) ; que Bruto y Cassio h a bían escrito a los pretorianos y a los consulares rogándoles estuviesen presentes. Nadie duda, añadieron, que haga concesiones Antonio, que se pongan de acuerdo y que nuestros amigos vuelvan a Roma. Dijéronme también que se deseaba mi regreso y se me acusaba en voz baja por mi ausencia. En cuanto oí esto tomé mi partido y renuncié a continuar este viaje, que, a fe mía, nunca me agradó. Poco después recibí tu carta, y quedé muy sorprendido al verte cambiar tan bruscamente. Es indudable que tendrás r a z o nes para ello, porque en fin, si no me has instado é impulsado a marchar, sin duda me has prestado apoyo, con tal, me decías, que estuviese en Roma para las kalendas de enero. De tal suerte se arreglaron las cosas, que marchaba cuando no había peligro y había de regresar cuando todo estuviese ardiendo. Sin duda no estaba esto bien c o m b i n a d o ; pero no me quejo de tí, primeramente porque la determinación era mía, y además por que , en el caso de que tú me la hubieses sugerido, el que aconseja solamente responde de sus buenas intenciones. Pero no comprendo bien las siguientes palabras: « V e n , pues , tú que buscas hermosa muerte. Ven. ¿Abandonas la patria?» ( 2 ) ¡Cómo! ¿la abandonaba, ó tú creías que la abandonaba? Sin embargo , no te oponías a mi marcha; sino, por el contrario, me la aconsejabas. Pero lo que sigue es más'grave: «Quisiera que me enviases una nota que explique con mucha claridad tus motivos.» ¿Cómo es esto, querido Ático? ¿tú, que tan c a - (1) Las de agosto. (2) Alusión a un pasaje de la carta 20, lib. xv, en que dice Cicerón: «Quiero escapar de esta red, no para evitar la muerte, sino para buscar otra mejor.» TOMO x . 19 290 MARCO TULIO CICERÓN. lurosamente me aplaudías, necesitas una explicación? Si p u blico alguna vez una apología, será para los que me censuraban y disuadían. Mas ahora, ¿para qué? Si perseverase, sería necesaria. Tal vez dirán que en esto es algo i n con se cuente mi conducta: de todos los buenos autores que he leído (y se ha escrito mucho acerca de esto ) , ninguno dice que seamos inconsecuentes por cambiar de resolución. Tú añades: «Si se tratase de nuestro amigo Fedro (1), fácilmente se le justificaría. Pero de tí ¿qué responder?» ¿Luego Catón no podría aprobar mi conducta? ¿habrá sido de s h o n r o sa y cobarde? ¡Ojalá me hubieses juzgado así desde el principio! habrías sido para mí un Catón como de ordinario. Concluyes con estas palabras que me duelen más que las otras: «¡Bruto calla!» es decir, que no se atreve a r e convenir a un hombre de mi edad. Este es el único sentido que puedo encontrar a tus palabras, y seguramente no tienen otro. En efecto, llegaba yo a Velia el xvi de las k a lendas ( 2 ) . Bruto lo supo; encontrábase con sus naves a tres millas más acá de Velia, hacia la desembocadura del río Heles. Al instante vino por tierra a buscarme. ¡Oh D i o - ' ses! ¡cuál fué su regocijo al saber que regresaba, ó más bien, que retrocedía! Su corazón se dilató y recordó tus palabras: «¡Bruto calla!» Deploraba especialmente mi a u sencia del Senado el día de las kalendas de agosto. Ensalzó a Pisón hasta las nubes (3); pero se alegraba de que escapase y o a doble y grave acusación: la primera, de desesperar (1) Fedro era epicúreo, y era máxima de su escuela no curarse sino de, sí mismo: ahora bien, nadie podía censurarle por abandonar la partida, como hace Cicerón, puesto que estando esta deserción en conformidad con las máximas de Epicuro, Fedro las habría invocado para rechazar la censura. (2) 17 de agosto. (3) Pisón Cesonio, suegro de César. Después de la muerte del dictador permaneció neutral, y lejos de declararse contra los matadores, habló enérgicamente contra Antonio en las kalendas de agosto

CARTAS A ÁTICO. 291 de la República y abandonarla. Durante el camino he c o m prendido que no podía sustraerme a esta censura: acercábanse a mí con el llanto en los ojos, y nadie quería creer que regresase tan pronto. La segunda, de asistir i los j u e g o s Olímpicos ( 1 ) . B'-uto y las personas que le acompañaban, que eran muchas, mostraban profunda alegría al v e r me a cubierto de tal acusación. Y ciertamente p o c o digno hubiese sido esto en cualquier circunstancia; pero hoy no tendría excusa. Mucho tengo que agradecer, en verdad, al austro que me ha librado de tanto oprobio. Estas son las razones ostensibles de mi r e g r e s o : fuertes y justas s o n ; pero existe otra más determinante aún, que tu mismo e x pones en una carta anterior, cuando dices: «Si debes algo, procura que te paguen los que te deben, para realizar el b a lance, porque los rumores de guerra van a hacer desaparecer el dinero.» En medio del estrecho me encontraba cuando leí estas palabras, y por más que busqué, no e n contró otro partido que acudir personalmente a cuidar de mis intereses. Pero basta de esto. Ya hablaremos de lo demás. Bruto me ha hecho leer el edicto de Antonio y su r e s puesta, que es muy buena. Pero ¿qué significan todos e s o s edictos? ¿qué objeto tienen? No puedo comprenderlo. Así, pues, no voy para tomar parte en los asuntos públicos, como Bruto creía. ¿Qué podría yo hacer en ellos? ¿Acaso han sostenido siquiera a Pisón? ¿Y él mismo no se p r e se n tó al día siguiente en el Senado? ¡Pero se c r e e que a mi edad se está tan cerca del sepulcro! ¿Pero qué es lo que he oído decir a Bruto? explícamelo, te lo ruego. ¿Pilia amenazada de parálisis? Dice que tú se lo has escrito. Estoy profundamente con m o v i d o . Verdad (1) Cosa rara era que se atribuyese la premura de Cicerón por llegar á Grecia al deseo de asistir a los juegos Olímpicos, conociendo su poca afición á los juegos públicos. S92 MARCO TULIO CICERÓN. es que añades que hay esperanza: ¡ojalá sea así! Mis cariñ o s o s recuerdos para ella y para la encantadora Ática.— Navegando a la vista de Pompeya, el xiv de las kalendas ( 1 ) .

CARTA VIII. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. En cuanto sepa qué día he de llegar (2), te lo participaré. T e n g o que esperar mis equipajes, que vienen de Anagni, y además mis criados están enfermos. En la tarde del día de las kalendas (3) recibí una carta de Octaviano. Grandes proyectos medita. Ha sabido atraerse todos los veteranos que se encontraban en Casilino (4) y en Catania ( 5 ) ; cosa que no debe extrañar, puesto que da a cada uno quinientos denarios (6), y se prepara a r e c o r r e r .las otras colonias. Su objeto es obtener el mando en la guerra contra A n t o n i o . Así, pues, dentro de p o c o s días nos encontraremos en medio de los combatientes. ¿Por quién nos declararemos? Considera el nombre, considera la edad. Me pide una e n trevista secreta en Capua ó sus inmediaciones, y e s cosa pueril que crea que nuestra entrevista puede quedar se creta. Le he contestado por escrito que no me parecía n e cesaria ni posible. Hame enviado un hombre seguro, un £(1) 19 de agosto. (2) A Roma. (3) 1." de noviembre. (4) Casilino. sobre el Volturno. cerca de Capua. (5) Á dos ó tres leguas de Casilino. (6) 310 pesetas próximamente. Antonio solamente había ofrecido cincuenta el día en que los veteranos desertores pasasen a su campo, y después de la victoria, las mismas recompensas que a sus tropas; pero los veteranos rechazaron estos ofrecimientos, muy inferió., res a los de Octavio.

CARTAS Á ÁTICO. 293 tal Cecina de Yolterra, para decirme que Antonio se dirige sobre Roma con la legión de l o s Alaudes (1), levantando con impuestos en las ciudades municipales y marchando las águilas alzadas. Pregunta si debe partir para Roma con sus tres mil veteranos, ó permanecer ocupando posiciones en Capua para cerrar el camino a Antonio, ó bien marchar al encuentro de las tres legiones de Macedonia, que están en marcha por la orilla del mar Superior y con las cuales cuenta (2). Estas legiones, según Cecina, no han querido recibir gratificaciones de Antonio; le han injuriado y abandonado en medio de su arenga. ¿Qué te diré? Se proclama general y no supone que podamos faltarle. Le he a c o n se jado que marche directamente sobre Roma, opinando yo en realidad que tendrá de su parte la plebe de la ciudad y hasta los hombres honrados, si sabe inspirarles confianza. ¡Oh Bruto! ¿dónde estás? (3) ¡qué ocasión vas a perder! Confieso que no he adivinado con exactitud lo que acontece, pero presentía algo semejante. Ahora guíame tú: ¿debo marchar a Roma? ¿debo quedarme aquí, ó retirarme a Arpiño, donde me encontraré en paraje seguro? A Roma sin duda, (1) César levantó esta legión en la Galia Cisalpina, dándola el nombre galo de Alando,: instruyóla en la disciplina romana; la vistió y armó como aquéllas, y más adelante concedió a lodos sus individuos el derecho de ciudadanía. Para asegurarse más esta legión. Antonio añadió a estos privilegios, bajo el título de tercera decuria, el de juzgar, que concedió a sus centuriones y manipulares, aunque no pagaban el'censo marcado por la ley; pero esto importaba poco a Antonio, que veía en esta medida la única esperanza de sus amigos. «Vergonzoso honor, dice Cicerón, para aquellos á. ¡quienes llamen a juzgar sin que piensen en ello: parece que la ley dice: Siéntense en la tercera decuria los que no se atreven a juzgar libremente. ¡Qué falta, Dioses inmortales! Cuanto más envilecido esté un juez, más severojserá para expiar su infamia.> (Filíp. 1. ) a (2) De estas tres legiones dos pasaron a Octavio. (3) Había parLido para Macedonia, habiéndose convencido, en vista de lo que ocurrió en el Senado a primeros de setiembre, que no había ya esperanzas de arreglo. 294 MARCO TULIO CICERÓN. para que no puedan echar de menos mi presencia en casa de graves acontecimientos. Decide, porque nunca me he encontrado en mayor áicopía.

CARTA IX. SALUD. CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. DOS cartas de Octavio he recibido en un solo día. Ahora me pide que vaya inmediatamente a Roma , porque quiere obrar con la autoridad del Senado. Le contesto, como así lo c r e o en e f e c t o , que el Senado no puede reunirse antes de las kalendas de enero ( I ) ; añade y con tu consejo. ¿Qué más te diré? se muestra apremiante, pero y o vacilo. Su tu amigo algún edad me es sospechosa, y no con o z c o a fondo su pensamiento. No quiero obrar sino de acuerdo con Pansa; pero Antonio puede atraerle, y esto es lo que t e m o . No quisiera separarme del mar, pero puede darse golpe decisivo en mi ausencia. Varrón desconfía de lo& propósitos de este j o v e n ; yo n o . Tiene tropas fieles, y puede tener de su parte a Bruto ( 2 ) : marcha francamente: f o r ma sus cuadros en Capua, y pasa revistas. Creo llegada la guerra. Contéstame acerca de todo esto. Mi mensajero partió de Roma el día de las kalendas, y me admira que l o haya hecho sin carta tuya. (1) 1.° de enero, día en que tomaban posesión de sus cargos los; cónsules designados Hircio y Pansa. Hasta aquella fecha, en vista de la ausencia de los cónsules Dolabela y Antonio y de una parte dfr los pretores del número de los conjurados, siendo partidarios de Antonio los que quedaban, no era conveniente ni legal reunir el Senado.. (2) Décimo Bruto.

CARTAS A ÁTICO. 295

CARTA X.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. El VII de los idus (1) llegué a Sinuesa. Asegurábase que el mismo día llegaría Antonio a Casilino. Tuve, por consiguiente, que cambiar de plan. Pensaba marchar d i r e c tamente a Roma por la vía Apia, en la que fácilmente p o día alcanzarme, porque dicen que camina con la velocidad de César. T o m é , pues , en Minturno la dirección de Aquin o . Mi propósito es encontrarme en Arpiño ó en Arcano el v de los idus ( 2 ) . Ahora, querido Ático, medita bien el asunto, porque es grave. Entre tres partidos puede e l e g i r se: permanecer en Arpiño; acercarme más, ó marchar a Roma. Haré lo que me aconsejes. Contéstame pronto: espero con impaciencia tu carta. El iv de los idus, por la mañana, en Sinuesa.

CARTA XI. SALUD.CICERÓN Á ÁTICO, SALUD. El día de las nonas (3) recibí dos cartas tuyas, fechada una en las kalendas (4), y otra en la víspera ( 5 ) : contestaré primeramente a ésta. Mucho me agradan los elogios que (1) (2) (3) (4) (5) 7 de noviembre. 9 de noviembre. 5 de noviembre. 1.° de noviembre 31 de octubre. 296 MARCO TULIO CICERÓN. tributas a mi trabajo (1), y hasta me señalas bellezas que tu buen gusto hará que encuentre mejores mucho las señalitas de cera. La observación aún. Temía acerca de pero Sica es justa (2). ¡Qué quieres! no pude contenerme, corregiré delicadamente el pasaje, y no quedará nada ofensivo para Sica ni para Septimia. Seré más circunspecto que Lucilio: sépase solamente de padres a hijos que han e x i s tido hijos de la hija de C. Fadio. Además acércase el día en que esta oración podrá circular libremente aunque haya de entrar en casa de Sica. ¡Que no sean estos tiempos como los de aquellos triunviros! ¡Graciosa idea! Lee, pues, mi discurso a Sexto, y díme cómo lo juzga. Su opinión vale para mí lo que la de diez mil: pero ten cuidado con las visitas de Caleño y de Calvena. Dices que temes llegar a ser demasiado hablador. ¡Hablador conmigo! ¿quién lo fué menos jamás? Pienso de tus carias lo que Aristófanes (3) dice de los yambos de A r q u í l o c o : las más largas son las mejores. We haces advertencias; aunque fuesen censuras las recibiría con respeto, y diré más, con gusto. ¡Tanta amistad unida a tanta prudencia! Acepto con sumo (1) La segunda Filípica, que no llego a pronunciar. (2) Para la inteligencia de esle pasaje es necesario recordar que M. Antonio, al insultar a Trebonio, degollado por orden de Dolabela, le había tratado de hijo de vil bufón; a lo que contesta Cicerón, en su segunda Filípica, que, además de que el padre de Trebonio era un ilustre caballero romano, mal sentaba a Antonio echar en cara a nadie la humildad del nacimiento, cuando él casó en otro tiempo con una Fadia, hija de C. Fadio, liberto, teniendo hijos de ella. Ahora bien, créese con baslanle fundamento que Septimia, esposa de Sica, amigo de Cicerón, era pariente de Kadia, y el lenguaje qué emplea Cicerón en su arenga al hablar del casamiento de Antonio con aquella Fadia, ofendería, como observa Ático, a Sica y á Septimia. Por esta razón corrigió Cicerón en su segunda Filípica esle pasaje, cuyo tono no podía ofender ni a Antonio siquiera, y que solamente tiende a recordarle que, en achaques de enlaces y descensos, no tiene derecho para ser exigente. (3) Gramático latino.

CARTAS A ÁTICO. 297 agrado todas tus c o r r e c c i o n e s ; diré eodem j%vte quo BuIriana (1), en vez de quo Scipionis. Cercenaré algo de los elogios que tributo a Dolabela. Parecíame, sin embargo , un tanto mordaz alabarle por haberse encontrado en tres batallas contra sus conciudadanos: también me parece mejor indignissimwm est hunc vivere que quid indignius. Veo con gusto que estás satisfecho de la Peplografía de Varrón, a quien no he podido arrancar aún esa obra heraclidiana. Exhórtasme al trabajo: veo en ello el deseo del con la amigo, pero no hago nada. Mucho me disgustan tus d o l o res de cabeza: ruégote que atiendas a su curación diligencia que acostumbras. Celebro que mi Oh Tito (2) sea para tí un recurso. Anañinos son Mustela xafráp^ní y Lacón el decidido bebedor (3). Revisaré cuidadosamente los libros que deseas y te los remitiré (4). Contestaré ahora a tu segunda carta. Todo lo que P a n e cio escribió acerca de los deberes, lo he encerrado en dos libros; su obra tiene tres. La división que desde el principio indica es la siguiente: En primer lugar, ¿el acto es en si mismo honesto ó torpe? En segundo lugar, ¿es útil ó p e r judicial? Y en fin, ¿qué regla h e m o s de seguir si no puede concillarse lo honesto con lo útil? Este es el caso de R é g u l o : el honor exige que vuelva á Cartago, el interés que permanezca en Roma. P a n e c i o h a tratado los des primeros puntos admirablemente; pero anuncia el tercero y se de (1) Cicerón había acusado a Antonio de haberse apoderado, por medio de testamentos falsos, entre otros bienes de particulares, de la casa de Tibur de Scipión, suegro de Pompeyo: esto era erróneo; la casa se vendió en subasta por orden de Cesar, y Antonio la compró. También rectilicó Cicerón este pasaje en su segunda Ftlipica. (2) Primeras palabras del Tratado de la Ancianidad. (3) Dos compañeros de placeres y desórdenes de Antonio, uno jefe de sus gladiadores, el otro intendente de sus orgias. Cicerón no les nombró primeramente en su-; arengas, pero cuando vio que Ático quedaba sorprendido, les nombró. (<5) Los Tópicos que escribió en la travesía de Velia a Regio. 298 MARCO TULIO CICERÓN. tiene. Posidonio (1) llenó la laguna. He mandado pedir un libro, y al mismo tiempo ruego a Atenodoro Calvo (2) que me remita el sumario de los capítulos: estoy esperándolo; ruégale que se apresure: que no pierda momento, te l o suplico. Dedico un capítulo a los deberes relativos y de posición. En cuanto al título de mi obra, indudable es que la palabra offlcium no responde a la griega xa6fj>tov. ¿ P u e des proponerme alguna mejor? Pondré solamente De los deberes para abarcar idea más extensa. Dedicaré el libro a mi hijo, cosa que c r e o ha d e parecer bien. El asunto de Myrtilo (3) es clarísimo. ¡Qué bien les con o c e s ! ¡Cómo! ¿La emprendían con D. Bruto? ¡Que los D i o ses les confundan! No he marchado a encerrarme en Pompeya como te e s cribí. En primer lugar, me lo impidió el tiempo; jamás h e visto tan espantosos huracanes: después, Octaviano me es cribía diariamente. Estréchame para que me ponga al f r e n te del movimiento, vaya a Capua y salve por segunda v e z la República. Marcharía directamente a Roma . Al8e«6sv \xlv áviñvauOat, SsTsav 8' í>ito8é^6at. Es indudable que ha mostrado vigor y lo muestra aún. Tiene fuerzas considerables, pero después de todo es un niño. Cree que puede reunirse el Senado. ¿Quién acudiría? Y aunque acudiesen, ¿quien, en tal incertidumbre, se atrevería a declararse en contra de Antonio? En las kalendas (1) Posidonio, discípulo de Panecio; los dos pertenecían a la escuela estoica. (2) Otro filósofo estoico, apellidado Cananita, porque su padre había nacido en Cana, Sicilia. Estudió con Posidonio, cuyos principios abandonó después. En Apolonia escuchó sus lecciones Octavio, a quien siguió a Roma, y a quien, según dice Suidas, dio malos consejos. (3) No se sabe con certeza quién era éste; sin duda algún esclavo a quien excitaría Antonio para que asesinase a Décimo Bruto, y que fué preso y ejecutado.

CARTAS Á ÁTICO. de enero quizá sea apoyo Oetaviano; ó tal vez para entonces la guerra habrá resuelto la cuestión. Las ciudades municipales son muy favorables á.este joven. Marchando a Samnio, pasó por Cales y pernoctó en Teano (1). Las gentes acudían a excitarle é impulsarle. ¿Lo creerás? Esto me hace ir más pronto á Roma . Cuando esté decidido t e lo haré saber. Aunque no he leído todavía las estipulaciones (2) (Eros n o ha llegado aún), ruégote lo termines todo para la v í s pera de los idus. Puedo sin duda escribir a Catania (3), a Tauromenio (4) y a Siracusa; pero es necesario que el intérprete Valerio (5) me remita los nombres de los v a r o nes importantes, porque cambian sin cesar y casi todos mis amigos han muerto. He escrito cartas colectivas y oficiales a las ciudades: Valerio verá si quiere utilizarlas. Si desea otras, que me remita los nombres. Balbo me es cribe que, siguiendo las ferias marcadas en los libros de Lépido, tengo hasta el ni de las kalendas (6). Espero carta tuya, y supongo estarás enterado del asuntillo de Torcuato. Te remito una carta de Quinto: ya v e rás cuánto ama hoy lo que deplora haber amado tan p o c o . Alegrilla está mi querida Ática, cosa excelente en los n i ñ o s : hazla una caricia por mí. A d i ó s . (1) Pueblos de Campania. (2) Créese que se trata de promesas estipuladas por Dolabela, deudor de Cicerón. Dolabela no era avaro de promesas, sino del dinero que representaban. (3) Ciudad de Sicilia, la más próxima al monte Etna. (4) Otra ciudad de Sicilia, entre Catania y Siracusa. (5) Aunque el griego era familiar a los Romanos distinguidos, no se permitía, sin embargo, a los gobernadores de las provincias en que se hablaba esta lengua tratar los asuntos sino en latín. Por esta razón llevaban siempre consigo un intérprete. El Valerio que se cita era entonces intérprete del gobernador de Sicilia, y por la índole de su cargo conocía a todas las personas influyentes de la provincia, con quienes tenía que tratar. (6) 29 de diciembre. 300 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Te remito copia de la carta de Oppio para que veas su extraordinaria bondad. Mientras rumias el asunto de Ocela (1), sin contestarme, he tomado por mí mismo mi partido. Propóngome estar en Roma la víspera de los idus (2). Creo mejor encontrarme en ella sin necesidad, que faltar en caso necesario. Además pueden quedar cerrados los c a minos y llegar Antonio de un momento a otro . Corren m u l titud de rumores, y desearía que algunos fuesen v e r d a de r o s . Pero nada hay cierto. En todo c a s o , prefiero estar contigo, a estar ausente y siempre con ansiedad por tí y por m í . ¿Qué le diré? Tengamos valor. ¡Cuánta gracia en tus observaciones acerca de la obra de Varrón! Nnnca leí cosa más agradable. Pero ya hablaremos de esto y de otros asuntos más importantes.

CARTA XIII.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. ¡Oh feliz casualidad! El vi de los idus ( 3 ) salí de Sinuesa antes de amanecer y llegaba al despuntar el día al puente Tireno, en Minturno, donde el camino tuerce hacia Arpiño, (1) Ignórase cuál sea. (2) 12 de noviembre. (3) 8 de noviembre.

CARTAS Á ÁTICO. 301 cuando de pronto vi a tu mensajero. Encontrábame pensativo, buscando dónde dirigir mis pasos, y vivamente le p r e gunté: ¿Me traes algo de Ático? No podía leerse; acababa de hacer apagar las luces y el día no estaba claro aún. En cuanto se v i o , hice que me leyesen la más atrasada de tus dos sartas, que es deliciosa: ¡muera y o , si no escribo lo que pienso! nunca leí nada más a m a b l e . Iré sin duda a d o n de tú me llamas; pero tú me ayudarás. Al pronto nada me parecía menos relacionado con los consejos que te p e día. Pero en seguida leí la segunda carta, en la que me aconsejabas marchar « p o r el otro lado del monte Mimas de los huracanados vientos, hacia la isla de Psyria» por la vía Apia, «constantemente a la izquierda» (1). Hoy he dormido en Aquino; la distancia no es corta y el camino está m a l o . Te escribo en la víspera de mi llegada por la mañana, en el m o me n t o de partir. ...Te aseguro que le he dejado partir muy en contra de mi voluntad. Causa de ello ha sido una carta de Eros. T i rón te referirá el asunto. Tú veras qué de b e hacerse. Pero díme, ¿crees que puedo acercarme más? Preferiría quedarme en Túsculo ó en cualquier otro punto de los alrededores de la ciudad, ¿ó te parece que me aleje más? Escríbeme con frecuencia. A cada instante encontrarás ocasiones. En cuanto a los consejos que me pides acerca de lo que debes hacer tú m i s m o , muy [difícil me es dártelos desde lejos. Sin embargo , mientras la balanza permanezca indecisa e n tre los dos partidos, se puede estar tranquilo; pero más adelante estallará, y después de alcanzarnos los primeros, destruirá el resto. Espero con impaciencia tu con se j o . Temo encontrarme ausente en el momento en que la ausencia sea deshonrosa, (1) Palabras de Néstor en la Odisea. Por el monte Mimas designaba Atieo el Apenino, y por la isla Psyria la casa de Cicerón, en la confluencia del Liris y del Fibreno. 302 MARCO TULIO CICERÓN. y . c r e o que es imprudente presentarme. Lo que oigo decir de la marcha de Antonio no es precisamente lo que te he escrito. Procura saber la verdad y comunícamela. Ardo en de se o s de ocuparme de historia (es increíble lo que me alienta tu exhortación); pero no puedo pensar en ello, ni hacer nada sin tu auxilio: ya hablaremos de esto. Entretanto quisiera me dijeses bajo qué cónsules fué tribuno del pueblo C. Fannio, hijo de Murena (1). Dícesme, si no me e n g a ñ o , que P. Africano (2) y L. Mummio eran censores entonces. Contéstame á esto, y dame, te lo ruego , noticias claras y ciertas acerca de las cosas qne se preparan. Arpiñ o , a in de los idus.

CARTA XIV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. Nada absolutamente tengo que decirte. Cuando me e n contraba en Puzzola, diariamente tenía noticias de Octavian o , y circulaban muchos rumores falsos acerca de Antonio. Mas contestando a tus cartas, porque he recibido tres j u n tas el día ni de los idus (3), te diré que pienso, como tú, que cuanta mayor fuerza tenga Octaviano, más consolidará los actos del tirano: cosa muy distinta será ésta de la que n o s otros hicimos en el templo de Tellus (4), y todo se volverá (1) Cítale como hijo de Murena para que no se le confunda con «tro C. Fannio que vivía m la misma época y que fué cónsul en 631 con Cn. Domicio Enobarbo. Este por quien pregunta Cicerón no había sido tribuno, sino pretor. Era yerno de Lelio, el amigo de P. Scipión el Africano, que fué censor en 611 con L. Mummio. (2) Scipión el Africano. (3) H de noviembre. (4) En este templo decretó el Senado que se ratificarían y ejecutarían todas las disposiciones de César.

CARTAS Á ÁTICO. 303 en contra de Bruto. Si, por el contrario, queda v e n c i d o , ya verás la intolerancia de Antonio: imposible saber por cuál decidirse. ¡Hombre malvado es el mensajero de se x tio! me prometió en Puzzola estar al día siguiente en Roma. Me aconsejas que marche poco a p o c o ; así lo haré, a pesar de que no era tal mi propósito. P o c o me con m u e v e e l ejemplo de Filipo y de Marcelo. Otras eran, ó lo parec e n al menos, las circunstancias de aquéllos. Este j o v e n , aunque bastante animoso, no tiene suficiente autoridad. Vé si haré bien en permanecer en Túsculo, donde me será agradable la estancia y estaré al corriente de todo. Mas quizá será necesario esperar la llegada de Antonio. Pero hablando de otra cosa: en opinión mía, no hay duda de que nuestra palabra (qfficium) responde al xa6ijx.ov de los Griegos. ¿Cómo puedes vacilar en creer que esta palabra se aplica perfectamente a las cosas políticas? ¿No de c i m o s el deber [officium) de los cónsules, el deber del Senado, el deber del general? La palabra se aplica con exactitud. ¿Encontrarás otra mejor? ¡Cómo! ¿el hijo de Nepote? Triste noticia es esa, a fe mía, y que me trastorna profundamente. No sospechaba que tuviese tal hijo. He perdido a Caninio, que siempre había sido, al menos para mí, fiel a la gratitud. No es necesario apremiar a Athenod o r o , que me ha remitido un &Tró¡xT|¡jia, bastante bello. Te ruego no omitas nada para tu salud. El biznieto de tu abuelo (1) escribe al nieto de mi padre, que el día de las nonas, día en que he realizado grandes cosas, hará terpelaciones delante del pueblo acerca del Sexto. (1) El hijo de Quinto. intesoro del .templo de Opis. Asistirás y escribirás. Espero el juicio de 304 MARCO TULIO CICERÓN.

CARTA XV.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. No achaques a pereza el que no te escriba de mi p u ñ o ; p e r o , a fe mía, pereza e s . No puedo decir otra cosa : t a m bién be r e con o c i d o yo en tus cartas la mano de Alexis. Pasemos al asunto. Si Dolabela no hubiese sido desleal conmigo (1), tal vez dudaría aún presente me congratulo de tener si debería guardarle alcon rigor. Mas al ocasión de hacerle s e n gunas consideraciones ó perseguirle tir y mostrar ante todos que nada común existe entre n o s otro s . Sabráse que le o d i o , por mí mismo y por la República, desde que le he visto no solamente con se j o s , sino que además hace 'cuanto abandonar por puede por de s dinero su defensa, a la que se a s o c i ó al principio por mis truirla. Me pides instrucciones para la época del v e n c i miento: en primer lugar, quisiera que las ¿cosas se arreglasen de manera que pudiera permanecer en Roma. Sin embargo, en esto como en todo , haré lo que me a con se j e s . Por lo demás, espero que el asunto se lleve con el mayor rigor. Bien sé que es necesario meditar mucho antes de citar a los fiadores (2), así es que te ruego e x a m i nes con detención este punto. Para no citarles, podemos presentar la instancia contra los [agentes de n e g o c i e s : tal vez no contestarán éstos a la demanda, y no ignoro que en este caso quedan liberadas las¡ cauciones. Pero quedaría deshonrado'si estos agentes de negocio s no pagasen lo que debe y lo que ha garantido; no faltaré yo a mi (1) Alusión al asunto del reembolso de la dote de Tulia. (2) No podía hacerse nada más deshonroso para un deudor.

CARTAS Á ÁTICO. 305 carácter sosteniendo mis derechos sin irrogarle la ofensa más grande. Deseo necesarios. Pasemos a los asuntos de la República. Muchas v e c e s he admirado tu sagacidad política, pero nunca ha brillado más que en tu última carta: «No puede negarse que hoy este joven refrenará fuertemente a Antonio.» Sin embargo , es necesario esperar el fin. Pero ¡qué oración! (d). Me la han enviado. «¡Ojalá, exclama, pueda alcanzar yo también los honores paternales!» Y diciendo esto, extendía la mano h a c í a l a estatua. ¡ O j í e l o s Dioses nos preserven de tal libertador! Además, como perfectamente observas, el tribunado de Casca (2) será una prueba terrible; yo mismo lo he dicho a Oppio, cuando me estrechaba para que me declarase en favor de este joven y de sus veteranos.—Nada haré, le respondí, sin tener garantías de que , no solamente no se mostrará enemigo de nuestros tiranieidas, sino que será su a m i g o . — N o lo dudes, me contestó.—Pues bien, ¿á qué apresurarse? no necesita mi cooperación: antes de las kalendas de enero (3) y antes de los idus de diciembre (4) con o c e r e m o s sus verdaderas intenciones, según su con ducta con Casca.—Oppio convino en todo: así, pues, e s p e raremos hasta entonces. Por lo demás, no carecerás de mensajeros diarios, y c r e o que tú tampoco dejarás pasar día sin comunicarme nuevas noticias. Te remito una carta de Lepta, en la que creo ver que el gran General (5) está muy descorazonado: juzgarás por su lectura. me digas tu opinión acerca de esto; y no dudo dirigirás el negocio con todos los miramientos (1) La arenga que pronunció Octavio en el templo de Castor y Pólux ante el pueblo cuando le presentó el tribuno Cannio. (2) Uno de los asesinos de César. (3) Antes del 1.° de enero, día en que tomaban posesión de sus cargos Hircio y Pansa. (4) Antes del 13 de diciembre. (5) Antonio. TOMO X . 20 306 MARCO T U L I O CICERÓN. Apenas cerrada mi carta, recibo una tuya y otra de Sexto. La tuya es demasiado corta; la anterior era mucho más e x tensa. R e c o n o z c o tu prudencia y amistad cuando me quie res persuadir a que permanezca donde estoy, hasta el desenlace de la agitación actual. Desgraciadamente, que rido Ático, lo que ahora me inquieta no es la República, que sin embargo me es y me debe ser más querida que todo lo demás; pero Hipócrates no quiere se administren medicamentos a los enfermos desahuciados, Asi, pues, que salgan c o m o puedan. Mis intereses personales son los que me preocupan; ¿qué digo mis intereses? mi reputación; porque en último caso, con todos los recursos que me q u e dan, no se ha podido realizar aún con qué pagar a Terencia. X nada es Terencia, porque sabes me comprometí hace algún tiempo a pagar veinticinco mil sextercios para Montano. Cicerón me lo pidió por gracia, como si su honor e s tuviese interesado en ello, apresurándome yo a prometérselo. De la misma manera opinabas tú, y había prevenido a Eros para que reservase esta cantidad. Pues bien; nada ha hecho, y para pagar a Aurelio ha habido que tomar prestado con interés exorbitante. En cuanto a Terencia, según lo que me dice Tirón, esperas allegar fondos con los pagos que se aguardan de Dolabela. Si alguna vez ha c o m p r e n dido mal, creo que ha sido en este c a s o , ó mejor dióho, todo lo ha confundido; porque tú me has comunicado la respuesta de Cecilio, y Eros me ha escrito casi en los mismos términos. Necesito, pues, ir a Roma, aunque todo esté ardiendo ahí. En último c a s o , menos honroso es sucumbir s o l o , que quedar sepultado en un desastre general. Relativamente a las demás cosas de que con tanta a g u deza me hablas, teniendo podría contestarte como el ánimo tan perturbado no acostumbro hacerlo. Concéde- me que ante todo procure salir de los apuros en que me e n c u e n t r o : muchos medios se me ocurren, pero no me encuentro en estado de decidir nada antes de hablar con -

CARTAS A ÁTICO. 307 tigo. En último c a s o , ¿por qué no me he de encontrar allí tan bien como Marcelo? Pero no se trata de esto, ni esto es lo que me inquieta: ya ves lo que me preocupa. Voy a reunirme contigo.

CARTA XVI.
CICERÓN A ÁTICO, SALUD. He leído tus amabilísimas cartas. He escrito a Planeo y á continuación va la copia. Por Tirón sabré lo que le diga. Mejor podrías ocuparte de tu hermana si te vieses libre de este negocio . «M. Cicerón a Cn. Planeo, pretor designado (1). »Sé que estás deseoso de complacer a nuestro amigo Á t i c o , y tan decidido por lo que me atañe que , a fe mía, poGOS habré encontrado tan benévolos y amables como tú. Y no podía acontecer de otra manera, cuando a la con s tante y fiel amistad qne nuestros padres nos dejaron como herencia, se reúnen sentimientos personales tan profundos y r e c í p r o c o s . Enterado estás del asunto de Buthrota, del que hemos hablado con frecuencia, explicándote y o los de talles: las cosas han ocurrido del siguiente m o d o : En cuanto supimos que estaban comprendidos en el reparto los campos de los Buthrotinos, alarmado Aiico, redactó una nota y me la dio para presentarla a César, con quien cenaba aquel mismo día. Entregué la nota: César consideró fundada la r e c l a - (1) Cn. Planeo Plocio. hermino de L. Munacio Planeo, que fué cónsul en 712. Llevaba el nombre de Plooio ó Plancio por su adopción en la familia Plocia 6 Plan cía. 308 MARCO TULIO CCERÓN. mación, y contestó a Ático que era justo lo que reclamaba; pero le advirtió que era necesario pagasen su cuotas los Buthrotinos en la época designada. Ático, que quería salvar la ciudad, adelantó el dinero de sus propios fondos; y hecho esto, fuimos a ver a César, le hablamos con calor de los Buthrotinos, obtuvimos un decreto en su favor, e s t a m pando en él su sello varones muy importantes. Así el asunto, sorprendióme que César permitiese reunirse a los que deseaban los campos de los Buthrotinos, y principalmente que te encargase la operación. Habióle y hasta insistí con tanta frecuencia, que se quejaba de que no confiaba en su palabra, diciendo a M. Mésala y a Ático que permaneciesen tranquilos, manifestándoles francamente que le contenía la presencia de sus soldados, a quienes no quería descontentar (conoces su afición a la popularidad), pero que en cuanto se embarcasen, haría que les designaran otros c a m p o s . A este punto llegamos en vida de César. Después de su muerte un senatusconsulto autorizó a los cónsules para que entendiesen de todos los asuntos pendientes, y se les enteró de éste. No hubo vacilaciones: a d mitióse inmediatamente la reclamación, y prometieron que en seguida te remitirían una carta. No dudo, querido Planeo, que el senatusconsulto, la ley, el decreto de los cónsules y la carta que te han escrito te parezcan terminantes; y tratándose de Ático, seguro estoy de tus buenas intenciones. Pues bien, apoyándome en nuestras r e l a c i o nes y en tu ordinaria bondad, te pido una cosa que la e x traordinaria benevolencia y amables inclinaciones de tu carácter te inspirarán naturalmente: y e s , que por amistad hacia mí, hagas pronto y bien lo que sin duda harías por tí mismo, seguro estoy de ello. No tengo amigo más que rido que Ático, ni afecto que me sea más precioso. Al principio, este asunto era solamente de dinero, aunque de mucho dinero: hoy es una cuestión personal. Para él, se trata de saber si conseguirá definitivamente hoy con tu

CARTAS A ÁTICO. 309 ayuda lo que a costa de tantos pasos y ruegos consiguió, en vida y después de la muerte de César. Consideraré este favor, si se lo dispensas, como una de las pruebas de bondad más grandes que puedo recibir de tí. Créelo así, y por mi parte, siempre me encontrarás cuidadoso y solícito en atender a cuanto pueda interesarte ó agradarte. Cuídate mucho . » «Cicerón a su amigo Capitón (1). «Nunca creí tener que acercarme a tí como a prueba suplicante; pero no siento, a fe mía, que se presente ocasión de poner tu amislad. Sabes hasta qué punto quiero a Ático. Ruégote que me concedas una gracia: olvida que un día tomó en contra tuya la defensa de un amigo suyo que consideraba honroso salvar. La rectitud de tu carácter te manda perdonar, porque cada cual tiene el deber de de fender a los suyos; en segundo lugar, prescinde de Ático, y no pienses más que en tu amigo Cicerón. Si me estimas, como públicamente me has manifestado y como siempre h e creído, necesario es que me lo pruebes hoy. «César liberó ¿1 territorio de los Buthrotinos por medio de un decreto, que yo firmé con otros muchos hubiesen dejó pasado el mar, y enviar en seguida varones órdenes sabes importantes. Su propósito era esperará que los veteranos para hacer que les asignasen otros terrenos: por desgracia de existir repentinamente. Después, como (puesto que estabas presente al senatusconsulto que con c e d i ó a los cónsules el conocimiento de todos los actos de César), nada se había hecho aún en las kalendas de junio. (i) El objeto de esta carta es igual al de la anterior, no siendo de notar otra cosa sino que Cicerón insinúa delicadamente que él, que en otro tiempo había recomendado a Capitón, es pretendiente ante su .antiguo protegido para que éste recomiende a su vez Ático á Planeo. 310 MARCO TULIO CICERÓN. El iv de las nonas quedó al fin corroborado el se n a t u s con sulto por una ley que dispone que conozcan los c ó n s u l e s de todo lo que César de c r e t ó , dispuso y ordenó. Llevóse a los cónsules el asumo de los Buthrotinos: exhibióse el decreto de César, presentando también otras muchas n o tas suyas; los cónsules decretaron en favor de los Buthrotinos, y se encargó de la ejecución a Planeo. Ahora, que rido Capitón ( c o n o c i e n d o yo la influencia que naturalmente tienes sobre los que te rodean y que sabes cuánto puedes, sobre todo con un hombre tan bueno y c o m p l a ciente como Planeo), te ruego desplegues el mayor interés, esfuerzos y dulces persuasiones para que Planeo, a quien creo bien dispuesto ya, sea por tu mediación más favorable aún para nosotros. El asunto se presenta de tal manera que, sin recomendación alguna, el talento y p r u dencia de Planeo deben asegurar la eficacia de un decreto deliberado y dado en virtud de una ley y de un senatusconsulto, sobre todo cuando, quedando sin efecto acto se mejante, quedaría en tela de juicio todo cuanto hizo César; cosa peligrosa, no solamente para aquellos que tienen intereses comprometidos, sino para todos los que , sin aprobar lo hecho , desean su mantenimiento por amor de la paz. T e nemos grande interés en que Planeo muestre bondad y faeilite la terminación de nuestro negocio ; y así será si empleas con él esa insistente firmeza que tan bien te con o z c o , y los persuasivos modales que nadie como tú sabe emplear. Ruégote encarecidamente que así lo hagas.» «Cicerón áC. Cupienio, salud ( 1 ) . «Mucho honré a tu padre, que fué para mí bueno y amable siempre: de tu amistad no dudé jamás, a fe mía, (1) No parece probable sea este Cupienio el favorito de Augusto, Cupienio Libón, famoso por lo que de él dice Horacio en su tercera sátira.

CARTAS A ÁTICO. 311 queriéndote yo de todo corazón. No vacilo, pues, en plicarte que acudas en auxilio de la ciudad su- deButhrota, que tiene un decreto de los cónsules. Los cónsules han obrado en virtud de los poderes que les otorgan un s e n a tusconsulto y una l e y . Consigue de mi amigo Planeo que confirme y sancione las disposiciones. Esto te lo ruego encarecidamente, querido Cupienio.» «Cicerón, a Planeo, pretor designado, salud. »Ya te" escribí anteriormente acerca del asunto de los Buthrotinos. Los cónsules decidieron este negocio , autorizados por una ley y un senatusconsulto para con o c e r , decidir y juzgar de todos los actos de César. Te he rogado que seas favorable para nosotros y pongas término a las tribulaciones de Ático, a quien tanto quieres, como t a m bién a las mías, que no son menores. Después de muchos cuidados, esfuerzos y trabajos, hemos llegado a tal punto que nuestra suerte depende exclusivamente de tí. La sobreprudencia te hará comprender qué perturbación vendría si quedasen sin ejecución los decretos de los c ó n sules acerca de los actos de César. Bien sé que , en medio del movimiento que lo arrastraba, César pudo realizar muchas cosas que no deben aprobarse. Sin e m b a r g o , y o las defiendo todas por amor a l a paz y tranquilidad, cosa que creo todavía más obligatoria en tu posición; pero esta carta no es de con se j e r o , sino de suplicante. con c é deme un favor cuya importancia para mí e x c e d e a toda ponderación; y e s , que te ocupes de nosotros y lo termines todo; que muestres al fin que asientes sin pesar y con alegría a lo que la extraordinaria bondad y estricta justicia de nuestra causa nos hizo obtener fácilmente de los c ó n sules. Con mucha frecuencia has demostrado tus buenas disposiciones hacia Ático, a Ático mismo en presencia mía, y con más frecuencia todavía a mí en particular. Hazlo 312 MARCO TULIO CICERÓN. así, mi querido Planeo, y habrás prestado el servicio más eminente a un amigo, que lo fué de tu padre, a un hombre a quien siempre has considerado bajo este doble aspecto: te lo ruego con el mayor encarecimiento.» «Cicerón a Planeo, pretor designado, salud. VPerdóname si, después de haberte escrito tan detalladamente acerca del asunto de Buthrota, insisto con tanta frecuencia en él. Y a fe mía, querido Planeo, no o b r o así por falla de confianza en tu rectitud y amistad; pero el asunto tiene suma importancia para Ático: hoy hasta está interesado su honor en obtener lo que firmamos, César le con c e d i ó en nuestra presencia por medio de órdenes que nosotros y después de decretos y decisiones que presentodo cuando el final c i é . Está interesado su h o n o r , sobre depende exclusivamente de tí. N o , tú no te limitarás a sancionar pura y simplemente la decisión de los cónsules conforme con los decretos y promesas de César, sino que desplegarás la complacencia y apresuramiento d é l a amistad. Nunca harás nada que te agradezca tan profundamente. Espero que cuando recibas esta carta habrás atendido ya a mi d e se o ; pero no cesaré de escribirte hasta que o b tenga comunicación oficial. Esperóla con impaciencia, porque tengo prisa por cambiar el estilo de mis carias y no tener que dirigirte otras frases que las del agradecimiento. Están en j u e g o los intereses de Á t i c o ; pero ten por cierto que si consigue lo que desea, no te quedará menos agradecido que y o , que por amistad me asocio sinceramente a todos sus disgustos.» «Cicerón, a Capitón, salud. »No dudo que te admirará y hasta disgustará que tantas v e c e s te hable de lo mismo; pero el asunto tiene suma i m -

CARTAS A ÁTICO. 313 portancia para el hombre que más quiero y con el que me unen lazos más íntimos: para Ático. Hace mucho tiempo que sé lo que eres para tus amigos y lo que tus amigos son para tí. Mucho puedes ayudarnos cerca de Planeo: eres bondadoso y a todos gusta complacerte. Nadie, por consiguiente, puede ayudarnos tanto como tú. El asunto, por otra parte, se presenta bien. Los cónsules han de c i d i do acerca de él, y la decisión está fundada en una ley y un senatusconsulto. Sin embargo , creemos que todo depende de tu amigo Planeo. Tu influencia y el interés público le decidirán sin duda a que se ejecute el decreto de los c ó n sules, y t a m b i é n querrá demostrar que está dispuesto en nuestro favor. Pero ayúdanos, mi querido Capitón; te lo ruego nuevamente con la mayor instancia.»
 

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